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UNIVERSIDAD POLITÉCNICA DE SINALOA

INGENIERÍA EN BIOTECNOLOGÍA

ESTANCIAS II

Epidemics- The Dynamics of Infectious Diseases, Modulo 5

Docente: Manuel de Jesús Sol Hernández

Nombre del Alumno:

Cabanillas Flores Roberto

Matricula: 2018030711

BT 7-1

Mazatlán, Sinaloa, Diciembre del 2020


Se requiere un esfuerzo considerable para comprender la biología y la dinámica
de las infecciones, la inmunidad y la enfermedad. Esto es cierto para una persona
determinada y para la población en general. Un esfuerzo paralelo implica
comprender cómo controlar los agentes infecciosos existentes. Este video
introduce el control, que se detallará en otros videos. Para empezar, los esfuerzos
de control aparecen en dos formas amplias: Prevención y Tratamiento. Los
esfuerzos de prevención y tratamiento pueden ocurrir tanto a nivel individual como
a nivel de la población.

Los esfuerzos de prevención se dividen en dos categorías: los esfuerzos para


evitar el contraer agentes infecciosos y los esfuerzos para evitar una mayor
propagación de un agente. La prevención efectiva depende de una sólida
comprensión de la dinámica de transmisión de un agente infeccioso en particular.
Por ejemplo, las personas contraen malaria a causa de las picaduras de
mosquitos. Para prevenir la malaria, las personas necesitan participar en acciones
que reduzcan las picaduras de mosquitos, como dormir debajo de telas–
mosquiteros o usar aerosoles para insectos. Si el agente infeccioso se propaga
por medios diferentes, como la transmisión fecal-oral, entonces la higiene y el
saneamiento son importantes.

El lavado de manos, por ejemplo, es útil para prevenir E. coli y Norovirus. Los
esfuerzos de tratamiento pueden tener muchos objetivos diferentes: ayudar a la
persona infectada a sentirse mejor, curar la infección y reducir la capacidad de
propagación de la infección. En realidad, a menudo no tenemos los tratamientos
que pueden lograr estos tres objetivos simultáneamente. Por ejemplo, algunas
infecciones no se pueden curar. En otras situaciones, algunos tratamientos que se
usan para curar infecciones tienen efectos secundarios incómodos.

A nivel de la población, podemos construir estructuras, podemos planificar


comunidades y podemos implementar políticas para facilitar los esfuerzos de
prevención. Por ejemplo, una comunidad puede decidir invertir en la construcción
de baños públicos, abastecerlos con productos de limpieza, desinfectarlos
regularmente y promover comportamientos de higiene. También podemos invertir
en la vigilancia de los patrones de la enfermedad y la dinámica de transmisión y
los científicos necesarios para comprenderlos.

También podemos invertir en científicos del cambio de comportamiento para que


podamos facilitar la participación del público en la prevención y el tratamiento.
Incluso con una buena ciencia detrás de las recomendaciones de prevención y
tratamiento, implementarlas puede ser un desafío. Por ejemplo, a veces la ciencia
conduce a recomendaciones sorprendentes, como pedirle a los profesionales
médicos que infecten intencionalmente a un paciente para prevenir la enfermedad.
Esta recomendación es la columna vertebral de la vacunación. Cuando la ciencia
conduce a recomendaciones que no son bien entendidas por una comunidad, no
están en las políticas existentes, o no son compatibles con los planes de recursos
actuales, puede ser muy difícil controlar una infección. Algunas recomendaciones
pueden no ser populares porque desafían las libertades personales, como las
restricciones de viaje; o recursos de la población, son demasiado costosos para
hacer.

Por estas razones, los esfuerzos exitosos de control son interdisciplinarios,


dependen de la biología, la patología, las ciencias sociales y la epidemiología,
como mínimo, para hacerlas bien. No sólo necesitamos expertos en áreas
completamente diferentes, sino expertos que trabajen juntos para colaborar en la
consecución de un objetivo. En epidemias emergentes, a veces estos equipos
tienen muy poco tiempo para encontrar algunas respuestas. La buena noticia es
que nos encontramos en un momento emocionante en el que equipos
interdisciplinarios centrados en el control de enfermedades infecciosas se reúnen
periódicamente para analizar cómo responder a los graves problemas de salud.

