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RAÚL PORRAS B A R R E N E C H E A

Lo que no puede sostenerse, de manera alguna, provengan los da-


tos de Valera o de Chaves, es la autenticidad de los datos de Gatcilaso
sobre el proceso del Inca y sobre la venganza de Tocto. L a más leve
confrontación con los documentos de la conquista demostrará el carácter
novelesco y legendario de estos episodios. Ninguno de los Chaves de
figuración prominente estuvo en Cajamarca, ni pudieron, por lo tanto,
ser defensores del Inca. De los once conquistadores mencionados como
teles, sólo Francisco de Fuentes y Pedro de Mendoza estuvieron en Ca-
jamarca y presenciaron la muerte de Atahualpa. De cuatro de ellos, se
tiene certeza que no estuvieron en Cajamarca en aquella circunstancia.
Diego de Mora y Juan de Herrada llegaron con Pedro de Alvarado.
Alonso de Avila, declaró él mismo, que llegó dos años después de la con-
quista y de Blas de Atienza se sabe que se quedó en San Miguel. Los
nombres de Moscoso, Haro y Ayala no surgen en los documentos pri-
micios de la conquista. A Ayala se le halla en 1549 avecindándose en L i -
ma, a Haro se le menciona hacia 1540 en Chachapoyas y de Moscoso no
se tiene huellas. E l equipo de protestantes por la muerte de Atahualpa
no resiste pues a la critica histórica. E s en cambio de la más pura ima-
ginación popular el convertir a Juan de Herrada, el asesino futuro de Pi-
zarro en el protector del Inca y su postumo vengador, aunque los hechos
lo contradigan, porque Herrada sólo llegó al Perú en la expedición de
Pedro de Alvarado seis meses después de la ejecución de Atahualpa. E n
cuanto a Sancho de Cuéllar, a pesar de su espectacular ejecución, no se
le nombra en documento alguno conocido de entonces ni de más tarde.
De-

demás Relaciones que io tengo". L a fuente principal de Garcilaso en lo de Cajamarca


es, pués, Valera y, a través de éste, los conquistadores de Chachapoyas. E n alguna
parte dice que Valera trascribe las frases de Atahualpa "en el lenguaje indio". Sigue ci-
tando a Valera, a través de los capítulos X I X y X X . E n el capítulo X X I I habla de
que -Valera, estudiando latinidad en Trujillo, vio copia de la alocución de Valverde al
Inca, en poder del conquistador Diego de Olivares. E n el capítulo X X I I I insiste en
citar a Valera y las versiones de escritores contemporáneos que coinciden con él. E n
el capítulo X X V cita nuevamente, como fuente de su versión, al padre Valera y dice
"prohibieron entonces que nadie escriviese la verdad de*lo que pasó, que es la que se
ha dichop la qual sin la tradición de los.ñudos historiales de aquella provincia Cassa-
marca, la oí a muchos conquistadores que se hallaron en aquella jornada y el p. Blas
Valera dice que uno de ellos fue su padre Alonso Valera a quien se lo oió contar mu-
1
chas veces' '. Vuelve a citar a Valera en el capítulo X X X V I I I a propósito del rescate.
No le cita en cambio en los capítulos V , V I y V I I , del Libro I I , sobre la venganza de
Tocto, pero se percibí; en ellos una fuente distinta de los demás historiadores, que sólo
pueden ser Chaves y Valera, que trató, según el Inca, los hechos de Cajamarca "mas
largamente que los demás sucesos de la Historia de aquel Reino".
CRÓNICAS PERDIDAS, P R E S U N T A S Y OLVIDADAS 35

Debiera, por lo menos, aparecer su nombre como pasajero de Indias o en


las listas de bienes de difuntos de la Casa de Contratación. Tampoco apa-
lece en los protocolos de los escribanos de la conquista.
La misma vaguedad legendaria presenta la figura del Inca Tito Atau-
chi. Sarmiento de Gamboa menciona a Tito Atauchi, hermano de Huás-
car, que fué enviado por éste en plena guerra civil a someter a los Paca-
moros y más tarde fué capitán general contra Quizquiz y Chalcochima.
Según Sarmiento, Tito Atauchi fué preso por los generales de Atahualpa
en Huanacopampa y muerto junto con Huáscar en el río Yanamayo. E n
1566 figuraba un Alonso Tito Atauchi como Alcalde de naturales del
Cuzco, que vivía aun en la época de Toledo. Tito Atauchi no pudo,
pués, entenderse con Francisco de Chaves, ni menos intervenir en la
venganza de Tocto por la muerte de Atahualpa, ya que pertenecía al ban-
do de Huáscar y acababa de ser inmolado por los generales de Atahualpa
en Andamarca junto con el monarca cuzqueño.
La misma demostración que se ha hecho sobre los defensores de
Atahualpa podría hacerse sobre los presuntos presos en la batalla de
Tocto, los que posiblemente llegaron en momentos distintos y no fueron
conquistadores de la primera hora. L a única referencia que se halla con
relación a la sorpresa de Tocto, en una crónica del siglo X V I I , es la que
trae el padre Anello Oliva quien la toma de Garcilaso y de Blas Valera.
Este cronista cita "un vocabulario de mano de autor incierto" en el que
se da una versión de la sorpresa de Tocto, semejante a la de Garcilaso.
La cita textual de Anello Oliva es esta:

"Pero el auctor del bocabulario de mano que tengo citado en


otros lugares dice hablando del nombre Titu Atauchi lo que se si-
gue— "Tito Atauchi hijo de Guaina Capac y hermano de Vascar
Ynca y de Atauhualpa. Este Tito Atauchi no reinó, mas quando
supo que los españoles avian preso a su hermano Atauhualpa, vino
con poderoso exercito sobre ellos y aunque se dio priessa llegó tar-
de por que ya su hermano era muerto y los españoles ydos camino
de Huamachuco, llegó pues a Caxamarca y hallo once españoles que
se habían quedado después de la matanca que hicieron y cogiéndolos
aunque se defendieron bien los ahorco todos once de un palo y lo
mismo hiciera de Francisco Pizarro y de sus hermanos si los halla-
ra allí: fuese en pos dellos y en la llanada de Huamachuco tuvieron
una batalla y Tito Atauchi desbarató a los españoles, mas no siguió
la
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la victoria, hicicronse las pazes por medio de Francisco de Chaves


Xerezano gran amigo de Tito, no se halló Francisco Picarro en esta
refriega, pero admitió las pazes. Tito Atauchi se bolvió a su pues-
to y después fué bauticado por mano de un español y púsose por
nombre D . Diego Tito Atauchi y murió muy buen christiano. Hasta
aquí el auctor incierto" (p. 102 y 111).

Continúa el padre Oliva refiriendo las capitulaciones celebradas, de


un lado entre Francisco de Chaves y Hernando de Haro y del otro por
el Inca Tito Atauchi y su maese de campo Purizquiz. Sostiene el padre
Oliva que Titu Atauchi fué únicamente hermano de padre de Huáscar
y en cambio de padre y madre de Atahualpa y los coloca más bien bata-
llando al lado de Puezquiz, que debe ser ujia adulteración de Quizquiz.
Esta versión del padre Anello Oliva parece proceder de la misma
oculta fuente de Garcilaso, o sea, de la relación de Francisco de Chaves
jerezano, entregada al conquistador Luis Valera. Aunque Oliva diga que
el vocabulario de mano es de autor incierto, en otras partes de su crónica
le llama "El bocavulario de mano que cité arriba del padre Blas de Va-
lera, erudito en antiguallas del Perú, sobre la palabra Atahualpa" ( p .
Í07), lo que demuestra que es ésta su verdadera y única fuente. L a ver-
sión del vocabulario de Valera no coincide exactamente con la versión
de Garcilaso. E n la versión de Oliva los españoles son presos descui-
dadamente en Cajamarca, después de la partida de Pizarro, y Titu Atau-
chi va a buscar a los españoles en la llanada de Huamachuco, pero, en lo
esencial, en el castigo y represalia indígena, son semejantes. Todo esto
induce a identificar como única o principal fuente de la leyenda de Titu
Atauchi y de Tocto la relación del jerezano Chaves, que citan a la par
el Jesuíta Anónimo y Anello Oliva, E s posible que, dada la notoriedad
de los célebres capitanes Francisco de Chaves trujillanos, después de
un tiempo, se llamara Francisco al conquistador de Chachapoyas Alonso
de Chaves, quien podría ser el autor de la misteriosa y desaparecida re-
lación de la venganza india. Hay, por lo menos, el indicio de que los per-
sonajes mencionados en esta leyenda son en su mayoría conquistadores de
las regiones inmediatas de Trujillo y de Chachapoyas, como Francisco de
Fuentes, Diego de Mora, Pedro de Ayala, Hernando de Haro y Blas de
Atienza. L a inclusión de Juan de Herrada sería de pura invencifn, deter-
minada por una necesidad de carácter providencialista. E s posible tam-
bién que se mezclase, absurdamente, con un signo contrario, en la memo-

ria
CRÓNICAS PERDIDAS, P R E S U N T A S Y OLVIDADAS 37

ría de los indios, la figura del tremendo castigador de los Conchucos y


se le transformase, por el solo hecho de haber pactado unas capitulacio-
nes con los indios de aquella región, en un defensor de la propiedad y del
señorío de los Incas. Los episodios de la lucha en Huaylas y Conchucos
serían especialmente guardados por los indios de la región, quienes los
transformarían sublimando al mismo tiempo la justicia de los conquista-
dores y la venganza india, de la que surgirían idealizados el terrible cas-
tigador de los Conchucos y el nebuloso personaje indio Tito Atauchi,
cuya sombra humana se perdió, junto con la del Inca Huáscar, en las so-
ledades de la región de Andamarca y Huamachuco. Todo ello sería re-
cogido, con un piadoso sentido de reivindicación, por el cronista chacha-
poyano que transmitió sus recuerdos por la inesperada vía del padre Blas
Valera y de Garcilaso.
Todo induce a creer, pues, que la venganza de Tocto es una leyen-
da localizada en la región de Chachapoyas. Pudo ser una leyenda regio-
nal chachapoyana mantenida por los conquistadores de Chachapoyas,
Chaves y Valera, y recogida, fragmentariamente, en las obras del pa-
dre Blas Valera y de Garcilaso. Esta es una simple conjetura que ne-
cesitaría confirmarse por otros documentos e indagaciones. Entre tanto,
en el mismo terreno hipotético, cabe señalarse dos noticias coadyuvantes.
Huamán Poma de Ayala dice que la madre de Atahualpa fué una mujer
chachapoyana. Anello Oliva dice que Tito Atauchi fué hermano de pa-
dre de Huáscar, pero que lo fué "de padre y madre" de Atahualpa. L a
madre de Tito Atauchi sería entonces chachapoyana. Esto explicaría
por qué Tito Atauchi resultase confidente de los conquistadores de Cha-
chapoyas y que la leyenda de la venganza de Atahualpa se forjase pre-
cisamente en el lar materno del Inca sacrificado.

