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CAPÍTULO II

“UN HOMBRE DE CONFLICTOS & CONTIENDAS”

DURANTE LOS DIECIOCHO añ os posteriores a que Benjamin dejara el mar, sus principales
preocupaciones (los peligros de los falsos ministros y los males de la esclavitud) tomaron
forma en medio de intensos compromisos con las comunidades cuá queras de Londres,
Bridgetown, Barbados y Colchester. El “fervor” de Benjamin se volvió má s marcado y má s
pú blico a medida que entró en conflicto una y otra vez con sus compañ eros cuá queros
respecto a asuntos que él consideraba intolerables, pero ellos no. Detrá s de ambos temas
estaba su temor de que la “codicia” estaba destruyendo el cuaquerismo. Lo que lentamente
se volvió una lucha por el alma de la fe, se convirtió al final en algo mucho má s grande: una
campañ a para salvar al mundo de sí mismo. Entre 1714 y 1732, Benjamin recorrió un
camino traicionero hacia la profecía.

LONDRES, 1714–1718

El primer registro de la participació n activa de Benjamin en el cuaquerismo organizado se


originó en América. A pesar de que en aquel entonces radicaba en Londres, había navegado
a Boston para solicitar un certificado de aprobació n de los cuá queros locales para casarse
con Sarah Smith, de Deptford, Inglaterra. La Junta cuá quera (en realidad ubicada en Salem)
envió a su vez una carta a la congregació n de origen de Benjamin, la Junta Mensual de la
Casa de Devonshire (JMCD) en Londres, preguntando si era un Amigo respetable y, por lo
tanto, idó neo para el matrimonio dentro de la fe. Tres cuá queros de Londres fueron
designados para investigar “su Conversació n & Claridad en Relació n con el matrimonio”.1
El comité reunió informació n y constató que Benjamin se había unido a la
congregació n unos tres añ os antes, en 1714, y que “está libre de Deudas y de mujeres en
relació n con el matrimonio”. Pero el informe añ adía que Benjamin “ha dado descontento a
diversos Amigos en varias Reuniones” y sugería que esta preocupació n se expresara en el
certificado como advertencia a los cuá queros de Massachusetts. En un documento oficial de
junio de 1717, veintiséis signatarios de la JMCD dijeron de Benjamin:

Creemos que está Convencido de la Verdad pero por falta de mantenerse tranquilo y humilde en
su espíritu, ha sido demasiado atrevido por un Fervor Indiscreto para aparecer en nuestras
Reuniones pú blicas para el Malestar de los amigos, por lo tanto de Buena Voluntad lo Exhortamos
a la Humildad de espíritu, que pueda saber có mo comportarse él mismo apaciblemente en la
Iglesia entre ustedes y en Otros lugares para la Satisfacció n de los amigos y dejar a los amigos que
actú en hacia él en Caridad, de acuerdo con su libertad, y como él pueda merecer.

Tan convencido de la verdad como para ser arrogante, fervoroso, beligerante y agresivo, el
“cometa cuá quero”, como fue llamado má s tarde Benjamin, hizo su primera aparició n en los
cielos de la documentació n histó rica. Y seguiría un patró n permanente de ser un
alborotador.2
La mujer con la que Benjamin buscó casarse, Sarah Smith, nació en 1677 en
Rochester, condado de Kent, cerca del río Medway. Al igual que Benjamin, ella también era
una enana jorobada. Su difunto padre, John Smith, había sido yesero, un artesano ordinario
especializado en enlucir y encalar paredes y techos. En algú n momento, la familia se fue a
vivir a Deptford, ubicado en la orilla sur del río Tá mesis, frente a la Isla de los Perros, y
hogar del primer astillero de la Marina Real de Inglaterra. Sarah se convirtió al
cuaquerismo “en sus añ os mozos” y pronto demostró un don para la predicació n. Para
1712 se había ganado tanto respeto de la comunidad cuá quera de Deptford como para ser
designada “ministra aprobada”. Viajó mucho y representó a su congregació n local. Por
aquella época, uno de los muchos marineros que pasaron por Deptford pudo haber sido
Benjamin Lay. Los dos probablemente se conocieron en la Junta Mensual Cuá quera de
Deptford.3
Benjamin y Sarah se establecerían en una parte de Londres llamada St. Ethelburga,
ubicada en el barrio de Bishopsgate, al noreste de la ciudad. Benjamin dejó el mar y retomó
su oficio de guantero. Por aquel entonces comenzó lo que sería una prá ctica para toda la
vida: en “diversos Lugares de esta Ciudad y suburbios” visitó una variedad de iglesias e
incluso varias juntas cuá queras distintas para saber de sus predicadores, sus ideas y sus
congregaciones. Era un “Buscador” de la Iglesia pura. Fue miembro de la JMCD en
Bishopsgate, pero también asistió a las reuniones cuá queras de Wheeler Street
(Spitalfields), Gracechurch Street, Peel, Bullhill y Bull and Mouth. A través de estas juntas
trazó un camino de agitació n que le llevaría a su primera repudiació n.4
Seis meses después de que Benjamin fuera exhortado a la “Humildad de espíritu” se
metió en problemas má s serios cuando se enfrentó a dos “Amigos Pú blicos” (ministros
aprobados), William Selkald y Richard Price, durante los servicios de culto en reuniones de
la Casa de Devonshire y de Wheeler Street. No le gustaban sus prédicas. Estaba seguro de
que el Espíritu Santo no se encontraba en ellos. Estaban “predicando sus propias palabras”,
no la verdad de Dios, por lo que Benjamin les ordenó “que guardaran Silencio y se
sentaran”, añ adiendo, por si acaso, que Price era un hipó crita. Benjamin describió má s
tarde el tipo de predicació n al que se oponía: muchos, escribió , “se sienten inquietos e
intranquilos al sentarse en silencio”. Aquellos que tenían “una Opinió n firme respecto a sus
propios Comportamientos, y una elevada Presunció n del gran bien que hacen”, comenzaron
a hablar, “martillando y manipulando”. Iban a trabajar “con Ruido de Palabras, y
frecuentemente sin ningú n Sentido”. La presunció n era vanidad, y el silencio, tan esencial
para el culto cuá quero, no estaba siendo respetado, así que Benjamin asumió la
responsabilidad de hacer cumplir una antigua tradició n. Los líderes de la Casa de
Devonshire no estuvieron de acuerdo. Designaron a tres Amigos para que hablaran con
Benjamin “con ternura” sobre su arrebatamiento y para que lo alentaran “a entrar en razó n
de su ofensa”. La Junta condenó oficialmente sus actos y le exigió que ratificara la condena a
fin de ser reintegrado.5
Al ser interrogado por los Amigos comisionados, Benjamin se mostró malhumorado.
Se negó a dar respuestas directas y no quiso admitir culpabilidad. En lugar de ello “justificó
la Prá ctica”. Cuando se presentó un mes después en un servicio de culto, le entregaron una
copia del artículo redactado contra él. Respondió que esperaba no afligir má s a sus amigos
con sus acciones. Dos semanas má s tarde, cuando reapareció , el artículo fue leído en voz
alta en lo que equivalió a un ritual de vergü enza pú blica. Lay replicó que “no se uniría a la
Junta” en la condenació n de lo que él había hecho. Nuevamente instado a admitir su
“Prá ctica Desordenada”, Benjamin declaró que no tenía nada má s que decir. Estaba seguro
de tener la razó n y no admitiría haber obrado mal.6
Un mes después, Benjamin presentó a la JMCD lo que era esencialmente la misma
disculpa por escrito: “Parece que los amigos han sido afligidos por mi causa, lo cual
lamento. Y espero que mi conducta para el futuro sea tal que no dé motivo a los amigos”.
Tan só lo “parecía” que los Amigos estaban “afligidos” y Benjamin simplemente “esperaba”
hacer las cosas mejor en el futuro. No es de extrañ ar que la JMCD no haya aceptado esa
disculpa a regañ adientes. Ademá s, hasta que Benjamin no demostrara “sinceridad y unidad
de Espíritu con nosotros”, decidieron retener la copia final y oficial del certificado de
matrimonio que necesitaba para casarse con Sarah. Su resolució n se había endurecido
debido a otro hecho reciente: Benjamin se había enojado tanto con otro “Amigo Pú blico”
que, después de una reunió n, había agitado un bastó n frente a su cara.7
Sean cuales fueren sus quejas sobre él, Benjamin insistió , no tenían derecho a
retener su certificado de matrimonio. Pasó por encima de ellos con una petició n
directamente a la Junta Trimestral de Londres (JTL), que designó a diez Amigos de toda la
ciudad para que investigaran el asunto. É stos realizaron entrevistas con todas las partes y
emitieron un informe donde señ alaban que “desaprobamos absolutamente el
comportamiento de Benj Lay en su abierta oposició n a algunos amigos Pú blicos”, pero la
JTL añ adió que la JMCD debía entregar a Benjamin el certificado de matrimonio, lo que en
efecto hizo. Benjamin había ganado la batalla y él y Sarah se casaron el 10 de julio de 1718.
Pero las tensiones al interior de la Junta local persistieron, ya que Benjamin nunca dio
compensació n por su comportamiento perturbador. Dos meses má s tarde, él y Sarah
zarparon rumbo a Barbados para iniciar un nuevo capítulo de vida.8