La viruela fue producida por dos cepas relacionadas cercanamente de virus que
ahora han sido erradicados.

La variola mayor era un virus muy virulento, con aproximadamente un 30% de


índice de fatalidad. Y la variola menor era menos virulento. Pero aun así virus
malos que producían cerca del uno por ciento del índice de fatalidades.
Los dos eran lo suficientemente similares que producían inmunidad cruzada.

La gente que había recuperado de alguno de ellos estaba protegida contra la


infección, de por vida.

En los siglos XVIII y XIX, la viruela era uno de los principales asesinos de seres
humanos. Llegando a uno y 200 europeos al año.

Para el momento de la llamada viruelización, la práctica de inocular la piel de


niños sanos con pústulas secas de casos de virales leve fue una práctica común a
través de gran parte de Asia y África.

Pero no había sido introducida en Europa o América.

Aunque el origen de esta práctica no es totalmente claro, quizá se remonte al


menos 500 años a China o la India.

La viruelización resultó típicamente en una infección leve, localizada en el área


circundante al sitio de infección.

La viruelización fue introducida en Inglaterra en 1721 por Lady Mary Montagu, la


esposa de un diplomático británico que había sido testigo de la práctica en
Istanbul.

Fue introducida en EE.UU. casi en el mismo momento por Cotton Matter, quien
aprendió la práctica de su esclavo Onésimo, quién él mismo se había inoculado.

Tras cierto escepticismo inicial, la práctica se volvió común para mediados del
siglo XVIII.

Mejorando enormemente la salud, la viruelización tuvo tres retrocesos:

Primero, las inoculaciones no siempre simularon exitosamente una inmunidad.

Segundo, pudo causar algunas veces una viruela totalmente completa y matar al
paciente.

Tercero, una cadena de transmisión que pudo haber provocado nuevos casos
virulentos colaterales en otros individuos susceptibles.
Basándose en la observación común de que las ordeñadoras eran generalmente
inmunes a la viruela. Edward Jenner estaba entre los múltiples investigadores
independientes en los años 1770. Eso especuló que la viruela del ganado, un virus
circulante de forma natural en los roedores silvestre, y también en las vacas
infectadas, provocaba una infección leve en los seres humanos que les brindaba
inmunidad ante la viruela.

Para probar su idea, inoculó al hijo de su jardinero de ocho años de edad, con
blisters de viruela de ganado de una ordeñadora. Subsecuentemente lo expuso y
después, 23 viruelas de ganado inocularon a personas para viralizar el material. Y
demostró que todos eran inmunes a la viruela.

El método nuevo tuvo menos efectos secundarios que la viruelización Y no pudo


provocar cadenas colaterales de viruela. El vocablo latin para vaca es "Vacca" y
Jenner nombró a ese método "Vaccin-us" ("vacuna"), el cual significa de una vaca.

Hoy en día, por supuesto, utilizamos el término vacunación para todas las
inoculaciones que estimular la inmunidad.

Nuestro arsenal de vacunas altamente eficaces está aumentando constantemente


con las vacunas adicionales que son desarrolladas contra una gama de
enfermedades de la niñez. Como el sarampión, las paperas, la rubeola y la difteria,
tosferia, tétanos a través de adiciones muy reciente, como aquellas contra el
rotavirus y el virus del papiloma humano.

La viruela es el primero y único patógeno humano en ser erradicado por medio de


la vacunación.

Para dar una indicación del impacto potencial de la vacunación, un informe de los
Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. comparó las
tasas de infección con enfermedades comunes prevenibles con vacunas antes de
la introducción de la vacunación en EE. UU., en 1998. Este informe indicó que los
incidentes de infección por ocho infecciones comunes disminuyeron en más del
95% en las décadas posteriores a la introducción de la vacunación.
Si se observa el número de casos antes de la introducción de las vacunas en
comparación con las cifras de 1998, la viruela fue completamente erradicada. La
pertussis, o tos ferina, se redujo en un 96%, y las tres enfermedades cubiertas por
la vacuna MMR (en inglés) el sarampión, las paperas y la rubeola, todas han
disminuido en más del 99%. Tales reducciones dramáticas en la incidencia de
enfermedad son convincentes y relativamente fáciles de documentar. Sin
embargo, los cambios incrementales en la incidencia de la enfermedad a menudo
son más difíciles de cuantificar. En principio, si pudiéramos realizar un seguimiento
de todos los casos de cada infección que ocurrieron a lo largo del tiempo,
entonces podríamos simplemente cuantificar la disminución en los casos o la
disminución de las muertes debidas a cada patógeno.

