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Gordon Freeman estaba viajando hacia un lugar que no conocíamos, dejando

atrás todavía muchos misterios, al final de la primera parte. Desde entonces, el


Half-Life original ha tenido tiempo de ser convertido a consolas domésticas,
como Dreamcast o PlayStation 2, y dar lugar a uno de los mayores hitos del
juego on-line: el no menos popular Counter Strike. Así, entre ediciones,
reediciones y demás ha pasado el tiempo desde que en 1998 pudimos jugar por
primera vez a este título. La historia hasta llegar a esta segunda entrega es
conocida grosso modo por casi todos nosotros, pero se resume en múltiples
retrasos, cada uno a mayor desesperación de sus seguidores, siendo el último
motivado por el robo del código fuente de los servidores de los desarrolladores.

Es cierto que éste no ha llegado a convertirse en uno de esos títulos


eternamente retrasados que, sin embargo, no se pierden la obligada cita anual
con las ferias de videojuegos hasta convertirse en objeto de mofa por los
usuarios, pero se ha hecho esperar bastante y, por supuesto, mientras el tiempo
pasaba, los usuarios esperaban cada vez más y más de un título que tiene en el
magnífico planteamiento de su primera parte a su principal contrincante.

Y es que superar al título original, salvando las lógicas cuestiones técnicas


derivadas del tiempo que separa a ambos juegos, no es algo precisamente fácil.
Half-Life no era un simple juego de matar a todo lo que se menease, sino, más
bien, una compleja aventura en primera persona con un guión lleno de misterio
que nos colocaba en el papel de un científico tan fuera de lugar como el jugador
en medio de una situación que ni él mismo, quizás, entienda del todo. El diseño,
para la época, marcó tendencia y mostró, al mismo tiempo, que un juego de
estas características no vive sólo de motor gráfico. Posiblemente lo que menos
gustó a los jugadores fue el final tan abierto que les esperaba al final del tortuoso
camino que habían recorrido y, al mismo tiempo, les emplazaba a una ineludible
cita con la continuación que, al fin, ha llegado.

Los primeros minutos con este juego, nuestra llegada a la fascistoide Ciudad17,
son tan sorprendentes y enigmáticos como lo fueron en el original, y eso, sin
duda, promete mucho. No tiene mucho sentido desgranar la trama, ni tan sólo
explicar cómo se desencadenan los hechos que dan lugar a la acción, pues es
mucho mejor que cada uno lo descubra por sí mismo, muy especialmente
cuando estamos ante un juego que logra ofrecer una atmósfera tan elaborada.
Los programadores han conseguido orientar todo su poderío gráfico no sólo a la
recreación en pantalla de una serie de efectos espectaculares, una iluminación
sorprendente, o reflejos inauditos… sí, vale, todo eso está en el juego, pero no
es lo que nos va a sorprender realmente, pues el jugador puede asombrarse la
primera vez que ve algo de ese tipo, pero las siguientes ocasiones estará
condenado a ser algo rutinario y esperable.

Lo que queremos decir es que Valve ha conseguido diseñar un aspecto gráfico


verosímil en el que se combinan entornos urbanos con otros más campestres,
dotando al juego siempre de una sensación de realismo que sólo es alcanzable
mediante el recurso ininterrumpido de pequeños efectos que lograrán
transmitirnos esa sensación de estar ante algo real y tangible, pues ver la
suciedad del suelo en la estación de tren, las cajas moviéndose a nuestro paso o
la sangre a los pies de una silla se convierten tan sólo en primerísimos ejemplos
de un aspecto visual que consigue que la tecnología esté a su servicio para
lograr la atmósfera deseada. El entorno, no nos cansaremos de repetirlo, es de
una verosimilitud pasmosa y la primera media hora de juego te mete en la
historia y en el universo planteado de una manera completa y absolutamente
absorbente, en un entorno sin fisuras. De manera muy sencilla se nos
introducirán algunos comandos básicos, como coger y mover objetos, y las
sorpresas tampoco tardarán en llegar.

Los soldados que llenan nuestros primeros minutos en el juego también son un
ejemplo de lo que se irá desarrollando, a mejor, más adelante. Su aspecto
impone, y su actitud, lograda a través de unas animaciones muy logradas,
consiguen que pocas veces intentemos llevarles la contraria. Y es que tanto los
personajes secundarios como los que van a adquirir mayor relevancia según
avanza la historia están hechos con un gran nivel de detalle, obtenido gracias a
la carga poligonal, la calidad de las texturas, y lo realista de las animaciones.

Además, el juego viene doblado completamente al castellano, y la verdad es que


las voces –sin llegar a la calidad de la versión original en inglés, todo sea dicho-
son un ejemplo de buen hacer. Hay que saber que el juego se ha lanzado
simultáneamente en todo el mundo, por lo que el trabajo de producción es
todavía más loable, aunque no por eso habría que pasar por alto algunos actores
poco metidos en su papel que, sin embargo y por suerte, son la excepción a un
plantel bastante bien cuidado, y un aspecto técnico en el doblaje también digno
de ser destacado, pues las máscaras de los soldados distorsionan la voz, pero
los filtros empleados para tal efecto no nos van a impedir entender qué nos están
diciendo, o qué se están diciendo entre ellos.

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