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Cronicas Perdidas de La Conquista Del Perú II
Cronicas Perdidas de La Conquista Del Perú II
RAÚL PORRAS B A R R E N E C H E A
ria
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de
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en el Peru tres o quatro meses; pasó allá con don Pedro Alvarado y lue-
go que vió el alzamiento de los indios, dejó a don Francisco Pizarro y
huyó del Perú con otros dos compañeros suyos. Pidióles con lágrimas
el Marqués, dice Betanzos en su Historia, se quedasen; y ellos lo deja-
ron con crueldad; quedando solo los clérigos de la iglesia mayor, los re-
ligiosos dominicos y de la merced. Lo mismo refiere F r . Antonio de la
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Calancha en su Corónica (Libro I , Cap. 20, N 1 ) " . Este párrafo es
exactamente igual al citado por Montesinos en el año 1536 de sus Anales,
como tomado del Framento Histórico, Cap. 138. Betanzos seria, pues,
según el propio Montesinos, el paje autor de la crónica anónima sobre
la vida de Pizarro. Biográficamente no habría inconveniente para esta
asignación. Betanzos llegó al Perú hacia 1539. Antes parece haber si-
do Escribano en Santo Domingo. Debió desde su llegada vivir cerca de
Pizarro quien le nombró intérprete oficial. Pudo ser paje del Marqués
y éste casarle, •—como al paje Ampuero con doña Inés—, con la segunda
de sus mancebas indias, doña Angelina. Pero, si no hay imposibilidad
cronológica para que Betanzos escribiese el Framento Historial, sí pa-
rece haber incompatibilidad sicológica. A Betanzos se le siente ganado
por la causa india. E n sus Memoriales él no alega haber escrito crónica
alguna de la conquista, sino vocabularios quechuas, traducciones de la
doctrina cristiana a la lengua general del Inga y la Suma y narración de
los Incas. E n alguna declaración, prestada en la época almagrista, cier-
to que bajo la presión de este bando, declaró, además, en forma favora-
ble a las pasiones del Adelantado, Más tarde sirvió a Gonzalo Pizarro.
Pero, no obstante, la presunción convincente que se desprende de
la cita de Montesinos, ella no basta para adjudicar crónica de tan dis-
tinto estilo y carácter de la que de él se conoce a Juan de Betanzos. Acaso
el autor citado esta vez por Montesinos sea algún religioso de nombre
Betanzos historiador o misionero como fray Pedro o fray Juan de Be-
tanzos, que estuvieron en Indias a comienzos del siglo X V I .
Cerca de Pizarro estuvo también, por esta época, Pedro de Salinas
de quien se guarda una escueta relación titulada: Relación original de
Pedro de Salinas sobre varios sucesos del tiempo de Pizarro", publicada
en el tomo X X V I de la Colección de Documentos Inéditos para la His-
toria de España (Madrid, 1885. Pág. 196). Pedro de Salinas fué E s -
cribano de Lima por lo menos de 1537 a 1548. Sus protocolos, suma-
mente deteriorados, son de los más antiguos que se conservan en el A r -
chivo de Lima. Fué Salinas quien realizó junto con Juan de Barbarán
el
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Son cortísimas las noticias sobre Pero Lopez de Cazalla que consigna Mendi-
buru en su Diccionario Histórico-Biográfico del Virreinato. E n la edición de Xerez,
de la Colección Urteaga-Romero de 1917, se intenta] trazar, en una nota, la biografía
de Cazalla, al que se llama 'el último y verdadero Secretario del Gobernador". L a
biografía que trazo de Pero Lopez se basa en las referencias dispersas de Cieza, el Pa-
lentino, Gutierrez de Santa Clara, Garcilaso y demás cronistas de la conquista y gue-
rras civiles. He utilizado, también, las referencias contenidas en las "Cartas de In-
dias" de Jimenez de la Espada y en las colecciones Levillier, Huntington, Harkness y
Medina. También he utilizado muchas declaraciones inéditas en informaciones de ser-
vicios, en juicios seguidos ante el Consejo de Indias, en las probanzas contra Hernan-
do por la muerte de Almagro y contra los almagristas por la muerte de Francisco P i -
zarro y, especialmente, los libros de Cabildos deí Cuzco.
