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LA LITERATURA venida de los españoles, comenzaron a

PREHISPANICA verse estas señales.

PORTILLA, León Miguel- La visión de El segundo prodigio, señal o agüero que


los vencidos (Selección) los naturales de México tuvieron, fue que
el templo del demonio se abrasó y
Testimonio de Muñoz Camargo
quemó, sin que persona alguna le
(Historia de Tlaxcala, escrita
pegase fuego. Fue tan grande este
en castellano por su autor)
incendio y tan repentino, que se salían
por las puertas de dicho templo
Diez años antes que los españoles
llamaradas de fuego que parecía
viniesen a esta tierra, hubo una señal
llegaban al cielo, y en un instante se
que se tuvo por mal agüero y extraño
abrasó y ardió todo, sin poderse
prodigio, y fue que apareció una columna
remediar
de fuego muy flamígera, muy encendida,
Y cuando se acercaban a echar el agua
de mucha claridad y resplandor, con
y querer apagar el fuego, que a esto
unas centellas que centellaba en tanta
llegó multitud de gentes, entonces se
espesura que parecía polvoreaba
encendía más la llama con gran fuerza, y
centellas, de tal manera, que la claridad
así, sin ningún remedio, se acabó de
que de ellas salía, hacia tan gran
quemar todo.
resplandor, que parecía la aurora de la
mañana. La señal duró un año, acaeció
El tercer prodigio y señal fue que un rayo
el año de 1517.
cayó en un templo idolátrico que tenía la
techumbre pajiza, lloviendo un agua
Cuando prodigio se veía, hacían los
menuda cayó del cielo sin trueno ni
naturales grandes extremos de dolor,
relámpago alguno sobre el dicho templo.
dando grandes gritos, voces y alaridos
Lo cual asimismo tuvieron por gran
en señal de gran espanto y dándose
agüero y prodigio de muy mala señal, y
palmadas en las bocas, como lo suelen
se quemó y abrasó todo.
hacer. Todos estos llantos y tristeza iban
acompañados de sacrificios de sangre y
El cuarto prodigio fue, que siendo de día
de cuerpos humanos. Debe de
y habiendo sol, salieron cometas del
considerarse, que años antes de la
cielo por el aire con toda fuerza y encarecer su gran extrañeza, la cual
violencia. Al tiempo que estas señales se tenía en la cabeza una diadema redonda
vieron, hubo alboroto, y asimismo muy de la forma de un espejo redondo muy
gran ruido y gritería y alarido de gentes. diáfano, claro y transparente, por la que
se veía el cielo "y estrellas" que los
El quinto prodigio y señal fue que se
astrólogos llaman el signo de Géminis; y
alteró la laguna mexicana sin viento
cuando esto vio Motecuhzoma le tuvo
alguno, la cual hervía y rehervía y
gran extrañeza y maravilla por gran
espumaba en tanta manera que se
agüero, prodigio, y mala señal en ver por
levantaba y alzaba en gran altura, de tal
aquella diadema de aquel pájaro
suerte, que el agua llegaba a bañar a
estrellas del cielo.
más de la mitad de las casas de México,
y muchas de ellas se cayeron y Y tornando segunda vez Motecuhzoma a
hundieron; y las cubrió y del todo se ver y admirar por la diadema y cabeza
anegaron. del pájaro vio grande número de gentes,
que venían marchando desparcidas y en
El sexto prodigio y señal fue que muchas
escuadrones de mucha ordenanza, muy
veces y muchas noches, se oía una voz
aderezados y a guisa de guerra, y
de mujer que a grandes voces lloraba y
batallando unos contra otros
decía, anegándose con mucho llanto y
escaramuceando en figura de venados y
grandes sollozos y suspiros: ¡Oh hijos
otros animales. Esto lo entristeció
míos! del todo nos vamos ya a perder... e
mucho.
otras veces decía: Oh! hijos míos ¿a
dónde os podré llevar y esconder. . . ?

El séptimo prodigio fue que los laguneros Motecuhzoma interroga a los


de la laguna mexicana, nautas y piratas o nigrománticos
canoístas cazadores, cazaron una ave
De acuerdo con el testimonio de
parda a manera de grulla, la cual llevaron
Alvarado Tezozómoc en su Crónica
a Motecuhzoma para que la viese. El
mexicana, perturbado Motecuhzoma por
ave era tan extraña y de tan gran
los varios presagios que se han descrito
admiración, que no se puede imaginar ni
en los textos anteriores, hizo llamar a
sabios y hechiceros con objeto de satisfecho y haré la relación conforme lo
interrogarlos. Quería averiguar si había que viere”. Y así fue luego con otros más
señales de próximas guerras, de que eran el Cuitlalpitoc y otro
desastres imprevistos, o de cualquier Cuetlaxtécatl, y luego que llegaron vieron
otra forma de desgracia. Los lo que andaba por la orilla del mar, y
nigrománticos en realidad no pudieron habían salido con un barco y estaban
dar respuesta. pescando siete u ocho de los del barco
con anzuelos.
Pero, por ese tiempo apareció un pobre
hombre del pueblo, venido de las costas El Teucnenenqui y el Cuitlalpítoc se
del Golfo con las primeras noticias de la subieron a un árbol, que llamaban árbol
llegada de unas como "torres o cerros blanco, muy copudo, y desde allí los
pequeños que venían flotando por estaban mirando cómo cogían pescados.
encima del mar". En ellos venían gentes Y habiendo acabado de pescar, se
extrañas "de carnes muy blancas, más volvieron otra vez a la nao con su batel o
que nuestras carnes, todos los más barquillo. Dijo el Teucnenenqui: vamos,
tienen barba larga y el cabello hasta la Cuitlalpítoc. Bajáronse del árbol y
oreja. . ." Tal noticia despertó la angustia volvieron al pueblo de Cuetlaxtlan, y al
de Motecuhzoma quien envió instante se despidieron del Pínotl.
mensajeros y dones a quienes creyó que Volviéronse con toda la brevedad posible
eran posiblemente Quetzalcóatl y otros a la gran ciudad de México-Tenochtitlan,
dioses que volvían, según lo anunciado a dar la razón de lo que habían ido a ver.
en sus códices y tradiciones.
Llegados a México, fuéronse derechos al
palacio de Motecuhzoma, a quien
Otros dijeron y contaron cómo era hablaron con la reverencia y humildad
verdad, que andaban como dos torres o debida. Dijéronle: “señor y rey nuestro,
cerros pequeños por encima de la mar y es verdad que han venido no sé qué
dijo el Teucnenenqui ("gran caminante o gentes, y han llegado a las orillas de la
emisario") . “Señor, quiero ir en persona gran mar, las cuales andaban pescando
a verlos y cómo son, para dar fe como con cañas y otros con una red que
testigo de vista, y estaré con esto echaban. Hasta ya tarde estuvieron
pescando, y luego entraron en una canoa Fuéronselo a decir a Motecuhzoma, de
pequeña y llegaron hasta las dos torres que quedó más espantado y admirado, y
muy grandes y subían dentro, y las dijo: en fin, es de la cosa natural, que
gentes serían como quince personas, casi todos son nigrománticos, pues mirad
con unos como sacos colorados, otros de lo que os mando con pena, que si alguna
azul, otros de pardo y de verde, y en las cosa descubriéredes de lo que os digo,
cabezas traían puestos unos paños debajo de mi estrado os tengo de
colorados, y eran bonetes de grana, enterrar, y morirán vuestras mujeres e
otros muy grandes y redondos que hijos, y os despojaran de todos vuestros
deben de ser guardasol (que son bienes y desharán vuestras casas, hasta
sombreros) y las carnes de ellos muy los postreros cimientos, hasta que salga
blancas, más que nuestras carnes, agua de ellos, y asimismo morirán
excepto que todos los más tienen barba vuestros deudos y parientes; y traedme
larga y el cabello hasta la oreja les da. secretamente dos plateros muy buenos
Motecuhzoma estaba cabizbajo, que no oficiales de obra primorosa, y dos
habló cosa ninguna. lapidarios de los buenos gastadores de
esmeraldas.
Preparativos ordenados por
Motecuhzoma Dijéronle: señor, aquí están los
oficiales que mandaste traer. Dijo
Al cabo de gran rato habló Motecuhzoma
Motecuhzoma: hacedlos entrar acá.
y dijo: vos sois principales de mi casa y
Entraron y díjoles: venid acá, padres
palacio; no puedo dar más fe ni crédito a
míos; habéis de saber que os envié a
otra persona más que a vos, porque me
llamar para que hagáis cierta obra, y
tratáis la verdad cada día: id ahora vos y
mirad que no lo descubráis a hijo de
el mayordomo, y traedme al que está
madre, so pena de las graves penas de
preso en la cárcel, que vino por
tirar hasta los cimientos de casas,
mensajero de la costa: idos por él a la
pérdida de bienes y muerte vuestra; de
cárcel adonde estaba entapiado. Fueron,
mujer, hijos y parientes, porque todos
y abriendo las puertas, no lo hallaron
han de morir: cada uno ha de hacer dos
donde lo habían puesto, de que
obras, y se han de hacer delante de mí.
quedaron admirados y espantados.
Aquí secretamente en este palacio
adonde ahora estamos: hase de hacer enviaron a uno de los corcovados a rogar
un ahogadero o cadena de oro de a al rey Motecuhzoma que se llegase al
cuatro dedos cada eslabón, muy aposento de los oficiales.
delgado, y han de llevar estas piezas y
Habiendo entrado, después de haberle
medallas en medio unas esmeraldas
hecho todos gran reverencia, le dijeron:
ricas, y a los lados, como a manera de
señor nuestro, la obra toda está de todo
zarcillos, de dos en dos, y luego se harán
punto acabada: véisla aquí, señor.
unas muñequeras de oro y su cadena de
Parecióle muy bien todo lo hecho a
oro colgando de él, y esto con toda la
Motecuhzoma. Díjoles que estaba muy
brevedad del mundo.
bien hecho y a su contento y placer.
A los otros oficiales les mandó hacer dos
Hizo llamar a Petlacálcatl su real
amosqueadores grandes de rica
mayordomo y díjole: a cada uno de estos
plumería y en medio una media luna de
mis abuelos, dadles a cada uno una
oro, y de la otra parte el sol muy bien
carga de mantas de las de a diez brazas
bruñido el oro, que relumbre de lejos, y
y de a ocho, y de a cuatro, y mantas
dos brazaletes de oro, con muy rica
ricas, pañetes, huipiles, naguas para mis
plumeria. Y a los lapidaros les mandó
abuelas, maíz, chile, pepita, algodón,
hacer a cada uno, dos muñequeras de
frijol, a cada uno igualmente, y con esto
dos, o para las dos manos y para los dos
se fueron muy contentos los oficiales a
pies, de oro, en medio engastadas ricas
sus casas
esmeraldas. Y mandó al mayordomo
Petlacálcatl, que trajese luego
secretamente mucho oro que estaba en
Los dones que se ofrecen a los recién
cañutos, y mucha plumería rica de la
venidos
menuda, la más suprema de las aves
"tlauhquechol" y "tzinitzcan zacuan", y Luego presurosos vienen a dar
muchas esmeraldas y otras piedras ricas cuenta a Motecuhzoma. Al saberlo,
de muy gran valor: todo lo cual dieron a también de prisa envía mensajeros. Era
los oficiales, y en pocos días fue como si pensara que el recién llegado
acabada toda la obra. Y una mañana, era nuestro príncipe Quetzalcóatl.
luego que se levantó Motecuhzoma,
Así estaba en su corazón: venir sólo, Una máscara de serpiente, de hechura
salir acá: vendrá para conocer su sitio de de turquesas.
trono y solio. Como que por eso se fue
Un travesaño para el pecho, hecho de
recto, al tiempo que se fue.
plumas de quetzal.
Envió Motecuhzoma cinco que lo
Un collar tejido a manera de petatillo:
fueran a encontrar, que le fueran a
en medio tiene colocado un disco de oro.
regalar dones. Los guiaba un sacerdote,
el que tenía a cargo y bajo su nombre el
Y un escudo de travesaños de oro, o
santuario de Yohualichan.
bien con travesaños de concha nácar:
tiene plumas de quetzal en el borde y
En segunda, el de Tepoztlan; el
unas banderolas de la misma pluma.
tercero, el de Tizatlan; el cuarto era el de
Huehuetlan, y el quinto, el de Mictlan
También un espejo de los que se
grande.
ponen al trasero los danzantes,
guarnecido de plumas de quetzal. Ese
Les dijo:
espejo parece un escudo de turquesas:
-Venid acá, caballeros tigres, venid es mosaico de turquesas, de turquesas
acá. está incrustado, tachonado de
turquesas.
Dizque otra vez ha salido a tierra
nuestro señor. Y una ajorca con cascabelillos de oro.

Id a su encuentro, id a hacerle oír; Igualmente, un lanza-dardos


poned buena oreja a lo que él os diga. guarnecido de turquesas: todo de
Buena oreja tenéis que guardar. turquesas lleno. Es como si tuviera
cabecillas de serpiente; tiene cabezas de
serpiente.

He aquí con lo que habéis de llegar Y unas sandalias de obsidiana.


delante de nuestro señor:
En segundo lugar les dio el atavío de
Este es el tesoro de Quetzalcóatl: Tezcatlipoca:
Un capacete de forma cónica, amarillo, llena totalmente de pluma de quetzal;
por el oro, lleno todo él de estrellas. como que verdeguea, como que está
verdegueando, y sobre ella, un travesaño
Y sus orejeras adornadas con
hecho de oro y concha nácar.
cascabeles de oro.
Unas orejeras en forma de serpiente,
Y un collar de concha fina: un collar
hechas de chalchihuite.
que cubre el pecho, con hechura de
caracoles, que parecen esparcirse desde Su chalequillo matizado con
su borde. chalchihuites.

Y un chalequillo todo pintado, con el Su collar: un collar de chalchihuites,


ribete con sus ojillos: en su ribete hay tejidos en petatillo, también con un disco
pluma fina que parece espuma. de oro.

Un manto de hilos atados de color También un espejo para la parte de


azul, éste se llama el "campaneante atrás, tal como se dijo, también con
resonador". A las orejas se alza y allí se campanillas.
ata.
La manta con que se cubre, con
También está colocado un espejo de bordes de anillos rojos, y cascabeles
dorso. para el pie, hechos de oro.

Y también un juego de cascabeles de Y su bastón de forma serpentina con


oro que se atan al tobillo. mosaico de turquesas.

Y un juego de sandalias de color En cuarto lugar, también el atavío de


blanco. Quetzalcóatl:

En tercer lugar, el atavío de Tlalocan Una diadema de piel de tigre con


Tecuhtli; (señor del Tlalocan): plumas de faisán: sobre ella hay una
enorme piedra verde: con ésta está
Una peluca de plumas de quetzal y de
ataviada la cabeza.
garza: toda hecha de pluma de quetzal,
Y orejeras de turquesas, de forma Una diadema de oro.
redonda, de las cuales pende un zarcillo
Luego esto fue acomodado en
curvo de concha y oro.
cestones, fue dispuesto en armadijos
Y un collar de chalchihuites tejido en para la carga.
manera de petatillo: también en el medio
Y por lo que toca a los cinco
yace un disco de oro.
mencionados, luego les da órdenes
Y la manta con que se cubre, con Motecuhzoma, les dice:
ribetes rojos.
-Id, no os demoréis. Haced
También requiere en el pie cascabeles acatamiento a nuestro señor el dios.
de oro. Decidle:

Y un escudo de oro, perforado en el -"Nos envía acá tu lugarteniente


medio, con plumas de quetzal tendidas Motecuhzoma. He aquí lo que te da en
en su borde; también con banderola de agasajo al llegar a tu morada de México."
quetzal.

Y el cayado torcido propio de Ehécatl: Pues cuando hubieron llegado al


curvo por arriba, con piedras preciosas borde del mar, los trasportaron, en
blancas, constelado. barcas los llevaron a Xicalanco.

Y sus sandalias de espuma. Otra vez allí los tomaron en barcas, los
llevaron los marineros: todos los objetos
Allí están todos los géneros de
pusieron en barcas, los colocaron, los
insignias que se llaman "insignias
metieron en ellas.
divinas". Fueron puestos en posesión de
los embajadores. Y aún muchos más Y metidos ya en sus canoas, por el río
objetos que llevaron como regalos de fueron, llegaron a las barcas de aquéllos
bienvenida: (de los españoles), se repegaron a sus
barcas.
Un capacete de caracol hecho de oro.
Ellos (los españoles) les dijeron:
-¿Quiénes sois vosotros? ¿De dónde En seguida atavían al capitán. Le
vinísteis? pusieron con esmero la máscara de
turquesas, en ella estaba fijada la banda
-Hemos venido de México.
travesaña de pluma de quetzal.

Otra vez les dijeron:


Y de esta máscara va pendiendo, en
ella está la orejera de uno y otro lado.
-Puede ser o no ser que vosotros de
allá procedáis, o tal vez no más lo
Y le pusieron el chalequillo, lo
inventáis; tal vez no más de nosotros os
enchalecaron. Y le pusieron al cuello el
estáis burlando.
collar de petatillo: el petatillo de
chalchihuites: en medio tiene un disco de
Pero su corazón se convenció, quedó
oro.
satisfecho su corazón. Luego pusieron
un gancho en la proa de la nave; con ella
Después, en su cadera le ataron el
los levantaron estirando, luego pararon
espejo que cae hacia atrás y también le
una escala.
revistieron por la espalda la manta
llamada "campanillante".
Por tanto, subieron a la nave. Iban
llevando en los barcos los objetos. Uno a
Y en sus pies le colocaron las grebas
uno hicieron la ceremonia de tocar la
que usan los huastecos, consteladas de
tierra con la boca delante del capitán, (o
chalchihuites, con sus cascabeles de oro.
sea, hicieron reverencia y juramento).
También le dieron, en su mano le
En seguida le hacen una arenga, le
pusieron el escudo que tiene travesaño
dicen:
de oro y de concha nácar, con sus flecos
de pluma de quetzal y sus banderolas de
-Dígnese oírlo el dios: viene a rendir
lo mismo.
homenaje su lugarteniente
Motecuhzoma. Él tiene en cargo la
Ante su vista pusieron las sandalias de
ciudad de México. Dice: "Cansado ha
obsidiana.
quedado, fatigado está el dios."
En cuanto a los otros tres géneros de
atavíos divinos, no hicieron más que
colocarlos enfrente de él, los ordenaron comer, los hicieron comer. Con esto,
allí. recobraron su aliento, se reconfortaron.

Así las cosas, díjoles el capitán: Así las cosas, les dijo el capitán:

-¿Acaso esta es toda vuestra ofrenda -Oídlo: he sabido, ha llegado a mi


de bienvenida? ¿Aquello con que os oído, que dizque los mexicanos son muy
llegáis a las personas? fuertes, que son muy guerreros, que son
muy tremendos.
Dijeron ellos:
Si es un solo mexicano, muy bien
-Es todo: con eso hemos venido, señor
pone en fuga, bien hace retroceder, bien
nuestro.
vence, bien sobrepasa, aunque de veras
sean diez y acaso aun si son veinte los
guerreros.
Cortés trata de poner temor en los
Pues ahora mi corazón quiere quedar
mexicas
convencido; voy a ver yo, voy a
Entonces dio órdenes el capitán; en experimentar qué tan fuertes sois, ¡qué
consecuencia, fueron atados (los tan machos!
mexicas); les pusieron hierros en los pies
Les dio en seguida escudos de cuero,
y en el cuello. Hecho eso, dispararon el
espadas y lanzas. Y además (dijo):
cañón grande.