Por supuesto, rara vez podemos observar cada caso de infección, en el mejor de
los casos, podemos esperar contar aquellas personas que expresaron síntomas
de infección o enfermedad y buscaron atención en un establecimiento de salud.
Dado que es casi seguro que esto sea menos del 100% de las infecciones, el
hecho de contar sólo con los registros de salud puede dar una subestimación de
los incidentes de infección.

Si realizáramos un seguimiento de cada dosis de vacuna dada, entonces, al


menos, podríamos ser capaces de estimar el número esperado de infecciones
prevenidas. Sin embargo, esto no es tan sencillo como parece. En primer lugar, no
todas las dosis de vacuna estimulan la inmunidad. En particular, las vacunas
administradas a los bebés que todavía tienen la inmunidad transmitida por sus
madres no desarrollarán su propia protección inmune. Por lo tanto, es probable
que las dosis de vacuna administradas sobreestimen la cantidad de inmunizados.

En segundo lugar, vacunar a un individuo tiene el efecto indirecto de prevenir la


transmisión a todas las personas a las que podrían haber infectado. Por lo tanto,
es probable que cada dosis de vacuna proporcione protección a un promedio de
más de un individuo.

En muchos casos, se emplean modelos matemáticos para combinar los cambios


observados en el número de casos de enfermedad con estimaciones de la
protección directa e indirecta debida a las vacunas, para tratar de explicar estos
diversos efectos al estimar el impacto global de la vacunación y otros controles
sobre la carga de la enfermedad.

Un esfuerzo reciente liderado por la Organización Mundial de la Salud, para


cuantificar la reducción mundial de la mortalidad debida a la infección por
sarampión, estimó que los casos de sarampión disminuyeron en un 62% en el
período de 2000 a 2010. Se estimó que la mortalidad infantil por sarampión en el
mismo período han disminuido en un 74%. Esta disparidad se debe a que a
medida que disminuye la tasa de infección, la edad media de infección aumenta, y
la tasa de mortalidad por infección por sarampión es mucho menor en los niños
mayores que en los niños pequeños.

Entonces, el impacto de los esfuerzos de control global con respecto a la


reducción de la mortalidad fue mucho mayor que el impacto con respecto a la
reducción de los casos.

Para guiar la futura política de vacunación, estos mismos tipos de proyecciones se


utilizan para tratar de cuantificar el beneficio futuro de invertir en vacunas ahora.

La Alianza Global para Vacunas e Inmunizaciones, una organización que brinda


vacunas en todo el mundo en desarrollo, estima que sus esfuerzos por suministrar
vacunas contra Haemophilus influenza tipo B, una de las principales causas de
meningitis bacteriana, han evitado casi 700,000 muertes futuras. Y la vacunación
contra la hepatitis B ha evitado más de 3.8 millones de muertes futuras.

Los recuentos simples de casos de infección no explican la gravedad de la


enfermedad y los beneficios para las personas y la sociedad de reducir la cantidad
de tiempo que las personas están enfermas.

Una medida común del impacto de la infección que intenta contabilizar la gravedad
es la Discapacidad Ajustada a los Años de Vida o DALYs (en inglés). Los DALY
para una enfermedad se calculan como la suma de los años de vida perdidos
debido a la mortalidad prematura y los años perdidos debido a una discapacidad
mientras estaban infectados.
Para calcular los años perdidos por discapacidad, se toma la duración promedio
de la enfermedad y se multiplica por un factor de ponderación, que varía en una
escala de cero, lo que indica una salud perfecta, a uno, que indica muerte.