Relación de F r a y Vicente de Valverde

Fray Vicente de Valverde, el único dominico que llegó a Cajamar-


es con Pizarro, de los seis que partieron de España y que le acompañó
luego al Cuzco y a Lima y fué primer Obispo del Perú, por su ¡misión re-
ligiosa y por el encargo especial del Rey de celar desde el punto de vista
moral la conducta de capitanes y soldados, debió ser uno de los principa-
les cronistas de la conquista. E l fraile Valverde que había estudiado Teo-
logía en el Colegio de San Gregorio de Valladolid, era el personaje más
ilustrado en la ignara hueste de Pizarro. Lo demuestran el Acta de la
0 Fun-
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Fundación del Cuzco, redactada por él e impregnada de teología católica


y de acento humanitario que presiente a Vitoria y sus cartas al Rey sobre
las guerras civiles entre Pizarro y Almagro.
No se conserva, sin embargo, carta ni relación alguna de Fray V i -
cente acerca de los episodios de Cajamarca en que tuvo parte tan notoria
y discutida y en que le asignan tan turbio y burlesco papel las crónicas
soldadescas. Queda constancia, por una cédula del Emperador, expe-
dida en Toledo a 21 de Mayo de 1534, de que Valverde escribió al Rey
una carta con fecha 7 de Junio de 1533, de que aquél le acusa recibo, y
en la que refería el "buen suceso" del Capitán Francisco Pizarro contra
el cacique Atabaliba. E l Rey le da las gracias por "lo que en ello hezis-
tes que bien certificado estoy de los travajos que pasastes". E n dicha
carta, perdida estaría la versión del dominico sobre la prisión del Inca,
llevada a España por Hernando Pizarro junto con las relaciones del Go-
bernador y Oficiales Reales. E l Rey le pidió, además, por cédula de
Monzón de 10 de Octubre de 1537 que enviara una relación de la tierra
calidades de ella y número de pobladores para otorgar un señorío a P i -
zarro, pero Valverde fué negligente en esta tarea y no había cumplido
aún en 1539.
Antonio de León Pinelo menciona en su Epítome (1629) una rela-
ción de Valverde. E n el antiguo Catálogo de Manuscristos de la Biblio-
teca Nacional de Madrid, figuraba una Relación semejante de Fray V i -
cente de Valverde titulada "Relación de la guerra de Pizarro y Alma-
gro", que menciona Mendiburu y que aún puede verse en dicho catálo-
go, colocado en la sala de lectura en un atril a disposición del público y
señalado con la signatura J-130. E n el moderno Catálogo de Manuscri-
tos de América existentes en la Biblioteca Nacional, publicado por don
Julián Paz, en 1933, se da la misma referencia bajo los números 1137 y
9
1338 del catálogo. E l manuscrito N 3216, — antiguo J-130 — está des-
crito en esta forma:

N " 1137 "Carta de F r . Vicente de Valverde, Obispo del Cuzco,


escrita al Emperador Carlos V desde la Ciudad del Cuzco a 2 de
Abril de 1539, representándole lo que ha sucedido en los Reinos del
Perú, desde que se rebeló el Inca, principal Señor entre los natura-
les hasta la fecha de la carta".
Empieza: S . C . C . M , Porque por esperiencia se a uisto de es-
tas partes. Folio I .
Ter-
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Termina: Del Cuzco a dos de abril de mili y quinientos y trein-


ta y nueve años.
Letra de fines del siglo X V I . 0,178 x 0,246 hijas con numera-
ción 1 a 137, equivocada, más dos en blanco; está repetido
37
el número 89. Encuademación de pergamino.—3216.
E n la página 606 del mismo Catálogo se da cuenta de otro manus-
crito copia de la misma carta atribuida a Valverde, titulado "Copia de
la carta que F r . Vicente de Valverde, Obispo del Cuzco escribió al Se-
ñor Emperador Carlos V en las revueltas de aquel Reyno". Páginas 1 a
268. Ms. 3101. E n ambos casos se trata de un error lamentable que vie-
ne arrastrándose, incomprensiblemente, por más de cincuenta años, en
los catálogos madrileños, no obstante la pericia de los bibliógrafos espa-
ñoles. Ambos documentos no son, en manera alguna, cartas de Valver-
de, sino copias de la relación de un soldado anónimo que presenció el si-
tio del Cuzco y la prisión y muerte de Almagr.o Esta crónica fué publi-
cada ya, en 1874, en el tomo X I I I de la Colección de libros españoles ra-
ros y curiosos por Fuensanta del Valle y Sancho Rayón, como anónima,
bajo el título "Relación del sitio del Cuzco y principio de las guerras ci-
viles del Perú hasta la muerte de Diego de Almagro, 1535 a 1539. Los
editores declaran que el original de esta relación es el manuscrito J-130
de la Biblioteca Nacional que comienza: "Porque por esperiencia se a
uisto", y termina con esta data: "Desta ciudad del Cuzco, a dos de abril
de mili y quinientos y treinta y nueve años". L a relación anónima no
pudo, en modo alguno, ser obra del fraile Valverde que, según declara él
mismo, llegó al Cuzco después del sitio de Manco y de la muerte de A l -
magro. E l autor de la relación anónima declara haber sido testigo de vis-
ta de la rebelión de los naturales y confiesa haber abrazado en la guerra
civil la causa de "quien me pareció mas amigo de seguille y tenelle. E n
otro lugar he insinuado la conjetura de que el autor de la relación fué
Diego de Silva.
De las cartas efectivas escritas por Valverde, que fueron más de
diez, sólo han sobrevivido dos cartas completas y dos en extracto, de las
que yo he alcanzado a ver. Estas cartas son las siguientes:

1 ..—Carta de F r . Vicente de Valverde al Emperador sobre asuntos


«de su iglesia y otros de la gobernación del Perú, fechada en el
Cuz-
2 7
Julián Paz. — Catálogo de manuscritos de América existentes en la Biblioteca
Nacional. — Madrid, 1933, — Págs. 395 y 606.
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Cuzco a 20 de Marzo de 1539. Fué publicada en el tomo I I I de


la Colección de Torres de Mendoza, Págs. 92 a 137, habiendo
sido copiada del tomo L X X X I I de la Colección Muñoz. L a
reprodujo Torres Saldamando en el tomo I I I de Documentos
correspondientes al libro I de Cabildos de Lima, publicado en
1888, Págs. 89 a 115.

—Otra carta de F r . Vicente al Emperador, fechada el mismo día


20 de Marzo de 1539, en el Cuzco, que se halla extractada por
Muñoz en el tomo L X X X I I Pág. 260 de su Colección en la
Academia de la Historia. Cita párrafos de esta carta, declaran-
do que tiene copia de ella F r . Alberto María Torres en su libro
El Padre Valverde, Quito, 1932, Págs. 29 y 171. E n la carta.
Valverde pide que se dicten provisiones para explotar la rique-
za de esmeraldas de la provincia de Puerto Viejo y recomienda
que se encomiende esta tarea al Capitán Gerónimo de Olmos,
hombre sagaz y celoso de merecer que saldría bien de la em-
presa.

—González de la Rosa afirmó en 1879 en la Revista Peruana po-


seer una carta o Relación de Valverde manuscrita dirigida a
Carlos V y escrita en 1539. No deben ser las cartas citadas an-
teriormente cuya ubicación se conoce, sino una carta distinta
cuyo original era un "manuscrito voluminoso que poseo" dijo
G . L a Rosa. E n dicha carta, figuraba un párrafo en que V a l -
verde decía que "Cariapaca señor de Lupaca, (provincia de
Chucuito) hacia guerra a los Atun-collado" y que "Cariapa-
ca iba conquistando llamándose luego dios Sol, creyendo que
por esto le habían de obedecer". (Revista Peruana, I . 217) .

—Memorial que dió F r . Vicente de Valverde, dominico, — sin


fecha. Este memorial es citado y extractado por Muñoz en el
tomo L X X X , Pág. 27 de su Colección. E l extracto de Muñoz
dice así: "Cosas convenientes para la provincia del Perú. Pres-
cribe se envíen religiosos mendicantes que hagan monasterio do
se enseñe a hijos de caciques; para los demás haya casa de do-
trina junto a la iglesia y haya persona que los doctrine. Que el
encomendero de muchos indios sostenga clérigo y los de peque-
ños
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ños repartimientos perpetuos que es la raíz del buen trato. No


se divida un cacique en dos encomiendas. No se saquen de sus
naturalezas. No tengan repartimientos, governador y Oficiales
porque zelen sin contravenir a su interés el buen trato. Sean los
tributos tasados con proporción y moderación. Cosco y Xauxa
están bien. San Miguel múdese a Piura que es un poco mas
adelante. Población en el cacique Santa do mejor pareciere:
otra en Chincha. Con estas dos poblaciones está bien y la ca-
pital sea en Xauxa que está en comarca de toda la Provincia.
Los navios que van con proveimiento de Castilla no los atravie-
sen los tratantes que después revenden a subidos precios. No
sean tratantes las justicias y regidores. Si adelante se me acor-
dase de otra cosa la escribiré a V . S. y Mrds. Parece dado en
Cortes al Consejo por este año, pues aún no estavan hechas las
poblaciones que dicen convenir".

5.—Carta de F r . Vicente de Valverde a la Audiencia de Panamá


dando cuenta de la muerte de Pizarro y de los agravios de A l -
magro y sus parciales. Fechada en la Ciudad de los Reyes el
26 de Octubre de 1541 y la post-data en Tumbez a 11 de No-
viembre del mismo año. Publicada en la Colección Torres de
Mendoza, tomo I I I , Págs. 221-228. Tomada de la Colección
Muñoz, tomo L X X X I I , de quien recibiría copia Prescott, que
la cita en su Historia.

L a carta de Valverde al Emperador de 20 de Marzo de 1539 puede


considerarse, principalmente, como una relación de las actividades ecle-
siásticas del Obispo. E n ella enumera sus tareas apostólicas, las necesi-
dades de la iglesia, las dificultades del trato con los indios, los abusos de
los conquistadores, el estado de la tierra después del alzamiento de los
indios, y la discordia de los cristianos y las principales noticias sobre la
fundación de nuevos pueblos, visita de la tierra, productos de ésta, mi-
nas y marcha general de la colonización. Valverde promete enviar al
Emperador una relación de lo que pasó en la entrada de Almagro al Cuz-
co, información sobre los límites dentro de los que debía caer esta ciu-
dad y sobr,e la tierra en que debería establecerse el marquesado de P i -
zarro. Promete, además, cumplir el encargo real de hacer la descripción

de
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de la tierra — dice — y de la manera de la gente e pueblos, trajes y edi-


ficios y otras cosas yo escribiré anuy poco a poco y los significaré a V .
M . por escritura e figuras lo mejor que yo pudiere e lo enviaré". Fray
Vicente tuvo, pues, el propósito de escribir una relación completa sobre
las gentes del Perú, sus usos y costumbres y descripción de los principa-
les monumentos del Cuzco, lo que probablemente no llegó hacer. Esta
relación, como otras coetáneas, tendría ilustraciones gráficas, que acre-
centarían su interés. Acaso sea la que tuvo González de la Rosa.
La carta-relación de Fray Vicente de Valverde, está escrita en una
forma árida y seca, sin vibración ni emoción alguna y con cierta estrechez
de miras, reclamando el pago de los diezmos y ventajas para su ministe-
rio e iglesia y quejándose, con algún resentimiento, del Gobernador y los
funcionarios reales, aspereza de la que se redime algo en la post-data
diciendo que a veces se expresa con cólera con el Gobernador, pero que
al final ríe con él y han de marchar de acuerdo en todo y aquél ha gas-
tado su vida en el descubrimiento y, en la guerra civi!, convidó siempre
a los partidos de paz y "no tiene tanta culpa el que se quiere restituir
en la posesión que le han quitado, como el que la quitó".

