La corrupción en lo social y sus
crímenes de lesa humanidad
Laura Romero 62161091
Mateo Cortes 45162004
Esteban Medina 45171062
Autor:
Fuente: Luis Robayo de BBC Mundo, 2017.
¿En qué se asemeja un miembro de grupos
al margen de la ley con un miembro del
sector político, educativo, salud o
cualquier otro sector, pero que es acusado
de corrupción? Pues bien, ante una
sociedad globalizada, en donde las noticias
corren más rápido, en donde prevalecen las
imágenes y videos sobre el ejercicio de la
lectura, siendo así las redes sociales los
sitios más frecuentados para estar
“actualizados” de lo que está sucediendo;
en donde prima el marketing del
amarillismo, sobre el ejercicio ético del
periodismo… El ser parte de un grupo al
margen de la ley, el ver los atentados
contra la población civil o los bienes
públicos; resulta un hecho que escandaliza
y es inaceptable; al igual que es
inaceptable cuando un nuevo funcionario
público resulta involucrado en procesos
deshonestos de corrupción.
Sin embargo, ¿hay una persecución
decidida por combatir estos personajes
deshonestos, como si los hay para
combatir los grupos al margen de la ley?
¿Reciben el mismo rechazo moral? Pues
bien, aun cuando existen quienes ponen a
consideración todas las personas afectadas
por los actos de corrupción, sea cuando se
trate de los recursos de un programa de
alimentos a niños o un programa de
educación pública o de subsidio de
vivienda… Es imposible mostrar en una
imagen o un video, la cantidad de personas
afectadas en estos atentados de la
corrupción; puesto que sí, quienes aún
desde lo “pequeño – pequeñas
cantidades”, es permisivo a actos
deshonestos; termina siendo tan
perjudicial como un guerrillero… Pues
aunque no se vea en las noticias los
crímenes de lesa humanidad
provocados por la corrupción, no quiere
decir sean inexistentes, sólo significa que
no han sido estudiadas las consecuencias e
impacto en la vida de sus víctimas o en
otros casos, el que son tantas las personas
afectadas, que sería imposible estudiarlas
en el corto o largo plazo.
¿Cuántos programas en lo social se han
visto libres en Colombia de la –
corrupción? ¿Cuántas veces no se escucha
rumorar las “tajadas económicas” en
proyectos de vivienda, en puestos de
trabajo, en proyectos de alimentación o de
infraestructura? Ahora, ¿cuán visibles han
sido las vidas de los niños, niñas y
adolescentes, que no tenían qué desayunar
o almorzar y prefirieron entonces no asistir
a la escuela y dedicarse sólo a trabajar,
truncando así la formación de su
identidad-vocación, de un mejor futuro
para ellos mismos y sus familias? ¿Cuán
visibles son las vidas de las mujeres madre
cabeza de familia o personas en condición
de vulnerabilidad, que nunca pudieron
acceder a una vivienda digna y por tanto
continuaron en su situación de
vulnerabilidad hasta su muerte? ¿Cuántos
son los que secuestrados en sus
vulnerabilidades no pudieron nunca
liberarse, muriendo así atados de manos a
sus condiciones? Si bien, se conocen
muchas historias de éxito, en los que
personas de circunstancias muy adversas
pudieron salir de su situación de
vulnerabilidad; estoy segura, que serían no
sólo muchas, sino millones de historias,
las que se contarían, si los programas
sociales del Estado o del sector privado,
fueran realmente comprometidos y
responsables con los recursos y procesos
que beneficiarán a muchos.
Desde el Trabajo Social, tales acciones
deberían de ser fuertemente vigiladas y
combatidas. Según Olga Lucía Vélez,
Trabajadora Social, existe claramente una
complejidad de lo social lo cual implica un
desafío en múltiples pliegues; en donde es
necesario afianzar los valores y principios
que direccionan el actuar profesional; así
es, que todo ello sugiere una fuerte
dimensión ética en el Trabajador Social, ya
que es en lo social en donde se presentan
con mayor frecuencia esos crímenes de
lesa humanidad provocados por la
corrupción.
Finalmente, mirar la corrupción como se
mira a un grupo al margen de la ley, es
apuntar a visibilizar los crímenes y actos
de los corruptos (as); no como una simple
práctica de robo, sino de asesinato, de
secuestro e inclusive de tortura.
Todo ello implica un fortalecimiento de la
ética, desde la infancia y durante todo el
proceso formativo; puesto que según un
estudio sobre los aspectos psicosociales de
la corrupción, de Julián y Bonavia (2017):
“La ética comportamental enseña
que, sobre todas las cosas, las
personas intentan mantener su
autoconcepto a través de
justificaciones y racionalizaciones
cuando cometen o van a cometer
una conducta corrupta. Por último,
la cuestión clásica del poder da un
paso más allá y demuestra que, más
que el poder como un recurso que
se posee, es conveniente analizar la
concepción que las personas con
poder tienen de este (personalista o
prosocial).” (p. 239).
Siendo que la solución, según ellos:
“consistiría en un reforzamiento
del sistema de valores en todas las
esferas de la vida de una persona
(educacional, político, económico,
cultural, etc.) y en implantar
políticas activas de prevención que
detecten aquellas situaciones
donde es más factible que se
produzcan situaciones de
corrupción.” (p. 240).
