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Un Hilo Parte 2
Un Hilo Parte 2
c.u) 63 c-U)
tapar las caries de una enorrne boca vieja y callada. Atrâs, perdida
en la noche, aguarda la selva. Estâ herida. Donde antes habia
poblaciones ahorahay huecos quemados con napalm. Lugares de
indios y negros; ellos ensuciaban el paisaje que por fin se ha
dedicado a la explotacidn turistica. Los guîas explican orgullosos
que ya no hay olor a bagazo,por fin el olor a muerte se ha quedado
con todo.
c,o) 64 C-o)
4.3.76
Saturno
Es cierto que el tiempo devora a sus hijos, pero eso no me hace
tanto daflo como la inmediatezroyendo mis huesos. No logro
hacer nada para mi misma, trabajo para'sobrevivir, como un
mosquito frente a la luz, giro y giro todo el dia hasta
estrellarme.
7.3.76
Novedades
EI desamor irrumpe y se instala en tu costado. Es un dolor
apenas perceptible pero que contamina todos tus actos. Dejas
de sonreir, dejas de ver los detalles y como no hay mâs que
pequeflas cosas, lo que te rodea desaparece sirbitamente y te
qued4s sola.
t5.3.76
Un sueffo
Salté y me detuve. Senti un gran temblor en la planta de los pies
cuando el hacha golpeô Ia palmera y volviô a golpearla hasta
que la isla empez6 aescorarynaufrag6.
24.4.76
Esas sâbanas blancas agitadas por el viento traen ecos de
lejanas batallas. ;Por qué no me sostienes, amor, ahora que la
tierra estâvaciayla intemperie cubre las maflanas?
27.4.76
Acaso s6lo hemos hablado siempre paraun sordo en un cuarto
lleno de ecos.
2.s.76
Pretenden el suceso como sucedâneo y su bondad apesta.
c,u) 6s c0)
c,u) 66 Ct)
Cinta N.o 5
(Tucunnén, Ana Maria en la confiteria El Buen Gusto, diciembre
de 1 989)
\., Jo es fâcil llegar a ser alguien en este lugar, son pocas las
| \ oportunidades y hay que estar muy alerta para no
J- \ desaprovecharlas. Depende del talento de cada quien
tener éxito o no tenerlo, hay que estar dispuesta a luchar y saber lo
que se quiere. Me imagino que en todas partes serâ igual, aunque
yo jamâs cambiariala tranquilidad de una ciudad como ésta por
una capital o una ciudad mâs grande.
c,a) 67 c.o)
idea de libertad produce en la juventud, ella llegd a apropiarse del
mural y no hacîamâs que escribir asuntos que al alumnado no le
interesaban para nada. Durante el <<Proceso>>, nos fuimos dando
cuenta del daflo que esa faltade orden temâtico producia, y ahora
da gusto ver la calidad y la claridad con que se escribe, cadaquien
puede también anunciar su boda, sus viajes, es mâs efectivo como
soporte parala crdnica social, temas con los que todo el mundo se
siente identificado. La vida cotidiana es muy importante.
Todo lo demâs sigue igual, el San Antonio, con su copa de mâs
de quinientos aflos bajo la que siempre se han celebrado las fiestas
y los conciertos, las tortugas paseando por el jardtn,los pequeflos
pâjaros. Por suet'te han cambiado de lugar la comisaria que estaba
a la vuelta, porque siempre se descolgaban al patio los presos que
hufan de los calabozos, saltaban de la copa del ârbol y salian
corriendo por la puerta. Y eso en un colegio de sefroritas creaba
muy mal ambiente.
Esta foto la sac6 Julia, creo que estâbamos en octavo, cuando
todavia éramos amigas; después ella se fue apartando de mi y se
acercô mucho mâs a Ana, que también optô por humanidades. En
esa épocayaerainsoportable, creiaque el solo hecho de ir al taller
de dibujo de desnudo después de clase le daba derecho a sentirse
mayor, siendo la menor de la clase. Salia corriendo antes de que
terminara de sonar la campana para llegar a la escuela de artes, y a
veces traîa los dibujos al carb6n para mostrarlos y mentir que no
eran los rinicos hombres desnudos que habiavisto. Le encantaba
inventar historias, llamar la atencidn.
Al punto que quiso convencernos de que ser virgenes era una
vergûenza, nos acusaba de negociar con nuestro cue{po el
matrimonio, lo que ella llamaba contratos deshonestos, mientras
aseguraba que ella ya no lo era. Nunca le creî.
**n*tr*
Yo conocia bien a su familia, vivïamos en la misma calle, por
eso sé que de ese entorno surgieron gran parte de sus problemas.
c0) 68 c0)
Pocos normales hay en esa casa. Antes 1o intuia, ahora 1o digo
como profesional y creo que son cosas evidentes. Una lâstima.
Estas fotos las hizo con una câmara de plâstico que le habia
regalado su abuela Aida, la fotdgrafa, Ia que siempre tuvo la
ôpticade la calle San Martin,Iaprimera que se abri6 en Tucumân.
Esa mujer, la abuela Aida, tuvo una influencia definitiva en su
vida, Julia la adoraba y pasaba largas temporadas en su casa.
La recuerdo pequefra y delgada, con el pelo corto y siempre
vestida de negro, caminaba muy râpido y hablaba con un acento
gracioso, porque era rumana.Le encantaba contarnos su infancia
en el feudo del conde Drâcul a, cereade los Cârpatos , deciaque se
habia salvado de muchas matanzas en las que habian ido
muriendo casi todos sus familiares, pero no estaba acongoj ada, al,
contrario, se re(a a carcajadas y a mî me producîa un miedo
terrible, pero Julia le pedia siempre que nos contara otra vez las
mismas historias. Solia verlas juntas pintando fotos con una caja
enorrne de acuarelas y pinceles de dos pelos, en la mesa del patio
de esa casa llena de muebles extraflos y plantas.