E l Dr. Luis E . Valcárcel afirma, en. su estudio sobre el Inca Garcilaso, que
Pero López de Cazalla, fué autor de una crónica muy erudita/ sobre la conquista del
Perú. E n conversación privada el Dr. Valcárcel me dijo que el arqueólogo norteameri-
cano Marshall L . Saville conocía la existencia de este manuscrito.
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vuelta, se recoge en el Cuzco donde tuvo casa y fue vecino principal y Re-
gidor y en 1556 Rector de la fábrica del Hospital. E n los Ana/es del Cuz-
co se le cita entre los caballeros que debieron intervenir, por estos años, en
un juego de canas y sortijas, pero se dice que no pudo asistir porque sufría
de gota. Garcilaso recuerda en sus Comentarios Reales que pasó por la
estancia de Marcahuasi donde Pedro López de Cazalla acababa de obte-
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ner los primeros racimos de uva crecidos en el P e r ú . Esto era en 1560. E n
1566 conozco aún una declaración prestada por él en la información de ser-
vicios de Diego de Peralta. Tendría entonces 52 años.
La figura de Pedro López de Cazalla ofrece indudable interés. Fué
amigo y confidente cercano de Pizarro, de Vaca de Castro y de la Gas-
ea. Llegó al Perú de pobre y humilde escribiente y a los pocos años era
el principal consejero y dispensador de mercedes del Virreynato. Se adi-
vina que poseía un espíritu sinuoso y adaptable. Gasea habla con entu-
siasmo de su capacidad y bondad. Por algunas de sus condiciones espi-
rituales, particularmente, por su flexibilidad de espíritu y vocación para el
medro y el lucro, podría sospechársele de una ascendencia judía, de la
que acaso le acusa alguna de las diatribas lanzada por los conquistadores
resentidos contra los tres repartidores de Guainarima. Coadyuvarían a
esta interpretación el apellido de su padre que él pospuso en Indias y su
propia procedencia de Llerena, foco de herejías y pesquisas inquisitoriales.
De todos modos, Pedro López de Cazalla debió poseer cualidades insinuan-
tes y una inteligencia vivaz y dúctil, por la que pudo ser no sólo el conse-
jero favorito de los Gobernadores sino también espíritu capaz de pro¬
mo-
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E l Inca Garcilaso, con su discreción habitual, cuenta, a propósito de la vid y
de los primeros racimos de uva y botas de vino producidos en el Perú, dos anécdotas,
que contraponen, en un paralelo irónico, a dos conquistadores del Cuzco: Bartolomé
de Terrazas y Pero Lopez de Cazalla. Refiere del primero que cuando obtuvo en 1555
los primeros productos de su viña en Achanquillo, como era "nobilisimo de condición,
magnifico, liberal, con las demás virtudes naturales de caballero", "por mostrar el fru-
to de sus manos y la liberalidad de su animo envió treynta indios cargados de muy her-
mosas uvas a Garcilaso de la Vega mi señor su intimo amigo, con orden que diesse su
parte a cada uno de los caballeros de aquella ciudad para que todos gossasen del fru-
to de su trabajo". E n el capítulo siguiente relata el Inca que el año 1560 pasó por la
heredad de Marcahuasi y el capataz de la hacienda, que pertenecía a Pero Lopez di
Cazalla, no le dió ni un gajo de bs hermosas uvas de que estaba cargada la heredad
y le pidió que le perdonase "que su señor le había mandado que no tocasse ni un gra-
no de las uvas, porque quería hacer vino dellas"; E l Inca no lo dice, pero se traspa-
rente, de su cordial elogio a Terrazas, su admiración por el tipo señorial de éste y su
velada censura al ánimo avariento y mercantil de López de Cazalla,
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Entre los cronistas hay que considerar, a pesar suyo, a algunos frai-
les, que sin proponerse una tarea histórica, consignaron en sus memoriales
en defensa de los indios abundantes referencias a la conducta de los con-
quistadores e incidencias del primer contacto entre españoles e indios. E l
modelo de todos ellos es Fray Bartolomé de las Casas. E n el Perú lle-
van a cabo esa labor apostólica fray Vicente de Valverde, el clérigo Luis
de Morales, fray T o m á s de San Martín y fray Domingo de Santo Tomás.