E l Fragmento Historial del paje de Pizarro

E n el desafortunado destino histórico del conquistador del Perú han


venido a perderse dos crónicas de tipo biográfico que debieron ofrecer
gran interés sicológico y documental para caracterizar la personalidad de
Pizarro. No las mencionan ninguno de los historiógrafos de la conquis-
ta a pesar de que sus huellas están palpables en algunos relatos sobrevi-
vientes. Son ellas el Framento historial que utilizó el clérigo Fernando
de Montesinos para informar sus Anales del Perú en la parte relativa al
descubrimiento y conquista, verdadera y sabrosa biografía de Pizarro,
que fué escrita por un paje de aquél y, en segundo término la Vida de
Francisco Pizarro redactada en la época de Toledo, seguramente a base
de muchos testimonios contemporáneos del conquistador, por el Contador
Antonio Baptista de Salazar.
Las citas que Montesinos hace en los Anales del Perú de una cró-
nica titulada Framento historial o Framento histórico, con referencias pre-
cisas a los números de los capítulos, que van del capítulo 133 *él capítulo
141, demuestra que fué ésta una obra de largo aliento, que debió abar-
car todo el desarrollo de la acción de Pizarro en el Perú, desde su llega-
da
CRÓNICAS PERDIDAS, P R E S U N T A S Y OLVIDADAS 43

da hasta su muerte, ya que los capítulos citados se refieren únicamente


a los últimos años y a los presagios sobre su próximo f i n . Montesinos
debió disfrutar del manuscrito íntegro y conocer el nombre del autor. No
cita, noticias suyas, sin embargo, sino a partir del año 1535 y le continúa
citando hasta el año 1540. Precisa establecer el carácter y eí estilo de
los textos copiados por Montesinos para descubrir las huellas de esta mis-
ma fuente oculta, en los años precedentes que corresponden a los viajes
del descubrimiento y a las primeras etapas de la conquista.
Montesinos cita, por primera vez, al autor del Framento historial al
xeferirse al regreso de Almagro de Chile, en que dice que "para saborear
a sus soldados les cháncelo las escrituras de lo que le debían que según
dice el Framento lstorial. Cap. 133, donde afirma el autor que les entre-
gó a los soldados los recaudos que importaban más de 500,000 pesos se-
gún todos dixeron".
Nuevamente cita Montesinos a su anónimo informante, al hablar del
sitio del Cuzco y referir que "aviendo los castellanos subido al cerrillo,
viendo las caberas de sus compañeros se dolieron de la desgracia y vien-
do el Santo Jubileo se confesaron con tres sacerdotes que entre ellos avia
y con toda devoción hicieron la diligencia de ganarlo y entonces fue
quando la Virgen les aiudo, y Santiago, y salieron a pelear con los ene-
migos y los vencieron, {Framento Histórico, Cap. 136). Vuelve a citar
los capítulos 138, 139 y 140 del Framento Histórico a propósito del sitio
de Lima por los indios, contando anécdotas que revelan la cercanía e in-
timidad del autor con el Marqués Pizarro. Refiere cómo salió el Mar-
qués a media legua de la ciudad "en los paredones que están camino de
Huarochirí a combatir a los indios que gritaban "embarcar, barbudos",
' a la mar, barbudos". Cuenta la orden del Marqués para que las naos
saliesen del puerto y entendiesen los indios "que no habian de embarcar-
se sino morir o quedarse en tierra". E n este punto consigna un párrafo
que cabe copiar, porque de él puede derivarse la identificación del autor,
como veremos más adelante. "Los frailes franciscos — dice <— pidieron
licencia al marqués para irse y se la dió, y se fueron; y sólo quedaron los
clérigos de la iglesia mayor y los frailes dominicos y de la Merced, con
el Marqués: y otro día salieron las naos del puerto, a vista de los enemi-
gos, con ciencia de los amigos. ("Framento Histórico, Cap. 138)". E l
relato de la toma del cerro de San Cristóbal por Pizarro tiene también
animación y colorido personal. Dice que el general y veinte capitanes
indios que venían por la parte de Santa Ana "con camisetas muy gala-
nas.
a RAÚL PORRAS B A R R E N E C H E A

ñas, con collaretes y brazaletes de oro y las camisetas planchadas de lo


mesmo fueron sorprendidos y muertos por una emboscada. Los indios
después de algunos días "aviendo hecho muchos fuegos se fueron. Dio
gracias a dios el Marques y una cruz que tenia prevenida para llevar al
combate la tomó sobre sus hombros y con toda devoción, siguiéndole los
del campo, la enarboló en la cumbre del cerro •— {Ftamento. Cap. 140)".
E n el texto corespondiente al año 1536 Montesinos hace una larga
cita del Framento Historial en la que el autor de éste declara que era
paje de Pizarro y a la vez demuestra el ambiente de superstición y de
presagio que rodeó a Pizarro en sus últimos años y descubre la persona-
lidad ruda y recelosa del conquistador. L a cita es esta: " E l autor del
(Framento Historial, Cap. 134) di?e una cosa exemplar: que quando
bolvia el Marqués de Truxillo a Lima, antes cinco dias que tubiese la
nueba del alzamiento del Cuzco, llegó al Tambo de Guara (Guaura?), y
salióse a pasear con este autor, que era su paje; y estando mirando unos
paredones, mui pensatibo, vino a él un indio y le dixo cómo venían ocho
hombres hacia Truxillo; y que volviendo los ojos el Marqués, los vido
descalcos y desnudos. Ellos como le vieron el abito en los pechos, se
arrojaron a sus pies; y él les dixo: "Diablos, demunios, ¿a qué venis a
destruirme esta tierra que he ganado con tanto trabajo y a ponella como
aveis puesto toda esa Tierrafirme y Santo Domingo y las demás islas?".
Respodieron que "a servir a Su Señoría", y él los embio con todos los
diablos. E l page les dio de mano, que se fuesen al Tambo; y dende a
tres dias, que llegó a Lima, vinieron las cartas del alzamiento y escribió
cartas a todas partes pidiendo socorro. Y dice el autor que no faltaba
sino poner ojos dentro dellas que fuesen llorando sangre, y que fué jui-
cio de Dios por ver como tomó la ida de aquellos ocho hombres en Gaura
(Guaura-)".
E l paje anónimo refiere otra incidencia íntima de la vida de Pizarro,
relativa a la conducta de doña Inés Huaylas Nusta. Dice que ésta, hija
de Huayna Capac en quien Pizarro tuvo dos hijos, durante el cerco de
Lima, se quería ir a los indios de guerra. Pizarro la llamó y la interrogó,
ella repuso que una mamacona que vivía con ella la importunaba para
que dejase a los españoles y se fuese a unir con su hermano Curirimachi.
Pizarro hizo traer a la mamacona y le mandó dar garrote en su cámara.
E l paje anónimo comenta: " E l intento de la Doña Inés era alcwrse con
la ación de la mamacona, llamada Asapaesi, y con un cofre o petaca
que tenía llena de esmeraldas y collares de oro y patenas, que avia ad-
qui-
CRÓNICAS PERDIDAS, P R E S U N T A S Y OLVIDADAS 45

quirido en tiempo de su padre Huainacape; y esta íué hija única deste


Rey, ávida en su mujer Curirimaycoya; todos los demás fueron bastar-
dos; y como no eredabam mugeres, nombró Guainacape, para en fin de
sus dias a Huáscar, como después de algunos dias aberiguó en el Cuzco
el Marqués. Así lo dice el Framento, Capi. 140". Estos episodios sobre
Doña Inés y Azarpay son narrados también en forma aproximada, pero
con incidencias diversas, por Pedro Pizarro, en su Descubrimiento y con-
quista del Perú, lo que revela la veracidad del cronista anónimo y su
proximidad a Pizarro.
Cita aún Montesinos el Framento Historial, en uno de los párrafos
más sabrosos y sugestivos sobre la personalidad de Pizarro. E n ella
casi se roza o se pronuncia el nombre del autor. L a cita dice como sigue:
"Sale el Marqués del Cuzco para Lima; hace una tempestad de truenos
y granico extraordinaria; aconsejanle que se buelva; pasa adelante, y en
la cuesta de Vilcas le echaron a rodar los indios toda su recámara, como
dice el Framento Historial Cap. 141. Pararon junto al rio las petaqui-
llas en que iba la baxilla y los títulos y papeles de importancia, aviendo
rodado mas de una legua de cuesta. Pónese un condor sobre la petaca
de los títulos, juzgan por mala señal los indios amigos el caso; aconsé-
janle que no baia a Lima al Marqués, y él, estimando (sic) el Consejo,
pasó adelante y llegó a la ciudad, donde los primeros golpes que oyó de
las campanas fueron de un doble mui solemne. Dixole a su Secretario:
"Si ubiéramos de creer en arfiles, mala señal es la entrada con doble de
campanas". Respondióle el Secretario: "No crea V . S . en abusiones,
que aunque se topen, no se ha de hacer remanso, en ellas".
La última cita del Framento Historial aparece en el año 1545 de
los Anales. E s la relativa a la muerte de Manco Inca. También en ella
hay una versión nueva y distinta de las anteriores. E l paje anónimo só-
lo traslada impresiones dilectas y originales. Según él los españoles re-
fugiados en Vilcabamba al lado de Manco Inca, escribieron a Antonio
de Toro —* debió decir Alonso — Teniente de Gonzalo Pizarro, pidién-
dole que obtuviera el perdón para regresar al lugar. Alonso de Toro le
ofreció perdonarlo si mataban al Inca. E n esto jugaba el interés prin-
cipal de Toro quien tenía una chacra de coca que le daba 10,000 pesos al
año y no podía disfrutar por la guerra del Inca. Los españoles se con-
centraron ¿para matar a Manco y lo hicieron durante un juego de bolos
y ausencia de su gente de guerra. Le cosieron a puñaladas, pero no tu-
vieron tiempo de escapar, una india llamó a los indios antis y éstos los
fu-
46 R A Ú L PORRAS B A R R E N E C H E A

fusilaron y mataron. Sus cabezas fueron llevadas al Inca que aún no


había expirado. (Framento Histórico, 141).
Después de recoger estas citas y de verificar que algunos episodios
de ella se cuentan en otra parte de los Anales de Montesinos, sin la co-
rrespondiente referencia bibliográfica, como la anécdota de Vilcas con-
tada en el año 1539, sin alusión alguna a su autor, se desprende que
Montesinos utilizaría más largamente y sin citarle el Framento Historial
en lo relativo a los primeros años de la conquista. Todo el que haya leí-
do los Anales del clérigo osunense se habrá sorprendido, seguramente,
de encontrar, sobre todo en lo relativo a los primeros viajes, referencias
a algunos episodios y anécdotas de la vida de Pizarro que no figuran en
ninguna otra crónica o figuran de distinta manera. No hay duda de que
tales referencias parten de un relato inédito, que descubierta la índole
del paje anónimo no pueden provenir sino de su jovial y ameno testimo-
nio. T a l la anécdota sobre el cacique de Virú que tenía en la barba un
clavo de oro y se cortó las manos con un cuchillo que le diera Pizarro.
Tal, asimismo, la anécdota de que Pizarro quiso aprender a leer en el río
San Juan y que sólo llegó a saber firmar y la frase burlesca de Almagro
que decía "que firmar sin saber leer era lo mesmo que recibir heridas sin
poderla dar". Del mismo origen tienen que ser las noticias sobre la for-
ma como Almagro y Pizarro ocultaban las noticias que tenían sobre las
tierras ecuatoriales dadas por el cacique de Birú. Del paje anónimo y
de las propias-confidencias de Pizarro deben provenir la transcripción de
la copla de la Isla del Gallo y de la arenga de Pizarro a los trece de la
fama. Noticias inéditas son también las que contienen los Anales de
Montesinos sobre la bajada de Pedro de Candía a Tumbez y sobre la
entrevista de Pizarro con Carlos V , de quien dice que "oíale tierno quan-
do le contaba el numero sin cuenta de yndios y su simplicidad y el tesón
que avia tenido en sus trabajos y el suceso de la Isla del Gallo". Hay
también detalles incidentales del tercer viaje e intervenciones milagrosas
como la del Arcángel San Miguel con su espada y rodela y la huida del
demonio y sus secuaces en la isla de la Puná a los que se oye decir entre
un gran torbellino de viento: "Venciste Miguel, vencístenos!" que son
del mismo sabor de los cuentos milagreros de la parte declarada del jFra-
mento Historial. Figuran, también, nombres nuevos y exactos de perso-
najes, no mencionados por otros cronistas, pero que intervinieron en los
episodios de la conquista y que sólo podía citar un testigo presencial o un
historiador dueño de todo el material documental de la conquista que no
fué
CRÓNICAS PERDIDAS, P R E S U N T A S Y OLVIDADAS 47

