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RAFAEL GARCÍA HERREROS

E ra una bella esmeralda. Ella sintetizaba


todo el amor juvenil del novio hacia su
prometida, la víspera de su matrimonio. En los dedos de
la joven esposa, lucía extraordinariamente la joya, y era el
recuerdo más dulce del amor en el momento culminante
en que se formó el hogar.
Hace pocos días le dijo el esposo a su esposa, con
voz grave:

– ¿Quieres, mija, que regalemos la esmeralda para


comprar dos boletas para el Banquete del Millón?
Yo creo que lucen más dos casas en el barrio de “El
Minuto de Dios”, que esa esmeralda. Nuestro amor
se ha fortalecido y es más sólido y más intenso que
esa joya.

Hubo un silencio; el silencio de un inmenso


sacrificio.
A la joven esposa se le llenaron los ojos de lágrimas.

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CUENTOS TOMO II

Pensó en la elegante fiesta la víspera del matrimonio,


cuando recibió la joya.
En ese momento se acercaron los hijos, tres lindos
niños en todo el encanto de la infancia. La señora pensó,
quizá, que con la esmeralda se iban a salvar dos familias
con muchos niños.
Y los dos esposos, en silencio, guardaron el precioso
tesoro en el estuche. Y lo enviaron al Minuto de Dios. Su
amor era más fuerte que la esmeralda y más florecido.
En el Banquete del Millón del 25 de noviembre se
sentarán dos jóvenes esposos. En los dedos de la joven
señora no brillará el verde de la esmeralda.

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