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Scenary

1. Arco de Sasumi:
- Escenas de una casa de la edad media (1418) combinadas con escenas de parto
adentro de la vivienda.- (Tras estas imágenes se haría un salto del tiempo hasta el
1938)
Scenary empezaría con el nacimiento de un niño que quedaría huérfano tras su
nacimiento, la madre murió por culpa del parto, y el padre, destrozado, intentaría criar
a un niño pequeño, llegando a criarlo hasta sus 3 años, cuando el padre murió a causa
de una enfermedad.
3 de septiembre del 1939: Tras el estallar la segunda guerra mundial, nuevos reclutas
se unirían a las fuerzas francesas, recibiendo todo un invierno de un constante
entrenamiento, a principios de los años 40, el ejército francés planeó junto a las
fuerzas británicas una guerra móvil contra los nazis y sus aliados, elevando posiciones
hacia el norte de Bélgica. Sasumi, un chico joven conocido entre filas francesas por
haber participado en los conflictos bélicos de las ultimas 4 décadas, el cual, participaba
en la operación, tuvo una brillante ejecución en el campo de batalla, algo usual en él,
aunque ante presión y pocos hombres aliados se solía quedar parado, sin poder
reaccionar, intentando pensar alguna solución. Él de vez en cuando sufría ataques de
ira, aunque para que sucediera tendrían que haber constantes momentos de tensión,
estos casos usualmente terminaban con pérdidas de control que causaban muerte a
sus enemigos y, en consecuencia, a sus aliados, por lo que era relativamente frecuente
que en sus misiones él fuera el único superviviente de la matanza. Ya que participó en
las recientes guerras, lo mandaban a ciertas misiones de alto riesgo para exprimir su
ira, tras varias de estas exitosas, pero sin supervivientes, lo ascendieron para que él
pudiera llegar a conducir a un pelotón en vez de ser miembro de este. Entre soldados
se conocía que Sasumi tenía una relación muy estrecha con su comandante, quien le
encargaba las misiones, se decía que eran bastante buenos amigos, ya que en el
comedor de la base general de las fuerzas francesas siempre se los veía juntos,
llamaban bastante la atención, sobre todo por las pintas de Sasumi, un chico joven de
aparentes 19 años con un recorrido de unos 40 años sirviendo en el ejército francés
con una unión a las fuerzas recomendada por el general militar de aquel entonces.
Poseía una cicatriz en la mejilla izquierda que le atravesaba la misma mejilla hasta el
final de la mejilla, quedando a un centímetro y algo más del ojo izquierdo, también se
le apreciaba una cicatriz que iba desde la ceja derecha hasta mitad de la mejilla
derecha, pasando por su ojo y siendo ciego de ese ojo. A consecuencia de su ceguera,
aquel ojo lo solía llevar cubierto con un parche de tres tiras: Una que cruzaba su frente
y se desvanecía en su pelo, y otras dos al otro lado, que cruzaban por el lateral de su
cabeza y se unían a la primera tira en la parte trasera de su cabeza, la única diferencia
entre estas dos tiras es que la que estaba más alzada pasaba por encima de su oreja y
la que estaba por debajo pasaba por debajo de la misma oreja. En sí, el chico se llevaba
bien con sus compañeros, aunque solía ser bastante serio y frío, aunque se le solía ver
sonreír plácidamente cuando paseaba con el comandante por las instalaciones,
caminando a unos centímetros de separación, juntos, hablando sobre cosas algo
extrañas desde la vista de otros soldados. Los mismos soldados a veces preguntaban a
diferentes superiores el por qué, pese a sus 40 años de servicio Sasumi no se veía viejo,
pero a pesar de las constantes preguntas que ni los mismos superiores sabían
contestar, entre ellos lograron hallar una pequeña escusa: “Mientras ayude a Francia y
sus aliados a ganar la guerra, nos da igual el porqué de su apariencia.” Justamente la
misma frase que dijo el anterior general, cuando ante la aparición de Sasumi, varios
comandantes preguntaron el porqué de la apariencia de Sasumi, pues se decía que
estuvo 40 años entrenando el uso de las armas, siendo maestro en el dominio de la
espada, justamente también era el por qué lo reclutaron para el ejército.
Así, los soldados dejaron de preguntar y siguieron su trabajo como miembros de las
fuerzas francesas. En las batallas que se libraban a partir del 11 de mayo del 40 Sasumi
fue armado con tres espadas con sus fundas puestas al lateral izquierdo de su cuerpo y
un fusil ligero MAS-36 amarrado por una correa, quedando el fusil en la espalda de su
cuerpo, perfecto para agarrarlo relativamente rápido. El modus superandi del joven
espadachín era un flanqueo a las tropas enemigas, corriendo y parando balas con sus
espadas, una vez llegando hasta las trincheras enemigas entrando adentro y
masacrando a los alemanes que se escondían allí, en caso de no haber trincheras
simplemente mataba al pelotón y continuaba corriendo mientras los disparos de sus
aliados lo cubrían. Sasumi solía ocultarse bien entre las sombras y a veces se escondía
adentro de una trinchera aliada antes de que fuese tomada por el enemigo,
intentando ganar tiempo entreteniendo al enemigo para que sus compañeros o su
pelotón pudiera huir del combate y ponerse a cubierto. Los bombardeos por la zona no
podía detenerlos, pero sí que ayudaba a evacuar la trinchera si era necesario, y más de
una vez ha recibido un disparo por proteger a algún compañero, aunque sus heridas
solían recuperarse más rápido que a otros soldados, y siempre eran leves, nunca
graves; eso era raro.
Tras 2 años después, el 22 de septiembre del 1942, Sasumi llegaba de una de sus
misiones para descansar, habían sobrevivido el 40% de sus hombres, así que era una
victoria pero que acarrearía un peso grande, pues el 60% de los hombres que se llevó
Sasumi perecieron en batalla, se llevó a 100 soldados en un gran pelotón. Tras aquella
batalla Sasumi cenó y se fue a dormir, fue entonces cuando el comandante fue a la
habitación de Sasumi y se acostó con él, preguntando sobre cómo se sentía y como
estaba. El motivo por el que Sasumi andaba siempre con el comandante era por una
depresión que se hace denotar que es causada por las constantes peleas entre
naciones, Sasumi, pese que amaba el combate, siempre rechazaba la muerte de los
que estaban con él, cargándose la culpa a él mismo por no poder protegerlos y ser un
“descerebrado”. El comandante siempre intentaba apoyarlo para que no dejara de
pelear, siempre decía que él tenía una llama en su interior, una apasionada llama que
la guerra encendía para cubrir su vida con feroces batallas que Sasumi tanto amaba,
simplemente culpando a la guerra de las muertes de compañeros, sin echar la culpa a
Sasumi, quien no tenía nada que ver en la muerte de sus hombres, simplemente son
consecuencias de la guerra. Sasumi detestaba todo, así que empezó a sollozar
buscando consuelo en los brazos de su comandante, quien lo abrazaría hasta que
ocurriese el suceso que marcaría la vida del joven Sasumi.
Aquella noche, la alarma antiaérea falló, las bombas se cernieron sobre la base militar,
donde murieron miles de hombres. Una de las bombas cayó sobre la habitación al lado
de Sasumi, volando en pedazos al que dormía en aquella habitación y llevándose la
pared de la habitación de Sasumi por delante, derrumbando parte del techo. Sasumi
despertó por la explosión, viendo de frente a su querido comandante herido
gravemente, él estaba despierto y con la espalda destrozada a causa de que un buen
trozo de la pared que estalló impactó fuertemente en la espalda del comandante,
quedándole la espalda completamente devastada. Llamas se encendieron en el
edificio, dos bombas cayeron, dejando un fuego que ardería a la pequeña porción de
supervivientes que quedaba, Sasumi observó detenidamente a su comandante,
llorando, sabiendo que posiblemente nadie vaya a sobrevivir. Rápidamente salió de allí
con su comandante al borde de la muerte en brazos, se metió adentro del sótano
mientras todavía se escuchaban las bombas caer silenciosamente y después un grito
de agonía de la misma tras impactar contra el suelo, haciendo temblar el suelo y
plantar la simiente del mal creando muerte y destrucción a su paso, dejando solo las
cenizas de los quemados o los trozos de los despedazados por el paso de aquellos
dichosos aviones bombarderos. La guerra ya no era únicamente una pelea entre
naciones, o un líder chiflado que intenta apoderarse del mundo, ya pasó a ser un tema
personal, algo que el mismo Sasumi se propondría acabar con sus propias manos
cueste lo que le cueste. Él, en ese instante, juró terminar con las guerras, mientras
yacía en sus brazos, observando por últimos momentos su rostro desesperado. El
comandante no tardó en fallecer, ”A-aquell-o..q-que h-hace al h-hombre m-mer-
merecedor d-de pena… e-es q-que c-con-convier-ta…s-sus s-sueños e-en plata...
Sasumi… t-tu eres m-mi p-plata... m-m-i su-eño...” esas fueron las últimas palabras, ya
habiendo manchado las manos de Sasumi de sangre y también parte de los brazos,
Sasumi dejó a su comandante en el suelo, observando el cuerpo inerte del que había
sido su mejor amigo en toda su horrible vida llena de muerte, caos y destrucción.
El bombardeo cedió al cabo de unos 30 minutos, 30 minutos que Sasumi se quedó
pensando y lagrimeando, debatiéndose por lo que hacer, tenía al cadáver de su mejor
amigo al lado, no podía dejar de notar el odio corroer su cuerpo lentamente mientras
el cuerpo del comandante se terminaba de desangrar en el suelo, ya no se podía hacer
nada con él. Sasumi golpeó fuertemente la pared y, indignado, se quedó adentro del
sótano. Fue entonces cuando se lo encontró a él, un ser extraño con una guadaña
atravesaba el pecho del comandante de Sasumi, este al percatarse se volteó y
preguntó a aquel hombre quien era y que hacía ahí, el hombre, sorprendido, sonrió y
dijo su nombre y unas palabras: “Soy Muerte, dios de los muertos. Veo que puedes
verme y escucharme… es extraño, juraría que estaba invisible para los humanos, bah,
me habré despistado, ¡y a consecuencia ahora te asesinaré!”.
Muerte alzó su guadaña, viéndose el alma del comandante salir de su cuerpo junto a la
guadaña, esta alma fue hacía el techo, donde desaparecería como si atravesase el
suelo. Con su guadaña alzada, se abalanzó sobre Sasumi, quien se defendería
rápidamente parando la guadaña con su brazo, golpeando a Muerte fuertemente en el
rostro, Muerte no pudo contraatacar, así que se desvaneció y apareció tras Sasumi,
donde le daría un golpe en la nuca con intención de dejarlo inconsciente, Sasumi
resistió el golpe y se separó de Muerte, sacando un cuchillo de unos 12 centímetros de
adentro de su camisa, observando a Muerte mientras se ponía en posición de
combate, Muerte volvió a abalanzarse sobre Sasumi, quien repitió la jugada solo que
esta vez intentó cortar a Muerte con el cuchillo en sus costillas, aunque a diferencia de
la anterior vez muerte desaparecería y aparecería al costado de Sasumi con la guadaña
alzada, haciéndole un corte profundo a Sasumi en el brazo izquierdo, haciendo que
este cayera al suelo y rápidamente se levantase. Sasumi había perdido parte de la
funcionalidad de su brazo por culpa del corte, pero seguía con energía suficiente para
derrotar a Muerte, así que no mostró debilidad ante él, seguía pensando en cómo
vencerlo, parecía un guerrero sacado de otro mundo, y se autodenominaba un ¿dios?,
eso no podría ser nada más que una persona pensando que hace algo en un territorio
de guerra, pero entonces ¿Cómo explicar el que desapareciese? O ¿Cómo explicar el
que yo haya visto el alma del comandante?
Sasumi sin duda alguna necesitaba sobrevivir al encuentro fuese como fuese, aunque
también necesitaba algunas respuestas, las cuales él se empeñó en conseguir
fuertemente. Siguió una pelea muy a favor a Muerte, los cortes entre los dos eran
frecuentes, Sasumi en un momento de intentar derrotarlo echó abajo la puerta del
sótano tras subir por unas escaleras. Muerte ya lo esperaba arriba, preparado para
pelear, Sasumi intentaba buscar lugares abiertos, o el alcance del arma del enemigo lo
azotaría con más facilidad, así que corrió hacia muerte y se deslizó por debajo de sus
piernas, corriendo hacia afuera de lo que quedaba del edificio. Una vez afuera del
edificio, Muerte salió también de este, levitando a unos centímetros del suelo y
volando a gran velocidad hacia Sasumi con la guadaña alzada, así tratando de cortar a
este. Sasumi logró defenderse del ataque esquivándolo, tirándose en rueda hacia el
lateral izquierdo, apuñalando a Muerte con ferocidad, el cual simplemente dijo unas
palabras y se esfumó: “J-je… nos volveremos a ver…Esta vez haré una excepción y
dejaré un superviviente… Vámonos, Fobos.”
Tras aquello, Sasumi cayó al suelo, sentía un gran peso encima suyo, el peso de la
preocupación y de sus heridas lo llevaron a caer, su enfrentamiento terminó, pero él
quedó gravemente herido, necesitaba curarse y armarse rápidamente antes de que
llegasen tropas nazis o tendría problemas para enfrentarse a todos ellos. Sasumi se
levantó y se fue caminando hacia la entrada del sótano, una entrada descubierta por
culpa de que me llevé por delante la puerta. Entré y miré detenidamente lo que había
en el sótano, pues antes no había mirado nada, tampoco pensé que no hubiese nada
de valor, pero encontré: Un botiquín con varios botiquines básicos adentro, unas cajas
con armas adentro y unas raciones de comida perfectas para la noche o el día. El lugar
servía de almacén y bunker en caso de bombardeos, así que no había más que lo justo
para sobrevivir adentro y curar a los heridos. Observé al cuerpo del comandante de
nuevo, mis lágrimas brotaron de mis ojos al ver que podría haber intentado salvarlo,
pero no pude, me había paralizado en aquel instante, no sabía que hacer ahora, sin él
apenas puedo hacer nada. Me senté y volví a quedarme pensando un rato, alrededor
de 15 minutos, pensando en que hacer y en como cumplir mi deseo de que esta guerra
acabase, ya era demasiada muerte y destrucción, ya no aguantaba más, fue al terminar
los 15 minutos que empecé a oír helicópteros a lo lejos, también se escuchaban unos
camiones acercándose a la lejanía. No sabía quiénes eran, así que me preparé, agarré
un subfusil MAS-38 y un fusil MAS-36, con una pistola MAB modelo D. Me vendé las
heridas tan rápido como pude y salí afuera con un casco, cubriéndome con lo que
quedaba de los edificios, intentando ver en la oscuridad de que bando eran, mi llama
empezó a avivarse, mi corazón latía fuerte, desde lejos se observaba que venían varios
camiones. De pronto, se puso a llover, lo cual me favorecía, así nadie escucharía mis
pasos al acercarme ni tampoco se escucharían bien mis disparos. Los camiones se
detuvieron y bajaron alrededor de 200 soldados, el helicóptero aterrizó y bajaron 10
soldados más, todos se reagruparon y empezaron a hablar, llevaban linternas. Sasumi
decidió acercarse poco a poco, sin dejar de apuntar al que parecía que daba las
instrucciones con el fúsil, rápidamente se posicionó muy cerca de ellos, pero nadie de
aquellos soldados lo veía, no había luces en el lugar, pero a mala suerte del
espadachín, los soldados empezaron a voltearse, preparados para su misión, a Sasumi
no le dio tiempo a moverse para esquivar las linternas, ya le habían detectado. Los
soldados tras detectar a Sasumi no dispararon, lo que hizo que Sasumi los apuntase y
los intentara echar para atrás. Aquellos soldados, tras escuchar el idioma en el que
hablaba Sasumi se sorprendieron bastante, pero uno de estos se acercó y le habló en
el idioma que Sasumi estaba hablando: El griego. Sasumi al darse cuenta de que le
hablaban en griego suspiró tranquilo, y aquel soldado apartó a Sasumi, llevándolo a
dentro del camión, donde lo interrogaría tranquilamente. Ese soldado preguntó de
todo, que si sabía lo que había sucedido, que si habían venido alemanes. Yo me limité
a explicar que tras escuchar la explosión recogí el cadáver del comandante y lo llevé al
sótano, donde me armé y esperé a que vinieran alemanes, pero en cambio vino el
equipo francés a ayudarnos. Sasumi no contó lo de Muerte, simplemente se lo guardó
para él, así que con esa información ya era suficiente, así fue, el soldado dijo que ya
estaba bien y pidió al joven que se quedara en el camión. Así fue hasta que ya se
apreciaba un montículo importante de cadáveres, y otro montículo con las cosas como
armas que habían sobrevivido. Sasumi bajó del camión y dejó sus armas en el
montículo de las armas, agarrando sus tres espadas las cuales habían sido recogidas, se
armó rápidamente, solo que esta vez lo haría de una forma diferente, colocando dos a
su lateral derecho y una en su lateral izquierdo, así yendo rápidamente junto a los
edificios, ayudando a sacar los pocos cadáveres que ya quedaban, aunque los soldados
me decían que no lo hiciera, yo lo hacía igual, son mis compañeros y quería ayudarles.
Tras sacar los cadáveres y comprobar que solo quedaban 10 supervivientes y estaban
graves, por lo cual no durarían mucho, el líder de la misión pidió que los trajeran y que
les dieran cuidados médicos urgentes. Mientras unos iban a buscar a los supervivientes
para traerlos, otros empezaron a montar una tienda de campaña médica, a colocar
camillas y a preparar el lugar para intervenciones quirúrgicas, a Sasumi le pidieron que
se sentara en el suelo, que ahora curaban sus heridas, así que eso hizo, sentarse y
dejar que levantaran su camisa, viéndose cortes en los brazos y torso, muchos no eran
profundos, pero en el brazo izquierdo tenía dos profundos, en el derecho otros dos,
uno profundo y uno no mucho, pero igual de grave. En el torso tenía moratones y
algunos cortes muy extensos, pero poco graves, y en la espalda tenía uno muy
profundo que le llegaba hasta los riñones, era impensable que Sasumi pudiera
sobrevivir, con esas heridas ya debería haberse desangrado, pero parecía que el flujo
de sangre se cortaba en esas zonas, anulando dolor y perdidas de sangre, algo muy
extraño, pero nadie quería preguntar ya que Sasumi de por sí era muy raro.
Pasaron dos semanas, Sasumi se había quedado en una base algo lejana de la suya
para que sus heridas sanasen, pero, aunque estaba herido, el presidente y el coronel
del ejército de tierra lo convocaron a una reunión en el Palacio de Elíseo el día 10 de
octubre del 1942 a las 10:30 a.m. Sasumi llegó al octavo distrito de París a las 10:20
a.m, tardando 5 minutos en llegar adentro del edificio, donde subiría a la antesala del
salón presidencial, esperando 5 minutos más. Tras esos 5 minutos las puertas se
abrieron, así que entré, viendo la sala con los tres coroneles a los lados del presidente,
un par de guardias que custodiaban la puerta desde adentro de la sala, para
aprovecharse del punto ciego del que entraba para una seguridad mayor y el
presidente, el cual estaba sentado en un sillón tras su mesa presidencial. Se levantó y
extendió su brazo, acercándome y dándole la mano, correspondiendo el apretón de
manos, tras esto me dijo que me sentara, y así hice, pero antes me quité las tres
espadas y las dejé al lado de la silla, así me sería más cómodo el estar sentado.
Hablaron un poco sobre el reciente bombardeo y la suerte que tuvo por haber
sobrevivido, también hablaron sobre las misiones y como estaba siendo de gran ayuda
para la nación, Sasumi agradecería el detalle de nombrar todas sus proezas, pero
preguntó el por qué lo habían convocado, el presidente se sorprendió, un chico tan
joven con un historial tan largo yendo directo al grano, justo como decía el coronel de
las fuerzas aéreas.
- Te lo explicaré si tanto insistes. – Dijo el presidente mientras se levantaba y caminaba
hacia la ventaba, observando las calles del distrito desde esta. – Te nombro tus proezas
porque vas a ser conmemorado en las próximas horas y quería que supieras el por qué,
también muestras gran valor en tus batallas y eres de una gran ayuda, no podemos
dejar que te asesinen fácilmente. – Confesó mientras miraba de reojo a Sasumi.
- Creo que ha quedado más que demostrado en mis misiones que no soy fácil de
matar. Muchas veces he estado al borde de la muerte, pero nadie es capaz de
asesinarme, así como así, creo que sus preocupaciones simplemente deberían ser
inexistentes solamente por la persona con quien hablas. Soy un soldado, y como tal sé
defenderme. No soy como el resto de hombres que salen ahí afuera y les disparan en
la cabeza y adiós. Yo soy más cuidadoso, y más fuerte. En vez de protegerme yo
aprovecharía mi potencial militar. – Ofreció Sasumi mientras se cruzaba de brazos,
observando a los Coroneles. Tras su discurso miró a Charles, quien se daría la vuelta
para ver al soldado.
- Eso mismo haremos, pero también queremos evitar que hagas un cambio de bando. -
- No soy tan rastrero como para cambiarme de bando, por no hablar de que sería
ilógico que me uniera al bando que asesinó a mis compañeros y a mi comandante. –
Sasumi se empezaba a mostrar nervioso, pues no le gustaba la situación, era mucha
tensión encima, aunque lograba aguantar la presión, en el campo de batalla la presión
es mucho mayor.
- Hablando de muertos… en el testamento del señor Leduc, tu comandante, ponía que
te llevarías un maletín que él tenía en su casa. -
- O-oh… me siento halagado por el que me diese eso…- Dijo el espadachín,
quedándose callado, no sabía que decir con exactitud, era un sentimiento de vacío en
su pecho.
El presidente entendió la situación, así que dejó a Sasumi tranquilo, únicamente le dijo
que la hora de la conmemoración será a las 4:00 p.m de la tarde en el patio del palacio.
Sasumi salió de allí mientras pensaba, en silencio, bajó al piso de abajo donde los
periodistas no dejaban de preguntar qué había sucedido, Sasumi quedó callado y se
metió en el coche y fue a la casa de los Leduc. Una vez allí, picaron al timbre, y una
mujer abrió la puerta, encontrándose al soldado protagonista junto a dos soldados
más, Sasumi iba vestido de traje, así que la única apariencia de soldado que le marcaba
eran las cicatrices y el parche, en el momento que la mujer vio a los dos soldados más
a Sasumi, cayó al suelo de rodillas, empezando a llorar, sabían para que habían venido.
La desolación llenó la casa, mientras Sasumi y sus hombres tomaban café, la mujer
bebía agua, intentando calmarse, Sasumi le había contado todo lo sucedido, y como lo
vivió él, aquella mujer simplemente miró al soldado y le dio las gracias por cuidar de su
marido mientras estaba en aquella base, Sasumi compartió parte de su dolor, pues el
comandante era un buen hombre, y se llevaba bien con él, la guerra no tenía sentido,
pero había que defender el país. La hija de la familia, la cual estaba jugando, se acercó
a Sasumi, mirándolo a los ojos, Sasumi miró a la niña, que parecía no haberse enterado
de la situación, pues hasta hace poco estaba jugando con sus juguetes, la niña era muy
pequeña, tendría unos 6 años. Miró mis ojos con los suyos, penetrantes, solo ver a
aquella niñita tan pequeña, me apretaba el corazón y el pecho me dolía, ella, tan
inocente y en parte preocupada preguntó: “¿Dónde está papá?” Esa pregunta me
aplastó el corazón, no sabía que contestarle, pero igualmente respondí a la pregunta.
“ Se fue al cielo, querida.”, la niña quedó en silencio, sin saber que decir, poco a poco
empezó a llorar, así que me agaché y la agarré, colocándola sobre mi pecho mientras
lloraba, acariciando su cabecita en silencio, la pobre no tenía culpa de nada, nadie tan
joven debería afrontar esto. Miré a su madre con tristeza sobre mis ojos, recordando al
comandante, el sentimiento dolía muchísimo, se notaba que aquel hombre marcó a
muchas personas, no tuvo por qué morir.
Tras aquella visita volvimos al coche, pero la mujer de la casa correría hacia nosotros
con un maletín en sus manos, nos detuvimos antes de entrar al coche y miramos hacia
atrás, viendo como caía sobre el suelo, haciéndose una herida y tirando el maletín.
Mientras los soldados ayudaban a la mujer, yo abría el maletín, viendo que lo que
había adentro era nada más ni nada menos que una bandana con un Kanji (銀).
- ¿Sabes? Me recuerdas a la plata, la gente te aprecia, pero nunca piensan en ti, nunca
te dicen nada, por muy bien que hagas las cosas, da igual como de bien trates a la
gente, o como de bien se te den las peleas. Es por eso que estoy contigo, porque pese
a que la gente vea en ti poca cosa, yo veo que eres increíble. – Me dijo el comandante
el día que lo conocí, fue el único que me miró con buenos ojos, los demás soldados no
me hablaban, por mucho que intentase socializar no podía, nadie me miraba bien. No
podía culparles, al fin y al cabo, todos los que me conocían acababan muriendo tarde o
temprano, me hacía sentir mal, el peso de las muertes de mis compañeros no dejaba
de aplastarme día a día. En aquel instante, empecé a llorar nada más ver la bandana,
siempre me pedían que no llorase, porque mostraba debilidad, pero en ese momento
no pude resistir, no pude ahogar mis lágrimas, me dolía tanto que era imposible no
llorar, ese símbolo siempre me acompañaría, lo juré por él, lo juré por todos,
terminaré esta guerra cuanto antes.
Después de llorar por un rato mientras observaba la bandana, la agarré y me la puse
en la frente, me quedaba de lujo, el kanji se lograba ver perfectamente, un kanji que
sembraría terror por todas partes, un kanji que portaría en mi corazón, un kanji que
terminará todo. Me sequé las lágrimas después de un rato con un pañuelo, miré a la
mujer del comandante, y con una sonrisa en mis ojos, le agradecí por el trato y por la
bandana, acto seguido recogí el maletín que estaba en el suelo abierto y entré adentro
del coche. Los soldados, que ya habían curado la herida de la mujer en su rodilla,
volvieron conmigo y se despidieron de forma seca, con un simple adiós. Rápidamente
se hicieron las cuatro de la tarde, y allí estaba Sasumi, con su bandana puesta y su traje
verde con las medallas que le habían puesto, él saludó a los Coroneles y a algunos
militares más, le dio la mano al presidente enfrente de todos, pero tras darle la mano
al presidente, se quitó las medallas, devolviéndoselas. Mirándolo a los ojos, dijo que
no necesitaba medallas para que la gente supiera lo que él era, que él se valía de sí
mismo y no necesitaba nada para que los soldados le hicieran caso, y que se retiraba
del ejército para vivir una vida tranquila en la ciudad. Tras estas palabras, se retiró del
recinto y fundó Silver 001 con el dinero que había ganado por sus años de servicio, un
ejército privado que tenía como lema: “El hombre más digno de lástima es el que
convierte sus sueños en oro y plata.” de Gibran Jalil Gibran, autor de Arena y Espuma
(1926) Sasumi empezó a reclutar mercenarios para ser soldados, y con esos
mercenarios hacer encargos para clientes, los cuales en su mayoría eran misiones
dadas por el estado para favorecerlos en la guerra, Silver era una plataforma de
soldados y criminales que los hacía suyos y los ponía a hacer servicio para que el
estado ganase algo. Las cárceles se vaciaron y Silver protegía a los presos y los usaba
como soldados experimentados en asesinato y tortura, así aprovechaban el
conocimiento de cada uno y experiencias, creando una red militar mediana en poco
tiempo. Las misiones que Silver daba a sus pelotones en su mayoría eran misiones que
el estado no podía cubrir por culpa del entrenamiento no especializado que recibían
los soldados, también porque eran misiones que podrían sacrificar a un número
elevado de efectivos, así que eso iba a Silver, quien mandaba a presos y soldados de
élite para vencer al enemigo, las posibilidades de bajas se reducían considerablemente
de esta manera. El papel de Silver fue importante en la segunda guerra mundial, pues,
por ejemplo, el avance por las costas de Normandía fue gracias a las tropas de Silver,
quienes lograron avanzar a pesar de la matanza que hubo, en ese momento. Sasumi,
líder de las tropas de plata, iba también a los enfrentamientos, pasando dos años y
medio a servicio de Silver 001, completando misiones a diestra y siniestra por todas
partes, aumentando las ganancias económicas de la base y consiguiendo barcos,
aviones y submarinos. En la primavera del 1945, exactamente el 22 de marzo del 1945,
el estado mandó a Silver una misión de alto secreto y alto riesgo, lo que requería
únicamente la intervención de un solo hombre: Sasumi. La misión consistía en que
Sasumi fuese a un reciente lugar de combate donde no había quedado nadie y viese
que sucedía con los cadáveres, ya que los forenses que examinan los cuerpos han
detectado pequeños cortes en los pechos de varios soldados, entre ellos el
comandante. Sasumi aceptó la misión y se dirigió al lugar donde la batalla había
finalizado. Sasumi fue a la punta sur de la Línea de Sigfrido, viendo como habían
repartidos cadáveres, alrededor de 800.000 soldados entre alemanes y aliados a lo
largo de 630 kilómetros que tenía la línea, repartidos entre 18.000 búnkeres y túneles.
Sasumi fue mirando cadáver por cadáver, comprobando que aparte del disparo que
asesinó al sujeto, en el medio del pecho se apreciaba un corte, en algunos soldados
más y en otros menos, pero todos tenían el corte. Pasaron varios días en los que
Sasumi fue solo recorriendo los 630 kilómetros que habían de recorrido, y fue
justamente a mitad de camino cuando halló la respuesta de todo esto. En la zona que
hubo el conflicto más grande, un hombre alto, de unos 1,80 metros, con una guadaña
iba marcando los cuerpos, haciendo los cortes en sus pechos, esa acción trajo
recuerdos a Sasumi, cuando mataron a su comandante, lo que solo podía significar una
cosa: Muerte. El espadachín aún no se olvidaba de su enemigo más fuerte, Muerte,
quien había peleado contra él en el bombardeo del 42.
Sasumi, al ver a Muerte, echó mano a sus dos espadas que tenía en su lado derecho,
mirando seriamente a Muerte, él, recientemente se percató de la energía de Sasumi,
dándose la vuelta y viendo al espadachín enfurecido, sonrío y se preparó para el
combate. Momentos antes de empezar el combate creó una barrera a 12 kilómetros a
la redonda que nadie podría atravesar, si alguien lo atravesaba, se perdería y nunca
llegaría a su destino hasta que salga de la barrera o hasta que la barrera caiga, al ser
una cúpula invisible nadie se daba cuenta y simplemente pensaban que se habían
equivocado. Con la barrera ya creada, empezó el combate. Sasumi avanzó corriendo,
sacando una de sus espadas y lanzándola al aire, quedándole una a la izquierda y otra a
la derecha, saltando y sacándolas las dos a la vez, agarrando la que tiró al aire por el
mango con la boca, una vez con dos espadas en sus manos y una en su boca, preparó
su ataque y cayó casi sobre Muerte, clavándole una de sus espadas, mientras con la
otra lo agarraba del cuello, Muerte, en respuesta, desapareció y apareció al lateral de
Sasumi, golpeándolo con la empuñadura de su guadaña, aunque Sasumi logró
contrarrestar con la tercera espada, logrando cortar a Muerte por un lateral, quedando
a medio cortar, Sasumi soltó su espada y se alejó unos metros, preparándose para el
siguiente ataque y usando como segunda espada su tercera, quedando solo con dos
espadas. Corrió hacia Muerte tratando de cortarlo en pedazos, aunque Muerte
respondía frenando los ataques constantes de Sasumi con la hoja de su guadaña,
haciendo que por la fuerza de los ataques entre las dos hojas expulsen unas pequeñas
chispas, moviéndose los dos de lado a lado, atrás y adelante para conseguir más
ángulos para cortar, Muerte incluso recogió un subfusil de un nazi, disparando a
Sasumi a bocajarro hasta gastar el cargador, el espadachín logró bloquear las balas con
sus dos espadas y contraataco quitándole el arma a Muerte y golpeándole con el
caliente cañón del arma, causándole una pequeña quemadura en el brazo, así Muerte
separándose de él, observándolo desde unos metros. “Eres fuerte” dijo sonriente,
caminando, pasando a corriendo rápidamente, Sasumi lo imitó, Muerte clavó su
guadaña en Sasumi y Sasumi clavó su espada en el estómago de Muerte, los dos se
hirieron gravemente, aunque el espadachín tenía un as bajo la manga, así que lo usó,
de pronto, la espada se elevó hacia arriba, cortando a Muerte por la mitad, aunque a
pesar de esto las piernas de Muerte se separaron unos metros hacia atrás, viéndose
como el cuerpo se volvía a juntar, regenerándose. Muerte clavó su guadaña encima de
unos cuantos cadáveres, sacando sus almas e ingiriéndolas, haciéndose más fuerte,
Sasumi, quien estaba herido, parecía que no sentía el dolor de la herida, y tampoco
salía sangre de ella, solo salió sangre cuando estaba la guadaña clavada, pero cuando
Muerte se retiró la herida dejó de sangrar. Sasumi volvió a la carga mientras Muerte se
preparaba, así siendo Muerte esta vez quien detiene el ataque y contraatacando con
un simple golpe de la parte de debajo de su guadaña, separándolo lo máximo posible.
Muerte siguió golpeándolo con el mango de su guadaña durante un rato, encadenando
golpes y logrando quitarle las espadas que Sasumi portaba, quedando Sasumi
indefenso.
- M-maldita sea…- Dijo Sasumi, sudando, mirando a Muerte a los ojos.
- Esto te pasa por prescindir demasiado de tus armas, ahora serás asesinado.- Confesó
Muerte mientras sonreía
- ¡No dejaré que me asesinen tan fácilmente! – Gritó Sasumi, poniéndose la bandana
que le regaló su comandante y corriendo hacia el frente, recordando las palabras de él.
- No te rindas nunca, Sasumi, aunque entiendo tu frustración, no sucumbas ante tus
emociones. -
Sasumi corrió y agarró la espada que Muerte aún tenía clavada, sacándola y
volviéndolo a ensartar otra vez, volviendo a sacar el arma y cortándole la cabeza a
Muerte, quien simplemente caería pero se volvería a levantar, agarrando su cabeza y
colocándosela, sonriendo:
- Yo soy inmortal, ¿es que no sabes sobre los dioses? – Sonrió el poderoso Muerte
mientras observaba la flaqueza humana, aunque le estaban dando una buena pelea. El
espadachín ya recuperó una de sus espadas, así que volvió a correr para atacar, pero
volvió a suceder otra vez lo mismo, Muerte bloqueó la espada, pero Sasumi ya no
estaba agarrándola. La espada cayó y Muerte se percató demasiado tarde. La increíble
estrategia de Sasumi, soltar la espada y rápidamente pasar por debajo de Muerte,
agarrando sus dos espadas y clavándoselas a Muerte por detrás, moviendo las espadas
hacia el lateral izquierdo, terminando de hacer dos profundos cortes laterales,
empujando a Muerte haciendo que por su propio peso al caer se tragase la espada de
Sasumi. Sasumi rápidamente sacaría las espadas de Muerte y las volvería a clavar una y
otra vez, viendo a Muerte inmóvil en el suelo. Elevó las espadas y agarró a Muerte por
su capa, sacándole la espada de la boca y dejando que la espada caiga, tirando a
Muerte al suelo, pero boca arriba, tornando a agarrar la tercera espada, poniéndosela
en la boca, mirando a Muerte ya más tranquilo, pero aún con adrenalina en su cuerpo,
sus manos no temblaban como cuando se paralizaba, ahora era 100% consciente de
sus actos, algo que Sasumi amaba, Sasumi amaba pelear contra Muerte. El cadáver del
enemigo se levantó y agarró su guadaña de nuevo, Sasumi estaba impresionado, no
podía existir alguien así, era imposible, Muerte, harto de no poder acabar con el
enemigo, empezó a absorber más almas, haciéndose más y más fuerte, pudiendo
asimilarse su poder con el de bombas atómicas. Tras volver a la vida y absorber ese
poder, Muerte atacó, más fuerte y más rápido, cada vez a Sasumi le costaba más
recibir sus constantes ataques, Sasumi podría perder en cualquier momento, pero no,
poco a poco el espadachín acostumbró su ojo y bloqueaba más frecuentemente,
contraatacando y dañando al rival, logrando hacerlo retroceder un poco, cada vez más
el poder de Sasumi era más grande, llegando a poder igualarse a Muerte con cierta
facilidad, golpeándose, cortándose y corriendo a velocidades insanas, cada vez a
Muerte le costaba más, la oscuridad se cierne sobre el campo de batalla y las nubes se
tornan oscuras, el cielo adopta un ligero color rojizo y rayos caen alrededor, una
tormenta de sangre. Cada vez el clima se intensificaba, la liberación de poder era
impresionante, cada vez más y más se volvía más inestable, hasta el punto que ni la
misma barrera podía frenar los ataques de los dos, a pesar de que eran 100% cuerpo a
cuerpo, el lugar temblaba y el impacto de sus armas era cada vez más fuerte, tanto
que hasta se creaban pequeños cráteres de 3 a 4 metros de radio. Parecía que todo se
iba a acabar, pero Sasumi no se rendía en ningún momento, y su divinidad rival
tampoco, estaba demasiado igualados, el enfrentamiento se hacía cada vez más largo
y tenso, hasta el punto de que parecía que nunca acabaría. Fue entonces, en cierto
preciso momento de la batalla cuando ocurrió, Sasumi se sentía acorralado y ya no
podría mucho más, estaba tirado en el suelo, con un pie de Muerte encima, él también
estaba cansado, bastante herido, poco a poco le costaba más regenerarse, y Sasumi ya
apenas sentía el dolor en su cuerpo, fue entonces cuando Muerte teniendo ventaja de
tener a Sasumi inmovilizado alzó su guadaña y con todo su poder le hizo un corte
gigantesco a Sasumi, de un lado a otro del pecho en diagonal, teniendo el punto más
alto en el comienzo de la axila derecho hasta la cadera izquierda, usando
suficientemente fuerza como para crear una misma explosión que mandó a volar a
Muerte 2 kilómetros hacia el nordeste, creando una nube de hongo, dejando a Sasumi
al borde de la muerte. Muerte, tras comprobar el estado de Sasumi, deduciría que no
le quedaría mucho de vida, quizás como mucho aguantaría hasta finales del año que
viene en caso de que reciba atención médica, la divinidad se quedó quita frente al
herido espadachín, quien aceptaría su derrota al quedar en coma. Muerte lanzó con
sus manos a Sasumi al hospital de la base Silver desde ese punto, dejándolo aún más
herido por el aterrizaje. El espadachín ingresó en el hospital, y avisó de que un hombre
con guadaña causaría estragos a la guerra, iba solo y era muy peligroso, así que los
miembros del servicio médico avisaron a Francia, pero nunca se llegó a encontrar a
ciencia cierta a aquel hombre de unos 23 años aparentemente. Sasumi murió el día 1
de septiembre del 1945, a un día de terminar la segunda guerra mundial, antes de su
muerte se pudo divisar a un hombre con una guadaña en la ventana de su habitación
por unos segundos.
Scenary
2. Arco de Muerte:
- Nadie pudo saber de dónde vino el cuerpo del espadachín así de herido, pero se
sabe que fue por una dura pelea contra una entidad desconocida, la cual, el gobierno
francés ocultó durante la batalla. Tras la muerte del espadachín de tierra Sasumi
Kazuki, del cual se tenían más de 40 años de registro militar, se lo enterró en el
Cementerio Estadounidense de Normandía, pasando su cadáver como si hubiera
fallecido en aquella batalla. El salto en el tiempo entre la batalla de Normandía y el
fin de la batalla del frente entre ataques de distracción era obvia, pero nadie
preguntaba, pues Sasumi siempre guardaba secretos bajo su piel.
Llegó la época de los 2000 igual de rápido de lo que canta un gallo, la guerra fría trajo
consigo mejoras tecnológicas al día a día como el GPS y el rastreo por satélite, el
poner la bandera americana sobre la luna y hacer llegar al hombre hasta allí. El dios
de la muerte, fiero enemigo que terminó con Sasumi, sobrevivió a los
enfrentamientos hasta esa época, y era lógico, pues su termino de “dios” era literal,
por mucho que hirieses a Muerte, nunca podrías matarlo. Aquel dios sediento de
sangre pasó a tener una vida más relajada, controlando las muertes y los ascensos y
descensos de las almas a distancia, facilitándole las cosas a la hora de ejercer su
profesión. Gracias a esto podía llevar una vida más tranquila, viviendo en la zona
norte de una ciudad llamada Enzo, en alguna parte del globo terráqueo, oculta por
guardar grandes misterios. La gente que vivía en aquella urbe vivía una tranquila
vida, aunque todo el que iba allí de viaje moría tras unos días misteriosamente, la
gente dejó de ir por esta razón. –

PARTE 1: Vuelven los viejos tiempos.