Por eso digo que Julia no podfa ser norrnal,la familia no dejô
que ella creciera a un ritmo adecuado. Casi todas nosotras nos
quedamos en Tucumân, terminamos nuestras carreras, nos
casamos, fuimos haciendo una vida mâs o menos ordenada,
seguimos viéndonos de vez en cuando, en fin, lo que todo el
mundo hace.
Julia siempre estuvo metida con gente rnayor, copiando cosas
que no iban paîanada con su edad; hablaba de sexo, de religidn, de
politica y claro eso hacia que los chicos con los que empezâbamos
a salir se asustaran. Le tomaban el pelo. Dejô de venir con
nosotras los domingos al cine y a tomar el chocolate con churros.
Nos fuimos poniendo de novias, en plan mâs serio, yo, desde
entonces con el que ahora es mi marido. Justificaba su ausencia
diciendo que los domingos se iba a la finca de Tafi con su abuelo
para tomar aire y pintar paisajes, pero yo sé que en cierta forma
nos envidiaba y se sentia aislada.
c,u) 6e c-o)
En la tienda de fotografîade su abuela se encargaba de cambiar
los decorados y los telones pintados que se usaban de fondo,
mientras la vieja se metia bajo el pafio negro de una mâquina
ononne de madera con ruedas.
Yo hice mis fotos de comunidn allf, todavia recuerdo los telones
con paisajes pintados, te daban a elegir entre el lago con cisnes, el
camino de âlamos, las montafras con cataratas, las rosaledas en el
parque. Habia una banqueta de terciopelo adelante para sentarse y
muchas lâmpnas. Julia no hizo la comunidn, debiô de haberse
sentido mal la pobre, viéndonos a nosotras y ayudando con los
trajes y los peinados. Son cosas que marcan, no cabe duda,
traumas de infancia; deciaque no le importùa, que era atea y que
Dios no existfa. Es 16gico, en su casa no tenian las mismas
costumbres que en las nuestras, pero 1o raro era que les daba 1o
mismo. Celebraban la Navidad y el aflo nuevo en diciembre,
como todo el mundo, y después volvîan a celebrarlo. Todo dos
veces. Julia deciaque eso era una suerte, amime parecid siempre,
y 1o repito, la ceremonia de la confusiôn, o se es catdlico, o se es
judio. Para peor, ella decîa que ni 1o uno ni 1o otro porque sus
padres eran ateos, como ella.
c,u) 70 c0)
En la facultad cambiaba de novio como de zapatos, estaba
permanentemente enamo rada. Llegaba cada semana embarcada
en una historia distinta, con gente mucho mayor. Una vez me
invit6 a ir con ella y sus amigos a un bar en el Barrio Bajo; habîa
una orquesta de ciegos y se bailab atango,daba miedo el ambiente
de putas y mafiosos pero ella les hablaba como si los conociera
desde siempre. Se ofendid mucho cuando le dije que me iba, que
no soportabatantamugre, y desde entonces no salimos nunca mâs
juntas.
Se habia transformado en una especialista en discursos
trasnochados, pasaba mucho tiempo en el centro de estudiantes,
repartia periddicos y panfletos, como si las discusiones fueran
mâs importantes que la carrera. En ese tiempo ya apenas si nos
saludâbamos, cada una habia elegido su camino, ni siquiera fui a
verla aflos mâs tarde a la cârceI, no quise comprometerme con
cosas con las que nadie podia estar de acuerdo, y aquf todo se sabe.
Ninguna de las antiguas compafleras fue a visitarla, no debe de
haberlo pasado muy bien la pobre.
A la luz de los hechos, era imposible no rechazar de plano todo
lo que ellos hacian; en un momento la gente tomô partido, nadie
queria verse envuelto en esa espiral de violencia que fueron
creando. Para peor, mi marido es médico militar, yo no podia ni
mencionar a Julia en su presencia, y aunque la abuela Aida vino
muchas veces a pedirme que hiciera algo por Julia, no estaba en
mis manos arries garlacarrera de mi esposo. La pobre mujer iba y
venfa a todos los despachos, pero no consiguid nada.
Aida era muy fuerte, tanto que cuando la atropellô el coche a los
92 afios saltô sobre el capd y rompiô los cristales con el golpe,
pero no muri6 sino mâs tarde, por la infeccidn. Era muy dificil
para mi decirle que no podia ayudarla, pero las cartas estaban
echadas desde el comienzo.
c,u) 7r c0)
me da pena, pero ya es tarde y no hay lugar para arrepentirse de
nada. Nos resta comprender y aceptar los effores de ambos
bandos, y rogar para que nos dejen vivir enpaz.
c0) 72 (-U)
\rII
c,o) 73 c-O)
El le6n ha nacido después de la riltima tormenta; lo hemos ido
viendo aparecer en la pared del sal6n a 1o largo de dias de
conversaciôn y mrisica.
Han pasado tres aflos desde que me pediste prestada la bicicleta
con caffo y manubrio hacia abajo, no como la tuya, me dijiste, que
era mâs pequefla y de chica. Tres affos de calles y de tormentas, y
hoy, ya con quince, te ha dado por bailar mûsica de tambores cada
vez que vamos a tu casa.
No me importa que bailes cuando estamos solos. Yo no
importo. Pero cuando vienen Marcelo, Jesûs, Alonso, de verdad
me siento bastante mal. No es 1o mismo, no te puedo mirar igual.
Ellos miran de otra manera y vos no 1o ves, seguis saltando con
esos pantalones de lona y descalza. Es cierto que desde que te has
pelado no pareces una chica, pero cuando bailas sola no puedo
aguantarlo; 6es que no te das cuenta?
Antes pasâbamos mucho mâs tiempo solos, en el fondo del
jardîn, en los cuartos donde habfas armado el taller y 1o que ahora
llamas el <<observatorio natural>>, con todos tus insectos, las
piedras recogidas y alineadas, las fgneas, metamôrficas y
sedimentarias, las plantas secândose en los herbarios.
