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¿Cómo entender a la familia?

Si existe un cuestionamiento recurrente en nuestro día a día, podría ser el siguiente: ¿Por
qué me ha tocado esta familia? ¿Cómo sobrellevar sanamente las innumerables situaciones
que surjen dentro de ese particular universo al cual llamamos “familia”? ¿Cuáles son
aquellas pautas que deberían considerarse a la hora de intentar establecer y desarrollar mi
propia familia?. Tratemos de compartir algunos consejos acerca de estas más que
importantes preguntas.

Dentro de la experiencia familiar solemos vivir muchas de nuestras más grandes alegrías,
así como inolvidables penas y situaciones dolorosas que quizás nos acompañan hasta el día
de hoy. La familia se vuelve entonces uno de los principales escenarios a través de los
cuales vivimos gran parte de nuestra vida, y en donde tendremos la oportunidad de
expresar y trabajar nuestras más vitales emociones y vínculos.

Es un hecho que no todos hemos tenido ni tendremos siempre la misma experiencia


familiar, que la persona que está a nuestro lado. Por ello, ante todo se nos recomienda
poder entender profundamente cuál es el trasfondo de la familia que nos ha tocado en esta
vida. Muy probablemente, las personas que hoy son mis padres y/o hermanos, en vidas
previas ya tenían algún tipo de vínculo con nosotros. Y es en esta vida en donde tendremos
la chance de continuar desarrollando tales vínculos, los cuales en muchas ocasiones fueron
caóticos y problemáticos, por lo que ahora recibo una nueva oportunidad de poderlos sanar
de forma definitiva. Por ejemplo, quien en esta vida es mi padre o madre tal vez en mi vida
pasada fue mi hijo o viceversa, y así ambos volvemos a encontrarnos para cada cual poder
experimentar ahora, lo que el otro pudo haber vivido en su vida anterior como hijo, padre,
etc. En otros casos, tales vínculos pudieron haber sido muy favorables y en esta vida
recibiré entonces, la chance de volverlos aún más favorables.

Desde ya que esta no es una regla fija y tal vez quienes son mis familiares hoy, se cruzan
con mi persona por vez primera en nuestro incontable ciclo de reencarnaciones. Y en tales
casos, pese a no estar teniendo una “deuda personal” con tales almas, lo que esas personas
representen para mí en esta vida será sin dudas mucho de lo que a nivel personal me toca
trabajar, aceptar y sobre todo, entregar a otros. Si por ejemplo en esta vida mi hermano es
alguien desconsiderado y egoísta, entonces esa alma está viniendo a enseñarme
valiosísimas lecciones: Que debo ser considerado y compasivo, que debo trabajar la
paciencia y la amorosidad hasta tal punto que todo ello inspire al otro a cambiar, y que
semejante persona viene para mostrarme cuánto debo entregar de mi propio corazón para
así ayudar a los demás y ayudarme.

Hasta aquí hemos compartido brevemente algunas palabras acerca de la familia que hemos
“recibido” o mejor dicho, que nos ha sido regalada para en esta vida aprender las lecciones
que necesitamos aprender, y así poder continuar avanzando en nuestra evolución como
seres espirituales. Hablaremos acerca de un segundo tipo de familia: Aquella que nosotros
mismos formamos.
La mayoría de nosotros ha vivido o vivirá a su debido momento esta etapa y es un hecho
que esta segunda familia será, muchas veces, un intento de sanar y armonizar muchas de
las cosas que en nuestra “primer familia” no logramos establecer, o de alcanzar aquellas
metas que sentimos han quedado frustradas en nuestro primer intento. Y desde ya que esto
es algo válido y comprensible hasta cierto punto, pero también es fundamental tener
muchísimo cuidado de no estar proyectando nuestros conflictos pasados no resueltos en
nuestra nuevo proyecto de familia, esperando que tal vez mi pareja cumpla el rol que mi
padre nunca ejerció, o tratando a mi hija como si fuese mi madre debido a que no logré
resolver ciertas situaciones traumatizantes con quien me trajo al mundo en su momento.
Esta mezcla de roles suele darse con mucha frecuencia, y muchas veces incluso cedemos a
cumplir dichos roles que no nos pertenecen, con el único fin de “armonizar” con la otra
persona. Pero semejante actitud sólo alimentará un futuro e insostenible conflicto.

