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La Conciencia Del Otro
La Conciencia Del Otro
Resumen
En este trabajo se expone un modelo de comprensión de la conducta de víctimas y
agresores basado en supuestos constructivistas. Se hace especial énfasis en las transi-
ciones emocionales kellianas y en los contenidos de la construcción de ambos grupos.
6HSODQWHDODQHFHVLGDGGHXQDQiOLVLVLGLRJUi¿FRGHFDGDYtFWLPDRDJUHVRUFRPRIRUPD
de entender su comportamiento.
Palabras clave: víctimas, agresores, violencia, psicología forense, constructivismo,
transiciones kellianas, psicología de la construcción personal.
Abstract
Author exposed a compressive model of victims and offenders behaviour based in
constructivist approach. Special remarks are made in Kelly’s emotional transitions and
in the content of construction of both groups. Need of an idiographic analysis of each
victim or offender is defended as way to understand their behaviour.
Key words: Victims, Offenders, Violence, Forensic Psychology, Constructivism,
Kelly’s Transitions, Personal Construct Psychology.
Dirección del autor: Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológicos. Facultad de Psicolo-
gía. c/ Camilo José Cela, s/n. 41018 Sevilla. Correo electrónico: jgm@us.es
colar (Olweus, 1993; Ortega y del Rey, 1998; delictiva o no delictiva, etc. Obviamente, la
Sullivan, Cleary y Sullivan, 1993), el acoso comprensión e intervención integral de la
laboral (Leymann, 1990), el abuso a menores violencia implica un enfoque multidiscipli-
(Harter y Neimeyer, 1995), o la violencia de nar. Si me remito únicamente al campo de la
hijos contra padres (Garrido, 2006). psicología, defiendo que la asunción de un
Parece que la violencia se ha transfor- enfoque constructivista puede ser muy útil
PDGRHQXQHOHPHQWRTXHGH¿QHODVRFLHGDG tanto para entender el fenómeno, como para
contemporánea y el estudio de la misma se guiar estrategias de trabajo, ya que combina
está convirtiendo en un campo de estudios una orientación cultural con otra personal del
interdisciplinar (Sanmartín, 2004). Cabría VLJQL¿FDGRDWULEXLGRDODYLROHQFLD
preguntarse si la sociedad occidental postin-
dustrial de principios del Siglo XXI es más Una perspectiva interaccionista de los
violenta de lo que era hace sólo algunas déca- procesos de construcción humanos
das. La pregunta es compleja y, probablemen-
te, no es posible contestarla. Hay datos que Las metáforas son portadores masivos de
indican que nuestro modelo de sociedad sigue VLJQL¿FDGRSXHUWDVTXHQRVSHUPLWHQDFFHGHU
siendo el menos violento entre las sociedades simultáneamente al mundo del otro de forma
humanas contemporáneas (OMS, 2002), pero amplia y operativa (Gonçalves, 1988). Voy
las transformaciones sociales de nuestro en- a utilizar una de las formas culturalmente
torno han hecho que empecemos a considerar más potentes de metáfora, la poesía, para
como conductas violentas fenómenos que introducir diferentes aspectos de la violencia.
antes estaban invisibilizados socialmente Recurriré para ello a un solo autor, Leonard
(Velázquez, 2003), como la violencia de Cohen, uno de los poetas contemporáneos
género o el acoso escolar. Por tanto, si ahora que ha penetrado más profundamente en
VHGH¿QHQFRPRYLROHQWDVGHWHUPLQDGDVDF- ODVGL¿FXOWDGHVGHODVUHODFLRQHVKXPDQDV
titudes y conductas que hace poco no tenían Cohen en su obra La energía de los esclavos
dicha valoración, no es posible comparar la (1972) nos desafía con esta visión de una
incidencia real de las mismas, ya que en su relación interpersonal: “Marruecos. Invité a
momento no se recogieron datos al respecto cenar a un hombre. No fue capaz de mirarme
(no eran relevantes según la construcción a los ojos. Comió en paz”.