-Muy tempranito, al alba se hará:


Y en este momento los enviados
vamos a contender unos con otros:
perdieron el juicio, quedaron
vamos a hacer torneo en parejas; nos
desmayados. Cayeron, se doblaron cada
desafiaremos. Tendremos conocimiento
uno por su lado: ya no estuvieron en sí.
de las cosas. ¡A ver quién cae al suelo!
Los españoles, por su parte, los
Respondieron al capitán, le dijeron:
levantaron, los alzaron, les dieron a
beber vino, y en seguida les dieron de
-Óigalo el señor: ¡puede ser que esto
no nos lo mandara Motecuhzoma,
lugarteniente tuyo! ... En exclusiva Con toda prisa llegaron por el mar
comisión hemos venido, a dar reposo y hasta el sitio llamado Xicalanco.
descanso hemos venido, a que nos
Con trabajos tomaron aliento allí.
saludemos unos a otros. No es de
Luego con gran empeño siguieron su
nuestra incumbencia lo que el señor
camino. Llegaron a Tecpantlayacac. De
quiere. Pero si tal cosa hiciéramos,
allí se pusieron en camino, fueron de
pudiera ser que por ello se enojara
marcha y llegaron presurosos a
mucho Motecuhzoma. Por esto acabará
Cuetlaxtlan. Tal como en su viaje de ida,
con nosotros.
tomaron allí aliento.
Dijo al punto el capitán:

-No, se tiene que hacer. Quiero ver,


Luego de prisa se fueron, hasta México
quiero admirar: ha corrido fama en
llegaron. Y entraron no más de noche;
Castilla de que dizque sois muy fuertes,
sólo en la noche llegaron.
muy gente de guerra. Por ahora, comed
muy temprano: también yo comeré.
Y cuando esto sucedió, Motecuhzoma
¡Mucho ánimo!
ya no supo de sueño, ya no supo de
comida. Ya nadie con él hablaba. Y si
Después los despachó, los hizo bajar
alguna cosa hacia, la tenía como cosa
a su navío de ellos (de los mexicas) . No
vana. Casi cada momento suspiraba.
bien hubieron bajado a su nave, remaron
Estaba desmoralizado, se tenía como un
fuertemente. Se remaba con ardiente
abatido.
afán. Algunos aun con las manos
remaban, iban con el alma afanada. Se
Ya nada que da dicha, ya no cosa que
decían unos a otros presurosos:
da placer, ya no cosa de deleite le
importaba.
-¡Mis capitanes, con todas vuestras
fuerzas!... ¡Remad esforzadamente. No
Y por todo esto decía:
vaya a sucedernos algo aquí! ¡Que nada
nos pase!... - "¿Qué sucederá con nosotros?
¿Quién de veras queda de pie?
¡Ah, en otro tiempo yo fui! ... A éstos (los españoles) primeramente
¡Vulnerado de muerte esta mi corazón! les dieron empellones, los golpearon en
¡Cual si estuviera sumergido en chile, las manos, les dieron bofetadas en la
mucho se angustia, mucho arde! ... cara, y luego fue la matanza general de
todos éstos. Los que estaban cantando y
los que estaban mirando junto a ellos,
murieron.
La noche triste

Nos dieron empellones, nos


maltrataron por tres horas. En donde
Luego le ponen a Huitzilopochtli todo mataron a la gente fue en el Patio
aquello con que se adorna, sus ropas de Sagrado.
papel y todos los atavíos que le son
Luego se meten (los españoles) dentro
propios. Todo se lo pusieron.
de las casas (del templo) para matar a
Luego ya cantan sus cantos los todos: a los que acarreaban el agua, a
mexicanos. Así lo estuvieron haciendo el los que traían la pastura de los caballos,
primer día. a las que molían, a los que barrían, a los
que estaban de vigilancia.
Aún pudieron hacerlo el segundo día:
comenzaron a cantar y fue cuando Pero el rey Motecuhzoma
murieron tenochcas y tlatelolcas. acompañado del Tlacochcálcatl de
Tlatelolco, Itzcohuatzin, y de los que
Los que estaban cantando y danzando
daban de comer a los españoles, les
estaban totalmente desarmados. Todo lo
dicen:
que tenían eran sus mantillos labrados,
sus turquesas, sus bezotes, sus collares, -Señores nuestros . . . ¡Basta! ¿Qué
sus penachos de pluma de garza, sus es lo que estáis haciendo? ¡Pobres
dijes de pata de ciervo. Y los que tañen gentes del pueblo! . . . ¿Acaso tienen
el atabal, los viejecitos, tienen sus escudos? ¿Acaso tienen macanas?
calabazos de tabaco hecho polvo para ¡Andan enteramente desarmados! . . .
aspirarlo, sus sonajas.
Cuando llegó acá el capitán, ya nos fueron, fueron a situarse en Citlaltépec;
había matado "El Sol" (Alvarado). Hacía de allí fueron a establecerse en
veinte días que el capitán había partido Temazcalapan. Allí los salieron a
para la costa cuando nos mató a traición encontrar: les dieron gallinas, huevos,
"El Sol". maíz en grano. Allí tomaron resuello.

Cuando llegó acá el capitán no fue Ya se fueron a meter a Tlaxcala.


recibido con guerra; en paz y calma entró
Entonces se difundió la epidemia: tos,
acá. Hasta el día siguiente lo atacamos
granos ardientes, que queman.
con fuerza y así dio principio la guerra.

En consecuencia luego salieron de


Antología
noche. En la fiesta de Tecuílhuitl
salieron; fue cuando murieron en el Tal vez el mejor final que pueda darse a
Canal de los Toltecas. Allí furiosamente la Visión de los vencidos sea la
los atacamos. transcripción de un icnocuícatl, cantares
tristes, verdaderas elegías, obra de los
Cuando de noche salieron, primero
cuicapicque o poetas nahuas
fueron a reconcentrarse en
postcortesianos.
Mazatzintamalco. Allí fue la espera de
unos a otros cuando salieron de noche.

Fue cuando murió Motecuhzoma;


también en el mismo tiempo murió el Los últimos días del sitio de
Tlacochcálcatl de Tlatelolco, Tenochtitlan
Itzcohuatzin.
Y todo esto pasó con nosotros.
Cuando se fueron (los españoles), Nosotros lo vimos,
fueron a asentarse en Acueco. Los nosotros lo admiramos.
echaron de allí. Fueron a situarse en Con esta lamentosa y triste suerte
Teuhcalhueyacan. Se fueron para nos vimos angustiados.
Zoltépec. De allí partieron, fueron a
situarse en Tepotzotlan. De allí se
En los caminos yacen dardos rotos, Se nos puso precio.
los cabellos están esparcidos. Precio del joven, del sacerdote,
Destechadas están las casas, del niño y de la doncella.
enrojecidos tienen sus muros.
Basta: de un pobre era el precio
Gusanos pululan por calles y plazas, sólo dos puñados de maíz,
y en las paredes están salpicados los sólo diez tortas de mosco;
sesos. sólo era nuestro precio veinte tortas de
Rojas están las aguas, están como grama salitrosa.
teñidas,
Oro, jades, mantas ricas,
y cuando las bebimos,
plumajes de quetzal,
es como si bebiéramos agua de salitre.
todo eso que es precioso,
Golpeábamos, en tanto, los muros de en nada fue estimado . . .2
adobe,
y era nuestra herencia una red de
agujeros.
Con los escudos fue su resguardo, pero
Segunda carta-relación de Hernán
ni con escudos puede ser sostenida su Cortés al Emperador Carlos V.
soledad.
Segura de la Frontera 30 de octubre
de 1520

