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La Conquista Del Estado Antologia Juan Aparicio
La Conquista Del Estado Antologia Juan Aparicio
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
LA CONQUISTA DEL
ESTADO
ANTOLOGÍA Y PRÓLOGO
DE
JUAN APARICIO
EDICIONES FE
MCMXXXIX
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
ÍNDICE
PRÓLOGO ............................................................................................................................................................. 7
BREVE HISTORIA DE "LA CONQUISTA DEL ESTADO" CONTADA POR SU
FUNDADOR ......................................................................................................................................................... 11
UN PURO Y RADICAL COMIENZO ................................................................................................................ 11
SU ACTITUD NACIONALISTA Y REVOLUCIONARIA ................................................................................... 11
LA BATALLA AL SEPARATISMO.................................................................................................................... 12
CON LA C.N.T. DE FLANCO ........................................................................................................................... 13
INTERFERENCIA CON LA HUELGA TELEFÓNICA ...................................................................................... 13
PERIPECIA POLICÍACA .................................................................................................................................. 14
LA QUEMA DE CONVENTOS. TESTIGOS PRESENCIALES........................................................................ 14
SU SIGNO HISTÓRICO................................................................................................................................... 15
SURGEN LAS J.O.N.-S. .................................................................................................................................. 16
MANIFIESTO POLÍTICO DE "LA CONQUISTA DEL ESTADO" ....................................................................... 17
SUPREMACÍA DEL ESTADO.......................................................................................................................... 17
AFIRMACIÓN NACIONAL ............................................................................................................................... 17
EXALTACIÓN UNIVERSITARIA...................................................................................................................... 18
ARTICULACIÓN COMARCAL DE ESPAÑA ................................................................................................... 18
ESTRUCTURA SINDICAL DE LA AUTONOMÍA............................................................................................. 18
NUESTRA ORGANIZACIÓN ........................................................................................................................... 19
EL COMITÉ ORGANIZADOR .......................................................................................................................... 19
LAS IDEAS Y LOS HOMBRES. PIO BAROJA EN LA REALIDAD DE LO REAL (JUAN
APARICIO) ........................................................................................................................................................... 20
¡ESPAÑOLES JÓVENES: EN PIE DE GUERRA! .............................................................................................. 26
GRANDEZAS DE UNAMUNO (RAMIRO LEDESMA) ........................................................................................ 27
EL ANIVERSARIO DE PRIMO DE RIVERA ....................................................................................................... 29
INTERPRETACIÓN DE DOS PROFETAS: JOAQUÍN COSTA Y ALFREDO ORIANI
(ERNESTO GIMÉNEZ CABALLERO)................................................................................................................. 30
GENERACIONES Y SEMBLANZAS. FRAU GRAUBE – 1915 (JUAN APARICIO) .......................................... 34
¡EN PIE DE GUERRA! ......................................................................................................................................... 36
LAS FALANGES JÓVENES DE "LA CONQUISTA DEL ESTADO" COMBATIRÁN,
ARMAS EN MANO SI ES PRECISO, LA ANACRÓNICA SOLUCIÓN QUE OFRECE LA
ANCIANIDAD CONSTITUYENTE ....................................................................................................................... 36
¡ABAJO LOS LEGULEYOS! ............................................................................................................................... 36
¡¡VIVA LA ESPAÑA JOVEN, IMPERIAL Y REVOLUCIONARIA!!..................................................................... 36
NUESTRA BATALLA. FRENTE AL COMUNISMO ............................................................................................ 37
PEDIMOS LA NULIDAD DE TODAS LAS CONCESIONES AL CAPITAL EXTRANJERO.
¡ABAJO LAS VERGÜENZAS DE LA TELEFÓNICA, LAS MINAS DE RIOTINTO, ETC.!................................ 38
UNA PREGUNTA AL GOBIERNO ...................................................................................................................... 39
"LA CONQUISTA DEL ESTADO" DENUNCIADA POR EL FISCAL Y RECOGIDA POR LA
POLICÍA ............................................................................................................................................................... 40
IICONFUSIONISTAS, NO!! NUESTRAS AFIRMACIONES (RAMIRO LEDESMA) ........................................... 41
UNOS MINUTOS CON UNAMUNO..................................................................................................................... 43
NOSOTROS, LOS SEÑORITOS Y LOS GOLFOS. VALOR SUPERREALISTA Y POÉTICO
DE LOS GUARDIAS DE SEGURIDAD (ERNESTO GIMÉNEZ CABALLERO) ................................................. 45
ANTE EL COMUNISMO. LA BATALLA SOCIAL Y POLÍTICA DE OCCIDENTE ............................................. 48
ASISTIMOS SONRIENTES A LA INÚTIL PUGNA ELECTORAL. QUEREMOS COSAS
MUY DISTINTAS A ESAS QUE SE VENTILAN EN LAS URNAS: FARSA DE SEÑORITOS
MONÁRQUICOS Y REPUBLICANOS................................................................................................................. 50
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
PRÓLOGO
El prólogo a esta Antología de LA CONQUISTA DEL ESTADO debiera sustituirse con ventaja por un
dístico grabado en bronce, o por dos versos heroicos o elegíacos esculpidos en un plinto de mármol. Mis yertas
palabras preliminares contrastarán con la fiebre y la pasión creadora de las demás palabras de este libro,
cuyas letras fueron escritas con sangre y fuego durante medio año de 1931. Bastó ese breve tiempo para
alumbrar con augurios cumplidos, consignas impuestas y símbolos triunfadores que son la emblemática y la
liturgia del Estado español; bastó sólo ese tiempo para anticiparnos minuciosamente la España una, grande y
libre de Francisco Franco; la España actual, donde Franco es Caudillo y Generalísimo de todos los Ejércitos;
es decir, de toda la juventud.
Un milagro de la juventud fue la tarea inefable y casi mística de los fundadores y colaboradores de LA
CONQUISTA DEL ESTADO, aunque la lucidez filosófica y matemática, el genio político de nuestro Director,
Ramiro Ledesma Ramos, había previsto con exactitud las etapas hacia el porvenir, las desviaciones de la ruta,
el éxito final, y, acaso también, su muerte y sacrificio. He nombrado a Ramiro Ledesma y henchida queda con
su nombre la primera mitad del dístico epigráfico; porque su obra ocupa la parte mayor y más eterna de la
presente Antología. Todo cuanto leáis sin firma expresa, pertenece a la pluma ígnea y tajante de Ramiro, que
en paz descanse ya, puesto que su fugaz vida fué una férrea existencia militar infatigable y exigente consigo
misma, como directo sucesor de los rústicos de Sayago.
Nacido en Alfaraz (Zamora), bajo el lar celtibérico del guerrero Viriato, numen de su familia, aprendió la
dureza del pan y de la cultura al recibir ambas mercedes tuteladas por su abuelo paterno, don José Ledesma
Pollo, que sirvió al Rey siendo analfabeto, y luego fué el maestro más famoso en varias leguas alrededor de
Torrefrades. Entonces vivía Ramiro en Torrefrades, jubilado el abuelo y sustituido por el padre de Ramiro en el
magisterio rural. Soñaba, allí, reconcentrado con un mundo distinto al hosco y cerrado horizonte sayagués, con
una libre y salvaje aventura. Más tarde quiso ser, cual Sacha Yegulev, el héroe juvenil y desgraciado de la
novela de Andreiev ; pero a los quince años era preciso que opositara a una plaza de oficial de Correos, y a
Madrid vino con una mirada entre brava e ingenua, calzón corto y medias campesinas.
Este pequeño puesto subalterno dentro de la maquinaria del Estado no satisface a la creciente ansiedad
de Ledesma, que había traído a la Corte una voluntad legítima de conquistador más que la burocrática
ambición de conseguir honores palatinos o ascender mansamente en el escalafón. La ambición recóndita de
Ramiro Ledesma era ya con simpleza, testarudez y audacia: conquistar el Estado para los suyos, para los
españoles de su edad y de su alma, para los que después denominó con frase acuñada : una generación a la
intemperie. Me consta, por testimonios personales, que desde su niñez sintió Ramiro la vocación política con
una voz divina e indeleble, empujándole a salir de aquel contorno de piedras familiares y de hombres de
piedra. Mientras llegaba la verdadera y pura acción política, la presencia transmutadora de Ramiro en la órbita
anquilosada de la política nacional, su dinamismo y su tesón buscaron otros derivativos, otras sublimaciones
constructoras.
Era el año 1923. Preparaba el Marqués de Estella su dictadura septembrina, y a la par redactó
febrilmente Ledesma las 300 páginas de su novela El sello de la muerte. Si alguna vez nos ha descubierto
Ramiro Ledesma los secretos intrépidos de su corazón ambicioso, hay que recoger la confidencia, o más bien
su confesión apasionada, en el texto desgarrado y altivo de esa ignota novela, que muy pocos conocen. El
sello de la muerte, dedicado a don Miguel de Unamuno, ostenta este lema como un cartel de desafío: «La
voluntad al servicio de las ansias de superación : Poderío y grandeza intelectual», y coloca su trama
autobiográfica encima de dos citas de Fernando de Rojas y Federico Nietzsche, que sirven a Ramiro como dos
columnas de Hércules para atreverse al más allá. Dice así la referencia de Fernando de Rojas ; «Ruin sea
quien por ruin se tiene. Las obras hacen linaje, que al fin todos somos hijos de Adán y Eva. Procure de ser
cada uno bueno por sí y no vaya a buscar en la nobleza de sus pasados la virtud.» Aconsejaba el vesánico
Nietzsche al buen sentido sayagués del joven Ledesma : «Amo a los grandes desdeñosos, porque son los
grandes adoradores, las flechas del anhelo del más allá. Llena está la tierra de individuos a quienes hay que
predicar que desaparezcan de la vida. La Tierra está llena de superfluos y los que están de más perjudican a la
vida...» No necesito insistir mucho más sobre la única novela de Ramiro Ledesma ; porque su espíritu aparece
desnudo y patente, ofreciéndonos la clave con que se ha de interpretar toda su vida.
Tampoco deseo hurgar demasiado en lo que recataba su timidez desdeñosa, pues jamás mencionó en
la intimidad El sello de la muerte - tal vez porque fué una novela sin éxito público; quizá, porque nos revelaba
descaradamente su más hondo entresijo.
Fracasado en su propia conciencia este devaneo literario, decide Ramiro aprobar en tres convocatorias
todas las asignaturas del Bachillerato. Conseguido este grado, se matricula en la Universidad Central para
cursar Filosofía y Ciencias físico-matemáticas, buscando un sedante contemplativo y un acicate intelectual a
sus turbulentas desazones de político en paro forzoso. Como otros hallan en la gimnasia o en el alpinismo un
lenitivo para la libido irritada o para las ganas insatisfechas de acción y riesgo, Ledesma se lanza al
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
aprendizaje del idioma alemán, mientras devora y asimila las creaciones de los magnos metafísicos y de los
pacientes hombres de ciencia. Esta voracidad de sabiduría, que le convierte en un asiduo de la biblioteca del
Ateneo, condúcele también a la amistad y al diálogo con el profesar Ortega y Gasset y con Ernesto Giménez
Caballero.
Otro carácter hubiera vacilado entre la perspectiva vital de La Revista de Occidente, dónde colaboró
sobre temas filosóficos y en cuya biblioteca había de publicar su traducción del libro alemán de W. Brandy M.
Deutschbein Introducción a una filosofía matemática, y la camaradería incierta y resuelta de La Gaceta
Literaria, donde Giménez Caballero nos descubría con acento mesiánico lo que era el fascismo. Pero Ramiro
Ledesma no quiso ser Catedrático de Psicología, Lógica y Etica en un Instituto provinciano, ni pedante y
refitolero profesor auxiliar en la Ciudad Universitaria, ni siquiera novel diputado «al servicio de la República»:
Ramiro quiso ser lo que su casta ascendente y su tierra natal y su genio político le sugerían desde muchacho.
Ramiro Ledesma quiso ser-nada más, nada menos, pero generosamente- un verdadero fundador, con una
mística entrega -éstas son sus mismas palabras repetidas- a la revolución nacional que comenzó a presentir.
Como toda gran política arranca de su correspondiente metafísica, y en el fondo, siempre, de la teología,
sería interesante leer ahora un libro perdido de Ledesma Ramos, su Filosofía Imperial. Encontraríamos allí los
gérmenes y las auténticas intuiciones que han de desdoblarse en los gritos rotundos de LA CONQUISTA DEL
ESTADO, en el programa de las J.O.N.-S., en los 26 puntos de Falange Española, en el santo y seña por que
han muerto nuestros muertos mejores.
Pero el manuscrito de Filosofía Imperial se extravió en los talleres de la C.I.A.P. durante la primavera de
1931 ; porque, ¿quién se acordaba entonces del Imperio, en aquella época desastrosa y zarrapastrosa, cuando
el Marqués de Estella había fallecido solitariamente en París y todos abandonaban a la Monarquía e incluso
iba a venir una catástrofe en la Historia de España? El legado que heredábamos de nuestros padres era una
herencia miserable de podredumbre, donde la patria, el pan y la justicia eran palabras vanas, fórmulas de la
nada, sin rango y rumbo para articularse en una futura superación imperial.
Era la coyuntura para intervenir audazmente en nombre propio y al frente de esa generación
menesterosa. Ramiro Ledesma Ramos era un nombre desconocido para la masa popular, aunque no más
desconocido que otros nombres de los cabecillas asaltantes de la República. Así como Viriato forma su
guerrilla con oscuros campesinos sayagueses y pastores de la Lusitania, su paisano Ramiro Ledesma
comenzó a buscar la partida que necesitaba, los once firmantes del primer manifiesto de LA CONQUISTA DEL
ESTADO. No se desanimó Ledesma nunca, en las peores y adversas circunstancias, ya que su alma era una
erecta espada de acero, un eje diamantino inflexible, una hoguera vivaz y enardecida, aunque su rostro magro
y frío se presentaba enérgicamente impasible. Fundador y animador como San Pablo, la misma brasa le
consumía las entrañas, y San Pablo fué la postrera imagen optativa de su vida terrena, cuando dialogaba con
don Ramiro de Maeztu en el patio de la cárcel de las Ventas.
Fué necesaria toda esa tenacidad paulina para convencer al equipo de amigos elegidos que habían de
firmar aquella novísima proclama redactada por Ledesma Ramos en las primicias de 1931. Muchos se
resistieron a comprometerse en una fantástica aventura, otros se arrepentían después de haberse obligado
para tal empresa. Al fin consiguió Ramiro que momentáneamente se agruparan en torno suyo otros diez
camaradas, entre los que yo era el más joven, y fuí nombrado secretario. Como la mayor parte había de
desertar en seguida, principiaré con la silueta de los que pronto nos abandonaron.
Ricardo de Jaspe era un señorito monárquico andaluz, de ademanes sajonizados y carácter escéptico
en el fondo. Se fué como vino, sin estridencias y excesiva personalidad. Presumía conocer la política
internacional, porque se había preparado para la carrera diplomática, pero desempeñaba un puesto en el
Patronato de Turismo que no perdió al advenimiento de la República, antes bien ascendiendo en su jerarquía
burocrática. El dibujante Francisco Mateos llegó a LA CONQUISTA DEL ESTADO con un desenfado de
hombre que ha vivido mucho, que ha viajado más y se dispone a utilizar su sarcástica experiencia como una
bomba de dinamita. Aseguraba que había participado en las insurreccionales jornadas muniquesas de 1919, a
las órdenes del judío Kurt Eisner ; pero lo cierto es que su fanfarria sevillana se polarizó una semana antes del
14 de Abril hacia el bando de los vencedores. Ni sus «Comicidios políticos» -así llamaba a sus dibujos de LA
CONQUISTA DEL ESTADO- mataron a nadie, aunque puede ser que durante la guerra actual se haya
convertido en un miliciano cualquiera. Respecto a Ramón Iglesias Parga -o sea el camarada R. I. P.-, tengo la
certidumbre de que ha servido a la horda en su Estado Mayor, aprovechando sus cualidades de políglota.
Ramón Iglesias era aquel joven lector de lengua española en la hiperboria universidad sueca de Góteborg, a
quien Giménez Caballero había dirigido una famosa carta abierta en 1928 o 1929, incitándole a una tarea
fascista o fajista, unificadora. Vuelto a España, su entusiasmo exaltado perduró poco tiempo, pues había de
alejarse de nosotros, por sugestiones del Centro de Estudios Históricos y por vagas veleidades comunistas.
Antonio Riaño era un muchacho deportivo que procedía de la F.U.E. y que se fué para fundar con otros
universitarios el fracasado «Frente español». Roberto Escribano Ortega era el más reaccionario del equipo,
aunque me confesó que su primera comunión la había ofrecido en sufragio del alma de Napoleón Bonaparte.
Conocimos a Escribano Ortega por recomendación de Rafael Sánchez Mazas, y aficionados ambos a la
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
genealogía y al blasón, habían discutido sobre la heráldica que debía corresponder a una política nacional y
social renovadora. Roberto Escribano, tradicionalista enfeudado a sus tierras de Pampliega, jamás perdió el
contacto con los que permanecimos fieles a Ramiro y fué el primero que dibujó el escudo de las J.O.N.-S. esto
es, las flechas yugadas.
Todos conocéis a Ernesto Giménez Caballero, sin que necesite que yo pergeñe su semblanza ni su
abolengo, ni su mérito indiscutido de precursor y guía de nuestra generación española. Sin embargo, Giménez
Caballero, amigo leal de Ramiro Ledesma hasta la última hora y dispuesto siempre a prestarle su consejo y su
ayuda en ocasiones posteriores, permaneció escaso tiempo en LA CONQUISTA DEL ESTADO, pues marchó
al extranjero en aquellos lejanos días. Antonio Bermúdez Cañete que ha muerto asesinado como Ledesma
en el Madrid rojo, era un temperamento exasperado y violentísimo, a pesar de su educación populista y de sus
estudios económicos que le exigían ecuanimidad y aplomo; colaboró sobre temas de su especialidad en los 23
números de LA CONQUISTA DEL ESTADO, y tradujo antes que nadie en España varios capítulos de Mein
Kampf, de Adolfo Hitler, que proyectábamos editar bajo el título de Mi batalla. Manuel Souto Vilas es un
catedrático de filosofía gallego, compañero de Ramiro Ledesma cuando desentrañaban juntos a Heidegger y a
Huserl, propicio siempre a la defensa de una noble causa, con ademanes y prosodia de campesino galaico,
aunque también dispuesto a fantasmagóricas aventuras, como la de dedicarse a la piratería contra los navíos
británicos en las costas gallegas. Finalmente, Alejandro Raimúndez fué el Administrador del semanario, como
yo su secretario hasta el final.
La nota común a esta retahila de personas dispares era su juventud y su procedencia universitaria.
Puede afirmarse que pocos comprendieron lo que quería Ledesma cuando firmamos nuestro Manifiesto
Político - en un local sin muebles de la Avenida de Eduardo Dato, núm. 7 - a la luz vacilante y menguada de un
cabo de vela. Ramiro Ledesma necesitaba apoyarse en un grupo, aún provisional y transitorio, para lanzarse a
la política como una flecha que iba a clavarse lejos. Estaba convencido de que sus consignas serían
escuchadas y obedecidas mucho más tarde, por otra gente que se iría alistando poco a poco, a medida que su
alma se impregnara con la enjundia patética de aquellas anatemas e invocaciones. Así LA CONQUISTA DEL
ESTADO resulta la obra personal de un solo hombre, porque ni mis artículos, inflamados por un lirismo casi
religioso, ni la prosa desenfadada y escrutadora de Giménez Caballero, ni el clamor rural que nos comunicó
Teófilo Velasco, el párroco de Valdecañas del Serrato, ni los ensayos de política económica de Bermúdez
Cañete, ni la «Imprecación en la hora decisiva» de José María Salaverria - colaboración única que conserva LA
CONQUISTA DEL ESTADO de los escritores contemporáneos -, ni las otras aportaciones de los demás
camaradas, pueden compararse con la maciza y sólida estructura de la doctrina nacional-sindicalista de
Ledesma.
Suya es la apelación del primer número a los españoles para que interviniesen de un modo activo en
nuestras Falanges, ya que «todo español que no consiga situarse con la debida grandeza ante los hechos que
se avecinan, está obligado a desalojar las primeras líneas y permitir que las ocupen Falanges animosas y
firmes». Suya es la consigna para crear inmediatamente Falanges de Combate. Suya es esta bandera que
esgrimía la consigna rotunda: «FRENTE A LOS LIBERALES SOMOS ACTUALES; FRENTE A LOS
INTELECTUALES SOMOS IMPERIALES. ¡ARRIBA LOS VALORES HISPANOS ! » He aquí la raíz de nuestro
«Arriba» que ascendía vertiginoso y puro sobre la España chata y desquiciada de entonces, sobre la patulea
de los que nos negaban el pan y la sal, de los que nos combatían desde las columnas de El Sol y de Crisol, de
los que espectoraron enseguida el chistecito fácil. Para los unos y para los otros éramos los de «La Conquista
del Establo». Pero febrero, que a partir del pistoletazo de Larra es un mes melancólicamente agresivo,
nostálgicamente infeccionado por la pólvora, se conmovió durante 1931 bajo las detonaciones juveniles de los
párrafos de nuestro manifiesto. Como grito de alerta y alarma hubo gente moza congregada en torno, que ya
nos ofrecía sus brazos para empuñarla ávidamente. La primera adhesión recibida en LA CONQUISTA DEL
ESTADO para la primera Falange de guerrilleros nacionales, fué la de Matías Montero en una carta tímida y
temerosa - a pesar de la sublime valentía del impulso-, donde justificaba su escasa edad para que se le
admitiera en el combate. La primera adhesión directa es la del alicantino Luis Batlle, estudiante de Medicina,
que desparramó la semilla de la revolución nacional con su gesto y su talante de Discóbolo para derramar -
sombriamente asesinado - su postrer anhelo. José Antonio Primo de Rivera nos envió a su pasante Sarrión,
tomando contacto inmediato con LA CONQUISTA DEL ESTADO, aunque sin que nos tratáramos
personalmente. José Antonio nos leía como nos leía Onésimo Redondo Ortega, engendrándose de la lectura la
mutua inteligencia.
No importaba que si pasáramos revista a nuestras filas las viéramos vacías y en situación precaria
nuestro periódico. No importaba, porque Ramiro preveía, cerrando los ojos a la realidad circundante, su futuro;
como yo contemplo aquel pasado, si me sumerjo en mis recuerdos. Tal vez su previsión era más nítida que mi
remembranza, pues la nostalgia de esa edad lejana me empaña el corazón y los ojos. Veo a Ramiro con un
jersey pajizo donde le habían bordado la gran garra hispánica, destocado del hongo con que se cubrió hasta el
anochecer en que visitara a don Francisco Cambó en el Hotel Ritz, juzgándole el ex ministro catalán como un
adalid en posesión de una férrea teoría peligrosa. Veo a Ramiro escribiendo con su caligrafía vibrante sobre
cuartillas de tamaño holandesa, pues apostaba que había de emborronar doble papel que nosotros en el
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
mismo tiempo. Le veo con su mechón hitleriano que era una provocación para los liberales y su metálica
mirada gris, mientras arrastraba las erres. Junto a Ramiro, Puértolas dictaba a Julita o a Emilia las crónicas
internacionales de Le Mois o de la revista Plans, y el manquito Leza charlaba con Vitorino, el Conserje. Veo
aquella Redacción en medio del tráfago de la Gran Vía como un hogar tranquilo o como una oficina con pocos
negocios y pocos visitantes. Cada sábado aparecía LA CONQUISTA DEL ESTADO con una voz estridente y
desafiadora, con un estruendo militar que desentonaba con la aparente placidez de nuestro contorno.
Dentro de nuestra sangre rebullía la tremenda congoja apocalíptica ante la hecatombe de la Patria
traicionada por los monárquicos y por los republicanos, por las izquierdas y por las derechas, por la burguesía,
por la aristocracia y por el proletariado. Ramiro Ledesma sabía a ciencia cierta que había de ser preciso el
holocausto de la juventud para levantar sobre el fango un Imperio. Porque los Imperios, como la humanidad,
nacen del barro si hay un hálito divino que aliente trágicamente su epifanía. LA CONQUISTA DEL ESTADO
fué, por tanto, la primera trinchera de la guerra actual, el primer parapeto, donde apenas quedan
supervivientes. Por eso las páginas siguientes que vais a leer, tienen apresto de arenga y de proclama y todas
se estremecen conmovidas por una ráfaga marcial.
Son alguna vez imprecisas y contradictorias como son así los alaridos de la pasión y del coraje en el
sublime trance de que nos encaramos con la muerte. Escritas en la época turbia del alboroto parlamentario y
palabrería socialdemócrata y masónica, emergen limpias y rutilantes como soles en esta atmósfera postrera de
nuestra guerra profetizada hace ocho años en LA CONQUISTA DEL ESTADO y que gracias a su triunfo nos
recompensa con el galardón que sólo nos corresponde. Con la convicción de que no luchamos en vano.
JUAN APARICIO
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
LA BATALLA AL SEPARATISMO
Su adscripción a una España unida, sin concesiones a los núcleos disgregadores de la periferia,
principalmente de Cataluña, proporcionó al periódico las primeras persecuciones. Es bien conocido cómo los
primeros gobernantes de la República estaban ligados con Maciá por fuertes compromisos. Una campaña
como la que iniciaba LA CONQUISTA DEL ESTADO moviéndose, no se olvide, dentro de la Revolución, en pro
de un aplastamiento revolucionario de los separatistas, tenía por fuerza que ser detenida por el Gobierno.
Maciá prohibió en toda Cataluña la circulación del periódico, excediéndose notoriamente en sus
atribuciones. Pero por más protestas que se hicieron ante Maura, entonces ministro de la Gobernación, fué
imposible su libre circulación en Cataluña. Unos cientos de ejemplares en fajas vueltas y dirigidos a
suscriptores, fueron los únicos que penetraron en Cataluña mientras se hizo la campaña anti-separatista, que
puede decirse tuvo casi la misma duración que el periódico.
Pero no se trataba sólo de Maciá. Desde la Dirección General de Seguridad, a cuyo frente se encontraba
entonces Galarza, también se dispusieron a desarrollar una acción gubernativa contra LA CONQUISTA DEL
ESTADO, naturalmente más a fondo y peligrosa que la organizada por Maciá.
La campaña en pro de la unidad de la revolución y de la unidad de España hizo que aumentase la
circulación del periódico y además que se acercasen a él algunos grupos de españoles deseosos de
complementar su eficacia. Con ellos inició Ledesma los primeros pasos de una posible organización,
destrozada por el Gobierno apenas nacida.
Estos grupos - no estarían formados por más de 18 ó 20 militantes -, lograron por entonces su primer
éxito, lo que dió con Ledesma en la cárcel. La cosa fué así: A los pocos días de las elecciones para las
Constituyentes, anunciaron su llegada a Madrid, en tren especial y con todo estruendo, los diputados catalanes
afectos a Maciá y a la Esquerra separatista.
Esto fué considerado en el periódico como una magnífica ocasión de manifestarse en la calle contra
tales elementos. Cuatro días antes de la fecha señalada para su llegada, comenzaron los preparativos, y
también las sospechas de la policía, que puso vigilancia al periódico. El plan consistía en colocar en la estación
del Mediodía dos o tres petardos, que debían precisamente estallar en unos coches del tren fronterizo a la vía
por donde entrase el de los diputados. A la vez, a la salida de la estación, se esperaba poder situar grupos
suficientemente numerosos para organizar una protesta lo más violenta posible. A este efecto, se redactaron
unas hojas, invitando al pueblo madrileño a la manifestación, que contenían grandes ataques al separatismo.
Los petardos los preparó un entusiasta unitario, viejo lerrouxista que veinticinco años antes había
luchado en Barcelona contra el separatismo. Era un gran tipo, hombre de vida difícil, comisionista de pocas
ventas, a quien demudaba el solo pensamiento de la disgregación española. Tenía más de 50 años, doblando,
pues, casi la edad al más viejo de los del grupo. Entre sus jóvenes camaradas estaba muy orgulloso,
satisfecho de representar un papel de militante neto, como uno más: El y otro compañero fueron los
encargados de colocar los petardos en los departamentos del tren, con arreglo al plan que antes hemos dicho.
Las hojas clandestinas se tiraron en una pequeña imprenta, no sin que se enterase, por imprudencia de
un redactor, el regente de la otra imprenta donde se hacía el periódico en la calle de Martín de los Heros. Este
regente vendía confidencias en la Dirección de Seguridad y comunicó en seguida a Galarza el hecho de que se
había impreso gran cantidad de hojas clandestinas contra Maciá y sus diputados. Además, aderezó la
confidencia con la afirmación de que había oído a los redactores de LA CONQUISTA DEL ESTADO que
preparaban una purga de ricino al propio Galarza.
Este no necesitó más, naturalmente, para proceder contra el grupo. Encontró la policía 20.000 hojas,
que guardaba en uno de los sótanos de su casa E. C., uno de los primeros adheridos a la política del periódico.
También, aunque no los descubrieron, pudo enterarse la policía de que se habían fabricado petardos - ella
suponía que bombas -, presumiendo, en fin, una terrible organización dispuesta a la violencia contra los
diputados separatistas.
Entonces ocurrió lo más pintoresco y es que a la vista de tales informes, dándose cuenta de lo
desagradable y desastroso que sería para ellas el ser recibidos en Madrid can protestas; prescindieron: del tren
especial, abandonaron la pretensión de entrar en Madrid espectacularmente, conformándose con hacerlo en
los expresos de viajeros, en dos o tres tandas y sin llamar mucho la atención. Fué, repetimos, el primer éxito de
los grupos afectos al periódico, bastando sólo, como hemos visto, docena y media de militantes para impedir la
arrogancia de los catalanistas triunfadores.
A consecuencia de ello, sin embargo, Galarza metió en la cárcel al director y recrudeció la persecución
policíaca contra el periódico.