social de entonces). La mirada del otro de alguna manera nos
Esto pone de manifiesto que la con- inoportuna, el contacto con los demás nos
cepción social de la violencia es uno de los fuerza a reinventar nuestra propia realidad.
moduladores más relevantes de la misma. 1RVHWUDWDGHOOHJDUDSODQWHDUODD¿UPDFLyQ
La violencia es una construcción compartida sartriana de que el infierno son los demás,
por una comunidad dada y para entenderla en pero sí de entender que ninguna relación
profundidad se deben tener en cuenta criterios humana está exenta de conflictividad. El
sociológicos y antropológicos en cuánto a la FRQÀLFWRHVLQKHUHQWHDODUHODFLyQSRUTXHQRV
GH¿QLFLyQ\FRQIRUPDFLyQHGXFDWLYRV\IDPL- construimos en el contacto con los demás y
liares en lo referente al aprendizaje, desarrollo cualquier contacto con ellos nos obligará a
y puesta en práctica; de personalidad y valores reorganizar nuestro modo de ver el mundo.
en lo relativo a la conducta individual e inter- Evitar la mirada del otro es la manera más
personal; jurídicos en cuanto a su concreción sencilla de mantener nuestra paz, sólo que
inserto en todas las especies animales, aun- que determinados actos pueden o no ser
que más marcado en las depredadoras como agresivos en función de su intencionalidad.
el homo sapiens sapiens. Supone un estado Winter (2006) encuentra que se pueden en-
emocional que consiste en sentimientos de FRQWUDUYDULDFLRQHVQRWDEOHVHQHOVLJQL¿FDGR
odio y deseos de dañar a otra persona, animal profundo que distintos tipos de agresores dan
u objeto. Tiene una utilidad evolutiva clara, a su conducta.
ya que sirve para defender la integridad Se consideran actos agresivos los que
del organismo, obtener alimentos o pareja pretenden causar daño físico a las víctimas,
reproductiva. De hecho, desde el punto de ORVTXHEXVFDQHMHUFHUFRDFFLyQLQÀXLUHQOD
vista biológico, la agresividad está ligada a conducta de otras personas), el ejercicio del
la supervivencia. poder o el dominio o los daños en la reputa-
Desde el punto de vista psicológico, se ción y la imagen. Por tanto, la agresión puede
trata de un factor del comportamiento normal ser tanto física como psicológica.
que se activa ante determinados estados y La violencia es una forma especial de la
estímulos y que sirve para responder a nece- agresión. Luego, no todo comportamiento
sidades vitales. No implica necesariamente la agresivo es violento. Se entiende por vio-
destrucción del adversario, ya que hay pautas lencia el uso de mecanismos habituales de
biológicas que regulan el inicio y el cese de agresión, con la intención de controlar al
las secuencias agresivas (Lorenz, 1963). En otro y que suponen el ejercicio de alguna
la especie humana, dichos rituales se han clase de poder, lo que implica que hay un
socializado, generando así pautas culturales desequilibrio entre las partes, siendo una más
de regulación de la agresividad. poderosa que la otra. Es decir, la violencia
Un segundo concepto a clarificar es supone que en una relación de desigualdad
el de agresión. Sería cualquier forma de el agresor intenta (y a veces logra) controlar
conducta deliberada que pretende herir a la víctima a través del uso de la agresión.
física y o psicológicamente a alguien. No Además, se suele entender que este ejercicio
es necesariamente negativa, ya que puede del poder es ilegítimo, o dicho de otra forma,
cumplir un papel adaptativo, en la línea de las el agresor no está sancionado socialmente
tendencias innatas de agresividad. Las pautas para ejercer esa clase de control.
