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Andamios

Revista de Investigación Social


Volumen 18, número 45, enero-abril, 2021

Colegio de Humanidades y Ciencias Sociales


Andamios
Revista de Investigación Social

Andamios, Revista de Investigación Social, volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, es una pu-
blicación cuatrimestral editada por la Universidad Autónoma de la Ciudad de México a través
del Colegio dea Humanidades y Ciencias Sociales con dirección en Dr. Garciadiego, núm. 168,
col. Doctores, Del. Cuauhtémoc, C.P. 06720, México, Ciudad de México. Tel. 1107 0280, www.
uacm.edu.mx, disponible en www.uacm.edu.mx/andamios. Editor responsable: Oscar Rosas
Castro. Número de certificado de reserva del título: 04-2004-091014130100-102, ISSN de
la versión impresa 1870-0063 e ISSN de la versión electrónica 2594-1917, otorgados por el
Instituto Nacional de Derechos de Autor. Número de certificado de licitud de título: 13199 y
número de certificado de licitud de contenido: 10772, ambos otorgados por la Comisión Cali-
ficadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Impresa en el
taller de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, San Lorenzo, núm. 290, col. Del
Valle, Del. Benito Juárez, C.P. 03100, México, Ciudad de México. Distribuida en toda la Repú-
blica Mexicana por Educal S.A. de C.V., Av. Ceylán, núm. 450, col. Euskadi, Del. Azcapotzalco,
C.P. 02660, México, Ciudad de México. Este número se terminó de imprimir el 17 de enero de
2021 con un tiraje de 500 ejemplares.
Andamios, Revista de Investigación Social es una publicación de carácter académico que bus-
ca contribuir en las tareas de investigación y de enseñanza en materia de ciencias sociales y
humanidades a partir de las aportaciones de los profesores-investigadores de la Universidad
Autónoma de la Ciudad de México, así como de académicos de otras instituciones nacionales
e internacionales. Aparece citada en los siguientes índices y bases de datos: Índice de Revistas
Mexicanas de Investigación Científica y Tecnológica del Consejo Nacional de Ciencia y Tec-
nología (Conacyt), Scielo-México; Red de Revistas Científicas de América Latina y El Caribe,
España y Portugal, Ciencias Sociales y Humanidades (Red Alyc); Scopus; Social Sciences Cita-
tion Index, Social Scisearch, Journal Citation Reports/Social Sciences Edition; ProQuest Social
Science Journals; Citas Latinoamericanas en Ciencias Sociales y Humanidades (Clase); Sistema
Regional de Información en Línea para las Revistas Científicas de América Latina, el Cari-
be, España y Portugal (Latindex-Catálogo); Banco de Datos sobre Educación Iberoamericana
(Iresie); International Bibliography of the Social Sciences (ibss); Ulrich’s Periodicals Directory;
Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso); Social Science Collection (csa); So-
ciological Abstracts (sa); Worldwide Political Science Abstracts (wpsa); Political Database of
the Americas (pdba); International Consortium for the Advancement of Academic Publication
(icaap); International Political Science Abstracts (ipsa); ebsco Publishing (Academic Search
Premier); T.H. Wilson Company; Swets Information Service B.V., Dialnet hemeroteca virtual.
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res y no comprometen la posición oficial de Andamios, Revista de Investigación Social ni de
la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.
Se autoriza la reproducción parcial de los contenidos de la presente publicación siempre que
se cite la fuente.
En portada: Fotografía de Encarni Pindado
Índice

Dossier
Pensar los éxodos, nuevos desplazamientos forzados,
discriminación y representaciones mediáticas del racismo

Presentación
Racismo, migración y discriminación. 9
El trabajo de la re/presentación
Amarela Varela-Huerta, Verónica Ruíz Lagier y Cynthia Pech
Salvador

Las caravanas de migrantes y las economías de tráfico humano y el 21


trabajo excedente
Simón Pedro Izcara Palacios

Migración garífuna, deportaciones y asilo político en un contexto 47


de desplazamiento forzado
Juan Vicente Iborra Mallent

Paradojas multiculturales y sujetos políticos. 77


Un balance de la afrodiáspora en el territorio nacional mexicano en
el período 2015-2020
José Mario Suárez Martínez

Percepción de amenaza y expresiones de prejuicio hacia la 97


migración centroamericana indocumentada en tránsito por México
Diana Buenrostro Mercado y Luciana Ramos Lira

Centros de detención: racismo y lucha migrante en Estados Unidos 121


Carolina Aguilar Román

La discriminación desapercibida: miradas sobre la discriminación


147
en Estados Unidos de retornados guatemaltecos
Hugo Fauzi Alfaro Andonie
Imaginación y memorias de lo translocal de niñas y niños 173
migrantes centroamericanos en tránsito por México
Dulce Rocío Reyes Gutiérrez

Forasteros, prójimos y víctimas. Figuras discursivas de la 195


solidaridad y migración centroamericana en México
Rodrigo Parrini Roses, Luisa Alquisiras Terrones y Emilio
Nocedal Rojas

#LadyFrijoles: señalamiento, discriminación y 223


estigma de migrantes centroamericanos a través de redes
sociales en México
Marisol Pérez Díaz y Mirza Aguilar Pérez

Traducción

Sobre los silencios: refugiados salvadoreños ayer y hoy 247


Leisy J. Abrego

Entrevista

Somos más que testimonios, somos historiadoras 273


encarnadas de la política interseccional e internacionalista:
Entrevista con Suyapa Portillo Villeda
Amarela Varela-Huerta Y Leisy J. Abrego

Bibliografía sobre: pensar los éxodos, nuevos


309
desplazamientos forzados, discriminación y
representaciones mediáticas del racismo

Artículos

En las fronteras de lo político: Carlos Pereyra y la cuestión 343


democrática en el México de los setenta y ochenta
Israel Covarrubias y Cristhian Gallegos Cruz

Hans Blumenberg, una concepción retórica de la política 373


Juan Cristóbal Cruz Revueltas
Políticas de la materia. La producción material en el 393
pensamiento de Postone
Facundo Nahuel Martín

Algunas consideraciones sobre la disciplina del caso fortuito 415


en el ordenamiento indiano
Loris De Nardi

Una aproximación a los clientes de prostitución en México 435


Ariagor Manuel Almanza Avendaño y Anel Hortensia Gómez
San Luis

Esclareciendo el concepto de lógica deóntica 457


Hugo José Francisco Velázquez

Programas de formación universitaria en centros 487


penitenciarios
Laura Ponce De León Romero, Gina López Armijos y Rocío
Camacho Rojas

La política de la ciencia en el pensamiento de Auguste Comte 511


Obed Frausto Gatica

Hacia una tipología de la Interculturalidad en salud: alcances, 535


disputas y retos
Ana Rita Castro

Reseñas

“Caravaneros" de Douglas Oviedo. Diálogos entre la academia 555


y los actores de la transmigración contemporánea
Héctor Parra García

Cruzar el puente. De la investigación al aula 559


Areli Flores Martínez

De cómo el filósofo se levantó de su butaca para tomar la 565


pista de carreras
Mario Alfredo Hernández

Normas para la recepción 573


Dossier
Racismo, migración y discriminación. El trabajo de
la re/presentación
Presentación

Racismo, migración y discriminación. El trabajo de la


re/presentación
Amarela Varela-Huerta*
Verónica Ruíz Lagier**
Cynthia Pech Salvador***

En el otoño de 2019, un año después del otoño migrante en el que


miles de familias centroamericanas atravesaron México para quedarse
atrapadas en la franja fronteriza norte, nos dimos a la tarea de con-
vocarnos primero entre nosotras: una estudiosa de las migraciones, la
otra de los racismos y la última, de la interculturalidad, para pensar en
qué sentido las múltiples formas de movilidad humana, los éxodos de
desplazados y las respuestas sociales dadas al respecto, transformaban
el debate siempre vigente sobre el racismo institucional y el racismo
social. Nos interesaba dialogar sobre los debates y el estado de la cues-
tión en torno a las formas institucionalizadas de odio, ya sea mediante
leyes que extranjerizan, criminalizan o infantilizan a los migrantes.
A la vez deseábamos discutir las narrativas académicas en torno a la
discriminación y los racismos ante al fenómeno migratorio, sin perder
de vista el discurso de los propios migrantes y de los actores sociales u
organizaciones que se suman a su objetivo el desplazamiento humano.
Cuando publicamos la convocatoria para este dossier apostamos por
enriquecernos de las literaturas y narrativas en torno a las fronteras y la

* Profesora investigadora en la academia de Comunicación y Cultura de la


Universidad Autónoma de la Ciudad de México, México. Correo electrónico:
amarela.varela@uacm.edu.mx
** Profesora investigadora en Instituto Nacional de Antropología e Historia, México

y trabaja en la Dirección de Etnología y Antropología Social. Correo electrónico:


veronicalagier@gmail.com
*** Profesora investigadora en la academia de Comunicación y Cultura de la

Universidad Autónoma de la Ciudad de México, México. Correo electrónico:


cynthia.pech@uacm.edu.mx

Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 09-20 Andamios 9


Amarela Varela-Huerta, Verónica Ruíz y Cynthia Pech

racialización de los cuerpos que deciden cruzarlas; para entonces el pue-


blo estadounidense no había dado muestras de rebelión contra el racismo
institucional, y el Covid 19 no había paralizado social y económicamente
el planeta. Un año más tarde, escribimos esta presentación confinadas
cada una en nuestros espacios familiares, y a escasos días de las vota-
ciones en Estados Unidos, en donde se definirán los años venideros en
materia de geopolítica, impactando con ello a millones de migrantes.
Desde ese contexto es que “curamos” este número 45 de Andamios,
con un cuidado especial, como preservando los restos de una época
que ya dejó de existir. Un ejercicio de reflexión teórica a muchas vo-
ces que se tejió desde la incertidumbre más extrema, como esa que
habitan los migrantes y sus familias para transitar de la pobreza a una
realidad donde la vida se pueda preservar, procurar y celebrar.

Pensar los Éxodos, nuevos desplazamientos forzados, discriminación y


representaciones mediáticas del racismo
Las migraciones contemporáneas y el desplazamiento forzado son
“síntomas” sociales o consecuencias humanas que provoca el neolibera-
lismo. Consideramos que los éxodos son expulsiones de un capitalismo
que requiere la fuerza de trabajo de aquellos que a la vez trata como
cuerpos desechables. No obstante, los desplazados de la miseria y la
violencia se oponen a ese modelo económico que los deshumaniza, a
través de resistencias latentes y diversos tipos de agencia política, tal y
como lo presenciamos en la Caravana Migrante de octubre de 2018, a
la que nos referimos como Éxodo Centroamericano en tanto que así fue
nombrada por quienes caminaron en ella.
Y si bien la migración no es un fenómeno social nuevo y es un ins-
tinto intrínseco en nuestra especie (los seres humanos nos movemos
hacia donde hay fuentes de vida), las políticas de gobierno global de
fronteras y sus efectos sí nos parecen novedosas. Las migraciones y los
desplazamientos forzosos generados por desastres naturales, cambio
climático, violencia social y/o de Estado, o por crisis económicas ofre-
cen la posibilidad para detectar ciclos de cambio histórico en diferentes
dimensiones, además del espacio geográfico en el que se presentan.
Así lo propusieron los padres de la sociología contemporánea, cuando

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Presentación

rastrearon en la descampenización de los siervos feudales y su hacina-


miento en las ciudades que se volvían industriales entre el feudalismo
y el capitalismo (Mezzadra, 2005), posteriormente, la literatura de los
estudios sociales consideró las migraciones humanas como rasgo cons-
titutivo del capitalismo. Actualmente, la globalización, como nuevo
corte histórico, desconfigura los relatos modernos sobre migración y
nos confronta a “migraciones poscoloniales” desordenadas en relación
a los vínculos metrópoli/colonia, que explicaban las diásporas y sus
asentamientos hasta hace pocas décadas.
Así pues, se han transformado los patrones migratorios y con ellos,
las formas para gobernar las fronteras. Securitización, externalización
de fronteras e invenciones de eufemismos como “tercer país seguro”,
reconfiguraron la “gestión” de la migración, y de ser un “problema”
sociodemográfico” pasó a ser un tema de seguridad global.
Por eso partimos y hacemos eco de muchos otros estudiosos de los
movimientos humanos, intuyendo que, con la globalización y la neoli-
beralización económica, los estudios sociales y humanísticos enfocados
a la migración tienen el desafío de comprender la lógica de nuevos
desplazamientos individuales y colectivos, sean forzados o planeados
como estrategia de sobrevivencia familiar y comunitaria; éxodos re-
gularmente ilegalizados, que se dispersan en todas las direcciones y
sin aparentes patrones históricos que antecedan y ayuden a entender
las llamadas cadenas migratorias por tradición. Véanse, para ello, las
migraciones sur-sur o el actual desplazamiento forzado de venezolanos
por toda América Latina.
No obstante, imaginar novedosos marcos de interpretación sobre
los movimientos humanos contemporáneos pasa por reconocer cómo
las nuevas causas y formas de desplazamiento se amalgaman con las ya
instituidas. En el neoliberalismo se mantuvieron las migraciones del
campo a la ciudad, pues en el campo se desarticularon las economías
de autosubsistencia, al tiempo que comenzamos a presenciar despla-
zamientos forzados producto del cambio climático y los proyectos ex-
tractivistas que arrebatan y contaminan el territorio de los pueblos, en
su mayoría originarios o afrodescendientes. A estos desplazamientos se
les sumaron las fugas masivas y desesperadas de pueblos acosados por
ejércitos, paramilitares, maras, ejércitos privados indirectos (Mbembe,

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Amarela Varela-Huerta, Verónica Ruíz y Cynthia Pech

2011). Finalmente, la migración contemporánea se alimenta de todos


estos fenómenos, más las fugas de quienes huyen de la homofobia y la
transfobia, de las maquilas y los daños laterales del “desarrollo”, o de las
guerras declaradas por gobiernos que administran el crimen.
Al mismo tiempo, los tradicionales modelos de gestión de fuerza
de trabajo migrante (programas de trabajo temporal) se combinan con
la puesta en marcha de una compleja industria de la migración, que
incluye lo mismo empresas carcelarias de capital multinacional que
lucra con el encierro, los dispositivos de securitización fronterizo y los
grilletes puestos en los cuerpos de los migrantes como antaño se hizo
con los esclavos; así como una industria también transnacional de la
caridad y lo humanitario, donde intervienen actores religiosos y las
ONGs transnacionales, organismos supranacionales y agencias diversas
(Véase Mezzadra y Nielson, 2017).
Sin embargo, la literatura vigente sobre desplazamientos y migra-
ciones que hoy ensambla la mirada para comprender migraciones
económicas con desplazamientos forzados, se ha preguntado poco
sobre el trabajo de la re/presentación de la migración. Y los debates
sociales sobre dicha representación sostienen escasos diálogos inter-
disciplinarios. Consideramos que es urgente integrar a la reflexión la
dimensión del racismo y la discriminación hacia quienes migran, quie-
nes se convierten en grupos indocumentados, en minorías culturales,
grupos sociales producidos jurídica, social y culturalmente como de
“alta vulnerabilidad”, etc. De ahí que el objetivo central de este dossier
sea aportar a dos campos de investigación: la migración y el racismo,
a través de trabajos etnográficos y/o de investigación aplicada que evi-
dencien las fobias y la estigmatización hacia los “otros”, y visibilicen
las prácticas políticas y sociales que lo reproducen. Para ello resulta
prioritario discutir el sentido de las categorías analíticas con las que
estudiamos la realidad empírica de la migración, y compartir perspectivas
teórico-metodológicas que permitan entender este fenómeno cruzado
por prácticas de racismo y discriminación.
Desde octubre de 2018, con el fenómeno del “éxodo centroamerica-
no” en México, el discurso institucional, público y de diversos medios
de comunicación reforzó estereotipos negativos sobre los centroame-
ricanos, cuestionando la legitimidad de esa fuga y etiquetando a los

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Presentación

desplazados como “irresponsables”, “desagradecidos” o, abiertamente


como “peligrosos”. A través de chistes, estereotipos, distorsiones mass-
mediáticas de las historias de los desplazados que conformaban estos
éxodos, se reprodujeron discursos de racismo y xenofobia, particular-
mente hacia la población centroamericana.
Se presenta así, la necesidad de identificar las practicas que dan
sentido al discurso racista, evidenciar los actores y los espacios desde
donde se reproduce la doxa (estereotipos y prejuicios), las represen-
taciones de lo propio y lo ajeno en los medios de comunicación, las
creencias de superioridad/inferioridad que dan contenido a los dis-
cursos discriminatorios contra los migrantes, que a la vez legitiman la
desigualdad social y la falta del ejercicio de sus derechos en su tránsito
por el territorio nacional.
Importante resulta también analizar la responsabilidad que tiene
el Estado (por acción u omisión) en la reproducción de los discursos
xenofóbicos con sello de soberanía nacional, que provocan prácticas de
violencia contra niños, niñas, mujeres y hombres migrantes.
El racismo justifica las relaciones de dominación, exclusión y per-
secución hacia quien ha sido inferiorizado o menospreciado (Iturriaga,
2016); de ahí la necesidad de desmontar el discurso para evidenciar las
intenciones político- económicas que lo sostienen. Para autores como
Taguieff (2001) y Wieviorka (1994), el racismo es una práctica tan
antigua como la misma humanidad, pero es a partir de la expansión co-
lonialista de occidente que se presenta como una estrategia que justifica
la dominación y la explotación del otro, ante una supuesta superioridad
racial. En esta misma línea, Giménez (2003) advierte que la discri-
minación social, sustentada en la desigualdad de poder, de recursos
y de status, ha cobrado visibilidad en las naciones industriales más
desarrolladas; países en donde la discriminación a través del estigma
(Goffman, 1963) o labelling o etiquetación (Donnelly, 2000) asignan al
individuo un status más bajo, y al mismo tiempo alteran la concepción
del individuo sobre sí mismo, naturalizando la desigualdad, o haciendo
suyas las concepciones racistas que los estigmatizan (Menéndez, 2017).
En este sentido, nos preguntamos ¿qué modelo de dominación en-
cubre el discurso xenofóbico en México y Estados Unidos, y qué prác-
ticas de explotación están debajo de la doxa racista hacia los migrantes

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Amarela Varela-Huerta, Verónica Ruíz y Cynthia Pech

en el discurso cotidiano? Sin duda, resulta indispensable interpretar


estas prácticas desde un enfoque históricamente situado y con un lente
de estudio interseccional (Crenshaw, 1989) o de transversalidad teórica
que nos permita entender los elementos comunes que sostienen las
prácticas racistas en contextos migratorios multisituados.
Siguiendo a Menéndez, “el racismo es la ideología más utilizada y
eficaz de dominación, desarrollada por diferentes sistemas, incluido el
capitalista en sus diferentes fases y contextos, pues dada su diversi-
dad, puede ajustarse a las variantes pragmáticas que necesitan aplicar
las sociedades para asegurar su continuidad” (Menéndez, 2017, pp.
32,55); sin embargo, nos advierte también que gran parte de las prácti-
cas xenófobas surgen de las clases populares, las no dominantes, y por
ello debemos analizar las condiciones sociales específicas, las múltiples
variedades del racismo y sus contextos, en tanto que, en términos teó-
ricos e ideológicos, todos los racismos obedecen a procesos culturales,
sociales, económicos y políticos.
Por lo anterior, en este dossier decidimos integrar trabajos, fruto
de investigación aplicada, en torno a distintos procesos de éxodo y
desplazamiento forzoso, que nos permiten evidenciar el mecanismo de
discriminación a través de los cuales se legitiman las leyes de extranje-
ría y migración en México y Estados Unidos, analizados a través de tres
ejes horizontales:

1. Las nuevas formas de transmigración, como han sido las caravanas


o éxodos centroamericanos y su novedoso modelo de desplaza-
miento humano, desde donde buscamos aportar pistas en torno
a cómo se construyen, consolidan o desarticulan discursos
sociales y mediáticos, gubernamentales y académicos, en torno
a la movilidad humana en general.
2. Los discursos de odio, racismo y xenofobia en torno a los migrantes y
refugiados en general, y a las Caravanas Migrantes en particular. En
este eje es que se inscribieron los trabajos que tejen un vínculo
analítico entre la migración y la discriminación por aporofobia
y xenofobia, así como las identidades locales y nacionales desde
el punto de vista del clasismo social y el racismo.
3. La percepción social mediatizada de la migración y las caravanas, un

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Presentación

ejercicio que parte de poner en el centro las categorías sociales


que están siendo utilizadas o silenciadas en los análisis públicos
y académicos referentes a las caravanas migrantes o éxodos
(como son el racismo, aporofobia, clasismo, nacionalismo, sobe-
ranía) y que dan forma a la percepción social mediatizada sobre
este fenómeno.

La estructura del dossier

Este dossier está conformado por cuatro secciones, la primera correspon-


de a la sección de artículos; la segunda sección a la entrevista con Suyapa
Portillo, experta en historia de Centroamérica y sus diásporas en Estados
Unidos; la tercera sección a la traducción del artículo de Leisy J. Abrégo,
texto canónico de las áreas de estudio que se intersectan en este número
temático sobre desplazamientos forzados y migraciones, y en la cuarta
sección se presenta la bibliografía especializada que resume el estado de
la cuestión de los tres ejes temáticos transversales de este número.
La sección de artículos está conformada por nueve artículos. En el
primero, titulado Las caravanas de migrantes y las economías de tráfico
humano, de Simón Pedro Izcara Palacios, se ofrece un acercamiento al
fenómeno de la caravanización de la migración y el impacto que ésta ha
causado a las redes de tráfico humano en el noroeste de México. Este
artículo centra su análisis en el fenómeno de las caravanas migratorias
que a partir de finales del 2018 se sucedieron desde Centroamérica
hacia Estados Unidos, pasando por México, y que se colocaron como
una modalidad muy específica: la migración en caravanas no es nueva,
lo es la dimensión del grupo de migrantes, su composición demográfi-
ca diversa, su carácter visible, bullicioso y beligerante que ha roto, sin
duda, el clásico esquema de la migración subrepticia, clandestina y en
solitario. En esta nueva modalidad, la idea de colectividad funciona
como mecanismo que protege a los migrantes y los cohesiona como
un grupo capaz de enfrentar las necesidades más inmediatas durante
el viaje, pero también, para enfrentar a los gobiernos, las fronteras y
sobre todo, a los “polleros”. Así, este trabajo da cuenta, a partir del
análisis de diez entrevistas realizadas a los traficantes, el impacto de
estas caravanas en la economía del tráfico de migrantes.