fué seguramente el clérigo Montesinos. Tales, Juan de Sosa el primer


cura de San Miguel, el bachiller Balboa que ayudó a Fray Vicente V a l -
verde a rezar el salmo mientras los soldados apresaban a Atahualpa y
referencias directas a diálogos como el de Pizarro y Pedro de Candia en
Tumbez, que denotan autenticidad y cercanía indiscutibles. A l ver P i -
zarro el templo de Tumbez que Candia había pintado con vivísimos co-
lores en el segundo viaje díjole: " E n los nidos de antaño, no ay pájaros
ogaño, señor Pedro de Candia" y la respuesta del levantino: "Señor,
fingí burlas para que tuviesen efecto estas veras". Acento de veracidad
familiar que trasunta claramente, como en muchos otros párrafos al pa-
je inédito de Pizarro.
E l enigma historiográfico de descubrir quién fué el paje confidente
de Pizarro es acaso fácil de resolver. Fueron contados los personajes de
la intimidad de Pizarro. E l paje que escribe la crónica vivió al lado del
Marqués y hasta parece que hubiese actuado alguna vez provisoriamente
como su secretario. Le acompañó seguramente a Trujillo en 1536 y al
Cuzco de 1538 a 1539. Vió el cerco de Lima o escuchó relatos inmedia-
tos de éste. Los primeros nombres que acuden a la mente son los del Se-
cretario Antonio Picado o el de Pedro Pizarro, el paje y primo del Mar-
qués. Pero, la situación espectacular de Picado y su enemistad con los
almagristas descartan la posibilidad de que fuese el autor de la crónica
De haberlo sido lo hubieran consignado Zárate o Cieza al referir los v i -
cios y virtudes del placentero mancebo Secretario del Gobernador y algo
de la juvenil pasión de Picado contra Almagro se hubiese deslizado en
los apuntes transcritos por Montesinos que transparentan más bien cier-
ta simpatía hacia el Adelantado. E n cuanto a Pedro Pizarro está claro
que virtió todos sus recuerdos en la crónica escrita en la época de Toledo
que difiere en los detalles del relato del paje anónimo. Hay que buscar,
pues, en el séquito inmediato de Pizarro al discreto paje, agazapado tras
el incógnito, que recoge risueños rasgos, humoradas y presentimientos
del Gobernador. Entre los posibles autores considero que podría incluir-
se a Pedro López de Cazalla, a Pedro de Salinas, Pedro de Avendaño y,
por una cita del propio Montesinos, al soldado Juan de Betanzos.
Montesinos es, como el Jesuíta Anónimo y como el padre Velasco,
cronista que utiliza bibliografías inéditas y peregrinas. E n los capítulos,
no publicados, que sirven de proemio al libro Memorias Antiguas Histo-
riales del Perú, hace experto examen de los cronistas que escribieron so-
bre nuestra tierra. Y en una parte dice: " F r . Marcos de Niza estubo
en
48 R A Ú L PORRAS B A R R E N E C H E A

en el Peru tres o quatro meses; pasó allá con don Pedro Alvarado y lue-
go que vió el alzamiento de los indios, dejó a don Francisco Pizarro y
huyó del Perú con otros dos compañeros suyos. Pidióles con lágrimas
el Marqués, dice Betanzos en su Historia, se quedasen; y ellos lo deja-
ron con crueldad; quedando solo los clérigos de la iglesia mayor, los re-
ligiosos dominicos y de la merced. Lo mismo refiere F r . Antonio de la
9
Calancha en su Corónica (Libro I , Cap. 20, N 1 ) " . Este párrafo es
exactamente igual al citado por Montesinos en el año 1536 de sus Anales,
como tomado del Framento Histórico, Cap. 138. Betanzos seria, pues,
según el propio Montesinos, el paje autor de la crónica anónima sobre
la vida de Pizarro. Biográficamente no habría inconveniente para esta
asignación. Betanzos llegó al Perú hacia 1539. Antes parece haber si-
do Escribano en Santo Domingo. Debió desde su llegada vivir cerca de
Pizarro quien le nombró intérprete oficial. Pudo ser paje del Marqués
y éste casarle, •—como al paje Ampuero con doña Inés—, con la segunda
de sus mancebas indias, doña Angelina. Pero, si no hay imposibilidad
cronológica para que Betanzos escribiese el Framento Historial, sí pa-
rece haber incompatibilidad sicológica. A Betanzos se le siente ganado
por la causa india. E n sus Memoriales él no alega haber escrito crónica
alguna de la conquista, sino vocabularios quechuas, traducciones de la
doctrina cristiana a la lengua general del Inga y la Suma y narración de
los Incas. E n alguna declaración, prestada en la época almagrista, cier-
to que bajo la presión de este bando, declaró, además, en forma favora-
ble a las pasiones del Adelantado, Más tarde sirvió a Gonzalo Pizarro.
Pero, no obstante, la presunción convincente que se desprende de
la cita de Montesinos, ella no basta para adjudicar crónica de tan dis-
tinto estilo y carácter de la que de él se conoce a Juan de Betanzos. Acaso
el autor citado esta vez por Montesinos sea algún religioso de nombre
Betanzos historiador o misionero como fray Pedro o fray Juan de Be-
tanzos, que estuvieron en Indias a comienzos del siglo X V I .
Cerca de Pizarro estuvo también, por esta época, Pedro de Salinas
de quien se guarda una escueta relación titulada: Relación original de
Pedro de Salinas sobre varios sucesos del tiempo de Pizarro", publicada
en el tomo X X V I de la Colección de Documentos Inéditos para la His-
toria de España (Madrid, 1885. Pág. 196). Pedro de Salinas fué E s -
cribano de Lima por lo menos de 1537 a 1548. Sus protocolos, suma-
mente deteriorados, son de los más antiguos que se conservan en el A r -
chivo de Lima. Fué Salinas quien realizó junto con Juan de Barbarán
el
CRÓNICAS PERDIDAS, P R E S U N T A S Y OLVIDADAS 49

el inventario de los bienes de don Francisco Pizarro en 1541. Pero tam-


poco coincide sicológicamente con el autor del Ftamento Historial. Los
apuntes que se han conservado de Salinas, son simples, escuetos y pe-
destres, sin la soltura ni el garbo del cronista anónimo.
Personaje culto, amigo de guardar memorias de las cosas y cercano
a Pizarro, fué también el Secretario Pedro de Avendaño, llamado así por
haber desempeñado este cargo en la época del Virrey Marqués de Cañe-
te. De Avendaño se conservaba en la librería de la Catedral de Plasen-
cia, según Muñoz, un tomo titulado "Cosas del Perú", manuscrito en el
que aparecían cuarenta y cuatro piezas documentales. E s probablemen-
te el actual tomo 65 de la Colección Muñoz. E n él figuran apuntes so-
bre instituciones indígenas, numerosas listas de repartimientos y de ve-
cinos y encomenderos del Perú. Son indudablemente los datos necesa-
rios para una historia coetánea. Avendaño llegó a Lima en Abril de
1538 y Pizarro le hizo Contador de la Real Hacienda por ausencia de
Domingo de la Presa. Se halló en Lima al tiempo de la muerte de P i -
zarro y envió a Vaca de Castro "relación" de todo lo pasado con Juan
Gutiérrez a Quito. E n la época de Gonzalo lo incorporan, por la fuer-
za, al ejército de Carvajal y en Pocona forja un complot para matar a
éste. Desde 1549 fué Escribano de la Real Audiencia y, según su pro-
pio testimonio, escribió todas las cartas que ésta dirigió entonces. Aven-
daño fué encomendero por orden del Marqués de Cañete, tocándole los
indios de la provincia de Lucanas que fueron de Juan Alonso de Badajoz.
Pedro de Avendaño está, pues, en la trayectoria cronológica y burocráti-
ca del cronista anónimo, pero, más convincentes me parecen las pruebas
a favor de que el paje historiador fuese Pedro López de Cazalla.

E n los últimos años de Pizarro, particularmente durante su estancia


en el Cuzco y en los dos postreros años de su vida en Lima, de 1540 a
1541, aparece firmando algunas provisiones del Gobernador como sustituto
del Secretario Picado, Pedro López de Cazalla. De ahí ha deducido his-
toriador barato que Picado dejó la Secretaría y que López de Cazalla fué
* "el último y verdadero Secretario" del Gobernador. No hay necesidad de
estos respingos históricos. Picado fué hasta el último dia, como lo acredi-
tan Cieza y otros cronistas y también los procesos originales de la época,
el Secretario titular de Pizarro y el principal valedor ante él. Pero López
sería al lado suyo, en la complejidad creciente de los asuntos de la Gober-
nación el auxiliar eficaz y el suplente en los casos de ausencia o impedimen-
to. Lo que puede inducir a error es el hecho de que Cieza, al nombrar a
Pe-
50 RAÚL PORRAS B A R R E N E C H E A

Pedro López de Cazalla en el relato de la muerte del Marqués, le llame


el Secretario, porque Cazalla lo era de la Gasea cuando Cieza estuvo en el
Perú y escribía su crónica. Lo cierto es que en esta posición cercanísima.
Pero López de Cazalla debió acompañar a Pizarro en sus viajes a T r u j i -
11o, Cuzco y Arequipa, y recoger sus más íntimas confidencias.
Mendiburu, en la corta biografía que traza de Pedro López de Caza-
lla, declara que no sabe cuándo vino al Perú. A mediados de 1535 llegó
a Trujillo un joven Cazalla al que llamaban Cazalleja, quien venía de E s -
paña trayendo unos traslados de las provisiones por las que se le daba una
gobernación a Almagro. L a noticia causó alboroto y Cazalleja se convir-
tió en el hombre del dia. Estaba en el aire la guerra civil de las Salinas.
Pizarro llamó al imberbe mensajero y afirman que porque le reveló su se-
creto le hizo su amigo. E l episodio es semejante al que ocurrió con Pica-
do, Secretario de Alvarado, que se pasó en cuerpo y alma a Pizarro. No
hay seguridad de que el Cazalla que llegó en mayo de 1535 a Trujillo fue-
se Pedro López de Cazalla, o su hermano Sebastián de Cazalla, porque
dada la notoriedad posterior de aquel los cronistas hubiesen ligado estos
antecedentes y sin embargo no los mencionan al hablar del Secretario Pe-
ro López. E n los libros de Pasajeros a Indias, aparece por partida doble
la anotación del paso a América de un Pedro de León, hijo de Lope de
León y de Leonor de Cazalla, vecinos de Llerena, el que se inscribe en 2
de Abril de 1535 para pasar a Cartagena con Juan del Junco y en 3 de
Junio de 1535 para pasar a Santo Domingo. E s indudablemente Pero López
de Cazalla. E n el Perú adoptaría como primer apellido el patronímico de
su padre seguido del apellido materno. L a coincidencia de los dos nom-
bres y el hecho de hallarse comprobado qua Pero López de Cazalla era
natural de Llerena, basta para confirmar la inducción. Uno de sus herma-
nos que estuvo en el Perú se llamó Rodrigo dé, León y un sobrino suyo
Alonso de León. Puede pues afirmarse que llegaría al Perú al mismo tiem-
po que los auxilios enviados de Santo Domingo para el sitio de Lima o un
poco antes, a fines de 1535. Junto con éí, o en tiempo próximo, llegaron
sus hermanos Sebastián de Cazalla y Rodrigo de León, uno de los cuales
fué mercader o tendero en el Cuzco.
De algunas declaraciones de Pero López puede deducirse que nació
en Llerena en 1514. A l llegar al Perú serviría de escribiente al Escribano
Mayor de la Gobernación, Jerónimo de Aliaga. A l lado de él aprendería
el oficio y prestaría servicios a Pizarro. E l caso es que en 1540 ^,1541 se
expiden algunas cédulas de encomiendas y provisiones de Pizarro que van
autorizadas al pié con esta frase: "Por mandado de su señoría, Pero Ló-
pez". Cieza de León, que fué paisano suyo, le cita entre las personas que
es-
CRÓNICAS PERDIDAS, P R E S U N T A S Y OLVIDADAS 51

estaban en compañía de Pizarro el día del asalto de los almagristas y dice


que era natural de Llerena y que se turbó y no supo que hacer. Otros tes-
timonios nombran a los que desenvainaron las espadas y dicen que los de-
más se refugiaron debajo de las camas y los aparadores cuando no se des-
colgaron por las ventanas. Para honrarle seguramente y descargarle de
responsabilidad agrega Cieza que "Juan de Barbarán y su mujer y el Se-
cretario Pero López, natural de Llerena, tomaron en un paño blanco el
cuerpo del Marqués y con mucha priesa lo llevaron a la iglesia y como
mejor, pudieron hicieron un hoyo en el cual le pusieron". Este testimonio,
seguramente inspirado por la camaradería y el paisanaje, no está confirma-
do por otras declaraciones de los que vinieron enterrar al Marqués. E l lo
afirma en una declaración en el juicio contra Zurbano. E n la informa-
ción de Barbarán se dice que fué únicamente Juan de Barbarán, con cuatro
negros, los que sacaron en un repostero el cuerpo del Marqués, y que
"por miedo y temor de los tiranos ninguna persona osaba sacar de casa al
2 8
dicho Marqués estando muerto para le enterrar".
A l llegar Vaca de Castro al Perú, Aliaga y Pero López reciben en L i -
ma sus despachos y los reparten entre los leales al Rey. Pero López figura
al lado del nuevo Gobernador como Secretario en Huaraz y Jauja, A su
lado hace la campaña de Chupas. Vaca le envía desde Huamanga con
despachos para Núñez Vela y éste a su vez, le confía sus provisiones para
que notifique a Gonzalo Pizarro que deponga su rebeldía. López, hombre
temeroso suplica al Virrey que no pregone la guerra antes de que el haga
entrega de las notificaciones, porque le podrían matar. V a a Huamanga
con fray Tomás de San Martín y Francisco de Ampuero, pero en "los
Lu-

