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LA COCINA DE LA ESCRITURA•

Rosario Ferré

I
"De cómo dejarse caer de la sartén al fuego"

A lo largo del tiempo, las mujeres narradoras han escrito por


múltiples razones: Emily Brl:inte escribió para demostrar la na-
turaleza revolucionaria de la pasión; Virginia Woolf paraexor-
cisar su terror a la locura y a la muerte; Joan Didion escribe para
descubrir lo que piensa y .cómo piensa; Clarisse Lispector des-
cubre en su escritura una razón para amar y ser amada. En mi
caso, escribir es una voluntad a la vez constructiva y destructiva;
una posibilidad de crecimiento y de cambio . Escribo para edifi-
carme palabra a palabra ; para disipar mi terror a la inexisten -
cia, como rostro humano que habla . En este sentido, la frase
" lengua materna" ha cobrado para mí , en años recientes, un
significado especial. Este signíficado se le hizo evidente a un
escritor judío llamado Juan, hace casi dos mil años, cuando
empezó su libro diciendo : "En el principio fue el Verbo". Como
evangelista, Juan era ante todo escritor, y se refería al verbo en
un sentido literario, como principio creador, sean cuales fuesen
las interpretaciones que posteriormente le adjudicó la Teología
a su célebre frase. Este significado que Juan le reconoció al
Verbo yo prefiero atribuírselo a la lengua; más específicamente,
a la palabra. El verbo-padre puede ser transitivo o intransitivo,
presente, pasado o futuro , pero la palabra-madre nunca cam-
bia, nunca muda de tiempo. Sabemos que si confiamos en ella,

• Una primera versión de este texto apareció en Literatuus in Trans-


lation : The Many Voices of the Caribbean A rea. A Symposium , Rose S. Mine ,
ed. (Maryland : Montclair State College &: Ediciones Hispamérica, 1982),
Pp . 37-51.
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nos ~ornará de la mano para que emprendamos nuestro propio el amor: el renunciamiento a mi propio espacio intele<:_tual Y
camino. esp iritual en aras de la relación con el amado. El empeno por
En realidad , tengo mucho que agradecerle a la palabra. Es llegar a se'r la esposa perfecta fue quiz~ lo_que me hizo volverme,
ella quien me ha hecho posible una identidad propia, que nole en determinado momento , contra mi misma; a fuerza de t~n~.o
debo a nadie sino a mi propio esfuerzo. Es por esto que tengo q uerer ser como decían que _debí_ade ser, ~abía dejad~de existu,
tanta confianza en ella, tanta o más que la qu e tuve en mi madre ha bía renunciado a las obhgac10nes pnv,r?as de n:ii al'?ª·
natural. Cuando pienso que todo me falla, que la vida no es más Entre éstas, la má s import ante me hab1a par~odo _siempre
que un teatro absurdo sobre el viento armado, sé que la palabra vivir intensamente. No agradecía para nada la existenc~a_prote-
siempre está ahí, dispuesta a devolverme la fe en mí misma y en gida, exenta de wdo peligro , pero tambi én de responsabilidades,
el mundo . Esta necesidad constructiva por la que escribo se que hasta entonces había lle_vado en el seno del hogar. Deseab~
encuentra íntimamente relacionada a mi necesidad de amor: vivir: experimentar el conoc1m1ento, el arte, la aventura, el peli-
escribo para reinventarme y para reinventar el mundo, para gro , todo de primera mano y ~i~ esper~r a_que me lo contaran. En
convencerme de que todo lo que amo es eterno . realidad , lo que quería era disipar m1 mied~ a la muerte. Todos
Pero mi voluntad de escribir es también una voluntad des- le tenemos miedo a la muerte , pero yo senua por e~la un ter~or
tructiva, un intento de aniquilarme y de aniquilar el mundo. La especial, el terror de los que no han conocido la vida. La vida
palabra, como la naturaleza misma, es infinitamente sabia, y nos desgarra, nos hace cómplices del gozo y del terror , pero
conoce cuándo debe asolar lo caduco y lo corrompido para finalmente nos consuela, nos enseña a aceptar la muerte como
edificar la vida sobre cimientos nuevos. En la medida en la que su fin necesario y natural. Pero verme obligada a enfren~ar _la
participo de la corrupción del mundo, revierto contra mí muerte sin haber conocido la vida, sin atravesar su aprendiza~e,
misma mi propio instrumento . Escribo porque soy una desa- me parecía una crueldad imperdona~le. Era po_r:so, ~e deoa ,
justada a la realidad; porque son, en el fondo, mis profundas que los inocentes , los que muer~n sm haber vIVido, sm tener
decepciones las que han hecho brotar en mí la necesidad de que rendir cuentas por sus prop10s actos, todos van a parar al
recrear la vida, de sustituirla por una realidad más compasiva y Limbo. Me encontraba convencida de que el Paraíso era de !ºs
habitable , por ese mundo y por esa persona utópicos que tam- buenos y el Infi erno de los malos, de esos hombres que se habian
bién llevo dentro . ganado arduamente la salvación o la cond _en_a, ~ero qu~ en el
Esta voluntad destructiva por la que escribo se encuentra Limbo sólo había mujeres y niños , que m siqUiera sabiamos
directamente relacionada a mi necesidad de odio y a mi nece- cómo habíamos llegado hasta allí.
sidad de venganza; escribo para vengarme de la realidad y de mi El día de mi debut como escritora, permanecí lar~o rato
misma , para perpetuar lo que me hiere tanto como lo que me sentada frente a mi maquinilla , rumiando estos pensamientos:
seduce. Sólo las heridas , los agravios más profundos (lo que Escribir mi primer cuento significaba, inevita~lemente, dar mi
implica, después de todo, que amo apasionadamente et mundo) primer paso en dirección del Cielo o del Infierno , y a_quella
podrán quizá engendrar en mí algún día toda la fuerza de la certidumbre me hacía vacilar entre un estado de eufona Y de
expresión humana. depresión . Era casi como si me encontrara a punto ~e nacer '.