Enviada a su sacra majestad del


Hemos comido palos de colorín,
emperador nuestro señor, por el capitán
hemos masticado grama salitrosa, general de la Nueva España, llamado
don Fernando Cortés
piedras de adobe, lagartijas,
ratones, tierra en polvo, gusanos . . . Muy alto y poderoso y muy católico
príncipe, invictísimo emperador
y señor nuestro….
Comimos la carne apenas,
sobre el fuego estaba puesta. ………………………………………………
……………………………..
Cuando estaba cocida la carne,
de allí la arrebataban, Pasada esta puente, nos salió a recibir
en el fuego mismo, la comían. aquel señor Mutezuma con
hasta doscientos señores, todos
descalzos y vestidos de otra librea extranjeros, y venidos a ella de par-
o manera de ropa asimismo bien rica a tes muy extrañas; y tenemos asimismo
su uso, y más que la de los que a estas partes trajo nuestra
otros, y venían en dos procesiones muy generación un señor cuyos vasallos
arrimados a las paredes de todos eran, el cual se volvió
la calle, que es muy ancha y muy a su naturaleza, y después tornó a venir
hermosa y derecha, que de un cabo dende en mucho tiempo, y
se parece el otro y tiene dos tercios de tanto, que ya estaban casados los que
legua, y de la una parte habían quedado con las mujeres
y de la otra muy buenas y grandes naturales de la tierra y tenían mucha
casas, así de aposentamientos como de generación y hechos pueblos
mezquitas, y el dicho Mutezuma venía donde vivían, y queriéndolos llevar
por medio de la calle con consigo, no quisieron ir ni me-
dos señores, el uno a la mano derecha y nos recibirle por señor, y así se volvió; y
el otro a la izquierda, de siempre hemos tenido
los cuales el uno era aquel señor grande que los que de él descendiesen habían
que dije que había salido a de venir a sojuzgar esta tierra y a
hablar en las andas y el otro era su nosotros como a sus vasallos; y según
hermano del dicho Mutezuma, de la parte que vos
señor de aquella ciudad de Ixtapalapa de decís que venís, que es a do sale el sol,
donde yo aquel día había y las cosas que decís de
partido, [...]. ese gran señor o rey que acá os envió,
creemos y tenemos por cierto,
Y allí me tomó de la mano y me llevó a él sea nuestro señor natural, en especial
una gran sala que estaba frontera del que nos decís que él ha
patio por donde entramos, y allí me hizo muchos días que tenía noticia de
sentar en un estrado muy rico que para nosotros; y por tanto, vos sed cierto que
él lo tenía mandado hacer, y me dijo que os obedeceremos y tendremos por señor
le esperase allí, y él se fue. en lugar de ese gran
señor que vos decís, y que en ello no
Y dende a poco rato, ya que toda la habrá que yo en mi señorío poseo,
gente de mi compañía estaba mandar a vuestra voluntad, porque será
aposentada, volvió con muchas y obedecido y hecho; y todo lo que
diversas joyas de oro y plata, y plumajes, nosotros tenemos es para lo que vos de
y con hasta cinco o seis mil piezas de ello quisiéredes
ropa de algodón, muy ricas y de diversas disponer. Y pues estáis en vuestra
maneras tejidas y labradas, y después de naturaleza y en vuestra casa,
me las holgad y descansad del trabajo del
haber dado, se sentó en otro estrado que camino y guerras que habéis te-
luego le hicieron allí junto con el otro nido, que muy bien sé todos los que se
donde yo estaba; y sentado, prepuso en vos han ofrecido de Puntunchán acá, y
esta manera: bien sé que los de Cempoal y de
"Muchos días ha que por nuestras Tascaltecal os han di-
escripturas tenemos de nuestros cho muchos males de mí. No creáis más
antepasados noticia que yo ni todos los de lo que por vuestros ojos
que en esta tierra habitamos veredes en especial de aquellos que son
no somos naturales de ella sino mis enemigos, y algunos de
ellos eran mis vasallos y hánseme anchas y muy derechas, y
rebelado con vuestra venida, y algunas de éstas y todas las demás son
por se favorecer con vos lo dicen; [...] la mitad de tierra y por la
otra mitad es agua, por la cual andan en
Porque para dar cuenta, muy poderoso sus canoas, y todas las calles de trecho
señor, a vuestra real excelencia, de la a trecho están abiertas por do atraviesa
grandeza, extrañas y maravillosas cosas el agua de
de esta gran ciudad de Temixtitan, del las unas a las otras, y en todas estas
señorío y servicio de este Mutezuma, aberturas, que algunas son
señor de muy anchas, hay sus puentes de muy
ella, y de los ritos y costumbres que esta anchas y muy grandes vigas, jun-
gente tiene, y de la orden tas y recias y bien labradas, y tales, que
que en la gobernación, así de esta por muchas de ellas pueden
ciudad como de las otras que eran pasar diez de a caballo juntos a la par.
de este señor, hay, sería menester (…)
mucho tiempo y ser muchos relato- Luego que entré en la dicha ciudad di
res y muy expertos; no podré yo decir de mucha prisa en hacer cuatro bergantines,
cien partes una, de las que y los hice en muy breve tiempo, tales que
de ellas se podrían decir, mas como podían echar trescientos hombres en la
pudiere diré algunas cosas de tierra y llevar los caballos cada vez que
las que vi, que aunque mal dichas, bien quisiésemos.
sé que serán de tanta admiración que no Tiene esta ciudad muchas plazas, donde
se podrán creer, porque los que acá con hay continuo mercado y trato de comprar
nuestros propios ojos las vemos, no las y vender. Tiene otra plaza tan grande
podemos con el entendimiento como dos veces
comprender. la ciudad de Salamanca, toda cercada de
Pero puede vuestra majestad ser cierto portales alrededor, donde hay
que si alguna falta en mi relación cotidianamente arriba de sesenta mil
hubiere, que será antes por corto que por ánimas comprando y vendiendo;
largo, así en esto donde hay todos los géneros de
como en todo lo demás de que diere mercadurías que en todas las tierras
cuenta a vuestra alteza, porque se hallan, así de mantenimientos como
me parecía justo a mi príncipe y señor, de vituallas, joyas de oro y
decir muy claramente la ver- plata, de plomo, de latón, de cobre, de
dad sin interponer cosas que la estaño, de piedras, de huesos, de
disminuyan y acrecienten. [...] conchas, de caracoles y de plumas.
Esta gran ciudad de Temixtitan está Véndese cal, piedra labra-
fundada en esta laguna salada, da y por labrar, adobes, ladrillos, madera
y desde la tierra firme hasta el cuerpo de labrada y por labrar de
la dicha ciudad, por cual- diversas maneras. Hay calle de caza
quiera parte que quisieren entrar a ella, donde venden todos los linajes
hay dos leguas. Tiene cuatro entradas, de aves que hay en la tierra, así como
todas de calzada hecha a mano, tan gallinas, perdices, codornices, lavancos,
ancha como dos lanzas jinetas. Es tan dorales, zarcetas tórtolas, palomas,
grande la ciudad como Sevilla y pajaritos en
Córdoba. Son las cañuela, papagayos, búharos, águilas,
calles de ella, digo las principales, muy halcones, gavilanes y cernícalos; y de
algunas de estas aves de rapiña, venden morir allí, sin ninguna esperanza, aislado,
los cueros con su
con el pensamiento fijo en la España
pluma y cabezas y pico y uñas. [...]
distante, particularmente en el convento
La gente de esta ciudad es de más
de Los Abrojos, donde Carlos Quinto
manera y primor en su vestir y
servicio que no la otra de estas otras condescendiera una vez a bajar de su
provincias y ciudades, por-
eminencia para decirle que confiaba en
que como allí estaba siempre este señor
Mutezuma, y todos los seño- el celo religioso de su labor redentora.
res sus vasallos ocurrían siempre a la
Al despertar se encontró rodeado por un
ciudad, había en ellas más
manera y policía en todas las cosas. Y grupo de indígenas de rostro impasible
por no ser más prolijo en
que se disponían a sacrificarlo ante un
la relación de las cosas de esta gran
ciudad, aunque no acabaría altar, un altar que a Bartolomé le pareció
tan aína, no quiero decir más sino que en
como el lecho en que descansaría, al fin,
su servicio y trato de
la gente de ella hay la manera casi de de sus temores, de su destino, de sí
vivir que en España, y con
mismo.
tanto concierto y orden como allá, y que
considerando esta gente Tres años en el país le habían conferido
ser bárbara y tan apartada del
un mediano dominio de las lenguas
conocimiento de Dios y de la
comunicación de otras naciones de nativas. Intentó algo. Dijo algunas
razón, es cosa admirable ver la que
palabras que fueron comprendidas.
tienen en todas las cosas. [...]
Entonces floreció en él una idea que tuvo
por digna de su talento y de su cultura
LECTURAS CONECTADAS
universal y de su arduo conocimiento de
Aristóteles. Recordó que para ese día se
El eclipse
esperaba un eclipse total de sol. Y
A. Monterroso
dispuso, en lo más íntimo, valerse de
aquel conocimiento para engañar a sus
Cuando fray Bartolomé Arrazola se sintió
opresores y salvar la vida.
perdido aceptó que ya nada podría
-Si me matáis -les dijo- puedo hacer que
salvarlo. La selva poderosa de
el sol se oscurezca en su altura.
Guatemala lo había apresado,
Los indígenas lo miraron fijamente y
implacable y definitiva. Ante su
Bartolomé sorprendió la incredulidad en
ignorancia topográfica se sentó con
sus ojos. Vio que se produjo un pequeño
tranquilidad a esperar la muerte. Quiso
consejo, y esperó confiado, no sin cierto
desdén. A mitad del largo zaguán del hotel pensó
Dos horas después el corazón de fray que debía ser tarde y se apuró a salir a la
Bartolomé Arrazola chorreaba su sangre calle y sacar la motocicleta del rincón
vehemente sobre la piedra de los donde el portero de al lado le permitía
sacrificios (brillante bajo la opaca luz de guardarla. En la joyería de la esquina vio
un sol eclipsado), mientras uno de los que eran las nueve menos diez; llegaría
indígenas recitaba sin ninguna inflexión con tiempo sobrado adonde iba. El sol se
de voz, sin prisa, una por una, las filtraba entre los altos edificios del centro,
infinitas fechas en que se producirían y él -porque para sí mismo, para ir
eclipses solares y lunares, que los pensando, no tenía nombre- montó en la
astrónomos de la comunidad maya máquina saboreando el paseo. La moto
habían previsto y anotado en sus códices ronroneaba entre sus piernas, y un viento
sin la valiosa ayuda de Aristóteles. fresco le chicoteaba los pantalones.
Dejó pasar los ministerios (el rosa, el
blanco) y la serie de comercios con
brillantes vitrinas de la calle Central.
Ahora entraba en la parte más agradable
del trayecto, el verdadero paseo: una
calle larga, bordeada de árboles, con
poco tráfico y amplias villas que dejaban
venir los jardines hasta las aceras,
apenas demarcadas por setos bajos.
Quizá algo distraído, pero corriendo por
CORTAZAR, Julio- La Noche boca
la derecha como correspondía, se dejó
arriba
llevar por la tersura, por la leve
crispación de ese día apenas empezado.
Y salían en ciertas épocas a cazar Tal vez su involuntario relajamiento le
enemigos; impidió prevenir el accidente. Cuando vio
le llamaban la guerra florida. que la mujer parada en la esquina se
lanzaba a la calzada a pesar de las luces
verdes, ya era tarde para las soluciones La ambulancia policial llegó a los cinco
fáciles. Frenó con el pié y con la mano, minutos, y lo subieron a una camilla
desviándose a la izquierda; oyó el grito blanda donde pudo tenderse a gusto.
de la mujer, y junto con el choque perdió Con toda lucidez, pero sabiendo que
la visión. Fue como dormirse de golpe. estaba bajo los efectos de un shock
terrible, dio sus señas al policía que lo
Volvió bruscamente del desmayo. Cuatro acompañaba. El brazo casi no le dolía;
o cinco hombres jóvenes lo estaban de una cortadura en la ceja goteaba
sacando de debajo de la moto. Sentía sangre por toda la cara. Una o dos veces
gusto a sal y sangre, le dolía una rodilla y se lamió los labios para beberla. Se
cuando lo alzaron gritó, porque no podía sentía bien, era un accidente, mala
soportar la presión en el brazo derecho. suerte; unas semanas quieto y nada
Voces que no parecían pertenecer a las más. El vigilante le dijo que la
caras suspendidas sobre él, lo alentaban motocicleta no parecía muy estropeada.
con bromas y seguridades. Su único "Natural", dijo él. "Como que me la ligué
alivio fue oír la confirmación de que encima..." Los dos rieron y el vigilante le
había estado en su derecho al cruzar la dio la mano al llegar al hospital y le
esquina. Preguntó por la mujer, tratando deseó buena suerte. Ya la náusea volvía
de dominar la náusea que le ganaba la poco a poco; mientras lo llevaban en una
garganta. Mientras lo llevaban boca camilla de ruedas hasta un pabellón del
arriba hasta una farmacia próxima, supo fondo, pasando bajo árboles llenos de
que la causante del accidente no tenía pájaros, cerro los ojos y deseó estar
más que rasguños en la piernas. "Usté la dormido o cloroformado. Pero lo tuvieron
agarró apenas, pero el golpe le hizo largo rato en una pieza con olor a
saltar la máquina de costado..."; hospital, llenando una ficha, quitándole la
Opiniones, recuerdos, despacio, éntrenlo ropa y vistiéndolo con una camisa
de espaldas, así va bien y alguien con grisácea y dura. Le movían
guardapolvo dándole de beber un trago cuidadosamente el brazo, sin que le
que lo alivió en la penumbra de una doliera. Las enfermeras bromeaban todo
pequeña farmacia de barrio. el tiempo, y si no hubiera sido por las
contracciones del estómago se habría
sentido muy bien, casi contento.
Lo que más lo torturaba era el olor, como
Lo llevaron a la sala de radio, y veinte si aun en la absoluta aceptación del
minutos después, con la placa todavía sueño algo se revelara contra eso que no
húmeda puesta sobre el pecho como una era habitual, que hasta entonces no
lápida negra, pasó a la sala de había participado del juego. "Huele a
operaciones. Alguien de blanco, alto y guerra", pensó, tocando instintivamente
delgado se le acercó y se puso a mirar la el puñal de piedra atravesado en su
radiografía. Manos de mujer le ceñidor de lana tejida. Un sonido
acomodaban la cabeza, sintió que lo inesperado lo hizo agacharse y quedar
pasaban de una camilla a otra. El inmóvil, temblando. Tener miedo no era
hombre de blanco se le acercó otra vez, extraño, en sus sueños abundaba el
sonriendo, con algo que le brillaba en la miedo. Esperó, tapado por las ramas de
mano derecha. Le palmeó la mejilla e un arbusto y la noche sin estrellas. Muy
hizo una seña a alguien parado atrás. lejos, probablemente del otro lado del
gran lago, debían estar ardiendo fuegos
Como sueño era curioso porque estaba de vivac; un resplandor rojizo teñía esa
lleno de olores y él nunca soñaba olores. parte del cielo. El sonido no se repitió.
Primero un olor a pantano, ya que a la Había sido como una rama quebrada. Tal
izquierda de la calzada empezaban las vez un animal que escapaba como él del
marismas, los tembladerales de donde olor a guerra. Se enderezó despacio,
no volvía nadie. Pero el olor cesó, y en venteando. No se oía nada, pero el
cambio vino una fragancia compuesta y miedo seguía allí como el olor, ese
oscura como la noche en que se movía incienso dulzón de la guerra florida.
huyendo de los aztecas. Y todo era tan Había que seguir, llegar al corazón de la
natural, tenía que huir de los aztecas que selva evitando las ciénagas. A tientas,
andaban a caza de hombre, y su única agachándose a cada instante para tocar
probabilidad era la de esconderse en lo el suelo más duro de la calzada, dio
más denso de la selva, cuidando de no algunos pasos. Hubiera querido echar a
apartarse de la estrecha calzada que correr, pero los tembladerales palpitaban
sólo ellos, los motecas, conocían. a su lado. En el sendero en tinieblas,
buscó el rumbo. Entonces sintió una ajustó al brazo sano para verificar alguna
bocanada del olor que más temía, y saltó cosa. Caía la noche, y la fiebre lo iba
desesperado hacia adelante. arrastrando blandamente a un estado
donde las cosas tenían un relieve como
-Se va a caer de la cama -dijo el enfermo de gemelos de teatro, eran reales y
de la cama de al lado-. No brinque tanto, dulces y a la vez ligeramente
amigazo. repugnantes, como estar viendo una
Abrió los ojos y era de tarde, con el sol película aburrida y pensar que sin
ya bajo en los ventanales de la larga embargo en la calle es peor, y quedarse.
sala. Mientras trataba de sonreír a su
vecino, se despegó casi físicamente de Vino una taza de maravilloso caldo de
