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MARCO TEORICO

INTRODUCCION

¿De qué modo, la arquitectura sostenible contribuye a mitigar el cambio climático y a


reducir la contaminación ambiental?

Desde los años 60 y 70 surge una idea llamada “construcción ecológica” llamada hoy
en día arquitectura sostenible, a partir de los años 70 se ha venido convirtiendo en una tendencia
de arquitectura a nivel global en el pensamiento ecológico, la finalidad detrás de la arquitectura
sostenible es usar métodos eficaces y materiales que favorezcan al medio ambiente en los
procesos de construcción, tener en cuenta las condiciones presentadas por el lugar en el cual se
realizara la construcción ya que de esta forma se puede minimizar el impacto de consumo de
energía y del espacio que será ocupado por dicha construcción.

Actualmente el uso que se le da a los recursos naturales no es el más adecuado y


gracias a ello se presenta la necesidad de construir espacios arquitectónicos sostenibles, como
sociedad no somos consientes de los efectos negativos que traen las construcciones al planeta, sin
embargo las construcciones de edificios son responsables de aproximadamente el 40% de
emisión de dióxido de carbono, consumen demasiada materia prima, usan gran parte del agua,
generan demasiados residuos y ocupan gran parte de suelo, los procesos industriales de por si
generan contaminación.

El cambio climático que se ha venido generando años atrás se debe en gran parte a la
contaminación ambiental que genera este magnate industria global, pues la construcción de
ciudades, edificios o pueblos consumen gran parte de los recursos físicos de los entornos en los
cuales se sitúan, por tal motivo es necesario evaluar de qué modo la arquitectura sostenible nos
puede ayudar a mitigar el cambio climático y a reducir la contaminación ambiental.

DESARROLLO

Para todos es evidente que la Tierra se está “muriendo” y es inminente para el


planeta la necesidad de obtener un cambio, puesto que el cambio climático es una realidad
manifiesta. Una evidencia científica internacional abrumadora señala que desde 1750 el planeta
está experimentando un calentamiento neto, y que durante el presente siglo continuará
calentándose a consecuencia de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por la
acción humana, en particular, la procedente del consumo de petróleo y carbón. Este es, sin duda,
el problema más grave en el campo ambiental y, según muchas autoridades, la mayor amenaza
global en términos absolutos (Rodríguez y Mance, 2009). Lo anterior indica que el cambio
climático es una “enfermedad” que viene aquejando a la humanidad desde hace más de dos
siglos, pero considerablemente se ha visto en aumento en el último siglo, todo esto relacionado
con el crecimiento de la población y las exageradas densidades poblacionales dentro de un área
específicamente urbana. El cambio climático es definido como un cambio en el patrón del clima
y los cambios relacionados en los océanos, las superficies terrestres y las capas de hielo, que se
producen a lo largo de escalas de décadas o más (Australian Academy of Science, 2018).

Cuando se piensa en una ciudad sin alcantarillado y agua potable o sin infraestructura
necesaria para las aguas residuales domesticas es imposible creer que el desarrollo sostenible en
ella será el adecuado, actualmente es mucho más complejo concebir un desarrollo para una
ciudad sin una previa planificación, ahora es mucho más complejo invertir e implementar una
infraestructura verde que cumpla con los problemas que puedan presentar las ciudades ya sea en
su alcantarillado, en un sistema de colección de aguas lluvia, en una debida infraestructura para
las aguas residuales de las casas y edificios o en los cientos de problemas arquitectónicos que
pueden surgir de la construcción de una ciudad.

Esta perspectiva implica un cambio significativo en la forma en que los gobiernos y


las comunidades en general conciben los espacios verdes y su planificación (Benedict &
McMahon, 2000), esto nos plantea dejar de ver las zonas verdes como simples lotes vacíos
esperando a ser urbanizados, implica no solo un cambio por parte de las entidades que van a
construir, implica más un cambio social y consiente, un cambio de mentalidad que nos permita
expandir nuestros pensamientos y a aprender a cuidar los recursos naturales, implica dejar de ver
las zonas verdes como tierras que a un futuro traerán beneficios sociales y económicos.

