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PROGRAMA No.

061

MATEO

Capítulo 1:11-23

Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro estudio en el primer capítulo del evangelio según
San Mateo. En nuestro programa anterior estábamos considerando la genealogía de Jesucristo, y
concluimos mencionando que si comparamos esta genealogía de Jesucristo con la que se
encuentra en el libro Primero de Crónicas, capítulo 3, notaremos que en el versículo 8 del
evangelio según San Mateo, los nombres de Ocozías, Joás y Amasías, se omiten. Esto demuestra
que las genealogías se citan para darnos un vistazo de cierta línea de descendientes y que no es
necesario que cada individuo sea nombrado en cada genealogía de la Biblia. Creemos que
debemos recordar esto en las genealogías que aparecen en Génesis, antes del diluvio. No son
necesariamente genealogías completas, pero están allí para trazar cierto linaje. Creemos que el
hombre ha estado en esta tierra por muchísimos años más, que la fecha que aparece en los
márgenes de muchas ediciones de la Biblia. Tengamos en cuenta que estas fechas son dadas por
el historiador Hussher y no forman parte integral de la Biblia misma. Ahora, en el versículo 11,
encontramos que se omite a Joacim, pero que se incluye a Jeconías. Jeconías merece nuestra
atención especial porque Dios había dicho que ninguno de su simiente, se sentaría sobre el trono.
Vivo yo, dice Jehová, que si Conías (su nombre es Jeconías, pero Dios quitó el Je de su nombre
porque es el prefijo para Jehová y este hombre era un rey malo). Vivo yo, dice Jehová que si
Conías hijo de Joacim rey de Judá fuera anillo en mi mano derecha, aun de allí te arrancaría. Te
entregaré en mano de los que buscan tu vida, y en mano de aquellos cuya vista temes; sí, en
mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, y en mano de los caldeos. Así ha dicho Jehová:
Escribid lo que sucederá a este hombre privado de descendencia, hombre a quien nada próspero
sucederá en todos los días de su vida; porque ninguno de su descendencia logrará sentarse
sobre el trono de David, ni reinar sobre Judá. Así leemos en Jeremías, capítulo 22, versículos
24, 25 y 30.

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Por causa del pecado de este hombre, ninguno de su linaje se sentó sobre el trono de David.
Así es que José, aunque figura en este linaje, no debemos olvidar que no es el padre natural de
Jesús. Este es uno de los datos más notables en las Sagradas Escrituras, y Mateo trata de
presentarlo lo más claro posible. José dio a Jesús el título, el título legal al trono de David
porque José fue marido de María, la que dio a luz a Jesús, y por tanto, José pudo dar el título
legal a Jesús. Jesucristo no es de la simiente de José, ni es de la simiente de Jeconías. Pero
tanto, José como María tenían que ser del linaje de David y lo fueron, pero por dos líneas
distintas a través de dos hijos distintos de David. Notaremos cuando lleguemos al evangelio
según San Lucas, que la línea de María viene de David por su hijo Natán. La línea de José viene
por la línea real de su hijo Salomón. Por tanto, José y María, ambos tuvieron que ir a Belén para
ser empadronados porque ambos eran del linaje de David. Amigo oyente, usted puede notar cuán
interesante, fascinador e importante es el estudio de estas genealogías, y cuánto merecen nuestro
estudio. Leamos ahora el versículo 16 de este capítulo 1 del evangelio según San Mateo:

16
y Jacob engendró a José, marido de María, de la cual nació Jesús, llamado el Cristo.
(Mt. 1:16)

Es posible ver enseguida que aquí hay algo diferente en la genealogía. En el versículo 2
leemos: Abraham engendró a Isaac, y luego continúa con muchos “engendramientos”. Pero
aquí dice que Jacob engendró a José, marido de María, de la cual nació Jesús. Mateo explica
con toda claridad que José es el marido de María, pero no es el padre de Jesús, el cual se llama
Cristo.

Mateo presenta la genealogía en tres agrupaciones, para darnos una vista panorámica que
incluye toda la historia del Antiguo Testamento. Una época se extiende desde Abraham hasta
David, luego desde David hasta el cautiverio babilónico, y finalmente desde el cautiverio en
Babilonia hasta el nacimiento de Jesucristo.