y ritos sociales han canalizado la agresividad El panorama general, por tanto, es bas-
biológica a través de comportamientos más o tante complejo. Una pelea puntual entre dos
menos regulados como las luchas rituales, las compañeros de clase o una pareja es agre-
competiciones de diverso tipo y el deporte, sión, pero no violencia, ya que no se trata
pero eso no ha hecho que la especie deje de de algo usual y mantenido en el tiempo. Por
ser agresiva. El problema surge cuando la otro lado, una conducta agresiva establecida
agresividad se canaliza a través de formatos como un mecanismo habitual - aunque poco
que no están sancionados socialmente -una funcional- de comunicación y donde los dos
pelea fuera de su marco regulado- o cuando contendientes tuvieran un acceso idéntico
se ejerce alguna clase de violencia. Es obvio a los mecanismos de ejercicio del control
que para entender que una conducta es una tampoco sería violencia, ya que una de las
agresión es necesario indagar en los compo- partes no ejercería poder sobre la otra, ni la
QHQWHVSURIXQGRVGHOVLJQL¿FDGRFXiOHUDOD discriminaría. Además, la violencia legítima
intención y la motivación del atacante- ya ejercida por un poder reconocido -la policía,
el ejército- tampoco sería tal, dado que están En efecto, lograr el cambio de la conducta
sancionados para ello según las normas en de una persona supone, fundamentalmente,
vigor. Podemos o no estar de acuerdo con entender cuál es el sentido que ésta le da al
HVWDVOLPLWDFLRQHVGHODGH¿QLFLyQSHURHQOD mundo. Esto es algo compartido por todos
práctica, la cronicidad, el control y la carencia los enfoques cognitivos de la terapia, pero
de sanción social son los delimitantes más que en el caso del constructivismo se vuelve
claros de las conductas violentas. toda una estrategia fundamental: el problema
$WHQLpQGRPHDHVWDGH¿QLFLyQGHYLR- no radica en si la persona ve el mundo de una
lencia, la propuesta más adecuada para en- manera más o menos distorsionada o poco
tenderla sería una que contemplara tanto lo funcional, simplemente radica en cómo ve
cultural (en tanto que normas compartidas de el mundo. Cambiar su comportamiento su-
regulación y legitimización), como lo relacio- pondrá que tendrá que elegir, entre todas las
nal (modo en que la violencia se ejerce y el visiones de las que dispone, no aquellas más
poder se regula) y lo personal (sentido que se verdaderas o aceptables, sino las que pueden
da a la conducta violenta y a los contextos y hacer más preciso y útil su sistema de prede-
formas en que se considera viable aplicarla). cir el mundo. El foco de trabajo se centra en
Estos tres componentes están presentes en el FyPRH[SDQGLUVXVLVWHPDGHVLJQL¿FDGR\HQ
enfoque constructivista. cómo ajustarlo del mejor modo posible a la
La agresividad constituye el punto de clase de experiencias con las que se enfrenta.
partida para poder ser violento, pero no es el Se trata, en el fondo, de una dialéctica entre
origen de esta segunda gama de conductas. los procesos piagetianos de acomodación y
Las tendencias naturales de la ira pueden ser asimilación. El cambio vendrá cuando, por
controladas y no manifestarse nunca en un un lado, logre acomodar su sistema a la expe-
formato pautado y crónico; además, pueden riencia que vive y, por otro, consiga asimilar
ayudar a la persona a explorar su entorno y ésta a sus propios marcos de referencia.
conseguir sus metas. El origen de la violen- La teoría de la construcción personal
cia, aunque se fundamenta en una disposición (uno de los modelos constructivistas más an-
genética, debe buscarse en pautas relaciones, tiguos) proporciona una serie de herramientas
VRFLDOHV\GHDWULEXFLyQGHVLJQL¿FDGR$Vt conceptuales que son especialmente útiles
que es posible encontrar sujetos agresivos tanto para entender los procesos de violencia,
SHURQRYLROHQWRV/DGH¿QLFLyQFRQVWUXFWL- como para llevar a cabo la terapia de víctimas
vista de la agresividad remarca precisamente y agresores.
