Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Sentencia T-609/19
Acción de tutela presentada por Francisco Javier Pico Rivero contra el Instituto
Nacional Penitenciario y Carcelario –INPEC- y el Establecimiento Penitenciario y
Carcelario de Mediana Seguridad de Acacías.
Procedencia: Sala Penal del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Villavicencio.
Magistrada sustanciadora:
SENTENCIA
En el trámite de revisión del fallo de segunda instancia, adoptado por la Sala Penal
del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Villavicencio el 14 de junio de 2019,
que modificó la decisión adoptada por el Juzgado Primero de Ejecución de Penas
y Medidas de Seguridad de Acacías, el 13 de mayo de 2019, en el proceso de
tutela promovido por Francisco Javier Pico Rivero contra el Instituto Nacional
Penitenciario y Carcelario –INPEC- y el Establecimiento Penitenciario y Carcelario
de Mediana Seguridad de Acacías.
De acuerdo con el artículo 34 del Decreto 2591 de 1991, esta Sala de Revisión
procede a dictar la sentencia correspondiente.
I. ANTECEDENTES
2. Sostiene que el domingo 3 de marzo de 2019, cuando los internos del Patio
Tres del establecimiento recibieron la visita íntima, tanto las mujeres visitantes
como los hombres privados de la libertad, fueron sometidos a requisas que
atentaron contra su dignidad e integridad.
4. Además, afirma que, después de la visita íntima, los internos fueron obligados
a salir al patio, quitarse la ropa y permanecer en ropa interior mientras un perro sin
bozal acercaba su hocico a sus partes íntimas. Posteriormente, un dragoneante
pasó con un detector de metales rozó de manera invasiva los genitales de los
internos.
5. Menciona que cuando las parejas llevan alimentos para consumir durante la
visita, el establecimiento impide que las personas privadas de la libertad los
ingresen a las celdas, a pesar de que estos fueron comprados al interior del centro
de reclusión.
Impugnación
El 14 de mayo de 2019[7], cuando se llevó a cabo la notificación personal de la
sentencia, la parte demandante impugnó la decisión de primera instancia. Este
recurso no fue sustentado.
En decisión del 14 de junio de 2019[8], la Sala Penal del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Villavicencio modificó la decisión del a quo y resolvió no tutelar
los derechos invocados por el actor. En primer lugar, aclaró que las pretensiones
no se dirigen a controvertir el procedimiento de requisa previsto en el reglamento
interno del establecimiento, sino los excesos en la implementación de las medidas
previstas en éste.
Sin embargo, consideró que no existía un medio de prueba que demostrara los
supuestos excesos en los que incurrieron los guardias de seguridad del
establecimiento. Por el contrario, la entidad accionada anexó fotografías en las
que se veían mujeres sentadas en sillas plásticas de manera lineal y el canino
pasando sin bozal alrededor de las visitantes. En particular, indicó que, tal y como
lo mostró el establecimiento en su respuesta, el uso del bozal impide la detección
de narcóticos, motivo por el cual era razonable hacer este tipo de registro sin ese
dispositivo.
Con fundamento en tales argumentos, la Sala Penal del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Villavicencio resolvió “no tutelar” los derechos fundamentales
invocados por el accionante.
Competencia
- Legitimación activa
La legitimidad para el ejercicio de esta acción es regulada por el artículo 10[18] del
Decreto 2591 de 1991, el cual establece que puede ser presentada: (i)
directamente por el afectado, (ii) a través de su representante legal, (iii) por medio
de apoderado judicial, o (iv) por medio de agente oficioso[19]. El inciso final de
esta norma también faculta al Defensor del Pueblo y a los personeros municipales
para ejercer la tutela directamente.
En este caso, el señor Francisco Javier Pico Rivero invoca la protección de sus
derechos a la dignidad humana y a la integridad personal e interpone la tutela a
nombre propio, por lo que está legitimado para actuar.
- Legitimación pasiva
- Subsidiariedad
8. El inciso 4º del artículo 86 de la Constitución consagra el principio de
subsidiariedad como requisito de procedencia de la acción de tutela y determina
que “[e]sta acción sólo procederá cuando el afectado no disponga de otro medio
de defensa judicial, salvo que aquella se utilice como mecanismo transitorio para
evitar un perjuicio irremediable”.
