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LA REGULACIÓN DE LA FERTILIDAD

1. Los métodos de diagnóstico de la fertilidad


Engloban a todos los llamados métodos de regulación natural de la fertilidad. A priori, se piensa
que todos son iguales al método Ogino y que no sirven para nada cuando, por razones serias, se
pretende evitar el embarazo. Esto no tiene nada que ver con el momento actual de las
investigaciones en los métodos naturales; y es lo que vamos a tratar en este tema.

2. Los métodos naturales

En la Familiaris Consortio decía el papa Juan Pablo ll: Conviene hacer lo posible para que
semejante conocimiento (de los ritmos de la fecundidad) se haga accesible a todos los esposos, y
ante todo a las personas jóvenes, mediante una información y una educación clara, oportuna y
seria, por parte de parejas, médicos y expertos.
Todos los métodos naturales se fundan en la licitud objetiva del recurso, por razones justificadas, a
la abstinencia periódica.
Éste consiste, fundamentalmente, en expresar el amor conyugal mediante la realización del acto
sexual en los períodos infértiles o agenésicos de la mujer y abstenerse de los mismos en los
períodos fecundos del ciclo femenino, recurriendo a otros gestos lícitos para manifestarse dicho
amor.
Los métodos naturales ayudan a conocer y respetar la distinción entre períodos fértiles e infértiles,
en orden, tanto a poner las condiciones que de los esposos se requieren para aumentar el número de
hijos, como para no ponerlas, cuando hay razones graves que lo justifican.

El método del ritmo


Es históricamente la primera forma de regulación natural. Ogino y Knauss descubrieron que la
ovulación de la mujer se producía en la mitad del ciclo, que es el período fértil. Por medio del
calendario y de cálculos matemáticos se pueden fijar los días probablemente fecundos. Es un
método que puede ser útil en mujeres muy regulares.
Sus inconvenientes nacen de que las mujeres no son habitualmente regulares y no hay ningún
parámetro para indicar que la ovulación se haya producido.

El método de la temperatura basal


Una serie de científicos, en distintas partes del mundo, observaron cómo inmediatamente después
de producirse la ovulación, la temperatura basal de la mujer ascendía unas décimas de grado.
Tenemos, pues, un dato objetivo de que se ha producido la ovulación.

La mujer será infértil desde la subida de temperatura hasta la próxima menstruación; una vez
producida la ovulación no se vuelve a producir otra en todo el ciclo. No existen las ovulaciones
espontáneas.
Uno de los problemas que plantea esta forma de regulación es la incomodidad de tomarse la
temperatura todos los días. Un inconveniente es que no tenemos ningún parámetro para la fase
preovulatoria que nos indique la infertilidad. Lo que se hace es combinar la primera fase
(preovulatoria) con el método del ritmo.
El método de la ovulación o Billings
Con estas dos formas anteriormente explicadas de regulación natural no se pueden resolver los
problemas de muchos matrimonios que tienen dificultades para vivir la paternidad responsable.
Los doctores Billings, conscientes del problema, buscaron algún síntoma que diagnosticara la
fertilidad y la infertilidad. Preguntando a muchas mujeres descubrieron la presencia de una
secreción mucosa procedente del cuello del útero que indica fielmente el período fértil de la mujer.
Las mujeres, desde que comienza la pubertad, se familiarizan con la presencia de moco o flujo que
recogen del introito vaginal sin ningún tipo de manipulación interna. Lo que aporta el método,
como tal, es la interpretación de dicho síntoma.
En un ciclo menstrual podemos diferenciar varios períodos: la menstruación, unos días sin ningún
tipo de secreción mucosa y sensación de sequedad (fase infértil preovulatoria), otros días con
presencia de moco que va variando de día en día, en consistencia y aspecto, y además hay una
sensación de humedad (fase fértil); acabada la evolución de moco, habrá un cambio brusco:
ausencia de flujo y sensación de sequedad, que durará aproximadamente dos semanas antes de la
siguiente menstruación (fase infértil postovulatoria) .
Este síntoma es fácilmente identificable por las mujeres. Con una monitora, se pueden conocer
todas las variaciones que pueden sufrir los ciclos durante la vida reproductiva. Podemos comprobar
que es un gran avance en el conocimiento de la fisiología femenina y ayuda a cualquier mujer a
autoconocerse.
En nuestra Diócesis se imparten cursos de aprendizaje de este método por monitores titulados. El
método Billings no debe aprenderse nunca directamente por medio de libros. El aprendizaje ha de
ser individualizado, porque la fisiología de cada mujer tiene sus particularidades. Cuando una pareja
de novios, o un matrimonio decide aprender este método, es imprescindible que acudan juntos
porque, aunque fundamentalmente el aprendizaje afecta a la fisiología de la mujer, la paternidad y
maternidad responsable es cosa de los dos.
El porcentaje de fiabilidad de este método es del 98'5% en nuestro país, llegando al 99% en otros
países como la India. El método, no sólo sirve para evitar un embarazo, sino también para poder
tener hijos. Favorece el diálogo sexual entre los cónyuges y el respeto a la integridad de la otra
persona.