este aspecto. El punto de partida sería la idea de cons-
La terapia constructivista no tiene como tructo, un significado descriptivo de tipo
objetivo original la intervención con las con- dicotómico que se aplica a fragmentos más
ductas violentas, sino que, como todo enfoque o menos amplios, pero siempre limitados,
formal de la psicoterapia, intentan entender la de la experiencia. La dicotomía es libre, no
función que cualquier clase de conducta tiene está impuesta por norma o sentido semán-
para el ser humano. En concreto, se centran tico ninguno, aunque suele adoptar formas
HQGHWHUPLQDUFXiOHVHOVLJQL¿FDGRTXHOD culturalmente avaladas. Implica que todo
persona da a su mundo y a las acciones que VLJQL¿FDGRHVHQWHQGLGRHQODIRUPDGHXQ
lleva a cabo en éste para intentar regularlo y contraste entre dos polos, que se vivencian
predecirlo (Kelly, 1955; Neimeyer, 1993). como personalmente incompatibles. De he-
Apuntes de Psicología, 2008, Vol. 26, número 2, págs. 361-378. 365
J. Garcia Martínez Agresores y víctimas desde una perspectiva constructivista
cho, conocer algo supone generar un nuevo c) El miedo y la amenaza se vinculan más
contraste. Los constructos constituyen un sis- con cómo se entiende el mundo que con
tema más o menos armónico en el que algunos cómo se percibe uno a sí mismo. Nos
GHHOORVFXPSOHQXQSDSHOFHQWUDOGH¿QHQOD vemos amenazados en la medida en que
identidad del individuo y regulan o coordinan DSUHFLDPRVTXHQXHVWURVVLJQL¿FDGRVUH-
el funcionamiento de otros constructos, que levantes van a dejar de sernos útiles y no
tienen un nivel menor de relevancia para el tenemos un repuesto válido que los pueda
sujeto. El equivalente actual de constructo sustituir. El miedo es la conciencia de que
VHUtDVLJQL¿FDGRSHURHQODLGHDGHFRQVWUXFWR se va a producir un cambio de menor nivel
subyace la bipolaridad, lo que permite buscar HQGLFKRVVLJQL¿FDGRVTXHDIHFWDUiDXQ
de modo operativo contrastes en la visión del rango pequeño e inmediato de fenómenos,
mundo del sujeto dentro del proceso terapéu- pero que no será generalizado e inminente,
tico, bien para determinar qué es lo opuesto o como en el caso de la amenaza.
SDUDEXVFDUXQVLJQL¿FDGRLQGHSHQGLHQWHQR d) La rabia se asocia a la culpa. Una persona
opuesto, sino meramente distinto. genera ira cuando se da cuenta de que la
Otra idea básica de la teoría de la cons- LQYDOLGDFLyQGHXQDVHULHGHVLJQL¿FDGRV
trucción personal es que las emociones se identitariamente relevantes va a hacerle
entienden como transiciones o transforma- empezar un ciclo de comportamiento
FLRQHVGHOVLVWHPDGHVLJQL¿FDGRVGHODSHU- hostil (repetitivo e improductivo). No es
sona. Algunas de estas transformaciones son posible entender la rabia sin saber cómo
percepciones de la conciencia de cambio en se entiende la hostilidad, que es uno de
el sistema, mientras que otras tienen que ver los tipos de conducta relacionados con
con pautas de acción que se ponen en marcha las transiciones. En general, la rabia es
ante dicha percepción. un obstáculo para el cambio.
McCoy (1977) hace una buena exposi- e) La ansiedad, por el contrario, es un motor
ción de las transiciones kellianas. Entre ellas, para el cambio. Supone reconocer que
las más relevantes para entender los proble- los fenómenos a los que uno se enfrenta
mas de violencia son las siguientes: HVWiQ IXHUD GHO FDPSR GH VLJQL¿FDGRV
que habitualmente se usa para interpretar
a) La culpa es la conciencia de que uno está el mundo, lo que supone que hay que
dejando de actuar tal y como supone que poner en marcha algún mecanismo de
debe hacerlo, según un punto de vista adaptación o transformación.
que es absolutamente relevante para el
sujeto. La culpa implica salirse de la Las dos conductas más relevantes relacio-
propia identidad, del modo en que una nadas con las transiciones son la agresividad
SHUVRQDVHGH¿QHDVtPLVPD \ODKRVWLOLGDG/DSULPHUDHVWiGH¿QLGDFRPR
b) La vergüenza también esta relacionada el intento activo de expandir el propio sistema
con el desvío de las expectativas, pero no de interpretación de la realidad (Kelly, 1955).