En ese sentido, contrario a lo que sostuvo el a quo, para la Sala es claro que en
este caso el accionante no cuestiona la legalidad del reglamento interno del
establecimiento. En efecto, el demandante acude a la tutela porque considera que
el establecimiento desconoció mandatos constitucionales y legales al dar un trato
indigno a las personas sometidas a la requisa. En ese orden de ideas, el medio de
control de nulidad simple no es el mecanismo idóneo para obtener sus
pretensiones, dirigidas a prevenir los excesos en la implementación de la medida
de registro de personas, prevista en el reglamento interno.
10. Cabe mencionar que el accionante sugirió que cuando las parejas llevan
alimentos para consumir durante la visita, el establecimiento impide que las
personas privadas de la libertad los ingresen a las celdas, a pesar de que estos
fueron comprados al interior del centro de reclusión.
- Inmediatez
De otro lado, también debe tenerse en cuenta que en el caso analizado no se está
ante una carencia actual de objeto por daño consumado. En efecto, si bien la
requisa del 3 de marzo de 2019 ya sucedió, a partir de las pruebas recaudadas se
evidencia que ésta se hizo en el marco de las actividades de vigilancia y control
que se llevan a cabo en el establecimiento carcelario. A su vez, las autoridades de
este establecimiento sostienen que dichas acciones se ajustan a las normas
legales y reglamentarias aplicables, lo que permite suponer su común ocurrencia.
Por ende, el asunto a analizar en el presente caso no se restringe a un episodio
particular, sino a la práctica de requisas en ese establecimiento penitenciario, que
el actor cuestiona por ser contraria a sus derechos fundamentales.
La Corte estableció que dicho tipo de requisa era un trato inhumano y degradante
y, por lo tanto, violaba el derecho al respeto pleno de la dignidad humana, pues la
rutina de hacer desnudar a la persona, obligarla a agacharse o a hacer flexiones
de piernas y a mostrar exhaustivamente sus genitales a la guardia, resultaba de
por sí vergonzosa y humillante. En ese orden de ideas, sostuvo que esa clase de
requisa constituye un trato cruel, inhumano y degradante, y por ende violatorio del
derecho fundamental a la dignidad.
De otra parte, advirtió que esta práctica era innecesaria, debido a que existían
otros instrumentos para detectar elementos prohibidos en el cuerpo de los
internos.
Por último, aclaró que no solamente los reclusos deben ser tratados acorde a la
dignidad humana. En efecto, las personas que acuden a visitarlos también son
merecedoras de un trato digno, “más aún cuando estas no tienen restringidos sus
derechos en virtud de una pena privativa de la libertad”.
En aquella ocasión este Tribunal estableció que ciertas prácticas, que limitan la
intimidad corporal, la libertad personal y el derecho al silencio podrían estar
permitidas, a condición de que no comporten tratos vejatorios o denigrantes (por
ejemplo, las pruebas dactiloscópicas, fotográficas y antropométricas, o los
registros o cacheos de la ropa que portan los individuos). En contraste, no están
permitidas las intervenciones, registros, injerencias, comprobaciones o
extracciones sobre sus cuerpos, salvo por razones fundadas y siempre que medie
el consentimiento informado del afectado y el registro se practique de modo que el
pudor y el decoro personal no resulten ofendidos, ni se viole la integridad física.
Del mismo modo, en Sentencia T-622 de 2005[33], este Tribunal estudió la tutela
presentada por algunas mujeres contra un establecimiento penitenciario, por
cuanto las sometía a requisas vaginales e impedía su ingreso al cuando tenían la
menstruación.
En aquella ocasión la Corte reiteró que no son razonables aquellas requisas que
se realicen con desconocimiento del derecho a la dignidad humana. En particular,
dijo que las requisas intrusivas practicadas por la guardia de un establecimiento de
reclusión, tales como desnudar al visitante, violan el derecho fundamental a no ser
sometido a tratos crueles, inhumanos o degradantes.
Ahora bien, esta Corporación aclaró que la jurisprudencia ha aceptado que las
intervenciones, registros, injerencias, comprobaciones o extracciones sobre los
cuerpos se presenten por razones fundadas, pero para su práctica se debe
cumplir con una serie de requisitos, como son: “(i) el consentimiento informado del
visitante; (ii) el registro debe ser practicado de modo que el pudor y el decoro
personal no resulten ofendidos, ni la integridad física vulnerada; (iii) debe existir un
mandato legal; (iv) debe mediar la supervisión judicial; (v) la intervención debe
realizarse por parte de personal experto y (vi) debe darse en condiciones
sanitarias adecuadas”[35].