El nuevo método sintotérmico


Se basa en la combinación del método de la temperatura basal y de las observaciones del moco
cervical, como hemos explicado anteriormente. Hemos mencionado, al hablar de la temperatura, las
dificultades que ésta, por sí sola, tiene para detectar el período infértil preovulatorio. En
determinadas parejas se les invita a hacer también las observaciones del moco y a guiarse de ambos
datos para definir la fase fértil e infértil del ciclo. En algunos casos se combina con palpación del
cuello del útero.

Los métodos sobre cristalización de la saliva


Son métodos que aún están en estudio. Se ha comprobado que durante los días fértiles la saliva
cristaliza en forma de hojas de helecho. Aporta un dato más para detectar la fertilidad; pero, cuando
de lo que se trata es de la infertilidad, pueden aparecer falsos positivos.
Una vez descritos estos métodos, digamos algo sobre su enseñanza. Una enseñanza correcta de
estos métodos exige que sean enmarcados en una visión antropológica y espiritual precisa.
No basta, pues, con enseñar las técnicas de diagnóstico de la fertilidad/infertilidad. Es necesario
hablarles a los esposos del fundamento antropológico que hace de base (adaptándose a la cultura y
la educación de cada pareja), dándoles los principales elementos para la educación en las virtudes y
en la ascesis cotidiana (porque habrán de adquirir, si no la tienen, o perfeccionar si ya la tienen, la
virtud de la castidad), y si son católicos hay que educarlos en el constante recurso a la gracia y al
uso frecuente de los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía, así como de la oración
conyugal.
En efecto, no se trata sólo de una cuestión biológica y psicológica, sino de toda una concepción y
práctica de vida, radicada en la Palabra de Dios, que ilumina sobre la naturaleza y sobre el destino
del hombre, y por eso fundamentada en la perspectiva la eternidad. Esto supone que muchas veces
no puede darse una visión acabada si no se cuenta con la asistencia espiritual de la Iglesia.

3. Los métodos anticonceptivos

Como se ha explicado, todos estos métodos separan arbitrariamente los aspectos unitivo y
procreativo del acto sexual. Tampoco respetan los ritmos naturales, sino que los alteran.
Hacemos una breve enumeración: todos tienen un alto número de efectos secundarios y, en contra
de lo que habitualmente cree la gente de que son infalibles, en honor a la verdad hay que decir que
todos fallan en un porcentaje mayor o menor dependiendo del método, de las circunstancias y de las
propias personas que recurren a ellos.
Es conveniente decir también que, detrás de la gran mayoría de los métodos anticonceptivos, se
esconden intereses económicos de gran magnitud. Los preservativos, los espermicidas, los
diafragmas y las innumerables pastillas anticonceptivas y abortivas que se encuentran en el mercado
mueven cantidades económicas insospechadas, y en torno a ellos hay muchos intereses creados.

Métodos de barrera

a) Métodos físicos: Interrupción del coito. Se trata del método más antiguo que consiste en
interrumpir el coito, de tal forma que no se realiza el acto sexual completo, lo que produce
insatisfacción en los esposos. Es conocido también por onanismo, y vulgarmente, por la marcha
atrás.
No es acorde con la ley moral natural. La entrega total de la persona en cuerpo y alma, expresada en
el acto sexual, queda frustrada por la interrupción del acto sexual y el derramamiento del esperma
fuera de la vagina de la mujer con la intención de evitar un embarazo.

b)Métodos mecánicos: Preservativo y diafragma vaginal. Ambos actúan de forma mecánica,


impidiendo que pueda darse el encuentro entre el óvulo y el espermatozoide.
e) Métodos químicos: Sustancias espermicidas. Destruyen los espermatozoides depositados en la
vagina después de realizar el acto sexual.