De esta manera, a la hora de encarar una “segunda familia” intentemos separar las piezas
del tablero: Si aún quedan asuntos por resolver con mi primera familia debo aprender a
resolverlos con ellos, pues de todas formas a su debido momento vendrán nuevos asuntos
por resolver con mi segunda familia que también deberé saber atender apropiadamente, y
así sucesivamente. En verdad, todo aquello que haya que resolver “por fuera” no será más
que un reflejo de todas aquellas cosas que debo lograr resolver yo mismo, dentro de mí
mismo. Pues hasta que mi propio ser no esté en paz y armonía consigo mismo, no podrá
estar en armonía con los demás. Y es en este sentido que la familia llega para ayudarme, así
como yo debería estar dispuesto a ayudarlos a cada uno de ellos en sus respectivos
procesos.

A todo esto, sumemos una importante advertencia. El hecho de que yo tenga un padre no
quiere decir que ya me esté comportando correctamente como hijo; que yo me haya casado
hace unos días no necesariamente significa que yo esté cumpliendo prefectamente con mis
compromisos de pareja; que yo quede embarazada y eventualmente tenga un hijo no
garantiza aún que sea una madre ejemplar: Cada uno de estos roles se irán estableciendo
con el tiempo y la práctica y para ello llegarán diversas pruebas (“problemas” para muchos
de nosotros) por ello debemos comprender que el núcleo familiar no prosperará, si ante
todo no aceptamos que primero debemos aprender qué es verdaderamente una familia y
cuál es mi función en ella.

Por último quisiera hablar de un tercer tipo de familia el cual considero en un sentido, la
más importante de todas: Esta se refiere a aquel grupo de personas con las que yo siento
que realmente comparto aquello que es de lo más importante para mi vida, siendo tales
intereses tan profundos y sustanciales que me conectarán con dichas personas de una
manera muy íntima y sólida, hasta el punto en que ellos terminen volviéndose mi principal
y verdadera familia. Todo esto puede desde ya acontecer en el contexto de mi propia
familia biológica o de aquella familia que pude haber llegado a formar, pero sabemos que
no siempre esto es así. Pero sea cual fuere el caso, todos necesitamos sentir que
pertenecemos a una familia. Y esto no tiene que ver con una conexión de sangre o apellido,
sino que es algo que exclusivamente existe y se sostiene sobre la base de aquello que nos
une y hace sentir que somos parte de una misma cosa. A este respecto, en los milenarios
textos del Yoga existe una famosa declaración: “No existe más de una familia”. Esta frase
intenta mostrarnos cómo, en última instancia, el concepto más acabado de familia se
encuentra cuando hacemos a un lado todo tipo de designaciones temporales,
comprendiendo cómo la función de cada alma es la misma y el interés en común es
idéntico en todos: Experimentar amor divino.

En la agitada actualidad de nuestra vida moderna, muchas cosas de las más importantes van
quedando en el camino, sin que incluso nos percatemos de ello. Una de ellas es sin duda la
familia. Hoy en día, el concepto de “familia” se encuentra prácticamente al borde de la
extinción, y cada uno de sus integrantes se dispersa más y más a través de diversos tipos de
alienamiento y conflicto, todo lo cual nos muestra la tremenda necesidad de rescatar esta
sagrada unidad. Aún estamos a tiempo, por lo que no perdamos de vista esta valiosa
invitación. Seamos cada vez más y más familia.

Swami Padmanabha
swamipadmanabha.com.ar

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