Del mismo modo, la normativa en cita establece que toda persona que ingrese a
un centro de reclusión o salga de él, por cualquier motivo, deberá ser
“razonablemente requisada” y sometida a los procedimientos de ingreso y
egreso[39]. En particular, el artículo 112 prevé el régimen general de visitas y
dispone que:
(iv) Para practicar registros, se designará a una persona del mismo sexo del
de aquella que es objeto de registro.
De otra parte, el artículo 71, parágrafo 2º, determina que antes y después de
practicarse la visita íntima, tanto la persona privada de la libertad como el visitante,
serán objeto de una requisa que se practicará de conformidad con lo establecido
en los procedimientos adoptados por el instituto y dentro del respeto por la
dignidad humana. La misma norma advierte que “[e]l incumplimiento por parte de
los funcionarios de lo previsto en el presente artículo acarreará la correspondiente
investigación disciplinaria por omisión del deber.”
22. Por último, tal y como lo informó en este proceso un dragoneante del
establecimiento penitenciario demandado, el manual del INPEC de registro a
personas y requisa de paquetes, vehículos e instalaciones, diferencia tres tipos de
registro de personas: de primer, segundo y tercer nivel.
El registro de primer nivel se lleva a cabo con el arco detector s, la silla detectora
de metales, y el equipo de seguridad electrónica. El de segundo nivel, al que se
deben someter quienes tengan contacto con las personas privadas de la libertad,
se realiza con los mismos elementos del registro de primer nivel, pero requiere
quitarse los zapatos, el cinturón, la chaqueta y sacar los objetos de los bolsillos. El
de tercer nivel se aplica exclusivamente a las personas privadas de la libertad en
distintas circunstancias, una de estas es después de la visita conyugal. Implica: (i)
quitarse la ropa hasta tener una prenda que cubra las extremidades inferiores
(puede ser pantalón, falda o pantaloneta) y otra que cubra el tronco, sin presentar
desnudez, y (ii) someterse a un registro en la modalidad de cacheo[40], en el cual
el guardia no debe tener contacto con la piel de quien es registrado.
En caso de no contar con los equipos de seguridad electrónica o de que los
medios electrónicos generen una alerta, el servidor del cuerpo de custodia y
vigilancia solicitará a la persona que se ubique en el espacio especialmente
destinado para la práctica del registro. Se pedirá que ponga todos los elementos
que posea en un lugar visible y se sitúe frente al servidor con los brazos
extendidos a los lados formando una línea recta a la altura de los hombros, las
palmas de las manos hacia arriba y los pies separados formando un ángulo de 30
grados. A una distancia prudencial y mediante un recorrido sin contacto, se pasa
el detector manual de metales.
Cabe resaltar que las preguntas que no fueron respondidas estaban dirigidas a
aclarar si en las requisas del 3 de marzo de 2019 se había ordenado a los
hombres privados de la libertad y a sus visitantes quitarse la ropa, si habían
tocado sus cuerpos, y qué medidas preventivas habían tomado para realizar el
registro con binomio canino.
27. En ese orden de ideas, a pesar de que en la contestación a la tutela el
establecimiento accionado afirmó que no había vulnerado los derechos
fundamentales del accionante porque su actuación estaba reglada, para la Sala es
claro que se trató de una respuesta genérica y ambigua que no contradijo las
afirmaciones del demandante en el escrito de tutela. Por esa razón, la Magistrada
sustanciadora profirió un auto que tuvo como propósito aclarar lo sucedido en la
requisa del 3 de marzo de 2019. Sin embargo, el establecimiento no dio respuesta
a las preguntas que indagaban específicamente sobre los hechos descritos en la
tutela y, a pesar de haber sido requerido por esta Corte para pronunciarse sobre el
particular, persistió en su conducta contumaz.
En esa medida, y dado que no existe otra prueba que logre desvirtuar lo afirmado
por el actor en la acción de tutela, en este caso opera la presunción de veracidad
contemplada en el artículo 20 del Decreto 2591 de 1991, según la cual, a la luz de
los principios de celeridad, inmediatez y buena fe que rigen la actuación judicial,
ha de entenderse que si la entidad requerida por el juez no contesta la solicitud de
pronunciarse sobre lo expuesto en la demanda, se presumen ciertos los hechos.