2 8
Son cortísimas las noticias sobre Pero Lopez de Cazalla que consigna Mendi-
buru en su Diccionario Histórico-Biográfico del Virreinato. E n la edición de Xerez,
de la Colección Urteaga-Romero de 1917, se intenta] trazar, en una nota, la biografía
de Cazalla, al que se llama 'el último y verdadero Secretario del Gobernador". L a
biografía que trazo de Pero Lopez se basa en las referencias dispersas de Cieza, el Pa-
lentino, Gutierrez de Santa Clara, Garcilaso y demás cronistas de la conquista y gue-
rras civiles. He utilizado, también, las referencias contenidas en las "Cartas de In-
dias" de Jimenez de la Espada y en las colecciones Levillier, Huntington, Harkness y
Medina. También he utilizado muchas declaraciones inéditas en informaciones de ser-
vicios, en juicios seguidos ante el Consejo de Indias, en las probanzas contra Hernan-
do por la muerte de Almagro y contra los almagristas por la muerte de Francisco P i -
zarro y, especialmente, los libros de Cabildos deí Cuzco.
E l Dr. Luis E . Valcárcel afirma, en. su estudio sobre el Inca Garcilaso, que
Pero López de Cazalla, fué autor de una crónica muy erudita/ sobre la conquista del
Perú. E n conversación privada el Dr. Valcárcel me dijo que el arqueólogo norteameri-
cano Marshall L . Saville conocía la existencia de este manuscrito.
52 RAÚL P O R R A S B A R R E N E C H E A

Lucamanes" los detiene Francisco de Almendras con treinta arcabuceros y


le quita las provisiones. Pera López regresa a Lima y figura al lado del
Virrey. Probablemente no logra escapar a tiempo y tiene que plegarse a
Gonzalo a su entrada a Lima, porque aunque él alegue más tarde fidelidad
al Rey y obtenga pingües premios después del triunfo de la Gasea, le ta-
charon años más tarde, en un juicio, de haber sido íntimo amigo de Loren-
zo de Aldana y haberle servido de Secretario cuando era Teniente de Gon-
zalo Pizarro en Lima. Con Aldana fué a Panamá y ahí cambiaría bandera
¡unto con su jefe. Su facultad de asimilación y dones de captación perso-
nal debieron ejercerse de inmediato, porque durante la estada de Gasea en
el Perú es nuevamente el favorito y el hombre de confianza del Pacifica-
dor.. Cuando este se decide a hacer el reparto de Guainarima, le acompa-
ñan únicamente en la codiciable tarea el Arzobispo Loayza y el Secretario
Pedro López de Cazalla, quien llevó todos los libros y despachos en que
constaban los antiguos repartimientos.
Es indudable el aprecio que Gasea tuvo por Pedro López de Cazalla,
el que se manifiesta en los grandes dones que le hizo y en los juicios elo-
giosos de sus cartas. E l 21 de diciembre de 1547 escribía Gasea al Con-
sejo de Indias lo siguiente: "Esto deste mandamiento que dió Gonzalo
Pizarro para cortar la cabeza a don Alonso de Montemaior me dijo Pe-
dro López natural de Llerena que ha servido el oficio de la escribanía
maior de la Nueva Castilla y que es un hombre de verdad y bondad y de
todo zelo para servicio de S. M . i que viendo la natura que en el Perú te-
nían las cosas, dejó la manera de vivir que tenia, dado que sacare prove-
cho y trato de venirse con Lorenzo de Aldana y aquí me ayudo de el en
cosas del servicio de S. M . y porque el creo que escriviría las particulari-
dades que en esto hubo, no las relato". Confirmando este aprecio Gasea
le nombra regidor perpétuo del Cuzco y contador y procura un matrimonio
de conveniencia con la viuda de Alonso de Toro doña Francisca de Zúñi-
ga. Realizado éste confirma a doña Francisca el magnífico repartimiento
que tenía su marido y debió perder por su adhesión a los tiranos. Fray
Tomás de San Martín y otros corresponsales del Rey dicen que se mur-
muró mucho de esta injusticia y que el Secretario se hallaba "bien culpa-
do en las cosas de Pizarro".
No apagadas aún las pasiones y envidias suscitadas por la rebelión
de Gonzalo se alza en el Cuzco, a nombre de los descontentos, Francisco
Hernández Girón, Pero López de Cazalla es de los que escalan en la ló-
brega noche del levantamiento y. en su estancia de Marcahuasi reúne a los
prófugos, entre los que se halla el padre de Garcilaso. Desde ahí escri-
ben a la Audiencia ofreciéndose en servicio del Rey. Después de la re-
vuel-
CRÓNICAS PERDIDAS, P R E S U N T A S Y OLVIDADAS 53

vuelta, se recoge en el Cuzco donde tuvo casa y fue vecino principal y Re-
gidor y en 1556 Rector de la fábrica del Hospital. E n los Ana/es del Cuz-
co se le cita entre los caballeros que debieron intervenir, por estos años, en
un juego de canas y sortijas, pero se dice que no pudo asistir porque sufría
de gota. Garcilaso recuerda en sus Comentarios Reales que pasó por la
estancia de Marcahuasi donde Pedro López de Cazalla acababa de obte-
29
ner los primeros racimos de uva crecidos en el P e r ú . Esto era en 1560. E n
1566 conozco aún una declaración prestada por él en la información de ser-
vicios de Diego de Peralta. Tendría entonces 52 años.
La figura de Pedro López de Cazalla ofrece indudable interés. Fué
amigo y confidente cercano de Pizarro, de Vaca de Castro y de la Gas-
ea. Llegó al Perú de pobre y humilde escribiente y a los pocos años era
el principal consejero y dispensador de mercedes del Virreynato. Se adi-
vina que poseía un espíritu sinuoso y adaptable. Gasea habla con entu-
siasmo de su capacidad y bondad. Por algunas de sus condiciones espi-
rituales, particularmente, por su flexibilidad de espíritu y vocación para el
medro y el lucro, podría sospechársele de una ascendencia judía, de la
que acaso le acusa alguna de las diatribas lanzada por los conquistadores
resentidos contra los tres repartidores de Guainarima. Coadyuvarían a
esta interpretación el apellido de su padre que él pospuso en Indias y su
propia procedencia de Llerena, foco de herejías y pesquisas inquisitoriales.
De todos modos, Pedro López de Cazalla debió poseer cualidades insinuan-
tes y una inteligencia vivaz y dúctil, por la que pudo ser no sólo el conse-
jero favorito de los Gobernadores sino también espíritu capaz de pro¬
mo-

2 0
E l Inca Garcilaso, con su discreción habitual, cuenta, a propósito de la vid y
de los primeros racimos de uva y botas de vino producidos en el Perú, dos anécdotas,
que contraponen, en un paralelo irónico, a dos conquistadores del Cuzco: Bartolomé
de Terrazas y Pero Lopez de Cazalla. Refiere del primero que cuando obtuvo en 1555
los primeros productos de su viña en Achanquillo, como era "nobilisimo de condición,
magnifico, liberal, con las demás virtudes naturales de caballero", "por mostrar el fru-
to de sus manos y la liberalidad de su animo envió treynta indios cargados de muy her-
mosas uvas a Garcilaso de la Vega mi señor su intimo amigo, con orden que diesse su
parte a cada uno de los caballeros de aquella ciudad para que todos gossasen del fru-
to de su trabajo". E n el capítulo siguiente relata el Inca que el año 1560 pasó por la
heredad de Marcahuasi y el capataz de la hacienda, que pertenecía a Pero Lopez di
Cazalla, no le dió ni un gajo de bs hermosas uvas de que estaba cargada la heredad
y le pidió que le perdonase "que su señor le había mandado que no tocasse ni un gra-
no de las uvas, porque quería hacer vino dellas"; E l Inca no lo dice, pero se traspa-
rente, de su cordial elogio a Terrazas, su admiración por el tipo señorial de éste y su
velada censura al ánimo avariento y mercantil de López de Cazalla,
$4 RAÚL PORRAS B A R R E N E C H E A

mover la simpatía de Cieza y Garcilaso, los dos grandes cronistas que


le conocieron y trataron en el Cuzco.
Otro presunto biógrafo de Pizarro es el Contador Antonio Baptista
de Salazar. E n la Bibliteca Nacional de Madrid existe un manuscrito ti-
tulado "Libro de la descripción del Piru, discurso de los gobiernos de los
Visoreyes y gobernadores del, grandezas de la ciudad de los Reies... y
otras cosías". Compuesto por Antonio Baptista de Salazar.. . " 1576. E s -
te manuscrito que lleva el número 2010 y que tuvo antiguamente la signa-
tura J—113, fué publicado en la Colección Torres de Mendoza (Tomo
V I I I , págs. 212 a 421). Los compiladores de esta Colección, fundándose
en que el autor declaraba ser contador de la Real Hacienda, lo atribuye-
ron a Tristán Sánchez, pero el análisis directo del manuscrito y otras re-
ferencias confirman como autor al Contador Antonio Baptista de Salazar.
L a parte publicada de este manuscrito comprende una vida del V i -
rrey Francisco de Toledo en el Perú, algunos apuntes sobre el gobierno
de don García Hurtado de Mendoza y otros sobre la Ciudad de los Re-
yes. Por las diversas referencias contenidas en la parte relativa a Tole-
do se deduce que el autor se propuso hacer una historia del Perú desde
la conquista hasta la época de Toledo, a los que se sumaron más tarde al-
gunos apuntes con datos financieros sobre la época de don García Hur-
tado de Mendoza. E l último capítulo estaría dedicado a "las exelencias
y grandezas de la Ciudad de los Reyes" (p. 233). E l autor declara re-
petidas veces haber escrito una historia o vida de Pizarro, a la que en
otras partes llama discurso, que sería un capítulo de su libro. Así al re-
ferirse a la fundación de San Miguel de Píura dice que la "pobló y fun-
dó el Marques don Francisco Pizarro como en su vida dicho queda". Mas
adelante se refiere al sitio del Cuzco "como en la historia del Marques
don Francisco Pizarro referido queda". Ahí describe de Manco Inca con
sesenta mil indios y su ídolo Punchau a la provincia de Vilcabamba (p.
263). Y en una alusión a los servicios de Paullo Inca dice que se hizo
averiguación de algún trato o conjuración, y después constó lo contrario
"como he referido en la vida del Marqués don Francisco Pizarro'. Tam-
bién hay referencias a capítulos referentes al Gobernador la Gasea y a la
batalla de Xaquixahuana "según en su historia y discurso de su gobierno
se ha visto" (p. 281);» al Gobierno del Marqués de Cañete y a la capi-
tulación con Sayri Tupac "del cual hice mincion en la historia y discurso
del gobierno del visorrey Marques de Cañete, don Andrés Hurtado de
Mendoza, a quien salió de paz y a dar la obediencia, que no tornaré aquí
a reiterar" (p. 264) ;y por último, a don García Hurtado de Mendoza co-
mo Gobernador le Chile y fundador de nueve ciudades "de todo lo cual

y
CRÓNICAS PERDIDAS, P R E S U N T A S Y OLVIDADAS 55

y otras cosas hice minción en la vida del Marqués de Cañete su padre,


por parecerme aquel su propio lugar" (p. 295).
E s lástima que se haya perdido el texto del capítulo o capítulos re-
ferentes a Pizarro y los primeros años de la conquista. Baptista de Sala-
zar, en su narración de los hechos de Toledo, se demuestra un cronista
culto y minucioso, con buenas facultades descriptivas, con amenidad y
gracia para recoger los pequeños detalles significativos que sirven para
reconstruir el ambiente de la época. Si no hubiera una incompatibilidad
cronológica con el paje anónimo de Pizarro se les podría identificar en
espíritu por el gusto sabroso de los pormenores.
De Antonio Baptista de Salazar se sabe que vino al Perú con el V i -
rrey Toledo, que le acompañó al Cuzco y a Potosí, donde firmó, junto
con el Virrey, la ordenanza sobre el reparto de los indios en las minas
y que en la época de don García Hurtado de Mendoza, hacia 1594, era
Contador de la Real Hacienda de Lima.