Anticonceptivos hormonales
Son hormonas que, administradas en grandes dosis, impiden que se produzca la ovulación. El más
difundido es la píldora de progesterona. Actúan además a otros niveles, de forma que confluyan
muchos factores para impedir el embarazo. Algunos de ellos son también abortivos cuando, al fallar
su primer efecto de impedir la ovulación, impiden la anidación del embrión en las paredes internas
del útero.
Tienen muchas contraindicaciones y efectos secundarios. En muchos casos se están utilizando mal,
pues no siempre se toman bajo prescripción médica, ni previo análisis de sangre, ni se interrumpe el
tratamiento periódicamente como está prescrito.
Esterilizaciones
Ligadura de trompas. Es la operación de la mujer en la que se bloquean las trompas para que no
pasen los espermatozoides, con lo que se impide la fecundación del óvulo.
Vasectomía. Es la ligadura de los conductos deferentes en el varón para impedir la salida de
espermatozoides.
Ambos métodos suponen una mutilación en la persona, que queda despojada de su fertilidad para
siempre.
El organismo del hombre continúa produciendo espermatozoides y el de la mujer óvulos, que son
reabsorbidos por el propio organismo. No hay estudios serios para poder afirmar la repercusión
física que esto puede tener en el organismo; pero sí es conveniente advertir de los riesgos
psicológicos que ocasionan: posibles problemas de impotencia en el hombre, al no ser ya fértil;
depresiones y celotipia en la mujer, que cree que su marido le es infiel, aunque no sea cierto,
porque ya no es fértil.

Métodos abortivos

Dispositivos intrauterinos (DIU). Son pequeños instrumentos que, introducidos en el interior del
útero, ocupan el sitio donde se produce la anidación. Son, pues, abortivos. Estos instrumentos son
de fabricación americana fundamentalmente, poco empleado por ellos, pero muy extendido en
Europa. No deja de ser un elemento extraño al organismo de la mujer, que puede producir
infecciones graves en sus órganos genitales internos. Falla y se ocultan datos en clínicas médicas de
fetos que han nacido muertos y que son destinados como material genético en la producción de
cosméticos.
Píldora RU 486. Desgraciadamente es necesario hacer mención a ella debido a su reciente
aprobación en el Congreso de los Diputados de nuestro país. Actuaría, en el caso de que haya un
embarazo, en el primer período de gestación, en un plazo no superior a 48 días, siendo tóxico para
el niño y provocando un aborto prematuro que, al ser de tan poco tiempo, se eliminaría con la
menstruación. Se silencian en muchos casos los efectos secundarios que pueda tener esta píldora
sobre la madre.
Aborto provocado. Es muy lamentable que, cada día más, al asesinato de un hijo se le considere
método anticonceptivo.
La misión de cualquiera de los métodos de los que hemos indicado, que pueden actuar como
abortivos, es impedir que nazca un niño que ya existe y que está en sus primeras fases de
crecimiento, tengan dos días o tres meses. Conviene advertir a los novios de los riesgos de todos
estos métodos y cómo nunca deben considerar una vasectomía o una ligadura de trompas, ni mucho
menos recurrir al aborto provocado en caso de un embarazo no deseado. Lejos de solucionar su
situación se perjudicarán para siempre.
Frecuentemente se argumenta que, descartando el aborto y la esterilización, entonces, sería lícito en
la mayoría de los casos el recurso a los métodos anticonceptivos. Lejos de ser acertada, esta
propuesta constituye un grave error, porque la píldora y otros métodos artificiales han hecho posible
el aborto.
Tal y como afirma la encíclica Evangelium Vitae, se trata de dos ramas de un mismo árbol. Es
cuestión de tiempo, porque la lógica que en todo este proceso de mayor eficacia técnica subyace es
la misma y supone una voluntad contra la vida, aunque los esposos por supuesto así no lo deseen en
su intención personal,

4. Formas de reproducción asistida


Otro aspecto que contempla la doctrina de la Iglesia es la dignidad en que se ha de realizar la
procreación. De este modo, aprecia que la unión entre el hombre y la mujer sea estable, fiel,
duradera en el tiempo, para lo cual el matrimonio es la única posibilidad. Además, el nuevo ser
necesita ser educado en el seno de una familia por el amor de sus padres.