Quisiera hablar ahora de esa voluntad constructiva y des- asomando tímidamente la ca beza por las puertas del Limbo . ~1
tructiva, en relación a mi obra. El día que me senté por fin frente la voz me suena falsa, me dije, si la voluntad m e falla, todos mis
a mi maquinilla con la intención de escribir mi primer cuento, sacrificios habrán sido en vano. Habré renu~ciado tontame~te
sabía ya por experiencia, lo difícil que era ganar acceso a esa a esa protección que, no empece sus desventaJas, me pro1;or~10-
habitación propia con pestillo en la puerta y a esas metafóricas naba el ser una buena esposa y ama de casa, y habre caido
quinientas libras al año que me aseguraran mi independencia Y merecidamente de la sartén al fuego .
mi libertad. Me había divorciado y había sufrido muchas vicisi- Virginia Woolf y Simone de Beauvoir eran para mí en
tudes a causa del amor, o de lo que entonces había creído que era aquellos tiempos algo así como mis evangelistas de cabecera;
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Emily Bronte, porque sólo ellas habí~n logrado escribir ;, c~i;no
quería que ellas me enseñaran a escribir bien o a lo menos Shakespeare , "con todos los obstaculos · quemados . Es
·b · , ' ano
.escn ir mal. Leia todo lo que habían escrito como una persona funesto para todo aquel que escribe pe~sar en su sexo" , ~e
que se toma t~~s las noc~es antes de ~costarse varias cuchara- decía Virginia , "y es funesto para una mu _¡er subrayaren lo mas
das de una pooma saluufera , que le imposibilitara morir de mínimo una queja, abrogar, aun con justi~ia , una c~usa,
toda aquella pla~a de males de los cuales, según ellas, habían hablar en fin conscientemente como una muJer. En los hbros
muerto la mayona de las escritoras que las había precedido de esas' escrito~as que no logren librarse de la cólera habrá defor-
aun muchas de sus contemporáneas . Tengo que reconocer q' y maciones, desviaciones . Escribirá alocadamente en lugar de
aq~ llas 17cturas_ no h_icier~n mucho por fortalecer mi a:
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reoen naoda y uema idenudad de escritora . El reflejo de mi
escribir con sensatez. Hablará de sí misma, en lugar de hablar de
sus personajes . Está en guerra con su suerte . ¿C?~ºpodr~ evitar
mano era todavía el de sostener pacientemente la sartén sobre el morir joven , frustrada , co~trariada?" P,ara Virg~ma : evidente-
fuego , Yno el de ~landir con agresividad la pluma a través de sus mente la literatura femenina no debena de ser Jamas destruc-
llamas, y tanto Simone como Virginia, bien que reconociendo tiva O 'iracunda, sino tan armoniosa y translúcida como la suya
los lo~os que habían alcanzado hasta entonces las escritoras,
las ~nuc~b~n ,bastante acerb~mente . Simone opinaba que las propia.
Había , pues, escogido mi tema: nada men<;>sque el mundo;
muJ~res msisuan ~~n demasiada frecuencia en aquellos temas así como mi estilo, nada menos que un lenguaje absolutamente
considerados_ ~radic10nalmente femeninos, como por ejemplo
neutro y ecuánime, consagrado a hacer bro~r la ~erosimilit1:1d
la preocupac10n con el amor, o la denuncia de una educación y
del tema, tal y como me lo habían aconse1ado_ S~mone y V1~-
de_unas _costum~~es que habían limitado irreparablemente su ginia. Sólo faltaba ahora encontrar el cabo ~e mi hilo, _descubnr
existe~oa_. _Jusuhcados como estaban estos temas, reducirse a esa ventana personalísima , de entre las miles que dice Henl1'.
ellos sig~uhcaba que_no se había intemalizado adecuadamente James que tiene la ficción, por la cual l?graría entr~r en n_ii
la capac1d~d para la libertad. ''El arte, la literatura, la filosofía;,
tema: la ventana de mi anécdota. Pense que lo me1or sena
me decí~ S1mone, "son intentos de fundar el mundo sobre un~ escoger una anécdota histórica ; algo relacionado , por ejemplo,
nueva h~~~ad huma!1a: la del creador individual, y para lograr a lo que significó para nuestra burgues _ía el cambi~ de una
esta amb1C1on (la muJer) deberá antes que nada asumir el estatus sociedad agraria , basada en el monoculuvo de la cana, a una
de un ser que posee la libertad". sociedad urbana o industrial; así como la pérdida de ciertos
. En su opinión, la mujer debería ser constructiva en su valores que aquel cambio había conllevado a comienzos de
hter_atura , pero no constructiva de realidades interiores sino de siglo : el abandono de la tierra; el olvido de u!1,código de co_~-
r~ahdades exteriores, principalmente históricas y sociales. Para portamiento patriarcal , basado en la explotac10n,_ pero ta_m~nen
~1m~ne, la capacidad intuitiva, el contacto con las fuerzas de lo a veces en ciertos principios de ética y de candad cnsuana
~rraoonal, la capacidad para la emoción, eran talentos muy sustitudos por un nuevo código mercantil y utilitario q~e nos
importantes, pero también en cierta forma eran talentos de llegó del norte ; el surgimiento de una nueva clase profesi~nal,
segunda categoría . El funcionamiento del mundo el orden de con sede en los pueblos, que muy pronto desplazó a la antigua
los eventos políticos y sociales que determinan' el curso de
nuestras vidas están en manos de quienes toman sus decisiones a oligarquía cañera como clase dirigente. . _ ,
Una anécdota basada en aquellas directnces me parecia
la ~uz ~e~ ~onocimiento y_~ela razón , me decía Simone, y no de excelente en todos los sentidos: no había allí posibilidad alguna
la mt~ioon y de la emooon, y era de estos temas que la mujer de que se me acusara de construcciones ni de destrucciones
debena de ocuparse en adelante en su literatura inútiles, en un argumento como aquél. Escogido por. fi~ el
V~rginia W~ol~, por otro lado vivía obsesio~ada por una contexto de mi trama, coloqué las manos sobre la maqumilla,
nec:sidad de ob1euv1dad y de distancia que, en su opinión, se dispuesta a comenzar a escrib~r. _B~jo mis dedos tembla~an,
habian _dado muy pocas ve_ces_e':la escritura de las mujeres. De prontas a saltar adelante, las vemuséis letras del alfabeto la uno ,
las escritoras del pasado, Virgmia salvaba sólo a Jane Austen y a
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como las cuerdas de un poderoso instrumento. Pasó una hora corresponder a aquella generosidad ~~e se ~abía dedicado a
pasaron dos, pasaron tres, sin que una sola idea cruzara eÍ confeccionarle a las hijas de la fam1ha munecas rellenas de
horizonte pavorosamente límpido de mi mente. Había tantos m~ - . .