Aunque hay algo de subjetividad en la ponderación de la discapacidad, el intento


de DALY de cuantificar una diferencia en una población entera entre el estado de
salud y la presencia de una enfermedad y lo que se lograría en un entorno ideal
donde todos vivan a una edad avanzada, libres de enfermedades. El rotavirus es
la principal causa de enfermedad diarreica en niños menores de cinco años en
todo el mundo. Resultando en un estimado de 450,000 muertes cada año. La
Alianza Global para Vacunas e Inmunizaciones ha estimado que el lanzamiento
planificado de una vacuna contra la infección por rotavirus evitaría 2.46 millones
de muertes infantiles y 83 millones de DALYs entre 2011 y 2030. Debido a la
reducción en el tiempo que los niños pasarían enfermos de diarrea.

La Organización Mundial de la Salud estima que uno de cada cinco niños que
mueren antes de la edad de cinco años, pierden la vida por enfermedades
prevenibles por vacunación. Por lo tanto, las vacunaciones y otras intervenciones
de salud pública tienen el potencial de tener un impacto dramático en la imagen de
la salud en todo el mundo. Sin embargo, comprender y predecir los beneficios
potenciales de estas intervenciones, que son fundamentales para desarrollar
políticas y prioridades de salud, requiere que evaluemos no sólo el impacto de
estas medidas en personas sino también los impactos indirectos que se
manifiestan a escala de poblaciones enteras.

El desarrollo de vacunas contra organismos infecciosos es un logro notable que ha


cambiado el curso de la historia humana al disminuir la carga de enfermedad.

El desarrollo de la vacuna contra la viruela es un logro particularmente notable


porque precedió al conocimiento básico, ya sea, de Inmunología o Microbiología.

El virus que causa la viruela es un virus grande de ADN, Variola mayor, que tiene
asociaciones antiguas con poblaciones humanas. La viruela era fatal en
aproximadamente el 30% de los casos y los sobrevivientes podrían ser
identificados debido a las características cicatrices de viruela, en su cara y cuerpo,
a partir de las lesiones de la piel que tipifican esta enfermedad.

Varias observaciones importantes realizadas durante los brotes de viruela


sentaron las bases para los esfuerzos de intervención racional.

El primero fue que las personas que se habían recuperado de la viruela eran
resistentes a la infección posterior con el virus de la viruela, incluso si un brote
posterior ocurría años más tarde.

La segunda observación fue que la exposición a una pequeña cantidad de material


de una pústula de la piel de una persona infectada proporcionaba cierta protección
contra la enfermedad a una persona que no había sido infectada previamente.

¿Qué llevaría a los profesionales médicos a infectar intencionalmente a un


paciente para prevenir la enfermedad?

Las observaciones de que las personas recuperadas estaban protegidas contra la


viruela sugirió que nuestro sistema de defensa de patógenos es extremadamente
versátil para reconocer y deshacerse de invasores. Pero lleva tiempo desarrollar la
respuesta adecuada durante el primer encuentro con un patógeno.

Entonces, tal vez el sistema de defensa inmune podría ser preparado


proporcionando una pequeña cantidad o una versión debilitada de un patógeno.

Los profesionales de la salud en Asia fueron los primeros en probar esto utilizando
un enfoque llamado: Variolización, que es la inoculación intencional de una
pequeña cantidad de material infeccioso de viruela, seco o fresco, ya sea en la
nariz o la piel.

A medida que los humanos viajaban y diseminaban la viruela, también traían


consigo este tratamiento potencial, que estaba bien establecido a nivel mundial a
principios del siglo XVIII.

Sin embargo, el proceso de variolización fue ampliamente utilizado cuando


Edward Jenner hizo una tercera observación importante. Eso sentó las bases para
la Vacunología moderna en 1796. Vacas infectadas con el virus de la viruela
bovina desarrollan pústulas en las ubres, aunque la viruela vacuna generalmente
no es una enfermedad grave en las vacas. Las lecheras muy seguido se
infectaban durante la ordeña y desarrollaban lesiones de viruela en sus brazos y
manos. Las lecheras que habían tenido viruela vacuna no contrajeron la viruela.
Por lo tanto, en lugar de utilizar material de las lesiones más letales de la viruela,
Jenner usó el material de la viruela vacuna menos virulento para la inoculación.