BARBADOS, 1718–1720

Los Lay llegaron a Barbados en el otoñ o de 1718, dejando atrá s la contienda de Benjamin
con sus compañ eros cuá queros en Londres, al menos por un tiempo. Quizá s eligieron la isla
como lugar de destino porque Benjamin había navegado ahí durante su época en el mar. Sin
duda, querían vivir en un lugar que tuviera una comunidad cuá quera, cosa que Barbados, la
primera cuna del cuaquerismo en América, tenía, aunque ahora era pequeñ a y estaba en
decadencia. Una vez desembarcado en el principal puerto de Bridgetown, el antes marinero
siguió el camino de muchos navegantes que envejecen lejos de una ocupació n agotadora:
puso una pequeñ a tienda para atender a los que trabajaban en los bulliciosos muelles —
desde mercaderes y artesanos, hasta marineros, sirvientes no remunerados y aquellos que
trabajaban como esclavos en los muelles y vendían allí sus propios productos el “día de
mercado”—. No hay pruebas que sugieran que Benjamin causara controversia o que
buscara el repudio entre los cuá queros de Barbados, pero definitivamente creó discordia
—de un tipo má s grande y explosivo— durante sus dieciocho meses en la isla.9
Benjamin y Sarah habían aterrizado en la principal sociedad esclavista del mundo, la
perla má s preciada de la tiara imperial britá nica. Só lo unos cuantos añ os antes de su
llegada, Thomas Walduck, un militar que había pasado catorce añ os en las islas del Caribe,
había dibujado un vivo retrato de su nuevo hogar insular. Walduck no era abolicionista,
pero, aun así, ofreció un relato vívido, crítico, por momentos humorístico, a veces á cido,
tanto de los orígenes como de la realidad material de la sociedad esclavista de Barbados.
Escribió que los primeros colonos “eran una Babel de todas las Naciones y Condiciones de
los hombres, ingleses, galeses, escoceses, irlandeses, neerlandeses, deanos [daneses] y
franceses”. Cada grupo hizo una contribució n singular: “Los ingleses trajeron consigo la
embriaguez y hablar con groserías, los escoceses la Impudicia & la Falsedad, Los galeses la
codicia & la Venganza, los irlandeses la Crueldad & el perjurio, los neerlandeses y los
daneses la Artesanía & la Rusticidad, y los franceses el Disimulo & la Infidelidad”. El militar
añ adió a la variada tripulació n una considerable població n judía y muchos miles de
africanos esclavizados procedentes de “la costa de Guinea Angola y Weda [Ouidah]”. La
combinació n de nueve mil personas de ascendencia europea y má s de setenta mil africanos
constituyó “la peor escena de todas las disputas y el orgullo contencioso y la pobreza la
embriaguez y el libertinaje”.10
La esclavitud definía a la isla para todos los pueblos que la habitaban: una clase
dominante gobernaba y aterrorizaba a un ejército de esclavos africanos. Los dueñ os de las
plantaciones, observó Walduck, eran “despiadadamente crueles con sus pobres esclavos
mediante los cuales se ganan la vida sin mover un dedo”. Obligaban a los siervos y siervas a
trabajar dieciocho horas al día sin descanso. El azú car que producían generaba enormes
ganancias: “Es un dicho comú n entre los plantadores que si dan 30 [libras] por un Negro y
éste vive un añ o se paga a sí mismo”. Los dueñ os de las plantaciones, segú n Walduck, eran,
como clase, “Injustos en sus palabras & Tratos unos con Otros”, así como “Horribles soeces
y groseros en su Lenguaje y Conversació n”. No poseían ningú n có digo moral ni una religió n
apropiada. Pensaban en Dios solamente en sus “Maldiciones & Blasfemias”. Cuidaban mejor
a sus caballos que a los trabajadores de los que dependían. Walduck concluyó una de sus
cartas con “Un Acró stico sobre la Isla de Barbadoes & los Habitantes de la misma”:

B arbadoes Ínsula habitada por esclavos


A quí por un hombre honesto diez mil truhanes
R eligión para ti es una Historia Romántica
B arbarie y riqueza ilícita tu gloria
A quí todos los Pecados de Sodoma se Centran en tu corazón
D e Muerte es tu mirada y Muerte en todas partes
O h ínsula Gloriosa en Villanía Sobresales
S on los pecados a la altura tu destino es el Infierno.

Benjamin y Sarah vieron enseguida que en esta tierra de “Barbarie y riqueza ilícita”, la
lucha contra la esclavitud comenzaba con la propia existencia. Vieron a personas
esclavizadas tan débiles que se desmayaban y desplomaban en la calle. Algunos estaban “a
punto de perecer de Hambre y Enfermedad”. Trabajadores exhaustos y raquíticos entraban
tambaleá ndose a su tienda en el muelle, comprando, mendigando y, a veces, robando
pequeñ os artículos y comida. En un principio, Benjamin reaccionaba ante el robo con furia,
azotando a algunos de los culpables, pero pronto comprendió que esa monstruosa sociedad
esclavista llamada Barbados había sido construida por ladrones má s grandes que no
buscaban la subsistencia sino la riqueza. Atormentado por la culpa de haberse comportado
como un amo de esclavos, Benjamin decidió educarse a sí mismo hablando con los siervos y
aprendiendo sobre sus vidas. Escuchó historias de maltrato violento: “Uno Dice, Mi Amo
muy mal Hombre; otro, Mi Ama muy mala Mujer”.11
Benjamin vio de cerca la sangrienta dialéctica de la tortura y la resistencia que lo
atormentaría por el resto de su vida. Llegó a conocer a un hombre esclavizado, “un Tipo
lozano, un Cooper” que generaba para su amo, Richard Parrot, “7 chelines 6 peniques al
día”. El hombre era sumamente habilidoso y extremadamente valioso, pero Parrot era un
amo cruel que “solía azotar a sus Negros por las Mañ anas del Segundo día [lunes] con
mucha severidad, para mantenerlos aterrorizados”. El hombre anó nimo se quejó ante el
comprensivo Benjamin: “Mi amo Parrot muy mal hombre en verdad, ¡azotar, azotar pobre
Negro cada lunes por Mañana porque sí! yo no soportar no más”. El cooper cumplió su
terrible palabra: un domingo por la noche se quitó la vida porque, como explicó Benjamin,
“no iba a ser azotar lunes por Mañana”.12
En otra ocasió n, Sarah visitó a “un abrigo sencillo”, un compañ ero cuá quero y
propietario de esclavos, en Speightstown, a diecinueve kiló metros de la costa de
Bridgetown. Se sobresaltó al encontrar “a un Negro completamente desnudo” suspendido
en el aire, probablemente colgado de cadenas, afuera de la casa del Amigo. Debajo de su
cuerpo “tembloroso y estremecido” yacía una “Inundació n de Sangre”. La compasiva Sarah
se quedó helada en un horror mudo. Pero, “al fin un poco de recuperació n”, entró en la casa
y suplicó al cuá quero que le diera una explicació n. É ste no só lo no mostró ningú n
remordimiento por el trato cruel, sino que maldijo al hombre, quien se había atrevido a
huir por “un día o dos”. El cuá quero justificó la tortura que Sarah había visto frente a su
puerta.13
Esto no era un suceso poco frecuente en Barbados. Al “conversar, comerciar y vivir a
diario” con los esclavizados, Benjamin y Sarah fueron testigos de cerca de un horripilante
despliegue de torturas: muchas personas, se lamentó Benjamin, “son Asesinadas por
Trabajo extenuante, por pasar Hambre, por ser Azotadas, Atormentadas, Ahorcadas,
Quemadas, Escaldadas, Rostizadas, y por otros Tormentos Infernales”, prá cticas rutinarias
que eran “muy penosas de considerar”. Fue testigo de actos pú blicos escenificados para
generar terror y asegurar el control de los plantadores sobre sus trabajadores. Vio
accidentes mortales en la producció n industrializada de azú car. Los esclavos eran
destrozados, partes de cuerpos cercenados caían en recipientes de azú car hirviendo y la
misma azú car terminaba conteniendo “Extremidades, Entrañ as y excrementos”. Mucho
antes de que alguien hiciera campañ a contra la violencia extrema de la producció n en las
plantaciones, Benjamin sabía que “el azú car se hacía con sangre”. Se preguntaba con
tristeza: “Oh, ¿cuá ndo habrá un final para estas cosas?”.14
Los Lay comenzaron a celebrar reuniones y a servir comidas en su casa, lo que atrajo
a una multitud cada vez mayor de personas esclavizadas, muchas de ellas en desafío a sus
amos. Con el tiempo acudieron “muchos cientos”, creando un espectá culo pú blico y una
feroz desaprobació n por parte de la població n blanca, que empezó a “protestar” contra los
Lay. En estas reuniones, el anfitrió n y la anfitriona condenaban la esclavitud, lo que llamó la
atenció n y, finalmente, provocó la ira de la clase dominante de la isla, que trató de
desterrarlos por su subversiva confraternizació n con los esclavos y su creciente oposició n a
la esclavitud. Lo cierto es que Benjamin y Sarah ya habían decidido marcharse.
Horrorizados por las crueldades teñ idas de rojo de la vida cotidiana, temían que sus
corazones se endurecieran y que se “impregnaran demasiado de la Naturaleza de la Gente
de ahí”. ¿Llegarían a parecerse a esos “Amos y Amas de Esclavos”? ¿Asumirían su “Orgullo y
Opresió n” y comprometerían sus propias almas? Ya habían visto có mo esto les ocurría a
otros compañ eros cuá queros.15
Después de dieciocho meses, los Lay regresaron a Londres, pero la imagen de la
muerte en Barbados los había transformado. Benjamin seguiría estando afectado —podría
decirse que atormentado— durante el resto de su vida a causa de su encuentro con la
esclavitud. Má s tarde escribiría sobre el trauma que sufrió en Barbados, señ alando que su
“mente afligida” había sido “en ocasiones sacudida como por una Tempestad, durante má s
de 17 Añ os, por este triste Asunto [de] la Esclavitud”. Recordaba esa época como un
momento crucial en el que se convirtió a los principios abolicionistas. Jamá s olvidaría el
hambre desesperada de los esclavos ni la violencia atroz de los amos. En medio de la
depravació n bañ ada en oro de Barbados, Benjamin encontró una nueva Babilonia.
Derribarla se convertiría en el propó sito de su vida.16