datos, tantos sucesos novelables en aquel momento de nuestro Poco después de su llegada a la haoenda , la par~enta, qu_e
devenir histórico, que no tenía la menor idea de por dónde aún era joven y hermosa, había desarrollado un e~tran? pade~1-
debería empezar. Todo me parecía digno , no ya de un cuento miento: la pierna derecha había comenzado a hmcharsele sm
que indudablemente sería torpe y de principiante, sino de una motivo evidente, y sus familiares decidieron ~andar a bus,ca_ral
docena de novelas aún por escri bir. médico del pueblo cercano para que la examinara. El_me~1co,
Decidí tener paciencia y no desesperar, pasarme toda la un joven sin escrúpulos, recién gr~duado de _una un_1v;rs1dad
noche en vela si fuere necesario. La madurez lo es todo , me dije, extranjera, enamoró primero a la 1oven'. ~ diagnosuco lu ego
y aquél era , no debía olvidarlo, mi primer cuento. Si me concen- falsamente que su mal era incurable. Aphcan~ole em~lastos de
traba lo suficiente encontraría por fin el cabo de mi anécdota. curandero , la condenó a vivir inválida en un sillón, m1enlr~s la
Comenzaba ya a amanecer, y el sol había teñido de púrpura la despojaba sin compasión del poco dinero que la des~raoada
ventana de mi estudio, cuando, rodeada de ceniceros que más había logrado salvar de su matrimonio. El comportamiento d;l
bien parecían depósitos de un crema torio de guerra, así como de médico me pareció , por supuesto, deleznable, pero lo qu~ mas
tazas de café frío que recordaban las almenas de una ciudad me conmovió de aquella historia no fue su canallada, smo la
inútilmente sitiada , me quedé profundamente dormida sobre resignación absoluta con la cual, en nombr _edel ':mor , aquella
las teclas aún silenciosas de mi maquinilla. Afortunadamente, mujer se había dejado explotar durante _vem_te anos. . .
~a lección más compasiva que me ha enseñado la vida es que, no No voy a repetir aquí el resto de la h1sto:1a qu~,me hIZ~ m1
importa los reveses a los que uno se ve obligado a enfrentarse, tía aquella tarde, porque se encuentra recogida en L~ muneca
el!~ nos sigue vivie~do, y aquella derrota, despué s de todo, nada menor ", mi primer cuento. Claro, que no lo _cont_e.con las
tema que ver con m1 amor por el cuento. Si no podía escribir un mismas palabras con las que me lo relató ella , m rep1t1endo su
cuento , al menos podía escucharlos , y en la vida diaria he sido ingenuo panegírico de un mundo af~rtunad~mente _des~P~;e-
siempre ávida escucha de cuentos. Los cuentos orales, los que cido, en que los jornaleros de l:'1cana manan ~e mamc10n ,
me cuenta la gente en la calle son siempre los que más me mientras las hijas del hacendado Jugaban con munecas rellenas
interesan, y me maravilla el hecho de que quienes me los de miel. Pero aquella historia, escuchada a grandes rasgos,
cuentan suelen estar ajenos a que lo que me están contando es cumplía con los requisitos qu~ m~ ~abía impuesto: trataba de la
un cuento. Algo simi lar me sucedió , algunos días más tarde, ruina de una clase y de su sus u tuoon por otra , de la metamo:f_o-
cuando me invitaron a almorzar en casa de mi tía. sis de un sistema de valores basados en el concepto de la fam1ha ,
Sentada a la cabecera de la mesa, mientras dejaba caer en su por unos intereses de lucro y apr<;>vechamiento pers_o~al~s,
taza !,le té una lenta cucharada de miel, escuché a mi tía-comen- resultado de una visión del mundo mescrupulosa y uu~1tana :
zar a contar un cuento. La historia había tomado lug ar en una Encendida la mecha, aquella misma tarde me encerre e_nm1
lejana hacienda de caña, a comienzos de siglo , dijo , y su heroína estudio y no me detuve hasta que aquella ~hispa que baila~a
era una parienta lejana suya que confeccionaba muñecas relle- frente a mis ojos se detuvo justo en ~l ~orazon d~ lo que quena
nas de aquel líquido . La extraña señora había sido víctima de su decir. Terminado mi cuento, me recline sobre la silla para leerlo
marido, un tarambana y borrachín que había dilapidado irre- completo segura de haber escrito un relato sobre un tema
mediablemente su fortuna, para luego echarla de la casa y objetivo , ~bso lut amente depurado de conflictos femeninos Y~e
amancebarse con otra. La familia de mi tía, respetando las alcance trascendental , cuando me di cuenta _de que t~os ~1s
costumbres de entonces, le había ofrecido techo y susten to, a cuidados habían sido en vano. Aquella panenta extrana , VIC-
pesar de que para aquellos tiempos la hacienda de caña en que tima de un amor que la había sometido ~os veces a ~a exp lot ~-
vivían se encontraba al borde de la ruina . Había sido para ción del amado , se había quedado con m1 cuento, remaba en el
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como .una vestal trágica e implacable. Mi tema, bien que encua- dora resignación), la había destruido en mi nombre . Aunque es
drado en el contexto histórico y sociopolítico que me había posible que también la haya salvado. En cuento~ P<;>stenore~,
propuesto, seguía siendo el amor, la queja, y ¡ay! era necesario mis heroínas han logrado ser más valerosas y mas hbre~, mas
reconocerlo, hasta la venganza . La imagen de aquella mujer, energéticas y positivas, quizá porque nacieron de las cemzas de
halconeándose años enteros frente al cañaveral con el corazón la "Muñeca Menor". Su decepción fue, en todo caso, lo que me
roto, me había tocado en lo más profundo. Era ella quien me hizo caer , de la sartén, al fuego de la literatura . ·