Recuerdo la alegrfa que te dio cuando mi madre te trajo de Cuba
la <oreja de mar>; creo que descubrimos al mismo tiempo a Fidel
y las algas enormes de esos mares. Y pensamos que donde crecian
esas algas con venas violetas debfan de estar pasando cosas
fantâsticas, como decîa mi madre, que fue una de las primeras
mujeres invitadas al congreso por la igualdad de derechos de la
mujer en La Habana.
<Aqui pensaban seguir, cobrando el ciento por ciento, y el
pobre que en su desgracia se acabara de morir. Pero llegd Fidel y
mandd parar, se acabô la discusidn, lleg6 el comandante y mandd
parar...>> cantaba Carlitos Puebla, y nos poniamos a bailar como
resortes impulsados porun aire caliente.
c0) 74 c-O)
eQué mâs podiahacer por vos? lNo me vefas? Me colgaba de la
reja de tu casa, esperândote los dias que faltabas a clase de teatro.
Te queria mâs que a tu revoluciôn.
c0) 7s c0)
Cuando empez1 el otoflo, yo me inicié con Débora y vos con
Alonso, pero no fue igual.
Cuando volvimos a subir, no hubo tormenta, rodamos en el
pasto y nos dormimos pegadoS, yo dentro de ti, toda la noche a la
intemperie. No me importd cômo lo habias aprendido ni si Alonso
eru diez aflos mayor que yo. Vos me bastabas, aunque no volviera
averte, me bastabas.
No creas que no te he buscado. Te sigo buscando; te he
mandado cartas que no sé si te han llegado. Es como una apuesta,
marcas que con elbrazo muy en alto le haces al coruz6n y el muy
terco no olvida mâs.
Desde que te fuiste, yo sigo perdiendo el tiempo, lumpenizado,
como decian tus amigos. Trabajo en el museo, gano para vivir y
comerno todos los dîas de eso. Y escribo, siempre te escribo.
No me han hecho casi nada, pasé tres meses dentro y tengo un
timpano mal, pero me soltaron. Han sido aflos de ausencia, como
de anestesia y desmemoria. El terror nos tomd por dentro, uno a
uno; apenas respirarentre los que iban muriendo, desapareciendo,
ese eufemismo con el que taparon todos los crimenes de la gran
mâquina.
Larga sequfa. De verdad no hago nada mâs que extraflarte. No
he podido volver a las vias, es como si en estos aflos no hubiera
habido ninguna tormenta de verano.
c,o) 76 c-U)
YIU
c,u) 77 e0)
Mâs aIIâ, en sus bancos, los locos se refugiaban del calor de la
siesta. El general de turno los habia mandado a la frontera varias
veces, para limpiar la ciudad, pero ellos volvfan y ocupaban su
lugar, su casa.
Pâez con su mâscara, desnudândose y chapoteando de vez en
cuando en el agua fresca de Ia fuente, Verita explicando las
circunvalaciones del planeta, Herminia peleando con su marido
que es ese atado de diarios que siempre carga Juliân con el
impermeable largo haciendo discursos para las palomas que se
comen las itas y se baflan en la tierra. Mâs lejos, Maria Bermridez
se pinta sus seis labios, los de la boca, los de la mejilla y los del
mentôn, guarda el espejo, se alisa el vestido y se marcha; va a la
estaciôn, sube al tren que parte hacia cualquier lugar y cuando le
piden su boleto muestra un atado de cartas que lleva en el bolsillo,
y dice con sus seis labios que deberian pagarle a ella 1o mucho que
ha viajado. La bajan y regresa a su banco. Asî siempre, dîa tras dia.
c,o) 78 (0)
penumbra. Se sentd con su grupo, pero enseguida se acercaron
tres o cuatro, curiosos, con ganas de bromear. Acodado en la barra
bajo el ventilador me quedé cerca, esperando que terminara su
partida de domin6.
tal lsaias, tiempo sin verlo.
-Qué
Pedro, gracias.
-Bien,
hemos enterado de la desgraci a, de verdad 1o sentimos
-Nosesta juventud
mucho, no sabe lo que hace.
Pedro, el duefro de la mueblerîa, eraun pesado, no cabiaduda de
que a esas horas de la siesta nadie podfa estar interesado en hablar
y menos en poner al viejo en la obligaciôn de contestar.
c,o) 7e e0)
Isafas se call6 y regresd sin darse cuenta alacaray a las manos
de su padre, acariciândolo paraque no llorara en medio del olor a
ganado de la bodega en que viajaban desde Odessa a Buenos
Aires; entonces ten(a seis aflos, pero se acordaba, el olor a
encierro volvia como unarâfaga.
yo creo que nosotros tenemos pocas cosas de que
-OigaPedro,
hablar, cadaquien piensa como se le da la gana. Al final, nadie va
a obligarlo a usted a pensar.
he querido ofender, don Isaîas, pero a ver qué pasa
-Noa todos nosotros, que hemos trabajado honestamente
cuando toda
la vida, vengan los comunistas a decirnos que la tierra es de ellos y
nos quiten los negocios de toda una vida de sacrificio.
c,u) B0 ct)
Isa(as, usted que es un hombre honrado, toda esa
-Fijese
chusma asaltando los comercios y quemando los ingenios, para
comer gratis, no se puede tolerar.
Isaias no contestd. Andaba lejos, en aquel dia en que los
soldados se llevaron a sus hermanos mayores a la guerra ruso-
japonesa, y al poco tiempo aparecieron los cosacos a degiiello en
el pueblo y mataron a tia Eli y a la prima Sonia. Todavfa se
acordaba del olor âcido y del pecho quemado por el humo que
salîa de las casas.
c,u) 81 (0)
cuyos hijos era preceptor, y éstos le salvaron la vida; al poco
tiempo, y después de la muerte de sus, hermanos tuvieron que
marcharse.
