Está en la página 1de 4

JESÚS, EL SUMO SACERDOTE

PASAJE BÍBLICO

HEBREOS 4:14-16
HEBREOS 5: 1-3

IDEA PRINCIPAL

Como imitadores de Jesús debemos desarrollar la empatía hacia un


mundo en pecado.

DESARROLLO

Con este estudio has llegado al final del libro CONEXIÓN POSMO. He
querido reservar a Jesús, en su función como sumo sacerdote, como
el último de los estudios, y lo he hecho, porque es un estudio de gran
significado para mí.

Hace aproximadamente 35 ó 36 años que tomé la decisión de seguir


a Jesús como mi Señor y Salvador personal. Un predicador mejicano,
Guillermo Villanueva, miembro del equipo de Luís Palau, tuvo la
paciencia de explicarme que había una diferencia entre ser evangélico
y tener una relación personal con Jesús.

Era una adolescente y vivía en mi ciudad natal, en Zaragoza, España


cuando tomé aquella decisión que cambió mi vida. Desde entonces el
Señor ha ido llevando a cabo su trabajo constante y paciente en mi
vida. Al volver la vista atrás puedo comprobar cómo Él ha ido
modelando mi carácter, cambiando mis actitudes, mis
comportamientos, mis valores, mi perspectiva de la vida.

Sin embargo, las inconsistencias, la lucha contra el pecado, las


incoherencias y las contradicciones siguen estando presentes, muy
presentes en mi vida cristiana. Por paradójico que pueda parecer,
cuanto más te acercas a la luz, más evidente se hace tu suciedad y
más consciente eres de tu pecado.

El paso de los años no ha hecho disminuir el atractivo que en


ocasiones el pecado tiene en mi vida ¿Te parece escandaloso? Tal vez
sea porque no quieres o no puedes reconocer tu propia lucha por el
pecado.

Es por eso que este pasaje del libro de Hebreos es tan significativo
para mí. El anónimo escritor dice lo siguiente, ya que contamos con
un sumo sacerdote excepcional, Jesús, el Hijo de Dios, encumbrado
2

hasta el trono mismo de Dios, mantengámonos firmes en la fe que


profesamos. Pues no es él un sacerdote incapaz de
compadecerse de nuestras debilidades; todo lo contrario, ya
que, excepto el pecado, ha pasado por las mismas pruebas
que nosotros.

¡Qué increíble! Jesús puede mostrar empatía hacia nosotros porque él


ha sido uno de nosotros. Jesús se hizo ser humano y habitó entre
nosotros, fue hombre como tú y como yo, y en su condición humana
sufrió todas las presiones, tentaciones, dolores, angustias, pruebas y
aflicciones que tú y yo sufrimos.

Él puede entender –que no justificar o banalizar- nuestras luchas,


nuestras incoherencias, nuestras contradicciones, nuestras
tentaciones, nuestras caídas, nuestras debilidades, en fin, nuestra
realidad humana, ya que, Él pasó por todo ello, lo experimentó y
sufrió todo, salvo que Él, nunca pecó.

Estas son buenas noticias para ti, para mí y para cualquier cristiano.
Jesús te entiende perfectamente, sabe qué difícil es ser un ser
humano en un medio hostil dominado por Satanás. Él pasó por esas
situaciones. Y porque te entiende está en condiciones de ayudarte,
por eso es maravillosa la segunda parte de este breve pasaje,
acerquémonos, pues, llenos de confianza, a ese trono de gracia,
seguros de que la misericordia y el favor de Dios estarán a nuestro
lado en el momento preciso.

El trono ya no es un trono de juicio, es un trono de gracia, es un


trono al que tú y yo podemos acercarnos con confianza, sabiendo,
primero de todo, que somos entendidos y segundo, que recibiremos
en gracia, la ayuda precisa y necesaria.

Es por esto que deseaba que este fuera el último personaje. Jesús, el
Dios hecho ser humano. El Dios que nos entiende y comprende
porque ha sido uno de nosotros. El Dios que puede mostrar empatía
porque ha pasado por las mismas dificultades que nosotros. Jesús
que en su condición ciento por ciento humana puede entendernos, y
en su condición ciento por ciento divina puede ayudarnos. Para mí la
una sin la otra no tendría tanto valor.

APLICACIÓN EN UN MUNDO POSTMODERNO

Tal vez te estarás preguntando qué aplicación tiene esto para el


mundo postmoderno. Me explicaré.

2
3

En primer lugar, el mundo postmoderno necesita que los cristianos


tengamos la capacidad de mostrar empatía hacia los no cristianos. En
demasiadas ocasiones nos hemos convertido en los jueces de este
mundo, olvidando quiénes somos, de dónde venimos y que tan sólo
la gracia de Dios, no nuestros méritos, nos permiten pertenecer a la
familia del Padre.

Tan sólo la gracia puede redimir a un mundo en pecado, la ley y el


juicio no pueden hacerlo. Si estos últimos pudieran, no hubiera sido
necesaria la venida de Jesús y como muy bien dice el evangelio de
Juan, la ley vino por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad han
venido por medio de Jesús. Necesitamos mostrar más compasión,
más gracia y menos juicio y condena. Y, que conste, que no estoy
diciendo que debemos condonar el pecado o ser frívolos o tolerantes
con él.

En segundo lugar, no debemos olvidar nuestra propia realidad de


pecado y contradicción. Aquí entra el segundo de los pasajes de
Hebreos. En este pasaje se nos habla del antiguo sumo sacerdote de
la ley mosaica. El autor indica que debía ofrecer sacrificios, no
únicamente por los pecados del pueblo, sino también por los suyos
propios e indica que, también él [el sumo sacerdote] es presa de mil
debilidades; está en condiciones, por tanto, de ser compasivo con los
ignorantes y extraviados.

En otras palabras, dado que hemos sido rescatados del pecado y


seguimos luchando contra su presencia en nuestras vidas, tenemos la
responsabilidad y la obligación de ser compasivos y misericordiosos
con aquellos, sean cristianos o no cristianos, que viven una situación
de lucha o esclavitud del pecado.

PREGUNTAS DE INTERACCIÓN

1. Jesús puede entenderte ¿Por qué es esto tan importante?

2. Sin duda, si eres humano como yo lo soy, estás viviendo


situaciones de lucha contra el pecado, de debilidad, de
contradicción, de inconsistencia ¿De qué modo puede serte de
ayuda que Jesús pasó por estas mismas situaciones?

3. ¿Por qué nuestra propia debilidad debería ayudarnos a ser más


misericordiosos y comprensivos –que no frívolos- con los
pecadores?

3
4

También podría gustarte