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
actividades con motivo de la huelga y de la campaña contra la Telefónica debilitaron la caja del periódico en
unas 5.000 pesetas. Y represivo, porque en vista de la violencia con que se efectuó esa campaña, enlazándola
naturalmente, con la traición del Gobierno, que favorecía de un modo lacayuno los intereses yanquis, se
dispuso la Dirección de Seguridad a acabar con el semanario.
A más del encarcelamiento de Ledesma, lo que es lógico supusiese grave contratiempo, se recogía el
periódico de una manera sistemática, llevándolo la misma policía al Fiscal. Cinco semanas seguidas fu¿
procesado el director por diversos artículos, siempre relacionados con la Telefónica o con los separatistas.
PERIPECIA POLICÍACA
La vida de LA CONQUISTA DEL ESTADO se hizo de este modo imposible. La policía de Galarza no
esperaba a que los ejemplares fuesen al Gobierno Civil para sellar, sino que ella misma intervenía la edición en
la imprenta. El último número que salió de este modo, correspondiente al 25 de julio, se hacía en una imprenta
de la calle de Hernani, en los Cuatro Caminos, donde se presentó la policía cuando iba la tirada por los 2.000
ejemplares. Obligó a parar las máquinas y llevó a la Dirección de Seguridad un par de ellos para que fuesen
examinados. Dos agentes quedaron allí de vigilancia para impedir que se sacasen los demás y con tal rigor
ejecutaban su consigna, que no permitieron llevar a nadie ni un solo ejemplar. En vista de ello los grupos
afectos al periódico entraron en la imprenta escalando una tapia por la parte trasera del edificio, que daba a
unos desmontes, y por allí huyeron con los dos mil ejemplares, no sin reducir primero a los agentes, que
callaron luego prudentemente la faena.
En esas condiciones, como es natural, la publicación de LA CONQUISTA DEL ESTADO era a todas
luces imposible.
El 25 de julio suspendió nada voluntariamente su salida, que reanudó luego en segunda etapa el día 3
de octubre siguiente.
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
El sábado anterior a los incendios de conventos había publicado LA CONQUISTA DEL ESTADO a toda
plana una carta revolucionaria dirigida al Comandante Ramón Franco. En ella se le incitaba a proseguir su ruta
por el camino de la revolución, si bien para extraer de ésta tanto su dimensión social, como la dimensión
nacional española, la grandeza de la patria.
Esa carta con gruesos titulares ocupaba toda la primera plana del periódico, dándole un aspecto
sensacional.
La tarde del día de los incendios, llena la Gran Vía de masas revolucionarias y de enormes multitudes,
creyeron los redactores que era una ocasión magnífica para propagar el número, aprovechando su
oportunidad. La cosa tenía, sin embargo, algún riesgo; porque LA CONQUISTA DEL ESTADO era calificada
por muchos de «fascista», sobre todo por los comunistas y su prensa.
No obstante y como no se encontraron con rapidez vendedores, salió la propia Redacción en pleno, con
la mecanógrafa administrativa y el conserje y en menos de una hora vendieron cerca de 5.000 ejemplares sin
el más mínimo incidente.
La acción de los incendiarios el día 11 de mayo produjo, naturalmente, cierto estupor en muchos
sectores. A los dos o tres días, en parte orientados por la carta a Franco, y en parte buscando en la
organización que postulaba
el periódico una posible bandera, se presentaron a hablar con Ledesma unos cuantos aviadores, entre
ellos Ruiz de Alda, el capitán Iglesias, actual organizador de la Expedición al Amazonas, Escario y alguno otro.
Mostraron y hasta firmaron su adhesión a la política del periódico, pero sin más consecuencias.
SU SIGNO HISTÓRICO
¿Bajo qué signo histórico cabe apreciar y enjuiciar la publicación de LA CONQUISTA DEL ESTADO? Ya
hicimos alusión a las circunstancias en que nació y tuvo que desenvolverse. Ante la avalancha demoliberal de
1931 ese periódico que aparecía totalmente inmunizado contra toda bandera liberalburguesa se dió cuenta de
que le estaban vedadas las eficacias de carácter inmediato. Ledesma Ramos decía por ello, frecuentemente, a
sus camaradas los redactores que debían tener conciencia clara de que por el momento las ideas de LA
CONQUISTA DEL ESTADO no podían plasmar de un modo victorioso. Y que el destino del periódico en tal
coyuntura, sería el de batirse en guerrilla e incluso perecer como publicación. Pero que tiempos vendrían en
fecha no lejana, recogiendo el espíritu y la eficacia de sus luchas.
La situación dramática del periódico y del grupo consistía en que permaneciendo desde luego en
oposición al viejo Estado monárquico entonces agonizante, estaba asimismo en radical disconformidad con el
espíritu que informaba a las fuerzas republicano-socialistas encargadas de sustituirlo.
LA CONQUISTA DEL ESTADO significaba el auténtico nacimiento de un espíritu político y social nuevo
en la juventud española. Como toda cosa recién nacida, tenía delante un posible período de vacilaciones, de
equivocaciones, de provisionalidad si se quiere.
Lo primero que hoy advertimos, repasando su colección, es ese carácter suya de cosa aun no madura
que busca precisamente llegar a desarrollarse con el maximum de lozanía en el futuro.
Es evidente que en cualquier otro momento histórico que hubiese surgido, habría encontrado una
atmósfera más propicia, menos inclemente. Pero nacer en una coyuntura como la que ofrecía España en abril
de 1931, estando en desacuerdo con el régimen que se extinguía y en desacuerdo también con los que lo
derrocaban, equivalía naturalmente a desplazarse del plano de las eficacias inmediatas.
El periódico, sin embargo, no abandonó su misión. Pudo haberse embarcado con alguna de las
tendencias que entonces existían o por lo menos seguir el mismo destino de los grupos a quienes ayudó y
sirvió de flanco. Pero tuvo la honradez y la conciencia histórica de no hacerlo. Sostuvo, sí, campañas
convergentes con los sindicalistas, con las actividades revolucionarias de Franco, etc., etc., mas no se
identificó ni podía identificarse, a menos de traicionar su signo con ellos, ni tuvo el menor propósito de extraer
del río revuelto revolucionario la más mínima ventaja a costa de su propio ser.
Que en efecto llevaba dentro eficacias considerables y que representaba de veras con su adscripción a
la doble empresa nacional y social fusionadas y fundidas en una sola, una voz de gran futuro, lo demuestran
los hechos posteriores, ya que es innegable que este periódico constituye el foco inicial de los movimientos
luego señalados y destacados como fascistas. Y lo demuestra también que hoy su mismo vocabulario y las
organizaciones a que dió vida predominan en la juventud y vayan extendiéndose a otras zonas sociales más
amplias.
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
AFIRMACIÓN NACIONAL
Frente al interior desquiciamiento que hoy presenciamos, levantamos bandera de responsabilidad
nacional. Nos hacemos responsables de la historia de España, aceptando el peculiarísimo substrato nacional
de nuestro pueblo, y vamos a la afirmación de la cultura española con afanes imperiales. Nada puede hacer un
pueblo sin ninguna previa y radical exaltación de sí mismo como excelencia histórica. ¡ Que todo español sepa
que si una catástrofe geológica destruye la península o un pueblo extranjero nos somete a esclavitud en el
mundo, dejan de realizarse valores fundamentales ! Más que nunca, la vida actual es difícil, y hay que volver
en busca de coraje a los sentimientos elementales que mantienen en tensa plenitud los ánimos. El sentido
nacional y social de nuestro pueblo - pueblo ecuménico, católico -, será éste: i El mundo necesita de nosotros,
y nosotros debemos estar en nuestro puesto !
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
EXALTACIÓN UNIVERSITARIA
Somos, en gran parte, universitarios. La Universidad es para nosotros el órgano supremo - creador - de
los valores culturales y científicos. Pueblos sin Universidad permanecen al margen de las elaboraciones
superiores. Sin cultura no hay tensión del espíritu, como sin ciencia no hay técnica. La grandeza intelectual y la
preeminencia económica son imposibles sin una Universidad investigadora y antiburocrática.
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
NUESTRA ORGANIZACIÓN
Nacemos con cara a la eficacia revolucionaria. Por eso no buscamos votos, sino minorías audaces y
valiosas. Buscamos jóvenes equipos militantes, sin hipocresías frente al fusil ni a la disciplina de guerra.
Milicias civiles que derrumben la armazón burguesa y anacrónica de un militarismo pacifista. Queremos al
político con sentido militar, de responsabilidad y de lucha. Nuestra organización se estructurará a base de
células sindicales y células políticas. Las primeras se compondrán de diez individuos, pertenecientes, según su
nombre indica, a un mismo gremio sindical. Las segundas, por cinco individuos de profesión diversa. Ambas
serán la unidad inferior que tenga voz y fuerza en el partido. Para entrar en una célula se precisará estar
comprendido entre los dieciocho y cuarenta y cinco años. Los españoles de más edad no podrán intervenir de
un modo activo en nuestras Falanges. Inmediatamente comenzará en toda España la organización de células
sindicales y políticas, que constituirán los elementos primarios para nuestra acción. El nexo de unión es la
dogmática que antes expusimos, la cual debe ser acertada y comprendida con integridad para formar parte de
nuestra fuerza. Vamos al triunfo y somos la verdad española. Hoy comenzamos la publicación de nuestro
periódico LA CONQUISTA DEL ESTADO, que primero será semanal y haremos diario lo antes posible.
Las adhesiones, así como la solicitación de detalles explicativos, deben enviarse a nombre del
presidente, a nuestras oficinas, Avenida de Dato, 7, Plaza D, Madrid. Ha de consignarse en ellas con toda
claridad el nombre, edad, profesión y domicilio.
EL COMITÉ ORGANIZADOR
Presidente, Ramiro Ledesma Ramos; Ernesto Giménez Caballero, Ricardo de Jaspe Santomá, Manuel
Souto Vilas, Antonio Bermúdez Cañete, Francisco Mateos González, Alejandro M. Raimúndez, Ramón Iglesias
Parra, Antonio Riaño Lanzarote, Roberto Escribano Ortega ; Secretario, Juan Aparicio López.
(Mes de Febrero de 1931.)
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
-Farsa. Farsa. Supuse que Franco haría algo atrevido. Fuí, como curioso, al cuartel de la Montaña. Un
señor jefe, sobre un caballo, caracoleaba, arrogante. Unos soldados tomaban posiciones en los jardinillos... Ya
lo sabe usted : no ocurrió nada.
-¿ Y en provincias?
-Sí; en provincias la cosa salió más movida. En San Sebastián, por ejemplo, hubo pasión, disparos; hay
condenados a muerte... A propósito de San Sebastián ; poco después de los sucesos vino a verme el pintor
Echevarría. Charlamos ; de pronto, me preguntó : -¿Usted conoce a Basozábal ? -No, yo no le conozco.
-Pues en su novela El gran torbellino del mundo habla usted de un comunista Basozábal. -iAh, sí!-
contesté asombrado-; le aseguro que escribí Basozábal como pude haber escrito Sarozábal, o Isazábal o
Charandieta... -¡ Qué casualidad ! Resulta que existe un comunista del mismo nombre y tomó parte activa en lo
del Gobierno civil ; le quieren quitar la vida; es un viejecito con bar. ba blanca.
-¿Usted cree que el comunismo... ?
-Creo que hoy hay en España el mito comunista como bandera, como enseña, y este mito ha de tener
avatares innúmeros y una eficacia como mito indudable. ¡ El comunismo en España ! ¿Quién imagina lo que
sería? Quizá desaparecerían en seguida los cuarenta mil automóviles de Madrid ; se volvería al campo. Aquí
está el gran problema...
-¿Usted se siente ligado a la tierra?
-Muchísimo. También me siento un poco comunista en bastantes cuestiones. Yo, ciudadano- no, no ; me
repugna este sucio nombre -, habitante de una parte del Bidasoa, considero una estafa que un señor
cualquiera se apropie particularmente de la energía de los saltos de agua. Agua comunal, de todos; de los
montes, del cielo. En Vera, aprovechando la corriente del Bidasoa, trabajarían varias industrias muy
reproductivas para el pueblo.
-¿Decía usted de los campos?
-Los campos y los pueblos; se van despoblando, desplazando sus gentes hacia la ciudad, hacia las
capitales. El zapatero pueblerino emigra, busca una clientela más amplia y más selecta. El chófer o el
mecánico, un jornal mayor o las diversiones. Los pueblos quedan exprimidos. A los forasteros que van allá les
parecen sosos. Sucede como en los baratillos de libros viejos, donde cada parroquiano se lleva lo mejor del
tenderete y sólo queda la basura.
-¿Los obreros, flojos acaso?
-No, todo lo contrario. Llamó basura a los embrutecidos; a los que trabajan dieciséis horas seguidas su
pequeña parcela para ahorrarse estúpidamente un billete de quinientas pesetas, que tampoco aprovechan,
porque el cura, cual el eunuco de un harén, se lo prohibe todo : cinematógrafo, teatros, civilización... Algún día
se darán cuenta de su primada. Comprenderán que el burócrata de la ciudad trabaja tres o cuatro horas diarias
y la goza, el doble.
-¿Ese día?
-Está muy lejano aún.
-¿ Mientras tanto?
-¡ Ah ! Mientras tanto, no lo sé. Ven difícil la solución. Para mí el único plan es estar al acecho. Tal vez
un remedio heroico fuera el de purificar el Ejército, limpiarlo, hacer de él algo así como un ejército rojo. Con el
otro Ejército y con la pulcritud de los republicanos, la República, de proclamarse, sería de opereta. Discursos
en el Parlamento y cuarteladas de generales.
-¿ Entonces?
-Esperar. Falta el impulso violento, enérgico, embalado ; en fin, nuevo, creador y duradero. ¿Quién lo
dará? No lo sé. Lo de más es farsa y pedantería. Hace veinte años hablé yo como radical en un mitin de la
calle de Atocha, y dije, como hubiera dicho ahora, que no era apenas republicano, que era partidario de una
dictadura centralista y de carácter social. Me sisearon. Luego habló el terrible socialista García Cortés
elogiando el federalismo y la democracia, y fué ovacionado y ensalzado. “¡ Qué hombre!”, decían todos. Hoy
este señor forma en las puras huestes del conde de Romanones.
............................................
Falta el impulso violento, enérgico, embalado ; en fin : nuevo, creador y duradero. ¿Quién lo dará? Lo
daremos nosotros, Pío Baroja, admiradores suyos. De usted - sosías de Lenin -, superviviente y liberado de la
trifulca en marcha. Que si un día de humor divertido proclamó la Constitución de su República «sin moscas, sin
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
frailes, sin carabineros», otro día de ambición más honda - en la fabril Bilbao -- nos dictó estas consignas
magníficas que aprendimos
Hay que crear una solidaridad social que dé siempre una impresión de fuerza y de unión, y esta
solidaridad no se puede constituir más que a base de ideal, de jerarquía y de disciplina.
JUAN APARICIO
(14 de Marzo de 1931, núm. 1.)
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
Es, sin duda, triste lo que acontece con esta entidad cultural. La tristeza indecorosa que protesta de su
caducidad haciendo tonterías. El Ateneo tiene en su haber histórico una dedicación auténtica) al servicio de la
cultura superior de España. Hasta hace quince o veinte años, las conferencias de su salón y los cursillos de
sus cátedras constituían de seguro la cima de los valores intelectuales. Todo es hoy distinto. El Ateneo, con su
estructuración anacrónica y sus resabios antiguos, no significa ya nada positivo en la vida española. No por
culpa de estas o aquellas personas, de esta o aquella orientación, sino por algo más hondo, que afecta a la
fatalidad de las edades. El Ateneo ha perdido el contacto con los tiempos y vive una vida estelar, junto a una
galería de retratos familiares, creándose artificiosamente su universo y adorando los viejos mitos del viejo siglo.
La tarea intelectual de alto velamen se ha polarizado felizmente en España en otro género de
organismos, que ahí están, a la vista de todos, satisfaciendo sus tributos de creación. Gracias a ellos, la
decadencia intelectual y física del Ateneo no supone la de nuestras actividades culturales. Estos organismos
nacieron de frente a los valores fundamentales de la cultura, y son hoy la garantía de que España dialoga con
acento firme en los pugilatos supremos de la Inteligencia. No es preciso citarlos, porque todo el mundo conoce
el amplio cerco de su sombra. Así el resurgir del espíritu universitario. Así esos otros centros que se llaman
Centros de Estudios Históricos, Laboratorios de Investigaciones físicas, Seminario Matemático, Instituto Cajal,
Sociedad de Cursos, Seminario de Estudios internacionales, etc., etc.
¿ Y los estudios superiores de Política?, se me dirá. El Ateneo ha mostrado en los últimos años un afán
incontenible por la política. Nadie puede censurar esto, en sí, porque la Política es cela más noble de las
preocupaciones humanas». Pero, cuidado, no se olvide que ello coincidía en el Ateneo con su agotamiento
para las genuinas y valiosas funciones adscritas a su historia. Y tenía que llegarse a esto de ahora,
espectáculo triste y de palidez, que tanto nos duele a los que somos poco amigos de contemplar desnudeces
en ruina. Al rodar los temas políticos por el Ateneo, no había cuidado, pues, de que nadie pretendiese situarlos
en serio como aconteceres históricos, exclusiva función propia del intelectual. Del Ateneo no ha salido ni una
idea universal ni un síntoma de que el sentido de los nuevos tiempos era allí comprendido. En vez de eso, el
Ateneo, en presencia de los hechos culminantes de estos años - Gran guerra, pujanza de los yanquis, fascismo
italiano, revolución soviética -, ha hecho un deplorable papel. Era ello inevitable. Agotadas para el Ateneo las
posibilidades creadoras, tuvo que refugiarse en los dominios de un pasado, del suyo. Especuló - y especula -
con su haber histórico, mostrando a España cuánto le debe como centro cultural, implorando así la limosna de
su crédito.
Pero hay más. Lo que hace traigamos a esta sección de deshacedores al viejo Ateneo: Hoy la influencia
directriz del Ateneo es nefasta para el pueblo español. Vive anclado, como dijimos, en 1930, con sus valores
progresistas. Todavía allí se grita con emoción eso de «¡Somos progresistas!». Pero como sólo gritan, sin
cuidarse lo más mínimo de progresar, se encuentran de pronto rezagados, midiendo los pasos del cangrejo,
esto es, retrógrados. Da pena que en la vida española sean todavía posibles estas falacias de la reacción
demoliberal. En los grandes días del actual Ateneo, cuando hay gran discurso montaraz, se forman en la
puerta unas colas de hombres del pueblo. Siempre he identificado estos actos en que se sirve al pueblo con
crueldad fría la morbosa y rutinaria prédica con la función adscrita a la literatura pornográfica.
Si uno redujese su cultura política a lo que se dice y se oye en el Ateneo, seguiría creyendo que nada ha
acontecido en el mundo desde la Gloriosa. La vida universal del último cuarto de siglo no ha suscitado
problemas nuevos ni hecho desaparecer los antiguos, según la concepción ateneística. Algunos jóvenes que .
allí - lectores por lo menos de Marx - se salen un poco de esa vulgaridad; pero es lo cierto que predomina en el
Ateneo el viejo espíritu podrido del siglo XIX, y esos jóvenes, aunque guiñen el ojo, como quien no se deja
engañar, a la postre resultan vencidos, entregados con disciplina a los imperativos del ambiente.
En fin, creemos que el Ateneo representa hoy en la vida española un tope y un tópico. El tope impide la
marcha, no deja hacer, retiene a los españoles en tareas desvanecidas. Deshace, en una palabra. El tópico es
hacer creer a la gente que allí hay finos intelectuales que pulsan la más leve vibración de los nuevos tiempos.
Entidad retrógrada, reaccionaria: el Ateneo. He aquí la verdad pura.
R.- L. R.
(14 de Marzo de 1931, núm. 1.)
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
A la cultura humanista del XVII, toda extensión y superficialidad, ha sucedido una orientación jurídica y
formalista, que llena toda nuestra Universidad, constituye el alma de toda nuestra Administración y de casi
todas nuestras clases liberales y se extiende como niebla impalpable, pero cegadora, por todo el país. En
España no hay sino abogados, o como yo digo, leguleyos. Habrá un ingeniero, un comerciante, un militar que
no lo sea, pero en el alma de todos ellos está la influencia del hermano o del padre que lo es, la lectura de la
Prensa escrita por leguleyos y el deseo más o menos apagado de serlo ellos también.
Y si esto es así, y una estadística nos podría decir con científica precisión el formidable porcentaje de los
leguleyos que llena nuestra Prensa y nuestra literatura y da ritmo y, por lo menos, apariencia de representación
a la vida nacional, ¿qué de extraño tiene que en España no se vean sino problemas jurídicos, que todo se
atribuye a defectos legales, que todo se quiere corregir con transformaciones del aparato legal? ¿No es lógico
que un hombre que se educó no viendo otra realidad que la de los códigos, que con esa literatura jurídica se
ha hecho rico, se ha hecho popular o se ha hecho director de la vida del país, piense honradamente que todo
se arregla con el cambio de una ley en otra, o a este régimen jurídico en el de más allá?
De aquí el juicio un tanto pesimista de mi opinión. El mal de España es algo estructural, es defecto de
visión y de formación. Mientras no transformemos la Universidad, mientras no llevemos
a nuestro pueblo por los caminos de la dura realidad, aquí no se hablará sino de la República o de la
Monarquía, y no se pensará sino que un pobre hombre, llámese Alfonso, llámese Niceto, tiene la culpa de toda
nuestra desgracia, porque ha envenenado las aguas de nuestra vida.
ANTONIO BERMÚDEZ CAÑETE
(14 de Marzo de 1931, núm. 1.)
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
Quizá se asusten de nosotros las gentes pacatas y encogidas. No nos importa. Seremos bárbaros, si es
preciso. Pero realizaremos nuestro destino en esta hora. La sangre española no puede ser sangre de bárbaro,
y en este sentido nada hay que temer de nuestras acciones bárbaras.
Vamos contra las primordiales deserciones de la generación vieja y caduca. Esa generación que durante
la guerra europea hizo que España cayese en la gran vergüenza de no plantearse en serio el problema de la
intervención, al lado de los grandes pueblos del mundo. ¡ Guerra a los viejos decrépitos por no ir a la guerra !
La generación maldita que nos antecede ha cultivado los valores antiheroicos y derrotistas. Ha sido infiel
a la sangre hispana, inclinándose ante el extranjero con servidumbre. i Esto no puede ser, y no será !
Hoy hay que emplear el heroísmo dentro de casa. i Nada de alianzas con los viejos traidores !
El nervio político de las juventudes no puede aceptar los dilemas cómodos que se le ofrecen. La
revolución ha de ser más honda, de contenidos y estructuras, no de superficies. Los viejos pacifistas y
ramplones quieren detenerlo todo con el tope de los tópicos. Fuera con ellos !
Volvamos a la autenticidad hispana, a los imperativos hispanos. A un lado, el español nuevo con la
responsabilidad nueva. A otro, el español viejo con la vieja responsabilidad de sus plañidos y sus lágrimas.
(21 de Marzo de 1931, núm. 2.)
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
El espíritu ascético, hispano, de eficacia luchadora y activa, que brota de la pluma de Unamuno, es el
mismo que hoy en Europa sostiene el entusiasmo de cientos de miles de hombres, armas en mano frente a los
viejos tópicos y las viejas inepcias. Es el espíritu que nosotros quisiéramos ver triunfante aquí, para batir toda
la tontería suelta que por ahí andan buscando resquicios cobardes que la hagan dueña de los mandos.
Contra esta tontería usurpadora, Unamuno dice:
«Hay que contestar con insultos, con pedradas, con gritos de pasión, con botes de lanza. No hay que
razonar con ellos. Si tratas de razonar frente a sus razones, estás perdido.
»Mira, amigo: si quieres cumplir con tu misión y servir a tu patria, es precise que te hagas odioso a los
muchachos sensibles, que no ven el universo sino a través de los ojos de su novia. O algo peor aún. Que tus
palabras sean estridentes y agrias a sus oídos.»
Nosotros desafiamos a Europa para que nos diga si entre sus escritores, entre sus hombres de espíritu,
a quienes tienen como antecedentes inmediatos de sus gestas actuales, hay nada de tan ajustada emoción y
de tan preciosa grandeza como estas frases de Unamuno, escritas, repetimos, en 1908. Cuando nadie hablaba
ni podía hablar de soviet, de fascismo, ni de empresa alguna violenta y genial de los viejos pueblos europeos.
Y dice más Unamuno:
«Y, ante todo, cúrate de una afección terrible que, por mucho que te la sacudas, vuelve a ti, con
terquedad de mosca: cúrate de la afección de preocuparte cómo aparezcas a los demás.»
Esto último, sobre todo, para el ambiente español enrarecido, es de una oportunidad magnífica. Aquí,
cuando brota algo nuevo, aunque proceda del centro mismo vital de las gentes, se le ahoga en ridículo. Se le
combate con el ridículo. Pero, i ah, viejos peces contumaces ! Las falanges jóvenes de LA CONQUISTA DEL
ESTADO vienen inmunizadas para el ridículo. Con careta eficaz y resistente.
RAMIRO LEDESMA RAMOS
(21 de Marzo de 1931, núm. 2.)
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
La abandonada infancia de Oriani, muerta su madre, recuerda a la del pobre Costa, debiendo trabajar
como campesino y en crisis económica y familiar constante.
Costa y Oriani estudian ambos jurisprudencia.
El Romañola en la Universidad dell'Orbe, Costa, en Institutos provinciales de Aragón, antes de llegar a la
de Madrid.
A Costa, por su figura maciza, ciclópea, voluntariosa, miguelangelesca, le llamaban: Joaquinón. O el
chiflado de Graus. A Oriani, con las mismas causas: -Textone. Y el matt de Castell.
El Romañolo y el Aragonés fueron de una actividad frenética en el estudiar. Igualmente ambos, tras
largos períodos de lectura, silencio y soledad, se presentaban a pequeños círculos de amigos y pasaban horas
seguidas perorando encendidamente. Oriani (Otton), en el café Vespignani o en la Trattoria Piscoeti. Costa
(joaquinón), en los cafés o fondas de Zaragoza, de Madrid.
La fama de ambos no llegó a pasar - en regir - de estos círculos estrictos. Cuando a Oriani, 1892, le
quisieron presentar diputado por su pueblo propio un grupo de amigos de Faenza, obtuvo un triste fracaso.
Cuando a Costa, otro grupo de paisanos le quisieron sacar diputado por su propia tierra, en 1896,
también le acompañó otro fracaso.
Y cuando Costa, el 8 de febrero de 1911, dejaba de existir en su villa natal, el duelo pareció conmover a
todos. Pero al día siguiente estaba olvidado. Igual que le ocurrió a Oriani, cuya muerte hizo fuerte impresión
momentánea. Pero, como su obra se desconocía, quedó en el olvido de la tumba al siguiente día.
Y, sin embargo, Costa y Oriani habían sido los dos mayores políticos, los dos mejores espíritus
proféticos y orientadores de un cierto y real porvenir patrio.
PREVIDENCIA Y PRESENCIA POLÍTICA. - No fué la misión de Costa y de Oriani en la vida de España
y de Italia la presencia, sino la previdencia política.
De la vida de Oriani se ha hablado como de una tragedia, un fracaso (Luigi Donati : «D'Oriani», Taddei,
1919). Asimismo, a Joaquín Costa se le ha llamado «el gran fracasado» (Ciges Aparicio, Madrid, España-
Calpe, 1930).
Por qué fracasó? ¿Por qué fracasados? i Ah ! ¿Por qué sus ambiciones y planes no se realizaron en
ellos mismos?
Acaso Dante, Fóscolo, Alfieri vieron cumplidos sus anchos y conmovedores programas patrios?
Destino de héroes, de profetas : soledad, renuncia, y resurrección un día.
¿Qué día? Ese día-27 de abril de 1924-en que a Alfredo Oriani le dice el Duce de La Rivolta Ideale
Italiana en la «Marzia al cardello» : «Cuantos más años pasan, y pasan las generaciones, tanto más
resplandece este astro luminoso, aun en aquellos tiempos que parecían más oscuros. En aquellos tiempos en
los que la política «casera» padecía la obra maestra de la sabiduría humana. Alfredo Oriani soñó el imperio;
en. tiempos en que se creía en la rlaz universal perpetua, Alfredo Oriani advirtió grandes turbulencias
inminentes que habrían de sacudir los pueblos del mundo ; en tiempos en que nuestros dirigentes exhibían su
debilidad más o menos congénita, Alfredo Oriani fué un exaltador de todas las energías de la raza...
»Nos hemos nutrido de aquellas páginas, y consideramos a Alfredo Oriani como un poeta de la Patria,
como un anticipador del fascismo, como un exaltador de las energías italianas. Me atrevo a afirmar que si
Alfredo Oriani estuviese aún entre los vivos, habría ocupado su puesto a la sombra de los gloriosos gallardetes
de Littorio. »
Y ante Oriani han depositado ya su ofrenda intelectual, política, los mejores espíritus de la nueva Italia:
Cherra, Croce, Prezzolini, Borghese, Papini, Gentile, Giuilian, Ceochi, Federzoni, Misinoli, Ojetti, Brocche,
Cardelli y otros.
Joaquín Costa, recordado, desde que murió, por los más finos espíritus españoles en varias ocasiones
(Unamuno, Ortega y Gasset, Azorín, Baroja, Andrenio...), adquirió consistencia de mito nacional cuando Primo
de Rivera - el 19 de septiembre de 1929 - se declaró su seguidor, aspirando a ser «el cirujano de hierro»
(previsto por el patriota aragonés), inaugurando a su memoria un monumento que no lograron inaugurar nunca
las «fuerzas republicanas de izquierda», que le tenían por suyo. En torno al acto del dictador español,
periódicos y libros evocaron, ensalzaron y combatieron la figura costiana, hasta hoy mismo, que sigue siendo
un tema actual en la pluma de Eugenio d'Ors.