No habia sido fâcil aprender el idioma, vivir hacinados en las
barracas de San Telmo hasta que su padre consiguid el primer
empleo en la fâbricade conservas Armour; fue en la huelga deI 14
cuando lo echaron y otra vez cambiaron de barrio. El tio Felipe le
dio un empleo como cadete de la fâbrica de baterfas y después 1o
pas6 a la administraciôn, recién entonces pudieron por fin tener
una casa. Era cerca de Conientes, con luz y con agua. Alli pudo,
mâs tarde, ernpezar a estudiar qufmica y farmacia.
c,o) 82 C.O)
Estaba bien, su vida no habia pasado en vano. Ahora, cuando la
familia se reunia eran tardes de concierto con dos violines y Paula,
la hermana de Julia, al piano.
ct) 83 c-o)
yo a mi Julia le enseflé muchas cosas. Es verdad que
le -Bueno,
daba a leer algunos libros que me gustan, pero sobre todo la
recuerdo mirândome asombrada cuando hacia los injertos en los
ârboles. Ella venia siempre conmigo y la abuela aTafi, casi todos
los fines de semana. Cuando el rio crecfa, los nietos bajaban
corriendo de la camionetaparaponer las piedras, hacer otravezel
camino que el agna se habia llevado y cruzar la correntada. Eran
buenos tiempos.
me acuerdo de la finca y de la casa.
-Si,
yo le enseffé a poner los palitos en los troncos para
-Bueno,
que los limones cambiaran de forma. Se volv(an osos, perros,
tigres, y ella se quedaba horas y horas mirândolos. No entendfa
cdmo, con una pequefla ramita incrustada, las naranjas y los
limones podian transformarse. qued6 pensativo
-Se
acariciândose los dedos de la mano-. De la tierra hay que saber
enamorarse, no tratarla como la tratan esos tipos, explotândola
casi con rabia. Como Marcos, mi nieto, que es una vergtj;snzapara
todos nosotros. Parece mentira cômo cambia la gente con los
aflos. Se les endurece el coraz6n, no sienten nada y escupen ese
odio sobre los demâs. Ésos son los jôvenes valores que triunfan en
estos lugares.
c,u) 84 c-U)
la hermandad puso el bote y llegd remando desde la cârcel de
Ushuaia hasta Puerto Gallegos
air averla?
-ôVa
eso espero, mi hijo Boris me ha dicho que me va a
-Bueno,
ayudar con el pasaje, yo no la puedo dejar sola en el sur, Julia es lo
que mâs quiero en el mundo.
A mi memoria le pido
que me tenga compasiôn
dichosa de mi memoria
que anda dontde ando yo.
c,u) 8s c,o)
C.O) 86 C,O)
IX
c,o) 87 c0)
Llego ^al aeropuerto y flaqueo frente a tanta soledad, sin
embargo debo registrarlo, mirar bien la torre de control, los
pasillos del edificio y después tomar el autobris a Rawson para
maflana encontrar en el pueblo, a doscientos kildmetros mâs al
sur, a don Luciano, tu viejo amigo patagônico.
Hace un frîo terrible y el viento es irnplacable, hiere hasta
debajo de laropa.
El hotel estâ en la calle principal y desde la ventana se ve a 1o
lejos la mole de la cârcel,los faros iluminândola, como hace aflos.
Nada parece haber cambiado. 561o vos, faltando.
Abro el agua, pongo las algas que se hinchan viscosas y me
sumerjo lentamente; maldita, otra vez, enfermedad del alma,
cierro los ojos y empiezo a recordarte. Cuanto mâs completa te
tenga, ahora que veo con claridad el diâmetro de tus tobillos, la
comisura hacia arriba de tus labios gruesos, el timbre de tu voz,la
riltima carcajada, mâs râpido podré zafarme del grosor de tus
clavfculas en mis manos.
Necesito yo también irme, amor, a cualquier parte,'pero yo solo,
sin llevarte.
c,u) 88 c-O)
Salgo del agua, ffie visto para ir a dar una vuelta por el pueblo.
Es espantoso, cuadrado y chato, veinte calles iluminadas arriba y
veinte cortândolas, azotadas por el viento, suena en alaridos y trae
el olor del mar con la sal que carcome las casas donde merodean
estos peffos hambrientos, en manada.
c,o) 8e e,u)
debe de ser el de lacarta.
-Usted
Asenti con la cabezay nos dimos la mano, antes de abtazarnos,
como si nos conociéramos desde siempre. Olfa fuerte, a Iana
cruda y humo.
pase, la puerta estâ abierta. iC6mo es que se ha
-Pase,afuera
quedado con el frio que hace? , en mi casa la puerta no estâ
nunca cerrada entrar a los corderos al corral y sosegd a los
-hizo
perros que me olian y ladraban.
pero no me atrevîy preferî esperarlo afuera.
-Gracias,
los amigos de Julia son mis amigos, cômo no se va a
-Hombre,
animar usted a entrar, venga, vamos a calentarnos.
Entramos y encendiô râpidamente el brasero, puso la pava
encima y empezô a preparar el mate.
mate, iverdad?
-Toma
claro.
-Si,
un trâguito de aguardiente, que no le hace mal a nadie.
-Y con su boca grande y casi sin dientes, trajo la botella y
-Sonriô
dos vasos. Me mirô por prim eravezde frente.
estuve viendo desde el camino, pero no podia volver
-Lohay poco pasto y los pobres animalitos han de andar
antes,
buscando y buscando; asf se pasa el tiempo y uno se hiela al caer la
tarde.
se preocupe, yo tendria que haberle avisado con mâs
-No el dia de mi llegada, pero no sabia el horario del autobris.
claridad
si, don Luis me avisô ayer, mand6 al chico, a su hijo,para
-Si, que llegaba usted de Buenos Aires. Pero ya sabe, los
decirme
animales no esperan. Estatierrano es fâcllr
Echd unas cuantas ramas mâs al fuego, y empezô a cebar el
mate.
c0) e0 c.u)
cuénteme, qué es de la vida de la Julita, hace afios que
no-Bueno
tengo noticias de ella y yo no soy de los que creen que me haya
olvidado.