Esta nueva perspectiva se apoya en la definición conceptual de la sustentabilidad


como una pirámide, en donde los ecosistemas viables están en la base y sostienen al capital
natural, al capital social y al ambiente construido (Williamson, 2003). Si se lograra implementar
este pensamiento ecologista, esta nueva perspectiva de concepto sostenible, nos ayudaría a tener
ecosistemas mucho más viables y amigables con nuestro medio ambiente, amigables con el
bienestar humano y con la sostenibilidad ambiental.

Según Benedict y McMahon (2002:5) infraestructura verde puede ser definida como
"una red interconectada de espacios verdes que conservan las funciones y valores de los
ecosistemas naturales y provee beneficios asociados a la población humana", y aunque esta idea
se remonta al 1900 (Benedict & McMahon, 2006) el término infraestructura verde solamente
aparece con fuerza durante la última década en el diseño y planificación de ambientes urbanos y
periurbanos (Tzoulas et al., 2007; Eisenman, 2013). Gracias a la infraestructura verde es posible
conocer un nuevo surgimiento de métodos y concepciones que quieren aproximar, acercar y ver
una sociedad urbana caminando de la mano con la protección ambiental, enfatizando los servicios
ecológicos y sociales provistos por espacios verdes en y para las ciudades tales como regulación
climática, purificación del aire, reducción de ruido, refugio de especies nativas, provisión de
espacios para recreación, esparcimiento y contacto con la naturaleza.

Los espacios verdes y abiertos urbanos son los lugares donde estos procesos
ecológicos encuentran espacio en contextos urbanos (Gill et al., 2007; Haase et al., 2014;
Lundy & Wade, 2011). Sin embargo, aproximaciones clásicas para el estudio, diseño y
planificación de los espacios verdes urbanos enfatizan casi exclusivamente los beneficios
sociales ligados a la recreación, ocio y belleza escénica dejando fuera todos los muchos otros
beneficios ecológicos y sociales que estos proveen (Thompson, 2002; Sukkop y Werner,
1991). Esta perspectiva más clásica de los espacios verdes urbanos está fuertemente ligada
a la noción de "jardín", que es conceptualizado como una zona "bien delimitada en la que el
hombre manipula y modela la naturaleza para adaptarla a sus propios fines, ya sean estos
productivos, estéticos, recreativos o simbólicos" (Santiago-Ramos, 2008: 19). Lo anterior
podría ser una de las razones por las cuales, en la práctica, en la planificación urbana se
subestime el rol de los espacios verdes en el desarrollo de las ciudades, y por lo tanto
tengan una baja prioridad política y en la asignación de presupuestos (CABE Space, 2003;
Dunnett et al., 2002, Smaniotto et al., 2008).

Los beneficios sociales y ecológicos de los espacios verdes se vuelven aún más
relevantes en contextos de alta incertidumbre como los planteados, por ejemplo, por
cambios económicos, sociales y ambientales de carácter global. Dentro de estos últimos
destaca el cambio climático, que desafía a las ciudades como principal hábitat de la
humanidad a ser activas agentes en la mitigación de la intensidad y velocidad con que se
presenta el cambio climático, así como a adaptarse a los impactos adversos derivados del
calentamiento global (Hamin & Gurran, 2009).

CONCLUSIONES

Luego de realizar esta investigación acerca de la arquitectura sostenible y como


puede ayudar a reducir la contaminación ambiental y a mitigar por el medio ambiente se
llega a la conclusión de que esta arquitectura está tomando bastante fuerza pero que sigue
siendo demasiado escasa, que le hace falta promocionarse, resaltar sobre la sociedad y que
es necesario llegar a una conciencia social para poder implementarla y darnos cuenta de
todos los beneficios que pueden venir con ella para el ecosistema.

Respondiendo a la pregunta echa anteriormente ¿De qué modo, la arquitectura


sostenible contribuye a mitigar el cambio climático y a reducir la contaminación ambiental?
Podemos decir que la arquitectura sostenible ayuda al medio ambiento primero concientizando a
la sociedad y mostrándole que si existen formas para convivir con el medio ambiente, segundo
apoyando los proyectos ecológicos, bien sea parques, lagos, edificios verdes, mejores redes de
alcantarillado y tercero implementando los proyectos verdes en las grandes ciudades, claramente
son retos bastante grandes pero que como sociedad podemos cumplir para lograr un gran
propósito.

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