Por lo tanto, en este caso la contumacia del establecimiento accionado para
aclarar lo sucedido hace posible presumir que, al efectuar el registro de personas
el domingo 3 de marzo de 2019, los miembros del cuerpo de custodia del
Establecimiento Penitenciario y Carcelario de Mediana Seguridad de Acacías: (i)
antes del ingreso de las mujeres, las obligaron a desnudarse y tocaron sus partes
íntimas, y (ii) después de terminar la visita íntima, exigieron a los hombres que
permanecieran en calzoncillos, rozaron sus genitales con el detector de metales y
les acercaron el hocico del perro a dicha área.
Por ello, el accionante pide que: (i) se amparen sus derechos fundamentales a la
dignidad humana y la integridad personal y, en consecuencia, se ordene a las
accionadas: que cumplan con los mandatos contenidos en la Constitución Política,
las leyes y la jurisprudencia constitucional y se dé un trato digno a las personas
que son sometidas a requisas; y (ii) se impartan las órdenes que sean pertinentes
para el restablecimiento de sus derechos fundamentales.
31. En primer lugar, el artículo 112 de la Ley 65 de 1993 prohíbe las requisas al
desnudo y el manual del INPEC de registro a personas y requisa de paquetes,
vehículos e instalaciones, establece que el registro de personas de tercer nivel
requiere quitarse la ropa hasta tener una prenda que cubra las extremidades
inferiores (puede ser pantalón, falda o pantaloneta) y otra que cubra el tronco, sin
presentar desnudez. Así pues, al requerir que los internos se retiraran la ropa y
fueran requisados en calzoncillos, el establecimiento vulneró sus derechos a la
dignidad humana y a la integridad personal.
32. En segundo lugar, el artículo 112 en cita prohíbe las inspecciones intrusivas.
En este caso el accionante relata que al pasar el detector de metales por su
cuerpo, el funcionario del cuerpo de custodia y vigilancia rozó sus testículos con el
dispositivo. El roce de las partes íntimas del accionante también comporta el
desconocimiento de sus derechos fundamentales a la dignidad humana y a la
integridad personal, pues lo sometió a una situación humillante.
34. En cuarto lugar, tan pronto sucedieron los hechos objeto de tutela, el
accionante informó al Director del establecimiento sobre lo ocurrido. No obstante,
el accionado le indicó: (i) que el personal del cuerpo de custodia y vigilancia que
presta sus servicios en ese establecimiento penitenciario está capacitado en los
procedimientos vigentes de requisa a las personas privadas de la libertad, (ii) que
los caninos no pueden llevar bozal al momento del registro, porque la detección de
narcóticos sería imposible, y (iii) que la Ley 65 de 1993 dispone que los internos
deben ser requisados rigurosamente después de cada visita. Además, transcribió
apartes de las sentencias T-501 de 1994 y T-317 de 1997, en los que se señala
que en los establecimientos de reclusión el derecho a la intimidad no es absoluto.
“(…) hay eventos excepcionales en los cuales los límites de la vulneración deben
fijarse en consideración tanto del derecho fundamental del tutelante como del
derecho fundamental de quienes no han acudido a la tutela, siempre y cuando se
evidencie la necesidad de evitar que la protección de derechos fundamentales del
accionante se realice paradójicamente en detrimento de derechos igualmente
fundamentales de terceros que se encuentran en condiciones comunes a las de
aquel frente a la autoridad o particular accionado.
Desde esa óptica, los efectos inter comunis pueden definirse como aquellos
efectos de un fallo de tutela que de manera excepcional se extienden a
situaciones concretas de personas que, aun cuando no promovieron el amparo
constitucional, se encuentran igualmente afectadas por la situación de hecho o de
derecho que lo motivó, producto del actuar de una misma autoridad o particular,
justificado en la necesidad de dar a todos los miembros de una misma comunidad
un trato igualitario y uniforme que asegure el goce efectivo de sus derechos
fundamentales”.
Por esta razón, la Sala concluye que en el caso objeto de análisis concurren los
requisitos para dictar una decisión con efectos inter comunis, porque: (i) tanto el
accionante, como los hombres privados de la libertad y las mujeres visitantes,
fueron sometidos a los mismos agravios y, por lo tanto, están en una situación
análoga; (ii) existe identidad de derechos fundamentales violados, hechos
generadores, y autoridad responsable de la vulneración del derecho; y (iii) la orden
de protección dada por el juez de tutela repercute de manera directa e inmediata
en la salvaguarda de los derechos fundamentales de aquellos no tutelantes.
