Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Clase 3 Contractualismo - Hobbes
Clase 3 Contractualismo - Hobbes
inferiores quienes eran incapaces de decidir o pensar por sí mismas. Muchas mujeres
disputaron esta mirada generalizada y, con sus luchas intentaron modificar esas desigualdades.
En términos de organización y pensamiento político, la preeminencia del individuo, su
voluntad y su raciocinio trajo aparejada la distinción entre Sociedad Civil y Estado. La
Sociedad Civil va a hacer referencia al universo de las relaciones privadas y de orden más
espontáneo y natural entre individuos con fines particulares. El Estado aparecerá como
“mecanismo”, “artificio” creado para asegurar la convivencia pacífica. De este modo el hombre
moderno estará escindido en dos esferas, la pública y la privada. En este sentido, lo social y lo
político se separan por primera vez con esta claridad.
Repasemos entonces el movimiento de inversión que acabamos de describir. Por un
lado, en la Edad Media lo natural era la comunidad y el individuo no tenía una delimitación
clara (por ejemplo, un joven campesino raramente tenía la posibilidad de imaginarse un destino
diferente al que le correspondía según las decisiones de su familia/comunidad y apenas si
siquiera se lo preguntaba). En cambio, en la Modernidad esto se invierte y lo que comienza a
aparecer como natural es el individuo con sus decisiones e intereses personales (contrapuestos
en muchos casos a los de otros individuos) y, por lo tanto, la vida en comunidad deja de ser
algo dado y es necesario explicar o encontrar un fundamento a por qué vivir juntos.
La organización de “unidades nacionales” como unidades políticas emergentes contó
con Maquiavelo para reflexionar acerca de los alcances de una actividad política que tendía a
convertirse en secular, esto es, abandonaba normas y prescripciones de tipo sagrado o
tradicional. Las disidencias con la Iglesia Católica Romana, que comenzaron a manifestarse en
la primera mitad del siglo XVI, se ocuparon principalmente de criticar y redefinir las relaciones
entre jerarquía eclesiástica y fieles sobre la base de una reinterpretación de las sagradas
escrituras, distinta a la que el medioevo había forjado. Esta reforma que fue la Reforma
Protestante dirigió su principal crítica a la fuerte estructuración piramidal del catolicismo como
Iglesia universal, sobre todo en su relación con el poder terrenal de la monarquía. La nueva
orientación tendía a recuperar la concepción comunitaria de la religión, e intentaba separar la
injerencia de las cúpulas eclesiásticas en los asuntos de gobierno. El protestantismo se
constituyó en una contribución a la organización de sociedades nacionales y a liberalizar la
actividad de los individuos en el proceso de transformación de la sociedad tradicional en
sociedad moderna.
La Reforma protestante no procuró una doctrina política, sino que se centró en el intento
de despolitizar las preocupaciones de la Iglesia y, por otra parte, en eliminar la injerencia
monárquica en el clero. Por supuesto que este proceso no fue sin pujas ni luchas. En el medio
Teoría General del Estado – Clase 3
EL CONTRACTUALISMO
que emergió en Europa en el siglo XVII y que definió el surgimiento de la sociedad y del poder
político a partir de un contrato entre los individuos. Este contrato permitía poner fin al “estado
de naturaleza” en el que vivían los individuos caracterizado por la ausencia de un poder
legalmente instituido que tuviera la capacidad de controlar a todos los miembros de una
sociedad. La tesis del contrato es una teoría del nacimiento del Estado.
Estas teorías tienen en común un esquema de análisis que funciona como una ficción
explicativa en tanto plantea una narración fundacional que -en vez de estar sostenida en el
poder divino o en mitologías olímpicas como en la antigua Grecia-, se sostiene en que responde
al devenir de la razón. Es así que, a través de una serie de hipótesis, de supuestos, que funcionan
como punto de partida de estas nuevas teorías, se desarrolla una nueva corriente teórica: el
contractualismo. En esta materia estudiaremos a tres de sus exponentes: Thomas Hobbes, John
Locke y Jean Jacques Rousseau (los últimos serán desarrollado en la clase 4).
A pesar de que hay diferencias entre los autores, en el Contractualismo clásico la idea
de contrato refiere a la figura jurídica del contrato en el que hay derechos y obligaciones de las
partes. Esto resulta en un orden político limitado, dado que el principio contractual pone
límites al gobierno. Esto lo diferencia de la soberanía absoluta que hallaba su fuente de
legitimidad en un principio trascendente.
El contrato posee un encanto que deriva de su carácter de solución teórica que permite
imaginar un orden social y político capaz de articular en forma simultánea el consenso y las
tensiones inherentes a la defensa de los intereses particulares, sin que el individualismo se torne
amenaza extrema y desemboque en la salvaje guerra de todos contra todos.
La particularidad del contractualismo consiste en la asunción expresa de la violencia
inherente a las relaciones entre los hombres, y la propuesta de una solución política que permita
regularla. Asimismo, el contractualismo se basa en la idea de que los hombres están dotados
de derechos naturales, por ese motivo también se enmarcan en la perspectiva conocida como
iusnaturalismo (por ius/iuris en latín: derecho). En esta mirada, este derecho natural se
emancipa también de la teología y es cognoscible por la razón humana. El Derecho natural
innato al individuo es anterior al Derecho positivo (la norma escrita) y debe prevalecer sobre
el mismo. La idea de derechos naturales no es nueva, sino que la novedad que introduce el
iusnaturalismo es que el individuo es el depositario del derecho natural, no la comunidad
como se consideraba con anterioridad. Recordemos que el hecho de que haya una separación
entre el poder de la Iglesia y el poder político no significa la desaparición de la religión. En
este sentido, lo que se postula es que Dios ha depositado los derechos naturales (pre-políticos,
naturaleza del hombre) en cada uno de los hombres.