L a Relación de F r a y Luis de Morales

Entre los cronistas hay que considerar, a pesar suyo, a algunos frai-
les, que sin proponerse una tarea histórica, consignaron en sus memoriales
en defensa de los indios abundantes referencias a la conducta de los con-
quistadores e incidencias del primer contacto entre españoles e indios. E l
modelo de todos ellos es Fray Bartolomé de las Casas. E n el Perú lle-
van a cabo esa labor apostólica fray Vicente de Valverde, el clérigo Luis
de Morales, fray T o m á s de San Martín y fray Domingo de Santo Tomás.
De las cartas de Valverde se ha hablado ya y de las de fray Domingo,
curioso de la lengua y el espíritu incaicos, trataré en la parte relativa a las
crónicas del Incario. E l típico acusador y abogado de los naturales fren-
te a los agravios de los conquistadores es el Provisor del Cuzco, Bachi-
ller Luis de Morales,, cuya Relación sobre los daños y ofensas a los in-
dios ha sido citada constantemente por los historiadores de la conquista,
desde Prescott hasta el padre Cappa, pero que, pese a su interés y dra-
mática autenticidad, no ha conseguido hasta hoy los honores de la im-
presión. Yace inédita en la asendereada sección del Patronato en el A r -
chivo de Indias de Sevilla (Patronato, 185—Ramo 24) y lleva en el vie-
jo índice de Diego Juárez el siguiente título: "Representación del bachi-
ller Luis de Morales, clérigo provisor sobre los males y opresiones que
padecen lo#indios del Perú: propone el medio de aliviarlos y el de sacar
Su Magestad y los naturales grandes bienes de aquel Reyno. Se trata
de la sucesión de los Ingas del Perú Topa Inga y Mango Inga y otros,

sus
56 RAÚL PORRAS B A R R E N E C H E A

sus usos y costumbres, casamientos y reglas que observan. E s papel muy


curioso y como tal extractado por don Juan Bautista Muñoz".
No se tienen muchos datos sobre la vida de Fray Luis de Morales.
Por una declaración prestada por él en Sevilla el 20 de junio de 1543 so-
bre el estado de la Gobernación del Perú, mandada hacer por el Licen-
ciado Gregorio López, Visitador de la Casa de Contratación, se sabe que
se crió en Sevilla, que estuvo en Santo Domingo ocho o diez años donde
fué beneficiado y pasó luego a Puerto Rico, Cuba, Venezuela, donde fué
Provisor, Nombre de Dios, Panamá y Nata. De ahí pasaría hacia el Pe-
rú donde recorrió Puerto Viejo, Tumbez, San Miguel, Trujillo, Los Re-
yes, Arequipa y el Cuzco donde se estableció y trabajó al lado del Obispo
Valverde. Este dijo al Rey, en su carta de 1539, que era persona de bue-
nas letras y vida y que estimaría al Rey le confirmase la dignidad de
Dean o le hiciese Archiprcste de la iglesia del Cuzco. Debió salir del
Perú hacia España en 1541, después de haber residido dieciocho años en
las Indias. E l clérigo Rodrigo Bravo le dió un poder en 1540 en Are-
quipa para que obtuviese mercedes de Su Majestad. Por una apuntación
de Montesinos parece que retornó al Perú con el título de Licenciado y en
1545 era nuevamente Provisor Eclesiástico en el Cuzco y como tal apro-
bó un convenio sobre diezmos entre ambos cabildos.
La Relación de Morales no es en manera alguna una crónica, sino un
memorial de las cosas que había que reformar en el Perú, sin ánimo des-
criptivo y proponiendo, como las Casas, los remedios más opórtunos para
los vicios y abusos .que denunciaba. Pero, pese a su aridez, a su fatigosa
enumeración de agravios y reclamos que tiene la monotonía de los tópi-
cos indianistas, es una revelación de muchos aspectos desconocidos o ate-
nuados en la crónica oficial y también en la soldadesca. Se descubre que.
aunque el Provisor cuzqueño tine una cierta obsecación eclesiástica pa-
ra reclamar en favor de los indios y para allegar los beneficios de la con-
quista hacia su fuero evangélico, habla con seriedad y verdad, sin hacer
uso de las exageraciones y declamaciones lascasistas. Su flaqueza y par-
cialidad como historiador está en que su alegato indiano sólo comprende
las quejas y violaciones del derecho, todo lo que exigía un correctivo inme-
diato y en modo alguno las acciones benéficas o arregladas a la ley, ni los
ejemplos de humanidad y tolerancia.
Fray Luis de Morales, ignaro y tosco memorialista, nos descubre en
el más sombrío cuadro de la conquista, la miseria y el dolor de los ven-
cidos. E s patética, a pesar de la sequedad y pobreza de su estilo la des-
cripción de las penalidades de la raza oprimida a raíz de la invasión espa-
ñola. Los antiguos señores del Cuzco, los hijos e hijas de Huayna Ca¬
I :,' .. pa=
CRÓNICAS PERDIDAS, P R E S U N T A S Y OLVIDADAS 57

pac y de Atahualpa que habían tenido en los aledaños del Cuzco sus in-
dios de servicio, sus repartimientos, casas y chácaras, se hallaban despo-
seídos, unos sujetos a servidumbre y otros vagando por las calles o los
campos, sin tener que comer y pidiendo que les auxiliasen, con una cruz en
la mano. Algunos se desterraban de su naturaleza y otros se ahorcaban
para no sufrir tanto oprobio. "No se permita, dice el fraile, que semejan-
tes señores, pues de antes era suyo e lo poseían naturalmente que agora
mueran de habré e lo pidan por limosna". Muchos indios, contrariando
a las prohibiciones reales, eran esclavizados y herrados en la cara "cierto
cosa fea y de espanto". Otros eran obligados a servir sin darles sala-
rio alguno y otros arrendados por sus encomenderos a sus acreedores. Pa-
ra sacarles oro y plata se quemaba o se Ies robaba en cuadrillas de ran-
cheadores que recorrían los pueblos arrebatándoles sus cosechas y gana-
dos. E l capítulo más lastimero es el de las mujeres, las "indias paridas
y preñadas", encerradas o emparedadas en las casas de los españoles con
sus camayos y mitayos, entregadas a la lujuria de los conquistadores, so
pretexto del servicio, pero viviendo en buena cuenta, dice el clérigo, "a ma-
nera de la ley de Mahoma".
E l sacerdote cristiano acusa sin temor a los conquistadores. De-
nuncia los usos abusivos y los malos tratos, a los indios. Pide que se
prohiban los criados o calpistes que obtenían la quinta o sexta parte de
los frutos arrebatados a los indios y los esquilmaban. Descubre la exis-
tencia de perros carniceros cebados en los indios y los abusos de los sol-
dados recién venidos y de los capitanes de las entradas. A la lujuria, a
la sevicia, a la fiebre del oro añade el censor los juegos excesivos de nai-
pes y dados, vicio diabólico que era la causa de la mayor parte de los ro-
bos y excesos. E l padre Morales es de los primeros que se atreve a con-
denar la falsa evangelización y conversión de los indios, declarando que
hasta entonces los españoles rehusaban, con pretextos fútiles, enviar los
indios a la doctrina y que no se obtendría fruto verdadero mientras los es-
pañoles diesen tan poco ejemplo de cristianismo como habían dado.
La Relación de Morales dá también, aunque no se lo proponga, abun-
dantes y dispersas noticias sobre las instituciones incaicas que tienen in-
terés fundamental por el tiempo y el lugar en que fueron recogidas. Así
las notas referentes a los anaconas o voluntarios de guerra, a los miti-
maes, a los tributos, a las huacas, y adoráronos. Su versión sobre el em-
pleo de los mitimaes revela la existencia de mitimaes del Collasuyo que
iban a tierras más feraces a sembrar maíz para servir con sus cosechas a
su cacique que solo disponía de quinua y de chuño, la existencia de mi-
timaes militares como los Chachapoyas, Cañaris y Quitos que fueron sol-
da-
58 RAÚL PORRAS B A R R E N E C H E A

dados viejos de Huayna Capac y los mitimaes artesanos como carpinte-


ros o plateros. Sobre el tributo da la proporción de estos en la época in-
caica, diciendo tributaban al sol "de quatro uno" y al señor principal de
seis uno y a las guacas ío mismo estableciendo una gradación que era
útil saber. Son pobres en cambio sus noticias sobre la religión de los in-
dios, la que restringe a la adoración de las huacas, del sol y de los bultos
de sus antepasados. Morales, adelantándose a Polo de Ondegardo sos-
tiene que él obtuvo de Paullo Inca que le diese el cuerpo de Huayna C a -
pac y otros muchos cuerpos de antiguos señores, los cuales enterró en el
Cuzco. Como todos los defensores de los indios Morales afirma que
hay muchos naturales en el Perú "que son abiles de muy buenos juizios
y entendimientos los quales se pierden y están curando caballos y guar-
dando ganado". Morales pide que se derriben todas las huacas y ado-
ratorios y que a los mestizos se les envíe a España, desde los cuatro has-
ta los veinte años, para alejarlos de las costumbres de la gentilidad de sus
padres.
Entre los hechos más importantes denunciados por el Provisor cuz-
queño está el de los suplicios impuestos a los indios de Yucay después de
la sublevación de Manco. Sobre este hecho, silenciado en gran parte por
la crónica oficial, Morales descubre el bárbaro desborde de la reacción
conquistadora. Dieciseis señores del Cuzco fueron llevados al valle de
Yucay con el pretexto de darles tierras de sembríos y ahí, después de su-
marios procesos, se les victimó. Las víctimas fueron: Coma, Ticio, Villa
Orna y Tambo, cosa que harto espantó y escandalizó a los indios. E l
hecho se halla confirmado por las acusaciones almagristas. Morales de-
muestra también, reptidas veces, su amistad con Paullo Inca a quien tuvo
cinco meses en su casa y le comenzó a enseñar la doctrina cristiana. Se
jacta de la amistad del Inca y exagera su tarea colaboracionista con los
españoles hasta decir que fué "el gran pilar" de la colonización y que sin
él habrían sido muertos a repelones todos los españoles que residen en el
Perú, lo que es bastante hiperbólico.
No faltan naturalmente en el memorial de Fray Luis los remedios, a
la manera lascasiana para vencer tantos males. Los principales serían la
creación de audiencias y cancillerías reales donde todos puedan obtener
justicia y desagravio. Como medidas de protección pide que se maten los
perros, que se restituya lo robado a los indios, que los protectores y algua-
ciles visiten cada año sus distritos y particularmente como buen eclesiás-
tico que se envíen frailes, canonistas y teólogos, se construya iglesias y
se envíen jueces e inquisidores apostólicos.
La Relación de fray Luis de Morales debe leerse para reparar los
si-
CRÓNICAS PERDIDAS, P R E S U N T A S Y OLVIDADAS 59