Sobre este último punto, es preciso aclarar que los efectos extendidos de esta
providencia permiten que se materialice el goce efectivo de los derechos
fundamentales de sujetos que merecen especial protección constitucional. De una
parte, beneficia a las personas privadas de la libertad, quienes están en una
relación de especial sujeción respecto del Estado y, de otra, protege a las mujeres,
quienes históricamente se enfrentan a estereotipos sociales discriminatorios, en
particular, al control y la cosificación de su cuerpo.
En consecuencia, las órdenes que se adoptan tienen como propósito proteger los
derechos fundamentales a la dignidad humana y a la integridad personal de todas
las personas privadas de la libertad en el Establecimiento Penitenciario y
Carcelario de Mediana Seguridad de Acacías y de quienes los visitan. Por lo tanto,
se ordenará a esa entidad que, en lo sucesivo, el Cuerpo de Custodia y Vigilancia
se abstenga de realizar requisas al desnudo, en las que se tenga contacto con las
partes íntimas de quienes son sometidos a registro.
Además, con el fin de adoptar una medida que repare desde una perspectiva
simbólica las humillaciones sufridas por los hombres privados de la libertad y las
mujeres visitantes el 3 de marzo de 2019, se ordenará al establecimiento
accionado ofrecer disculpas a las personas que fueron requisadas de esta
manera. Para ello deberá (i) reconocer la existencia de los hechos vejatorios a la
dignidad de las personas con ocasión de la visita a los internos; (ii) expresar su
disculpa por la comisión de esos hechos; y (iii) manifestar que estos hechos no
volverán a tener ocurrencia.
Con el fin de que esta orden sea efectivamente cumplida, se dispondrá que dentro
del mes siguiente a la notificación de esta sentencia, el centro penitenciario remita
un informe al Juzgado Primero de Ejecución de Penas y Medidas de Seguridad de
Acacías en el que acredite el ofrecimiento de disculpas.
La Sala compulsará copias a la Procuraduría General de la Nación
42. De otro lado, en consideración a que (i) mediante Auto del 7 de octubre de
2019 la Magistrada ponente ofició al Establecimiento Penitenciario y Carcelario de
Mediana Seguridad de Acacías para que respondiera nueve preguntas dirigidas a
esclarecer los hechos del caso, y (ii) ante la omisión en responder la totalidad de
las preguntas, mediante Auto del 22 de octubre de 2019 requirió al Director del
establecimiento para que respondiera las preguntas restantes y nuevamente
omitió hacerlo; se compulsarán copias de esta tutela a la Procuraduría General de
la Nación, para que dentro de sus competencias, investigue la conducta omisiva
del Establecimiento Penitenciario y Carcelario de Mediana Seguridad de Acacías,
que al tenor de lo dispuesto en el artículo 61 del Código General Disciplinario
constituye causal de mala conducta.
48. En el caso objeto de análisis concurren los requisitos para dictar una decisión
con efectos inter comunis, porque: (i) tanto el accionante, como los hombres
privados de la libertad y las mujeres visitantes, fueron sometidos a los mismos
agravios y, por lo tanto, están en una situación análoga; (ii) existe identidad de
derechos fundamentales violados, hechos generadores, y autoridad responsable
de la vulneración del derecho; y (iii) la orden de protección dada por el juez de
tutela repercute de manera directa e inmediata en la salvaguarda de los derechos
fundamentales de aquellos no tutelantes.
Sobre este último punto, es preciso aclarar que los efectos extendidos de esta
providencia suponen adoptar medidas dirigidas a proteger los derechos de todas
las personas privadas de la libertad en el establecimiento accionado y de sus
visitantes. Además, esta medida materializa el goce efectivo de los derechos
fundamentales de sujetos que merecen especial protección constitucional. De una
parte, beneficia a las personas privadas de la libertad, quienes están en una
relación de especial sujeción respecto del Estado y, de otra, protege a las mujeres,
quienes históricamente se enfrentan a estereotipos sociales discriminatorios, en
particular, al control y la cosificación de su cuerpo.
III. DECISIÓN
RESUELVE:
Magistrada