Andamios 15
Amarela Varela-Huerta, Verónica Ruíz y Cynthia Pech

En el segundo artículo, Migración garífuna, deportaciones y asilo po-


lítico en un contexto de desplazamiento forzado, de Juan Vicente Iborra
Mallent, se ensaya un análisis sobre el carácter forzado que tiene la
migración garífuna procedente de Honduras hacia México y Estados
Unidos, vinculada al despojo territorial que sufren las comunidades de
origen de donde provienen los migrantes. En este sentido, el artículo
ofrece un panorama sobre los orígenes de la migración garífuna hacia
Estados Unidos y su inserción laboral con bajos salarios, la raciali-
zación de este grupo de población y con ello, la discriminación que
conlleva ésta y que, de alguna manera, enmarca las condiciones de
marginación, no sólo en Estados Unidos, sino también en México.
Asimismo, se ahonda en las deportaciones y las políticas de asilo em-
prendidas hacia este grupo de población en la actualidad.
En el tercer artículo, Paradojas multiculturales y sujetos políticos. Un
balance de la afrodiáspora en el territorio nacional mexicano en el período
2015-2020, de José Mario Suárez Martínez. El autor parte de considerar
que el multiculturalismo en México ha mostrado sus paradojas en tor-
no a la diversidad cultural de los pueblos indígenas, pero, sobre todo,
frente a la afrodiáspora; en este sentido, el artículo busca dar cuenta, a
partir de un análisis histórico y conceptual, de cuáles son las paradojas
políticas estatales frente a la afrodiáspora, así como los agenciamientos
que los afromexicanos y afromigrantes han mostrado en torno a ésta.
En el cuarto artículo, Percepción de amenaza y expresiones de prejuicio
hacia la migración centroamericana indocumentada en tránsito por México,
Diana Buenrostro Mercado y Luciana Ramos Lira, se ofrece un análisis
de la percepción de amenaza y tipo de prejuicio que prevalecen en la
población de la Zona Metropolitana del Valle de México respecto de
los migrantes centroamericanos en tránsito por México, así como se
explora si en la percepción de amenaza existen prejuicios relacionados
con el sexo, la edad, la escolaridad y la ocupación de los mexicanos que
participaron en este estudio correlacional transversal.
El quinto artículo, Centro de detención: racismo y lucha migrante en
Estados Unidos, de Carolina Aguilar Román, ofrece un acercamiento al
contexto racista de los centros de detención para migrantes en Estados
Unidos, a partir del modelo analítico que incluye como línea de inves-
tigación el racismo en los estudios migratorios y donde se integran,

16 Andamios
Presentación

asimismo, los estudios de encarcelamiento masivo y las luchas migran-


tes. La aplicación del modelo permitió dar cuenta de los factores que
constituyen de raíz el racismo en dichos centros.
El sexto artículo, La discriminación desapercibida: miradas sobre la
discriminación en Estados Unidos de retornados guatemaltecos, de Hugo
Fauzi Alfaro Andonie, ofrece los resultados de un estudio exploratorio
en torno a la percepción de la discriminación en Estados Unidos por
parte de guatemaltecos retornados durante el 2019. El punto de esta
investigación es justo dar cuenta de cómo la discriminación suele ser
muy sutil en los entornos migrantes y más, cuando las condiciones de
desigualdad se perciben como naturales, incluso en los lugares donde
debiera ser más ostensible dicha discriminación.
El séptimo artículo, Imaginación y memorias de los translocal de niñas
y niños migrantes centroamericanos en tránsito por México, de Dulce Rocío
Reyes Gutiérrez, ofrece un análisis del papel que la imaginación y la
memoria tienen en la elaboración de lo translocal entre niñas y niños
migrantes centroamericanos en tránsito por México. El concepto de
translocal alude al proceso cognitivo y emocional derivado de la expe-
riencia de movilidad e intercambio cultural que enfrentan los niños y
niñas en situación específica de la migración. En este sentido, este artí-
culo ofrece un análisis de una práctica narrativa en donde la memoria
y la imaginación ayudan a los niños y niñas migrantes a negociar los
significados de la cultura receptora y la propia.
El octavo artículo, Forasteros, prójimos y víctimas. Figuras discursivas de
la solidaridad y migración centroamericana en México, Rodrigo Parrini Ro-
ses, Luisa Alquisiras Terrones y Emilio Nocedal Rojas, ofrece un análisis
novedoso cuanto a la temática de la percepción de los migrantes cen-
troamericanos por quienes conforman las redes solidarias que trabajan
con ellos. Este trabajo es el resultado de una investigación multisituada
de corte etnográfico (entrevistas y sesiones de observación no partici-
pante) cuyo objetivo fue el de indagar la forma en que son significados
los sujetos migrantes. De ella se derivaron las figuras discursivas del
forastero, el prójimo y la víctima, que aportan elementos suficientes
para pensar no sólo el papel que juegan las organizaciones solidarias
existentes, sino el rol que las acciones “humanas” de los migrantes y
su relación con el discurso que sustenta la condición ontológica que

Andamios 17
Amarela Varela-Huerta, Verónica Ruíz y Cynthia Pech

las diferentes organizaciones les dan a estos migrantes: el forastero, por


parte de las personas solidarias que no pertenecen a ninguna organi-
zación o institución; el prójimo, las organizaciones religiosas y la de
víctima, la de las organizaciones de carácter humanitario.
El noveno artículo, #LadyFrijoles: señalamiento, discriminación y estig-
ma de migrantes centroamericanos a través de redes sociales en México, de
Marisol Pérez Díaz y Mirza Aguilar Pérez, ofrece un análisis de las re-
presentaciones y las narrativas que surgieron a partir del caso conocido
como “Lady Frijoles”, para pensar las lógicas de racismo y discriminación
en redes sociales: Facebook y Twitter. A través de un análisis cualitativo,
se realizó un mapeo de las expresiones más utilizadas para discriminar,
así como el análisis de las condiciones que estos medios permiten para
el anonimato, lo instantáneo del mensaje y la facilidad de reproducción.
La segunda sección del dossier contiene la entrevista realizada por
Leisy Abrégo y Amarela Varela-Huerta a Suyapa Portillo, a quien propo-
nemos como una intelectual que nos acerca e introduce a la inteligencia
de las diásporas extranjerizadas en Estados Unidos, una historiadora
hondureña/norteamericana que piensa las migraciones, los racismos y las
homo y lesbofobias, el patriarcado, desde un saber situado e insurgente.
En cuanto a la sección de traducción, ofrecemos a los lectores un
artículo de Leisy Abrégo, Sobre los silencios: refugiados salvadoreños ayer
y hoy, publicado en inglés originalmente en la revista Latino Studies en
20171 y traducido para Andamios por Ethel Odriozola Monzón, cuya
circulación en el mundo de los estudios migratorios en castellano nos
parece indispensable porque ofrece un panorama de la discusión en
torno al refugio, el asilo y la migración de salvadoreños en Estados Uni-
dos, y los efectos de las políticas de odio que tienen una continuidad
más allá de la alternancia de republicanos y demócratas en el poder.
La voz de Abrégo y Portillo, dos intelectuales centroamericanas y
estadounidenses, es nuestra propuesta en la apuesta por decolonizar
nuestra mirada sobre la diáspora latinoamericana en Estados Unidos.
Creemos que conocer sus voces y comprender sus hipótesis, nos servi-
rá para dejar de estudiar nuestras propias migraciones y las transmigra-

1  Agradecemos a Latino Studies la cesión de derechos que generosamente hicieron para


que la versión en castellano de este trabajo aparezca ahora en Andamios.

18 Andamios
Presentación

ciones de los pueblos donde nacieron estas intérpretes desde la mirada


“neutral” y descarnada de los thinks thanks estadounidenses y los inte-
lectuales angloparlantes que nos estudian. Incluir en la curaduría a dos
mujeres intelectuales, profesoras universitarias de origen centroameri-
cano es nuestra manera de contribuir a la decolonización de conoci-
miento migratorio, al mismo tiempo que es una estrategia más, de las
muchas posibles, para demostrar que la violencia contra los migrantes
y sus familias, o contra la soberanía de los pueblos donde nacieron, no
es un fenómeno nuevo. Las llamadas “crisis de menores migrantes”, las
“crisis humanitarias” por la migración en caravana, no son tal para estas
autoras, quienes nos ayudan a comprender la dimensión estructural, la
historia de largo aliento que sostiene la actual violencia contra niños y
niñas, jóvenes y familias migrantes separadas, enjauladas, deportadas,
asesinadas, desaparecidas.
Finalmente, cerramos el dossier temático con una revisión biblio-
grafía que da cuenta del estado de la discusión sobre migraciones,
desplazamientos, refugio, asilo y racismos de autores de América Latina
y Estados Unidos que piensan el sistema migratorio latino-norteame-
ricano. Esperamos que el índice bibliográfico que preparamos con
muchísimo esmero sirva de mapa de navegación a los estudiosos del
tema, a los tesistas y a periodistas que trabajan el tema de la migración
y sus violencias, el racismo como una de ellas, pero también las luchas
migrantes que oponen vida a los regímenes de muerte.
Para la realización de este dossier hemos contado con el apoyo de
muchas personas que colaboraron desinteresadamente de una u otra
forma. Agradecemos a la fotoperiodista Encarni Pintado, por la fotografía
que ilustra la portada de este número, a Ethel Odriozola, por la traduc-
ción del texto de Abrégo, a Gabriela de la Rosa, por la transcripción de
la entrevista con Portillo, y a Diego Aguilar, por la edición y el cuidado
de la bibliografía. Muy especialmente, va nuestro agradecimiento a las
y los migrantes que conocimos durante y desde las Caravanas de Mi-
grantes que llegaron a provocar el giro semántico para comprender la
relación entre racismos y migraciones. Conocerlos, abrazar su caminar,
comprender las razones de su éxodo, acompañar sus procesos legales de
petición de asilo, llorar junto con ellos las deportaciones a los lugares
donde les espera la miseria o la muerte, nos desafiaron a reflexionar so-

Andamios 19
Amarela Varela-Huerta, Verónica Ruíz y Cynthia Pech

bre nuestro ser mujeres en América Latina, nos interpela a convertirnos


en académicas más humildes y en ciudadanas que apostamos por un
mundo donde quepan todos los mundos, en el que todas las personas
“tengan derecho a tener derechos”.
Ojalá este dossier se entienda como un esfuerzo desde la academia
y el activismo a través del cual reiteramos que migrar no es un delito y
que ningún ser humano es ilegal. Esperamos sinceramente que quienes lo
lean lo disfruten, lo lloren y aprendan de todas estas voces tanto como
lo hicimos nosotras.

Fuentes consultadas

Abrégo, L. (2017). On silences: Salvadoran refugees then and now. En


Latino Studies. Vol. 15. Núm. 1. pp. 73-85.
Crenshaw, K. (1989). Demarginalizing the Intersection of Race and
Sex: A Black Feminist Critique of Antidiscrimination Doctrine,
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Legal Forum. Vol. 1. Artículo 8.
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co: UNAM.
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zación. Madrid: Traficantes de sueños.

20 Andamios Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp 09-20.


Las caravanas de migrantes, las economías de tráfico
humano y el trabajo excedente*
Simón Pedro Izcara Palacios**

Resumen. El objetivo de este artículo, sustentado en diez en-


trevistas con traficantes de migrantes del noreste de México,
es examinar el efecto de la caravanización de la migración en
la industria del tráfico humano. Concluimos que las redes de
tráfico de migrantes que operan en el noreste de México se han
visto favorecidas por las caravanas, ya que se ha incrementado
el número de migrantes que llegan a la frontera. Los migrantes
de las caravanas carecen de recursos económicos para pagar
las tarifas de los polleros; pero, pueden ofrecer como medio de
pago el tiempo de trabajo excedente no remunerado salarial-
mente. Las mujeres, reclutadas para la industria del sexo, son
las más valoradas por las economías de tráfico humano porque
son quienes producen en menos tiempo de trabajo el valor de
su salario.

Palabras clave. Caravanas de migrantes, traficantes de migran-


tes, industria del sexo, trabajo excedente, México.

Migrant’s caravans, human smuggling economies and


surplus labour

* Este artículo es un producto del proyecto de investigación titulado “El impacto


social del desplazamiento de migrantes en masa de forma clandestina y los derechos
humanos”. Clave: INVUAT19-21.
** Profesor de Sociología adscrito a la Unidad Académica Multidisciplinaria de Ciencias,

Educación y Humanidades de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, México.Y


es miembro de Sistema Nacional de Investigadores (SNI 3). Correo electrónico:
sp_izcara@yahoo.com; sizcara@uat.edu.mx

Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 21-45 Andamios 21


Simón Pedro Izcara Palacios

Abstract. The objective of this article, based in interviews with


ten migrant smugglers from the northeast of Mexico, is to exa-
mine the effect of the caravanization of migration in the human
smuggling industry. We conclude that migrant smuggling ne-
tworks operating in northeastern Mexico have been benefitted
from the caravans, because the number of migrants arriving at
the border has increased. Migrants of the caravans lack financial
resources to pay smugglers fees; but they can offer unpaid sur-
plus labour time as a means of payment. Women, recruited into
the sex industry, are the most valuable for human smuggling
economies because they produce in a less time of work the value
of their wages.

Key words. Migrant’s caravans, migrant smuggling, sex industry,


surplus labour, Mexico.

Introducción

México ha sido definido como un “país tapón”, al que se le ha impuesto


el papel de “puerta trasera”, que actúa como barrera para que no pue-
dan llegar a Estados Unidos los migrantes forzados, asilados políticos
o migrantes económicos procedentes de Centroamérica (Varela-Huerta,
2016, p. 41). La construcción de una extensa red de centros de deten-
ción de migrantes y el despliegue de una infraestructura militar desti-
nada a interceptar, detener y deportar a los migrantes centroamericanos
que transitan por México rumbo al norte, ha incrementado el coste
económico y social de emigrar. Las tarifas de los traficantes, los secues-
tros, las desapariciones, la corrupción y las extorsiones han crecido al
unísono con la ampliación de los dispositivos policíacos y militares de
contención de la migración.
La nueva forma de migrar en caravanas constituye la respuesta de
los migrantes de Centroamérica al nuevo paradigma de externalización
de fronteras y conversión del fenómeno migratorio en un problema de
seguridad nacional (Camus, et al., 2020, p. 67). A partir de octubre

22 Andamios
Caravanas de migrantes

de 2018 los migrantes centroamericanos comenzaron a desplazarse


en grupos extensos para defenderse del acoso de las autoridades y del
crimen organizado, e independizarse de la industria de la migración
clandestina (Pradilla, 2019, p. 48; Islas, 2019, p. 135). Lo más nove-
doso de las caravanas es el perfil demográfico de los integrantes. La
protección que ofrecían las caravanas permitió que mujeres, niños y
personas mayores se aventurasen a emigrar, ya que carecer de recursos
económicos para pagar las elevadas tarifas cobradas por los polleros1
dejó de ser un impedimento para emigrar.
La literatura académica ha subrayado que la caravanización de la
migración arremete contra las economías de tráfico humano, porque
los migrantes soslayan el pago a los coyotes (Varela-Huerta y McLean,
2019, p. 172; Ruíz y Varela-Huerta, 2020, p. 104; Pradilla, 2019, p.
63). El objetivo de este artículo es examinar cómo han afectado las
caravanas de migrantes a las redes de tráfico humano en el noreste de
México. En primer lugar, se examina el fenómeno de la caravanización
de la migración. A continuación, se describe la metodología utilizada.
Más adelante se analiza el impacto de las caravanas en las economías de
tráfico humano, y finalmente se estudia el modo como los polleros se
apropian del tiempo de trabajo excedente de los migrantes.

La caravanización de la migración

A partir de octubre del año 2018 los procesos migratorios transnacio-


nales que tenían como punto de partida el triángulo norte de Centro-
américa, a México como zona de transmigración y a Estados Unidos
como lugar de destino, cobraron una nueva modalidad: la migración
en caravana. Las caravanas de migrantes no son un fenómeno nuevo. A
lo largo de las dos últimas décadas los migrantes centroamericanos han
protagonizado diferentes formas de protesta con objeto de visibilizar la
violencia sufrida, tanto a manos de la delincuencia organizada, como
de las autoridades. La forma de externalización de este reclamo ha sido
a través del desplazamiento en grupo siguiendo diferentes rutas a lo

1  En
este texto los vocablos “pollero, “coyote” y “traficante de migrantes” con utilizados
como sinónimos.

Andamios 23
Simón Pedro Izcara Palacios

largo del territorio mexicano. Esta forma de protesta se inició con la


caravana de madres centroamericanas (Varela-Huerta, 2015, p. 322;
2017, p. 7), que se lleva a cabo de manera ininterrumpida desde el año
2002, cuando un grupo de madres de El Progreso (Honduras) inició un
recorrido a través de Centroamérica en busca de sus hijos desapareci-
dos (Pradilla, 2019, p. 128).
Otro antecedente son las marchas transnacionales denominadas
“viacrucis del migrante”, que se iniciaron en 2011. Esta manifestación
se apoya en el esquema religioso de la Semana Santa, y tiene como ob-
jetivo denunciar y visibilizar la vulneración de los derechos humanos
de los migrantes durante su tránsito por México (Varela-Huerta, 2016,
p. 40; Valenzuela, 2019, p. 40). Algunos de los viacrucis, como el de
2014, cuando los más de mil participantes decidieron continuar su
marcha al norte (Vargas, 2018, p. 127), o el de 2018, que recorrió todo
el territorio mexicano hasta llegar a la frontera noroccidental, pueden
definirse más como caravanas que como marchas (Chávez, 2019, p.
12; Torre, 2020, p. 58).
Lo que diferencia la migración en caravanas de la migración subrep-
ticia en grupos pequeños es la dimensión, el carácter descubierto y beli-
gerante de la misma, así como su composición demográfica. El modelo
clásico de migración irregular es sigiloso, oculto, individual, tiene un
carácter marcadamente laboral, y está compuesto principalmente por
varones en edad productiva. Los migrantes viajan escondidos, de noche,
por brechas y rutas poco transitadas, y atraviesan las fronteras de modo
subrepticio, sin que nadie se percate de su paso.
Como contraste, el modelo en caravanas es bullicioso, visible, co-
lectivo, aparece impregnado de un carácter de denuncia, y está com-
puesto en gran medida por personas no incorporables a los sistemas
productivos. Se unieron a la caravana parejas con niños recién nacidos,
mujeres embarazadas, niños solos que buscaban la protección de otras
familias, personas con discapacidades, hasta hombres con sillas de
ruedas (Camus, et al., 2020, p. 64; Ruíz y Varela, Varela-Huerta 2020,
p. 96; Pradilla, 2019, p. 70). Los migrantes que avanzan en caravana,
lejos de esconderse, buscan publicitar su marcha. Viajan de día y sin
polleros por las principales arterias de comunicación (Ruíz y Vare-
la-Huerta, 2020, p. 104). Frente a la vulnerabilidad del individuo que

24 Andamios
Caravanas de migrantes

migra solo, la caravana ofrece seguridad a los migrantes (Chávez, 2019,


p. 12). Según Gerardo-Pérez (2020, p. 150) las caravanas construyen
una comunidad política que visibiliza las vidas de quienes se niegan a
caminar en la clandestinidad y a ser nadies.
La Convención de las Naciones Unidas del año 2000 contra el crimen
organizado transnacional (Resolución 55/25) subraya una dicotomía
entre dos actores enfrentados: el Estado y los traficantes de migrantes.
Aquí el Estado se autoproclama y enarbola la bandera de defensor de
los derechos humanos de los migrantes y víctima de los traficantes, que
atentan no solo contra la seguridad de los migrantes, sino también con-
tra la soberanía nacional (Gallagher, 2010, p. 2). Pero, este discurso solo
es válido cuando se enmarca en el modelo migratorio clásico, donde los
migrantes viajan escondidos y cruzan de modo subrepticio las fronteras
conducidos por traficantes de migrantes. Como contraste, la migración
en caravana convierte a los gobiernos en villanos, que atentan contra los
derechos humanos de los migrantes que piden asilo.
En el escenario de las caravanas, la respuesta gubernamental, ancla-
da en el lenguaje de la Resolución 55/25, pierde validez y credibilidad.
Los estados, para autoproclamarse como víctimas, definen como tra-
ficantes de migrantes a quienes protegen, guían, conducen o lideran
a los migrantes (Pradilla, 2019, p. 50; Gerardo-Pérez, 2020, p. 144).
Como ha subrayado Torre Cantalapiedra (2020, p. 53): “el uso torti-
cero del delito de tráfico de personas ha sido la herramienta predilecta
para la criminalización de los defensores” de los migrantes. A modo
de ejemplo, durante el “viacrucis del migrante” de 2015 las empresas
de autobuses contratadas para transportar a migrantes y activistas reci-
bieron llamadas intimidatorias, donde se amenazaba a los chóferes de
ser acusados de tráfico de personas (Vargas, 2018, p. 125). Ese mismo
año una mujer fue detenida y sentenciada a seis años de cárcel por
alimentar a un grupo de migrantes hondureños (Torre, 2020, p. 57).
Asimismo, en octubre de 2018 los gobiernos de la región detuvieron,
deportaron y criminalizaron como traficantes de migrantes a algunos
defensores de derechos humanos que actuaron como portavoces de la
caravana (Varela Varela-Huerta y McLean, 2019, p. 172; Torre, 2020, p.
55). A diferencia de los coyotes, que se benefician económicamente de
los migrantes, los defensores de los derechos humanos, que caminan

Andamios 25
Simón Pedro Izcara Palacios

con la caravana, lo hacen de modo altruista. Por lo tanto, el intento de


los estados de acusarles de formar parte de la delincuencia organizada
trasnacional, al imputarles el delito de tráfico de migrantes, les coloca
en la antítesis de la defensa de los derechos humanos, la civilización y
la tolerancia. Un ejemplo de falta de tolerancia fue el intento por parte
de las autoridades de Estados Unidos, México y Honduras por crimina-
lizar las caravanas al vincularlas con actos ilícitos (Torre, 2020, p. 61).
La caravanización de la migración ha sido entendida por destacados
defensores de los derechos humanos, académicos y medios de comuni-
cación como un movimiento de naturaleza no orgánica ni espontánea,
orquestado por una comunicación efectiva de rumores que indicaban
que era posible ingresar en Estados Unidos a través de la petición de
asilo. Bajo este esquema, las caravanas son definidas como un constructo
promovido y financiado por grupos de poder político y económico,
que emplean estratégicamente la vulnerabilidad de los migrantes para
reorganizar la política regional, desestabilizar el gobierno de México
y usufructuar tierras centroamericanas ricas en recursos naturales
(Solalinde y Correa, 2019). Asimismo, una de las principales cadenas
estadounidenses presentaba la caravana como una horda invasora de la
soberanía nacional estadounidense, financiada por Soros y el gobierno
de Venezuela (Fabregat, et al., 2020, p. 206). Uno de los entrevistados
compartía esta opinión, al señalar que “para mí eso de la caravana fue
una tregua para fastidiar y poner en apuros al presidente de la república”
(Emilio, 2019).
Como contraste, la mayor parte de los académicos han definido la
caravanización de la migración como un fenómeno autónomo, formado
de modo natural a través de las redes sociales. La caravana es definida
como un movimiento de explosión social de carácter espontáneo, que
se moviliza para protegerse de los abusos del crimen organizado (Ca-
mus, 2020, p. 64). La caravana constituye un mecanismo de supervi-
vencia y un ejercicio de autodefensa migrante (Varela-Huerta y McLean,
2019, p. 164), que ofrece tanto seguridad física (les protege de asaltos
y ataques) como financiera (les permite moverse sin polleros) (Chávez,
2019, p. 12; Ruíz y Varela-Huerta, 2020, p. 96). Pradilla (2019, p. 63)
dice que la migración no va a ser más gota a gota, sino masiva, porque
de esta forma se elimina el pago a coyotes y al crimen organizado. En

26 Andamios
Caravanas de migrantes

este marco la migración en caravana es entendida como la expresión de


una autonomía ejercida por poblaciones desesperadas que huyen de
la violencia y de la falta de oportunidades económicas en los lugares
de expulsión, y que al hacerlo generan un nuevo tipo de subjetividad
política que demanda el derecho al asilo, al refugio y a la libertad de
circulación (Varela-Huerta y McLean, 2019, p. 182).

Metodología

Esta investigación está fundamentada en una metodología cualitativa.


La técnica que se aplicó para recabar el material discursivo fue la en-
trevista en profundidad y el procedimiento utilizado para seleccionar la
muestra fue el muestreo en cadena. El trabajo de campo se realizó entre
julio de 2019 y marzo de 2020 en Tamaulipas y Nuevo León. Fueron
entrevistados diez polleros, que desde finales de 2018 habían reclutado
a migrantes centroamericanos que llegaron en las caravanas. Siete eran
originarios de Tamaulipas, uno nació en Nuevo León, otro en San Luis
Potosí y otro en Texas. Tenían edades comprendidas entre 32 y 45 años,
y comenzaron a trabajar como polleros entre 2005 y 2016. Conducían
migrantes mexicanos y centroamericanos, tanto varones como mujeres,
hasta Estados Unidos. Ocho conducían migrantes hasta Texas, uno has-
ta Alabama y otro hasta Florida. Solo uno de los entrevistados conducía
niños de poca edad. Las mujeres eran conducidas principalmente para
el comercio sexual y los hombres para trabajar en la construcción o en
la agricultura. Los polleros también trabajaban, en menor medida, para
las redes sociales de los migrantes. Los polleros mexicanos conducían a
los migrantes a través del río Bravo, y el tejano les ingresaba a Estados
Unidos a través de los puentes aduanales con documentación apócrifa,
documentación rentada, o escondidos en su vehículo. Los primeros
cobraban tarifas que ascendían de 6 mil a 8 mil dólares, y el último
obtenía ingresos de 10 a 15 mil dólares.
El diseño metodológico de esta investigación fue aprobado por el
Comité de ética de la investigación del Cuerpo Académico ‘Migración,
desarrollo y derechos humanos” de la Universidad Autónoma de Tamau-
lipas (2009). Se obtuvo el consentimiento de participación voluntaria en

Andamios 27
Simón Pedro Izcara Palacios

el estudio de forma oral. A los participantes se les explicó el propósito


de esta investigación y la naturaleza voluntaria de su participación en
el estudio. A los entrevistados se les indicó que sus nombres no serían
utilizados en ninguna de las etapas de la investigación. Para asegurar el
carácter confidencial y anónimo de los datos recabados a cada entrevis-
tado le fue asignado un código, y los nombres utilizados son pseudóni-
mos. Asimismo, para no influenciar su consentimiento, los entrevistados
no recibieron incentivos económicos por participar en el estudio.