había abierto por fin la ventana, antes tan herméticamente
cerrada, de mi cuento. 11
Había traicionado a Simone, escribiendo una vez más sobre "De cómo salvar algunas cosas en medio del fuego"
la realidad interior de la mujer, y había traicionado a Virginia,
dejándome llevar por la ira, por la cólera que me produjo He contado cómo fue que escribí mi primer cuento, y qui-
aquella historia. Confieso que estuve a punto de arrojar mi siera ahora describir cuáles son las satisfacciones que descu-
cuento al cesto de la basura , deshacerme de aquella evidencia bro hoy en ese quehacer cuya iniciación me fue, en un m~me~to
que, en la opinión de mis evangelistas de cabecera, me identifi- dado, tan dolorosa. La literatura es un arte contradictorio,
caba con todas las escritoras que se habían malogrado trágica- quizá el más contradictorio que existe: por un lado es el resul-
mente en el pasado y en el presente. Por suerte no lo hice; lo tado de una entrega absoluta de la energía, de 1~ inteligencia,
guardé en un cajón de mi escritorio en espera de mejores tiem- pero sobre todo de la voluntad, a la tarea creauva, y por ~tro
p~s , de ese día en que quizá llegase a comprenderme mejor a mi lado tiene muy poco que ver con la voluntad, porque el es~ntor
misma. nunca escoge sus temas, sino que sus temtts lo escogen a ~l. Es
Han pasado diez años desde que escribí "La muñeca menor", entre estos dos polos o antípodas que se fecunda_ la ob_ralitera-
y he escrito muchos cuentos desde entonces; creo que ahora ria, y en ellos tienen también su origen las sausfacoones del
puedo objetivar con mayor madurez las lecciones que aprendí escritor. En mi caso , éstas consisten de una voluntad de hacerme
aquel día . Me siento menos culpable hacia Simone y hacia útil y de una voluntad de gozo. .. .
Virginia, porque he descubierto que , cuando uno intenta La primera, (relacionada a mis temas, a !11~ intento ?e ,susu-
escribir un cuento (o un poema , o una novela), detenerse a tuir el mundo en que vivo por ese mundo utopico que pi~ns?) es
escuchar consejos, aun de aquellos maestros que uno más una voluntad curiosa , porque es una voluntad a postenori: La
admira, tiene casi siempre como resultado la parálisis de la voluntad de hacerme útil , tanto en cuanto al dilema femenino,
lengua y de la imaginación . Hoy sé por experiencia que de nada como en cuanto a los problemas políticos y sociales que_ tam-
vale escribir proponiéndose de antemano construir realidades bién me atañen, me es absolutamente ajena cuando empiez? a
exteriores, tratar sobre temas universales y objetivos, ~i uno no escribir un cuento, no obstante la claridad con que la perobo
construye primero su realidad interior; de nada vale intentar un 'a vez terminada mi obra . Tan imposible me resulta propo-
escribir en un estilo neutro, armonioso, distante, si uno no tiene nerme ser útil a tal o cual causa, antes de comenzar a escribir,
primero el valor de destruir su realidad interior. Al escribir como me resulta declarar mi adhesión a tal o cual credo reli-
sobre sus personajes , un escritor escribe siempre sobre sí mismo, gioso, político o social. Pero el lenguaje creador es como la
o sobre posibles vertientes de sí mismo, ya que, como a todo ser creciente poderosa de un río, cuyas mareas laterales atrapan las
humano, ninguna virtud o pecado le es ajeno . lealtades y las convicciones, y el escritor se ve siempre arrastrado
Al identificarme con la extraña parienta de la "Muñeca por su verdad.
Menor ", yo había hecho posible ambos procesos: por un lado Es ineludible que mi visión del mundo tenga mucho que ver
había reconstruido, en su desventura , mi propia desventura con la desigualdad que sufre todavía la I?ujer en nuestra ~dad
amorosa, y por otro lado, al darme cuenta de cuáles eran sus moderna. Uno de los problemas que mas me preocupa sigue
debilidades y sus fallas (su pasividad , su conformidad, su aterra· siendo la incapacidad que ha demostrado la sociedad para
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r~s,olver eficazmente su dilema, los obstáculos que continúa opo- durante siglos. Comenzando con la novela gótica del siglo 18,
m:ndole en su lucha por lograrse a sí misma, tanto en su vida cuya máxima exponente fue Mrs. Radc!iffe, y pasando por las
pnvada como en su vida pública. Quisiera tocar aquí somera- novelas de las Bronte, por el Frankenstem de Mary Shelley, por
mente , entre la enorme gama de tópicos posibles relacionados a The Milland the Flossde George Eliot, así como por las novelas
este tema, «:!lasunto de la obscenidad en la literatura femenina. de Jean Rhys, Edith Wharton y h~sta las ~e Virginia_ ~oolf (y
. Hace algunos meses, en la ocasión de un banquete al que ¿qué otra cosa es Mrs. Dalloway smo \ln,a i_nterpretaoo1: subh-
asistí en conmemoración del centenario de Juan Ramón Jimé- mada, poética, pero no por eso menos iromca y _acusaton~ de la
nez, ~e me acercó un célebre crítico, de cabellera ya plateada por frívola vida de la anfitriona social?), la narrauva femenina se
los anos '. p~ra hablarme, frente a un grupo nutrido de personas, había caracterizado por un lenguaje a menudo agresivo y dela-
s<:>bremis hbros. Con una sonrisa maliciosa, y guiñándome un tor. Iracundas y rebeldes habían sido todas, aunque alguna más
OJO que pretendía ser cómplice, me preguntó, en un tono titi- irónica más sabia y veladamente que otras.
