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UNaM

FHyCS
Carrera: Profesorado y Licenciatura en Letras
Cátedra: Literatura Argentina II
Profesor: Figueroa, Javier

Monografía:
“Fantasy y extremismo con Remo Erdosain, en Los Lanzallamas”

Alumna: Clérici, Victoria

Posadas, 20 de abril de 2021


“Fantasy y extremismo con Remo Erdosain, en Los Lanzallamas”
Introducción
En la siguiente monografía, se tratarán ciertos aspectos concernientes al fantasy
literario, explicado por Rosemary Jackson, no como un género, sino como tipo o modo, y la
aparición de sus características en particular en el extremismo presente en la figura de Remo
Erdosain, personaje de Los Siete Locos y Los Lanzallamas, novelas escritas por el escritor
argentino Roberto Arlt en 1929 y 1931, respectivamente. Con el fin de efectuar esa labor, se
tomarán diversos ensayos de Beatriz Sarlo presentes en “Escritos sobre literatura argentina”
que explicarán a qué refiere el mencionado extremismo en estas novelas, y algunos aportes de
Ana María Zubieta tomados de “El discurso narrativo arltiano”.

Se iniciará explicando los conceptos principales (fantasy, la “zona de angustia” de


Zubieta, el extremismo propuesto por Sarlo) para enmarcar el análisis posterior que será
efectuado sobre “Los Lanzallamas”, novela que funciona como continuación y cierre para
“Los Siete Locos”.

¿Qué es el fantasy literario?

“No hay fantasmas, ni súcubos, ni fuentes rezumantes.


Sólo hay hombres, y el creador de lo fantástico anuncia que se
está identificando con el objeto fantástico” (Sartre, 1947)

El fantasy, como tipo o especie, tiene como característica principal el intento de


subversión de las normativas asociadas a lo que prevalece o es definido como real/posible.
Tiene sus primeros antecedentes en la sátira menipea, que cuestionaba normas de conducta, la
linealidad de los acontecimientos, contrapuesta a las concepciones trágicas y épicas tenidas de
la vida hasta ese momento (el “Satyricon” es ofrecido como ejemplo). Estas obras estaban
asociadas a lo carnavalesco, en la medida que se trataba de un drástico giro temporal de los
comportamientos de la vida cotidiana, pero en lo que se diferencia el fantasy moderno es que
ya no responde a estas pretensiones de comunalidad; sus sujetos se aíslan, existen fuera de la
ley, y el fantasy transforma el mundo natural en “otro” (cfr. Jackson, 1986: 11-15).

Jackson utiliza la noción de “región paraxial” para explicar el espacio en el que reside
lo fantástico y más adelante explica que el mismo posee una relación simbiótica con lo real, lo
precisa como base o fondo para explicitar las contradicciones que la anti-racionalidad
propone, las construcciones arbitrarias de la razón, de manera que una de las figuras retóricas
que más caracteriza a esta especie es el oxímoron; lo que no puede ser posible, se plantea
como posibilidad. Todorov propone los rasgos definitorios del fantasy que lo distinguen de
otros fenómenos, como lo maravilloso, y afirma que el primero es el hecho de que suscita una
vacilación en el lector respecto a la naturaleza de los acontecimientos (o bien pueden
explicarse naturalmente o no) y esta inseguridad es producto de una apreciación del mundo de
los personajes como si fueran reales; esta inseguridad puede, opcionalmente, ir en
consonancia con algún personaje y volverse algo temático en la obra. Lo último que el autor
explica es que el lector deberá adoptar una actitud con respecto al texto en cuanto a la
explicación de lo narrado (ob. cit.: 17-25).

