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La maestra Ayala Escorza, explica que el Daño Moral como elemento del
hecho ilícito, consiste en el menoscabo que una persona puede sufrir en su persona
(integridad física) o en su patrimonio (económico o moral), como consecuencia
directa de los actos o de los hechos de terceras personas, es decir, la lesión o
detrimento que un sujeto experimenta en su patrimonio moral, incluso, en su
integridad física.
Es decir, el daño que se le puede causar a una persona, no necesariamente
tiene o puede ser de carácter material, físico; ya que materialmente hablando,
en términos generales o en sentido amplio, si existiera un daño material, éste
equivaldría al valor de lo dañado, de los destruido, de lo afectado, y
aparentemente las cosas volverían al estado que tenían antes con el acto
mismo de pagar su equivalente pecuniario. Sin embargo, el caso que nos
ocuparía y nos invitaría a la reflexión, sería cuando el daño afectaría aspectos
internos, subjetivos, internos, psíquicos de la persona afectada, aspectos que
no podrían valorarse con exactitud. Lo anterior, en atención a que cada
persona valora internamente de manera distinta, diversos aspectos.
Existe tesis jurisprudencia con el rubro; “daño moral en el derecho positivo
mexicano” de la novena época, Tesis: I.4º.C.58 C donde enuncia que los bienes que
tutela esa figura son, de manera solo enunciativa:
a) Afectos
b) Creencias
c) Sentimientos
d) Vida privada
e) Configuración y aspectos físicos
f) Decoro
g) Honor
h) Reputación
i) La consideración que de uno tienen los demás.
Estos derechos no pueden ser tasables o valorables perfecta o
aproximadamente en dinero, por referirse a la persona en su individualidad o
intimidad. Por eso la legislación mexicana adopta la teoría de la comprobación
objetiva del daño, es decir, basta con la demostración de:
1. La relación jurídica que vincula al sujeto activo con el agente pasivo o
agraviado, y
2. La existencia de un hecho u omisión ilícitos que lesione uno o varios de los
bienes que tutela la figura, enunciados anteriormente.