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MÓDULO 4: INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL


Y PARTICIPACIÓN CIUDADANA Y COMUNITARIA

Lección 4.1 Modelos de intervención social en desastres socionaturales

Cada vez existe mayor conciencia de que no es suficiente enfrentar los desastres de
manera reactiva, mediante operativos de emergencia y estrategias de
reconstrucción. Hoy en día, una tarea crítica para el desarrollo de los países es la
mitigación, vale decir, la disminución de los daños potenciales de los desastres,
modificando los niveles de vulnerabilidad social de las comunidades
potencialmente afectadas.

Estas ideas se ven reflejadas en la noción de Gestión de Reducción de Riesgos de


Desastres, proceso que busca reducir los niveles de riesgo existentes en la
sociedad y fomentar nuevas formas de habitar y producir en el territorio, más
seguras y sustentables.

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A lo largo de la historia, muchos países han desarrollado planes y programas
oficiales de Gestión de Reducción de Riesgos que responden a una visión “desde
arriba hacia abajo”. Esto significa que:

 Se basan en conocimientos científicos y en la opinión de expertos, más que en


la evaluación de la realidad local
 Priorizan la intervención de los gobiernos nacionales y de especialistas externos,
en vez de las acciones locales.
 Se centran más en las etapas de respuesta y recuperación que en las de
prevención y mitigación
 Buscan resguardar más la restitución de bienes y servicios básicos, antes que la
reconstrucción del tejido social, de los estilos de vida presentes en las zonas
afectadas.

Estas soluciones han demostrado ser ineficaces si no se involucra


participativamente a los sujetos mismos del riesgo, es decir, autoridades locales y a
la comunidad en general. Estos actores sociales son agentes clave para la
mitigación, por su cercanía a la realidad y su conocimiento del entorno. Por lo
tanto, el diseño de acciones específicas ante el riesgo de un desastre debe estar
basado en sus prácticas cotidianas.
Gestión de Reducción de Riesgos con enfoque comunitario

En respuesta a lo anterior, la Gestión de Reducción de Riesgos con un enfoque


comunitario propone una visión “desde abajo hacia arriba”.

 Que se base en un diagnóstico adecuado de los espacios locales y de las


necesidades e intereses de las comunidades, a partir de sus propias
experiencias.
 Que considere las capacidades y recursos de los mismos actores comunitarios
para reducir y controlar las situaciones de riesgo.

De esta forma, se busca decidir, en conjunto con los diversos actores sociales, qué
acciones emprender para reducir la vulnerabilidad, y aumentar la capacidad de la
comunidad de prepararse, prevenir, mitigar y responder a las emergencias. Esto
supone el desafío de articular distintas posturas, intereses y prácticas.

“Mitigación Popular” del Riesgo 3

Por ello, se propone hablar de “mitigación popular”, que se define como “el proceso
realizado con y desde la población y sus organizaciones, buscando transformar las
condiciones de vida y las relaciones de producción que determinan tales
condiciones”

La mitigación popular cuenta con dos ejes de acción fundamentales,


interrelacionados entre sí:

1. Aplicar medidas específicas de coordinación, con la participación de todos los


actores sociales intervinientes, que permitan canalizar adecuadamente los
apoyos y restituir los bienes y servicios materiales y sociales.

2. Crear conciencia sobre la vulnerabilidad, y sobre la necesidad de la organización


social para reducirla.

Esta visión implica fuertemente el desarrollo de procesos de participación


comunitaria, el estudio concreto de la realidad cotidiana de las comunidades, sus
condiciones de vulnerabilidad y el rol de las organizaciones locales.
De esta forma, se busca generar mejores planes, programas y/o proyectos para
reducir los riesgos y la vulnerabilidad frente a desastres naturales. Vale decir,
planes, programas y/o proyectos más críticos, responsables y éticos, y que
contribuyan al desarrollo ambiental, social, económico, cultural y político de las
comunidades

Investigación-Acción-Participativa

A partir de los años ’60, las Ciencias Sociales desarrollaron algunas propuestas
metodológicas que buscaban no sólo producir conocimientos o comprender los
fenómenos sociales, sino servir de guía para la intervención, para transformar estos
fenómenos.

Es el caso de la Investigación-Acción-Participativa, que se caracteriza por su


compromiso ético y social, y que parte del supuesto de que un cualquier
comunidad está en condiciones de definir sus necesidades, expectativas e
intereses, así como de organizarse para tratar de solucionar los problemas que los 4
aquejan.

