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Biografía
Nace en Pola de Laviana, hijo de Marcelino Arboleya oficial del Registro de la Propiedad de Pola de Laviana
y Amalia Martínez Vigil, hermana de Ramón Martínez Vigil que fue obispo de Oviedo. En 1878 fallece su
padre quedando su madre viuda, quien se casa con Francisco Fernández Fueyo, viudo de una hermana suya.
Estudia en su Laviana natal hasta los catorce años, en 1884 ingresa en el seminario de Oviedo y
posteriormente es enviado con una beca a Roma para estudiar en el Pontificio Colegio Español. Allí obtiene la
licenciatura en Teología por la Universidad Gregoriana y el doctorado por el Pontificio Seminario de San
Apolinar. En Roma es donde conoce las obras de los principales representantes del catolicismo social, lo que
despierta en él una fuerte vocación social que mantendría toda su vida.2
Regresa de Italia y se instala en Oviedo en dónde ejerce de profesor en el seminario y en 1898 obtiene la plaza
de canónigo de la catedral de Oviedo.
Hacia 1900 funda la Liga de Defensa Eclesiástica y es nombrado secretario de la comisión organizadora de
peregrinaciones a Lourdes.
En 1901 es nombrado director del diario El Carbayón, al que logra convertir en el periódico de mayor
circulación de Asturias, muy leído entre las clases populares, según su propio testimonio.3 Ese mismo año
entra en contacto por primera vez con la empresa asentada en el concejo de Aller Hullera Española en la que
su propietario el marqués de Comillas (una de las personalidades más influyentes del catolicismo español de
principios del siglo XX) había puesto en práctica una serie de medidas para evitar la penetración de las
organizaciones socialistas entre sus obreros, como subvenciones, primas y obras benéficas de todo tipo, así
como propaganda religiosa. Arboleya es invitado por la empresa a dar un ciclo de conferencias a los obreros,
pero solo pudo dar la primera porque la empresa decidió que no continuara ya que en esa primera charla había
defendido el sindicalismo "puro" exclusivamente obrero sin interferencias de los patronos.4 El propio
Arboleya comentó:
Yo resultaba con semejante predicación mucho más peligroso que el mismo Pablo Iglesias, que al
fin no llevaba sotana que justificase sus radicalismos
En 1903 inicia en Asturias el primer intento de impulsar la sindicación obrera de signo católico a través del
Círculo Obrero de Oviedo. Su proyecto no salió adelante por la oposición de los católicos integristas que
defendían los métodos tradicionales en la organización obrera católica.5
En 1912 la empresa Hullera Española le vuelve a llamar, esta vez para que organice una asociación obrera
cristiana en la misma. Pero los estatutos que redacta son rechazados porque Arboleya lo que pretendía crear
era un sindicato, y no una organización intervenida por la empresa y basada en la idea tradicional del
paternalismo y la beneficencia del patrón respecto del obrero. La empresa acaba encargando los estatutos al
padre Palau, famoso jesuita catalán.4
En 1913 funda en Oviedo la "Casa del Pueblo Católica", como él mismo la denominó, en la que tienen su
sede los "Sindicatos Independientes", llamados así porque pretendían mantenerse independientes tanto de los
empresarios como de las organizaciones socialistas. Estos sindicatos fueron atacados tanto por los socialistas
como por los patronos, especialmente por los que se proclamaban católicos. Al no encontrar apoyo en la
jerarquía eclesiástica, Arboleya se ve obligado a abandonar el proyecto.6
En 1916 los obreros de la Asociación católica de la empresa Hullera Española (que cuatro años antes había
rechazado los estatutos que Arboleya había redactado) le llaman para que reavive una organización que estaba
sucumbiendo a la presión del sindicato socialista. Bajo su orientación la Asociación se recuperó y al año
siguiente, en un enfrentamiento con los socialistas, logró paralizar la empresa. La presión de los patronos hizo
que Arboleya de nuevo tuviera que abandonar su labor, y de nuevo la asociación quedó bajo la "orientación"
de los jesuitas. Los jesuitas vincularon esa asociación obrera católica con el Sindicato Minero Católico de
ámbito nacional cuya contingente más importante era precisamente la asociación de mineros de Hullera
Española en el concejo de Aller. Su líder fue Vicente Madera Peña.7
En 1919 participa junto con Severino Aznar en la fundación en Madrid del Grupo de la Democracia Cristiana.