El mate se me atragantô y me senti el mâs grande de los
imbéciles por no haberle explicado casi nada en mi carta. No sé
cômo pude haber pensado que Luciano, en la Patagonia, podfa
estar enterado de la vida de Julia.
c,o) eI (o)
Pareciacomo si se hubiera tranquilizado; en estas tierras donde
la gente vive tan sola, cada quien parapetado como temiéndole al
viento, saber que aunque lejos uno tiene un amigo, es importante.
fue salir del infierno de Rawson. Mâs dificil ha de
-Dificil
haber sido sobrevivirlo.
Nos quedamos callados, mirando el fuego. Luciano lo sabia, no
nos hicieron falta mâs explicaciones.
c,u) e2 c0)
aflos. La riltima me dieron quince. Aqui en la Patagonia son muy
severos con el ladrdn de ganado.
c0) e3 c-u)
las cosas, a pesar de su vejez, eran provisorias; me hiza recordar la
riltima casa de Julia, armada con almohadones y cuatro cajones, el
banil de madera que servfa de mesa con una tabla encima, en el
que teniamos que apoyar los codos al mismo tiempo para que la
tabla se equilibrara, los dibujos colgando con clavitos de las
paredes. Me habia quedado mirando el cuadro de Luciano.
c,o) e4 ct)
eralaencargada del Pâfl, cuando dos compafleros y yo lo
-Ella Julia teniaque pasarlo a sus cajas. Eso nos daba un
llevâbamos,
poco de tiempo para hablar. Ademâs, mi celda, antes de que nos
cambiaran de pabelldn, estaba justo debajo de la suya. Después de
conocemos empezamos a hacer palomitas.
es hacer palomitas?
-eQué
cosas que nos escribiamos en papeles muy chiquitos,
-Eran
bien doblados y que con un hilo podiamos bajar y subir de ventana
a ventana, cuando oscurecia. Asi fue como empezamos a
conocemos, a saber quiénes éramos, los nombres, nuestras
historias.
guardado usted alguna palomita? Me gustarfa verla.
-iHa
ésas no son cosas que se puedan guardar, mâs que en la
-\6,
memoria; es peligroso guardar papeles en la cârcel. Escribiamos
mucho, desde que nos encerraban, alas 7.30 de la tarde, y la vida
de los pabellones Se paraba. Oscurec(a pronto, con esos vientos
silbando y trayendo el olor salado del mar, y miles de gaviotas
haciendo ruido antes de irse a los nidos.
acuerda usted del dia de la fuga?, se supo que habian
-ôSetoda lacâtrcel.
tomado
c6mo voy a olvidarme, eso fue 1o mâs grande que yo vi
en-Pero
mi vida. Impresionante. Imaginese usted una çârcel abierta, en
plena Patagonia. .F,ue en agosto del 72. Ellos, no sé si le conté,
cantaban mucho y les gustaba hacer bulla con las latas y las
cucharas para acompaflarse. El dia de la fuga se armd como una
fiesta en los pabellones, todos cantando y haciendo ruido mientras
los guardi.acârceles iban siendo uno auno amordazados. Nosotros
salimos de la cocina, sonaron como dos tiros y empezô a pasar una
columna de gente por los pasillos.
c,u) es et)
que estâbamos viendo, porque ademâs de las puertas de cada
pabelldn estân las puertas de los pasillos y las de la entrada. Con
muchos guardias.
Don Luciano se encendia, como si la luz del brasero le hubiera
entrado en el cuerpo y sonrefa al recordarlo, hablaba como
escapândose.
asi de sencillo fue mi amigo, una fiesta y en medio del
-Pues
ruido no qued6 ni un solo guar diânen su puesto. Caminaban por
los pasillos ordenados, eso sf, siempre ordenados; los vimos pasar
abriendo cadapuerta rumbo a la salida del penal, desarmando uno
a uno los controles. Y no crea, hombre, el penal era grande. Bien
difîcil de hacer 1o que ellos hicieron. Habia que estar muy
decidido a jugarse la vida. En toda la historia de la cârcel sdlo dos
se habian fugado por un trinel y a los pocos minutos los habian
pillado.
sea que salieron todos hasta la puerta.
-O
creo que no eran todos, pero sf mâs de ciento cincuenta.
-No, nos fuimos enterando
Después de que los camiones que tenian
que venir a buscarlos no habian llegado a tiempo y que los
primeros, los seis primeros, a los que ellos llamaban dirigentes, se
habîanido rumbo al aeropuerto de Trelew en los mismos autos del
personal de la cârcel. Otros, un grupo grande, los diecinueve que
no volvieron, se fueron en otros coches que no sé cdmo
aparecieron allf, dicen que eran taxis que estaban ah{parados.
ustedes qué hacian mientras tanto?
-6Y
estâbamos con la boca abierta y alguno"se anim6 a
-Nosotros
acercarse hasta afuera, para ver 1o que pasaba. No se imagina lo
poderoso que se hace parauno el desierto con las puertas abiertas
de la c6rcel. De la Patagonia nadie se escapa sin un buen
transporte. Es tan grande y tan llano que con un helicôptero te
cazanenseguida.
por qué no llegaron los camiones?
-iSabe
c0) e6 (-o)
que los habia interceptado el ejército cuando se
-Parece
acercaban. Pero los seis primeros llegaron al aeropuerto, subieron
aun avi6n que desviaron y consiguieron llegar a Chile. Dicen que
adentro del avi6n venia otro comando y que habfan obligado al
piloto a salir con ellos de inmediato. Fue fantâstico. Los otros, los
que les seguîan, llegaron un poco mâs tarde y se quedaron en la
torre de control del aeropuerto, porque el aviôn siguiente no
aterriz1. El ejército los rode6, les hizo entregar las armas y se los
llevd a la base naval que estâ a medio camino entre Rawson y el
aeropuerto de Trelew. La base Almirante Zar, se llama, donde
después los fusilaron.
c{n e7 c0)
ôno llegaron enseguida?