De las cartas de Valverde se ha hablado ya y de las de fray Domingo,
curioso de la lengua y el espíritu incaicos, trataré en la parte relativa a las
crónicas del Incario. E l típico acusador y abogado de los naturales fren-
te a los agravios de los conquistadores es el Provisor del Cuzco, Bachi-
ller Luis de Morales,, cuya Relación sobre los daños y ofensas a los in-
dios ha sido citada constantemente por los historiadores de la conquista,
desde Prescott hasta el padre Cappa, pero que, pese a su interés y dra-
mática autenticidad, no ha conseguido hasta hoy los honores de la im-
presión. Yace inédita en la asendereada sección del Patronato en el A r -
chivo de Indias de Sevilla (Patronato, 185—Ramo 24) y lleva en el vie-
jo índice de Diego Juárez el siguiente título: "Representación del bachi-
ller Luis de Morales, clérigo provisor sobre los males y opresiones que
padecen lo#indios del Perú: propone el medio de aliviarlos y el de sacar
Su Magestad y los naturales grandes bienes de aquel Reyno. Se trata
de la sucesión de los Ingas del Perú Topa Inga y Mango Inga y otros,
sus
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pac y de Atahualpa que habían tenido en los aledaños del Cuzco sus in-
dios de servicio, sus repartimientos, casas y chácaras, se hallaban despo-
seídos, unos sujetos a servidumbre y otros vagando por las calles o los
campos, sin tener que comer y pidiendo que les auxiliasen, con una cruz en
la mano. Algunos se desterraban de su naturaleza y otros se ahorcaban
para no sufrir tanto oprobio. "No se permita, dice el fraile, que semejan-
tes señores, pues de antes era suyo e lo poseían naturalmente que agora
mueran de habré e lo pidan por limosna". Muchos indios, contrariando
a las prohibiciones reales, eran esclavizados y herrados en la cara "cierto
cosa fea y de espanto". Otros eran obligados a servir sin darles sala-
rio alguno y otros arrendados por sus encomenderos a sus acreedores. Pa-
ra sacarles oro y plata se quemaba o se Ies robaba en cuadrillas de ran-
cheadores que recorrían los pueblos arrebatándoles sus cosechas y gana-
dos. E l capítulo más lastimero es el de las mujeres, las "indias paridas
y preñadas", encerradas o emparedadas en las casas de los españoles con
sus camayos y mitayos, entregadas a la lujuria de los conquistadores, so
pretexto del servicio, pero viviendo en buena cuenta, dice el clérigo, "a ma-
nera de la ley de Mahoma".
E l sacerdote cristiano acusa sin temor a los conquistadores. De-
nuncia los usos abusivos y los malos tratos, a los indios. Pide que se
prohiban los criados o calpistes que obtenían la quinta o sexta parte de
los frutos arrebatados a los indios y los esquilmaban. Descubre la exis-
tencia de perros carniceros cebados en los indios y los abusos de los sol-
dados recién venidos y de los capitanes de las entradas. A la lujuria, a
la sevicia, a la fiebre del oro añade el censor los juegos excesivos de nai-
pes y dados, vicio diabólico que era la causa de la mayor parte de los ro-
bos y excesos. E l padre Morales es de los primeros que se atreve a con-
denar la falsa evangelización y conversión de los indios, declarando que
hasta entonces los españoles rehusaban, con pretextos fútiles, enviar los
indios a la doctrina y que no se obtendría fruto verdadero mientras los es-
pañoles diesen tan poco ejemplo de cristianismo como habían dado.
La Relación de Morales dá también, aunque no se lo proponga, abun-
dantes y dispersas noticias sobre las instituciones incaicas que tienen in-
terés fundamental por el tiempo y el lugar en que fueron recogidas. Así
las notas referentes a los anaconas o voluntarios de guerra, a los miti-
maes, a los tributos, a las huacas, y adoráronos. Su versión sobre el em-
pleo de los mitimaes revela la existencia de mitimaes del Collasuyo que
iban a tierras más feraces a sembrar maíz para servir con sus cosechas a
su cacique que solo disponía de quinua y de chuño, la existencia de mi-
timaes militares como los Chachapoyas, Cañaris y Quitos que fueron sol-
da-
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caria. Toda huella del manuscrito ciezano se pierde desde entonces. Don
Pablo Patrón decía en 1908 que la Tercera Parte estaba en poder de los
herederos de D. Justo Zaragoza y que Jiménez de la Espada había toma-
do una copia. Don Antonio Ballesteros me aseguró que el códice existía
en la Biblioteca del Conde de Heredia Espinóla. E n 1939 intenté ex-
plorar, sin conseguirlo, dicho Archivo y en 1949 obtuve gentil permiso pa-
ra hacerlo y de la revisión del Catálogo y declaración del bibliotecario el
padre benedictino Andrés, pude comprobar que no existía ahí dicho ori-
ginal.