Su prueba para determinar si la viruela vacuna protegía contra la viruela fue


exitosa ya pesar de los escépticos, el cambio de variolación a vacunación ocurrió
rápidamente.

Las campañas intensivas de vacunación implementadas en las décadas de 1960 y


1970 provocó la erradicación de la viruela, el único virus humano que fue llevado a
la extinción. Con el éxito de la vacuna contra la viruela, ha habido un esfuerzo
significativo para desarrollar vacunas contra muchos otros agentes infecciosos.

Las vacunas vivas atenuadas son altamente efectivas porque imitan una infección
real sin causar la enfermedad. Este es el medio más natural para que el sistema
inmune experimente el patógeno. Y las vacunas vivas tienden a ser muy eficaces.
Los problemas potenciales son, por supuesto, que algunos individuos pueden
desarrollar la enfermedad y el agente está vivo, por lo tanto, transmisible.

Los virus atenuados para hacer vacunas retienen el potencial de una evolución
rápida y entonces pueden volverse más virulentos. Debido a que las vacunas
vivas atenuadas contienen material vivo, deben refrigerarse, lo que puede
restringir el suministro en algunas regiones del mundo.

Sin embargo, las vacunas vivas atenuadas son ampliamente utilizadas y son la
base de las vacunas altamente eficaces contra el sarampión, las paperas y la
fiebre amarilla.

Un patógeno purificado para la preparación de la vacuna puede se inactivado o


destruido, a menudo por calentamiento, y luego se administra como una vacuna.
La vacuna contra la hepatitis A es una vacuna de virus inactivado, y muchas
vacunas contra agentes bacterianos se basan en organismos destruidos. A
diferencia de las vacunas vivas, estas deben estimular la respuesta inmune sin
replicarse.

Las estructuras moleculares pueden alterarse durante el proceso de inactivación y


no ser reconocidas por las células inmunitarias. Sin embargo, no hay peligro de
transmisión o enfermedad debido a la infección por vacunas muertas, aunque
puede haber problemas con cualquier vacuna, ya sea porque no protege o porque
algo en la formulación de la vacuna provoca una reacción negativa en algunos
individuos.

Aunque la replicación del patógeno ayuda a establecer el escenario para la


respuesta inmune apropiada, la protección conferida por las vacunas a menudo
está dirigida a partes de una o varias moléculas de los patógenos. Identificando
las moléculas clave reconocidas por las células del sistema inmune, ha sido un
avance importante en el desarrollo de vacunas porque la vacuna puede formularse
para contener sólo las moléculas importantes. Estas son llamadas: Vacunas de
Subunidades, porque sólo contienen partes del patógeno.

Las vacunas se encuentran claramente entre los avances que han mejorado la
salud y el bienestar humanos a nivel mundial. Los conceptos detrás de la
vacunación son claros: reactivar el sistema inmune sin enfermarse.

A pesar de los muchos éxitos, todavía hay muchas enfermedades para las cuales
no hay vacunas. Por lo tanto, los detalles que faltan sobre cómo preparar el
sistema inmune para muchos patógenos proporcionan un área de investigación
muy activa.

La inmunización de cualquier individuo desarrollando anticuerpos contra una


infección natural o una vacuna, resulta en una protección directa, para ese
individuo, de una infección posterior. También resulta, en la protección indirecta,
para todos los individuos, que podría haber infectado. Por lo tanto, para evaluar el
impacto potencial total de la vacunación, uno debe considerar, tanto el beneficio
directo de la vacunación para el individuo y los beneficios indirectos de la
vacunación para la población. Considera la vacunación de niños, una estrategia
que se ha empleado para limitar muchas infecciones humanas potencialmente
peligrosas, como polio, sarampión, paperas, rubeola y tos ferina.

Recordemos que la infección elimina individuos susceptibles, a un ritmo,


relacionado con el número reproductivo básico, R0, y los susceptibles se agregan
a la población a través de los nacimientos. Por lo tanto, inmunizando una
proporción, P, de nacimientos, reduce la tasa a la cual se repone la población
susceptible. Se puede demostrar, entonces, que la nueva tasa de reproducción
para una infección en una población donde P% de las personas están
inmunizadas, es R efectiva, Re, que es: (1 - P) x R0, en ausencia de vacunación.