-Cômo,
no, tardaron varias horas, que se hicieron muy largas
-Pues
hasta que empezamos a escuchar el ruido de los motores de los
camiones aproximândose. Me acuerdo porque, antes de que
llegaran, dijeron por la radio que el avi6n donde viajaban los seis
que habian conseguido escapar sobrevolabaya el aeropuerto de
Chile. Y todos se pusieron a dar vivas y a alegrarse, debajo de los
colchones. Después de eso oimos las botas y los golpes en las
puertas tomando posiciôn, los soldados que entraban gritando
asustados y tirando râfagas contra las paredes y las puertas.
<<Arriba, arriba, hijos de puta, de uno en uno y con las manos en
alto>>, gritaban.
Don Luciano se habfa ido poniendo cada vez mâs sombrio.
Sirvid un poquito de aguardiente y chocamos suavemente los
vasos. El frio empezaba a entumecer las manos y los pies.
c,o) e8 c-u)
pusieron a cantar la misma cancidn de siempre, esa que dice <Bela
chao>>, para avisar que se las llevaban. Los guardias, a golpes, las
hacîancallar.
una de las riltimas veces que vi a Julia, en Tucumân, me
-Si,un poco 1o del traslado y fue entonces cuando me enteré de
contd
que usted habîasido su amigo en los afros que estuvo en Rawson.
este lugar estâ muy lejos del norte y no han sido aflos
-Bueno,
buenos para m(. Nunca tuve suficiente dinero para viajar, ahora
me ha salido un contrato parc escribir el guiôn de una pelicula y
con eso me lo he podido pagar.
c,u) ee c-0)
llamaba Morse. Me alegrd mucho cuando supe que los habian
amnistiado, eran muy jdvenes y ten(an mucho por delante. 6Nos
preparamos algo de comer?, es bueno para el frio.
claro, yo voy airporunabotella de vino.
-Si,
mientras tanto voy pelando las papas.
-Bueno,
La luna seguîa llena y helada, salî al camino y empecé a darme
cuenta de que otra vez, otra noche mâs estaba instalado a tu
costado muy cerca de cada uno de tus pasos.
La noche patag1nica es inmensa. Los perros empezaron a
seguirme, ffio olieron y me reconocieron cuando volvî a la casa
con las botellas de vino decidido a celebrarlo.
C,O)rco C,Cr)
x
c{n10t(nr)
rojo el miedo nos ha ido cercando.>> El segundo dibujo de la scric
de la vicufla estâ pegado en la pâgina correspondiente a <<Las
cactâceas>> y en las hojas siguientes, estos textos:
Caramboyo
( A4y r tillo c actu s ge o m etr i z an s)
1.2.r976
Animal
Cuando tengo miedo soy un animal completo. Se desatan
mecanismos que no puedo controlar, no duermo, no como, el
corazôn palpita mâs fuerte, los ruidos se amplifican, sudo sin
cesar como si con el olor pudiera espantar a los cazadores.
Como una vicufla asustada, sé que no veo nada real y que las
glândulas mandan sobre mi. Ella se paraliza cuando ve un hilo
rojo, yo me espanto cuando oigo el ruido de una puerta o llega
la noche. Ya no veo la noche, ya no tengo cielo.
3.2.1976
Destierro
Atrâs ha quedado todo y por delante no hay nada. .Prbrazo a
Federico como si fuera mi rinica balsa, el irnico sentido para
seguirviviendo.
C0)r02 eCr)
t5.3.t976
Impunidad
Cuando te vas sin haber llegado a crecer, se quedan partes tuyas
atrofiadas para siempre. Me miro al espejo y descubro que
estoy parada como cuando tenia diez aflos, el mismo gesto.
Nada que indique una cierta disposiciôn Para almacenar
experiencia.
La atrofia empieza a manifestarse y su primer sintoma es un
derrame permanente de mi misma, una incapacidad crônica,
mortal, para hacer cualquier cosa que pudiera servir a mi
preservaciôn. No es suicidio, es peor, es rebalsamiento, falta de
armonia entre el deseo y su posibilidad. Mi apego a la realidad
crece inversamente, cuanto mâs comprendo, menos puedo
entenderme con ella.
Pero como ya soy mayor, la vieja y dulce impunidad me ha
abandonado. No sabes cômo la extraflo.
t9.3.t976
La historia no tiene compasiôn.
La compasiôn es un asunto de solitarios.
t9.4.t976
Claro que son imâgenes fijas. No las convoco ni intento
recordarlas. Son ellas las que tejen una red por donde yo paso y
me enredo. Vienen solas, acechan detrâs de un olor ahumedad
o de un ruido en la ventana de madera. Y les temo.
Sé que en cada cosa que hago hay un retorno infinito
disfrazado de nuevas formas. Un giro de trompo sobre el eje.
rJn crtzamiento a destiempo, muy temprano, y el animal que
eres ha nacido para siempre, es permeable y estâ a la
intemperie.
Convivo. Pero hay dias en que el Atlântico es como el infierno.
c{nrcs aÇs
No puedo abandonar su cara cayendo desde el avi6n dormido,
soflando, hasta la boca delpezque devorarâ su cuerpo.
Antes era el mar de la infancia. El sol y la arena, los lobos
marinos ylas focas pequefias nadando entre las rocas, cuando
ibamos al cabo para verlas. La boca llenândose con la sal del
viento. La lengua saboreândola. Castillos, altos.castillos de
arena, puentes y caracoles que eran puertas.
g,U)104 OCr)
Cinta N.o 6
(Tucumén, casa de Trinidad en Simoca, abril de 1984)
co)tos ec/)
oler mi cuello cada tres o cuatro pasos, y yo iba sintiendo que un
hueco pequeflo se empez aba aformar en el est6mago, empujando
hacia los huesos de las caderas como si quisieran arquearse mâs
todavîa,llenândome de un vacio extrafio. Éramos muyiôvenes.
Esa caminata me gustaba mâs que bailar abrazados, que en el
baile ya se sabe que estâ permitido, pero andando era diferente.
Nadie se daba cuenta de la forma en que él presionaba mi cintura
con los dedos y cômo con cada presiôn el hueco se hacfa mâs y
mâs grande. El Parque Bar no estaba lejos, diez calles de abrazo.