El impacto de la caravanización de la migración en las economías de


tráfico humano

Las personas que migran solas planean el viaje durante semanas o


meses, y cuando dejan su país venden sus posesiones, piden dinero
prestado o cuentan con el apoyo económico de familiares. Como decía
Carmelo (2019): “Por lo regular cuando ellos vienen es porque pue-
den venir, y han planeado todo, y han guardado o pedido dinero para
venir, y pagan”. Por el contrario, los migrantes que se unieron a las
caravanas lo hicieron de manera impulsiva, sin tiempo para planear el
viaje. Salieron de sus países con las manos vacías. Mientras los prime-
ros cuentan con cierta cantidad de dinero para pagar las tarifas de los
polleros, los últimos carecen de recursos económicos. Como señalaba
Emilio (2019): “Hay muchos, y muchos quieren ir, pero no tienen para
pagar, si no tienen para comer, menos para pagar, y es que en ellos no
se puede confiar tanto de que te llevo y me pagas”.
Los últimos meses de 2018 algunos de los polleros que trabaja-
ban en el norte bajaron hasta el sur del país para seguir el recorrido
de la caravana. Allí tratarían de convencer a los migrantes para que
abandonasen la caravana. Como decía Paulino (2019): “Había polleros
que estaban ahí [en la caravana] diciendo como seguía la ruta”. Silvia
(2019) bajó hasta el sur a finales de 2018, y siguió el recorrido de
la caravana para reclutar migrantes. Ella era mujer, y eso le permitió
acercarse a los migrantes y ganarse su confianza. Como ella decía: “para
mí es fácil llegar hasta donde están, mi condición de mujer en este
trabajo me ha ayudado mucho porque confían más en las mujeres que

28 Andamios
Caravanas de migrantes

en los hombres” (Silvia, 2019). Sin embargo, pronto se desanimaron


y desistieron de reclutarlos en el sur debido a que su perfil difería del
migrante laboral tradicional. A finales de 2018 Emilio (2019) bajó
desde Tamaulipas hasta el sur con objeto de reclutar migrantes de la
caravana. Pero pronto decidió que no valía la pena este esfuerzo. Como
señalaba Emilio (2019): “de primero si fui, pero luego ya no fui porque
miré el desinterés de ellos, que no quieren pagar”. Cuando les decía
que su tarifa era de 8 mil dólares, rápidamente perdían el interés. Los
entrevistados pronto se percataron de que lo más lucrativo era dejar
que los migrantes se desprendiesen de la caravana y llegasen por su
cuenta hasta la frontera noreste.
Aquellos que renuncian a la seguridad de la caravana y llegan hasta
la frontera son los más interesados en recurrir a los polleros. Paulino
(2019) decía que los migrantes de la caravana que arribaron a Tamauli-
pas: “llegaron como pudieron, unos en camiones de carga, en camione-
tas que les ayudaron a venir, como pudieron se hicieron llegar”. Cuando
el migrante camina con la caravana está ilusionado, no suele hacer caso a
los polleros, porque tiene la esperanza de cruzar legalmente, sin incurrir
en gastos. Sin embargo, aquellos que se desprendieron de la caravana y
llegaron a la frontera perdieron toda esperanza en entrar a Estados Uni-
dos utilizando los cauces legales. Ellos poco a poco aceptan la idea de
que únicamente podrán ingresar al país del norte pagando una elevada
suma a un pollero. Como decía Tomás (2020): “Es más fácil convencer-
los aquí [en Tamaulipas], que convencerlos en la frontera del sur”.
Los polleros del noreste no han implementado una estrategia
proactiva de reclutamiento de migrantes de la caravana, sino más bien
reactiva. Teodoro (2019) señalaba: “las personas me buscan a mí”. Lle-
garon centenares de migrantes centroamericanos a la frontera noreste;
pero, muchos carecían de recursos. Por lo tanto, buscar a los migrantes
y tratar de convencerles es una estrategia a veces menos efectiva que
dejar que los centroamericanos den el primer paso. Cuando los mi-
grantes encuentran un modo de pagar la tarifa que cobran los polleros,
los buscan y negocian con ellos las condiciones del traslado a Estados
Unidos. Los primeros pueden encontrar fácilmente a los últimos, ya
que los polleros siempre frecuentan los mismos lugares. Uno de los
entrevistados decía que encontrar a un pollero era tan sencillo como

Andamios 29
Simón Pedro Izcara Palacios

encontrar a una curandera o a una costurera, ya que todos saben dónde


se encuentran. Como decía Paulino (2019) “somos muy conocidos,
así populares, en ciertos lugares cualquiera nos conoce, porque nos
movemos de un lugar a otro. Es como una costurera o curandera de la
colonia, cualquiera sabe dónde encontrarla, porque la conocen, es lo
mismo en este trabajo de pollero”.
La caravana no ha afectado a todos los polleros del mismo modo.
Mientras algunos se han visto beneficiados por la caravana, otros han
sido perjudicados. Como señalaba Isidoro (2019) “A mí me ha ido bien
porque he estado trabajando más; pero algunos no han tenido traba-
jo porque para ellos son personas que no tienen para pagar”. Son los
polleros que trabajan en la frontera sur, o aquellos que conducen a los
migrantes desde el sur hasta el norte de México, quienes se han visto
más desfavorecidos por la caravanización de la migración, ya que los
migrantes que se unen a la caravana no necesitan que un guía les asista
para cruzar la frontera sur. Emilio (2019) señalaba: “Los que trabajan en
el sur han venido batallando mucho porque algunos migrantes llegan en
las caravanas esas, y ya no pagan al pollero, y el pollero pierde”.
Gran parte de los migrantes que se unieron a las caravanas busca-
ban solicitar asilo. Sin embargo, los entrevistados decían que la única
forma de llegar al norte era con un pollero. Los últimos solo esperan
que los migrantes se den por vencidos y les busquen a ellos. Torre Can-
talapiedra y Mariscal Nava (2020, p. 15) subrayaban que debido a la
desinformación y a las incertidumbres sobre el proceso de asilo algunos
migrantes que llegaron a Tijuana pensaban dirigirse a otras fronteras
para intentar un cruce mediante el uso de coyotes. Como señalaba
Emilio (2019): “Ellos quieren ir solos, buscar asilo en Estados Unidos,
pero no se los dan, y no se los darán, les darán esperanzas, pero no los
dejarán pasar. Aquí lo único es pagar al pollero que te haga que te lleve,
es solo eso o no pasas”. Asimismo, Isidoro (2019) decía: “Los que han
pasado han pagado al pollero que los pasa, solos no pasan, ni pasarán,
ni por asilo, ni por nada”.
Otros migrantes llevaban tiempo planificando su viaje, pero no
tenían suficientes recursos económicos. La caravana les dio el último
empujón para emigrar, de modo que se separaron de la caravana al
acercarse a la frontera, para recurrir a un coyote (Pradilla, 2019, p.

30 Andamios
Caravanas de migrantes

195). Los migrantes centroamericanos tienen que pagar tarifas que


duplican el costo de las pagadas por los mexicanos, ya que atravesar el
territorio mexicano es más costoso que cruzar la frontera estadouniden-
se. París Pombo (2016, p. 166) a partir de un análisis de los datos de la
Encuesta sobre Migración en la Frontera Sur de México mostraba que
el costo medio a principios de la pasada década del tránsito por México,
entre 3,033 y 3,620 dólares, era muy superior al costo de cruzar a
Estados Unidos, entre 2,283 y 3,050 dólares. Por lo tanto, la caravana
redujo el costo del pollero a la mitad. Emilio (2019) señalaba: “Aunque
la caravana no es muy segura de llegar, muchos vienen en ella y la usan
para avanzar al norte y pagar menos al pollero”.
Los polleros del noreste reclutan migrantes que se ajustan a uno de
estos dos perfiles: i./ Personas desesperanzadas, que desisten de utili-
zar los cauces legales para entrar en Estados Unidos, y ii./ Migrantes
para quienes la caravana precipitó sus planes de emigrar. Como señala
Pradilla (2019, p. 212) algunos migrantes solo buscaban aprovechar el
impulso de la caravana para llegar hasta el norte de México, con objeto
de contactar con un pollero. No todos los migrantes que arrastrados por
la caravana llegan al noreste reúnen el perfil buscado por los polleros;
pero, entre centenares de nuevos migrantes no les es difícil encontrar a
nuevos candidatos para ser conducidos al norte. Como aparece refleja-
do en los siguientes fragmentos, todos los entrevistados afirmaban que
se habían visto beneficiados por la llegada de las caravanas, ya que se
había multiplicado el número de personas que buscaban ser conduci-
das hasta Estados Unidos.

Para mi más bien que ha beneficiado, porque he agarrado a per-


sonas que venían en la caravana y eso me ha dado más trabajo
para pasar al otro lado, más gente para trabajar con más necesi-
dades (Isidoro, 2019).

A mí no me ha afectado, al contrario, me ha beneficiado porque


he llevado a más hombres a Estados Unidos (…) Con esto de
las caravanas ha sido de ayuda porque han llegado centroame-
ricanos hasta acá, a la frontera, y de aquí los paso al otro lado
(Leonardo, 2019).

Andamios 31
Simón Pedro Izcara Palacios

Hay más trabajo con la gente de la caravana. Ellos han llegado


aquí a la frontera, pero uno de pollero los pasa. Ellos solos no
llegan a pasar porque hay que pagar para pasar (…) Han estado
subiendo los números de las personas que quieren ir, son mu-
chas más, y más por la caravana (Paulino, 2019).

Ha mejorado porque hay más personas que quieren ir, más por-
que han llegado centroamericanos que quieren cruzar la frontera,
y ahí los polleros aprovechamos el trabajo (Teodoro, 2019).

A mí, en lo personal, me ha ido bien, porque muchas de las per-


sonas que he llevado de allí [de la caravana] han salido (Silvia,
2019).

A mí sí me ha ayudado de mucho la caravana, me ha facilitado el


trabajo mío (Tomás, 2020).

Como resultado de la caravana, desde finales del año 2018 la activi-


dad de los polleros del noreste experimentó un notable incremento.
Los polleros realizaron viajes a Estados Unidos con mayor frecuencia.
En algunos casos el número de clientes atendidos en 2019 duplicó a
los conducidos el año anterior. Como decía Teodoro (2019): “Llego a
ir una vez por mes, una fecha no la tengo. En 2018 iba una vez por
dos meses, es decir cada 60 días iba, porque tardaba en buscar a las
personas, pero fue más rápido este año”. Asimismo, Leonardo (2019)
decía que en el año 2019 el número de clientes se incrementó en un
cincuenta por ciento. Hasta el año 2018 conducía cuatro veces al año a
un grupo de 12 a 13 migrantes hasta el Valle de Texas. Sin embargo, en
2019, debido al efecto de la caravana, este trayecto lo recorrió seis veces.
Sobre todo, se incrementó el transporte subrepticio de mujeres al país
del norte, ya que el perfil de los migrantes de las caravanas aparece muy
feminizado. Además, las mujeres centroamericanas son más propensas
a contratar los servicios de coyotes que los varones, y pagan tarifas más
elevadas que los últimos (París Pombo, 2016, p. 166). Polleros que hasta
2018 habían conducido principalmente a varones mexicanos, a partir

32 Andamios
Caravanas de migrantes

de finales de 2018 comenzaron a llevar de modo mayoritario mujeres


centroamericanas. Como señalaba Paulino (2019): “He llevado a hom-
bres, y mujeres también, pero más a hombres, son los que más estaban
llegando a querer ir. Pero, con esto de las caravanas que han venido, he
llevado a más mujeres en este año y finales del 2018”.

La apropiación del tiempo de trabajo excedente de los migrantes

La mayor parte de los migrantes de las caravanas que llegan a la frontera


noreste carecen de recursos económicos. Sin embargo, esto no es óbice
para que los polleros les conduzcan hasta el norte, ya que los migrantes
pueden hacer uso del tiempo de trabajo excedente no remunerado
salarialmente como moneda de cambio. De este modo, los migrantes
adquieren una especie de contrato de crédito que se comprometen a
devolver con trabajo futuro. Para Hume (1752, p. 12) el trabajo consti-
tuía la medida del valor de todas las cosas existentes en el mundo. Esta
idea fue retomada por Adam Smith (1802, p. 44), que definía el trabajo
como la medida real del valor de todas las mercancías, y asociaba el
valor de toda clase de bienes con las penas y fatigas de adquirirlos, de
modo que subrayaba que la riqueza de quienes estaban dispensados
de estas fatigas emanaba de la cantidad adquirida de trabajo de otras
personas. Este trabajo de otros fue conceptualizado por Marx (2001,
p. 251) como trabajo excedente, que “se obtiene descontando de la
jornada total el tiempo de trabajo necesario” para producir la fuerza de
trabajo o reproducir su valor. Este se adquiere haciendo descender el
salario del trabajador por debajo del valor de su fuerza de trabajo. Es
decir, el trabajo excedente es una duración; es el resultado de sustraer
de la jornada laboral el valor de la fuerza de trabajo. El tiempo de traba-
jo excedente puede incrementarse prolongando la jornada laboral o re-
duciendo el valor de la fuerza de trabajo (Marx, 2001, p. 252). Polleros
y empleadores se apropian del tiempo de trabajo excedente de los mi-
grantes a través de estos dos mecanismos: mediante la prolongación de
las jornadas laborales y la reducción de salarios (Izcara, 2017b, p. 125).
Los primeros lo hacen en la forma de pago por servicio y los últimos en
la forma de deuda contraída (Izcara, 2019, p. 1223). Teodoro (2019)

Andamios 33
Simón Pedro Izcara Palacios

señalaba que, en 1999, cuando él comenzó a trabajar como ayudante


de pollero, su trabajo consistía en dejar al migrante del otro lado. Por
el contrario, en 2010, cuando él se hizo pollero, ya no operaba así. Los
polleros trabajaban para empleadores estadounidenses, y los migrantes
eran generalmente incorporados a empleos específicos. Como decía
Teodoro (2019) “Antes se batallaba por parte de la gente, porque se
iba y llegaba, y estaba buscando donde trabajar, ya no lo hacen así, es
mejor conseguirles, decirles dónde trabajarán”.
Los polleros del noreste no suelen operar de modo independiente.
Ellos trabajan para patrones, pseudo-agencias de empleo, encargados
o empleadores, situados del otro lado de la frontera, que realizan un
desembolso económico para adquirir trabajo excedente. Como decía
Agustín (2019): “Ellos (los empleadores) pagan porque los lleven, y
pagan porque invierten, y luego sacan con trabajo lo que han gastado”.
Como se señala en este fragmento comprar trabajo excedente es una
inversión lucrativa, que después de ser amortizada continúa generando
dividendos durante un largo periodo. Todos los entrevistados recibían
algún tipo de apoyo financiero de empleadores estadounidenses. Esto
aparecía reflejado en expresiones como: “Algunas veces les ayudan los
patrones, y se hacen responsables a pagar” (Carmelo, 2019), “Me animé
a empezar a llevar gente porque los mismos patrones me lo pedían”
(Emilio, 2019); “Los patrones quieren gente para trabajar, el mojado es
más barato” (Isidoro, 2019) o “A veces les ayudan los patrones que les
darán trabajo en Estados Unidos” (Teodoro, 2019). Esto explica que
solo uno de los polleros condujese a niños prepuberales. Los entre-
vistados señalaban que llevar niños constituía una mala decisión de
negocios porque su fuerza laboral carecía de valor; por lo tanto, no
generaban trabajo excedente. Paulino (2019) decía que, aunque las
caravanas trajeron a muchos niños, no les pasaba al norte porque “no te
sirven para trabajo pesado, ni rudo”.
La fuerza de trabajo es un recurso tanto o más valioso para los po-
lleros que el dinero. Cuando el migrante paga una tarifa y es entregado
a un familiar, el beneficio económico solo se materializa una vez. Ter-
minada la transacción el migrante deja de ser una fuente de ingresos.
Como contraste, cuando el migrante compromete su fuerza laboral
como forma de pago, el beneficio económico queda aplazado, pero

34 Andamios
Caravanas de migrantes

presenta una mayor rentabilidad potencial. Por lo tanto, los polleros


encuentran mayores beneficios trabajando para los empleadores que
para las redes sociales de los migrantes.
Como señalaba Silvia (2019): “No los llevo porque allá está la her-
mana y se van a vivir con ella, por eso no los llevo, porque llevo a gente
que trabaje, gente de guerra, con ganas de trabajar, y que vaya a produ-
cir, que sirva de algo en trabajo”. Cuando el migrante empeña su fuerza
de trabajo como método de pago, tanto éste como el pollero asumen
riesgos. El último asume el riesgo de que el migrante sea interceptado
por las autoridades migratorias y deportado, o que escape sin pagar
con su trabajo la deuda adquirida. El riesgo aceptado por el migrante
es la pérdida de su libertad. Este se compromete a trabajar durante un
largo periodo temporal para el empleador estadounidense que financió
su traslado hasta Estados Unidos (Izcara, 2017a, p. 27). Durante este
espacio de tiempo el migrante no podrá buscar otro empleo. Por lo
tanto, a cambio de una pequeña suma, el empleador dispondrá de un
trabajador fiel y dócil, que trabajará por un salario reducido. La deuda
que contrae el migrante con el empleador constituye un mecanismo
reductor del valor de la fuerza de trabajo que incrementa el trabajo
excedente (Marx, 2001, p. 251). Las deudas pagaderas con trabajo fu-
turo instauran una forma de trabajo cautivo (Izcara y Yamamoto, 2017,
p. 1320) en una modalidad que guarda algunas similitudes con el
peonaje por deudas, donde los terratenientes retenían a los peones en
sus haciendas mediante un sistema de deudas perpetuado a través del
crédito. Como señalaba Emilio (2019): “Cuando se llevan y les ayudan
tienen que trabajar a donde han llegado, porque les han ayudado a ir,
no pueden ser mal agradecidos de que les ayudaron y se vayan a otro
lugar a trabajar, eso las personas lo saben”.
Al igual que los terratenientes decimonónicos, los empleadores
estadounidenses han desarrollado mecanismos de sujeción del cuerpo
del trabajador a través de contratos de crédito sin plazos definidos.
Sin embargo, el sistema de deudas de las haciendas no es del todo
comparable con las formas de endeudamiento de los migrantes con
los patrones que pagan las tarifas de los polleros. En el primer caso, los
créditos concedidos en las tiendas de raya estaban diseñados para evitar
la extinción de la deuda contraída por los peones, y ocasionalmente

Andamios 35
Simón Pedro Izcara Palacios

las deudas eran transmitidas hereditariamente (Nickel, 1997, p. 107).


Es decir, el valor de la fuerza de trabajo era prácticamente anulado y
transformado en su casi totalidad en trabajo excedente. En el segundo
caso, la deuda contraída por los migrantes representa el valor de la
fuerza de trabajo de unas pocas semanas o meses. Asimismo, el valor de
la fuerza de trabajo, lejos de quedar anulado, es relativamente elevado si
se compara con el valor de ésta en los países de origen de los migrantes
(Izcara, 2017c, p. 16).
El migrante podría pagar al empleador el importe de su deuda en
un corto espacio temporal; pero, ni el primero ni el segundo tienen
interés en apresurar la cancelación de la deuda. No es infrecuente que
el migrante reciba solo un pequeño recorte semanal en su salario, de
modo que su deuda puede prolongarse por años (Izcara, 2017b, p.
125). Esta situación favorece tanto al empleador, que prolonga la can-
celación de la deuda, como al migrante, que puede enviar remesas a sus
familiares desde la primera semana de trabajo. La diferencia entre los
salarios cobrados por los migrantes endeudados y aquellos que paga-
ron su deuda no es muy elevada. Cuando el migrante termina de pagar
la deuda contraída con el empleador su salario se torna más elevado
(Andrade e Izcara, 2019, p. 20); pero, este incremento es moderado.
A diferencia de los dueños de las haciendas, que necesitaban renovar
de modo continuado la deuda para obtener la sujeción del cuerpo de
los peones, los empleadores estadounidenses obtienen la sujeción del
cuerpo de los migrantes aun después de haberse extinguido la deuda.
Los trabajadores migratorios no suelen abandonar a los empleadores
porque están satisfechos con sus salarios, y porque los lugares de traba-
jo les ofrecen un oasis de protección frente al acecho de las autoridades
migratorias en el exterior.
Los entrevistados no escondían la falta de libertad de los migran-
tes que conducían a Estados Unidos. Sin embargo, en palabras de los
polleros, se trataba de un secuestro o pérdida de la libertad benévolos.
Los entrevistados subrayaban que los patrones estadounidenses eran
buenos y trataban bien a los migrantes. Por lo tanto, pensaban que los
últimos no deberían tener ningún deseo de abandonar a sus patrones.
Como aparece reflejado en los siguientes fragmentos, la financiación del
tráfico de migrantes permite a los empleadores estadounidenses disci-

36 Andamios
Caravanas de migrantes

plinar la fuerza laboral, a través de la eliminación de la disipación en la


forma de ausentismo, tardanzas, pereza o nomadismo (Foucault, 2016,
p. 223), para adquirir todo el tiempo del trabajador. Así, se reproducen
sistemas de fijación de los individuos a los aparatos productivos que
desaparecieron en Francia en 1870 (Foucault, 2016, p. 245).

No se pueden ir porque ahí tienen trabajo. No se les secuestra


para que trabajen, pero sí se les trata bien y se les paga bien para
que ellos no lleguen a irse (Teófilo, 2020).

No son libres, tienen que trabajar. Además, qué pueden pedir,


qué más; pues, ahí tienen trabajo (…) Deben de trabajar ahí a
donde se llevaron. Pero, están bien en donde trabajan, no les
falta nada, no los maltratan, les pagan bien, están bien (Tomás,
2020).

La ética del trabajo es una de las características más valoradas por los
polleros. En la actualidad tener dinero no es un requisito suficiente
para ser transportado por un pollero, la capacidad del migrante para
rendir en el trabajo es igual de importante. Como decía Paulino (2019):
“No te conviene llevar a alguien que no te sirva estando en Estados Uni-
dos, aunque te pague, tiene que rendir en el trabajo que vaya a hacer”.
Asimismo, pagar la tarifa demandada por los polleros, muchas veces
no libera, ni a las mujeres ni a los varones, del compromiso de trabajar
para un empleador estadounidense, ya que los polleros, además de la
tarifa pagada por los migrantes, reciben una compensación económica
de los empleadores estadounidenses. Como señalaba Isidoro (2019):
“Aunque terminen de pagar tienen que seguir trabajando, porque por
eso se les ha llegado a ayudarles, para que sirvan al patrón, y el patrón
gane por su trabajo”.
Los polleros no reprochaban a los migrantes de la caravana única-
mente su pobreza; sino, sobre todo, su ociosidad, su indisposición para
dejarse la vida en el trabajo. Los entrevistados diferenciaban entre los
migrantes tradicionales, a los que calificaban como “personas de traba-
jo”, y los que, unidos a la caravana, venían en montón. A los primeros
los veían como personas impulsadas por un deseo indeleble de salir

Andamios 37
Simón Pedro Izcara Palacios

adelante. Por el contrario, a los segundos los describían como personas


sin propósitos claros. Los entrevistados decían que muchos de los mi-
grantes que llegaron con las caravanas salieron a la aventura, únicamente
se dejaron arrastrar por la multitud. No ahorraron, ni se endeudaron
para llegar a México. Por lo tanto, carecían del espíritu de sacrificio, de
abnegación, y de la ética del trabajo del migrante tradicional. Como
decía Teófilo (2020): “Muchos es puro juego de los que vinieron en la
caravana (…) No le echan ganas a trabajar, no ponen de su parte, no
hay seriedad”. Cuando el pollero asume todo el riesgo debe cerciorarse
de que el migrante estará comprometido con el trabajo que tendrá que
realizar en el norte, ya que el medio de pago del migrante es el tiempo
de trabajo excedente futuro que no será remunerado en forma de salario.
Como señalaba Agustín (2019): “Otras veces se les ayuda y los ayuda el
patrón que los emplea en trabajos. Cuando los patrones ayudan es por-
que los necesitan, por eso los ayudan; además, que los comprometen a
que trabajen. Por eso los ayudan, es como ayudarse los mismos patrones
con los trabajadores”.
Los empleadores estadounidenses buscan prolongar el tiempo de
trabajo excedente. La forma más eficaz de lograrlo es a través de la
reducción del tiempo de trabajo necesario para la reproducción de su
valor por medio de un incremento de la capacidad productiva del tra-
bajo (Marx, 2001, p. 252). Existe un sector económico, la industria del
sexo, donde el tiempo de trabajo necesario para la reproducción de su
valor puede reducirse de modo superlativo. Esto permite transformar
en trabajo excedente casi toda la duración de la jornada laboral. Una
trabajadora sexual reproduce en una pequeña fracción de la jornada
laboral el valor de su fuerza de trabajo, ya que genera en poco tiempo
de trabajo el valor de su salario. Esto explica que a partir de noviembre
de 2018 los polleros del noreste comenzasen a conducir más mujeres
que varones, e incrementasen de modo notable el número de viajes al
norte. Las mujeres están más dispuestas a ser conducidas por polleros
que los varones, y pagan tarifas más elevadas que los últimos, porque
viajar con un guía implica menos riesgos (Izcara, 2017d).
Como decía Teodoro (2019) “Llevo más a mujeres que a hombres.
Los hombres a veces por pagar menos prefieren arriesgarse a caminar”.
La mayor predisposición de las mujeres a intercambiar seguridad por

38 Andamios
Caravanas de migrantes

libertad ha conducido a un incremento del tráfico de mujeres para la


prostitución. Los polleros del noreste se interesaron más en las mujeres
que en los hombres que emigraron en las caravanas. En muchas de
las entrevistas los polleros señalaban que las mujeres llegaban más
fácilmente a acuerdos para ser transportadas al norte que los hombres.
Esto aparecía reflejado en expresiones como: “Las mujeres jóvenes han
batallado menos, y se han llevado más” (Emilio, 2019), “Se les ayuda
cuando están comprometidos a trabajar, y pagar, y trabajar en lo que
se les dice, sobre todo en las mujeres” (Isidoro, 2019) o “En la caravana
vienen mujeres con ganas de ir a Estados Unidos, entonces eso me
ayuda” (Paulino, 2019).
No todas las mujeres tienen el mismo valor para las economías de
tráfico humano. Únicamente las más jóvenes despiertan el interés de los
polleros. Las mujeres de más edad no son demandadas por la industria
del sexo estadounidense porque generan poco tiempo de trabajo ex-
cedente (Izcara, 2020, p. 674). En cambio, las menores son muy apre-
ciadas debido a la elevada capacidad productiva de su trabajo (Izcara
y Andrade, 2016, p. 189). Así, las edades de las mujeres que siete de
los entrevistados conducían para la prostitución estaban comprendidas
entre 14 y 25 años. El mayor rendimiento del trabajo de las menores
aparecía reflejado en expresiones como: “Al patrón le alegra que las lle-
ve, y entre menos edad, más gusto, porque le va mejor, atienden a más
clientes” (Teodoro, 2019) o “(las menores) valen más porque trabajan
más y rinden más” (Silvia, 2019).
Algunas de las mujeres que llegan en la caravana tienen experiencia
en el comercio sexual, otras tuvieron que prostituirse en México porque
se quedaron sin dinero, otras quedaron varadas en las zonas más vio-
lentas del país. Estas circunstancias facilitan la labor de convencimiento
de los polleros. Los últimos las envuelven con los enormes salarios que
recibirán en el comercio sexual (Izcara, 2020, p. 676). Ante la disyun-
tiva de arriesgar su vida vagando sin rumbo, u obtener elevadas ganan-
cias en la prostitución, algunas se decantan por la segunda opción. La
amenaza o el uso de la fuerza no son elementos constitutivos del modo
como operan las economías de tráfico humano. Los entrevistados insis-
tían en que no utilizaban ni el engaño ni el fraude como mecanismos
de reclutamiento de las mujeres destinadas a la industria del sexo. Esto

Andamios 39
Simón Pedro Izcara Palacios

aparecía reflejado en expresiones como: “Las mujeres cuando van saben


que su trabajo será en lugares alegres” (Carmelo, 2019), “Sí lo saben,
se les dice siempre, cuánto les pagarán, horas de trabajo y el trabajo
que van a hacer, eso lo saben porque siempre lo preguntan antes de ir”
(Emilio, 2019) o “Cuando ellas llegan a ir saben en qué trabajarán y el
tiempo, también lo que se les pagará” (Isidoro, 2019).