Recuerda de nuevo, que Re, es el número esperado de nuevas infecciones


debidas a una sola infección, y sólo se espera que una epidemia se establezca en
una población si este número es > 1. Entonces, si Re es < 1, entonces
esperaríamos que la infección no sea capaz de invadir. Resolviendo esta relación
para P, podemos calcular la fracción crítica de inmunización necesaria para
asegurar que Re mar <1. Lo que nos da: P > 1 - 1 / R0, lo cual dice que, mientras
la proporción vacunada sea mayor que esta cantidad, una epidemia no podrá
propagarse.

Esta ecuación bastante simple sugiere un resultado muy poderoso para la salud
pública para que podamos prevenir efectivamente que una infección invada una
población al inmunizar menos del 100% de todos los nacimientos. Este fenómeno
es conocido como: Inmunidad del Rebaño.

Incluso cuando el nivel crítico de vacunación necesario para la Inmunidad del


Rebaño es difícil de lograr, los efectos indirectos de la vacunación aún tendrán
beneficios positivos. La prevalencia de equilibrio de la infección, es decir, la
proporción promedio de la población que está infectada, en cualquier momento
dado, se espera que disminuya linealmente con la cobertura de vacunación,
incluso cuando la cobertura esté por debajo del nivel crítico para la Inmunidad del
Rebaño. Cuando la prevalencia de la infección y la proporción de la población no
vacunada descienden a niveles bajos es cada vez más probable que la
transmisión no se produzca debido a una posibilidad aleatoria.
Por lo tanto, incluso si la vacunación sola no puede lograr la eliminación, aumenta
las posibilidades de eliminación local debido a la dinámica estocástica. Es
importante tener en cuenta que, en este caso, si la cobertura de la vacuna es
inferior al nivel necesario para lograr la Inmunidad del Rebaño, y la infección se
desvanece, localmente debido a la dinámica estocástica, la población es
susceptible a reinvasión de la infección. Además, a medida que pasa el tiempo, si
la vacunación se mantiene por debajo del nivel de cobertura crítico, la proporción
de la población, que es susceptible a la infección, continuará aumentando dejando
a la población cada vez más susceptible a nuevos brotes.

Por lo tanto, la combinación de protección indirecta y dinámica estocástica puede


ser útil para lograr los objetivos de eliminación de enfermedades. Pero, la
eliminación local de la infección, debe ser vista con precaución, como la ausencia
de infección no necesariamente se traduce en la ausencia de un riesgo de brote
posterior.

El concepto de una red social como el mapa de ruta subyacente para la


propagación de una enfermedad infecciosa puede ser muy útil cuando se piensa
en la vacunación, especialmente en situaciones de recursos limitados.

Cuando el suministro de vacunas no es un factor limitante, como es el caso de


muchas enfermedades infantiles y epidemias que ocurren regularmente, como la
influenza, entonces no tenemos que pensar mucho acerca de la eficacia.
Idealmente, todos se vacunarán y la enfermedad estará bajo control.

Sin embargo, en algunas situaciones, el suministro de vacunas es limitado. El


desarrollo de una vacuna puede ser bastante costoso y estos costos pueden
representar un desafío para los países en desarrollo.

Afortunadamente, organizaciones sin fines de lucro como la Alianza Gavi, Médicos


Sin Fronteras, la OMS y otros están tratando de reducir este problema.

Pero en general, el suministro limitado de vacunas puede seguir siendo un


problema grave, especialmente en un escenario de pandemia.
En situaciones como estas, surge la pregunta: ¿quién debería recibir las primeras
dosis de la vacuna?

Esta es una pregunta muy difícil de responder porque realmente depende de la


perspectiva desde la que la mires.

¿Debería, quizás, dárselo primero a aquellos grupos de personas que sufrirían


más por contraer la enfermedad? ¿O deberías dárselo primero a las personas más
jóvenes porque salvaría la mayor cantidad de años de vida? o, ¿deberías dárselo
a aquellas personas que, si se vacunan, contribuirían más a detener la
enfermedad?