Las “zonas de angustia” y el extremismo en las novelas de Arlt

“Cuando se tiene algo que decir, se escribe en


cualquier parte. Sobre una bobina de papel o en un cuarto
infernal. Dios o el Diablo están junto a uno dictándole inefables
palabras” (Arlt, 1929)

Los siete locos y Los lanzallamas son dos novelas que siguen una misma trama,
protagonizada por Remo Erdosain, un hombre atormentado que roba dinero de la compañía
donde trabaja, no por necesidad, sino por la mera satisfacción de cometer un crimen: esta es la
primera de múltiples transgresiones que este personaje cometerá a lo largo de las narraciones.
Esto tiene que ver con las caracterizaciones que Arlt hace de las personas que actúan en sus
obras: la impotencia ante la sociedad burguesa que lo humilla, el nihilismo, la marginación.
Estos personajes pueden dividirse de manera general entre dos categorías, la primera que
correspondería a los protagonistas y algunos secundarios, seres concretos que habitan el
mundo de la esquizofrenia, la marginalidad y la delincuencia, como el mismo Erdosain, el
Astrólogo, o la Coja, y la segunda que está compuesta por personajes que no habitan este
mundo y que se encuentran, de alguna manera, idealizados, con una buena posición social y
una limpieza o pureza a la que los de la primera categoría solo pueden aspirar inútilmente.

Beatriz Sarlo se refiere en dos de sus ensayos acerca de este escritor, “Un extremista
de la literatura” y “Roberto Arlt, excéntrico”, a la interesante necesidad o más bien tendencia
que existen en sus novelas de la resolución dada mediante un estallido, mediante la violencia.
Tanto en El Juguete Rabioso como en Los Lanzallamas, el relato se cierra con un suicidio que
es tomado como inminente (de Astier y Erdosain, respectivamente), y tanto en esta última
como Los Siete Locos se ve la radicalidad en la constitución de una sociedad revolucionaria
que instalaría el comunismo (más bien, un crisol de ideologías que comprendía también
fascismo y religión) en todo el país para purgar los males de las formas existentes, todo esto
mediante un elucubrado y maquiavélico plan, que incluía una fábrica de gases, la explotación
de prostíbulos y una escuela de formación militar, precedido por el secuestro y asesinato de
una persona. Pero esta exageración se encuentra también en la intensidad de las pasiones; las
emociones, de la manera que las experimenta Erdosain, son radicales, y esto queda claro en
los extensos monólogos que tiene el personaje consigo mismo en su descenso a la locura.

Los episodios inician con gravedad en Los Siete Locos cuando el hombre es
abandonado por su esposa, Elsa. Se comienza a ver a partir de ese momento la necesidad
patológica que tiene Erdosain de hundirse en la más profunda humillación; nunca serán
suficientes padecimientos para él, y nunca se termina de comprender bien por qué esta
búsqueda tan ardua del sufrimiento, ni para su personaje ni para el lector. Los estadios de su
dolor lo llevan a elaborar discursos misantrópicos, misóginos, a avocarse al crimen y pensarlo
como una salida a sus inquietudes, a tener vívidas alucinaciones (con su esposa y con una
víctima de ataque con gases) y a efectuar un cruento asesinato. Esta angustia está alejada de
sentimentalismos, Arlt la priva de ello puesto que ellos amansan las pasiones, y se entiende
que lo que menos busca Remo Erdosain en este ejercicio de autoflagelación es la compasión.

Los estados de desconsuelo extremo en los que se encuentra a Erdosain repetidas


veces a lo largo de las novelas son definidos por Zubieta como “tiempo congelado de la
angustia” o “zona de angustia”. A la manera de la eternidad plástica de Flaubert en “Madame
Bovary”, estos extensos pozos de zozobra en los que se hunde el personaje no coinciden con
la narración de los hechos, sino que tienen su propio espacio y su propio tiempo más allá de lo
que acontece; tienen lugar en las calles o en la vivienda de Erdosain, parecen durar horas o
darse en momentos de sueño. Estos períodos en el texto sirven como anticipadores y
disociadores, puesto que hacen una distinción entre lo compartido y lo individual; la fábula en
sí misma avanza en la medida que los personajes interactúan o se reúnen, pero, más allá de
eso, los episodios de Erdosain o de otros personajes no son conocidos por nadie más que él
(de hecho, cuando comparte sus angustias con Hipólita, ella toma la decisión de extorsionar al
Astrólogo, de manera que la trama continúa) (cfr. Zubieta, 1987: 88-91).
Las “zonas de angustia” de Erdosain en “Los Lanzallamas”