Conclusión

La caravanización de la migración es un movimiento de explosión so-


cial de carácter espontáneo que ofrece cierta seguridad a los migrantes.
Aquellos que viajan solos, o en pequeños grupos, deben realizar im-
portantes desembolsos económicos para llegar a México y atravesar el
territorio nacional, además corren un grave riesgo de ser secuestrados
por la delincuencia organizada, o de ser aprehendidos por las autori-
dades migratorias y deportados. Por el contrario, los migrantes de las
caravanas plantan cara tanto a las autoridades como a la delincuencia
organizada. Al caminar juntos, respaldados por los medios de comu-
nicación y las organizaciones defensoras de los derechos humanos, se
encuentran protegidos de los ataques de la delincuencia organizada.
Sin embargo, los más beneficiados por las caravanas son los polleros
que operan en el norte del país. La disminución del costo de emigrar ha
hecho que un mayor número de centroamericanos hayan emprendido
la aventura migratoria. Por lo tanto, se ha multiplicado el número de
potenciales clientes de las redes de tráfico humano.
Las redes de tráfico humano que operan en el noreste de México
experimentaron un incremento sustancial de sus actividades a partir
de noviembre de 2018. Muchos de los migrantes que se desplazan en
caravana carecen de recursos económicos para pagar las elevadas tari-
fas cobradas por los polleros, de modo que los últimos han recurrido
a la apropiación del tiempo de trabajo excedente de los primeros como
forma de pago por el servicio prestado. Las trabajadoras sexuales son
quienes producen en menos tiempo el valor de su fuerza de trabajo y
quienes generan más tiempo de trabajo excedente. Por lo tanto, estas
últimas se han convertido en clientes preferenciales de las economías
de tráfico humano.

40 Andamios
Caravanas de migrantes

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Anexo: Entrevistas citadas en el texto.

Agustín, Traficante de migrantes de 32 años originario de Nuevo León,


entrevistado en Monterrey (Nuevo León) en julio de 2019
Carmelo, Traficante de migrantes de 39 años originario de San Luis Po-
tosí, entrevistado en Monterrey (Nuevo León) en julio de 2019
Emilio, Traficante de migrantes de 42 años originario de Tamaulipas,
entrevistado en Reynosa (Tamaulipas) en diciembre de 2019
Isidoro, Traficante de migrantes de 37 años originario de Tamaulipas,
entrevistado en Reynosa (Tamaulipas) en diciembre de 2019
Leonardo, Traficante de migrantes de 38 años originario de Tamaulipas,
entrevistado en Reynosa (Tamaulipas) en diciembre de 2019
Paulino, Traficante de migrantes de 43 años originario de Tamaulipas,
entrevistado en Matamoros (Tamaulipas) en diciembre de 2019
Silvia, Traficante de migrantes de 35 años originaria de Tamaulipas, en-
trevistada en Matamoros (Tamaulipas) en diciembre de 2019.

44 Andamios
Caravanas de migrantes

Teodoro, Traficante de migrantes de 40 años originario de Texas, en-


trevistado en Reynosa (Tamaulipas) en diciembre de 2019.
Teófilo, Traficante de migrantes de 45 años originario de Tamaulipas,
entrevistado en Reynosa (Tamaulipas) en marzo de 2020.
Tomás, Traficante de migrantes de 45 años originario de Tamaulipas,
entrevistado en Reynosa (Tamaulipas) en marzo de 2020.

Los nombres son pseudónimos.

Fecha de recepción: 10 de agosto de 2020


Fecha de aceptación: 24 de noviembre de 2020

Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 21-45 Andamios 45


Migración garífuna, deportaciones y asilo político en
un contexto de desplazamiento forzado*
Juan Vicente Iborra Mallent**

Resumen. El objetivo de este ensayo es poner de relieve el carácter


forzado de la migración garífuna procedente de Honduras hacia
México y los Estados Unidos, vinculando estos desplazamientos
con las dinámicas territoriales en las comunidades de origen.
Para ello hago una génesis del problema profundizando en el
carácter histórico de este proceso migratorio. Además, analizo
la particularidad de estos flujos de movilidad humana en un
contexto marcado por la proliferación de caravanas hondureñas.
Para ello, presento cómo las deportaciones y las políticas de asilo
influyen en la regulación y el control fronterizo, así como en las
dinámicas migratorias.

Palabras clave. Desplazamiento territorial, migración garífuna,


caravanas centroamericanas, deportaciones, asilo.

Garifuna migration, deportations and political asylum


within a context of forced displacement

Abstract. The main goal of this essay is to highlight the forced


nature of the Garífuna migration from Honduras to Mexico and
the United States, linking these movements with the territorial

* Este artículo se nutre de mi trabajo de campo realizado en Honduras y Nueva York


(2018-2019) durante mis estudios de Maestría en Estudios Latinoamericanos por la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el proyecto realizado como par-
te de las becas de investigación en migraciones y movilidad humana Edelberto Torres
Rivas (2019-2020).
** Docente en el Seminario Virtual de Clacso Marxismos negros: raza y clase en el pensa-

miento afrodescendiente y africano. Correo electrónico: juan.v.iborra@gmail.com

Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 47-76 Andamios 47


Juan Vicente Iborra Mallent

dynamics in the communities of origin. For this porpuse I make


a genesis of the problem, getting deeper into the historical
character of this migratory process. In addition, I analyze the
particularity of these human mobility flows in a context mar-
ked by the proliferation of Honduran caravans. To this effect, I
present how deportations and asylum policies influence border
regulation and control, as well as migratory dynamics.

Key words. Territorial displacement, garifuna migration, central


american caravans, deportations, asylum.

Introducción

El objetivo de este artículo es mostrar el vínculo entre el despojo te-


rritorial y la migración garífuna, ahondando en las deportaciones y las
políticas de asilo, dos aspectos que considero centrales en el control
fronterizo de los flujos migratorios procedentes del Triángulo Norte de
Centroamérica (Honduras, El Salvador, Guatemala) en el período ac-
tual. Para ello, aporto datos respectos a la migración garífuna extraídos
de mis investigaciones realizadas en los últimos años, y que han estado
marcadas por la coyuntura abierta por las caravanas hondureñas.
A más de diez años del golpe de estado de 2009, la migración garí-
funa procedente de Honduras hacia México y Estados Unidos se ha ido
visibilizando progresivamente por medio de recientes trabajos que si-
túan su especificidad e historicidad propia en un contexto de crisis hu-
manitaria (Castillo, 2019). Sin embargo, en líneas generales, los medios
de comunicación, al mismo tiempo que han caracterizado las caravanas
hondureñas de “éxodo masivo”, han ignorado la particularidad de los
distintos tipos de flujos migratorios procedentes del país, siendo la mi-
gración garífuna singular tanto por sus características propias como por
sus orígenes.1 Tampoco ha sido la migración procedente de comunida-

1 Junto a misquitos, lencas, tolupanes y mayas-chortís los garífunas constituyen uno


de los principales grupos étnicos en Honduras. Tras un proceso de etnogénesis entre
negros de origen africano y población caribe y arawaka en la isla de San Vicente en las

48 Andamios
Migración garífuna

des indígenas y negras un tema recurrente en la literatura especializada,


lo que explica la necesidad de emprender nuevas aproximaciones que
pongan énfasis en el racismo y las lógicas de desplazamiento territorial
que operan detrás de dichos procesos (Iborra, 2019).
Y es que las dinámicas migratorias deben ubicarse en un escenario
marcado por el desconocimiento de los derechos territoriales, la discri-
minación étnica, la criminalización y persecución de los defensores de
tierras, la corrupción institucional, el abuso policial, el abandono social,
la presencia del narcotráfico y la proliferación de proyectos extractivis-
tas. Así, el vaciamiento de las comunidades (Hale, 2011) es resultado
de un intento deliberado por parte del Estado hondureño de impulsar
proyectos estratégicos de carácter neoextractivista como el monocultivo
de palma africana o el desarrollo turístico en las comunidades garífunas
(Castillo, R., 2019).
Desde finales de los 80 y principios de los 90 se impuso una es-
trategia de desarrollo basada en la mercantilización y privatización de
los recursos naturales, bien a través del agronegocio, la minería, las
hidroeléctricas o un conservacionismo ambiental convergente con los
intereses de la industria turística, con la consecuente desposesión de
los territorios de las comunidades garífunas (Brondo, 2013; Mollett,
2014; Loperena, 2017; Macneill, 2017; Mcsweeney, Wrathall, Nielsen
y Pearson, 2018). Estas lógicas se han extendido a otras comunida-
des, como los lencas y su resistencia contra el Proyecto Hidroeléctrico
Agua Zarca con el infame asesinato de Berta Cáceres y otros líderes,
la lucha en Guapinol (Tocoa) contra la minería y la judicialización de
dirigentes comunitarios, el asesinato de indígenas tolupanes y cam-
pesinos en el Bajo Aguán, así como el abandono de las comunidades
misquitas en el departamento de Gracias a Dios.
En ese sentido, hay que considerar la articulación entre los proce-
sos de desposesión de los recursos naturales y las prácticas de racismo,
exclusión y segregación, como parte intrínseca de un patrón de desa-
rrollo, que en el proceso de conformación de geografías extractivas,

Antillas Menores, los garífunas sufrieron a finales del siglo XVIII un proceso de ex-
pulsión y posterior reasentamiento en Centroamérica (González, 1988) que explica la
actual presencia de más de 40 comunidades garífunas en la Costa Norte de Honduras.

Andamios 49
Juan Vicente Iborra Mallent

promueve el borramiento de las territorialidades indígenas y negras


(Brondo, 2018).
La relación con el Estado hondureño ha estado atravesada por la im-
plementación de procesos de racialización por medio de la adscripción
de estos grupos a una serie de rasgos culturales y étnicos esenciales,
como el color de piel, la lengua, o el folklore, al mismo tiempo que se
definieron una serie de relatos de construcción de la identidad nacional
(Euraque, 2004). Estos mecanismos de asimilación estuvieron acompa-
ñados de igual manera por políticas de abandono social, exclusión eco-
nómica, desinversión, segregación residencial, falta de oportunidades
educativas o de acceso a servicios sociales, entre otros aspectos. De este
modo, la gramática racial, que incluyó la formación de percepciones,
ideologías, y actitudes que tuvieron efectos en la “alterización” y en la
producción de diferencias culturales, contribuyeron a la estratificación
social y a la formación de estructuras raciales, definiendo una situación
de racismo estructural (Bonilla, 1997) que ocupa a su vez un lugar
central en la producción de territoriales y en la configuración de flujos
de movilidad humana (Olaya, 2020).
En Honduras esta dinámica de expulsión ha sido favorecida por la
promoción de un restringido marco de reconocimiento de derechos
culturales y territoriales, entre ellos el derecho a la consulta, que lejos
de responder a las demandas de las organizaciones étnicas, se han con-
vertido en un instrumento diseñado para legitimar el desplazamiento
técnico de las poblaciones (Iborra, 2020). Por todo ello, la Organiza-
ción Fraternal Negra Hondureña (OFRANEH) (2011) ha caracterizado
el actual éxodo de las comunidades garífuna como una “tercera expul-
sión”, al vincular el desplazamiento territorial con procesos históricos
anclados en el colonialismo y la movilización de mano de obra esclava.

El problema territorial

Los garífunas, originarios de la isla de San Vicente en las Antillas Me-


nores, fueron expulsados por los ingleses de allí a finales del siglo XVIII
en plena disputa geopolítica con Francia por el control de la economía
de plantación azucarera en la región. Tras un destierro traumático, que

50 Andamios
Migración garífuna

supuso la muerte masiva de población por las condiciones del confina-


miento y traslado, llegaron a la isla de Roatán, desde donde cruzaron a
la Bahía de Trujillo en tierras continentales e iniciaron un proceso de
asentamiento fundando comunidades en las costas de lo que hoy son
los Estados nacionales de Belice, Guatemala, Honduras y Nicaragua.
Esta dispersión histórica se reforzó con la instalación de las com-
pañías bananeras a finales del siglo XIX, lo que tuvo como resultado
una fuerte migración procedente de las comunidades rurales hacia
ciudades hondureñas como Tela, Puerto Cortés, San Pedro Sula, La
Ceiba o Tegucigalpa hacia mediados del siglo XX (Euraque, 2004). Al
mismo tiempo, las rutas comerciales inauguradas por las compañías
permitieron a muchos garífunas enrolarse como tripulantes en barcos
mercantes, constituyéndose pioneros asentamientos garífunas en ciu-
dades como Nueva York, Boston o Nueva Orleans (England, 2006;
Chambers, 2019). Tras la huelga bananera de 1954 se inició un perío-
do de reestructuración en el sector que trajo el despido de cientos de
trabajadores, obligados a retornar a sus comunidades de origen.
En las décadas de los 60 y 70 se dieron una serie de reformas legis-
lativas que significaron la apertura de nuevos frentes de colonización
agraria como respuesta al abandono de amplias extensiones de tierra
por parte de las compañías. Estos procesos fueron protagonizados por
poblaciones campesinas del interior del país, que amparados en la
legislación reformista iniciaron invasiones de tierras pertenecientes a
las comunidades garífunas. Estos procesos de colonización sirvieron en
muchos casos de avanzadilla de posteriores ciclos de acaparamiento te-
rritorial para la ganadería, el monocultivo de palma aceitera o africana,
el desarrollo de la industria turística y el narcotráfico. Esta situación
de despojo impulsó a las organizaciones garífunas a regular la tenencia
histórica de las tierras comunitarias, lo que se vio materializado en el
otorgamiento de títulos colectivos a finales de la década de los 90 e
inicios de los 2000, que refrendaron y ampliaron anteriores títulos y
garantías de ocupación.
No obstante, dichos títulos contenían una fracción de tierras muy
inferior al territorio habitado históricamente por las comunidades ga-
rífunas, comprendiendo únicamente los cascos urbanos y excluyendo
espacios de cultivo agrícola, esteros, bosques, lagunas y recursos marí-

Andamios 51
Juan Vicente Iborra Mallent

timos, por lo que las exigencias de las organizaciones en defensa del te-
rritorio no amainaron sino que mantuvieron su vigencia, especialmente
frente a la profundización de conflictos territoriales en comunidades
como Vallecito, Triunfo de la Cruz, Punta Piedra, Cristales y Río Negro,
Nueva Armenia, Puerto Castilla, entre otras. En los últimos años, la
falta de oportunidades laborales, el incremento de la desigualdad y la
exclusión social, así como la profundización de las problemáticas terri-
toriales, han empujado a muchos jóvenes a emigrar hacia los Estados
Unidos, especialmente a ciudades como Houston o Nueva York, donde
se han consolidado importantes núcleos poblacionales así como organi-
zaciones comunitarias producto de décadas de migración continuada.

Los orígenes de la migración garífuna

El desmantelamiento de la industria manufacturera incentivó la migra-


ción caribeña a ciudades en proceso de reconversión industrial como
Nueva York, dándose una mutación en el mercado laboral y en la
composición de la mano de obra, predominantemente racializada en
sectores en recomposición. La Immigration and Nationality Act de 1965
impulsó la recepción de trabajadores de bajos salarios procedentes
de América Latina, el Caribe y Asia (Sassen, 1988). La situación de la
Costa Norte hondureña era análoga a la de economías de plantación de
otros países del Caribe, compartiendo un patrón regional basado en la
inserción subordinada de las economías nacionales al capital extranjero
en condiciones de dependencia. Esta situación, sumada a los bajos
estándares económicos de las economías de origen como resultado
de la división internacional del trabajo, explica la apertura de nichos
de mercado ocupados por medio de la demanda selectiva de fuerza
de trabajo no calificada procedentes de países donde Estados Unidos
mantenía intereses estratégicos (Grasmuck y Grosfoguel, 1997).
En un primer momento, primó la migración de varones garífunas.
Este proceso, como comentaba anteriormente, se inició a mediados del
siglo XX con la llegada de marineros en los barcos mercantes. Esto era
visto como una extensión lógica de patrones de organización sociocultu-
ral previos vinculados con la división sexual del trabajo (González, 1979,
p. 139-140). Y es que los varones migraban durante largas épocas del año

52 Andamios
Migración garífuna

a otros países de Centroamérica y el Caribe en búsqueda de trabajo asala-


riado en plantaciones de caoba, en la recogida de naranja o en la pesca de
langosta, lo que influyó en la configuración de la familia garífuna.
En Estados Unidos se incorporaron a distintos sectores como el de
la construcción y el mantenimiento de edificios. A la par, la reproduc-
ción de la fuerza de trabajo migrante se sostuvo en la externalización
del cuidado de la familia hacia las comunidades de origen, por medio
de una separación temporal y física del ámbito productivo del repro-
ductivo (Burawoy, 1976) en función del género. Sin embargo, con el
paso de los años las mujeres encontraron una gran empleabilidad en
las cadenas globales de cuidados (Pérez Orozco y López Gil, 2011)
asumiendo el sostenimiento de las vidas de jóvenes y ancianos en los
centros metropolitanos. De ese modo, la situación económica en Hon-
duras, conjuntamente con el problema territorial, fueron empujando a
distintas generaciones a migrar hacia los Estados Unidos. La inflación
y la reducción de subsidios tuvieron como consecuencia el incremento
del costo de los bienes básicos, especialmente de los alimentos, lo que
repercutió en el descenso de la capacidad adquisitiva en Honduras
(England, 2006, p. 55).
En los años 80 y 90 variaron los criterios de entrada a Estados
Unidos, privilegiándose la reunificación familiar, el estatus de refu-
giado y una mayor calificación de la mano de obra (England, 2006,
p. 51). La aprobación de medidas como la Immigration Control and
Reform Act (1986) y la Illegal Immigration Reform and Immigrant Res-
ponsability Act (1996) conllevaron un endurecimiento de las penas,
el incremento de delitos calificados para deportación así como la
implementación de nuevas tecnologías para el control fronterizo entre
México y Estados Unidos (England, 2006, p. 57), lo que supuso una
continua transferencia de recursos para infraestructuras de vigilancia
y capacitación de funcionarios de migración (París, 2017, p. 81). En
esta línea, el Plan Sur aprobado en 2001 por la administración de Vi-
cente Fox, inauguró en México una concepción de seguridad nacional
en la gestión migratoria que ha coexistido con una retórica de defensa
de los derechos humanos que ha servido para encubrir los abusos y
violencias a los mismos (París, 2017, pp. 87-112).

Andamios 53
Juan Vicente Iborra Mallent

A pesar del aumento continuado en esos años de la migración cen-


troamericana como consecuencia de los conflictos armados, Honduras
mantuvo junto a Costa Rica los niveles más bajos de la región (Puerta,
2004, p. 67). Este patrón se modificó con el desastre económico y
social desencadenado por el Huracán Mitch en 1998 y que conllevó
un cambio en el patrón migratorio, aumentando tanto la migración
irregular hacia el extranjero como la migración hacia las ciudades y
el desplazamiento entre departamentos (Puerta, 2004, p. 71). Aunque
muchos hondureños migraron por medio del Temporary Protected Sta-
tus (TPS),2 la mayoría de visas fueron rechazadas, lo que tuvo como
resultado el cierre de los canales regulares de migración, dándose un
alza considerable en la migración irregular hacia finales de los 90 y
principios de los 2000 (Puerta, 2004, p. 72). Así, se dio un incremento
progresivo de la población indocumentada así como de las deportacio-
nes, una tendencia que se mantiene hasta el presente.

Las deportaciones y el control migratorio

Entre 1997 y 2014 el número de hondureños deportados desde México


y los Estados Unidos fue de 753.079 (ACNUR, 2015, p. 18). Desde
2014 se contabilizan más hondureños deportados desde México que
desde Estados Unidos,3 una tendencia compartida por los migrantes
procedentes de Guatemala y El Salvador (París, 2017, p. 115). Esto ha
venido acompañado de una fuerte disparidad en el género y la edad en
función del lugar de deportación, siendo muy superiores las cifras de
mujeres y menores deportados desde México y de varones desde los
Estados Unidos (Iborra, 2019, p. 160).
Así, el descenso del número de aprehensiones de mujeres y menores

2  Aunque se creó inicialmente para responder al incremento de refugiados en el con-


texto de las guerras civiles, esta se amplió a países afectados por catástrofes naturales.
Esta medida, a la que se acogieron un total aproximado de 58.000 hondureños, otor-
gaba un permiso para trabajar y residir legalmente durante un período de 18 meses
sujeto a renovaciones. En los últimos años, la administración de Donald Trump trató de
suspenderla de manera definitiva.
3  Datos obtenidos de ACNUR (2015), el Centro de Atención al Migrante Retornado de

Honduras y el Observatorio Migratorio y Consular de Honduras (CONMIGHO).

54 Andamios
Migración garífuna

en la frontera estadunidense, ha coincidido con la implementación del


Programa Frontera Sur, aprobado en el marco de la crisis humanita-
ria en la frontera norte por el aumento de la migración de familias y
menores no acompañados procedentes del Triángulo Norte —entre
los que destacó la presencia garífuna— y que evidenció un progresivo
endurecimiento de las políticas de control fronterizo.
Desde 2011 se ha dado un incremento constante en las cifras de mi-
grantes irregulares en tránsito por México, intensificándose desde 2014
con la aprobación del Programa Frontera Sur. Para María Dolores París
Pombo, el aumento en el número de detenciones no ha supuesto un des-
censo del flujo migratorio, sino que estas políticas han estado motivadas
por presiones coyunturales desde los Estados Unidos (2017, p. 115-116).
Además, los itinerarios migratorios están atravesados por procesos
de racialización, vinculados con la regulación de la mano de obra mi-
grante, que suponen la producción de formas de opresión conjunta. Los
trabajadores migrantes son organizados siguiendo criterios de etnicidad
y ciudadanía, instituyéndose jerarquías superpuestas de trabajo, respeto
y sufrimiento (Holmes, 2013, p. 85). Así, el migrante irregular es con-
ducido tanto en la sociedad de destino como en el tránsito migratorio
a una zona de indiferencia que refuerza el continuum de violencia de
los migrantes centroamericanos (Castillo, 2020; Vogt, 2013; Yee, 2016)
y que a su vez profundiza la violencia estructural que se encuentra
en la génesis de su expulsión de los territorios de origen. Además, su
exclusión de la esfera nacional refuerza condiciones de vulnerabilidad
y explotación que sostienen una economía política de la migración ra-
cializada (Iborra, 2019).
Esto supone la proliferación de técnicas de domesticación de los
flujos migratorios como los mecanismos de deportación, la separación
de las familias, la criminalización, la persecución legal, las entrevistas
de miedo creíble y recientemente la externalización de los procesos de
solicitud de asilo por medio de la firma de tratados de tercer país seguro
por parte de países como Honduras, El Salvador o Guatemala, que aun
siendo países de origen de los flujos migratorios, se convierten por este
medio en países de recepción de solicitantes de asilo sin contar con
garantías suficientes para la recepción humanitaria.

Andamios 55
Juan Vicente Iborra Mallent

Así, se refuerza una gestión de la mano de obra migrante que parte


del encuentro de dos fuerzas aparentemente contradictorias. Por un
lado, el requerimiento de mano de obra barata de migrantes para asumir
el trabajo menos cualificado en las sociedades de destino, y por otro, la
implementación de mecanismos jurídicos que inhabilitan o dificultan
a los migrantes entrar al país u obtener derechos plenos de ciudadanía
en la sociedad de destino. Para Seth Holmes estas separaciones de tipo
legal, político y simbólico buscan producir la máxima extracción de
fuerza de trabajo (Holmes, 2013, p. 13). A esto se añade la producción
cultural de ciudadanía (Ong, 2003), expresada en diversas formas
de relación con las instituciones gubernamentales que determinan la
posibilidad de permanecer en territorio estadunidense, definiendo
barreras entre formas de vida aceptables y asimilables por las lógicas
gubernamentales de control migratorio y aquellas vidas desechables
que pueden ser objeto de confinamiento y deportación.
Al migrante se le niegan en la sociedad de destino servicios educa-
tivos, sanitarios y de protección social, lo que refuerza su condición de
exclusión. Esta inclusión diferencial (Mezzadra y Neilson, 2017) viene
acompañada de la construcción legal de la ilegalidad, situándose al
trabajador irregular en una situación de vulnerabilidad que puede con-
ducir en cualquier momento a su deportación (De Genova, 2002). Así,
los regímenes de deportación contribuyen a la construcción del espacio
soberano desde líneas de raza y clase (De Genova y Peutz, 2010).
Al mismo tiempo, el desplazamiento de poblaciones en las comuni-
dades de origen en el contexto de una economía global marcada por la
proliferación de técnicas de expulsión (Sassen, 2015) demuestra la in-
tersección entre desarrollo desigual, imperialismo, demanda de trabajo
y migración forzada (Delgado, 2013). Por tanto, el control fronterizo
se subordina a las necesidades del mercado de trabajo estadunidense,
evidenciando cómo la implementación de técnicas de control y disci-
plinamiento busca la extracción de ganancia extra, bien sea a través
de la expulsión o la exclusión social. De tal manera, se desarrolla una
economía política de la migración racializada sostenida por medio de
los regímenes de deportación y, como desarrollo más adelante, las po-
líticas de asilo.