la última a visión de la pesadilla. El oro oliendo a puerro, a apio, a perejil. Un
brazo, enyesado, colgaba de un aparato trocito de pan, más precioso que todo un
con pesas y poleas. Sintió sed, como si banquete, se fue desmigajando poco a
hubiera estado corriendo kilómetros, pero poco. El brazo no le dolía nada y
no querían darle mucha agua, apenas solamente en la ceja, donde lo habían
para mojarse los labios y hacer un suturado, chirriaba a veces una punzada
buche. La fiebre lo iba ganando despacio caliente y rápida. Cuando los ventanales
y hubiera podido dormirse otra vez, pero de enfrente viraron a manchas de un azul
saboreaba el placer de quedarse oscuro, pensó que no iba a ser difícil
despierto, entornados los ojos, dormirse. Un poco incómodo, de
escuchando el diálogo de los otros espaldas, pero al pasarse la lengua por
enfermos, respondiendo de cuando en los labios resecos y calientes sintió el
cuando a alguna pregunta. Vio llegar un sabor del caldo, y suspiró de felicidad,
carrito blanco que pusieron al lado de su abandonándose.
cama, una enfermera rubia le frotó con
alcohol la cara anterior del muslo, y le Primero fue una confusión, un atraer
clavó una gruesa aguja conectada con hacia sí todas las sensaciones por un
un tubo que subía hasta un frasco lleno instante embotadas o confundidas.
de líquido opalino. Un médico joven vino Comprendía que estaba corriendo en
con un aparato de metal y cuero que le plena oscuridad, aunque arriba el cielo
cruzado de copas de árboles era menos en la cantidad de prisioneros que ya
negro que el resto. "La calzada", pensó. habrían hecho. Pero la cantidad no
"Me salí de la calzada." Sus pies se contaba, sino el tiempo sagrado. La caza
hundían en un colchón de hojas y barro, continuaría hasta que los sacerdotes
y ya no podía dar un paso sin que las dieran la señal del regreso. Todo tenía su
ramas de los arbustos le azotaran el número y su fin, y él estaba dentro del
torso y las piernas. Jadeante, sabiéndose tiempo sagrado, del otro lado de los
acorralado a pesar de la oscuridad y el cazadores.
silencio, se agachó para escuchar. Tal
vez la calzada estaba cerca, con la Oyó los gritos y se enderezó de un salto,
primera luz del día iba a verla otra vez. puñal en mano. Como si el cielo se
Nada podía ayudarlo ahora a incendiara en el horizonte, vio antorchas
encontrarla. La mano que sin saberlo él, moviéndose entre las ramas, muy cerca.
aferraba el mango del puñal, subió como El olor a guerra era insoportable, y
un escorpión de los pantanos hasta su cuando el primer enemigo le saltó al
cuello, donde colgaba el amuleto cuello casi sintió placer en hundirle la
protector. Moviendo apenas los labios hoja de piedra en pleno pecho. Ya lo
musitó la plegaria del maíz que trae las rodeaban las luces y los gritos alegres.
lunas felices, y la súplica a la Muy Alta, a Alcanzó a cortar el aire una o dos veces,
la dispensadora de los bienes motecas. y entonces una soga lo atrapó desde
Pero sentía al mismo tiempo que los atrás.
tobillos se le estaban hundiendo -Es la fiebre -dijo el de la cama de al
despacio en el barro, y al la espera en la lado-. A mí me pasaba igual cuando me
oscuridad del chaparral desconocido se operé del duodeno. Tome agua y va a
le hacía insoportable. La guerra florida ver que duerme bien.
había empezado con la luna y llevaba ya
tres días y tres noches. Si conseguía Al lado de la noche de donde volvía la
refugiarse en lo profundo de la selva, penumbra tibia de la sala le pareció
abandonando la calzada mas allá de la deliciosa. Una lámpara violeta velaba en
región de las ciénagas, quizá los lo alto de la pared del fondo como un ojo
guerreros no le siguieran el rastro. Pensó protector. Se oía toser, respirar fuerte, a
veces un diálogo en voz baja. Todo era sentido casi un alivio mientras los
grato y seguro, sin acoso, sin... Pero no hombres lo alzaban del suelo. Con el
quería seguir pensando en la pesadilla. dolor del brazo roto, la sangre de la ceja
Había tantas cosas en qué entretenerse. partida, la contusión en la rodilla; con
Se puso a mirar el yeso del brazo, las todo eso, un alivio al volver al día y
poleas que tan cómodamente se lo sentirse sostenido y auxiliado. Y era raro.
sostenían en el aire. Le habían puesto Le preguntaría alguna vez al médico de
una botella de agua mineral en la mesa la oficina. Ahora volvía a ganarlo el
de noche. Bebió del gollete, sueño, a tirarlo despacio hacia abajo. La
golosamente. Distinguía ahora las formas almohada era tan blanda, y en su
de la sala, las treinta camas, los armarios garganta afiebrada la frescura del agua
con vitrinas. Ya no debía tener tanta mineral. Quizá pudiera descansar de
fiebre, sentía fresca la cara. La ceja le veras, sin las malditas pesadillas. La luz
dolía apenas, como un recuerdo. Se vio violeta de la lámpara en lo alto se iba
otra vez saliendo del hotel, sacando la apagando poco a poco.
moto. Quién hubiera pensado que la
cosa iba a acabar así? Trataba de fijar el Como dormía de espaldas, no lo
momento del accidente, y le dio rabia sorprendió la posición en que volvía a
advertir que había ahí como un hueco, reconocerse, pero en cambio el olor a
un vacío que no alcanzaba a rellenar. humedad, a piedra rezumante de
Entre el choque y el momento en que lo filtraciones, le cerró la garganta y lo
habían levantado del suelo, un desmayo obligó a comprender. Inútil abrir los ojos
o lo que fuera no le dejaba ver nada. Y al y mirar en todas direcciones; lo envolvía
mismo tiempo tenía la sensación de que una oscuridad absoluta. Quiso
ese hueco, esa nada, había durado una enderezarse y sintió las sogas en las
eternidad. No, ni siquiera tiempo, más muñecas y los tobillos. Estaba
bien como si en ese hueco él hubiera estaqueado en el piso, en un suelo de
pasado a través de algo o recorrido lajas helado y húmedo. El frío le ganaba
distancias inmensas. El choque, el golpe la espalda desnuda, las piernas. Con el
brutal contra el pavimento. De todas mentón buscó torpemente el contacto
maneras al salir del pozo negro había con su amuleto, y supo que se lo habían
arrancado. Ahora estaba perdido, acólitos de los sacerdotes se le
ninguna plegaria podía salvarlo del final. acercaron mirándolo con desprecio. Las
Lejanamente, como filtrándose entre las luces se reflejaban en los torsos
piedras del calabozo, oyó los atabales de sudados, en el pelo negro lleno de
la fiesta. Lo habían traído al teocalli, plumas. Cedieron las sogas, y en su
estaba en las mazmorras del templo a la lugar lo aferraron manos calientes, duras
espera de su turno. como el bronce; se sintió alzado, siempre
boca arriba, tironeado por los cuatro
Oyó gritar, un grito ronco que rebotaba acólitos que lo llevaban por el pasadizo.
en las paredes. Otro grito, acabando en Los portadores de antorchas iban
un quejido. Era él que gritaba en las adelante, alumbrando vagamente el
tinieblas, gritaba porque estaba vivo, corredor de paredes mojadas y techo tan
todo su cuerpo se defendía con el grito bajo que los acólitos debían agachar la
de lo que iba a venir, del final inevitable. cabeza. Ahora lo llevaban, lo llevaban,
Pensó en sus compañeros que llenarían era el final. Boca arriba, a un metro del
otras mazmorras, y en los que ascendían techo de roca viva que por momentos se
ya los peldaños del sacrificio. Gritó de iluminaba con un reflejo de antorcha.
nuevo sofocadamente, casi no podía Cuando en vez del techo nacieran las
abrir la boca, tenía las mandíbulas estrellas y se alzara ante él la escalinata
agarrotadas y a la vez como si fueran de incendiada de gritos y danzas, sería el
goma y se abrieran lentamente, con un fin. El pasadizo no acababa nunca, pero
esfuerzo interminable. El chirriar de los ya iba a acabar, de repente olería el aire
cerrojos lo sacudió como un látigo. libre lleno de estrellas, pero todavía no,
Convulso, retorciéndose, luchó por andaban llevándolo sin fin en la
zafarse de las cuerdas que se le hundían penumbra roja, tironeándolo brutalmente,
en la carne. Su brazo derecho, el mas y él no quería, pero como impedirlo si le
fuerte, tiraba hasta que el dolor se hizo habían arrancado el amuleto que era su
intolerable y hubo que ceder. Vio abrirse verdadero corazón, el centro de su vida.
la doble puerta, y el olor de las antorchas
le llegó antes que la luz. Apenas ceñidos Salió de un brinco a la noche del
con el taparrabos de la ceremonia, los hospital, al alto cielo raso dulce, a la
sombra blanda que lo rodeaba. Pensó otro lado, descubrir de nuevo el cielo
que debía haber gritado, pero sus raso protector de la sala. Y cada vez que
vecinos dormían callados. En la mesa de se abrían era la noche y la luna mientras
noche, la botella de agua tenía algo de lo subían por la escalinata, ahora con la
burbuja, de imagen traslúcida contra la cabeza colgando hacia abajo, y en lo alto
sombra azulada de los ventanales. Jadeó estaban las hogueras, las rojas columnas
buscando el alivio de los pulmones, el de rojo perfumado, y de golpe vio la
olvido de esas imágenes que seguían piedra roja, brillante de sangre que
pegados a sus párpados. Cada vez que chorreaba, y el vaivén de los pies del
cerraba los ojos las veía formarse sacrificado, que arrastraban para tirarlo
instantáneamente, y se enderezaba rodando por las escalinatas del norte.
aterrado pero gozando a la vez del saber Con una última esperanza apretó los
que ahora estaba despierto, que la vigilia párpados, gimiendo por despertar.
lo protegía, que pronto iba a amanecer, Durante un segundo creyó que lo
con el buen sueño profundo que se tiene lograría, porque estaba otra vez inmóvil
a esa hora, sin imágenes, sin nada... Le en al cama, a salvo del balanceo cabeza
costaba mantener los ojos abiertos, la abajo. Pero olía a muerte y cuando abrió
modorra era más fuerte que él. Hizo un los ojos vio la figura ensangrentada del
último esfuerzo, con la mano sana sacrificador que venía hacia él con el
esbozó un gesto hacia la botella de agua; cuchillo de piedra en la mano. Alcanzó a
no llegó a tomarla, sus dedos se cerraron cerrar otra vez los párpados, aunque
en un vacío otra vez negro, y el pasadizo ahora sabía que no iba a despertarse,
seguía interminable, roca tras roca, con que estaba despierto, que el sueño
súbitas fulguraciones rojizas, y él boca maravilloso había sido el otro, absurdo
arriba gimió apagadamente porque el como todos los sueños; un sueño en el
techo iba a acabarse, subía, abriéndose que había andado por extrañas avenidas
como una boca de sombra, y los acólitos de una ciudad asombrosa, con luces
se enderezaban y de la altura una luna verdes y rojas que ardían sin llama ni
menguante le cayó en la cara donde los humo, con un enorme insecto de metal
ojos no querían verla, desesperadamente que zumbaba bajo sus piernas. En la
se cerraban y abrían buscando pasar al mentira infinita de ese sueño también lo
habían alzado del suelo, también alguien Y comenzó la traidora
Tan a ciegas y siniestro,
se le había acercado con un cuchillo en
Que luego mata al maestro
la mano, a él tendido boca arriba, a él Que tenía,
Juan de Osorio se decía
boca arriba con los ojos cerrados entre
El valiente capitán.
las hogueras. Juan de Ayolas y Lujan
Y Medrano,
Salazar por cuya mano
Tanto mal nos sucedió:
Dios haya quien los mandó,
ANTOLOGIA INTEGRADORA
Tan sin tiento
Tan sin ley y fundamento,
Con tan sobrado rencor
El motivo del hambre en la primera
Y cobardía.
fundación de Buenos Aires
En punto, desde aquel día,
Todo fue de mal en mal:
Romance de Luis de Miranda.
La gente y el general
Y capitanes.
Año de mil y quinientos
Trabajos, hambres y afanes
Que de veinte se decía
Nunca nos faltó en la tierra
Cuando fue la gran porfía
Y así nos hizo la guerra
En Castilla,
La cruel.
Sin quedar ciudad ni villa
Frontero de San Gabriel,
Que a todas inficionó
A do se hizo el asiento,
Por los malos-digo yo-
Allí fue el enterramiento
Comuneros,
De la armada.
Que los buenos caballeros ,
Cosa jamás no pensada
Quedaron tan señalados,
Que cuando no nos catamos
Afinados y acendrados como el oro.
De dos mil,aún no
Semejante al mal que lloro,
Quedamos
Cual fue la Comunidad,
En doceintos.
Tuvimos otra, en verdad,
Muchos buenos acabaron,
Subsecuente,
Y otros, los indios mataron,
En las partes del poniente,
En un punto.
En el Río de la Plata:
Y los que más que esto junto
Conquista la más ingrata
Nos causó ruina tamaña
A su señor,
Fue el hambre más extraña
Desleal y sin temor,
Que se vio.
Enemiga de marido,
La ración que allí se dio
Que manceba siempre ha
De harina y de bizcocho
Sido,
Fueron seis onzas u ocho
Que no alabo.
Mal pesadas.
Cual los principios, el cabo,
Las viandas más usadas
Aquesto ha tenido cierto:
Eran cardos que buscaban
Que seis maridos ha muerto
Y aún estos no los hallaban
La Señora.
Todas veces.
El estiércol y las heces, Ha causado aqueste mal.
Que algunos no digerían, No ha sabido
Muchos tristes lo comían gobernarse y ha venido
Que era espanto. aquesta necesidad.”
Allegó la cosa a tanto También por su enfermedad,
Que, como en Jerusalem, Que si tuviera
La carne de hombre también Más fuerzas y más pudiera,
La comieron. No viniéramos a punto
Las cosas que allí se vieron De vernos así tan juntos
No se han visto en escritura: De la muerte.
Comer la propia asadura Múdenos tan triste suerte,
de su hermano. Dando Dios un buen marido,
¡Oh ,juicio soberano, Sabio, fuerte y atrevido
que notó nuestra avaricia A la viuda.
y vio la recta justicia Barco de Cen
que allí obraste! tenera, Martín. La Argentina y
A todos nos derribaste conquista del Río de la Plata
La soberbia por tal modo (Selección)
Que era nuestra cara y lodo
Todo uno.
Pocos fueron, o ninguno, Canto IV: En que se trata de la más
Que no se viese citado, cruda hambre que se ha visto entre los
Sentenciado y emplazado cristianos, la cual padecieron los de don
De la muerte. Pedro de Mendoza en Buenos Aires, y
Más tullido, el que más como se pobló la Argentina.
Fuerte;
El más sabio, más perdido; Estando pues aquí, ha comenzado
El más valiente caído El demonio con sus cosas tan usadas;
Y hambriento. Salazar que con otros se ha juntado
Almas puestas en tormento A Juan de Osorio dan de puñaladas.
Era vernos, cierto, a todos, Envidia y cobardía lo han causado,
De mil maneras y modos Por ser las obras de él tan señaladas:
Y apenando. A Don Pedro hicieron que creyese
Unos continuo llorando, Que le iba en esta muerte el interese.
Por las calles derribados;
Otros, lamentando echados, Al principio el error aunque pequeño,
Tras los fuegos, Grandísimo se hace al fin y al cabo.
Del humo y cenizas ciegos Era este caballero halagüeño
Y flacos, descoloridos, Con todos; y en aquesto más le alabo
Otros, de desfallecidos, Que en verle sacudido y zahareño
tartamudos; Con los nobles, de lo cual lo desalabo:
otros, del toso ya mudos, Que al más pobre soldado en más tenía,
que huelgo echar no podían, Que diez de presunción de hidalguía.
así los tristes morían
rabiando. Fue causa, según dicen, esta muerte
Los que quedaban gritando Tan fuera de razón, contra justicia,
Decían: “Nuestro general Del funesto suceso, horrible, y fuerte
Del infeliz don Pedro y su milicia. Si la muerte del muerto se encubriera.
Que echada esta envidiosa y cruda
suerte Comienzan a morir todos rabiando,
Con tanta cobardía y gran malicia, Los rostros y los ojos consumidos:
Comenzó a castigar Dios la armada, A los niños que mueren sollozando
Con grave flagelo y cruda espada. Las madres le responden con gemidos.
El pueblo sin ventura lamentando,
................................. A Dios envía suspiros doloridos:
Gritan viejos y mozos, damas bellas,
Perturban con clamores las estrellas.
A Juan de Ayolas hubo despachado
Don Pedro río arriba, porque asombre .....................................
Al indio. Va con él un buen soldado,
Llamado Salazar, valiente y hombre. Fue cierto celebrada allí su saña,
Don Pedro en este tiempo hubo De aquesta matadora sin medida,
enfermado Con tanta crueldad y tan extraña,
Del morbo, que de Galia tiene nombre: Que no podrá de alguno ser creída,
Con miedo de morirse en aquel río, No hizo ella jamás tal otra hazaña
A Castilla se vuelve en un navío. En Roma ni en Judea referida,
Como ésta: de dos mil que se contaron,
................................. Con la vida doscientos no escaparon.

