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EL DESARROLLO EMOCIONAL
EN LA INFANCIA
En los primeros años de vida el niño manifiesta sus propio temperamento, recibe
impresiones del mundo tanto si es hostil como si es amistoso. Responde a el y
capta las respuestas de las personas que le rodean. La forma en como nos
desarrollamos emocionalmente depende de lo que aportamos a este mundo y de
lo que encontramos en él. Influimos a la vez a los demás y construimos nuestro
propio desarrollo emocional futuro.
ERIKSON. TEORIA DEL DESARROLLO PSICOSOCIA L. Fue
psicoanalista y aunque fue discípulo de Freud discrepó de él, no obstante, en dos
aspectos básicos:
1. Que las personas son seres activos buscando adaptarse a su ambiente, más que pasivos
esclavos de impulsos
2. En otorgar mayor importancia que Freud a las influencias culturales
Erikson presentó la única teoría importante del desarrollo de los seres
humanos que cubre todo el proceso de vida. Trabajó sobre el concepto
freudiano del yo para considerar la influencia de la sociedad en el desarrollo de la
personalidad. Consideró 8 etapas del desarrollo de la vida, cada una en función
de la resolución con éxito de una crisis o punto de giro. Cada Crisis en un hecho
que necesita ser resuleto en un momento del desarrollo y su objetivo es el
equilibrio entre dos alternativas. El que se llegue o no a la solución tendrá un
impacto en el desarrollo de la personalidad.
Las criticas de esta teoria es su punto de vista machista al aceptar modelos
culturales dominantes asi como la imprecisa definición de sus conceptos. La
ventaja es que considera todo el proceso de vida. Veámos de que nos habla esta
teoría:
Por otra parte ahora veamos que sabemos en general sobre las expresiones de sentimientos de
los niños:
Se describe el desarrollo del niño en su primera infancia, entre 0 a 7 años, y luego, desde el inicio
de la etapa escolar básica, entre 7 y 11 años.
Los datos que arrojan las investigaciones de J. Piaget son útiles y proyectivas, tanto para
profesores como para padres y apoderados: ayudan a comprender al niño y a exigirle sólo lo que
su etapa de desarrollo permite.
El repertorio emocional del bebé se amplía de nuevo entre los seis y nueve meses, cuando
aparecen la timidez, el miedo a los desconocidos y el miedo a ser separados de las personas que
se ocupan de él. Antes de este momento, los bebes están, por lo general, cómodos con cualquier
adulto que se ocupe de ellos, pero después ese momento es muy probable que tengan miedo de
estar con quien no sea su madre, su padre o cualquier otra persona que se haya ocupado de él.
La aparición de la sonrisa social a los dos meses de edad supone una recompensa agradable para
los padres que cambian los pañales o se levantan por la noche, aunque la expresión del malestar y
el miedo entre los cuatro y los nueve meses no suele agradar a los padres. Sin embargo, ambos
son signos de un desarrollo normal y saludable de las emociones del bebé.
A los dos años de edad, las emociones se hacen más complejas todavía. En este momento,
muchos bebés actúan de forma culpable cuando no se han portado bien y parecen sentir
vergüenza ante el fracaso. Los niños de dos años son criaturas muy sociales, que se han creado
fuerte apego con sus padres y con otras personas que los cuidan La fuerza del apego se
manifiesta de varias formas. Por ejemplo, ya hacia los seis meses de edad el niño se aferra y hace
lo que sea para estar cerca de sus padres. A veces, no le parece suficiente estar muy cerca de
ellos; pide que sólo le presten atención a él; en caso de ausencia de los padres muestran su
ansiedad con llanto, nerviosismo y gritos.
A los dos años las emociones positivas y negativas, están bastante desarrolladas, pero se vuelven
más intensas en el periodo preoperatorio, entre los 2 y los 7 años. La elaboración de las emociones
en su mayor parte corresponde al desarrollo cognitivo.
Los cambios sociales más notables durante este período se producen en las relaciones con sus
compañeros. A los dos años de edad ya se dedican al juego solitario. Es decir, juegan solos,
aunque haya otros niños delante. La frecuencia de este tipo de juego disminuye rápidamente entre
los dos y cinco años.