56 Andamios
Migración garífuna

Después de 1997 más de 4 millones de personas han sido depor-


tadas desde los Estados Unidos. De estos, aproximadamente el 97%
fueron enviados de retorno a América Latina y el Caribe, siento el 88%
varones, lo que señala la condición racial y de género de los deportados,
además del lugar que estos ocupan en el sistema de justicia criminal
(Golash, 2015). Asimismo, la construcción de un imaginario en torno
a la condición racial y de género de los deportados, alimenta discursos
sesgados y de odio en torno al “bad hombre” o “el extranjero criminal”
(Chouhy y Madero, 2019) que sirven como medio de preservación de
la soberanía y ciudadanía sobre líneas etnonacionales al mismo tiempo
que legitiman y justifican las deportaciones masivas. El contraste que se
da entre el trato mediático que se les otorga a estos sujetos frente al que
se les dispensa a mujeres y menores revela el carácter paradójico, funcio-
nal y autorreferencial de la narrativa humanitaria, así como la formación
de un enemigo interno, que pone en riesgo la seguridad nacional.
Por otro lado, la criminalización de los varones migrantes, cuya fi-
gura es comparable con la difusión durante el período del Jim Crow en
Estados Unidos del mito del hombre negro como “violador” es alimen-
tada por su encuentro con el sistema penitenciario, siendo la industria
migratoria y de la deportación parte fundamental de los espacios, geo-
grafías y economías carcelarias (Gill, 2016; Wang, 2018).
De aquellos que cometen algún delito antes de su deportación
predominan situaciones como la utilización de documentos apócrifos,
los delitos de tráfico, las redadas en lugares clandestinos de trabajo
así como el tráfico y posesión de sustancias ilícitas (Izcara y Andrade,
2015). En un censo que realicé entre enero y marzo de 2020 en la
comunidad de Cristales y Río Negro (Trujillo, Honduras), de aquellas
personas que en algún momento de sus vidas han migrado a México o
los Estados Unidos, aproximadamente uno de cada tres declaró haber
sido deportado de uno estos dos países, en algunos casos hasta en más
de diez ocasiones.
Es común que jóvenes decidan “probar suerte” migrando, acu-
mulando penas de prisión en Estados Unidos de hasta 24 meses por
reingreso. También es común que para sufragar los gastos que supone
el tránsito migratorio, pidan dinero a sus familiares o que incurran
en actividades de coyotaje. De este modo se instalan en una “puerta

Andamios 57
Juan Vicente Iborra Mallent

giratoria” de emigración, deportación y reemigración (Cockroft, 1986;


Rietig y Domínguez, 2015), en la que la deportación se convierte en el
preludio de nuevos intentos por migrar, lo que conlleva la posibilidad
de nuevos períodos de confinamiento así como la exposición a múlti-
ples formas de violencia en el tránsito migratorio.
Hasta enero de 2019 el periodista garífuna Kenny Castillo conta-
bilizaba un total de 25 garífunas fallecidos en México, entre los que
destacan el mutilamiento de jóvenes como Magda Meléndez tras caer
del tren de mercancías La Bestia o el del líder comunitario Raqui,
quien murió asesinado en los aledaños del mercado de la ciudad de
Veracruz.4 En todos estos casos las familias sufren tras la muerte de sus
seres queridos el drama de la repatriación del cuerpo, que se puede
prolongar por varios meses.
Las cifras de garífunas fallecidos en el tránsito migratorio en los
últimos años posiblemente son mayores, igual que son numerosos el de
personas que han sido víctimas de torturas o secuestros por miembros
del crimen organizado. Uno de esos casos fue el de Wacha, un mu-
chacho de Trujillo, que me relató cómo escapó saltando por un balcón
tras permanecer días secuestrado por un grupo criminal vinculado a
los Zetas. Tras regresar a la comunidad sangrando, con quemaduras
y la ropa hecha jirones decidió unos días después volver a intentarlo.
Hasta la fecha suma un total de 12 deportaciones desde México. En una
de las últimas ocasiones vendió su caballo “para poder viajar”, pero le
robaron en Monterrey antes de llegar a Piedras Negras, desde donde
pretendía cruzar. Jamás ha podido llegar a los Estados Unidos pero no
pierde “la esperanza de cumplir el sueño americano y poder ayudar a
la comunidad”.
Estas situaciones de violencia son vistas por muchos jóvenes como
una experiencia, de la que algunos alardean, pero de las que otros no
han podido escapar vivos. Muchos conocen de memoria el trayecto; el

4 Kenny Castillo, periodista originario de la comunidad garífuna de Corozal ha infor-


mado de los decesos de garífunas en México así como otros problemas vinculados a la
migración desde su página web: https://kennycastillo.com/. Aquí Castillo recupera las
historias de Magda, Raqui y otros jóvenes que fallecieron en el tránsito migratorio así
como de jóvenes que han desaparecido en el camino.

58 Andamios
Migración garífuna

nombre de los municipios y los albergues, el gasto aproximado entre


comida, alojamiento, transporte y mordidas, el tiempo de viaje y el
riesgo que conlleva. Es recurrente que algunos garífunas desistan de su
intento por llegar a los Estados Unidos, convirtiendo México en lugar
de destino. También es habitual la migración estacional por un breve
período de tiempo en el que ahorrar lo suficiente para posteriormente
retornar a la comunidad para emprender la construcción de una vi-
vienda o iniciar algún proyecto. Escuché testimonios de garífunas que
han trabajado en Tapachula, Tabasco, Puebla, Tultitlán y Chalco en el
estado de México, Querétaro, Guanajuato, Aguascalientes, Zacatecas,
Sonora, entre otras partes del país, lo que refleja cómo las políticas
migratorias tienen un impacto fundamental en la espacialidad de los
flujos migratorios (REDODEM, 2018, p. 19).
Algunos deciden trabajar para seguir hacia el norte, otros regresan
a la comunidad de origen y unos cuantos deciden instalarse de mane-
ra prolongada en México. De hecho, desde 2013 han aumentado las
solicitudes de refugio por medio de la Comisión Mexicana de Ayuda a
Refugiados (COMAR) (París, 2017, p. 74), sumando hasta noviembre
de 2019 un total de 54.353 (Osorto, 2020). Sin embargo, esto no les
exime a los migrantes centroamericanos de sufrir situaciones de explo-
tación y discriminación.
Las mujeres difícilmente deciden instalarse en México, por lo que
optan la mayoría de veces por migrar con coyote o guía. Son pocas las
que trabajan en el tránsito y si emprenden el camino es con patrocinio
de algún pariente, solas o acompañadas de sus hijos, pero viajando en
grupo. En los últimos meses, como resultado de las políticas de tercer
país seguro, algunos migrantes han decidido no regular su situación
en el trayecto, lo que refuerza su condición de ilegalidad además de
su posibilidad de ser deportados ante la mayor persecución migratoria
que se ha dado a partir de la intensificación del control fronterizo con
el despliegue de la Guardia Nacional y que ha supuesto un incremento
continuado de las deportaciones, que solo fue interrumpido momentá-
neamente por el inicio de la pandemia de COVID-19.
Las deportaciones desde México son en la mayoría de ocasiones por
vía terrestre, aunque también se han dado por vía aérea, generalmente
desde Veracruz. En el caso de aquellos migrantes que son deportados

Andamios 59
Juan Vicente Iborra Mallent

desde la frontera norte, estos esperan en centros de detención hasta el


día del viaje. El trayecto es directo hasta la Ciudad de México, donde se
hace una escala en la Estación Migratoria en Iztapalapa. Tras una noche
de descanso, como me reveló uno de mis interlocutores, “se reparten
sándwiches, se carga gas y el trayecto sigue directo hasta Tapachula”.
Tras otra noche de espera los migrantes son deportados hasta la frontera
con Honduras o incluso hasta San Pedro Sula. En total son casi tres días
de viaje sin contar las paradas o el tiempo previo de espera. A la frontera
llega información por fax de cada deportado; su fotografía, sus huellas y
sus datos personales son registrados. En muchos casos, estos son estig-
matizados por su color de piel, puesto que las autoridades migratorias
los confunden con haitianos y centroafricanos, revelando los mecanis-
mos de racialización existentes en las prácticas de control fronterizo, así
como las formas en que las jerarquías y estructuras raciales intervienen
en la criminalización y persecución de la población migrante.
En el caso de las deportaciones desde los Estados Unidos estas se
dan mayoritariamente por vía aérea. Los deportados son amarrados
de las manos por una cadena. El vuelo realiza escalas por diferentes
puntos del país y muchas veces viajan con poca tripulación, lo que
ha sido señalado como un coste innecesario, arrojando cifras medias
de 8.419 dlls. por hora de vuelo (Department of Homeland Security,
2015). Al llegar a Honduras los deportados sufren el racismo de la
policía, siendo desnudados e interrogados. Se inicia un proceso de
averiguación de los antecedentes de la persona y se establece un es-
tudio corporal de los tatuajes para comprobar su pertenencia a las
pandillas. Uno de mis interlocutores, Julián, fue criminalizado por
llevar rastas, por ser negro y llevar tatuajes, lo que revela cómo las
lógicas estructurales del racismo forman parte esencial tanto de la
economía política de la migración como de los mecanismos de con-
trol fronterizo y los regímenes de deportación.
Tras cumplir una pena de prisión y ser expulsado del país que le vio
crecer, Julián emprendió un nuevo camino en su comunidad de origen.
Esto le llevó a involucrarse en el proceso de defensa territorial y desistir
de volver a migrar, aunque este traumático evento le supuso alejarse del
cariño de su familia y sus hijos, residentes de los Estados Unidos. Su
retorno forzado le permitió darse cuenta de la situación que padecía su

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Migración garífuna

comunidad, en donde “los jóvenes estaban migrando y las tierras esta-


ban siendo acaparadas por personas procedentes de los mismos países
a los que muchos anhelan llegar”. Así, fundó junto a otros compañeros
el movimiento gari rasta, con el objetivo de recuperar las tierras an-
cestrales de la comunidad, un proceso en el que se han involucrado
personas de distintas edades con necesidad de un lote de tierra para
sembrar o construir una vivienda propia, y que poco a poco construyen
gracias al envío de remesas por parte de familiares o por medio de
técnicas vernáculas. Ante la marginación de las autoridades, coludidas
con los intereses de los inversionistas extranjeros, los gari rastas han
recuperado por vía de la acción directa las tierras pertenecientes a la
comunidad, y que están refrendadas en el título de la comunidad.
Otro caso es el de Edwin, quien fue víctima de una deportación
rápida en 2014. Edwin migró a los 14 años de la colonia La Unión (San
Pedro Sula), la misma en la que fue asesinado por pandilleros en 2013
el mítico futbolista Milton “Chocolate” Flores. Tras ser víctima de un
tiroteo en el que le impactaron tres balas, Edwin decidió emigrar hacia
los Estados Unidos, después de vivir en México durante 6 meses, don-
de trabajó “parchando llantas de trailers” en Torreón. Tras pasar años
intentando regular su estancia legal, Edwin fue deportado a la salida de
un juzgado en Vermont donde terminaba de declarar su inocencia por
una infracción de tráfico.
A pesar de que la corte se había pospuesto, ese día migración le esta-
ba esperando en la puerta del juzgado, cayendo en una deportación ex-
prés. Al retornar fue víctima nuevamente de un tiroteo tras involucrarse
en actividades comunitarias. Sin embargo, esto, lejos de amedrentarlo,
no le ha impedido mirar hacia delante y buscar nuevos horizontes, por
lo que se ha involucrado también en el proceso de recuperación de
tierras en la Bahía de Trujillo, donde recientemente fueron recuperadas
tierras pertenecientes a la comunidad de San Antonio (Margurugu).
Por último, quiero mencionar el caso de Delcio, quien tras ser de-
portado en dos ocasiones de Estados Unidos retornó definitivamente a
Santa Fe (Giriga). Tras vivir una vida en la que era común la venta de
drogas, el tráfico de armas o los tiroteos en el bloque en un contexto de
rivalidad entre pandillas, Delcio se sumó a las recuperaciones de tierras,
imaginando, igual que Julián y otros muchos, horizontes que involucran

Andamios 61
Juan Vicente Iborra Mallent

el retorno a las formas de vida de los ancestros. Este proceso de con-


versión, muchas veces mediado por el arrepentimiento o la conciencia
del valor de las tradiciones, y el vínculo con la geografía y las prácticas
ancestrales de cultivo, pesca, construcción y trabajo comunitario, ha im-
pulsado que nuevas generaciones desistan de dichos intentos por migrar
y volteen a ver hacia un territorio que se encuentra en disputa.
Frente a una situación de retorno, marcada por el estigma de la
deportación y una criminalización que muchos ven como injusta y
tardan tiempo en asimilar y superar, algunos deportados han optado
por involucrarse en las recuperaciones de tierras y buscar alternativas
de desarrollo en la comunidad más allá de retornar a una espiral de
violencia. Tras pasar una gran parte de su vida en guetos de Nueva York
como el sur del Bronx o Brownsville (Brooklyn), con sueldos bajos y
altas rentas que les empujaron a la búsqueda en la economía sumergida
de estrategias alternativas de generación de ingresos (Bourgois, 1995, p.
38) cumplieron penas de prisión antes de ser deportados o fueron en-
viados a Honduras de manera inesperada, lo que implicó una ruptura
de sus lazos familiares y comunitarios previos. El trauma y la desespe-
ranza que supone “ser apartado de tus seres queridos”, llevó a muchos
garífunas a buscar una manera desesperada de regresar cayendo en
esa puerta giratoria de continuos ciclos de migración, deportación y
confinamiento.
Sin embargo, algunos encontraron en la defensa territorial otra forma
de vincularse con sus ancestros, “dejando un legado para sus hijos”,
y que les ha llevado a decidir instalarse en la comunidad de manera
definitiva. Así, frente a los procesos de desterritorialización por medio
del acaparamiento de tierras y el desplazamiento forzado se han desa-
rrollado procesos de reterritorialización con la vertebración de redes
transnacionales y recuperaciones de tierras, configurando una dialéctica
permanente de construcción de territorialidad (Haesbaert, 2013, p. 11).
Al mismo tiempo, como señalaba anteriormente, en los márgenes
de la construcción del espacio nacional, el deportado se convierte en
la antítesis de la figura ética del refugiado. No hay compasión ni razón
humanitaria para una persona forzada a retornar a un país que quizás
ni siquiera conoce. La deportación forma parte integral de las políticas
neoliberales de abandono social que exponen a grupos vulnerables a

62 Andamios
Migración garífuna

múltiples exclusiones de comunidades, de mercados de trabajo y de vi-


vienda, de la esfera de seguridad, sistemas de salud y educativos así como
otros marcos de regulación y protección estatal (Khosravi, 2017, p. 4).
El retorno forzado cumple una función análoga a la del desplaza-
miento de las poblaciones de sus territorios de origen, contribuyendo
a la exclusión, a la criminalización de las poblaciones racializadas, así
como la explotación de vecindarios y territorios, por medio de políticas
de segregación y traslado. De este modo, se produce un continuum de
expulsiones que favorece la disponibilidad de mano de obra barata así
como de espacios y territorios vaciados, para la extracción de recursos
naturales. Esto define una economía política de la migración racializada
que involucra tanto el desplazamiento forzado como políticas de con-
trol migratorio y deportación. Frente a ello, el asilo se convierte en una
figura que lejos de resolver las contradicciones existentes, las acentúa,
al definir marcos de regulación en función de narrativas que condicio-
nan las posibilidades de recepción.

El asilo político

La situación del solicitante de asilo varía en función de las políticas


vigentes y la producción de discursos humanitarios, que se articulan
de manera ambivalente con los mecanismos de control migratorio. El
solicitante pasa por un filtro que incluye entrevistas de miedo creíble
en las que debe narrar su historia de trauma y sufrimiento, de tal ma-
nera que refleje persecución política, lo que supone la producción de
epistemologías en función de los marcos establecidos (Bohmer y Shu-
man, 2004). Esto implica la traducción de regímenes de experiencia
atravesados por múltiples formas de violencia en función de los crite-
rios establecidos por parte de lo que Didier Fassin ha definido como
“la industria humanitaria del asilo”. Así, este necesario alineamiento
revela las tensiones y contradicciones presentes en la economía moral
de las sociedades respecto a la persecución, a la vez que un manejo
del reconocimiento por medio de los restrictivos términos del control
migratorio (Fassin, 2012, p. 111).
Esta paradoja quedó expuesta en el caso de un grupo de mujeres
garífunas solicitantes de asilo que durante su proceso fueron forzadas

Andamios 63
Juan Vicente Iborra Mallent

a portar grilletes electrónicos, lo que fue definida por estas como “una
nueva forma de esclavitud moderna” (Santos, 2014). Este episodio
coincidió con la migración masiva de madres solteras con hijos y de
menores no acompañados que se dio entre 2013 y 2014 (Castillo,
K., 2019). Un grupo de 87 mujeres garífunas, formaron parte de un
proyecto piloto desarrollado por las autoridades migratorias estaduni-
denses que les forzó a portar dispositivos de vigilancia electrónica en
los tobillos durante su proceso de solicitud de asilo.
Como recuerda Carla García, representante de OFRANEH, que se
involucró en su caso, “esto les acarreó problemas familiares y comu-
nitarios”, afectando al mismo tiempo a “su autoestima, salud mental y
posibilidad de encontrar trabajo” (Iborra, 2019, 143-146). Zonas como
el Bronx, donde reside la mayoría de la población garífuna de Nueva
York, eran detectadas como de alta peligrosidad por estos dispositivos,
que además de deshumanizar a sus portadoras, permitían el rastreo
de movimiento así como su ubicación en tiempo real. En los últimos
años, el uso de los grilletes se ha generalizado, extendiéndose a otras
poblaciones, como parte del negocio del control migratorio.5
Aunque desde las organizaciones comunitarias se trabajó en un
enfoque grupal para tratar la problemática como parte del despojo
territorial de las comunidades garífunas en Honduras, finalmente im-
peraron enfoques individuales y narrativas como la violencia pandillera
o la violencia sexual y de género.
En ese sentido, la proliferación de nuevos mecanismos de control
social, expresan una situación de inclusión diferenciada, que refuer-
za narrativas humanitarias convergentes con aspectos estructurales
asociados al capitalismo racial (Robinson, 2000) y que han supuesto
la expulsión masiva de poblaciones de sus territorios por dinámicas
extractivas, de militarización y guerra contra las drogas, vinculándose
los flujos racializados de poblaciones negras e indígenas del continente

5  Estoha supuesto fuertes beneficios para la empresa Behavioral Interventions Incorpora-


ted, subsidiara de GEO, una de las corporaciones de cárceles privadas más importantes
del país y a la vez segunda mayor contratista privada de ICE. Para el contribuyente esto
implica un ahorro suponiendo un coste de 46 dólares por día el uso del brazalete frente
a los 600 dólares diarios del internamiento en un centro de detención (Saldaña-Portillo,
2017, p. 149).

64 Andamios
Migración garífuna

con dinámicas desencadenadas por la proliferación de nuevas lógicas


de colonialismo de asentamiento (Saldaña, 2017).
Lejos de abordarse las violencias en el origen desde un enfoque
comunitario, que analice la migración garífuna como parte de un
proceso de desplazamiento forzado, como resultado de los proyectos
neoliberales en la región, estas trayectorias son individualizadas, lo que
conduce a una invisibilización de la violencia y el racismo estructural
que subyacen al tránsito migratorio. Por ello, no se puede disociar el
nexo existente entre la migración, el asilo, el capitalismo racial y las
lógicas coloniales (Gutiérrez, 2018).
Gregoria Flores, quien fue parte del proceso de defensa del territorio
en la comunidad de Triunfo de la Cruz, y coordinadora de OFRANEH,
se vio forzada a solicitar asilo tras un intento de asesinato en su contra.6
Para Gregoria, “hay un intento deliberado por separar, desligar y des-
conectar las violencias sufridas por las personas, del contexto político y
social del país de origen” (Iborra, 2019, p. 153).
Esto se ve materializado en la política exterior estadunidense en la re-
gión, que lejos de castigar los abusos a los derechos humanos en el Trián-
gulo Norte, termina legitimando estos por medio de acuerdos políticos
con los gobiernos de estos países, lo que vemos claramente expresado en
los recientes acuerdos de tercer país seguro, o con el impulso a proyectos
de desarrollo regional, por medio de la inversión privada en sectores
como el turismo, la energía, las infraestructuras o la agroexportación,
asociados a la vulneración de los derechos de las comunidades indígenas
y negras. De ese modo, el vínculo entre la “crisis de refugiados” actual y
la política exterior estadunidense, ilumina la estrecha conexión entre el
imperialismo y los flujos migratorios hacia el norte.

6  Durante el proceso de defensa de las tierras de Triunfo de la Cruz, algunos comu-


neros se vieron forzados a salir de la comunidad, otros fueron asesinados. A pesar
del fallo en favor de la comunidad de la Corte Interamericana de Derechos Humanos
(CIDH) el Estado hondureño sigue sin cumplir con las exigencias de dicha resolución,
al involucrar indemnizaciones para el cumplimiento de los derechos territoriales de la
comunidad que afectan a poderosos inversores. De hecho, la dinámica represiva en la
comunidad se ha recrudecido con la desaparición forzada de cuatro líderes garífunas
el 18 de julio de 2020, incluyendo al presidente del patronato de la comunidad, Al-
berth Sneider Centeno.

Andamios 65
Juan Vicente Iborra Mallent

Además, en muchos casos en los que el hostigamiento no se puede


asimilar a los marcos interpretativos de la violencia política, de géne-
ro o las pandillas, es posible que los casos de solicitud de asilo sean
desestimados, no cumpliendo con los alivios migratorios que evitan
la deportación, lo que conlleva un fuerte gasto para las familias que
normalmente oscila entre los 4.000 y 8.000 dólares.
Organizaciones como Garifuna Community Services, en la que cola-
bora Gregoria, sirven como acompañamiento en el proceso jurídico,
aportando experiencia y conocimiento respecto al cumplimiento por
parte de los solicitantes de asilo de alguno de los 108 alivios migrato-
rios y que les permite continuar en el proceso.7 Aun así, son comunes
los conflictos intrafamiliares por la situación legal de las personas o
su imposibilidad de trabajar durante el proceso y por tanto de apoyar
la economía doméstica. Estos pueden llegar a durar hasta 6 años, lo
que dificulta la integración en plenas garantías de los solicitantes y que
favorece su exclusión social.
Al mismo tiempo, hay una individualización en los procesos de
solicitud de asilo, que impide la consideración de casos grupales,
consolidando unos marcos interpretativos que jerarquizan y priorizan
registros de experiencia imponiendo una distribución del mundo
sensible (Rancière, 2002). Esta distinción fortalece fronteras entre
aquellas migraciones consideradas como “económicas”, y aquellas que
sí encajarían dentro de los marcos del refugio y asilo, desconociendo las
condiciones estructurales existentes en las regiones de origen de la po-
blación migrante. Aunque para muchos líderes garífunas el asilo político
constituye una última salida que les permita permanecer con vida en un
contexto de hostigamiento, los márgenes para iniciar este proceso se han
ido estrechando cada vez más, hasta el punto de que la administración
Trump amenazó con bloquearlos y suspenderlos de forma definitiva.
A su vez, estos procesos ocultan las operaciones gubernamentales
de gestión de la fuerza de trabajo por medio de la construcción de
categorías migratorias para promover una mayor extracción de plusva-
lía. Estas técnicas forman parte de lo que he definido como economía
política de la migración racializada y tienen como una dimensión fun-

7  Comunicación personal con Gregoria Flores en septiembre de 2018.

66 Andamios
Migración garífuna

damental la expulsión de las comunidades garífunas de sus territorios


ancestrales. Por otra parte, el sistema de asilo, lejos de convertirse en
una garantía para la protección humanitaria, se instituye en un me-
canismo más de la gestión neoliberal de los flujos migratorios. Y es
que, como sugiere Ariadna Estévez (2018), en la administración de los
flujos migratorios interviene tanto una biopolítica migratoria anclada
en el derecho al asilo político como una necropolítica que expulsa a las
personas de su país.

Reflexiones finales

Si bien los dispositivos y tecnologías empleados en el control de las


fronteras en el mundo contemporáneo modelan la realidad y la reor-
ganización espacial de la producción (Mezzadra y Nielson, 2017, p.
228), ocupando un papel clave en la fabricación del mundo (Mezzadra
y Nielson, 2017, p. 11), las caravanas centroamericanas desbordaron
esquemas de control y coerción que dan cauce a la movilidad humana
(Cordero, Mezzadra y Varela-Huerta, 2019, p. 12). El papel semántico
que cumplen las fronteras por medio de los múltiples referentes que
habilitan la posibilidad de migrar, fue desactivado por una irrupción
que puso en suspensión el lenguaje de los derechos humanos y la retó-
rica humanitaria de la responsabilidad de proteger.
De esta forma, siguiendo a la antropóloga Marilyn Strathern (2013),
la pragmática del evento actualizó los sistemas de significación exis-
tentes en torno a las caravanas migrantes y el éxodo centroamericano.
Aun apelando a la audiencia, los actores involucrados reformularon la
escenografía dispuesta, desfigurando el orden simbólico y emergiendo
desde sus acciones de subordinación nuevos contextos desde los que
desentrañar las problemáticas subyacentes, imponiéndose nuevos mar-
cos de representación.
Bajo el lema de “No nos vamos porque queremos: nos expulsa la
violencia y la pobreza”, una iniciativa propagada por redes sociales
desde días antes, cientos de personas partieron caminando desde la
terminal de camiones de San Pedro Sula por la CV-13 hasta la fron-
tera con Guatemala. Miles se fueron sumando en el camino. Aunque
proliferaron los análisis respecto a las causas de por qué decidieron

Andamios 67
Juan Vicente Iborra Mallent

emprender caminando un trayecto de miles de kilómetros, el motivo


era bien sencillo: viajar en grupo para evitar los riesgos en un itine-
rario marcado por el negocio criminal de la frontera que se abastece
de los cuerpos de los migrantes centroamericanos. Así, este “devenir
caravanero” (Ruíz y Varela-Huerta, 2020, p. 99) fue una respuesta
ante las prácticas de criminalización y hostigamiento de generaciones
de migrantes centroamericanos y por tanto una forma de enfrentar la
necropolítica perpetrada por los dispositivos gubernamentales durante
los últimos años.
Las imágenes de la entrada en México, superando el cerco organiza-
do por las autoridades migratorias, dieron la vuelta al mundo. Aunque
con anterioridad se habían organizado otras caravanas de migrantes
centroamericanos, el impacto mediático de aquellas realizadas desde
octubre de 2018 ha supuesto un parteaguas, marcando un antes y un
después en las migraciones contemporáneas desde la región. Aun así, el
acontecimiento no puede desprenderse de la temporalidad y el contex-
to en que se inserta, pues la acción ha de ser necesariamente observada
desde los marcos de representación del sufrimiento y de activación del
duelo (Butler, 2010).
El drama de la separación de las familias y menores no acompaña-
dos, las condiciones de confinamiento, las deportaciones masivas, los
riesgos en el trayecto migratorio y las múltiples violencias a las que
los migrantes se ven expuestos, incluyendo la violencia sexual y los
procesos de racialización, remiten a una realidad compleja y hetero-
génea que expresa la desechabilidad y precariedad de las vidas de los
migrantes, modulando de igual forma los mecanismos de producción
de humanidad, por medio de las políticas de recepción y asilo.
Con las caravanas emergieron regímenes de representación mediá-
tica, construyendo campos de disputa ideológica y geopolítica en clave
nacionalista, en los que se vieron envueltos los países del Triángulo
Norte (Guatemala, El Salvador, Honduras), México y los Estados
Unidos. Al mismo tiempo, los marcos de representación vigentes,
muestran los fenómenos migratorios como incontenibles y masivos, lo
que fortalece y legitima los regímenes de control fronterizo. Por ello, es
necesario develar la elaboración mediática del acontecimiento, es de-
cir, la puesta es escena que revela el carácter efectivamente construido
del mismo (Bensa y Fassin, 2016, p. 13).

