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El gran despertar; Grecia, del siglo VII aborda los trascendentales avances de
las ciudades-estado griegas en el campo del arte, destacando Atenas. El antiguo
arte griego es el equilibrio entre la adhesión a las reglas y la libertad del artista. De
sus descubrimientos destaca el escorzo.
Las imágenes usadas comprenden un período que va desde los más de 1000 a.C
hasta los más de 850 a.C.
Las tribus griegas que se asentaron en la península que más tarde tomará su
nombre, desplazaron la c Micenas,
El arte griego de aquel entonces parece más rígido que el egipcio. Pero fue
cuestión de tiempo para que estas tribus devinieran ciudades-estado cuyo
desarrollo marcó hitos en diversos campos de la vida, entre ellos el arte. Donde se
produjo la “mayor y más sorprendente revolución en toda la historia del arte”. Se
desconoce la época exacta en que esto comienza. Los primeros templos griegos,
que datan del siglo VI a. C., quizá fueron el escenario privilegiado para ello.
Se sabe que los artistas griegos emularon a los egipcios, pero que no se quedaron
ahí.
Le siguieron los pintores, que dejaron la literalidad egipcia para sugerir miembros
faltantes en sus composiciones, por aquel entonces, en vasijas. Más importante
aún, descubrieron el escorzo.
Esta capacidad para hacernos ver «los movimientos del alma» en la pose del
cuerpo es lo que convierte a una simple estela sepulcral como la de la imagen 1
en una gran obra de arte. El relieve muestra a Hegeso, enterrado bajo la lápida,
como era en vida. Una doncella que tiene delante le ofrece un estuche, del que
parece escoger una joya. Es una escena tranquila que podemos cotejar con la
representación egipcia de Tutankamón en su trono con su esposa ajustándole el
collar (imagen 2). La obra egipcia también es maravillosamente clara en cuanto a
su silueteado, pero a pesar de pertenecer a un período excepcional del arte
egipcio es un tanto rígida y afectada. El relieve griego ha soslayado todas esas
embarazosas limitaciones, reteniendo la limpidez y la belleza en la distribución,
que ya no es geométrica ni angulosa, sino holgada y flexible. La mirad superior
está delimitada por la curva de los brazos de las dos mujeres, formando una línea
que se corresponde con las curvas del asiento, modo sencillo de hacer que la
belleza de Hegeso se convierta en el centro de atención, con el fluir de los ropajes
en torno a las formas del cuerpo, combinándose el rodo para producir aquella
sencilla armonía que sólo vino al mundo con el arte griego del siglo V a.C.”
Escorzo