silencios y omisiones de la crónica oficial. Ella descubre durezas y rigo-


res escatimados en los relatos dirigidos al Rey. E s la austera voz de los
dominicos que alza en el Perú su clamor condenatorio de los excesos sol-
dadescos. Pero también debe descontarse de ella lo que es ardor polé-
mico e hipérbole acusatoria. Morales reclama en su crónica que los ca-
pitanes sean "maduros e platicos e antiguos en las Indias porque estos tie-
nen maña y orden para poblar y conservar a los naturales y los tratan
con más caridad que los capitanes nuevos que sólo piensan en obtener de
ellos oro y plata". Esto podría estimarse como un elogio tácito de Pizarro,
aunque le censure indirectamente cuando reclama que los gobernadores no
nombren los regidores y no tengan poder de conceder entradas y sobre
todo cuando, sin nombrarle, fulmina los bárbaros suplicios de Yucay. Pe-
ro tal es la obligación del abogado que alega en defensa de una causa y
no le es dable mencionar las excepciones que contradicen su demanda. L a
opinión de fray Luis de Morales sobre la participación de Pizarro en los
excesos de la conquista es la misma que la de su hermano en religión fray
Vicente de Valverde. E l Obispo del Cuzco decía que "el Gobernador
tiene buena voluntad y la muestra para lo que conviene al servicio de Dios,
pero como es hombre criado en Indias muchas veces se va tras lo que le
persuaden la gente de acá". E l Provisor Morales interrogado en Sevilla
de orden del Consejo de Indias sobre la actuación de Pizarro en el Pe-
rú, como hombre de verdad y de fé, no puede ocultar la inculpabilidad de
Pizarro en el mal trato de los indios y así declaró ante el Visitador Gre-
gorio López: "del governador Pizarro dice que era un buen hombre, pe-
ro remiso en castigar los malos tratos de los indios". L a crónica se com-
pleta así por el testimonio contemporáneo, prestado bajo la fé del jura-
mento, y revela la tensión constante entre el Capitán y su hueste, que fué
también dramática realidad de la conquista.

L a Relación del Licenciado Martel de Santoyo

Otro memorial contemporáneo del de Morales es el presentado al


Consejo de Indias, a principios de 1542. por el Licenciado Martel de San-
toyo, titulado "Relación de las cosas que S. M . deve proveer para los
reynos del Perú".
E l Licenciado Martel debió ser uno de aquellos bulliciosos letrados
que agitaban el ánimo de los soldados y buscaban la ocasión de un tu-
multo para granjearse una posición al lado de los rebeldes y desconten-
tos. Este se halla en disconformidad no sólo con el Gobernador y con
los encomenderos sino con el Obispo Valverde, con los clérigos y hasta
con
60 RAÚL PORRAS B A R R E N E C H E A

con los indios y mestizos. L a síntesis de la conquista estaría en una frase


del memorial que trasciende una verdad dolorosa. Los excesos de los
encomenderos han dado ocasión a que se diga: "¿Quien es el dios de los
cristianos si se sirve con estas obras?" Martel quiere que se prohiba el
lujo, que se corten los abusos de los cobradores de diezmos y de los jue-
ces eclesiásticos puestos por el Obispo Valverde, que se expulse a tan-
tos clérigos conquistadores, que los conventos no tengan encomiendas y
se dediquen a adoctrinar, que se tasen los tributos, que los mestizos no
hereden los repartimientos, que los españoles aprendan la lengua de los
indios porque hasta entonces sólo saben los vocablos de pedir oro, que se
enseñe a los indios el concepto de honra que desconocen, que' el Gober-
nador no permita los traspasos y ventas de encomiendas y que se traigan
negros.
De diversos documentos de la época, principalmente de los Libros ¡ne-
tos del Cabildo del Cuzco, extraigo algunas noticias sobre la ignorada
figura del Licenciado Martel. Su nombre completo fué Alonso Pérez
Martel, con el que firma una acta. E l Cabildo gonzalista del Cuzco, de-
seando que hubiese en él "un letrado persona de conciencia abil" le nom-
bra el 2 de Abril de 1546, con 300 pesos de salario. Jura el 5 de Abril
y desde entonces dictamina en los asuntos políticos y legales junto con
el Licenciado Polo de Ondegardo. E n Marzo de 1547 le dan solar, mon-
te y una estancia en el Cuzco. Consta que por esta época escribió una
carta a Gonzalo Pizarro (25 Febrero de 1547) enviándole a su hijo
para que le sirviese y rogándole que le recibiera bien.
E l Licenciado Martel decía que nada bueno podía esperarse de los
mestizos porque eran mal inclinados, ni de los indios que no conocen lo
que es honra. Tampoco le fué dable esperar mucho de sus propios com-
patriotas porque al entrar el Licenciado Cepeda al Cuzco en 1547, le co-
g i ó junto con otros declamadores en contra de Gonzalo Pizarro y le ahor-
có en la plaza del Cuzco después de escuchar el parecer de varios letra-
dos.
Cieza dice que Gonzalo Pizarro cuando entró en el Cuzco le man-
dó ahorcar junto con Herreruelo, Juan Vásquez y otros, "con gran ad-
miración del pueblo". Lo mismo dice Gutiérrez de Santa Clara. Garci-
laso atribuye la muerte de Martel a Juan de la Torre, el madrileño, quien
al entrar al Cuzco, en Octubre de 1547, como Teniente de Gonzalo, le
mandó ejecutar. E l Licenciado Martel dejó una hija, doña Catalina, a la
que, a pesar de sus devaneos, casó el Virrey Cañete con un, "guanu-
co rico".
La
CRÓNICAS PERDIDAS, P R E S U N T A S Y OLVIDADAS 61

La Tercera Parte de Cieza

Entre las más conspicuas crónicas perdidas está la Tercera Parte de


la Crónica del Perú de Pedro Cieza de León. Esta debió constar, según
su autor, de cuatro partes. L a primera, de descripción del Perú y de sus
habitantes y costumbres, así como de la fundación de nuevas ciudades es-
pañolas, fué publicada en Sevilla, en vida del autor, en 1553. L a segun-
da, relativa a la historia de los Incas y su organización social, fué conoci-
da y aprovechada por Prescott, bajo supuesto nombre y publicada por
González de la Rosa y por Jiménez de la Espada, entre 1873 y 1880, con
el título de " E l Señorío de los Incas". L a tercera, referente al descubri-
miento y conquista, sirvió de fuente informativa al cronista Herrera y
desapareció desde el siglo X V I I . L a cuarta parte, que es "mayor escrip-
tura que las tres dichas" relata las guerras civiles del Perú y sus cinco li-
bros tratan de las grandes contiendas que se produjeron entre los con-
quistadores. Se ha hallado y publicado los libros correspondientes a la
guerra de las Salinas, la guerra de Chupas y parte de la guerra de Quito.
No se conocen los libros sobre la guerra de Huarina y la guerra de X a -
quijaguana.
E l conocimiento de la Tercera Parte de Cieza es esencial para el es-
tudio del descubrimiento y conquista por la calidad del cronista y su cer-
canía a los hechos que narra. Cieza llegó en 1548 al Perú y estuvo en él,
al lado de la Gasea, hasta 1550. E s el representativo de la nueva opinión
de los funcionarios y colonizadores de la segunda hora, opuesto por es-
píritu e intereses a los primeros conquistadores, pero en su versión, no
obstante esta consigna política, trata de mantener su mesura y ecuani-
midad distintivas.
Jiménez de la Espada declaró en 1877 que había ubicado el manus-
crito de la tercera parte de'la crónica de Cieza. E n el tomo I V de las
Relaciones Geográficas de Indias, reprodujo los capítulos de esa tercera
parte relativos a la conquista de Chachapoyas por Alonso de Alvarado
(Capítulos 83, 86 y 91). E l poseedor del manuscrito era don José San-
cho Rayón.
E n 1895 en su artículo relativo a " L a Jornada del Capitán Alonso
Mercadillo, publicado en el Boletín de la Sociedad Geográfica de Ma-
drid, tomo X X X V I I , Jiménez de la Espada se refiere al 2" libro de la
Parte Tercera de Cieza, inédita, Capítulo X X X V I I y cita trozos de él.
Jiménez de la Espada que publicara la Segunda Parte y los tres pri-
meros libros de la Cuarta, disfrutó, pues, abundantemente, de la Tercera
Parte de Cieza y es lógico que la copiase o trajese y se dispusiese a publi-
car-
62 RAÚL PORRAS B A R R E N E C H E A

caria. Toda huella del manuscrito ciezano se pierde desde entonces. Don
Pablo Patrón decía en 1908 que la Tercera Parte estaba en poder de los
herederos de D. Justo Zaragoza y que Jiménez de la Espada había toma-
do una copia. Don Antonio Ballesteros me aseguró que el códice existía
en la Biblioteca del Conde de Heredia Espinóla. E n 1939 intenté ex-
plorar, sin conseguirlo, dicho Archivo y en 1949 obtuve gentil permiso pa-
ra hacerlo y de la revisión del Catálogo y declaración del bibliotecario el
padre benedictino Andrés, pude comprobar que no existía ahí dicho ori-
ginal.
E n 1946 el erudito investigador peruano D . Rafael Loredo anunció
en el "Mercurio Peruano" (tomo X X V I I , agosto de 1946) el hallazgo de
la Tercera Parte de Cieza, sin dar referencias sobre la ubicación del ma-
nuscrito. E n dicha revista publicó Loredo 15 capítulos de la crónica del
descubrimiento y conquista que comprenden desde la partida de Pizarro
hasta el envío de los buques de Tafur. No se ha continuado después de
cuatro años, la publicación de la crónica, aunque Loredo anunció la apa-
rición de nuevos capítulos.
Mi impresión es que el hallazgo de Loredo, corresponde al manus-
crito o copia, que ojalá sea completa, de Jiménez de la Espada, cuyos pa-
peles ha revisado aquel en sus diligentes investigaciones sobre la revolu-
ción de Gonzalo Pizarro.

Diego de Silva, cronista

Entre las crónicas olvidadas de la conquista está el centón rima-


do publicado en París en 1848 por Sprecher de Bernegg, denostado por
Ticknor y Menéndez Pelayo y desconocido para Prescott, cuya ubica-
ción cronológica realicé en 1948 en mi estudio titulado La Crónica. Ri-
mada de 1538, en el que demostré que se trataba de una crónica es-
crita durante la vida de Pizarro, por un partidario de éste, para defen-
der sus derechos en la Corte y que contenía datos de primera mano
sobre las etapas del descubrimiento y conquista.
E n estos días, he confirmado la validez e importancia de la Cró-
nica Rimada de 1538, anteriormente desdeñada, descubriendo que fué
escrita en 1538, en el Cuzco, de orden de los Pizarro, por el caballero
Diego de Silva, hijo del célebre Feliciano de Silva, autor de novelas
de caballería y que por su tarea literaria en estas "necias y maliciosas
coplas", como las llama un memorial almagrista, Pizarro otorgó a Sil-
va una encomienda, que le constituyó desde entonces en magnate prin-
cipal del Cuzco. Diego de Silva militó en las guerras civiles al lado de
los
CRÓNICAS PERDIDAS, P R E S U N T A S Y OLVIDADAS 63

los Pizarro, comprometiendo algunas veces su lealtad al Rey, pero man-


teniendo la ecuanimidad y tolerancia de espíritu, que ennoblece sus des-
mañadas coplas. Este nombre inédito aumenta el contingente de cro-
nistas que escribieron en la capital del Incario, a la sombra de los re-
cuerdos incaicos, y se vincula particularmente con los de fray Luis de
Morales, Cieza, Betanzos, Pero López de Cazalla, Polo de Ondegar-
do. Sarmiento de Gamboa y Molina, de los que fué coetáneo y singu-
larmente con el cronista mestizo, Garcilaso de la Vega, de quien fué
padrino de confirmación.
Diego de Silva, como más tarde Cieza o Sarmiento de Gamboa y co-
mo Francisco de Xerez y Pedro Sancho anteriormente, representa el cri-
terio áulico y oficial en la crónica indianista. E l estipendio se halla esta
vez comprobado documentalmente. Pero, su versión no es única e incon-
trovertida. Frente a Silva insurge, disidente e incriminatoria, la crónica
soldadesca libre. Como el relato de Xerez es más parco que el de Mena
y el de Sarmiento es rebatido por los frailes lascasistas, la crónica de Sil-
va, rimada o en prosa, ve surgir siempre frente a ella las placenteras y
maliciosas burlas de don Alonso Enríquez de Guzmán, el truhán alma-
grista.
He analizado extensamente el valor histórico de la Crónica R i -
mada en mi estudio aludido publicado en "Las Moradas" de 1948 y
recientemente en el artículo "Diego de Silva, cronista del Perú", pu-
blicado en " E l Comercio" de Lima, en Enero de 1951, en el que exhi-
bo las pruebas que me sirvieron para comprobar la paternidad de Die-
go de Silva, tanto sobre esta crónica como sobre la Relación Anónima
del sitio del Cuzco y esclarecí la vida ignorada de Diego de Siva a ba-
se de su información de servicios y de otros documentos. Esto me exi-
me de extenderme aquí sobre este tema.