Un cambio similar se produce en los arrebatos emocionales entre el comienzo y el final de la etapa
preoperatoria. Los niños de dos y tres años de edad normalmente tienen rabietas, sin que estén
dirigidas contra nadie en particular, mientras los niños de cuatro a siete años dirigen su agresividad
hacia otros. Aunque este tipo de comportamiento no parece sociable, se trata de una forma de
emoción compartida, más social, menos egocéntrica.
Hacia los dos años la mayoría de los niños y niñas empiezan a actuar de forma sexualmente
tipificada. Los niños tienden a jugar con camiones, aviones y cubos de construcción: las niñas
juegan fundamentalmente con muñecas, peluches y ropas. A esta precoz edad parecen ser
conscientes de su propio sexo y entienden los estereotipos sexuales de su cultura respecto de la
ropa, las profesiones y las diversiones.
El desarrollo físico tiene un ritmo bastante lento durante esta parte central de la niñez, pero se trata
de un período saludable donde la mayoría de los niños sufre muy pocas enfermedades. Los
avances más notorios se refieren al aumento constante de la fuerza física y la coordinación motriz.
El niño se relaciona con la realidad a través de las sensaciones y los movimientos motores. En esta
etapa, el niño es incapaz de razonar con símbolos mentales.
Durante la niñez media, el niño tiene la capacidad de razonar como un adulto en todos los
sentidos, excepto en lo que respecta a conceptos abstractos como la justicia, el infinito o el sentido
de la vida.
Etapa de las operaciones formales (Desde los 11 años de edad):
Al final de la niñez, la mayoría de las personas han llegado hasta un tipo de cognición adulta plena,
incluida la capacidad de razonar utilizando conceptos abstractos.
Al final de la etapa de las operaciones concretas el niño adquiere la capacidad para representar las
cosas mediante símbolos, como el lenguaje y las imágenes mentales. Además, adquiere las
operaciones del pensamiento, que aún se basan en sus propias acciones. Ya a partir de los 7 años
– etapa de las operaciones concretas – las operaciones del pensamiento se coordinan entre sí,
permitiendo, paulatinamente, un pensamiento más flexible y general.
Entre los 2 y los 7 años – cuando el niño ve las cosas sólo desde su propio punto de vista – se va
haciendo cada vez más consciente de sí mismo como persona, lo que lleva a conflictos y
problemas con los demás. Para comprender los puntos de vista ajenos necesita las estructuras de
las operaciones concretas. En el nivel de pensamiento preoperativo el niño se ve obligado a
obedecer las reglas establecidas por quienes tienen autoridad sobre él, fundamentalmente sus
padres. Los valores y las obligaciones morales se vinculan con la obediencia a las reglas y no tanto
con las propias intenciones. En la etapa de las operaciones concretas, entre los 7 a 11 años, el
pensamiento es más flexible y general y los niños se comportan de acuerdo con las convenciones
y expectativas de los demás. Está claro que muy pocos pensamientos o acciones con netamente
intelectuales; casi todos tienen un contenido emocional.
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Fase Anal
El placer está relacionado con el control y el descontrol de las necesidades fisiológicas. El
niño empieza a controlar sus esfínteres, y empieza a entender el Principio de Realidad
(aplazar la satisfacción de las necesidades por razones sociales). Aparece un cierto
instinto sádico (se despiertan las pulsiones de Thanatos).
Fase Fálica
En esta fase se descubren los órganos genitales y la idealización de estos centrarán la
obtención del placer. En este periodo se produce el Complejo de Edipo: relación que el
niño / a establece con sus progenitores, existiendo una relación ambivalente, ya que el
niño siente odio y amor al mismo tiempo por el progenitor de su mismo sexo. El
descubrimiento de los órganos sexuales adultos, así como la diferenciación entre lo
masculino y lo femenino será la responsable de este sentimiento de ambivalencia.
Fase de latencia y genital
La fase de latencia coincide con la resolución del Complejo de Edipo y es un período de
tranquilidad pulsional que debe conducir a la maduración física. En este periodo
podríamos situar el origen del Super-Yo, es decir, la aceptación de las normas morales
del padre o la madre. En la fase siguiente (fase genital) La sexualidad empieza a
centrarse, debido a la maduración física, en la genitalidad.