frente a propia identidad sino respecto al (VWDGH¿QLFLyQHVWiSUy[LPDDODGHWLSRELR-
rol que uno estima que le adjudican los lógico, en tanto en cuanto tiene una función
otros. Es una desviación de naturaleza positiva para el individuo. La hostilidad es
social y tiene vínculos claros con lo que el intento de validar la propia percepción del
GHVSXpVVHGH¿QLUiFRPRVRFLDOLGDG mundo a pesar de que ésta ya se había demos-
trado como no viable. Por tanto, hostilidad y teoría de la mente, generar una forma de prede-
agresividad son acciones, lo que quiere decir cir y comprender los actos de los demás. Es el
que son elementos adquiridos o elaborados por salto que supone mirar a los ojos del otro y salir
el sistema y no tendencias innatas del sujeto. de mi mundo, de mi paz. Las transiciones y
Pueden o no ponerse en marcha, en función las leyes del sistema de construcción permiten
de la voluntad del interesado. entender cómo esto llega a tener lugar.
La dinámica de los constructos sigue En los casos de violencia la capacidad de
una serie de leyes. Las más relevantes para entender al otro está mermada, no se llega a
entender la violencia son las de socialidad y tener conciencia del otro, no se le comprende.
comunalidad. La socialidad es el mecanismo En estos casos, curiosamente, las dos acep-
por el cual una persona cumple un papel ciones comunes de conciencia (percepción
relevante en los procesos de adscripción de evidente de la experiencia y criterio moral)
VLJQL¿FDGRGHRWUD(VGHFLUXQVXMHWRHQWLHQGH convergen, la falta de capacidad de compren-
el mundo de la misma forma que otro para la sión supone tanto un desconocimiento del
clase de relación que han establecido entre otro, como un déficit del propio desarrollo
ellos&RPRVLHPSUHODGH¿QLFLyQGHOSURFHVR moral del individuo. En todo proceso terapéu-
es puramente funcional, no dice nada acerca de tico, el desarrollo moral es una cuestión clave
ORVVLJQL¿FDGRVFRQFUHWRVTXHVHDWULEX\HQDOD (Villegas, 2008), pero especialmente lo es en
relación. Un ejemplo práctico: si dos personas el tratamiento de la violencia. Tanto para el
desconocidas se cruzan una noche en un bar de agresor como para la víctima, el crecimiento
copas, entablarán una relación de socialidad moral va acompañado de transformaciones
tanto si ambas llegan a la conclusión de que la en su sistema de constructos, generando
otra desea mantener una conversación más o nuevas formas de entender la experiencia.
menos intrascendente, como si deciden que la Esto les permite, tanto reorientarse hacia
otra desea tener una relación sexual (es decir, si nuevas metas vitales y generar empatía con
DPEDVGH¿QHQGHOPLVPRPRGRODUHODFLyQTXH sus víctimas (Maruna y Ramsden, 2004),
se ha iniciado), de forma que podrán prever el como elaborar una nueva comprensión del
curso que la otra dará a su interacción. Si una trauma y de la propia vida (Harter y Neimeyer,
de las dos percibe la situación del primer modo 1995; Sewell, 1987). La adecuación formal del
y la otra del segundo, la interacción entre ellas enfoque constructivista a la naturaleza de los
GHYHQGUiHQXQIUDFDVRRHQXQFRQÀLFWR\SRU fenómenos violentos está haciendo que cada
tanto, no se habrá producido una relación de vez más investigadores y terapeutas trabajen
socialidad. en este campo siguiendo este modelo, tanto en
Junto a la socialidad, es necesario cono- el extranjero (Horley, 2005; Houston, 1988;
cer la idea de comunalidad: dos sistemas son Keskinen, 2004; Viney, Henry y Campbell,
parecidos y compatibles si están compuestos 2001; Winter, 2003), como en nuestro país
por constructos similares. Es decir, la com- (Guerrero Gómez y Garcia-Martínez, 2008;
prensión del sistema del otro es más fácil en la Tovar y Garcia Martínez, 2008).
medida que los contenidos coinciden y están
ordenados de forma también similar (principio (OPXQGRGHVLJQL¿FDGRVGHODVYtFWLPDV
de jerarquía).