Quedó por capitán y por teniente,


Y en muerte sucesor de aquella tierra,
Oyolas, que fue arriba con la gente: CARTA DE ISABEL DE GUEVARA
Acá Francisco Ruiz hace la guerra
En Buenos Aires, y anda diligente, MUY ALTA Y MUY PODEROSA
Mas poco le aprovecha, que la perra SEÑORA:
Pestífera cruel hambre canina,
A todos abandona y los arruina. A esta provincia del Río de la Plata, con
el primer gobernador della, don Pedro de
La gente ya comienza a enflaquecerse, Mendoza, habemos venido ciertas
Las raciones se acortan cada día, mujeres, entre las cuales ha querido mi
No puede el padre al hijo socorrerse, ventura que fuese yo la una; y como la
Que cada cual su muerte más temía; armada llegase al puerto de Buenos
Y aunque es muy natural el condolerse, Ayres con mil e quinientos hombres, y les
Y cada cual del otro se dolía, faltase el bastimento, fue tamaña la
Empero más su vida procuraba, hambre, que, a cabo de tres meses,
Y caridad de sí la comenzaba. murieran los mil; esta hambre fue
tamaña, que ni la de Jerusalén se le
Un hecho horrendo, digo lastimoso, puede igualar, ni con otra nenguna se
Aquí sucede: estaban dos hermanos; puede comparar. Vinieron los hombres
Del hambre el uno muere, y el rabioso en tanta flaqueza, que todos los trabajos
Que vivo está, le saca los livianos cargaban de las pobres mujeres, ansí en
Y bofes y asadura, y muy gozoso lavarles las ropas, como en curarles,
Los cuece en una olla por sus manos, hacerles de comer lo poco que tenían,
Y cómelos; y cuerpo se comiera,
alimpiarlos, hacer centinela, rondar los
fuegos, armar las ballestas, cuando
algunas veces los indios les venían a dar Isabel de Guevara vino en la Armada del
guerra, hasta cometer a poner fuego en adelantado pedro de Mendoza. En la
los versos, y a levantar los soldados, los Asunción se casó con el capitán Pedro
que estaban para ello, dar arma por el Esquivel, quien arribó con Alvar Núñez
campo a voces, sargenteando y Cabeza de Vaca. Doña Isabel sabía leer
poniendo en orden los soldados; porque, y escribir lo cual indica una instrucción
en este tiempo, como las mujeres nos por arriba de lo común. Su carta fue
sustentamos con poca comida, no escrita en Asunción el 2 de julio de 1556
habíamos caído en tanta flaqueza como y relata a la princesa gobernadora ( se
los hombres. Bien creerá Vuestra Alteza refiere a la desdichada reina Juana la
que fue tanta la solicitud que tuvieron, loca) las penurias pasadas en Buenos
que, si no fuera por ellas, todos fueran Aires y los solícitos trabajos de las
acabados y si no fuera por la honra de mujeres.
los hombres, muchas más cosas
escribiera con verdad y los diera a ellos Se ha dicho que los conquistadores
por testigos. Esta relación bien creo que fantasearon acerca de lo que vieron u
la escribirán a Vuestra Alteza más oyeron en el Río de la Plata. Esta es una
largamente, y por eso cesaré. afirmación errónea. Si bien Schmidl y
Pasada esta tan peligrosa turbunada, Centenera fantasean acerca de animales
determinaron subir el río arriba, así, o árboles extraños, no lo hacen
flacos como estaban y en entrada de in- deliberadamente, sino porque su
vierno, en dos bergantines, los pocos pensamiento peninsular se hallaba
que quedaron vivos, y las fatigadas contaminado con las leyendas que
mujeres los curaban y los miraban y les llegaban a España. Así animales
guisaban la comida, trayendo la leña a desconocidos para ellos tomaban el
cuestas de fuera del navío, y nombre de las fábulas: los cocodrilos
animándolos con palabras varoniles, que eran dragones, los lobos marinos,
no se dejasen morir, que presto darían sirenas.
en tierra de comida, metiéndolos a Hay una tendencia muy fuerte que es de
cuestas en los bergantines, con tanto laya realista, que escribe no ya lo que
amor como si fueran sus propios hijos. Y oye o imagina sino aquello que ve. En
como llegamos a una generación de in- esta línea se encuentran las cartas de
dios que se llaman timbúes, señores de Luis Ramírez y de Isabel de Guevara, así
mucho pescado, de nuevo los servíamos como el poema de don Luis de Miranda.
en buscarles diversos modos de guisa-
dos, porque no les diese en rostro el
pescado, a cabsa que lo comían sin pan Notas al texto
y estaban muy flacos...

Servidora de Vuestra Alteza que sus


reales manos besa. “Esta hambre fue tamaña que ni la
de Jerusalem...”: Tópico de uso
Doña Isabel de Guevara. común. Una situación
ejemplificadora de la cultura
universal sirve para reflejar el
estado de las cosas en otro sitio. cazar ciervos u otras piezas del campo,
Se compara un hecho de tiempos entonces se beben la sangre. También
remotos con una situación hallan a veces una raíz que llaman
contemporánea. cardes (cardos) la que comen por la sed.
“poner fuego en los versos”: Se entiende que lo de beberse la sangre
lectura filológica: cañones. sólo se acostumbra cuando les falta el
“ sino fuera por ellas todos fueran agua o lo que la suple; porque de otra
acabados (hombres)”: Calla por manera tal vez tendrían que morir de sed
discreción y por no hacer quedar . Estos carendies traían a nuestro real
mal a los hombres. y compartían con nosotros sus miserias
“(pescado) buscarles diversos de pescado y de carne por 14 días sin
modos de guisados”: Rasgo típico faltar más que uno en que no vinieron.
de la delicadeza femenina. Entonces nuestro general thonn Pietro
Buscaban guisar la comida de Manthossa despachó un alcalde amado
distintas maneras para no aburrir Johann Pabón, y él y 2 de a caballo se
el gusto. arrimaron a los tales carendies, que se
“hacerle saber la ingratitud que hallaban a 4 millas (leguas) de nuestro
conmigo se ha usado”: Denuncia y real. Y cuando llegaron adonde estaban
reclamo de sus derechos. los indios, acontecioles que salieron los 3
bien escarmentados, teniéndose que
volver en seguida a nuestro
real. Pietro Manthossa, nuestro
Derrotero y viaje de España a las capitán, luego que supo del hecho por
Indias por Ulrico Schmídl boca del alcalde (quien con este objeto
había armado cierto alboroto en nuestro
Capítulo VIILa ciudad de Buenos Aires real), envió a Diego Manthossa, su
y los indios querandí propio hermano, con 300 lanskenetes y
30 de a caballo bien pertrechados: yo iba
Allí levantamos una ciudad que se con ellos, y las órdenes eran bien
llamó Bonas Ayers (Buenos Aires), esto apretadas de tomar presos o matar a
es en alemán - gueter windt (buen viento) todos estos indios carendies y de
También traíamos de España, en los 14 apoderarnos de su pueblo. Mas cuando
navíos, 72 caballos y yeguas. En esta nos acercamos a ellos había ya unos
tierra dimos con un pueblo en que estaba 4.000 hombres, porque habían reunido a
una nación de indios llamados carendies, sus amigos.
como de 2.000 hombres con las mujeres
e hijos, y su vestir era como el de los Capítulo VIII
zechurg (charrúa), del ombligo a las
rodillas; nos trajeron de comer, carne y La batalla con los indios querandí
pescado. Estos carendies (querandí) no
tienen habitaciones propias, sino que dan Y cuando les llevamos el asalto se
vueltas a la tierra, como los gitanos en defendieron con tanto brío que nos
nuestro país; y cuando viajan en el dieron harto que hacer en aquel día.
verano suelen andarse más de 30 millas Mataron también a nuestro capitán thon
(leguas) por tierra enjuta sin hallar una Diego Manthossa y con él a 6 hidalgos
gota de agua que poder beber. Si logran de a pie y de a caballo. De los nuestros
cayeron unos 20 y de los de ellos como
mil. Así, pues, se batieron tan Capítulo IX
furiosamente que salimos nosotros bien
escarmentados. Se fortifica Buenos Aires y se padece
hambre
Estos carendies usan para la pelea
arcos, y unos dardes (dardos), especie Y cuando volvimos al real se repartió
de media lanza con punta de pedernal en la gente en soldados y trabajadores, así
forma de trisulco. También emplean unas que no quedase uno sin qué hacer. Y se
bolas de piedra aseguradas a un cordel levantó allí una ciudad, con un muro de
largo; son del tamaño de las balas de tierra como de media lanza de alto a la
plomo que usamos en Alemania. Con vuelta, y adentro de ella una casa fuerte
estas bolas enredan las patas del caballo para nuestro general; el muro de la
o del venado cuando lo corren y lo hacen ciudad tenía de ancho unos 3 pies; mas
caer. Fue también con estas bolas que lo que un día se levantaba se nos venía
mataron a nuestro capitán y a los abajo al otro; a esto la gente no tenía qué
hidalgos, como que lo vi yo con los ojos comer, se moría de hambre, y la miseria
de esta cara, y a los de a pie los era grande; por fin llegó a tal grado que
voltearon con los dichos dardes. ya ni los caballos servían, ni alcanzaban
a prestar servicio alguno. Así aconteció
Así, pues, Dios, que todo lo puede, que llegaron a tal punto la necesidad y la
tuvo a bien darnos el triunfo, y nos miseria que por razón de la hambruna ya
permitió tomarles el pueblo, mas no no quedaban ni ratas, ni ratones, ni
alcanzamos a apresar uno sólo de culebras, ni sabandija alguna que nos
aquellos indios, porque sus mujeres e remediase en nuestra gran necesidad e
hijos ya con tiempo habían huido de su inaudita miseria; llegamos hasta
pueblo antes de atacarlos nosotros. En comernos los zapatos y cueros todos.
este pueblo de ellos no hallamos más
que mantos de nuederen (nutrias) o Y aconteció que tres españoles se
iteren como se llaman, iten harto robaron un rocín y se lo comieron sin ser
pescado, harina y grasa del mismo allí sentidos; mas cuando se llegó a saber
nos detuvimos 3 días y recién nos los mandaron prender e hicieron declarar
volvimos al real, dejando unos 100 de los con tormento; y luego que confesaron el
nuestros en el pueblo para que pescasen delito los condenaron a muerte en horca,
con las redes de los indios y con ello y los ajusticiaron a los tres. Esa misma
abasteciesen a nuestra gente; porque noche otros españoles se arrimaron a los
eran aquellas aguas muy abundantes de tres colgados en las horcas y les cortaron
pescado; la ración de cada uno era de 6 los muslos y otros pedazos de carne y
onzas de harina de trigo por día y al cargaron con ellos a sus casas para
tercero un pescado. La tal pesquería satisfacer el hambre. También un
duró dos meses largos; el que quería español se comió al hermano que había
aumentar un pescado a la ración se tenía muerto en la ciudad de Bonas Ayers
que andar 4 millas (leguas) para
conseguirlo.
Capítulo X

Expedición de Jorge Luján


Ahora, pues, nuestro capitán general Ayers hasta que pudieron aprestar los
thon Pietro Manthossa vio que no podía navíos. Por este tiempo los indios con
mantener la gente por más tiempo allí, fuerza y gran poder nos atacaron a
así ordenó y mandóél a una con sus nosotros y a nuestra ciudad de Bonas
capitanes, que se aprontasen cuatro Ayers en número hasta de 23.000
pequeñas embarcaciones que habían de hombres; constaban de cuatro naciones
navegar a remo, y se llaman llamadas, carendies, barenis (guaranís),
parckhadiness (bergantines), en que zechuruas, (charrúas) y zechenais
entraban hasta 40 hombres; como diembus (chanás timbús) La mente de
también otras tres menores a que llaman todos ellos era acabar con nosotros; pero
podel (batel) o, potht (bote), y cuando los Dios, el Todopoderoso, nos favoreció a
7 navíos estuvieron listos y provistos hizo los más; a él tributemos alabanzas y loas
que el capitán nuestro reuniese toda la por siempre y por sécula sin fin; porque
gente y envió a Jerg Lichtensteincon 350 de los nuestros sólo cayeron unos 30 con
hombres armados río Parnau arriba, a los capitanes y un alférez.
que descubriesen indios, que nos
proporcionasen comida y víveres. Pero ni Y eso que llegaron a nuestra ciudad
bien nos sintieron los indios nos jugaron Bonas Ayers y nos atacaron, los unos
una de las peores, porque empezando trataron de tomarla por asalto, y los otros
por quemar y destruir su pueblo, y cuanto empezaron a tirar con flechas
tenían de comer, en seguida huyeron encendidas sobre nuestras casas, cuyos
todos de allí; y así tuvimos que pasar techos eran de paja (menos la de nuestro
adelante sin más de comer que tres capitán general que tenía techo de teja) y
onzas de pan al día en pischgosche así nos quemaron la ciudad hasta el
(bizcocho). suelo. Las flechas de ellos son de caña y
con fuego en la punta; tienen también
La mitad de la gente se nos murió en cierto palo del que las suelen hacer, y
este viaje de esta hambre sin nombre, y éstas una vez prendidas y arrojadas no
la otra mitad hubo que hacerla volver al dejan nada; con las tales nos
susodicho pueblo, do se hallaba nuestro incendiaron, porque las casas eran de
Capitán General. Thonn Pietro paja.
Manthossa quiso tomar razón a Jergen
Lichtensteinen, nuestro capitán en este A parte de esto nos quemaron
viaje, porque tan pocos habíamos vuelto también cuatro grandes navíos que
siendo que la ausencia sólo había estaban surtos a media milla (legua) de
durado 2 meses, a lo que le contestó nosotros en el agua. La tripulación que
éste que de hambre habían muerto, en ellos estaba, y que no tenía cañones
porque los indios habían quemado la cuando sintieron el tumulto de indios,
comida que tenían y habían huido, huyeron de estos 4 navíos a otros 3, que
como ya se dijo antes en pocas no muy distante de allí estaban y
palabras. artillados. Y al ver que ardían los 4
navíos que incendiaron los indios, se
Capítulo XI. El sitio de Buenos Aires prepararon a tirar y les metieron bala a
éstos; y luego que los indios se
Después de esto seguimos un mes apercibieron, y oyeron las descargas, se
todos juntos pasando grandes pusieron en precipitada fuga y dejaron a
necesidades en la ciudad de Bonas los cristianos muy alegres. Todo esto
aconteció el día de San Juan, año de puerto, y engolfándose en el mar, se
1535. vinieron a hallar en 28 grados sobre la
laguna de los Patos, donde se toparon
con unos bajíos que llaman los arrecifes
de Don Pedro; y corriendo la costa,
Ruy Díaz de Guzmán. La Argentina reconocieron el cabo de Santa María, y
manuscrita. fueron a tomar la boca del Río de la
Plata, por donde entrados, subieron por
(...)Venía el Maestre de Campo (y) de él hasta dar en la playa de la Isla de San
improviso le dieron de puñaladas, de que Gabriel, donde hallaron a Don Diego de
cayó muerto sin poderse confesar: luego Mendoza, que estaba haciendo tablazón
pusieron el cuerpo sobre un repostero a para bateles y barcos, en que pasar el río
vista de todo el campo con un rótulo que a la parte del oeste, que es Buenos
decía “por traidor y alevoso” y a esta Aires. Los soldados se alegraron unos
sazón el Adelantado dijo, “este hombre con otros y supo Don Diego la muerte del
tiene su merecido; su soberbia y Maestre de Campo, la cual sintió mucho,
arrogancia le han traído a este estado”. y dijo públicamente: “ plegue a Dios que
Todos los presentes sintieron en el alma la falta de este hombre, y su muerte no
la muerte de tan principal y honrado sean causa de la perdición de todos.” Y
caballero, quedando tristes y dando orden de pasar a aquella parte,
desconsolados, particularmente sus fueron algunos a ver la disposición de la
deudos y amigos. Súpose que algunos tierra, y el primero que saltó a ella, fue
envidiosos le malquistaron con Don Sancho del Campo, cuñado de Don
Pedro, diciendo que el maestre de Pedro, el cual vista la pureza de aquel
campo, diciendo que el Maestre de temple, su calidad y frescura dijo que
campo le amenazaba que, en llegando al buenos aires son los de este suelo. De
Río de la Plata, había de hacer que las donde se le quedó el nombre.(...)
cosas corriesen por diferente orden, Determinó luego Don Pedro hacer
atribuyendo sus razones á mal fin; de allí asiento, y al efecto mandó a pasar a
cuya muerte sobrevinieron, por castigo aquella parte a toda la gente, que se
de Dios, grandes guerras, muchas hallaba en la Banda Oriental, así por
desgracias y muertes, como adelante se parecerle estaría más segura de que no
dirá. le volviese al Brasil.
Dejando los navíos de más porte
CAPITULO XI en aquel puerto con la guarda necesaria,
De cómo la armada entró en el Río de la se fue con los restantes al de Buenos
Plata y de la muerte de Don Diego de Aires, metiendo los más pequeños en el
Mendoza. riachuelo, del cual media legua arriba
fundó una población, que puso por
Quedó toda la gente tan nombre la ciudad de Santa María, el año
disgustada con la muerte del maestre de de mil quinientos treinta y seis, donde
Campo Juan de Osorio que muchos hizo un fuerte de tapias de poco más de
estaban determinados a quedarse en un solar, en cuadro, donde pudiese
aquella costa, como lo hicieron; y recoger la gente, y poderse defender de
habiéndolo entendido el gobernador, los indios de guerra, los cuales, luego
mandó luego a salir la armada de aquél que sintieron a los españoles, vinieron a
darles algunos arrebatos, por impedirles
su población, y no pudiendo estorbarles a tomar el pero acuerdo, que fue pasar el
se retiraron sobre el Riachuelo, se donde desaguadero, donde se hallaban los
salieron un día y mataron como diez enemigos, los cuales en este tiempo se
españoles, que estaban haciendo carbón estuvieron quedos, hasta que vieron que
y leña, y escapando algunos de ellos, había pasado la mitad de nuestra gente
vinieron a la ciudad, donde avisaron lo de a pie, y entonces se vinieron
que había sucedido... repentinamente cerrados en media luna,
Don Diego sacó en campo y dando sobre los nuestros, hirieron con
trescientos soldados infantes, y doce de tanta prisa, que no les dieron lugar a
a caballo con tres capitanes(...) Así todos disparar las ballestas y arcabuces.(...)
juntos fueron caminando como tres Don Diego con los de a caballo acometió
leguas hasta una laguna, donde hallaron en lo raso al enemigo; mas hallóle tan
algunos indios pescando; y dando sobre fuerte que no le pudo romper, porque
ellos, mataron y prendieron más de también los caballos venían flacos del
treinta, y entre ellos un hijo del cacique mar, y temían arrojarse a la pelea.(...)
de toda aquella gente, y venida la noche Don Juan Manrique se metió en lo más
se alojaron en la vega del río, de donde espeso de su escuadrón, y peleando
despachó don Diego algunos presos, valerosamente, cayó del caballo,
para que diesen aviso al cacique a que acudiendo Don Diego a socorrerle, no lo
viniese a verse con él bajo de seguro, pudo hacer tan presto que primero no
porque no pretendía con ellos otra cosa, llegase a él un feroz bárbaro, que le cortó
que tener amistad, que esta era la la cabeza, a quien luego Don Diego le
voluntad del Adelantado su hermano. Al atravesó la lanza por el cuerpo, y a él le
otro día acordó de pasar adelante hasta dieron un golpe muy fuerte en el pecho
topar los indios, y tomar más lengua de con una bola, de que luego cayó sin
ellos; y llegados a un desaguadero de la sentido. Pedro Ramiro de Guzmán (fue
laguna, descubrieron de la otra parte en ayuda de Don Pedro) le pidió la mano
más de tres mil indios de guerra, que para subirle a las ancas de su caballo, el
teniendo aviso de sus espías, de cómo cual, aunque se esforzó lo que pudo, no
los españoles pasaban en su demanda, tuvo las fuerzas por estar tan
estaban todos muy alerta, y en orden de desangrado, y cerrando los enemigos
guerra con mucha flechería, dardos, con Pedro Ramiro, le acosaron de tal
macanas y bolas arrojadizas, tocando suerte a chuzazos, que en el propio lugar
sus bocinas y cornetas, puestos en buen que a don Diego acabaron a ambos...
orden, y esperando a Don Diego, el cual,
como los vio, dijo: “Señores, pasemos a
la otra banda, y rompamos con estos CAPITULO XII
bárbaros. Vaya la infantería delante De la hambre y necesidad, que padeció
haciendo frente, y deles una rociada, toda la armada.
para que los de a caballo podamos sin
dificultad salir a escaramuzar con ellos, y
a desbaratarlos. Algunos capitanes Sabido por Don Pedro el suceso y
dijeron que sería mejor aguardar a que desbarato con la muerte de su hermano
ellos pasasen, como al parecer lo y de los demás que fueron en su
mostraban, pues se hallaban en puesto campaña, recibió tan gran sentimiento,
aventajado sin el riesgo y dificultad que que estuvo a pique de perder la vida; y
había en pasar aquel vado: al fin se vino más con un acaecimiento y desastre de
haber hallado muerto en su cama al faltándoles totalmente la ración comían
capitán Medrano de cuatro o cinco sapos, culebras, y las carnes podridas
puñaladas, sin que se pudiera saber que hallaban en los campos, de tal
quien lo hubiese verificado, aunque se manera que los excrementos de los unos
hicieron grandes diligencias, prendiendo comían los otros, viniendo a tanto
muchos de los parientes y amigos de extremo de hambre como en tiempo que
Juan de Osorio, con los cuales sucesos y Tito y Vespasiano tuvieron cercada a
el hambre que sobrevino, estaba la gente Jerusalén: comieron carne humana; así
muy triste y desconsolada, llegando a le sucedió a esta mísera gente, porque
tanto extremo la falta de comida, que los vivos se sustentaban de la carne de
había día que solo se daba de ración los que morían, y aún de los ahorcados
seis onzas de harina, y esa podrida y mal por justicia, sin dejarle más de los
pesada, que lo uno y lo otro causó tal huesos, y tal vez hubo hermano que
pestilencia, que corrompidos morían sacó la asadura y entrañas a otro que
muchos de ellos(...) estaba muerto para sustentarse con
En este tiempo padecían en ella...
Buenos Aires cruel hambre, porque
priesa, ay, ay, ay, e en esto echan
JUAN DE OSORIO, POR LAS bando cómo el general mandó matar
PLAYAS DEL JANEIRO, VENÍA al maese de campo por traidor
ALMORZANDO UNA PRESA DE amotinador, y ansí le puso un rétulo
GALLINA en los pechos...”