LONDRES, 1720–1722

Benjamin y Sarah se embarcaron de regreso a Londres en el otoñ o de 1720, profundamente


conmocionados por su experiencia en Barbados. Volvieron al culto en la Junta Mensual de
la Casa de Devonshire (JMCD), sin duda con la esperanza de dejar atrá s los problemas del
pasado y empezar de nuevo. Pero menos de un mes después de haber regresado, Benjamin
volvió a desafiar a los ministros cuá queros en pú blico. Sus compañ eros cuá queros de
Londres ya conocían sus modos discutidores; después de todo, nunca había resarcido sus
transgresiones anteriores. La paciencia de aquéllos pronto se agotó .
El desencadenante fue un encuentro a finales de octubre de 1720 con un ministro
llamado Zachary Routh en la reunió n cuá quera de Wheeler Street. Al parecer, Benjamin y
Routh tenían cierta historia. Benjamin se pronunció contra él mientras predicaba, y
después de la reunió n insistió a varios cuá queros que Routh era “un Borracho y un
Canalla”. Cuando se le pidió que justificara los cargos, Benjamin añ adió que el hombre
estaba “Borracho de humo": predicaba “en su propio espíritu y no a partir del Espíritu de la
Verdad”. Los que escucharon la recriminació n se escandalizaron y reportaron las “infames
acusaciones” de Benjamin a la JMCD, cuyos líderes volvieron a investigar y pidieron a Lay
que se retractara de sus comentarios y se arrepintiera, todo en aras de “la Paz de nuestra
Junta”. El cuá quero Joseph North entregó el artículo a Benjamin, quien no estaba dispuesto
a cumplir.17
Cuando Benjamin se presentó un mes má s tarde en una reunió n de culto, el artículo
sobre sus disturbios en Wheeler Street fue leído en voz alta ante toda la congregació n, de
nuevo con el fin de avergonzarlo. ¿Admitiría, en pú blico, haber obrado mal y renunciaría a
su ataque al Hermano Routh? No lo haría. No se sentiría humillado. Una vez má s, Benjamin
rechazó la recomendació n y la disciplina de la Junta y justificó sus críticas. Tras una nueva
deliberació n, los exasperados líderes de la JMCD recurrieron a su sanció n má s potente: “la
Junta Repudia Totalmente —y a É l también— hasta que se arrepienta y Reconozca su
Ofensa”. Tres meses después de haber regresado de Barbados, el hombre para quien el
cuaquerismo significaba tanto había dejado de ser un miembro de la comunidad.18
Sin embargo, la JMCD no se dio por vencida respecto a Benjamin. Dos meses má s
tarde, a principios de marzo de 1721, Joseph North nuevamente intentó entregar a
Benjamin el artículo que se había redactado en su contra y le pidió que diera cumplimiento.
North encontró a Lay en su guantería en St. Ethelburga. Benjamin no estaba de humor para
recibir la queja. Cuando North le entregó el papel, él lo miró , luego “lo despreció y lo arrojó
por la ventana de su tienda”. North recuperó diligentemente el documento, regresó a la
tienda y lo colocó sobre el mostrador de Benjamin, donde atendía el negocio. Pero el
guantero ignoró tanto el mensaje como al mensajero. Mientras tanto, Benjamin siguió
asistiendo a las reuniones de culto de los cuá queros y continuó “oponiéndose a los amigos
Pú blicos en su Testimonio”. El hombre tenía pretensiones de superioridad moral —y era
pertinaz—. Tres meses después de que la Junta Trimestral de Londres recibiera la noticia
oficial de su desautorizació n, Benjamin decidió hacer lo que siempre había hecho cuando se
enfrentaba a un conflicto profundo y duradero: se puso en marcha y se fue a otro lado, esta
vez de vuelta a su natal Colchester.19

COLCHESTER, 1722–1726

Cuando Benjamin se mudó a Colchester en 1722, regresó a una ciudad histó rica a cuya
sombra había crecido, a seis kiló metros de distancia en Copford. A lo largo de los siglos,
Colchester sufrió el paso de conquistadores romanos, sajones, daneses y normandos. Philip
Morant, cronista de la historia y las “antigü edades” del lugar en el siglo XVIII, agregó a la
lista a los revolucionarios ingleses al describir el asedio a la urbe por Sir Thomas Fairfax y
el Nuevo Ejército Modelo en 1648: “Esta pobre e infeliz Ciudad”, escribió , fue “puesta bajo
la tiranía de un Ejército, el má s indeseable de los Amos, y lo que es peor, un Ejército de
Entusiastas”. (William Dell y John Saltmarsh, cuyas ideas adoptaría Benjamin, fueron dos de
los principales entusiastas del ejército invasor). Cuando Benjamin llegó , la ciudad aú n
mostraba las marcas del asedio en las “maltratadas murallas” del Castillo de Colchester y en
las torrecillas rotas. É l y Sarah establecieron su residencia en el interior de las murallas, en
la parte má s antigua de la població n, cerca de San Pedro, la iglesia medieval mencionada en
el Domesday Book de 1086. Lay abrió una tienda de guantes, pero, siempre rebelde, no se
registró en la ciudad como “hombre libre”, de modo que pronto fue acusado “por mantener
abierta Tienda siendo extranjero”. Vivía no muy lejos de “Red-Row”, en High Street, má s
tarde llamada “El Intercambio” (“The Exchange”), donde los comerciantes ricos se reunían
para organizar el comercio textil. A un par de cuadras al noroeste, en el “Callejó n
Cuá quero”, se encontraba la “Gran Casa de Reuniones”, construida en 1663 y que constaba
de tres grandes habitaciones y una galería, donde Benjamin y Sarah rendían culto. É ste era
el lugar donde se celebraba la Junta de Dos Semanas de Colchester (JDSC). Una comunidad
de quinientos cuá queros, en lento declive, vivía en la ciudad y en la regió n circundante.20
Para agosto de 1722, Benjamin estaba renovando la historia del “entusiasmo”
mientras atacaba a un ministro local tras otro. Había “emprendido de manera desordenada
la tarea de acusar a algunos Amigos Pú blicos de predicar sus propias palabras, y de ir má s
allá de los ejemplos del Espíritu de Dios”. Su reputació n por semejante comportamiento le
precedía. Sabiendo que Benjamin había sido repudiado en Londres y que “amenaza[ba] con
continuar la perturbació n de las Reuniones de los Amigos en esta Ciudad”, los líderes de la
JDSC escribieron al Comité de Sufrimientos de Londres y a la JMCD para preguntar qué
hacer con este hombre al que consideraban estar en una “Oscura Condició n trastornada”. Al
parecer, Benjamin había preguntado por la afiliació n, por lo que se le recordaría que tenía
que hacer las paces con la JMCD antes de que la solicitud pudiera ser tomada en cuenta.21
Siete miembros mayores de la JDSC convocaron a Benjamin para que asistiera a una
reunió n a discutir sus “prá cticas perturbadoras e irregulares”. É l se negó . La JDSC tomó
entonces una acció n decisiva, como se anunció en un acta oficial:

Por lo tanto, en concurrencia con nuestros Amigos de la Junta Mensual de la Casa de Devonshire,
expresamos nuestro gran desagrado y descontento con sus prá cticas irregulares desordenadas &
malvadas que tienden a Confusiones tanto en Londres como entre nosotros por eso no podemos
tener Unidad con él hasta que haya dado a vosotros Amigos de la Junta Mensual de la Casa de
Devonshire Satisfacció n de su Ofensa durante el tiempo de su Residencia en Londres y Después
también dé satisfacció n a esta junta.

La declaració n de “no unidad” fue esencialmente una segunda repudiació n, aunque


técnicamente no contaría como tal porque Benjamin tendría que haberse reintegrado a la
Casa de Devonshire antes de poder ser repudiado oficialmente en Colchester otra vez. Una
vez má s, le había tomado menos de tres meses enredarse en un profundo conflicto con su
propia congregació n.22
Benjamin y Sarah buscaron una asamblea má s congenial y la encontraron en la Junta
Mensual de Colchester (JMC), donde se reunían cuá queros de aldeas fuera de la ciudad:
Copford (lugar de nacimiento de Benjamin), Bentley, Birch, Boxted, Harwich, Horkesley,
Manningtree, Oakley, Osyth y Thorpe. É sta era la Junta a la que habían pertenecido los
padres y los abuelos de Benjamin. Muchos cuá queros de esas aldeas dispersas vivían lejos
de su lugar de reunió n mensual, por lo que las reuniones de trabajo solían ser pequeñ as y
con frecuencia estaban dominadas por mujeres. Una parte importante de la historia de la
JMC fue la decisió n que tomó en 1692 de rechazar una tendencia nacional entre los
cuá queros de separar las reuniones de hombres y mujeres y unirlas en un solo ó rgano
deliberativo. Se decidió colectivamente que todos “se reunirían juntos & no por separado
en los días de reunió n mensual... para atender los asuntos de negocios excepto en algunas
ocasiones peculiares que puedan suceder”.23
Mientras los conflictos en torno a Benjamin ardían en la JDSC durante los añ os 1723-
1724, Sarah cambió discretamente su lealtad y pertenencia. Presentó su certificado de
Deptford, donde había vivido antes de casarse con Benjamin, a la JMC, cuyos miembros lo
aceptaron sin inconvenientes. Entre las mujeres que la acogieron se encontraban Elizabeth
Kendall, con quien ejerció un ministerio itinerante, y Mary Bundock y Elizabeth Dennis, que
eran parientas lejanas de Benjamin. En esta misma época las relaciones entre la JDSC y la
JMC se volvieron hostiles, y parece ser que los Lay estaban en el centro de la disputa. Segú n
el historiador cuá quero local Stanley Fitch, las dos juntas dejaron de cooperar y las
tensiones duraron hasta 1759, añ o en que murió Benjamin.24
Mientras tanto, Benjamin siguió asistiendo a las reuniones de la JDSC, al menos una
parte del tiempo, probablemente porque su tienda de guantes estaba a só lo unas cuadras
de distancia. También siguió causando problemas, oponiéndose a aquellos que consideraba
ser falsos ministros y conservando el sombrero puesto con determinació n cuando rezaban.
(Los cuá queros prohibían a los miembros repudiados que asistieran a las juntas en las que
se tomaban las decisiones de grupo, pero no los vedaban de las reuniones de culto, que
siempre estaban abiertas a todos.) Para mayo de 1723, la Junta había formado un nuevo
comité para redactar nuevos cargos contra Benjamin. El plan era leerlos en voz alta la
siguiente vez que él asistiera a una reunió n.25
De alguna manera, Benjamin se enteró de la lista de acusaciones y solicitó una copia
de la misma. El antinomiano que se consideraba por encima de la ley, de pronto se puso
legalista: desafió al mensajero Richard Freshfield, un representante de la Junta,
preguntá ndole “si los Amigos no deberían haber comprobado de qué le acusaban antes de
ordenar que se leyera el Documento contra él”. Freshfield declaró que transmitiría el
mensaje a la Junta, a lo que Benjamin respondió enfadado que “no tenía ningú n Mensaje
que enviar a vuestra Junta”. Añ adió que “en un momento adecuado” insistiría a los Amigos
que comprobaran las acusaciones en su contra. Entonces “disputaría esos Cargos”. No tenía
ninguna prisa.26
La JDSC quería una confrontació n inmediata, sobre todo porque se había enterado
de la maniobra de Benjamin y Sarah hacia la JMC, a cuyos miembros advirtió sobre el
repudiado Amigo. Mientras tanto, Benjamin pidió que se le permitiera reunirse con un
comité de la JDSC en algú n momento en el que Sarah pudiera asistir, ya que “Ella ha echado
alguna Culpa a los Amigos como si hubieran tratado con demasiada dureza a su Marido”. En
respuesta, Freshfield le dijo a Benjamin que deberían reunirse en “la Galería de los
Hombres en la Gran Casa de Reuniones”. Sarah podría estar presente y también podrían
estarlo algunas “personas indiferentes [es decir, imparciales]… para juzgar si los Asuntos
Imputados estaban comprobados”. Benjamin rechazó la propuesta, diciendo que “ni él ni su
Esposa deberían reunirse con Amigos por ese Motivo”. Al parecer, Benjamin pensó que la
reunió n estaba amañ ada en su contra. Las emociones se dispararon y retumbaron hasta
Londres. En octubre de 1723, la Junta Anual envió una epístola a todas las localidades
“contra cualquier Desorden de mantener puesto el Sombrero en tiempo de Oració n u otra
muestra de Desunió n”. Las protestas de Benjamin se estaban convirtiendo en un tema
nacional.27
La directiva de la JDSC no sabía qué hacer con este hombre tan difícil en su entorno:
“todavía sigue viniendo a nuestras Reuniones, y nos da frecuentes perturbaciones”. En un
acto de desesperació n, decidió acudir al Juzgado de Paz local, una oficina que desde hacía
tiempo estaba dedicada a atender el hostigamiento y la represió n de los cuá queros en
Colchester y en todo el país. Dos semanas después, abandonó discretamente la idea por
considerarla demasiado extrema. En lugar de ello decidió redactar una nueva acusació n
contra Benjamin —añ adiendo “Prá cticas groseras & abominables”— y leerla en voz alta
cada vez que éste interrumpiera una futura reunió n. Esto serviría para avergonzarle y, a la