Otras crónicas presuntas y perdidas;

Quedan aún en la penumbra algunos nombres de autores y rastros


de cartas o relaciones perdidas. L a investigación sobre éstas queda
siempre abierta a los nuevos cultivadores de la ciencia histórica. Toda
labor eurística es siempre precaria e incompleta y es deber apuntar los
indicios no verificados, porque ellos pueden conducir a otros investi-
gadores a nuevas metas insospechadas. Con este carácter, sin compro-
meter opinión alguna, cabe aún insinuar los nombres de algunos posi-
bles cronistas.
Gon-

/
64 R A Ú L PORRAS B A R R E N E C H E A

Gonzalo Fernández de Oviedo en su Historia General de las In-


dias, señala los nombres de algunos maestres y pilotos contemporáneos
de los primeros viajes de descubrimiento de Pizarro, que acaso redacta-
sen diarios de viaje, derroteros o croquis de sus recorridos geográficos.
Oviedo cita al piloto mayor Bartolomé Ruiz de Estrada que descubrió
la tierra de Tumbes hasta Sierra Morena; al piloto Juan Cabezas o
Juan de Grado, asturiano, que descubrió desde Sierra Morena hasta Caxas
al sur de Chincha, a Pedro Corzo, y a otros, entre ellos a un "hidalgo,
hombre de crédito", que le dió detalles sobre la fauna y flora de la Costa
del Perú. E l propio Oviedo dice que Ruiz y el piloto Péñate, que fué en el
primer viaje, le dieron una figura de la tierra, que él reproduce en lámi-
na y es en realidad el primer mapa de la costa colombiana y ecuatoria-
na en el Pacífico. Estos mapas aclaran el relato de las crónicas y debie-
ron servir de base a las cartas de Diego de Rivero de 1527 y 1529 con-
sideradas como los primeros documentos cartográficos peruanos.
E l Jesuíta Anónimo cita como testigo de vista del Incario y "de
los primeros conquistadores" a Juan de Oliva, quien habría escrito a
base de sus propios recuerdos e informándose en la Relación inédita
de Francisco Chaves. (Pág. 142 y 143). Garcilaso, basándose en el
Padre Blas Valera, dice que entre los historiadores que relataron la
prisión de Atahualpa y la requisitoria del padre Valverde estuvieron
"Juan de Oliva y Cristóbal de Medina, sacerdotes, grandes predicado-
res y muy sabios en la lengua de indios". De aquí resultaría que Juan
de Oliva no fué soldado sino sacerdote y quechuista. Ambas alusiones
resultan incomprobadas. No he hallado entre los primeros conquista-
dores ningún Juan de Oliva. E n los procesos por la muerte de Pizarro
aparece un Juan de Olea, en la misma época hubo un famoso prior do-
minico, fray Juan de Olías. También existió, a fines del siglo X V I ,
un cartógrafo autor de cartas de marear, que publicó un planisferio que
comprendía el Perú en 1580 y que se llamó Juan Riezo alias Oliva.
Los cartógrafos agregaban, a veces, a sus mapas sumarios de noticias
históricas.
A l lado del presunto Juan de Oliva habría que considerar también
como posibles cronistas a los demás citados por Garcilaso con la misma
ocasión del requerimiento de Valverde a Atahualpa. Estos son: "Cris-
tóbal de Medina, sacerdote, gran predicador y sabio en lengua de in-
dios"; Juan de Montalvo, "sacerdote y gran intérprete"; Falconio Ara-
gonés doctor en ambos derechos y autor de un libro titulado Libértate
indorum servanda; y fray Marcos de Jofré, franciscano. E l Jesuíta Anó-
ni-
CRÓNICAS PERDIDAS, P R E S U N T A S Y OLVIDADAS 65

nimo dice que fray Marcos fué autor del Itinerario en el que había un
capítulo titulado De modo sacrificandi indorum, y en el que Jofré cita-
ba a Francisco de Chaves, a Juna de Oliva y a Fray Mateo de los A n -
geles. Los demás autores citados por el Jesuíta Anónimo parecen re-
ferirse más a la etapa del Incario que a la de la conquista por lo que
serán citados en la parte correspondiente a aquella.
León Pinelo, en su Epítome, señala un manuscrito citado por un
autor contemporáneo, en una "Memoria de autores de Indias" que se
titularía "Descubrimiento del Perú" y sería compuesto por Pedro Se-
rrano. Este nombre corresponde efectivamente a uno de los conquis-
tadores de la primera hora. Pedro Serrano aparece firmando escritu-
ras en Jauja en 1533, correspondiéndose con Pedro Guillén Secretario
de Gonzalo Pizarro y actuando más tarde en Tucumán con Juan Núñez
de Prado. E l hallazgo de una crónica escrita por él sería, pues, de pri-
mordial interés.
Otro soldado, cuyo nombre juega constantemente en las probanzas
de servicios y en memoriales y pleitos de la época, es el de Alonso de
Palomares, cuya información de servicios se conserva en el Archivo de
Indias. Parece que hubiera venido al Perú en 1534 y acaso fuera hijo
de Pedro de Palomares y de Francisca Hernández vecinos de Sevilla.
Fué revoltoso, inquieto y hablador. Estuvo entre los complotados que
salieron a la plaza a apoyar a los asesinos de Pizarro. Estuvo en las
Salinas, en Chupas del lado de los facciosos. Vaca de Cstro le deste-
rró al Río de la Plata, el Virrey Cañete le envió a España por alboro-
tador y volvió con cédula del Consejo para que se le diese de comer y
el Conde de Nieva le señaló tres mil quinientos pesos de renta y un
macho rucio ensillado y enfrenado. Fué informante de fray Bartolomé
de las Casas y escribió diversas cartas al Rey que corren en índices y
bibliografías.
Nadie ha mencionado hasta ahora el nombre de Nicolás Núñez
como cronista de la conquista. Fué almagrista recalcitrante y escribió
en el Cuzco "una relación para informar a su majestad de los dicíios de-
litos del dicho don Francisco Pizarro y sus hermanos". Según un me-
morial almagrista. Pizarro le mandó prender, le quitó las relaciones, lo
quiso afrentar y le mandó salir de la tierra. E s muy improbable que se
conserve esta crónica recriminatoria que coincidiría en gran parte con
los memoriales repetidores y recalcitrantes de Almagro.
Entre los suscritores de cartas dirigidas al Rey y al Consejo de
Indias se destacan en la época del descubrimiento y conquista los nom-
bres de frailes como Fray Tomás de Berlanga, encargado de una des-
crip-

i
66 RAÚL PORRAS B A R R E N E C H E A

cripción de la tierra, Fray Francisco de Bobadilla, Fray Domingo de


Santo Tomás y García Díaz Arias y entre los civiles, Francisco de Ba-
rrionuevo, Antonio de la Gama, Martín de Paredes, Martín de Arauco,
Alonso Rodríguez Picado, Noguerol de Ulloa, Diego de Urbina, Ven-
tura Beltrán y otros.
E l estudio de las informaciones de servicios de la conquista, asi
como el de algunos fragmentos de crónicas anónimas, requiere un ca-
pítulo especial, que no cabe en el presente ensayo.
E n la bibliografía seiscentista aparecen, también, algunas crónicas
impresas en latín, en italiano, alemán o flamenco, cuyos ejemplares no
existen en nuestra biblioteca, ni tampoco las fuentes bibliográficas pre-
cisas para ubicarlas y estudiarlas. Sin juzgar sobre su contenido, ni so-
bre su posición cronológica, cabe citar, a título de curiosidad, únicamen-
te, algunos nombres que persisten en las bibliografías seiscentistas. Uno
de ellos es el de Levinio Apolonio Gondobrugano, autor flamenco,
quien publicó en latín en 1577 un obra titulada "Del descubrimiento de
30
ías provincias del Perú y de sus cosas y fué autor de otro libro so-
bre la navegación de los franceses a la Florida, impreso en 1568. Re-
cuerdo haber revisado esta obra, aún no traducida al español, en la B i -
blioteca de París, y mi impresión es de que se trata de una glosa muy
cercana de Gomara y de Zarate. Un examen más detenido y versado
podrá confirmar o rectificar esta impresión. Cítase también por León
Pinelo una "Historia del Perú", en alemán, de Uvilen Silvio, impresa
en 1563. E l mismo Pinelo apunta una "Historia del Imperio peruano"
de Vicente Marinerio "en latín y elegante y de no pequeño volumen",
31
que no se publicaba por no hallar quien aliente la edición de ella.
También obras tardías y de segunda mano, y acaso no estrictamente
históricas, deben ser los "Comentarios del Perú" de Fray Francisco de
Vitoria; la "Historia peruana tripartita" publicada en Venecia en 1560;
la "Historia del Perú" o Relación peruana de Jacobo Tórrense que aca-
so pueda ser el mismo que el Comentario del Perú de Diego de Toro,
citado por Fabián Justiniano y editado en Maguncia en 1604, atribui-
da a Diego de Torres Bollo; el libro El conocimiento de letras y carac-
teres del Perú y México de Fernando Murillo de la Cerda, escrito en
1602,

3 0
Ludovictts Apolonio — De Peruviae regionis inter novi orbis — Anthuerpia —
Bellerum — 1566 in 8$ Otra edición — 1567.
3 1
Paz Soldán, en su Biblioteca Peruana dice que esta historia se conserva origi-
nal en la librería del convento de Trinitarias Descalzos de Madrid según O. García
Azuar Velez, 1706.
CRÓNICAS PERDIDAS, P R E S U N T A S Y OLVIDADAS 67

1602, y el del franciscano F r a y Miguel de Monsalve, Reducción uni-


versal del Perú y de todas las Indias, impreso en 1604. Algunas de estas
obras se citan confusamente, sin haberlas visto ni precisar su carácter. D e
la Historia peruana tripartita dice Pinelo que hacen mención de ella el
Padre Antonio Posevino, Licenciado Francisco de Herrera Maldonado,
Miguel Routarcio, doctor Juan de Solórzano Pereyra y aora don Josef
Pellicer de Salas i dizen se publicó en Venecia 1560. Pero ninguno afir-
ma averia visto, antes parece ser noticia solo deduzida de la que da Po-.
sevino y assi l a pongo por dudosa hasta verla y saber su Autor".
Estas apuntaciones, en las que hay algunas exhumaciones de cró-
nicas y personajes oscurecidos, han de extenderse y completarse con
nuevas inquisiciones en bibliografías y archivos extranjeros y revisiones
de mis propios apuntes, que a ú n trato de coordinar. L a s entrego a la curio-
sidad de los investigadores honestos de historia peruana para que las
aprovechen en el esclarecimiento de nuestras fuentes históricas con la
seguridad de que hay en ellas omisiones y faltas, como en toda obra
primicia, pero también un nuevo y abundante material no menciona-
do hasta ahora por la historiografía parásita, para renovar la
gastada y rutinaria nómina de los cronistas del P e r ú .

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