"SEÑOR, AQUEL DÍA por la mañana ( Cuarto Cuerpo de los autos


salió don Pedro de la tienda con los seguidos contra Don Pedro de
de la guarda y Ayolas e Medrano, Mendoza...,t.III, 201-202.Tomado de
capitanes, con él, y sentóse don Relación Varia...,49.)
Pedro en una silla a la orilla de la mar [Este asesinato ocurrió en las
y los de la guarda, que éramos Playas de Río de Janeiro el 3 de
sesenta, hecimos una calle dende diciembre de 1535]
don Pedro a la tienda, y estando ansí
dijo don Pedro: llama al maese de
campo, y llamáronlo, el cual venía
almorzando una pressa de gallina y AZARA, Félix- Descripción e
un poco de bizcocho, y llegó y hizo su historia del Paraguay y del Rio de
acatamiento, y en aquel punto la Plata (Selección)
llegaron estos dos sayones y tomóle
uno la mano derecha y otro la otra y - XVIII -
tráenlo por la calle de nosotros, y ya
que quería entrar en la tienda junto a Del descubrimiento y conquista del
mi, viéndose asido dijo: si yo algo he Río de la Plata, licencia del Rey y
hecho córtenme la cabeza. Acabada primera expedición
esta razón entró en la tienda y
sacáronle su daga y luego le dieron 1. Juan Díaz de Solís natural de
ambos a dos por la ijada e pescuezo, Lebrija y piloto mayor en España,
y él dijo solamente tres veces, a poseído del entusiasmo común en su
tiempo de hacer descubrimientos,
pidió al rey licencia y se la dio para Jesuita Lozano, lib. 2, cap. 1, de su
satisfacer sus deseos. En historia manuscrita del Paraguay,
consecuencia, dispuso con su caudal escribe que le llamó Río de Solís.
una embarcación, y con ella Pero Solís no pudo ver lo que
siguiendo los pasos de Vicente Yáñez suponen y dichas denominaciones se
Pinzón, pasó al cabo de San Agustín dieron después al río por motivos
el año de 1512. Desde allí fue diferentes.
reconociendo legua por legua la costa 3. Dio Solís cuenta al rey de lo
del Brasil, hasta que hallándose en ocurrido en su viaje, pidiéndole la
los cuarenta grados de latitud austral, privativa en el descubrimiento,
reflexionó que había dejado por los conquista y gobierno de los países
35 y 36 grados una abra grandísima. regados por aquel río; y habiéndole
Retrocedió pues a reconocerla sido acordada sin facilitarle auxilio
principiando por la costa que le alguno, alistó por su cuenta tres
estaba más cerca, que era la naves: una de treinta toneladas y de
meridional, y fue fijando en sus la mitad cada una de las otras, con
árboles algunas cruces que sesenta hombres además de las
atestiguasen haber estado allí. Trató tripulaciones, y víveres para dos años
amigablemente con los indios y medio. Listo todo salió de Lepe el 8
guaranís, que encontró a donde están de octubre de 1515, y llegando a la
hoy Buenos Aires, San Isidro, las boca del mencionado río, entró
Conchas e islas inferiores del río reconociendo su orilla más próxima,
Paraná: y lo que de ellos y de la que era la septentrional. Vio en
dulzura de aquellas pudo comprender aquella algunos indios charrúas que
fue, que aquello no era abra ni golfo le observaron, y figurándose
del mar, sino un río llamado Paraná fatalmente que eran de la misma
guazú, que significa Paraná grande. nación, o a lo menos de la misma
Reflexionó Solís, que aquel río de buena índole que los guaranís que en
caudal tan enorme, debía atravesar su viaje precedente había tratado en
precisamente dilatadas y remotas la ribera opuesta, quiso hablarles y no
regiones, cuyo reconocimiento tuvo reparo en salir afuera en el bote
produciría de seguro mucha gloria y con algunos españoles. Pero apenas
quizá grandes riquezas a quien lo habían desembarcado junto a la boca
hiciese, pero considerando que su de un arroyo, cuando dichos indios
embarcación, gente y preparativos no con otros que de improviso salieron,
eran suficientes para tan ardua se arrojaron sobre ellos y los mataron
empresa, se salió a la mar, y a todos, menos a uno que se pudo
cargando al paso su buque de palo salvar. Por esta desgracia conserva
del Brasil llegó felizmente a España. aun dicho arroyo el nombre de Arroyo
[232] de Solís entre Montevideo y
2. Francisco López de Gomera (35) Maldonado. Los mencionados
en su Historia general de Indias, cap. escritores López y Lozano, ibid., y
89, y Martín del Barco Centenera en Antonio León Pinelo en su
el canto 1º de su Argentina dicen, que representación hecha en 1623 al
Solís impuso al citado río el nombre Consejo de Indias, añaden que los
de Río de la Plata, por las muestras charrúas se comieron asados a los
que en él vio de este metal, y el padre españoles muertos; pero no les creo,
por que no habiendo cosa tan durable Hernando Calderón tesorero. De la
como las costumbres entre los llamada Santa María del Espinar, era
bárbaros, si lo hubiesen hecho lo capitán Gregorio Caro, contador
harían y no es así, ni conservan Miguel Valdés, y tesorero Juan del
memoria de semejante comida. Esta Junco: y los mismos empleados en la
voz la esparcieron sin duda un nombrada Trinidad, eran Francisco
hermano del Solís y su cuñado Rojas, Antonio Montoya, y Gonzalo
Francisco Torres, que iban de pilotos Núñez Balboa hermano del que
y fueron testigos del desgraciado primero, vio el mar Pacífico. Otra
suceso, del que [233] quedaron tan embarcación se aprontó por cuenta
atemorizados, que al instante de Miguel Rufis confidente de
tomaron la vuelta de España, donde Gaboto; y la gente ascendía a unos
hicieron del caso y del país la pintura doscientos cincuenta o trescientos
tan triste y fea, que por algunos años hombres, entre los cuales había
quitaron a otros la tentación de repetir bastantes hijosdalgo, como Gaspar
el reconocimiento de aquel río, al cual Celada, Rodrigo Benavides, Juan
con mucho motivo denominaron Concha, Sancho de Bullón, Jerónimo
entonces Río de Solís. y Juan Núñez de Balboa, hermanos
de Gonzalo, Martín Rueda, Francisco
Maldonado, Martín Hernández de
- XIX - Urquizú, Cristóbal de Guevara,
Hernán Menéndez, Rui Mosquera,
Segunda expedición por el Nuño de Lara, etc.
veneciano Sebastián Gaboto 5. Mientras se alistaban las cosas,
algunos envidiosos hablaban muy
4. El primero que siguió la derrota mal de Gaboto, y recelando este le
o viaje de Solís, fue el veneciano quitasen su destino los que con el
Sebastián Gaboto. Este sirviendo al mayor empeño lo pretendían, aceleró
rey de Inglaterra, había buscado sus disposiciones, y aun riñó con los
infructuosamente aunque con pericia diputados reales porque no se daban
y valor, un paso a la India Oriental por priesa, ni le aprontaban los víveres
el Norueste de la América; y pedidos. Viendo que sus enemigos
habiendo venido poco satisfecho a ganaban terreno en la corte,
España, ofreció al rey conducir una determinó hacerse a la vela, aun
expedición para la citada India por el faltándole muchas cosas. Salió pues
estrecho de Magallanes. Aprobó el de Sevilla a primeros de abril de
rey la propuesta nombrando piloto 1526, y temiendo que le faltasen los
mayor a Gaboto, y contratando con él víveres, estableció cuidado
a 4 de marzo de 1525, que le extraordinario y economía en su
proporcionaría tres embarcaciones distribución. Esto produjo entre sus
con víveres y todo lo que dijese gentes mucha murmuración,
Gaboto ser necesario. Fue nombrado resultando al fin que por escrito le
para su segundo Martín Méndez, hicieron un requirimiento, solicitando
para alguacil mayor Pascual Rivas, y fuese a tomar víveres en la costa del
para piloto mayor faltando Gaboto, Brasil. Disimuló Gaboto el disgusto
Miguel Rodas. En la nave capitana, que le daba este incidente, y
Francisco Concha era contador, y creyendo no deber hacer otra cosa,
arribó a la isla de Santa Catalina, San Gabriel. Desde allí despachó sus
donde perdió la mayor de sus botes en solicitud de puerto más
embarcaciones, que tocó en la costa seguro, y con la noticia que le
al tomar puerto. Se salvó la gente y trajeron, se fue a dar fondo el 6 de
se le juntaron Enrique Montes y abril en la boca de un río que
Melchor Ramírez, que vivían con los denominó San Lorenzo y hoy llaman
indios, habiendo dejado al hermano de San Juan enfrente de Buenos
de Solís cuando fondeó allí en su Aires. Metió dentro tres de sus
regreso a España. También encontró embarcaciones, despachando la
y se le agregaron otros quince cuarta con el capitán Juan Álvarez
españoles desertores de una Ramón a reconocer el río Uruguay,
expedición que iba a las Molucas que desemboca allí, y a buscar un
mandada por Rodrigo Acuña. Compró buen puerto. Mientras tanto edificó
los víveres que pudo de aquellos una casa de paja circundada de
indios guaranís, y viendo que no le palizada, para custodiar las
bastaban para su viaje, para el cual embarcaciones y efectos que le
también le hacía grande falta la embarazaban contra los indios
embarcación perdida, determinó charrúas, que no se le dejaban ver.
abandonar su navegación a la India Entonces se le presentó Francisco
Oriental, y compensarla continuando del Puerto, que habiendo escapado
el descubrimiento del río de Solís. de la matanza de Solís se juntó a los
Todos aplaudieron el pensamiento indios yarós, los cuales le admitieron
menos Martín Méndez, Francisco a vivir libremente entre ellos por la
Rojas y Miguel Rodas con muy pocos costumbre de todo indio silvestre de
soldados que prefirieron quedarse recibir y tratar con igualdad a todo
allí, para pasar luego al Brasil de hombre que se les presenta
donde escribieron al rey contra voluntariamente no siendo en acción
Gaboto. El padre Lozano en el lugar de guerra. El citado Álvarez Ramón
citado dice, que Gaboto dejó navegó el río Uruguay, hasta que una
abandonada dicha gente en la isla de tormenta al tercero día, le arrojó
Flórez, sin advertir que era imposible sobre el banco de arena que hay
vivir en ella porque no hay que poco encima de dos islas que están
comer, y también lo era el poder salir. enfrente, del río Negro, donde en
6. Mientras duraron los debates aguas bajas se descubren aun los
sobre ir o no a las Molucas, construyó restos de tal embarcación,
Gaboto una galeota, y se hizo a la sabiéndose por tradición que son de
vela el 15 de febrero de 1527 para ir Álvarez. Salvose la gente, y
a fondear en el puerto de los Patos y regresaba parte en el botecillo y el
no a la bahía de Todos Santos según resto a pie por la orilla oriental del río,
dice López. Compró allí algunos cuando los indios yarós los
víveres de aquellos guaranís, acometieron, y mataron al capitán
llevándose cuatro muchachos, para con algunos otros; pero los demás
que en adelante le sirviesen de llegaron adonde estaba Gaboto.
intérpretes. Continuó, y entrando por 7. Instruido este por los náufragos
el río de Solís, reconoció luego la isla y por los botes que había
de Flórez pero hallándola desierta y despachado a reconocer aquel golfo,
sin puerto, se fue a fondear en la de de que el río Uruguay no era el de
mayor caudal, ni el más apropósito que hacían cuanto él les ordenaba, le
para navegarse, dejó en San Juan la sugirieron la idea de intentar dos
mayor de sus embarcaciones con descubrimientos: uno hacia el
algunos efectos, que se figuró no Sudueste, y otro continuando su
serles necesarios, con cuarenta y dos navegación; pero como necesitaba
hombres a la orden de Antón apoyarlos en algún punto que sirviese
Grageda, y el día 8 de mayo de 1527 de escala, determinó hacer allí mismo
navegó con la galeota y carabela. un establecimiento. Tomada esta
Atravesó el golfo hasta entrar por el resolución y no pudiendo dudar que
brazo más austral del río de Solís, los que habían quedado en Santa
llamado Río de las Palmas, y Catalina por no quererle seguir,
siguiéndole trató amistosamente con escribirían contra él a la corte donde
los Indios albeguas y otros que sabía tener bastantes enemigos,
después se redujeron en el pueblo quiso justificarse con el rey y en
del Varadero. También compró de sustancia le escribió: que la estrechez
ellos algunos víveres, sirviéndoles de de víveres le obligó a buscarlos en la
intérpretes los cuatro muchachos que isla de Santa Catalina, donde no
había sacado del puerto de los Patos encontró los suficientes para su viaje:
en la costa del Brasil que todos eran que tampoco pudiera haber seguido
guaranís. Después tomó a mano después de la pérdida de su nave
izquierda el que llaman Riacho y es principal: que en esta situación con
brazo del Paraná que viene de dictamen de todos, menos de muy
Coronda, hasta encontrar en los 32º pocos, había subrogado al viaje de la
25' 12" de latitud la boca del río India Oriental, la continuación del
Carcarañal, así llamado porque vivían descubrimiento del río de Solís: que
allí los guaranís llamados caracarás. esta idea le había salido tan bien,
De estos y de los timbús que como que de contado había ya
habitaban poco más arriba la isla descubierto un gran país fértil, de
enfrente de Coronda, dice Ulderico excelente clima, y muy poblado de
Schimidels, cap. 13, que eran quince naciones que se le habían [239]
mil guerreros altos y grandes; que sometido, de las cuales enviaba
usaban canoas largas de ochenta algunos individuos a prestar vasallaje
pies y que las mujeres llevaban personalmente: que iba a emprender
heridas en la cara; pero todo es los dos descubrimientos y el
mucha ponderación, y las que llaman establecimiento que tenía meditado,
heridas eran las marcas azules que con lo que se prometía en breve
usan las mujeres de aquellas hacerle soberano de países
naciones silvestres. Barco Centenera, inmensos, de naciones sin número y
canto 19, yerra diciendo que los de riquezas abundantes. Concluyó
timbús mataron a Gaboto. pidiendo auxilios y el mando de sus
8. Como quiera los albeguas, descubrimientos.
caracarás y timbús informaron a 9. Despachó esta carta por una
Gaboto de que había países muy embarcación que debía volver de San
extensos hacia el Poniente, y de que Juan con algunas cosas que le
más arriba habitaban muchos faltaban, marchando luego a España
pueblos guaranís. Estas noticias y al la que allí había con la carta,
ver la docilidad de aquellos indios, encargando a sus amigos Hernando
Calderón y Roger Barto que iban bien buques de remos el 23 de diciembre
impuestos para ponderar las ventajas de 1527 siguiendo el brazo o riacho
del descubrimiento. Con este objeto del Paraná que pasa por Coronda,
les ocurrió adornar los indios que hasta salir por el llamado Colastine al
llevaban, con planchuelas y otras río principal. Compró víveres y trató
bagatelas de plata en las orejas, amistosamente con los indios timbús,
cuello y brazaletes, dando a entender calchaquis, quiloasas, colastines y
eran adornos usados en su país: esta otros, todos guaranís. Continuó
misión salió tan a su gusto, como que después por el río Paraná hasta que
por estas frioleras se dio al río de le impidió ir más adelante el Ytu o
Solís el nombre de Río de la Plata. Salto, que es un arrecife por los 27º
Se aprobó además la conducta de 27' 20" de latitud y 59 grados de
Gaboto; se le nombró jefe de aquel longitud geográfica. Allí también
descubrimiento y se le mandó compró víveres de varias
enviarle los auxilios que pedía. Pero parcialidades o pueblos guaranís que
como el Erario escaseaba de fondos, encontró en aquellas inmediaciones y
escribió el rey a fines de octubre de en la isla de Apipé, que tiene treinta
1527, a los comerciantes de Sevilla leguas de largo. De estos indios se
incitándoles a tomar parte en las formó después el actual pueblo de
empresas de Gaboto. Se tomaron Ytati, y los mismos informaron
tiempo dichos comerciantes, y entonces en verdad a Gaboto por
hallando no tenerles cuenta, se medio de los intérpretes, que aquel
excusaron contestando al año río tenía más arriba saltos o arrecifes
siguiente; pero Su Majestad mandó insuperables para sus
nuevamente que por cuenta de su embarcaciones. Con esta noticia
Erario se auxiliase a Gaboto. denominó Gaboto a aquel sitio puerto
10. Este mientras tanto ayudado de Santa Ana; y después de haberse
de los indios caracarás se puso a detenido un mes, retrocedió el 26 de
edificar encima de la boca del río marzo de 1528, en solicitud del río
Carcarañal y pegado a ella, un Paraguay, cuya boca había visto
fuertecillo llamado Santispiritus; que antes al paso y dejando atrás por
según sus restos era cuadrado parecerle menos caudaloso que el
rodeado de foso y palizada con los Paraná como en efecto lo es. Se
ángulos elevados con terraplén. Al introdujo pues, por dicha boca hasta
mismo tiempo construía un bergantín; encontrar por su izquierda la del río
y estando de vuelta la carabela con Ypitá o Berbejo. Pero su bergantín
los efectos de San Juan, despachó a que estaba algo adelantado,
cuatro españoles, el uno llamado reconociendo la orilla opuesta u
César para que caminando por tierra oriental, descubrió en ella algunos
hacia el Sudueste, descubriesen lo indios agaces o paiaguas, cuya
interior del país, y volviesen al fuerte toldería o pueblo portátil estaba cerca
a los cuatro meses. Puso remos a la de allí en el bañado de Ñembucú. No
galeota y bergantín y dejando en pudieron los españoles comunicarse
Santispiritus la carabela con 60 con ellos sino por señas; y la
hombres mandados por Gregorio interpretación que les dieron
Caro, sobrino del obispo de Canarias, determinó a unos quince a veinte y
principió a navegar con los dos cinco españoles con los oficiales
Gonzalo Núñez Balboa y Miguel Rufis producen metales, dice Rui Díaz, cap.
a tomar tierra y seguir a los pocos 1, libro 9, que los trajo del Perú del
agaces que caminaban delante hacia modo que explica el portugués Alejo
su pueblo. Pero apenas se apartaron García a quien mataron los guaranís
de la orilla lo bastante para no perder robándole. Pero todo es increíble
ser socorridos del bergantín, fueron porque el citado Diego García que
asaltados y muertos todos por los encontró a Gaboto saliendo del río
agaces que salieron de una Paraguay dice en su relación hecha
emboscada. Esta desgracia hizo al rey: que Gaboto no pasó de los 27
conocer a Gaboto, que aquellos grados; por consiguiente no pudo
indios eran en fuerzas y valor muy tener otra batalla que la citada del
superiores a los guaranís que hasta Ñembucú, ni ver un indio guaraní en
entonces había únicamente visto; y el río Paraguay. Tampoco despachó
por consiguiente que si continuaba a sus agentes con las planchuelas de
más adelante, le opondrían plata desde donde suponen, sino
dificultades que no podría vencer con luego que llegó a Santispiritus porque
las fuerzas que tenía. Esta juiciosa solo así pudieron llegar a manos de
reflexión le determinó a retroceder sin Su Majestad antes del fin de octubre
poder satisfacer su venganza. A las de 1527, según dije en el núm. 9:
treinta leguas bajo de la boca del río esto es cuado Gaboto aun no había
Paraguay encontró a Diego García entrado en el río Paraguay. Siendo
que subía navegando con la pues falso que las planchuelas de
pretensión de disputar a Gaboto la plata remitidas al rey por Gaboto
gloria de aquel descubrimiento. Le fueron adquiridas por este en la
hizo Gaboto relación puntual de todo, citada frontera, resulta que cuanto
y no atreviéndose García a ir más sobre ellas escribe Rui Díaz, libro 1,
adelante, retrocedió y ambos se cap. 5, es una novela con
bajaron juntos a Santispiritus. imposibilidades e inconexiones que
11. Rui Díaz, lib. 1, cap. 6, y el no pueden apoyarse como pretenden,
padre Lozano, lib. 2, cap. 1, dicen atrasando cuatro años la salida de
que Gaboto subió navegando por el Gaboto de España, ni con decir que
río Paraguay, hasta que por los 25º Alejo García fue muerto en Tabaré
38' 38" de latitud en el sitio llamado la dejando un hijo a quien él conoció, ni
Angostura, le dieron los agaces una con la transmigración de los
batalla naval con 300 canoas chiriguanas. Porque Gaboto salió de
logrando coger un botecillo en que España al mismo tiempo y quizás
iban Juan Fuster, Héctor de Acuña y antes que el supuesto Alejo García
Antón Rodríguez; de los cuales los de San Vicente: porque este Alejo
dos primeros dicen fueron regresó sano a San Vicente sin dejar
encomendaderos muy peritos en la hijo en el Paraguay según dice Alvar
lengua paiguá cuanto se rescataron: Núñez Cabeza de Vaca en el cap. 50
que después subió Gaboto hasta el de sus comentarios, y porque muchos
sitio llamado la frontera que está en años antes eran ya los chiriguanas
los 25º 23' 30" de latitud, donde vasallos del Inca Tupanqui, según
adquirió de los guaranís las piezas de Garcilaso, lib. 7, cap. 17: basta de
plata y oro que envió al rey con sus crítica y voy a hacer conocer el objeto
agentes. Y como aquellos países no
del viaje de Diego García el que enviársele desde el río de Solís. De
tropezó con Gaboto en el río Paraná. allí fue costeando el Brasil y
comerciando en todas partes hasta
que entró en dicho río de Solís o de la
- XX - Plata y fondeó en San Juan, de
donde al momento despachó su
Expedición a cargo de algunos mayor embarcación con el citado
comerciantes, mediante contrata con bachiller que se había embarcado e
el Gobierno: otra por cuenta de este, iba con él. Lozano, lib. 2, cap. 2, hace
y fundación del puerto de Santa salir a García de San Vicente a fines
María de Buenos Aires de setiembre para hacer posible que
12. Mientras los españoles en el puerto de los Patos se
particulares no se determinaban a encontrase con Gaboto; pero los
seguir las pisadas del desgraciado comercios y flema en todo de García,
Solís, no dejaba la corte el negocio y la actividad de Gaboto, que salió de
de la mano, incitándolos, hasta que Santa Catalina el 15 de febrero,
logró que los comerciantes Hernando hacen increíbles la salida tan
Andrada, Cristóbal de Haro, Rui repentina de aquel de San Vicente, y
Bastante y Alonso Salamanca el encuentro de ambos en el puerto
entraron en la especie bajo de una de los Patos.
capitulación, aunque ignoro la que 13. Armó García en San Juan su
fue, pero es de presumir tendría dos bergantín y siguió las aguas de
polos bien distintos: el rey miraría a Gaboto hasta Santispiritus, y después
descubrir países para ensanchar sus hasta que le encontró de regreso, y
dominios, y el de los comerciantes al bajaron juntos. Continuó García hasta
aumento de sus ganancias. Estos en España y se quedó Gaboto en dicho
consecuencia equiparon una Santispiritus esperando resultas de
embarcación de cien toneladas, un sus emisarios en la corte. Esta según
patache de veinte y cinco, y un vimos en el núm. 9 estaba muy
bergantincillo en piezas para armarle decidida a favor de Gaboto; pero no
donde conviniese. Se dio el mando al pudiendo el Erario aprontar lo pedido
piloto Diego García, hijo de Moguer, y por él, adelantaban poco sus
por segundo y socio a Rodrigo de agentes. Esta tardanza tenía
Area. Listo todo salió de Finisterre el impaciente a Gaboto, ignorando que
15 de enero de 1526, tocó en lo podría pensarse de él hasta que
Canarias saliendo el 1 de setiembre finalmente recogió todo lo que tenía
para el cabo Verde, continuando en San Juan abandonándolo, y
hasta el cabo de San Agustín. Luego dejando en Santispiritus ciento diez
costeó el Brasil y el 15 de enero de soldados al mando de Nuño de Lara,
1527, fondeó en San Vicente que era con su alférez Mendo Rodríguez de
un pueblo portugués fundado por Oviedo y el sargento mayor Rui Pérez
