Pedido de gracia:”los ejercicios son un modo de buscar y hallar la Voluntad de
Dios, para seguirle”. Siempre los EE son de elección. Y en nuestro caso que ya hemos hecho elección de vida, los EE adquieren la forma de enmienda, es decir de “ordenarse”, cambiar-corregir de rumbo en orden a la voluntad de Dios. Un modo de ordenar la propia vida en orden a la voluntad de Dios es lo que San Ignacio llama la SANTA INDIFERENCIA. Esto no es otra cosa que pedir a Dios la gracia de la “DISPONIBILIDAD”, “AQUÍ ESTOY SEÑOR”. Es la capacidad de “poder elegir libremente”. No es que me da lo mismo, sino que, aunque no me dé lo mismo, trato de hacer lo que Dios me pide. HAY UNA REGLA: “no siempre Dios me da o me pide lo más difícil”. Esto denota una falsa imagen de Dios: Dios no es un monstruo que me exige sacrificios. Entramos en esta mañana en disponibilidad, nos ponemos a tiro, es el “hágase en mí” de la virgen María. Es el “hágase en mí” según tu querer Sr. 1º MEDITACIÓN: el Sr. Nos invita AL DESIERTO, vengan a un lugar desierto a descansar, y allí les hablaré al corazón(Os 2.16). O también Mt 11.28-30 si venimos cansados y agobiados, buscando alivio. O también Mc 6.31 (si venimos pasados la rosca)”vengan ustedes solos a un lugar desierto para descansar un poco”. EL DESIERTO ese lugar donde dejamos la prisa, donde nos desprendemos de la dictadura de lo exterior, de la imagen, del aparecer, de lo superfluo. Porque estas cosas no nos sirven en el desierto. San jerónimo decía: “el desierto ama al desnudo”, de dinero, el poder, de seducción, de lo que piensan de mí. En el desierto “no hay apariencias”, en el desierto se vive o no se vive, se muere. Allí se queda uno al desnudo, sólo con lo que uno es. De hecho en el desierto sobrevive el que lleva menos cosas. El que lleva lo esencial e indispensable para sobrevivir, porque allí todo lo demás NO SIRVE PARA NADA. Allí estoy sólo con Dios. El desierto me invita a vivir en autenticidad, me invita a dejar de lado la mentira, al menos las “mentiras ejes”, las cosas que camuflamos. El desierto nos ayuda a recuperar el “propio nombre”: no querer ser más de lo que uno es… pero tampoco menos. Silvano decía: “hay del hombre que tiene un nombre más grande que las propias obras”. A veces nuestro nombre está inflado (1), sería bueno que analizáramos sino estamos inflados, ver si nos creemos más de lo que somos. O a veces nuestro nombre está desinflado (2) y si es así tendremos que recuperar el nombre de “HIJOS MUY AMADOS DEL PADRE… descubriendo que somos amados incondicionalmente por Dios, como somos, con defectos y virtudes... y sabiendo que Dios no se arrepiente de nada de lo que ha hecho nosotros”. En el desierto detectamos a los personajes extraños, a los intrusos, como la vanidad, la superficialidad, el orgullo, el egoísmo, la búsqueda de puestos de poder, detectamos al ruidoso que quiere ser el centro y llamar la atención, detectamos al narcisista que sólo se mira a sí mismo. Hay que tener cuidado que estos personajes no terminen por coparnos la casa. Detectarlos para echarlos de nuestra casa y no dejar que se vayan apoderando de nuestra vida. ÉXODO 34.2 ss:”sube al monte Sinaí y espérame allí”… “yo tengo algo que escribir en tu corazón”… “traerme las losas de piedra en blanco y yo escribiré en ellas”… “y venite sólo, no traigas ni vacas y ovejas”: vení solo, sin tu agenda, sin tus proyectos, no traigas tus preocupaciones, vení pero sólo. Y así en el desierto ponernos a disposición, uno viene al desierto a disponerse, deseando el encuentro: ¿cómo vengo al retiro? ¿Cómo me veo a mí mismo? ¿Quién es el personaje que me considero?... me siento susceptible… me siento triunfador?… me siento exitoso?… siento débil?… me siento solo?... me siento inseguro? … ¿cómo me catalogo? JER 31.33: “pondré mi ley en su interior… pondré mi ley en su corazón. 2Cor 3,3:”pondré mi espíritu en sus corazones”. San Ignacio dice que uno no nace disponible, “uno se va haciendo dócil, o disponible con el tiempo”. Acá nos hace bien mirar la figura del cura Brochero, que siempre fue tan enérgico y de carácter fuerte. Pero cuando ya estaba muy anciano, Dios le cambia la misión, cuando se pone viejo tiene que dejar de ser párroco, entonces le escribe al obispo: "mi querido recordarás que yo sabía decir de mí mismo, que iba a ser tan enérgico siempre, como el caballo el Chesche que se murió galopando… pues bien yo estoy ciego casi al remate y no puedo verme ni las manos... y así otra persona tiene que vestirme y prenderme la ropa... ya ves el estado en que ha quedado reducido el Chesche, el enérgico, el brioso... pero es un grandísimo favor que me ha hecho Dios… me ha dado la ocupación de buscar mi último fin y de rezar por todos los hombres pasados, por los presentes y por los que van a venir hasta el fin del mundo". El cura Brochero se hace disponible a Dios con los años. San Agustín decía: “Señor dame lo que me pides y pídeme lo que quieras”… esto es hacerse disponible. Acá San Ignacio insiste: en el texto bíblico donde encuentro gusto me quedo, hasta agotar esa experiencia. Acá tengo que pedir la gracia de "sentirme" inmensamente amado por Dios.