vez, dejaría en claro para todos que él no era un miembro de su comunidad.28
El 13 de mayo de 1724, Benjamin intensificó dramá ticamente el conflicto. Se dirigió
a la secció n de mujeres de la Gran Casa de Reuniones durante los servicios de devoció n “&
se presentó de manera muy Irrespetuosa & Atrevida para el gran Malestar de muchos
amigos en la Reunió n”. Lo que dijo e hizo no quedó registrado, pero el simbolismo de
hablar desde el espacio de las mujeres fue evidentemente subversivo. Benjamin creía que
hombres y mujeres eran “todos uno en Cristo”, por lo que, al parecer, no aceptaba la
divisió n artificial del lugar de reunió n por género. Encolerizados, los dirigentes tomaron
otra medida sin precedentes: designaron a tres hombres, incluyendo a Cyrus Scott, el
sepulturero del cementerio cuá quero, como fuerza policial interna “para mantenerlo fuera
de la Galería en el futuro”. Los pacifistas ahora usarían la fuerza física para impedir las
protestas de Benjamin.29
Para romper el impasse, Benjamin decidió apelar su caso ante la Junta Trimestral de
Essex (JTE). El 8 de junio de 1724, acusó a la JDSC “de cometer una injusticia contra él &
deseó que pudiera tener Libertad de apelar a la Junta Trimestral sine die para escuchar el
Asunto entre la Junta y él”. Los cuá queros de la JTE no quisieron involucrarse y “dieron a
entender que no tenían nada que ver con eso”. Volvieron a remitir el asunto a la JDSC, que
constituyó otro comité para trazar una manera de proceder. Cuando dos miembros
visitaron a Benjamin, éste les comunicó que “se negaba a ir a una audiencia, y dijo que no
pensaba que la Junta fuera apropiada para juzgar con respecto a él, queriendo decir que
varios miembros de la Junta tienen prejuicios contra él”. La afirmació n era probablemente
cierta. Para entonces, Benjamin tenía muchos enemigos, algunos de ellos bastante
decididos a expulsarlo. Por su parte, los líderes de la JDSC sintieron que habían sido
impugnados falsa e injustamente ante la JTE, lo que polarizó aú n má s la situació n.30
Unos meses después, Benjamin estaba listo para hablar. En una carta a la JDSC con
fecha del 7 de diciembre de 1724, declaró tener buena disposició n para que su caso fuera
“decidido por amigos”, siempre y cuando fueran “indiferentes”, con lo que quiso decir que
fueran imparciales con respecto a él y a los problemas. A continuació n, explicó quiénes
debían ser esos “hombres indiferentes”: “Hombres temerosos de Dios, llenos del Espíritu
Santo, lejos de u odiando la Codicia”. Esta frase ilumina la forma en que Benjamin
comprendía la lucha. A su entender, la comunidad cuá quera de Colchester estaba siendo
socavada por la riqueza y su profanació n de valores al pasar de sus orígenes plebeyos a una
composició n social má s pró spera y burguesa. Para Benjamin, y quizá para otros como él,
los codiciosos no temían a Dios y no encarnaban el Espíritu Santo, el latido antinomiano en
el corazó n del cuaquerismo radical. Lay seguramente había atacado a “los codiciosos” en las
reuniones, y sabía que ahora éstos se sentarían en el juicio de la JDSC. Benjamin quería
jueces justos y virtuosos, y no aquellos que, a sus ojos, estaban destruyendo la fe.31
La confrontació n finalmente tuvo lugar a finales de febrero de 1725. Benjamin se
enfrentó a varios acusadores y a un comité de ocho hombres que prepararían un informe
final sobre la reunió n. No se conocen los detalles de la discusió n, pero Benjamin se mostró
hasta cierto punto contrito. Quería ser readmitido. Un post scriptum a dicho informe decía:
“El mencionado Comité informa ademá s que Benjn Lay les ha admitido que ha conocido el
pesar por sus Acciones injustificables, lo que da a esta Junta esperanzas de que su futura
conversació n pueda ser tal, que pueda mostrar en lo sucesivo Sincero Arrepentimiento”. A
pesar de la disculpa, el comité dictaminó en contra de Benjamin: sus prá cticas y principios
“Corrompidos” fueron claramente constatados “por Diversos Testigos”. Pero su penitencia
tenía límites: mientras salía de la reunió n, insistió en que “se le había malinterpretado”.32
Benjamin pronto se dio por vencido con la JDSC y se concentró en hacer las paces
con la JMCD, la fuente original de su repudio. Comenzó a escribir una carta en marzo de
1725 en un tono cá lido y conciliador, dirigiéndose a sus “Queridos & Entrañ ables Amigos”.
Pero inmediatamente dejó al descubierto el espíritu antinomiano que le había llevado a una
oposició n abierta en primer lugar: “mientras vivía en el Á mbito de vuestro Cuadrante, me
pareció a la Luz del Señ or & en las aperturas de su Pura verdad en mi Alma que había
muchos aspectos que no eran correctos en sus Reuniones”. Dios le había revelado
directamente los defectos de la Junta y él consideró que era su deber señ alarlos. É se no era
material de disculpa.33
Benjamin pasó de repente de la seguridad en sí mismo a la duda y a la culpa: admitió
que un “Fervor atrevido” se había colado en su alma y “me llevó a hacer oposició n en lo
sucesivo”. Vio la voluntad del diablo en sus acciones: se había convertido en víctima de
“muchas Trampas astutas & Estratagemas Sutiles fuertes Tentaciones y dolorosos Embates
del Enemigo de nuestras Almas”. Declaró que la Junta tenía razó n en amonestarle y añ adió :
“Me arrepentí”. Concluyó con pesar: “Sigo siendo, queridos Amigos, vuestro sincero,
verdadero & Amoroso aunque Gastado & en ocasiones Apesadumbrado & muy afligido
Hermano”. Se encontraba en un estado de agitació n, pero su mensaje era claro: si Dios le
había perdonado, ¿có mo podían actuar de otro modo los Amigos de la Casa de Devonshire?
Confiando, quizá desesperadamente, en que la JMCD mostraría clemencia, Benjamin solicitó
la reintegració n.34
La Casa de Devonshire recibió la carta pero no quedó convencida: “Nuestra Junta, al
no estar plenamente satisfecha con su primera Carta, pospuso por lo tanto escribirle hasta
que él renovara su Solicitud”. Lo mantendrían en un limbo por un tiempo para ver si su
pesadumbre, aflicció n y arrepentimiento crecían. Varios meses después, en noviembre de
1725, Benjamin escribió una carta de seguimiento:

Queridos Amigos, considerando que dejé un Escrito con ustedes hace casi un Añ o, creo; Deseo que
estéis complacidos en dejarme oír una vez de vosotros; porque bien podéis pensar (si podéis
creer que tengo alguna sinceridad) que no es pequeñ o Esfuerzo para mí estar separado de mis
Hermanos a los que amo sinceramente. Soy su verdadero & afectuoso amigo & Hermano.

Benjamin volvió a escribir una carta en abril de 1726 reiterando su disculpa. Para ese
entonces la Junta de la Casa de Devonshire se había ablandado, quizá porque no había visto
directamente las excentricidades de Benjamin por má s de tres añ os. Escribió a la JDSC
diciendo que podía perdonarlo si la Junta de Colchester también podía hacerlo. 35 Los
Amigos de Colchester no pudieron ni quisieron hacerlo. Escribieron una larga respuesta a
la Casa de Devonshire explicando que el comportamiento de Benjamin no había mejorado,
incluso desde que escribió la carta de disculpa: había seguido oponiéndose a los ministros
en pú blico y “no se quitaba el sombrero en tiempo de Oració n”, en contra de la directriz de
la Junta Anual de Londres. Era, en resumidas cuentas, “el mismo Espíritu Inquieto
Intranquilo & problemá tico” de siempre. Para empeorar las cosas, estaba perturbando a las
iglesias de toda la ciudad: anglicanas, presbiterianas, independientes, baptistas y
cuá queras. Era verdad, Benjamin se había disculpado por sus “Acciones injustificables”,
pero localmente, en conversació n, las minimizaba refiriéndose a ellas como “Locuras leves”,
luego negaba haber hecho una confesió n en absoluto e incluso ridiculizaba los cargos de la
JDSC contra él, llamá ndolos una “Bula”, una proclamació n formal del Papa detestada por
protestantes como los cuá queros. También atacó en las reuniones a los cuá queros “que
estaban interesados en la Condena a él”. La animadversió n personal y la venganza eran
ahora partes entrelazadas de la lucha.36
En al menos una ocasió n la costumbre de Benjamin de visitar iglesias locales y
despotricar contra los ministros impíos y sus prá cticas causó un alboroto que lo llevó al
Tribunal de Sesiones Trimestrales de Essex. En agosto de 1723, un grupo de caballeros de
Essex, entre ellos el alcalde Robert Price y cinco jueces de paz, constituyeron un gran
jurado para escuchar los cargos contra él: “Benjamin Lay... ha sido Acusado de depravar el
Sacramento de la Cena del Señ or”. No está claro qué hizo Benjamin exactamente para
provocar dichas acusaciones, ya que no se registraron detalles sobre su acció n. Pero parece
ser que no só lo despotricó , sino que también realizó alguna acció n física para perturbar la
comunió n anglicana. El uso del verbo “depravar” sugiere que llevó a cabo un acto
antirritualista de profanació n, como de hecho había sido una prá ctica comú n entre los
“cuá queros primitivos” de la década de 1650. En cualquier caso, Benjamin se enfrentó a los
caballeros y al jurado con actitud desafiante y se declaró inocente. Cuando se le preguntó si
podía proporcionar una garantía de que se presentaría en la siguiente Sesió n Trimestral
para el juicio, él no pudo hacerlo. Cuando se le ofreció ser puesto en libertad bajo su propia
obligació n de comparecer ante el juzgado, él se negó . Estaba decidido a ir a la cá rcel. El
amanuense del tribunal escribió que “se le ordenó ser recluido y se le recluyó en
consecuencia”.37
En mayo de 1726, Benjamin decidió volver a intentarlo con la JDSC, a la que escribió
una larga carta de disculpa. Explicó que había “estado durante varios días bajo Ejercicios
mentales muy minuciosos acerca de la Guerra”. Se había sentado en la “Tranquilidad &
Quietud” de su taller y había pedido al Señ or que le diera instrucciones. Había reflexionado
sobre la “Guerra exterior” en la que “muchos resultaban muertos & Heridos” y, con la
honestidad que le caracterizaba, acerca de la guerra interior o espiritual que causaba
estragos entre él y sus “Hermanos & de la misma Preciada Fe”. Había sido movido por Dios
a buscar el perdó n “por las muchas ofensas que os he dado al perturbar vuestra Reunió n
haciendo Oposició n Pú blica & por Excederme en un Fervor atrevido al perturbar otras
Asambleas”. Añ adió que había estado “demasiado familiarizado con varias mujeres aquí en
Colchester hace Cerca de 4 añ os & eso agravó la Causa”. Admitió que se había equivocado al
negarse a asistir a las reuniones disciplinarias y que no se había sometido con
“Mansedumbre & Tranquilidad de espíritu como debería haber hecho”. Había seguido
profiriendo palabras provocadoras y ahora se arrepentía de ellas. Sin embargo, sabía que
Jesú s perdonaría: él dijo “a sus seguidores en & así que ahora si sois Injuriados[,] no
Injuriéis”. Benjamin escribió que ya había confesado todas estas cosas a Dios con “Fuertes
Lamentos & muchas lá grimas”. Dios había mostrado misericordia y lo había perdonado, de
eso estaba seguro. Concluyó diciendo: os “Ruego humildemente que se complacerá n en
Aceptar esto para su Satisfacció n y que Permanezca con verdadera Sencillez & Piadosa
Sinceridad su verdaderamente Penitente & Cristiano Hermano”.38
Benjamin agregó como post scriptum la autoridad correspondiente a la carta y
solicitó : “Queridos amigos, tened a bien leer estas Escrituras”: Gá latas 6:1 (restaurar al
descarriado con mansedumbre); II Corintios 2:4-13 (sobre su “aflicció n y angustia de
corazó n”); Colosenses 3:13-14 (sobre el perdó n); Mateo 5:43-44 (“Amad a vuestros
enemigos, bendecid a los que os maldicen”). Un segundo post scriptum añ adía un toque
personal: “Creo que puedo decir como uno dijo, ¡Pobre de mí!”. Mi madre “me ha dado a luz
un Hombre de Conflictos & Contiendas” —éstas habían sido características de toda la vida
—. Pero ahora, confesó Benjamin, “estoy muy cansado de ellas & ya no tengo la Intenció n
de que vuelvan a encontrarme en tales Prá cticas o Contiendas”. Así concluía la disculpa má s
inquisitiva y autocrítica que Benjamin escribió sobre su turbulento comportamiento.39
La JDSC recibió la carta y respondió de forma clara y fría, explicando en detalle sus
condiciones de aceptació n. La Junta:

desea que para el tiempo venidero Benj Lay pueda proporcionar en lo sucesivo Frutos
convenientes a los reconocimientos que ha hecho en el Documento que envió a esta Junta para
que de este modo pueda manifestar la Sinceridad de su Arrepentimiento de las malas Prá cticas
que allí ha reconocido & Condenado & para que de esta manera pueda ser capaz de dar
Satisfacció n a la Junta Mensual de la Casa de Devonshire hasta entonces no podemos recibir su
Documento como Satisfacció n por la Razó n de que primero fueron ofendidos y la Carta que les
envió es Invá lida, Ya que ha estado en la misma Prá ctica desde la Entrega de la misma.

Cuando un mensajero entregó el documento a Benjamin, éste “expresó una gran aversió n al
mismo”. Le dijo al portador del mensaje que tenía la intenció n de quejarse ante la JAL.
Benjamin había hablado con el corazó n, diciendo muchas cosas que para él no eran fá ciles
de decir, y, en su opinió n, la JDSC no había respondido del mismo modo. Benjamin y Sarah
desaparecieron de todos los registros cuá queros durante casi tres añ os y medio. Se
desconoce su paradero durante ese tiempo.40

COLCHESTER, 1729–1732

Quizá todo ese tiempo los Lay habían estado asistiendo pacíficamente a la JMC má s
comprensiva, y ésta es la razó n del desacostumbrado silencio sobre Benjamin en los
registros de las reuniones cuá queras de 1726 a 1729. Pero parece má s probable que los
Lay, o al menos Benjamin, hayan abandonado las reuniones por un tiempo. Sarah insinuó
esto en la primera referencia documental sobre ellos tras aquel paréntesis, en una carta
que escribió a la JMCD en noviembre de 1729, expresando su inquietud respecto a que
Benjamin se había “mantenido a distancia” de los Amigos, preocupá ndose, ademá s, por lo
que pudiera pasar con él cuando ella hiciera un largo viaje como ministra itinerante. Por lo
visto, su propia reputació n entre cuá queros no se había visto afectada por la turbulenta
historia de Benjamin. Sarah pidió humildemente que “esta junta considerara sus Casos y les
diera una recomendació n para los Amigos de Colchester”. Hizo una petició n personal de
ayuda en particular, al parecer porque ella y Benjamin habían decidido, durante el período
de retiro de éste, que querían emigrar a Filadelfia, e iban a necesitar la reintegració n para
poder obtener un certificado para unirse a una comunidad cuá quera de allá .41
La Junta de la Casa de Devonshire se tomó en serio la petició n y la consideró ,
escribiendo a la JDSC para pedir una actualizació n sobre el reciente comportamiento de
Benjamin, insinuando que podría estar dispuesta a perdonarlo y reintegrarlo. La JDSC
respondió de manera cortante: Benjamin “continú a con un espíritu de oposició n &
desorden”. Pero añ adió una observació n má s importante: él nunca fue “un Miembro de su
Junta”. Había sido repudiado por lo que hizo en Londres y lo que se hiciera al respecto
dependía totalmente de la buena gente de la Casa de Devonshire.42
Unos meses má s tarde, la JMC intervino en la controversia escribiendo a la Casa de
Devonshire con lo que pudo parecer una noticia asombrosa: recientemente Benjamin se
había “comportado de forma ordenada como corresponde a la Verdad”, y agregó que
también había dejado en claro “su Intenció n de ir má s allá de los Mares”. Lay necesitaba un
certificado de buena reputació n para poder unirse a una comunidad cuá quera en
Pensilvania, pero éste no podía ser emitido mientras se mantuviera su repudio. Por
consiguiente, la JMC solicitó discretamente, dijo el amanuense de la Casa de Devonshire,
“nuestro consejo & juicio para ello”. Todos sabían que se trataba de un asunto delicado.43
Cuando la JDSC se enteró de que Benjamin y Sarah estaban tratando de eludirla
uniéndose a la JMC, se puso furiosa. En marzo de 1730 se escribió en sus actas que “Benj
Lay & su Esposa desean ser Unidos a la Junta Mensual [de Colchester]”. Esto era objetable
porque él vivía “dentro [de los] Límites de esta Junta de Dos Semanas”. Después de todo,
eran sus reuniones a las que había asistido Benjamin y a las que con frecuencia había
interrumpido. Por lo tanto, la JDSC envió un comité de tres personas para explicar esto a la
JMC, “pero no pudo obtener una respuesta Satisfactoria”. Quería hacer hincapié en que
Benjamin “está repudiado” por la JMCD y que sería inapropiado dejarle participar en
cualquier reunió n, algo que, por supuesto, la JMC ya sabía. La simple verdad era que a la
gente de la JMC no le importaba lo que pensara la JDSC.44
Mientras tanto, en un giro extraordinario de los acontecimientos, la Casa de
Devonshire analizó la petició n de Sarah y declaró su solidaridad con ella. Probablemente
sus integrantes fueron conmovidos por gratos recuerdos de ella como miembro de su
comunidad entre 1718 y 1720 y entre 1720 y 1722. En cualquier caso, John Baker y Philip
Gwillim, que habían sido designados para investigar el asunto, escribieron a la JMC:

para dar a entender que si la Conducta y el Comportamiento [de Benjamin] han sido aceptables a
los amigos de vuestra Parte desde que nos hizo ese Reconocimiento y los amigos está n dispuestos
a recibirlo como miembro, nuestra Junta estará Satisfecha con lo que él ofreció con anterioridad
para Satisfacció n.

La frase “de vuestra Parte” era ambigua. Si se refería a los miembros de la JMC, el
comportamiento de Benjamin era “aceptable”. Pero si se refería a toda la regió n de
Colchester, incluida la JDSC, ése era un asunto completamente distinto. Esta ú ltima Junta
respondió a la JMCD reiterando que Benjamin no había cambiado sus modos, pero decidió
“Dejar a vuestra Prudencia hacer lo que consideréis apropiado con respecto a él”. Con la
JMCD ya satisfecha y la JMC dispuesta a conceder la afiliació n, Benjamin y Sarah deben
haber estado rebosantes de alegría.45
Benjamin aprovechó el momento para mostrar generosidad y buena voluntad a la
gente de la JMC y de la regió n en general. En marzo de 1731 redactó un testamento,
dejando una considerable suma de dinero (£218 y 6 chelines, lo que habrían sido
aproximadamente 50,000 dó lares en el añ o 2016) a familiares, amigos de la clase
trabajadora y a los pobres, muchos de ellos viudas, que vivían entre Londres y Colchester y
en muchas de las pequeñ as aldeas de los alrededores. Es imposible saber cuá ntas de esas
personas eran realmente miembros de la JMC, a quien el legado puede haberle parecido
una especie de soborno. Benjamin también dejó dinero a algunos integrantes de la JDSC.
Una gran parte de la herencia arrojó luz sobre el estado de á nimo de Lay en aquel
momento: reservó casi la mitad del legado, £100, para cuá queros individuales (£5 para
cada uno) que, como él, deseaban emigrar a América. Por aquel entonces, Benjamin
también fue de utilidad para la JMC de otras formas, por ejemplo, proporcionando escritos
“Relacionados con casas de reunió n y cementerios”. Estos documentos pueden haber
provenido de los esfuerzos que su padre había realizado añ os antes para conseguir
edificios y terrenos para el culto y el enterramiento en Copford y sus alrededores, que
estaban “dentro de los límites” de la JMC.46
Un par de meses después, una vieja contienda volvió a salir a la luz. Richard Price,
uno de los “Amigos Pú blicos” a los que Benjamin había atacado catorce añ os antes,
reapareció y trató de impedir que la JMC le concediera la afiliació n y un certificado de viaje.
Price entregó a la JMC una carta no solicitada acerca de Benjamin, pero los miembros de la
Junta inmediatamente la interpretaron como un acto de venganza y la rechazaron con
firmeza. Se acordó por unanimidad que la carta de Price “era Contraria al Orden utilizado
entre los amigos & la presentació n de dicha Carta siendo un procedimiento Irregular se
ordena que se saque del archivo & no se haga má s caso de la misma”. La Junta rechazó a
Price, pero éste no se dejó intimidar. Escribió a la JDSC, avivando sus llamas de ira. La JDSC,
todavía resentida por las críticas de Benjamin a la JTE, se movilizó rá pidamente para
impedir la concesió n del certificado, a pesar de que había animado a la JMCD a manejar el
asunto del repudio a Benjamin como mejor le pareciera.47
Era demasiado tarde. La Casa de Devonshire había enviado una carta con fecha del 3
de noviembre de 1731 a la JMC, “que exculpa a Benj Lay de todas las ofensas cometidas
contra la misma”. Esa carta fue reconocida y “puesta en el archivo”. Era oficial. La JMC actuó
entonces con rapidez, declarando a Benjamin miembro de la Junta por unanimidad y
votando que se concediera un certificado a él y a Sarah que les permitiera irse a Pensilvania
y unirse a una congregació n cuá quera de allá . La mayor parte del grupo que llevó a cabo
estas acciones en la JMC eran mujeres, amigas de Sarah, familiares de Benjamin o ambas
cosas. Mientras la encolerizada JDSC enviaba a sus representantes a todas partes, a la JMC y
a la JTE, para continuar con la ahora desesperada batalla de retaguardia contra el
indomable rebelde antinomiano que la había atormentado con discusiones y disturbios
durante buena parte de los ú ltimos diez añ os, Benjamin y Sarah aprovecharon el momento.
Partieron rumbo a Londres y, a mediados de marzo de 1732, se embarcaron en el Elizabeth
and Dorothy con destino a Filadelfia.48
1
Certificado de Benjamin Lay, Actas de la JDSL, Libro de Certificados A (1716–1767), BHA-BSC. Puede ser que
Benjamin haya asistido a reuniones cuá queras antes de 1714, pero su presencia probablemente haya sido irregular
debido a sus largos viajes por mar. Dada su personalidad y sus creencias antinomianas, resulta difícil creer que no
hubiera dejado algú n tipo de rastro documental de haber asistido a los servicios con regularidad.
2
Ibid.
3
“Sarah Lay”, entrada en John Smith, “Lives of Ministers Among Friends”, manuscrito inédito, 975A, tres volú menes,
CC-BHC; Actas de la JMD, vol. I (1694–1726); London and Middlesex Quarterly Meeting, Digest Register of Marriages
(Junta Trimestral de Londres y Middlesex, Compendio del Registro de Matrimonios), vol. I (1657–1719), libro 835,
pg. 554, ambos en la BSRA. Véase también el excelente artículo de Andreas Mielke, “‘What’s Here to Do?’ An Inquiry
Concerning Sarah and Benjamin Lay, Abolitionists”, Quaker History 86 (1997): 22–44.
4
Miles Walker (JMCD) a la JDSC, 7.ix.1722, fo. 24, CSRA-UE.
5
Reunió n del 4.x.1717, fo. 247, Actas de la JMCD, vol. III, 1707–1727, BSRA; Lay, Todos los esclavistas, 255–56.
6
Reunió n del 18.xi.1717, fo. 250, Actas de la JMCD.
7
Reuniones del 5.i.1718 y del 9.ii.1718, ff. 253, 260, Actas de la JMCD.
8
Reuniones del 12.iii.1718 y del 4.iv.1718, ff. 263, 265–266, Actas de la JMCD; London and Middlesex Quarterly
Meeting, Digest Register of Marriages, vol. I (1657–1719), libro 835, pg. 554. Véanse también las reuniones del
15.iv.1718 y del 7.vii.1718, Actas de la JMD, vol. I (1694–1726), BSRA.
9
Véase Larry Gragg, “The Making of an Abolitionist: Benjamin Lay on Barbados, 1718–1720”, Journal of the Barbados
Museum and Historical Society 47 (2001): 166–84, y del mismo autor: The Quaker Community on Barbados:
Challenging the Culture of the Planter Class (Columbia: University of Missouri Press, 2009). Para una historia má s
extensa de Barbados, ver Richard S. Dunn, Sugar and Slaves: The Rise of the Planter Class in the English West Indies,
1624–1713 (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 1972), y Hilary McD. Beckles, White Servitude and Black
Slavery in Barbados, 1627–1715 (Knoxville: University of Tennessee Press, 1989).
10