Tardé relativamente poco en sentarme por fin en Enzo, la ciudad maldita, gracias a su
fama pude encontrar un buen lugar donde nadie me molestaría, además de que nadie
puede salir de la ciudad si no quieren ser asesinados, por lo que podré mostrar mi
vocación como divinidad sin problemas, y no como hasta el momento, que tardaban
varios días en que la policía pudiera entrar en mi casa. El caos reinaba en la tierra por
mi presencia, y en parte, por Ares, mi maldito hermano a quien tanto detesto. Pasé la
mañana montando la casa, colocando los muebles y armando algunos cables para
mínimamente tener algo con lo que poner música, en mi caso, la televisión. El mundo
cambió mucho en apenas 70 años, la gente se modernizó y abrió los ojos en temas
como la homosexualidad, aunque hay personas que siguen erre que erre, las mujeres
pasaron a tener derechos y poder votar, aunque seguían luchando por otros motivos
aparte del derecho a voto. Mi cuerpo fue acostumbrándose rápidamente a no ser
invisible y poder tocar todo aparte de mi guadaña, era bastante raro. Me duché al
acabar de montarlo todo, me puse unas prendas algo más humanas y salí a la calle con
una camiseta de tirantes negra bajo una chupa de cuero y unos pantalones negros
rotos por las rodillas, pisando el suelo con unas bambas a juego con el resto de la ropa.
Fui caminando durante un rato por las calles del sitio, tenían todo tipo de servicios:
Electricidad, agua potable e incluso tenían tiendas de todo tipo, fue cuando,
sorprendido por el hecho de que el estado se preocupase por este lugar, mis ojos se
toparon con un bar-cafetería, el cual sobre su puerta tenía un gran cartel que ponía:
Bar y café de Milo.
Aquel lugar tenía dos cristaleras donde se veía el local, estas protegidas por unas
verjas, la puerta, la cual, era también de cristal, estaba abierta de par a par, dejando a
cualquiera entrar, al parecer no tenían restricciones sobre tipos de persona, así que
Muerte entró, viendo poco a poco quienes habían adentro, ya que desde afuera no se
veía exactamente bien. Muerte volvió a sorprenderse, pues en el bar había más
personas jóvenes que ancianas, al parecer la población de allí se había renovado, era
impresionante, pocas veces se veía esto en una ciudad, supongo que son cosas de que
la gente no puede ni entrar ni salir del lugar, tratan de tener mucha descendencia.
Originariamente en aquella antigua ciudad se sentaron alrededor de 610 individuos,
supervivientes de una masacre producida en la misma, donde cada vez que venía un
forastero moría a los pocos días, nadie sabía exactamente el por qué, así que
empezaron a tener descendencias, llegando a ser un lugar con alrededor de 15.000
habitantes ocupando puestos diferentes y básicamente sosteniendo por completo a la
ciudad. Muerte se acercó a la barra lentamente a la vez que apoyaba sus brazos sobre
la misma, esperando a que le atendieran, rápidamente una mujer de unos 24 años
apareció, lista para servir lo que sea. Muerte pidió simplemente una cerveza de barril,
a lo que rápidamente la mujer lo atendió, dándole lo que quería, tras dejarle su
cerveza en una jarra puso sus codos sobre la barra y sus manos apoyando sus mejillas,
sonriendo. Muerte preguntó que quería, y la mujer le contestó con otra pregunta:
“¿Por qué has venido? ¿No escuchas los rumores?” rápidamente Muerte contestó
confiado, diciéndole que simplemente a él no lo matarían tan fácilmente, la mujer
empezó a reírse y contestó a la pregunta de Muerte, solamente quería saber qué hacía
un forastero aquí y la razón de su viaje. Muerte preguntó por su nombre, a lo que la
mujer decidió directamente presentarle a todo el bar entero, al parecer todos se
conocían entre ellos. La dueña y la única bartender se llamaba Tania, el chico al lado de
Muerte se llamaba Vicente, el hombre sentado en el sillón al final del bar y con cara
seria se llamaba Livail, la mujer que estaba al otro lado de la barra hablando con un
chico se llamaba Malex, y su acompañante masculino se llamaba Yaro, también había
un chico muy tierno llamado Kai, pero no estaba hablando con nadie, parecía mirar a
Muerte fijamente, “que rarito es” se dijo Muerte a sí mismo. Muerte miró a todos los
presentes, viendo como ellos también lo observaban a él, intentando ser amable
sonrió y saludó para acto seguido regresar a mirar a Tania, quien fue a atender a otras
personas. Él simplemente se quedó callado y siguió tomando su cerveza durante un
rato más. Pronto cayó el sol, lo que hizo que el bar se empezase a llenar de más gente,
Muerte estaba tranquilo, se mantenía alejado de la multitud que hablaba entre sí
misma sobre temas que, para el dios de los muertos, eran algo triviales. Este mismo
cerró los ojos, sintiendo el ambiente del lugar, dejándose llevar un poco, tomando un
poco más de su cerveza fría y recién servida por Tania, y fue entonces que unos tirones
en su chupa llamaron la atención de Muerte, haciendo que este mirase hacia abajo,
viendo a una chiquilla de cabellos blancos y ojos azulados vestida con un tierno
vestido. El dios, al ver a aquella niña sonrió tiernamente, dejó su cerveza y se agachó,
entrando en una conversación con la muchachita:
- ¿Qué quieres? Preciosa. – Muerte esperó ansioso por una respuesta, la chiquilla
contestó rápido
- ¿Me llevas al parque? – Preguntó la pequeña listilla de alrededor de cuatro años,
Muerte, sorprendido por la capacidad verbal de la niña volvió a abrir la boca.
- ¿Dónde están tus padres? -
- No sé, Himiko dice que están trabajando, pero no me lo creo. – De pronto, una voz se
escuchó a lo lejos, venía de afuera del bar, una mujer entró al bar, estaba sudando y
parecía muy nerviosa, rápidamente se acercó a la niña y la agarró del brazo,
arrastrándola hacia afuera del bar mientras chillaba
- ¡Yumi! ¡Ni se te ocurra volver a escaparte! – La niña empezó a quejarse casi al
instante
- ¡N-no! ¡A-ayudadme! ¡S-señor, ayúdeme! – Fue al escuchar las quejas de la cría que
Muerte se acercó a la joven chica que recién entraba al bar, la agarró del antebrazo y
la miró a los ojos fijamente. Muerte pidió amablemente que soltase a la niña, pero la
muchacha se negó, a lo que Muerte volvió a pedirlo amablemente, pero en respuesta
únicamente recibió insultos. La paciencia del dios se acabó al momento que se produjo
la falta de respeto, y fue en ese preciso momento en el que Muerte usó la fuerza,
agarró el antebrazo de la niña y logró con una tremenda facilidad separar a ambas
chicas. Puso a la pequeña detrás suyo, la niña se escondía de la joven, Muerte parecía
algo enfadado, a lo que la joven empezó a replicarle sobre sus acciones, el dios de los
muertos simplemente la mandó a callar y le dijo que si querían podrían arreglar afuera,
la chica aceptó más rápido de lo que el mismo dios pensó, pero fue gracias al joven del
sillón que la discusión terminó. Livail se acercó a ambos, mirando a Muerte fijamente y
hablándole sobre la situación de ambas chicas. Al pareces la pequeña era hija de una
familia que desapareció y la chica era la canguro de la misma niña, Muerte pareció
entender el contexto y el por qué la chica no dejaba de increparle, pero no sabía cómo
acabaron así, a lo que la chica contestó que la niña simplemente le entró una rabieta,
según Himiko: “Hemos pasado por enfrente del parque porque teníamos que hacer
unos recados en las tiendas, y Yumi quería ir allí, pero era de noche y además tengo
que hacer recados y acostarla temprano, no teníamos tiempo para pararnos”. Muerte
sonrió y solucionó relativamente rápido el problema:
- Pues tú haces tus recados y yo llevo al parque a la cría, ya verás cómo estará todo
mejor. – La joven de pronto se volvió más amable
- No hace falta… - Muerte al escuchar a la joven insistió en el plan que él había
montado, al final la chica aceptó y se fue a hacer los recados. La chiquilla al enterarse
de que podría ir al parque con aquel señor sonrió y abrazó a Muerte, la niña apenas le
llegaba por la cintura. El mismísimo dios de los muertos, el dios más malvado, el que
más miedo daba, estaba agarrando a una niña pequeña en brazos mientras sonreía de
ternura y acariciaba suavemente la cabeza de la chiquilla. Llevó a la niña al parque y se
sentó en un banco, vigilando a la pequeña Yumi, mientras ella jugaba, iba hablando
con ella de vez en cuando, preguntándole su nombre y su edad, efectivamente tenía 4
años, también hablaron sobre Himiko, que normalmente era muy buena con ella pero
que a veces era muy mala, Muerte se empezó a reir un poco y dijo que a veces era
normal, aunque él muchas veces no entendía a los humanos. La pequeña preguntó por
qué no entendía a los humanos, a lo que Muerte simplemente dijo que en su mundo
todo era más sencillo, la joven Yumi rió dulcemente y preguntó de nuevo, pero esta
vez sobre por qué él no era humano, como todos. Muerte simplemente suspiró y dijo
que sus padres tampoco eran humanos, así que él tampoco. Yumi parecía no entender
muy bien eso, así que hizo otra pregunta, una muy interesante y muy inteligente por
su parte: “Si no eres humano… ¿Qué eres?”. El joven dios dijo la verdad, lo que él era
en sí, explicó que él era un dios y que controlaba el ascenso y descenso de las almas, le
explicó a la pequeña Yumi sobre la muerte y lo que les pasa a las almas, el tema de que
Muerte las manda al cielo o al infierno, dependiendo de si han sido buenos o malos,
también que los que van al cielo pueden asistir a su tumba cada vez que un familiar va
al cementerio donde ha sido enterrado, o a donde esté su cadáver. En cambio, si has
sido malo, bajas al inframundo y te diviertes allí, con los demonios, los cuales están
dispuestos a menospreciarte y a fastidiarte lo máximo posible hasta la eternidad. Yumi
volvió a hacer una de sus preguntas: “Entonces, ¿eres inmortal?”. A lo cual Muerte
respondió que sí con orgullo, alardeando un poco de ser de los dioses más importantes
y más fuertes, el mismo dios explicó que no solo estaba él, sino que todas las historias
de la mitología griega eran verdaderas en cierta forma, las cosas no eran tal y como las
habían dicho los humanos, pero sí que eran versiones similares a la auténtica. Yumi no
entendió ni una palabra, pero sí que entendió el concepto de: “dioses griegos existen”.
Tras aquella charla y alrededor de 20 minutos, Himiko llegó a recoger a Yumi, Muerte,
viendo que la joven iba cargada con bolsas se ofreció a acompañarlas, así agarrando a
Yumi en brazos y siguiendo a Himiko. Tardaron poco en llegar a un edificio, entrando
adentro del recibidor de la comunidad de vecinos, para así llegar al tercer piso por las
escaleras, parecía un lugar modesto. Cuando Himiko abrió la puerta, se pudo ver
perfectamente el lugar, era un pequeño piso donde vivía la canguro, habitaciones
sencillas y un salón normal, espacio para una cama y un armario en las habitaciones, y
para el salón, una televisión y un sofá no muy grande. Muerte dejó a Yumi en el suelo,
esta miró a Muerte con una sonrisa y después se fue a jugar con algunas muñecas que
había en el suelo, el dios de los muertos caminó por el lugar, paseándose por la casa,
viendo cada habitación, el baño era bastante decente y la cocina estaba hecha un
desastre.
Himiko tardó unos 15 minutos en ir conmigo, viendo que simplemente estaba de
rodillas, jugando con la joven Yumi a las muñecas, fue en ese momento que la joven
chica me habló, simplemente me dijo que si me podía quedar con Yumi, ya que como
yo mismo había visto, ella necesitaba espacio y apenas le quedaba dinero, parte del
dinero iba para que Yumi tuviera cuidados, pero ella apenas comía nada, se veía
bastante avergonzada por pedir este tipo de cosas, creyó que yo sería un buen
candidato porque esa misma niña que ella custodiaba parecía tenerme un gran
aprecio. A ciencia cierta la chiquilla era muy tierna, tanto que hasta me la podría
quedar, no me molestaría en lo absoluto, hasta me quedaría a la cuidadora, incluso le
propuse eso, el llevármelas a las dos, pero tendría que explicarle a ella como era mi
trabajo, me dio por improvisar, así que eso mismo hice. Dije que era administrador, y
tenía que comprobar los expedientes disciplinarios de los miembros de mi “gigantesca
empresa a tamaño mundial”, cuando Himiko me preguntó sobre el nombre de la
empresa me quedé atónito, pensé rápidamente un nombre, así que solté lo primero
que se me vino a la cabeza: “Kai-lord-Sama’s S.A.”. Himiko dijo que nunca había
escuchado ese nombre, pero que me creía, hay muchas empresas que nadie conoce
pero que actúan por todo el mundo, son temas complicados. Logré engañarla
perfectamente, así que una vez obtenida esta confirmación de que se lo había tragado,

que en este caso era el que la conversación terminase después de un “voy a hacer las
maletas”, seguí jugando con Yumi tranquilamente mientras Himiko terminaba de hacer
lo suyo.
La joven cuidadora se mudó a casa del dios con un éxito rotundo, a su vez, la niña se
venía con ellos, la misma chiquilla dijo que se alegraba de que por fin veía sonreír a
Himiko, quien no estaba al 100% contenta con haber dejado su casa, pero sí que
estaba agradecida con Muerte, aunque el mismo dios se extrañó después de un rato
por la acción que acababa de hacer, nunca antes había pensado que podría sentir pena
por un ser humano, pero al parecer, conocer la historia de la persona que está contigo
te hace ganar tanto confianza como cierta empatía, por lo que es más fácil ceder ante
sus propuestas. Vivieron allí durante unos meses, meses los cuales la relación de
Himiko y Muerte se hacía más cercana, cada vez más y más, hasta el punto de que un
día, Himiko se terminó enamorando de Muerte, y Muerte también de Himiko, ambos
parecían inseparables y ya se cumplió el año cuando ellos dos decidieron emparejarse
y criar a Yumi juntos, a la vez y con el paso del tiempo, Yumi fue creciendo y Muerte
tuvo un hijo con Himiko: Muerte Jr. Hacía acto de presencia saliendo del vientre de la
chica en la misma casa donde vivían, obviamente Muerte puso a Yumi a ver la
televisión para que se distrajese mientras Himiko paría en unas condiciones difíciles,
pero pese a todo ambos juntos pudieron acabar y ahí mismo bautizaron al niño.

Unos meses después, en aquel mismo pueblo, la tormenta acechaba la noche y


mientras todos descansaban cierto ser de apariencia humanoide caminaba por la calle
mientras silbaba una melodía, llevaba una túnica corta que le servía de chubasquero
para repeler la fuerte lluvia, al paso de aquel ser, se lograba apreciar el sonido de unas
fundas de un plástico reforzado golpear entre sí, como si alguien estuviera cargando
algo pesado, en el lúgubre pueblo un oscuro ser hacía denotar su presencia por su
estrepitoso poder. Al día siguiente de la tormenta, las calles estaban llenas de agua,
Muerte hizo su rutina normal y se fue al bar de Milo a tomarse su café con sus amigos
mientras tranquilamente pasaba la mañana, pero esta vez sería diferente. La puerta
del bar se cerró, pues era invierno y adentro tenían la calefacción puesta, estaba
chispeando un poco, parecía que no iba a ir a más, el calor del local se sentía y a su vez,
se escuchaban las risas de los amigos de Muerte, obviamente Muerte para ese
momento ya había fardado todo lo que podía y más de su abrumadora fuerza y de su
divinidad, el mismo guardia de seguridad del local retaba todos los días a Muerte a un
pulso, y los 365 días del año ganaba el dios, era obvio. Muerte era el más fuerte. Aquel
día fatal para el dios, la puerta del bar se abrió y un chico bastante bajito (de 1,50m
más o menos) hacía de su poder una abrumadora sensación en Muerte, quien
primeramente se fijó en la apariencia del chico, sabiendo que él era superior al joven,
pero sus cálculos fallaron al sentir su energía, esa energía era similar a la suya, tan
similar que hasta podría vencerle, pero Muerte no le dio mucha importancia, pues con
su cuerpo perfeccionado podría perfectamente contra él. La apariencia del chico era
extraña, llevaba un chubasquero encima de sus prendas, se veía una faja roja que
agarraba unos pantalones anchos de color verde oscuro, a la vez que sus botas de
militar se veían extrañas y algo viejas, la capucha cubría el rostro del joven que recién
entró al bar. El mismo chico se acercó lentamente a la barra, todos lo miraban algo
raro, tenía una pinta algo sospechosa, parecía como que había encontrado a alguien,
pero ninguno de los presentes conocía al chico, Vicente, uno de los amigos que
estaban allí, preguntó en voz alta: “¿Qué buscas aquí?”. El joven no atendió a Vicente,
solamente se dedicó a sentarse en el taburete al lado de Muerte, quien estaría
dudando de quién sería él, fue entonces cuando se fijó en unas fundas de espada que
traía el chico colgando de la cintura, agarradas por la faja, Muerte miró al joven de
forma impasible pese a que estaba sorprendido. Fue entonces cuando, de pronto, sin
siquiera pensarlo, el chico agarró a Muerte por el cuello, aprovechando que este
mismo lo estaba mirando fijamente, así lanzando a Muerte por la cristalera del bar, así
haciendo que Muerte se hiera y quede afuera, mojado y lleno de cortes debido a los
cristales. El chico dejó una bolsa de cuero encima de la barra, así saliendo del bar a la
vez que todos se asomaban por la cristalera rota, sorprendidos de ver cómo alguien
pudo hacerle eso a Muerte de esa forma tan rápida. Una vez afuera, Muerte miró al
chico, sonriendo y por fin comprendiéndolo todo, ya sabía con quien se enfrentaba:
- T-tú… Ya sé quién eres… - Muerte lo había adivinado casi al comprobar la fuerza del
joven, así terminando la tapadera de este, el mismo chico se quitó la capucha de su
chubasquero, viéndose perfectamente el rostro de Sasumi, esta vez más pálido y con
una musculatura más marcada, el mismo guerrero que se desencapuchó sonrió
placenteramente a la vez que desenvainaba lentamente una de sus espadas
- Ahora…te haré trizas… maldito desgraciado… - Sasumi terminó de desenvainar su
espada, quedando frente a Muerte, de pie sobre la carretera mojada, la sonrisa de
Sasumi se intensificó, todos sabían cómo acabaría el enfrentamiento. El espadachín
legendario tiró con suavidad su espada hacia Muerte, tratando de distraerlo para
poner una de las mesas que habían apiladas en la terraza enfrente de él, así
cubriéndose y sacando una ametralladora ligera de su espalda, esa arma la tenía
escondida con la capa que llevaba, así empezando a disparar a bocajarro hacia Muerte,
usando el agujero que tiene la mesa para poner la sombrilla como forma de agarrar el
arma de forma más sencilla, así gastando todo el cargador, una vez Muerte haya
recibido todos los disparos y el cargador se haya vaciado, Sasumi saltaría en el aire,
aprovechando la mesa tirada, así sacando sus últimas dos espadas y clavándolas en el
torso de Muerte, embistiéndolo hasta casi el final de la calle, donde quedaría
ensartado en la pared de un edificio. Sasumi fue con tranquilidad a por la espada que
le había tirado a Muerte, agarrándola y volviendo donde su enemigo, agachándose y
viendo al dios que ahora se sentía impotente, el chico sonrió y le escupió en la cara,
levantándose lentamente, preparándose.
- ¡ESTA ES POR MI COMANDANTE! ¡DESGRACIADO! – Y terminó la frase pegándole una
patada en la cara, rompiéndole el cuello al dios y viendo como lo miraba, amenazante,
así volviéndose a preparar rápidamente y empezando a patear su rostro con fuerza,
haciendo un cráter en la pared del edificio con la forma de la cabeza de Muerte, el
espadachín parecía desfogarse y el mismo edificio temblaba debido a la fuerza del ser
enfurecido. Tras un rato de puras patadas, el omnipotente y deficiente Muerte volvió a
colocarse bien el cuello, girando su cabeza bruscamente, mirando a Sasumi con
bastante rabia, y fue entonces cuando los ojos de Muerte empezaron a tornarse rojos,
pero Sasumi al ver esto volvió a patear la cara de Muerte, viendo como de nuevo el
dios persistía y se aferraba a la vida, el espadachín hizo a Muerte abrir la boca, así
metiéndole su tercera espada por ahí, poniendo el filo de la espada entre los dientes
del dios, haciendo que este grite de dolor.
- Te mereces todo lo malo que te pueda pasar, maldito idiota. Y decir que tú y yo
somos hermanos. – Dijo Sasumi mientras se ponía de nuevo la capucha y sacaba
rápidamente las espadas del cuerpo de Muerte, así enfundandolas y yéndose, viendo
de reojo a Muerte impactado y destrozado, con toda la cara deformada.
- ¿H-hermanos..? – Preguntó Muerte por lo vagini, eso significaba que Sasumi también
era hijo de Zeus, aunque Zeus nunca le habló de que tuviera otro hermano más. Los
amigos de Muerte se veían impresionados, el joven regresó al bar, exactamente a la
terraza, donde eliminaría mágicamente los casquillos de bala que había desperdigados
por toda la zona, así agarrando la mesa y regresándola a su sitio, mirando al dueño del
bar salir afuera a la terraza. El mismo dueño tenía agarrada la bolsa de cuero que el
joven Sasumi dejó allí, así preguntando si él iba a pagar los desperfectos. Sasumi
simplemente se limitó a decir “Ahí está todo” así caminando hacia la calle opuesta a
donde estaba Muerte, los amigos de Muerte salieron afuera rápidamente, viendo al
chico irse, y Vicente le gritó:
- ¿¡Quién eres?! – A lo que Sasumi se volteó y, mientras el viento soplaba desde su
derecha, respondió:
- Sasumi Kazuki, Dios del combate e hijo de Hades y Medusa. – Así fue como Sasumi se
alejó de la zona y sembrando en Muerte la semilla de la desesperación, haciendo que
las dudas surjan en la cabeza de Muerte sobre quién es su padre y madre, así
regresando a mirar hacia donde se dirigía y desaparecer al girar la esquina para pasar a
la otra calle. Muerte quedó en ridículo enfrente de todo el mundo y por fin se supo la
verdad, por fin apareció, por fin terminó.
La venganza de Sasumi, el principio del miedo de Muerte.

PARTE 1.5: Decaída al Limbo.