lante y cargado de insinuación, si era cierto que yo escribía Un~ cosa, sin embargo, me llamó la atención de aque_llas
cuen~os pornográfic_os y que, de ser así, se los enviara, porque críticas, el silencio absoluto que guardaban, en sus respecll~os
quena leerlos. Confieso que en aquel momento no tuve, quizá estudios, sobre el uso de la obscenidad en la literatura femenina
por excesiva consideración a unas canas que a distancia se me contemporánea. Ninguna de ellas abordaba el tema, pese_al
antojan verdes, el valor d: mentarle respetuosamente a su padre, hecho de que el empleo de un lenguaje sexualmente proscrllo
pero _el_suceso me afecto profundamente. Regresé a mi casa en la literatura femenina me parecía hoy uno de los resultados
depnmida, temerosa de que se hubiese corrido el rumor entre inevitables de una corriente de violencia que había abarcado ya
críticos _in~~gnes,, de que mis escritos no eran otra cosa q~e una varios siglos. Y no era que las escritoras no se hubiesen servi~o
transcnpc10n mas o menos artística de la Historia de O. de él: entre las primeras novelistas que emplearon un lenguaje
Por supuesto que no le envié al egregio crítico mis libros, obsceno, de las que publicaron sus novelas en los Estados
pero pasada la primera impresión desagradable, me dije que Unidos luego de levantados los edictos · contra el CJ_lysses,_ en
aquel asunto de la obscenidad en la literatura femenina merecía 1933, por ejemplo, se encontraron Iris Mur?och, Dons Lessin y
ser examinada_ más de c~rca. Convencida de que el ancianocaba- Carson McCullers, quienes le dieron por pnmera vez un empleo
Hero no era srno un e1emplar de una raza ya casi extmta de desenvuelto y desinhibido al verbo "joder". Erica Jong , por
críticos abiertamente sexistas, que consideran la literatura su otro lado, se había hecho famosa precisamente por el uso de un
feudo privado, decidí olvidarme del asunto, y -volver aquel vocabulario agresivamente impúdico en sus novelas, pero del
pequeño agravio en mi provecho. cual jamás hacía mención en sus bien educados y respetuosos
Comencé entonces a leer todo lo que caía en mis manos ensayos sobre la literatura femenina contempor~nea._ .
sobre el tema de la obscenidad en la narrativa femenina. Gran E.ntrar aquí a fondo en este tema , con todas sus implicaciones
parte de la crítica sobre la narrativa femenina se encuentra hoy sociológicas, (y aún políticas) resultaría imposible , y mi propó-
formulada por mujeres , y éstas suelen enfocar el problema de la sito al abordarlo no·fue sino dar un ejemplo de esa voluntad de
mujer desde ángulos muy diversos: el marxista, el froidiano, o el hacerme útil como escritora, de la cual me doy cuenta siempre a
á~g_ulo de la r:volución sexual. Pese a sus diversos enfoques, las posteriori. Cuando el insigne críti~q- me abordó :n aquel ban-
cnucas femenmas, tanto Sandra Gilbert y Susan Gubar , en The quete, señalando mi fama como mihtante de la hteratura por-
Madwoman in the Attic, por ejemplo, como Mary Ellen Moers nográfica, nunca me había preguntado cuál era la meta que me
en Literary Women ; como Patricia Meyer Spacks en The proponía al emplear un lenguaje obsceno en ~i~ cuentos .. Al
Female Imagination o Erica Jong en sus múltiples ensayos, darme cuenta de la persistencia con que la cnuca femenina
parecían estar de acuerdo en lo siguiente: la violencia, la ira, la contemporánea circunvalaba el escabroso tema, mi intención se
mconformidad ante su situación, había generado gran parte de me hizo clara: mi propósito había sido precisamente la de volver
la energía que· había hecho posible la narrativa femenina esa arma, la del insulto sexualmente humillante y bochornoso ,
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bl~ndida d~rante tantos siglos contra nosotras , contra esa su día y de su noche , le prohíbe abandonarla hasta que esa
~msma SOCiedad, contra sus prejuicios ya . caducos forma que ha despertado en ella y que ella , ahora, también
inaceptables . e
intuye, alcance a encarnar. El secreto del conocimiento corporal
Si la obscenid~d había sido ~radicionalmente empleada pa del texto se encuentra , en fin, en la voluntad de gozo, y es esa
degradar y hum~llar a la muJer , me dije , ésta debería de s: 'voluntad la que le hace posible al autor cumplir con sus otras
doble~ente efe_ct1vapara redimirla. Si en mi cuento "Cuando voluntades , con su voluntad de hacerse útil , por ejemplo, o con
las m_uJeres qmeren a l?s hombres" o " De tu lado al paraíso", su voluntad de construir y de destruir el mundo.
