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CBTis 250

Plantel Pedro Moreno

FIL SOFÍA
FORMACION BASICA
FILOSOFIA
Alumno:
LOPEZ RAMIREZ ISMAEL

Materia:
TEMAS DE FILOSOFIA

Centro de Bachillerato Tecnológico Industrial y de Servicios N°250

´´Pedro Moreno´´

Docente:
BLANCA EUGENIA CALDERON MARCELO

Especialidad:
CONTABILIDAD

Fecha:
21-03-2021
RENATO DESCARTES, EL PADRE DE LA FILOSOFÍA
MODERNA.
Renato Descartes, padre de la filosofía moderna, todo su pensamiento está marcado por la
búsqueda incesante de la certeza. Esto es clave, el criterio de verdad para Descartes es la
certeza, el convencimiento subjetivo. De tal modo que, si hay algo de lo que pueda tener la
más mínima duda, es mejor rechazarlo y tenerlo como falso.
En este punto, Descartes está muy influenciado por el esplendor del nuevo método
científico y en especial por la rigurosidad de las matemáticas, que dan resultados exactos,
precisos e indudables.
Por el contrario, le decepcionan los filósofos que nunca consiguen ponerse de acuerdo en
nada, con el resultado de que la filosofía no avanza y siempre está en el mismo sitio. Por
esto propone que la filosofía tiene que cambiar de método, y adoptar un método que sea
igual de riguroso que el de las matemáticas.
La duda, curiosamente, es un método, un camino para llegar a la certeza. Este método
tendrá cuatro reglas:
Primero:
regla de la evidencia, no aceptar nunca nada como verdadero a menos que esté
completamente convencido de que lo es. En el fondo, se trata de evitar la precipitación en
el juicio hasta conseguir la evidencia. El criterio de verdad es la evidencia o, como
Descartes lo dice, la claridad y la distinción. Se trata, por tanto, de buscar ideas que sean
claras y distintas.
Descarte se propone dudar de todas sus opiniones antiguas y empezar absolutamente de
cero hasta encontrar una verdad indudable sobre la que fundamentar el conocimiento
entero. Con este objetivo se aparta del mundo y se aparta de todos, se recluye en una
habitación y se confía sólo a su pensamiento.
Segundo:
regla del análisis. Dividir los problemas en tantas partes como sea posible y necesario.
Dividir lo complejo en lo simple precisamente con el objetivo de llegar a estas ideas
básicas que sean claras y distintas y que no puedan ser tomadas más que por verdaderas.
Su método será la duda, pero su objetivo será muy diferente del de la duda escéptica. Si el
escéptico duda para permanecer en la duda, Descartes dudará (o fingirá dudar) para
alcanzar justamente lo contrario: la certeza, la ausencia de posible error, el fundamento
seguro. Es esta duda metódica radical la que le llevará al establecimiento de un nuevo
método simple y claro.
Descartes se topa con una verdad indudable. In-du-bi-ta-ble. Por mucho que exista un genio
maligno, no me puede engañar respecto de mi duda. Es decir, si yo dudo estoy seguro de
que dudo, nadie me puede engañar de eso, pero además si yo dudo eso es que pienso y,
además, si pienso existo.
Cogito, sum. "Yo existo" se erige como la primera verdad indudable, el primer principio de
la nueva filosofía. Y yo existo precisamente como cosa pensante, como «res cogitans»... o
«res cogita», yo existo, pero ¿qué soy? Una cosa que piensa. Esto es importante, ¿eh? Sólo
soy, de momento, una cosa que piensa.
Tres:
reglas de la síntesis. Una vez he llegado a lo más simple tengo que conducir con orden mi
pensamiento e ir ascendiendo hasta llegar a lo más complejo. Se trata de ir trasladando la
evidencia de lo simple, de lo claro y distinto, hasta lo complejo, por medio de cuidadosos
pasos lógicos y racionales, hasta conseguir clarificar y evidenciar lo complejo.
Para Descartes la regla de la duda metódica; ocurre simplemente que, mientras no se
alcance la verdad, es necesario establecer normas provisionales para dirigir nuestros actos.
Estas normas incluyen obedecer siempre las leyes y costumbres del país; permanecer fiel a
las opiniones aceptadas como verdaderas, mientras no se demuestren como falsas, evitando
así las incertidumbres en la investigación; aceptar las verdades halladas y los hechos
inevitables, adaptándose a ellos en lugar de pretender que se adapten a nosotros; y, por fin,
aplicar nuestras vidas al cultivo de nuestra razón y adelantar todo lo posible en el
conocimiento de la verdad según el método expuesto anteriormente.
Cuatro:
La proyección de la duda sobre la forma en que percibimos el mundo, sobre la fiabilidad
de los sentidos (vemos doblarse una vara al introducirla en el agua), sobre la misma
existencia de este mundo exterior (imposibilidad de distinguir la vigilia del sueño) e
incluso sobre las mismas verdades racionales (mediante la hipótesis de un genio maligno
que deliberadamente nos engaña) es la que llevará a la primera certeza, a la roca firme
sobre la que levantar el edificio del conocimiento humano.
La proyección de la duda sobre la forma en que percibimos el mundo, sobre la fiabilidad de
los sentidos (vemos doblarse una vara al introducirla en el agua), sobre la misma existencia
de este mundo exterior (imposibilidad de distinguir la vigilia del sueño) e incluso sobre las
mismas verdades racionales (mediante la hipótesis de un genio maligno que
deliberadamente nos engaña) es la que llevará a la primera certeza, a la roca firme sobre la
que levantar el edificio del conocimiento humano.
CINCO:
En la quinta parte, Descartes expone algunas aplicaciones de su método científico a los
estudios físicos. La creación, el universo, está gobernada por leyes mecánicas que
permiten dar cuenta de todos los fenómenos materiales. Descartes concibe el cuerpo
humano como un mecanismo, y desarrolla aquí su explicación mecánica del movimiento
del corazón, así como su concepción de los otros seres vivientes como “animales-
máquina”.
LA SEXTA Y ÚLTIMA PARTE
Nos narra las incidencias en la elaboración de la misma obra, explicando las razones por
las que retrasó tres años su publicación (temor a provocar escándalo, como Galileo, y a
ser turbado con eventuales polémicas) y las razones que le inducen finalmente a
publicarlo: mostrar honestamente el resultado de sus estudios y dar a otros la posibilidad
de continuarlos.
El método de Descartes es una de las obras que inauguran la filosofía y la ciencia
modernas. Entre sus virtudes sobresale la lucidez y simplicidad de su argumentación, que
favorecería (junto al hecho de estar redactada en francés) la divulgación de las nuevas
directrices de la filosofía racionalista.

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