Antes de llegar , aI cruzar al parque, cuando ya no podîamos mâs,
é)paraba y me ponfa contra su pecho cifréndome con los brazos.
Este era el gran momento, desaparecîaen él como si un viento me
llevara.
Después seguiamos tomados de la mano entre los senderos del
parque, acercândonos a la mrisica de la orquesta. A veces, antes de
llegar, nos parâbamos contra un ârbol, apoyados en el tronco, y
entonces me besaba lentamente en la boca. Eso de verdad me
gustaba menos, porque me estropeaba el vestido recién planchado
y hasta se podia manchar si el ârbol tenîa un poco de savia en el
tronco.
En esos dias volaba; ellos venfan a comer a las doce y media y
Chabela se ocupaba del resto del trabajo de la casa; 1o mfo era el
planchado y la cocina. Si hacia algo mâs era s61o por carifio, no
por obligacidn, como los chalecos que tejiaparula Julita con hilos
de colores, verdes y violetas como a ella le gustaban. Para mi
Julia, que era mi Julia desde los diez aflos, desde que entré a
trabalar en la casa.
Con quién sino con Julia me sentaba a escondidas a llorar en la
siesta con las historias de la radionovela que la madre no hacia
mâs que prohibirle. Las dos en el patio, en la sombra fresca de la
galeria, Julita preguntando todo y yo explicândole paso a paso los
sentimientos del alma.
C.O)106 eC/)
Cdmo iba aquerer pasar con su madre la siesta, que la obligaba
a acostarse con ella para poder dormir tranquila y le contaba
siempre el mismo cuento. Ese del pastorcito mentiroso. Pretendia
que Julia aprendiera a no mentir, pero era imposible. A ella le
etrcantaba inventar historias, contarlas como si fueran ciertas, y es
que la seflora Pola pensaba que era necesario educar a Julia con
cosas serias, pero no se daba cuenta de que estaba confundiendo
seriedad con tristeza.
Dofla Pola se despertaba a las siete de la mafrana, bajaba y se
preparaba el mate , recogia el periddico del zaguân y subia con la
bandeja a la cama con su marido. Leîan y tomaban mate,
despertaba a Julia parair al colegio y a los otros hermanos para sus
clases. Antes de salir atrabajar, a las ocho y media, me daba todas
las drdenes del dia, como si yo no las supiera de memoria después
de tantos af,os. Pero era buena y nunca me falt6 el respeto.
Simplemente no era carifrosa, estaba acostumbruda a mandar y a
obedecer, pero no a querer.
Nunca teniatiempo, trabajaba o viajaba con el marido. Lo que
estaba claro es que no le gustaba para nada estar en la casa.
Cuando los puàt"* se luetott de viaje a Montevideo,
aprovechamos una siesta y nos fuimos al estudio de la radio, a
LYI2, para mirar por el cristal cômo se hacian las novelas. Era
impresionante, el que hacia de Armando era un bombdn y la que
hacia de la madre abandonada pare cia a punto de comerse el
micr6fono cuando hablaba. Los dos se emocionaban de verdad al
decir las cosas, y seguramente en la vida real estaban enamorados.
Fui yo quien le ensefl6 a Julia cdmo funciona la radio por
dentro, aunque les guste decir que no supe educarla. Yo le enseflé
a hacer trenzas, a andar en bicicletay a saber cuândo una historia
de amor teniasentido.
C,U)toz eCr)
colgar la ropa o a dar saltos por el parque. Yo le decfa: Julia,
<<pero
si te lleva, ôqué le voy a decir yo a tus padres?>>, y ella me
contestaba muy segura, <<que te han dado un golpe, te dormiste y
me robaron>>.
C,æ108 (Cr)
almohada atraves adaparaque creyeran que estaba durmiendo y la
esperaba pafa abrir la puerta. No tenfan derecho a prohibirle
tantas cosas, ellos viv(an llenos de temor y no se daban cuenta de
que Julia erayauna mujer y bien educada.
Cuando el amor llega, affasa con todo 1o que tiene a su paso, asf
es y asi debe ser. Los dioses de adentro se ponen contentos y ya no
paran. Pase lo que pase no importa,hay que alimentarlos.
Los padres le hicieron la guerra, primero la mandaron a Buenos
Aires a pasar un mes, pensando que le gustar(a y se quedaria alli a
estudiar un aflo entero. Después, cuando a los quince d(as volviô
intentaron que fuera a un psicdlogo y empez 6 air a su consultorio,
pero al final el psicdlogo fue el que mâs bailô en la boda, porque
terminaron aceptando y haciendo una gran fiesta en el jardfn.
Ademâs era muy hâbil paraesas cosas- consiguiô que. el
padre sin -Julia
darse cuenta empleara a cinco amigos sllyos como
camareros. Hizo como si no los conociera y por la maflana se
fueron con muchas botellas a seguir la fiesta en la montafla con su
gente, esos que ella llamaba compafleros y que los padres nunca
dejaron entrar en la casa.
Estaba hermosa, aunçlue se habia pelado, se puso una coronita
de flores de lapacho y azahares en la cabezay ni se le notaba que
no tenfa pelo. Bailamos hasta la madru gada. El padre les prestd el
coche y se fueron una semana de luna de miel por Salta y Jujuy
hasta Bolivia.
C,U)I}e eQr)
La casa sin ella ya no era igual, y todos andâbamos como vacios.
La abuelay yo seguimos escuchando las radionovelas de la siesta,
pero nos daba por llorar mâs que antes, y no sabiamos bien si era
por el amor o porque ella no estaba. Nos mirâbamos llorar seguido
y cuando nos veiamos nos daba risa de las dos, pero no nos
consolâbamos.