Consideremos ahora el nacimiento virginal de Cristo. Ahora que Mateo ha mostrado que
José no es el padre de Jesús, nos dará una explicación. Ya en el Antiguo Testamento un
nacimiento sobrenatural ha sido profetizado o predicho por Dios. El profeta Jeremías, en el

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capítulo 31 de su libro, versículo 22, habló a la nación de Israel diciendo: ¿Hasta cuando
andarás errante, oh hija contumaz? Porque Jehová creará una cosa nueva sobre la tierra: la
mujer rodeará al varón. Así no se hacen las cosas, amigo oyente. La mujer rodeará al varón.
Esto no es, pues, un nacimiento natural sino sobrenatural. Esta es la nueva cosa que Dios ha
hecho. Y ahora en este evangelio de Mateo, leamos el versículo 18:

18
El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José,
antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. (Mt. 1:18)

El nacimiento de Jesucristo fue así, así sucedió dice Mateo. Cuando su madre María estaba
desposada con José, es decir, estaba comprometida para casarse con José, antes de que se
juntaran, se halló encinta. No habían tenido ninguna relación física. Ahora, escuchen a Mateo:
se halló que había concebido del Espíritu Santo. El evangelista Lucas, que escribió el evangelio
que lleva su nombre, era un médico griego. En su evangelio entra en una sección extensa de
obstetricia. Ambos evangelios declaran que Jesús fue nacido de una virgen. José no fue su
padre, pero María no le fue infiel a José. Jesús no es un niño ilegítimo tampoco. Esto es algo
nuevo. La mujer rodeará al varón.

Ahora, amigo oyente, nunca nos hemos opuesto a ningún hombre que diga que no cree en el
nacimiento virginal. El hombre tiene derecho a no creer. Pero tenemos dos objeciones muy
definidas. No creemos que un predicador deba negar el nacimiento virginal de Jesucristo. Si lo
niega, entonces debe salir a vender pólizas de seguro y tratar los nacimientos de una manera
diferente. Nos oponemos a alguien que diga que la Biblia no enseña el nacimiento virginal de
Cristo. Quisiéramos sugerir que los teólogos liberales, o sea los que se apartan de las enseñanzas
bíblicas debieran regresar a la escuela y aprender algo de esta educación del sexo, y enterarse de
que Jesucristo sí nació de una virgen. La historia está aquí. Uno bien puede rechazar la historia
y rehusar creerla. Pero es una triste ignorancia y una negación obstinada decir que la Biblia no
enseña el nacimiento virginal de Jesucristo.

Amigo oyente, no caiga usted en la trampa del racionalismo. No se fíe del razonamiento de
los hombres pequeños, de aquellos teólogos que giran en las sillas de sus bibliotecas y que dicen

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que esto no es lógico, y que por eso no pudo haber sucedido. Muchas veces los hombres han
dicho que ciertas cosas no pueden suceder, y sin embargo ocurren. Dios es el Creador de las
leyes naturales; Él puede emplear esas leyes naturales o bien puede ponerlas a un lado para lograr
Sus fines. La historia bíblica expresa con toda claridad que Jesucristo nació de una virgen por
medio del Espíritu Santo. Volviendo al capítulo 1 de Mateo, leamos el versículo 19 ahora:

19
José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente.
(Mt. 1:19)

La ley mosaica era muy específica en este punto. Decía que una mujer que fuese culpable de
ser infiel, debía ser apedreada a muerte. Pero este hombre José era un hombre extraordinario.
Dios no se equivocó al escogerlo. Muchos hombres en una ira fogosa quizá la habrían apedreado
a muerte bajo tales circunstancias. Otros habrían querido justificarse haciendo de ella un ejemplo
público al descubrirla. Pero José no era ese tipo de hombre. Era una persona benigna que amaba
a María. No quiso, pues, avergonzarla, de ninguna manera. Sin embargo, aunque no podía
explicarse cómo tal cosa era posible, sentía que ella le había sido infiel.

Ahora bien, no podemos olvidarnos que María también es una persona extraordinaria. Ella
fue la que Dios escogió para ser la madre de nuestro Señor, y Dios nunca se equivoca en Su
selección. Escogió la mejor mujer posible. Note usted que esto pudiera haber llegado a ser una
situación realmente trágica. Pero, continuemos leyendo, ahora los versículos 20 y 21de este
capítulo 1 de Mateo:

20
Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo:
José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es
21
engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre
JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. (Mt. 1:20-21)

La palabra “Jesús” significa Salvador o Redentor. Tendrá el nombre JESÚS, porque Él


salvará a su pueblo de sus pecados. Ahora, note usted en el versículo 22 donde Mateo, quien
escribe a la nación de Israel, señala que todo esto fue hecho para que se cumpliera lo que el Señor

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había hablado. Mateo exhorta a la nación de Israel a que comprenda que Éste que ha venido es y
debe ser el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento.