Teoría General del Estado – Clase 3
Como exponente del pensamiento que deseaba la conservación del orden sociopolítico
basado en la monarquía absoluta, Hobbes caracterizó al hombre en Estado de naturaleza
como un ser antisocial, egoísta y dominado por un instinto de autoconservación.
Los hombres, para Hobbes son iguales por naturaleza, y poseen semejante fuerza
corporal, que en caso de ser muy diversa puede ser equilibrada en función de la experiencia.
Tienen razón y tienen pasiones. Todo esto los hace libres y dotados de voluntad, lo cual los
lleva a querer apropiarse de las cosas para afianzar su existencia.
Para Hobbes, el hombre se define por el deseo. Este carácter deseante del individuo
hobbesiano es conflictivo. “El hombre es lobo del hombre”, dice, no por maldad, sino por
animalidad, naturalidad. Por esto, hay un horizonte de guerra, no fáctica, pero si presente,
posible. Esta libertad e igualdad produce que no existan terceros para mediar en los conflictos.
Entonces para resolverlos se debe hacer algo con esos derechos naturales.
En el Estado de naturaleza rige el Derecho Natural, que es la libertad que cada uno tiene
de conservar su vida y gozarla acrecentando sus bienes y aumentando su poder. Pero puesto
que este derecho lo tienen todos por igual, la única meta del hombre es sobrevivir, porque la
muerte es el resultado natural. La inseguridad y desconfianza mutua redunda en que el estado
natural de los hombres sea el de la guerra de todos contra todos.
Entonces, la libertad natural, para Hobbes, está expresada en la voluntad que se expresa
en la posesión: lo que poseo es porque lo quiero. Como mencionamos, los hombres son todos
libres, todos pueden querer todo, y esto es lo que los lleva al estado de guerra de todos contra
Teoría General del Estado – Clase 3
todos o de potencial guerra de todos contra todos, lo cual es lo mismo en tanto se encuentran
en estado de incertidumbre permanente. En función de estos deseos encontrados, y en el estado
de naturaleza, por derecho natural nadie puede impedir al otro apropiarse de lo que quiere. Y
además en la tierra los bienes son limitados, con lo cual la competencia lleva a la discordia.
Pero si el mayor temor es a la muerte inminente y violenta, la razón, la ley natural de la
razón me indicará que es necesario evitar la guerra, es decir construir la paz.
Ahora ¿cómo se logra la paz para salir del Estado de Naturaleza? Según Hobbes, cada
individuo debe inhibirse de sus derechos con la condición de que los demás también renuncien
a sus derechos y todos y cada uno los cedan a un tercero que garantice el orden y la vida.
Entonces se ceden todos los derechos menos el derecho a la vida. Los hombres pactan por
miedo y la razón provee los medios para conseguir esos reales deseos de paz. Esa expresión
volitiva y racional que es el pacto es un convenio de creencia porque si sospecho que alguien
no cumple el pacto se vuelve al Estado de Naturaleza. Es un Pacto de Unión, no es un pacto
social, no surge con fines sociales, sino que es un pacto de sujeción. Esto quiere decir que no
produce sociedad, no hay un tejido social, sino que es un conglomerado de voluntades para que
los hombres no choquen entre sí. En un solo movimiento los hombres se unen y se sujetan.
Todos los hombres ceden el derecho a la guerra y en ese mismo momento surge el beneficio,
la paz. El soberano no pacta, pactan los individuos que ceden todos sus derechos. Es aquí donde
se observa el pasaje al monopolio legítimo de la violencia.
Ese conglomerado de individuos cede, aliena, transfiere de una vez todos sus derechos
a un gran soberano que debe ser un poder al cual todos tengan miedo, es decir que sea la
representación simbólica de la muerte, de aquello que por temor nos haga obedecer. Ese
soberano no forma parte del pacto, sino que es el depositario de la totalidad de derechos y
voluntades, lo cual le otorga la legitimidad para construir leyes. La soberanía es derivada de
una transferencia del derecho natural de los poseedores individuales, no deriva de un principio
trascendente. Según Hobbes, es la autoridad y no la verdad la que hace la ley. Toda ley es un
acto de imposición de un poderoso. El Leviatán es un monstruo bíblico y Hobbes lo utiliza para
representar el Estado que debe crearse. El Leviatán es un monstruo y para él está bien que así
lo sea. El Leviatán no pacta, no se atiene la ley porque es la Ley.
Dado que es el Leviatán el que recibe la suma de los poderes otorgados por todos y cada
uno de los individuos no cede sus propios derechos, no hay posibilidad de resistir a su poder;
y dado que el pacto en sí no crea sociedad, en caso de rebelión, hay una regresión inmediata al
caos del Estado de Naturaleza.
Por eso, la soberanía del Leviatán debe ser:
Teoría General del Estado – Clase 3