______________
Los intelectos demoliberales han querido denunciar que ni Oriani, en Italia, significó un antecedente del
fascismo ; ni Costa, en España, un antecesor del cirujano de hierro.
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
Para ello se basan en las vacilaciones circunstanciales y «de su tiempo» de ambos escritores. Fueron
republicanos, blasfemaron crudamente, exaltaron el más puro liberalismo- afirma-. Nada tienen, pues, que ver
con políticas imperiales, nacionales y violentas.
«¿Costa es un enigma? - se pregunta Dionisio Pérez en un libro recién aparecido (Madrid, Ciap., 1930) -.
¿ Fué un revolucionario, fué un oligarquista?»
Costa, como Oriani, fué un crepúsculo rodeado de oscuridades y difícil de distinguir en tal luz vesperal la
nitidez de los objetos de su mundo.
Si Costa se refugió en los últimos años de su vida en un partido republicano y de oposición fué por la
desilusión de sus fracasos vitales, presenciales. Vivía para el futuro. Ni la mujer vio, como Oriani, «il nenico».
No logró un hogar. En las políticas de partido vióse derrotado por los politicantes... i Qué gran amargura Su
resurgimiento le impulsó a la oposición : El, que se creía nacido para dictar en España. (¿Estará ya en esta
fase sentida, decadente, el gran profeta heredero de Costa, el magno arbitrista hispano, nuevo soñador de
imperios, José Ortega y Gasset? Hay muchos indicios para temerlo.)
EL IMPERIALISMO DE COSTA. - La época de Costa en España no puede ser más frágil y decisiva.
Reducido el inmenso Imperio hispánico a sus últimas posesiones en las Antillas, Joaquín Costa veía la asfixia
que se venía encima de su Patria.
Con un sentido heroico y desesperado, intentó explanar una política todavía de gran estilo.
Como Orian,, se declaró «africanista» entusiasta. Antes de que Francia, Italia y Alemania se decidiesen
a intervenir ampliamente en el continente negro, ya Costa había dado la voz de alarma incitando a una política
navalista y transfretana para derivar a África el alma imperial de la antigua España.
REPLEGAMIENTO DE COSTA A UN IMPERIO INTERNO. - La derrota de España por los Estados
Unidos, con la pérdida de sus últimas colonias americanas, en 1898, sumió al país en un estertor «casi sin
pulso» -según la frase de un político-. El único que en tan terrible crisis no perdió la fe y la voz fué Joaquín
Costa. -
Renunciando ya a toda nueva aventura exterior, proclamó el «echar siete llaves al sepulcro del Cid» y
emprender una activa Y generosa política de reconstrucción interior. (La figura del Cid es puesta en signo
político por Costa. De Costa arranca la obsesión cidiana de un Menéndez Pidal. el filólogo del 98.) Cuatro
siglos de guerras continuas habían dejado a España sin caminos, sin agricultura, sin industria, sin víveres, sin
instrucción, sin hombres. En fórmulas elementales de fácil comprensión popular, Costa concretó las reformas
necesarias: «Despensa y Escuela». «Europeización». «Patria feliz». «Política del ochavo». «Ejército y Guardia
civil, no militarismo». . «Maestro sacerdote». «Embalses, caminos». Y la «revolución desde arriba» con un
«cirujano de hierro». Costa presagió la dictadura en muchas ocasiones. Llegó a constituir para él esta forma de
gobierno una necesidad casi psicológica - según dice uno de sus recientes comentaristas.
Abominaba la «política de partidos» que en torno al fantasma trino de la libertad de prensa, el orden
público y las leyes electorales, olvidaban al país, al pobre pueblo dominado.por el «cacique», o sea el
instrumento del nuevo feudalismo oligárquico, clavado en el mismo corazón nacional.
GERMINACIÓN DEL COSTISMO. -Las ideas de Costa fueron germinando. Escritores y políticos se las
fueron apropiando. Costa-amargamente-se vio preterido, robado, y su muerte fue casi una expiación de su
ambición personal de realizar en vida su propio programa.
______________
Pero Costa había dibujado un tipo de político y un tipo de gobernante. Un hueco, que fue precisándose
hasta la necesidad inmediata y urgente de ser rellenado. Cuando Primo de Rivera da su golpe de Estado en
1923, no trae otro programa que el de Joaquín Costa : Reconstrucción y pacificación interior, terminar con la
infausta guerra marroquí antes de que cueste más sangre y dinero ; construcción de caminos, escuelas,
embalses ; protección de la industria nacional ; atracción de extranjero (turistas) para que ayuden a la
«europeización» de España. Y para todo esto una política de acción directa, sin partidos, con cirugía de hierro.
Desde luego, no fue el golpe de Estado de Primo de Rivera la «Rivolta ideale» colectiva que soñara
Costa. El pueblo apenas participó. Las clases intelectuales se apartaron desdeñosas, sin colaborar en ese
«costismo activo».
El fracaso final de Primo de Rivera-cuya muerte solitaria recuerda la de su progenitor ideal -, deberá
explicarse por esta ausencia de masas y colaboraciones en su obra. Y, en parte, por no haber sabido alternar
con esa política de reconstrucción entera otra de relaciones exteriores que activase fuertemente la circulación
de España por el mundo. Las dos Exposiciones Ibero-Americanas fueron un esfuerzo insuficiente, anacrónico y
mal calculado. Pero, a pesar de todo, hay que ver no sólo en la dictadura de Primo de Rivera, sino en las
corrientes políticas de España desde el 98 hasta hoy, la influencia decisiva de Joaquín Costa. No logró ni él ni
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su ejecutor la «Rivolta ideale» que lograron para Italia un Oriani y un Mussolini. Quizá era imposible. Ya que la
historia de Italia va, en cierto modo, a contrapelo.
Italia va desde una desmembración a una unidad. España va desde una unidad a una desmembración.
En Italia, una política de entusiasmo y creación es posible. La unidad es un ideal joven y nuevo, para todos
sagrado, conmovedor. En España sólo era posible una política de tenacidad y de conservación. El ideal de
mudar va dejando de operar arrebatos patrióticos y eficaces.
Esa diferencia de contrapelo histórico es la que puede haber entre un Oriani y un Costa.
Costa fué el profeta y el titán de una agonía nacional. Oriani, de una aurora. Ambos: de dos crepúsculos
de contrario signo. Pero aun en este cruce contrario, España e Italia dan su nota fraterna, su figura homóloga,
sus profetas semejantes.
España, muerto Costa, muerto su sedicente ejecutor, vuelve a entrar en más densa penumbra, en una
oscuridad de noche.
A los españoles no nos puede sino esperar una nueva y próxima aurora. Si es que puede todavía soñar
con jóvenes¡ auroras la vieja y fatigada España.
LA NUEVA AURORA. - Eugenio d'Ors está en estos días intentando bosquejar un nuevo rey-muerto el
rey, un nuevo profeta ; muerto el profeta, un nuevo Costa.
Ignoro si sus prefiguraciones pueden ser un coqueteo ante el espejo y si aspira a la candidatura.
No por espíritu de casta -ni de Costa-, sino por otras razones, me parece que es de la línea Unamuno,
Ortega, quizá del propio Ortega, de quien hay que esperar el nuevo incitador, el nuevo gran arbitrista, el futuro
«gran fracasado», pero creador de una vigencia nacional.
Hay en Ortega aleteos imperiales muy comprometedores. Hay en él también los yerros tácticos de todo
profeta, que no acierta a salvar el trecho del dicho al hecho. Pero si la aurora ha de surgir en una España joven
y nueva, habrá de ser superando al Costa de las llaves del Cid, al Costa internista y de pie en casa. i Liberando
esas llaves de un sepulcro podrido! i Y exterminando toda prudencia senil, conservadora, doméstica! i Dando
violencia y sangre al pulso exangüe de la España sin pulso ! Nosotros también esperamos-febriles-al nuevo
Costa, bien cuajado, de España, que la dé su «revolución ideal».
ERNESTO JIMÉNEZ CABALLERO.
(21 de Marzo de 1931, núm. 2.)
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gerifaltes de 1915 intentan influir sobre los recién venidos, incluyéndolos en la órbita exhausta de una querella
rencorosa. Aquí encuentro una dolosa estafa ; un cuño falso, el ensayo de un timo. A la generación 1930, que
palpita y parte disparada a una convulsión profunda, cósmica, visceral, la detienen voces opacas «Ningún paso
adelante-antítesis del grito cromweliano-. Sois románticos; entreteneos con monsieur Mirabeau ; vamos a
rescatar nuestros derechos ; venid a clase ; acaso bastará la caída del Capeto.. . »
La carcajada revolucionaria de un fauno ulula desde la Plaza Roja.
JUAN APARICIO
(21 de Marzo de 1931, núm. 2.)
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Queremos y pedimos el más implacable- examen de las influencias extranjeras en nuestro país y su
extirpación radical.
A eso venimos nosotros. A difundir estos afanes hispánicos y a llevarlos al triunfo. Por todos los medios.
Los que crean que deben ayudarnos, que se inscriban en nuestras células de combate. Nada de simpatías ni
de cuotas. Los brazos y el coraje.
A ver si de una vez superamos esa polémica rencorosa y vengativa en torno a la Monarquía y la
República. Y presentamos al pueblo español los verdaderos objetivos. Su liberación económica y su grandeza
como pueblo.
¿Quiénes son, pues, los confusionistas? Ahí quedan nuestras palabras. Ahí quedan nuestras frases
terminantes. Las confusiones están en las cabezas que nos critican. Revestidas de farsa y de comicidad.
Mascando trapacería leguleya y desmanes rencorosos. Sin grandeza creadora. Sin generosidad para el
pueblo. Sin efusión. Egoístamente. Traidoramente.
RAMIRO LEDESMA RAMOS
(4 de Abril de 1931, núm. 4.)
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De nuevo tendremos ocasión de dialogar con Unamuno sobre esto. Pues nosotros, postliberales,
postuladores de eficacia, negamos rotundamente esa posibilidad. Llega el momento de decir i El liberalismo ha
muerto! Lo más, lo más, por tanto, que concedemos al liberalismo, es un sepulcro glorioso.
Hasta otra, don Miguel.
(4 de Abril de 1931, núm. 4.)
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VATICINIO
El surrealismo ha sido para España, más -que una consecuencia poética, una conclusión política.
Cuando yo proclamaba, hace más de un año-en un interviú que me hizo el Heraldo de Madrid-que «la
vanguardia» no tenía hoy en España otro refugio y valor que la política, sabía exactamente que iban a suceder
los sucesos de San Carlos.
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Es muy sintomático que el jefe de las primeras subversiones en el cinema haya sido un cuasi catalán: el
aragonés Buñuel.
LA CLAVE CONTRAPUESTA
Esta clave contrapuesta de valores hispánicos nos la venían dando secretamente catalanes y andaluces
hace tiempo.
Yo he oído muchas veces al griego de Mallorca Juan Estelrich exaltar embriagado el secreto de Sevilla.
Y es que Juan Estelrich, que sabe mucho griego, es en sus entrañas un balcánico, un búlgaro-catalán, que
halla siempre en Sevilla y Atenas dos santuarios subconscientes de valores clásicos que a él le faltan.
Asimismo he visto a García Lorca volver de Barcelona derretido en folklorismo y en música, perdida la
chaveta.
Un matrimonio andaluz-catalán es siempre perfecto. Se complementa exactamente.
Bosch Gimpera, el catalán que ha descubierto en los precoptienses la raza original de andaluces y
catalanes, me lo aseguraba hace poco con su propio ejemplo matrimonial. Eugenio d'Ors es otro caso más a la
comprobación: todos sabemos que el clasicismo de este catalán se reduce a apretar mucho los dientes al
hablar, para que no se le escapen de golpe todas las pasiones atroces y violentas que lleva escondidas bajo
las híspidas cejas demoníacas de su romanticismo sustancial.
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Esos señoritos que superrealizan sus versos son lo mismo que esos otros señoritos que comunistizan
sus ideas políticas. Devoradores de su propia clase social. Derrumbamiento de su «señorío».
«La burguesía, intoxicada de lugares comunes-ha dicho un joven investigador poético, J. Solanes-, de
pornografía y canalladas, ha culminado en la apoteosis de los tóxicos, de la postal pornográfica, de la
recomendación del incesto: el superrealismo no es sino un exponente de la putrefacción intelectual del mundo
occidental.»
Sí. Es verdad. Nosotros, la burguesía, nos hemos encanallado. Hemos ido cediendo derechos de
señorío, y estamos llegando al arroyo para que los del arroyo puedan perdonarnos nuestros pecados.
VILEZA Y SACRIFICIO
¡ Qué vileza ! Pero también, ¡ qué sacrificio y qué abnegación! ¡Renunciar a ser intelectuales! ¡Abajo
nuestro señorío ! ¡Aceptar lo ínfimo, la mierda, el andrajo y el piojo del paria
¡ Es el sacrificio de una clase para otra ! ¡ Es nuestra cristianización !
¡ Nada de medias tintas ! ¡ Abajo el ofensivo liberalismo
Al liberal, al intelectual, no lo perdonarán nunca los que vienen. ¡ No hay temor de que triunfen los
reformistas, los constituyentes, los liberales, los burgueses !
Estamos ya de acuerdo los señoritos y los golfos, los estudiantes y la gente de la calle,. para enfrentar a
los guardias, símbolo de una clase social que quiere mantenerse en ruinas.
i Viva la mierda en que estamos metidos!
Sobre esta mierda ínfima y humilde es sobre lo que hay que edificar todo el nuevo templo. Porque esa
mierda no lo es, sino que es oro, es un simulacro, es una falsa realidad, es la nueva sublimidad.
Y quien no lo entienda así, que se inscriba en el partido republicano radical-socialista, por ejemplo.
O que se vayan con Alcalá Zamora. Es decir, que se vayan a la verdadera mierda, que no es más que
mierda de verdad, mierda burguesa sin disolverse ni pasteurizarse.
ERNESTO GIMÉNEZ CABALLERO
(4 de Abril de 1931, núm. 4.)
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universal de dar al mundo valores fecundos. Hace dos siglos que España deserta de sí misma y se refugia en
las cabañas extranjeras. i Orden de expulsión a los traidores ! El Estado hispánico, que hoy no existe, ha de
abrir paso al hervor nacionalista y servir sus exigencias. En otro lugar de este número ofrecemos la clave de
constitución de ese Estado, por el que estamos dispuestos a sacrificar vidas españolas.
Y llega la posible victoria económica. Nosotros oponemos a la economía comunista acusación de
ineficacia. En cuanto trata de elevar los niveles de producción, se refugia en un capitalismo de Estado-véase la
actual Rusia -y deriva a las normas industriales corrientes. No vemos la necesidad de romper todas las
amarras para volver luego la cabeza e ingresar en la sistemática capitalista. Nosotros propugnamos la
inserción de una estructura sindical en el Estado hispánico, que salve las jerarquías eminentes y garantice la
prosperidad económica del pueblo. El Estado hispánico, una vez dueño absoluto de los mandos y del control
de todo el esfuerzo económico del país, vendrá obligado a hacer posible el bienestar del pueblo, inyectándole
optimismo hispánico, satisfacción colectiva, y a la vez palpitación de justicia social, prosperidad económica.
Frente al comunismo, el Occidente no puede mostrar sino esto Grandeza nacional. Estado eficaz y
robusto con una estructura económica sindical y nacionalizada.
(11 de Abril de 1931. núm. 5.)
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Si el intelectual subvierte su función valiosa y pretende hacerse dueño de los mandos, influir en el ánimo
del político para una decisión cualquiera, su crimen es de alta traición para con el Estado y para con el pueblo.
En la política, el papel del intelectual es papel de servidumbre, no a un señor ni a un jefe, sino al derecho
sagrado del pueblo a forjarse una grandeza. Afán que el intelectual, la mayor parte de las veces, no
comprende.
La cuestión que abordamos en estas líneas es de gravedad suma aplicada a este país nuestro, que
atraviesa hoy las mayores confusiones. Aquí, el intelectual sirve al pueblo platos morbosos, y busca el necio
aplauso de los necios. Sabe muy bien que otra cosa no le es aceptada ni comprendida, y es sólo en el terreno
de las negaciones infecundas donde halla identidad con la calle.
Ahora bien, el intelectual constituye un tipo magnífico de hombre, y es de todas las castas sociales la
más imprescindible y valiosa. Su concurso no puede ser suplantado por nada y le corresponden en la vida
social las elaboraciones más finas. El intelectual mantiene un nivel superior, de alientos ideales, sin el que un
pueblo cae de modo inevitable en extravíos mediocres y sencillos. En España no hemos podido conocer
todavía una colaboración franca de la Inteligencia con las rutas triunfales de nuestro pueblo.
El intelectual se ha desentendido de ellas, ajeno a la acción, persiguiendo tan sólo afanes destructores.
Puede ocurrir que ello se deba a que no ha gravitado sobre el pueblo español el imperio de una gran política. Y
a que se requería al intelectual para contubernios viles. Sea lo que quiera, el hecho innegable es que el
intelectual no ha contribuido positivamente, como en otros pueblos, a la edificación de la problemática política
de España.
Además de esto, los intelectuales españoles ofrecen hoy el ejemplo curioso de que no se han destacado
de ellos ni media docena de teóricos de una idea nacional, hispánica, figurando en tropel al servicio de los
aires extranjeros. Ello es bien raro, y explica a la vez que los sectores de cultura media de España tarden en
percibir las corrientes políticas que hace ya un lustro circulan por Europa. Se sigue rindiendo culto exclusivo a
las ideas vigentes hace cincuenta años, y estos retrasos de información y de sensibilidad se traducen luego en
dificultades para conseguir y atrapar las victorias que nuestro tiempo hace posibles.
Hay tan sólo una política, aquella que exalta y se origina en el respeto profundo al latir nacional de un
pueblo, que pueda y merezca arrastrar en pos de sí la atención decidida de los intelectuales. Un intelectual, si
lo es de verdad, vive identificado con las aspiraciones supremas de su pueblo. La acción política que esté
vigorizada por la sangre entusiasta del pueblo encuentra fácilmente enlaces especulativos con los
intelectuales. Es lo que acontece hoy en Italia, país donde reside un anhelo único entre intelectuales, políticos
y pueblo. Es lo que acontece casi en Rusia, a pesar de que su política nacional es de tendencia
exclusivamente económica y marxista, esto es, extranjera. Es lo que acontece en grandes sectores de
Alemania, y en este país tenía ese mismo sentido la adhesión tan comentada de los sabios universitarios al
Káiser, supuesto supremo representante del alma germana.
Y la colaboración nacional, positiva, de los intelectuales a la política hispana, ¿dónde aparece?
RAMIRO LEDESMA RAMOS
(11 de Abril de 1931, núm. 5.)
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todos de un modo inexorable. Y el darles satisfacción, contrariando el espíritu del tiempo, supone inconsciencia
suicida.
Al implantar en España la República, los núcleos catalanes separatistas antepusieron la satisfacción de
sus afanes a los intereses del Estado republicano naciente. Sin temer la posible reacción que en el ejército o
en el pueblo españoles pudieran provocar su actitud egoísta, proclamaron el Estado Catalán y nombraron su
Gobierno. Les bastó una mínima seguridad de que por lo menos eh Cataluña se aseguraba el nuevo régimen
para desvincularse de lo que aconteciera en el resto de España.
LA ESTRUCTURA FEDERAL. - No nos oponemos a que el futuro Estado republicano adopte una
articulación federal. Tan sólo hemos de insistir en un detalle, y es el de que todo el período constituyente esté
presidido por el interés supremo, que es el interés de España. Inclinarse hacia o preferir la estructura federal
porque una o dos comarcas sientan reverdecidas sus aspiraciones locales, nos parece un profundo error. En
nombre de la eficacia del nuevo Estado, sí. En nombre de los plañidos artificiosos de las regiones, nunca.
De ahí la necesidad de que, adoptando el régimen federal, todas las comarcas autónomas posean
idéntico estatuto en sus relaciones con el Poder supremo. Las Cortes constituyentes no deben examinar el
Estatuto catalán, sino más bien el Estatuto de las comarcas. Si queremos dar nacimiento a un pugilato absurdo
de aspiraciones localistas y empequeñecer el radio de la mirada hispánica, desentendiéndola de los destinos
superiores, basta con un desequilibrio en los privilegios comarcales.
Nos damos cuenta del peligro de que esto acontezca, otorgando a Cataluña un régimen distinto al de
otras regiones. Si Cataluña pide más que Galicia, Vasconia o Castilla, es que se siente a sí misma menos
dispuesta a acatar y servir los intereses comunes, los de la totalidad de la Patria, y entonces se hace
merecedora, no de privilegios, sino de castigos implacables.
Siempre hemos creído que debe modernizarse el concepto comarcal, de forma que emprenda tanto los
núcleos históricos como aquellos que se enlacen por conexiones actuales de sentido económico y comercial.
Véase un ejemplo: La Confederación del Ebro, que extiende intereses comunes de regadío por territorios de
tan diversa filiación histórica, como es la Rioja, la Navarra meridional, Aragón, Sur de Cataluña, impide de
seguro la fijación de un régimen autonómico idéntico al que se hubiera forjado hace quince años. Por eso
ponemos tanto interés en que se robustezcan las entidades municipales. Estos organismos, una vez
purificados de las extrañas faenas a que han venido dedicándose, pueden mejor que nadie tejer de nuevo las
líneas articuladoras de las comarcas. Una vez acordada por las Cortes la preferencia federal, deben los
municipios tender sobre el suelo patrio la red auténtica de las ramificaciones fecundas. Es el único medio de
que no se intercepten voces artificiosas que reclaman ilusorias redenciones. Cuando los intelectuales de un
gran pueblo no se elevan por cobardía histórica a la concepción nacional y pierden la justificación de los fines
imperiales, acaecen las polarizaciones en torno a pequeños focos románticos, de cien kilómetros de radio,
engendradores de todas las decadencias. Cuando muy pronto se proyecte sobre España la necesiad de su
articulación federalista, conviene eludir el influjo de esos núcleos, y para ello nada mejor que el contacto
inmediato con el pueblo. De ahí nace nuestro deseo de vigorización de la vida municipal, de atención a los
clásicos concejos, que pueden muy bien ser la más limpia voz del pueblo.
Atención, pues, a los clamores falsos e ilusorios de algunas regiones, sobre todo de Cataluña. De un
Estado en período constituyente nadie puede quejarse. No existen tiranías ni mordazas. Repitamos: ¿De qué
quieren liberarse hoy los núcleos insumisos?
ESPAÑA, POTENCIA DE IMPERIO. - España, por naturaleza, esencia y potencia, es y tiene que ser un
candidato al imperio. Las frases nacionalistas son aquí frases imperiales. España es un país de Universo,
como las líneas cósmicas de Einstein. Sus rutas dan la vuelta al mundo, como nuestros navegantes gloriosos.
En la hora actual, de frente a los proyectos federalistas, hay que acentuar el carácter de imperio que encierra la
hispanidad. Sea ese concepto grandioso del imperio el soplo eficaz que presida la articulación de las comarcas
autónomas.
Otorgar y permitir autonomías regionales, sí, pero a cambio del reconocimiento por todos de que la
España grande es nutriz de imperio. Si todavía hay opiniones medrosas que se asustan de la magnitud de este
vocablo, deben ser condenadas al silencio, como enemigas de la auténtica grandeza nacional.
Nada impide que las instituciones de la República, y quizá hoy ellas mejor que otras, dejen vía libre a la
España grande, imperiosa y floreciente, a cuyo servicio deben estar sin titubeos todas las vidas españolas.
(2 de Mayo de 1931, núm. 8.)
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En 1931, la F. U. E., por ejemplo, ha comprendido una lengua oficial. Se le rendirán honores imperiales.
La fierecilla está domada. Los estudiantes, los obreros somos antirrevolucionarios (?).
El opulento inglés lord Stanhope entregó a Hausser al filósofo Feuerbach - íntima congoja religiosa de
Unamuno -, con el fin de que investigase sus orígenes. La pareja fué cabal y fructífera. El joven desconocido
iba a revelarse magníficamente de un momento a otro. Pero en diciembre de 1833, un extranjero le cita a una
calleja solitaria, le entrega unos papeles ; mientras aquél los lee, un puñal se sepulta en su costado izquierdo.
Gaspar cae moribundo. El asesino huye. Los de Nuremberg grabaron encima de su tumba el siguiente epitafio
Hic jacet Casparus Hausser. Aenigma sui temporis. Ignota nativitas. Oculta mors. MDCCCXXXIII.
«Aquí yace Gaspar Hausser. Enigma de su tiempo. Nacimiento desconocido. Muerte oculta. 1833.»
Europa no supo conservar el enigma de su tiempo. Quizá molestaba demasiado a las gentes
pusilánimes y rencorosas. Nuestra generación - que es ingente X para las anteriores, no en vano manamos de
una cueva: dictadura y guerra mundial - será el enigma contemporáneo español y europeo. Su, signo rebelde
no puede contentarse con el rótulo de una calle ni aceptar las consignas del día. Frente al soborno de un lord
Stanhope, existen la filosofía y la acción desesperadas y esperanzadas de un Feuerbach. El enigma está en
pie. El futuro, hasta ahora, se ha curvado, dócil como un báculo, ante el misterio revolucionario de la Esfinge.
El puñal en la sombra acecha. Pronunciemos las palabritas mágicas del conjuro: NO ASESINEMOS AL
ENIGMA.
(2 de Mayo de 1931, núm. 8.)
JUAN APARICIO
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los cuatro días de haber dado su golpe de audacia Primo de Rivera, Madrid y toda España reanudaron su vida
normal con un contento absoluto.
Yo no soy más que un escritor suelto y libre, que sólo piensa en una cosa: España. España es mi
propiedad ; puede decirse que la única propiedad que poseo. Antes España estaba en manos de un rey ; ahora
se halla en poder de la República. El dramatismo del cambio imprime un incontenible temblor a la pluma... i
Guardadme a España ! Libradme a España de toda estupidez, de toda frivolidad e incoherencia, de toda
renunciación y blandura. ¡ Hacedme dura a España
JOSÉ MARÍA SALAVERRÍA.
(2 de Mayo de 1931, núm. 8.)
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efecto de una enormemente desigual distribución de los productos, merced a la cual sólo una pequeña minoría
de españoles puede vivir la vida de desahogo espiritual y comodidad material que es patrimonio de una gran
mayoría en los países gran capitalistas. Ese tremendo problema no se ha tratado de resolver hasta ahora por
ningún programa o tendencia política. ¡ Qué digo! ¿Cómo se va a tratar de resolver, si todavía, que yo sepa, no
ha habido nadie que lo formule?
ANTONIO BERMÚDEZ CAÑETE
(2 de Mayo de 1931, núm. 8.)
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
¡FIDELIDAD A LA JUVENTUD!
Hagan lo que hagan y quieran lo que quieran, hay que dejar paso a las juventudes. En sus artículos
sobre España, insinúa Marx que las convulsiones revolucionarias del siglo xix fracasaron y se desvirtuaron
porque los viejos interceptaron las iniciativas de los jóvenes. Algo análogo se pretende que acontezca ahora,
aun destacando de modo aparente los valores nuevos en media docena de altos cargos.,¡ Pero qué jóvenes !
(Porque fuera de Rodolfo Llopis, de Galarza y de algún otro de probadísima lealtad a los años mozos,
invitamos a que se contemplen las figuras y los apellidos de los destacados: Ahí están el tontín Recasens
Siches y los hijos de los papás, señores Sánchez Guerra y Ossorio.)
Bien está la República, y a nadie se le ocurrirá, suponemos, intentar que encalle y que peligre. Pero urge
convertirla en lo que en realidad debe ser: cauce por donde derive, de modo eficaz, la energía revolucionaria y
asegure o favorezca el cambio radicalísimo que debe efectuarse. La República, en sí y por sí, es pura
ineficacia. Hemos dicho repetidas veces en este periódico que hace un siglo el concepto de República lo era
todo. Su enunciación sola aludía a las palpitaciones más vivas del pueblo. Hoy no significa nada, y no pasarán
muchos meses sin que se den cuenta de ello las gentes.
Por eso sería fatal que nuestro pueblo, cuando apuntan por el horizonte los clarinazos que enuncian sus
deberes para con el mundo en este siglo, se entregase definitivamente a festejar el triunfo bobo de los viejos
santones republicanos. No. Con el mismo coraje que lanzó por la borda a la Monarquía debe hoy vigilar su
propio destino, oponiéndose a que se lo esquilmen y falseen.
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Ahora veremos la autenticidad revolucionaria de las juventudes. Nosotros no tenemos fe sino en núcleos
pequeños y audaces, que, eso sí, prestarán todo su empuje al movimiento. Y nuestras falanges de combate,
creadas con dificultad en dos meses debatiéndonos contra las columnas del vil señoritismo de izquierdas,
están ahí dispuestas a entrar en fuego para defender el hervor revolucionario.
La República llegó sin lucha. Eso, que se proclama por ahí como la máxima virtud de la ciudadanía, ha
dejado inéditos, por fortuna, los episodios revolucionarios que ahora deben iniciarse.
No hay que desaprovechar la gran suerte de que coincidan nuestros años jóvenes con la necesidad
revolucionaria de la Patria. Las juventudes fieles al movimiento tienen que reconocer los supremos imperativos
de nuestro pueblo. Otra cosa supondríauna deserción cobarde. i Paso a los jóvenes quiere decir paso al
combate, al heroísmo y al sacrificio de guerra !
¿No es así, comandante Franco?
LA RUTA IMPERIAL
Nuestro resurgimiento consistirá en saber descubrir nuevas ambiciones. Ya se inicia en España una
poderosísima apetencia de imperio, representada por el afán de equiparse en un orden hispánico que seccione
y supere la leve mirada regional. De ahí que cuanto acontezca en relación a Cataluña signifique para nosotros
una especie de prueba de nuestra capacidad de Imperio. Ni la más mínima concesión puede hoy ser tolerada.