Martín Alfonso de Sousa el año 1506. de Vargas, se embarcó y llegó a
Allí tomó víveres e hizo el comercio, España el año de 1530. López de
que era su objeto predilecto, compró Gomera, cap. 89, dice que se retiró
un bergantín y fletó su mayor sin hacer cosa buena; pero por lo
embarcación para conducir negros a visto se conoce que hizo bastante.
Europa a un bachiller, ofreciendo
14. Dicho Nuño de Lara conservó Rincón de Gaboto; y Domingo Ríos,
la paz con los indios caracarás y que las ha heredado de sus
timbús, hasta que en el año de 1532, antepasados, me hizo la relación de
la turbó el caso siguiente. Se este suceso, según lo he escrito,
enamoró Mangoré cacique de los diciendo haberle oído contar muchas
timbús de Lucía Miranda mujer veces a su madre, que murió muy
legítima del soldado Sebastián vieja. Él mismo me mostró el sitio
Hurtado ambos naturales de Écija, preciso donde murió Lucía con su
quiso satisfacerse a fuerza esposo, en el bosque del Bragado a
aprovechando la ocasión de haber la orilla del riacho de Coronda como
salido del fuerte en el bergantín el una legua al Norte de la capilla de
capitán Rui García Mosquera con este nombre. Rui Díaz, lib. 1, cap. 7,
cuarenta españoles a buscar víveres cuenta de otro modo este suceso, y
por aquellas islas y riberas. Juntó supone se salvaron cinco mujeres y
Ma[n]goré a su gente, y la ocultó en cuatro o cinco muchachos.
unos sauces que aun se ven a un tiro 15. Rui García Mosquera y sus
de Santispiritus y acercándose de compañeros del bergantín, enterraron
noche con diez o doce indios, llamó a los muertos y navegaron hasta salir a
la puerta diciendo traía que comer. La la mar; pero como la embarcación no
guardia, que le conocía viendo que era propia para llevarlos a España,
venían pocos, les abrió, pero costearon de muy cerca el Brasil,
Mangoré y los suyos se opusieron a hasta que tomaron tierra en la Bahía
que se cerrase, y acudiendo de de Iguá distante veinte y cuatro
repente los de los sauces, se leguas de San Vicente. Allí se fijaron
introdujeron y mataron a todos los y vivieron en buena correspondencia
españoles menos a dicha Lucía no con los indios comarcanos y con los
sin pérdida suya; porque Nuño de portugueses, hasta que en 1534
Lara y algunos que pudieron empuñar dieron acogida a Duarte Pérez,
sus armas, mataron a Mangoré y a bachiller portugués, desterrado por su
otros muchos indios. No tardó mucho corte a San Vicente con toda su
en regresar el bergantín, y viendo los familia. Este apoyado de los
cadáveres, lloraron lo que es de españoles, hablaba mal de su rey y
figurarse; pero Sebastián que no ministros, y picados sus compatriotas
encontró el de su mujer, como loco de San Vicente, le reclamaron con la
salió al campo a buscarla. En efecto alternativa de entregarlo jurando
la encontró entre los indios, que le todos vasallaje a Portugal, o
habrían muerto a no mediar las desamparar el sitio en el término de
lágrimas de Lucía, de quien se había treinta días. Los españoles
ya apropiado Siripio, hermano de contestaron negándose a todo, y
Mangoré, y no omitía diligencia para quedó la guerra declarada.
interesarla en sus deseos. Así Justamente en esta ocasión llegó un
pasaron algunos días hasta que navío francés corsario que fondeó
cansado o celoso Siripio, la hizo fuera de la vista del pueblo español;
quemar viva, presente Sebastián pero observando [246] que en el bote
atado a un árbol y muerto enseguida salían algunos marineros a examinar
a flechazos. El sitio del fuerte y las la tierra, los sorprendieron los
cercanías llevan aun el nombre de españoles y entrada la noche, se
acercaron al corsario fingiendo ser los necesarios a la continuación de sus
que salieron en el bote que volvían descubrimientos; pero el Erario
con canoas cargadas de víveres, exhausto del rey, nada le podía
logrando abordar y tomar la facilitar. En estas circunstancias
embarcación a costa de algunas incitado de las ponderaciones de
cuchilladas. Así se proveyeron de Gaboto, se le metió en la cabeza a
armas y municiones y de algunos don Pedro de Mendoza gentil hombre
cañoncitos que colocaron en tierra de cámara de Su Majestad y
oportunamente, por si llegaban los mayorazgo rico de Guadix, hacer al
portugueses. En efecto llegaron dos rey una propuesta ofreciendo
compañías de ochenta hombres cada terminar dichos descubrimientos bajo
una con muchos guaranís auxiliares; las siguientes condiciones: 1ª Que se
pero encontraron tan inopinada le señalasen dos mil ducados de
resistencia, que con gran desorden sueldo pagaderos del producto de la
se retiraron dejando bastantes conquista, y de no producirlos, el
muertos y prisioneros entre estos el Erario no se obligaba a pagar nada a
Comandante Pedro Goes. Los título de sueldos, indemnización ni
españoles siguieron al alcance hasta otro alguno. 2ª Que se le diese título,
entrar y saquear a San Vicente, honores y facultades de Adelantado
retirándose con algunos portugueses del Río de la Plata. 3ª Que su
que eran sus amigos secretos, y jurisdicción principiase al Norte de la
luego todos juntos se dieron a la vela isla de Santa Catalina, siguiendo la
y fueron a establecerse en la isla de costa del mar, dando vuelta al cabo
Santa Catalina. de Hornos y doscientas leguas más
16. Poco después de haber en el mar Pacífico, hasta encontrar
abandonado a Santispiritus, llegaron con el gobierno de Diego Almagro en
a él de regreso aquel César y sus Chile. 4ª Que se obligaba a construir
compañeros despachados por desde luego tres fortalezas para
Gaboto a reconocer los países defender al país; a abrir
interiores; y viéndolo desierto, comunicaciones con el Perú, a
volvieron a internarse según Rui conducir por su cuenta armas,
Díaz, libro 1, cap. 9, sin contratiempo municiones, víveres y soldados, cien
y atravesando larguísimas regiones caballos y yeguas, ocho frailes,
por entre variedad de naciones de médico cirujano y botica. Y 5ª que se
indios, cortaron la gran cordillera, y le diese para sí y sus herederos, la
llegaron a hablar al soberano del tenencia de alcalde de una de las
Perú; y no sabiendo qué hacer de fortalezas a su elección, y la vara de
vuelta en Santispiritus, retrocedieron, alguacil mayor en el pueblo de su
y al fin se juntaron con las tropas de residencia. Aprobó el rey esta
Pizarro. Llamaron a este viaje la propuesta el 21 de mayo de 1524,
conquista de los Césares, y quizás de con condición de permanecer tres
aquí tomó principio la fábula de los años en la conquista, pasados los
Césares, que aun creen muchos en cuales podría volver a España,
Chile. dejando en su lugar persona que
17. Instaba entre tanto Gaboto a la fiscalizase la conquista.
corte para que se le aprontasen los 18. Para administrar la real
auxilios que tenía pedidos como hacienda, nombró el rey al factor
Carlos de Guevara, al contador Juan de Cáceres hermano del contador
de Cáceres natural de Madrid, al Juan Carbajal sobrino del obispo de
veedor García Venegas hijo de Plasencia; Juan Ortega, Luis
Córdoba, y al tesorero Gutiérrez Laso Hernández de Zúñiga, los dos
de la Vega, sobrino del obispo de montañeses; Francisco Avalos
Plasencia, de donde era hijo. Nombró Piscina, de Pamplona; Hernando
también alcaide de la primera Arias, de Mantilla; Gonzalo Aguilar y
fortaleza a Nuño de Silva, y por el capitán Medrano, de Granada;
regidores de las primeras Hernando Luis de la Cerda, Sancho
poblaciones, a Luis Valenzuela, del Campo pariente del adelantado,
Bernabé Segovia, Luis Gallego, Juan Agustín Ocampos los tres de
Santa Cruz, Francisco López del Almodóvar; Diego Luján, don Juan
Rincón, Luis Hoces, Juan Oviedo, Ponce de León, hermano del duque
Hernando de Molina, Martín Ruiz, de Arcos, los dos de Osuna; Juan
Gaspar Quevedo, Hernando de Romero, Francisco Hernández de
Castro, Juan Cienfuegos vecino de Córdova, los dos del marquesado de
Cuéllar, Antonio de Monte Herrera, Priego; Antonio de Mendoza,
Álvaro Almada, Luis Martínez, Diego Bartolomé Bracamonte, los dos
Armayo, Alonso Hurtado, Rodrigo salamanquinos; los hermanos Pedro
Villalobos, Antonio Ayala, Juan del y Diego de Estopiñán, el capitán
Junco, Antonio Castillo, Pedro Figueroa Alonso, Suárez de Ayala,
Ventura, Tomás Castro, Tomás Juan de la Vera, los cinco de Jerez
Armenteros, Martín Heredia, Juan de de la Frontera; Jaime Resquin
Segovia, Luis Asturias, Juan de Orné valenciano; Carlos Dubrin hermano
y Juan Orduña. Se nombró almirante de leche del emperador Carlos V,
a don Diego hermano del adelantado, Simón Jaques de Ramón, los dos
alguacil mayor a Juan de Ayolas, flamencos; Bernardo Centurión
vizcaíno favorito del adelantado y su genovés, cuatralbo de las galeras del
mayordomo, y sargento mayor a Luis príncipe Deria; Pedro Benavides
de Rojas y Sandoval. Los demás sobrino del adelantado, y Luis Pérez
capitanes y oficiales eran: Juan de Cepeda hermano de Santa Teresa
Osorio natural de Ávila, Juan Salazar de Jesús. Estas gentes fueron sin
de Espinosa, hijo de villa de Pomar; duda las más distinguidas e ilustres
[248] Francisco Ruiz Galán de León, entre los conquistadores de Indias.
Domingo Martínez de Irala (37), de 19. Aunque Rui Díaz, lib. 1, cap.
Vergara, Gonzalo de Mendoza de 10, y López de Gomera, cap. 89,
Baeza, Jorge Laxan, Diego Avalos, hacen salir a esta armada el año de
don Francisco de Mendoza hijo del 1535, yo creo más bien por venir en
conde de Castro Jerez, gentil hombre ello Schimidels y Lozano que dicen
de Su Majestad y mayordomo del rey salió el 24 de agosto de 1534 de
de romanos; Diego Barba de León, Sevilla y el 1 de setiembre de San
Sanjuanista, Hernando de los Ríos, Lúcar. Se componía de catorce
Andrés Hernández el Romo, los dos embarcaciones con sesenta y dos
de Córdoba; Perafán de Rivera; caballos y yeguas, dos mil quinientos
Hernando de Rivera, Juan Manrique, españoles y ciento cincuenta
Diego Abreu, Pedro Ramiro de alemanes, sajones y flamencos. Entre
Guzmán, los cinco sevillanos; Felipe ellos el soldado raso Ulderico
Schimidels natural de Stranmbinga en traidor y alevoso; y el adelantado
Baviera, el cual vuelto a su patria publicó un bando con pena de muerte
después de veinte años escribió la al que tomase la demanda o defensa
historia del descubrimiento del Río de del difunto, cuya arrogancia y
la Plata como testigo presencial. No soberbia decía habían hecho
tardaron en sufrir un temporal que necesaria su muerte. Mas nada bastó
hizo arribar unas embarcaciones a la para que no se sintiese y murmurase
isla Gomera, otras con el adelantado mucho este asesinato, porque Osorio
a la de Tenerife, y tres a la de la pasaba por íntegro, soldado fuerte,
Palma, estando cuatro semanas en hábil, oficioso, liberal y apacible con
reunirse y separarse. Luego en diez los soldados y compañeros: llegó a
días fondearon en la isla de Santiago tanto el descontento, que algunos
del cabo Verde, deteniéndose cinco. comenzaron a desertar, prefiriendo el
Después navegaron dos meses sin quedarse en aquellas costas, a servir
ver más tierra que la isla de la bajo un jefe tan violento, el cual luego
Ascensión, poblada solo de pájaros, que advirtió esto, se dio prisa dando a
donde estuvieron tres días, y saliendo la vela a los catorce días de su arribo,
de allí separó a la armada una y llegó principiado el año 1535 a la
tormenta, dirigiéndose el almirante y isla de San Gabriel donde le
otros al Río de la Plata, y los demás esperaba su hermano.
al río Janeiro. En este puerto, 20. Inmediatamente ordenó el
hallándose débil y enfermo el adelantado que la gente
adelantado, nombró por su maestre desembarcase en la costa donde está
de campo para que mandase, a Juan hoy la colonia, y lo hicieron sin
de Osorio, lo que excitó tanto los dificultad, no hubiéndose presentado
celos de los demás oficiales, que los indios charrúas a oponerse ni a
estos llenaron de chismes la cabeza parlamentar. También mandó
del adelantado. De modo que irritado reconocer la misma costa y la
este, mandó a cuatro capitanes Juan opuesta; y finalmente se determinó a
de Ayolas, Juan de Salazar, Jorge fundar en la costa austral a donde
Luján y Lázaro Medrano que matasen hizo pasar toda la expedición. En ella
a Osorio. Este se paseaba por la construyó un fuertecillo con tapias
playa con Carlos de Guevara, cuando sobre la misma barranca en los 34º
Ayolas y sus compañeros le 36' 28" de latitud y 60º 46' 26" de
arrestaron y condujeron adonde longitud con el nombre de Puerto de
estaba rodeado de mucha tropa el Santa María de Buenos Aires. La
adelantado, a quien dijo Ayolas que primera parte del nombre alude a
se había adelantado; ya está haberse fundado el 2 de febrero o
arrestado, disponga usted lo que ha cerca de él, del año de 1535, y la
de hacer. Entonces lleno de enojo segunda a haber dicho, tomando el
dijo el adelantado: cumplan lo que he primero tierra Sancho del Campo:
mandado, y volviendo Ayolas a qué buenos aires son estos. Entre
encontrar a Osorio, le cosió a tanto se introdujeron las
puñaladas ayudado de sus tres embarcaciones en el riachuelo para
compañeros. Luego fue expuesto el estar más seguras y no muy
cadáver en la playa sobre un distantes. La ciudad de Lima se fundó
repostero con un papel que decía: por al mismo tiempo.
21. Los indios guaranís y los Marmolejo, a Juan Manrique, a Pedro
querandís que eran los más Ramiro de Guzmán, y a Pedro
cercanos, supieron el arribo de los Benavides. También pereció Diego
españoles, se les presentaron Luján y otros, cuyos huesos se
pacíficos y les vendieron víveres encontraron después en la orilla de
hasta que conociendo su proyecto de un río, a quien por esto llamaron y
fijarse, se alejaron. Viendo esto envió llaman río de Luján. Además de los
el adelantado al alcalde Juan Pabon cita[dos] oficiales, murieron como
o Juan Bomban con algunos veinte soldados, habiendo
soldados a persuadirles que ocasionado la de tantos oficiales el
continuasen su amistad y comercio. haber los indios con sus bolas hecho
Habiendo encontrado a cuatro leguas caer a los caballos enredándoles las
a los indios, estos los acometieron y piernas. Los indios perdieron mucha
persiguieron hasta la nueva ciudad, gente, y fueron perseguidos hasta su
cuyas obras intentaron arruinar e toldería o pueblo que saquearon los
impedir con repetidos asaltos, hasta españoles, sin encontrar sino algún
que al fin fueron rechazados. Para pescado y pieles de quiyá; pues
castigar este atentado, despachó el aunque Schimidels dice que también
adelantado a su hermano con 300 harina y manteca son cosas que no
infantes y doce de a caballo, entre los producía el país. Tres días estuvieron
cuales se cuenta a sí mismo allí registrando el campo y eligieron el
Schimidels. Los oficiales principales sitio en frente de la capilla del Pilar,
eran además del jefe, Perafán de llamado hoy los Cerrillos, para
Rivera, Francisco Ruiz Galán, construir un fuerte, dejando para esto
Bartolomé Bracamonte, Juan cien hombres, que en efecto le
Manrique, Pedro Ramiro de Guzmán, construyeron de tapias con su foso
Sancho del Campo, Diego Luján y cuyas ruinas he visto. La gente
Pedro Benavides. Llevaban además restante volvió a Buenos Aires. Rui
la orden de hacer otra fortaleza Díaz, lib. 1, cap. 11, cuenta la batalla
donde les pareciese oportuno. como él se la figuró, haciendo morir
Caminó esta tropa dos jornadas y en ella a todos los españoles, menos
descubrió la parte opuesta de una a ochenta, y sin dejar a ninguno en el
cañada, que creo sea la de Escobar, nuevo fuerte. Pero yo sigo al testigo
por donde desagua una laguna o Schimidels sin añadir sino la
estero, a una multitud de indios construcción del fuerte, porque lo he
guaranís y querandís o pampas, que visto, y porque la tradición dice ser de
aparentaban querer acometer. Mandó aquel tiempo.
el jefe atacarlos pasando la cañada 22. La tristeza por lo sucedido, no
que era muy fangosa, y viendo los detenía el circundar de tapias a
indios cuan embarazados estaban los Buenos Aires; pero como hechas de
españoles en el cieno, los priesa y el clima propende a la
embistieron [251] en media luna, humedad, se desmoronaban
arrojándoles muchas flechas, dardos fácilmente, aunque eran gruesas tres
y bolas, logrando matar al pies y altas una lanza. Estando en
comandante don Diego de Mendoza, esto, una noche se encontró muerto
a Bartolomé Bracamonte, a Perafán en la cama con cuatro o cinco
(38)
de Rivera con su alférez puñaladas al capitán Lázaro
Medrano, confidente del adelantado, quemar algunas embarcaciones, y
quien por sospechas arrestó a cuasi todas las casas de la ciudad
algunos amigos y parientes del que estaban cubiertas de paja. Mas al
difunto Osorio; mas nada pudo fin fueron repelidos con mucha
averiguar. Se puso muy triste y pérdida, siendo la de los españoles
caviloso, aumentando su melancolía treinta hombres con un alférez.
una epidemia de que morían muchos Schimidels, capítulo 12, pone a los
y la escasez de víveres que se timbús y charrúas en esta batalla, y
comenzaba a experimentar. Para no hubo tal, porque los primeros
obtenerlos despachó una estaban en paz con Ayolas entonces
embarcación con Jorge Luján a las y los charrúas no tenían canoas ni
islas inferiores del Paraná, otra con podían comunicar con los querandís.
Gonzalo de Mendoza a la costa del Dice también que la casa del
Brasil, y otras dos y una barca con adelantado era de piedra, cuando allí
Juan de Ayolas a descubrir río arriba no hay ninguna.
y fundar en sitio oportuno el tercer 24. Afligido el adelantado con
fuerte que le ordenaba su contrata tantos trabajos, y de ver que
con el Rey. Schimidels que marchó aumentaban las enfermedades y la
con Luján, ignoró la salida de las escasez de víveres, resolvió
otras embarcaciones, o se olvidó de escaparse sin esperar a Ayolas; pero
escribirla. habiendo llegado este, la noche antes
23. Estaba el adelantado de marcharse, haciendo salvas y
melancólico, medroso y resuelto a diciendo haber edificado en tierra de
irse a España, esperando solamente los timbús un presidio llamado Puerto
el regreso de Ayolas, pero para de Corpus Cristi por haber llegado a
disimular, esparció la voz de que él este día del año 1535 añadiendo la
quería ir al Brasil en busca de víveres bella índole de los timbús que le
y auxilios, y sin perder instante, vendieron muchos comestibles y le
aprontaba lo preciso para escaparse. ayudaron a edificar el presidio en que
Mientras tanto regresó Luján con la había dejado cien soldados a la orden
gente enferma y sin víveres; porque de Francisco Albarado, mudó de
los guaranís de San Isidro, las parecer y determinó pasar a dicho
Conchas e islas inferiores del Paraná, presidio que estaba cinco leguas bajo
habían abandonado sus pueblos sin de Coronda en la misma costa, y más
dejar nada, temerosos de que Luján arriba de Santispiritus. Tales fueron
fuese a castigarlos por haberse las esperanzas que concibió con
hallado juntamente con los pampas o estas noticias de Ayolas, que mudó el
querandís en la batalla última, y nombre al puerto llamándole Puerto
porque tenían ya resuelto volver a de Buena Esperanza. Nombró por su
atacar a Buenos Aires. En efecto la segundo a Juan de Ayolas, y por
misma confederación de indios, comandante de Buenos Aires a
reforzados cuanto pudieron, Francisco Ruiz Galán, y se hizo a la
embistieron el 24 de junio de 1535 a vela en cuatro bergantines y otros
Buenos Aires y a los navíos del buques menores que había hecho
riachuelo a un tiempo, arrojando construir, llevándose más de la mitad
mechones de paja encendidos y de la gente, de la cual murieron
atados a las bolas y flechas, logrando cincuenta en los dos meses que
tardaron en llegar a Buena 26. Después que el adelantado llegó
Esperanza, porque muchos iban a Buenos Aires, arribó del Brasil
enfermos. También hallaron en el Gonzalo de Mendoza con víveres y
presidio donde habían ya fallecido con dos embarcaciones más que se
algunos de la epidemia y miserias y le habían agregado en que venían
otros pensaban en desertar para vivir Rui García Mosquera y los que se
entre los indios incitados de Gonzalo habían fijado en Santa Catalina;
Romero desertor de Gaboto, según todos bien armados y surtidos de
dice el san Lozano, lib. 1, cap. 4. criados tomados entre los guaranís
25. Como el artículo cuarto de su del Brasil. Mucho celebró el
contrata le obligaba a buscar adelantado este refuerzo, y poco
comunicación con el Perú despachó a después despachó a Juan de Salazar
dos soldados voluntario[s] por tierra y al mismo Gonzalo de Mendoza en
en solicitud del camino; pero no dos bergantines con ciento cincuenta
volvieron, aunque se dijo habían hombres en busca de Ayolas. Apenas
llegado a su destino, y después a habían salido viéndose el adelantado
España. También alistó absolutamente tullido e inútil para
embarcaciones y tres o cuatrocientos todo, alistó las dos embarcaciones
hombres al mando de Juan Ayolas que quiso le llevasen a España.
para que buscasen la misma 27. Mientras disponía este
comunicación con el Perú por el río negocio, recomendó a Ruiz Galán la
arriba. En esto se pasaron cuatro justa economía de los víveres
meses, y no cuatro años, según dice confirmándole en el mando de
Schimidels, cap. 14, y salió Ayolas el Buenos Aires, para sucederle en el
año de 1536 con orden de volver a empleo de adelantado a Juan de
los cuatro meses; pero como no Ayolas. Dispuso también que este
regresaba pasado más del doble nombramiento se despachase a
dicho término, se fue el adelantado Ayolas río arriba, llevándose al mismo
triste y cuasi baldado de manos y tiempo una instrucción, que según
pies a Buenos Aires. Allí creció su Lozano, lib. 2, cap. 4, decía en
melancolía viendo la mucha gente sustancia: 1º Que dejando las
que había perecido de epidemias, y embarcaciones en paraje donde
no de hambre, como con extremada pudiesen encontrarlas los auxilios
ponderación cuentan Schimidels, Rui que pensaba enviarle de España
Díaz, Barrio y Lozano; pues la caza descubriese por tierra las riquezas del
era tan abundante, que bastaría para Perú. 2º Que prefiriese a los que le
alimentarlos a todos, y el pescado lo habían sido fieles, sin exasperar a los
mismo. El propio deseo de exagerar demás. 3º Que fuese moderado justo
el hambre, y de acriminar y prudente. 4º Que aunque por
injustamente la dureza increíble del bullicioso se llevaba a Juan Cáceres,
comandante Ruiz Galán, hizo que tratase bien a su hermano que
inventar a Rui Díaz, lib. 1, cap. 12 y quedaba con el empleo de contador.
13, y al criminal Lozano un cuento 5º Que no consintiese que los
que no merece refutarse por ser conquistadores del Perú le usurpasen
ridículo por contradicciones y parte alguna de su gobierno,
suposiciones falsas. sosteniéndose con la fuerza, y a no
poder más con protestas sin permitir
que sus soldados se fuesen a unir que corona la meseta frente al río, las
con ellos. 6º Que cediese a Diego hogueras de los indios chisporrotean
Almagro, si lo quería, el gobierno del día y noche. En la negrura sin estre-
Río de la Plata por ciento o ciento llas meten más miedo todavía. Los
cincuenta mil ducados cuya décima españoles, apostados
parte sería para él; pero que si en sus cautelosamente entre los troncos, ven
descubrimientos hacía alguna presa al fulgor de las hogueras