Aunque gozaba del apoyo del cardenal primado Guisasola, las ideas sociales defendidas por el Grupo fueron
denunciadas al Vaticano por los integristas españoles por ser demasiado avanzadas. El grupo no llegó a ser
condenado por Roma, pero "vivió en constante lucha con el catolicismo integrista, circunstancia que le restó
eficacia".8
En 1923 el obispo Juan Bautista Luis y Pérez, viejo amigo de Arboleya con el que coincidió como estudiante
de teología en Roma, le nombra deán de la catedral de Oviedo. Ambos comparten la ilusión de trabajar en el
campo social, pero en la diócesis se habían hecho tan pocas cosas y tan mal, a pesar de los esfuerzos de
Arboleya, y encontró tantas resistencias que finalmente tuvo que desistir de su proyecto, minado además por la
enfermedad.9 Nada más tomar posesión de su cargo Maximiliano Arboleya le había escrito una carta en la
que le describía la difícil situación con la que iba a enfrentarse:10
Ciñéndome a Asturias te digo, y supongo que no te desanimará, pues ya lo tendrás previsto, que
la apostasía obrera es general, que hay parroquias, hace bien poco fervientemente cristianas, y
donde, abundando muchos niños, el párroco no cuenta ni con una niña para la Primera
Comunión. (...)
Los obreros de las grandes cuencas y de los grandes centros fabriles, así como
muchísimos de otros menos importantes, se hallan asociados en los Sindicatos
socialistas o comunistas y son irreligiosos los más cultos y antirreligiosos los demás.
Todos están asociados a los Sindicatos revolucionarios y gracias a ellos han obtenido
importantísimas, trascendentales mejoras, y por eso les están agradecidos. (...)
Tras la Proclamación de la Segunda República Española en 1931 vuelve a la dirección del diario El Carbayón,
pero pronto fue denunciado ante la jerarquía eclesiástica y fue sustituido por otro director que conectara mejor
con el conservadurismo de la derecha asturiana.11 Durante los primeros años de la Segunda República
Española es invitado con mucha frecuencia por diversos ateneos obreros de las cuencas mineras para que
imparta conferencias sobre temas sociales. En 1933, por ejemplo, recorrió la cuenca de Turón donde fue muy
bien recibido por los mineros socialistas, según su propio testimonio.12
La Revolución de Asturias de octubre de 1934 le produce una honda conmoción aunque no presenció
personalmente los hechos por hallarse esos días en Zaragoza para asistir a una Semana Social.13
Su compromiso con el catolicismo social lo mantuvo incluso después de la Guerra Civil Española como lo
muestra este comentario irónico que hizo sobre la política religiosa franquista en una carta que escribió el 15 de
mayo de 1944, cuando tenía 73 años de edad, al obispo de Madrid Leopoldo Eijo y Garay:14
Antes [los obreros] no venían a misa. Ahora, nos los traen formados
Sus artículos en la prensa así como sus libros intentaban inculcar en los católicos, incluido el clero, el
compromiso con la acción social dirigida a mejorar las condiciones de vida materiales y espirituales de las
clases populares, especialmente de la clase obrera. Estas ideas chocaron con la mentalidad integrista que
intentó desprestigiarlo tildándolo de "socialista y demagogo", según su propio testimonio. "Y la hostilidad
arreció cuando de publicista social pasó a la organización obrera".15
La labor social que emprendió estaba mal vista por la corriente más conservadora de la iglesia de Oviedo pero
gracias al apoyo de su tío, el obispo Martínez Vigil, no tuvo grandes problemas al principio. Pero tras el
fallecimiento de éste en 1905, la corriente más conservadora se impone en la iglesia ovetense hasta por lo
menos 1922 año al que accede al obispado Juan Bautista Luis y Pérez. El nuevo obispo, viejo amigo suyo, en
seguida nombra a Arboleya director de la Federación Diocesana de Sindicatos Agrarios.