Compromete la grandeza de nuestro futuro y nublaría las magníficas posibilidades históricas que hoy existen.
España ha de acostumbrarse desde hoy a ambiciones gigantes. Cuando un gran pueblo se pone en pie
es inicuo conformar su mirada a los muebles caseros que le rodean. Nos cabe a nosotros el honor -y no
tenemos por qué ocultarlo-de ser los primeros que de un modo sistemático situamos ante España la ruta del
imperio. Todo está ahí, a disposición nuestra. Los pueblos hispánicos de aquí y de allí se debaten entre
dificultades de tipo mediocre, y es deber nuestro facilitar e incrementar su desarrollo.
Para ello hay que cultivar con amorosa complacencia la táctica imperial que nos convierta en el pueblo
más poderoso de Occidente. Si España es hoy infiel a este imperativo de grandeza, merece el desprecio del
mundo. Los enemigos no son tanto los extranjeros como la comparsería traidora del interior. Las batallas
primeras hay que librarlas, pues, dentro de casa, contra la impedimenta cobarde, liberal y socialdemócrata que
trata de detener el vigor hispánico.
Nadie mejor que las juventudes, incontaminadas y valientes, pueden recoger hoy la coyuntura imperial
que se nos ofrece. Atropellando a los timoratos, a los liberales burgueses, que son la reacción y el deshonor.
Hay, pues, que someter a un orden la Península toda, sin la excepción de un solo centímetro cuadrado
de terreno. Hay que dialogar para ello con los camaradas portugueses, ayudándoles a desasirse de sus
compromisos extraibéricos, e instaurar la eficacia de la nueva voz. Portugal y España, España y Portugal, son
un único y mismo pueblo, que pasado el período romántico de las independencias nacionales, pueden y deben
fundirse en el imperio.
Frente a esa Europa degradada, mustia y vieja, el imperio hispánico ha de significar la gran ofensiva:
nueva cultura, nuevo orden económico, nueva jerarquía vital.
Sólo así, en pleno y triunfal optimismo, puede tener lugar la creación de nuevos valores sobre que
apoyar el imperio. Están aun sin adecuada respuesta los mitos europeos fracasados, y corresponde a España
derrocarlos de modo definitivo. Hay que poner al desnudo el grado de mentecatez que supone una democracia
parlamentaria. Hay que enseñar a Europa que vive en absoluta ceguera política, con sus artilugios
desvencijados por los suelos, mereciendo de nosotros el desdén supremo. Italia, Rusia y la nueva Alemania
nos ayudarán a desarticular los reductos viejos de Europa, arrebatándoles los atributos de poderío que
conserven.
¡ Mucho tenemos, pues, que hacer, jóvenes revolucionarios de España ! ¡ Nada de entregarse a los
triunfadores de hoy, gentes enamoradas de Europa que siguen sus mismos pasos y nos condenarían a
perpetua eficacia ! La ruta a seguir es clara y limpia ¡Adelante la Revolución! Eligiendo como veredas las
crestas más altas. Sin detenerse. Camino del triunfo. Cuando el lobezno comunista aparezca, se afina la
puntería y... adelante. Hasta el fin.
NI DERECHAS NI IZQUIERDAS
Antes que nada es preciso invalidar estas denominaciones. Los que se empeñan en permanecer
anclados en esas viejas filas es que desertan del vitalísimo orden del día. Hay que aislarse de ellos por
corruptores, por reaccionarios y enemigos de la Patria. No tienen ya vigencia esas palabras, habiendo dado el
mundo un viraje pleno, y hoy sólo debe interesarnos la articulación eficaz de nuestro pueblo, oltigándole a
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hacer en dos meses cincuenta años de historia. Esos que creen que un pueblo hace una Revolución cuando
clama y proclama por lo que otros pueblos hay, carecen de impulso, creador, son incapaces y hay que
apartarlos de los mandos. Si nuestra ruta revolucionaria va a consistir en copiar los episodios de nuestros
vecinos los franceses, no merecería la pena dar un paso.
Nada; pues, de derechas e izquierdas, grupos que corresponden a las categorías parlamentarias de
Europa. Tan sólo debemos admitir entre nosotros tres grupos : 1.° El grupo retrógrado, reaccionario, cuyo
programa sea establecer aquí una purísima democracia parlamentaria, mediocre y burguesa. 2.° El grupo
marxista, socializante e internacional, pacifista y derrotista, al que hay que vigilar como posible traidor a la
Patria. Y 3.°, el grupo joven, corajudo y revolucionario, que entone marchas de guerra y se disponga a sembrar
con sus vidas los caminos del imperio; a iniciar la rota de las economías privadas y disciplinar el desenfreno
capitalista. No tenemos que decir que nosotros formaremos en este grupo último y que todas nuestras fuerzas
de actuación y de pelea estarán a su servicio radical.
Salud, comandante Franco!
RAMIRO LEDESMA RAMOS
(9 de Mayo de 1931, núm. 9.)
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los republicanos. El salvará al país entre toses, latiguillos y carantoñas. En los albores del nuevo siglo, la
babosa picardía de un parlamentario camastrón representaba nuestra España castiza.
Los jóvenes escritores nacionales de 1900, en medio de tanta zarrapastrosa cuquería, buscan en la
lectura el exótico y adorable fin de siécle de Paul Morand, Alejados del torbellino de la vida y de la pasión,
pecan de demasiado intelectualismo y candoroso fervor libresco. Todos'son grandes místicos y diminutos
Hamlet. Con una delicada preocupación ética, acometen a la mujer indígena, que se les ríe ante sus narices. El
símbolo de la literatura oficial era la cabeza desdeñosa y sin vista del anciano don Juan de Valera. La política
son los triunfos fáciles y oratorios de Romero Robledo. No disfrutaron las delicias de la pequeña Gomorra
parisina ; aguantando, por el contrario, el Madrid sucio,. chulo, chinchorrero y bobalicón de 1900. Si tal vez han
delinquido muchas veces, por desesperación o angustia, perdonados sean.
JUAN APARICIO
(9 de Mayo de 1931, núm. 9.)
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
La hora de España
LA REVOLUCIÓN EN MARCHA
¡COMUNISMO, NO!
La revolución en marcha no debe detenerse hasta que se
efectúe el hallazgo de la nueva eficacia hispánica
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
De la Revolución tiene que salir nuestro pueblo rebautizado de nuevo, mostrando características
desconocidas ahora, con otro vocabulario y otras apetencias. De modo que no lo reconozcan las momias
liberales burguesas que circulan por ahí, los leguleyos de la farsa y todo el tinglado imbécil de la politiquería
parlamentaria.
España se salvará en la Revolución, edificando su grandeza. Sólo por vía revolucionaria pueden
imponerse las reformas sociales que se precisan. Incorporar a la vida del Estado la totalidad del vigor
hispánico. Implantar una disciplina colectiva, con poderes del pueblo, que destruya el cáncer de la disidencia y
forje una eficacia. Sólo por vía revolucionaria puede condenarse al silencio la voz opaca de la España Vieja y
retirar de la influencia pública las personas y los intereses de la reacción demoliberal.
Hay que arrollar a todos los que oponen dificultades a la Revolución. Acusándolos como cómplices de
una traición nacional, por esto que la Revolución elabora y busca la senda de nuestra grandeza. España tiene
hoy sobre sí la tarea de crear un orden nuevo de aspiraciones sociales y políticas, que frente al orden caduco
de Europa nos entrega la posibilidad de que atrapemos finalidades de imperio. España es hoy la reserva de
Occidente, y necesita un equipo de instituciones públicas suficientemente enérgicas y eficaces para dar cara a
esa nueva y gigantesca responsabilidad.
Hace tiempo que clamamos por una ambición nacional, de radio amplísimo, que requiera y necesite para
su triunfo las energías españolas todas. Sólo una Revolución que vuelva de revés los afanes diarios del
español puede abrir paso a aspiraciones así, y derivar el impulso actual del pueblo a un orden radicalísimo y
fecundo. Limpiando las rutas de residuos alfonsinos, de legionarios analfabetos, de señoritos de la izquierda,
de la derecha y del centro.
¡COMUNISMO, NO!
Nosotros queremos, naturalmente, una Revolución hispánica. Hecha por el pueblo español, obedeciendo
sus propios imperativos. Sin que se cruce la falsificación comunista. Sin que se enturbie la energía popular con
hechicería extranjerizante. El comunismo es hoy bolchevismo, fenómeno específico de Rusia, al que sólo un
grupo de descastados y miopes puede encomendarle la solución de nuestro pleito. Bien está aprovechar las
experiencias europeas, pero deténgase ante el gesto de un pueblo que se dispone a obtener de sí mismo la
originalidad revolucionaria que necesita.
El comunismo es una resolución muy problemática a la crisis económica del presente. A lo más,
consigue un capitalismo del Estado, meta valiosa, desde luego, pero a la que llegaremos nosotros sin anegar
nuestra personalidad en las brumas comunistas. Encomendar la creación de una cultura y del futuro de un
pueblo a un régimen económico es una monstruosidad incalculable, y sólo la ceguera absoluta para los valores
supremos del hombre explica el triunfo radical del comunismo.
Ahora bien: la doctrina comunista es de tan particular carácter, que resulta imposible desalojar de los
cerebros atacados, al menos por vía suasoria. Carlos Marx era un filósofo magnífico, y encerró su sistema
económico en unas categorías mentales tan prietas, que los cerebros sencillos las admiten como dogmas. Es,
desde luego, de una comodidad angelical levantarse una buena mañana, leer un par de libros luminosos y
encontrarse sin más en posesión de la verdad social y política del Universo. Por esto que decimos, el
comunismo se nutre de fanáticos, especie peligrosa a que hay que hacer frente con el vigor más enérgico.
Pero en modo alguno debe detenerse la Revolución por miedo al comunismo. Hay tan sólo que
preocuparse de que la Revolución consiga recoger las ansias nacionales más hondas, hace siglos
despreciadas por las oligarquías mediocres que han desarticulado y desvirtuado la ruta histórica de nuestro
pueblo. Las filas revolucionarias nuestras tienen que comprometerse a combates decisivos y ofrecer a los
hispanos corajudos la garantía de que son las más revolucionarias, las que disponen de más clara idea sobre
los objetivos que se persiguen, las que reúne la joven energía española, dispuesta a desalojar los caminos
gloriosos de toda esa tropa de señoritos holgazanes y frívolos que los convierten en paseo bobo de sombras.
La Revolución española que hoy se efectúe tiene que esgrimir antes que nada el derecho de los jóvenes
a apoderarse del timón y de los mandos. Los españoles que han rebasado los cuarenta y cinco años son todos
sospechos de pacto con las ideas y los intereses responsables de la hecatombe de que ahora salimos.
Además, no sirven para la Revolución, que precisa mocedades bravas y entusiasmos valerosos. El gran Larra,
como clavado en un alfiler en el siglo XIX, en el siglo tuberculoso y alfeñique, ya soñó para España «hombres
nuevos para cosas nuevas ; en tiempos turbulentos - decía -, hombres fuertes, sobre todo, en quienes no esté
cansada la vida, en quienes haya todavía ilusiones, hombres que se paguen de gloria, en quienes arda una
noble ambición y arrojo constante contra el peligro». Pódense estas frases de alguna impedimenta romántica y
se advertirá, pulcra y rotunda, la necesidad española de hoy, la más urgente: suplantar a la vejez fracasada.
Algunos jóvenes cansinos, vagos y medrosos, son quizá comunistas. Bien por diletantismo político, bien
porque el ser comunista es lo más fácil del mundo ; todo se lo dan hecho : sistema económico, ideas sobre
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
esto, aquéllo y lo de más allá, con formulitas de validez universal para todos los tiempos y pueblos. Nosotros
impediremos con las armas que la Revolución española se hunda en el pozo negro comunista, que hundiría la
firmeza revolucionaria, antieuropea, de nuestro pueblo.
LA QUEMA DE CONVENTOS
Saciar el entusiasmo revolucionario quemando conventos es el más claro indicio de la limitación
revolucionaria de las turbas. No hay que despistar al pueblo escamoteando los objetivos revolucionarios más
directos. El problema hondo es el problema económico, el del hambre campesina y el del paro fabril, que piden
una urgente intervención revolucionaria. A la vez, el gran problema de dotar a España de futuro grandioso,
creando revolucionariamente un anhelo imperial, al que debe lanzarse nuestro pueblo con todos los fervores.
Frente a la concepción demoliberal, que quiere y no quiere, que tiembla y retrocede ante las angustias
históricas, nosotros queremos una Revolución que obligue a España a efectuar la gran marcha que le
corresponde. España tiene hoy ante sí la posibilidad del imperio, y hay que impedir por todos los medios que
esa genial coyuntura se malogre.
(16 de Mayo de 1931, núm. 10.)
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
MIRANDO A GALICIA
CAMPO Y CIUDAD
Revalorización del campesino (MANUEL SOUTO VILAS)
Retadoramente hay que enfrontar el campo a la ciudad. No se puede atacar de un modo eficaz la vida
burguesa, señora de la urbe, si el campesino no entra en acción. El hombre del campo, el paisano, como tipo
de humanidad superior, debe alzarse contra el hombre del campo. A la labor proterva de una desvalorización,
de una postergación pertinaz y secular, debe suceder la obra de revalorización, de exaltación del tipo humano
en cuyo seno perviven latentes aptitudes y valores originarios.
Hay que aprovechar la coyuntura de los tiempos, favorable al campesino. El paisano, el hombre de la
tierra, es el hombre pristino. El hombre pristino debe afirmarse, debe engreírse y lanzarse imponente a debelar
al ciudadano: al burgués y su réplica el proletario. El ciudadano es el hombre elemental, que cada vez adviene
más elemental, desvitalizado, desposeído de las aptitudes y valores especialmente humanos. Pues el hombre
pristino es el hombre integral, una vasta trama de actos y valores humanos, y el hombre elemental es una
especialidad humana, una faceta de actos y valores humanos.
El campesino, hombre pristino, se ilustra con principios, con ideas : es un ideático. El hombre pristino
construye con sus intuiciones originarias un esquema bien estructurado del mundo, o mejor, secciona al
mundo. Dentro de su esquema del mundo, el hombre pristino orienta y desenvuelve espontáneamente sus
actividades espirituales y sus impulsos instintivos ; sin perversión. Por principios dentro de un sistema, el
hombre elemental justifica y determina su conducta ; es un determinista, un sistemático. Un sistema estereotipa
su cerebro. El cerebro estereotipado es una momia. Ya no hay vida vigilante. Ya no es esencia auscultar el
mundo ; lo esencial es aprender un sistema y actuar con él en la vida pública, reduciendo, laminando el
volumen inmenso de sus actividades. Lo esencial es obtener el hombre «standard», el hombre encenagado en
el medio ambiente, que se filtra por todos los poros de su piel, el enajenado. Para lograr este tipo de hombre
hay que abrir escuelas donde aprender sistemas y, en su virtud, momificar cerebros. ¿Cuántos cerebros ha
momificado el sistema de Kant y cuántos ha momificado el sistema de Marx, el gran ídolo de nuestra juventud,
que se cree actual ?
Hay que salvar al hombre pristino, el paisano que conserva y construye con intuiciones originarias el
esquema de un mundo integral de valores. El hombre pristino es el único ser humano que persiste incólume,
que no ha deshumanizado -¡oh, paradoja!-, el humanismo de la época cultural que se inicia en el
Renacimiento, culmina en la Ilustración y finaliza en las postrimerías del siglo XIX, y ante cuyos restos inclina
rendidamente su cabeza nuestra juventud ciudadana y civilizada. Hay que repristinar al hombre elemental:
sistemático y especialista, burgués y proletario. Sólo el hombre pristino puede contener la avalancha del
hombre-masa.
Y sólo ésta es la cuestión: que el hombre pristino, el paisano, suplante políticamente al hombre
elemental, el ciudadano. Hasta hoy el paisano se vio obligado a ceder, a replegarse, a sumirse en el
tabernáculo de la paz aldeana. Todos los conatos políticos del paisano, del creador de nacionalidades, fueron
sofocados. De sus instituciones públicas incipientes se-ha apoderado el ciudadano ; unas fueron asoladas o
demolidas y otras saqueadas y transformadas ; le han servido de alojamiento. En cambio, el paisano ha
declinado acogerse a ninguna institución ciudadana. Heroico, ha vivido y vive a la intemperie. Las instituciones
son para él elementos de imposición y vampiros originadores de su miseria vital.
El ejemplo del campesino gallego es magnífico. Ha eludido constantemente en la vida de toda institución
pública, aun de la que más le afecta, de la más inmediata: el Ayuntamiento.
Nunca le ha prestado su adhesión. El campesino no lo conoce, no sabe nada del mismo, sino cuando le
conmina. Por eso el Ayuntamiento debe desaparecer de la vida rural gallega. No hay nada que lo avale ; no
tiene nada en su haber. Sofoca, reprime e invalida toda acción campesina, toda espontaneidad social, y con
las demás instituciones públicas, chupa hasta los tuétanos de la vida rural gallega. La primera batalla política
ha de ser dirigida contra esta institución. La suprimirá de raíz y erigirá una de nueva invención, que recoja y
ampare su vida, posibilite y desarrolle un amplio plan de eficacia social y económica.
MANUEL SOUTO VILAS
(16 de Mayo de 1931, núm. 10.)
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
LA FIRMEZA REVOLUCIONARIA
LA REVOLUCIÓN Y LA VIOLENCIA
LA LEGITIMIDAD Y LA FECUNDIDAD DE LA VIOLENCIA
... En las horas supremas en que un pueblo efectúa su Revolución, las frases pacifistas deben ser
condenadas como contrarevolucionarias. De igual modo que se su fusila en tiempos de guerra a los derrotistas
cobardes, hoy el pueblo español tiene derecho a exigir la última pena para los que se opongan a la marcha de
la Revolución. Cada día aparece con más clara rotundidad que la Revolución no ha obtenido aún ningún
género de. conquistas. Ni triunfos de tipo social, del carácter radicalísimo que algunos piden, ni, de otra parte,
señales de que las nuevas alturas comprendan los imperativos grandiosos que urge garantizar al pueblo
hispánico. Nada de eso. Mediocridad hipócrita y viejos trucos del siglo tuberculoso, decimonónico,
definitivamente ido. He aquí el producto de las jornadas gubernamentales.
El Gobierno liberal burgués penetra en el islote de los desengaños. Nosotros auguramos un trágico
hundimiento a su miopía. Esas ideas que enarbolan justifican la llegada al Poder por vía parlamentaria, de
discurso y tópico, pero no por la ancha vía de una Revolución. Insistimos en que la Revolución no se ha hecho,
y las fuerzas que haya en el país con capacidad y valor revolucionario deben armar sus filas cuanto antes. La
España valiente y violenta soportará con bríos las jornadas revolucionarias, por muy trágicas, duras y
combativas que resulten.
La revolución tiene que impedir muchas cosas. No sólo la media vuelta alfonsina, que en eso todos
estamos y estaremos conformes. Sino también la definitiva momificación de España en una vulgar democracia
parlamentaria. A esto último se camina con tambores, himnos y juventud bobalicona de Casa del Pueblo, de
Ateneo y de señoritismo burgués. La Revolución tiene que destruir esas migajas revolucionarias de otros siglos
y lanzarse en pos de la caza auténtica, que consiste en inundar el temple español de acción voluntariosa y
corajuda. El español tiene hambre, y hay que quitársela. El español se pudre entre los muros tétricos de una
moral angosta, y hay que dotarle de una moral de fuerza y de vigor. El español vive sin ilusiones, arrojado de la
putrefacción europea, en limosneo cultural, en perruna mirada hacia el látigo de la Europa enemiga, y hay que
dotarle de ambición imperial, de señorío y de dominio ; hay que convencerle y enseñarle de que Europa está
hoy mustia y fracasada, y España tiene que disponerse a enarbolar a su vez el látigo y los mandos.
Todo ello hay que conseguirlo por vía revolucionaria, saltándose a la torera las ametralladoras
burguesas del Gobierno liberal, mediocre y europeo, que nos deshonra y nos traiciona. Nosotros estamos
seguros de que si la Revolución sigue su marcha, los objetivos que hemos señalado antes se lograrán
íntegros. La oportunidad es magnífica, pues todo español tiene hoy entusiasmo revolucionario y firmeza de
combatiente. Finalizar las campañas en el día y en la hora de hoy, encomendar a la patraña electoral la
falsificación revolucionaria, es un crimen de lesa patria, cuyo castigo exigiremos.
No hay fatigas ni derecho alguno de nadie al descanso. Nadie tiene hoy fuerza moral ni autoridad
suficiente para detener la marcha de la Revolución.
Contra toda la España joven que no ha claudicado, se alzan las voces de los ancianos desautorizando la
violencia. Son voces cascajosas, miserables y cobardes, que deshonran nuestra raza. También las voces de
los sabios maestros, hombres de pensamiento y de estudio, de laboratorio y de cuartilla, a los que, con todo
respeto, no debe hacérseles el menor caso pues jamás comprenderán, desde su exigua perspectiva de
inválidos, la tremenda grandiosidad de una Revolución.
Un país a quien repugna la violencia es un país de eunucoides, de gente ilustradita, de carne de
esclavo, risión del fuerte. Dijimos en otra ocasión, y lo repetimos ahora, que España debe serlo todo antes que
una Suiza cualquiera, suelo de Congresos pacifistas, de burguesetes que bailan, de vacas lecheras, incoloro y
suave.
Cuando todos los hipócritas celebran la Revolución sin sangre, nosotros sabíamos que aquello no era la
Revolución, sino la farsa, el fraude. Una Revolución electoral es incomprensible. El nombre augusto de
Revolución no puede utilizarse para denominar hazañas así. Las Revoluciones no las han hecho nunca las
colas de votantes, sino falanges valerosas, con audacia y armas.
Hay que reaccionar frente a esa campaña de cobardía que trata de despojar al español de los alientos
fuertes. Adscribiéndolo a destinos limitaditos y pequeños. Retirando de sus cercanías los objetivos de valor.
Engañando su mirada con colorines burgueses y parlamentarios. Hay que ir contra todo eso.
En España existe una organización obrera de fortísima capacidad revolucionaria. Es la Confederación
Nacional del Trabajo. Los Sindicatos únicos. Han logrado la máxima eficiencia de lucha, y su fidelidad social,
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
de clase, no ha sido nunca desvirtuada. Ahora bien, su apoliticismo les hace moverse en un orden de ideas
políticas de tal ineficacia, que nosotros - que simpatizamos con su tendencia social sindicalista y soreliana - lo
lamentamos de veras. Pero la realidad desviará su anarquismo, quedando sindicalistas netos. De aquí nuestra
afirmación de que la burguesía liberal que nos gobierna tiene ya un enemigo robusto en uno de sus flancos. Lo
celebramos, porque los Sindicatos únicos representan una tendencia obrerista mucho más actual y fecunda
que las organizaciones moribundas del socialismo.
Pero hay que cubrir con enemigo otro de los flancos. La ramplonería burguesa y parlamentaria tiene que
perecer en una ratonera eficaz. Nuestras campañas de exaltación española, de anticapitalismo y de veredas
imperiales tienden a eso : a suplantar en el ánimo de las gentes los propósitos mediocres que hoy les ofrecen,
por otros de radio más amplio, más adecuado a la grandiosidad histórica de nuestro pueblo.
Pero el bloqueo debe hacerse con todas las garantías de eficacia armada. Las filas revolucionarias
tienen que prevenirse contra el régimen liberal-burgués, bien provisto de guardias pretorianas y de sicarios
repugnantes, que se opondrán a la Revolución. El burgués no saldrá a la calle, pero se cuidará de que
disparen por él los fusiles mercenarios. Y que nadie levante la bandera de defensa de la República, porque
nadie irá contra esa institución, sino contra los contenidos mediocres con que se quiere usufructuar a la
República. Enemigos de la República no somos ni seremos. Porque contra los resabios de las tiranías feudales
estamos y estaremos siempre.
O DICTADURA O LIBERTAD
Una prueba terminante de que el Gobierno actual no es intérprete del movimiento revolucionario, es que
ni proclama la dictadura ni ejerce el Poder fuera de los antiguos Códigos. La cosa es peregrina, porque ello le
somete a un régimen de tiranía hipócrita que a la postre ha de despojarlo de toda autoridad sobre el pueblo. El
Gobierno no se erige en dictadura, pero reprime la libertad. No tiene serenidad para los ataques y no se atreve
a servir el cauce revolucionario.
Atravesamos la etapa kerenskiana de la Revolución. Nuestro magnífico régimen liberal tendrá como
única justificación el dejar paso franco a otras etapas. Si las impide y coarta, su responsabilidad revolucionaria
debe exigirse luego en todo rigor. El hecho actual es que existe un Gobierno que logró poderes en nombre de
la libertad y para conceder libertad integral al pueblo.
Aún los que somos enemigos del liberalismo burgués, podemos, por tanto, exigir del Gobierno cuanta
libertad necesiten y requieran nuestras propagandas. No nos haga recordar el caso de Arlequín, que compró
trompetas y tambores para sus chicas, y al entregárselos les ordenó que tocaran y jugaran con ellos, pero sin
meter ruido. A tanto equivaldría el que un Gobierno liberal otorgase libertad al pueblo para que se estuviese
quietecito, sin moverse.
Nosotros confiamos en que alguno de los caudillos de que la Revolución dispone derrumbe la situación
contradictoria e inicie la marcha en pos de un objetivo firme. Las Cortes Constituyentes no van a ser capaces
de constituir nada. El pueblo, en un fuerte y sincero afán de fidelidad a sí mismo, se salvará con ellas o sin
ellas.
Todo menos asegurar la nota lánguida, de repetición francesa, a que quieren algunos que se condene
nuestro pueblo.
A la extranjería, gala de los Borbones, sucede el extranjerismo nórdico de la Reforma, de la burguesía
avara y del Parlamento. Mientras España no se desprenda de esos influjos y niegue vasallaje a esos valores
de la Europa vieja, nada brotará entre nosotros que posea vigor y fuerza.
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
No se llaman separatistas en público y aquí, en Madrid. Pero examínense su historia y sus discursos.
Tejen y manejan el equívoco que desarma al enemigo y les permite hacer. Pero los peligros no paran ahí. No
se relacionan sólo con lo que los catalanes quieran y deseen para Cataluña. Hay que considerar y examinar y
escrutar lo que los catalanes quieran y deseen para la totalidad de España. Su política es debilitarnos como
pueblo, dejarnos sin Ejército, inermes, combatir nuestra cultura, localizar en torno a sus industrias la ruta
internacional, apoderarse, pues, de España, empequeñeciendo su radio y su mirada. La verdadera atención
que se precisa para los catalanes reside aquí, donde los peligros serán mayores y los daños más irreparables.
LA GUARDIA CÍVICA
Con un nombre décimonónimo, el Gobierno intenta crear los nuevos milicianos del morrión. El fracaso va
a ser tan evidente, que nos extraña mucho prosperen unos propósitos así.
Bien se advierte el carácter fascistoide que se requiere dar a esos cuadros. Pero una disciplina y una
eficacia de guerra como la lograda por Mussolini por sus camisas negras no se consigue sino aceptando, con
todas sus consecuencias, el emblema antiliberal y violento. Unas milicias como las que se proyectan aquí,
conseguidas por medio de levas en media docena de partidos, sin entusiasmo común alguno, creadas sin
ningún fin grandioso, para consolidar una República que como institución no tiene el menor peligro, nos parece
un puro error y un juego vano de señoritos.
Las fuerzas revolucionarias no debemos asustarnos de esos cuadros ineficaces, que servirán quizá para
enfermeros sentimentales, pero no para detener un avance audaz, sostenido por un temple de que ellos
carecerán, sin duda alguna. Frente a sus camisas, los revolucionarios deben ponerse otras de colores aun más
destacados, y frente a sus pulsos temblorosos, que dejarán caer las pistolas, los revolucionarios deben atacar
con pulso firme y sincero.
La genialidad de Mussolini creó sus milicias fascistas, dándoles antes que nada enemigo concreto y
valiente y alimentando sus pechos con la esperanza probable y triunfal, de la victoria. Los pobres burgueses de
aquí, que formarán la,, Guardia cívica, odian el entusiasmo guerrero, son pacifistas y desconocen los mandos y
la disciplina de las batallas. Mussolini se sonreirá de esa segunda copia que aquí se incuba, pues la primera
fué la Dictadura de Primo, ambas grotescas, ineficaces y de una mediocridad ejemplar.
La Guardia cívica son los somatenes de Primo de Rivera; equivale a ellos, y suponemos que tendrá los
mismos fines: guardarse del pueblo, librar del pueblo a las oligarquías burguesas o socialistas. ¡ Abajo el nuevo
somatén !
(23 de Mayo de 1931, núm. 11.)
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
Hay, desde luego, hoy una necesidad, y es la de romper las limitaciones burguesas, individualistas ;
destruir sus finalidades e instaurar otras nuevas. A ello colaboran con magnífica eficacia las rutas económicas
y las apetencias de grandeza que se despiertan en algunos pueblos. Es un hecho real, ineludible, la
producción en serie. Y a la vez el afán europeo de uniformarse, de formar en unas filas y hundirse en ellas
anónimamente. Estos dos hechos aclaran gran parte de las inquietudes políticas de ahora.