Pasaron alrededor de dos años desde aquel incidente, Muerte nunca pudo detectar la
energía de Sasumi, el cual lo dejó en ridículo frente a todo el mundo. En el transcurso
de esos dos años, Muerte tuvo 2 hijos más con Himiko: Ángel y Two. El nombre de
Ángel y Two resonó por toda la ciudad, serían tres ya los hijos del patético dios de los
muertos que no pudo ni rozar al dios del combate Sasumi. Pese al ridículo general
Muerte seguía siendo considerado de las personas más fuertes adentro de la ciudad
dada la hipótesis la cual habla sobre el espadachín, haciendo suponer que este mismo
se fue de la ciudad tratando de encontrar un hogar en el que asentarse, pues se daba
por hecho que el espadachín había escuchado los rumores de aquel pueblo, aunque
siendo más fuerte que el mismísimo dios de los muertos ¿por qué se iría? Las dudas
sobre el paradero del chico eran algo paranoicas, pero a la vez no, nadie sabía
exactamente qué fue de Sasumi, y nadie lo trataría de buscar, ni siquiera el propio
Muerte, el cual intenta evadir el tema del espadachín a toda costa, incluso evadía el
tema del cómo conoció a Sasumi, el dios intentaba escapar de la presión a la vez que
intentaba traer una vida normal, aunque era complicado, pues en su casa las cosas
tampoco iban tan bien. Himiko empezó a enterarse de que Muerte por las noches se
iba con otras mujeres, lo cual hizo enfurecer poco a poco a Himiko, al principio la chica
sospechó que eran solamente rumores, aunque poco a poco la gente le decía que
empezase a tener más cuidado con Muerte, su actual marido. Lentamente fue la forma
en la cual la verdad sobre Muerte apareció, aunque parecía que se quedaban en tan
solo rumores algo extendidos, hasta que aquello sucedió.
En una acalorada discusión de pareja originada por la introducción del tema de los
engaños de parte de Himiko, ambos acabaron enfadados el uno con el otro, Muerte
porque decía que Himiko no confiaba en él y Himiko porque había rumores de que
Muerte engañaba no solo a una sí no a varias mujeres a la vez, tras aquella noche
ambos trataron de hacer las paces, pero su relación ya no era la misma, poco a poco la
llama de la relación se fue apagando. Aquella fatídica noche llegaría a casa algo tarde,
había estado bebiendo un par de copas con unos amigos, la noche era fresca, rodeaba
a dos mujeres que iban algo borrachas por los hombros, todos estábamos bastante
“graciosos” por así decirlo. Subí a mi apartamento, todos los niños estaban dormidos y
casualmente Himiko no estaba en casa, así supe que era la mía. Tumbé a ambas
mujeres sobre la cama, una iba menos ebria que la otra, así que la poco ebria me
preguntó si quería que hagamos el amor, por lo que con una sonrisa placentera le dije
que sí. Ambos nos divertimos mucho aquella noche, su amiga durmió en el sofá y
nosotros dormimos juntos, ambos no nos queríamos como pareja, pero la experiencia
fue interesante, hacía esas cosas de vez en cuando, solamente quería probar todo tipo
de cuerpos y de personas, era muy increíble. A la mañana escuché la puerta de la casa
cerrarse de un sopetón, podrían ser perfectamente las 7 de la mañana, Himiko
trabajaba de noche y solía llegar a las 10, así que pensé que la chica que estaba en el
sofá se había marchado, gran error. Salí desnudo afuera, viendo que la chica del sofá
seguía allí dormida, me asusté y rápidamente me puse un pantalón en la habitación
para después volver a salir, fui hacia la puerta de la casa, viendo una nota con la letra
de Himiko: “Ya entendí que todos los rumores eran verdad. Ya no quiero estar más
contigo, espero que te diviertas con tus putas. Si te preguntas por qué he llegado
antes, ha sido porque quizás me he ido antes a trabajar para poder hacerlo contigo
antes de que te fueses a trabajar.” Quedé impactado al ver la nota, tan impactado que
empecé a llorar poco a poco, realmente dolía que te hiciesen eso, aunque el error fue
mío, debí haber parado a tiempo, ahora nunca volveré a verla. Fui de vuelta a la
habitación, me sentía horriblemente mal, miré adentro del armario en el que pasé
tantas noches desnudando a la misma persona, su ropa ya no estaba, se había
marchado sin siquiera decir adiós, realmente merecía este golpe de realidad, más que
estar triste estaba enfadado conmigo mismo, no merecía el amor de esa mujer ni el
amor de ninguna otra. En ese preciso instante fue cuando me arrancaron el corazón de
cuajo y juré no volver a amar a otra persona. Cuando ambas chicas se despertaron les
pedí que se fueran, que lo sentía pero que necesitaba estar solo, en compensación les
di a ambas mi número telefónico, una vez ellas se fueron me tocó llevar a clase a los
tres cerditos, yendo a sus habitaciones, despertándolos y vistiéndolos a la vez que
hacía su desayuno. La mañana fue de mal en peor, aquel día apenas murieron
personas, algo extraño pero que podía pasar, no era una bajada drástica de las
estadísticas, pero sí que podía ser uno de los días del año que menos gente moría, y,
en consecuencia, uno de los días del año más aburridos del mundo.
Por la tarde fui a buscar a mis pequeños, varios padres sabían de mi situación, por lo
que se ofrecieron a quedárselos durante la tarde mientras yo descansaba un poco, fue
todo un detalle por lo que les agradecí y me fui del lugar. Me dirigí tranquilamente al
bar cafetería donde todo empezó. Mi corazón estaba putrefacto e igual que mi estado
de ánimo parecía que había muerto, me adentré y senté en uno de los múltiples
taburetes que dominaban su estancia en el bar, mirando a la barra, en silencio. Una
camarera nueva de hace un par de días se acercó, más o menos le habían informado
de mí, al parecer era una de las chicas recién entradas a la universidad este año. Al
acercarse a mí me preguntó si quería algo, yo simplemente puse mi cabeza sobre la
barra, mirando hacia el exterior, culpándome a mí mismo sobre lo que obviamente
había hecho, me arrepentía mucho, pero ella ya no volvería a aparecer ante mí. Las
lágrimas tardaron poco en brotar de mis ojos, y estas brotaron cada vez más seguido,
poco a poco el tiempo fue pasando, mi cuerpo ya no aguantaba mucho más. El cielo se
oscureció con el paso de las horas, mi teléfono sonó cuando ya disponía a irme del bar,
atendí la llamada, en el otro lado estaban aquellos padres tan amables que se
quedaron a mis hijos, dijeron que mis hijos se quedarían a dormir allí, que si permitía
eso. Yo acepté, aunque empezaba a sentirme mal padre poco a poco, al colgar volví a
entrar, sentándome en un sillón que había en una zona que habían remodelado, seguí
bebiendo del whisky que había abandonado momentos antes, exponiendo mi cuerpo a
más dosis de un alcohol que esperaría que resolviese todos mis problemas a sabiendas
de que no sería así. Poco a poco mi cuerpo alcoholizado se desmayaría, durmiéndome
y tirando el alcohol al suelo, rompiendo la botella sin querer. Tres de la madrugada, la
luna brillaba con sutileza sobre las tierras de los mortales, una extraña energía volvía a
aparecer en el radar, el dios de los muertos despierta debido a esta energía, aunque
esta vez, en vez de sentirse tan escandalosa era más sutil, eso relajó un poco a Muerte,
el cual no salió del bar, dedicándose a rastrear la posición inexacta de ese poder. Los
tacones altos de una mujer se escuchaban a lo lejos, el silencio de la noche hacía que
esos hercios se escuchasen aún más lejos, Muerte se sorprendió al notar que esa
energía desapareció. Desde el cristal del bar pude apreciar llegar a una extraña mujer,
tardó poco en entrar, esta misma se acercó a la barra y pidió un Gin tonic, su
vestimenta era malditamente elegante, unos tacones oscuros y altos, un vestido
oscuro con una pequeña falda del mismo color, el mismo vestido dejaba ver la
sensualidad de su espalda de forma explícita, esa joven llevaba una boquilla de cigarro
con la cual se puso a fumar, en sus brazos se observaban unos guantes que cubrían
hasta la mitad de sus bíceps, era de constitución delgada y de cabellos blancos, su
plumoso sombrero tenía un toque refinado, no pude verle bien la cara, pero tardó
poco en darse la vuelta, poniendo sus codos sobre la barra y dándole la espalda a la
camarera, mirándome fijamente con esos ojos magenta que por un momento parecían
devorarme, sus labios pintados de morado combinaban con sus ojos y su maquillaje
estaba muy bien hecho. Plantó su mirada sobre mis oscuros ojos que nada más verla
se tornaron rojos, dejando apreciar mi debilidad por aquella mujer, miré a otra parte
mientras seguía con un ojo puesto encima de aquella chica, pude apreciar cómo le
pegaba una calada a su alargado cigarro mientras sonreía y se volteaba para beber de
su pedido, parecía hechizado por la sensualidad de la mujer que dominaba en el bar,
apenas había gente en este, pero su presencia fue tan sutil que los pocos que
quedaban ni la notaron, mientras, yo, el único escandaloso del bar, se fijó en aquel
bellezón que tanto tilín me estaba empezando a hacer, su magia me dominó y su
energía rosada me hizo estremecerme.
Poco a poco se acercó a mí con su bebida en mano y su cigarro en la otra, sentándose
en el sillón al lado mío, cruzando sus piernas y pegándole otra calada al cigarro,
dejándome boquiabierto por la extrema belleza, más o menos pude mantener la
compostura, ella sonrió y miró mis ojos, tras este pequeño gesto de sus iris mirándome
me habló:
- Son bonitos sus ojos. – La voz dulce y a la vez cálida de esa mujer me volvió a hacer
estremecer
- Gracias. – Contesté guardando mi compostura lo máximo posible, no quería parecer
debilitado ni por el alcohol ni por su presencia. El silencio entre los dos provocó una
sensación de ahogo insoportable, me volvió a mirar con una sonrisa.
- ¿Cómo se llama? – Preguntó, a lo que simplemente contesté
- Muerte ¿y usted? – Rápidamente pregunté
- Me llamo Laxy, aunque me llaman “La divinidad Purpura”. – Su voz me volvía loco
- Je, vaya gracia, soy un dios, el de los muertos, para ser exactos. – Nunca dejaré de
imponer algo de respeto
- Eso la verdad es que me importa un bledo. Me gustan los hombres atrevidos antes
que egocéntricos. – Esta mujer me hizo temblar con su mirada, parecía que hasta me
conocía, pero a la vez nunca la había visto. Las dudas estuvieron en mi cabeza por unos
segundos, a su vez contesté aun manteniendo una compostura firme y seria.
- Bueno… volviendo a los nombres, Laxy…hm, es bonito. -
- Muerte es un nombre extraño, pero suena bien dado tu cargo. – Ella me miró con una
sonrisa que era tan bonita que me daban ganas de salir volando y explotar como un
cohete artificial.
- Agradezco su gentileza, señorita. – Empezaría a sonar una canción en la radio del
local, sonreí y me levanté, dejando mi chupa de cuero, dejando ver la camiseta de
tirantes que llevaba bajo esta, a su vez dejando ver mi marcado cuerpo, me acerqué a
la mujer que estaba a mi lado y mantuve una reverencia con el brazo extendido.
- ¿Me da el placer de bailar conmigo? – Ella sonrió y dejó su cigarro en el cenicero,
agarrando mi mano, dirigí su mano a mi boca y la besé, haciendo algo de fuerza para
levantarla, empezando a bailar aquella canción que sonaba, despreocupándome
completamente y olvidándolo todo, realmente se sentía bien bailar junto a ella, la
enérgica y gratificante sensación que me daba el bailar era increíble, por una vez me
sentí bien tanto conmigo mismo como con mi alrededor, bailar me despejaba igual que
me despejaba el asesinar, ver todos esos cadáveres y observar en silencio como las
almas subían al estrellato o se quedaban en mi interior, siendo absorbidas por el
averno que tenía por estómago. Me acordé de cuando estuve en la segunda guerra
mundial, sintiendo el frío de la noche y las ascuas de la batalla volar, apagándose
suavemente al ser alcanzadas por el aire del lugar, mis suspiros convertidos en humo
que también se elevaba, mi fuego interior morir y vivir constantemente, mi corazón
detenerse por unos instantes debido a los golpes que me ocasionaba Sasumi, la post
guerra renacida como el ave fénix debido al choque entre nuestras determinaciones,
realmente escandaloso el sonido de nuestras peleas. Mis ojos se cerraron a la vez que
bailaba con esa mujer, sintiéndome de nuevo vivo, sintiendo mi cuerpo por fin libre y
mis intenciones dadas a conocer, desvelando mi increíble mano de póker y sabiendo
que había ganado la apuesta. Ahora yo seré quien hará el siguiente movimiento. La
canción se acabó a los minutos, sonreí viendo a mi acompañante, la cual también
sonreía, al terminar de bailar ambos nos abrazamos en silencio, escuchando como el
bar empezaba volver a animarse, en un principio íbamos a volver a la silla, pero al
escuchar la intro de la siguiente canción ya sabíamos que volveríamos a bailar una y
otra vez. Bailamos y reímos, hablamos y susurramos durante toda la noche, eran las
siete de la mañana cuando salimos del bar, ambos reíamos mientras yo rodeaba su
nuca con mi brazo, fuimos hacia mi casa donde seguí la rutina de siempre, aunque esta
vez al llegar arriba me senté en el sofá junto a ella, le hice un masaje en los pies
mientras dormía y al despertarse me miró con una agradable sonrisa, realmente me
agradaba esta chica. Nada más verla así le sonreí amablemente, acercándome y
besando su mejilla, ella sonrió algo más lujuriosa: “No sabía que ibas besando a tus
amigas.” La joven me hizo reír, el sarcasmo era obvio, cogí algo más de confianza
gracias a esa broma y me acerqué un poco más, acariciando sus piernas, ella ya no
llevaba sus zapatos, los había dejado en el suelo del recibidor, su boquilla para cigarros
estaba encima de la mesa del salón y su plumoso sombrero junto a la boquilla. Sentí
como ella se acercaba, empecé a ponerme algo nervioso, pero únicamente se
acomodó para arreglarse un poco el pelo, empecé a reírme de mi mismo con suavidad,
ella me miró con una sonrisa pícara, “¿Pensabas que iba a besar a alguien como tú?”
preguntó, me leyó la mente, dio en el clavo, mi cara se tornó roja de vergüenza y me
quedé mirándola algo incrédulo, había adivinado la razón por la que reía, increíble. Ella
empezó a reírse de mí, acercándose y dándome un suave beso en los labios, me quedé
aún más pasmado, no sabía exactamente cómo proceder, ahora mismo mi cabeza
estaba dando vueltas, aprecié perfectamente cómo se levantaba de su asiento para
subirse a horcajadas sobre mis piernas, acercándose para besarme más
contundentemente, cerré mis ojos dejando que ella hiciese lo que tenía que hacer,
empezando a corresponderle. Después de unos minutos se separó y se levantó,
sonriente, me quedé quieto esperando a que hiciese algún otro movimiento, fue al
recibidor a por sus zapatos y se los puso, volvió a despedirse con una pequeña y tierna
sonrisa, no dije nada, ella misma ya dijo que tenía que irse, que lo pasó bien y que le
gustaría volver a quedar conmigo. Se acercó a la mesa del salón y agarró tanto su
boquilla como su sombrero y dejó una tarjeta encima de la mesa, saliendo
directamente de mi apartamento y dejándome solo. No comprendía mucho de lo que
acababa de pasar, aún estaba anonadado y muerto de vergüenza, poco a poco fui
recuperando la compostura, y la terminé de recuperar tras la llamada de esos padres
que tenían a mis hijos, me dijeron que llevarían a mis pequeños a clase y que a la hora
de salida los podía ir a recoger yo, simplemente no me quejé y dije que estaba bien,
aunque quería llevar yo a mis hijos dejaría que lo hicieran ellos para poder tener
tiempo a procesar lo sucedido.
Salí de casa otra vez alrededor de las 10 de la mañana, mis hijos ya estarían en clase,
fui un momento a comprar el pan al bar de milo obviamente, allí entré y me senté en
la barra esperando a que Tania me atendiese, a su vez, cerré mis ojos tratando de
volver a saber las intenciones de aquella belleza que tuve en mi casa hace apenas unas
horas. Tania me preguntaría sobre mi estado de ánimo, ella misma dedujo que me
arrepentía de lo que le había hecho a Himiko, por lo que me trató de forma normal, le
dije que quería una barra de pan, ella dijo que se les habían terminado, que a las siete
vaciaban todo el bar y a las nueve las barras ya habían volado. Me quedé algo de
piedra, era la primera vez que me pasaba, a Tania le supo mal y me preguntó si quería
otra cosa, le dije que quería un Cruasán con chocolate, ella se fue, pero volvió apenas
unos segundos después con mi pedido, nada más dejármelo me dijo lo que costaba, yo
le pagué con un billete de cinco, me devolvió dos con cincuenta centavos. Empecé a
comer en silencio, escuchando como el escandaloso silencio del lugar rompía mis
tímpanos, al terminar de comer llamé a Tania, quien recogió el pequeño plato que
trajo junto con ese vaso que también me había traído. Me quedé en silencio, mirando
al suelo, pero esa acción fue interrumpida por el sonido de la puerta del local abrirse y
cerrarse, un hombre corpulento y alto a la vez que viejo había entrado, nada más verlo
me bajé de mi asiento y le dije a Tania que se escondiese, ella corrió a la cocina a la vez
que miraba desafiante a ese hombre:
- ¿Qué diablos quieres, Zeus? -
- ¿Zeus? ¿Cómo que Zeus? Soy tu pa-…- Interrumpí su frase, mirándolo a los ojos, sabía
exactamente por qué venía.
- ¡Cállate! Tú no eres mi padre, mi autentico padre es Hades, y mi madre es Medusa.
Me engañaste maldito bastardo. – Dije, pues el mismo Zeus me arrebató de mis padres
al nacer, solamente para criarme como él quería, tras enseñarme todo lo que “debía
saber” me mandó a la tierra para ejercer como dios de los muertos, así juzgando a los
muertos y mandándolos al infierno o al cielo. Me obligó a hacer algo, el que me
resultase gustando solamente fue una casualidad, estaba enfadado con él. Este
conocimiento y esta investigación fue gracias a Sasumi, es la única cosa por la que le
estoy agradecido, por haber sembrado en mí una semilla de dudas que me haría llegar
hasta el fondo del asunto, al final resultó que Zeus solamente me engañó, y es
mismamente por eso que estoy tan decepcionado y enfadado con él.
- ¿Cómo lo descubriste? ¿Quién fue? – Preguntó el tirano de Zeus, a lo que
rápidamente contesté.
- Quizás fue gracias a mi hermano Sasumi, el hijo de Hades y Medusa, el dios del
combate. -
- Ese dios no existe, no te inventes las cosas, ahora dime como lo descubriste. -
- ¿Eh? ¿No conoces a Sasumi? – Pregunté, a lo que me paré a pensar un momento y
sonreí, mirándolo, al parecer Hades se la había colado a Zeus. Empecé a reír como un
enfermo
- Tú propio hermano te ha mentido. Hades, el dios del inframundo, me tuvo con
Medusa, y después, al ver que me secuestraste intentó tener a Sasumi a tus espaldas,
pero mamá murió y seguramente Hades guardó ese ovulo fecundado antes de que
Medusa muriese, por la seguridad del bebé, después el ovulo sería trasplantado a la
reencarnación de Medusa, recuerdo el caso de la reencarnación de una mujer de los
mismos rasgos de Medusa. – Dije, riéndome aún más, Hades había podido
contrarrestar a Zeus, a pesar de que el dios del rayo se enteraba de todo lo que solía
suceder, él no pudo enterarse de algo tan llamativo como el nacimiento de un nuevo
dios, sus dotes como líder de los dioses quedaron relevadas a un plano tan bajo que su
autoestima se rompería.
- Mi hermano…claro…por eso apenas parecía ser afectado al saber que su esposa había
muerto a manos de Perseo…yo pensaba que esos dos ya no se querían… - Dijo el dios
del rayo, enfadado, rápidamente parecía que recuperó su compostura.
- Bueno…he venido principalmente a llevarte de nuevo al olimpo, ya que durante estos
últimos años has tenido relaciones sexuales con alrededor de cien mujeres mortales,
eso es totalmente ilegal adentro del libro que te hice aprender a la fuerza. Sé que no
soy el más indicado para decir esto, porque antes de Cristo yo era todo un ligón, pero…
-
- ¿Y por qué me culpas de algo que tú también pecas? – Interrumpí, mirando a sus
ojos, serio y enfadado. Él se enfadó también, a lo que empezó a gritar.
- ¡Porque yo lo dejé de hacer cuando firmamos ese maldito libro y te lo hice empollar!-
- Es una buena excusa, pero seamos sinceros, ¿por qué es tan necesario evadir a toda
costa la reproducción con humanos? -
- Porque los semidioses son mestizos que pueden extinguir nuestra propia raza, si
permitimos que los dioses tengan relaciones con humanos, muchos dioses se irán con
muchos humanos y entonces los semidioses se enamorarán entre ellos o con otros
humanos, y la divinidad se irá diluyendo entre la sangre de los mortales hasta que
desaparezcamos. -
- ¿Y no has pensado en que esos semidioses pueden cruzarse con otros dioses? ¿No
has pensado en tener más hijos con tu hermanita? O que incluso hijos de semidioses
se crucen con otro dios. Diablos, piensa, no nos extinguiríamos al cien por cien,
únicamente seríamos un grupo reducido. – Expuse mi argumento, parecía ir
ganándole, pero usó el comodín del infierno.
- Eres un irrespetuoso, estás contestándole a tu padre, definitivamente tendré que
castigarte. – Eso me enfadó, lo que hizo que saltase sobre él, golpeando su mejilla con
fuerza y dislocándole la mandíbula, logré acertar, pero se recolocó la mandíbula
rápidamente e hizo un chasquido con sus dedos, haciendo aparecer a Ares detrás de
mí, el mismo dios de la guerra me agarraría por atrás y los tres seríamos
teletransportados al Olimpo gracias a Atenea. Una vez allí Ares me soltó y una pelea
estalló entre los demás dioses y yo, eran tres contra uno, por lo que obviamente
perdería con bastante facilidad, además teniendo al dios de la guerra pegándose
conmigo y la estratega universal sacando ideas como una máquina, Zeus me terminó
disparando un rayo con el cual me inmovilizó, así dándole vía libre para que él crease
un pilar en el centro del templo, atándome a este mismo pilar con el lazo de Atenea.
Me quedé quieto, sin hacer fuerza, mirando a Zeus a los ojos, Ares se apoyó sobre uno
de los pilares cerca del trono y su hermana Atenea me agarraba fuertemente, Zeus se
acercó con una sonrisa y golpeó mi rostro repetidas veces, maldiciéndome y
odiándome, mi sonrisa iba aumentando al notar como la fuerza del dios del rayo
quebraba mis venas, haciéndome moratones en las mejillas, rápidamente al ver cómo
iba perdiendo en esa pelea de resistencia me quitó la camiseta, agarrando su rayo y
cortándome con este mismo, ahí mi resistencia no fue suficiente, haciéndome sangrar
y chillar del dolor. Poco a poco la pérdida de sangre desembocó en una pérdida de
energía severa, sentía como mis fuerzas se iban y con ella la resistencia de mi cuerpo
bajaba, las estocadas de su rayo me hicieron sangrar tanto por la boca como por la
nariz, también causándome hemorragias internas. Me obligaban a comer un poco para
restaurar la sangre y que las heridas se cicatrizasen para así seguir torturándome, poco
a poco sentía como mi cuerpo se iba y volvía, lentamente me estaban matando.
Tardaron bastante en soltarme, cuando acabaron conmigo me agarraron y me
teletransportaron al cielo, adonde Atenea me soltó de su lazo, haciendo que cayese
sobre la acera de aquella ciudad maldita, al caer sobre este mismo suelo mi corazón se
detuvo y mis ojos se volvieron completamente blancos, aunque a pesar de esto respiré
durante unos segundos más antes de mi muerte. Los transeúntes llamaron a la
ambulancia y a la policía, pues era complicado explicar que un chico que se hacía
llamar “el dios de los muertos” cayese del mismo cielo para acabar muriendo en el
suelo de la calle, enfrente del bar que más le llamó la atención y en el que
prácticamente vivió su vida. La policía examinó el cadáver y encontró su ficha, en la
cual ponía que sus hijos tenían que pasar a su madre en caso de que él muriese, la
policía contacto con Himiko, quien se llevó a los tres pequeños.
Pasaron dos días, el cadáver de Muerte iba a ser enterrado, nadie fue a su entierro
porque él ya le a sus amigos que, en caso de que él muriese, que nadie fuese a su
entierro, todos aceptaron la idea, el entierro se efectuó en solitario, únicamente un
hombre asistiría, y era el que enterraría el propio ataúd del dios. Los tacones altos de
alguien resonaron entre las tumbas del lugar, el enterrador apenas había empezado a
escarbar, una mujer vestida totalmente de negro llegó al lugar donde estaba el
enterrador, quien se sorprendió al ver a aquella joven, pues se le dijo que nadie
asistiría al entierro de Muerte. La misma joven parecía apurada, llevaba algo luminoso
en la mano, parecía una barra de luz desde lejos, el enterrador supuso que era normal,
estaba a punto de anochecer y no sabía cuánto tiempo estaría con el fallecido. La joven
extendió su brazo, apuntando al enterrador con esa barra luminosa, quien de pronto
fue atravesado por un rayo que salía de la barra de luz de la joven, esa misma joven al
llegar por fin a la tumba de Muerte abriría el sarcófago con facilidad, rompiendo las
puertas de este mismo y clavándole esa aparente barra de luz en el pecho, esa barra
de luz sería el rayo de Zeus, robado por esa mujer, y nada más entrar en contacto el
rayo con el interior de Muerte el mismo dios de los muertos se electrocutó
fuertemente, parecía que no había pasado nada, y por lo tanto la joven vestida de
gótica abandonó el recinto tras un tiempo. Unas horas después, una tormenta caería
sobre la ciudad, nadie iría a ver el estado de la tumba, nadie se enteraría de lo que
había sucedido con el enterrador, tampoco nadie se enteraría de que habían robado el
rayo de Zeus. Un rayo caería sobre el rayo de Zeus, el cual se potenciaría y dispararía,
volviendo a electrocutar a Muerte, pero esta vez el dios de los muertos se levantó con
ese rayo en el pecho, sintiendo la energía volver a él mediante los electrones del arma
divina. Sonrió agradecido por quien le haya salvado de la propia muerte, así sacándose
el rayo del pecho y levitando, alzando el arma al cielo y dejando que los rayos de la
tormenta se centrasen sobre él, así absorbiendo la energía de los rayos que azotaban
el de Zeus, por fin mi energía regresaba a mi cuerpo.
Al día siguiente Zeus fue a la Tierra a buscar su rayo el cual había sido misteriosamente
robado. Bajé al bar de Milo a comprobar que no se me hubiese caído la vez que estuve
allí, pero como era de esperar no estaba en el suelo, justo al llegar y saber que no
estaba el rayo allí me sentí como un idiota, pues recordé que ya estando en el Olimpo
había golpeado a Muerte con el rayo un sinfín de veces, puse mi mano sobre mi rostro,
decepcionado conmigo mismo. Salí afuera, a las calles de Enzo, preguntando a las
personas si habían visto una barra de luz con forma de rayo, todos me decían que
nunca habían visto semejante cosa, así que me tiré el día yendo de un lado a otro
tratando de encontrar el arma a la vez que iba sorteando los charcos de agua que
habían quedado por culpa de la tormenta que ayer azotaba la ciudad. Fui a parar a una
zona algo remota de la ciudad, cerca del cementerio, todos a los que preguntaba
decían que no sabían sobre esa barra de luz, pero que por la noche habían visto como
múltiples rayos alcanzaban un sujeto brillante y como ese sujeto se elevaba en el cielo
alzando un objeto también brillante, este mismo sujeto dejó de brillar, pero el objeto
no, los rayos iban hacia ese objeto y parecía que el objeto podía absorber la cantidad
de voltios que los rayos llevaban adentro. Zeus lo vio, supo al confirmarse esa teoría
por la gente de Enzo, supo que alguien se había llevado su rayo y lo estaba llenando de
carga por alguna razón. Voló hacia el cielo, elevándose a kilómetros de la ciudad, lo
suficientemente lejos como para que desde su posición la ciudad entera fuese cubierta
por el dedo meñique, una vez ahí Zeus empezó a pensar sobre quién podía ser,
teniendo en cuenta que los únicos seres con sangre divina en la tierra eran ese tal
Sasumi y Muerte optó por buscar primero a Sasumi y luego a Muerte, pues Zeus dio
por hecho de que Sasumi pudo derrotar a Muerte y por ello Muerte odia con todo su
egocéntrico corazón a Sasumi. Cerré mis ojos, sintiendo una energía extraña en Enzo y
otra energía similar, pero algo más fuerte en una ciudad a alrededor de 60 kilómetros
de Enzo. Fui directo hacia la ciudad a 60 kilómetros, volando a gran velocidad,
empezando a descender poco a poco a la vez que volaba, aterrizando en la plaza
central de la ciudad creando un cráter relativamente grande, aquella energía tan
fuerte estaba a unos metros hacia el norte del lugar, por lo que volé hacia la energía,
viendo a un hombre caminando tranquilamente, llevaba una capucha verde, supuse
que era Sasumi por lo que lo embestí. No me di cuenta de mi error hasta que la boca
del lobo se cerró, aquel hombre rápidamente y sin mirar atrás se tiró al suelo a la vez
que se quitaba la capa con su capucha, me tragué de lleno la prenda y justo cuando me
levanté me atravesó el pecho con una barra de luz azulada, era mi rayo, me di cuenta
de mi error y me sorprendí de la fuerza que aquel hombre tenía, Muerte, mi hijo,
atravesando mi cuerpo con mi propia arma, gracias a la potencia del rayo su energía
aumentó considerablemente, así que ahora oficialmente era más fuerte que Sasumi,
tenía que haberlo pensado, ese era su plan, hacer que yo pensase que él era Sasumi
solamente para pillarme desprevenido, así podría estar en guardia todo el día,
concentrándose principalmente en mi energía y justo cuando llegase yo a él, él pudiera
atacarme con toda su fuerza y poder vencerme rápidamente antes de que controle la
situación. Los espectadores de la pelea veían como mi sangre se deslizaba por el rayo
hasta caer al suelo, el dios de los muertos contraatacaba al del rayo, y justo con ese
contraataque una patada me llegó a la mejilla, mandando a volar mi cabeza,
rompiéndola contra el suelo, mi cuerpo dejó caerse sobre el rayo, tratando de ahorcar
a Muerte, pero el escurridizo dios golpeó mi estómago, rompiendo mi hígado y
páncreas, creando un fuerte dolor en mi pecho que yo trataría de aliviar el dolor
salvando distancias con Muerte, separando mi cuerpo de Muerte y agarrando mi
cabeza, volviéndomela a poner y sintiendo como mi cuello se unía con mi cabeza.
Muerte no tardó en golpear, se acercó y cortó mi cuerpo en diagonal con el rayo, a su
vez clavó el arma repetidas veces cerca de mi corazón y al terminar su ataque volvería
a la carga saltando y subiéndose sobre mis hombros, para ese momento el corte había
hecho que la mitad de mi pecho se cayese por el lado, y el mismo dios de los muertos,
arriba de mis hombros, agarraría mi cabeza con las piernas y saltaría, dando vueltas en
el aire y dejándose caer, así rompiéndome el cuello y golpeando mi cabeza contra el
suelo, creando un agujero, poco antes de golpearme contra el piso él soltaría mi
cabeza y, aún en el aire abriría las piernas, creando con sus manos una esfera de
energía que se transformaría en onda al ser disparada en ese mismo instante por
Muerte, haciendo que volase por los aires y mi cuerpo se transformase en pequeños
cachos que saldrían disparados por todas partes, dejando la acera y algunos edificios
totalmente destruidos, además de mis pobres y magulladas piernas sobre el suelo.
Me quedé de pie sobre la acera que estaba parcialmente destruida a causa del poder
que acababa de usar, el edificio detrás de mí tenía todos los cristales a punto de
romperse, las grietas se hacían evidentes en la estructura del vidrio, los testigos me
miraban como si fuese un monstruo, una mezcla de enfado y miedo se cernió sobre
sus ojos y obviamente el haber acabado con alguien de esa forma tan violenta a la vez
que romper con esa facilidad el mobiliario urbano no ayudaba a la aceptación de mi
presencia en el pueblo. Había un policía que corrió hacia mí, apuntándome con su
pistola, temblando de miedo, diciéndome que levantase las manos, que quedaba
arrestado, al escuchar ese comentario sonreí y le tiré a la cara una bolsa de dinero, el
cual serviría para arreglar toda la destrucción ocasionada, el policía apenas pudo
reaccionar a que le tirase la bolsa, pero una vez en el suelo la pudo agarrar con más
seguridad, aun apuntándome con su arma reglamentaria. Le dije que llevase ese
dinero al ayuntamiento, que ese dinero sería suficiente para arreglar todo lo destruido,
y que por favor no dijesen nada de lo que acababan de ver, en caso contrario, en caso
de que alguien abriese la boca, lo encontraría y lo mataría con mis propias manos,
todos los presentes parecían asustados y amenazados, su fidelidad no costaría mucho
sabiendo que era apenas una pequeña ciudad, para que ellos se llevasen algo a cambio
de no decir algo, prometí que ese pueblo sería protegido por mí, así nadie se atrevería
a hacer el mal allí, el mismo policía que se atrevió a proceder un intento de detención
asintió satisfecho y dijo que estaba bien mientras dejase que la pequeña delincuencia
fuese tratada por la policía, yo dije que estaba bien. Todos parecían contentos por fin,
menos asustados, mi vista volteo hacia el lado, viendo a Zeus levantándose, ya
regenerado completamente, nadie se podía creer lo que estaba viendo, yo miré al
policía y le dije con frialdad que huyese, él aun agarrando la bolsa con fuerza salió
corriendo, y junto a él todos los testigos, dejando en poco tiempo la calle totalmente
desierta. Sonreí viendo como el enemigo temblaba, Zeus no podía pensar con claridad,
pese a que los dioses nacíamos algo hiperactivos para mantenernos firmes ante el
combate él no era capaz de saber exactamente qué tipo de movimiento inesperado
haría, ya vio que mi estado era completamente impredecible. Rápidamente aparecí
frente a él, teletransportandome, golpeando su estómago con fuerza y regresando con
otro golpe en la barbilla, mandándolo a volar, emprendiendo vuelo detrás de él,
siguiéndolo y alcanzándolo rápidamente, golpeando su espalda con ambas manos
agarradas y entrelazando mis dedos, haciendo una improvisada maza con las manos,
usando la suficiente fuerza como para mandarlo a volar la mitad del pueblo y que
pudiese aterrizar a las afueras, apunto de entrar en un bosque, rápidamente aparecí
allí gracias al teletransporte, cada vez que usaba esa técnica dejaba un humo oscuro
ligeramente espeso que rápidamente se disipaba. Me acerqué caminando hacia él,
agarrándolo del pelo y elevándolo, observando su ensangrentado rostro desde una
perspectiva inferior, estampé su cabeza contra el árbol y miré como sus ojos
empezaban a perder color, sonreí a la vez que empecé a golpearlo más rápido, viendo
como el árbol poco a poco empezaba a romperse, terminé golpeando aún más fuerte
con su cabeza, tirando el árbol y haciendo que Zeus fuese volando unos cientos de
metros, viendo como a su paso iba tumbando árboles hasta que se golpeó contra las
piedras que hacían la pared de un barranco, una vez sentí que su energía se detenía
aparecí frente a él y golpee con fuerza su intestino, haciendo que aquella pared se
quebrase casi entera, separándome y mirando a Zeus, el cual se veía al borde de la
muerte, se arrodilló por el cansancio y en modo de castigo golpee su rostro, haciendo
un agujero en la pared que harían caer piedras sobre el dios del rayo, pude alejarme
del radio de las piedras a tiempo. Me quedé mirando como Zeus salía del montículo de
piedras, herido de muerte, me acerqué de nuevo, agarrándolo de su camiseta, viendo
como de pronto la camiseta se terminaría de romper, teniendo que volver a agarrarlo,
pero esta vez de su torcido cuello, me quedé mirando su rostro, parecía que estaba
inconsciente. Lo dejé en el suelo, sacando de mi bolsillo lo que parecía un manuscrito
de papiro enrollado, parecía egipcio, pero era en verdad estaba escrito en griego
antiguo, extendí el rollo de papiro, viéndose una extraña imagen:

Unas letras griegas predicaban lo que parecía ser un conjuro, además, dos símbolos de
hades y una imagen de cerbero junto con una marca extraña en el centro del papel.
Observé el antiguo papel, fue lo único que pude rescatar de la biblioteca de Alexandria
antes de que ardiese y junto con su destrucción miles de documentos griegos se
fueron al garete despareciendo de la faz humana para siempre. Puse el papel en el
suelo y con una sonrisa me llevé un dedo a la palma de mi mano derecha, atravesando
mi mano y rápidamente poniendo la palma de mi mano sobre la marca que había
debajo del símbolo de cerbero, el conjuro se había activado y los símbolos de Hades se
invirtieron de pronto, miré como de pronto enfrente mío la tierra empezaba a
moverse como si fuese un terremoto que solo afectaba a 100 metros a la redonda,
durante el terremoto esa tierra que empezaba a moverse enfrente mío empezó a
caerse hacia una estancia que brillaba, viéndose como una entrada a otra dimensión.
Agarré a Zeus del cuello y junto a su estúpido rayo lo tiré hacia adentro del agujero
brillante que se había creado, viendo como desaparecía en la luz, una vez lanzado
adentro junté las manos y prediqué unas breves palabras en griego:
“Είθε να πληρώσει για τις αμαρτίες του στο κενό, για το Θάνατο.” El terremoto se
detuvo nada más terminar de pronunciar las palabras y la tierra que se había caído
creando el agujero se recompondría, así tapando el agujero y volviendo todo a la
normalidad. Fui derecho hacia el manuscrito de papiro que había en el suelo tirado,
agarrándolo y alejándome del lugar, caminando con tranquilidad y silbando, ya había
terminado con todo, Zeus no molestaría más en todo lo que durará la existencia de los
humanos y los dioses.
- Hasta nunca, asqueroso. – Dije mientras me alejaba, tocando los árboles dejando mi
sangre en la corteza, sonriendo y sintiendo como las nubes cubrían el lugar, el viento
aullaba entre las hojas de los frondosos árboles y arbustos en aquel bosque cercano al
pueblo, las rocas del lugar estaban ligeramente destruidas y el suelo estaba
suficientemente removido como para que los gusanos salieran a la superficie, así
caminando por encima de estos viscosos animales que poco a poco irían volviendo al
subterráneo mundo al cual pertenecen. Alcé el puño a la vez que miraba el cielo,
saliendo ya de esos 100 metros y dejando de ver tanto asqueroso animalito por el piso,
quedándome más solo que la una y con mis propias dudas: “¿Cómo revivió Sasumi?
¿Dónde estará? ¿Quién me revivió? ¿Quién robó el rayo de Zeus? ¿Cómo se lo tomará
Atenea y Ares?” Aunque esas dudas no dejaban de resonar en mi cabeza sonreí,
satisfecho, pues sabía que de un modo u otro en el futuro todo se arreglaría y llegarían
tiempos mejores, y así fue que por una vez tuve esperanzas en algo que no fuese
únicamente yo mismo.

PARTE 2: El juicio.

El cielo estaba despejado aquella propia mañana, hacían meses que no se detectaba
presencia divina, la vida de Muerte se redujo a una vida normal como la de cualquier
otro humano, aunque esa estadía duro por poco tiempo, pues alguien importante en la
vida de Muerte volvería a verle, Sasumi, el autoproclamado como “dios del combate”
volvería al Bar de Milo, donde Muerte estaría hablando con todos, explicando una vez
más lo que sucedió y el por qué sigue vivo a todo lujo de detalles, lo de Zeus y lo de su
rayo, Muerte mismo no sabía quién había sido capaz de usar el rayo de Zeus para
hacerlo volver a la vida, muchos de los presentes tenían dudas, sobre todo de la
supuesta inmortalidad de Muerte, si bien está demostrado que envejece a velocidades
microscópicas como es que pudo morir si él mismo decía que era inmortal, en muchos
casos demostrando que aunque le corten la cabeza podía volvérsela a poner y
regenerarse. Muerte no supo bien cómo explicar el suceso, a lo que Sasumi, quien
recién entraba en el bar, respondió a la pregunta de Vicent:
- Pues la verdad es que es obvio, los dioses no somos 100% inmortales, pese a que no
podemos perecer debido a enfermedades, sí podemos enfermarnos de ellas y que nos
causen graves estragos durante años. También podemos morir, pero el daño que nos
tienen que hacer es muchísimo más grande del que puede soportar un humano, es
decir, nuestros cuerpos resisten muchísimo más a los golpes y a las heridas, y a veces
nuestro organismo nos cura las heridas cuando ve que estamos debilitados, aunque
eso solo es una habilidad pasiva y que solo algunos dioses tienen, yo, por ejemplo, me
puedo curar con más facilidad que un humano, pero no me regenero, si me cortas un
brazo, no me lo podré volver a colocar, y lo mismo con la cabeza, pese a que seguiré
vivo, mi organismo necesita su tiempo para sellar la herida, en cambio, a mi hermano
no le cuesta nada cortarse un brazo o la propia cabeza y regresársela a su cuerpo,
créanme que lo he intentado un millón de veces el intentar matarlo, pero ninguna de
las ocasiones que hemos peleado he conseguido matarlo, sí el debilitarlo pero no el
matarlo. Es verdad que para ese entonces mi poder no era el mismo que el de ahora, y
que antes no dominaba ni mi espíritu ni mi magia, se podría decir que no podía
concurrir a aptitudes mágicas como la de Muerte al teletransportarse, ahora, que ya
he entrenado mi espíritu y he aprendido a controlar mi magia, también soy capaz de lo
mismo que él, pero en un combate me cuesta más utilizarlo, él tiene más práctica. Una
bomba no podrá detenernos, pero solo alguien que haya resistido un entrenamiento
como el que se le aplica a un dios podría llegar a asesinarnos, pero, a mala suerte para
muchos, solo 1 mortal en toda la faz de la humanidad pudo sobrevivir a ese
entrenamiento, y fue porque una mujer lo metió adentro de un lago mágico que lo
hacía inmortal, pero no sumergió su talón y eso fue su perdición. – Expliqué mientras
caminaba al lado de Muerte, el cual me miró a los ojos y suspiró, esa rabia que yacía en
sus ojos en aquel antaño se disipó, herí su orgullo y aceptó su derrota, por fin
sucumbió ante mí, en cambio, yo ya no iba con tan malas intenciones, era mi hermano
y aunque me había causado dolor sabía que él no era consciente de nada de lo que
pasó en aquel lugar, sabía que él, en tiempos modernos, no haría de nuevo esa
atrocidad, y en caso de que lo hiciese, yo lo entendería, porque ese es su trabajo, igual
que el mío es el de luchar y mantener viva la esperanza y esa llama que nos inunda a
todos cuando combatimos juntos en la guerra, cuando parecemos uno, cuando todos
juntamos las manos y arrimamos el hombro al prójimo, aunque este no nos caiga bien,
aunque nos odiemos, ambos sabemos que separados no seríamos nada, ese
compañerismo y esa hermandad es lo que tanto caracteriza a un escuadrón, y eso
mismo quiero que haya entre yo y mi hermano, quiero que ambos nos sintamos
cómodos y aunque él haya matado a mi único y mejor amigo, quiero que sepa que
nunca dejaré de ser su hermano, y que comprendo la situación que tuvo que pasar por
mi culpa. Realmente el desconocimiento hace daño pero más daña el saber lo que
realmente pasó en esa base, también en esos 630 kilómetros, realmente había
perdonado a Muerte, y aunque me sentí vacío desde que el comandante se fue,
siempre lo llevaré a mi lado, reflejado en esa bandana que siempre llevaré puesta
hasta el final de mis días, hasta que la llama de mi interior se apague, hasta que ya no
quiera seguir peleando, lo cual, estoy seguro que nunca se dará, porque amo pelear y
amo al comandante, y también, porque amo el fragor de la batalla, al fin y al cabo, nací
para eso.
Muerte se quedó petrificado al ver que yo ponía mi mano junto a su hombro, levitando
para poder llegarle, él me miró de reojo e inevitablemente soltó una risa, pues le hacía
gracia que tuviese que levitar para poder llegarle al hombro sin problemas, yo le sonreí
amablemente, ambos habíamos aceptado mucho del otro, aunque ni siquiera nos
dirigimos una palabra, ambos estábamos agradecidos con su contrario, yo estaba
agradecido de que me desvelara lo que soy, gracias a que me matase yo supe quién
soy y el por qué era tan raro, esos años de sufrimiento se vieron apaciguados al saber
que yo no era como los demás, y que todo tenía una explicación, y seguramente él
tendría el agradecimiento por el hecho de que yo le dije que su padre lo había estado
engañando, aunque fue indirecto, le hice poder abandonar un orgullo que
seguramente le atormentaba por culpa de Zeus, y si, obviamente escuché desde afuera
del bar lo que pasó con Zeus, y estoy orgulloso de que mi hermano haya podido
enfrentar a alguien así. Al vernos juntos, Yaro saltó:
- ¿Cómo es que ahora os lleváis tan bien? – Nos miró con una sonrisa, parecía que
estaba feliz de que por fin estuviéramos como lo que somos, dos hermanos. Muerte
contestó antes que yo, siempre tuvo buenos reflejos:
- Pues digamos que aunque los dos nos peleemos y que yo haya causado mucho dolor
en su vida, posiblemente él puede entender el porqué de mis acciones en aquel
entonces, también quiero pensar que ambos nos hemos ayudado a descubrir quiénes
somos. – Muerte miró mi rostro
- Lo lamento por haberle hecho eso al comandante, era mi trabajo. – Yo contesté
- No te preocupes, yo lamento haber herido tu orgullo. Y gracias, sin ti nunca hubiese
descubierto que soy un dios. -
- Y gracias a ti también por haberme ayudado a deshacerme de las mentiras de mi tío
para siempre. – Él contestó con una sonrisa, ambos parecíamos apaciguados y por fin
estábamos unidos. Rápidamente una ronda de preguntas hacía mí fue contestada,
cosas simples como mi edad, o mi fecha de nacimiento, yo pude contestar a todas ellas
con facilidad, mi edad es de 600 años y mi fecha de nacimiento es el 30 de marzo de
1418, todos parecían conformes y no estaban sorprendidos, algo que, por una vez, no
me hizo sentir extraño o fuera de lugar, por primera vez me sentía como en casa.
El día fue amistoso, los pájaros cantaban, el sol brillaba con intensidad y todos
parecían ser felices, Muerte tuvo que volver a su casa así que allí me quedé, con sus
amigos, hablando y contándoles historias de cuando estaba en la segunda guerra
mundial, también hablé de mi relación con el comandante, él fue mi único amigo y se
tuvo que ir, pero eso ya está más que superado. Las horas volaron como aquellos
pájaros que cantaban, ya me tocaba irme, regresar a mi entrenamiento el cual me
serviría para estar más en forma, iba a abandonar el lugar cuando de pronto una voz
femenina dijo mi nombre, me voltee, viendo como una chica se me aproximaba con
una sonrisa, era joven, de alrededor de 19 años, sonreí al verla, mirando sus ojos y
preguntando que quería de forma amable, ella me miró a los ojos con una pequeña
sonrisa, parecía emocionada, se acercó y me abrazó, al principio me tomó de sorpresa,
pero después correspondí el abrazo, susurrando cerca de su oreja otra vez “¿Qué
necesitas?”, ella se separó, regresando a mirarme con esos ojitos de búho, me agarró
de la mano y me llevó afuera, me llevó casi arrastras hasta las afueras del lugar, no
sabía exactamente qué decir, tampoco que hacer, estaba anonadado de que alguien
desconocido me agarrase y me llevase a rastrar hacia algún lugar. Me sacó de la
ciudad, llevándome al bosque, las nubes cubrieron el cielo y de forma temprana llegó
el ocaso. Me trajo a un lugar donde había una roca algo grande y encima de esta roca
había otra en forma de tabla, quedando como una mesa natural, la gente se podía
poner en lo alto de estas rocas con total seguridad, en parte no le vi nada de atractivo,
pero la chica que me acompañaba si era algo atractiva, sonreí al mirar cómo sus ojos
observaban mi ser. Ella me habló por primera vez al enfocar mi mirada en ella.
- Soy Lucy, y soy una ninfa hija de Zeus. – Yo al escucharla no le di mucha importancia.
- Ajá, ¿y? – Contesté, mirando su rostro.
- Ahora que por fin papá fue derrotado, puedo ser feliz viviendo en el lugar que a mí
me plazca. -
- ¿Y bien? – Volví a preguntar, no sabía que quería decirme. La chica suspiró, mirando
mi rostro.
- Que cortito llegas a ser…me gustaría vivir contigo. – Ese insulto me hizo reír, me pilló
de forma inesperada, la miré con una sonrisa y contesté
- Está bien, ¿eso es todo? – Pregunté, mirando su rostro, parecía como que a ella le
daba vergüenza pedirlo, eso debe ser porque la influencia del dios del rayo aún sigue
teniendo poder sobre ella.
- Sí… eso es todo. – Sus ojos se posaron sobre los míos, ella sonrío, su sonrisa era
bonita, en sí ella era guapa, me quedé en silencio, no sabía muy bien que decir, la
situación era bastante incomoda, ella de pronto saltó con un comentario que, como
sus demás comentarios, me saltaron inesperados
- ¿Quieres echar una carrera? – Me preguntó, mirándome, parecía que me estaba
desafiando para romper el hielo, yo también sonreí y caminé hasta su lado.
- Me parece bien, pero que sepas que no me dejaré ganar. – Confesé, haciendo unos
leves estiramientos y mirando al frente. Ella también se preparó, sin estirar, mis ojos la
miraban de reojo, y justo cuando estos se clavaron sobre ella empezó la cuenta atrás
“3…2…1…¡YA!” al escuchar el “ya” ambos corrimos a gran velocidad, ella iba a
alrededor de 120km/h, era realmente rápida, parecía que había estado entrenando, yo
igualé su velocidad a la vez que corríamos hacia el frente, esquivando los árboles que
aparecían enfrente nuestro, los reflejos de los dos eran impresionantes. Sonreí a la vez
que la miraba de reojo. “Aún no llego a mi máximo de velocidad.” ella me miró a los
ojos y saltó con una sonrisa, emprendiendo vuelo y subiendo hacia el cielo, yo la seguí,
volando alto junto a ella, igualando su velocidad, una vez tomada una altura de
alrededor de 50 kilómetros sobre el suelo empezaríamos a aumentar poco a poco la
velocidad, obviamente empezando desde esos primeros 120km/h, llegando a la gran
velocidad de 230km/h, ella mantendría esa velocidad a la vez que iba esquivando
bandadas de pájaros, yo iba detrás de ella, siguiéndola, aumentando un poco mi
velocidad para igualarla, ya estaba en mi límite, ella al verme me sonrió burlona y
aumentó la velocidad hasta que me dejó atrás, y una vez me dejó atrás volvió a esos
230km/h, yo aún la seguía viendo pero iba mucho más adelantada, era obvio que
ganaría, pero yo aún tenía un as bajo la manga, sonreí, cerrando los ojos y
concentrándome, ella sintió como mi energía iba aumentando de forma
incomprensible, miró hacia atrás a la vez que mantenía la velocidad. Mi cuerpo
empezó a expulsar humo, poco a poco se iba viendo como a mi alrededor las cosas se
veían como si algo las deformase, era un gas, el mismo que salía del propio fuego,
sonreí y al abrir los ojos de golpe una llama me rodeó, viéndose como a la vez que la
llama me rodeaba mi cabello se convertía en un color rojizo y mis iris imitaban también
el proceso de mi pelo. Quedé aun manteniendo la velocidad, viendo desde lejos como
ella quedaba sorprendida por mi transformación, sonriente aumenté mi velocidad,
viéndose como rompía mis limites, alcanzándola y superándola rápidamente,
alcanzando los 300km/h, una vez adelantada volví a los 230km/h, quedando unos 100
metros de separación entre ella y yo, miré hacia atrás, sonriendo, la transformación
aún se mantenía, ella volvió a aumentar la velocidad, alcanzándome, regresé a
aumentar de nuevo la velocidad, alcanzando junto a ella los 250km/h, esa velocidad
parecía ser su límite, yo me mantuve a su mismo nivel, mirándola como si me burlase
de ella, aún en vuelo le grité “quien llegue antes al Peñón de Gibraltar gana”, ella me
miró con una sonrisa y aumentó un poco más su velocidad, forzando su cuerpo y
alcanzando los 280km/h, adelantándome, yo sabía que superar esa velocidad sería pan
comido, así que esperé un poco, viendo cómo se iba alejando poco a poco, ya apenas
se veía en el horizonte cuando decidí aumentar mi velocidad, a su vez la llama se hizo
bastante más grande y agresiva, y yo gritaba “¡MULTIPLICADO POR 10!”, y fue tras este
grito que de pronto alcancé los 700km/h, alcanzándola en un santiamén y pasándola
por bastante, tardé relativamente poco en llegar al lugar, a esa velocidad y más la
distancia anterior recorrida no vendría de unos 15 minutos. Una vez llegué aterricé
justo en la zona del peñón, viendo al final del horizonte otro peñón, ya perteneciente a
Marruecos, esperé un rato allí, mirando al peñón, y fue entonces que la vi aterrizar
justo unos metros detrás mío, me volteé y sonreí burlón, ella se me acercó y me dio un
pequeño empujón a la vez que me decía que no se valía, que había hecho trampas, yo
entre risas dije que no sabía de qué hablaba, ella me señaló con furia y me dijo que esa
transformación no era normal, yo simplemente volví a reír y le pregunté si quería que
se la enseñase, ella se sonrojó, claramente era una pervertida, al ver su sonrojo
comprendí lo que ella pensó y también me sonrojé, ambos nos quedamos en silencio
hasta que decidí hablar:
- Esto…m-me refería a la transformación. – Ella me miró y asintió aún con ese sonrojo,
el mío ya empezaba a desaparecer, yo sonreí y le pedí que se sentara en el suelo que
iba a empezar. Primero le di una leve teoría sobre lo que era: “un multiplicador de
poder que a mí me gusta llamar “motivación al 100% de poder””, así es, eso dije, ella
me miró como si le hablase en chino, no comprendía muy bien eso, tuve que agarrar
un palo y dibujar en el suelo, dibujé la silueta de una persona y a su lado tres barras,
cada una corresponde a cierta cualidad de esa persona:
“Los seres vivos tienen tres pilares determinantes cuando se habla de él respecto a sus
características físicas, cada persona los desarrolla de forma diferente dependiendo de
sus entrenamientos o vivencias, el poder es aquello que te hace más fuerte o más