68 Andamios
Migración garífuna

De igual forma, el consenso existente en la definición y represen-


tación de los varones migrantes indocumentados como criminales, y
que legitima su deportación, contrasta con las narrativas humanitarias
que prevalecen respecto a la situación de vulnerabilidad de mujeres y
menores no acompañados, lo que demuestra un doble discurso sobre
la representación que las políticas de control vigentes resuelven por
medio de la externalización de las deportaciones de estos últimos desde
terceros países, lo que previene la llegada de mujeres y menores no
acompañados a la frontera estadunidense.
Esta tendencia cobra actualidad con el progresivo desmantelamiento
del sistema de solicitud de asilo en los Estados Unidos, los acuerdos de
tercer país seguro, las políticas de confinamiento y bloqueo a la movili-
dad adoptadas desde el inicio de la pandemia de COVID-19 en marzo
de 2020, así como la no interrupción de los vuelos de deportación o de
trabajadores agrícolas que han viajado con visas especiales.
A lo largo de los años, las lógicas de desterritorialización han traído
consigo una continua movilización de garífunas como mano de obra
hacia los Estados Unidos, respondiendo a la demanda continuada de
trabajadores no calificados, lo que ha estado acompañado de un endu-
recimiento de los criterios de selección (externalización de las solici-
tudes de asilo y bloqueos o demoras en el otorgamiento de visas) y de
las medidas de control fronterizo, así como de procesos de deportación
masiva. Esto ha contribuido al empeoramiento de las condiciones de
vida de los migrantes así como a dificultar la movilidad social en las
sociedades de destino.
En ese sentido, la deportabilidad se constituye en un mecanismo
que asegura una mayor extracción de la fuerza de trabajo migrante, al
estar el régimen de deportación dirigido a un disciplinamiento de la
fuerza laboral migrante. Al mismo tiempo, ciertas construcciones de
la alteridad, la ciudadanía y la aceptabilidad, moldean las conductas y
producen subjetividades, creando fronteras de inserción y exclusión del
relato humanitario. La ambivalencia de las narrativas que han prevaleci-
do respecto a la migración centroamericana, exigen un mayor esfuerzo
analítico por desentrañar cómo los regímenes fronterizos constituyen
imaginarios que legitiman la regulación de los mercados de trabajo,
la racialización y el control de las poblaciones migrantes, así como las
políticas de intervención humanitaria en un contexto neoliberal.

Andamios 69
Juan Vicente Iborra Mallent

Por todo ello, no podemos entender la migración en tránsito si no


atendemos a las causas estructurales que sirven como detonante de la
misma. Para el caso garífuna, la progresiva segregación residencial por
medio de la compra y venta ilegal de tierras comunitarias así como
el hacinamiento en las viviendas familiares (con hasta diez personas
habitando en una misma estructura de pequeño tamaño) son factores
fundamentales en este sentido. El acaparamiento conlleva un cercena-
miento de la territorialidad comunitaria que conduce a la migración
masiva de jóvenes. Aun cuando las remesas sirven como mecanismo
de compensación, al permitir mantener ciertos niveles de consumo
en las comunidades ante la falta de oportunidades laborales, estas no
alcanzan a cubrir la provisión de servicios sociales básicos como la edu-
cación o la salud y tampoco resuelven el acceso a la tierra. La falta de
oportunidades económicas en la comunidad de origen ha sido enfren-
tada por medio de la proliferación de estrategias intergeneracionales de
movilidad transnacional.
Aunque en ocasiones estos itinerarios resultan exitosos, en otros,
los resultados son trágicos, con un amplio número de garífunas que
han desaparecido o han muerto en tránsito por México. Frente a ello,
el ejemplo de los deportados en las recuperaciones de tierras traza
caminos posibles de retorno a la formas de vida de los ancestros que
pueden inspirar a las nuevas generaciones a imaginar otras maneras de
relacionarse con sus territorios de origen y enfrentar el despojo y las
políticas de muerte que se encuentran en la génesis de su expulsión y
desplazamiento forzado.

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Fecha de recepción: 14 de agosto de 2020


Fecha de aceptación: 10 de diciembre de 2020

76 Andamios Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 47-76


Paradojas multiculturales y sujetos políticos. Un
balance de la afrodiáspora en el territorio nacional
mexicano en el periodo 2015-2020
José Mario Suárez Martínez*

Resumen. Para la afrodiáspora, el Estado mexicano se ha pre-


sentado como un ente de contención que despliega una serie
de prácticas que oscilan entre la reafirmación de su condición
multicultural con el reconocimiento de los afromexicanos, y el
desarrollo de ciertos ejercicios gubernamentales de adminis-
tración, contención, exterminio e incluso la reproducción de
discursos racistas en contra de los afromigrantes. El presente
trabajo busca describir desde una mirada interseccional, cuáles
son las paradojas políticas estatales frente a la afrodiáspora,
así como los agenciamientos de los sujetos —afromexicanos y
afromigrantes— que de ella participan, mediante un análisis
histórico y conceptual en el periodo 2015-2020.

Palabras clave. Afrodiáspora, afromigrante, afromexicano, para-


dojas, racismo, multiculturalismo, agencia.

Multicultural paradoxes and political subjects. A


balance of afrodiaspora in the mexican national
territory in the period 2015-2020

Abstract. For the Afro-diaspora, the Mexican State has pre-


sented itself as a containment entity that displays a series of
practices that oscillate between the reaffirmation of its multi-

* Estudiante de la Maestría en Estudios Sociales y Políticos en la Universidad


Icesi en Cali, Colombia. Correo electrónico: jose.suarez2@correo.icesi.edu.co
mariosuarezmarti@gmail.com

Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp 77-96. Andamios 77


José Mario Suárez Martínez

cultural condition with the recognition of Afro-Mexicans, and


the development of certain governmental exercises of adminis-
tration, containment, extermination and even the reproduction
of racist speeches against Afro-migrants. The present work tries
to describe from an intersectional point of view, what are the
state political paradoxes in the face of the Afro-diaspora, as
well as the assemblages of the subjects —Afro-Mexicans and
Afro-migrants— that participate in it, through a historical and
conceptual analysis in the period 2015- 2020.

Key words. Afro diaspora, afro-Mexicans, afro-migrants, para-


dox, racismo, multiculturalism, agency.

Introducción

Referir a la población afrodiaspórica o afrodescendiente en México du-


rante los últimos cinco años es un tema complejo compuesto por una
serie de estructuras supranacionales y estatales que oscilan entre el reco-
nocimiento estatal de la multiculturalidad afromexicana, y los ejercicios
de administración y exterminio político de los afromigrantes. Estas dos
dimensiones están permeadas por el amalgamiento de ciertas estruc-
turas raciales de discriminación que han caracterizado tanto la razón
de Estado del Estado mexicano contra grupos migratorios racialmente
definidos, como los esquemas de discriminación cotidiana contra los
cuerpos negros que caracteriza a las sociedades latinoamericanas enmar-
cadas en el mito fundacional de las naciones mestizas (Gómez, 2011).
Para analizar estas estructuras, el sujeto afrodiaspórico país puede
dilucidarse desde dos tipos de sujetos:

1. Sujetos afromexicanos: Conformados por la población auto-


rreconocida como afrodescendiente, afromexicana o negra y
concebida en el engranaje jurídico y demográfico con fecha de
origen en 2015, amparado por el Decenio Internacional de los

78 Andamios
Paradojas multiculturales y sujetos políticos

y las Afrodescendientes, y cristalizado en el Censo Nacional 2020


que por primera vez los contó a nivel nacional.1
2. Sujetos afrodescendientes migrantes: Compuestos en esencia
por afromigrantes caribeños de nacionalidad haitiana, afromi-
grantes provenientes del Triángulo Centroamericano (El Salva-
dor, Guatemala y Honduras) y migrantes provenientes de África,
que encontraron en México durante este periodo, un espacio de
tránsito y, tras la serie de recambios políticos y reformas migra-
torias de los países destino, un espacio de asentamiento.2

Ambos han desplegado una serie de agenciamientos para hacer uso


o evadir las estructuras de contención y administración desplegadas
sobre su diferencia.
Con base en lo previamente expuesto, el presente texto aspira a
responder a las preguntas ¿cuáles son las paradojas políticas que expe-
rimenta la afrodiáspora en México en el periodo 2015-2020? ¿Cuáles
son los tipos de agenciamientos de los afromexicanos y afromigrantes
frente a estas paradojas?

Breve historia de la afrodiáspora en territorio nacional en el periodo


2015-2020

El escenario político de reconocimiento multicultural de la población


afrodescendiente, afromexicana o negra, se consolidó demográfica y es-
tadísticamente con su reconocimiento en la Encuesta Intercensal llevada
a cabo en el 2015, la cual, dotaba de una personalidad sociodemográ-
fica a toda persona que se reconociera, de acuerdo con sus costumbres

1  Compuesto, entre otros grupos poblacionales, por comunidades como la de masco-


gos en Coahuila llegada a México en el siglo XIX.
2  Sin dejar de lado un número importante de ciudadanos de nacionalidad africana

radicados en México y que, hasta la fecha, suman alrededor de 200, 000 entre ciu-
dadanos con permisos legales. Por otra parte, reitero mi conocimiento de sub-grupos
poblaciones en las olas migratorias -como la población cubana no negra para el caso
Caribeño o un grueso de la población centroamericana mestiza-. Dicho lo anterior,
no asumo a todas las personas provenientes de dichos países como afrodescendientes.

Andamios 79
José Mario Suárez Martínez

u orígenes afromexicano, afrodescendiente o negro.3 Paralelamente, la


lucha de diferentes organizaciones de la Sociedad Civil, en diferentes
puntos de la República como Costa Chica de Guerrero y Oaxaca, la
Costa Grande de Veracruz, Ciudad de México y Coahuila, avanzaba
hacia el reconocimiento jurídico que plantearía el primer momento de
visibilidad histórica política y cultural.
Paradójicamente, en el mismo año, producto de los recambios en el
Sur Global (Heriberto & Brigel, 2010) en donde Brasil impulsaba un
cambio en su política internacional de asilo migratorio amparada por
el gobierno de la entonces presidenta Dilma Rousseff acompañado de
una crisis económica, una parte importante de la afrodiáspora haitiana
radicada en este país optaría por una ruta alternativa que los llevara a
Estados Unidos de América o incluso a Canadá. Esto forzaba un esce-
nario de tránsito en territorio mexicano. Si bien Estados Unidos his-
tóricamente se ha posicionado como país destino para los ciudadanos
haitianos (Garbey, 2017), los recambios políticos de la región sumarían
un número importante de potenciales nuevos migrantes.4
Fue a partir de esos tránsitos masivos que entre 2015 y 2018 más
de 50 000 migrantes haitianos –también llamados afronegros haitianos
(Duffard, 2016)– se habían asentado en el territorio nacional (Melgoza,
2018). Según fuentes oficiales entre 2016 y 2017 habían ingresado
36 000 migrantes (Paris, 2018) contabilizados principalmente en las
fronteras de Tijuana y Mexicali, para ellos “solo se emitieron algunos
permisos de permanencia bajo el estatus de refugiado” (Coello, 2019,
pág. 15). Ya en 2019 fuentes oficiales estimarían una disminución im-
portante con la llegada de más o menos 9 000 entradas (Vela, 2019).
El año 2018 se posicionaría como el año más trascendente para la
migración haitiana.5

3  Cabe mencionar que ya existían algunos avances en lo local como el reconocimiento


de la población afromestiza en el estado de Guerrero y Oaxaca (López, 2018).
4  La migración haitiana ha encontrado históricamente en territorio mexicano un lugar

de tránsito y no de destino. Con fecha de inicio en 1992, pasando por la crisis de 2010
del terremoto, en donde los ciudadanos buscaban transitar por la Ruta del Pacifico
hacia territorio estadounidense, los últimos cinco años han sido cruciales en el creci-
miento de esta población.
5  Fuentes extraoficiales con un trabajo importante en acompañamiento migratorio

80 Andamios
Paradojas multiculturales y sujetos políticos

Ese mismo año, en el mes de abril, en la frontera entre México y


Guatemala, hizo su aparición la primera ola de La Caravana Migrante
también nombrada Éxodo Centroamericano,6 compuesto por grupos
humanos (cerca de 7 000 personas que conformaban la primera) pro-
venientes de Guatemala, El Salvador y Honduras, con un objetivo defi-
nido: tocar territorio estadounidense. Aunque México tuvo una entrada
entre los años 2015 y 2017 de alrededor de medio millón de migrantes
anuales centroamericanos provenientes de los mismos países (Castillo,
2018), el énfasis político de esta movilización masiva impulsaría una
lectura más profunda del fenómeno migratorio en la región.
Este éxodo generaría importantes tensiones sociales en la frontera
de Tapachula, al sur de México, que pueden sintetizarse en una fuerte
contención militar de los grupos humanos conformados por hombres,
mujeres e incluso niñas y niños que modificaban sustancialmente el
perfil migratorio histórico.7 El desarrollo de esta contención culminó
en la deportación de muchas familias, y el ingreso de algunas otras que
comenzaron una travesía con dirección al norte del país. La Ciudad
de México se planteó como un espacio de tránsito en donde distintas
organizaciones creaban un plan de apoyo humanitario para asesorarles
de forma individual y colectiva.
A pesar de que no es posible asumir toda la población que compuso
las caravanas migrantes como población afrodescendiente, es innega-
ble que existían, y siguen existiendo, algunos elementos afro-raciales8

desestiman estas cifras y anticipan un número mucho más alto que hasta la fecha es
difícil aproximar.
6  Nombrado así por la importancia política de la movilización de estos sujetos quienes

caminaban en busca de otras condiciones distintas a las experimentadas en el Trián-


gulo Norte de Centroamérica. Históricamente, este convive con elementos de violencia
sicarial y desigualdades económicas profundas que permean todas las esferas (Canales,
2018)
7  Es fundamental destacar el trabajo de diversas organizaciones no gubernamentales

e incluso algunos entes internacionales que han acompañado este proceso. Entre ellas
la Pastoral de Migrantes en la Diócesis de Matamoros o la Organización Internacional
para las Migraciones.
8  Asumo los elementos afro-raciales desde la lectura clásica de la observed race pro-

puesta por Wendy Roth (2017). Para ella la raza observada es aquella lectura que se
hace de los sujetos a partir de las características físicas. Para el caso de la población

Andamios 81
José Mario Suárez Martínez

importantes. Por ejemplo, los garífunas hondureños que componían la


caravana,9 o aquellos ciudadanos guatemaltecos u hondureños afrodes-
cendientes que transitaban y que dadas las condiciones políticas del
momento era difícilmente matizable su autoidentificación afro.
Casi un año después de este boom migratorio, en julio de 2019, por
fin se daría en México el reconocimiento constitucional de la población
afrodescendiente, dotándolos de una visibilidad como parte de la franja
diferencial multiétnica de la nación. La composición multicultural de
México radicaría entonces en su composición indígena y afrodescen-
diente con la modificación del artículo 2° Constitucional que incluye
a toda persona autorreconocida en los etnónimos impulsados por la
sociedad civil (Bracamontes, 2020) de los cuales solo algunos fueron
reconocidos por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI)
bajo el principio de autoidentificación que caracteriza la política de
ciudadanía de los Estados liberales.
En el mismo año y en el mismo mes en que sucedió este reconoci-
miento del sujeto afromexicano, más de 9 000 migrantes haitianos que
habían logrado penetrar la frontera sur y habían superado el tránsito
por el territorio nacional, se encontraban varados en la frontera norte
de Tijuana en donde el gobierno local impulso un efímero marco de
asilo legal y protección política, como la emisión de salvoconductos
(Gómez, 2019). No obstante, muchos ciudadanos expresaban una serie
de atropellos y violencias experimentadas mediante abusos físicos y
violencias verbales ejercidos por la policía y por algunos ciudadanos
mexicanos (Gilet, 2019).
Para este año, el Estado mexicano no solo se encargaba de contener
a la población haitiana y centroamericana; también se encargaría de

afrodescendiente planto la importancia del color de piel y otros elementos revelados


en autores clásicos que ponen de relieve elementos fisiológicos más allá de aspectos
netamente culturales (Gilroy, 1982)
9  Inclusive la cuestión “garífuna” como condición de autoidentificación ha sido un tema

complejo para el análisis -por ejemplo, desde las organizaciones de la sociedad civil-,
ya que en medio de climax político y la emergencia humanitaria que representaba esta
movilización masiva, era difícil realizar este tipo identificaciones étnico-raciales desde
los sujetos referidos. Sumado a la inexistente disposición del Estado por realizar un
perfil étnico-racial de los migrantes.

82 Andamios
Paradojas multiculturales y sujetos políticos

una ola considerable migrantes africanos que arribaban al país a través


de la frontera sur. Contrario a las poblaciones que históricamente han
atravesado el territorio nacional —como lo es la población centroame-
ricana— la migración africana se ha posicionado como una población
emergente en los últimos cinco años.
El registro histórico de la población migrante proveniente del con-
tinente africano desde el 2007 hasta el 2015 oscila entre 207 (Escrich,
2013, p. 10) y 406 migrantes anuales (Solis, 2019). Estas cifras son
mínimas en comparación con los aproximadamente 2 600 migrantes
africanos contabilizados en 2016, o los 4 900 que ingresesaron hasta el
mes de septiembre de 2019.
Una muestra clara de la emergencia de esta población es que, paralelo
al proceso de contención de la población centroamericana, en agosto del
2018, alrededor de 812 africanos se encontraban varados en la misma
frontera en Tapachula, Chiapas, en espera de un permiso de visado que
les permitiera salir del país “al destino que ellos quisieran” (Aristegui,
2018). Los orígenes de estos grupos, El Congo, Angola, Siberia, Sierra
Leona, Ghana y Senegal; su aspiración, Estados Unidos de América.
Con base en esta movilización masiva emergente, el Instituto Nacional
de Migración contabilizó en 2019 alrededor de 6 000 migrantes africa-
nos en el país. Estos grupos provenían de Sudamérica y de República
Dominicana en el Caribe, con una dinámica de tránsito muy similar a la
llevada a cabo por la población haitiana: Sudámerica/Centroamérica-Nor-
teamérica.10 En octubre de este mismo año, las autoridades mexicanas
habían dejado de emitir los permisos de tránsito que colocaba a aquellos
varados en la frontera sur en una condición de desamparo jurídico.

10  Rescato una serie causas que impulsaron la masiva la llegada de estos grupos huma-
nos a territorio nacional con tres pilares fundamentales:
• La emigración en cadena como parte de los lazos familiares y colectivos potenciados
por la masificación de los medios de comunicación como WhatsApp y Facebook.
• La inestabilidad social, económica y política de los países origen. Cada grupo
nacional, e inclusive cada sub-grupos conformado por una heterogeneidad impor-
tante siendo el género masculino y una edad entre los 20 y 30 años las constantes
más relevantes.
• La producción discursiva del “mejor lugar” de los países destino mayormente del
Norte Global.

Andamios 83
José Mario Suárez Martínez

A partir de este mínimo balance, se puede destacar un pico migra-


torio de la afrodiáspora en los años 2018 y 2019. En estos dos años,
los tres grupos identificados que conforman el sujeto afromigrante
compartían el interés por llegar al Norte Global (De la Paz, 2006), sin
embargo, la fuerte política migratoria de Barack Obama, fechada en
2016 y recrudecida con el endurecimiento de las fronteras de la admi-
nistración de Donald Trump, llevaron a una encrucijada a los afromi-
grantes reduciendo su panorama a tres posibilidades: permanecer en
territorio nacional a la espera de algún tipo de visado que les permitiera
entrar a Estados Unidos ya sea en calidad de refugiados; buscar medios
de repatriación y regresar a su país destino; u optar por México como
destino final amparados en la idea de una posible política migratoria
progresista y amable con la afrodiáspora del recién llegado presidente
Andrés Manuel López Obrador.11
Realizar hoy un balance veraz de cuántos se fueron y cuántos se
quedaron es un ejercicio complejo ya que los grupos humanos no
han permanecido estáticos. Además, toda la atención del Estado se ha
orientado hacia la coyuntura que representa la Pandemia COVID-19 y
las dificultades investigativas y logísticas que de ella emanan. No obs-
tante, siguiendo algunas cifras del año 2019 y primeros meses de 2020,
hoy oficialmente existen alrededor de 100 000 ciudadanos haitianos en
territorio nacional,12 de los cuales, solamente 18 000 cuentan con algún
tipo de permiso legal temporal de permanencia. Por otra parte, existen
alrededor de 150,000 migrantes provenientes de Centroamérica (Gon-
zález, 2019), de los cuales, siguiendo los análisis de Torre Cantalapiedra
(2010), se estimarían alrededor de 2 000 afrodescendientes entre ellos.
Del otro lado existen 5,600 africanos contabilizados para finales de 2019.

11  La llegada de Andrés Manuel representó un recambio en la política nacional, por


primera vez un partido autodenominado de izquierda había llegado a la presidencia.
Sin embargo, en la razón práctica de Estado existen elementos que muestran la pre-
sencia del ejercicio castrense que se puede ejemplificar con la fuerte presencia de la
Guardia Nacional.
12  Cabe destacar que realizar el balance veraz de la población haitiana y africana en

el territorio nacional se vuelve un tema complejo ya que muchos de los ciudadanos


haitianos “se presentaron como originarios de la República del Congo para facilitar sus
trámites migratorios” (Montoya y Sandoval, 2018, p. 135).

84 Andamios
Paradojas multiculturales y sujetos políticos

Teniendo en consideración las inconsistencias que pueden presentar


estos datos, si sumamos 1 381 853 de ciudadanos mexicanos que se
auto reconocieron en la encuesta intercensal como afrodescendientes,
afromexicanos o negros13 y, a reserva de los resultados del censo 2020 así
como el parcial desconocimiento de la autoidentificación de los afromi-
grantes referidos, estimaríamos para el año 2020 alrededor de un millón
y medio de afrodescendientes que componen la afrodiáspora en México.
Con base en estos elementos, a continuación, expongo el análisis
conceptual que me permite analizar las paradojas estructurales –desde
las coordinadas políticas hasta los ejercicios típicamente racistas contra
estos sujetos– así como los tipos de agenciamientos existentes.

Paradojas multiculturales en México: entre la visibilidad y la


invisibilidad de la afrodiáspora

El multiculturalismo es definido clásicamente como “las estrategias


y políticas adoptadas para gobernar o administrar los problemas de la
diversidad y la multiplicidad en los que se ven envueltas las sociedades
políticas (Restrepo, 2010, p. 583). Desde una perspectiva crítica, el mul-
ticulturalismo opera mediante la exaltación de los valores y las culturas
plurales mientras que “del otro lado, profundiza las formas más arcaicas
de odio racista hacia el Otro, hacia el diferente, lo cual hace que la actitud
tolerante racional sea absolutamente impotente” (Villarreal, 2013, p. 14).
Estas políticas multiculturales, desde su definición clásica y crítica, han
caracterizado los últimos treinta años de América Latina y se han refle-
jado en el interés de los Estados-nación por construir un discurso plural
y diverso que reconozca e integre, en el mejor de los casos, a las movi-
lizaciones y luchas políticas indígenas y afrodescendiente amparadas en
los convenios internacionales ratificados por la mayoría de los países de
la región más desigual del mundo (De Ferranti, 2004), y en la agenda
internacional contra el racismo, la xenofobia y todas las formas conexas
de discriminación que ha puesto en cuestión el carácter monoétnico de
muchas naciones que mitificaban la existencia de esas prácticas.

13 A reserva también de los cuestionamientos metodológicos que hicieron muchas


organizaciones sobre la veracidad de estas cifras.

Andamios 85
José Mario Suárez Martínez

Sostengo para el desarrollo de mi argumento central que, el mul-


ticulturalismo en México ha asumido un papel paradójico frente a la
afrodiáspora a través de un aparato político de reconocimiento jurídico
de la diferencialidad étnica, sin profundizar en la complejidad social
y geopolítica que representa el territorio y que no es superada con el
elogio de la diversidad (Díaz, 2007).
Etimológicamente la palabra “paradoja” proviene de la conjunción
“contra” (para) y “opinión” (doxa), y es definida clásicamente como una
“figura del pensamiento utilizada para revelar razonamientos que están
en aparente discordancia” (Saavedra, 2017, p. 211). Siguiendo este
análisis, una paradoja en las ciencias sociales encadena la circulación
de preguntas y hallazgos en torno a asuntos idóneos de controversia.
La discordancia paradójica, es decir, el no consenso, necesita una con-
dición comparativa entre dos elementos (Amat, Estivalis y Martí, 2015)
así refieran el mismo sujeto en cuestión situado entre las condiciones
discordantes. Para nuestro caso, el sujeto afro compuesto por la multi-
plicidad demográfica expuesta.
Este está enmarcado epistemológicamente en lo que muchos teó-
ricos del devenir negro han nombrado afrodiáspora. Esta puede ser
definida como la gran comunidad de personas, o como las redes de
personas “sin un territorio definido pero que comparten una ancestra-
lidad africana común” (Valero, 2015, p. 87). Esa ancestralidad común
los dota de una conciencia política sobre su ser/hacer valiéndose de los
capitales sociales y políticos alcance.14 Defino el capital político como

14  Para esta reflexión, asumo una concepción antropológica y sociológica para
identificar a la población afrodiásporica en México, siguiendo los análisis de Wendy
Roth (2016). Para el caso de los afromexicanos, parto de la self-identification race que
fundamenta la pregunta de los censos en donde la pregunta de autorreconocimiento es
el elemento clave para contabilizarlos; para el caso de los migrantes, como mencione en
la identificación de los sujetos afro, parto de lo que la misma autora denomina observed
race en aras de la lectura racializada que hace tanto el Estado como la ciudadanía del
migrante afro. La diáspora en México para estos dos grupos poblacionales es construida
ya sea desde la propia identificación –desde los elementos ancestrales culturales–, ya
sea desde la identificación de que los otros hacen de ellos (Roth, 2016, p. 1315). Estas
dos dimensiones no son excluyentes y pueden cohabitar como posibilidades desde una
concepción clásica de la afrodiasporidad que propone, tanto la academia como de la
producción literaria, una lectura holística (Valero, 2015) de los elementos que develan
el ser afro/ser negro.