El Complejo de Edipo
Sigmund Freud
EL PSICOANÁLISIS Y EL HOMBRE COMO INCONSCIENTE
Freud (1856-1939), ingresó al mundo de la psicología siendo médico. Inicialmente este
vienés compartió la preocupación por la cura de la histeria a través de la hipnosis, tal y
como la practicaba la escuela de Charcot en París. Posteriormente establecería otro
universo de experiencias que lo llevarían a la formulación del inconsciente y del
método psicoanalítico. Sus obras más famosas son La interpretación de los sueños
(1899) e Introducción al psicoanálisis (1917). Para Freud, el hombre está sometido a la
determinación de su evolución psíquica, pero peor aún, está dominado por el
inconsciente, fuerza imprevisible, incontrolable, causa de nuestros numerosos errores
y también de nuestros –aparentemente- más honestos deseos y realizaciones. Se
presentan las pistas de definición conceptual más obvias del análisis freudiano, resta
examinar las complejas consecuencias que de ahí se derivan.
2. Componentes de la personalidad
Freud introdujo en sus últimas exposiciones la teoría de la estructura tripartita de la
personalidad: el Ello, el Yo y el Súper yo. Dicha estructura no se identifica con la
división del inconsciente, preconsciente e inconsciente. Sin embargo, toma el nivel
inconsciente como punto de partida para el desarrollo de esta teoría. Estos tres
componentes tienen en común las siguientes características:
Son autónomas: Cada una tiene su propio objetivo y funcionamiento.
Son antagónicas: Tienen objetivos distintos y en conflicto.
Son interdependientes: Necesitan relacionarse unas con otras para no destruir la
personalidad y funcionar “económicamente” de cara a la solución de los problemas
reales.
EL ELLO
Este primer componente se caracteriza por ser la parte instintiva o pulsional de
nuestra personalidad.
Los instintos son las fuerzas motivantes en el psiquismo humano tal; toda su “energía”
proviene solamente de ellos. El ello funciona buscando el placer, es decir, la
satisfacción inmediata y total de las pulsiones y tendencias que lo componen y
descarga los impulsos ciegamente.
“El Ello no conoce juicio de valor alguno, no conoce el bien y el mal ni moral alguna. El
factor económico o cuantitativo, íntimamente enlazado al principio del placer, rige
todos los procesos... todo lo que el Ello contiene son cargas de instinto que demandan
descarga” (S. Freud).
Por consiguiente, la presencia de estos dos instintos genera en el hombre, una división
interna conflictiva. Esta conflictividad ayuda al hombre a su realización personal. La
riqueza de instintos, al mismo tiempo crea una tensión, enriquece la personalidad, si se
encauzan adecuadamente. La pobreza instintiva crea menos conflictos pero disminuye
la posibilidad de realización personal.
EL SÚPER YO
Este segundo componente se opone a lo instintivo, al ello, y se caracteriza por ser la
instancia más propiamente humana; nos mueve hacia la superación y el deber, y
representa la exigencia ética y el derecho de los demás. El súper yo tiene dos funciones:
Indica a nuestro Yo las metas a conseguir y nos exige su cumplimiento. Nos prueba o
nos reprueba según nos acerquemos a nos alejemos de la meta. Suele ser la instancia
que censura, que califica bondad o maldad de algo.
El desacuerdo entre el ideal moral (súper yo) y la realidad (yo) genera en el hombre un
sentimiento de culpabilidad, que aumentará en proporción a la rigidez del súper yo.
EL YO
La característica de este tercer componente es adaptar el psiquismo humano a la
realidad, teniendo en cuenta los instintos (ello) y las exigencias morales. Desarrolla dos
funciones: percibe la realidad a través de los sentidos. Responde, adaptándose a ella.
Su producto es la acción eficaz en una situación convencional. El Yo funciona buscando
lo posible y lo conveniente, lo útil y lo necesario, lo realista y lo lógico, intentando así
conseguir el equilibrio y la racionalidad de la persona.