por eJemplo, el lenguaJe obsceno ha servido para que una sola El segundo conocimiento que implica para mí la inmedia-
p_e,rsonase conmueva ante la injusticia que implica la explota- tez al cuerpo del texto es un conocimiento intelectual, resultado
cio~ sexua el a ~~Jer , no ~e importa que me consideren una directo de esa incandescencia a la que me p~ecipita el deseo del
es~ntora pornograhca. Me siento satisfecha porque habrécum- texto . En todo escritor o escritora, en todo artista , existe un sexto
phdo caba~mente con mi voluntad de hacerme útil. sentido que le indica cuando ha alcanzado su meta , cuando ese
Pero ~1 voluntad ~e hacerme útil, así como mi voluntad cuerpo que ha venido trabajando ha adquirido ya la forma
co_nstrucuva y destrucuva, no son sino las dos caras de una definitiva que debería tener. Alcanzado ese punto, una sola
misma moneda: ambas se encuentran inseparablemente unidas palabra de más (una sola nota , uná sola línea), causará que esa
p_or una tercera neces~dad, que conforma la pestaña resplande- chispa o estado dé gracia, consecuencia de la amorosa lucha
oente _de_su borde : m1 voluntad de gozo . Escribir es para mí un entre él y su obra , se extinga irremediablemente. Ese momento
conoc1m1e_nto_c?rporal, la prueba irrefutable de que mi forma es siempre un momento de asombro y de reverencia: Marguerite
h~mana _(mdiv1dual y colectiva) existe, y a la vez un conoci- Yourcenar lo compara a ese momento misterioso en que el
miento intelectual , el descubrimiento de una forma que me panadero sabe que debe ya dejar de amasar su pan, Virginia
prece~e. Es ~ólo a través ?el gozo que logramos dejar cifrado, en Woolf lo define como el instante en que siente la sangre fluir de
el t:sum~m10 de lo paru~ula~, la experiencia de lo general, el punta a punta por el cuerpo de su texto . La satisfacción que me
tesumomo de nuestra h1stona y de nuestro tiempo. y a ese proporciona ese conocimiento, cuando termino de escribir un
c,uerpo del texto , como bien sabía Neruda (para quien no exis- cuento, es lo más valioso que he logrado salvar del fuego de la
uan la~ palabras púdicas ni las impúdicas , las palabras obsce- literatura.
n~s, m las gazmoñ?s, sino las palabras amadas) sólo puede
darsele forma a traves del gozo , disolviendo la piel que separa la III
palabra "piel" de la piel del cuerpo. " De cómo alimentar el fuego "
Esta con?ición álgida, ese gozo encandilado que se establece
en~re el _escntor (o la escritora) y la palabra , no se logra jamás al Quisiera ahora hablar un poco de ese combustible miste-
pnmer intento. El deseo está ahí, pero el gozo es esqui 'vo y nos rioso que alimenta toda literatura : el combustible de la imagi- ¿_----
elude, se cuela por entre los intersticios de la palabra · se cierra a nación. Me interesa este tema por dos razones: por el curioso
veces, como el moriviví , al menor contacto . Pero si aÍ principio escepticismo que a menudo descubro, entre el público en gene-
la_palabra se m~estra _fría,_ ~ndiferente, ausente a los requeri- ral, en cuanto a la existencia de la imaginación ; y por la impor-
mientos del ~s,cnto~ , s1tuac10n que inevitablemente lo sume en tancia que suele dársele, entre legos y profesionales de la
la desesperac1~n mas negra , a fuerza de tajarla y bajarla , amarla literatura , a la experiencia autobiográfica del escritor. Una de
Y m~ltratarla, es~ va poco a poco cobrando calor y movimiento, las preguntas que más a menudo me han hecho , tanto extraños \
com1e?za a respirar y a palpitar bajo sus dedos, hasta que se como amigos, es cómo pude escribir sobre Isabel la Negra , una
apropia, ella a su vez, de su deseo, de la implacable necesidad de famosa ramera de Ponce (el pueblo del cual soy oriunda) sin
s~r colmada. La palabra se vuelve entonces tirana , reina en cada haberla conocido nunca. La pregunta me resulta siempre sor-
silaba Y en cada pensamiento del escritor, ocupa cada minuto de prendente , porque implica una dificultad bastante generali-
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zada p~ra es~blec:r unos l~~ites eni:: la realidad imaginada y juego, irreverencia ante lo establecido , el atrev_erse a inv:ntar un
la realidad v1vencial, o qm za esta dificultad no sea sino la de or en posible , superior al existente, y sm este Juego la hter~tura
co~prender cuál es la naturaleza intrínseca de la literatura . A n o existe. Es por esto que la imaginación (como la obra litera-
mí Jamás se m: hubiese ocurrido , por ejemplo , preguntarle a ria) es siempre subversiva. Concuerdo con Octavio Paz , en que '--
Mary Shelle y s1, en sus paseos por los bucólicos senderos que existe algo terriblemente soez en la ment e mod~rna , algo que
rodean el lago de Ginebra, se había topado alguna vez con un tolera "toda suerte de mentiras indignas en la vida real, y toda
moi:istruo muerto-vivo de diez pies de altura, pero quizá esto se suerte de realidades indignas " , pero que no soporta la existen-
d~bió a qu~,_cuando leí por primera vez a Frankenstein , yo era cia de la fábula. Esto se refleja en la manera en que la literatura
solo una mna, y Mary Shelley llev a ba ya muerta más de cien se enseña ho y en nuestras universidades : por medi~ de ':1n
años. Al principio pensé que aquella pregunta ingenua era acercamiento principalmente analítico al quehacer literano . 1'
comprensible en nuestra isla, en un público poco acostum- En nuestros centros docentes se analiza de mil maneras la obra
brado a leer ficción, pero cuando varios críticos me preguntaran escrita: según las reglas del estructuralismo, de la sociología , de _
si había llegado a conocer personalmente a Isabel la Negra, la estilística de la semiótica y de muchas escuelas más . Cuando
muerta hacía pocos años , o si alguna vez había visitado su se ha termi~ado con ella , se la ha vuelto al derecho y al revés,
prostí)lUlo (~ugerenci~ _que inevitablemente me hacía sonrojar hasta no quedar de ella otra cosa que una nube de sememas y de
con v10lenoa), me d1Je que la dificultad para reconocer la morfemas que flotan a nuestro alrededor. Es como si ~ a
¡, existencia de la imaginación era un mal de ma yor alcance . literaria hubiera que dignificarla, desentrañándol e, como a un
Siempre me había parecido que la crítica contemporánea le reloj cu os mecanismos se desmontan , sus ~ecretas a~andel~s Y . /'
daba demasiada importancia al estudio de la vida de los escrito- tuercas, cuando lo importante no es tanto como funoona, smo V
res, P:ro ~q_uella in~i.stencia en la naturaleza impúdicamente cómo marca el tiempo. La enseñanza de la literatura en nuestra
autob10grahca de mis relatos me confirmó en mis temores. La sociedad es admisible sólo desde el punto de vista del crítico : ser
importancia que han cobrado hoy los estudios biográficos un especialista , un desmontador de la ~itera~ura , es un e~tatus
parece basarse en la premisa de que la vida de los escritores hace dignificante y remunerante. Ser un escntor, sm ~mbargo , Jugar
de alguna manera más comprensibles sus obras cuando en con la imaginación, con la posibilidad del camb10, es un queha-
realidad es a la inversa . La obra del escritor , una ve~ terminada, cer subversivo , no es ni dignificante ni remuneran te. Es por esto
a qmere ui:ia independencia absoluta de su creador , y sólo que en nuestros centros docentes se ofrecen t~n pocos cursos de
puede relac10narse con él en la medida en que le da un sentido creación literaria , y es por esto que los escntores se ven, en la
profu~do o _superficial a su vida. Pero este tipo de exégesis de la mayoría de los casos , obligados a ganarse la vida en otras profe-
obra hterana , bastante común hoy en los estudios de la litera- siones, escribiendo literalmente " por amor al arte ".