Ya he comentado que la capacidad de Siguiendo la línea metafórica que em-
entender al otro supone el desarrollo de una prendí en el punto anterior, recurro a una
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J. Garcia Martínez Agresores y víctimas desde una perspectiva constructivista
nueva obra de Cohen (2001) Por los ríos se ven a sí mismas excesivamente dependien-
oscuros, canción incluida en el álbum Ten tes o que son demasiado esquemáticas en sus
New Songs, una buena forma de introducirse planteamientos vitales, son más pronas a ser
en la percepción del mundo de las víctimas: victimizadas (Houston, 1998).
“Por los ríos oscuros/Donde no podía ver/ Por ello, aunque siempre debemos pro-
Quién estaba acechando allí/ Quién estaba IXQGL]DUHQHOVLVWHPDGHVLJQL¿FDGRVSHUVR-
cazándome”. nales de las personas con quienes trabajamos,
En general, todas las víctimas reaccionan es más probable encontrar significados
con una sensación de amenaza (a partir de comunes en las víctimas -entendidas como
HVWHPRPHQWRGH¿QLUpVLHPSUHODVHPRFLR- grupo- que en los agresores. La pauta de
nes en términos constructivistas, salvo que incapacidad de comprensión (amenaza) y
indique expresamente lo contrario): no son autoinculpación (culpa) está presente casi
capaces de entender qué les está pasando. A siempre, además una víctima de una clase
veces se martirizan por su incapacidad para de violencia (de acoso laboral, por ejemplo)
prever el peligro (no podían ver que alguien desarrolla rápidamente empatía con otra
les iba a cazar, en palabras de Cohen) y suele que haya sufrido otra clase de violencia (de
surgir sentimientos de culpa. género, valga por caso).
Lo cierto, sin embargo, es que es muy En general, las víctimas suelen desarro-
difícil prever quién puede llegar a ser una llar una sintomatología ansioso-depresiva,
víctima, así que la capacidad de anticiparse en la que no están ausentes formas de estrés
a estas circunstancias es escasa. Se pueden postraumático, si bien la incidencia de este
algunos perfiles de riesgo, por ejemplo, último trastorno parece situarse en torno al
rasgos de dependencia en la mujer que poste- 15% de los afectados, sea cual sea la muestra
riormente será agredida por su pareja (Eche- de referencia y el tipo de violencia que le
burúa et al.; 1990; Garcia Martínez, 2005), afecte (Maia, 2006).
retraimiento social o pertenencia a un grupo Los elementos más característicos del
minoritario en el caso de una víctima de acoso funcionamiento de la víctima son la pérdida
escolar (Defensor del Pueblo, 2006; Ortega de autoestima y la incapacidad para hacer
y del Rey, 1998; Sullivan, Cleary y Sullivan, frente a la situación. Esto no es extraño, si se
2003), pero lo cierto es que, en mayor o me- tiene en cuenta que la cronicidad es uno de
nor medida, se encuentran víctimas en todos los criterios de la violencia. La víctima -salvo
los estratos sociales, en todos los niveles de en los casos de agresiones puntuales, como
IRUPDFLyQ\FRQSHU¿OHVSVLFROyJLFRVSUHYLRV las violaciones o las agresiones por impulso-
de toda clase. Parece que ser una víctima lleva tiempo intentando enfrentarse al agresor
depende fundamentalmente de la elección y sus intentos de salir de la situación no han
del agresor. Esto queda claramente consta- tenido éxito. Ello les lleva a buscar una nueva
tado cuando se trabaja con las víctimas de la elaboración de su situación (ansiedad) y la
violencia indiscriminada o de un violador en que más se ajusta a sus circunstancias (es
serie. En estos casos, prácticamente el único decir, la que tiene más probabilidades de ser
criterio de selección se reduce a estar en un validada) es que son personas incapaces y con
mal momento en un mal lugar o al propio escasa resolución. A partir de ese momento,
hecho de ser mujer. Desde un punto de vista su identidad quedará comprometida, son una
GHVLVWHPDVGHVLJQL¿FDGRVODVSHUVRQDVTXH nueva clase de persona, que ve el mundo des-
de la perspectiva del agresor: la conciencia ciones -el papel positivo que suele tener
que tienen de sí mismos ya no es propia, es la ansiedad- la persona empieza a vivir
estrictamente la conciencia de otro, se ven sus intentos infructuosos de solución
WDO\FRPRHODJUHVRUODVGH¿QHLQFDSDFHV como una demostración de su falta de
merecedoras de la agresión). capacidad, lo que a su vez potencia la
Este proceso de auto-incapacitación es amenaza.