El origen de una nueva vida está ligado no sólo a la unión física de un hombre y mujer sino que es
fruto del amor que se profesan sus padres. Así se comprende que quede excluido el mal entendido
derecho a ser madres que algunas mujeres puedan reclamar, fuera del ámbito del matrimonio.
Todo ser humano debe ser acogido siempre como un don y bendición de Dios. Sin embargo, desde
el punto de vista moral, sólo es verdaderamente responsable para con quien ha de nacer, la
procreación que es fruto del matrimonio.
La generación humana posee, de hecho, características específicas en virtud de la dignidad
personal de los padres y de los hijos: la procreación de una nueva persona, en la que el varón y la
mujer colaboran con el poder del Creador, deberá ser el fruto y el signo de la mutua donación
personal de los esposos, de su amor y de su fidelidad. La fidelidad de los esposos, en la unidad del
matrimonio, comporta el recíproco respeto de su derecho a llegar a ser padre y madre
exclusivamente el uno a través del otro.
El hijo tiene derecho a ser concebido, llevado en las entrañas, traído al mundo y educado en el
matrimonio: sólo a través de la referencia conocida y segura a sus padres pueden los hijos
descubrir la propia identidad y alcanzar la madurez humana.
Los padres hallan en el hijo la confirmación y el complemento de su donación recíproca: el hijo es
la imagen viva de su amor, el signo permanente de su unión conyugal, la síntesis viva e indisoluble
de su dimensión paterna y materna.
A causa de la vocación y de las responsabilidades sociales de la persona, el bien de los hijos y de
los padres contribuye al bien de la sociedad civil; la vitalidad y el equilibrio de la sociedad exigen
que los hijos vengan al mundo en el seno de una familia, y que ésta esté establemente
fundamentada en el matrimonio.
La tradición de la Iglesia y la reflexión antropológica reconocen en el matrimonio y en su unidad
indisoluble el único lugar digno de una procreación verdaderamente responsable.

Al uso de las técnicas de reproducción asistida subyace el supuesto común de que el hijo es, no un
don, sino un derecho-el mismo supuesto que alimenta la reivindicación del derecho a la adopción
para las parejas homosexuales. Debemos recordar con insistencia que el hijo nunca es un derecho
de los padres sino un don. Y, como tal don, requiere unas condiciones adecuadas para su
procreación.
Un verdadero y propio derecho al hijo sería contrario a su dignidad ya su naturaleza. El hijo no es
algo debido y no puede ser considerado como objeto de propiedad: es más bien un don, el más
grande y el más gratuito del matrimonio, y es el testimonio vivo de la donación recíproca de sus
padres. Por este título el hijo tiene derecho -ha sido recordado ya- a ser el fruto del acto específico
del amor conyugal de sus padres y tiene también el derecho a ser respetado como persona desde el
momento de su concepción.

Por otra parte, analizando las propias técnicas de reproducción asistida, debemos decir que
introducen elementos extraños y lesivos en la relación parental de los padres respecto al hijo, de los
padres entre sí, y en la misma sexualidad conyugal.
Respecto a esta última, estas técnicas invaden los propios significados de la sexualidad conyugal
provocando una separación, de tal manera que la procreación no necesite ni siquiera del propio acto
conyugal. La propia relación de cooperación con el Creador, también, queda dañada. No se realiza a
través de los esposos, sino a través del técnico que realice la fertilización; obligando así, al propio
Creador y Señor de la vida, a generar vida en condiciones no diseñadas por Él; es decir, no
humanas.
Otras alteraciones que podemos señalar es la prueba de la fidelidad a la que ciertos matrimonios se
ven sometidos. Se trata de los casos de infertilidad masculina aislada, cuya única alternativa
propuesta es la fecundación in vitro y la inseminación artificial heteróloga (con espermatozoides de
una persona diferente al esposo), o el recurso a la maternidad sustitutiva en el caso de la infertilidad
femenina aislada, poniéndoles en la tentación de un adulterio consentido, ya que las células
masculinas o las femeninas, respectivamente, deberán ser donadas por un tercero/a. De este modo,
se fisura gravemente el amor prometido, con las consiguientes no aceptaciones del hijo y las
posibles consecuencias psicológicas.

En cuanto al hijo, hay que hacer algunas consideraciones.