tura masculina , lo es mucho más en los estudios sobre la litera- Aprender a escribir (no a hacer crí~i~a literaria),es un qu~ha-
tura femenina . Los tomos que se han publicado recientemente cer mágico, pero también muy espeohco : Tambien el c?i:i~uro
sobre la vida de las Bronte, por ejemplo, o sobre la vida de tiene sus recetas , y los encantadores mid en con preos10n Y
Virginia Woolf, exceden sin duda los tomos de las novelas de exactitud la medida exacta de hechizo que es necesario añadir al
éstas . Tengo la solapada sospecha de que este interés en los caldero de sus palabras. Las reglas de cómo escribir un cuento,
d~t~s biográficos de las escritoras tienen su origen en el conven• una nov ela o un poema, reglas para nada secretas, están ahí ,
c~r_ri
¿ ento de que las mujeres son más incapaces de la imagina· salvadas para la eternidad en vasos cópticos por los críticos,
ci_oE ~ue ~o~ hombres, y de qu e sus obras ejercen por lo tanto un pero de nada le valen al escritor si éste no aprende a usarlas .
pilla Je _mas me scrupuloso de la realidad que la de sus compañe- La primera lección que los estudiosos de literatura deberían
ros arustas. de aprender hoy en nuestras universidades es, ?º sól~ que la
. . La dificultad p~ reconocer la existencia de la imaginación ima inación existe, sino que ésta es el combusuble mas po9,e-
llene en el fondo un origen social. La imaginación impli91 roso que alimenta toda ficción. Es por medio de la imaginación
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qu_e e_lescritor transforma esa experiencia que constituye la veces los capítulos de Madame Bovary, pero Virginia Woolf
pnnopal cantera de su obra, su experiencia autobiográfica, en re-escribió catorce veces los capítulos de Las olas, sin duda el
matena de arte.
doble de veces que Flaubert porque era una mujer, y sabía que la
crítica sería doblemente dura con ella.
IV Lo que quiero decir con esto puede que huela a herejía, a
"Conclusión" cocimiento pernicioso y mefítico, pero este ensayo se trata,
después de todo, de la cocina de la esc~it_ura. Pe~e a mi metamor-
Quisiera ahora tocar directamente el tema al cual le he fosis de ama de casa en escritora, escnbu y cocinar a menudo se
estado dando vueltas y más vueltas al fondo de mi cacerola desde me confunden, y descubro unas correspondencias sorpren _den-
el comienzo de este ensayo. El tema es hoy sin duda un tema tes entre ambos términos. Sospecho que no existe una escntura
borb<;>lleantey candente, razón por la cual todavía no me había femenina diferente a la de los hombres. Insistir que sí existe
atrevido a pon_erlo ante us_tedesso?re la mesa. ¿Existe, al fin y al implicaría paralelamente _la existencia de u?a ~a~uraleza feme-
cab?, una escn~ura femenina? ¿Existe una literatura de mujeres, nina distinta a la masculina, cuando lo mas logico me parece
radicalmente diferente a la d~ los hombres? ¿Ysi existe ha de ser insis~ir en la existencia de una experiencia radicalmente dife-
ésta apasionada e intuitiva, fundamentada sobre las se~saciones rente. Si exisuera una naturaleza femenina o masculina, esto
y los_sentimientos, coi:rioquería Virginia, o racional y analítica, implicaría unas capacidades distintas en la mujer y en ~l hom-
inspuada en el conocimiento histórico, social y político como bre en cuanto a la realización de una obra de arte, por eJemplo,
q_!;leríaSimone? Las escritoras de hoy, ¿hemos de ser defe~soras cu;ndo en realidad sus capacidades son las mismas, porque
de l~s valores f~meninos en el sentido tradicional del término, y éstas son ante todo fundamentalmente humanas.
cultiva~ una hteratura armoniosa, poética, pulcra, exenta de Una naturaleza femenina inmutable , una mente femenina
obscenidades, o hemos de ser defensoras de los valores femeni- definida perpetuamente por su sexo, justificaría la existencia de
~os en el sentido moderno, cultivando una literatura comba- , un estilo femenino inalterable, caracterizado por ciertos rasgos
uva, acusatoria, incondicionalmente realista y hasta obscena? de estructura y lenguaje que sería fácil reconocer en el estudio de
¿Hemos de ser, en fin, Cordelias, o Lady Macbeths? ¿Doro teas 0 las obras escritas por las mujeres en el pasado y en el presente.
Medeas?