Distingue al burgués el afán de distinguirse. Su odio o indiferencia ante los uniformes ha sido hasta aquí
mal interpretado. Se le creía surgido de una tendencia a no destacarse, a vivir en ignorada oscuridad. Nada de
ello es cierto. El traje burgués es precisamente el que deja más ancho campo al capricho individual. Su
aparente sencillez da, sin embargo, lugar a que exhiba una serie numerosísima de peculiaridades. Ahora bien:
el burgués se conforma con distinciones mediocres : la sortija, la corbata, las pieles, el calcetín de seda. No en
balde las destaca frente a otros burgueses para diferenciarse de ellos y provocar su envidia, o bien frente al
proletario, a quien desprecia con odio de clase. El uniforme es prenda antiindividualista, antiburguesa, y
debemos celebrar su nuevo triunfo. La producción en serie favorece esa tendencia a uniformarse que aparece
en la nueva Europa. Quizá más que el burgués, sea la burguesía quien concentre más puramente ese género
de fidelidad a la era individualista. La producción en serie es para la mujer del burgués una cosa absurda, que
la condena a vestir igual que la vecina de enfrente. Ella desearía unos abalorios especiales, producidos
exclusivamente para su uso, pero la economía de nuestro tiempo no tolera ese género de satisfacciones...
La rota de la burguesía va también enlazada al descubrimiento de que no le preocupan ni le importan las
auténticas grandezas nacionales. Prescinde fácilmente de ellas y se dedica a labrar su propio e individual
destino. Carece de virtudes heroicas, de optimismo vital, y ello le impide dedicaciones grandiosas.
Valores y productos burgueses que son, por ejemplo, los siguientes:
Pacifismo. Indisciplina.
Humanitarismo. Arbitrariedad.
Individualismo. Despotismo.
Seguridad. Tiranía.
Liberalismo. Explotación.
Teóricamente, no ha sido aún superada la civilización burguesa. Pero, de hecho, sí. Lenin, contra la
opinión socializante del mundo entero, imprimió al triunfo bolchevique un magnífico sentido antiburgués y
antiliberal.
Disciplinado y heroico. De lucha y de guerra. Mussolini, en Italia, hizo algo análogo, logrando que un
pueblo que en la Gran Guerra dió muestras de cobardía y de vileza, adore hoy la bayoneta y los «fines de
imperio». Hay que decir con alegría y esperanza, como paso a las victorias que se avecinan: El individuo ha
muerto.
RAMIRO LEDESMA RAMOS
(23 de Mayo de 1931, núm. 11.)
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
el problema es aparentemente insoluble, ya que los empresarios no pueden soportar los gastos, ni se pueden
reducir éstos, a lo menos en lo que a los jornales afecta, porque, como veremos, se hallan en su nivel mínimo.
Este examen somero revélanos que la estructura de la organización agraria andaluza es insostenible.
Sobre una tierra excesivamente capitalizada, se acumulan gastos imposibles de reducir, ya que la organización
no es racional. Otro día veremos cuáles son las circunstancias que vienen impidiendo la racionalización de
nuestra economía agraria y cuáles los remedios a sus males.
ANTONIO BERMÚDEZ CAÑETE
(23 de Mayo de 1931, núm. 11.)
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
LA REAPARICIÓN MARXISTA
Sólo la depresión y la pereza que caracterizan a los últimos diez años aclaran esa aparente victoria
marxista que hoy se denuncia. Todos los señoritos de cerebro enclenque descubren ahora la facilidad marxista
y le entregan sus entusiasmos. El fenómeno es curioso, y confirma lo que siempre presumimos desde nuestro
primer contacto intelectual con Marx: Que su entraña, ideología y afanes son específicamente burgueses. En
efecto: se trata de una mediocre concepción de la Historia que confiere una pedantesca primacía a dos o tres
intuiciones elementales. Poco importa, en realidad, esta o aquella idea de la Historia, y ello no habría
traspasado el orbe de las cátedras de Filosofía si no se hubiese tenido la habilidad de añadirle unas cuantas
consecuencias sociales de tipo revolucionario: Que ciertas masas obreras tragaron como un anzuelo.
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
Hoy advierte el más miope que las filas socialistas contribuyen al estancamiento burgués, son las más
fieles guardadoras de las libertades políticas, esas libertades que a nadie benefician sino a los burgueses. Los
núcleos más inteligentes y aptos de la burguesían iban comprendiendo ya la necesidad de una movilización
revolucionaria que liberase a nuestro tiempo de las ineficacias del tuberculoso siglo XIX. En tal coyuntura, los
partidos socialistas - burgueses retrasados - reavivaron las gestas demoliberales, reconociendo como meta la
anacrónica batalla del viejo siglo. Hoy los socialistas son liberales de izquierda, no otra cosa, y han perdido en
absoluto la capacidad revolucionaria. Es la época en que el marxismo cautiva la atención de los señoritos
perezosos.
Marxistas y burgueses son hoy el enemigo para los que centramos nuestra actuación polítíca y social en
estas dos únicas cosas: Prosperidad del pueblo, esto es, liberación económica del pueblo, y grandeza
nacional, esto es, expansión imperial de España.
La ponzoña marxista destruye los afanes hispánicos del pueblo, desvirtúa la peculiaridad popular y ha
traicionado las esperanzas sociales del proletariado. Los burgueses, de otra parte, impiden una estructuración
justa de los valores económicos y no reconocen como imperativo de la raza la tarea heroica y nobilísima de
forjar una grandeza nacional. El egoísmo de los burgueses y la traición de los marxistas son hoy los
responsables de la crisis hispánica.
El marxismo es extranjero e introduce en las sagradas fidelidades hispánicas el morbo de la deslealtad,
de la traición y del error. Nuestro pueblo va a hacer hoy su Revolución, y debe impedir que se filtren en los
recintos superiores las impurezas extranjerizantes. Nosotros somos nosotros, sangre de imperio y de fuerza.
Para que las masas proletarias de España consigan la liberación económica a que tienen justísimo derecho, no
es imprescindible que desprecien el espíritu de su país y se entreguen con vileza a los extraños. En este
sentido, nos parece de una honradez y una fidelidad más respetables - salvando, claro es, las radicalísimas
diferencias que nos separan - las fuerzas de los Sindicatos únicos, que muestran cierta simpática inquietud por
destacar la peculiaridad hispánica.
El marxismo reaparece ahora en los señoritos. En forma de frivolidad y de vaga literatura. Perturbando y
desestimando las características grandiosas de nuestro pueblo. España debe levantarse airada contra estos
traidores que interceptan la realización de nuestras glorias. Nos venden al extranjero, conservando la primitiva
decadencia hispana, a base de rechazar, desacreditar e impedir las posibilidades históricas que se nos
ofrecen.
Después del triunfo de la Revolución rusa de octubre, el marxismo maneja unas eficacias peligrosas. Ya
no es sólo el vago extranjerismo de una cultura antinacional, sino que ahora, con los Soviets, es el influjo
concreto de un pueblo que enarbola su triunfo para introducir en los demás pueblos su peculiarísima
originalidad revolucionaria. Todos los partidos comunistas que hoy existen en Europa están constituidos por
minorías de descastados, infieles a la conciencia popular de su país, satélites del mundo ruso que les
sugestiona y arrebata. Se impone, pues, en España, la tarea de organizar un actualísimo frente antimarxista
que garantice y logre en las horas difíciles por que atravesamos la absoluta y rigurosa fidelidad nacional.
Ese frente no puede estar informado por un espíritu burgués. La burguesía no dispone hoy de vitalidad
suficiente para impulsar la nueva era que se abre ante nosotros. Es de suponer que los hijos de los burgueses,
llegados a la responsabilidad política con un repertorio de ideas y de actitudes muy diferentes al de sus padres,
restauren el auténtico espíritu creador que necesitamos. Pero es imprescindible también la colaboración
proletaria. La lucha de clases es suicida y perturbadora. Y claro es que no puede desaparecer a cambio del
predominio burgués. Hay que incorporar al proletariado a las supremas tareas nacionales y llevar su
representación y su criterio a los puestos más altos.
Un pueblo no puede nunca poner en litigio su personalidad y su cultura. Tal cosa equivaldría a una
aspiración a ser esclavizado. Los comunistas quieren hoy que adoptemos el patrón bolchevique y que nuestro
pueblo reconozca como cosa propia las creaciones, las metas y las fórmulas - todo ello, sin duda, muy
magnífico - que el pueblo ruso creyó algún día conveniente para sí. Hemos, pues, de leer los mismos libros,
destruir las mismas cosas y entonar las mismas canciones que ellos. No ponemos en duda que el pueblo ruso
se haya salvado gracias a su Revolución de octubre. Lo que sí impediremos, con nuestras propias vidas, si es
necesario, es la pretensión traidora y vil de destruir la potencialidad hispánica, de reducirla a cenizas
injertándola en Moscú. De ahí nuestro pasquín diario de que los comunistas deben ser considerados como
traidores a la Patria.
Ahora bien ; la otra vena marxista: la evolutiva y cobarde del socialismo, hace y pretende las mismas
cosas en nombre de un internacionalismo bobo. Pero es menos peligrosa su actividad, porque, como antes
dijimos, carece de vigor y de fuerza revolucionaria.
LA ACCIÓN EN CATALUÑA
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
Desde que llegó la República estamos empeñados en el compromiso firme de luchar contra la Cataluña
de Maciá. No, pues, contra Cataluña. El señor Maciá convocó su Asamblea, que elaborará y traerá a Madrid un
Estatuto. Podemos estar tranquilos. Esa Asamblea no representa a Cataluña y carece del mínimo de autoridad
que se precisa para impetrar la aprobación de las soberanas Cortes constituyentes. Al ponernos frente a
Maciá, lo hemos hecho por doble motivo. Uno es que su historia y sus propósitos denuncian en él con toda
claridad el vivísimo deseo de originar la desmembración de la Patria. Siempre ha sido un conspirador vulgar
contra España, al que antes de ahora debió castigarse de modo ejemplar. Pero otro motivo de que disponemos
es que Maciá y su núcleo representan el sector más invalioso y absurdo de Cataluña. Poetas melenudos, gente
anacrónica, sin idea ni sentido de las vigencias de nuestro tiempo. Desde hace diez años podía advertirse en
Cataluña la inquietud de una generación nueva, nacida, sí, en contacto con aspiraciones de tipo regional, pero
a la vez formada en una disciplina de responsabilidad y de eficacia más altas.
Maciá, que es un pobre anciano soñador, no pudo interesar nunca a esas juventudes valiosas, y hoy se
rodea de los elementos más ingenuos e impreparados de Cataluña, los que gritan y dirigen miradas a la luna
decimonónica. Nosotros nos entenderemos con los grupos y personas de Cataluña que se sitúen en nuestro
siglo y vean el mundo en sus dimensiones exactas, sin alterar las perspectivas. Invitamos a estos núcleos de
posibles dialogadores a que decidan una acción en Cataluña que les evite -y nos evite- las molestias que
supondrá para todos el hecho de que no podamos entendernos.
Maciá es el obstáculo. Y con él, claro, los catalanes cucos que van y vienen. Esperamos que surjan en
Cataluña gentes robustas que sepan liberarse de ellos. Aquí se les ayudaría, otorgándoles la confianza
hispánica y la seguridad de que su problema había de resolverse bien. Necesita para ellos el resto de España
la garantía de que la Cataluña, en vez de seguir rutas fracasadas y orientaciones viejas, busca, como nosotros,
el pulso de este siglo.
(30 de Mayo de 1931, núm. 12.)
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
EL SINDICALISTA
Picasso retrató al «Libertario» alrededor de 1900. Fué en medio de un respiro, entre dos atentados de
bomba. Reconozcamos que la bomba es retórica y espectacular, la sencillez presente de la época ha requerido
la pistola: exacta, como una linotipia; desdeñosa, como un logaritmo. La pintura de Pablo Picasso está
reproducida, además, en cien mil caras. La vimos también sobre el rostro de los fusilados de un cuadro de
Coya. El troquel continúa acuñando el mismo ceño torvo; la misma luz del alma detrás de las pupilas ; la misma
pelambrera oscura, rizada y la tez olivácea. Sí, son los arévacos, los que Tito Livio reconocía por sus
torticrines, los de la rabia numantina. Sí, son el torero y el reconquistador de Perú. Cuando Picasso pintó al
anarquista, la gracia se le desleía en los pinceles. Por eso los campesinos andaluces tuvieron una Mano negra,
y la generación del 98 - cuando la nación se buscaba - devino por instinto ácrata. Entonces la anarquía era
deliciosamente la anécdota de Federico Urales:
-Usted no tiene bastante para su apellido con un monte catalán (se llama Juan Montseny). Usted
necesita toda una cordillera rusa-, y era el heroísmo del asesinato de Cánovas y la tragedia de Morral. El
pueblo llameaba su pasión antigua. Su noble y sencilla gesticulación ante el desafuero del poder y la riqueza.
Su veleidad de irse a la verbena de la muerte. Después, la plancas. tina, Ferrer, 1909. La Cierva. ¡ Qué lástima
que Francisco Ferrer diera motivo a un éxito parlamentario de don Segismundo Moret y a un imbécil y
burguesote «¡ Maura, no!».
Después, el Sindicato.
Dejadle vivir. El Sindicato y la pistola son las fuerzas del proletariado. La hermandad y la enemistad de
su clase las enhebra al oficio y la bala. Dejadle vivir. Encima del trabajo de cada día hay siempre una estrella
que sangra.
***
Según Ganivet, todo español es un rey, cuya Constitución la compone un único artículo: Podrá desear y
ejecutar cuanto le venga en su realísima gana. Sin embargo, el sindicalista se ha destronado voluntariamente
de su monarquía. No marcha al destierro ; entrega su cetro y su corona al Sindicato, que le da, a trueque, una
pistola y un saludo para las fiestas populares de la calle. Cofradía, gilda, hansa, hermandad. Donde vibra la
comprensión de la labor diaria, el anhelo de su perfección, el descanso y el gozo. Donde nadie abdicó su
españolidad más íntima, el orgullo del ser hispánico, cual se subvierte en «El perro andaluz», de Dalí. No
importa. Sorel pasa a ser violento, arrebatado y justiciero, y, por consiguiente, sindicalista revolucionario. Toda
la faena del tuberculoso Corridoni, recogiendo y ajustando a los trabajadores en los Sindicatos rojos,
desembocó en la camisa negra del fascismo. La cosa cesárea y exclusivamente italiana.
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
El libertario del novecientos, en 1931, conserva su honradez salvaje, su típica fisonomía, su dolor de la
España irredenta y civil ; pero se ha concentrado y anegado con el Sindicato en una fiebre sonriente, optimista
y segura.
Dejadle vivir. El Sindicato y la pistola son las fuerzas del proletariado. La hermandad y la enemistad de
su clase las enhebra al oficio y la bala. Dejadle vivir. Encima del trabajo de cada día hay siempre una estrella
que sangra.
***
La cabeza dura del sindicalista, a donde llega la raíz de los místicos y de los braceros del campo feudal.
Su testarudez de fiera ibérica, de toro bravío. Mientras el socialista es el obrero que persigue ser señorito, el
comunista es el señorito que se empeña en ser obrero. Por algo el anarcosindicalismo español resulta
invencible a los Gobiernos que se ponen a espaldas del pueblo.
Pues el pueblo desprecia la política de un Estado ajeno; pues, enajenado, aplaude y vitorea, y hasta se
desboca hacia cualquier escape lírico o sanguinario ; pues el pueblo español es magnífico y soez, mendigo y
aristócrata ; pero nunca ese can que bailotea al son del pandero de un diputado a Cortes. Aunque a ratos es el
perro rabioso, rabioso, rabioso, que ladrará a la luna y morderá a la gente, porque un niño descalzo y con
hambre le ha pedido pan y ternura tres veces en la noche.
Dejadle vivir. El Sindicato y la pistola son las fuerzas del proletariado. La hermandad y la enemistad de
su clase las enhebra al oficio y la bala. Dejadle vivir. Encima del trabajo de cada día hay siempre una estrella
que sangra.
JUAN APARICIO
(30 de Mayo de 1931, núm. 12.)
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hayan adquirido un hábito epistemológico de enjuiciar todas las cosas desde el punto de vista formal -jurídico-,
y de creer que en el mundo todo se arregla por y con la ley.
El día que se haga la historia de estos últimos años habrá de observarse cómo fué esta formación
leguleyesca la que más se opuso a la dictadura y la que más laboró por el advenimiento de la República.
Guárdeme Dios de enjuiciar sobre esto y de decir si fue bueno o fué malo. El hecho es que la mente de los
más destacados señoritos andaluces estuvo contra la dictadura, precisamente por su deficiente formación
jurídica. Pero esto mismo, que en lo político ha podido ser una ventaja, en lo económico ha producido hondos
males. Todos los problemas - gravísimos -, de la agricultura nacional, se han enfocado con un criterio
leguleyesco, y en vez de procurar formarse en las disciplinas agrícolas, estos buenos señores no piensan sino
en lo formal, afirmando que el Gobierno y la ley son los responsables de sus males o los capaces de aliviar sus
necesidades.
Lo que a su vez constituye un obstáculo insuperable para el estudio y la dirección técnica de sus fincas.
Se creen tan capacitados como el primero y prescinden en absoluto de todo ingeniero u hombre
especializados. Tan es así, que el 95 por 100 de los ingenieros agrónomos españoles son burócratas al
servicio del Estado ; en parte, porque no encuentran colocación entre los propietarios andaluces.
Ha de mencionarse, finalmente, que los hijos de estos señores estudiantes-¡ de Derecho o Medicina! -en
las universidades españolas, han contribuido decisivamente al advenimiento de la
República, y son en la actualidad de los más ardientes defensores de la libertad. Claro que no carecen
de sentido para no darse cuenta de cuáles son sus intereses. De aquí que, al presentarse en la Universidad los
obreros el día de la quema de los conventos, éstos se negasen a actuar en un plan de revolución económica o
social, conscientes, sin duda, de que con ella perjudicarían la estructura económica misma de su familia.
ANTONIO BERMÚDEZ CAÑETE
(30 de Mayo de 1931, núm. 12.)
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Las fuerzas sindicalistas revolucionarias se disponen a encarnar ese coraje hispánico de que hablamos y
a actuar en Convención frente a los lirismos parlamentarios de los leguleyos. Hay, pues, que ayudarlas. En
esta batida fecunda contra los pacatos elementos demoliberales de la burguesía, les corresponde el puesto de
honor y la responsabilidad de dirigir el blanco de las batallas. Todos los grupos auténticamente revolucionarios
del país deben abrir paso a la acción sindicalista, que es en estos momentos la que posee el máximum de
autoridad, de fuerza y de prestigio. A ella le corresponden, pues, los trabajos que se encaminen a la dirección
de un movimiento de honda envergadura social. No a las filas comunistas, que venden a Moscú su virginidad
invaliosa. El sindicalismo revolucionario está informado por un afán fortísimo de respetar las características
hispanas, y debe destacarse como merece este hecho frente a las traiciones de aquellos grupos proletarios
que no tienen otro bagaje ideológico y táctico que el que se les da en préstamo por el extranjero.
La democracia burguesa nos lleva a algo peor que a la catástrofe. Nos conduce a un período de
ineficacias absolutas. Parece que hay derecho a pedir que nuestro pueblo entre en el orden de vigencias que
constituyen la hora universal. Un régimen liberal burgués es la disolución y el caos. Si la sociedad capitalista no
tiene suficiente flexibilidad y talento para idear ó imponer un anticapitalismo como el que nosotros pedimos,
debe desalojar los mandos y entregar sin lucha sus dominios a las nuevas masas erguidas que los solicitan.
Pues, ¿qué se cree? Sería, desde luego, muy cómodo que los que discrepamos de modo radical de las
estructuras vigentes nos aviniéramos a una discusión parlamentaria y libre. ¡ Oh, la libertad !
La declaración escueta y terminante de Pestaña, negando beligerancia y posibilidades a la pimpante
democracia burguesa c: te que disfrutamos, nos llena de optimismo y de alegría. Por fin, será posible articular
en España una acción eficaz que busque dar en el blanco exacto.
Nosotros ayudaremos al sindicalismo revolucionario, y lo proclamamos, hoy por hoy, el único capacitado
para dirigir un ataque nada sospechoso a las instituciones mediocres que se agruparán en torno a la política
demoliberal de los burgueses.
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Nada ha podido ser en un tiempo inseguro, en que hacían crisis las instituciones y no se movían muy
claras las perspectivas políticas que proporcionaba la nueva realidad popular. Hoy ya es distinto. Tan sólo no
ve aquel que se esfuerza en taparse los ojos. O se abre paso a la nueva política de tendencia colectivista y
férreamente disciplinada, o al predominio de una clase sucederá el predominio de la otra, con las mismas
incertidumbres, las mismas deslealtades al espíritu y, por último, las mismas ineficacias.
Urge, pues, plantear las bases ofensivas de la nueva política que interprete el afán popular y encadene
de modo unitario las aspiraciones culturales y económicas de nuestro tiempo.
Las corporaciones, los sindicatos, son fuentes de autoridad y crean autoridad, aunque no la ejerzan por
sí, tarea que corresponde a los poderes ejecutivos robustos. Pues sobre los sindicatos o entidades colectivas,
tanto correspondientes a las industrias como a las explotaciones agrarias, se encuentra la .'articulación
suprema de la economía, en relación directa con todos los demás altos intereses del pueblo.
EL ASALTO DECISIVO
La conquista del Poder por las fuerzas antiburguesas no debe, pues, tener el sentido de una
suplantación de clase. Nosotros disentimos en esto de los camaradas exclusivistas que incurren en el mismo
pecado burgués reclamando una dictadura de la «actual» clase proletaria. No hay fecundidad ni futuro efectivo
para nosotros si no se logra descubrir en los horizontes unas finalidades distintas a las que hoy concentran la
atención de la burguesía.
La hora española es magnífica para iniciar una urgente y rápida acción revolucionaria antiburguesa.
Repetimos la exactitud de la frase de Pestaña a que antes hicimos alusión. En pleno fracaso y abatimiento, la
última fórmula de la burguesía decadente, que quiere detener con ofertas risibles la avalancha nueva. Hace
setenta años era, sin duda, una gran conquista el logro del sufragio universal, de las discusiones
parlamentarias y de la secularización de cementerios. Hoy nos parecen migajas anacrónicas, fraude
revolucionario inservible.
Apetecemos el dominio de la producción y de la cultura, de los resortes de prosperidad auténtica, hoy
arrebatados por mentes invaliosas que birlan al pueblo el disfrute máximo de la civilización del siglo. Dentro de
muy poco, el régimen demoliberal llamará a la concordia parlamentaria, cantando las excelencias de la libre
discusión, del charlatanismo y de la mugre burguesa. Hay que rechazar de plano esas ofertas y reunirse en
Convención acusadora y rebelde las fuerzas que postulen la Revolución. No importa cuál sea ésta. A la postre,
en los minutos revolucionarios predominará la más exacta interpretación popular, pues lo que se pide es la
colaboración corajuda del pueblo, que en trance de victoria y de muerte no consentirá influjos ni copias de
extranjería. Un poco de optimismo y de fe en el pueblo hispánico autorizan a tener optimismo y fe en los
resultados (finales de la Revolución.
El asalto guerrero al Poder debe, pues, articularse del modo que mejor logre la eficiencia revolucionaria.
La acción debe ser rápida e intuitiva, pues dudamos atraviese un régimen minutos tan abatidos y débiles como
el actual en esta hora. La fe y el optimismo de que antes hablamos nos garantizan que España obtendrá de la
Revolución - que no debe ser ni blanca ni roja, sino hispana simplemente - la eficacia nacional por que clama
desde hace tantos siglos.
RAMIRO LEDESMA RAMOS
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señoritos. En los que incluso los más apasionados admiran la generosidad, la esplendidez y la campechanería
andaluza.
El obrero es, desde luego, la víctima de todos los errores y taras de la vida agraria andaluza. En un 50
por 100 de los casos, en la generación que ahora llega a su mayoría de edad, y en una proporción que llega
hasta el 90 por 100 en las generaciones de los ancianos, carecen de toda formación escolar. Los que saben
leer y escribir, lo hacen, sin embargo, de una manera muy rudimentaria. Escriben casi ininteligiblemente, y
excepto en casos excepcionales de aficionados, son incapaces de leer de corrido un tipo de letra de periódico.
Su formación religiosa es igualmente nula. Tienen una devoción muy coloreada de idolatría por algún santo,
patrono del pueblo, a quien suelen expresar su fervor incluso con frases blasfemas. Sin embargo, son como las
demás clases sociales del campo andaluz, generalmente inteligentes y avispados. Poseen una buenísima
memoria y tienen una penetración y agudeza tales, que muchos intelectuales la quisieran.
En la vida económica desempeñan el papel de trabajadores manuales. En los pueblos en que sólo hay
campiñas o tierras de pan llevar, su situación es enormemente difícil. Porque siendo los salarios generalmente,
y excepto en la época de la siega, los mínimos para permitir la subsistencia, no pueden hacer acopio alguno de
ahorros para las épocas largas de paro estacional.
Van éstas, desde la terminación de la «sacó» o recolección en agosto, hasta el otoño, y desde la
siembra, a fines de otoño, hasta la época de la escarda, en marzo o abril, y desde mediados de abril o primeros
de mayo, hasta que comienza la siega de las cebadas, a primeros de junio. Puede decirse, sin exageración,
que el paro estacional significa para los obreros de la campiña, casi cuatro meses del año, por término medio.
Los de los pueblos de olivar no suelen salir mejor parados. En éstos, la época de paro intenso es precisamente
desde últimos de julio, en que se acaba la saca de los pedazos sueltos de cereal, hasta bien entrado el otoño,
en que comienza la sementera y la recolección de la aceituna. Terminada ésta, hacia últimos de febrero,
atraviesan también una época considerable de desocupación, sólo mitgada por las labores que necesita el
olivar. En los pueblos en que-hay ambas clases de cultivos, como son los de la parte alta de la cuenca
izquierda del Guadalquivir, las condiciones son, naturalmente, más favorables.
En esta parte existen ahora dos grupos bastante definidos de obreros. Los unos son los propiamente
jornaleros u obreros dedicados a las labores del campo. Dentro de ellos suelen existir algunas pequeñas
diferencias, entre muleros y gañanes o jornaleros puros, quienes son los que soportan las labores más rudas,
como la siega en verano y la cava de los pies de olivo en invierno. Los obreros calificados suelen ser, aparte de
los artesanos del pueblo, de un género de ocupación mixta. En verano son albañiles, y en invierno, casi sin
excepción, ocupan éstos los puestos de molineros o «cagarraches».
Estos últimos suelen tener siempre un jornal superior al de los gañanes o jornaleros propiamente dichos.
Sin embargo, el nivel de los salarios, como lo demuestran las estadísticas del Ministro de Trabajo, se m=•e
siempre hacia el nivel mínimo de subsistencia. Son muchas las casas che los obreros andaluces donde no hay
camas y donde toda la familia vive en dos o tres habitaciones. Esto no les puede maravillar, ya que cuando
trabajan en las fincas no tienen generalmente dormitorios, sino que duermen sobre jergones, bien en los poyos
de las cocinas, bien en las eras, si es verano, bien en las cuadras del ganado que han de cuidar.
De este modo, y con aquella educación, no es de extrañar que el obrero andaluz sea material apto para
todos los movimientos de protesta.
Más que ideas, lo que tienen son sentimientos, que en su fondo no son sino sensaciones fisiológicas de
miseria y privaciones. Por eso, y como veremos, no puede decirse que sean comunistas ni socialistas, ni
anarquistas. No son nada definido ni programático, sino simplemente hombres desgraciados que se sienten en
situación angustiosa y que quieren salir de ella.
ANTONIO BERMÚDEZ CAÑETE
(6 de Junio de 1931, núm. 13.)
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sabe muy bien no le obedecería el pueblo en su llamada guerrera. De ahí el plan, las tres etapas criminales
que antes apuntamos.
España debe batir ese plan, que lleva consigo el propósito de reducir a cenizas la prosperidad de
nuestro pueblo. Y hay que batirlo con estrategia. La más elemental indica que conviene acelerar ese proceso y
plantear a Cataluña, en estos minutos de optimismo robusto para el pueblo español, por haber destruido el
feudalismo borbónico, el problema de su hispanidad. Derrotar a mano armada sus pretensiones, obligarle a la
lucha, provocar, en una palabra, la fase final del plan. Elegir el día y hora de la batalla.
El Estatuto que hoy se redacta, no representará sino la opinión parcial de Cataluña. La de los que
ejercen allí y ahora el Poder coactivo. La legitimidad de esa asamblea o diputación deliberante es muy
problemática. Quedan fuera la Lliga, los radicales (pues Lerroux fué bien expresivo al fijar en uno el número de
sus amigos), la opinión socialista y el proletariado numerosísimo de la C. N. T.
Ese Estatuto debe ser estudiado aplicándosele toda la serie de reactivos químicos, pues en él irán
contenidas en germen las aspiraciones separatistas, y conviene, a ser posible, oponerse desde un principio a
la táctica enemiga.
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públicas extrañas, principalmente de sus Ayuntamientos. i No más soborno de los mandos por los ciudadanos!
Los campesinos no, pueden estar apartados de la actuación política, excluídos y eliminados del Poder, cuando
se requiere rehacer los cuadros de su vida social y económica, estructurar su población de un modo eficiente
para dotarla de organismos culturales y sociales de fácil acceso, proveerla de, todo, el bagaje de la vida
moderna.
MANUEL SOUTO VILAS
(13 de Junio de 1931. núm. 14.)
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La segunda forma es la del cortijo o latifundio típico. Como indicábamos en un artículo anterior, estos
cortijos son en gran parte propiedad de las familias nobles, que los recibieron en los repartos siguientes a la
reconquista. En la actualidad suelen estar arrendados a los labradores, señoritos, o los más pequeños de esos
cortijos a los jarruqueros. Se trata de fincas con extensión que oscila entre las 200 y 100 hectáreas. Dicha
extensión se divide generalmente en tres partes o tercios, en los que se establece el siguiente sistema de
cultivos : un año se siembra de trigo uno de esos trozos. Otro se queda en parte sembrado de cebada y de
algunas leguminosas. y en el resto de barbecho. El otro tercio se deja descansar y que produzca pastos, en los
cuales se alimenta el ganado, que en considerable cuantía se mantiene en cada uno de esos cortijos. Dicho
ganado se emplea, en parte, como animales de carga y tracción, y subsidiariamente para carne (como el
bovino), o bien solamente como explotación de cría, cual es el ganado caballar y mular (el que ocasionalmente,
en los fines de la recolección, se emplea como animal de trabajo), y el ganado de cerda y lanar, que se cría
para su típica explotación. Es obvio que esta otra forma del cultivo exige también un capital considerable, ya
que tanto para labores del terreno durante el período de rotación durante casi un año, como para la explotación
del ganado con período de explotación de dos o tres años, se requieren disponibilidades de importancia. En
esta explotación, y como ya veremos, una transformación del régimen social de la tierra, implica
necesariamente una transformación de los sistemas técnicos de cultivo.