coherente con los resultados de la inves- d) La última de las transiciones que carac-
tigación sobre agentividad o auto-eficacia terizan los procesos de victimización es
%DQGXUD/DH[SHFWDWLYDGHDXWRH¿- la culpa, la persona se da cuenta de que
cacia personal es un componente básico del no está cumpliendo el rol conceptual al
autoconcepto y se regula en función de los que estaba acostumbrada (el de ser una
refuerzos recibidos. Si cualquier intento de persona en cierta medida capacitada, en
resolución de la situación va seguido de un cierta medida resolutiva, con cierta valía,
fracaso, autopercibirse como alguien incapaz etc.), ya que sus actuales experiencias
es lo que se corresponde con una visión más empiezan a hacerle ver que es otra cla-
o menos realista de la situación por la que se de persona, eso hace que empiece a
se atraviesa. imputarse a sí misma la responsabilidad
De algún modo, la víctima va confun- del proceso y las ideaciones de que lo
GLpQGRVHFRQHOPXQGRGHVLJQL¿FDGRVGHO que ocurre es culpa suya se potencian.
maltratador, de modo que termina dando por
buena la posición de éste. Este proceso suele Curiosamente, en ese momento se cierra
comenzar con procesos en los que se ponen una peculiar relación de socialidad: agresor
en marcha transiciones de miedo y amenaza, \YtFWLPDGH¿QHQVXUHODFLyQH[DFWDPHQWH
en el sentido anteriormente descrito, que en los mismos términos. El primero de ellos
consiguen: tiene el poder y tiene el derecho a decidir,
marginando las posiciones legítimas del otro.
a) Primero, generar una sensación de que /DYtFWLPDVHDXWRGH¿QHHQORVWpUPLQRVGHO
se han producido cambios menores pero agresor, de modo que se vuelve casi totalmen-
que comprometen la situación de la víc- te predecible por parte de éste y sólo se puede
tima -robos, intimidaciones, críticas- y predecir a sí misma -verse como funcional- si
TXHHPSLH]DQDFRUURHUVXVVLJQL¿FDGRV adopta la perspectiva del primero: está atra-
previos (miedo). pada en el ciclo de la violencia. La relación
b) Después la víctima desarrolla la percep- es peculiar porque a diferencia de cualquier
ción de que sus intentos de enfrentarse a otro proceso de socialidad, en el que ambas
la situación no serán viables y de que el SDUWHVYDQPRGL¿FDQGROLJHUDPHQWHODVDSRU-
mundo ya no es predecible o que no se taciones del otro en un ciclo de verdadera
puede actuar de ningún modo, esto hace co-construcción de la relación, en este caso
que empiece a instalarse una cierta inde- es una sola -la que agrede- la que impone los
fensión y los síntomas de tipo afectivo VLJQL¿FDGRVTXHKD\TXHGDUDODUHODFLyQ
se agudizan (amenaza). Es necesario remarcar que en esta línea
c) Paralelamente a esto, se ponen en marcha de elaboración, la culpa se exonera constru-
ciclos de ansiedad, pero lejos de servir yéndose tal y como la otra persona dice: en
para activar la búsqueda de nuevas solu- ese caso no habrá culpa y la situación será
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J. Garcia Martínez Agresores y víctimas desde una perspectiva constructivista