Asi vino la vida, asi fue como empezd la otra historia, con todas
las desgracias.
c,o)11.0 c,cr)
Después pusieron la bomba en la empresa de don Boris y a partir
de ahi no hubo un dfa sin amenazas telefônicas, sin crespones
negros en la puerta, sin policfas de civil a toda hora al frente y en
los fondos de la casa. Una noche entraron como diez tirando la
puerta abajo, apuntândonos y a los gritos. Los pobres padres, la
abuela y yo acostados en el suelo con los matones pisândonos la
espalda y la cabeza mientras los otros pateaban las puertas,
rompian 1o que podian y gritaban como locos pegando tiros a las
paredes y al techo. Fue horrible, nosotros temblando como hojas
tiernas y estos tipos destrozando toda la casa y diciendo que nos
iban amatar allf mismo. No hay derecho, nunca hemos hecho mal
a nadie. Yo me inflamé de rabia y al dîa siguiente estaba toda
brotada de urticarias, como si me hubiera revolcado en una planta
de ortigas. Decian que si no encontraban a Julia, nos iban a
reventar a todos en su lugar. Por mi que nos mataran, pero a mi
Julia ni sofrando la iban a encontrar. Ni sabiamos dônde andaba.
Después de dos dias volvieron y se llevaron a dofla Pola, la pobre,
que cuando volviô estaba como loca, enferma de los nervios.
Decia que la habian insultado toda la noche y que la amenazaban
con un pelro policia furioso mientras la interrogaban. Serân
cretinos, qué tendrâ que ver la pobre mujer, si hacfa como tres
meses que no veiamos a Julia.
C,O)rJ C,Cr)
las amenazas de muerte le exigian a don Boris que les diera
dinero. Igual que en las pelîculas de gângsters que vefamos en el
cine de verano. Después del riltimo allanamiento, un viejo amigo
de Julia vino a verme y me dijo que Julia me necesitaba. Hicimos
una cita en Simoca y alIî aparecid ella con Federico. Creo que
nunca en mi vida 11oré tanto. Nos quedamos pegadas,
abrazândonos sin poder hablar, y esa noche fue cuando decidimos
pedirle a Carmelo que nos cruzara. Ellos estaban perdidos, no
tenfan ninguna forma de conseguir un pasaporte, todos andaban
corriendo para esconderse y no podian aglantar mâs tiempo.
Debiamos actuar en secreto y conseguir un poco de dinero para
salir 1o antes posible. Ni siquiera sus padres podfan enterarse, no
estaban en condiciones de soportarlo. Carmelo y yo no teniamos
ni un peso, asi que dijimos que nos fbamos a casar y que
saldriamos de luna de miel esa misma semana. Dofla Pola y don
Boris se alegraron 1o que las circunstancias les permitîan, aunque
me pidieron que volviera pronto, se sentfan muy solos y se iban a
mudar de casa. Con las bombas no podfan seguir durmiendo en la
habitacidn con balcôn que daba a la calle , y habian alquilado un
departamento grande en el centro de la ciudad.
Con la boda conseguimos el dinero suficiente para el viaje y
para comprar la pintura de la camioneta. Hicimos una fiesta
chiquita, pero vinieron mis familiares desde Simoba y hubo un
poco de mrisica. Los policias de la puerta se 1o creyeron y los
padres de Julia me regalaron ademâs una valija con un ajuar de
novia, como se debe. Esa noche me fui a la casa de Carmelo,,allï
pintamos la camioneta como si fuera una ambulancia.
Compramos la peluca para Julia y los trajes de enfermeros, la
camilla y el tubo de oxigeno y de suero, todos de segunda mano,
porque nuevos eran muy caros. Ahora estâbamos de luna de miel
pero habfamos pasado a ser de la CrtzRoja.
A los dos dias, y con todo listo, fuimos a buscar a Julia, a
Federico y a Javier que estaban esperândonos en una casa fuera de
la ciudad. Era primavera y el camino entre las enormes montaflas
C,U)112 C,Or)
estaba lleno de margaritas amarillas. Nos vestimos todos de
médicos y enfermeros, menos Julia que se puso la peluca de pelo
negro con trenzas y se acostô atrâs, en la camilla, con la mâscara
de oxigeno en la cara y Federico al lado durmiendo. Javier
también iba atrâs, vestido de médico, todo de blanco y
controlando el estado de la paciente, con la cara tapada por un
barbijo. Asi empezamos el viaje. A Federico le dimos un calmante
para que se durmiera, el pobre, no iba a poder aguantar tranquilo
tantos kildmetros y tantos nervios.
A m( el traje blanco con sombrerito me sentaba muy bien y no
veas lo lindo que estaba Carmelo vestido de enferrnero. Desde alli
empezamos a subir por montaflas altisimas, fuimos cruzando el
desierto, los cerros de arena con el viento arremolinândose, y de
vez en cuando los rebaflos de llamas y las casas bajitas de barro
desde donde salen las mujeres a vender sus mantas y su aJî
picante. Nunca habîa hecho un viaje tan largo y de a ratos yo
temblaba, tenîamos que crzar tres puestos policiales hasta el
puente que separaLa Quiaca de Villazôn,la frontera boliviana.
En los dos primeros no nos pararon,las cruces rojas de las puertas
estaban bien pintadas, incluso los guardias nos saludaron, pero
cuando llegamos al puente, el policfa se acercô, era muy negro y
tenia las mejillas peladas por el viento fr(o. Le dijimos que la
mujer estaba infectada y deportada porque habîa empezado un
brote maligno de viruela. Que por favor no se acercaraporque era
muy contagiosa, pero que si queria podia revisar todo, aunque no
se lo aconsejâbamos.
gU)II3 C-,Or)
ser actriz de teatro o de radio. Fl tipo me dijo: <<tiene usted razôn,
voy a dar el parte ahora mismo>>. Asf, al caer la tarde, cruzamos el
puente sobre el rîo y la frontera y no paramos hasta llegar a Potosi,
donde por fin pudimos bajar en un hotel, lavarnos, cambiarnos de
ropa y descansar. Estâbaqos agotados, ni las hojas de coca que
ibamos masticando consegufan vencer nuestro cansancio,
costaba respirar en ese anre tanalto.
C,O)tr4 C,Cr)