En fincas de mayor extensión aún que estos cortijos, pero sin roturar, es donde se practica la industria
de la ganadería brava, sobre la que faltan estudios serios, pero que empíricamente observada, no parece ser
tan antieconómica como la opinión pública cree.
Finalmente, la producción de regadío clásica, y sin referirnos ahora a las formas nuevas en iniciación,
como las que se ensayan en las islas del Guadalquivir, se caracteriza por un régimen típicamente de
minifundio. Las huertas son extensiones de terreno, por lo común, de tres cuartos o de una hectárea, en las
que se cultivan frutas y hortalizas por patrimonios familiares de hortelanos, a los que, por desgracia, no
pertenece generalmente la tierra que cultivan. Aunque faltan estadísticas y varían mucho las circunstancias de
un término a otro, puede afirmarse que el 75 por 100 de las huertas son propiedad de los señoritos, quienes las
tienen arrendadas a los hortelanos.
El resto de la tierra andaluza son terrenos incultos. No parece que actualmente los que se hallan en esta
situación lo sean por incuria o capricho de sus propietarios. Excepto alguna gran finca mantenida por nobles o
ricos señoritos, las demás que están en el erial lo son por su falta de productibilidad. Por encima de los lirismos
y de la fama, es una realidad que más que una mitad de la tierra andaluza está formada por terrenos
montañosos descarnados, sin posibilidad de vegetación, sobre todo por falta de lluvias. En esta situación se
encuentra la totalidad de la provincia de Almería, grandísima parte de la de Granada y casi otra análoga de las
de Málaga y Jaén y aun Córdoba.
Estos terrenos montañosos, con una falta de precipitación de lluvias extraordinaria, obligan a considerar
el problema agrariosocial, en relación con ellos, desde un punto de vista técnico absolutamente distinto. En lo
sucesivo, al hablar del problema de la tierra andaluza, nos referiremos, como suele ocurrir, a aquellas tierras
que ya están en cultivo y que son las que generalmente, y desde un punto de vista técnico, son susceptibles de
explotarse con provecho, al menos en el sistema de la economía nacional española actual. Y éste es otro de
los puntos que hay que tener en grandísima cuenta, porque la rebaja de los costos nacionales y la obvia
tendencia de industrialización implica el rebajamiento del proteccionismo cereal, y con ello el que quede como
irrentable una parte considerable de los terrenos que ahora se dedican al trigo y aun a la cebada.
ANTONIO BERMÚDEZ CAÑETE
(13 de Junio de 1931, núm. 14.)
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
LA FARSA ELECTORAL
¿ A quién se le encomienda hoy la tarea de estructurar la nueva Constitución? Debemos hablar claro en
este punto. A un pequeño número de españoles encaramados a los comités artificiosos de los partidos. Nadie
advierte la gravedad que esto significa. Las Cortes Constituyentes pretenden el fraude de la Revolución.
Impedir su desarrollo, deteniéndola en la etapa inestable y anodina que hoy sufrimos. Esas Cortes, si
constituyen algo, es un atropello a la fidelidad revolucionaria. Se les convoca con urgencia como recurso contra
la movilización del pueblo.
Para nosotros, la ruta es clara. En todos los casos, unas Constituyentes son la etapa final de la
Revolución, cuando se plantea el problema de fijar y estabilizar las conquistas. Pero aquí no se ha conquistado
nada. Vivimos aún la misma vida cansina y mediocre a que nos tenía condenados la Monarquía. ¿Cómo es
esto posible? El pueblo debe sabotear las Constituyentes y exigir la marcha del proceso revolucionario, que por
lo menos tendrá la virtud de acabar con la modorra secular de millones de hispanos.
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
No merece la pena iniciar una Revolución con el exclusivo objeto de obtener derechos electorales. Esto
se reduce a que medio millar de parlamentarios asuman la trascendental misión de tomar el pelo a la soberanía
popular. Pero se precisa algo más profundo que organizar una exposición de las medianías nacionales. Lo
auténtico es que se tiende a destruir la capacidad revolucionaria de las masas. Suplantando su acometividad
con la vieja retórica del morrión.
Pueblan las candidaturas nombres que significan la incompetencia nacional. Del mismo estilo y vitalidad
que los viejos fantasmones de la Monarquía. Nadie se extrañe. Son su réplica, sus discípulos en ineptitud y
marrullería. Igual que hace veinte años, la España joven y fuerte tiene ante sí como enemigo a la ancianidad
reaccionaria. Pero hoy existe la gran virtud de que los tiempos no toleran la miopía de los fracasados. Pueblos
que entregan los puestos directores a los incapaces son pueblos que caminan a la deriva, en busca de
escollos y catástrofes.
La audacia de los grupos que hoy pretenden reunir las Constituyentes supera todos los cálculos. Grupos
sin disciplina ni cohesión, que no han resistido sin protestar el reparto de mercedes hecho por el Gobierno
provisional de la República. Gentes sin educación política, fieles a los intereses egoístas y cercanos que
representan, sin resonancia popular ni visión alguna del momento universal en que operan. La hora es, pues,
confusa y nuestro voto decidido se encamina a obtener la suspensión de las Constituyentes. ¿ Qué autoridad
revolucionaria las convoca, y para qué? Las pandillas gobernantes asfixiarán la opinión sana del pueblo,
obligándole a votar unas listas arbitrarias en cuya elaboración no intervienen los electores.
Es cosa de los partidos, se dirá. Pero, ¿quién habla hoy en serio aquí de partidos políticos? ¿Qué
grandes rutas y propósitos aparecen vinculados a sus propagandas? ¿Qué masas y qué entusiasmos
movilizan? Todo es farsa y conjura contra el pueblo, que a la postre, se libertará de esas oligarquías
repugnantes con las tácticas vigorosas, de guerra, que nosotros le ofrecemos.
LA TIRANÍA SOCIALDEMÓCRATA
El conglomerado gobernante aspira a seguir la ruta mediocre de la socialdemocracia alemana. Con el
auxilio tiránico de dos o tres personajes que se creen hombres de energía porque dan órdenes terribles a la
Guardia civil. La cosa es cómica y denuncia la irreparable tontería de media docena de ministros. Acontece,
pues, que la situación socialdemócrata traiciona incluso su papel con la relativa nobleza que puede ser exigida
a la patrulla marxista sietemesina, esto es, gubernamental con la burguesía. Pero aquí lo esperamos todo de
estos tiranuelos menos la serenidad suficiente para oír media docena de verdades. Y como los comunistas
parecen dispuestos a decir las suyas, y nosotros no nos hemos de resignar a callarnos las nuestras, las
verdades estarán en perpetuo orden del día. .
Por ambos flancos estará batida la socialdemocracia, que dentro de dos meses almacenará todos los
ánimos inservibles e invaliosos de España. Pretenderá hundir a nuestro pueblo en ramplonería pacifista,
impedirá el desarrollo y potencialidad de ambiciones hispanas poderosas, nos reducirá al campo estricto y
acotado de la Marsellesa y entregará los mandos de gobierno a los que proclamen en voz más alta el derecho
y la libertad del pueblo a morirse de hambre.
La socialdemocracia es el último cartucho de la burguesía alfeñique y temblorosa, incapaz y
reaccionaria. Pero hay que impedir que sus errores nos condenen a todos a hundirnos en la sima comunista.
De ahí la urgencia de arrebatarle el Poder, instaurar un régimen de furia nacionalista hispánica y proceder a la
reforma radical de la economía por procedimientos dictatoriales y revolucionarios.
Todos los bríos que se movilicen serán pocos. El español vive oprimido y esclavizado a un sistema
económico rudimentario e injusto que condena al pueblo a un límite insostenible de pobreza. Ese hecho influye
en el tono general del país, adscrito a exiguas aspiraciones, sin capacidad ni coraje para emprender tareas
colectivas de gran radio.
¡Hispanos! ¡Guerra a la socialdemocracia!
(20 de junio de 1931, núm. 15.)
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
Rusia tiene actualmente, según mi opinión, un Gobierno de tipo absolutamente nuevo. No se trata de un
Estado dominado por la burguesía o la nobleza feudal, que hoy día se hallan casi aniquiladas como tales
clases. Tampoco es un Estado obrero en que el proletariado ejerce una influencia decisiva sobre la marcha
social, como afirman los comunistas. Rusia está gobernada por una clase intermediaria, que, por primera vez
en la Historia, consigue el Poder ; esa clase lleva en ruso el nombre de «intelligentsia», y se encuentra
constituida por los trabajadores intelectuales : ingenieros, técnicos, organizadores del partido y sindicatos,
periodistas, funcionarios. Esta clase no detenta la propiedad considerada según el criterio individualista ; pero
gracias a su control sobre el Estado por medio del partido comunista, arrebata las «plus valías» de la
producción creada por el proletariado industrial y los campesinos ; de este modo la «intelligentsia» disfruta de
las mejores habitaciones, usan los mejores medios de transporte y comunicación, dan a sus hijos la mejor
instrucción, gozando por consiguiente, de una posición económica netamente privilegiada. Estos privilegios
han sido impuestos al obrero ruso gracias a la presión ejercida por el Estado, que no sólo posee el casi
monopolio de la industria, sino que lo ejerce igualmente sobre la Prensa, las salas de reunión; es decir: todos
los medios de expresión. Cualquier grito de clase obrera elevado contra este Estado monopolizador es
ahogado por el destierro o la prisión; tales condenas son dictadas por una justicia administrativa; es decir, sin
abogados, ni testigos, ni publicidad de los debates, ni comunicación de la sentencia al público. ,
Esto es, esquemáticamente, demasiado esquemáticamente, lo que puedo decir sobre este punto en una
breve interviú.
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
DESPUÉS DE LA REVOLUCIÓN
Los anarquistas rusos ven rehusar todo derecho de coligarse en grupos ; no pueden publicar libros ni
periódicos ; no pueden organizar mítines.
Todo individuo sospechoso de anarquismo es entregado a la Guepeu, policía política secreta ; ésta
juzga clandestinamente, sin abogados, sin testigos, sin publicar, inclusive, el fallo. Este último se eleva
oficialmente a tres y cinco años de prisión y destierro ; prácticamente, los anarquistas son hasta fusilados por
«procedimiento judicial administrativo». Además, al final de cada período de destierro o prisión, si el detenido
no renuncia a sus opiniones anarquistas, se reanuda la pena por el mismo método administrativo.
A pesar de esta persecución intensa, los grupos clandestinos anarquistas se reconstituyen
continuamente en Rusia ; en el momento que el proletariado ruso haya recuperado una parte de las fuerzas
perdidas en la guerra civil e imperialista, será el punto de apoyo para una resistencia obrera renaciente.
N. LAZAREVITCH
(20 de junio de 1931, núm. 15.)
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
con predominio de la razón sobre la pasión y con alta tradición cultural, como son los anglosajones, lo que
habrá de ocurrir en el medio humano de Andalucía se puede fácilmente suponer, teniendo en cuenta los
antecedentes personales en artículo anterior descritos. En la tierra andaluza, de hombres todo corazón y todo
apego a las costumbres, donde sería locura hablar de racionalización de la vida económica, es utópico el creer
que puede ordenarse por reales decretos una transformación estructural de la economía, o tan siquiera una
modificación revolucionariamente radical de la propiedad. Habrá que proceder, pues, a ir dictando
planeadamente las soluciones transitorias que se acepten como mejores, con el fin de, en un plazo brevísimo,
lograr la nueva estructuración económica y social que a todos nos interesa. ,
Esta, como decimos, ha de ser no sólo evolutiva en el tiempo, sino muy diversa en el espacio. Hay sitios
de Andalucía donde seguramente se podrá llegar en un plazo de meses, e incluso de semanas, a poner la
tierra en poder de sindicatos de campesinos que la exploten colectivamente. En cambio, hay otros donde será
menester para llegar a ello una larguísima evolución que empiece por formar pequeños propietarios, los cuales
por el trabajo, y por así decirlo, por el contacto directo con la tierra, se acostumbran al trabajo de ella, y al par
que adquieran la necesaria capacitación técnica, logren pasar del terrible individualismo, que ahora en muchas
partes de Andalucía hace imposible incluso la vida de sociedades puramente políticas.
Esta diversificación habrá de realizarse teniendo en cuenta, naturalmente, esos otros factores
transcendentales en la vida económica, cuales son la técnica, el crédito y el mercado. Allí donde se practica
actualmente el gran cultivo con adecuación técnica, como ocurre en alguna parte de la provincia de Sevilla,
creemos que será muy fácil el convertir esas grandes explotaciones en núcleos de propiedad agraria colectiva.
Análogamente, allí donde el mercado para los productores de la región exista asegurado y donde, por gozar
actualmente de bienestar y de -recursos, se puede encontrar fácilmente el necesario capital de explotación y
las necesarias disponibilidades, se podrá decretar bien la formación de pequeños núcleos de propiedad, bien la
formación de grupos colectivistas.
En todo caso, cuando examinemos la solución del problema -lo que haremos inmediatamente -habremos
de tener en cuenta estos supuestos y estas exigencias de la realidad y de la historia. Ello hará parecer quizá
poco revolucionario nuestro trabajo, pero en nuestra humilde opinión ocurre todo lo contrario. Porque lo
revolucionario no es deshacer para rehacer de cualquier manera, sino lograr una transformación rápida,
moralmente equitativa y económicamente lo más perfecta posible.
ANTONIO BERMÚDEZ CAÑETE
(20 de junio de 1931, núm. 15.)
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Todos los peligros reptilean ante nosotros. Se conspira contra la unidad de la Patria. Se rehuye la justicia
social, amparando la estructura explotadora de la burguesía. Se entontece al pueblo con licor de festejo y
discursos de tópico barato. Se cortan las alas a la ambición nacional, señalando como meta única la farsa
estéril del Parlamento, la secularización de cementerios y otras zarandajas. .
La emoción revolucionaria es hoy el primer deber, y tiene que invadir a cuantos se sientan atraídos por
un afán nacional y constructor. Cada hora histórica posee su secreto. La actual se nutre de himno
revolucionario y de clarines de guerra. Se multiplica el enemigo con los disfraces más variados. Aquí
separatistas, allí derrotistas, allá reaccionarios ; en todas partes arrivistas y leguleyos.
Hay, pues, que legitimar todos los recursos y aprovechar las horas revolucionarias para reclamar los
procedimientos de violencia. Siempre es lícito llegar al atentado personal contra los traidores. Y lo son aquellos
que conspiran o permiten la disolución nacional. Los que aprovechan las filas revolucionarias para propagar
ideas extranjeras, destructoras de la vitalidad hispana. Los que defienden el régimen económico de la
burguesía capitalista, de espaldas al interés del pueblo.
¿No es, pues, legítima la formación de falanges férreas que signifiquen en esta hora una garantía de
hispanidad?
Nosotros adoptamos, pues, los procedimientos de violencia. Queremos la acción directa del pueblo,
representada por cuadros civiles que posean una disciplina militar. Esa es para nosotros la más firme garantía
de que durante la revolución no peligrará el destino superior de nuestro pueblo. Hay que oponerse a las
propagandas extranjerizantes, que sojuzgan la libertad del pueblo con ideas antinacionales y derrotistas.
Hay que presentar, pues, ante las energías jóvenes del pueblo el deber de enrolarse en nuestras
milicias. España se salvará si aparecen cien mil españoles jóvenes, disciplinados y armados, cuyo propósito
único consista en barrer del escenario nacional la voz de los farsantes y de los traidores.
El primer deber es hoy, por tanto, un deber de guerra. Las plañideras pacifistas tienen que retirarse y
admirar el empuje de los héroes.
LA VITALIDAD NACIONAL
Saben los lectores que el grupo político que se ha formado en torno a LA CONQUISTA DEL ESTADO
sólo admite como afiliados a los españoles de veinte a cuarenta y cinco años. Otras edades son consideradas
por nosotros incapaces de comprender y servir los imperativos revolucionarios que nos animan.
Hay que lanzar sobre España el culto de la fuerza y el vigor. Una política que se nutra de juventudes
tiene que ser eso. Como réplica a la España setentona, liberal y pacifista, que se desprendió cobardemente de
los compromisos de honor.
Nada haremos como pueblo si los mejores, los más fuertes, no imponen a los demás la ruta victoriosa.
Se escapó por fortuna el molindre demoliberal, en el que hoy sólo creen media docena de botarates. La política
parlamentaria sirve tan sólo para seleccionar a los ineptos. La hora actual de España reclama otro género de
actuaciones. Cuando la Patria atraviesa un período crítico, sin base ni sustentación definitiva, dedicarse a
obtener libertades burguesas es criminal.
Nosotros, la vitalidad joven de la Patria, impediremos que la revolución beneficie exclusivamente a los
enemigos del pueblo. Los gritos de «Libertad, orden», etc., etc., que dan los españoles sin sangre, los residuos
de los años muertos, deben ser anulados por los gritos hispánicos que pregonen el derecho de España a
forjarse una grandeza (con libertades o sin ellas), a hacer la revolución económica que concluya con los
desmanes burgueses.
El pueblo debe apedrear a los oradores farsantes que le hablan de la libertad. (De libertad para morirse
de hambre.) La libertad es burguesa, camaradas, y, por tanto, origen y fuente de tiranías. Nuestro deber es
engranarnos en un régimen hispánico que interprete e invoque el más puro afán constructor.
Hay que centrarse en la época y dejar paso a los entusiasmos nacionalistas, que son hoy la clave de las
eficacias del pueblo. Estado republicano quiere decir, precisamente, eso: espíritu nacional. fidelidad nacional,
servicio a la República.
Pero los invaliosos y los traidores interceptan las rutas. Por ello requerimos el auxilio armado. No debe
escaparse la posibilidad que hoy se ofrece de que los españoles auténticos conquisten el Poder e impulsen al
pueblo a una tarea constructiva de gran radio.
(27 de junio de 1931, núm. 16.)
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EL DESENFRENO SOCIALDEMÓCRATA
Ahí están cien actas socialistas al servicio de la burguesía. No importa que vociferen y hagan gestos
terribles. Sus votos proceden del conformismo español, del miedo al coco revolucionario, del burgués panzudo
y mediocre. El sistema electoral Largo Caballero y la cobardía de los demás partidos son las causas del triunfo
socialista. Triunfo, pues, artificioso que se desvanecerá en la primera ocasión. Nada bueno esperamos de los
restantes grupos parlamentarios, nutridos todos ellos de gentes retrógradas que viven la emoción política de
hace un siglo, pero los preferimos a ese rebaño extranjerizante de la socialdemocracia.
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
Ya surge entre ellos el apetito del Poder, y no les detiene la consideración de que sus cien actas fueron
obtenidas en contubernio con los burgueses. No son, pues, actas de pureza socialista, y este detalle debiera
hacerles más cautos. Les ilusiona esto de la «minoría más numerosa», y quieren lanzarse sobre el Poder como
sobre las desmanteladas organizaciones obreras que controlan.
Por muy bajo que sea el nivel de los diputados constituyentes, pertenece sin duda al socialismo el honor
de aportar los cernícalos más ejemplares. Hay que vigilar este peligro e impedir que exploten el argumento
numérico que han obtenido por sorpresa. Estamos aludiendo a la tendencia gubernamental socialista que
mantendrá Largo Caballero.
El equívoco primordial de la política española consiste en admitir una falsa localización de los partidos.
En todas partes las exigencias económicas y las rutas vitales de los pueblos han hecho surgir fuerzas políticas
que representan radicalismos de más sincera y fuerte realidad que los que aquí se proclaman ahora. El
socialismo representa una trayectoria de gobierno fracasada en todos los países. Por dos razones : una, que
su táctica conduce a todo menos a un régimen socialista ; otra, y para nosotros la más esencial, que la eficacia
económica que pueda conseguir un régimen antiburgués la logran entusiasmos de tipo nacional, que suplantan
la discordia de clases con una integración de elementos productores. Es el caso de las economías de Estado,
a que se acercan con rara similitud el régimen bolchevista de Rusia y el fascista de Italia.
El socialismo, por tanto, ha cumplido su vigencia histórica. De esas dos razones que enumeramos, la
primera la esgrimen con eficacia los comunistas, y la segunda la enarbolamos los que unimos nuestro destino
al destino nacional con un novísimo afán antiburgués y constructivo. Sería, pues, lamentable que en una hora
así se abriera camino en España la decadencia socialista, cuyas filas son traidoras, según los comunistas, y
reaccionarias, según nosotros. (En nuestra opinión, una fuerza política es reaccionaria cuando transcurrida su
vigencia histórica se empeña en obtener el Gobierno de un pueblo.)
He aquí la realidad. Los socialistas deben ser bloqueados al menor gesto intemperante, porque
significan una fuerza de reacción, y a última hora, un nido sospechoso de intelectuales sin sangre. No creemos
que resulte muy difícil evitar el avance socialista, evitando a la vez que triunfe en nuestro pueblo el fraude
revolucionario que ellos representan.
(4 de julio de 1931, núm. 17.)
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Sevilla con denuedo. Si se sabe prescindir del episodio superficial y se logra fijar en los hechos lo que en ellos
hay de dimensión profunda, no podrá nadie negar que las propagandas de Franco, Balbontín, Rexach y sus
amigos encierran un -secreto de futuro. Estos hombres, con la simpatía cierta de elementos proletarios
igualmente jóvenes, han mostrado en Sevilla que es fácil y posible orientar con fecundidad a la Revolución.
Es ahí, en el joven aviador, en el joven obrero, en todo aquel que supere las limitaciones del liberalismo
burgués, donde aparece una posibilidad de resurgimiento hispánico. Hay, pues, que alentar la acción de estos
núcleos, y si llega el caso, fundirse todos en una eficacia decisiva contra los usurpadores.
Para ello, lo primero es aceptar como recursos de lucha los procedimientos revolucionarios de calidad
más alta y no asustarse de las similitudes que la decrépita ramplonería burguesa advirtiese y denunciase en
ellos.
Desde el ministro de la Gobernación hasta el periodiquillo zurdo más insignificante han obstruido la ruta
de las propagandas a que nos referimos. Pronto se hizo uso de bellaquerías, como esa de considerar a los
revolucionarios enemigos de la República. Nosotros protestamos de esa mala fe que el Gobierno, liberal de la
República ha utilizado contra Franco y sus amigos.
(11 de Julio de 1931, núm. 18.)
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La ruta a seguir frente al separatismo no puede ser otra que ésta: debe desmenuzarse su Estatuto en las
Cortes y disminuir sus pretensiones en un ochenta por ciento. Para ello es suficiente un acuerdo de las fuerzas
de Lerroux, las socialistas y derecha republicana. E imponer con energía la decisión de las Cortes. Es decir,
entregar el pleito a la decisión suprema de la violencia.
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es claro, la libertad para desenvolver sus negocios, de espaldas a los intereses del pueblo. La economía, las
razones económicas, han sido las primeras en asestar a la concepción liberal burguesa un golpe decisivo. Por
eso, el grito liberal es ya un grito reaccionario, cuyo triunfo equivale a marchitar las posibilidades grandiosas
que pudieran dibujarse en el porvenir de un pueblo.
España necesita precisamente la victoria de una disciplina nacional que ponga en circulación a viva
fuerza los ímpetus ocultos. Los liberales como el señor Azaña creen que lo primero es la satisfacción egoísta
de los afanes de cada uno, y lo segundo cualquier otra cosa. Pero acontece -y ésta es la gran verdad de la
época- que los individuos hoy no se satisfacen, sino sabiéndose colaboradores con los demás en alguna
empresa de algún fuste. No hay alegría que supere a la del trabajador ruso al aportar su esfuerzo a la
realización del plan staliniano. En Italia aparece el mismo fenómeno de modernidad, pues todo fascista se sabe
engranado en la disciplina nacional que el fascismo impone.
Aquí, en España, tenemos en cambio que sufrir estas vejeces. Que, como han perdido toda eficacia
política, se convierten en armas tiránicas contra el pueblo. A puro querer imponernos la libertad, el Gobierno
liberal burgués de la República ametralla y encarcela al pueblo. El señor Azaña, a quien reconocemos cierta
inteligencia, sabe de sobra que eso de «ciudadanos libres», tan repetidas veces celebrado en su discurso, es
pura farsantería. Sin ir más lejos, podríamos citar el caso de la destitución de López Ochoa, seguida del «gesto
democrático» del señor Azaña de negarse a explicar a los «ciudadanos libres» el motivo de la destitución. Y es
que estos liberales cucos son todos ellos de un orgullo despreciable y tiránico. Cuando desde el Gobierno se
vitorea mucho a la libertad hay el peligro de que ello se haga para que el pueblo tolere al gobernante la libertad
de hacer lo que le venga en gana.
El señor Azaña alentó traidoramente en su discurso los afanes separatistas de Cataluña. Es la
consecuencia última de la reacción demoliberal: si otorga libertad a los individuos, ¿por qué negarla a las
regiones? He aquí un plan más rápido para conseguir la disolución de nuestro pueblo, entregados sus destinos
al arbitrio cobarde de estos hombres, sin grandeza para encararse con un porvenir difícil y glorioso.
El señor Azaña preside un grupito de intelectuales que se identificó, al parecer, con su discurso. He aquí
el triste papel de los intelectuales españoles: el de ir siempre rezagados. Hoy, que se precisa ir dibujando los
contornos de una civilización postliberal, creadora de mitos colectivos, de pueblo, para lo que es imprescindible
una vanguardia intelectual, tenemos aquí el triste espectáculo de una regresión, de un retroceso. Y tiene que
ser el sindicalista ciego y anónimo, el luchador impenitente, quien marque una ruta de violencia, de creación y
de gloria.
Pero el imperio hispánico surgirá.
Cárcel Modelo.
RAMIRO LEDESMA RAMOS
(25 de Julio de 1931, núm. 19.)
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por deficiencias de nuestra verdadera economía, o sea, que si la enfermedad en Alemania no está sino en lo
adjetivo, en el dinero, la española, que aparece en el dinero, no es sino el reflejo - amortiguado - del grave
daño de la real estructura económica nacional. Y ese daño habrá de subsistir mientras no nos decidamos a
estructurar nuestra vida política y económica con arreglo a normas más racionales y más hispánicas. Nuestro
pueblo no puede seguir viviendo de viejas imitaciones a putrefactos democratismos extranjeros. España
necesita estructurarse en un régimen de jerarquía y de organización que centuplique las fuerzas latentes
nacionales y que las encauce y haga fructíferas. Restándolas precisamente de la política viejo estilo, y
llevándolas a la producción y a la política de la actuante eficacia.
En estos días de la exacerbación de la oratoria política y de la retórica democrática, es cuando España,
precisamente, muestra en el número de sus parados y en la paralización de su economía, la necesidad de que
oriente su vida la gente nueva, los que, como nosotros, han sabido ver en las entrañas de la tradición y en los
progresos de la técnica y la organización moderna que nuestra Patria necesita una estructura más racional y
más nacional, que fortifique su economía y prepare al país para sus gloriosos e inevitables destinos imperiales.
ANTONIO BERMÚDEZ CAÑETE
(25 de julio de 1931, núm. 19.)
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de verdad nadie se arriesga aquí a causa de un Borbón ni de una bandera particular. En cambio, muchísimos
ofrecieron sus existencias por una fantasía generosa y amplia.
A través del Imperio hemos recobrado a Unamuno. Las mejores promesas de nuestra generación han de
ir a sus manos. El es el oficiante de un culto supernacional, hispánico. Su diestra soltará la saeta, la bendición
y el saludo. La contraseña del imperio será la palpitación de muchedumbres morenas y atrevidas. Con audacia.
El porvenir de Europa, y de África y de Asia, y de América y de Oceanía pertenece al cúmulo de razas
retorcidas en esta Península del Sur. La cultura nueva, la justicia segura y el empuje actual van adelante.
Quedan encima del camino y del horizonte la persona, y la fiebre, y el amor de Unamuno. Sobre el triunfo
pertinaz del Imperio, sobriamente, la garra de LA CONQUISTA DEL ESTADO acariciará las barbas del
patriarca don Miguel.
JUAN APARICIO
(25 de Julio de 1931, núm. 19.)
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LA DICTADURA
Pero la Restauración tenia sus días contados,, y si fué tan dilatada su agonía, se debe a la inopia de sus
advesarios. ¿Para qué iba España a acometer la empresa tiránica de pulverizar el régimen monárquico? ¿Qué
prometían los republicanos? Sencillamente, que el rey se marchara y que donde dice «régimen monárquico»
se diga (régimen republicano) y. ¿Qué más ? La garantía jurídica de los derechos imprescindibles, inalienables
e infungibles del ciudadano. En lo de infungibles no estoy muy seguro; pero copio la palabreja, sin entenderla,
porque tampoco entiendo las otras.