Se ha dicho que hay más de 300 profecías con respecto a la primera venida de Cristo, que han
sido literalmente cumplidas. Ahora, no sabemos cuántas hay en Mateo, pero sabemos que Mateo
citó más del Antiguo Testamento que todos los otros tres escritores de los evangelios juntos.
Parece que registra acontecimientos y los verifica como cumplimiento de profecías del Antiguo
Testamento. No trata de dar sólo una vida de Cristo, sino que muestra que Él es el cumplimiento
de las profecías del Antiguo Testamento con respecto a Él, el Mesías prometido. Ahora declara
la profecía que fue dada acerca del Señor Jesús por el profeta. Leamos el versículo 23 de este
capítulo 1 de Mateo:

23
He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel,
que traducido es: Dios con nosotros. (Mt. 1:23)

Mateo cita el versículo 14 del capítulo 7 de Isaías: Por tanto, el Señor mismo os dará señal:
He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.

Vamos a mirar algo que es muy importante. La palabra usada en el hebreo es “almah”.
Gesemio es un erudito destacado que ha compilado un léxico hebreo muy completo. Podemos
testificar que también es algo agotador hojearlo. Gesemio admitió que la traducción usual de la
palabra “almah” es “virgen”, pero dijo que también se podía traducir como “joven mujer”. Lo
dijo, al parecer, porque rechazaba lo milagroso. Sin embargo, vemos que la comisión de los
setenta, al traducir el Antiguo Testamento del hebreo al griego, concordaron en que en este caso
no había duda que la traducción correcta era “virgen”. Tampoco hay duda de que Mateo al citar
esta profecía, la traduce como “virgen”.

Volviendo a Isaías el capítulo 7, vamos a estudiar el incidente mencionado allí. Esto ocurrió
durante el tiempo cuando Acaz se sentaba sobre el trono. Él era uno de aquellos que andaban
lejos de Dios, y a quien clasificaríamos como un rey malo. Dios envió a Isaías para llevarle un
mensaje, pero Acaz no quiso escucharlo. Por tanto leemos: Habló también Jehová a Acaz,

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diciendo: Pide para ti señal de Jehová tu Dios, demandándola ya sea de abajo en lo profundo, o
de arriba en lo alto. Y respondió Acaz: No pediré, y no tentaré a Jehová. Así leemos en Isaías,
capítulo 7, versículos 10 al 12.

Amigo oyente, permítanos afirmar que esto que él dijo fue una hipocresía, en la que trató de
aparentar ser piadoso. Dios había pedido a Isaías que se encontrara con Acaz en el camino, para
entregarle el mensaje de que Dios le daría a Acaz la victoria. Sin embargo, Acaz no le creyó a
Dios y por tanto, para estimular su fe, Isaías le dice que Dios quiere darle una señal. En su
manera pseudo-piadosa Acaz dice: “Yo no pediré señal de Jehová”. Isaías le contesta entonces,
que “Dios le dará señal, quiera o no lo quiera. La señal no es solamente para ti, sino para toda la
casa de David”, le dice Isaías. Ahora aquí está la señal: He aquí, una virgen concebirá y dará a
luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel. Es obvio que si esta es sólo una mujer joven
cualquiera, no le sería señal a Acaz, ni a la casa de David, ni a cualquier otro. Pero si es una
virgen que concibe y da a luz un hijo, eso sí, amigo oyente, es una señal sobrenatural, y eso es
exactamente lo que quiere decir aquí en Mateo 1:23.

Cuando la palabra almáh fue usada en el Antiguo Testamento, siempre fue traducida como
virgen. Rebeca fue llamada una almáh antes de casarse con Isaac. Un muy buen cristiano hebreo
que también es un buen erudito hebreo, dijo, mírelo así. Supóngase que usted va a visitar un
amigo suyo que tiene tres hijas y dos de ellas son casadas y una todavía es soltera. Usted no lo
sabe y le pregunta: “¿Son las tres sus hijas”. Él le dice: “Estas dos son las hijas casadas y esta
joven, es la tercera hija”. Ahora, cuando él dice “esta joven”, ¿piensa usted que él querría decir
que era una prostituta? Si usted llegara a implicar que ella era cualquier cosa excepto una virgen,
sin duda le daría un puñetazo.