Estas son preguntas difíciles con fuertes implicaciones morales y éticas. Eso se
basa en la eficacia y depende de cada persona.

¿Cuáles de estos nodos vacunarías para tener un impacto máximo en la reducción


de la enfermedad?

Podrías, por ejemplo, vacunar estos nodos aquí, pero eso no parece una gran
idea. Este grupo ahora estaría protegido, pero el resto de la red es completamente
susceptible.

Lo que deberías hacer, en cambio, es vacunar estos nodos mediante los cuales
estamos dividiendo efectivamente la red en 5 grupos desconectados. Luego
deberías usar las 5 dosis restantes para vacunar estos nódulos aquí, con la
consecuencia de que, ahora, todos los nodos están desconectados. No hay una
ruta única desde un nodo no vacunado a otro nodo no vacunado, lo que significa
que la enfermedad ya no se puede diseminar.

Lo que acabamos de hacer es proteger toda la red con un número limitado de


dosis de vacunación. Pero para hacer eso, tuvimos que elegir el conjunto correcto
de nodos en la red.

Entonces, ¿qué tienen de especial los nodos que elegimos? Estos nodos aquí son
muy centrales para la red, y eso no se debe sólo a que se encuentren en el centro
de esta red, lo que hace que estos nodos sean centrales es que se encuentran en
muchos caminos entre cualquier par de nodos por lo que, al vacunar estos nodos
centrales, estás cortando una gran cantidad de vías a lo largo de las cuales se
podría propagar la enfermedad.

Estos nodos aquí también son bastante centrales, pero lo que es particularmente
notable de estos nodos es que están altamente conectados. Y vacunando estos
nodos se garantiza tener un gran impacto porque estás cortando inmediatamente
una gran cantidad de vías de transmisión de la enfermedad.

Entonces, lo que todos estos nodos tienen en común es que tienen una cierta
posición en la red que los hace importantes para la propagación de la enfermedad
y, por lo tanto, importantes para el control de la enfermedad.

Y esta es la razón por la cual entender la estructura de la red social es tan


importante. Al igual que deseas conocer y comprender la estructura de tu sistema
de carreteras, para controlar el flujo de tráfico, deseas comprender la estructura de
tu red social para controlar el flujo de enfermedades.

En el caso del tráfico, quieres asegurarte de que las cosas fluyan sin problemas y
de que no haya atascos de tráfico.

En el caso de las enfermedades infecciosas, el objetivo es exactamente lo


contrario. Deseas causar atascos de tráfico, por así decirlo, para evitar la
transmisión de enfermedades.

Las redes sociales reales son mucho más complejas que la red de juguete que he
usado aquí para explicar el concepto.

Pero la premisa central permanece. Si conoces la estructura, estarás preparado


para priorizar la vacunación según la posición de los nodos en la red.

Me gustaría terminar repitiendo que hay muchos otros factores a tener en cuenta
al tomar decisiones sobre a quién vacunar, y una vez más, estas son preguntas
complejas con consideraciones médicas, biológicas, morales, éticas y prácticas
que necesitan ser tomados en cuenta. Pero, claramente, entender a quién vacunar
para lograr un impacto máximo en la reducción de la propagación de la
enfermedad sólo puede ser beneficioso al tomar estas decisiones.

Las vacunas tienen un excelente historial de seguridad. Al igual que cualquier


medicamento, las vacunas a veces pueden tener efectos secundarios, pero son
generalmente leves. Sin embargo, a diferencia de cualquier otra forma de
intervención médica, la vacunación continúa agitando las emociones. Debido a
que la vacunación es una medida preventiva que te protege de algo que podría
suceder en el futuro, es muy fácil sobreestimar los riesgos, que son
tremendamente pequeños y subestimar los beneficios reales que son muy altos.

Además, debido a que las vacunas son tan efectivas para protegernos contra
enfermedades, algunas de estas enfermedades se han vuelto extremadamente
raras en comparación con la era previa a la vacunación.