veloz, la energía es aquello que te dice si estás cansado o no, se refleja en una
sensación, y la resistencia es aquello que tu cuerpo puede aguantar, tanto desde
afuera como desde adentro, podrás resistir un balazo, pero quizás no puedas resistir tu
propio poder. La resistencia de los humanos es muy baja, y en este dibujo el humano
es un joven maestro de diferentes artes marciales, pero en caso de un humano normal
la resistencia estaría casi a la par con un poder microscópico comparado con el de un
dios.
En cambio, los dioses o seres divinos en sí, tienen una mayor resistencia y también
mayor energía junto a mayor poder, la manera de obtener un aumento en cada uno de
estos pilares es la misma para humanos y dioses, la única diferencia entre los seres
mágicos y los humanos es la forma en que entrenan, es decir, un humano por mucho
que quiera nunca podrá hacer un entrenamiento que un dios hace con relativa
facilidad, el entrenamiento más fácil que hacen los dioses, para los humanos, sería
rompedor, sus cuerpos no lo aguantarían, solo piensa que el dios más débil puede
vencer al humano más fuerte de la tierra con cierta facilidad, y de ahí, los requisitos de
los entrenamientos van aumentando más y más, hay entrenamientos que hasta yo, un
ser divino, no puedo aguantar, y necesito ir aumentando la presión e intensidad
lentamente para llegar a ese entrenamiento, a la larga podré llegar, pero tardaré.
Teniendo en cuenta estos factores, empecemos con la auténtica explicación: Las
transformaciones en seres divinos son, comúnmente, el multiplicador de algún aspecto
del individuo con el objetivo de hacer que las posibilidades de vencer al oponente
aumenten. Una vez teniendo en mente esto, es fácil saber el por qué tenemos esa
tendencia de transformarnos, tenemos un objetivo y usamos una motivación que nos
ayuda a transformarnos para cumplir ese objetivo, normalmente las transformaciones
hasta hace relativamente poco eran metamórficas, es decir, el individuo se transforma
en un ser vivo (animales) más grande (hiperóficas) o más pequeño (microóficas) para
vencer al otro, con esta transformación el mismo individuo puede tanto aumentar
como reducir el tamaño de sí mismo, también adoptando las cualidades del ser vivo en
el que te transformas, un ejemplo: Si te transformas en una rana, tu poder se
disminuirá igual que tu resistencia y tamaño, pero tus habilidades, como la de ser
venenosa al tacto, puede ayudarte a vencer la pelea de forma estratégica. También
hay que decir que únicamente unos pocos dioses pueden usar este tipo de
transformaciones, así que todo el legado respecto a las transformaciones sería
prácticamente nulo. Durante mi estadía en el otro mundo yo trataba de encontrar la
forma más efectiva de entrenamiento para vencer a Muerte, probé de todo un poco y
lo que más me servía era lo que utilizaba, hasta que un día pensé en desarrollar una
transformación que me ayudaría a vencer a Muerte, esta misma transformación la
llamé “motivación al 100% de poder”, una referencia a que necesitas mucha
motivación y esfuerzo para dominar esta transformación, conseguir la misma es
simple, pero dominarla es algo más complicado. Para usar esta transformación debes
primero de controlar al 100% tu energía espiritual, algo que, si sabes volar y caminar
sobre el agua, debe de resultarte bastante fácil, una vez que domines esa energía,
debes concentrar la energía en todo tu cuerpo de forma equitativa, algo que es más
difícil de lo que suena, pero con tu control perfecto de la energía debería resultarte
fácil, debido a que tu energía está distribuida por todo tu cuerpo es hora de tratar de
hacer que tu energía se libere, a causa de esto la temperatura interior aumenta y un
humo sale por tu piel, y tranquila, ese humo no es que te estás quemando, es solo una
forma de mostrar que tu poder se ha multiplicado de forma exitosa, una vez
conseguido esto, excelente, ya estás transformada, ahora tienes el doble de energía en
tu cuerpo, y si has tenido suerte, tu cuerpo no se dañará. Tras esta explicación te
preguntarás que cómo es posible que yo me rodee de fuego en esta misma
transformación y cómo es posible que mi pelo se tiña y junto a mi pelo mis iris también
se tiñan de ese mismo color. Básicamente yo hago el primer paso, que es el de
aumentar esa energía, y después, repito el proceso rápidamente, multiplicando en
unos instantes mi energía base por algún número, debido a esto me rodeo de fuego
porque es una forma que tiene mi cuerpo de avisar que mi poder se ha multiplicado
por un número mayor a 4. No puedes jugar con esta transformación, pues corres el
riesgo de poner tu cuerpo en peligro, la resistencia, como bien he dicho antes, es la
cualidad de tu cuerpo que soporta tu poder o el daño, si te pegan una paliza y tu
resistencia es menor al poder de la propia paliza, recibirás daño, pero si tu resistencia
es mayor al poder de esa paliza, no recibirás daño. Es por ese motivo que los dioses se
hacen llamar inmortales ante los humanos, su resistencia es tan grande comparada al
poder de los humanos que cualquier cosa que un humano le haga a un dios, el dios no
sentirá dolor, es por eso que si no siente dolor no peligra su vida, y por lo tanto, es
inmortal, pero un dios cuando se enfrenta a otro dios pueden tener poderes similares,
y ambos reciben daño en sus batallas, por ejemplo, cuando luché por última vez con
Muerte, mi poder era superior a su resistencia, pero si él me hubiese podido dar,
seguramente me hubiera causado daño, aunque su poder fuese ligeramente menor a
mi resistencia, el daño estaría hecho, porque no hay una diferencia tan abismal como
la hay entre el poder de un humano y mi resistencia, es decir, si tienes un enemigo
muy resistente y tu poder no es tan alto como su resistencia pero está cerca de ser
igual, al golpearlo le harás algo de daño. No sé si me he explicado bien, pero creo que
se entiende. Entonces, recapitulando, esta transformación multiplica tu poder, y si tu
poder en algún momento supera tu resistencia es peligroso, porque podrías morir, tu
cuerpo recibe daño hasta de tu propio poder, y si no tienes un manejo responsable es
muy probable que tratando de aumentar tu poder tu cuerpo se destruya por culpa de
la inmensa cantidad de poder, es como si intentásemos hinchar una pelota, la pelota,
cunado está llena de aire, se podría decir que está totalmente hinchada, pero, ¿Qué
pasa si ponemos más aire del que la pelota puede almacenar? Pues que seguramente
la pelota explotaría, la única discrepancia es que el cuerpo de los dioses puede, gracias
a esta transformación, acostumbrarse a esa carga de poder, es como si cuando
metemos más aire del que toca dentro de la pelota y nos detenemos antes de que
explote, la pelota se acostumbra y acomoda al aire que hay adentro, y entonces
cuando la deshinchas y la vuelves a hinchar como antes, es decir, justo lo que
necesitaba, ahora la pelota puede almacenar algo más de aire, el cuerpo, gracias a esta
transformación, puede acostumbrarse y aumentar su resistencia fácilmente, así
puedes aumentar tu poder y ya no correr riesgos, así sorprendes al enemigo, pero para
eso se necesita persistencia y práctica.”
Al terminar mi discurso parecía que ella, junto con los dibujos hechos en el suelo, me
entendía, así que procedí a hacer lo que yo había dicho:
- Mira, ahora, voy a concentrar mi poder. – Cerré los ojos y el humo no tardó más de
dos segundos en manifestarse, y tras eso, abrí los ojos y la miré.
- Ahora está mi poder base multiplicado por dos, pero quiero aumentar mi poder base
cinco veces, así que me tocará aumentarlo hasta que mi poder sea cinco veces él. – De
pronto, el fuego me rodeó, mi cabello y ojos teñidos de ese rojo carmesí se haría ver,
sonreí, mirándola.
- Si mi poder base es x, la fórmula matemática para calcular cuánto poder tengo sería
“5x”, es decir, si x es igual a dos, entonces 5x es igual a 10, algebra o simples
multiplicaciones, ambas sirven. – Tras concluir mi explicación volví a mis colores
habituales y junto a este regreso de esos colores el fuego se disipó. Lucy quedó
sorprendida sobre mi conocimiento respecto a esta transformación, lo que le animó a
levantarse y repetir mi procedimiento, tardó cinco segundos en hacer aparecer ese
humo, y otros diez segundos solo para alcanzar la misma multiplicación que yo, nada
más sentir que multiplicaba su poder por cinco ya le dije que se detuviera, que su
cuerpo no aguantaría mucho más, al escuchar aquello la joven se destransformó, en sí
no había forma para destransformarse, es más bien una orden del cerebro, igual que
tu cerebro te ordena que abras una puerta o te sientes, también tiene la orden de
“destransformate”.
Ella parecía bastante ilusionada por haber logrado transformarse, me miró con una
sonrisa a la vez que me decía que era impresionante, yo simplemente sonreiría
satisfecho, mirándola a los ojos, ella golpeó mi brazo suavemente, me dijo que era un
pequeño tramposo, yo simplemente contesté con un “no sé de qué me hablas, no hice
trampas.”, ella me miró con una sonrisa desafiante y volvió a golpearme, esta vez más
fuerte, yo la miré y vi como volvía a cargar un puñetazo, aunque esta vez la detuve y
rápidamente puse sus nudillos boca arriba, tocando con fuerza su palma con la yema
de mi dedo pulgar, haciendo presión en su muñeca hasta que se quejase, al escuchar
sus quejas me detuve y solté su mano, en caso de haber seguido le hubiera roto la
muñeca, ella se separó unos metros de mí, yo la miraba de reojo, en silencio. Mis
brazos cruzados se separaron al ver su posición de pelea, yo reí con suavidad y me
preparé para pelear, a lo lejos me gritó: “No se valen transformaciones”, asentí en
silencio a la vez que mantenía mi postura de pelea, ella rápidamente se acercó a mí,
tratando de golpear mi estómago, yo la detuve rápidamente, ella hizo el intento de
golpearme con su otra mano, grave error, yo detuve la otra mano, hice cruzar sus dos
puños, haciendo que sus antebrazos desde arriba hicieran una X, así empujándola sin
soltarla y rápidamente acercándola a mí, aprovechando el impulso para golpear su
estómago, ella no pudo bloquear el ataque, así que vi cómo su cabeza aturdida
golpeaba mi pecho, lo cual me dejó sin respiración, obligándome a soltarla y
separarme un poco de ella, cuando alcé la mirada a ver mi alrededor, la vi venir desde
la izquierda a gran velocidad, a punto de cortarme con una hacha. Bloquee su hachazo
sacando rápidamente mi primera espada y chocando la hoja con la de su hacha, así
saltando unos destellos, cuando me di cuenta vi que había separado su hacha de mi
espada y volvía a tratar de cortarme, ahora yo esquivé dando un paso hacia atrás,
viendo como saltaba sobre mí, obligándome a caer al suelo, ella quedó a horcajadas
sobre mi pecho y en un mal intento de abrirme la cabeza de un hachazo penetré su
hombro con mi espada, agarrando con mi otra mano sus muñecas y poniendo mi
cabeza en su pecho, así evitando que la espada cayese sobre mi cabeza en caso de que
ella dejase caer su peso, algo que obviamente hizo, al ver como soltó su hacha yo la
levanté desde abajo, así quedando con mi espada alzada y ella clavada en mi espada,
yo sabiendo que estaba viva hice un gesto rápido con la espada, viéndose como
devolvía al suelo a aquella mujer. Guardé mi espada rápidamente, mirándola, su
cuerpo tardó poco en curarse, ella regresó a su postura usual, me miró a los ojos con
una gran sonrisa de asombro: “Realmente te contuviste mucho, y por eso tuviste unos
problemas.” Yo simplemente hice como que no sabía de qué me hablaba, mirando a
otro lado, ella, al ver que me daba algo de vergüenza reconocer que me había
contenido, se acercó por mi espalda y me abrazó, al sentir ese abrazo un sonrojo
apareció sobre mis mejillas, no estaba acostumbrado a ese tipo de tratos, ella se
asomó por mi hombro y con una pequeña sonrisa logró ver mi sonrojo, yo miré hacia
otro lado, tratando de ocultarlo, aunque ya era demasiado tarde:
- Eres tierno ¿Lo sabías? – Al escuchar aquello le agradecí con un simple gracias,
aunque ella volvió a hablarme
- Oye, Sasumi, ¿alguna vez te ha gustado alguien? – Yo la miré de reojo, volteé mi
rostro y miré al ocaso el cual se presentaba muy bello, pues se veía Marruecos y detrás
el propio sol escondiéndose, cerré mis ojos y al momento los volví a abrir, mirando su
rostro, ya sin mi claro sonrojo.
- No, nunca me enamoré, tampoco me pasó el que me gustase alguien, digamos que
mis interacciones sociales no terminar bien, el 100% de las veces los que conocía
terminaban muriendo por culpa de la guerra, y los que no conocí afuera de la guerra…
los terminé matando… Excepto a uno, Sony, no recuerdo muy bien esa época, diría que
nos peleamos por no sé qué de una muchacha que se encontró. – Lucy me miró con
una pequeña sonrisa algo melancólica.
- Vaya… debe ser triste nunca haber sentido eso por alguien. -
- No te creas, no es tan difícil como puede llegar a parecer, aunque teniendo en cuenta
que en aquel entonces mi vida era guerra y más guerra nunca tuve tiempo para mí
mismo; y cuando terminaba la guerra solía entrenar por mi cuenta. – Observó cómo mi
rostro poco a poco se iba enterneciendo, recordando las personas que estuvieron a mi
lado, sobre todo al comandante, ella acarició mi mejilla con suavidad, poco a poco las
lágrimas iban brotando de mis ojos.
- ¿Te apasiona el combate, pero odias la guerra? Si es así, ¿cómo es que no dejaste de
participar? –Miré al cielo, sintiendo como las lágrimas se escurrían por mis mejillas,
cerré mis ojos.
- Me gusta pelear…pero odio cuando la gente muere en esas peleas. De joven no tuve
muchos amigos en el ejército, sí es cierto que todos éramos como hermanos, pero no
tenía relación directa, solamente lo justo. En mi primer combate estaba ansioso, por
fin podría probar mi fuerza, fui abatido por un hombre con una lanza y montado a
caballo, o eso pensé, rápidamente me desmayé, al despertar, la supuesta herida no
estaba, pero mis manos estaban llenas de sangre, todos a mi alrededor estaban
muertos, mis compañeros, los enemigos, todos. Regresé a la base totalmente solo, no
terminaba de comprender bien lo que sucedió, esta escena se repetía día a día, cada
vez que cerraba los ojos aún podía ver a mis compañeros con la cabeza cortada y todos
sus cuerpos magullados, sus armaduras casi abiertas por la mitad, la guerra me había
arrebatado eso, pero solo eran compañeros, después de un par de combates a los que
asistí ganamos la guerra, yo aún estaba en shock y no terminaba muy bien que sucedió
en aquella guerra, pero mi afición por el combate me hacía pelear por todos, y pese a
que odiaba la guerra, quería entrenar duramente para poder salvar a mis compañeros,
esa era mi motivación. A los años llegó otra guerra, y otra, y otra, y otra…así hasta la
segunda guerra mundial. Al llegar aquella guerra conocí a un joven comandante,
recuerdo su nombre con total perfección, Joyce, aún recuerdo como su sonrisa
iluminaba mis oscuros días de entrenamiento a solas, las batallas llegaron y con ellas
nuestras victorias, aunque de vez en cuando me desmayaba en plena batalla, yo
siempre pensaba que me abatían pero en verdad mi cuerpo se desmayaba, y cuando
despertaba todos habían muerto, cuando me tocó regresar a base, solo, el
comandante me preguntó que sucedió, yo le dije que me desmayé, pero él dudaba de
lo que realmente sucedía ahí, aunque no le prestó mucha importancia…Un día
bombardearon la base… y el comandante no lo contó… - Ante esas últimas palabras
empezaría a llorar más fuerte, aún me causaba impotencia no haber podido salvar al
único amigo que tuve, mi objetivo principal era cuidar de mis compañeros, y lo
conseguí, pero mi misión más difícil y en la que más arriesgué fue hacer un amigo, y
obviamente la fallé, dejando que él muriese por culpa de no haberme dormido en el
otro lado de la cama, hubiera preferido un millón de veces antes ese resultado, pero
no pude proteger a quien más me importaba, obviamente aún me dolía aquello. Ella
me soltó, viendo como yo me dejaba caer en el suelo, comprimiéndome como una
bolita, ella se agachó y me abrazó, sobando mi cabeza con suavidad, a su vez me
trataba de tranquilizar cantando una suave nana, mis ojos se cerraron, regresando a
ver aquellas imágenes tan atroces que fueron carcomiéndome en la parte de atrás de
mi cabeza por siglos enteros. Tras un rato de llanto, este cesó lentamente, me había
quedado dormido en sus brazos, cuando se percató, ella se estiró en el suelo,
estirándome a mí sobe su pecho, abrazándome, terminando durmiendo juntos en el
lugar más bonito en el que se podría dormir.
Muerte regresó a su trabajo de asesinar personas la mañana siguiente, se sentó frente
al ordenador con un café en la mano derecha, mientras abría su gestor de archivos,
una página se le abrió de repente, Muerte en un momento rápido cerró la página, pero
nada más cerrarla esta volvió a abrirse, el dios de los muertos siguió jugando al gato y
al ratón, cerrando la pestaña que aparentemente no contenía nada, al final terminó
dejando la pestaña abierta, ya algo malhumorado. Bebió algo de su café cuando de
pronto vio que en aquella oscura pestaña unos ojos rojos aparecieron, mirando
fijamente a Muerte, este mismo nada más ver los ojos supo lo que era, y escupió el
café de la sorpresa. Rápidamente se levantó y corrió a por un traje, pero al levantarse
una voz oscura perteneciente a un señor oscuro le advirtió que no se moviera, Muerte,
asustado, volvió a sentarse, mirando la pantalla, estos ojos no dejaban de mirar
fríamente sus ojos, el mal fario inundó la cabeza de Muerte y junto a esta sensación un
terrorífico mensaje sería recibido por Muerte, obviamente ese mismo mensaje lo
dictaminaría aquel ser oscuro:
- Ante la repentina muerte de Zeus tras el robo del rayo del mismo y a sabiendas de
que tú fuiste la última persona en verle, quedas convocado de forma oficial en el
juzgado de la ciudad de olimpo en pleno territorio divino el próximo día 15 de julio, y
dada a la seguramente imparcialidad de la diosa de la justicia Atenea por ser
descendiente directa de Zeus, yo mismo me haré cargo del asunto. Atentamente,
ministerio de defensa divina, apartado 2.45, posible homicidio voluntario, apartado
3.10, hurto. – Tras aquellas palabras la pestaña se cerró y aquellos ojos se fueron con
la propia pestaña, Muerte se quedó callado, en silencio, Zeus más de una vez le había
hablado sobre un temible ser que hasta el propio dios del rayo temía, un ser al que no
tenías que ver, en caso contrario, una horrible maldición caería sobre ti. Muerte
simplemente no podía procesar lo sucedido, quedando en silencio, pese a que no
había asesinado a Zeus y se podía demostrar, temía el que le arrestasen por un hurto a
una biblioteca sagrada. Millones de posibilidades diferentes pasaron por la cabeza de
Muerte, únicamente una sería la que sucedería. A la vez, mientras Muerte temía por
afrontar las consecuencias de sus actos, Sasumi despertaría en el peñón, mirando el
cielo azul y a Lucy dormida a su lado, se levantaría tranquilamente, haciendo unos
leves estiramientos, mirando a su alrededor, no había nadie pese a que había un
pueblo cercano. El joven dios del combate decidió ir a beber algo de agua y buscar algo
para comer, por lo que tranquilamente agarró a Lucy en brazos y se la llevó al pueblo,
aunque antes de entrar Sasumi dejaría a la joven sentada bajo la copa de un árbol, así
evitando que le dé el sol. Una vez completada la acción de dejar a Lucy, terminó por
dirigirse al pueblo, entrando a una frutería, allí agarró un kilógramo de naranjas,
después de la rápida compra se dirigió hacia un bar que estaba abierto, pidiendo dos
botellas de agua frías, volvió a pagar y regresó a donde había dejado a Lucy, la joven
pareció despertarse al retorno de Sasumi, el joven espadachín se acercó a la ninfa y se
sentó a su lado, debajo del árbol, mirando como Lucy terminaba de desperezarse. Ella
observó mis ojos con atención, parecía que le agradaba verme, yo le acerqué la
naranja con sutileza, así diciéndole que no sabía si le gustaban las naranjas, pero en
caso de no hacerle gracia iría a por otra pieza de fruta, la joven agarró la naranja y la
olió, sonreía, parecía gustarle, ella me dijo que era todo un detalle de mi parte, yo
simplemente sonreí mientras mordía la naranja, arrebatándole un trozo de la jugosa
carne en conjunto con algunos fluidos a la pobre naranja, estos propios fluidos se
deslizaban por mi mandíbula a la vez que yo masticaba con gusto la naranja. Lucy, que
no dejaba de mirarme, vio como también le arrebaté la cáscara a la naranja, parecía
impactada, yo la miré a la vez que sacaba un pañuelo del bolsillo, limpiándome la boca
y volviéndolo a guardar:
- ¿Tú que miras? ¿Tengo monos en la cara? – Ella rápidamente contestó
- Es que te comes la piel de la naranja…no sé si es malo, pero hoy en día no se hace. -
- ¿No se hace? – Pregunté, siempre me he tenido en la cabeza que se comía así, me
pasó como cuando hay algo que siempre has hecho y crees que todos lo hacen igual,
pero sorpresa, no todos lo hacen igual que tú, supongo que es la magia de conocer
personas nuevas
- Puedes hacerlo, pero puede que te miren raro… hmm, un momento, tú no fuiste
criado por los dioses, entonces ¿Quién te crio?- Ante la pregunta Sasumi se quedaría
callado, pero rápidamente contestaría.
- Si mal no recuerdo fui criado por unos monjes en un monasterio cristiano. – Ella me
miró a los ojos algo extrañada y ágilmente preguntó
- ¿En qué año fue eso? – A lo que respondí
- Entre el 1456 y el 1463. – Ella me miró extraño, no sabía si era porque yo había
nacido muy temprano o porque era hace alrededor de 550 años, ella simplemente
suspiró y miró al cielo
- Tienes una edad y crecimiento cercanos al mío…pero fuimos criados en condiciones
totalmente diferentes. – Yo no terminaba de comprender que de malo había en esa
diferencia, pero simplemente me callé, no me molestó su comentario, pero sí que
sobraba un poco. Seguí comiendo de mi fruta mientras miraba a mi alrededor,
obviamente comía como a mí me apetecía, ella se volteó de nuevo a mirarme, me dio
una buena repasada de arriba abajo, hice como que no me di cuenta de lo que hizo. En
silencio ella se acercó y tocó mi brazo derecho, en el que tenía un pañuelo oscuro, se
apreciaba el kanji escrito sobre la tela, Lucy no sabía lo que significaba, me miró a los
ojos, acercándose a mi mejilla, yo me separé un poco y me voltee, mirándola, nada
más verla ella me preguntaría sobre el significado del kanji, yo simplemente le diría
que es una larga historia, pero la chica insistió. Miré hacia otro lado, tratando de evitar
el tema, ella no se detuvo, era persistente, incluso me hizo reír, por un momento me
recordó a mi yo de la segunda guerra mundial, nunca me rendía siempre tenía
intención de superar mi nivel, todo por mis compañeros. Aquellos recuerdos sobre el
comandante regresaron, volví a morder aquella naranja y fue cuando cerré los ojos
que lo regresé a ver, mi comandante cubierto de sangre en el piso, la rabia yacía en mi
interior cerrada bajo una llave y con una iluminación tan leve como la de un
candelabro en la oscura noche adentro de aquella base que me acogió hasta que
decidí trabajar solo para llevar a cabo tanto mi misma ambición como la del
comandante, recuperé la paz y ahora la marea del tiempo me puede llevar, pero
parece que en este mar de tristeza llevo flotador, pues no me hundo y desaparezco, si
no que me mantengo de forma sobre natural, el miedo que tuve en aquel momento, la
sensación de frío y de perdida, mezclados con el dolor, una horrible sensación
regresaría a recorrer mi cuerpo y la muerte adentro de mi cabeza levantaría la cabeza.
Abrí los ojos y tragué con rapidez la naranja, observando mi alrededor, mis manos
temblaban, aunque dejaron de hacerlo al ver que no estaba sucediendo nada. Mis ojos
miraron a su cara, en la cual, sus mejillas estarían hinchadas y rojas, sonreí con
suavidad y por una vez me di por vencido.
- Esta bandana, es una historia complicada, digamos que fue el último regalo que me
dio mi comandante antes de perecer por culpa de una bomba que estalló cerca de la
habitación, aparte de que pulverizó los cuerpos de varios hombres que dormían en las
estancias de al lado la explosión que produjo la bomba se llevó por delante a las demás
habitaciones, tuve suerte de dormir pegado a la pared, si no hubiera sido por eso,
habría muerto yo. En cambio, el que dormía más a la izquierda…era él… aún recuerdo
como su corazón palpitaba con suavidad hasta que Muerte, mi hermano, se lo llevó
enfrente mío… aún recuerdo sus últimas palabras: “Aquello que hace al hombre
merecedor de pena es que convierta sus sueños en plata, Sasumi, tú eres mi plata mi
sueño...” – Lucy me miró con una mirada tierna, parecía broma que me acordase de
todo aquello con esa claridad, pasó hace 50 años en los cuales el espadachín estuvo
informándose sobre el manejo de la energía, las técnicas de entrenamiento y
básicamente la existencia de los dioses y su labor como divinidades, la memoria que
has de tener para acordarte de eso debe ser prodigiosa, pero teniendo en cuenta que
era un trauma bastante fuerte no era tan de extrañar. Al acabar la explicación miré
hacia el mar el cual se lograba apreciar desde el puesto en el que estábamos, sonreí de
forma nostálgica mientras volvía a morder la naranja, empapando mi mandíbula con
jugos, notando como bajaban de nuevo, obligándome a sacar rápidamente el pañuelo
que tenía guardado, limpiándome. Me acerqué ligeramente a él, rodeé su brazo con
los míos en un abrazo y puse mi cabeza sobre su hombro, sintiendo como el pobre se
estremecía al sentirme, yo sonreí a la vez que sentía la suave brisa. En este preciso
instante, dos dioses cerraban sus ojos a la vez que sentían la brisa junto a la compañía
del otro a su lado, Sasumi no tenía pesadillas bajo sus parpados y Lucy por fin parecía
libre de las garras de Zeus, actuando con libertad y sin ningún tipo de mandato, y todo
gracias a Muerte, el dios de los muertos que asesinó al tirano Zeus.
El día 15 llegó rápidamente, era un día soleado, el cielo estaba despejado y los pájaros
cantaban felices, Muerte planeaba ir tranquilamente al Olimpo tranquilamente, pero
una hora antes del encuentro un coche totalmente negro llegaría a Enzo, aparcando
enfrente del edificio que contenía el apartamento de Muerte. El dios de los muertos
bajó al portal de su edificio vestido con su clásica chaqueta de cuero y unos pantalones
totalmente negros, a la vez que se ponía las gafas de sol salía del edificio, tenía un
porte de tipo duro que no se lo aguantaba ni él. Un hombre salió del coche nada más
salía Muerte, rápidamente fue hacia el dios de los muertos y lo abrazó a la vez que
sonreía, Muerte correspondería el abrazo sin saber exactamente quién era ni tampoco
que hacía allí, a lo que el mismo hombre se separó del abrazo y se quitó sus gafas de
sol, viéndose los ojos de aquel ser.
- ¡Soy yo, Hades! ¡Hijo mío, que orgulloso estoy de ti! – A Muerte se le pusieron los
ojos como platos al escuchar aquello, rápidamente Muerte se abalanzó sobre el dios
del inframundo, llorando suavemente por la emoción de por fin ver y conocer a su
padre biológico, el mismo Hades soltó alguna que otra lágrima, pero ambos no
tardaron mucho en volver a guardar la compostura, separándose del abrazo. Hades
sonrió a la vez que abría la puerta del copiloto, y nada más terminar la acción fue de
regreso al lado del piloto, entrando en el coche, viendo como Muerte también
entraba, así poniéndose las gafas de sol de nuevo y sacando un cigarrillo de una
cajetilla, ofreciéndole a Muerte, el cual simplemente rechazó enseñando la palma de la
mano. El coche arrancó, saliendo de Enzo, viéndose las llanuras de los alrededores del
pueblo, Muerte no dejaba de mirar por la ventana, eran bonitos lugares plagados de
vegetación y árboles de diferentes tamaños, las montañas que rodeaban el lugar se
veían calmadas y pese a la situación todo estaba demasiado tranquilo, la verdad es que
el dios de los muertos pensaba que sería un día más triste, más apagado, tétrico y
gótico, al fin y al cabo también en este mismo día también se celebraría el funeral de
Zeus, en el Olimpo, a falta de su cuerpo simplemente se lloraría frente a una foto del
fallecido y después pasearían el ataúd sin el cadáver, para finalmente enterrarlo
durante aquella calurosa mañana de Julio. Todo parecía avanzar lentamente, yo a la
vez que iba observando el paisaje recordaba cuando exploraba la tierra y a sus
habitantes, todo era tan magnifico en esa época, nadie me podía hacer frente, recorrí
el mundo de norte a sur, sonreí malignamente, sabía que esto acabaría de forma
entretenida. El coche de pronto empezó a volar, yo no parecía sorprendido, cerré los
ojos y miré hacia el techo, echándome una pequeña siesta para apaciguar el viaje, el
cual sería más o menos de una hora. Después de un rato llegamos hasta Barcelona,
aterrizando en una de sus apartadas montañas y adentrándonos en el casco antiguo
yendo en vehículo, una vez llegados al casco antiguo salimos del coche y andando con
tranquilidad llegamos a lo que parecía un antiguo museo, nos metimos en uno de sus
callejones tranquilamente, en silencio, escuchando los pasos de las personas caminar
de un lado a otro, bajamos por unas escaleras las cuales daban a una puerta que ponía
“prohibido el paso”. Hades y yo nos miramos a los ojos y tranquilamente él abrió la
puerta con facilidad, viéndose un pasillo hacia abajo que continuaba las escaleras de
forma indeterminada, estaba totalmente oscuro, ambos bajamos con tranquilidad,
aunque nada más entrar esperé a que mi padre cerrase la puerta, una vez cerrada
regresé al trabajo de bajar, ambos llegamos a lo que parecía una sala de color blanco
que tenía un gran pasillo, parecía una estación de metro, pero todo era blanco,
excepto la boca del metro del lugar. Hades se asomó, parecía que trataba divisar algo a
lo lejos, un luminoso tren llegaría al lugar flotando suavemente, sonreí a la vez que