La monarquía se suicidó; quizá tuviera compasión de sus adversarios. i Gran triunfo popular ! Pero lo
que me interesa hacer notar es que la juventud fué uno de los instrumentos más eficientes que esgrimieron los
liberales. Ved la tragedia. Los partidos republicanos languidecían en sus vetustos caserones, sin encontrar el
estímulo que encendiera la pasión popular ; necesitaba nutrir sus frágiles falanges con desertores de la
institución monárquica. El rey brindó el estimulo. Juró una Constitución arcaica que no respondía a las
1
exigencias nacionales y con gesto gallardo la vulneró . i Ya ha surgido el acicate ! Si la Constitución no
respondía a las exigencias nacionales, era cadáver sin que la asesinaran ; decretar su defunción supone una
sagacidad forense de que carecen los leguleyos parlamentarios. Este fué el crimen matar a un cadáver. Claro
que la juventud no vio ésto ; los liberales se lo ocultaron con cuidado. El engaño se hizo patente cuando se
discutió el procedimiento para exigir las responsabilidades de la vieja Constitución. Un diputado pedía que se
juzgase a D. Alfonso con arreglo a la Constitución del 76. Otro hablaba de no sé qué garantías procesales
arcaicas que reputaba indispensables en la mecánica del procedimiento. No se pensó en forjar normas que
respondieran a la realidad del momento. Las viejas leyes ahogaron otra vez la vida que fluye y se transforma. i
Esta es la revolución de que son capaces los liberales ! i Esta es la traición a las nuevas generaciones ! i Esta
es la responsabilidad máxima que, nosotros, y sólo nosotros, hemos de exigir !
LA RELIGIÓN
El buen liberal también es ateo. Los hombres libres no necesitan la religiosidad; la desprecian cuando
conocen la verdad, dice el liberal. ¿Cuál es la verdad? Todo se perfecciona por evolución; los átomos de la
inteligencia de Coellre, por ejemplo, se hallan en el mineral, pasan después a la planta... hasta formar el
espíritu de Goethe. La Edad Media es menos progresiva que la moderna, porque en aquélla hubo muchos
reyes absolutos, mientras que en la moderna hubo uno en cada Estado. Del mal, el menos. De las Repúblicas
de Grecia y Roma - anteriores a la Edad Media - no hablan, entre otras -razones, porque no lo saben. Esta
evolución y este progreso pretenden desplazar la religiosidad. Si yo fuera liberal, respetaría esto que no me
atrevo a llamar ideas ; pero ¿qué resultado práctico alcanzaron estas idioteces ?
El ateísmo fué predicado como signo de progreso ; la religiosidad fue combatida como enemigo
reaccionario, y España, fuerte y hondamente católica, perdió el contacto con su Iglesia. En tal pugna, ¿qué
podría hacer la Iglesia? No era posible la opción, buscar protección. La Iglesia es reaccionaria. Los liberales
carecen de religiosidad. Los espíritus modernos y religiosos desprecian a los liberales y desconfían de la
1
Me interesa hacer constar que fui uno de los engañados. La Monarquía me procesó por defender la tesis leguleya. Hoy
que impera la República, confieso mi ingenuidad.
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Iglesia. De ese ateísmo, a ver en la vida un deporte, no hay más que un paso. La religiosidad que busca el
silencio de la casa o la paz del templo se ha tornado gritería salvaje, que llena las plazas de toros y campos
deportivos ; ya están vacías las iglesias, ya habéis narcotizado a España para romper su sagrada unidad.
¡Liberales, ésa es vuestra obra ¡Jóvenes, ésos son nuestros enemigos!
EMILIANO AGUADO
(3 de Octubre de 1931, núm. 20.)
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Pío Baroja
A mí Cataluña me da una impresión de ser más española que las demás regiones españolas. Los
catalanistas, en cambio, aseguran que no, que Cataluña casi no tiene nada que ver con España, que es un
país con otra raza, con otras ideas y con otras preocupaciones, con otra constitución espiritual. Yo nunca he
visto estas oposiciones ni estos contrastes ; no digo esto como patriota, sino como un hombre más o menos
observador.
La cuestión del predominio del idioma se ha de resolver por el tiempo. El castellano se ha convertido en
español y hasta en hispanoamericano; es una lengua tan nuestra como de los demás españoles, tan del
catalán como del gallego o del vascongado. Ante los hechos es ridículo afirmar el despotismo central en la
cuestión del idioma. Es naturalísimo que de los cuatro o cinco idiomas nacionales haya preponderado uno, y
esto ha pasado en Francia y en otros países, y esto pasa en España ; pero el Estado no ha hecho presión
aquí, y si la ha hecho, no ha sido tan enérgica como la han hecho en Francia, en Alemania y en Inglaterra, con
sus idiomas regionales.
Todos los pueblos que caen quieren regiones más o menos separatistas, porque el separatismo es el
egoísmo, es el sálvese el que pueda de las ciudades, de las provincias y de las regiones.
Peor aun que la doctrina nacionalista me parece el procedimiento de los catalanistas. ¿En dónde, en qué
está legitimada la campaña antiespañola que ha hecho durante muchos años el catalanismo? Yo he visto en
periódicos extranjeros cómo se insultaba a los españoles estúpidamente, y sabía de dónde salían esos
artículos publicados en periódicos italianos y franceses ; he visto disfrazar la historia y la antropología; y todo
con móviles mezquinos y bajos.
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
esos sentimientos, aunque dominantes entre los luchadores del régimen antiguo, no son generales, ni parecen
ser los de las generaciones nuevas.
Pero si por transigir de momento con el viejo desamor, con uná componenda para salir del paso,
tomasen las hojas de la nueva Constitución cualquier pliegue funesto, i qué grave deformidad vendría en el
cuerpo de España! La que siempre fue una nación se convertiría en un simple Estado; compartimientos
estancos, nacioncillas aisladas, cultivadoras del hecho diferencial, empeñadas en negar obcecadamente, como
vemos, los lazos ideales, para quedarse sólo con los lazos materiales que convengan. Peor que un Imperio
austrohúngaro.
No nos hagamos ilusiones. Si bajo esta psicología del resentimiento el Estado español no tiene respecto
de la región una prenda de unión espiritual en la enseñanza, la generación del desamor acabará por raer, con
pertinaz trabajo de zapa, todo sentimiento de unidad espiritual ; la fuerza moral de la nación, la única fuerza de
los pueblos, será arruinada, y la disgregación del nuevo Imperio austrohúngaro será rápida.
Pero, dentro del terreno de la cultura, no toda la culpa es de los que en la periferia roen, como carcoma,
la unidad espiritual, sino de los que en el centro debieran cuidar de afirmarla. ¡ Qué pobre es la literatura en
este campo
En la Edad Media convendría estudiar el maravilloso siglo xiii. Y en este siglo la crónica de don Jaime 'el
Conquistador. Abrimos el libro. El rey aragonés decide ir en ayuda del rey castellano contra una inquietante
rebelión de los moros de Murcia ; pero los nobles catalanes y aragoneses le niegan su concurso con
desabridas respuestas, continuamente reiteradas ; tenían rencor de agravios pasados y no pensaban más que
en afirmar sus privativos fueros, su Estatuto. Pero al fin los catalanes renuncian a su fuero y se avienen a
conceder la ayuda pedida para que don Jaime «pueda servir a Dios y auxiliar al rey de Castilla».
No en vano habían nacido en la región que don Jaime tenía por «la pus honrada terra d'Espanya». Y las
razones supremas que el rey proponía (después de agotadas las de carácter práctico, ineficaces) para que los
irreductibles dejasen a un lado el Estatuto en que obstinadamente se parapetaban, eran tres razones de orden
ideal: primera, por servir a Dios ; segunda, por salvar a España ; tercera, porque él y ellos ganasen la prez y el
honor de salvarla : «que Nos e vos haiam tan bon preu e tan gran honor que per Nos e vos sia salvada
Espanya». Es decir, les propone el lema: «Dios, España y Prez».
Al recordar esa nítida precisión con que el rey Conquistador percibe, en lo material y en lo ideal, todos
los motivos de solidaridad hacia una Patria más ancha que su particular patria, y que su reino propio, al ver
cómo inculca esos motivos a sus vasallos, no sabemos abandonar las elevadas naves del alcázar historial para
salir a la calle. ¡Despierta, rey don Jaime ; habla otra vez de España a los que no piensan sino en su propio
Estatuto ! ¡Yergue otra vez tu frente, cubierta con ese yelmo de grandes alas avezadas a los vuelos aguileños!
A los muchos catalanes que, como don Jaime, sienten su nación catalana intimada en la española, a las
generaciones nuevas que pueden leer sin torvo desamor la épicas crónicas de su tierra, me dirijo con fervorosa
esperanza. ¡ Salud !
Miguel de Unamuno
Se ha hablado de un hecho, del «fet» catalán, del estado de conciencia del pueblo catalán ; pero se ha
olvidado que hay otro hecho, y es el estado de conciencia del resto del pueblo español y del pueblo español
todo, y es inútil querer hurtar el conocimiento de esta legalidad tal y como ella se nos presenta.
Hay que decir el peligro que hay en querer llevar por caminos de prisa y de violencia, acaso de sorpresa,
alguien dirá que de atraco, la resolución de problemas de que empieza a enterarse la opinión española. Que
no sea tarde luego; cuando se resuelva, que no sea tarde para prevenir la reacción.
Se ha hecho un plebiscito, bien y mal - no me meto en ello-, con unas y otras garantías, revelador de la
verdadera voluntad radical o no revelador del todo de ella. Esto llevará un efecto a las leyes que se
promulguen ; pero la lucha no cesará, sino que será más dura, más fuerte. El día en que se haya promulgado
esta Constitución, salga lo que saliere, vendrá la lucha por la verdadera constitución, la íntima, la que no está
escrita en las leyes. Y además, esto es necesario. En toda historia de las relaciones de los pueblos no se llega
nunca a un abrazo sino después de una lucha, y aun después continúa." La discordia es tan necesaria para la
civilización como eso que, mentirosamente, suele llamarse concordia. Es mejor luchar claramente y con verdad
que abrazarse con mentiras y con engaños.
El plebiscito se ha hecho muchas veces. Un pueblo, por una especie de plebiscito condenó a muerte a
Sócrates sin razón, y quince días después aquel mismo pueblo, sin más razón habría querido resucitarle. Hay
una voluntad radical, de raíces, y hay una voluntad que pudiéramos llamar folicular, de hojas, de follaje, de
hojarasca. La voluntad radical es permanente ; la voluntad de follaje es una cosa pasadera; vienen los vientos
de otoño y arrastran las hojas secas lo mismo que arrastran las papeletas de votos. No. La voluntad de un
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
pueblo no es tan fácil de conocer, sobre todo cuando no se le puede ilustrar suficientemente respecto a aquello
sobre lo que tiene que decidir.
Todos recordaréis aquel famoso libro La cabaña de Tom, en que se pintaba con tan negros colores la
vida de los esclavos de los Estados del Sur de la Unión Norteamericana. Sin embargo el hecho es que cuando
vino la guerra de Secesión, la mayoría de aquellos esclavos estuvo de parte de sus amos, que los trataban
muy paternalmente, y si entonces se hubiera hecho un plebiscito entre aquellos esclavos, el plebiscito hubiera
dado mayoría a los que los mantenían y los criaban. Es más, esos esclavos de los Estados del Sur vivían
mejor que los obreros libres de lo: Estados del Norte. Era la del obrero libre una esclavitud de otro género, en
el orden económico, acaso más dura que la de. esclavo, que tenía a cubierto ciertas garantías de existencia ;
pero allí se produjo un choque de dos regímenes; un régimen económico de esclavitud dulce, mansa, paternal,
y un régimen de obreros dichosos, libres, si es que un obrero, en una sociedad capitalista como aquélla, puede
ser realmente libre en Norteamérica. Llegó un momento en que aquel choque, en que aquel encuentro entre
dos regímenes, produjo verdaderas dificultades, y no hubo más remedio que resolver el problema de la
esclavitud. Y el problema de la esclavitud se planteó, hasta que llegó un momento en que los plantadores del
Sur dijeron: «Como hasta aquí, o nos separamos». Y entonces Abraham Lincoln dijo: (A esto no hay derecho»,
y firmó la emancipación de los esclavos, y vino una triste guerra civil, y perdió la vida en ella Abraham Lincoln,
que creó de este modo la verdadera patria norteamericana, porque no rehuyó ni un momento el cortar el nudo
como él lo cortó. Abraham Lincoln estimaba que ni se puede permitir el suicidio ni se puede decir: «hay que dar
lo que piden» ; hay que dar lo que les convenga, y no siempre el que pide sabe lo que le conviene.
José María Solaverría
Yo esperaba acaso que la idea de la República viniera a robustecer la unidad nacional, en una especie
de exaltación nacionalista que superase las fuerzas negativas del socialismo y de los nacionalismos
comarcales. Pero no ha sucedido así, al menos hasta ahora.
Ese fervor, ese calor entusiasta por la República no ha incendiado más que a las almas de los
republicanos, que ya estaban encendidas desde antes. El resto de los españoles ha «aceptado» el nuevo
régimen, y nada más. Sin calor ni esperanza. En una aceptación pasiva o conformista. Mañana esos mismos
españoles aceptarían tranquilamente una monarquía constitucional.
Faltándole, pues, vehemencia y poder de atracción y expansión, faltándole arrebato ideal e imperialista
al nuevo régimen, ¿ cómo vamos a creer que ha de hacer más firme la unidad de España ni que va a imponer
algún rumbo único de gran estilo?
Sobre este asunto no he cesado de escribir desde hace muchos años. Para responder bien a la
pregunta necesitaría repetir lo dicho anteriormente, y no habría bastante espacio en esta revista. La vanidad de
los catalanes puede estar satisfecha ; porque el máximo problema de España, como nacionalidad, es Cataluña.
Los españoles (los españoles representados por el Madrid de la última etapa) habrían rehusado toda
preocupación internacional por un espíritu de cobardía y de ramplón egoísmo. Creían que hurtándole el cuerpo
al riesgo quedándose en su casita y dejándose de aventuras, iban a vivir tranquilos y contentos, con sus
castizas corridas de toros y todo. Aquí, seguramente Unamuno encontraría en San Marcos o San Pablo, o
algún otro santo por el estilo, una sentencia que viniera a decir que aquél que huye del peligro será el primero
en caer en él, y que los que se creen listos acaban por resultar mentecatos. Lo cierto es que España, por huir
de las molestias y riesgos del nacionalismo, del patriotismo, se encuentra con que hoy tiene que soportar, pero
en su propio cuerpo, el más sensible conflicto nacionalista. Y ésta es la dramática desproporción de fuerzas:
Cataluña actúa con un patriotismo llameante frente a una España (frente a un Madrid) que carece ya de todo
fervor o ideal patriótico.
Varias veces he dicho que Cataluña tiende a convertir el Estado español en lo que fue el Imperio austro-
húngaro. Esta idea la ha tomado y repetido recientemente don Ramón Menéndez Pidal. Ahora se van
enterando en Madrid de la cosa que habían tenido delante de las narices. Y otros, contando entre ellos las más
altas mentalidades, todavía no han comprendido de lo que verdaderamente se trata. Se figuran que con hablar
de cordialidad o con discutir y precisar unos artículos de la Constitución, ya está resuelto todo; lo esencial es
que Cataluña quiere «vivir su vida». Ya está viviendo, espiritual y emocionadamente, aparte. Cataluña no
puede vivir sin fervor patriótico y nacionalista. Puesto que ese fervor se ha apagado en el resto de España,
Cataluña aparta su alma del resto de España y se reconcentra en sí misma. Encended, si podéis, una gran
llama nacionalista española (época de Carlos V, guerra de la lndependencia, luchas del siglo XIX por la
Constitución), y entonces se reintegrará Cataluña en la españolidad.
(3 de Octubre de 1931, núm. 20.)
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
carácter revolucionario, es decir, que nos reservamos la aspiración de subvenir el actual régimen económico y
político e implantar un Estado de eficacia española.
Es indudable que la tendencia liberal y parlamentaria que hoy asfixia a la vitalidad del país, procurará por
todos los medios desprestigiar e inutilizar nuestra acción. Las esferas «provisionalmente» directoras hacen hoy
todo lo posible por desvitalizar al pueblo, despojándolo del heroísmo proverbial de nuestra raza. Se pretende
reducirlo así a la impotencia, supliendo con esbirros dóciles la actuación ejecutiva del pueblo patriota. Hay
castigos, como los que merecen los separatistas, los anarquizantes y todos los afiliados a partidos
antinacionales, cuya ejecución no debe ser encomendada a mercenarios, sino al pueblo mismo, a grupos
decididos y generosos que aseguren con su acción la íntegra salvaguardia de la patria.
La acción directa que las juntas proclaman como su método predilecto de lucha, no ha de entenderse
como una práctica exclusiva de la violencia. Más bien como una táctica que prescinde del actual Estado liberal-
burgués, como protesta contra la inercia de éste frente a las audacias de los grupos antinacionales.
Pero la acción directa es asimismo violencia. El hecho de que la decrepitud pacifista imponga hoy en
España que sólo la Guardia civil puede batirse contra la anarquía, y rechace con pavor análogo al de una
virgencita el uso viril y generoso de las armas contra los enemigos de la patria, este hecho, repetimos, no
puede ni debe influir en la táctica de las juntas.
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
vocablo sindicalismo nos une a organizaciones proletarias que con ese mismo nombre se conocen en nuestro
país y que son lo más opuestas posibles a nosotros.
El Estado nacional-sindicalista se propone resolver el problema social a base de intervenciones
reguladoras, de Estado, en las economías privadas. Su radicalismo en este aspecto depende de la meta que
señalen la eficacia económica y las necesidades del pueblo. Por tanto, sin entregar a la barbarie de una
negación mostrenca los valores patrióticos, culturales y religiosos, que es lo que pretenden el socialismo, el
comunismo y el anarquismo, conseguirá mejor que ellos la eficacia social que todos persiguen.
Es más, esa influencia estatal en la sistematización o planificación económica, sólo se logra en un
estado de hondísimas raigambres nacionales, y donde no las posee, como acontece en Rusia, se ven
obligados a forjarse e improvisarse una idea nacional a toda marcha. (Consideren esto y aprendan los
marxistas de todo el mundo.
i VIVAN LAS JUNTAS DE OFENSIVA NACIONAL SINDICALISTA !
RAMIRO LEDESMA RAMOS
(10 de Octubre de 1931, núm. 21.)
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
¿Qué es lo o la Internacional? - Acaso una categoría mental, acaso un himno para la salmodia, acaso
una lección de escuela. El sindicato de maestros franceses, reunido en Chambery - 1912 -, acordó oponerse al
militarismo, a la guerra. Un estímulo de fraternidad universal se levantaba dialécticamente contra los propósitos
marciales del Estado. Precepto de la lógica, fué pronto aprendido allí; ¿qué pedagogo no tiene sus discípulos?
En mayo de 1913 se insubordinaron las guarniciones de Toul, Belfort, Rodez. i Ah ! Pero en 1914
tronaban los obuses de la patria gala, de la rabia gala, de la victoria gala, en fin. Los maestros franceses fueron
al Marne y a Verdún.
El Sindicalismo revolucionario internacionalista, contramilitar, camarada de los camaradas del mundo,
desfiló junto a la tumba del soldado desconocido. (Desconocido de puro íntimo, familiar, con la sangre total
desangrada del país común.) Luego, lo internacional han sido las novelas de la guerra. Donde se recobran la
lógica, la dialéctica o la pedagogía. Y también el negocio. Ya calculamos cuánto vale la Internacional: cinco,
seis o siete pesetas. El precio de una mediana traducción de «Cénit».
Sola igiene del mondo. - Italia era un museo. Cualquiera inglesa tonta podía desmayarse, con Ruskin en
la mano, en Florencia o en Nápoles. El futurismo tuvo la osadía de llamar tontas a las inglesas y de enardecer
cien grados la atmósfera de su país. Al rojo candente vino la guerra y detrás la propaganda de Marinetti y sus
amigos en favor de la intervención italiana.
Los jóvenes adivinaron la necesidad de verter su entusiasmo y sus vidas sobre el umbral del reino. Una
faena colectiva y creadora se imponía a la juventud: intervenir, luchar, vencer. Los pueblos poetas contra sus
críticos pedantes. Leemos en una proclama de la época: «La guerra actual es el más bello poema futurista
aparecido hasta hoy». Sentía el piafar de sus venas como heraldos de un porvenir heroico, y, por lo mismo, la
mocedad itálica se arremolinaba frente a los neutrales, los pacifistas y los eunucos. «Futurismo contra
passatismo». Italia rompió la Tríplice ; su mañana imperial y cesáreo iba con un «bersaglieri» a las trincheras.
La única higiene de los hombres-una higiene más exigente que la sexual-fue la guerra. Allá, en el frente,
las diosas llamaron consigo a los muy dilectos. Cuando la paz trajo el éxito y el socialismo, y la peste
internacional ondeaba en muchas banderas, los mozos supervivientes de las batallas, futuristas, ardidos,
«bersaglieris», inflamaron a Italia de su ardor combativo.
Los últimos disparos fueron al corazón de la muchedumbre roja. El país se volvía apretado y erecto
como una bayoneta. Una generación interventora, fuerte - la «giovinezza» -, sublimaba y salvaba a su patria
fascista.
Cuartel y rancho. - Si Italia era un museo, nuestra España era un panteón. Un panteón sin Dios, pero
con muchos diosecillos menores y domésticos. Mientras se peleó por la tradición y la cultura campesinas,
todavía la raza produjo caudillos y milicias de medula noble y enérgica, ejemplos de la primera guerra carlista,
facinerosos y aventureros. Después se evapora el hábito montaraz y castrense ; son los años de los abogados,
de los oradores, de la mísera existencia cuartelaria.
Baroja está a punto de escaparse al extranjero, antes de caer en esa madriguera: «Yo estaba dispuesto
a todo, menos a ser soldado de cuartel, de rancho y de profesiones». El 98 era furiosamente antimilitarista - tal
vez por desdén a lo demasiado burocrático y pacífico del panorama militar de España-. Como no le dejaron
desplegarse en guerrillas sobre la Península, Valle-Inclán marchó a Méjico, hacia el resol de los
conquistadores del siglo XVI, y a su vuelta era nada menos que coronel general de los ejércitos de Tierra
Caliente. Su imaginación lindaba con su sed de gestas. Entonces y aquí, inéditas e imposibles. Hay que llegar
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
a 1919, o a 1921, o a 1926, ya que se frustraron el 98, y el 9 y el 21 ... Hay que llegar a nuestra guerra, a
nuestra victoria en Marruecos.
1915 - Traición. - Alrededor de 1915 la juventud se ausenta. Todas las traiciones contemporáneas han
de referirse a cuanto faltó durante aquel período. Nosotros jamás olvidaremos la ocasión perdida, la coyuntura
abandonada. Los que tenían treinta años, edad robusta y plena, se inhibieron. Los que tenían treinta años
enmudecieron y callaron. Nuestro rencor será implacable. Quedó hacedera una cruzada de incitaciones, voces
y gestos. De proselitismo y catequesis, de henchir los brazos y el espíritu de la multitud. Fueron mancos para
estrechar, y mudos y sordos e insensibles. «Cuando la humanidad civil se duele en la conciencia de la justicia
herida, este dolor no puede ser ajeno a ningún pueblo),. Unamuno era el único-suyas son las palabras
anteriores-que vociferaba en la nación la obligación interventora. Unamuno, el único; porque sus lamentos eran
mandatos y profecías.
«Cataluña, no. El resto de España, España, es la separatista, que se separa de la humanidad
civilizada». Cataluña quiso alistarse con los aliados por motivos minúsculos y magníficos: por ser la cuna,
Francia, de la Marsellesa, por ser la madre de Víctor Hugo... Cataluña tiraba del cuerpo de España hacia el
foso y la empalizada, donde la comunión es viva y el contacto eviterno: «Debemos incorporarnos a los aliados
para evitar una guerra de secesión futura». Los que tenían treinta años en 1915 enmudecieron o
tartamudearon solamente. Perdimos la guerra sin haberla siquiera arriesgado.
1931 - Traición y venganza. - Contrasta el silencio de ayer con la algarabía del momento. Los diputados
charlan y charlan. Son las mismas personas del 1915 alalo. También el fantasma internacional ronda nuestro
sepulcro, nuestra aurora. Somos pacifistas, cosmopolitas, filántropos, humanitarios. Se desmembra la
soberanía y surgen los estatutos. Los diputados charlan y charlan. Nadie será capaz - piensan los chacareros -
de estremecer la tragedia y el sacrificio. No nos batimos en Europa y fenecieron sin uso y empleo el ademán
trágico y el sacrificio de la víctima...
Excesiva credulidad. Seremos vengativos y crueles, sí; emboscados de 1915. Temísteis a la guerra
fuera de las fronteras, y la tendremos dentro. Llevaremos la lucha al Norte, al Sur, al Poniente y al Este. Para
apoderarnos del Capitolio - la fórmula es de Heine-, retorceremos antes el pescuezo a todos los gansos.
JUAN APARICIO
(10 de Octubre de 1931, núm. 21.)
- 152 -
LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
LIBERALISMO Y CIUDADANÍA
Muchos de nuestros liberales creen en el liberalismo como nuestros cavernícolas creen en la Virgen del
Pilar. Estos son liberales que piensan ; pero la mayor parte son liberales por inercia.
Son harto exiguas las dimensiones del pensamiento liberal. Lo afirmo con la seguridad que me inspiran
los hechos. Si ante un sujeto se coloca un elefante a la distancia de un metro y a las doce del día, y el hombre
nos contesta «no lo veo», nuestra conclusión brota inflexible. «Ese hombre es ciego.»
Si hacemos desfilar ante un espectador los hechos que llenan nuestra época, y su espíritu no capta las
direcciones - más destacadas que elefantes - que sigue nuestra sensibilidad, lanzaremos esta exclamación
indignada y, al par, compasiva: « ¡ Hombre, si es un liberal ! » Aunque el liberalismo puede ser vulnerado por
todos sus flancos, vamos a comenzar su ataque por la parte que hasta aquí se reputó invulnerable. El
liberalismo es el régimen que hace posible la libertad de todos los individuos ; pero esto sería utópico sin el
respeto a ley escrita.
¿Quién forja y sanciona esta ley? Si la dicta un hombre o una clase, desaparece «ipso facto» el régimen
liberal, porque la libertad de todos no está garantizada. Ese hombre feliz o clase afortunada puede promulgar
una ley que diga: «Todo hombre tiene el deber de servir a los de mi clase.» Aquí se da la ley, pero, aunque
todos se decidan a acatarla, no hay régimen liberal ; falta la libertad.
De suerte que el único legislador irrecusable es el pueblo, entendiendo por pueblo la totalidad de los
hombres de un Estado. El liberalismo ha de ser democrático ; la democracia tiene que ser liberal... En rigor, no
hay más que un sistema jurídico, aunque contemplado desde disposiciones más próximas entre sí de lo. que
pudiera creerse.
El liberalismo se preocupa de la libertad de todos. La democracia hace posible la libertad. Claro que los
liberales introducen algunas reformas en esta teoría, que mitigan su brillo libertario.
Decía yo que los liberales advierten algunos defectos inherentes al régimen liberal. El factor económico,
dicen, no hace posible la plena manifestación de la voluntad nacional ; la incultura de los electores no permite
que la opción sea siempre adecuada a sus intereses ; en las urnas, sobre el fondo de papeletas que integran la
mayoría, flota una exigua cantidad de votos - que fueron emitidos por espíritus selectos, refractarios a los
instintos gregarios de la masa -, que las mayorías condenan a la esterilidad.
No se piense en el sistema proporcional como panacea ; más adelante veremos la razón de esto. Si el
factor económico posibilita el fracaso del liberalismo, es ineludible la consumación de un sacrificio; o se
renuncia al capitalismo en aras del régimen liberal, o se renuncia al régimen liberal en holocausto del
capitalismo. El dilema es incontrovertible, y la opción urge. Aquí radica la hipocresía del régimen parlamentario.
En esto estriba la gallarda sinceridad de nuestra generación.
EL SOCIALISMO LIBERAL
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
Las objeciones que los liberales formulan a su propia doctrina parecen extinguidas con los postulados
que esgrimen los partidos socialburgueses. Si lo económico no permite la plena expresión de la voluntad
nacional, urge la creación de un poder que mitigue la absorción de lo económico y se erija frente al capitalismo.
La clase obrera se organizará e impondrá lenta, pero incesantemente, la voluntad de la masa. Todas las
conquistas sociales se producirán por la vía, limpia e incomprensible, de la evolución. La violencia y la
dictadura se reputan nocivas y pecaminosas.
Claro que en los partidos socialistas de alma liberal que actúan en un ámbito burgués, no nos interesa
tanto su doctrina como su reacción ante los hechos circundantes. Lo primero que observo en la actuación de
éstos es una radical oposición a las doctrinas de Marx.
Es posible que, teóricamente, sean marxistas la mayor parte de los afiliados a estos partidos ; pero si
escalan el poder los socialistas, será inexorablemente vulnerada la ley que impone al capital una progresiva
concentración.
Marx habló de una concentración del capital, que haría posible la derrota de los pocos capitalistas por los
muchos desheredados. Pero si logran los socialistas llegar a las fuentes del tesoro nacional, comenzará otra
vez la dispersión del capital.
Cada prohombre acumulará sobre él cargos que se retribuirán espléndidamente, aunque fueran creados
por una monarquía decrépita e inmoral, aunque los socialistas predicaran la austeridad desde la oposición, y,
en suma, aunque su patria se retuerza de dolor en las últimas convulsiones de su agonía. Esas conquistas
socialeras se tornan vida que se inyecta a la vetusta burguesía Pero, ¿qué valores aportan los partidos social-
liberales frente a los valores que erigió la burguesía? Este es un problema que no puedo atacar aquí, porque
su resolución me arrastraría muy lejos de la ruta de este artículo.
Sin embargo, encierra esa pregunta una incógnita tan sugestiva e importante, que es preciso acometerlo
cuanto antes. Pero sigamos ahora nuestra ruta. Los partidos social-liberales propugnan la desaparición de los
privilegios seculares que disfrutaron unas clases en detrimento de las otras.