“- Y además, lo respeto mucho. Creo en la sensibilidad de


Erdosain. Creo que Erdosain vive por muchos hombres simultáneamente.
¿Por qué no se dedica a quererlo usted?” (El Astrólogo, en “Los
Lanzallamas”. Arlt, 1931).

El último dato que tiene el lector respecto a Erdosain con respecto a la novela anterior
es que durmió 28 horas en el hogar del Astrólogo y que partió del mismo apenas despertó. En
el segundo apartado, “Los amores de Erdosain”, correspondientes a la Tarde y noche del día
viernes, se encuentra sumido nuevamente en este estado de desconsuelo y soliloquio interno.

En este primer episodio, se da algo que va a repetirse más adelante en otros, y tiene
que ver con la disociación. En la descripción que el narrador realiza de la gimnasia mental de
Remo, prácticamente en modo indirecto libre, se dice que:

“Vive simultáneamente dos existencias: una, espectral, que se ha detenido a mirar con
tristeza a un hombre aplastado por la desgracia, y después otra, la de sí mismo, en la que se
siente explorador subterráneo, una especie de buzo que con las la manos extendidas va
palpando temblorosamente la horrible profundidad en que se encuentra sumergido” (Arlt,
2015: 34-35).

Jackson hace un comentario interesante respecto al análisis psicoanalítico del fantasy


que responde a este tipo de sucesos. La amenaza, lo externo, lo extraño en el fantasy moderno
y secular viene del propio ser: retomando a Todorov, la autora explica que en este modo se
dan las estructuras basadas en torno al “no-yo”, y tratan problemas generados por el deseo o
lo inconsciente, que mediatizan la relación entre sujeto-objeto; de ahí surgen las
transgresiones comportamentales como ser el sadismo, la necrofilia, el asesinato, la
subversión de las categorías de “bien” y “mal”. Más adelante, la autora dice que en estos
fantasy guiados por la dualidad puede darse el caso de que el “no-yo”, el “otro”, tenga un
origen interno, en sus palabras, “…ya no se considera al “otro” sobrenatural, sino como una
externalización de una parte del yo”. Otro aporte que también es relevante (y que brinda
algunas luces sobre argumentos que esgrime el Astrólogo también en “Los Siete Locos”
acerca del declive de la sociedad, para justificar sus planes de revolución) es el concepto de
“extraño” o “siniestro”, que básicamente se describe como un vacío producido por la falta de
fe en divinidades y que es rellenado por un espacio metafísico que constituye el escenario del
fantasy (cfr. Jackson, 1986: 48, 52-56, 63).
El Astrólogo repite más de una vez que su nueva sociedad debe ocuparse de instaurar
una fe, que una de las pérdidas más grandes que tuvo la humanidad fue el abandono de la
misma, que esto la dejo con una sensación de despropósito. Erdosain en “Los Lanzallamas”
clama en varios momentos por Dios o Jesús, repite sus nombres y se retracta, arguyendo que
no es suficiente consuelo para el estado en el que está sumido (esto también para darle un
carácter hiperbólico a su sufrimiento), de esta manera haciendo explícito que el motivo de su
locura, del descenso espiralado de su sanidad, es producto de la sociedad, aquella que quiere
reformar y por la que se reúne con el Astrólogo y le ofrece el plan de secuestrar, robar y
asesinar a Barsut. Se explica aquí cómo estos dos personajes coinciden ideológicamente,
aunque nunca quede claro con palabras.