3. El desarrollo de la personalidad
El desarrollo y madurez de la personalidad depende de la evolución de los tres
componentes psíquicos y de la maduración sexual-relacional del individuo. Veamos
primero lo pertinente a las instancias de la personalidad:
DESARROLLO DEL ELLO
El Ello se basa en la herencia biológica y psíquica del niño. Se origina en el seno
materno. El niño, cuando nace, es puro instinto. Su dinámica será la de satisfacerse y
huir de lo restrictivo.
EL DESARROLLO DEL YO
El yo se forma en los dos primeros años, mediante un proceso de adaptación a la
realidad. El niño se acerca a su entorno guiado sólo por el Ello, es decir, de una forma
incontrolada. Es la madre, con sus avisos y reprimendas y la misma realidad, con su
propio límite, las que frenan su ávida impulsividad y le ayudan a adaptarse al mundo
que le rodea.
2ª fase (4-5 años): figura paterna. La unión total madre - hijo de los dos primeros años
es perturbada por la presencia del padre. En sus relaciones con la madre, el niño ve en
el padre un rival (triángulo edípico), que le despierta celos y agresividad. Por otro lado,
ve al padre como alguien más fuerte que él, pilar de la casa, a quien desea parecerse y
de quien teme su castigo. Está tensión se resuelve, cuando el niño mismo se prohíbe a
la madre. La figura paterna sale fortalecida, interiorizada como ley y como censura
hasta de los deseos. Esto último reaviva el sentimiento de culpabilidad.
3ª fase (13 - 17 años): pubertad. El adolescente revive con fuerza los conflictos de la
infancia; pero ya con el matiz de la identificación sexual y sociocultural; el adolescente
se identifica con la figura paterna (con los profesores etc...) y la adolescente con la
materna, a la vez que va asumiendo todas las funciones propias de su sexo y de su
cultura. La falta de identificación con el propio sexo por no aceptar los papeles que le
son propios, puede ser el origen de la homosexualidad. Un súper yo rígido da lugar a la
culpabilidad neurótica, de la misma forma que la falta de la exigencia o de los modelos
de identificación desmoronan la personalidad. El súper yo es maduro cuando, a la vez
que censura, aprueba las metas alcanzadas.
ETAPAS PSICOSEXUALES
Freud afirmaba que los tres componentes de la personalidad se iban configurando con
las primeras experiencias de la infancia, a medida que la persona atravesaba por una
serie de etapas psicosexuales. Desarrollo también es en Freud, evolución en la
experiencia sexual como experiencia relacional global, no simplemente genital,
auncuando esta es la fundante. Durante estas etapas la energía del Ello se fija en
determinadas zonas corporales: la boca, el ano, los genitales. Si en cualquiera de las
etapas, se mima en demasía a los niños, o se les priva de afecto, el desarrollo se detiene
en esa etapa y la personalidad adulta queda estancada allí donde la dificultad se fijó.
Según Freud, la personalidad del adulto queda configurada primordialmente durante
estas cuatro etapas:
Etapa oral: Durante esta etapa, que abarca aproximadamente los primeros 18 meses de
vida, el niño fija principalmente su conducta en la boca: al comer, chupar y morder.
Los niños súpermimados o frustrados en esta etapa, al llegar a adultos, pueden
presentar rasgos de la personalidad oral: dependencia, pasividad y avidez.
Etapa fálica: En la etapa fálica (del tercero al quinto año de la vida) los niños
descubren los genitales y se recrean en ellos. Sus fantasías se orientan en torno a los
complejos de Edipo y de Electra (nombres de los personajes de la literatura griega que
amaban en exceso al progenitor del sexo contrario y sentían gran rivalidad hacia el
progenitor del mismo sexo). Freud creía que la resolución de estos complejos era
fundamental para el desarrollo de la moralidad y la conducta apropiada a su papel
sexual. Si no se resuelven adecuadamente, la persona puede rechazar el papel sexual
socialmente sancionado y tornarse homosexual o lesbiana, o bien presentar conducta
antisocial, perversa o inmoral.
Etapa genital: Al terminar la etapa fálica, Freud pensaba que ya estaba esencialmente
formada la personalidad de los niños. Para él, lo siguientes siete años de vida no
constituyen una etapa de grandes necesidades, ni cambios fundamentales en la
personalidad. Al presentarse la pubertad, vuelven a presentarse los intereses sexuales
como una renovación de la propia percepción corporal dado que el desarrollo
hormonal ha favorecido la diferenciación de los rasgos de feminidad y virilidad.