86 Andamios
Paradojas multiculturales y sujetos políticos

“La participación de los agentes en el campo del poder –Estado– […]


observado también como la dotación de poder (entendido como po-
tencial transformador) que los agentes tienen” (Colorado, 2018, p. 3).
Tanto los afromexicanos como los afromigrantes pueden identifi-
carse en una condición política de agenciamiento siguiendo las cinco
características analizadas por Arias y Villota (2007):

a) Interés por trascender del ámbito individual al colectivo.


b) Actitud reflexiva sobre su condición política.
c) Constructor de la propia realidad.
d) Reconocimiento de la responsabilidad que tiene para transformarla.
e) Acción organizada.

Como sujetos políticos orientados por estas características, el sujeto


afromexicano y el sujeto migrante tanto centroamericano como cari-
beño y africano, se valieron en este periodo del capital a su alcance en
momentos específicos enmarcados en una estructura política y geopo-
lítica más grande que operaron como los campos de acción para la
movilización de dichos capitales. Me refiero tanto a los intereses de los
primeros por su reconocimiento constitucional, como a las decisiones
políticas de tránsito y de permanencia temporal o final en el territorio
nacional de los segundos.15
El agenciamiento del sujeto afromexicano, también conceptuali-
zado como agenciamiento etno-político (López, 2019), se presentó
en momentos de resistencia tanto de las organizaciones locales para
lograr su visibilización histórica, como en la lucha por reivindicar su
diferencialidad e incluso por enfatizar las violencias estructurales que
los han construido como poblaciones históricamente vulneradas ha-
bitando comunidades rurales marcadas por profundas desigualdades
socioeconómicas recrudecidas por el desamparo por parte del Estado
(INEGI; CNDH; CONAPRED, 2016).

15  Podría reducirse a dos alternativas: permanecer en la frontera norte esperando el


asilo político del gobierno estadounidense, o modificar el plan inicial asumiendo una
estadía final en territorio nacional.

Andamios 87
José Mario Suárez Martínez

El agenciamiento del sujeto migrante se presenta como una estrategia


(Arribas, 2018) ante las dificultades administrativas que puede volverse
un trámite inviable para su condición de “indocumentado”. Esta in-
viabilidad puede formar parte del control migratorio desplegado como
un dispositivo de gubernamentalidad que controla los flujos humanos
—previniendo para este caso la llegada a territorio estadounidense— y
no necesariamente los favorece. Esto puede responder parcialmente a la
pregunta ¿por qué, aunque existen mecanismos legales para el acom-
pañamiento de los inmigrantes, estos siguen optando por estrategias
ilegales como los coyotes?16 Para responder de forma política a esto, es
precisamente en el orden de lo legal en donde el agenciamiento puede
verse gubernamentalizado y neutralizado (Coello, 2019).
En el recorrido histórico que conforma la primera parte de esta
investigación, puede constarse que, mientras avanzaban en lo político
las sugerencias y acciones de las organizaciones de la sociedad civil,
la academia y algunos entes gubernamentales en el reconocimiento
del nuevo sujeto afromexicano, afrodescendiente o negro, los efectos
castrenses del ejército desplegados en la frontera sur así como la instau-
ración de geopolíticas mayormente restrictivas y contradictorias con el
perfil del gobierno en turno, mostraban la verdadera razón soberana de
Estado. Desde esa contención física de los migrantes centroamericanos
y africanos17 podemos entender un ejercicio típicamente racista.18

16  El uso de los capitales de los migrantes se puede mover entre lo legal y lo ilegal
(Busse y Vázquez, 2016). Lo legal refiere al uso de las estructuras y elementos legales
nacionales e internacionales vigentes que los amparen con mecanismos jurídicos de
protección y salvaguarda de su integridad humana; lo ilegal atiende al uso de estruc-
turas extra-estatales utilizadas para superar las dificultades administrativas o policiacas
de los países de tránsito y destino -representadas por las autoridades migratorias, la
policía o el ejército-.
17  Fueron también la Academia de la mano con algunas organizaciones de la sociedad

civil, las que acompañaron la lucha colectiva por la defensa del libre tránsito eviden-
ciando el perfil xenofóbico de la nación.
18  Para Foucault, el ejercicio de racismo de Estado como el despliegue de dispositivos

gubernamentales de exterminio físico o político contra ciertas razas que atenten contra
el cuerpo social (Foucault, 2011). Aclarando que para los fines de esta investigación
planteamos la idea de la raza como categoría analítica socialmente existente y no como
categoría biológica determinada (Wade, 1997). Incluso sostengo que el planteamiento

88 Andamios
Paradojas multiculturales y sujetos políticos

Esos elementos típicamente racistas no solo pueden ser analizados


desde la contención física o los ejercicios de administración biopolítica
que se hace del afromigrante (Foucault, 2003), sino también desde
la producción discursiva del enemigo incómodo que atenta contra el
cuerpo nacional en su calidad de extranjero ilegal difundida en los
medios tradicionales y las redes sociales; esta producción, así como
su trascendencia para la comunidad nacional, puede rastrearse con
algunos de los comentarios expresados por usuarios de plataformas
digitales como Facebook y YouTube a través de afirmaciones como:
“Devuélvanse a su país” “Pinches negros ¿qué hacen aquí?”. Es en estos
espacios virtuales donde se expresa la instauración y la reproducción
de los discursos de odio que pueden convertirse en la justificación per-
fecta de las violencias ejercidas contra estos grupos humanos e incluso
contra la población afromexicana.19
Mientras la visibilidad histórica del sujeto político afro en México
se convertía en una realidad y la noticia tenía presencia en algunos
medios de comunicación nacionales –e incluso internacionales–, en la
frontera norte la invisibilidad de la población afromigrante varada, así
como la multiplicación de los riesgos necropolíticos que caracterizan la
economía gore en las fronteras (Valencia, 2012), también lo eran.
A pesar de que el Gobierno Federal otorgó la calidad política de
refugiado para algunos afromigrantes (CNN Español, 2020), y que el
gobierno local en municipios como Tijuana y Mexicali asumieron el
costo político por la presión de las organizaciones nacionales e inter-
nacionales, en la frontera, la ausencia de un idioma nativo20 además de

de Foucault obedece a un momento histórico en donde el discurso de la protección de


la raza pura era emblemático para la Alemania nazi y la URSS Stalinista.
19  Mediante un ejercicio personal de análisis en plataformas digitales acerca del re-

conocimiento de la población afromexicana, logré encontrar comentarios como “Los


negros no son mexicanos” o “Hay cosas más importantes que eso de los afromexicano
y el supuesto racismo”.
20  Para los migrantes no hispanohablantes, existen una serie de barreras comunicativas

inmediatas que también implican una condición de agenciamiento importante. Para el


caso de los ciudadanos africanos, y parcialmente haitianos, el idioma se ha presentado
como la primera barrera de comunicación en territorio nacional. Además, la presen-
cia de un cuerpo negro en un país mayormente “mestizo” generó sospecha entre los
ciudadanos nacionales sobre su quehacer en el país, develando desde las opiniones

Andamios 89
José Mario Suárez Martínez

los costos necropolíticos de los cuerpos racializados como negros en


América Latina (Vergara, 2010), volverían del afromigrante un enemigo
indeseable para el país multicultural.21
A reserva de la veracidad estadística que puedan tener las cifras
expuestas, concluyo con dos tipos de riesgos que considero merecen
ser tomados en consideración en toda investigación afromexicana 1) el
desconocimiento ideológico como sujetos nacionales que afecta tanto a
los afromexicanos como a los afromigrantes y 2) la fuerte presencia de
las necroprácticas en las fronteras que multiplican los riesgos para cier-
tos cuerpos definidos bajo una lógica en coordenadas de género y lo que
históricamente se ha construido en la región como raza (Wade, 2000).
Sobre el primero, la profunda lógica del mito mestizante que ha
reproducido la invisibilidad de ciertos grupos nacionales y extranjeros,
así como su trascendencia en lo cultural y en lo político “innegable-
mente sigue vigente” (Velázquez, 2011, p. 13). Este discurso mestizo
presente en otros países de la región como Perú o Colombia (Wade,
2003), entre muchos de sus efectos, ha reproducido las subjetividades
nacionalistas que desconocen el elemento afro en el país y ha coadyu-
vado en la reproducción de las vulnerabilidades de ambos sujetos por
el parcial desconocimiento de su diferencia. Los efectos de este primer
elemento para los nacionales habrían sido superficialmente resueltos
en este último año con su reconocimiento jurídico, no obstante, para
los extranjeros, durante su tránsito y estadía, se mantienen fuertemente
presentes y se pueden constatar en los reiterados momentos de discri-
minación racial cristalizados en prácticas de violencia física y verbal ya

mediáticas y digitales, el matiz racializado y xenófobo contra la migración afrodiáspo-


rica (Torre, 2019).
21  Las políticas multiculturales desarrolladas por el Estado hasta el momento son mí-

nimas y se encuentran en instituciones específicas que ponen en función programas de


interacción y proyección de diversidad cultural. Por ejemplo, en las becas que ha otor-
gado la Universidad Nacional Autónoma de México desde su programa México: nación
multicultural tanto para ciudadanos afromexicanos como para haitianos, llamado Sis-
tema de Becas para Estudiantes de Pueblos Indígenas y Afrodescendientes de la UNAM
(SBEI). Del otro lado, el Gobierno Federal desde su órgano AMEXCID desarrolló en
2018 el programa Especial de 300 becas para Haití, además del programa de Becas al
Mérito Académico de Jóvenes Indígenas y Afromexicanos “Semillas de Talento”, 2020.

90 Andamios
Paradojas multiculturales y sujetos políticos

sea por ciudadanos mexicanos ya sea por instituciones estatales como


la policía en sus distintos niveles (Solís, Número récord de migrantes
africanos en la frontera de México-Estados Unidos, 2019).
Sobre el segundo elemento, la situación gore de violencia capitalista
(situada en la circulación propia de los mercados transnacionales) que
ha caracterizado el border mexicano y que ha encontrado en los cuerpos
femeninos y otros racialmente definidos, sus más crudos efectos, multi-
plica los riesgos alrededor de la vida del afromigrante (Valencia, 2011).
En estas fronteras el multiculturalismo opera como un gran fantasma
superado por las contradicciones económicas de lo legal y lo ilegal que
caracteriza estos territorios.

Reflexiones finales

El Estado mexicano se presenta para la afrodiáspora como un ente pa-


radójico de contención y administración política; mientras enaltece su
diversidad cultural, despliega una serie de dispositivos de contención
física y administrativa reproduciendo en el interior de sus entramados
sociales y políticos prácticas de discriminación racial.
Es en el interior de estas dinámicas paradójicas que los afromexi-
canos y afromigrantes tienen que hacer uso de su agencia ciñéndose al
marco legal vigente, o superando las estructuras legales inmediatas, o
incluso evadiéndolas.22
Si bien el escenario multicultural discursivo actual podría presentar-
se como favorable para afrodiáspora por el reconocimiento sociodemo-
gráfico y jurídico de los afromexicanos y por la fuerza que han tomado
las organizaciones y movimientos civiles amparados por un panorama
político discursivamente progresista que encabeza el gobierno en tur-
no, en lo fáctico, los dispositivos de gubernamentalidad no contienen
un carácter necesariamente esperanzador, ni en su ejercicio ni en los
esfuerzos por combatirlo. Es esta la condición paradójica del Estado
mexicano frente a la complejidad que evocan las estructuras nacionales

22 Por ejemplo, la posibilidad de mimetismo como sujeto nacional en países con una
presencia afro más fuerte como Brasil o Ecuador.

Andamios 91
José Mario Suárez Martínez

geopolíticas que pusieron en cuestión, en los últimos cinco años, su


capacidad de respuesta social y política frente a dos sujetos políticos.
En clave de racismo, el Estado mexicano ha operado, para los
nacionales, desde la invisibilidad de los aportes históricos de los des-
cendientes de africanos traídos durante el proceso de esclavitud y sus
descendientes; para los extranjeros, desde la in-deseabilidad histórica
que caracterizó la construcción de la identidad nacional (Yankelevich,
2007) y que muestra su vigencia con la presencia de los discursos sobre
el enemigo interno que atenta contra el cuerpo social mexicano. Ambos
alimentan la pregunta cotidiana para el sujeto afro ¿y ustedes de dónde
son? O ¿ustedes qué hacen aquí?
Ante este panorama paradójico es menester preguntarnos ¿cuáles
son los retos gubernamentales frente a la complejidad afrodiaspórica ¿Es
el principio multicultural una herramienta pertinente para combatir el
racismo histórico y estructural que ha desatendido a estas poblaciones
y que los coloca en un escenario adverso? Aún queda mucho por hacer.

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Fecha de recepción: 10 de agosto de 2020


Fecha de aceptación: 24 de noviembre de 2020

96 Andamios Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp 77-96.


Percepción de amenaza y expresiones de prejuicio hacia
la migración centroamericana indocumentada en
tránsito por México
Diana Buenrostro Mercado*
Luciana Ramos Lira**

Resumen. El presente artículo brinda una visión de la amenaza


percibida y el prejuicio que los habitantes de la Zona Metro-
politana del Valle de México (ZMVM) expresan con relación a
la migración centroamericana indocumentada en tránsito por
México. Para tal fin se desarrolló e implemento un instrumento
derivado de la Teoría del prejuicio sutil y manifiesto (Pettigrew y
Meertens, 1995) y la Teoría de la amenaza integrada (Stephan y
Stephan, 2000). Los resultados apoyan a que existen diferencias
según el nivel educativo, la ocupación de los participantes, y
la calidad de contacto con los migrantes. Se concluye que los
habitantes de la ZMVM presentan bajos niveles de prejuicio y
percepción de amenaza en general.

Palabras clave. Amenaza realista, amenaza simbólica, prejuicio


manifiesto, prejuicio sutil.

Perception of threat and expressions of prejudice


towards undocumented Central American migration in
transit through Mexico

* Candidata a Doctora en Psicología Social y Ambiental, UNAM, Maestra en Estudios


Culturales, Ciudad de México, México, becaria CONACYT, CVU 494375. Correo elec-
trónico: diana.bm86@gmail.com
** Investigadora de tiempo completo en la Dirección de Investigaciones Epidemiológi-

cas y Psicosociales del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, SNI
Nivel II. Correo electrónico: ramosl@imp.edu.mx

Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 97-120 Andamios 97


Diana Buenrostro Mercado y Luciana Ramos Lira

Abstract. This paper provides a vision of the perceived threat


and prejudice that the inhabitants of the metropolitan area of the
Valley of Mexico express in relation to undocumented Central
American migration in transit through Mexico. For this objec-
tive, an instrument was developed and implemented, having as
background the Theory of Subtle and Manifest Prejudice (Petti-
grew and Meertens, 1995) and the Theory of Integrated Threat
(Stephan and Stephan, 2000). The results support that there
are differences according to educational level, the occupation of
the participants, and the quality of contact with migrants. It is
concluded that the inhabitants of the ZMVM present low levels
of prejudice and perception of threat in general.

Key words. Threat realist, threat simbolic, integrated threat,


subtle, manifest prejudice.

Introducción

Históricamente México ha sido un país de tránsito de la migración cen-


troamericana y de origen de la migración mexicana, ambos flujos con
rumbo a Estados Unidos (EU). Sin embargo las recientes condiciones
de política migratoria de Estados Unidos que abarcan medidas tales
como el aumento de oficiales en la frontera México-EU, la separación
de familias migrantes y controles más estrictos en las peticiones de asilo,
junto con el flujo masificado de migrantes procedentes de El Salvador,
Honduras y Guatemala, han contribuido a que actualmente México no
sólo sea un espacio de tránsito sino lugar de destino, por lo menos
temporal, mientras los centroamericanos logran ser atendidos por las
autoridades migratorias de EU.
Los actuales flujos de tránsito migratorio indocumentado centroa-
mericano por México, mediáticamente visibilizados como caravanas mi-
grantes, y las reacciones negativas de diversos sectores de la población
mexicana, han puesto sobre la mesa de discusión social y académica los
temas relativos al prejuicio hacia este tipo de migraciones. Sin embargo,
estos prejuicios no son algo nuevo, sino que pueden rastrearse en el

98 Andamios
Percepción de amenaza

propio proceso de conquista y colonia de la Nueva España, desde el


México naciente aún de corte criollo hasta la posterior búsqueda de la
creación de una nación moderna, sobre todo mestiza.
México como país de tránsito migratorio hacia Estados Unidos re-
cibe principalmente a población centroamericana empobrecida por los
bajos salarios y azotada por la escalada de violencia regional resultado
de las pandillas y el narcotráfico, dicha población no cuenta con con-
diciones legales para el traslado fuera de sus países, conllevando una
carga implícita “negativa” por ser precisamente indocumentada. Esta la
expone a situaciones de vulnerabilidad que incluyen la discriminación
y la violación de sus derechos humanos. Dichos flujos de migrantes en
tránsito irregular han predominado desde hace algunos años, frente a
otros desplazamientos de centroamericanos hacia México, como los de
trabajadores fronterizos, refugiados o residentes temporales y perma-
nentes (ITAM, 2014).
Es necesario conocer si existen y cuáles son los prejuicios que tiene
la población mexicana hacia los migrantes centroamericanos en tránsito,
pues es un fenómeno continuo y cotidiano en el país, pero del cual no
se cuenta con información o datos suficientes que permitan develar la
percepción del fenómeno desde la mirada de los connacionales. La im-
portancia del estudio del prejuicio radica en la injerencia que éste tiene
en las relaciones sociales, pues al ser una opinión preconcebida, puede
condicionar las interacciones entre los individuos y estas a su vez, impac-
tar en las relaciones intra e intergrupales dentro de un escenario social.
Este trabajo se propuso estudiar el prejuicio de los habitantes de la
ZMVM hacia las migraciones centroamericanas que atraviesan México
en su ruta a Estados Unidos, a través de un modelo derivado del área
de la Psicología Social, conjuntando la teoría del Prejuicio manifiesto y
sutil (Pettigrew y Meertens, 1995) con los prejuicios de raza y clase, y la
teoría de la Amenaza Integrada (Stephan y Stephan, 2000). Se planteó la
Zona Metropolitana del Valle de México como escenario para desarrollar
un estudio al respecto debido a las modificaciones en cuanto a las rutas
migratorias y las temporalidades de estadía en los lugares de paso, así la
zona se está viendo expuesta a un mayor número de migrantes.

Andamios 99
Diana Buenrostro Mercado y Luciana Ramos Lira

Perspectiva teórica

El instrumento diseñado tuvo como anclajes teóricos la teoría del pre-


juicio sutil y manifiesto de Pettigrew y Meertens (1995) y de la teoría de
la amenaza integrada (Stephan y Stephan, 2000).
La teoría del prejuicio sutil y manifiesto formulada en 1995 por
Pettigrew y Meertens, señala que contrarios a las expresiones abiertas
de odio y rechazo hacia un grupo, existen prejuicios y expresiones de
rechazo encubiertas, los cuales son resultado de afectos hostiles ocultos
ya que, en la ideología social predominante y políticamente correcta,
existe una estructura a favor de la no discriminación. Es importante
resaltar este punto, pues aunque socialmente se fomenta la idea del
no prejuicio, ésta no necesariamente es aceptada en su totalidad ya
que se presentan prejuicios negativos encubiertos bajo supuestos de
diferenciación que permiten excluir al otro de forma velada; es decir,
las personas siguen manteniendo sus afectos y sentimientos negativos
hacia los miembros del exogrupo, individuos ajenos al grupo de refe-
rencia propia, pero no los expresan abiertamente debido a la presión y
deseabilidad social.
La teoría del prejuicio sutil y manifiesto considera tanto el prejuicio
individual y las reglas sociales como parte de los determinantes en la
manifestación de la discriminación, es decir la yuxtaposición del tipo
de prejuicio del sujeto y la ideología social de aceptación o discrimi-
nación posibilitarán o restringirán ciertos actos del endogrupo hacia el
exogrupo. Esta teoría propone un modelo donde el individuo que tiene
una actitud negativa hacia el exogrupo defiende los valores tradicio-
nales del endogrupo, exagera las diferencias culturales, y niega que el
exogrupo tenga afectos positivos para el endogrupo.
Un punto importante que resaltar en esta teoría es que, aunque bajo
las cogniciones fomentadas por el estereotipo se encuentre la dimen-
sión afectiva de aversión hacia los individuos del exogrupo, el prejuicio
no se presenta de manera abierta debido a que dentro del endogrupo
existen normas sociales y/o políticas que señalan el prejuicio como algo
negativo y deleznable.
La teoría de la amenaza integrada (ITT, Integrated Threat Theory,
por sus siglas en inglés) de Stephan y Stephan (2000) se deriva de la

100 Andamios
Percepción de amenaza

teoría del conflicto realista e integra los principios básicos del racismo
moderno. Como resultado, defiende que la percepción de amenaza
exogrupal juega un rol esencial para el desarrollo del prejuicio. Esta
teoría explica que existen dos tipos de amenaza: la realista y la simbó-
lica, a los cuales se suman los factores de los estereotipos negativos y la
ansiedad intergrupal.
La amenaza realista es tangible entre grupos a través del uso del po-
der político, económico o en torno al bienestar general, es decir sería la
resultante de percibir que existe una competencia entre el endogrupo y
el exogrupo por recursos escasos; mientras que la simbólica es una ame-
naza abstraída de los valores, creencias y puntos de vista intergrupales,
es decir que se produce cuando se percibe que el otro grupo posee valo-
res, creencias o actitudes que no están en consonancia con los propios.
A estas amenazas se suman los estereotipos negativos, los cuales se
significan como una amenaza para el endogrupo o sujetos que perte-
necen al grupo desde el cual se crean dichos prejuicios negativos al
resaltar las características perniciosas de los individuos ajenos a la co-
munidad, lo que acabaría por fijar una idea de un “otro” nocivo debido
a sus rasgos y comportamientos, mientras que la ansiedad intergrupal
es la ansiedad que provoca la evocación o el suceso de contacto con un
grupo que no sea el de pertenencia.
Esta ansiedad es mediada por el historial tanto de temporalidad
como de contenido de contacto previo con dichos grupos. De esta
forma, la teoría señala que dentro del endogrupo la amenaza percibida
tanto realista como simbólica y los estereotipos negativos acerca del
exogrupo, incrementan la tendencia prejuiciosa negativa que de este se
tiene y lleva a que el endogrupo configure nuevos estereotipos negati-
vos, actitudes perniciosas y acciones discriminantes hacia el exogrupo
Sin embargo, estas tendencias pueden ser afectadas por el incremento
o la disminución de la ansiedad intergrupal, que es resultado de los
contactos o no que se hayan tenido con el exogrupo.
Si bien la unión de estas dos teorías podría dar cuenta de los as-
pectos generales que conforman el prejuicio de los mexicanos hacia la
migración centroamericana indocumentada, la revisión de la aplicación
de dichas teorías en otros contextos, que incluyen Latinoamérica, Asia y

Andamios 101
Diana Buenrostro Mercado y Luciana Ramos Lira

Europa, recomiendan la inclusión del racismo y del clasismo (Stephan,


Diaz-Loving y Duran, 2000; Laborin, Parra y Valdéz, 2012; Ramsay y
Pang, 2015; Green, et. al., 2016; Muller, Ungaretti, y Etchezahar, 2017;
Nshom y Croucher, 2017) como prejuicios específicos que se relacio-
nan no solo con el tipo de prejuicio que se observa, sino también con
el tipo de amenaza percibida. Tomando en cuenta lo anterior, además
de la propia historia de los países de Latinoamérica como territorios
coloniales, se integraron el racismo y el clasismo dentro de los reacti-
vos del instrumento. Entendiéndose el racismo como una asociación
entre ciertos rasgos corporales, especialmente el color de la piel, que
son concebidos como heredados e inmutables, y que conllevan unas
características intelectuales y de comportamiento inherentes y que no
pueden ser disociadas de la raza de pertenencia (McConahay, 1983).
Mientras que el clasismo es un fenómeno que comprende un conjunto
de prejuicios y discriminación con base en la pertenencia a un nivel
socioeconómico (Bucio, 2012).
En cuanto a la decisión de usar internet como medio de aplica-
ción se debió a las revisiones de artículos (Hábitos de internet, 2017;
2018; 2019) que señalan que las habilidades tecnológicas y de acceso
a la tecnología a nivel mundial y específicamente en México están
incrementando en especial por la incorporación de las tecnologías de
información y comunicación (TIC) en la vida diaria de las nuevas ge-
neraciones, el uso de estas debe incorporarse a la investigación, De esta
forma en el caso de México, los datos de la Encuesta Nacional sobre
Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares
(ENDUTIH) realizada en el 2015, señala que existen 62.4 millones de
personas usuarias de internet, lo que representa el 57.4 de la población,
donde el 73.6% de la población comprendida entre los 6 y los 34 años
se declaró usuaria de internet (INEGI, 2016). Aunado a lo anterior se
optó por hacer uso de internet como una herramienta que permitiera
llegar a individuos de diferentes zonas de la ZMVM debido a que dicha
zona comprende la Ciudad de México y 60 municipios conurbados
principalmente del Estado de México.