La disociación o separación de su identidad, sin embargo, está mucho más presente y


con mucha más fortaleza; en “La cortina de angustia”, perteneciente al mismo día que el
ejemplo anterior, Erdosain entra en un diálogo prolongado con alguien que podría
considerarse como él mismo pero que él no reconoce como tal, alguien que lo insta, que se
refiere a él en modo imperativo y le ordena “irse”, descrita como “su carne”. En esta
instancia, “un “yo” maligno le dice que por más escapes que prepare, o por más ideal,
exuberante y rica que sea su vida (como “Emperador”), la infelicidad lo seguirá persiguiendo.
Se ven, entonces, por lo menos tres identidades en el cuerpo de Erdosain contradiciéndose
entre ellas: el primero es él, quien incuba las otras dos y que pareciera tratarse de su alma,
puesto que es a la que se le haría el favor de cortar el sufrimiento; su “carne”, que quiere huir
con pretensiones de encontrar la felicidad, y su “yo” maligno que cruelmente asegura que
todo será en vano - “Estás triste, gran canalla. Tan triste que ni tu carne te salva” (ob. cit. 60)-.
La fortaleza de esta última voz es tal que Erdosain discute con ella y le pide que se calle,
porque lo está haciendo enloquecer.

Refiriéndose nuevamente al extremismo del que habla Sarlo, se ven en muchas


instancias las resoluciones que toma Erdosain de recurrir a una transgresión del
comportamiento o de la ley para que merme su estado. La misantropía está siempre presente
en sus soliloquios y es hacia donde se dirige el crimen por lo general (el odio a la impureza
humana): en el mismo apartado de los otros ejemplos (“La cortina de angustia”), el hombre se
refiere a sus cargas de la manera más exacerbada posible, “Es necesario que yo lleve sobre
mis espaldas esta selva. Que cargue con el gran bosque y la montaña, y Dios y los hombres.
Que yo lleve todo” (ob. cit. 57), y resuelve que tiene que haber un gran cambio en la
existencia de las personas, que por eso están las figuras del Atrólogo, Haffner, etc., y que por
eso está justificada su intención revolucionaria. La modificación de la vida se dará de una
forma u otra: “Esta vida no puede ser así. Es necesario cambiarla. Aunque haya que
quemarlos vivos a todos” (ibidem). Unas páginas más adelante, el “yo maligno” de Erdosain
vuelve a referirse a la destrucción de las personas, haciendo referencia al crimen como
resolución a su angustia: “Siempre estarás angustiado. Puedes matar a tus prójimos,
descuartizar a un niño, si quieres, humillarte, convertirte en criado…” (ob. cit.: 60). Remo no
deja de considerar opciones extremas, incluso el genocidio; es comprensible que su rol en la
sociedad del Astrólogo sea el de productor/creador de una fábrica de gases tóxicos de altísima
mortalidad que piensan liberar para generar caos (la revolución y el cambio que viene de la
mano de la técnica y la ciencia), teniendo en cuenta que la existencia de una purga es
imprescindible en la mente de este atormentado personaje.