Eso crea una falsa sensación de seguridad donde las personas sienten que no
necesitan vacunarse porque la enfermedad es tan rara de todos modos, lo que,
por supuesto, es una falacia. La enfermedad es rara porque las personas se
vacunan, y si las personas dejan de vacunarse, la enfermedad volverá a ser más
prevalente nuevamente.

Podemos analizar el famoso ejemplo de las consecuencias de un miedo a la


vacuna. En 1998, una revista médica, llamada: The Lancet, publicó un estudio que
relacionaba la vacuna combinada contra el sarampión, las paperas y la rubeola, la
llamada vacuna MMR (siglas en inglés), al autismo. El estudio resultó ser
fraudulento y, mientras tanto, se ha retractado por completo, y múltiples estudios
desde entonces han concluido que no hay absolutamente ninguna evidencia para
tal conexión. Pero, el estudio fraudulento causó un miedo extremo y ha contribuido
a una caída severa en las tasas de vacunación MMR en muchos países, la más
famosa, tal vez, en el Reino Unido. Esas caídas en las tasas de vacunación
condujeron a reducir la inmunidad del rebaño que, a su vez, condujo a un aumento
en el número de casos de sarampión.
Pero también hay otro factor que puede conducir a un aumento en la incidencia de
enfermedades incluso cuando las tasas de vacunación permanecen constantes a
lo largo del tiempo. Este factor es la agrupación incrementada de individuos no
vacunados.

Por ejemplo, los padres que deciden no vacunar a sus hijos pueden enviar
preferentemente a sus hijos a escuelas que apoyan tales decisiones. Además, las
personas que tienen fuertes puntos de vista negativos sobre la vacunación pueden
comenzar a influir y asustar a otros, lo que podría llevar a una disminución en las
tasas de vacunación en ciertas comunidades.

Esos grupos de personas no vacunadas ponen a esas comunidades en alto riesgo


de brotes locales de enfermedades. Esas son malas noticias para todos. Es una
muy mala noticia para quienes no pueden vacunarse por razones médicas, porque
son demasiado jóvenes, alérgicos a los componentes de la vacuna o porque están
inmunocomprometidos. El mensaje clave aquí es que simplemente mirar las
coberturas de vacunación por sí solas, no va a decirte todo sobre las
probabilidades de brotes. Usemos una analogía de red social para aclarar el
punto. Considera esta red social simplificada. Los nodos son personas y las
aristas son contactos entre personas donde se puede transmitir una enfermedad.

Digamos que tienes una cobertura de vacunación del 80%. He coloreado el 80%
de los nodos aquí en azul, estos son individuos vacunados y el resto son
susceptibles. Lo que voy a destacar ahora es la cadena de transmisión más larga
posible entre individuos no vacunados, el peor tamaño de un caso de brote. Y
como puedes ver, son sólo 15 individuos.

Esta es la misma red que antes, con la misma cobertura de vacunación, 80%, pero
como puedes ver, ahora hay un grupo de personas susceptibles. Ahora voy a
resaltar la cadena de transmisión más larga posible en esta red. Aquí está. Y
ahora mira los números, el peor tamaño de caso de un brote es ahora es de 90
individuos, que es seis veces más alto que en el ejemplo anterior. Una vez más,
esta es la misma red con la misma cobertura de vacunación, pero escenarios del
peor caso drásticamente diferentes debido a la agrupación de individuos que no
están vacunados.

Lo que acabo de describir es probablemente lo que ha estado sucediendo en los


últimos años en los brotes europeos de sarampión. Entre mayo de 2011 y abril de
2012, Europa ha visto 17,448 casos de sarampión. De los casos en que se
conocía el estado de vacunación, sólo el 4% estaban suficientemente vacunados,
que es una tasa de vacunación que es mucho, mucho más baja que la tasa de
vacunación promedio.

Entonces, para resumir, si quieres proteger a la población de las enfermedades


prevenibles por vacunación, intenta que las tasas de vacunación sean lo más altas
posible.

Pero, al mismo tiempo, también trata de evitar grandes grupos de individuos no


vacunados, ya que estos grupos pueden provocar grandes brotes de
enfermedades, incluso cuando tienes altas tasas de vacunación promedio.

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