E n 1946 el erudito investigador peruano D . Rafael Loredo anunció
en el "Mercurio Peruano" (tomo X X V I I , agosto de 1946) el hallazgo de
la Tercera Parte de Cieza, sin dar referencias sobre la ubicación del ma-
nuscrito. E n dicha revista publicó Loredo 15 capítulos de la crónica del
descubrimiento y conquista que comprenden desde la partida de Pizarro
hasta el envío de los buques de Tafur. No se ha continuado después de
cuatro años, la publicación de la crónica, aunque Loredo anunció la apa-
rición de nuevos capítulos.
Mi impresión es que el hallazgo de Loredo, corresponde al manus-
crito o copia, que ojalá sea completa, de Jiménez de la Espada, cuyos pa-
peles ha revisado aquel en sus diligentes investigaciones sobre la revolu-
ción de Gonzalo Pizarro.
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nimo dice que fray Marcos fué autor del Itinerario en el que había un
capítulo titulado De modo sacrificandi indorum, y en el que Jofré cita-
ba a Francisco de Chaves, a Juna de Oliva y a Fray Mateo de los A n -
geles. Los demás autores citados por el Jesuíta Anónimo parecen re-
ferirse más a la etapa del Incario que a la de la conquista por lo que
serán citados en la parte correspondiente a aquella.
León Pinelo, en su Epítome, señala un manuscrito citado por un
autor contemporáneo, en una "Memoria de autores de Indias" que se
titularía "Descubrimiento del Perú" y sería compuesto por Pedro Se-
rrano. Este nombre corresponde efectivamente a uno de los conquis-
tadores de la primera hora. Pedro Serrano aparece firmando escritu-
ras en Jauja en 1533, correspondiéndose con Pedro Guillén Secretario
de Gonzalo Pizarro y actuando más tarde en Tucumán con Juan Núñez
de Prado. E l hallazgo de una crónica escrita por él sería, pues, de pri-
mordial interés.
Otro soldado, cuyo nombre juega constantemente en las probanzas
de servicios y en memoriales y pleitos de la época, es el de Alonso de
Palomares, cuya información de servicios se conserva en el Archivo de
Indias. Parece que hubiera venido al Perú en 1534 y acaso fuera hijo
de Pedro de Palomares y de Francisca Hernández vecinos de Sevilla.
Fué revoltoso, inquieto y hablador. Estuvo entre los complotados que
salieron a la plaza a apoyar a los asesinos de Pizarro. Estuvo en las
Salinas, en Chupas del lado de los facciosos. Vaca de Cstro le deste-
rró al Río de la Plata, el Virrey Cañete le envió a España por alboro-
tador y volvió con cédula del Consejo para que se le diese de comer y
el Conde de Nieva le señaló tres mil quinientos pesos de renta y un
macho rucio ensillado y enfrenado. Fué informante de fray Bartolomé
de las Casas y escribió diversas cartas al Rey que corren en índices y
bibliografías.
Nadie ha mencionado hasta ahora el nombre de Nicolás Núñez
como cronista de la conquista. Fué almagrista recalcitrante y escribió
en el Cuzco "una relación para informar a su majestad de los dicíios de-
litos del dicho don Francisco Pizarro y sus hermanos". Según un me-
morial almagrista. Pizarro le mandó prender, le quitó las relaciones, lo
quiso afrentar y le mandó salir de la tierra. E s muy improbable que se
conserve esta crónica recriminatoria que coincidiría en gran parte con
los memoriales repetidores y recalcitrantes de Almagro.
Entre los suscritores de cartas dirigidas al Rey y al Consejo de
Indias se destacan en la época del descubrimiento y conquista los nom-
bres de frailes como Fray Tomás de Berlanga, encargado de una des-
crip-
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Ludovictts Apolonio — De Peruviae regionis inter novi orbis — Anthuerpia —
Bellerum — 1566 in 8$ Otra edición — 1567.
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Paz Soldán, en su Biblioteca Peruana dice que esta historia se conserva origi-
nal en la librería del convento de Trinitarias Descalzos de Madrid según O. García
Azuar Velez, 1706.
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