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"Historia del arte" de Gombrich: tercer capítulo

El gran despertar; Grecia, del siglo VII aborda los trascendentales avances de
las ciudades-estado griegas en el campo del arte, destacando Atenas. El antiguo
arte griego es el equilibrio entre la adhesión a las reglas y la libertad del artista. De
sus descubrimientos destaca el escorzo.

Las imágenes usadas comprenden un período que va desde los más de 1000 a.C
hasta los más de 850 a.C.
Las tribus griegas que se asentaron en la península que más tarde tomará su
nombre, desplazaron la c Micenas,

El arte griego de aquel entonces parece más rígido que el egipcio. Pero fue
cuestión de tiempo para que estas tribus devinieran ciudades-estado cuyo
desarrollo marcó hitos en diversos campos de la vida, entre ellos el arte. Donde se
produjo la “mayor y más sorprendente revolución en toda la historia del arte”. Se
desconoce la época exacta en que esto comienza. Los primeros templos griegos,
que datan del siglo VI a. C., quizá fueron el escenario privilegiado para ello.

Se sabe que los artistas griegos emularon a los egipcios, pero que no se quedaron
ahí.

Pero “cada escultor… detuvo”.

Le siguieron los pintores, que dejaron la literalidad egipcia para sugerir miembros
faltantes en sus composiciones, por aquel entonces, en vasijas. Más importante
aún, descubrieron el escorzo.

Esta capacidad para hacernos ver «los movimientos del alma» en la pose del
cuerpo es lo que convierte a una simple estela sepulcral como la de la imagen 1
en una gran obra de arte. El relieve muestra a Hegeso, enterrado bajo la lápida,
como era en vida. Una doncella que tiene delante le ofrece un estuche, del que
parece escoger una joya. Es una escena tranquila que podemos cotejar con la
representación egipcia de Tutankamón en su trono con su esposa ajustándole el
collar (imagen 2). La obra egipcia también es maravillosamente clara en cuanto a
su silueteado, pero a pesar de pertenecer a un período excepcional del arte
egipcio es un tanto rígida y afectada. El relieve griego ha soslayado todas esas
embarazosas limitaciones, reteniendo la limpidez y la belleza en la distribución,
que ya no es geométrica ni angulosa, sino holgada y flexible. La mirad superior
está delimitada por la curva de los brazos de las dos mujeres, formando una línea
que se corresponde con las curvas del asiento, modo sencillo de hacer que la
belleza de Hegeso se convierta en el centro de atención, con el fluir de los ropajes
en torno a las formas del cuerpo, combinándose el rodo para producir aquella
sencilla armonía que sólo vino al mundo con el arte griego del siglo V a.C.”

Gombrich dice: “Los egipcios basaron su arte en el conocimiento. Los griegos


comenzaron a servirse de sus ojos. Una vez iniciada esta revolución, ya no se
detuvo […] Los pintores realizaron el mayor descubrimiento de todos: el escorzo.
Fue un momento tremendo en la historia del arte aquel en que, tal vez un poco
antes de 500 a.C., los artistas se aventuraron por vez primera en toda la historia a
pintar un pie visto de frente. En los millares de obras egipcias y asirias que han
llegado hasta nosotros nunca ocurrió nada semejante”.

Sobre los avances en el género de retrato, Gombrich dice:


“Por extraño que nos pueda parecer, la idea del retrato, en el sentido en que
nosotros empleamos esta palabra, no se les ocurrió a los griegos hasta una época
tardía, en el siglo IV a.C. Ciertamente, oímos hablar de retratos realizados en
tiempos anteriores (imagen 1), pero esas estatuas no tuvieron, probablemente,
gran semejanza referencial. Un retrato de un general fue poco más que la
representación de un apuesto militar con yelmo y bastón de mando. El artista no
reprodujo nunca la forma de su nariz, las arrugas de su frente o su expresión
personal. Es un extraño hecho, del que no nos hemos ocupado bastante todavía,
este de que los artistas griegos — en las obras suyas que conocemos— hayan
esquivado conferir a los rostros una expresión determinada. […] El cuerpo y sus
movimientos eran utilizados por estos maestros para expresarlo que Sócrates
había denominado «los movimientos del alma» (imagen 2), ya que percibían que
el juego de las facciones contorsionaría y destruiría la sencilla regularidad de la
cabeza. […] En la época de Alejandro Magno, la gente comenzó a discutir acerca
de este nuevo género. Alejandro mismo prefirió ser retratado por el escultor de su
corte, Lisipo, el artista más famoso de la época, cuya fidelidad al natural
asombraba a sus contemporáneos. Se cree que el retrato de Alejandro ha llegado
hasta nosotros por medio de una copia (imagen 3), y en él podemos apreciar
cuánto ha variado el arte desde la época del Auriga de Delfos, e incluso desde la
de Praxíteles, que tan sólo pertenecía a una generación anterior”. Gombrich, La
historia del arte |
Gombrich señala al comienzo: “”.

Auriga, h. 475 a.C. Hallado en Delfos; 180 cm de altura; Museo Arqueológico,


Delfos. |

Escorzo

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