La hostilidad del sector más conservador del catolicismo asturiano y español hacia el activismo social de
Arboleya se debió a que éste defendía un sindicalismo católico "puro", sin ninguna intervención patronal, para
poder competir de verdad con el sindicalismo socialista o anarquista. Arboleya dice en una carta dirigida a un
amigo:16
Toda nuestra propaganda sindical ha de ser diáfana, seria, imparcial y por completo desinteresada,
sin finalidades apologéticas en favor de la propiedad, del orden público, de los patronos o de la
misma Iglesia
Sin embargo la corriente dominante del sindicalismo cristiano en España era la que lo acercaba al sindicalismo
amarillo al conservar ciertos rasgos de la forma de catolicismo social anterior: los "círculos obreros", que
habían sido importados de Francia con notable retraso y que se ocupaban fundamentalmente de la educación y
la formación profesional del trabajador, y habían fracasado en su intento de regular las relaciones entre
patronos y obreros. Esta es la razón que, según Arboleya y según los historiadores actuales que han estudiado
el tema, explicaría el escaso desarrollo que tuvo en España el sindicalismo católico a diferencia de otros países
europeos.17 Esta tendencia estaba representada por el marqués de Comillas y los jesuitas, por un lado, y por
Angel Herrera y la Asociación Católica Nacional de Propagandistas, por otro. En una entrevista que
mantuvieron en diciembre de 1916 el marqués de Comillas y Arboleya aquel le dijo, según las anotaciones de
Arboleya:18
Que a los obreros les conviene mucho que sus Asociaciones sean lo más "patronales" posible, que
los mismos obreros se hallan bien convencidos de esa "verdad" y que precisamente porque eso
creían deseaban que los patronos intervinieran en sus sociedades
Por razones que no tengo para qué especificar aquí aunque ello resultaría harto fácil, nuestros
obreros y empleados, por lo general, dan como cierto:
Guste o no y por absurdo que parezca a quienes desconocen los verdaderos orígenes de
mentalidad semejante, esa es la de casi todos nuestros trabajadores. Y, después de lo visto y
palpado en Asturias, bien podemos afirmar que hoy el odio feroz a la Iglesia es muy superior al
que inspira el Capitalismo. Basta para afirmarlo rotundamente fijarse en la clase de personas
perseguidas y asesinadas y de edificios destruidos por la dinamita o por el fuego.
Arboleya estaba convencido de que si hubiesen seguido el sindicalismo católico "puro" que él llevaba años
defendiendo la tragedia asturiana se podría haber evitado, por lo que pensaba que los católicos también tenían
alguna responsabilidad en lo sucedido. Pero ni la Iglesia católica ni la derecha católica en absoluto lo
entendieron así y sólo pensaban en la represión como remedio contra la revolución.24 La Iglesia no rectificó
su política social y siguió insistiendo en la vía del sindicato católico vinculado a los patronos. Angel Herrera,
presidente de Acción Católica, inició una campaña por toda España para presentar como modelo de "obrero
católico y patriótico" a Vicente Madera, líder del fracasado sindicato católico de la Hullera Asturiana, un
ejemplo típico del sindicalismo católico que rayaba con el amarillismo, y que el día 5 de octubre había
defendido con las armas, junto con 25 compañeros, la sede social del sindicato en la villa de Moreda cuando
los revolucionarios intentaron tomarla, y al final había conseguido escapar aprovechando la noche (cuatro
resistentes murieron en el intercambio de disparos).25 26 En una carta dirigida a su amigo Severino Aznar
Arboleya critica esta forma de reaccionar de la Iglesia Católica:27
Creerá usted, acaso, que ante tal desastre se oyen voces sensatas pidiendo el abandono del camino
que nos condujo a él... Pues se equivoca. Unas cuantas soluciones simplistas -cortar algunas
cabezas, castigar a los rebeldes, proceder a un completo desarme... material, etc.- y pare usted de
contar. Todos se aprestan a moverse, pero para caminar más deprisa por el mencionado camino.