Durante la adolescencia y los primeros años de la vida adulta, que en términos
generales coinciden con el período genital o etapa genital, los individuos se orientan
hacia las relaciones interpersonales y empiezan a participar en las actividades de su
cultura. Hasta este período han estado absortos en sus propios cuerpos y en la
satisfacción de sus necesidades. En esta etapa nueva, como adolescentes, aprenden a
establecer relaciones satisfactorias con las demás personas. Según Freud, una relación
heterosexual madura es el punto que marca el comienzo de la madurez.
Desarrollo:
Cada etapa hace referencia a dos resultados opuestos, uno adaptativo y otro
desadaptativo. Estos dos resultados no son alternativas, sino complementarios,
una buena resolución significa que la cualidad adaptativa supere a la
desaptativa.
Existen momentos óptimos para lograr cada cualidad, sin embargo es posible
compensar insatisfacciones tempranas en una etapa posterior, aunque se
vuelve más difícil hacerlo.
Bandura analiza la conducta dentro del marco teórico de la reciprocidad triádica, las interacciones
recíprocas de conductas, variables ambientales y factores personales como las cogniciones. Según
la postura cognoscitiva social, la gente no se impulsa por fuerzas internas ni es controlada y
moldeada automáticamente por estímulos externos. El funcionamiento humano se explica en
términos de un modelo de reciprocidad triádica en el que la conducta, los factores personales
cognoscitivos y acontecimientos del entorno son determinantes que interactúan con otros.
2.2.- Aprendizaje en acto y vicario
2.3.- Aprendizaje y desempeño
El tercer supuesto de la teoría cognoscitiva social se refiere a la distinción entre el aprendizaje y la
ejecución de las conductas aprendidas. Al observar a los modelos, el individuo adquiere
conocimientos que quizá no exhiba en el momento de aprenderlos. Los estudiantes adquieren
conocimientos declarativos (acontecimientos históricos) y fragmentos organizados (poemas,
canciones), conocimientos de procedimiento (conceptos, reglas, algoritmos); así como
conocimientos condicionales (cuando emplear las formas de los conocimientos declarativos o de
procedimiento y porque hacerlo así). Cualquiera de estas formas son conocimientos adquiridos no
demostrados en el momento
Por ejemplo, para dictar en clase el contenido referente a Rol del Periodista, habría que motivar a
los alumnos a descubrir por iniciativa propia cuáles son los roles que el comunicador debería
asumir ante la sociedad y no recitar de memoria lo que está en los textos.
Este autor propone una serie de etapas de desarrollo en los seres humanos, donde
cada periodo se caracteriza por la presencia de ciertos procesos y estructuras mentales, que
maduran y se fortalecen para permitir el paso a la siguiente etapa. Las etapas que diferencia
son las siguientes:
Etapa de operaciones concretas. Esta fase que se desarrolla entre los 7 y 11 años
aproximadamente, el niño se hace más capaz de mostrar el pensamiento lógico ante los
objetos físicos. Una facultad recién adquirida, la reversibilidad, le permite invertir o
regresar mentalmente sobre el proceso que acaba de realizar, una acción que antes sólo
había llevado a cabo físicamente.
El niño también es capaz de retener mentalmente dos o más variables, cuando estudia los
objetos y reconcilia datos aparentemente contradictorios. Estas nuevas capacidades
mentales se muestran mediante un rápido incremento en sus habilidades para conservar
ciertas propiedades de los objetos, número y cantidad, a través de los cambios de otras
propiedades, para realizar una clasificación y ordenamiento de los objetos.
Las operaciones matemáticas surgen en este periodo. El niño se convierte en un ser cada
vez más capaz de pensar en objetos físicamente ausentes, apoyado en imágenes vivas de
experiencias pasadas.
Frente a los objetos, los niños pueden formar jerarquías y entender la inclusión de clase en
los diferentes niveles de una estructura. Para hacer comparaciones, pueden manejar
mentalmente y al mismo tiempo: la parte o subclase, y el todo o clase superior.