Por lo tanto, se trata de un modelo que nos permite llevar a la práctica los
conceptos de reducción de riesgo con enfoque comunitario, y desarrollar procesos
de mitigación popular.

No existe una receta única para llevar a cabo un proceso de Investigación-Acción-


Participativa, ya que este debe ser construido con la participación activa de las
comunidades. Sin embargo, es necesario considerar ciertos lineamientos o etapas
que nos pueden servir de guía:

Origen de la Demanda
Lo más frecuente es que un proceso de este tipo sea iniciado por un agente
externo, por ejemplo un investigador asociado con una universidad.
Progresivamente, serán los líderes locales quienes comenzarán a dirigir y controlar
el proceso, mientras que los agentes externos deberán proveer los apoyos
necesarios para la toma de decisiones.
Participantes Potenciales
Una vez iniciado el proceso, debemos identificar los protagonistas potenciales:
grupos, sectores y/o líderes comunitarios que podrían constituir el equipo con el
que trabajaremos los diferentes aspectos operativos.

En este momento, es indispensable conversar y reunirse con ellos, para conocerse


mutuamente, generar confianzas, descubrir objetivos y un lenguaje común, y
comenzar a desarrollar un proyecto compartido. Este proceso se denomina
familiarización.

Constitución del Equipo de Trabajo


Posteriormente, se constituye el equipo de trabajo, encargado de realizar el
diagnóstico comunitario, la programación de actividades y su realización.

No existe una forma predeterminada para la constitución de equipos, depende del


tipo de proyecto, pero debe incluir investigadores, profesionales y/o técnicos,
quienes contribuyen con sus saberes teóricos, metodológicos y prácticos, desde un
marco interdisciplinario. Asimismo, deben participar representantes de la 5
comunidad, quienes aportan el “saber popular”, vale decir, sus propias experiencias,
surgidas de sus problemas, necesidades e intereses.

Es recomendable, además, incorporar algunos aliados estratégicos, que pueden ser


organizaciones o instituciones locales, o bien representantes de instituciones
externas.

Definición Problema y Objetivos


A partir del diagnóstico inicial, debemos definir con claridad el problema a
enfrentar, identificando, delimitando y conceptualizando los objetivos de la
investigación-intervención; y seleccionando las temáticas o problemas prioritarios
de abordar.

Diseño del Proyecto


Sobre esta base, se diseña una estrategia para llevar a cabo el proceso. Este diseño
no es estático: debe ser constantemente confrontado con la realidad social, y
modificado a través del diálogo, con los agentes internos. De esta forma, el diseño
adquiere mayor validez y pertinencia práctica.
Finalmente, hay que socializar estas decisiones, discutirlas y consensuarlas con la
mayor cantidad posible de personas involucradas en el proceso. Esto no sólo es
una exigencia metodológica, sino que es una forma de vincular y comprometer a
los participantes en este proceso

Desarrollo de las Actividades


Una de las modalidades de trabajo más usadas al momento de ejecutar el proyecto
es el taller. Este dispositivo permite democratizar los conocimientos puestos en
juego, facilitando los procesos de (re)conocimiento social entre los sujetos. En el
taller podemos utilizar distintas técnicas interactivas, las que pueden ser:

 Descriptivas: Los participantes narran situaciones y percepciones de su realidad;


 Expresivas: Los participantes manifiestan sus sentimientos y pensamientos
valiéndose de expresiones gestuales, orales, artísticas;
 Histórico-Narrativas: Los participantes elaboran relatos sobre las vivencias que
dan cuenta de su memoria local; o
 Analíticas: Los participantes llevan a cabo un análisis profundo y dinámico de su
realidad social. 6

Evaluación
Por último, los resultados obtenidos deben ser evaluados -y autoevaluados-
durante todo el ciclo del proyecto. En el proceso de evaluación se busca
determinar cuántos de los objetivos planteados están siendo logrados, cómo se
obtuvieron esos resultados, cuáles objetivos no fueron alcanzados, y por qué.

Este proceso continuo de evaluación-reflexión-corrección-acción permite ir


ajustando las perspectivas o los objetivos de la investigación-intervención, ya que,
a medida que se ejecutan los planes de acción, pueden surgir ideas más
interesantes y adecuadas a la cambiante realidad de las comunidades.

Para citar este material educativo:

Pérez Tello, Sonia (2015) “Modelos de intervención social en Obra acogida a licencia de
desastres socionaturales”. Material del curso "Vulnerabilidades Creative Commons Atribución-
ante desastres socionaturales", impartido en UAbierta, No Comercial- CompartirIgual
Universidad de Chile. 4.0 Internacional.

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