Hades y yo nos separábamos de la boca del metro para no manchar el suelo de sangre,
el tren se detuvo lentamente y abrió sus puertas, entramos los dos y nos sentamos
tranquilamente, ahora el tren nos llevaría al Olimpo, afirmo que esta no es la forma
más cómoda de ir a aquella antigua ciudad sobre las nubes, pero era la forma más
rápida. Tardamos alrededor de veinte minutos en llegar al Olimpo, a donde el tren se
detuvo confirmando su última parada, no había nadie con nosotros. Salimos de aquella
estación blanca, como no, y fue por un pasillo oscuro, como siempre, nada más ver el
lugar me sorprendí ligeramente, habían puesto una estatua en conmemoración a Zeus,
sus esquizofrénicos hijos la habían liado un poco, aparte de aquello nada nuevo se
vería, era una ciudad simple, con edificios de cuarzo y mármol blanco y cálidas calles
alumbradas por farolillos junto con plazas que recibían el calor de una gran fogata en
el centro, los niños de las ninfas jugaban y algunos seres mitológicos como los
legendarios centauros paseaban por las poco transitadas calles de la ciudad para
terminar sus quehaceres diarios. Tras caminar hasta la plaza principal, ambos
empezamos a volar lentamente, yendo hacia el segundo edificio más grande, el cual
estaba un poco por debajo del templo, era el juzgado, adornado con una cúpula de oro
y una estructura digna de los dioses, nunca mejor dicho. Aterrizamos enfrente de la
puerta del mismo juzgado, donde varios dioses conocidos como Atenea y Ares lloraban
la pérdida de su padre y me culpaban de asesino, yo simplemente los miré con una
leve sonrisa, lo que les hizo enfurecer más. Entré al juzgado, donde la archiconocida
Hera me esperaba, parecía enfadada, la diosa iba directa a mi cuando mi padre actúo
de guardia de seguridad y le dijo que no se acercase a mí, que no se me podían hacer
entrevistas y que yo ni siquiera aceptaba soborno, ella simplemente gruñó de forma
amenazante un par de palabras y entró en la sala donde se llevaría a cabo el juicio.
Llegué al lugar tranquilamente, varios dioses hacían acto de presencia sentándose en
la parte del público, algo que me llamó especialmente la atención, aparte de ver a
Atenea entre el público, fue que las butacas adonde se sienta el juez y el secretario
estaban vacías. Me subí a unas tarimas que habían, sentándome en la silla que había
sobre esa tarima de alrededor 10 cm, poniendo mis manos sobre la mesa, mirando de
reojo al otro lado, donde se replicaba la fórmula de las sillas, mesas y tarimas, pero
esta vez se sentaba Hera, solamente ella, me miraba con rabia, aunque ella siempre
fue una vieja gruñona que nunca dejó de gritarme todos los días, Hades se sentó a mi
lado con una pequeña sonrisa, se quitó las gafas de sol y me agarró de los hombros,
haciendo que yo lo mirase a él:
- A ella no te la cargues, ¿eh? – Dijo de forma burlona, inevitablemente solté una suave
risa, mirando al suelo y en parte confesando.
- Tengo miedo de que no crean lo que en verdad pasó…no sé cómo puedes confiar en
que soy inocente. -
- Porque eres hijo de tu madre, por eso creo que eres inocente, entre eso y entre que
estoy de tu bando, Zeus me caía bien, pero desde que se volvió soberano de todos los
dioses el poder absoluto se le subió a la cabeza, y por culpa de los celos de Hera
consiguió una forma más seria de actuar, a consecuencia más exigente. Todos los
presentes sabemos que Zeus era un hombre horrible, los niños de ahí afuera sufrieron
por su culpa, pero todos lloran ahora por la muerte de una persona que los dañaba,
ellos pensaban que les hacían eso por su propio bien y por el bien común. Realmente
eres fuerte, hijo, superar a Zeus no es tarea fácil para un chico de tu edad. – Yo sonreí
suavemente, escuchando la puerta de la sala abrirse, viendo a Sasumi llegar, fue
directo hacia la zona donde se sentaba el juez, subió unos escalones y se quedó quieto
enfrente de la puerta del juez con los brazos cruzados, era un muy buen guardia de
seguridad. Nos saludó con una pequeña sonrisa, aunque su trabajo le exigía
permanecer tanto imparcial como serio, él, que había estado en la guerra, sabía
perfectamente cómo debía actuar, por lo que el trabajo de guarda le venía como anillo
al dedo. De pronto, la sala se oscureció, las ventanas fueron cubiertas por cortinas y la
luz se apagó, la sala parecía silenciosa, rápidamente se escucharon pasos moverse con
prisa, una puerta se abrió de golpe, una luz brillante se veía desde el final, la puerta del
juez se había abierto, todos los presentes nos preguntábamos que sucedía, aunque yo
ya me lo imaginaba, el ser del que me advirtió Zeus, un ser que nadie se podría
imaginar, la silueta de un fuego se vería en el centro de la puerta, unos pasos obvios se
escuchaban, toda la sala brillaba con suavidad gracias a esa luz blanca, suficiente era el
poder que hasta se apreciaba el brazo de Sasumi, esta vez en el lado más a la
izquierda, todos estaban impresionados, nadie sabía que sucedía en el momento. Todo
se puso más tenso en el momento que aquella silueta desapareció debido a que la
puerta se había cerrado, la sala se quedó a oscuras y con la tensión cargada en el
ambiente, el color rojo de lo que parecía un ojo resaltó en el lugar, escuchándose una
voz al poco de verse ese ojo:
- Me he tenido que ver obligado a venir, parece que ninguno de ustedes sabe llevar
este lugar como toca, y a menos que me haga rey del olimpo dudo que este sitio sea
llevado adelante como corresponde, fue buena la idea de tratar de hacer una
constitución, pero se os olvidó que Zeus y Hera eran los que redactaban este folleto,
estoy seguro que el público y el acusado entenderán mi punto. Como sois unos
animales salvajes me tocará acatar con la responsabilidad, así que me declaro
oficialmente responsable de vuestras vidas. – Aquella tenebrosa voz resonaba por todo
el lugar, nadie decía nada porque nadie sabía lo que estaba sucediendo al 100%, hasta
que finalmente sucedió.
Las luces se encendieron y las cortinas se levantaron, dejando ver perfectamente el
lugar y a los presentes, una mujer que al principio no reconocí resultó ser Laxy, aquella
mujer que conocí en el bar de milo y que después fui quedando con ella de vez en
cuando de forma amistosa, no podía creer lo que estaba sucediendo, ¿Qué hacía ella
allí? Subida sobre la gran tarima del juez, realmente era un giro de guion inesperado. El
ser que estaba allí, el juez, su apariencia era extraña, su silueta bípeda era extraña, una
suave línea roja remarcaba totalmente el contorno de su cuerpo, pero sobre su cabeza
a modo de pelo el movimiento de un fuego oscuro se hacía denotar, esto hacia que
fuera completamente irreconocible, me pareció que quería guardar el anonimato, pero
no entendía, su poder era frío y gigantesco, era tal su poder que nadie intentaba
imponer su fuerza, ni siquiera el inestable de Ares, esto ya sí que era extraño. El juez se
sentó en su butaca y Laxy se sentó en la suya, Sasumi cubría la sala entera con su
vigilancia, el mismo juez tocó suavemente el micrófono, sacó de debajo de la mesa
unos papeles y tardó un poco en organizárselos encima de la mesa, una vez acabado
este proceso el ser miraría a Hera y después a mí, para terminar enfocando su vista en
el resto de la sala como es el caso del público, tocó con suavidad el botón que le
permitía hablar por el micrófono:
- Que se presente el acusado y el denunciante. – Rápidamente me levanté, diciendo mi
nombre, volviendo a sentarme al acabar, después Hera se levantó y dijo su nombre
para después regresar a su asiento. El ser oscuro nos miró fijamente, ese color rojo se
comprimió, parecía que forzaba su vista para ver mejor.
- Muerte… - Miró a Hera
- Y tú Hera…hmm..Hera. – Apuntó un par de cosas sobre un papel con un bolígrafo
también de color oscuro. Levantó la vista y miró a Hera.
- Los cargos. - Hera se levantó y antes de que hablase el juez la interrumpió.
- Perdón, no la entendí bien. – Hera iba a volver a hablar cuando volvió a ser
interrumpida.
- Es broma, siéntese y deje de pensar que soy idiota. Vengo preparado, que por algo
avisé por una semana. Muerte…ehmm…Muerte… ¡ah! Sí, se te acusaba de homicidio y
hurto, creo. Veamos, Zeus desapareció hace alrededor una semana, debido a que su
rayo desapareció el día después a la tortura al acusado se puede pensar que
perfectamente fue él, pero nos olvidamos de su hermano, quien estaba en más
disposición de robar el rayo. – Laxy al escuchar eso se acercó al ser, quien de pronto
abrió sus ojos como platos para después enfocar su vista a Sasumi.
- Perdón, no fuiste tú, bueno, sigamos… - Hera rápidamente se levantó y fue a hablar,
pero antes de eso el juez le volvió a interrumpir.
- ¿Qué te crees que haces? SHSHSHSHSH, ni se te ocurra decir una palabra. – El juez
apuntó a Hera, disparándole un rayo de energía que simplemente abatió a Hera,
dejándola sentada de nuevo, ligeramente aturdida. Tras esto el juez volvió a su faena.
- Bueno…ehmm… Muerte fue asesinado por Zeus y alguien revivió a Muerte con ayuda
del rayo de Zeus, para después Muerte vengarse de Zeus y asesinarlo… - Recapituló el
juez, Laxy se acercó a la oreja del juez, chivándole algo, ahora el juez cambia de
opinión.
- ¡Cierto! Yo ya me hago cargo vuestro, pero vosotros no sabéis como me llamo, soy un
poco idiota, lo siento mucho. Me llamo The Auditor, dios supremo del espacio-tiempo,
bueno, de forma informal me podéis llamar Narrador, pero estamos en la casa de la
justicia. ¿¡EH ATENEA?! En este lugar hay que ser formal y ¡JUSTOS! ¿¡EH ATENEA?!
Bueno, recapitulando, Muerte, ah, no, eso es la anterior línea. – Parecía que The
Auditor no se ubicaba en las hojas, por lo que Laxy le señala por donde iba.
- Gracias pequeña, a ver… Bienvenido, señor de las tinieblas lord Hades, junto con su
pequeño Muerte, dios de los muertos. ¿Que nos tienes que decir sobre Zeus? – Me
levanté al escuchar aquello, sonreí y miré a The Auditor, quien parecía bastante
dispuesto y no como antes, cuando se saltó las normas de ser formal:
- Dejando de lado el mal que hace el reinado de Zeus sobre el Olimpo, a mí me han
denunciado por asesinato al propio rey de los dioses, sin pruebas ni ningún tipo de
alusión, diciendo que he robado un rayo cuando yo estaba muerto, sinceramente no sé
qué pasó con el rayo ni tampoco sé por qué aparecí con este mismo clavado en el
pecho, no descarto la hipótesis de que alguien me haya revivido con el poder del rayo
antes de que mi alma ascendiera al otro mundo, pero creo que es algo bastante
improbable, como dijo mi buen amigo Sócrates: “Yo solo sé que no sé nada.” Respecto
al asesinato de Zeus, aparte de que el denunciante no tiene prueba alguna de que yo
haya hecho eso, afirmo por mi parte de que Zeus sigue vivo, y además han gastado
dinero público para el falso rito funerario además de alto coste y gama que
seguramente Hera habrá montado antes de llegar aquí, y si es el caso contario, ¿por
qué hay una estatua de un dictador en la plaza? Será porque ya no está entre nosotros
o será porque tiene la cara de pensar que su marido a muerto, ¿no sería mejor usar
ese dinero para quizás costearse una buena investigación de un par de meses? Seguro
que alguien encontrará a su amado Zeus. – The Auditor parecía impresionado, miró a
Hera y nada más Hera vio como el juez la observaba se levantó para hablar, pero otra
vez fue interrumpida:
- ¿Acaso le he preguntado, señorita Hera? No ¿cierto?, pues deme el lujo de no
escucharla. – Hera tuvo que callar si no quería recibir otro disparo de Narrador.
Desafortunadamente Atenea se levantó del sillón del público, caminando enfurecida
hacia el centro del juzgado.
- ¡Ya está bien! Niño infantil, deja de tratar de esta forma a mi madre, ella no hizo
nada, simplemente intenta dar su opinión, eres un insolente poco respetuoso y
además injusto. – The Auditor quedó en silencio, se levantó de la silla empezó a levitar,
bajando hacia la tarima inferior, mirando a Atenea, el juez se acercó a ella, tocando por
su hombro y mirando su rostro, poco a poco se veía una gran sonrisa roja navegando
por el rostro de aquel ser irreconocible, todos empezaron a temblar al ver aquello, The
Auditor habló, poniendo su puño sobre el pecho de Atenea.
- Eres realmente atrevida, nunca nadie me había hablado así, aparte de mis padres. –
Poco a poco aquel fuego que tenía en su cabeza fue bajando al suelo, viéndose como
ahora el fuego cubría todo su cuerpo, expandiéndose.
- No eres la que casualmente debería decir eso, te recuerdo que todos los juicios
efectuados aquí resultaron ser sobornos dados por Zeus o dándole la victoria a uno de
los denunciantes o acusados simplemente por quienes eran, favoritismos. No eres la
más indicada, y si no dejo hablar a la denunciante es porque yo ya sé que va a decir,
porque obviamente, ya me he escuchado vuestros argumentos. Zeus temía mi
presencia, por eso Muerte se asustó cuando mandé la invitación, en verdad este caso
está resuelto… - Empezó a caminar por la tarima, dando vueltas alrededor de Atenea.
-…Realmente yo ya sé que sucedió, y créeme, el ganador es Muerte, solo estoy
comprobando una serie de cosas que no puedo revelar, si Zeus me temía ya sabes más
o menos lo que puedo confesar, y aquí, con todos los dioses enfrente, daré tu
sentencia si hace falta. Ninguno estáis libre de algo, así que recomiendo que vuelvas a
la zona del público, donde perteneces, y tenga mucho cuidado, señorita Atenea, que la
próxima vez el juicio lo tendré contra ti por falla del artículo 8.23, 8.24 y 8.25,
corrupción, soborno e imparcialidad, lo sabe muy bien, y lo efectuará mi hija si hace
falta. ¡Y SI ALGUIEN SE OPONE A LA IMPOSICIÓN DE UN JUEZ, PODEMOS
SOLUCIONARLO CON UN GOLPE DE ESTADO! ¡¿QUIÉN SE OPONE A MI?! ¿¡QUIÉN SE
UNE?! – Nadie decía nada, todos estaban callados, aterrorizados del poder y seguridad
con la que decía a las cosas, realmente era merecedor de mi puesto, el dios supremo
había hablado y nadie podía oponerse, y quien se opusiese, se arreglaría por vía de un
golpe de estado, afirmando mi superioridad de poder igual que lo hacía el despreciable
Zeus, únicamente que yo lo hago por el bien común y no por el bien de unos cuantos.
Me acerqué a Muerte y me quedé esperando enfrente suyo.
- Dime, ¿Dónde está Zeus? – Mientras con mi vista aseguraba que Atenea volviese a su
sitio, Muerte se levantó enfrente mío, puso las manos sobre la mesa y miró mis ojos,
estábamos relativamente cerca.
- Señor, Zeus está en Limbo. He de admitir que robé esto, pero…lo necesitaba – Y de
pronto vi como abría un manuscrito en la mesa, donde se veía de nuevo el conjuro de
Limbo junto con la marca de sangre que dejé, firmando un pacto oficial con Hades,
habilitando mi entrada a Limbo. The Auditor tocó con suavidad el viejo papiro y
regresó a observar mi rostro, rápidamente caminó hacia las escaleras, subiendo a la
gran tarima y sentándose en su butaca, golpeando la mesa del juzgado:
- ¡Caso cerrado! – Dijo, todos los presentes quedaron impactados, Hera había perdido.
- Como juez, declaro a Muerte de inocente sobre los cargos imputados, pero culpable
de secuestro y hurto, no de un arma, sino de un documento sagrado. Lo condeno a
cuatro dias en el calabozo. Zeus será condenado a un mes adentro del calabozo, aparte
de por dar un golpe de estado e instaurar un estado dictatorial es culpado de
homicidio, blanqueo, robo y manipulación, secuestro. Atenea será condenada a varios
días por desafío a la autoridad. – Miré a Sasumi y le agradecí bajando suavemente la
cabeza, tras esto guardé los papeles y vi como todos salían de allí, miré a Laxy y con un
leve gesto dejé que fuera con Muerte, agarrando el último papel di otro golpe en la
mesa.
- El jefe de estado temporal será Hera, pero me quedaré aquí por si acaso se le va de
la mano. – Una vez dada la última frase vi como Laxy corría junto a Muerte, ambos se
abrazaron, sonreí suavemente, caminé bajando de la tarima, viendo como Sasumi se
reunía con Muerte y Laxy, todos parecían felices con el resultado. Caminé
tranquilamente y salí del juzgado, sintiendo el aire de olimpo, alcé mi mano hacia la
ciudad, por culpa de la perspectiva parecía que yo ponía la mano sobre el pueblo de
olimpo, tras comprobar esa perspectiva cerré los ojos, de pronto, me fundiría, un
fuego negro correría, escondiéndose tímidamente entre las piedras y metiéndose
entre las paredes, dejando estas intactas, parecía que yo me dividía en pequeños
fueguitos a partir de mis piernas y que estos fuegos se escondían. Terminé
desapareciendo. Al rato salimos del juzgado, Sasumi me acompañaría al calabozo a la
vez que Laxy me seguía, los tres hablábamos sobre nuestras cosas, Sasumi dice que
hace unos días Hades fue a buscarle y a causa de que no tenía casa él lo acogió, ahora
Sasumi vive con una tal Lucy en casa de su padre, perfecto. Yo dije mi situación, que
ahora me tocaba ir al calabozo pero que iba bastante normal, pese a que me estaba
divorciando de Himiko estaba bastante bien, ya no lloraba tanto, aunque de vez en
cuando se me escapaba alguna que otra lagrimilla, sonreí cabizbajo a la vez que Sasumi
me miraba, parecía que me entendía, él también perdió a alguien importante, aunque
su perdida fue causada más por mi culpa antes que por la suya, pese a que él diga que
fue su culpa. Miré al cielo, sintiendo la brisa, algunos dioses nos veían para ver mi
encarcelamiento, otros regresaban a casa, yo seguía caminando, de aquí al calabozo
no había tanto, eran alrededor de quince minutos a pie. Poco a poco más dioses se
iban añadiendo detrás de mí, miré ligeramente, viendo que ya era casi toda la familia
de Zeus, sonreí ligeramente a la vez que regresaba a mirar al frente, parecía que me
había salido con la mía, aunque me gané el odio de todo Olimpo, lo consideré normal,
no solo mi ascendencia si no que mis delitos hablaban por sí mismos. Llegamos al
lugar, un lugar oscuro, silencioso, apartado, escondido detrás de la montaña del
juzgado, varios guardias se acercaban a mí, agarrándome por debajo de los sobacos,
llevándome adentro, Sasumi esperaría ahí afuera igual que Laxy, ambos confiaban en
mí, a su vez, los dioses presentes comenzaron a lanzar unas bolsas cargadas de sangre
de perro, las cuales los guardias también recibieron, así notando como esas bolsas
reventaban al contacto con mi ropa, llenándome de sangre, esa era la forma divina de
decir “asesino”, sonreí a la vez que miraba atrás, dejando de ver a los dioses que
parecían más que satisfechos con sus estúpidas bolsas. Acabé en una celda de piedra y
hierro, me senté en la tabla de madera que había allí a modo de cama, me quedé
mirando por la ventana, ya con mi uniforme de recluso y aún con el rostro manchado
de sangre, las condiciones de vida eran pésimas, la comida se servía fría, a la mínima
alguien llegaría a pegarte una paliza y los reclusos eran tales como las famosas harpías,
mujeres con características de pájaro que saqueaban y asesinaban a todo lo que se
encontraban por su camino. Llegó la hora del recreo, las puertas de las celdas se abrían
y durante esas tres horas era todo a raíz de supervivencia, todo era robar o ser robado,
asesinar o ser asesinado. Nada más se abrieron salí corriendo de la celda, yendo
rápidamente a buscar una zona segura, de los pasillos salían todo tipo de seres que
tratarían de destrozarte, todos tenían un nivel por debajo de Zeus, pero teniendo en
cuenta que el poder que usé cuando derroté a Zeus fue obtenido gracias al rayo ahora
mismo me encontraría a un nivel por debajo, necesitaría un arma y buenas estrategias.
Corrí hasta el final del pasillo, esquivando enfrentamientos y golpes, sintiendo como
de pronto fui atravesado por un cuchillo, a lo que recordé lo que me dijo Zeus: “Si en
algún momento llegas a estar prisionero, ten en cuenta que aparte de una total
supervivencia también tienen un campo magnético que inhabilita poderes mágicos, es
decir, que si te hieren tendrás que curarte con vendajes, no podrás usar ninguna
técnica, te verás forzado a usar tu propia fuerza.” Al recordar esas palabras maldecí, y
aún con la daga clavada en la espalda corrí, sacando la daga y aprovechando para
bloquear algunos ataques que me llegaban. Llegué al comedor, una zona amplia donde
los enfrentamientos aparte de hacerse más cómodos se hacían más numerosos, nada
más llegar un puñetazo fue a mi rostro, gracias que pude esquivarlo no salí lastimado.
Un hombre trató de desafiarme, pero fue rápidamente vencido de una apuñalada, era
bastante débil comparado conmigo, todos más o menos iban por debajo de mi poder,
aunque si varios se juntaban tendría problemas, y fue lo que exactamente sucedió.
Cuando me despisté alrededor de cinco hombres me aislaron y trataron de
apuñalarme, suerte que tenía mi daga para, a una gran velocidad, bloquear sus
ataques y volver a golpear, saltando y pegando con ambas patadas, mandando a dos
de ellos a volar contra la pared del otro lado, la fuerza era suficiente para dejarlos
inconscientes, a mi mala suerte caí al suelo, a merced de los tres que quedaban, pero
rápidamente me levanté, volteando sobre mí mismo y usando mis piernas para
golpearlos, tras alejarlos un poco con mis brazos di un impulso y me coloqué de pie
otra vez. Una vez de regreso a mi posición original vi como rápidamente se acercaban
a mí, sonreí y golpeé al de la izquierda en el rostro con el pie haciéndolo romper la
pared del comedor y dejándolo inconsciente, a la vez, apartando a otro con la palma
de la mano y en un ágil movimiento golpear con la pierna al de atrás, mandándolo a
volar hasta el final del lugar, rompiendo un par de mesas, el que aparté parecía
asustado y soltó el cuchillo, corriendo. Rápidamente me hice con los cuchillos de los
cinco atacantes, y al derribar la pared todos los reclusos salieron al patio, la pelea se
haría más grande, los guardias solo se preocuparían por que no dañasen el campo de
fuerza que bloqueaba el poder mágico. Corrí lejos del lugar, viendo de reojo como
varios reclusos se acercaban a mí, alcanzándome y tirándome al suelo, apuñalándome
en el costado otra vez, sentía el pinchazo y en tensión cerré los ojos, haciendo fuerza,
notando como me apuñalaban más y más, de pronto una onda expansiva los sacó de
encima de mí, sonreía a la vez que recogía mis cuchillos seis cuchillos, mirándolos
fijamente, mis ojos ahora eran rojos, y aunque no podía usar poder mágico sí podía
usar transformaciones, ahora podía ver sus almas y su estado, me serviría para saber
graduar mi fuerza, cerré los puños con una sonrisa y golpee estos entre sí, viendo
como más reclusos se aproximaban a mí, rápidamente empecé a esquivar navajazos y
puñetazos los cuales aparecían por todas partes, clavé mis dagas en alrededor de
dieciocho cuerpos diferentes, todos estaban amontonados encima de mí tratando
darme caza, la obsesión les llevará a su perdición, pues gracias a que soltaban golpes
sin calcular por la masificación, también golpeaban a otros reclusos, lo cual también es
culpa de la masificación incontrolada, derivando todo en una lluvia de golpes pero no
hacia mí, sino hacia ellos mismos. Terminé saltando después de un rato, aterrizando en
el tejado del lugar, los seres que podían volar o saltar muy alto se abalanzaron sobre
mí de nuevo, me tocó esquivar como pude sus ataques, hasta el punto de tropezar con
un traga luz y caer al suelo del comedor de nuevo, donde los demás reclusos me
esperarían sedientos de sangre, ahí sería mi perdición, una brutal paliza caería sobre
mí, y pese a que al principio no recibiría mucho daño poco a poco la sensación se haría
más intensa, estaban rompiendo mi resistencia. Después de un rato logré moverme y
hacer cortes en las piernas de los reclusos que me rodeaban, dándome vía libre para
embestir a unos cuantos y salir corriendo, viendo como los demás me perseguían a la
vez que el combate continuaba, notaba como la sangre corría por mi brazo dislocado,
mi nariz manchada del mismo fluido evitaría mi respiración, por lo que tendría que
respirar por la boca, cansado, traté de huir durante el máximo tiempo posible. Al rato
logré despistar a la manada de fieras hambrientas, me escondí debajo de unas
escaleras en un pequeño espacio, sudando y lleno de sangre, respirando
profundamente, el no tener regeneración me pasaba factura, realmente sus golpes no
eran mucho, pero se me juntaron todos y no pude evitar la paliza, estaba realmente
aterrorizado, y pensar que el recreo duraba más de lo previsto, únicamente me hacía
desear que los próximos tres días terminasen lo antes posible.
El calor reinaba en el inframundo, estaba en casa de papá junto a Lucy, quien cada día
parecía que se apegaba más a mí, hasta el punto de hablarme de sus amigos y de
quedar con ellos de vez en cuando, yo estaba sentado en el sofá, preguntándome
como estaría Muerte, Hades estaba sentado a mi lado, viendo la televisión, sobre la
televisión, un mueble oscuro con un cetro que seguramente contenía las cenizas de lo
que quedó de Medusa, respecto a la casa, era grande, muy grande, parecía una
mansión, cerbero estaba estirado en el suelo al lado de la chimenea, Lucy había ido a la
cocina a por unas patatas, volvió rápidamente, el sofá era de cuero, y cómodo, Lucy se
sentó en el sillón de al lado del sofá como si aquella casa fuera suya, me supo algo mal,
pero teniendo en cuenta que a Hades no le importaba le resté algo de hierro. Unas
escaleras subían hacia un piso superior y varias lámparas alumbraban la habitación con
tenuidad, el fuego daba un aura más cálida a la habitación. En la televisión echaban
documentales de los animales mitológicos, algo que me sorprendió, los dioses se
habían modernizado mucho, su descendencia era asombrosa y sus construcciones
parecían, nunca mejor dicho, esculpidas por los dioses, las casas más que lugares para
vivir parecían obras de arte. Hades miró como yo estaba sentado, él notó como que yo
me reservaba mucho, era bastante respetuoso con él, a lo que tocó mi pierna y entre
risas me dijo que me calmase, que estaba en mi casa, y que si necesitaba cualquier
cosa que fuera yo mismo. Sonreí tímidamente mientras me quitaba las botas, subiendo
mis piernas al sofá y estirándome en este mismo, Hades sonrió al ver que me ponía
cómodo, estuve viendo la televisión un rato más hasta que hablé:
- Papá, parece que los dioses tienen todo muy bien montado, tenéis televisión por
cable, una mensajería estupenda… todo. – Él me miró para contestar, yo también
observaba su rostro y su barba.
- Bueno, todo eso será porque los hijos de los dioses son buenos haciendo su trabajo.
Zeus tan solo complicaba más las cosas. – Yo comprendí, Zeus se apoderó del trono de
los dioses que cualquiera de los hermanos podía ocupar, un estado dictatorial nunca es
bueno, y supongo que lo que más le dolía a Hades era que Zeus se llevase a su primer
hijo, algo que a todos los dioses les pasó en cierto grado, aunque Hades era
prácticamente odiado por todos, lo que hizo que Zeus se apoderase de Muerte por
completo y no parcialmente, por no hablar de que la instrucción y el entrenamiento
junto con las ordenes de Zeus eran muy rigurosas y poco flexibles, muchos estaban en
desacuerdo.
- Sí, será eso… - Regresé a ver el documental, a lo que Lucy se acercó sigilosamente y
me abrazó, quedándose encima de mí, sonreí al verla y besé su mejilla con suavidad,
viendo el documental en silencio. Fue en un momento que noté que ella besaba mi
mejilla que yo la miré, estábamos bastante juntos, nos quedamos en silencio, voltee su
cabeza con mi mano para regresarle el beso, y justo cuando iba a besar su mejilla ella
voltea la cara para besar mis labios, a lo que me quedo totalmente paralizado, no sabía
que acababa de pasar, pero no me molestaba, ella se quedó mirándome, parecía
avergonzada, ninguno de los dos sabía cómo proceder, por lo que me armé de valor y
besé sus labios suavemente, ella me correspondió, y ahí quedamos oficialmente como
pareja, al terminar el beso ella me preguntó si quería ser su novio por lo bajini, a lo que
contesté que estaba bien. Tras aquello, nuestros labios volvieron a juntarse. Los días
pasaron rápidamente, Muerte salió de prisión, aunque bastante magullado, había
perdido cinco kilogramos y la sangre seca cubría todo su cuerpo, los guardias lo tiraron
en un charco de agua nada más lo sacaron, tuvimos que ir a buscarlo y darle ropa
nueva junto con una buena ducha y algo de comida, aunque a pesar de la ducha las
marcas rojas de la sangre seca aún seguían presentes, tendría que estar duchándose
muy de vez en cuando para quitarse ese olor a cadáver. Unas semanas más tarde
hicimos una comida familiar, en la que Muerte cuenta su relación con Laxy y como esta
misma va avanzando de forma rápida, ambos parecían bastante felices con el otro,
aunque yo sospechaba ligeramente de Muerte, más que nada porque había puesto los
cuernos antes y desconfiaba de que los volviese a poner, pero según él ha cambiado y
ya no es así, al principio no sabía si creérmelo, pero teniendo en cuenta que no le echó
ni una mirada a Lucy empecé a creerle, trajo una bolsa con diferentes tipos de comida,
alrededor de cuatro tipos, en los cuales habían arroces, carnes y pescado dependiendo
del tipo de plato, incluso había un plato 100% vegano por si acaso. El caso fue que se
sentó y hablamos un poco más sobre nuestras vidas y pasado, todos éramos felices en
ese momento, también hablamos de mamá y de cómo era ella, yo no sabía nada sobre
ella, incluso pregunté cómo fue que viví siempre en la Tierra y ni sabía quién era mi
padre y mucho menos mi madre, si no fuese por mi muerte nunca hubiera imaginado
aquello, Hades me explicó todo, que puso el ovulo fecundado en la reencarnación de
Medusa y que por ser humana no sobrevivió al parto, era obvio, la probabilidad de
sobrevivir al parto de los dioses es la misma como la de igualar el nivel de los dioses
siendo mortal. Quedé en silencio, mirando a Hades, rodee su nuca, abrazándolo, aún
estábamos en la mesa pero eso daba igual, yo le dije que gracias por hacer tanto por
mí, todo terminó bien al fin y al cabo, y ahora tiempos de paz se avecinaban, o quizás
no.

