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Desde el punto de vista de la economía normativa ¿Qué ventajas o desventajas supone

adoptar el paradigma de la economía ambiental proponer soluciones a los problemas


derivados de la interacción humano naturaleza?

La normativa ambiental: ventajas e inconvenientes


La valoración económica de bienes es imprescindible en etapas de asignación de usos
eficiente de recursos que pueden ofrecer un abanico de combinaciones de flujos de bienes y
servicios que engendran tanto valores mercadeables como no mercadeables. Por tanto, si se
asumen decisiones de uso de los recursos exclusivamente en base en la estimación de
valores de mercado, los resultados de asignación eficiente de uso para tales recursos pueden
derivar en serios problemas, menoscabando al recurso y exacerbando su no sostenibilidad
en el tiempo (Azqueta, Alvivar, Domínguez & O´Ryan, 2007). Tradicionalmente, la
normativa ambiental ha sido el mecanismo de intervención utilizado por los hacedores y
decisores de política ambiental para reparar los principales desequilibrios medio
ambientales. En consecuencia, los usos no eficientes para los recursos arrastran consigo
mayores costos económicos sociales, que generan mayores pérdidas en el bienestar para las
futuras generaciones (Mendieta, 2000).

Fundamentalmente, el problema de incompatibilidad o discrepancia en la búsqueda de


soluciones a los problemas ambientales reside en la no homogeneidad de las preferencias
entre los individuos de la sociedad. En este sentido una de las herramientas teóricas y
metodológicas para el diseño y análisis de la problemática ambiental es la Economía del
Bienestar, compuesta, esencialmente, por formulaciones teóricas proveídas de la teoría
microeconómica, que busca hacer una sistematización de los estados de la economía –
políticas y proyectos – bajo el categórico criterio de la eficiencia económica (Mendieta,
2000). Cabe recalcar, que esta sistematización en última instancia resulta ser parcial. A
grandes rasgos, la economía del bienestar se enfoca en la determinación del uso óptimo de
los recursos en aras del alcance de mayores niveles de utilidad para los individuos de la
sociedad. No obstante, la economía del Bienestar se limita al estudio de la obtención de
eficiencia del uso de recursos escasos en una economía y excluye aspectos de equidad y
distribución de ingresos, que son sustanciales como metas de políticas de gobierno.

Es así que la normativa de la economía ambiental refleja determinadas preferencias


sociales con respecto a la calidad ambiental y al uso de los recursos ambientales , que
facultará definir con suma precisión qué puede ser considerado, en términos operantes, como
contaminación, o una agresión injustificada al medio, y quién ha de ser identificado como
responsable de la misma (Azqueta et al., 2007). En segundo lugar, la normativa de la
Economía Ambiental protege aquellos derechos que se consideran fundamentales o
primordiales, y que la sociedad no quiere ver amenazados bajo ningún criterio: básicamente
el derecho a la vida y a la salud, o el derecho a la preservación del patrimonio natural,
histórico o cultural. La normativa, en definitiva, protege un espectro de valores superiores,
sin concederá la mera posibilidad de atentar contra ellos a cambio de pagar un precio. Sin
embargo, vinculado este rol clave, el principal problema que presenta la normativa de la
economía ambiental es que trata de la misma manera a sujetos que se yacen en condiciones
de partida distintas: en resumidas cuentas, agentes o sujetos para los que el determinado
coste de abatimiento de la contaminación difiere, en ciertos momentos, sustancialmente.
Desde un punto de vista estrictamente económica, este escenario es terreno abonado para el
surgimiento de ineficiencias (Azqueta et al., 2007).

Referencias bibliográficas

Azqueta, D., Alvivar, M., Domínguez, L. & O´Ryan, M. (2007). Introducción a la


Economía Ambiental (2da. ed.). McGraw Hill: Madrid.

Mendieta, J. (2000). Economía del Medio Ambiente. Santa Fe: Universidad de los Andes.

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