Ya tenemos de nuevo a Vicente Madera Peña hecho un héroe y un salvador, ya tenemos la política
en la Federación Agraria y un fantástico Secretariado Social que se funda sin plan y sin
preparación alguna.
Nadie, absolutamente nadie, se para a preguntar si este atroz movimiento criminal revolucionario
de cerca de 50.000 hombres no tiene más explicación que la consabida malsana propaganda
socialista; nadie piensa en que también puede haber tremendas responsabilidades por parte
nuestra.
Otros católicos se acordaron de Arboleya, de sus fracasos y de sus predicciones. Luigi Sturzo, líder exiliado
del Partito Popolare Italiano escribió en un periódico de Friburgo un homenaje a los "demócrata cristianos"
españoles Severino Aznar, Angel Ossorio y Gallardo y el "canónigo Arboleya":28
Si se les hubiera escuchado, los católicos españoles no pasarían hoy, a los ojos de los obreros,
como defensores de los patronos incluso de los injustos
En la misma línea se expresó el canónigo de la catedral de Valladolid, Alberto Onaindía, que publicó un
artículo el 23 de octubre de 1934 en el diario Euskadi, de Bilbao, en el que afirmaba que Arboleya para las
clases conservadoras nunca había sido otra cosa que el "cura socialista y el canónigo rojo". Asimismo José de
Artetxe escribió a finales de octubre un artículo en El Día, de San Sebastián, en el que afirmaba:
Los dolorosos sucesos de Asturias están previstos claramente, y para vergüenza de los católicos de
aquella región, en las obras escritas por la pluma ardorosa de un gran propagandista católico
social -Arboleya Martínez, canónigo de la catedral de Oviedo- que desde hace más de treinta años
clamaba en el desierto de la incomprensión profetizando claramente esto de ahora, que los sordos
o cosa peor que le rodeaban se empeñaban en no querer vislumbrar
Referencias
Jackson y otros, ed. Octubre 1934.
1. Benavides, Domingo (1985). Octubre 1934. Cincuenta años para la reflexión. Madrid:
Cincuenta años para la reflexión. p. 254. Siglo XXI. p. 253. ISBN 84-323-0515-4.
2. Benavides, Domingo (1985). Octubre 1934. 4. Benavides, Domingo (1985). Octubre 1934.
Cincuenta años para la reflexión. p. 253. Cincuenta años para la reflexión. p. 255.
3. Benavides, Domingo (1985). «Maximiliano 5. Benavides, Domingo (1985). Octubre 1934.
Arboleya y su interpretación de la Cincuenta años para la reflexión. p. 254.
Revolución de Octubre». En Gabriel
6. Benavides, Domingo (1985). Octubre 1934. 23. Benavides, Domingo (1985). Octubre 1934.
Cincuenta años para la reflexión. pp. 254- Cincuenta años para la reflexión. pp. 265-
255. 266.
7. Benavides, Domingo (1985). Octubre 1934. 24. Benavides, Domingo (1985). Octubre 1934.
Cincuenta años para la reflexión. pp. 255- Cincuenta años para la reflexión. p. 262.
256. «Represión que debía empezar por el
8. Benavides, Domingo (1985). Octubre 1934. castigo ejemplar de los jefes de la
Cincuenta años para la reflexión. p. 256. insurrección, muchos de los cuales se
encontraban entonces en prisión; pero que
9. Benavides, Domingo (1985). Octubre 1934.
Cincuenta años para la reflexión. p. 259. debía continuar por la censura drástica de la
expresión de su ideología revolucionaria.
10. Shubert, Adrian (1985). Octubre 1934. Tanto en la prensa como en el Parlamento
Cincuenta años para la reflexión. p. 251. se criticó con dureza la debilidad de las
11. Benavides, Domingo (1985). Octubre 1934. autoridades en estos terrenos».
Cincuenta años para la reflexión. pp. 256- 25. Benavides, Domingo (1985). Octubre 1934.