considerable, se acordase que su destrenzadas por la locura de! viento,
adelantado había consumido su las sombras bailoteantes de los
mayorazgo y sufrido grandes salvajes. De tanto en tanto, un soplo
trabajos. 7º Que conservaría toda la de aire helado, al colarse en las
vida el gobierno si cumplía bien y se casucas de barro y paja, trae con él
acordaba de quién se lo daba. Y 8º los alaridos y los cantos de guerra. Y
que le despachase a Francisco Ruiz enseguida recomienza la lluvia de
Galán con el oro y plata que en su flechas incendiarias cuyos cometas
descubrimiento hubiese adquirido a iluminan el paisaje desnudo. En las
informarle de todo. treguas, los gemidos del Adelantado,
que no abandona el lecho, añaden
pavor a los conquistadores, hubieran
- XXI - querido sacarle de allí; hubieran
querido arrastrarle en su silla de
Regreso y muerte del adelantado don manos, blandiendo la espada como
Pedro de Mendoza. Sigue la un demente, hasta los navíos que
expedición y descubrimientos con el cabecean más allá de la playa de
mismo título y autoridad don Juan toscas, desplegar las velas y escapar
Ayolas de esta tierra maldita; pero no lo
permite el cerco de los indios. Y
28. Salió el adelantado para cuando no son los gritos de los
España, cuya navegación agravó sus sitiadores ni los lamentos de
males, y hallándose inapetente, sin Mendoza, ahí está el angustiado
víveres frescos, hizo matar una perra, implorar de los que roe el hambre; y
y comió su carne resultándole un cuya queja crece a modo de una
grande desasosiego y dos días marea, debajo de las otras voces, del
después la muerte sobre las islas golpear de las ráfagas, del tiroteo
Terceras. Los que iban con él espaciado de los arcabuces, del crujir
llegaron felizmente a España a fines y derrumbarse de las construcciones
de 1537, y Juan Cáceres notició a la ardientes, Así han transcurrido varios
corte de todo lo sucedido. días; muchos días. No los cuentan
ya. Hoy no queda mendrugo que
llevarse a la boca. Todo ha si o
MUJICA LAINEZ, Manuel- arrebatado, arrancado, triturado: las
Misteriosa Buenos Aires flacas raciones primero, luego la
harina podrida, las ratas, las
sabandijas inmundas, las botas
EL HAMBRE
hervidas cuyo cuero chuparon
1536 desesperadamente. Ahora jefes y
Alrededor de la empalizada desigual soldados yacen doquier, junto a los
fuegos débiles o arrimados a las haber hurtado un caballo y habérselo
estacas defensoras. Es difícil comido. Les imagina, despedazados,
distinguir a los vivos de los muertos. pues sabe que otros compañeros les
Don Pedro se niega a ver sus ojos devoraron los muslos.
hinchados y sus labios como hi os ¿Cuándo regresará Ayolas, Virgen
secos, pero en el interior de su choza del Buen Aire? ¿Cuándo regresarán
miserable y rica le acosa el fantasma los que fueron al Brasil en pos de
de esas caras sin torsos, que reptan víveres? ¿Cuándo terminará este
sobre el lujo burlón de los muebles martirio y partirá hacia la comarca del
traídos de Guadix, se adhieren al metal y de las perlas? Se muerde los
gran tapiz con los emblemas de la labios, pero de ellos brota el rugido
Orden de Santiago, aparecen en las que aterroriza. Y su mirada turbia
mesas, cerca del Erasmo y el Virgilio vuelve hacia los platos donde el
inútiles, entre la revuelta vajilla que, pintado escudo del Marqués de
limpia de viandas, muestra en su Santillana finge a su extravío una
tersura el Ave María" heráldico del fruta roja y verde.
fundador. Baitos, el ballestero, también imagina.
El enfermo se retuerce como Acurrucado en un rincón de su tienda,
endemoniado. Su diestra, en la que sobre et suelo duro, piensa que el
se enrosca el rosario de madera, se Adelantado y sus capitanes se
aferra a las borlas del lecho. Tira de regalan con maravillosos festines,
ellas enfurecido, como si quisiera mientras él perece con las entrañas
arrastrar el pabellón de damasco y arañadas por el hambre. Su odio con-
sepultarse bajo sus bordadas tra los jefes se torna entonces más
alegorías. Pero hasta allí le hubieran frenético. Esa rabia le mantiene, le
alcanzado los quejidos de la tropa. alimenta, le impide echarse a morir.
Hasta allí se hubiera deslizado la voz Es un odio que nada justifica, pero
espectral de Osorio, el que hizo que en su vida sin fervores obra
asesinar en la playa del Janeiro, y la como un estímulo violento. En Morón
de su hermano don Diego, ultimado de la Frontera detestaba al señorío.
por los querandíes el día de Corpus Si vino a América fue porque creyó
Christi, y las otras voces, más que aquí se harían ricos los
distantes, de los que condujo al caballeros y los villanos, y no
saqueo de Roma, cuando el Papa existirían diferencias. ¡Cómo se
tuvo que refugiarse con sus equivocó! España no envió a las
cardenales en el castillo de Sant Indias armada con tanta hidalguía
Angelo. Y si no hubiera llegado aquel como la que fondeó en el Río de la
plañir atroz de bocas sin lenguas, Plata. Todos se las daban de duques.
nunca hubiera logrado eludir la En los puentes y en las cámaras
persecución de la carne corrupta, departían como si estuvieran en
cuyo olor invade el aposento y es palacios. Baitos les ha espiado con
más fuerte que el de las medicinas. los ojos pequeños, entrecerrándolos
¡Ay!, no necesita asomarse a la bajo las cejas pobladas. El único que
ventana para recordar que allá para él algo valía, pues se acercaba a
afuera, en el centro mismo del real, veces a la soldadesca, era Juan
oscilan los cadáveres de los tres Osorio, y ya se sabe lo que pasó: le
españoles que mandó a la horca por asesinaron en el Janeiro. Le
asesinaron los señores por temor y Es una noche muy fría del mes de
por envidia. ¡Ah, cuánto, cuánto les junio. La luna macilenta hace
odia, con sus ceremonias y sus palidecer las chozas, las tiendas y los
aires!¡Como si no nacieran todos de fuegos escasos. Dijérase que por
idéntica manera! Y más ira le causan unas horas
cuando pretenden endulzar el tono y habrá paz con los indios, famélicos
hablar a los marineros como si fueran también, pues ha amenguado el
sus iguales. ¡Mentira, mentiras! ataque. Baitos busca su camino a
Tentado está de alegrarse por el ciegas entre las matas, hacia las
desastre de la fundación que tan horcas. Por aquí debe de ser. Sí, allí
recio golpe ha asestado a las están, allí están, como tres péndulos
ambiciones de esos falsos príncipes. grotescos, los tres cuerpos mutilados.
¡ Sí! ¿Y por qué no alegrarse? Cuelgan, sin brazos, sin piernas . . .
El hambre le nubla el cerebro y le Unos pasos más y los alcanzará. Su
hace desvariar. Ahora culpa a 1os hermano andará cerca. Unos pasos
jefes de la situación. ¡El hambre, el más . . .
hambre!, ¡ay! ¡clavar los dientes en Pero de repente surgen de la noche
un trozo de carne! Pero no lo hay. .. cuatro sombras. Se aproximan a una
no lo hay... Hoy mismo, con su de las hogueras y el ballestero siente
hermano Francisco, sosteniéndose el que se aviva su cólera, atizada por
uno al otro, registraron el las presencias inoportunas. Ahora les
campamento. No queda nada que ve. Son cuatro hidalgos, cuatro jefes:
robar. Su hermano ofrecido don Francisco de Mendoza, el
vanamente a cambio de un armadillo, adolescente que fuera mayordomo de
de una culebra, de un cuero, de un don Fernando, Rey de los Romanos;
bocado, la única alhaja que posee: don Diego Barba, muy joven,
ese anillo de lata que le entregó su caballero de la Orden de San Juan de
madre al zarpar de San Lúcar y en el Jerusalén; Carlos Dubrin, hermano de
que hay labrada una cruz. Pero así leche de nuestro señor Carlos Quinto;
hubiera ofrecido una montaña de oro, y Bernardo Centurión, el genovés,
no lo hubiera logrado, porque no lo antiguo cuatralbo de las galeras del
hay, porque no lo hay. No hay más Príncipe Andrea Doria.
que ceñirse el vientre que punzan los Baitos se disimula detrás de una
dolores y doblarse en dos y tiritar en barrica. Le irrita observar que ni aun
un rincón de la tienda. en estos momentos en que la muerte
El viento esparce el hedor de los asedia a todos, han perdido nada de
ahorcados. Baitos abre los ojos y se su empaque y de su orgullo. Por lo
pasa la lengua sobre los labios menos lo cree él así. Y tomándose de
deformes. ¡Los ahorcados! Esta la cuba para no caer, pues ya no le
noche le toca a su hermano montar restan casi fuerzas, comprueba que
guardia junto al patíbulo. Allí estará el caballero de, San Juan luce
ahora, con la ballesta. ¿Por qué no todavía su roja cota de armas, con la
arrastrarse hasta él? Entre los dos cruz blanca de ocho puntas abierta
podrán descender uno de los cuerpos como una flor en el lado izquierdo, y
y entonces... que el italiano lleva sobre la armadura
Toma su ancho cuchillo de caza y la enorme capa de pieles de nutria
sale tambaleándose. que le envanece tanto.
A este Bernardo Centurión le execra ballestero, Quiere gritar mas no la
más que a ningún otro. Ya en San consigue y cae silenciosamente
Lúcar de Barrameda, cuando desvanecido sobre la hierba rala.
embarcaron, le cobró una aversión Cuando recobró el sentido, se había
que ha crecido durante el viaje. Los ocultado la luna y el fuego
cuentos de los soldados que a él se parpadeaba apenas pronto a apa-
refieren fomentaron su animosidad. garse. Había callado el viento y se
Sabe que ha sido capitán de cuatro oían, remotos, los aullidos de la
galeras del Príncipe Doria y que ha indiada. Se incorporó pesadamente y
luchado a sus órdenes en Nápoles Y miró hacia las horcas. Casi no
en Grecia. Los esclavos turcos divisaba a los ajusticiados. Lo veía
bramaban bajo su látigo, todo como arropado por una bruma
encadenados a los remos. Sabe leve. Alguien se movió, muy cerca.
también que el gran almirante le dio Retuvo la respiración, y el manto de
ese manto de pieles el mismo día en nutrias del capitán de Doria se
que el Emperador le hizo a él la recortó, magnífico, a la luz roja de las
gracia del Toisón. ¿Y qué? ¿Acaso brasas. Los otros ya no estaban allí.
se explica tanto engreimiento? De Nadie: ni el mayordomo del Rey, ni
verle, cuando venía a bordo de la Carlos Dubrin, ni el caballero de San
nao, hubieran podido pensar que era Juan. Nadie. Escudriñó en la
el propio Andrea Doria quien venía a oscuridad. Nadie: ni su hermano, ni
América. Tiene un modo de volver a tan siquiera el señor don Rodrigo de
cabeza morena, casi africana, y de Cepeda, que a esa hora solía andar
hacer relampaguear los aros de oro de ronda, con su libro de oraciones.
sobre el cuello de pieles, que a Baitos Bernardo Centurión se interpone
le obliga a apretar los dientes y los entre él y los cadáveres: sólo
puños ¡Cuatralbo, cuatralbo de la Bernardo Centurión, pues los centi-
armada del Príncipe Andrea Doria! nelas están lejos. Y a pocos metros
¿Y qué? ¿Será él menos hombre, por se balancean los cuerpos
ventura? También dispone de dos desflecados. El hambre le tortura en
brazos y de dos piernas y de cuanto forma tal que comprende que si no la
es menester... apacigua enseguida enloquecerá. Se
Conversan los señores en la claridad muerde un brazo hasta que siente,
de la fogata. Brillan sus palmas y sus sobre la lengua, la tibieza de la
sortijas cuando las mueven con la sangre. Se devoraría a sí mismo, si
sobriedad del ademán cortesano; pudiera. Se troncharía ese brazo. Y
brilla la cruz de Malta; brilla el encaje los tres cuerpos lívidos penden, con
del mayordomo del Rey de los su espantosa tentación. Sí el genovés
Romanos, sobre el desgarrado jubón; se fuera de una vez por todas... de
y el manto de nutrias se abre, una vez por todas... ¿Y por qué no,
suntuoso, cuando su dueño afirma las en verdad, en su más terrible verdad,
manos en las caderas. El genovés de una vez por todas? ¿Por qué no
dobla la cabeza crespa con altanería aprovechar la ocasión que se le
y le tiemblan los aros redondos. brinda y suprimirle para siempre?
Detrás, los tres cadáveres giran en Ninguno 1o sabrá. Un salto y el
los dedos del viento. cuchillo de caza se hundirá en la
El hambre y el odio ahogan al espalda del italiano. Pero ¿podrá él,
exhausto, saltar así? En Morón de la indios. Los ojos se le salen de las
Frontera hubiera estado seguro de su órbitas, como si la mano trunca de su
destreza, de su agilidad... hermano le fuera apretando la
No, no fue un salto; fue un garganta más y más.
abalanzarse de acorralado cazador.
Tuvo que levantar la empuñadura
afirmándose con las dos manos para
clavar la hoja. ¡Y cómo desapareció II. EL PRIMER POETA (1538)
en la suavidad de las nutrias! ¡Cómo
se le fue hacia adentro, camino del
corazón, en la carne de ese animal
EN LA TIBIEZA del atardecer,
que está cazando y que ha logrado
por fin! La bestia cae con un sordo Luis de Miranda, mitad clérigo y
gruñido, estremecida de mitad soldado, atraviesa la aldea
convulsiones, y él cae encima y
de Buenos Aires, caballero en su
siente, sobre la cara, en la frente, en
la nariz, en los pómulos la caricia de mulo viejo. Va hacia las casas de
la piel. Dos, tres veces arranca el las mujeres, de aquellas que los
cuchillo. En su delirio no sabe ya si conquistadores apodan “las
ha muerto al cuatralbo del Príncipe
Doria o a uno de los tigres que enamoradas”, y de vez en vez,
merodean en torno del campamento. para entonarse, arrima a los
Hasta que cesa todo estertor. Busca labios la bota de vino y hace
bajo el manto y al topar con un brazo
del hombre que acaba de apuñalar, lo unas gárgaras sonoras. Por la
cercena con la faca e hinca en él los ropilla entreabierta, en el pecho,
dientes que aguza el hambre. No le asoman unos grandes papeles.
piensa el horror de lo que está
Ha copiado en ellos, esta
haciendo, sino en morder en
saciarse. Sólo entonces la pincelada mañana misma, los ciento
bermeja de las brasas le muestra treinta y dos versos del poema
más allá, mucho más al tumbado en el cual refiere los afanes y
junto a la empalizada, al corsario
italiano. Tiene una flecha plantada desengaños que sufrieron los
entre los ojos de vidrio. Los dientes venidos con don Pedro de
de Baitos tropiezan con el anillo plata Mendoza. Describe a la ciudad
de su madre, el anillo con una
labrada cruz, y ve el rostro torcido de como una hembra traidora que
su hermano, entre es pieles que mata a sus maridos. Es el primer
Francisco le quitó al cuatralbo canto que inspira Buenos Aires y
después de su muerte, para
es canto de amargura. Cuando
abrigarse.
El ballestero lanza un grito inhumano. revive las tristezas que allí
Como un borracho se encarama en la evoca, Luis de Miranda hace un
estacada de troncos de sauce y
pucherillo y vuelve a empinar el
ceibo, y se echa a correr barranca
abajo hacia las hogueras de los cuero que consuela. Tiene los
ojos brillantes de lágrimas, un Catalina; pero el cura no le quiso
poco por el vino sorbido y otro escuchar. Demasiado tenía que
por los recuerdos; pero está hacer. Cuatro marineros del
satisfecho de sus estrofas. A la genovés León Pancaldo
larga los fundadores se las aguardaban a que les oyera en
agradecerán. Nadie ha pintado confesión, y esos italianos de tan
como él hasta hoy las pruebas natural elegancia deben ser de
que pasaron. pecado gordo. En el fondo de la
Espolea al mulo rezongón, capilla se levantaba el rumor de
casi ciego, casi cojo de tanto sus oraciones mezclado al
trotar por esos senderos tintineo de los rosarios.
infernales, y a la distancia avista, De allí, don Luis se trasladó
semioculta entre unos sauces, la con su manuscrito a visitar al
casa de Isabel de Guevara. teniente de gobernador Ruiz
A ésta la quiere más que a Galán, quien manda a su antojo
sus compañeras. Es la mejor. En en la ciudad con un dudoso
tiempos del hambre y del asedio, poder del Adelantado. El hidalgo
dos años atrás, se portó como tampoco le recibió; estaba
ninguna: lavaba la ropa, curaba durmiendo. Y cuando Miranda
a los hombres, rondaba los llamó a su puerta por segunda
fuegos, armaba las ballestas. vez, le explicaron los pajes que
Una maravilla. Ahora es una se hallaba en conversación con
enamorada más, y en ese arte, el propio Pancaldo, discutiendo
también la más cumplida. Luis la compra de sus mercaderías.
de Miranda le recitará su Pero ¿qué? ¿Nadie podrá
poema: ella lo sabrá atender la lectura de sus versos,
comprender, porque lo cierto es los versos en los que narra el
que los demás se han negado a hambre que soportaron todos?
comprenderlo, como si se Isidro de Caravajal cultivaba
empeñaran en echar a olvido la su huerta, con ayuda de uno de
grandeza de sus trabajos. los italianos, y le despidió para
Al alba se fue con sus rimas más tarde; a Ana de Arrieta la
a ver al párroco Julián Carrasco, encontró en el portal de su casa,
en su iglesuca del Espíritu muy perseguida por tres de los
Santo, la que construyeron con extranjeros melosos, quienes le
las maderas de la nao Santa ofrecían en venta mil
tentaciones: cajas de peines, espejeantes: los jubones, los
bonetes de lana, sombreros de penachos, las sartas de perlas
seda, pantuflos, hasta máscaras, falsas que decían “margaritas”,
como si en lugar de una aldeana las balanzas, los manteles, y
sencilla hubiera sido una rica también los puñales, las
señora de Venecia. espadas, los arcabuces, las
No había nada que hacer, candelillas, las alforjas. León
nada que hacer. Los genoveses, Pancaldo los daba por nada,
con ser tan pocos, habían pues nada se le podía pagar. Lo
logrado lo que los indios no único que exigía era que le
consiguieron: invadir a Buenos firmaran unas cartas de
Aires. Una semana antes, su obligación, por las cuales los
nave la Santa María había conquistadores se
quedado varada frente a la comprometían a saldar lo
ciudad. Saltando como monos, adeudado con el primer oro o
los marineros dejaron que se plata que se les repartiera.
perdiera el casco y salvaron los Firmaban y firmaban: muchos,
aparejos, el velamen y las sacando la lengua y dibujando
áncoras. Luego se ocuparon, con penosamente unos caracteres
la misma agilidad simiesca, bajo espinosos como enrejado
la dirección de Pancaldo, de palaciego; los más, con una
transportar hasta la playa los simple cruz. Y escapaban hacia
infinitos cofres que la nao sus casas, como ladrones, con
contenía y que los comerciantes las pipas de vino, con los barriles
de Valencia y de Génova de ciruelas, con los jarros de
destinaban al Perú. Sobre la aceitunas, con los quesos de
arena se amontonaron en Mallorca. ¡A hartarse, después
desorden, como presa de de tanta penuria!
piratería. Había arcones ¿Quién iba a prestar sus
descuartizados y de su interior oídos a Luis de Miranda, si
salían, como entrañas, las piezas estaban tan embebecidos por ese
de tela suntuosa. La ciudad se juego brujo que, a cambio de
inundó de tesoros. Harto lo unos mal trazados palotes,
necesitaba su pobreza. Doquier, proveía de cuanto se ha
aun en las chozas más míseras, menester?
apiláronse los objetos nuevos, El mayordomo del Rey de
los Romanos andaba más deslumbrantes es Tomás Risso;
hidalgo que nunca, con su y Aquino aquel otro, aquel que
flamante gorro de terciopelo, a pasa sobre los pechos breves de
la brisa la pluma verde. Pedro de la muchacha, acariciándola, la
Cantoral mostraba a los vecinos lisura de la camisa de Holanda y
su silla jineta de cuero de que le promete tamañas joyas:
Córdoba. ¡Y las mujeres! Las hasta zapatos de palma y cofias
mujeres parecían locas. de oro y de seda.
Por eso se iba el poeta, en la Isabel no para de reír, en el
placidez del crepúsculo, hacia el estruendo de las cuerdas, de los
familiar abrigo de Isabel de panderos y de las voces. Junto a
Guevara. ella, Diego de Leys desgrana
Pero allí también había collares de cuentas de vidrio. Ha
fiesta. Mientras ataba el mulo a destapado una cazuela de
un ceibo, rumiando su perfumes y le va volcando el
malhumor, oía el bullicio de las líquido delicioso sobre los
vihuelas y los panderos. ¡Cuánta hombros morenos, sobre la
gente! Jamás se vio tanta gente espalda.
en el aposento de la enamorada, Beben sin cesar. ¡Para algo
iluminado con ceras trajo tanto vino español la nave
chisporroteantes en los de León Pancaldo! Zapatean los
rincones. En un testero, echada genoveses un baile de bodas e
sobre cojines, completamente Isabel aplaude.
desnuda, está Isabel. Y en torno, Por fin logra Luis de
como siempre, como en todas Miranda llegarse hasta el lecho.
partes, los italianos, con sus La Guevara le recibe con mil
caras de halcones y sus brazos amores y le besa en ambas
tostados, ceñidos por el metal de mejillas.
las ajorcas. Miranda les conoce —Cate su merced —suspira—
ya. Ése en cuyo sombrero se , cate estos chapines, cate estos
encarama un mono del Brasil, y pañuelos…
que envuelve a la muchacha en Y los hace danzar, y los agita,
un paño de perpiñán multicolor relampagueantes y leves como
y que la hace reír tanto, es mariposas.
Batista Trocho. Aquel del Diego de Leys, el bravucón,
guitarrón y los dientes borracho como una cuba, no
puede soportar tales confianzas: botas y de juramentos.
—¿Qué venís a hacer aquí, Luis de Miranda recoge el
don Pecador, con esa cara de manuscrito caído en la hierba.
duende? Como ha extraviado en la
Y le arroja a la faz un chorro refriega el pañuelo, tiene que
de perfume. Las carcajadas de frotarse la herida con el papel.
los italianos parecen capaces de Sube trabajosamente al mulo y
volar el techo. Se revuelcan por regresa al tranco a la ciudad, por
el suelo de tierra. la barranca. Llora en silencio.
Ciego, el poeta saca el Una luna inmensa asciende
espadón y dibuja un molinete en la quietud del río y su
terrible. Su vino tampoco le claridad es tanta que transforma
permite conservar el equilibrio, a la noche en día espectral, en
así que gira sobre las plantas día azul. Cantan los grillos y las
como una máquina mortífera. ranas en la serenidad de los
Diego de Leys salta sobre él, charcos y de los matorrales.
aprovechando su ceguera, y le El poeta detiene su
corta el pómulo con el cuchillo. cabalgadura y queda absorto en
Lanza Isabel un grito agudo. No la contemplación del ancho
quiere que le hagan mal, ruega cielo. Despliega entonces los
que no le hagan mal: folios manchados de sangre, de
—¡Por San Blas, por San su sangre, comienza a leer en
Blas, no le matéis! voz alta:
Desnuda, hermosísima, se
desliza entre los genoveses que Año de mil y quinientos
se han abalanzado sobre su que de veinte se decía,
cuando fue la gran
pobre amigo. Chilla el mono que
porfía
el terror encrespa. Pero es inútil. en Castilla…
Entre cuatro alzan en vilo al
intruso, abren la puerta y le Callan los ruidos alrededor.
despiden como un bulto flaco. El El paisaje escucha la historia
resto, enardecido por el roce de trágica que ha vivido. La
la enamorada, la ha derribado recuerda el río atento; la
en los revueltos cojines y se ha recuerdan los algarrobos y los
echado sobre ella, en una talas. La sangre mana de la cara
jadeante confusión de dagas, de
del lector y le enrojece los
versos:
Allegó la cosa a tanto
que como en Jerusalén,
la carne de hombre
también
la comieron.
Las cosas que allí se
vieron
no se han visto en
escritura…

Así leyó Fray Luis de


Miranda, para el agua, para la
luna, para los árboles, para las
ranas y para los grillos, el primer
poema que se escribió en
Buenos Aires.
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