PARTE 3: Sony, el guerrero azul.

Salí de aquel lago, un bosque rodeaba el extenso lugar, una gran llanura se presentaba
rodeando el mismo lugar, a un lado del lago, un largo camino de madera daba lugar a
una embarcación, varios turistas observaban mis extrañas pintas, mi traje de neopreno
y mis zapatos de natación, a la vez que el color azulado de mis ojos y cabello, mi brazo
aparentemente metálico, caminé hacia el bosque, en silencio, a la vez que con una
toalla secaba mi cabeza. Me senté a la bartola debajo de un árbol a la entrada del
bosque, sintiendo la brisa de Escocia sobre mi rostro, miré el bosque desde que esa
energía tan fuerte se perdió de forma espectral todo estaba calmado, parecía que de
los tres dioses que sentí hace ya un año dos de ellos desaparecieron y el otro se quedó
aquí, en la Tierra, pero su energía era tan baja que ya ni se sentía, parecía que los
modos de vida habían cambiado bastante, aunque siempre fue más o menos la misma
forma de vivir, con sus ligeros cambios, pero son muy mínimos, los dioses ya no
combatían, todos disfrutaban de una vida tranquila, algo que me pareció extraño
viniendo de seres como Sasumi. Me quedé pensando en aquel lugar, los turistas ya no
me miraban y mi cabello ya estaba seco, sonreí suavemente, me pregunto que estará
haciendo mi hermanito, pronto me tocará hacerle una visita, me levanté lentamente y
caminé hacia el agua de nuevo, metiéndome una vez más y yendo hacia el fondo del
lago, entrando en una cueva subterránea y quedándome allí, descansando.
“¡De vacaciones a Escocia!”, pensé, invité a Lucy, a Laxy y a mi hermano, algo similar a
unas citas dobles, pero de varios días. Muerte trajo a Laxy al aeropuerto, donde Lucy y
yo los esperábamos, listos para el viaje, pensábamos ir como humanos normales y
corrientes, llevando maletas y sin teletransportes que valgan, todo era felicidad,
Muerte curioseaba en los escaparates de regalos, tratando de averiguar que podría
gustarle a Laxy, mientras, yo me comía un helado, Lucy también tenía el suyo, eran de
nata, con sus almendras por encima y puesto todo en una tarrina, usábamos unas
cucharas muy graciosas, ya parecíamos turistas incluso estando en el aeropuerto de
nuestro propio país, ninguno de nosotros habíamos visto nunca esto, todo lo hacíamos
como divinidades y no como mortales. Más grande fue mi sorpresa al ver los aviones
que nos llevarían, realmente me asusté mucho cuando subimos, el avión desde mi
punto de vista parecía muy inestable, pero los cómodos asientos y las caricias de mi
amada me reconfortaron un poco, aunque no podía dejar de mirar la ventanilla, pese a
mi avanzada técnica de vuelo mi miedo por las alturas era grande, yo tenía seguridad
para volar, pues sabía que todo estaba en mis manos y que debido a mi poder no me
caería, pero ahora, en un avión, podría caerse y dañar nuestras maletas o incluso
dañarnos a nosotros mismos, las explosiones que causaban los aviones en mi época
eran devastadoras para todos, hasta para mí, aunque mi resistencia haya aumentado
de forma severa. El avión arrancó y junto a este se inclinó mucho hacia arriba,
teniendo en cuenta que íbamos en la parte de atrás del avión la inclinación era
suficiente para hacerme pensar que íbamos a morirnos, realmente tenía miedo, Lucy
me miró con una sonrisa y me dijo que me relajase, que estábamos en público, y que
ya era grandecito para estas cosas, yo traté de aguantar el mal trago, aunque todo se
apaciguó mucho más al ver que el avión volvía a ponerse recto y que a partir de aquí
todo era un paseo, yo no dejaba de mirar por la ventana, Muerte y Laxy hacían…cosas,
no pienso decir lo que hacían, era realmente asqueroso, suerte que habíamos cogido
asientos apartados, Lucy comía un poco más a la vez que agarraba mi mano de forma
cariñosa para que no partiese el asiento por la mitad con mi fuerza, todos parecían
muy emocionados, sobre todo los dos pervertidos que tenía por hermano y cuñada,
eran tal para cual. Después de seis largas horas y veinte minutos de sufrimiento
llegamos a Edimburgo, Escocia, desembarcamos, Muerte y Laxy parecían inmutados
por sus pecados y yo estaba fuertemente traumatizado, ¿Cómo carajos hacen eso en
público? Aunque Lucy parecía levemente afectada. Salimos del aeropuerto a paso de
tortuga coja, aunque una vez afuera ya éramos libres, o eso pensaba, al parecer
teníamos que instalarnos en algún lugar, así que nos tuvimos que subir los cuatro en
un taxi para que nos llevase a la estación, tardamos lo justo para bajar y coger el
primer tren directo a Inverness, en las Highlands, dándome tres horas de sufrimiento
adicional con un cheque regalo con el que te puedes comprar una bolsa de plástico
para vomitar. Al llegar salimos del tren, yo ya me estaba arrepintiendo, pero Lucy dijo
que no era para tanto, entre risas llegamos al Lago Ness, donde una cabaña que tenía
muebles de todo lujo nos recibiría, y por una vez yo ya me sentí bien, el frío no me
terminaba de afectar y el lugar estaba al lado del alargado lago, la brisa era perfecta y
teníamos accesos a montañas y paisajes increíbles, realmente era un buen lugar para ir
de viaje, por algo Lucy tuvo que enseñarme a usar google para buscar vuelos hacia
aquí, si no fuera por ella yo no podría vivir, mi estancamiento en el pasado era gordo,
aunque más gorda era la distancia del maldito lago, eran alrededor de 36.3 kilometros
de largo, pero de ancho era realmente fino, tanto que de ancho se podía ver el otro
lado del lago perfectamente, aunque de largo más te valdría subirte a una montaña y
usar un telescopio porque si no dudo que puedas ver hasta Inverness capital. El caso
era que el lugar a pesar del frío era muy agradable, nada más llegar al lugar nos dimos
un baño en las gélidas aguas del lago, era tan grande el frío que pasaba que hasta tuve
que usar la motivación al 100% de poder para calentar mi cuerpo. Muerte, al verme a
mí y a Lucy en esa transformación se murió de la envidia, no tuve más remedio que
enseñársela, rápidamente multiplicó su fuerza y aumentó su temperatura corporal, el
frío era bueno para entrenar esto, aunque nunca se me habría ocurrido eso.
Rápidamente se acostumbró a usar únicamente el multiplicado por dos, que era lo
justo para estar a gusto, Laxy tuvo que aguantarse y llevar abrigos, cosas de no saber
manejar tu propia energía, sonreí a la vez que nos divertíamos en el lago. La noche se
nos echó encima, rápidamente volvimos al apartamento y nos divertimos haciendo
una barbacoa, obviamente yo cocinaba a la vez que Muerte abrazaba a la pobre Laxy,
quien se moría de frío, por lo que respecta a Lucy, ella estaba bebiendo una cerveza,
parecía feliz, y era normal, en ese año que pasó como en tres segundos tuvimos a una
pequeña niña, Lucy tuvo que abandonar nuestras competiciones de a ver quién era
más cabeza pollo por la pequeña Catherine, nombre que decidimos ponerle a la bebé,
tras el embarazo y la confirmación del médico de los dioses Asclepio, Lucy volvió a
nuestras competiciones, gracias a nuestra resistencia el alcohol no nos hace tanto
efecto como a los humanos, y cuando un dios queda emborrachado el propio cerebro
manda señales de inhibición al cuerpo, impidiendo a la deidad usar su fuerza, por si
acaso, dejando al dios como si lo hubieras drogado con heroína, pero sin el estado de
éxtasis anterior al estado de soñolencia. Hicimos varias hamburguesas junto con unas
ensaladas con ingredientes de la zona, bebimos alcohol y bailamos al son de la música,
quedamos casi sin fuerzas debido al alcohol, y con nuestros estómagos llenos nos
fuimos a dormir, o eso pensé, al parecer al degenerado de Muerte aún le quedaba
energía y tuvo que ponerse a hacerlo con Laxy, realmente perturbador escuchar a esos
dos gritar al lado de nuestra habitación, en esos momentos realmente odiaba la
ausencia de mis espadas.
Los días pasaron, nos divertíamos comprando y caminando por las montañas, todo era
increíble, las vistas, las personas, todo, pero obviamente no podíamos ir a ningún lugar
sin que sucediera nada extraño, como era de costumbre, de vez en cuando
detectábamos una energía en el lugar más profundo del lago Ness, al principio no le
dimos mucha importancia, podía ser algún movimiento sísmico que se esté
produciendo en cualquier lado del planeta, era muy difícil saber si era realmente un
dios. Nuestras dudas se apaciguaron al saber lo que realmente sucedía, esa energía de
pronto salió a la superficie, aquella mañana nos levantamos tanto Muerte como yo
rápidamente, saliendo afuera y viendo a lo lejos como una gran cantidad de agua
volaba por los aires, parecía que había caído una bomba allí, y junto con la basta
cantidad de agua arrojada el sonido explosivo de un aterrizaje junto a la elevación de
la tierra del lugar y la posible creación de un cráter hacía evidente la existencia de algo
más. Ambos corrimos a la habitación, tuve suerte de haberme traído el uniforme de
combate, lastima de haber tenido que dejar las espadas, rápidamente me puse el
uniforme a la vez que Muerte se terminaba de poner su chaqueta de cuero, yo me
llevé un abrigo, pero él no se lo llevó, cuando le pregunté a la vez que corríamos hacia
afuera me dijo que no iba a pasar frío porque tardaríamos poco en transformarnos,
ese poder era tan grande que podría destrozar el planeta Tierra, o al menos eso
parecía. Seguimos a aquel ser de aspecto invisible, parecía que intentaba dar caza a
alguien, pero ese derroche de poder no era normal, su rastro desapareció al llegar a
una gigantesca explanada, las explosiones causadas por su aterrizaje no se escuchaban
ya, y las grandes columnas de Tierra que desprendía a su paso también
desaparecieron, aunque a los minutos, nos sorprendió como otra vez se levantaba el
agua, alcanzando alrededor de 100 metros de altitud, el agua después caía en forma
de una breve pero basta lluvia. Rápidamente avanzamos hasta la orilla del lago, en
silencio, ambos no sabíamos muy bien que sucedía, estábamos nerviosos e
impactados, pensábamos que esas vacaciones serían gratificantes, aunque de pronto
sucedió. Un ser gigantesco de alrededor cinco cabezas se asomó por la superficie del
lugar, era gigante, más o menos de 500 de largo y 250 metros de ancho, era enorme,
ambos nos quedamos sorprendidos por el tamaño del monstruo, el cual, era una hidra,
el aspecto lo decía todo, monstruo marino de tres o más cabezas que usa el veneno
para vencer a sus enemigos, todo era obvio, pero algo no iba bien, nada más vernos, el
monstruo gritó con fuerza y abalanzó sus cabezas contra nosotros, empezando a dar
cabezazos contra la orilla del lago, obviamente esquivábamos sus cabezas, pero era tan
grande que los desperfectos que causaba eran obvios. Miré un momento hacia los
apartamentos cercanos, la gente salía y veía al gigantesco monstruo, realmente el
monstruo del Lago Ness es una maldita hidra, nos tocó pelear así que miré a Muerte y
con una sonrisa le hablé, estaba seguro de mí mismo:
- Tenemos que proteger a todos, por favor, regula tú fuerza. – Muerte caminó unos
pasos y me miró a los ojos.
- Está bien… - Parecía algo disgustado con el plan, rápidamente ambos esquivamos
otro cabezazo.
- ¿Sucede algo contigo? -
- No estoy acostumbrado a proteger, eso es todo. – En ese momento comprendí lo que
le sucedía, por lo que rápidamente corrí hacía él, esquivando otro cabezazo de la hidra,
rodando y aprovechando para ponerme mi bandana rápidamente, una vez llegué del
bolsillo de la chaqueta saqué otra bandana, él, al verla, la agarró y se la puso en la
frente, eso era señal de que estábamos en el mismo bando, sonreí al ver cómo le
quedaba la bandana y los dos volvimos a esquivar un cabezazo, esta vez poniéndonos a
volar, la hidra aprovechó que en el aire no se podía chocar con nada y empezó a mover
sus cabezas rápidamente, yo no sabía muy bien cómo derrotarla sin una espada, así
que cabeza que venía hacia mí cabeza que recibía un puñetazo. Rápidamente el animal
fue retrocediendo y nosotros íbamos avanzando, rociando al sucio con una buena
cantidad de palos sobre sus cabezas, después de un buen rato volvimos al suelo,
poniéndonos sobre el agua de pie, tanto Muerte como yo estábamos caminando
encima del agua, y desde un punto bajo miramos a ver si nuestros golpes tenían algún
efecto, para sorpresa de ambos, no lo tenían, la resistencia física de este monstruo era
demasiada. Corrimos hacia el frente, aprovechando que la hidra nos perdió de vista
para golpear la parte que sobresalía de su pecho, pero rápidamente empezó a expulsar
veneno por su piel, lo que nos obligó a apartarnos, ahora esquivando cabezazos sobre
la superficie del lago, volviendo a retroceder, sus movimientos eran rápidos y los
nuestros eran poco potentes. Todo se fue a la mierda cuando de pronto vi llegar a Lucy
a la orilla, habíamos perdido bastante terreno por lo que volvíamos a estar en la orilla,
miré a Lucy y le grité que se apartara, pero ella dijo que solo vino a dejar una cosa,
nada más llegó me tiró una mochila bastante alargada y salió corriendo de nuevo, yo
no sabía muy bien que era, así que agarré rápidamente la mochila y por su peso sabía
lo que era, sonreí suavemente esquivando otro cabezazo que dio el monstruo sobre la
arena y saqué de forma ágil lo que había en la mochila: ¡Mis espadas! No podía
ponérmelas sobre el abrigo, lo que me forzó a quitármelo antes de que la hidra
cargase contra mí, pero no lo hice suficientemente rápido, por lo que nada más
quitarme el abrigo la cabeza de la hidra ya me habría golpeado, quedé en el suelo,
herido, su fuerza también era devastadora, tardé un poco en levantarme y ese poco
fue suficiente para que otra cabeza me golpease, y otra, y otra, parecía que iba a
terminar ahí, pero al ver de pronto como otra cabeza se abalanzaba sobre mí
rápidamente aumenté mi poder, usando la motivación al 100% de poder y con mi
mano lanzar rápidas ráfagas de energía hacia los ojos de su cuarta cabeza, dejando
ciega a aquella cabeza y dándome tiempo a levantarme. Una vez de pie empecé a
lanzar pequeñas esferas de energía hacia la próxima cabeza, generando explosiones en
su piel causando quemaduras graves y haciendo que se desvíe de su objetivo,
dándome tiempo suficiente para anudarme las espadas, y tras equiparme con ellas
lancé mi tercera espada hacia el monstruo, sacando las otras dos y corriendo por
encima del agua, viendo como otra cabeza iba a por mí, aprovechando y saltando en el
último momento, subiéndome encima y rápidamente cortando desde la parte más
álgida de su cabeza hasta el final del cuello y con este último corte haría uno redondo
en su cuello, haciendo que su cabeza se parta por la mitad y a la vez que se corte, la
propia cabeza caería al fondo del lago, y aprovechando mi superioridad momentánea
lancé varias ráfagas de energía a la herida del monstruo, cicatrizando la herida
rápidamente y evitando que salgan dos cabezas más. Quedé levitando en el cielo,
aprovechando y esquivando otra cabeza, la cual tenía clavada esa tercera espada, al
esquivar la cabeza agarré con la boca la espada que tenía el monstruo, añadiendo
energía en la espada y con la misma inercia de la evasión la mandé a volar hacia el
lomo del gigante, clavándola y rápidamente teletransportandome hacía allí, gracias a la
energía que le di a la espada pude aparecer allí, en un leve movimiento pero a gran
velocidad, una vez subido en el lomo y detrás de las cabezas, aún con la espada
clavada en su lomo corrí por ella hasta el cuello de la cabeza del centro, abriendo al
animal y a su vez cortándole la cabeza central, ahora Muerte ayudaría disparando
energía a la herida antes de que saliesen otras dos cabezas. Volví a verme en el aire,
ahora me impulsé hacia la cabeza que estaba atacando a Muerte, poniendo la espada y
rotando sobre mí mismo rápidamente, haciendo un agujero en el cráneo de la cabeza y
atravesándola lo suficiente como para llegar a la cavidad bocal, una vez ahí, rompería
su mandíbula desde adentro y saldría por la boca, volteándome y disparando una
esfera de energía que haría estallar la cabeza del monstruo, y, rápidamente,
disparando otra esfera de energía para sellar la herida del monstruo, haciendo que
ahora queden dos cabezas. El monstruo no era tonto, así que al ver su clara desventaja
frente a los dos enemigos principales se sumergiría en el lago, rápidamente Muerte se
metió adentro del agua para terminar con el monstruo, yo guardé mis espadas y me
sumergí, aún podíamos ver al monstruo con claridad, aunque esa claridad se fue
perdiendo conforme bajábamos. Terminamos en el fondo, a 227 metros de la
superficie, el monstruo aparentemente desapareció, a lo que volvimos a la superficie y
nos quedamos en la orilla, mirando al lago, donde se habrá metido un monstruo tan
grande adentro de un lago tan poco profundo comparado con el mar. Él ser tardó poco
en volver a la superficie, tardé poco en volver a quitarme el abrigo, desvelando mis
espadas, parecía que no había cambiado en lo más mínimo, pero algo era extraño, una
sensación similar a la que tuvimos durante todo el viaje, algo sucedía con este
monstruo, ahora su energía era más reducida pero mucho más potente, volvimos al
ataque, el monstruo no podía frenarnos, rápidamente terminamos cortado su segunda
cabeza y sellando la herida, ahora sí que estaba en problemas, haber salido para él
había sido un error. Sin aviso ninguno algo salió volando detrás del monstruo,
aterrizando sobre la superficie del lago haciendo que el agua volase por los aires como
si hubiera caído una bomba, pero no de una forma tan fuerte como antes,
rápidamente tanto Muerte como yo fuimos a atacar a aquel ser, pero nuestros ataques
fueron bloqueados, nos quedamos impresionados, pudo bloquear el puñetazo de
Muerte y hasta detener mi espada, cuando vi su rostro quedé más impresionado, era
él.
Una vez vi su rostro nos empujó, haciéndonos retroceder unos metros, yo temblaba,
aunque no mucho, Muerte al verme me preguntó qué si estaba bien, yo no sabía muy
bien como procesar lo que vi, por lo que rápidamente aumenté mi poder,
multiplicando la motivación al 100% de poder por diez, Muerte no podía multiplicar
por tanto, por lo que se quedó con su leve multiplicado por tres, quedándose él en la
retaguardia, corrí de nuevo hacia aquel extraño dios, lanzando mi tercera espada hacia
el cielo, saltando y agarrando su empuñadura con la boca, sacando en el aire mis otras
dos espadas, una en cada mano, aprovechando la caída para poder apuñalar al dios, el
cual, hizo una barrera con el agua del lago, haciéndome atravesar el agua y en
consecuencia haciéndome caer sobre la superficie del lago, me desestabilizó. Al volver
a levantarme corrí de nuevo, esta vez él hizo un muro de agua entre nosotros, pero yo
lo salté y en consecuencia pude sentarme a horcajadas sobre él, apuñalándolo
fácilmente, o eso parecía, hasta que vi como el cuerpo se transformaba en agua y el
muro se transformaba en aquel dios, él mismo me agarró por el cuello y con ayuda del
propio lago me desarmó, la acción se detuvo, parecía que todo había terminado:
- Sasumi…pensaba hacerte una visita, pero ya veo que sigues siendo un culo inquieto y
decidiste venir, aunque no fue tu culpa, no sabías que yo estaba aquí, me dejaste en
Francia así que es normal que pienses que, si no había Muerto, yo estaría en Francia,
pero no. – Aquellas palabras sorprendieron a Muerte, pues ese ser habló de mí muy
fácilmente y de forma bastante profunda, pues Muerte no tenía ni idea de mi pasado.
- Maldito seas…Sony…- Gruñí a la vez que decía el nombre de ese ser, sus ropas de
neopreno, esos zapatos de natación, mi memoria se desveló por fin, aquel chico que
no murió, el que nació y creció conmigo, tanto que parecíamos uno, mi hermano:
Sony, el dios dragón de las aguas.
El tiempo se detuvo y en un suspiro se reanudó, liberándome de esos tentáculos
hechos de agua que me aprisionaban, a consecuencia de haberme desarmado mis
espadas estarían en el fondo del lago a estas alturas, así que me tocaría luchar con los
puños, que fastidio. Rápidamente lo traté de atacar con un gancho izquierdo, el cual
fue esquivado por él, a consecuencia me castigó con una patada que a duras penas
pude bloquear, sus ataques eran muy rápidos, volví al ataque, Muerte estaba
expectante, aún estaba en shock, la manera en la que ese dios se presentó, él sería una
autentica amenaza si no lo deteníamos, pero tampoco sabíamos que plan tenía, otra
vez se repetía la situación de la pelea de Muerte contra Sasumi en la segunda guerra
mundial, ambos luchaban por miedo al prójimo, ambos no sabían que sucedía, ante
estas circunstancias, los humanos también atacaban o actuaban con desconfianza,
pues con el mismo tipo de naturaleza también se relacionaban los dioses, solo que de
una forma más bélica, cosas de su hiperactividad. Sasumi terminó dislocándose un
brazo a consecuencia de una patada de Sony, pero nada excesivamente grave. Al rato
me tocó atacar, corrí hacia ellos, Sony multiplicaba el poder de Sasumi por diez, todo
era complicado, al llegar a su combate, a Sony no le costó tanto detenerme, con una
simple patada en el pecho ya me habría roto unas cuantas costillas y me habría hecho
destransformarme, a la vez, seguiría peleando contra Sasumi, este ser es realmente un
monstruo. Me levanté con dificultad, las heridas se iban curando pero sus golpes sí que
eran fuertes, miré hacia la hidra la cual seguía expectante, no sabía si en algún
momento ella procedería al ataque, regresé a la motivación al 100% de poder
multiplicada por tres y volé hacia la hidra, la cual parecía ni inmutarse por mi
presencia, golpeé su boca con toda mi fuerza, hundiéndole la mandíbula, nada más lo
hice escuché un grito de Sony, quien se taparía la boca, parecía que se había hecho
daño, pero Sasumi estaba arrodillado tratando de levantarse, ahí comprendí la trampa
del juego, volví a golpear el rostro de la hidra, la cual rápidamente tomó consciencia y
atacó, debida a la poca distancia me llevó por delante y terminé en la arena, aplastado
por la cabeza de la propia hidra. Sasumi se dio cuenta de lo que sucedía con la hidra,
de algún modo, Sony estaba conectado a una de las cabezas de la hidra, por lo que el
daño que le hiciésemos a esa cabeza también se lo haríamos a Sony. Miré a los ojos a
Sony, y con una sonrisa corrí hacia la hidra, aunque Sony se dio cuenta de mis
intenciones y rápidamente se puso enfrente mío, aun disimulando:
- ¡Tu enemigo soy yo! – Me quedé mirando a Sony, cerré mis ojos y suspiré,
destransformandome y regresando a ponerme álgido, abandonando mi postura de
combate, tranquilamente me acerqué a Sony, él no dudó en golpearme, mandándome
a volar hacia la orilla. Me levanté de la arena con la nariz llena de sangre, aumenté mi
fuerza una vez más, pero esta vez aumentando la motivación al 100% de poder por
veinte, una vez alcanzado esa nueva multiplicación corrí hacia la hidra, la cual ahora
estaría bastante cerca, Sony cayó en mi trampa, me mandó a volar derechito a un lado
de la orilla, reduciendo la distancia, no mucho, pero lo suficiente para que en un
maratón no me pillase, rápidamente corrí, mi velocidad ahora era mucho superior, y
aprovechando que la hidra estaba distraída encima del cuerpo de Muerte me
aproveché de mi velocidad para saltar y en el aire golpear a la hidra con una patada,
siendo esta tan fuerte que arrancaría de cuajo la cabeza de la hidra y la mandaría a
rodar 100 metros fácilmente. Una vez caí sobre el cuerpo de Muerte usé mi energía
para formar una esfera que sellaría la herida del monstruo, evitando que saliese otras
dos cabezas, terminando por asesinar a la hidra. Sony seguramente no sería tan tonto,
así que tendría un plan de rescate, y sí, exactamente todo salió bien respecto a mis
cálculos, él al ver que ya había acabado con la hidra se acercó al lomo, tocó la parte
que sobresalía del agua y la empezó a absorber, una vez terminó, parecía que su fuerza
había aumentado un poco, pero si absorbía las cualidades de la hidra, significaba que
su resistencia tuvo que haber bajado lo suficiente para que mis golpes hiciesen efecto.
Muerte casi no podía moverse, Sony se las ingenió para no asesinarlo y dejarlo
inconsciente, ahora me tocaba a mi acabar con él. Regresé a caminar por la superficie
del agua, el corazón me latía fuerte y el calor de mi transformación ya no era
apaciguado por las frías temperaturas, mi interior ardía y la llama del combate se hacía
cada vez más grande y fuerte, me estaba entusiasmando. Corrí hacia Sony, sintiendo
que por primera vez tendría un buen combate como el que tuve con Muerte hace más
de cincuenta años, él no pudo detener mi puñetazo, mi velocidad era muy superior,
obviamente lo mandé a volar, lo perseguí iniciando vuelo, llegando hasta él y
poniéndome detrás, golpeando su espalda con una patada que lo mandaría hasta el
cielo, ahí él se recuperaría, aumenté la fuerza de la llama, poniendo mis manos hacia
arriba, las dos juntas, empezando a cargar energía, unas bolitas naranjas empezarían a
salir de mi cuerpo, juntándose en mis manos, Sony no se rendiría por lo que lanzaría
una pequeña bola de energía, extendió la mano apuntando a la bola con la palma y
aumentó la potencia, haciendo de esa pequeña bola una gigante, al ver aquella
gigantesca esfera disparé mi onda de energía, ambas se golpearon en un combate de
potencia, empezamos muy parejos pero poco a poco su potencia fue sobrepasando a
la mía, mi determinación aumentó y junto a ella mi poder, el fuego se hizo más grande
y junto a este la potencia de mis golpes, llegué a sobrepasar por mucho a Sony, quien
ya tenía su esfera enfrente de sus narices, incluso empezó a tocarla, pero aún se
mantenía y pudo detenerme antes de que le absorbiera su propio ataque. Trató de
empujar un poco más, pero parecía que no podía más, mi ataque terminó rompiendo
el suyo por la mitad, así haciéndose paso y golpeando a Sony con fuerza, el propio
ataque de Sony ante ser atravesado entró en una combustión que hizo a mi ataque
aparte de dañino, explosivo. Sony cayó al suelo y yo corrí para atacarle, él estaba
bastante dañado, al ver cómo me acercaba sabía que tenía la derrota asegurada, así
que usó el agua para detenerme, mojándome y haciendo que me vuelva a
desestabilizar, aprovechando y generando rápidamente su machete, con el cual pudo
atravesarme el centro del pecho y del cual me zafé a pesar de que me había
atravesado. Noté la sangre correr por mi estómago, escupí algo de sangre antes de
volver al ataque, no me rendiría tan fácilmente, él usó su machete para contrarrestar
mis ataques, a base de cortes, mi fuego se fue apagando poco a poco, mi multiplicador
volvió al 10, mi cuerpo rechazaba la sobrecarga de poder, pero no podía rendirme
todavía, tendría que usar mi cuerpo otra vez para vencerle. Fui de vuelta al ataque, y
de nuevo sucedió, su machete cortó mi piel en profundos tajos, incluso en modo de
burla le dio tiempo a hacerme un corte en la frente, rasgando la bandana y llenando de
sangre mi cara, ahora sí que no habría perdón. Me separé unos metros de él y volví a
hacer de mi fuego grande otra vez, esto ya pasó a ser un tema más que personal, mi
multiplicador volvió al 20, rápidamente agarré mi camiseta y con algo de fuerza me la
quité rompiéndola, viendo a Sony, me anudé la bandana, ahora iba a pelear hasta la
muerte. Corrí de nuevo hacia Sony, el cual se impresionó por mi velocidad una vez
más, golpee su estómago y pude encadenar ese golpe con un codazo en su mejilla, un
golpe con mis nudillos en la frente y una patada lateral que lo mandaría a volar,
rápidamente se recuperaría pero aun así yo lo perseguiría, llegando hasta él y con mi
fuego crear una onda expansiva que haría que el agua se enturbiase un poco,
mandando a volar a Sony de nuevo, persiguiéndolo en vuelo y golpeando su estómago
con mis piernas, seguiría volando y a gran velocidad bajaría, dejando caer su cuerpo,
volviendo a poner mis pies sobre su cuerpo y haciendo presión hacia abajo, volando a
gran velocidad, golpeándolo contra el agua y en consecuencia creando una gran
columna de agua. Una vez metidos adentro del lago seguiría golpeando su rostro hasta
que se viese lleno de sangre hasta debajo de la propia agua, y después de un rato allí lo
sacaría de una patada, dejándolo en la orilla. Saldría del agua y me quedaría mirando a
Sony, el cual estaría tirado en la arena de la orilla, su cuerpo estaba herido, señales de
golpes por todas partes, sangre y suciedad de la arena se mezclaban. Regresaría a
perseguirlo, esta vez quedándome enfrente suyo y agarrando su mano, lanzándolo por
los aires y creando una onda de energía que lo volvería a golpear, dejándolo con un
agujero en el hombro, terminando por verlo caer sobre el agua, quedándose en la
superficie. Me quedé mirándolo, parecía que lo había dejado inconsciente, mejor,
caminé hacia él tranquilamente, mirándolo, su superioridad se terminó. Aunque tan
pronto como me acerqué a él me destransformé y quedé arrodillado en el agua, el
dolor inundaba mi cuerpo, el cual, estaba resentido por haber almacenado tanta
energía adentro suyo sabiendo que él no podría soportarlo, sonreí levemente, y fue
entonces que Sony despertó y se levantó con dificultad, me miró, herido:
- A-Aunque me has vencido… p-parece que t-tu cuerpo n-no se puede n-ni m-mover… -
- M-mal..d-dito…s-se-as… - Apenas podía hablar, el dolor era gigantesco, se quedó
mirando mi estado durante unos segundos más, alcé la cabeza para mirar su
expresión, parecía que le daba algo igual, suspiró, se dio la vuelta y se marchó
lentamente, a lo que le grité.
- ¡Aún no hemos acabado! – Miraba con angustia como abandonaba la zona del
combate, se detuvo y me miró
- S-si sigo a-así te mataré… - No tardé en contestar
- ¡Pues mátame! ¡No seas cobarde! – Él me miró a los ojos, se acercó y puso su mano
sobre mi barbilla, se agachó enfrente mío, pese a sus heridas parecía que estaba bien.
- N-Nunca seré t-tan d-despreciable c-como para q-quitarle la vida a a-alguien, y-y
mucho m-menos a mi hermano. – Volvió a suspirar y soltó mi barbilla con algo de
rabia, se dio media vuelta, pero volvió a mirarme.
- T-te quise p-proteger d-de ese mundo… así h-has acabado…roto…yo te quiero,
siempre te querré… pero deberías p-plantearte de n-nuevo cuales s-son tus
objetivos…si proteger o matar…yo lucho, s-siempre l-lo haré, pero nunca a-asesinaré a
nadie. – Tras estas palabras se terminó de dar media vuelta y se fue, caminando
tranquilamente hasta el centro del lago, una vez allí se dejaría hundir suavemente por
este mismo, sintiendo su poder meterse hasta el fondo del lago, donde allí se reduciría
al poder de un simple humano, indetectable. Me quedé parado sobre esas palabras,
pese a que yo solo quería pelear, me vi forzado a matar, en cambio, él tiene claros sus
objetivos y la manera en la que quiere cumplirlos, sobre todo la forma en la que quiere
cumplirlos, yo fui entrenado para asesinar en caso de peligro, sin una manera de evitar
la muerte del prójimo, yo odiaba asesinar, pero estaba entrenado para ello, odiaba la
guerra por la muerte, lo único que me motivaba era pelear contra alguien de mi nivel o
superior. Ahora me queda claro, he de entrenar y esperar pacientemente a que llegue
el enemigo, de mientras, algunos combates amistosos contra mis hermanos o incluso
buscar un compañero y hacer un equipo ayudaría a satisfacer mi ansia guerrera, y
cuando llegase el enemigo, recurrir a capturarlo y encerrarlo, en este caso, imitar lo
que hizo Muerte, encerrar a alguien en el limbo para que se quede pensando en lo que
hizo, para alguien malvado debe ser una tortura estar pensando en lo que hizo mal,
una persona horrible suele preferir la muerte a admitir que hizo algo malo, y ese es su
castigo, querer morir en la batalla y que no se les conceda su deseo más básico, es
realmente una tortura psicológica, pero se lo merecen, y no hiere su cuerpo, por lo
que no pueden morir directamente a causa de eso.
Comprendí los deseos de mi hermano Sony, al final entendí por qué no quería que
fuera a la guerra, al final recordé por qué nos peleamos, y ahora comparto respuesta
con la misma persona con la que me enfrenté: “Proteger este mundo también equivale
a dejar vivas a las personas malvadas, si no, no estás protegiendo nada.” Tras esta
reflexión me levanté a duras penas y regresé a la orilla, arrastrándome, al llegar,
Muerte ya se habría despertado, me miró a los ojos, él escuchó todo a pesar de estar
inconsciente, sus heridas ya sanaron. Se acercó a mi lentamente y me agarró en
brazos, la sangre corría por todo mi cuerpo y poco a poco sentía como mi cuerpo no
podía reaccionar, el daño que me hice al forzar mi cuerpo fue el más grave, estaría
alrededor de dos meses sin entrenar, seguramente. Llegamos a casa, Laxy estaba
esperando, la mesa del comedor era ahora una improvisada camilla de hospital, puso
unas sábanas por encima, Lucy al verme llegar en los brazos de Muerte se acercó,
mirando mis heridas con gran sorpresa, aunque las pudo ver mejor una vez Muerte me
tumbó sobre la mesa, dejándome a merced de Laxy, quien miraría mis heridas y
cicatrices, comprobando que todo esté bien. Cerré mis ojos, mi interior aún estaba
ardiendo, la fiebre era muy alta, por los cortes expulsaba un vapor que resultaba del
contraste de mi temperatura interna y el frío exterior, poco a poco sentí como me
dormía, y así fue, terminé dormido en medio de la sala a la vez que Laxy me revisaba.
Desperté en mi cama, apenas podía moverme, todo mi cuerpo estaba vendado,
parecía una momia, mi cuerpo no respondía a las órdenes de mi cabeza, apenas podía
mover un poco mi cuello, lo suficiente para ver un poco como estaba la habitación, la
sabana estaba puesta encima de mí, la ventana abierta de par en par y una silla puesta
al lado de la cama, Lucy entró tranquilamente, parecía que había regresado de algún
lugar, traía chocolate caliente puesto en una taza, se acercó a la silla y se sentó,
parecía que no se dio cuenta de que estaba despierto, estaba más centrada en hacer
que el chocolate caliente no se derramase por el lugar. Una vez vi que dejó el
chocolate caliente se fijó en mí, ella se sorprendió un poco y rápidamente llamó a Laxy
de un grito, puso su mano sobre mi mejilla y me dijo que fui muy irresponsable, yo
simplemente reí un poco, llamándola exagerada, que yo estaría bien. Laxy llegó al
momento, comprobando mi estado actual, parecía que respecto a cuando me examinó
hace ya ocho horas había mejorado un poco, pero no había que bajar la guardia, yo
aún no podía hacer nada de fuerza, no por el hecho de que no debía, sino porque mi
cuerpo no respondía a nada, Laxy me miró y me dijo que si ya sabía que me tocaría, yo
le dije que sí, que sabía más o menos cuanto tiempo estaría inactivo, ella me
sorprendió diciéndome que eran cinco meses, yo me quedé callado, pensaba que mi
estado era algo mejor, ella adivinó que yo pensaba que sería mucho menos, me dijo
que descansara y que tendría que hacer algo de recuperación, después de recuperar la
movilidad básica podría reanudar mi entrenamiento, pero de forma muy leve, podría
volver a entrenar como lo había hecho hasta ahora en alrededor de diez meses, acto
seguido abandonó la sala y me dejó con Lucy a solas, con la cual empecé a hablar sobre
quién era Sony, básicamente era mi hermano, ambos nacimos y crecimos juntos pero
nos separamos porque yo quería ir al ejército, él quería esperar a cierta mujer, apenas
la vio por cinco segundos y hasta cayó al suelo, realmente estaba perdido de amor,
pero a saber si esa mujer aparecería otra vez, seguramente estará muerta, era una
simple mortal y nos la encontramos por el siglo XVII. El atardecer llegó, y junto al
atardecer una persona picó el timbre de nuestro apartamento, Muerte fue a mirar
quien era, quedó sorprendido al verlo, abrió la puerta, nadie sabe lo que le pasó a
Muerte por la cabeza para abrirle a él. La sorpresa llegó cuando vi como la puerta de
mi habitación era abierta por él, Sony estaba enfrente mío cuando quise darme
cuenta, no comprendía que hacía ahí, estaba vendado con pieles de pescado, llevaba
una mochila alargada igual a la que me tiró Lucy en la playa y una silla, dejó la silla al
lado de la de Lucy y me acercó la mochila, abriéndola al lado mío, sacando mis espadas
de esta misma:
- Me encontré esto a la entrada de mi casa… creí que querrías recuperarlo, también te
he traído un pequeño regalo. – Y de pronto sacó unas prendas de ropa, las puso a mi
lado, apenas las pude examinar con la vista, era un gi de combate completo, ahora en
vez de llevar la camiseta que, por cierto, rompí, podría llevar una túnica de color verde
junto a unos pantalones marrones, unas botas del mismo color y usar mi faja roja para
llevar las espadas, sonreí agradecido, mirando a Sony.
- Muchas gracias, hermano, ah, por cierto, esta preciosa mujer que me trajo las
espadas en medio de la pelea es Lucy, mi pareja, el degenerado de ahí afuera es
Muerte, nuestro otro hermano, y su pareja Laxy es la que va vestida de enfermera. – Él
miró por unos instantes a Laxy y Muerte, quienes estaban esperando en la puerta de la
habitación, me miró y mientras los señalaba habló
- No sabía que les gustaban los juegos de rol. Son realmente unos degenerados –
Empecé a reírme, tenía la completa razón, Muerte y Laxy eran unos pervertidos
integrales, a la vez que Muerte y Laxy balbuceaban tratando de desmentir lo que dijo
Sony, el propio Sony hablaba un poco con Lucy, ambos parecían llevarse bien, al fin y al
cabo eran cuñado y cuñada, después de mucho tiempo por fin estábamos los tres
juntos, ahora tocaría hacer una comida en casa de Hades con todos, la pequeña
Catherine, los tres renacuajos de Muerte y Sony como personas nuevas que se unirían
a la familia. El sol se puso cuando Sony dijo que ya tendría que irse, yo le dije que ya
nos veríamos, y que si quería hablar conmigo cara a cara que venga a Enzo, le dije
hasta la dirección del lugar exactamente, él río y me dijo que iría volando en cuanto
tuviese tiempo, literalmente, al parecer tenía que proteger el lago a la vez que la gente
del lugar, nadie lo conocía pero asustaba a los indeseados con su forma hidra, aunque
una versión más pequeña para que se pueda esconder más fácilmente y para que su
presencia no sea tan obvia, necesitaba alimentar el rumor del monstruo del lago Ness
y hacer ver que no era real, así actuaba él, era una forma ingeniosa de hacerlo, él
acarició con suavidad mi cabeza y se fue, despidiéndose de todos y abandonando la
casa. Todo fue silencio después de que él cerrase la puerta, Laxy volvió a examinarme,
Muerte guardó mi ropa y mis espadas adentro del armario y Lucy me contaba como
carajos paró por aduanas con mis espadas, ella me dijo que días antes de irnos, sin que
me diese cuenta, voló hasta aquí y dejó las espadas debajo de la cama, por si acaso,
también se preocupó por que no las encontrase de ninguna forma, distrayéndome
durante todo el viaje, empecé a reírme, preguntando como carajos íbamos a volver
con las espadas, ella se sonrojó, al parecer no tenía plan para eso, yo reí y le dije que le
pediría a Sony que me las guardase y cuando viniese a comer con nosotros que las
trajera con él, ella parecía conforme con mi idea, ahora solo faltaba decírselo a Sony y
que accediera, algo que creo que estaba bastante asegurado, aunque no
entendiésemos muchas cosas entre nosotros, aunque no sepamos lo que nos sucedió
en el pasado, confiábamos en el otro, al fin y al cabo éramos hermanos y nos
ayudaríamos siempre que pudiésemos, y no como Muerte, que me traumatiza con sus
guarrerías cada cinco minutos.
Las vacaciones se terminaron, al final Sony accedió a quedarse con mis espadas,
aunque no terminaba de entender por qué ir en avión pudiendo ir volando, Muerte le
dijo que queríamos pasar como humanos, más que nada porque nunca hicimos algo
parecido. Yo iba en silla de ruedas, por lo que cuando llegamos por fin a Edimburgo
llamamos a un taxi de siete plazas, había que pagar aún más, pero eso ya daba igual,
nos lo habíamos pasado bien y habíamos comprado dos maletas más para meter las
decoraciones que nos llevábamos de allí, todo eran souvenirs del país. Pudimos pasar
pagando bastante más, lo pagamos a mitades entre Muerte y yo, al fin y al cabo, Lucy y
Laxy tuvieron que pagar la primera mitad del viaje, así nos repartíamos la cuota, cada
uno tenía su propia economía, por suerte nos pudimos permitir los gastos extra.
Después de seis sorprendentes horas de viaje de vuelta a España sin que Muerte y Laxy
hicieran de las suyas al menos en público llegamos a Barcelona, donde la parejita
pervertida cogió un tren para volver a Enzo, Lucy y yo también cogimos un taxi,
aunque fue para ir al casco antiguo, donde pasaríamos de nuevo por el antiguo mueso,
metiéndonos en el callejón y abriendo la puerta de prohibido el paso, bajando las
escaleras, y sí, bajándolas con la silla de ruedas, esperando al tren Barcelona – Olimpo,
llegando en poco tiempo a Olimpo. Ya en Olimpo comimos y después nos fuimos
derechos para el hades, cogiendo un ascensor que nos mandaba en unos instantes a la
casa de papá. Cuando entramos papá no se podía creer que yo fuese en silla de ruedas,
le dije que era porque no me podía mover todavía, y que me pondría bien, él se
tranquilizó un poco al escuchar que me pondría bien. Pasaron alrededor de dos meses,
la pequeña Catherine aún era una bebé, yo ya había recuperado la movilidad de mis
piernas y un poco la de los brazos, aún me costaba vestirme por mi mismo pero era lo
que había, estábamos preparando la comida cuando llegó nuestros primeros invitados,
Muerte, Laxy y los tres renacuajos: Muerte Jr. Ángel y Two, quienes ya eran todo unos
hombrecitos de ocho años, unos diablillos, yo reí viendo como jugaban con Can
Cerbero, y me sorprendió que no les diese miedo, supongo que tendrían más miedo de
que su padre y su madrasta se pusieran a hacer cosas raras, todos hablábamos y todo
volvía a ser felicidad, estábamos bastante contentos de parecer ser una familia. Sony
tardó un poco pero su visita alegró a los pequeños, que recién se enteraban de la
existencia de Sony, Hades también se alegró mucho, no sabía que la reencarnación de
Medusa iba a parir gemelos, aunque muy parecidos entre nosotros no éramos, Sony
río y se llevó a Hades a la cocina, explicándole no sé qué de la leyenda de la fusión, en
cualquier caso, no me importaba, aunque sentía una pequeña curiosidad. Después de
un rato ambos volvieron y todos nos sentamos a comer, todo fue increíble, la comida
estaba buenísima, los pequeños jugaban entre ellos y con Can Cerbero, Hades había
reunido de vuelta a su familia y poco a poco todo se expandía, aunque habían cosas
que nunca cambiarían, como que Muerte aún enfrente de toda su familia se ponía a
hacer cosas raras con Laxy, aunque eran cosas mínimas, incomodaba mucho, aunque
ignorando eso, la comida fue divertida, Sony nos contó historias de cuando me
abandonó, Muerte a veces corregía el comportamiento de sus hijos y yo contaba
historias sobre la guerra, Hades hablaba de mamá y Laxy nos confirmó que era hija de
Narrador, algo que nos sorprendió a todos menos a Muerte, quien sí que le veía
parecido con The Auditor, pero teniendo en cuenta que ella tenía los ojos purpuras y el
pelo blanco yo no terminaba de saber dónde estaba el parecido, supongo que en su
seriedad, pero en nada más, Laxy era una mujer agradable pero bastante seria, aunque
también sabía divertirse. Realmente los dos degenerados eran tal para cual.
Scenary
3. Arco de Sony:
- Al fin todos parecían una familia, Muerte, Sasumi y Sony, pero algo más pasaría.
Harían ya tres años que los tres hermanos se enfrentaron, Sony seguiría viviendo en
el lago Ness, pero algo interrumpiría su vida por completo y daría un vuelco a su
corazón. -

Parte 1: Encuentro.