257. Cincuenta años para la reflexión. pp. 264-
12. Benavides, Domingo (1985). Octubre 1934. 265. «Los acontecimientos de Moreda, por
Cincuenta años para la reflexión. pp. 259- muy heroicos que fueran, no dejaban de ser
260. un capítulo triste en la más reciente historia
13. Benavides, Domingo (1985). Octubre 1934. del proletariado asturiano. Un puñado de
Cincuenta años para la reflexión. p. 257. hombres que, acorralados por sus
14. Casanova, Julián (2005). La Iglesia de compañeros de trabajo, se ven obligados a
Franco. Barcelona: Crítica. p. 326. ISBN 978- disparar sobre ellos... Eso era todo. Por otra
84-8432-675-5. parte, aquello nada tenía que ver con el
sindicalismo. Al contrario; el haber puesto al
15. Benavides, Domingo (1985). Octubre 1934.
descubierto que el supuesto sindicato
Cincuenta años para la reflexión. pp. 253-
estaba convertido en un pequeño arsenal y
254. el haberse defendido durante un buen rato a
16. Benavides, Domingo (1985). Octubre 1934. "tiro limpio", no era precisamente una carta
Cincuenta años para la reflexión. p. 266. de recomendación para convertir tales
17. Benavides, Domingo (1985). Octubre 1934. hombres en apóstoles sindicalistas».
Cincuenta años para la reflexión. p. 254. 26. Shubert, Adrian (1985). Octubre 1934.
18. Shubert, Adrian (1985). Octubre 1934. Cincuenta años para la reflexión. pp. 243-
Cincuenta años para la reflexión. p. 245. 244. «El 11 de diciembre de 1934 la
19. Shubert, Adrian (1985). Octubre 1934. Confederación Nacional de Sindicatos
Cincuenta años para la reflexión. pp. 246- Obreros Católicos organizó en Madrid una
247. representación teatral para rendir honores a
los obreros de Moreda; dos meses después,
20. Shubert, Adrian (1985). Octubre 1934.
el 3 de febrero de 1935, se rindió homenaje
Cincuenta años para la reflexión. «En las
vísperas de la revolución asturiana no a Madera en un acontecimiento celebrado
en el Teatro de la Zarzuela, en el curso del
quedaban sino los "restos" del Sindicato
cual fue presentado como un "caudillo" y se
Católico».
le ofrecieron 35.000 pesetas, recaudadas
21. Benavides, Domingo (1985). Octubre 1934. por suscripción popular».
Cincuenta años para la reflexión. pp. 257-
258. 27. Benavides, Domingo (1985). Octubre 1934.
Cincuenta años para la reflexión. p. 262.
22. Benavides, Domingo (1985). Octubre 1934.
Cincuenta años para la reflexión. pp. 257- 28. Benavides, Domingo (1985). Octubre 1934.
Cincuenta años para la reflexión. p. 260.
258.
Bibliografía
Benavides, Domingo (1985). «Maximiliano Arboleya y su interpretación de la Revolución de
Octubre». En Gabriel Jackson y otros, ed. Octubre 1934. Cincuenta años para la reflexión.
Madrid: Siglo XXI. ISBN 84-323-0515-4.
Benavides Gómez, Domingo (2003). Maximiliano Arboleya (1870-1951). Un luchador social
entre las dos Españas. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos. ISBN 978-84-7914-689-4.
Shubert, Adrian (1985). «Entre Arboleya y Comillas. El fracaso del sindicalismo católico en
Asturias». En Gabriel Jackson y otros, ed. Octubre 1934. Cincuenta años para la reflexión.
Madrid: Siglo XXI. ISBN 84-323-0515-4.
Enlaces externos
Biografía de Maximiliano Arboleya en el.tesorodeoviedo.es (incluye fotografía) (http://el.tesorodeoviedo.es/in
dex.php?title=Maximiliano_Arboleya_Mart%C3%ADnez)
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