El crimen principal y más atroz que comete Erdosain es el asesinato a la Bizca, que le
vale la persecución de la ley y antecede su decisión final de quitarse la vida. El suceso tiene
lugar cuando Remo vuelve a su vivienda luego de dejarle el cuaderno con las indicaciones
necesarias para la fábrica de gases al Astrólogo, y ya en esta instancia se ve una anticipación:
el Astrólogo le pregunta si se iría con él y Erdosain le asegura que está resuelto quedarse, a lo
que el primero tiene la sospecha de que ha planificado algo desagradable. Cuando se
estrechan las manos, un pensamiento cruza la cabeza del Astrólogo: “… comprendió que
Erdosain había ya trazado su destino, y no insistió” (ob. cit, 263). La manera en la que el
personaje ejecuta su delito es especialmente desagradable: se encuentra a la Bizca durmiendo,
y habiendo ya tenido un altercado con ella por las miradas masculinas que atraía, se acuesta al
lado suyo; a todo esto, había dejado la pistola bajo la almohada. No es hasta horas más tarde
que la joven lo despierta con las intenciones de tener relaciones, Remo siente la pistola bajo la
almohada y recuerda en esas circunstancias al suicida de “Los Siete Locos”, que había
asesinado a su joven amante y luego había consumido veneno en un café. La Bizca no tarda
en darse cuenta del comportamiento errático de Erdosain, quien, ante las preguntas de qué le
sucedía, la aprisiona bajo su cuerpo y le dispara en la cabeza. En un momento lúgubre, en el
que la chica se levanta y con las últimas fuerzas que le quedan solo hace gestos de una
negativa con la cabeza, Erdosain cae de rodillas apiadado, hasta que ella muere
definitivamente; es entonces cuando revela el pico de su locura y extremismo, y le grita al
cadáver:

“- ¿Viste?... ¿Viste lo que te pasó por andar con la mano en la bragueta de los
hombres? Éstas son las consecuencias de la mala conducta. Perdiste la virginidad para
siempre. ¿Te das cuenta? ¡Perdiste la virginidad! ¿No te da vergüenza? Y ahora Dios te
castigó. Si, Dios, por no hacer caso de los consejos que te daban tus maestras” (ob. cit. 272).

El extraño ideal de castidad y virginidad que mantenía Erdosain (a pesar de haberse


acostado por lo menos una vez con su esposa Elsa), una represión que es hablada con otros
personajes pero que parece inmotivada a simple vista, parece ser un intento de mantener fija
la pureza de la infancia, de la que tiene recuerdos más interesantes o felices (como jugar
construyendo un fuerte/castillo) antes de ser corrompido por las personas que lo humillaron y
arruinaron su vida (su maestro, su padre, Barsut al darle una bofetada). Esto coincide con algo
que propone Jackson, basándose en trabajos de Freud, para explicar uno de los temas del
fantasy, y es lo que se refiere a los estadios de la evolución filogenética/ontogenética del
hombre: el primer estadio, el animista (correspondiente a la infancia), es el que corresponde al
fantasy, y se caracteriza por el narcicismo y el auto-erotismo. En esta instancia, la persona no
encuentra diferencias entre el yo y el otro, hay una pulsión marcada por el deseo de
indiferenciación asociada a la entropía (cfr. Jackson, 1986: 70-73). Este estado de
inorganicidad al que refiere Freud coincide bastante con el deseo de “irse” o la disociación de
voces que padece Erdosain: no se trata simplemente de dejar de existir en el sentido de darse
muerte, sino en uno más trascendental, y el escapismo es uno de los métodos que aparecen en
las novelas de Arlt como salida a los conflictos.