Este pá rrafo y los dos siguientes están basados en Thomas Walduck, Letters on Barbados, to James Petiver: 1710–
1712, Sloane MS 2302, BL.
11
Lay, Todos los esclavistas, 40, 45. Para cuando Benjamin y Sarah llegaron, Morgan Godwyn y Thomas Tryon ya
habían escrito críticas sobre el sistema esclavista de Barbados: Godwyn, The Negroes’ and Indians’ Advocate, suing for
their Admission into the Church, or a Persuasive to the Instructing and Baptizing in the Negroes and Indians on our
Plantations, with a brief Account of Religion in Virginia (Londres, 1680), y Tryon, Friendly Advice to the Gentlemen-
Planters of the East and West Indies (Londres, 1684).
12
Lay, Todos los esclavistas, 45.
13
Ibid., 44. Véase también Mielke, “‘What’s Here to Do?’”, 22–44.
14
Lay, Todos los esclavistas, 34.
15
Ibid., 36, 38, 39; Vaux, Memoirs, 19.
16
Lay, Todos los esclavistas, 44, 80.
17
Reunió n del 2.ix.1720, ff. 306–307, Actas de la JMCD.
18
Reunió n del 4.xi.1720, ff. 311, Actas de la JMCD.
19
Reuniones del 1.i.1721 y del 5.ii.1721, ff. 315, 316, Actas de la JMCD; Reunió n del 20.vi.1722, fo. 338, “Mens
Meeting Book for ye frnds of Colchester Comencing ye 6th, 6 mo., 1705–1725”, caja 6, nú m. 6, CSRA-UE.
20
Fitch, Colchester Quakers, 11, 59–60. Daniel Defoe señ aló el perdurable impacto del asedio durante su visita a
Colchester en 1722. Véase su obra A Tour Through the Whole Island of Great Britain (orig. publ. en tres volú menes,
1724–1727; reimp. Harmondsworth, Reino Unido: Penguin, 1971), 57–58.
21
Reuniones del 20.vi.1722 y del 3.vii.1722, Actas de la JDSC, 338, 339; Peter Jarvis Jr. a la Junta por los Sufrimientos
en Londres, 20.vi.1722, “Copys of Letters & Certificates & Papers of Condemnation”, JMC, 1720, Item #1102, fo. 19.
Acerca de las acusaciones contra Lay por abrir una tienda sin ser un “Hombre libre de la Ciudad”, véase Essex
Quarter Session Roll, Mich. 1723, D/B5 ST136, ORE. La predicació n sin inspiració n fue una preocupació n de toda la
vida para Benjamin, quien condenaba no só lo a los oradores que no tenían nada que decir, sino también a los
“Ancianos y Ministros” que permitían “semejantes Inmundicias”. Véase Lay, Todos los esclavistas, 131.
22
Reuniones del 10.x.1722, 24.x.1722, 7.xi.1722 y del 12.xi.1722, Actas de la JDSC, 348, 350, 351, 354.
23
Fitch, Colchester Quakers, 19; Reunió n del 6.xi.1692, Actas de la JMC, 1672–1718, ff. 93–94, CSRA-UE. Sobre la
formació n de la junta de mujeres por separado entre los cuá queros, véase Phyllis Mack, Visionary Women: Ecstatic
Prophecy in Seventeenth-Century England (Berkeley: University of California Press, 1992), 265–304.
24
Reunió n del 6.ix.1724, Actas de la JMC, 1718–1756, estante 6, nú m. 2, fo. 78: Fitch, Colchester Quakers, 17–18.
25
Reuniones del 1.iii.1723, 5.iii.1723, 15.iii.1723, 27.iii.1723, 14.iv.1723 y del 17.iv.1723, Actas de la JDSC, 363–68.
26
Reunió n del 22.v.1723, Actas de la JDSC, 373–74.
27
Reunió n del 5.vi.1723, Actas de la JDSC, 375. John Locke atribuyó al capellá n del Nuevo Ejército Modelo, John
Saltmarsh, el origen de mantener el sombrero puesto como protesta durante la Revolució n inglesa. En efecto, cuando
Saltmarsh se levantó de su lecho de muerte en diciembre de 1647 para viajar a Londres a reprender a Oliver
Cromwell tras el encarcelamiento de Niveladores en Corkbush Field, se negó a quitarse el sombrero. Véase Roger
Pooley, “Saltmarsh, John (d. 1647)”, Oxford Dictionary of National Biography, Oxford University Press online, 2004,
http://www.oxforddnb.com.pitt.idm.oclc.org/view/article/24578 (consultado el 30 de enero de 2016).
28
Reunió n del 29.ii.1724, Actas de la JDSC, fo. 400.
29
Reunió n del 13.iii.1724, Actas de la JDSC, fo. 403.
30
Reunió n del 24.iv.1724, Actas de la JDSC, 409–10; Stanley Fitch señ aló el “espíritu intransigente” de la JDSC en la
década de 1720. Véase Colchester Quakers, 14.
31
Reuniones del 26.viii.1724, 9.ix.1724, 23.ix.1724 y del 26.x.1724, Actas de la JDSC, 423, 427–28, 431, 436–37;
Benjamin Lay a la JDSC, 7 de diciembre de 1724, Letters of Condemnation (Cartas de condena), fo. 35. Como escribió
el crítico Francis Bugg en Quakerism Drooping (1704), los cuá queros solían “ir desnudos por una señ al” y no
llamaban a ningú n hombre amo, pero a principios del siglo XVIII “caminaban Vestidos” y abandonaron la
“Nivelación”. Véase Davies, The Quakers in English Society, 220–21.
32
Reunió n del 1.xii.1724, Actas de la JDSC, ff. 439–40. La divisió n dentro del comité se reflejó en el informe final
cuando varios miembros dijeron que no podían recordar que Benjamin hubiera hecho los “reconocimientos” que
aparecían en el comprensivo post scriptum. Véase la Reunió n del 17.xii.1724, fo. 442.
33
Benjamin Lay a la JMCD, Letters of Condemnation, 3.i.1725/1726, ff. 38–39.
34
Ibid.
35
John Knight y Phillip Gwillim a la JDSC, Letters of Condemnation, 9.xi.1725/1726, fo. 38; Benjamin Lay a la JMCD,
Letters of Condemnation, 21.ix.1725, fo. 39.
36
Peter Jarvis Jr. a la JMCD, Letters of Condemnation, 11.ii.1726, ff. 40–41; documento sobre Benjamin Lay escrito
por la JDSC, 16.iv.1723, fo. 28.
37
Tribunal de Sesiones Trimestrales de Essex, Pascua 1715–fiesta de San Miguel 1723, 12 de agosto de 1723, D/B 5
Sb5/1, ORE. Al parecer, Benjamin no estuvo en la cá rcel por mucho tiempo, pues su nombre no aparece en el
“Calendario de la Prisió n” de los registros posteriores a la Sesió n Trimestral. El caso en sí tampoco volvió a aparecer
en registros subsiguientes.
38
Benjamin Lay a la JDSC, Letters of Condemnation, 25.ii.1726, fo. 42; Benjamin Lay a la JDSC, Letters of
Condemnation, 9.iii.1726, ff. 42–43.
39
Ibid.
40
Reuniones del 23.iii.1726 y del 26.iii.1726, 44, Actas de la JDSC, fo. 43.
41
Reunió n del 5.ix.1729, Actas de la JMCD, vol. V, 1727–1747, fo. 34.
42
Reuniones del 7.xi.1729, 4.xii.1729, 4.i.1729/30 y del 6.iii.1730, Actas de la JMCD, ff. 36, 37, 40, 45.
43
Reunió n del 3.ix.1731, Actas de la JMCD, fo. 73.
44
Reuniones del 9.i.1730 y del 23.i.1730, ff. Actas de la JDSC, 154, 155–56.
45
John Baker y Phillip Gwillim a la JDSC, 30.x.1729, Letters of Condemnation, fo. 63; William Groom y James
Catchpool a la JMCD, 6.ii.1730, Letters of Condemnation, fo. 64.
46
“A Copy of Benjamin Lay’s Will, Dated ye 9: 1 month 1731”, fó lder 56; “Abstract of Benj, Lay’s Will”, fó lder 59;
ambos en CSRA-UE.
47
Reuniones del 5.ix.1731 y del 13.x.1731, 216, Actas de la JMC, 214, 216; Reunió n del 5.ix.1731, Actas de la JDSC, fo.
214.
48
Reuniones del 7.xi.1731 y del 3.i.1731/2, Actas de la JMC, fo. 133, 134; Kite, “Account”, 220.

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