Una noche oscura se cernía sobre Inverness, y sobre la zona una tormenta descargaba
toda su furia, el lago estaba intranquilo, la marea era fuerte y los peces de la zona
estaban nerviosos, Sony, quien estaba meditando en el fondo del lago sentiría ese
nerviosismo de los animales junto al leve sonido de la lluvia golpear con fuerza el agua,
el invierno se aproximaba lentamente, dando pasos que se sentirían por todo el polo
norte, el ruidoso silencio de las aguas mezclado con los movimientos veloces de
algunos peces era relajante y suficiente para vaciar la mente del dios, escandaloso fue
el rayo que cayó sobre la superficie, aunque silenciado por el agua, apenas podría
sentirse adentro del medio acuático, todo era calma pese que en la superficie era todo
lo contrario. La concentración de Sony es uno de sus aspectos más fuertes, algo casi
inquebrantable para él, es por eso mismo que en sus ratos libres le gustaba relajarse
poniendo concentración en su entorno y en sí mismo, entrenando su espíritu y
manteniéndose en calma completamente. El día llegó abriendo el cielo, las nubes
corrieron y la tormenta pasó a una hora reciente de la mañana, Sony se levantó de su
puesto, había estado toda la noche ahí, sin mover ni un solo milímetro. Miró su
alrededor en silencio, pasaba casi todo el día callado, no tenía con quien hablar, los
peces, como se podrá comprender a estas alturas, no eran muy divertidos, sus “blup
blup” no entretenían a Sony ni por un segundo. Salió a la superficie, admirando el
frescor de la mañana y sintiendo como el sol secaba su cabello de forma lenta, era
caliente y no como las frías aguas a las que él estaba acostumbrado, nadando fue hacia
la orilla, terminando por levantarse y caminar, generando a través de magia una toalla,
secando su cabello junto con su cuerpo, a pesar de llevar el neopreno puesto. Caminó
hasta la carretera, donde empezó a seguir su camino, en silencio, el sol aceleraba el
proceso de secarse, sus pasos eran lentos y parecía que estaba dando un paseo, miró
al cielo, escuchando el sonido de los coches pasar muy de vez en cuando, había pocos,
parecía que la gente empezaba a despertarse, aunque solo eran jubilados que iban de
un lado a otro, serían más o menos las ocho de la mañana, los pájaros cantaban con la
alegría que tanto los caracterizaba, volaban de un lado a otro en busca de comida para
alimentar a sus pequeños, el leve sonido de los perros ladrando de fondo y algunas
pisadas de los viandantes pasajeros. Después de un rato caminando llegué hasta
Kilmore, teniendo Lewiston al otro lado de la calle, en silencio caminé hasta una
cafetería justo al lado de la carretera, entré adentro, aún estaba algo húmedo, por lo
que me senté en una de las sillas del puesto y puse la toalla sobre la silla con tal de no
manchar nada. Una amable mujer se me acercó, mirándome con una sonrisa y su
bloque de notas, me habló es escocés, preguntándome que era lo que quería, yo no
comprendí absolutamente nada, por lo que agarré la carta, mirando a ver que había,
todo estaba en escoces, maldita sea, me quedé en silencio, miré a aquella chica y, en
silencio, agarré una servilleta. La puse sobre la mesa, generé un bolígrafo con mi magia
y dibujé un cruasán, en inglés escribí “coffe”, algo que la camarera aparentemente
entendió, aunque yo simplemente repliqué las palabras que vi escritas por alguna zona
del lugar, al fin y al cabo, había cosas en inglés, como los letreros que indicaban hacia
donde estaba el lago Ness, perfecto, así no me perdería. Rápida fue la llegada de lo
que pedí, sonreí a la vez que miraba a la chica que me lo trajo, hice una pequeña
reverencia con la cabeza, una vez esta se había alejado un poco de la mesa miré mi
plato, un buen cruasán junto con café, pude reconocer que era café por como venía
servido, justamente quería eso. Agarré el cruasán con la mano derecha y me lo comí
tranquilamente, escuchando el pasar de los coches que iban de un lado a otro, cuando
se me hicieron las diez menos cinco salí del lugar dejando alrededor de doscientas
libras esterlinas, la verdad, no sé cuánto le di a aquella mujer, pero tampoco me
importaba, podía generar todo el dinero que me diese la gana, así que me daba igual
cuanto pagarle a la gente. Caminé a la deriva durante un tiempo, adentrándome en un
bosque tranquilamente, paseando por el lugar y usando la energía que nunca gastaba
para disfrutar de los sonidos y el ambiente. Terminé en el lago Ness otra vez, esta vez
no me terminaría de apetecer un chapuzón en el agua, por lo que trataría de buscar en
mi mente una distracción, hasta que recordé la zona de bosque en Foyers, así que allá
fui, agarré una roca pequeña y miré al otro lado del lago, dirección Foyers, teniendo
que mirar un poco de lateral. Puse algo de mi poder en la roca, sintiendo como esta
misma brillaba un poco, así lanzando la misma roca hacia el otro lado del lago, una vez
lanzada la roca esperé un poco, alrededor de cinco minutos, dejé que el tiempo pasara
para asegurarme de que cayó al suelo, una vez pasados esos minutos, de pronto, me
teletransporté junto a la roca, viendo que efectivamente había llegado de sobras a la
otra orilla. Agarré esta misma por si acaso después me hacía falta, ahora la roca no
brillaba, y era simplemente una piedrecita, me la metí adentro del neopreno, sintiendo
un poco de su aún caliente superficie en contacto con mi piel, empezando a caminar
aún con esta sensación. Al rato ya estaba en la zona de bosque de Foyers, sonreí
bastante satisfecho y empecé a caminar por el lugar, escuchando como los pájaros
cantaban rompiendo el sonido del silencioso viento, estaba de nuevo yendo a la
deriva, sin saber muy bien donde terminaría, estuve bastante rato dando vueltas y
disfrutando del ambiente, era muy relajante, y cuando por fin se hicieron las once, fui
a un lago bastante pequeño, en una zona apartada. Al llegar sonreí, no había
absolutamente nadie, por lo que tendría el lago para mí solo, pasee un poco por la
zona para asegurarme, pero efectivamente, no habría nadie, rápidamente fui cerca del
agua metiendo un pie adentro, y fue cuando el propio liquido llegó a mi tobillo que
escuché una rama quebrarse junto con el sonido de una aparente caída de alguna cosa
o persona justo detrás de los arbustos que habían detrás de mí. Rápidamente saqué el
pie del agua y caminé hacia los arbustos, viendo a una joven en el suelo, llevaba una
capa marrón junto con una capucha del mismo color, sus prendas eran algo extrañas.
Me adentré en los arbustos y los atravesé con lentitud, acercándome a la chica y
agachándome, mirando más de cerca su piel era blanca y sus pantalones eran
extraños, aunque a su vez se veía un rasgón en su rodilla, esa misma herida ha sido
causada por la caída, al parecer y según la escena, la chica se habría tropezado con la
rama que no vio, la quebró y su rodilla cayó sobre una piedra pequeña que
casualmente tenía un poco de sangre, parece ser que el misterio estaba resuelto.
Ayudé a que se levantara, mirándola:
- ¿Señorita, está bien? – Una voz de ángel me contestó
- Sí, gracias. – Al escuchar esas palabras salir por su boca me sonrojé levemente,
desconcentrándome y viendo su rostro, sus ojos color miel eran preciosos, ese cabello
marrón que salía de debajo de su capucha, esa naricita y esos labios, me quedé
callado, mirándola sin saber que decir, era preciosa, ella me miró con una pequeña
sonrisa y se quitó la capucha de su capa.
- ¿Estás bien? – Yo no sabía cómo reaccionar, así que solté lo primero que se me vino a
la cabeza.
- Nápoles, digo… sí, estoy bien… - El pensamiento de que era idiota rodeó mi cabeza
por un momento, hasta que vi como reaccionaba ella.
- Florencia, me alegro de que estés bien. – Sonrió con amabilidad, yo reí un poco y
seguí la broma
- Bari, ¿necesitas que te cure esa herida? – Ella también se río un poco
- Pompeya, no hace falta. –
- Palermo, insisto, no deja de sangrarte y pinta feo. – Miró mis ojos con una sonrisa, yo
también le sonreí un poco, mis ojos no dejaban de mirarla con algo de preocupación,
terminó cediendo.
- Venecia, está bien. – Yo sonreí al ver que accedía, me acerqué y la agarré en brazos,
diciendo “con permiso” a la vez que la elevaba, pasé de nuevo entre los arbustos,
volviendo al lago, sentándola en la orilla y quitando el neopreno de mi brazo derecho,
dejando ver que esa parte aparentemente metálica era un simple neopreno,
dejándome ahora con ambos brazos al descubierto. Metí el neopreno que me quité
adentro del agua, humedeciéndolo, una vez hecho esto me acercaría a la chica y le
pondría el neopreno sobre su herida, ahora el propio neopreno actúa de toalla. Quedé
así durante un rato, sin que se diese cuenta, usaba mi poder sobre el agua que estaba
en el neopreno para que la herida se curase lo antes posible, cuando terminé de
curarla separé el neopreno dejando ver que su herida ya no estaba, sonriendo y
mirándola a los ojos, ella quedó impresionada por el increíble suceso de que una
herida se le curase en poco tiempo, en agradecimiento me abrazó, correspondí con
una sonrisa tonta. Al terminar el abrazo también me dio las gracias por llevarle al lago,
y aprovecharía para darse un baño, yo, sonriendo, le dije que yo también iba a
bañarme, y le propuse un baño colectivo, ella asintió con una sonrisa, empezando a
quitarse la ropa, yo ya iba bien tal y como estaba, así que me metí al agua para
después decirle como estaba, traté de distraerme de su cuerpo semidesnudo nadando
un poco. Al rato ella también se unió, aunque antes me preguntó que como estaba el
agua, yo le dije la verdad: fría, ella apreció mi sinceridad pero que no le terminaba de
apetecer meterse al agua congelada, yo reí un poco y le dije que se apresurara, que
después de nadar un poco está aceptable, tardó un poco, pero al final se metió,
obviamente, con gritos de “ostia que fría” de por medio, a pesar de que se lo advertí.
Ella se acercó a mí, gracias a la profundidad del lago ya no veía su cuerpo, por lo que
mis distracciones ya no serían molestia, sonreí al ver como nadaba hacia mí,
quedándose cerca y, con una sonrisita muy tierna, preguntarme como podía soportar
la temperatura. Yo le dije que era algo a lo que ya estaba acostumbrado, y sin pensar
ni dos segundos hablé más de la cuenta, aunque me extrañó su reacción:
- Bueno, es algo que te acostumbras, yo me he acostumbrado viviendo en el lago Ness,
en la parte más onda, donde apenas llega la luz, ahí hay una cueva subterránea donde
suelo ir solamente a dormir. – Al darme cuenta de que hablé más me maldecí a mí
mismo, obviamente desde adentro, ella me miró con curiosidad, no parecía importarle
mucho lo que le dije.
- Yo nunca terminaré de acostumbrarme, nací en Egipto, donde hay un sol abrasador,
aunque he pasado demasiado tiempo en Europa, es por eso que mi piel no es oscura. –
Dijo, reforzando su explicación con una leve expresión corporal, sonreí.
- Yo soy de Francia, pero soy habitante de Escocia desde que me separé de mi
hermano. – Ella volvió a tener curiosidad, así que, cortándose un poco, me preguntó.
- Sé que no me importa, pero, ¿puedo preguntar por qué te separaste de tu hermano?
- Yo asentí, explicándole de seguida lo que sucedió.
- Es complicado, pero digamos que él quería ir a la guerra y yo quería que se quedara
viviendo en el bosque, conmigo, él quería pelear, en general, le encanta pelearse, yo le
advertí que si iba allí podría ver cosas que no le gustarían, que en la guerra moría
gente y que él no aguantaría el perder a sus compañeros, él odia la muerte, pero
entonces me dijo que entrenaría arduamente para evitar esas muertes, éramos
jóvenes, al menos tendríamos diceiseis años más o menos. Al final él terminó
uniéndose al ejército y yo me mudé aquí con tal de encontrar a una persona, pero creo
que murió hace ya mucho, la habrá pillado alguna guerra. – La chica que tenía en
frente se sorprendió, mirándome a los ojos con asombro
- En Europa no hubieron guerras desde hace ya bastante, ¿hace cuánto fue lo que me
estás diciendo? – Yo contesté rápidamente
- Hace alrededor de cuatrocientos años. – La chica parecía sorprenderse ligeramente,
dios, ¿nada alarmaba a esta chica o qué? No me corté en esperar a que me
respondiese para hacerle una pregunta indirecta.
- Vaya, eso fue hace bastante… - Nada más dijo eso yo pregunté, suspirando y
hablando un poco antes de la pregunta para no ser maleducado.
- Sí, oye, a todo eso ¿Cuánta edad tienes tú? – Ella me miró a los ojos y sonrió.
- 600 años – Yo me sorprendí al escucharla, mis dudas quedarían resueltas, esta mujer
no era humana, aunque aún me quedaba saber si era una diosa.
- Yo también tengo 600 años, ¿tú eres una diosa? – Pregunté, sin pelos en la lengua,
ella me asintió con una sonrisa.
- Sí, por fin encuentro a alguien igual que yo, ¡que feliz me hace eso! – Ella se abalanzó
sobre mí, abrazándola y acariciando con suavidad su espalda, ya ni me acordaba de
que ella estaba semi desnuda, me acordé al sentir su sujetador sobre mi neopreno, así
poniéndome nervioso otra vez y separándome, ella me miró, preguntando que si algo
iba bien, yo le dije que perfectamente, que solamente había dado un paso atrás y
había sentido una roca en mi pie, buena excusa Sony, el agua estaba bastante
enturbiada, por lo que no se terminaría de ver el fondo bien, puestos en esa situación,
ella me miró y me dijo que si habían piedras volviésemos más a la orilla, yo asentí y
emprendimos nadando nuestra corta marcha hacia la orilla, donde nos quedamos
sentados en el suelo, charlando sobre un par de cosas más. Al rato ya se hicieron las
dos del mediodía y parecía que habían sido cuatro minutos, yo salí del agua, mirando
de reojo los arbustos por donde ella se había escondido, tendría que quitarse su ropa
interior debido a que estaba mojada y le era incómodo, a mí no me es incómodo llevar
siempre el neopreno, por lo que no necesitaba cambiarme. Esperé allí, viéndola salir
de entre los arbustos ya vestida, yo sonreí, aunque fijándome bien, no sabía dónde ella
había puesto su ropa interior, la morena simplemente me dijo que la llevaba en su
bolso, en el cual yo no me había fijado al verla por primera vez. Ambos caminamos
tranquilamente por el bosque, hasta que yo me percaté que no sabíamos adonde
íbamos, yo me detuve y le pregunté:
- ¿A dónde vas? – Ella me miró un poco extrañada
- Yo te estaba siguiendo a ti. – Yo empecé a reír, ella no comprendía hasta que me
calmé
- Y yo te estaba siguiendo a ti. – Ella también se rio al escuchar el motivo de mi anterior
carcajada, tras esta coincidencia, pregunté
- ¿Quieres venir a comer a una casa que tengo? Una casa normal, digo. – Vi cómo se lo
pensaba, pero no tardó mucho en aceptar con una sonrisa.
- Sí, realmente tengo mucha hambre y me apetecerían un buen chuletón. – Yo sonreí
mientras reanudaba mi marcha, esta vez dirección Foyers, ella me seguía.
- A mí me apetecerían unos buenos camarones…hmmm, desde que la pescadera me
señaló esos pequeños bichitos rojos me enganché a ellos…ojalá habitasen el lago, pero
no hay apenas comida para ellos, aunque pueden habitar aguas dulces. – Escuché su
risa estropearme el discursito, mirándome con una sonrisa.
- Entonces ya sé cómo comprarte. – Yo sonreí y asentí de forma tonta
- Sí. – Dije de forma breve, llegando al fin a la urbanización de Foyers, caminando por
el lugar y yendo hacia la cabaña donde Sasumi, Muerte y sus respectivas parejas
durmieron en sus antiguas vacaciones. Una vez llegados a la puerta trataría de abrirla,
pero estaba cerrada con llave, es entonces cuando toco la cerradura, sintiendo sus
formas pasa así de pronto abrir la puerta, este intento lo que había hecho era mover el
pestillo de la cerradura con energía. Ella me miró con una sonrisa, yo también reí
suavemente, entrando en el lugar adonde comprobaríamos que teníamos los
ingredientes necesarios, en la nevera no había nada, pero había unos abandonados
botes de salsas varias en los armarios, yo los agarré y comprobé la caducidad, aún no
habían caducado. Caminé hasta el comedor, donde aquella chica me miraría con una
sonrisa, yo también la miré a los ojos, sonriendo, quedando en silencio, poco a poco el
frío iba inundando el lugar y junto a este una apetecible incomodidad, la sensación de
tensión de estar mirando a alguien a los ojos era increíble, y más en esas
circunstancias, apenas conocía a esa mujer y sabía que algo pasaría entre nosotros, no
tenía ni la más remota idea de si sucedería ahora o más adelante, pero realmente mi
corazón estaba ansioso por sentir o saber aquello que sucedería. El silencio perduró
durante un rato más, aún se escuchaban pájaros a lo lejos y se escuchaba como, de
pronto, empezó a llover suavemente, la lluvia estaba presente como un sonido blanco
bajo el profundo silencio que se guardaba en aquella casa, el momento era tenso pero
a la vez era bastante agradable, me quedé parado sin saber que decir y ella miró a otro
lado, susurrando apenas unas palabras, “otra vez…” fue entonces cuando aquella lluvia
que se escuchaba de fondo tomó un papel más importante, se escuchaba más agresiva
y el silencio que se había mantenido acababa de romperse en mil pedazos, mi rostro
rápidamente y por instinto se volteó, aquel aire frío que pasó por mi cuello se sentía
espeluznante, una presencia hizo del lugar una sensación de soledad inmensa. Caminé
de nuevo a la cocina, mirando por la ventana:
- Parece que se nos arruinó el plan… - Ella asintió, al terminar de asentir estornudó, yo
me volteé, mirándola a los ojos, rápidamente fui hacia las habitaciones, sacando del
armario una de las mantas que tenían por si acaso, la cabaña solía ser de uso público,
así que, aunque tenías que llamar a una aseguradora para comprar la llave, tenían
mantas y sabanas allí. Regresé junto a ella con la manta, yendo al sofá y dejando la
manta allí, tras esto, me acerqué y le pedí que se levantara, ella me hizo caso, una vez
arriba yo pondría mi brazo por detrás de su cuello, como ayudándola a ir al sofá, ella
tenía frío, así que, mientras temblaba, apenas podía moverse. La senté en el sofá,
cubriéndola con la manta y mirando sus ojos melosos, había encendido algunas de las
lámparas de la habitación, creando un ambiente más acogedor y tranquilo,
encendiendo la chimenea y quedándome sentado junto a ella por un rato. Me dio por
encender la televisión, escuchando esta misma mientras la miraba de reojo, ella
observaba con atención la película que habían puesto, el silencio regresaba a su
profundidad y de nuevo, ese maldito aire frío detrás de mi nuca me estropeó el
momento, miré hacia atrás de nuevo, mi vista se dirigió hacia la ventana de la sala de
estar, haciendo que automáticamente me levantase y fuese hacia allí, sentándome el
borde, era una de estas ventanas que salían hacia afuera y dejaban un suelecito de
madera para ponerte con la manta mientras mirabas el exterior, truenos eran lo que se
escuchaba desde afuera, acompañados de su obvia representación visual, me quedé
en silencio a la vez que observaba la calle, fijándome en unos árboles que se movían
bruscamente, parecía que había algo ahí, me quedé quieto, fijándome un poco más, no
quería que la vista me traicionase, pero teniendo en cuenta que hiciese lo que hiciese
tendría que salir a por la comida decidí por levantarme. Me acerqué a aquella mujer, la
cual enfocó su mirada en mí, le dije que me iría a por la comida, ella me miró
preocupada por mis pintas, digamos que no iba muy bien protegido contra el frío:
- ¿Podemos ir juntos? – Negué con la cabeza
- Lo siento, pero no, no tengo ropa para ti, si tuvieras ropa más gorda entonces te
dejaría venir conmigo, lo lamento mucho. – Ella miró mi neopreno
- Tú tampoco vas protegido contra el frío. – Fue entonces cuando aumenté mi poder
ligeramente, dejando salir un gas de mi cuerpo, había multiplicado mi poder por dos
usando la motivación al 100% de poder, mi cabello se movía suavemente y a mí
alrededor aquel gas no dejaba de salir por mí piel, mis ojos y pelo aún eran azules.
- Esta transformación aumenta mi temperatura corporal, por lo que paso menos frío. –
Ella me miró con inseguridad, parecía no convencerle mucho mi transformación, al
final, como empezaba a ser costumbre, terminó accediendo.
- Está bien, pero aprovecha que vas a por comida y cómprate ropa. – Asentí a su
afirmación, caminando hacia la puerta y saliendo de la casa, cerrando la puerta y
bajando las escaleras, mirando aún a aquel lugar donde me pareció ver algo. La
carnicería estaba en el sentido contrario y mi vista ya no detectaba ninguna presencia,
todo parecía normal y estable, cerré los ojos y fui hacia la carnicería tranquilamente. Al
llegar, compré unos buenos chuletones como ella pidió, me los dieron baratos, suerte
que me sé los números en inglés. Salí del establecimiento, sintiendo otra vez ese
viento frío que soplaba por detrás de mí, me hizo mirar hacia el final de la calle, donde
había una persona mirándome fijamente, en silencio, yo me lo quedé mirando y
caminé hacia la siguiente parada, la pescadería, esa persona no dejaba de seguirme a
la distancia y lo estaba viendo perfectamente. Llegué rápidamente a la pescadería,
donde compraría mis buenos camarones, de nuevo, tuve suerte de saber los números
en inglés, al salir, aquel hombre seguía afuera, me lo quedé mirando un rato más,
tardé dos pasos en voltearme de nuevo, ese hombre me seguía y era muy obvio, me
quedé mirándole y, ya algo enfadado, caminé hacia él, mirándolo ya más de cerca.
Llevaba una sudadera y unos pantalones anchos, la capucha de la sudadera cubría su
cara y sus manos estaban adentro de los bolsillos de la sudadera, me quedé mirándolo
un rato, amenazante, hasta que le pregunté:
- ¿Podrías dejar de seguirme? ¿O buscas problemas? – Unos ojos oscuros se abrieron,
se apreciaba que se habían abierto gracias a que ahora se apreciaba la esclerótica de
sus ojos, aunque esta misma membrana parecía dañada debido a que estaban rojos,
aunque el color de su iris seguía siendo negro, una sonrisa macabra también apareció,
sus puntiagudos y amenazantes dientes no me hicieron ni temblar, me quedé en
silencio un segundo hasta que volví a hablar:
- ¿Eres idiota? – Lo empujé con suavidad para no mandarlo a volar, el encapuchado se
cayó de todas formas, levantándose y mirando mi rostro, era realmente asqueroso ver
esos ojos alocados, una vez lo vi levantarse me di la vuelta y regresé a caminar, pero al
escuchar como sus pasos me seguían no aguanté más y me volteé de pronto, tratando
de golpear su rostro. Mi puño fue detenido por una mano delgada y gravemente
herida, mi expresión fue de sorpresa, otro dios, esa era la única explicación posible,
rápidamente me separé de él, dejando las bolsas debajo del porche que estaba al lado
y mirando de nuevo a aquel ser a los ojos, el silencio era gigantesco y junto a este un
grito resonó por todo el lugar. Me había roto el brazo, no sé ni cómo sucedió, en un
abrir y cerrar de ojos me vi en el suelo, observando su rostro aun mirándome, estaba
encima de mí, su puño estaba alzado y mi brazo estaba totalmente destrozado, me
llovieron puñetazos de todos lados, no sé cómo sucedió, cuando me quise dar cuenta
ya era demasiado tarde, aquello había sucedido y mi cuerpo lleno de sangre ya no se
podría levantar. Mi mirada estaba perdida en el cielo, las nubes cubrían perfectamente
este mismo, cerré mis ojos y suspiré, levantándome con dificultad, escuchando como
ese ser se volteaba para verme, un fuego rojo me empezaba a rodear, el silencio del
lugar era roto por culpa de las llamas de mi cuerpo, mi cuerpo sobrecargado empezaba
a hacerse más grande, mi multiplicador pasó a ser de cincuenta y junto a este mi
cuerpo fue tratando de aguantar, ese aumento de tamaño me hizo aumentar
drásticamente mi fuerza, pero mi cuerpo no lo aguantaría mucho. Corrí rápidamente
hacia aquel ser, por culpa de mi cuerpo no podía moverme con mucha agilidad, pero
aun así iba bastante rápido, una vez llegué golpee con fuerza su cuerpo, pudo esquivar
con facilidad y subirse sobre mi gran brazo, golpeó con fuerza mi rostro, haciéndome
retroceder, y romper toda la calle, generando un gran estruendo, mi risa se escuchaba
por todos lados, del polvo levantado se veía mi cuerpo alzarse, pesado y con
consistencia. Corrí de nuevo, alejándome de la nube de polvo y golpeando a aquel
hombre, agarró mi puño y golpeó mi estómago con fuerza, no aguantaría esta
humillación, mis ojos se iluminaron de un fuerte rojo y un extraño símbolo comenzaría
a brotar de mi ojo, a su vez, poco a poco se veía como ese color rojizo pasaba a un
azulado, mi tamaño iba creciendo, llegando a medir perfectamente los dos metros
cincuenta. Alcé mi puño, cerrándolo y golpeando con fuerza el suelo, creando un buen
cráter, aunque sería inútil, pues mi objetivo lo había esquivado con tranquilidad, poco
a poco mi rabia iba haciéndose más grande, el fuego ya no me rodeaba, este mismo lo
había absorbido, tratando de cerrar todo proceso de mi cuerpo, obviamente eso era
una bomba de relojería, no aguantaría y poco a poco iba perdiendo esa fuerza, aunque
mi tamaño no se reducía. La gigantesca sorpresa llegó cuando, tras otro golpe
esquivado por él, mi cuerpo caería por culpa de su propio peso, quedando arrodillado
enfrente de ese ser, en silencio sonrió, se me acercó tranquilamente y me susurró:
- Yo, Anticristo, terminaré contigo. – Al escucharlo me enojé aún más, pero mi cuerpo
ya no respondía, mi furia me hizo perder los estribos y duró bastante poco. El silencio
volvió a reinar, alcé mi cabeza, tratando de ver cuál era su próximo movimiento,
sonrió, simplemente no hizo nada, se dio media vuelta y se fue, mi cuerpo fue
deshinchándose y junto con este mis músculos dolían como el infierno, mi fiebre era
muy alta y no podía ni moverme, caí redondo en el suelo, viendo como aquel hombre
se iba, no podía hacer nada de fuerza, mi cuerpo no respondía. Mis ojos iban
cerrándose poco a poco, la muerte se avecinaba, pero junto a esta unos últimos
fotogramas de la vida fueron revelados ante mí, viendo como aquel hombre que me
derrotó cayó al suelo tras alrededor de veinte pasos, se podía apreciar como la sangre
manchaba el piso. En silencio, traté de levantarme, fui poco a poco moviéndome con
ayuda de mi barbilla, me fijé en que el cielo se veía de unos colores más intensos que
antes, parecía que una cúpula se había disipado, era extraño, aunque no le di muchas
vueltas y me acerqué como pude al cadáver del autoproclamado Anticristo. Usé su
cuerpo para apoyarme, aprovechando y viendo como la sangre salía de una marca
sobre su frente, una cruz invertida era la forma de la herida entre sus cejas, alargando
el propio palo de esa cruz hasta la frente, usando la zona por encima de las cejas para
el palo horizontal. La sangre correría por todo el suelo y su rostro, mi sangre empezaría
a caer por mi nariz, quedando en silencio, observando el cuerpo de aquel humano al
cual, yo había asesinado a sangre fría, me quedé en silencio, tratando de levantarme y
consiguiéndolo, caminando con mucha dificultad hasta el porche, donde había dejado
la bolsa con los camarones y demás. Llegué a casa bastante tarde para comer, debían
ser alrededor de las tres y media del mediodía, aunque el cielo estaba sumamente
oscuro, a pesar de eso, las gotas nunca cesaron. Entré al edificio, dejando las bolsas
encima de la encimera de la cocina, diciendo en voz alto que iría a ducharme, tratando
de evitar que la mujer que ocupaba la sala de estar me viese, ella me dijo desde el
salón que estaba bien, que cocinaría ella, yo diría que me parecía bien, así caminando
hacia el baño, la casa tenía tres baños, uno al lado del comedor y la cocina, para uso
general, y otros dos conectados a la habitación, así evitando pasear por la casa cuando
se hace de noche. Me encerré en el lugar, en silencio, generé a partir de magia unos
vaqueros, una réplica de mi neopreno y un abrigo para la morena que tenía en casa,
gracias a este abrigo ella podría salir de casa en caso de que hiciera algo de frío, sonreí,
en silencio, desnudándome y metiéndome adentro de la ducha, mi cuerpo magullado y
lleno de sangre reciente se veía horrible. Encendí la ducha y la puse templada, creí que
la temperatura era bastante buena, me metí adentro y, en silencio, me empecé a
enjuagar con jabón, la sangre se deslizaba por mi piel, metiéndose por el desagüe, el
jabón imitaba el proceso, mi cuerpo poco a poco se iba regenerando, parecía que ante
el agua mi cuerpo se regeneraba exitosamente, por lo que, si estaba herido, una buena
táctica sería meterme adentro del agua y esperar. A los quince minutos ya habría
terminado, así que salí afuera con una toalla sobre mis hombros y mi neopreno,
aunque ahora sobre mis piernas llevaba además un vaquero, quedando como si llevase
una camiseta de tirantes, aunque aún se notaba que era neopreno por culpa de la tela.
Me quedé en silencio, escuchando sus silbidos y el oliendo el lugar, se notaba que
estaba haciendo mis camarones, rápidamente aparecí de rodillas al lado suyo, parecía
un perro, miraba a aquella mujer con una sonrisa, como pidiendo un pequeño
adelanto de esos camarones que se olían tan rico, ella me vio y volvió a concentrarse
en la cocinando, aunque al poco rato ya me daría una de esas gambas, a lo que
reaccioné comiéndomela.
- Joder que rica que está… - Dije nada más tragarla, me la había comido entera, cabeza
incluida, ella se rio suavemente y volvió a seguir cocinando, yo me levanté y fui
caminando hacia la mesa, sentándome y esperando la comida en silencio. Tardó
relativamente poco en terminar, ella se puso su buen chuletón y me dio a mí un
cuenco con mis gambas, sonreí bastante agradecido y antes de empezar a comer
agradecí ya verbalmente.
- Gracias por cocinar. – Ella simplemente me dijo un suave “de nada” antes de empezar
a comer su comida. Yo empecé a comer al verla empezar, sonreí y en silencio me
quedé mirándola a la vez que escuchaba como la tormenta seguía pasando, los rayos
se escuchaban con fuerza y el viento era fuerte, las gotas golpeaban con los cristales y
en mí pesaba aún la culpa de haber asesinado a aquel hombre, aunque una parte de
mí sabía que realmente no había sido yo, pues la herida de su frente no fue causada
por mí, es más, todos los golpes que yo le había dado habían sido esquivados por él,
pero aun así, me supo mal ver que había muerto y que podría haberlo evitado,
simplemente no enfadándome con él y dejarle pasar lo que hizo, pero no toleré
aquello, esa forma tan siniestra, parecía que me había estado siguiendo por unos
cuantos días, era muy extraño y debía de pararlo. Mi cabeza dejó de pensar en lo
sucedido cuando mis oídos la escucharon hablar:
- Aún no sé cómo te llamas. – Yo la miré a los ojos, recordando que en ningún
momento le dije mi nombre, yo sonreí ligeramente
- Sony, ¿y tú? –
- Tanea, tienes un bonito nombre. – Su respuesta me alegró un poco
- Tu nombre también es muy bonito… Tanea… - Dije, mirándola a los ojos, auto
recordándome el nombre a mí mismo, pues sabía que tarde o temprano se me
acabaría olvidando, ella me miró con una sonrisa, feliz y terminando con su carne, yo
hacía rato que había acabado, pero la estaba esperando, ambos éramos felices.
Los días pasaron, ella se quedó en casa, al parecer no tenía muy claro adonde ir, yo no
molesté en preguntar mucho, pensé que sería de mal gusto. Ella parecía estar cómoda
conmigo, poco a poco fuimos enamorándonos el uno del otro, hasta que finalmente
nos casamos, invitamos a toda mi familia, Sasumi, Muerte, Laxy, hasta vino Lucy y la
pequeña Catherine, quien a estas alturas ya tendría 8 años, mientras que los pequeños
de Muertes ya no eran tan pequeños, ahora eran unos gamberros sin causa, cada niño
crecían como el cuerpo les diese la gana, Muerte Jr ya parecía que tenía casi la mayoría
de edad, mientras que el pequeño Two aún parecía que tenía trece años, Ángel tendría
alrededor de dieciséis, pese a que cada uno nació seguido del otro, los cuerpos y
mentes avanzan a su manera, cosa que nos obliga a sacar a nuestros hijos de clase
para evitar sospechas o cosas por el estilo, dado que Muerte tiene mucho
conocimiento sobre el mundo mortal y divino puede ir dándoles clases a sus macarras,
mientras que Lucy actúa como maestra de Catherine en lo que respecta a su
educación, mientras que Sasumi la guía en el deporte y en el arte del combate, de esa
pequeña niña saldría la descendiente del poder de Sasumi y seguramente cuando
Sasumi ya no esté, ella será la nueva cuidadora de Silver 001, aunque esperemos que
Sasumi dé más guerra. La ceremonia fue preciosa, efectuada en la falda de una
montaña cerca del Lago Ness, lo suficientemente alto como para ver el lago con
claridad desde ese lugar, el banquete era mixto entre pescado y carne, a su vez, todos
eran muy felices, los tiempos de paz eran amplios, y pese a aquel incidente hace ya
bastante tiempo ninguno de los presentes sabían lo que posiblemente podía suceder,
Sony habló poco de lo que ocurrió aquel día, trata de olvidar y dejar de sentirse
culpable por la muerte de aquel hombre, pese a que el mismo dios sabía que no lo
había matado él, pues era obvio que esa herida no se la hizo él, pero ya daba igual, ese
ser estaba muerto y no había de que preocuparse, o eso pensaba el dios dragón.

Parte 2: El hogar de los muertos.