Destaquemos uno de estos privilegios. Secularmente fue 4 instrucción uno de los más caros bienes de
las clases superiores ; su esfera fué vasta en unos pueblos, más restringida en otros... Los social-liberales son
en la escuela el corazón del pueblo, y, por tanto, aspiran a la escuela única. De esta suerte quedarán
soslayadas muchas asperezas, que hacían imposible la fraternidad entre los individuos de distinta clase. Pero
si los socialistas son liberales, ¿con qué derecho implantar la escuela única? ¿Se quiere arrebatar a Es padres
el derecho de educar a sus hijos como lo crean conveniente? ¿No tiene el individuo derechos anteriores y
superiores al Estado? ¿Para qué sirve el Estado si no protege y garantiza esos derechos? ¿No hemos
convenido que el individuo lo es todo y el Estado no es nada? ¿Cómo se concibe la escuela única en un
régimen liberal?
Vuelve a plantearse el dilema que se presentó al régimen parlamentario ; la opción urge ; es preciso
sacrificar el régimen capitalista en aras del liberalismo, o el régimen liberal en holocausto del capitalismo.
El régimen social parlamentario no difiere del régimen burgués más que en el nombre de sus partidarios.
Pero sí, hay una diferencia : a la burguesía no le interesa que la cultura descienda a los estratos más
bajos de la masa. Acontece lo mismo con el Arte, etc., etc. Los partidos social-parlamentarios postulan la
educación cultural y estética de todos. El sentimiento religioso, como el moral y estético, se impone como
necesidad que exige satisfacción. Los burgueses ateos quieren forjar un Estado confesional. No son capaces
de guardar en el arca de su alma el tesoro de la religiosidad ; tampoco los patos necesitan poesía.
Los partidos burgueses ateos propugnan la separación de la Iglesia y del Estado ; los creyentes
sufragarán los gastos del culto. ¿Y los creyentes pobres? Esto no interesa al burgués. Si hay hombres que no
pueden ir a misa porque carezcan de medios económicos, no importa; también hay trabajadores que no comen
por carecer de trabajo. El burgués ateo tiene derecho a todo esto, ¿pues no es liberal? ¿No defiende los
derechos imprescriptibles e inalienables del hombre?
El social-parlamentario también es ateo. Separar la Iglesia del Estado es uno de los postulados más
fundamentales de su programa. Este y el postulado de la escuela única son tentáculos que el socialismo liberal
lanza al mundo del espíritu. La eficacia de la escuela única quedó harto menguada en un ámbito de libertades
disolventes, y me temo que acontezca algo análogo religión.
Si los liberal-socialistas postulan la creación de escuelas para que todos aprendan, si fomentan
bibliotecas para que todos se instruyan, si crean matrículas gratuitas para que las más altas esferas de la
cultura sean accesibles a todos, y, en suma, si aparece en el espíritu del pueblo un pensamiento como el ético,
como el estético... ¿con qué derecho van los social-liberales a dejarlo insatisfecho
Si ese sentimiento es el religioso, ¿ por qué no procurar su satisfacción? ¿ Y si la mayoría es católica?
¿No se impondrá su decisión
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
Porque en un régimen democrático - aparte las definiciones doctrinales -, ¿qué es el Estado, si no esa
mayoría? El burgués tiene derecho a separar la Iglesia del Estado ; el que carezca de medios que se quede sin
ir a misa, como se quedan muchos días sin comer.
Pero el socialista no puede aceptar esta ingerencia, porque con ello acentuaría más las diferencias de
clase. Habría hombres que creerían sin poder ir a misa, y hombres, que, creyendo, podrían permitirse el lujo de
rendir a Dios el culto debido. Esta es la única diferencia que separa al partido liberal-socialista del partido
liberal-burgués.
LIBERALISMO Y LIBERTAD
Nuestra generación no siente el liberalismo ; más se siente antiliberal. El liberalismo hace posible un
régimen de libertad que no nos interesa, que nos parece repulsivo. No quiero decir que no sintamos la libertad ;
lo que quiero hacer constar es que la libertad puede conseguirse en un régimen no liberal. El ansia de libertad
es tan viva en nuestra generación como en las anteriores. ¿Conocéis a algún hombre que erija la esclavitud en
aspiración máxima de su vida? Lo que se ha trocado es el contenido de esa libertad frente al Estado; el
moderno es libre en el Estado.
Para el liberal, el Estado es un poder extraño y despótico contra el que hay que defenderse. El hombre
moderno siente al Estado como algo íntimo. Su libertad es la que el Estado señala, no como poder externo,
sino como parte de su alma. Trocando el sentido de la frase histórica, podría decir todo hombre auténticamente
moderno: «El Estado soy yo.» ¿Concebís mayor libertad?
Si admitís que el liberalismo hace posible la libertad dando de lado las objeciones formuladas por los
liberales, a pesar de esto, digo, esa libertad no nos interesa. El hombre es libre en este régimen, no porque esa
libertad armonice las exigencias del Estado con las del ciudadano ; el liberal no ve en el Estado más que un
poder que ha de extinguirse progresivamente. La consecuencia del liberalismo - consecuencia próxima - es el
nacionalismo nacional.
La región debe ser libre, como el ciudadano. La consecuencia remota del liberalismo es el anarquismo.
En ese ambiente de dispersión suicida se ha forjado el espíritu de la nueva generación ; lo hemos comprendido
pronto, y ese régimen nos ha inspirado la más incontenible repugnancia. La reflexión corroboró después
nuestra actitud.
Sólo en ese ambiente gris hubiera podido juzgarse esa generación que, no obstante ser española,
quisiera borrar del diccionario la palabra dulce y evocadora de «patria». Espíritu mediocre, hombres que no
sienten su patria: liberalismo. Hombres ineptos para sentir la sagrada unidad de España, espíritus de plaza de
toros y cabaret : liberalismo.
Ambiente gris, indiferencia, almas mediocres, toros, café, España lacerada: liberalismo.
EMILIANO AGUADO
(10 de Octubre de 1931, núm. 21.)
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
LA DEGENERACIÓN PACIFISTA
Por muy varios conceptos, la Constitución que se aprueba y discute en las actuales Cortes va a merecer
el calificativo de antiespañola. Unos señores infestados de peste marxistoide, logran introducir en ellas tales
afirmaciones que en caso de regir convertiría a nuestro gran pueblo en una lucidísima vaca lechera, de esas
que pastan y florecen en los contornos suizos.
Así el artículo vergonzoso de que España renuncia a la guerra. Sólo una generación de eunucos, de
gentes cobardes que desconocen la gran fecundidad de los recursos heroicos, puede comprometer el bien de
la Patria con indicaciones de esa índole. ¿Qué otros procedimientos sino los guerreros se esgrimieron contra
España para arrebatarle su poderío, sus colonias y su papel preeminente en el mundo? Habría de darse el
caso de que los demás pueblos, felices en su actual abundancia, hubieran expresado sinceramente esa
renuncia, y todavía era explicable que España se reservase aceptar un compromiso así.
¿Cómo se atreve nadie a hipotecar el futuro de la Patria, achicando sus ilusiones y sus propósitos,
impidiendo la fortaleza y la voluntad de dominio con educación plañidera y cobarde?
Podría tolerarse que la opinión pacifista, dueña hoy de las rutas nacionales, ejecutase una política de
previsión contra la guerra, procurando esquivarla en lo posible, pero de ahí a la renuncia solemne de acudir a
la guerra, dista el mismo trecho que hay de un pueblo en pie, vigoroso y capaz, a un pueblo en ruinas,
asustadizo y mediocre.
Precisamente ahora, cuando las dificultades mismas interiores requieren la intervención de gentes
decididas, dispuestas si es preciso a empuñar las armas para los gérmenes de disolución, en este momento,
repetimos, es cuando la ola pacifista y ramplona trata de envenenar y destruir el coraje del pueblo.
Sólo así, en pleno triunfo del achicamiento y del derrotismo, se pueden permitir unos señores el crimen
histórico de provocar la desmembración de la Patria. En otro caso, el solo intento hubiera provocado un
inmediato y ejemplar castigo.
Bien saben los actuales dominadores que una vez impuesta la ruta boba pueden impunemente hacer
con el cuerpo de España todas las maniobras que deseen. i Nadie se levantará! ¡ Nadie pedirá soluciones
heroicas, de guerra ! Sólo miradas pánfilas, incapaces, desoladas, contemplando el páramo.
(10 de Octubre de 1931, núm. 23.)
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
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Las «Juntas» harán, pues, labor de oposición al Gobiern Azaña, como a todos los que anuncien
proseguir la tarea antiespañola, de reacción liberal-burguesa, a que éste quiere dedicarse Sin miedo a frases ni
amenazas. A ver si es posible levantar con un ejemplo generoso la protesta decidida del pueblo patriota. L
política de tendencia liberal-burguesa no consigue en esta época otro resultado que el desembocar en el
comunismo, a quien e suficiente hinchar los mismos discursos ministeriales para su propaganda eficacísima.
Jacobinismo es hoy bolchevismo. O algo que dejará a ésta franco y libre paso. El señor Azaña es
sencillamente un político jacobino. (Sin el carácter unitario, de patria una, que era lo único que los jacobinos
franceses tenían de bueno.
Pero el señor Azaña parece a la vez hombre inteligente y quizá, a pesar de todo, pueda salvarse y
salvarnos. Esperemos.
(17 de Octubre de 1931, núm. 22.)
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EL COMUNISMO AVANZA
La flojedad ideológica que caracteriza a los actuales gobernantes y su incapacidad para esgrimir los
auténticos resortes políticos de nuestra época, hacen que España esté hoy indefensa ante cualquier audacia
comunista.
En las elecciones parciales celebradas últimamente los candidatos comunistas han triplicado sus
fuerzas. Muchos creen que el hecho de que el comunismo no controle en España ninguna central sindical le
invalida para una acción revolucionaria. Se equivocan. En la hora decisiva, los sindicatos obreros favorecerían
un golpe de mano comunista, aunque sólo fuese con la intención de hacer posible esa Arcadia anárquica con
que sueñan ingenuamente.
Los grupos comunistas cultivan hoy con todo desparpajo la acción insurreccional. Se disponen a
sorprender al país con un golpe de audacia. Su táctica es proseguir la reclamación de aspiraciones de tipo
democrático-burgués que la República ha dejado insatisfechas. Esto para asegurarse la colaboración
inconsciente de la pequeña burguesía.
Contra la avalancha comunista no caben razones. Son cerebros estrechos y fanáticos que obedecen sus
consignas sin discusión. El Estado vigente es incapaz de presentar batalla a un enemigo así que juega con la
táctica de llevar a sus últimas consecuencias las timideces de aquél. De aquí que la tarea de abatir las líneas
comunistas corresponda a grupos adversarios, al margen de toda acción oficial, que posean firmeza y coraje
suficiente para responder en todos los terrenos a las provocaciones antinacionales de los rojos.
Nuestras Juntas de Ofensiva tomarán inmediatamente a su cargo en toda España la acción eficaz contra
los comunistas. Los contenidos revolucionarios de las juntas necesitan que su victoria vaya-precedida por la
derrota del enemigo rojo. El hecho de que fracase de un modo rotundo la situación democrática que advino al
Poder con la República no puede autorizar a los comunistas a destacarse ahí como reserva. Ante el descalabro
demoliberal no cabe sino que los grupos nacionales se apoderen de las riendas revolucionarias y cumplan con
toda energía el deber de ir rectos a la imposición coactiva de un plan de reconstrucción nacional.
Si esto no se efectúa, si no surgen robustamente grupos heroicos que suplanten la inercia del Estado, la
incapacidad del Estado, España estará a merced de cualquier tentativa traidora que organicen los comunistas.
Nosotros señalamos estos peligros, y a la vez que nos disponemos a bloquearlos, robusteciendo el área
de acción de las juntas, pedimos a aquellos españoles que deseen oponerse a la ola roja se inscriban en
nuestros organismos de combate. ¡Hay que defender a la Patria amenazada!
(17 de Octubre de 1931, núm. 22.)
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
LAS MINORÍAS
El espíritu de la auténtica democracia se define y actúa «cuantitativamente». Todo hombre, por el mero
hecho de serlo, tiene derecho a influir en los destinos de su patria. La democracia soslaya la calidad; sólo
quiere cantidad. El instrumento más idóneo para hacer efectivo ese espíritu cuantitativo es el sufragio universal
y directo.
Los ciudadanos emiten el voto en papeletas dobladas, que llenan una urna de cristal. En el escrutinio no
se pregunta, no se sabe, no interesa quién emitió esos votos; lo que importa es el número. Dos analfabetos
anulan el voto de un sabio. Dos golfillos, que votaron por el dinero de un comerciante, han estrangulado el voto
noble que emitieron las manos temblorosas de un místico. Las papeletas que dejaron en las urnas los mártires
de la abnegación patriótica, fueron ensuciadas por las que dejó la ambición y la bellaquería.
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
¿Es esto desgracia, o plebeyez? Son dos palabras que expresan la misma idea. Los hombres que no
son capaces de seguir la masa en sus anhelos gregarios, quedan fuera del ámbito rector de su país; no
impondrán su espíritu exquisito; la democracia les condena a soportar la imposición de la bellaca
muchedumbre. Los demócratas, los que ven en la mayoría el criterio infalible de gobierno, no son partidarios de
la fuerza. Si lograran captar una siquiera, almas nobles, solitarias, tendrían más respeto para con la calidad.
Los demócratas no son partidarios de la fuerza; ¡ sarcasmo inaudito ! . . . -
La tragedia de las minorías comienza, pues, en las urnas ; si se adopta el sistema proporcional, se
perderán pocos votos ; pero la tragedia no se mitiga. Lo único logrado es que el escenario cambia.
El escenario se encuadraba antes en los colegios electorales, y la época de la acción se deslizaba
paralela al escrutinio.
Con el sistema proporcional, la hora dramática corre paralela al forcejeo estéril de una minoría noble de
corazones ante la masa acéfala e insensible de la mayoría.
Este es el drama de la democracia. Unos espíritus son sacrificados por la fuerza bruta de la masa en
lugares dispares, en tiempos distintos. Pero, al bajarse el telón para ocultar piadosamente las piltrafas de
voluntad y abnegación que se retuercen en la arena en las convulsiones postreras de su agonía, ríe la chusma
y la diosa Esterilidad hunde su garra en el alma de los pueblos. Los demócratas no son partidarios de la fuerza.
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
NUEVA PERSPECTIVA
El problema brinda muchas dimensiones; pero no es posible agotar su estudio en los estrechos límites
de un artículo, aunque su extensión, como la de éste, parezca harto dilatada a mis lectores. Se define la.
democracia como el Gobierno por sí mismo; el Gobierno popular por antonomasia. Pero esta definición es
harto vaga, porque en los Estados modernos, de vastas dimensiones, no es posible la democracia en este
sentido. La democracia directa pudo ser factible en el Estado-ciudad. Nunca en el Estadonación. Aristóteles
expone el concepto de democracia directa por dinámica ciudadana, y este concepto de la ciudadanía ha
servido durante el siglo XIX de trampolín para que nuestros viejos parlamentarios ensayaran las más
antiestéticas piruetas. Pero la democracia directa del Stagirita se ha tornado régimen representativo en los
Estados modernos. La democracia puede degenerar en demagogia ; la aristocracia, en oligarquía, y la
monarquía, en tiranía. De suerte que, para Aristóteles, lo esencial no es el sujeto de la acción política - es
indiferente sea uno, pocos o todos - ; lo esencial es el espíritu que lleva en su entraña ; es la finalidad a que
dispare su actuación. Aristóteles sitúa el problema cuantitativo en un plano secundario para dejar paso al
teológico. Si el régimen representativo ha desplazado el régimen de democracia pura-que, dicho sea entre
paréntesis, jamás tuvo realidad histórica -, la definición que dimos no nos sirve.
Ahora tendríamos que definir la parte de democracia que queda en nuestras manos, como un régimen
en que el pueblo designa sus representantes; yo no sé si entendéis esta definición ; yo me apresuro a confesar
que no. La España hambrienta que sufre y se resigna ha elegido durante el período negro de la Restauración
un parlamento que llenó sus campos de miseria. Es el mismo parlamento que bañó en sangre los vastos
territorios de nuestro fenecido imperio colonial.
Ahora flota sobre mi memoria una definición que aprendí cuando estudiaba Derecho Romano. Ley es lo
que el pueblo manda y establece, decía. Y pensando sobre esta definición, me parece difícil ninguna que
exprese de un modo tan adecuado la esencia del régimen representativo. Claro que ya está analizada en lo
que tiene de esencial en las observaciones que hago sobre el problema de las minorías. Si Democracia es lo
que el pueblo quiere y establece, se olvida la distinción aristotélica, ya que no se pregunta si lo que quiere el
pueblo es justo. Sino que es suficiente que el pueblo quiera una cosa para reputarla democrática. En qué se
diferencia Democracia y Demagogia? En ambas es sujeto el pueblo, y como la finalidad no interesa, no creo
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
que podamos en justicia hallar hondas diferencias. Conceptualmente, no cabe distinción. Busquemos algunos
ejemplos en la historia; quizá en los hechos hallemos la claridad que nos niegan los principios. Sócrates fue
condenado a muerte por la democracia ateniense. Pericles, ¿fue demócrata o dictador? Sila y César surgieron
de partidos antagónicos y fueron árbitros de Roma en la misma época.
En Judea pidió el pueblo la crucifixión de Jesús, para librar a Barrabás. El pueblo francés hizo la
Revolución para elevar a la clase media al trono que había abandonado la aristocracia.
Luego, Napoleón; más tarde, el plebiscito y Napoleón III ; Víctor Hugo, entretanto, cuando las lágrimas
de su nostalgia se lo permitían, cantaba las glorias de ese pueblo versátil y dedicaba uno de sus libros «A
París, capital de las naciones». De estos ejemplos podemos extraer dos consecuencias: primera, la acción de
la Democracia es lenta, constante, duradera, pausada. Segunda, la acción de la Demagogia es violenta,
instantánea, aplastante y tornadiza.
Esta es la única diferencia perceptible. Cuando se me depare la coyuntura, pondré frente a frente esas
dos formas de acusación popular, para extraer una inferencia sorprendente. Por hoy, basta.
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
LA PATRIA AMENAZADA
Hoy predominan en el Gobierno, bien los partidos antinacinales, como el socialista, bien los grupos de
más tibio carácter nacional, como la masonería extemporánea que representan los demás ministros. Esta
situación es insostenible, y de ella aprovechan los enemigos mayores, los que aguardan en la sombra la
oportunidad para asestar el golpe comunista.
Acontece, pues, que se encuentran en plena indefensión los ideales nacionales. No existe hoy fuerza
alguna que ejerza, e cierto modo, un contrapeso a las propagandas traidoras y se imponga el deber heroico de
castigar los crímenes contra la patria. No es posible contener la ola marxista sin esgrimir la santa fidelidad a la
patria y sin movilizar en torno a esta suprema ¡de nacional las más sanas reservas del pueblo. Nosotros
aceptamos que la situación gobernante es sinceramente enemiga del comunismo - ¡ como que se trata de
burguesía liberal medrosa ! - pero frente a los asaltos bolcheviques y anárquicos sólo disponen de fuerza
policíaca, no de recursos creadores ni de barreras fecundas, que es lo único eficaz contra esos salvajes que
creen flamear una nueva civilización.
Por esto damos hoy el grito de la patria amenazada, requiriendo a los españoles para organizar un frente
de ofensiva que haga imposible la victoria comunista. Y a la vez para influir de modo inmediato en las
tendencias actuales del régimen, que no duda en rodearse de medios tiránicos para atropellar la conciencia
nacional.
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moderno. Sólo un farsante o un cretino puede a estas alturas defender la fórmula demoliberal, propia de
setentones sin sangre.
Todas las traiciones y todos los egoísmos se consuman en los parlamentos. Son poderes irresponsables
que se escudan en su origen democrático para cometer las mayores vilezas contra los intereses de la patria.
La política parlamentaria es forzosamente mezquina y contribuye a que usufructúen el Poder oligarquías
mediocres, sin enlace alguno con los imperativos históricos de la raza. Jamás podrá reconstruirse un pueblo a
base de recetas parlamentarias. Los diputados suelen ser hombres sin pasión nacional, leguleyos enemigos de
la acción y del coraje, gentes sin fe ni confianza alguna en los destinos de la patria.
La mecánica política de nuestro siglo obedece a la lógica dictatorial de los partidos nacionales. Un grupo
fuerte y audaz, que logre el auxilio de los más puros sectores del pueblo, debe imponer su verdad a los
extraviados. Por eso las «Juntas» abandonan la mística parlamentaria y se constituyen en defensoras de una
franca política de dictadura, que ponga al servicio de la patria todas las energías del país.
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él haremos lo que sea posible en España, fuera de la máquina occidental y de la dictadura de la economía
europea. Nuestra revolución será sobre la sangre, sobre la raza, sobre la nación, sobre la nada.
JUAN APARICIO
(24 de Octubre de 1931, núm. 23.)
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EL COMUNISMO
Hemos hallado los cristales para mirar el paisaje a su través ; busquemos un soporte elevado para
instalar nuestro espíritu. Si el espectador se sitúa en un llano para contemplar los hechos, su mirada se
ahogará sin perspectiva. Alejémonos de la pugna efímera de los partidos y elevemos nuestro espíritu a la cima
inaccesible de la indiferencia. Desde aquí parecen los hombres más pequeños ; las ideas son tan exiguas que
apenas se columbran ; los hechos ruedan arrastrados por el torbellino del enigma; los pueblos, como
Unamuno, tienen hambre de Dios...
Las doctrinas comunistas son tan viejas como el alma. Todos lo saben; nadie lo entiende. Las doctrinas
que hoy se esgrimen son las que aspiran a captar el espíritu de nuestra civilización. Pocos las conocen; menos
las comprenden. Inspira hilaridad la estulticia de esos hombres que, incapaces de leer hasta el final un artículo
de periódico, hablan de Engels y Marx como si describieran un partido de fútbol...
Claro que si fuera condición ineludible para llamarse comunista el conocimiento de las doctrinas de
Marx, no llegarían a doce los comunistas españoles, y aun creo incidir en hipérbole. Nótese que me conformo
con el conocimiento de las doctrinas ; no hablo de comprensión.
Pero la olímpica actitud que adopté para contemplar estas cosas, no me permite tomar posición. El
espectador ve, observa y describe; nada más. Lo que me interesa destacar del comunismo no es su posición
doctrinal, sino su actitud vital. La relación en que el hombre se encuentra con los objetos se abre en cinco
posiciones, que se definen en función de la finalidad que cumplen en la vida esos objetos : 1 .°, necesario ; 2.°,
útil ; 3.°, conveniente ; 4.°, superfluo ; 5.°, lujoso. Las clases sociales de hoy se definen y estructuran de esta
suerte. El factor económico, por tanto, lo es todo. El factor vital se hunde en la sima de la caridad. El Intelectual
se ahoga en la oquedad de un claustro. El factor ético se pierde en el ámbito de la familia. Y el religioso se
esfuma en el abismo de la conciencia.
La economía lo es todo ; el espíritu es poca cosa, y el hombre es sólo un cúmulo de valores económicos.
Al paraje inaccesible en que estoy llega el hedor de esta sociedad de cuerpos. Esto se llama burguesía; yo lo
llamo plebeyez. Hay un estrato social más bajo, que flota al margen de la burguesía; es la clase proletaria; esta
clase ha esperado al Mesías durante mucho tiempo; pero el Mesías predicó «un reino que no es de este
mundo». Pero a la clase obrera - en sus múltiples manifestaciones históricas - no le interesa más mundo que el
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terrestre y tangible. La redención que urgía era la «terrestre y tangible». Es curioso sobremanera que los
movimientos auténticamente sociales, es decir, los que se iniciaron a partir del siglo XIX, no se inspiran en
valores religiosos ; pero esto no es más que una leve digresión, que será objeto de otro artículo.
La clase obrera no puede perder nada por nefastos que sean los acontecimientos ; se cree explotada
por la pálida burguesía ; y es verdad.
Protesta contra las ficciones del mundo burgués, y tiene razón. Se indigna con justicia contra la
esterilidad a que el vigente régimen capitalista condena a algunos espíritus egregios. Mientras el pálido
fantasma de la indigencia asalta los hogares y la guadaña ciega de la tuberculosis troncha las vidas, la
opulencia más desenfrenada envuelve cuerpos - ya que no espíritus - de hombres sin inteligencia ni virtud.
¿Comprendéis ahora por qué nuestra generación se creyó comunista? ¿Percibís la onda de religiosidad
que encerraba el alma de esos muchachos? Encuadrad esa escena en nuestra España. Pensad en aquellos
vetustos partidos anteriores a la dictadura de Primo de Rivera. Esos partidos eran los cauces por donde había
de discurrir nuestro espíritu. ¿No sentís repugnancia? Dictadura, adulación constante a la masa acéfala e
informe. Ideales accesibles al pueblo. Nada más trágico para un pueblo que asistir a la vulgarización de los
ideales de su auténtica aristocracia. No pienso en Romanones ni en el duque de Maura cuando hablo de
aristocracia. Y, en suma, República.
Pero me he situado tan alto que no veo bien lo que acontece en la República. Hasta mí llegan voces
confusas de republicanos que no fueron capaces de forjar un ideal más elevado que la República. También
llegan a mí chillidos de monos que trepan sin descanso y monárquicos que añoran, aunque no se les quiten las
ganas de comer ni de adular. ¿Comprendéis ahora por qué se ha sentido comunista nuestra generación?
¿Percibís la onda de religiosidad que baña el alma de esos muchachos?
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LA CONQUISTA DEL ESTADO ANTOLOGÍA
negarlo nadie. Pero de esa urgencia no se puede inferir su superioridad sobre los otros. Al viejo Pedro Crespo
no le importa dar al rey su vida y su hacienda ; pero «el honor es del alma, y el alma... » Pero descendiendo al
escenario de la masa, se observa que el valor de utilidad no puede esgrimirlo la clase obrera, porque es
evidente que la máquina simplifica el trabajo de tal suerte que sobran la casi totalidad de los obreros.
Se imputará a la burguesía esta falta y se dirá que cuando los obreros salten al poder se racionalizará el
trabajo ; pelo la burguesía podría contestar que puesto que el proletariado preconiza su exterminio en un
porvenir más o menos lejano, el exterminio del proletariado por la burguesía no es más que una prudente
medida de legítima defensa.
Razón tenía Sorel al proclamar la cobardía del burgués ; de otra suerte, no se comprenderían muchas
cosas. Esta burguesía estúpida, que contempla impávida los bélicos preparativos del adversario, inspira odio y
repugnancia. ¡ Es curioso! La clase media espera y propugna la dictadura del proletariado. Otro sector de
clase media no quiere la dictadura proletaria, pero no se impone a su instauración. La burguesía no es
inteligente ni religiosa ; el proletariado, tampoco. La burguesía es astuta. El proletariado, fuerte. Esta es la
pugna : la astucia contra la fuerza.
SIMPLICIDAD
La concepción que el comunista medio tiene de la vida es más simple que su mesianismo. La historia no
es más que una evolución que hace posible el presente ; las frases históricas no son más que estratos
descoloridos que los siglos fueron segregando. La justificación de una época no se halla en sí misma; es
preciso buscarla en la fase posterior. Las épocas carecen de sustantividad y su destino estriba en coadyuvar al
fin integral antropomórfico del progreso.
...«Hay que hacer añicos el pasado», dicen. El pasado no es más que la lucha de la «clase explotada»
contra el opresor. El futuro no tiene otro sentido que la emancipación de esa clase. Por eso contemplan la vida
al través de la utilidad. La religión es el opio de los pueblos. El pudor no es más que un hábito de cretinos. El
amor va disparado a un fin práctico - tener hijos,, satisfacer la necesidad sexual, o pasar el rato -, nunca la
entrega altruista de nuestra vida. Lo que fué al través de los siglos soporte de la vida humana, lo desplazan
estos hombres con un leve soplo de razón. Cuando se sitúan ante un hecho no aspiran a comprenderlo, ni
mucho menos a explicarlo.
La multiplicidad abrumadora de acontecimientos, con su consiguiente complejidad, halla un molde que
constriñe y deforma. Toda la vida humana se mira al través de una fórmula construida de antemano. Ese
famoso «a priori» económico se da con carácter universal y necesario. Los acontecimientos peculiares de cada
pueblo no son más que superestructura, porque los pueblos no son más que limitaciones geográficas
arbitrarias, y la historia de esos pueblos es el producto de unos factores universales ; no hay patria.
Claro que, a poco que se medite, se advertirá la carencia más asombrosa de espíritu comprensivo. Lo
que nos hace sentir la Patria no es el continente geográfico ; es el contenido histórico. Es el espíritu que fluye
al través de los siglos. Es la tradición que gravita sobre nuestra alma. Por esa concepción comunista de la vida
se pierde la poesía del vivir para dejar paso a la razón suicida y disolvente. Las costumbres brotan de vagas
lejanías. Quizá hayan sido concedidas por los dioses. A nuestros ojos aparecen henchidas de misterio ; por
ellas rodó la vida de nuestros abuelos, y su encanto estriba en la espontaneidad. Pero si se hace de la vida,
como quieren los que aspiran a hacer «añicos el pasado», un exclusivo exponente de razón, desaparecerá el
sagrado misterio que nos anima.
Pero si rasgamos el velo de nuestro pasado, ¿qué nos queda? Allá, en lo más hondo de la perspectiva,
se agita una ingente masa humana, ruido ensordecedor de máquinas, penachos de humo lanzados al cielo por
las fábricas, convulsión y estruendo.
El hombre vive fuera de sí mismo ; su espíritu se ha tornado gris como el ambiente y difuso como el
humo. ¿ Concebís algo más radicalmente antagónico a nuestra generación? La idea directriz de estos
artículos, que nos ha permitido comprender por qué nuestra generación se ha sentido comunista, puede ser
expresada al través de una imagen sencilla.
Nuestra generación, como una ingente caravana, cruza el desierto en que se ha trocado nuestra
España. Su espíritu, sediento de moralidad, busca en vano el oasis. El cansancio abruma y obliga a mirar al
cielo. ¿Comprendéis el espejismo?
EMILIANO AGUADO
(24 de Octubre de 1931, núm. 23.)
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