Permítanos decirle, amigo oyente, que no nos gustaría ser uno de aquellos que niegan el
nacimiento virginal de Jesucristo, cuando lleguemos a la presencia del Hijo de Dios. Tememos
que vayan a desear, de alguna manera, poder retractarse de las cosas que han dicho para
difamarlo.

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El hecho de que la palabra almáh significa virgen, está comprobado por la versión de los
Setenta, del Antiguo Testamento. Durante el período entre ambos Testamentos, 72 eruditos
hebreos, seis de cada una de las doce tribus, trabajaron en Alejandría, en Egipto, traduciendo el
Antiguo Testamento en hebreo, al lenguaje griego. Cuando llegaron a esta señal en Isaías,
aquellos 72 hombres comprendieron que su significado único era virgen, así es que tradujeron
almáh a la palabra griega partenos. Y esta es la misma palabra que Mateo emplea en su
evangelio.

Amigo oyente, partenos no puede traducirse como la joven. Su único significado es virgen.
Es claro que la Palabra de Dios está diciendo precisamente la realidad de las cosas. Leamos
ahora los versículos 24 y 25 del primer capítulo del evangelio según San Mateo:

24
Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y
recibió a su mujer. 25Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le
puso por nombre JESÚS. (Mt. 1:24-25)

Amigo oyente, parece que aquí hay un problema. ¿Puede usted decir dónde es que a Jesús se
le llama alguna vez Emanuel? ¡Claro que no! Se llama Jesús porque ese es Su nombre. Le fue
puesto este nombre porque salvaría a Su pueblo de sus pecados. Cristo, a propósito es Su título,
que significa Mesías. Pero, Jesús es Su nombre. Pero dice aquí que será llamado Emanuel, que
traducido es: Dios con nosotros.

Amigo oyente, aquí tenemos una de las cosas más maravillosas en toda la Palabra de Dios.
Vamos a considerarla momentáneamente. Emanuel significa Dios con nosotros. No puede ser
Emanuel, Dios con nosotros, a menos que haya nacido de una virgen. Es la única manera. Y
note usted que a menos que sea Emanuel, no puede ser Jesús. La razón por la cual se le llama
Jesús, Salvador, es porque Él es Dios con nosotros, o sea Su encarnación. Esta verdad acerca del
que bajó a la tierra, es una de las cosas más maravillosas en la Biblia.

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El escritor a los Hebreos, en el capítulo 2 de su carta, versículo 9, dice: Pero vemos a aquel
que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa
del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos.

Debía ser un sacrificio que fuera aceptable. Yo no pude morir ni puedo morir por los
pecados del mundo. Tampoco me es posible morir para salvarme de mis propios pecados. Pero
Él, sí puede. ¿Cómo es que Jesús puede ser un Salvador? Porque es Emanuel, Dios con
nosotros. ¿Cómo llegó a estar con nosotros? Naciendo de una virgen. Decimos de nuevo que
fue llamado Jesús. Nunca lo llamaron Emanuel. Pero no es posible llamarlo Jesús a menos que
sea Emanuel, Dios con nosotros. Debe ser Emanuel para ser el Salvador del mundo. El
nacimiento virginal es pues, de suma importancia.

Bien, amigo oyente, aquí nos detenemos por hoy. Concluiremos este importante tema en
nuestro próximo programa. Confiamos que usted vuelva a sintonizarnos. Mientras tanto, le
sugerimos leer el capítulo 2 de este evangelio de Mateo para estar al tanto de lo que
consideraremos en nuestro próximo estudio. Para ayudarle en esta tarea hemos preparado notas y
bosquejos que deseamos enviarle sin costo alguno de su parte. Al escribirnos indicando que
desea recibir este material, hágalo con letra clara y legible, indicando su nombre y dirección
completos y en orden, lo que nos permitirá enviarle a su dirección las notas y bosquejos a la
brevedad que nos sea posible. Su carta nos permitirá conocer cómo este programa le está
bendiciendo y desde dónde usted nos escucha. Esperamos, pues, recibir su carta de ser posible,
esta misma semana. Será entonces, hasta nuestro próximo programa, amigo oyente, es nuestra
oración ¡que Dios le bendiga ricamente!

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