Pasaron los años desde la boda de Sony y Tanea, quienes vivían en el lago Ness, en la
casa donde pasaron su primera noche y donde más tarde le echaron pasión, teniendo
al fin dos pequeños y hermosos bebés.
Me desperté ante los gritos desesperados de mi esposa, quien había roto aguas en el
salón, yo salí disparado de la cama, mirando la escena, Tanea estaba apoyada sobre la
pared, llamándome con fuerza, al ver aquel momento me quedé paralizado, sin saber
qué hacer, rápidamente tuve que recuperarme, por el bien de los dos. Corrí hacia la
habitación donde teníamos las maletas del bebé, rápidamente me dirigí hacia el
balcón, mirando a Tanea sin dejar de pedirme ayuda, no tuve otra que dejar las
maletas en el suelo, me acerqué a ella y la agarré con fuerza, cerré mis ojos y suspiré.
- Por favor, agárrate fuerte. – Nada más decir aquello corrí hacia el balcón y salté,
apenas eran unos metros, pues estábamos en el piso superior, aunque rápidamente
unas alas de dragón de un color azulado salieron de mi espalda, la carne de estas
mismas alas era de un azul oscuro, mientras que la parte más delgada que era una
membrana de un color azul menos intenso, más tirando hacia el cían. Fuertemente
rompieron mi típico neopreno de color negro, así usando mis alas como forma de
vuelo, las usaba principalmente para ahorrar energía. Volé lo más rápido y alto que
pude, lo hacía para que no nos viesen desde el suelo, todos se extrañarían al ver un
hombre con alas volando por los cielos, no quería llamar la atención. No podía irme a
un lugar donde me entendiesen, pues en todo el país hablaban inglés o escocés,
estaba jodido y mi cabeza estaba sometida a demasiado estrés, a su vez, escuchaba los
gritos de Tanea, no podía soportarlo, llegué al primer hospital que logré ver desde el
cielo y rápidamente fui descendiendo, aterrizando unas cuadras antes, tratando que
nadie me viese. Una vez toqué tierra salí corriendo aún con Tanea en brazos, notando
como mis alas regresaban a ser absorbidas por mi espalda, sintiendo aquella
desagradable sensación de la piel de mi espalda comiéndose mis alas. Cuando mi
espalda se cerró y mis alas ya estaban 100% guardadas llegué al hospital, corriendo
adentro como un descosido, viendo a una enfermera acercarse y hablarme en inglés,
no sabía que era lo que trataba de decirme, poco a poco mi cabeza se estresaba más y
los jadeos de mi mujer debidos al dolor me ponían nervioso. Mi paciencia estalló,
haciéndome gritar con fuerza, haciendo que hasta Tanea se quedara callada. Miré a los
ojos de la enfermera con rabia pero a la vez con un estrés bastante grave:
- ESTÁ A PUNTO DE DAR A LUZ, PODRÍA AYUDARNOS? – Volví a chillar, todos se
quedaron en silencio, una madre junto con su pequeño niño de alrededor de tres años
se acercó, yo me quedé callado, mirándola, la madre miró a la doctora y habló con ella,
tras esa leve charla la doctora parecía entender al fin lo que sucedía, y mientras la
doctora se llevaba a Tanea para que por fin pariese la madre de aquel pequeñajo se
quedó conmigo, mirándome y tratando de calmarme, para mi sorpresa hablaba
francés, una de las tres lenguas que yo sabía. Me explicó que la doctora pensaba que
Tanea padecía del corazón y que a su vez estaba embarazada, pero como no sabía lo
que su acompañante decía, no podía confirmar que sus sospechas fueran reales, lo que
se reducía a no hacer nada, suspiré tranquilo al escucharla, pues gracias a aquella
mujer la doctora al fin entendió lo que sucedía, fue rápida mi caída hacia el suelo, una
vez sentado, suspiré con aún más alivio, dejándome tirado sobre el suelo del hospital,
la misma mujer se agachó algo ajetreada, preguntándome que si estaba bien, yo me
limitaba a decir que sí, que estaba increíblemente bien y que me dejase un rato ahí,
ella se quedó callada y volvió a su sitio, donde se sentaría y me observaría desde lejos.
Al rato me levanté, ya más tranquilo, miré a mi alrededor, algunas personas se habían
ido y otras habían llegado, aunque la señora seguía allí, su diablillo ya no estaba, por lo
que me acerqué a ver qué había pasado con su hijo, al llegar, ella misma me dijo que
su hijo se pilló el dedo con una trampa para ratones, al parecer tienen una invasión de
estos en casa y trataron de aliviar la situación sin tener que irse de su casa y dejar que
la fumiguen, ya supe al instante que seguramente su hijo esté haciéndose una
radiografía o algo así, por lo que supuse que tardaría un poco y me senté al lado de la
señora, quedándome callado, ella me miró con una sonrisa.
- Eres muy joven para intentar ser padre. – Soltó eso como comentario, yo le dije que
tenía más edad de lo que aparentaba, así que mentí diciendo que tenía veinticinco
años, ella parecía bastante sorprendida, pues “me conservaba bien para mi edad”, yo
solté una pequeña risita, a pesar de que había mentido, me elogió que dijese eso sobre
mí, tenía una esperanza de que al pasar el tiempo me conservase mejor, aunque
obviamente eso no era muy divino que digamos, pues en los dioses se nota cuando
han crecido y cuando no, obviamente yo ya hace mucho tiempo que no crezco, pero
igualmente, me sentí halagado. Los minutos se hacían horas y las horas días, era
horrible y estaba bastante nervioso, el entorno del hospital nunca me convenció, pese
a que hablaba de forma tranquila con aquella señora un miedo a que me hiciesen una
radiografía era incesante, pero a mi mala suerte tenía que estar ahí, a pesar de los
nervios y la tensión que había en el ambiente, tenía que mantenerme cuerdo y firme
para saber que sucedió con Tanea y como fue el parto, realmente estaba bastante
nervioso, tanto que la fuerza que ejercía con mi mano era la suficiente como para
destrozar el chasis de un coche y hacerlo papilla con total perfección. El lugar se
paralizó, una extraña sensación volvió a recorrer mi nuca, de nuevo, es él, el frío asoló
de nuevo y de esa misma forma hacía acto de presencia aquel ser, ¿Cómo es posible
que apareciese de nuevo? ¿no había muerto? Todo era realmente confuso, aunque esa
sensación de frío rápidamente abandonó mi nuca, poco a poco el lugar fue tomando
velocidad, mis sentidos se agudizaban y mis pupilas se contraían, todo era demasiado
extraño, parecía que estaba drogado, aunque yo sabía que solo era mi cabeza
jugándome malas pasadas, poco a poco todo se iba oscureciendo y me iba sumiendo
en el caos, pero la voz de una mujer llamándome me frenó, justo estirado sobre el
lecho del caos, miré hacia arriba, una suave luz que ayudaban a ver las arrugas de la
cama en la que estaba, era gigante, debajo de estas sabanas un abismo enorme
aguardaba, esperando que me volviese loco, a su vez, la luz se iba acercando más y
más, no sabía si iba a morir justamente en ese preciso instante, todo terminó cuando
por fin desperté. Miré a mi alrededor, el hospital seguía ahí y la doctora no dejaba de
llamarme, hablándome en francés, al parecer había una doctora que hablaba francés,
ella se me acercó, apenas podía ver con claridad, estaba muy mareado y todo me daba
bastantes vueltas, mis ojos se cerraron al ver las luces de la sala de espera, me quedé
en silencio, siendo ayudado por la doctora para poder levantarme, todo se sentía
extraño y ahora mis sentidos estaban muy débiles, no me estaba muriendo, en ese
caso no hubiese podido moverme, pero mi cuerpo respondía de forma positiva a las
acciones que marcaba mi cerebro. Poco a poco iba recuperándome, no sabía que me
había pasado, pero sí sabía que algo estaba observándome y que no era solamente
una persona, las sospechas de que esa sensación y el símbolo en la cabeza de ese
hombre eran cosa de una organización, pero, ¿Cuál? ¿Cómo se llamaría? Recordé que
aquel hombre justo antes de morir me dijo un nombre, aunque no lo recuerdo muy
bien con claridad, recuerdo que tenía que ver con la religión católica, tal vez una
contraparte de esta, grupos satánicos quizás, nunca llegué al punto de comprenderlo,
aunque ahora mismo no debía gastar mi cerebro en esa clase de preguntas, acababa
de ser padre y tenía que preocuparme más por mi mujer y por mis dos pequeños hijos,
la energía de estos dos ya se sentía separada de la de Tanea. Llegué a la habitación
donde Tanea aún guardaba reposo, ella estaba dormida, al parecer había pasado
cuatro horas en la sala de espera, no me fijé si la mujer que me ayudó seguía por ahí,
pero supuse que no al ver que no estaba junto a las enfermeras. Me acerqué con
cuidado a Tanea, mirándola con reverencia y acariciando su mejilla, parecía exhausta:
- Lo has hecho bien…amor… ahora descansa, te lo mereces. – Dije, todos se me
quedaron mirando extraño, nunca antes habían escuchado eso de un recientemente
padre hacia su propia esposa. Caminé con tranquilidad hacia la cuna, donde dos
pequeños bebés estaban aún descansando, ambos envueltos en ropas blancas cedidas
por el hospital, yo agarré al que estaba a la izquierda, más alejado de la cama de
Tanea, lo miré y cerré mis ojos, acercando al bebé a mi pecho, abrazándolo. Las
doctoras quedaron expectantes, yo estaba en silencio, parecía bastante calmado, al fin
podía abrazar a mi hijo, después de tanto tiempo, por fin lo tenía en frente, sonreí
plácidamente y con orgullo.
- Tú serás John. – A la vez que dejaba al recién nacido John, agarraba a su hermana y
repetía el proceso, mirarla, cerrar mis ojos y acercar a la bebé a mi pecho, abrazándola,
el silencio de la sala era increíblemente profundo, Tanea sonreía aun estando dormida,
parecía que le gustaba el nombre de John.
- Y tú, serás Alex. – Miraba a la bebé con una sonrisa orgullosa, volviéndola a dejar
sobre la cuna y mirándolos a ambos, juntos, John empezó a llorar y junto a él, su
hermana lo siguió, todo era muy calmado. El mediodía se nos echó encima y junto a
este yo seguía esperando, ahora sentado en una silla adentro de la habitación del
hospital, no dejaba de mirar tanto a Tanea como a mis hijos, el miedo se me quitó del
cuerpo y junto a este una sensación de incredulidad se abalanzó sobre mí como una
hiena salvaje, no me podía creer que yo ya fuese padre, aún era joven o al menos lo
aparentaba, todo regresó poco a poco a la calma, parecía que el ambiente se dormía y
junto a este poco a poco yo también fui durmiéndome. Al cabo del rato, una
harmoniosa voz se iba alzando de una espectacular forma, acompañada de una suave
arpa que tocaba una linda y suave melodía, desperté lentamente, mirando a mi
costado, Tanea cantaba con suavidad mientras tocaba el arpa con la misma suavidad,
era tan perfecta que me apetecía seguir durmiendo al son de su música, aunque mi
cuerpo ya no podía dormir más, era todo muy lento y relajado, John y Alex estaban en
silencio, todo era tan paralizador, como su piel, era suave como el algodón, el
momento se sentía relajado y junto a él, la voz de mi mujer hacía eco en el lugar,
creando una atmosfera más espectral que le daba ese toque que tanto me gustaba,
una sonrisa apareció en mí suavemente. La melodía y la voz de Tanea se detuvieron,
ella se volteó rápidamente, mirándome a los ojos, parecía que se percató de que la
estaba mirando con asombro, ella sonrió y se acercó, golpeándome con suavidad el
pecho.
- ¡Oye! Avísame si estabas despierto, suerte que sé cuándo me miras. – Protestó
- Mucho sabrás cuando te miro pero no te diste cuenta y llevaba observándote cinco
minutos. Además, no quería molestarte, cantas bonito – Bromeé, ella se rio y junto a
esa risa volvió a mirar a la cuna, estaba sentada sobre la cama así que le era fácil mirar
a un lado o a otro, parecía que se recuperaba bien y bastante rápido.
- Son tan bonitos, me gusta el nombre de John y Alex. – Por un momento me
sorprendió que lo hubiese escuchado, pero por otro lado me gustaba eso, así ella
podía también decidir sobre el nombre de nuestros hijos.
- Si llegamos a tener otro, tú serás quien le ponga nombre. – Me miró con una sonrisa
y asintió, regresando a mirar a la parejita tumbada en la cuna, ella se acercó algo más a
ellos y los cogió, uno por uno, me dio a John a mí y ella se quedó con Alex, yo me
acerqué más a la cama y junto a ella, cargamos a nuestros dos hijos, sonreí con
suavidad, mirándolos.
- John tiene una energía muy potente para ser tan solo un recién nacido, mientras que
Alex tiene una energía mucho más débil, pero a la vez es más calmada, es muy
probable que Alex domine antes su poder debido a que es mucho más calmado. –
Tanea me miró con una pequeña sonrisa
- Tú siempre pensando en las batallitas, te pareces a tu hermano. -
- Bueno, tengo que protegeros, nunca se sabe lo que puede suceder, además ¿Qué
pasará cuando yo ya no esté? – Ella miró mis ojos y con suavidad acarició mi mejilla
- Eres un dios, las enfermedades no te dañan y no puedes morir de viejo, son tiempos
de paz, así que no tienes por qué preocuparte. -
- Da igual si son tiempos de paz, los entrenaré a los dos por si acaso, y si no sucede
nada, mira el lado positivo, al menos están en forma. – Ella sonrió y terminó cediendo
- Está bien, mi pequeño dragón. – Me dijo de forma cariñosa mientras me besaba la
mejilla, yo sonreí y me quedé en silencio, expectante del momento y también del
lugar, la sensación era extraña y a la vez acogedora, era todo tan indescriptible que no
sabía ni como me sentía, pero una cosa es segura, nuestra vida cambiará por completo
a partir de hoy, a partir de este mismo día.
Observé la vida pasar rápidamente, estaba sentado en el sillón de la casa, todo estaba
vaciándose lentamente, pero no era por el hecho de que me estaba haciendo mayor
poco a poco, es solo que no tenemos espacio en casa para acoger a los dos pequeños.
Tanto Tanea como yo pensábamos que sí que tendríamos espacio, pero se ve que no,
que solo era una ilusión nuestra, así que nos tocó mudarnos, como no, fuimos a
España, a un lugar donde sí nos entendían, respectivamente a una ciudad cerca de los
pirineos con un lago al lado, fuimos a parar a Bañolas, donde había una buena ciudad
en Girona, Cataluña, así estábamos cerca de todo, varios supermercados, hospitales y
el lago en el cual yo estaría. El clima del lugar era templado, con más humedad que
Inglaterra, debe de ser porque estamos a nos cuantos kilómetros del mar. A mi mala
suerte tuve que conformarme con el lago de Bañolas, que comparado con el lago Ness
era bastante pequeño, comparar casi doscientos metros de profundidad con solo
cuarenta y seis metros era casi un robo por el dinero que nos costó mudarnos, pero
teniendo en cuenta que sólo usaría el lago para nadar estaba bastante bien, podía usar
una forma reducida de la hidra así que no había problema. Cuando llegamos al lugar
tenía bastante angustia por el clima, en Escocia es todo más seco y más frío, notaba
que me ahogaba, así fue que me metí adentro del lago, saliendo corriendo al notar lo
caliente que estaba el agua, alrededor de veintiocho grados centígrados, era tal el
calor que hasta me fastidió un poco la idea de nadar adentro, incluso vi problemas al
pensar en transformarme en un lugar así, pero teniendo en cuenta que recién
habíamos llegado al país tardaría relativamente poco acostumbrarme a estas
temperaturas. Una sonrisa apareció en Tanea, parecía contenta de por fin estar, aparte
de más cerca de la familia, conmigo y nuestros hijos, John y Alex, yo también sonreí al
verla, mi cuerpo ligeramente húmedo debido al agua, mis pantalones de neopreno y
sin la parte de arriba debido al calor, ella simplemente estaba con un vestido blanco y
un sombrero de paja bastante ancho, parecía que todo iría bastante bien y que por fin
habíamos encontrado nuestro hogar, poco a poco el cielo se fue oscureciendo y ese
picnic de bienvenida fue recogido y metido adentro de la cesta, la cual llevamos a casa,
esta misma tenía poco mobiliario, dos habitaciones con sus respectivas camas, un
salón, un baño con bañera y una cocina mediana, también dos habitaciones
adicionales que podían servir como despachos. Al principio la casa estaba bastante
vacía, no sabíamos muy bien que poner, aunque poco a poco fuimos comprando
armarios y cuadros de decoración, uno de ellos me llamó bastante la atención, pues
era un dibujo de una serpiente siendo estrangulada por una mano esquelética, parecía
que trataba de decirme algo, pero no supe el qué en ningún momento, rápidamente
perdí el interés en lo que trataba de decir el cuadro, a pesar de que seguía siendo mi
favorito de entre todos los que teníamos. Fueron pasando los meses lentamente, y
tras el cumpleaños de John y Alex pude terminar de completar mi gimnasio en una de
las habitaciones de la casa, fui bastante feliz y después de estar entrenando
arduamente en mi gimnasio nuevo fui a darme un baño frío en la bañera, algo
bastante agradable, me metía adentro de la bañera tranquilamente y chapoteaba
lentamente, sintiendo como si estuviera en casa, realmente necesitaba que mi cuerpo
tocase el agua, en caso contrario, me deshidrataría, por suerte, el ambiente de la
región era húmedo, y junto a esta sensación de humedad mi cuerpo absorbía el agua
así que podía estar más rato sin estar absorbiendo agua en la bañera. Era agradable,
tardé bastante pero al fin encontré amor verdadero y junto a este dos pequeños
bebés, todo era perfecto y color de rosa, Tanea vino con trabajo y yo me ofrecí como
guardabosques, algo que estaba bastante bien, porque trabajaba por la mañana y así
podía ir a buscar a John y Alex a la guardería, llevarlos a casa y cuidarlos mientras
esperaba a Tanea, una vez ella llegaba merendábamos y después cenábamos de su rica
comida, a la vez que los dos críos se iban haciendo mayores me iban haciendo saber lo
horrible que estaba mi comida, yo me lo tomaba a juego, la verdad, aún recuerdo el
día que Alex me tiró el plato de la comida a la cara sin querer, obviamente no
controlaban su fuerza y realmente tenían mucha, por lo que sí sin querer hacían eso,
yo simplemente recogía y le daba alguna cosa que hubiese por la nevera, una vez tuve
que darle un pepino crudo a John porque no dejaba de tirar lo que le ponía sobre la
mesa, aquel medio día fue divertido y Alex no paraba de reír y comer lo que ponía
sobre la mesa. Yo me lo pasé genial, cuando llegó Tanea le expliqué y ella también se
rio, dios, me encanta su sonrisa y como ella me mira con esos ojos color miel que tan
loco me vuelven, tenía ansias de volver a verla cada vez que llegaba a casa con los
críos, o más bien, desde que me levantaba ya quería volverla a ver, era una alegría y
hasta parecía un milagro que volviese a casa, yo estaba realmente feliz con ella. Los
años pasaron, John y Alex ya tendrían cuatro años cuando sucedió aquello, parecía que
ambos estaban discutiendo, aprendieron a hablar muy rápido, me sorprendía que
discutieran, nunca lo hicieron, tampoco se pelearon siendo bebés, algo extraño estaba
sucediendo, fui hacia ellos para tratar de enterarme de lo que estaba sucediendo,
parece que discutían sobre quien le decía a quien no sé qué cosa, solo los escuchaba
decir “Díselo tú” y “No, díselo tú”. Tanea también se acercó a ver como se peleaban,
parecía que no sabían que estábamos observándolos, por lo que John se dio un gran
susto al vernos ahí de pie, mirándolos fijamente. Rápidamente ambos se miraron a los
ojos y nos miraron, y fue entonces que nos lo dijeron ambos a la vez:
- ¡Queremos un hermanito! – Aquello nos sorprendió bastante, un flashback de lo que
sentí cuando estuve en el hospital hizo acto de presencia, Tanea quedó en shock y yo
apenas sabía que decir, fue entonces que me agaché y los miré con una pequeña
sonrisa, riendo con suavidad.
- Está bien, os daremos un hermanito, pero, portaos bien. – Ambos nos miraron con
mucha ilusión y asintieron felizmente, eran tan tiernos, Tanea se quedó petrificada
ante mis palabras, yo volví a levantarme y la miré, sonriendo y agarrando su mano,
llevándola conmigo a la cocina, donde hablaríamos del tema de una forma más segura
- Pensaba que lo decidiríamos nosotros y no ellos, son muy rápidos. – Ella se rio
felizmente y fue recuperándose del shock poco a poco, una vez recuperada me miró.
- Me parece bien tener otro bebé, ya estamos asentados y ahora tenemos mucho más
espacio, pero cuando crezcan, tendremos que vaciar los cuartos de entrenamiento y el
despacho. – Yo sonreí
- Estoy dispuesto a sacrificar esos dos espacios, podemos guardar las cosas de
entrenamiento en un armario, venderlas o cualquier cosa, el ordenador podríamos
ponerlo en la habitación de alguno de los tres, o en una zona del salón, por ejemplo,
podríamos vender el segundo sofá y poner ahí el ordenador para uso general. – Tanea
parecía conforme con los cambios, y así fue como cerramos la decisión, y aquella
misma noche me desperté mucho antes, Tanea estaba duchándose y preparándose
para irse a su trabajo, me levanté y fui al baño, toqué la puerta y tras eso la abrí, le di
un pequeño susto a Tanea, pues pensaba que yo estaba dormido, yo reí suavemente y
cerré la puerta con pestillo, desnudándome y preparándome para bañarme con ella.
- ¿Me puedo duchar contigo? – Pregunté mientras quitaba mi pijama, ella rio
nerviosamente y me dijo que estaba bien, y fue así que engendramos a nuestro
próximo bebé. Ella se fue a trabajar tranquilamente y yo seguí durmiendo, después de
un tiempo volví a despertar por culpa de mi alarma, lo que hizo que fuese a despertar
a los muchachos y los llevase, ahora a clase, y después de llevarlos me tocase ir a
trabajar al bosque, cerca del lago de Bañolas. Un día estaba caminando por la ciudad
haciendo unos recados y me encontré a aquella señora que me ayudó con el tema del
parto en el hospital, hace ya cuatro años, ambos nos sorprendimos de vernos allí, y ella
me elogió de nuevo, diciéndome que estaba igual que hace unos años, yo le dije que
era normal, hacía deporte y trataba de mantenerme lo más joven posible, verdad a
medias, sí hacía deporte, pero no trataba de mantenerme joven en lo más mínimo,
pues sabía que seguiría siendo joven mucho tiempo más si es que a mi cuerpo no le
apetecía cambiar de edad. El año pasó volando y para navidades un último regalo
llegó, la nueva bebé hizo acto de presencia y esta vez todo fue más fácil, debido a que
a Tanea le hacían el seguimiento que en Escocia no le hicieron supimos más o menos
cuando iba a parir, también las circunstancias y así nos podíamos asegurar de que todo
estaría bien. Fue así que, cuando llegó aquel día, fuimos al hospital y justo en la
entrada del hospital Tanea rompió aguas, afortunado fui al pensar en dejar a los chicos
en casa de Sasumi, aunque bueno, pasaron un par de cosas y digamos que Lucy
enfermó severamente y por culpa del destino murió, Sasumi estaba destrozado y le
venía bien hacer cosas que no estuviesen relacionadas con ella, al parecer Catherine y
Sasumi trataban de llevar una vida normal, todo para él era malo, ya se suma otra
persona más que pierde, ahora por culpa de una enfermedad, yo al enterarme solo
esperé que se recuperase lo antes posible.
Entré al hospital junto a Tanea, ella me cogía de la mano y parecía no inmutarse de
que acababa de romper aguas, al parecer aquella vez se acostumbró al dolor y ya no le
dolía tanto, aun así le dolía bastante, lo supe porque hacía una fuerza impresionante
en la mano. Rápidamente se la llevaron a parir y me quedé allí, en la sala de espera,
solo, aproveché y hablaba telepáticamente con Muerte, quien ya había tenido una
niña con Laxy, esta misma niña se llamó Cindy, y fue un nombre puesto por los amigos
de ambos, también me contaron que se tuvieron que mudar al otro mundo porque
Narrador les dijo que se fuesen al otro mundo a vivir, con la excusa de que Muerte
como lo hacía todo a distancia no tenía por qué estar en la Tierra, y Muerte, quien le
encantaba estar en la Tierra, le dijo que aun así bajaría al planeta, por suerte Narrador
no le dio mucho problema eso. Yo seguiría hablando con Muerte durante las próximas
horas, tratando de aliviar mis usuales miedos hacia el hospital, hablar con él me
entretenía y hacía que el tiempo pasase más lento, también evitaba que pensase
mucho en mi alrededor. Antes de hablar con él me puse un auricular que casualmente
tenía en el equipaje del bebé para escuchar música, enchufé los auriculares al móvil y
dejé el celular apagado, también me acercaba el micrófono del auricular a la boca, así
nadie se preguntaría que hacía hablando solo, todos pensarían que atendía una larga
llamada telefónica. Al rato Sasumi apareció junto con mis hijos, algo que me
sorprendió un poco, no pensé que Sasumi los traería, al acercarme y preguntar que
hacían aquí, mi hermano me dijo que los trajo para que vieran al bebé recién nacido,
yo quedé algo sorprendido, pero me quedé conforme. Al momento me llamaron, el
parto había finalizado, todo estaba puesto de forma que quedase perfectamente
encajado, el “timing” era ideal. Entramos todos a la habitación de Tanea, viéndola
descansar, para más sorpresa ella estaba despierta, al parecer el parto fue bien, sin
complicaciones, pero la doctora se me quedó mirando, en silencio, como si tuviera que
decirme algo que sí pasó y que fue extraño, simplemente me dijo que viese los ojos de
la bebé, también me dijo que a pesar de cómo eran sus ojos, ella veía perfectamente,
eso me tranquilizó bastante, tras esa conversación bastante corta la enfermera salió de
la sala y nos dejó solos, Sasumi decidió salir también para que sea un momento más
familiar, y junto con Catherine se fue, dejándonos a mí y a Tanea con nuestros hijos.
Me acerqué a Tanea, ella tenía a la bebé en brazos, Alex y John trataban de ver cómo
era la bebé, eran muy curiosos, reí al ver el tierno comportamiento de los dos
hermanos, Tanea me miró con una cálida sonrisa, ofreciéndome a la bebé, yo la agarré
en brazos e hice lo que me dijo la doctora: mirar sus ojos. En un primer momento me
quedé sorprendido, pero no comprendí por qué la doctora me miró de esa forma tan
preocupada, la bebé veía bien y daba igual como eran sus ojos, pero, a mi parecer, los
ojos de la recién nacida eran preciosos, ese color blanco de sus iris resaltaba a leguas,
obviamente desde lejos no se notaba mucho si tenía el iris o no lo tenía, pero me daba
bastante igual, ella veía bien, no necesitaba gafas, lo único malo que ni siquiera es
malo es el color de sus ojos, miré a Tanea a los ojos aún con sorpresa y hablé con ella
- Tiene unos ojos preciosos. –
- ¿A que sí? Son increíbles, no sé de donde los habrá sacado. – Yo asentí al escucharla,
orgulloso, volví a repetir mi ritual, abrazando a la recién nacida y mirándola con
orgullo.
- ¿Qué te parece el nombre de Silvia, amor? – Tanea al escuchar el nombre propuesto
dijo que sí sin pensárselo ni dos veces, yo reí feliz y miré a Silvia con orgullo
- Entonces, tú serás Silvia, la de los ojos de la esperanza. – Miré el rostro de Silvia,
quien sonrió felizmente y me cogió uno de mis dedos con sus manitas de bebé, yo me
morí de la ternura y quedé en silencio, John y Alex contemplaban a su nueva
hermanita mientras que Tanea veía como yo la agarraba en brazos, después de unos
segundos regresé a Silvia a los brazos de mi esposa y las miré, agarré una silla que
había y por allí y me senté, dejando que John y Alex viesen a Silvia desde lo lejos,
ambos eran como dos perritos muy curiosos viendo a un perrito aún más pequeñito,
adorables, sonreí apaciblemente mientras descansaba mis ojos, y de nuevo, al cabo del
rato, otra vez esa opera de cuna tan increíble salía de la voz de Tanea junto con los
sonidos del arpa, John y Alex estaban estirados en la cama junto a su madre y su
madre estaba sentada en la cama, mirando a Silvia, la recién nacida estaba en la cuna,
se había dormido gracias a la nana de su madre, y a su vez, John y Alex dormían
plácidamente, yo me quedé expectante del momento, igual que hace
aproximadamente cinco años, era tan precioso el momento que me podría quedar allí,
sentado, mirando a Tanea cantar y tocar su arpa, como el que ve un ángel aparecer del
cielo junto con una luz en el momento justo en el que el caos te consume, todo el lugar
se quedó parado, todo era calma y la canción de Tanea era la única cosa que se movía,
obviamente de forma lenta y tranquila, como el que es capaz de mirar una serpiente a
los ojos estando en una cornisa de un rascacielos, haciendo una postura que precisa de
mucho equilibrio, y aun así, puede imitar a la serpiente, o más bien, aun así, puede
hacer un leve movimiento que la serpiente imita. Realmente ella era esa mujer con un
equilibrio estremecedor, puesta en un lugar muy complicado pero que es capaz de
hacer que la serpiente le siga hasta el final de los tiempos, aunque nunca supe muy
bien cuál era su pasado, quería construir un futuro junto a ella, pues ella era mi dueña,
ella era la encantadora de serpientes que me tenía a su merced.
Los días corrieron como el viento, todos éramos tan felices que nuestras risas de
alegría se escuchaban en todo el planeta, la lluvia llegó y junto a esta desde el
nacimiento de Silvia todo fue decayendo, Alex y John eran felices con su hermanita,
ambos jugaban, Silvia era morena, algo que me enterneció sumamente, pues me
recordaba a su madre, Alex también era morenita y John era clavado a mí, aunque Alex
tenía unos grandes y hermosos ojos, los tres teníamos la tez blanca, yo y John un poco
más oscura, el tiempo en el sol nos hace tener un ligero bronceado. El cumpleaños de
Silvia llegó y junto a este una fiesta, aunque pagada en su mayoría de mi trabajo, pues
despidieron a Tanea por estar de baja por maternidad, eso me enfureció bastante, no
era justo que la despidieran por eso, pero daba igual, ella buscaba trabajo como una
loca y por todos sitios, yo, trataba de ocultar nuestros problemas económicos a John y
Alex, quienes aún seguían muy entusiasmados con Silvia, yo sonreía tratando de
aguantar las lágrimas de no poder llegar bien a fin de mes, me vi forzado a trabajar
horas extra para mantener a mi familia, ahora Tanea tenía que ir a recoger a los
pequeños mientras yo llegaba a casa por las siete de la tarde, cenaba, me bañaba y
descansaba, porque después de estar durmiendo mis correspondientes ocho horas
tocaba levantarse temprano y salir a proteger el bosque de los pirómanos, también
permitir y denegar accesos de personas normales y no tan normales para dejarles
entrar adentro del bosque. Un día, el gerente me habló por radio y me dijo que hoy
tenía el día libre, que pagaría las horas extra de ese día de su bolsillo, además, me
ascendía a gerente para poder trabajar desde casa, también me dejó que me fuera a
recoger a mis hijos y pasar la tarde con ellos, yo al principio le dije que no hacía falta,
pero me insistió tanto que tuve que aceptar, y tras colgar la radio me eché a llorar.
Conduje a casa entre lágrimas, agradecía tanto lo que había hecho por mí, moría por
descansar y poder estar con mis hijos, realmente me sentí genial y por fin un suspiro
de una harmoniosa paz entró por mis fosas nasales alegrándome los pulmones y junto
a estos llenando mi sangre de ilusión y felicidad, la cual, iba a mi cerebro que no podía
procesar esta carga tan gigante de lo que ya apenas tenía, mis energías se restauraron
de la nada y realmente me sentí perfecto. Sorprendí a Tanea al llegar al colegio, le di la
buena noticia, ella se subió sobre mí como un coala, abrazándome con mucha fuerza,
reí entre lágrimas, viendo a John y Alex correr hacia mí, yo solté por un momento a
Tanea para también coger a mis hijos y subirlos conmigo, ahora yo era un burro de
carga de tres personas, aunque podía con todos. Tanea me soltó y yo cargaba a Alex y
John sobre mis dos hombros, agarrando sus piernas para que no cayesen al suelo,
empezamos a caminar directos a por Silvia, quien aún estaba en la guardería, tras
buscarla, Tanea agarró el carrito de Silvia y me miró con una sonrisa, estaba orgullosa
de mí, al parecer, yo estaba más que nada agradecido con el gerente por haberme
dado semejante oportunidad, aunque sé que fue por mi duro trabajo, sé que me
pagará las horas extra de este día de su bolsillo, por lo que es algo que, tarde o
temprano, terminaré pagándole. Llegamos a casa, yo jugué un poco con los chicos y
después me fui a bañar, Tanea tuvo que salir a por unos recados y me encargó que
vigilase de los pequeños, yo asentí con una sonrisa mientras chapoteaba con mis pies
en la bañera, sentía la energía de los pequeños en el salón, todo desbordaba alegría, la
casa por fin se veía iluminada y realmente nos empezaría a ir bien, por fin, podía ver
como otro pico de alegría se aproximaba rápidamente, todos estábamos felices y
tranquilos, todos volvíamos a ser lo que éramos, una familia muy feliz. De pronto y sin
aviso alguno, un frío invadió mi nuca, eso es que regresaba, otra vez, algo no iba bien,
el frío era más potente, no comprendía que estaba sucediendo, me paralicé hasta que
escuché un grito venir del salón, rápidamente salí de la bañera y me vestí, agarré el
machete que siempre tenía al lado mío cuando estábamos en casa, dormía con él
debajo de la almohada. Rápidamente salí afuera, viendo lo que sucedía, unos oscuros
tentáculos agarraban la pierna de Alex y John con un cuchillo trataba de perforarlos,
ambos estaban asustados del que me encontré frente a mí. Él, el despreciable de ese
ser, esta vez su apariencia era diferente, un ser sin cara, totalmente pálido y
larguirucho, con unos tentáculos en su espalda, su gabardina tapaba su seguramente
esquelético cuerpo, sus alargadas y finas manos me repugnaban, y, obviamente, la
cruz invertida en la zona de su frente, justo donde debería estar el comienzo de sus
cejas y nariz, exactamente el mismo lugar que aquel hombre de hace ya más de cinco
años, mi cuerpo se estremeció ante su fría energía, podía apreciar cómo sonreía, pese
a que no tenía rostro, solo unos leves agujeros donde deberían estar sus ojos, podía
saber que estaba sintiendo diversión, mirando como John trataba de liberar a Alex
mientras que esta misma no dejaba de chillar por la presión que Anticristo ejercía en
su pierna, mi respuesta fue rápida y concisa, rápidamente salí corriendo hacia él,
cortando efectivamente el tentáculo que agarraba a Alex, tratando de apuñalar su
horrible torso, el enfermo agarró mi machete con suma facilidad y me lo ensartó a mí
en el medio del pecho, atravesándome y dejándome clavado como un pincho moruno,
obviamente hizo un gesto brusco para que el propio arma me soltase, así haciéndome
salir disparado hacia la mesa, rompiéndola debido a mi peso, levantándome
rápidamente mientras veía como el horrible ser de alrededor dos metros agarraba a
Silvia en brazos con una sonrisa, acercándole mi machete a sus ojos, justamente Tanea
la había acostado, y debido a que es un bebé y sus sentidos no estaban muy
desarrollados, no se despertaba, por un momento me asusté, todo volvía a ser oscuro
y frío como las noches que pasaba en vela por culpa de que apenas podía dormir
debido a la presión y mi miedo por no poder llevar a mi familia al final de mes, tenía
miedo que muriesen de hambre por mi culpa, superficialmente era muy valiente, pero
adentro yo estaba muerto de miedo, y era algo que se notaba ahora más que nunca,
John me miró el agujero que tenía en el pecho, me preguntó si estaba bien, le dije que
sí, aunque ver como Anticristo sostenía a mi hija me enfurecía, traté de hablar con él
para que todo se calmase, pero parecía no responder a mis intentos diplomáticos, me
harté, aparte de que no respondía estaba seguro de que ese ser no era Anticristo, no
podía serlo, pues en caso de serlo, él me hablaría, trataría de meterle miedo a John y a
Alex, o mucho peor, ya los habría matado tanto a ellos como a Silvia, algo no andaba
bien, y era obvio que ese ser tenía algo que nos paralizaba y nos obligaba a quedarnos
quietos, sin saber cómo reaccionar, encerrados en nuestras cabezas y sintiendo que no
vamos a ninguna parte, su magia era muy poderosa, cuando me di cuenta de que
estaba usando una magia pude moverme, eso era, tenía que moverme mientras
pensaba que lo que yo veía solo era una ilusión, que ese ser apenas tenía fuerza y en
realidad su auténtica fuerza residía en sus magias paralizadoras. Rápidamente me
acerqué, saltando y golpeando su pecho con una patada, haciendo que atravesase la
pared y parte del suelo, mandándolo a la calle, John y Alex volvieron a moverse y con
un rápido movimiento antes de golpear a ese ser pude agarrar a Silvia, así salvándola y
viendo cómo despertaba lentamente, me quedé mirando a ese ser durante unos
segundos, se levantó y se teletransportó enfrente mío, pero le sirvió de poco el
acercarse, pues un puñetazo atravesaría su cabeza y con mi otra mano agarraría la
mano que sostenía mi machete, me quedé frente a él, cara a cara, sabía que él no era
nada fuerte, pero, para mi sorpresa, empezó a regenerarse sin que hubiese sacado el
brazo de su rostro, obviamente al percatarme de esto rápidamente saqué el brazo,
haciendo el agujero de su cabeza aún más grande, así regresando al suelo y con un
fuerte golpe con mi mano totalmente empinada y de lado corté su brazo, así viendo
como de pronto ese brazo dejó de hacer fuerza, pudiendo agarrar rápidamente mi
machete y multiplicar mi fuerza por 10 con la motivación al 100% de poder,
aprovechando que me había agachado para, aumentando fuertemente mi velocidad
en pocos segundos, podría mandarlo a volar debido a que lo había empujado con el
cuerpo, así destrasnformandome al ver que lo había golpeado y agarrando mi
machete, viéndolo volver a la vez que volaba, estaba como nuevo, maldita sea, agarré
con fuerza mi machete, dejando que John agarrase a Silvia, agachándome y mirándolos
a ambos, Anticristo tardaría un tiempo en volver, por lo que aproveché y les dije una
cosa, aunque justamente cuando me quejé fue cuando llegó ese desgraciado, nada
parecía dañarle, siempre se regeneraba, me levanté, mirando de nuevo a Anticristo,
esta vez trató de golpearme, su velocidad era buena, pero no tan buena como mis
reflejos. Fue rápida la acción, con un fuerte golpe en su estómago traté de mandarlo a
volar, yo agarraba su mano para así poder arrancársela, pero nada, él no se movió ni
un centímetro, me tocó volver a golpear repetidas veces, nade le hacía efecto, todos
sus tentáculos se abalanzaron sobre mí, agarrándome, él me abrió y empezó a
golpearme repetidas veces, cada vez más rápido, Alex se acercó y trató de liberarme,
pero un tentáculo la golpeó, yo pude verlo, me enfureció su acto de maldad, aunque
parecía que empezaba a centrarse más en mí y no tanto en mis hijos, rápidamente
atravesó todo mi torso con diferentes tentáculos, ensartándome de todos los lados del
tronco, ahora realmente estaba mal, la humedad del lugar me salvó de morir en ese
instante, mis heridas podían curarse pero muy lentamente, me soltó y me dejó tirado
en el suelo, al borde de la muerte, no podía seguir con esto, poco a poco iba sintiendo
que las fuerzas que antes se me habían regenerado me abandonaban rápidamente,
todo se nubló y con mi propio machete me hizo un corte en la frente, llenándome la
cara de sangre, otra herida que mi cuerpo trataría de curar, suerte a la humedad que
había también de mi pelo podía curarme, pero la prioridad eran las heridas más
grandes, por lo que el corte en mi frente no se me curaría. Me levanté, apenas con
fuerzas, aumenté la multiplicación del 100% de poder a 15, pero rápidamente me
destransformé al ser golpeado repetidas veces por esos tentáculos, parecía como si
estuviera absorbiendo mi energía, me sentía mareado por los golpes y a su vez dolido,
en uno de esos golpes me dio en el brazo zurdo, terminando por romperme el musculo
y junto a este mismo el hueso, me llevé con rapidez mi mano diestra a la zona de la
herida, quedando arrodillado, en el suelo, mirando con rabia a aquel ser, sonreí
suavemente, maldita era mi suerte y maldito el que me asesine, o más bien, maldito
sea el modo en el que terminaré con este engendro, mi mente lo comprendió, para
matarlo tendría que deshacerme de él completamente, una regeneración casi
instantánea con unos tentáculos absorbe energía con además magia paralizadora,
realmente estaba en serios apuros, aumentando la motivación al 100% de poder por
50 pude ensartarle un golpe y hacerle trizas el pecho, recuperando por fin mi machete
y destransformandome de seguida, cayendo al suelo y escupiendo algo de sangre,
levantándome y mirando atrás mío, John cargando a Silvia y Alex me miraban
aterrorizados, sonreí con suavidad y me acerqué a ellos, arrodillándome y mirándolos a
los tres, diciéndoles unas últimas palabras:
- John, Alex… díganle a su madre que la quiero con todo mi corazón… también los amo
a los dos y a la pequeña Silvia. – Mis ojos se dirigieron a Silvia mientras mi
ensangrentado rostro apenas me dejaba ver, toqué su pequeña cabeza con mi dedo
también con sangre, transformando un mechón de su pelo a un color rubio al tocarlo,
sonreí con suavidad, Alex y John no sabían muy bien ni qué hacer ni que decir, tenían
miedo de todo lo que estaba sucediendo.
- Por favor, háganse fuertes… ahg… - Rápidamente el monstruo regresó al lugar, yo me
levanté, mirándolo de reojo, parecía anonadado, de pronto, aumenté mi motivación
por 50 y aprovechando que Anticristo parecía distraído por mi extraño
comportamiento, lo agarré embistiéndolo y teletransportandome lejos, de pronto, a
miles de kilómetros hacia el sur, en el desierto, una gran cúpula se vería, el aparente
impacto de una bomba de proporciones gigantescas, o más bien, una cúpula
arrasadora originada a la energía concentrada en un mismo punto sorprendió a todos y
rápidamente mi energía desapareció junto a la aparición de la misma energía, Tanea se
alarmó y rápidamente regresó a casa, aunque debido a que no había ido en coche tuvo
que volver andando como una humana si no quería que se descubriese su divinidad. Al
llegar a casa ella se encontraría a los tres hermanos solo, el salón destrozado y un gran
agujero en la pared y parte del suelo, rápidamente preguntaría donde estaba y John le
diría lo que le dije, “Sony dice que te quiere con todo su corazón… y también nos ama
a los tres...” Tanea, al escuchar esa frase devastadora de parte de un niño de cinco
años que acaba de perder el padre, se cayó al suelo de rodillas, llorando por la pérdida
de su padre, y los hermanos, que apenas sabían bien que sucedió, se quedarían
callados, todo fue demasiado rápido, necesitaban procesarlo mejor, y es que por una
vez, todo terminaría mal para ellos, aunque seguramente encontrarían la forma de
salir adelante.
Scenary
4. La primera avenida:
- El tiempo pasó, John y Alex se fueron haciendo mayores y junto a esto mismo
entendieron lo que sucedió con su padre, también comprendieron a la perfección el
estado económico de aquel entonces y por qué tanto Sony como Tanea estarían tan
tristes en esa época, era lógico, aunque un motivo algo simple, debió de ser
complicado. Tras la muerte de Sony, Tanea encontró rápidamente trabajo y fue
cobrando ayudas de viudedad, además, John nada más cumplir los dieciséis
empezaría a trabajar como profesor de inglés, mientras que Alex con la misma edad
trabajaba de camarera, Silvia se hizo bastante mayor y empezó el instituto, aunque
esta misma tenía una idea diferente de lo que sucedió en el pasado con su padre. -

Parte 1: John, el nuevo protector.

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