Etapa de las operaciones formales. Este periodo que abarca de los 11 a los 15 años
aproximadamente, se caracteriza por la habilidad para pensar más allá de la realidad
concreta. La realidad es ahora sólo un subconjunto de las posibilidades para pensar. En la
etapa anterior desarrolló relaciones con interacción y materiales concretos; ahora puede
pensar en relación de relaciones y otras ideas abstractas, como proporciones y conceptos de
segundo orden.
Cada uno de dichos estadios se caracteriza, pues, por la aparición de estructuras originales,
cuya construcción le distingue de los estadios anteriores. Lo esencial de esas construcciones
sucesivas subsiste en el curso de los estadios ulteriores en forma de subestructuras, sobre
las cuales habrán de edificarse los nuevos caracteres. De ello se deduce que, en el adulto,
cada uno de los estadios pasados corresponde a un nivel más o menos elemental o elevado
de la jerarquía de las conductas.
APLICACIÓN DE LOS ESTADIOS DE PIAGET AL TRABAJO
Para llevar a cabo un aprendizaje significativo con los alumnos, además de tener en cuenta
sus experiencias vividas y los conocimientos que ya han adquirido hay que conocer las capacidades
que tienen. Dependiendo de la edad que tienen los alumnos el maestro tendrá que preparar unas
actividades u otras que se adecuen a sus capacidades, para que no sean ni muy difíciles ni muy
sencillas.
Por esto, en este trabajo hemos tenido en cuenta las capacidades que tienen los niños a
esta edad y nos hemos basado en los estadios de Piaget. Este trabajo esta dirigido a niños de 11 a
12 años. Estarán al final del estadio de las operaciones concretas y comenzando el estadio de las
formales. Teniendo en cuenta las características de estos estadios hemos llevado a cabo una serie
de actividades. Hemos combinado actividades donde los alumnos trabajan observando
directamente los monumentos que hemos estudiado y en otras actividades hacen comparaciones
y estudian características sobre textos que leen en clase de una manera más abstracta.
Los alumnos de 6º de primaria están capacitados para resolver todas las actividades
planteadas en el trabajo apoyándose en la ayuda del profesor cuando encuentren alguna
dificultad.
“Un niño que sabe que su figura de apego es accesible y sensible a sus
demandas les da un fuerte y penetrante sentimiento de seguridad, y la
alimenta a valorar y continuar la relación” (John Bowlby).
La Teoría del Apego, esta es una teoría iniciada en los años cincuenta que parte de
una perspectiva etológica, bien a tono con los derroteros epistemológicos de su tiempo. Sus
principales exponentes, J. Bolwby y M. Aisworth plantean que la separación producida
entre un niño pequeño y una figura de apego es de por sí perturbadora y suministra las
condiciones necesarias para que se experimente con facilidad un miedo muy intenso. Como
resultado, cuando el niño visualiza ulteriores perspectivas de separación, surge en él cierto
grado de ansiedad. El propio Bolwby cree que su planteo es una combinación de la Teoría
de las señales y de la Teoría del apego frustrado (Bolwby, 1985).
Bolwby pensaba que la relación entre lo que provoca temor y lo que realmente puede
dañarnos es indirecta. Sin embargo compartimos con los animales ciertos temores: el
desconocimiento del otro ser o de un objeto; el temor a objetos que aumentan de tamaño o
se aproximan rápidamente; el temor a los ruidos intensos y el temor a la oscuridad y el
aislamiento. Nada de esto es peligroso en sí mismo pero desde el punto de vista evolutivo
tiene explicación: son señales de peligro, por ejemplo, la presencia de depredadores que se
perciben como seres extraños y que se aproximan comúnmente durante la noche y la
cercanía de un desastre natural (Bolwby, 1985).
La tesis fundamental de la Teoría del Apego es que el estado de seguridad, ansiedad
o zozobra de un niño o un adulto es determinado en gran medida por la accesibilidad y
capacidad de respuesta de su principal figura de afecto. Cuando Bowlby se refiere a
presencia de la figura de apego quiere decir no tanto presencia real inmediata sino
accesibilidad inmediata. La figura de apego no sólo debe estar accesible sino responder de
manera apropiada dando protección y consuelo.