Pese a las teorías que hoy abundan al respecto, creo q~e estos
. Decía Virginia Woolf que su escritura era siempre feme- rasgos son debatibles. Las novelas de Jª':1e Austen, por e1emplo,
n~~ª• que no podía ser otra cosa que femeriina, pero que la eran novelas racionales , estructuras meuculosamente cerradas Y
dificultad estaba en definir el término. A pesar de no estar de lúcidas , diametralmente opuestas a las novelas diabólicas, mis-
acuerdo con muchas de sus teorías, me encuentro absoluta- teriosas y apasionadas de su contemporánea Emily Brontl:'. Y las
mente de acuerdo con ella e~ e~to._Creo que las escritoras de hoy novelas de ambas no pueden ser más diferentes de las n~velas
tenemos, a~te todo, que,esc~ibu bien, y que esto se logra única- abiertas, fragmentadas y sicológicamente sutiles d~ escn~oras
~ente dominando las tecmcas de la escritura . Un soneto tiene modernas como Clarisse Lispector o Elena Garro. Si el esulo es
solo catorce líneas_,un número específico de sílabas y una rima y el hombre el estilo es también la mujer, y éste difiere profunda-
un metro determinados, y es por ello una forma neutra ni mente no 'sólo de ser humano a ser humano , sino también de
femenina ni masculina, y la mujer se encuentra tan capacit~da
obra a obra.
como el hombre para escribir un soneto perfecto. Una novela En lo que sí creo que se distingue la literatura femenina?e la
perfecta, como dijo Rilke, ha de ser construida ladrillo a ladri- masculina es en cuanto a los temas ue la obsed_gi. La s mu1eres
llo, con infini_ta paciencia, y por ello tampoco tiene sexo, y hemos tenido en el pasado un acceso muy limitado al mundo de
pue~e _ser _escnta tanto por una mujer como por un hombre. la política, de la ciencia o de la avent~ra, por ejemplo, aunque
Escnbu b~en, para la mujer, significa sin embargo una lucha hoy esto está cambiando . Nuestra ~i,ter~tura ~e encuentra a
mucho mas ardua que para el hombre: Flaubert re-escribió siete menudo determinada por una relaoon inmediata a nuestros
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cuerpos: somos nosotras las que gestamos a los hijos y las que
les damos a luz, las que los alimentamos y nos ocupamos de su
supervivencia. Este destino que nos impone la naturaleza nos
coarta la movilidad y nos crea unos problemas muy serios en
cuanto intentamos reconciliar nuestras necesidades emociona-
les con nuestras necesidades profesionales, pero también nos
pone en contacto con las misteriosas fuerzas generadoras de la
vida. Es por esto que la literatura femenina se ha ocupado en el TESTIMONIOS DE UNA ESCRITORA:
pasado, mucho más que la de los hombres, de experiencias ELENA PONIATOWSKA EN MICROFONO•
interiores, que úenen poco que ver con lo histórico, con lo
social y con lo políúco. Es por esto también que su literatura es
más subversiva que la de los hombres, porque a menudo se
atreve a bucear en zonas prohibidas , vecinas a lo irracional, a la Hubo una vez una mujer feliz de _t~ner un
secreto para ella sola, guardado, apns10nado,
locura , al amor y a la muerte; zonas que, en nuestra sociedad escondido en lo más ínúmo de su ser, y fue su
racional y utilitaria, resulta a veces peligroso reconocer que razón de vivir el conservarlo íntegr~ , has~a
· existen. Estos temas interesan a la mujer, sin embargo, no que el colmo de su dicha fue monrse sm
porque ésta posea una naturaleza diferente, sino porque son el habérselo revelado a nadie ...
cosecho paciente y minucioso de su experiencia. Y esta expe- Vidaluz Meneses (1973)
riencia, así como la del hombre, hasta cierto punto puede
cambiar; puede enriquecerse, ampliarse. y amo profundamente a Ros ario Castellan?s. Me gusta su
Sospecho , en fin, que el interminable debate sobre si la oesí~ ésta me ha dado mucho. También me dio much<:>como
escritura femenina existe o no existe es hoy un debate insubstan- fer hu~ano porque era una gente que sufrió mucho y s~empre
cial y vano . Lo importante no es determinar si las mujeres estaba dánd~le la vuelta a la ronda del ?esamor. Ella siempre
debemos escribir con una estructura abierta o con una estruc- creía que no la amaban y siempr: se senua, yo creo, que era un;
tura cerrada, con un lenguaje poético o con un lenguaje obs- mujer frágil. Era una mujer dehcada, muy du_lcey muy alegr .
ceno, con la cabeza o con el corazón. Lo importante es aplicar Tenía una voz que sonaba como una campamta. :Una voz muy
esa lección fundamental que aprendimos de nuestras madres, cristalina y muy alegre. Ella es un _serque yo s1emprr~e~gl~
las primeras, después de todo , en enseñarnos a bregar con fuego: resente ienso en ella muy seguido aunque en_rea _1 a
el secreto de la escritura , como el de la buena cocina , no úene p era mai · ~ntentó suicidarse varias veces. Ro _sa~10 hizo dos
absolutamente nada que ver con el sexo, sino con la sabiduría ~uovelasindigenistas, Balún-Canán y Oficio de tzr:ieblas, y es en
con la que se combinan los ingredientes. el trabajo que hizo con estas dos nov;las qu~ pudiera ha~r ~n~
conexión con lo que yo escribo. Balun ~ es sobre su m an
cia su relación con su nana y con sus padres que era; bl~os Y

---
hacendados. Está situada en Comitán, Chiapas, en an

ege el 12 de noviero re ,
is o-

. . . de la charla qu e dio Elena Poniatowsk a


• Este texto es una rran s~npcb10nde1982 durant e el Congr eso Latinoameri-
en smi
·th Coll G .
. . ¡ h echa por Patricia Elena onza 1ez.
cano de Escritoras. La adaptac10n ue
•• Vidaluz Menes es, "bH_u~ una
Nicaragua : Centro de Pu 1icac10nes
v~i;Í:i:E::;:;i;~.~
<~:::~~
Popul ar 2, 1982.)

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