La huida, otra de las resoluciones extremas que Sarlo menciona en sus ensayos,
aparece también en “La cortina de angustia” (podría decirse que es el fragmento más
completo y abarcador de la novela). Inicialmente, Remo siente deseos de huir de su propia
persona, de su propia identidad, toda la construcción de su vida, muy de la mano con la
disociación ya mencionada: “… quiere irse a alguna parte, irse, olvidarse de que es él, Remo
Augusto Erdosain, olvidarse de que tuvo mujer, fue abofeteado, olvidarse en absoluto de sí
mismo, de que es él, y con desaliento deja caer la cabeza” (ob. cit.: 55). Se entiende, de esta
manera, que la insistencia con la que habla la voz que lo insta a “irse” va más allá de lo
espacial y lo temporal, se refiere a una trascendencia de su persona: el suicidio no es opción
para esta voz, clama que “Estarás encerrado y no querrás estar en el cajón” (ob. cit. 62). Si no
lo salvará una vida alejada de la ciudad, al lado del río, ni lo salvará acercarse a Dios, ni
tampoco el suicidio, será el estado entrópico previo a la pérdida de fe que le sigue al estadio
animista, esto es, el religioso y el científico, la única alternativa a todo el sufrimiento que
acarrea en su existencia material.
A pesar de todo esto, Erdosain finalmente se suicida. Este acontecimiento ya había
sido anticipado incluso en “Los Siete Locos”, pero es en “Los Lanzallamas” donde esta
anticipación se convierte en una amenaza real antes de siquiera ser efectuada. En el segundo
apartado de Tarde y noche del día viernes, llamado “Los amores de Erdosain”, éste toma el
arma (la misma con la que había apuntado al capitán y su esposa) y la presiona en su pecho;
es de la misma manera que se da muerte, manteniendo compostura hasta el final,
acomodándose en su asiento luego del tiro. A esta altura, el hombre ya era perseguido por la
ley por asesinar a la Bizca, y su apariencia le resulta sorprendente a quienes conocían su
reputación por los medios: un hombre menudo, demacrado. Erdosain trasciende como un
conocido asesino, una figura peligrosa, la comprobación de que las apariencias casi siempre
engañan.

Conclusiones

A pesar de no ser tan representativa del fantasy como “Los Siete Locos”, “Los
Lanzallamas” recopila muchos de los aspectos del mismo en lo que se refiere a la
desintegración del “yo” en contraste con un “otro” o un “no-yo”. Arlt consigue que el
personaje de Erdosain encierre las características fantásticas desde lo psicoanalítico, aunque
no existan elementos sobrenaturales en su historia: a medida que uno lee sobre su pasado en
estas dos novelas (más que nada con el largo relato de Elsa acerca de su matrimonio), da
cuenta de su metamorfosis, de su hundimiento e intentos de escape hacia “la vida puerca”,
para satisfacer este impulso hacia la entropía.
Estos acercamientos al fantasy, que pueden encontrarse en su mayoría en el apartado
“La cortina de angustia”, se corresponden con la noción de extremismo de la que habla Sarlo
en sus ensayos. Es la pasión, la violencia de sus emociones y el rechazo exagerado a toda
forma de vivir la vida, o incluso la muerte, la que encapsula esta disociación o distorsión de su
ser y que lo acerca a las “soluciones” criminales, cruentas, grotescas, reconociéndolas como
tal pero abrazándolas y divirtiéndose con ellas. Las características del fantasy en “Los
Lanzallamas” están, entonces, encadenadas al extremismo estilístico de Arlt: no habiendo
ideado una historia que recurra al incesto, a fantasmas, a bestias y seres sobrenaturales, el
autor ofrece un relato que presenta a la sociedad en sí misma como el eje problemático y
suscitador de los delirios de grandeza (como del Astrólogo), la misantropía (en Erdosain, y
también el personajes como El Rufián Melancólico, que no tiene reparos en explotar a los
sectores más débiles) y, por supuesto, la locura y el escapismo en un ambiente urbano,
corrompido, donde la trascendencia y la felicidad son prácticamente imposibles.
Bibliografía

- ARLT, Roberto (1931). Los Lanzallamas. Prov. de Buenos Aires: Gradifco. 2015.
- GREGORICH, Luis (1969). “La novela moderna: Roberto Arlt”. En Historia de la
literatura argentina, Tomo III. Buenos Aires: CEAL.
- JACKSON, Rosemary (1986). Fantasy: Literatura y subversión. Buenos Aires:
Catálogos Editora.
- SARLO, Beatriz (2007). “Ensayo General”; “Lo maravilloso moderno”; “Un
extremista de la literatura” y “Roberto Arlt, excéntrico”. En Escritos sobre
Literatura Argentina. Buenos Aires: Siglo XXI Editores Argentina.
- ZUBIETA, Ana María (1986). El discurso narrativo arltiano. Intertextualidad,
grotesco y utopía. Buenos Aires: Hachette.

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