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La Tarea Política Del Año 2021
La Tarea Política Del Año 2021
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Los años escondidos María Tila Uribe.
Con Álvaro Uribe Vélez (2002) surge un movimiento político de nuevo tipo, una especie de
“nacionalismo paisa”, de carácter corporativo, anticomunista por esencia, un “populismo de
derecha” sui géneris, que se venía organizando desde 1994 en Antioquia, y que se colocó
como principal objetivo “salvar a Colombia” del castro-comunismo o “castro-chavismo”.
Paralelamente, aparecen nuevas agrupaciones políticas alternativas, progresistas y de
izquierda, que recogen las expresiones que surgieron en los años 90s del siglo XX, como el
Polo Democrático Alternativo, la Alianza Verde, la Colombia Humana, y otros partidos
más pequeños como la Unión Patriótica, MAIS, ASI y otros.
En la actualidad, después de un proceso de paz que tambalea entre el fracaso y el avance,
entre la perfidia y el falso cumplimiento, la sociedad colombiana pareciera entrar en una
fase de definiciones. Con todo y lo que ha pasado después de la desmovilización de las
Farc, se ha abierto la posibilidad de que las fuerzas democráticas puedan derrotar a la
oligarquía que ha dominado este territorio desde hace más de 500 años.
Es una casta dominante que construyó a lo largo de cinco siglos una hegemonía criminal,
gran terrateniente y clerical, autoritaria y ladina, que usa una falsa democracia en medio de
guerras y conflictos armados provocados desde las elites dominantes, que odia y desprecia
al negro, al indio, al pobre y al miserable, y explota y segrega a los trabajadores, a los
campesinos, a los precariados, a los pequeños y medianos productores, y al conjunto de los
sectores sociales que sobreviven en medio de la violencia y la desesperanza.
En medio de esa tragedia el pueblo colombiano nunca dejó de luchar. Surgió la resistencia
indígena y campesina, y las luchas obreras se hicieron sentir. El asesinato del líder popular
Jorge Eliécer Gaitán desencadenó una rebelión armada que mediante diversas estrategias
fue degradada a lo largo de siete décadas.
No obstante, en medio de la persecución, el asesinato selectivo y las masacres abiertas, los
pueblos y comunidades de la ciudad y del campo sostuvieron diversas formas de
movimiento social: centrales obreras, movimiento indígena, organizaciones campesinas y
de pequeños y medianos productores agrarios, movimientos barriales y por el derecho a la
vivienda, luchas permanentes por el derecho al agua y en contra de megaproyectos minero-
energéticos, e infinidad de luchas por servicios públicos, contra la privatización de la salud
y la educación, por la paz, contra la erradicación forzada de los cultivos de coca, y por la
democracia.
En gran medida los partidos alternativos, progresistas y de izquierda son herencia, resultado
y realidad de esas luchas populares. Sin embargo, en la gran mayoría de esas
organizaciones no existe el vínculo y el reconocimiento suficiente de la dinámica de los
movimientos sociales. Existe una separación, a veces abismal, entre algunos de esos
partidos políticos y los movimientos y organizaciones sociales.
Desgraciadamente, algunos de esos partidos alternativos, progresistas y de izquierda,
replican muchas de las prácticas de los partidos tradicionales. A pesar de
Las dinámicas políticas que estamos observando en vivo y en directo en países como Chile,
Bolivia y Ecuador nos alientan a pensar que en Colombia podemos emular esas
experiencias, siempre y cuando las evaluemos bien y aprendamos de ellas.
El primer punto a evaluar es la capacidad que tienen los pueblos para convertir un estallido
social en un proceso político transformador. No siempre se logra de manera inmediata pero
indudablemente las rebeliones y alzamientos sociales van determinando cambios
importantes en el comportamiento de la gente y de los actores políticos y sociales
organizados.
En el caso de Bolivia y Ecuador los movimientos y organizaciones sociales no solo
derrocaron en el pasado a gobernantes neoliberales y corruptos sino que derrotaron a las
élites oligárquicas en las elecciones y eligieron representantes que encarnaron el cambio.
Y ahora, dichos movimientos sociales “rectifican” sobre la marcha los errores y falencias
de los partidos y dirigentes que desde su ejercicio de gobierno habían perdido el rumbo, ya
fuera
Una revisión de cómo la gran mayoría de los cálculos hechos por los analistas fallaron
frente a lo que efectivamente ha sucedido, nos muestran que en Colombia las elecciones de
2022 no serán una reedición de las ocurridas en 2018, así los principales protagonistas
parecieran ser los mismos.
En el anterior artículo quedó planteada la tarea de impulsar desde las regiones y localidades
un proceso de convergencia y unidad que presione a las cúpulas de los partidos
democráticos, alternativos, progresistas y de izquierda para llegar a acuerdos y derrotar en
las elecciones de 2022 al proyecto autoritario y antidemocrático que está en cabeza de
Uribe pero que parece contar con el apoyo de todo el bloque oligárquico dominante.
¿Cómo hacerlo?
Es evidente que en los municipios y departamentos también existen pequeñas cúpulas que
controlan los avales y escasos recursos que manejan esos partidos.
Se hacía notar en ese escrito que la reedición del “embrujo autoritario” viene siendo
impulsada no solo por el uribismo sino también por el conjunto de las castas dominantes,
los banqueros transnacionalizados, los grandes empresarios, los poderosos terratenientes
legales e ilegales, las mafias de diverso tipo, los aventajados contratistas y altos burócratas,
que temen perder sus privilegios y poder ante el avance de las fuerzas y sectores
democráticos.
Además, se plantea que dicho encuentro y convergencia democrática desde los municipios,
departamentos y regiones, debía tener en cuenta a gran cantidad de militantes y activistas
que se han retirado de los llamados “partidos”, y además, que debía hacerse al calor del
movimiento social y la protesta, de tal manera que se tuviera en cuenta no solo el proceso
electoral sino el inevitable estallido social que se está acumulando en nuestro país.
¿Cómo hacerlo? Lo principal es abordar el debate en torno al programa. Por ello, en este
texto intento desarrollar algunas ideas que están en centro de esa discusión y que pueden
ayudar a que efectivamente se puedan construir unos acuerdos entre las diferentes fuerzas
políticas y sociales que están dentro del espectro democrático, alternativo, progresista y de
izquierda.
En Colombia tenemos entre manos ponernos de acuerdo en temas trascendentales que están
siendo trabajados por los pueblos y sociedades de países latinoamericanos vecinos, entre
los cuales los más adelantados son el boliviano y el ecuatoriano.
Dos temas son los centrales para poder resolver