· En primer lugar, el hijo nacido no sería ya, el fruto de la donación recíproca de los esposos en la
unión conyugal. Ya hemos indicado que un hijo es un don y no un derecho.
· En segundo lugar, el nuevo ser que no es implantado, es reservado en congeladores de nitrógeno
líquido a una temperatura de 200° C (técnica de crioconservación), en espera de un destino

· En tercer lugar, la identidad personal e incluso la dignidad de los padres o de aquellos donantes de
los nuevos seres no implantados, es puesta en grave riesgo.
· En cuarto lugar, se destruye el nuevo ser, tanto si se le manipula con fines científicos, sirviendo
como donante de células, como en su posterior eliminación, cuando pasado largo tiempo, se
considera que ha dejado de ser útil.
Solamente el respeto de la conexión existente entre los significados del acto conyugal y el respeto
de la unidad del ser humano, consiente una procreación conforme con la dignidad de la persona.
En su origen único e irrepetible el hijo habrá de ser respetado y reconocido como igual en
dignidad personal a aquellos que le dan la vida. La persona humana ha de ser acogida en el gesto
de unión y de amor de sus padres,. la generación de un hijo ha de ser por eso el fruto de la
donación recíproca realizada en el acto conyugal, en el que los esposos cooperan como servidores,
y no como dueños, en la obra del Amor Creador.
Origen de una persona humana es, en realidad, el resultado de una donación. La persona
concebida deberá ser el fruto del amor de sus padres. No puede ser querida ni concebida como el
producto de una intervención de técnicas médicas y biológicas: esto equivaldría a reducirlo a ser
objeto de una tecnología científica. Nadie puede subordinar la llegada al mundo de un niño a las
condiciones de eficiencia técnica mensurables según parámetros de control)' de dominio.
La importancia moral de la unión existente entre los significados del acto conyugal y entre los
bienes del matrimonio, la unidad del ser humano y la dignidad de su origen, exigen que la
procreación de una persona humana haya de ser querida como el fruto del acto conyugal
específico del amor entre los esposos.
El vínculo existente entre procreación y acto conyugal se revela, por eso, de gran valor en el plano
antropológico y moral, y aclara la posición del Magisterio a propósito de la fecundación artificial
homóloga.
· En quinto lugar, las nuevas posibilidades científicas que sobrepasan el contexto meramente humano,
utilizarían ciertos intentos e hipótesis de obtener un ser sin conexión alguna con la sexualidad y,
mediante fisión gemelar, clonación, partenogénesis, afectando gravemente la vida humana; así
como los intentos y proyectos de fecundación entre gametos humanos y animales, la gestación de
embriones humanos en útero de animales y la hipótesis y el proyecto de construcción de úteros
artificiales para el embrión humano. También podemos incluir en este apartado, algunos intentos de
intervenir sobre el patrimonio cromosómico y genético no terapéuticos, sino que miran a esta
misma producción de seres humanos seleccionados en cuanto al sexo o a otras cualidades
prefijadas.
· En sexto lugar, consideramos los embriones que tras la FIVET heteróloga se obtienen como
resultado de la fecundación de óvulos extraídos de una mujer con esperma obtenido de un donante
masculino, pueden luego ser implantados en el útero de la madre o de una tercera persona, para que
se desarrollen y den lugar a una nueva criatura. Esta técnica genera graves problemas éticos,
además de los enumerados, los relacionados con el parentesco.
· En séptimo lugar. En cuanto al diagnóstico prenatal, actualmente se especializa en acciones que
ponen en peligro la vida del nasciturus. Sólo serviría, si prevé y lleva a cabo acciones terapéuticas
preventivas que corrijan posibles problemas del embrión. No es adecuado cuando la información
obtenida sea utilizada para, en su caso, eliminar el embrión; es decir, al hijo.

***

Ojalá que las generaciones venideras sean todas profundamente amantes de la vida, capaces de
generar la civilización del amor y la cultura de la vida. Un testimonio precioso puede y debe ser
dado por aquellos esposos que, mediante el compromiso común de la continencia periódica, han
llegado a una responsabilidad personal más madura ante el amor y la vida. Como escribía Pablo VI,
a ellos ha confiado el Señor la misión de hacer visible ante los hombres la santidad y la suavidad
de la ley que une el amor mutuo de los esposos con su cooperación al amor de Dios, autor de la
vida humana.

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