Este artículo buscó hacer una
revisión de la Corrupción, su
historia y sus consecuencias en
Colombia, examina el caso
colombiano recurriendo a fuentes
escritas o virtuales, para considerar
cuál ha sido su evolución, si
realmente se ha erradicado o si por
el contrario ha venido creciendo a
pesar de los esfuerzos de las
diferentes administraciones. Una
vez realizadas por su autora las
consultas y consignada la
información que consideró más
relevante, se puede decir que en el
país no ha habido éxito en cuanto a
la lucha por erradicar la corrupción
especialmente en las entidades
oficiales, muy a pesar de los
cambios que se dieron con la
Constitución de 1991, donde se
hizo la descentralización del
gobierno, pensando que sería una
solución a esta situación porque los
entes de control como la
Procuraduría, Contraloría y desayuno en el Palacio de Nariño
Fiscalías regionales, en conjunto
con las comunidades estarían
dispuestas a defender y fiscalizar
los recursos que se destinaban para
cada uno de los departamentos
p (3)
La percepción sobre la corrupción
en el país se ha venido elevando en
los últimos años, según lo revela el
Índice de Percepción de
Corrupción 2013 (IPC), de la
agencia para la Transparencia
Internacional. El informe califica
de 0 a 100 la percepción sobre
corrupción en el país y en ese
estudio, Colombia tiene 36 puntos,
muy por debajo del promedio
regional que es de 45 puntos. En la
región el país está en el lugar 18.
Para Transparencia Internacional,
el problema sigue siendo alarmante
y considera que la lentitud de la
Justicia para castigar a los
corruptos y las repetitivas prácticas
de abuso del poder en todos los
niveles del sector público se
reflejan en la pobre calificación del
país en este Índice de Percepción
de Corrupción. (Transparencia
Internacional, 2013)
Abundan los casos del
incumplimiento de estas normas.
Los funcionarios corruptos que no
solo no son sancionados, sino que,
por ser 'buenos muchachos', son
nombrados en consulados y
embajadas. Los senadores que
critican al ministro del AIS, pero
que son 'arreglados' en un
para que no aprueben la moción de
censura. El presidente que pide a
los congresistas elegidos con la
ayuda de los paramilitares que le
den sus voticos antes de que se
vayan a la cárcel. Y el peor de
todos, el mal ejemplo de los altos
funcionarios del gobierno que
compraron los votos de yidis y
Teodolindo para la primera
reelección del presidente. ¿Qué
puede pensar el ciudadano del
común cuando ve que en los más
altos niveles del Estado impera la
cultura del 'todo vale' para lograr
objetivos políticos? ¿Con qué
autoridad moral puede el gobierno
luchar contra la corrupción cuando
usa métodos corruptos para
defenderse de los críticos o para
hacerse reelegir?
La problemática principal de
Colombia ha sido la posesión en el
poder durante los años, de personas
corruptas, sin importar a que
ideología o partido pertenezcan,
Colombia se ha enfrentado a una
injusticia que es invisible, los
sistemas políticos que deberían
protegernos y darnos garantías
simplemente no apoyan el
desarrollo potencial que podría
tener Colombia como nación. La
polarización en Colombia ha sido
un factor muy importante en todas
estas decisiones políticas sus
consecuencias se han visto
reflejadas en los gobiernos de cada
4 años, gobiernos incompetentes,
economía decadente, aumento de
desempleo, mayor índice de
pobreza, falta de inversión
extranjera y demás factores que
gobierno a gobierno se presentan.
En Colombia tenemos la audacia
de atribuir a delitos particulares
condiciones que no corresponden,
asumiendo arbitrariamente
competencias que solo permanecen
al sistema universal de proyección
de los derechos humanos, bien se
podría entonces declarar en
beneficio de la humanidad otros
delitos, universal y muchísimo más
graves, como de lesa humanidad.
Por ejemplo, para citar un solo
caso, la corrupción Enel sector
público. Reúne todos los requisitos
para ser considerada así.
Por su naturaleza, se convierte en
un crimen contra todo género
humano, es generalizada, es
sistemática, perpetrada por
autoridades o por particulares en su
complicidad, y afectan a toda la
población civil, por motivos
principales económicos, aunque no
se puede descartar ninguna de las o
causas
Referencias
• Julián, M. & Bonavia, T. (2017).
Aproximaciones psicosociales a la
corrupción: una revisión teórica.
Revista Colombiana de
Psicología, 26(2), 231-243. doi:
10.15446/rcp.v26n2.59353
• Robayo, L. (2017). Los grupos
armados que están ocupando los
territorios abandonados por las
FARC en Colombia. BBC Mundo:
España.
• Vélez-Restrepo, O. (2003).
Reconfigurando el trabajo social.
Perspectivas y tendencias
contemporáneas. Buenos Aires,
Espacio Editorial.
• Banco Mundial. Corrupción,
Desempeño Institucional y
Gobernabilidad: Desarrollando
una Estrategia Anticorrupción
para Colombia.
• Cabrera, M. (2009, 22 de
noviembre). ¿Por qué aumenta la
corrupción en Colombia
Recuperado en
 http://www.vanguardia.com/histor
ico/46444-ipor-que-aumenta-la-
corrupcion-en-colombia-
#sthash.4iYdq2iG.dpu

• Andrea Paola Zuleta (2015) La

corrupción su historia y sus
consecuencias en Colombia
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SANCIONATORIO
Bogotá, D. C., enero del 2015