102 Andamios
Percepción de amenaza

Método

Se trato de un estudio correlacional transversal cuya población objetivo


es la población mexicana residente en la ZMVM, a través de la auto
aplicación de un instrumento en línea.

Instrumento

Se aplicó un cuestionario cerrado. Al principio de este se incluyó una


ficha de identificación de datos sociodemográficos tales como el sexo,
rango de edad, escolaridad y ocupación primaria de los respondientes,
además de una sección acerca de contacto previo, situación y calidad
de contacto con migrantes centroamericanos retomados de la escala de
Naturaleza del contacto exogrupal (Carmona, Navas y Rojas, 2010).
El instrumento1 constó de 34 reactivos divididos en dos escalas. La
escala de tipo de amenaza percibido consto de 17 reactivos redactados
en forma de enunciados afirmativos, con respuesta tipo Likert de 4
niveles con un α=,934, σ=59.68; y subdividida en dos dimensiones:1)
amenaza realista con 9 reactivos, que es la amenaza tangible entre gru-
pos a través del uso del poder político, económico o el bienestar general
(Stephan y Stephan, 2000), se basa en la percepción de competencias
por puestos de trabajo, diferencias en la remuneración salarial, diver-
gencia en la disposición laboral y acceso preferencial a los servicios de
salud; y 2) amenaza simbólica con 8 reactivos, que fue conceptualizada
como la amenaza abstraída de los valores intergrupales, sus creencias
y puntos de vista (Stephan y Stephan, 2000), incluye la ponderación
superior de los valores tradicionales del mexicano así como la exagera-
ción de las diferencias culturales entre mexicanos y centroamericanos.
Ambas dimensiones teniendo como base la clase socioeconómica su-
puesta del migrante centroamericano.
La escala de tipo de prejuicio expresado constó igualmente de 17
reactivos, también siendo enunciados afirmativos, con respuesta tipo
Likert de 4 niveles con un α=.941, σ=61.42; subdividida en dos dimen-

1  El
instrumento fue piloteado previamente a través de un estudio con 60 personas de
manera presencial.

Andamios 103
Diana Buenrostro Mercado y Luciana Ramos Lira

siones: 1) prejuicio manifiesto con 8 reactivos y conceptualizada como


la manifestación directa, agresiva y evidente (Pettigrew y Meertens,
1995) donde existe expresión de emociones negativas de exclusión y
odio con base en una diferenciación entre los miembros del endogru-
po y el exogrupo; y 2) prejuicio sutil con 9 reactivos conceptualizada
como la manifestación indirecta, pasiva y encubierta de los afectos hos-
tiles (Pettigrew y Meertens, 1995) y que se caracteriza por la ausencia
de emociones positivas de admiración y compasión hacia el exogrupo.
Ambas dimensiones teniendo como base del prejuicio los rasgos fenotí-
picos y el lugar de origen supuesto del migrante centroamericano.

Procedimiento de aplicación

La aplicación del instrumento fue del 3 al 25 de noviembre del 2018,


y se realizó a través de la plataforma de Google Docs, la cual permite a
través del uso de internet, cargar encuestas e instrumentos que pueden
ser contestados por cualquier individuo que cuente con la dirección
de acceso, y que asegura el anonimato de los respondientes pues la
plataforma no provee identificación alguna de las personas que accesan
al documento, más allá de las que solicita el investigador en el propio
instrumento; es decir no se cuenta con una identificación basada en
dirección IP, o datos personales como el nombre o dirección física.
Para la difusión del documento se usaron los servicios de publicidad
de Facebook, contratados a través de una agencia de Marketing digital.
A través de dicha agencia se creó un anunció que se mostraba en la
plataforma de Facebook. Debido a la población objetivo, se realizó el
cribado de personas a las que les aparecería dicha publicidad a través
de algoritmos específicos que solicitaban que ésta solo apareciera a per-
sonas que declararon en Facebook radicar en la ZMVM como su lugar
de residencia, asimismo se solicitó que la publicidad se mostrara solo a
mayores de 18 años. A través de este método se realizaron un total de
70,987 visualizaciones del anuncio de acuerdo con datos recopilados
por la plataforma de Facebook. Aunado a la publicidad, también se llevó
a cabo la técnica de bola de nieve a través de la aplicación de mensajería
de WhatsApp y Facebook.

104 Andamios
Percepción de amenaza

Al dar clic en el anuncio de Facebook o en el enlace enviado por


mensajería, este llevaba a una página de Google Docs donde se desple-
gaba un mensaje alusivo al contexto de la migración centroamericana
en tránsito por México, y se invitaba al participante a contestar el
instrumento, la primera pantalla contenía la ficha de datos sociodemo-
gráficos, posteriormente se desplegaban cuatro pantallas conteniendo
los 35 reactivos , cada uno con cuatro opciones de respuesta, la cual
debía de ser elegida con un clic por el respondiente. Para evitar datos
perdidos estableció un filtro que prohibía pasar a la siguiente página
si algún reactivo había sido dejado en blanco, el tiempo promedio de
respuesta fue de 10 minutos y los resultados pasaban directamente a
una hoja de cálculo.

Participantes

El instrumento fue respondido por 336 personas de las cuales 189


fueron mujeres y 145 hombres, mientras que dos personas prefirieron
no decir su sexo. Los rangos de edad más frecuentes fueron de los 25
a los 34 años (33.6%), seguido por 35 a 44 años (31.8%), y 45 a 54
años con (14.3%); mientras que los menos frecuentes fueron de los
65 a los 74 años con 1.2%, 55-64 con 8.9% y de 18-24 con 10.1%.
En lo que respecta al nivel escolar de los participantes, casi la mitad
de ellos eran universitarios (47.9%), seguidos por posgraduados con
28.3% y personas con educación media superior 16,7%; solo 7.2% dijo
tener educación secundaria o primaria. Mientras que, en lo referente
a la ocupación primaria, el porcentaje más alto fue obtenido por el
rubro de trabajador independiente o comerciante con 33.9%, seguido
de empleados con 29.2 % y finalmente, estudiantes con 15.5 %. El
restante 21.4% fueron docentes, investigadores, amas de casa y servi-
dores públicos. Del total de la muestra, el 67.6 % había tenido trato con
migrantes centroamericanos en específico.

Andamios 105
Diana Buenrostro Mercado y Luciana Ramos Lira

Resultados

El primer paso fue calcular los puntajes mínimos, máximos y los rangos
de corte tanto del instrumento en su totalidad como de cada una de las
dimensiones. El puntaje máximo en esta prueba fue de 140 mientras
que el mínimo era de 35, a mayor puntaje se presentaban mayores ni-
veles de Prejuicio manifiesto y sutil, así como percepción de amenaza
realista y simbólica.
Tabla 1. Puntajes mínimos, máximos, promedio y rangos de corte.
Dimensión Mínimo Máximo Promedio Bajo Medio Alto
Prejuicio manifiesto 5 20 18.35 5-9 10-14 15-20
Prejuicio sutil 8 32 7.44 8-15 16-23 24-32
Amenaza realista 10 40 20.03 10-19 20-29 30-40
Amenaza simbólica 12 48 14.10 12-23 24-35 36-48

A partir de las puntuaciones mínimas y máximas se establecieron los


límites de corte del instrumento en su totalidad y de cada una de las
dimensiones para agrupar a la población en tres niveles de existencia
del rasgo a medir, bajo, medio y alto. Esto con la finalidad de analizar
el tipo de amenaza y prejuicio que predominan en los habitantes de la
ZMVM.
Tabla 2. Frecuencia de puntajes bajo medio y alto.
Total Prejuicio Prejuicio Amenaza Amenaza
manifiesto sutil realista simbólica
Bajo 246 271 226 205 237
Medio 79 53 97 104 85
Alto 11 12 13 27 14

Después de obtener las puntuaciones totales en toda la población, se


procedió a separarlas en función de las diferentes variables de interac-
ción; sexo, rangos de edad, escolaridad y ocupación para posterior-
mente realizar las pruebas estadísticas correspondientes para probar las
hipótesis de trabajo.

106 Andamios
Percepción de amenaza

Sexo, amenazas y prejuicios

En relación con el sexo y el puntaje se realizó una prueba t de student


en la cual no se observaron diferencias en el puntaje total obtenido con
relación al sexo t(334)= -.440, p>.05 en el grupo de mujeres =59.52 al
compararlo con el grupo de varones X=60.45. Asimismo, se realizaron
pruebas t para comparar si el sexo estaba relacionado con las cuatro
dimensiones presentadas en el instrumento.
No se encontraron diferencias estadísticamente significativas entre
el sexo de los participantes y el resultado total del instrumento, lo mis-
mo ocurrió con los análisis de las dimensiones de amenaza realista y
simbólica, por lo que se puede decir que, al menos en la muestra de
esta investigación, el sexo no fue un factor de influencia en la amenaza
percibida por los habitantes de la ZMVM. En cuanto al prejuicio, los
resultados contradicen los datos arrojados por investigaciones como la
de Pires (2010) y la de Laborin, Parra y Valdez (2012), que encontra-
ron que los hombres tienden a puntuar más alto que las mujeres con
relación a los prejuicios. Asimismo, Cárdenas (2006), reporta que los
hombres tienen a puntuar más alto en cuanto al prejuicio manifiesto
que las mujeres, las cuales presentan mayoritariamente prejuicios de
tipo sutil.
Sin embargo, las muestras de los tres estudios mencionados com-
prendían únicamente a estudiantes universitarios, por lo que se puede
argumentar que existían otras características que podían “homogenei-
zar” la muestra, a diferencia de este estudio donde fue más variada al
ser presentada a la población en general y no a grupos de estudiantes
universitarios únicamente, aunque prevaleció una población altamente
educada con niveles de grado y posgrado. Es decir que los datos sobre
el sexo como factor de diferenciación tanto en la amenaza percibida
como en el prejuicio expuesto pueden estar mediados por otros factores
intervinientes como la educación y la ocupación, por ejemplo, hipótesis
que se analizan más adelante.

Andamios 107
Diana Buenrostro Mercado y Luciana Ramos Lira

Edad, amenazas y prejuicios

En relación con la edad y los puntajes totales se realizó un ANOVA en


el cual no se encontraron diferencias en los puntajes totales en los dife-
rentes grupos de edad F(5, 330)=1.876, p>0.05. Al pedir los ANOVA
por grupo de edad y el puntaje de cada dimensión se encontró que
las personas de 18-24 años obtuvieron mayor puntaje en la dimen-
sión de amenaza simbólica que el resto de los grupos de edades, en
promedio 4.2457 puntos por encima del resto p<.05. En el caso de la
dimensión de amenaza realista el grupo de 18-24 obtuvo en promedio
3.894 puntos de diferencia, mientras que el grupo de 45-54 obtuvo
2.926 puntos, ambos puntajes con p<.05 con relación a los puntajes
obtenidos por el resto de los grupos. Para las dimensiones de prejuicio
manifiesto y sutil, no se encontraron diferencias significativas entre
ninguno de los grupos de edad.
El que en las dos dimensiones de amenaza se encontrara que el
rango de edad de 18 a 24 años obtuvo puntuaciones promedio mayores
que el resto de los grupos, podría explicarse a la luz de los planteamien-
tos de Nshom y Croucher (2017) quienes argumentan que la amezaza
tanto realista como símbolica se puede traducir en la idea de que las
percepciones económicas de la población y su estilo de vida se verán
perjudicados por la llegada de migrantes, y que especialmente en este
grupo de edad se debe de considerar que probablemente la incursión
próxima al campo laboral exacerbe la preocupación de lo que posible-
mente se interprete como un factor que puede acelerar o aumentar la
precarización laboral, debido a la posibilidad de perder el empleo, ver
reducciones en la retribución económica o en las prestaciones laborales.
Para la edad y el tipo de prejuicio, no se encontraron diferencias sig-
nificativas en ninguno de los grupos; sin embargo, estos datos no deben
de tomarse a la ligera o desecharse fácilmente, pues esto puede deberse
a que los grupos por edades de forma generalizada puntuaron en un
nivel bajo de prejuicio y esto podría limitar los alcances y predicciones
de los análisis estadísticos. Asimismo, en este rubro no se pueden men-
cionar más análisis con referentes teóricos pues como se observó en
el apartado anterior con la variable sexo, los estudios revisados se han
realizado por lo general con grupos homogeneizados, en estos casos en

108 Andamios
Percepción de amenaza

especial con estudiantes universitarios los cuales por lo general están


comprendidos en los rangos de 18 a 24 años en su mayoría.

Escolaridad, amenaza y prejuicio

Para los puntajes totales y la escolaridad, también se realizó un ANOVA


donde los resultados indican que existe una diferencia de los puntajes
totales obtenidos en relación con el nivel escolar de los participantes
F(4, 331)=8.915, p<0.05. El grupo que obtuvo un mayor puntaje fue el
que corresponde a la escolaridad de secundaria X=73.89, seguido de
preparatoria X=68.30, el tercer puesto lo ocupa primaria X=62, le sigue
universidad X=59.43 y finalmente posgrado X=53.05. Sin embargo, en
comparaciones subsecuentes las diferencias se presentan entre secun-
daria en relación con la universidad y el posgrado, y la preparatoria con
el grupo de posgrado.
Posteriormente se ejecutó un MANOVA entre las cuatro dimensiones
teniendo como variable de agrupación la escolaridad, al ser la única va-
riable atributiva que obtuvo diferencias estadísticamente significativas
con relación al puntaje total obtenido en la escala (tabla 3).2
Tabla 3. MANOVA dimensiones y escolaridad.
Variable Nivel Nivel Diferencia p
independiente escolar (I) escolar (J) promedio
secundaria posgrado 4.43 .010
Amenaza realista preparatoria posgrado 3.68 .001
universidad posgrado 1.99 .022
secundaria universidad 6.90 .000
Amenaza secundaria posgrado 9.41 .000
simbólica preparatoria universidad 4.08 .000
preparatoria posgrado 6.58 .000

2 En la tabla solo se muestran las relaciones donde existe una diferencia significativa
entre los distintos niveles educativos en cada una de las dimensiones.

Andamios 109
Diana Buenrostro Mercado y Luciana Ramos Lira

primaria universidad 2.37 .041


primaria posgrado 3.01 .011
Prejuicio secundaria universidad 2.98 .000
manifiesto secundaria posgrado 3.62 .000
preparatoria universidad 1.74 .000
preparatoria posgrado 2.38 .000
secundaria universidad 2.14 .037
secundaria posgrado 3.38 .001
Prejuicio preparatoria universidad 1.36 .034
sutil
preparatoria posgrado 2.60 .000
Universidad posgrado 1.24 .020

Como se observa, el prejuicio manifiesto fue el que presentó mayor nú-


mero de diferencias significativas de acuerdo con el nivel escolar de los
participantes, siendo la tendencia inversamente proporcional, es decir
que a menor nivel escolar se obtenían mayores puntuaciones de pre-
juicio manifiesto. La misma tendencia se presentó en todos las dimen-
siones, resaltando el caso de la amenaza simbólica, donde al comparar
las puntuaciones que obtuvieron los participantes que reportan haber
cursado hasta la secundaria, las puntuaciones de amenaza simbólica
son 9.41 puntos en promedio más altas que la de las personas que
cuentan con un posgrado.
De la misma forma, en lo referente a escolaridad y las amenazas
realista y simbólica se encontró que existe una relación inversamente
proporcional entre estas variables, es decir que de forma generalizada a
menor escolaridad se presentaron mayores niveles en la percepción de
ambos tipos amenazas.
Al analizar el tipo de prejuicio en relación con la escolaridad, se en-
contró que existía una relación inversamente proporcional, es decir que
las mayores puntuaciones de prejuicio tanto sutil como manifiesto se
presentaron en los grupos de escolaridad más baja, lo cual confirmaría
el supuesto de que conforme aumenta el nivel de escolaridad disminu-
ye el prejuicio antiinmigrante. La explicación se fundamentaría en el
hecho de que los grupos con mayor escolaridad tenderían a pensar en
forma más crítica (Rottenbacher, Espinoza y Magallanes, 2011).

110 Andamios
Percepción de amenaza

Ocupación, amenaza y prejuicio

En el caso del puntaje total con relación a la ocupación principal o


primaria de los participantes, se realizó un MANOVA donde no se
obtuvo ninguna diferencia significativa general t(334)= 2.096, p>.05.
Sin embargo, al realizar un análisis post hoc de cada una de las varia-
bles con relación a la ocupación, si se observaron algunas diferencias
intergrupales que cabe resaltar y los cuales se despliegan en la tabla 4.
Tabla 4. Diferencia intergrupales por ocupación.
Variable Diferencia
ocupación (I) ocupación (J) p
independiente promedio
Amenaza estudiante docente/investigador 3.635 0.36
realista
estudiante docente/investigador 4.890 .011
empleado 4.696 .005
trabajador ind/ 3.848 .019
comerciante
Amenaza ama de casa
simbólica servidor público/ 6.491 .006
funcionario
docente/investigador 7.371 .001
trabajador ind/ docente/investigador 3.523 .045
comerciante
servidor público/
estudiante 1.735 .032
funcionario
empleado 1.714 .008
servidor público/
ama de casa 3.081 .001
funcionario
Prejuicio docente/investigador 2.664 .002
manifiesto servidor público/
trabajador ind/ 1.990 .008
funcionario
comerciante
docente/investigador 1.573 .020
servidor público/ 3.378 .010
jubilado funcionario
docente/investigador 2.961 .019
Prejuicio sutil ama de casa empleado 1.881 .043
p<.05

Andamios 111
Diana Buenrostro Mercado y Luciana Ramos Lira

De forma general los estudiantes, las amas de casa y los trabajadores in-
dependientes y comerciantes presentaron mayores niveles de amenaza
y prejuicio que los empleados, los servidores públicos y los docentes.
En el caso de la amenaza realista, solo los estudiantes tenían un mayor
puntaje y éste fue significativamente distinto solo con relación al punta-
je de los docentes; mientras que, en el caso de la amenaza simbólica, las
amas de casa presentaron un puntaje mayor y estadísticamente signi-
ficativo con relación a los empleados, los trabajadores independientes,
los servidores públicos y los docentes. Este hecho se podría explicar
por diversos factores culturares, ligados a la reproducción de los roles
de género, donde la madre está asociada con el papel de transmisora
de las tradiciones y las costumbres dentro de la familia, por lo tanto, el
contacto con una cultura ajena podría representar para ellas un peligro
en la medida de que implicara una pérdida de sus costumbres y usos
(Cervantes, 1994). También podría ocurrir que existiera alguna con-
fusión con la variable escolaridad si es que las mujeres que dijeron ser
amas de casa, contara con niveles más bajos de escolaridad.
Debido al posible sesgo mencionado se realizó un análisis entre
las variables de ocupación y escolaridad, específicamente en el grupo
correspondiente a las amas de casa, donde se encontró que el 65% de
ellas contaban con educación básica, lo cual permite decantarse por la
sugerencia de que no es precisamente la ocupación sino la escolaridad
de este sector la que podría tener más injerencia en cuanto a la percep-
ción de la amenaza simbólica.
En lo que respecta al prejuicio, es de hacer notar que solo el pre-
juicio manifiesto fue el que mostró diferencias significativas dentro de
algunos grupos ocupacionales, siendo así que estudiantes, amas de
casa, trabajadores independientes y jubilados, presentaron de manera
general puntajes más altos al compararlos con empleados, servidores
públicos y docentes. Al igual que en el caso de la amenaza, sería ne-
cesario realizar cruces entre la ocupación y la escolaridad para de esta
forma tratar de establecer la correlación de ambas variables en cuanto
al prejuicio manifiesto, y no solo establecer una relación entre la ocupa-
ción y este tipo de prejuicio.
Para solucionar esto se realizó un análisis entre la ocupación y la
escolaridad de las personas, en este caso el 67% de la población confor-

112 Andamios
Percepción de amenaza

mada por estudiantes, trabajadores independientes y jubilados, conta-


ban con estudios universitarios y de posgrado por lo que se considera
que existe otro indicador no considerado en el presente estudio que es
que podría estar interaccionando en la exhibición de niveles más altos
de prejuicio manifiesto.

Contacto, amenaza y prejuicio

Otro de los análisis correspondió a la relación entre el puntaje total y el


contacto previo con los migrantes, para este caso se realizó una prueba
t de Student donde no se observó una diferencia significativa t(334)=
-1.387, p>.05, entre el grupo que había tenido contacto con migrantes
indocumentados X=58.92 y el grupo que no lo tenía X=60.02. Aunque
no se observaron diferencias, se realizaron pruebas t entre el contacto y
cada una de las dimensiones del instrumento. En este caso se observa-
ron diferencias significativas entre los grupos de contacto y no contacto
con las dimensiones de amenaza simbólica y prejuicio manifiesto. En
cuanto a la amenaza simbólica se obtuvo t(334) =-1.835, p<.05, donde el
grupo que había tenido contacto previo con migrantes indocumentados
obtuvo X=19.50 y el grupo que no lo tenía X=21.13. Para el prejuicio
manifiesto se obtuvo t(334)= 1.648, p<.05, donde el grupo que había
tenido contacto previo con migrantes indocumentados obtuvo X=7.23
y por su parte el grupo que no lo tenía X=7.83. Es decir que quienes no
habían tenido contacto previo con migrantes reportaron mayor amena-
za simbólica y prejuicio manifiesto.
Para complementar este análisis, se llevó a cabo un ANOVA donde
solo se consideraron a las personas que señalaron tener un trato previo
con migrantes centroamericanos, y se analizó la valoración que las per-
sonas hicieron de dicho trato y la relación de esta con la percepción del
tipo de amenaza y el tipo de prejuicio expresado existiendo diferencias
entre todos los grupos. Posteriormente se realizó el análisis post hoc
de comparaciones múltiples con índice LSD, donde se obtuvieron las
diferencias entre la evaluación del contacto con migrantes y el tipo de
amenaza percibida y el prejuicio expresado (tabla 5). Solo se presentan
las relaciones que presentaron diferencias significativas entre grupos.

Andamios 113
Diana Buenrostro Mercado y Luciana Ramos Lira

Tabla 5. Relaciones entre calidad del contacto previo, el tipo de amenaza percibida y de
prejuicio mostrado.
Variable Diferencia
Trato (I) Trato (J) Sig
dependiente promedio
agradable -2.917 .012
muy agradable desagradable -8.926 .000
Amenaza muy desagradable -17.306 .000
realista
desagradable -6.009 .000
agradable
muy desagradable -14.589 .001
agradable -3.242 .009
muy agradable desagradable -7.503 .000
Amenaza muy desagradable -17.583 .000
simbólica desagradable -4.261 .003
agradable
muy desagradable -14.341 .002
desagradable muy desagradable -10.080 .036
desagradable -1.377 .036
muy agradable
muy desagradable -4.917 .007
agradable muy desagradable -4.008 .026
Prejuicio desagradable -4.230 .000
muy agradable
manifiesto muy desagradable -13.250 .000
desagradable -2.980 .000
agradable
muy desagradable -12.000 .000
desagradable muy desagradable -9.020 .001

De acuerdo con los datos de la tabla, se observa que calificar o perci-


bir el contacto con los migrantes como muy agradable o agradable se
correlaciona con puntajes más bajos en cada una de las dimensiones,
es decir existe una relación inversa entre la calidad del contacto y la
amenaza percibida y el prejuicio expresado.
Con respecto a esta hipótesis, se encontró que el contacto previo
no modificaba significativamente el tipo de amenaza percibido en la
muestra, empero al analizar solamente al grupo que reportó haber te-
nido contacto previo y la percepción de la calidad de este contacto se
encontró que hay una relación inversamente proporcional dado que,

114 Andamios
Percepción de amenaza

a mejor valoración de la calidad del contacto, menor era la amenaza


percibida, tanto de tipo realista como simbólica.
Estos resultados concuerdan con los presentados por Navas, Cua-
drado y López-Rodríguez (2012), donde señalan que entre más agra-
dable se considera el contacto con el exogrupo, el endogrupo presenta
menores niveles de ambos tipos de amenaza estudiados. Estas cifras
también apoyan parcialmente a la teoría de la Amenaza Integrada, pues
esta señala que el contacto previo y la buena calidad de este contacto
reducen la ansiedad que causaría la exposición a este grupo y a la vez
disminuye la amenaza percibida.
Sin embargo, como se observó en esta investigación solo la calidad
de contacto es la que tuvo injerencia en los niveles de amenaza. En
particular fue la amenaza simbólica la que presentó mayor disminución
en la puntuación en los individuos que percibieron que el contacto con
los migrantes indocumentados había sido muy agradable.
Para lo relativo a la prevalencia de un tipo de amenaza sobre otra, las
pruebas t mostraron que existe una diferencia significativa entre los dos
tipos de amenaza t= -6.466 p.000, siendo la amenaza simbólica la que
obtuvo mayores puntajes, es decir que los habitantes de la ZMVM ven a
los migrantes centroamericanos más como una amenaza para sus usos y
costumbres que como una amenaza a su integridad física o económica.
Bajo esta hipótesis, hay que considerar que los habitantes de esta
zona probablemente vean a los centroamericanos como personas úni-
camente en tránsito y cuya finalidad es llegar a la frontera norte de
México con la intención de internarse en territorio estadounidense, por
tanto no buscan quedarse en territorio nacional ni obtener trabajo en
México; es decir el migrante centroamericano no representaría así una
amenaza directa al mercado laboral y por tanto no sería responsable
directo de la precarización laboral.
En lo que concierne al tipo de prejuicio que más se presenta en los
habitantes de la ZMVM, se puede decir que existe una diferencia signi-
ficativa t= -35.678 p .000 entre los niveles de los dos tipos de prejuicio,
existiendo un mayor nivel de prejuicio sutil, lo que apoya el supuesto
de que este tipo de prejuicio es más común pues se corresponde con
los ideales de lo políticamente correcto y la idea de una sociedad que
no discrimina (Pettigrew y Meertens, 1995).

Andamios 115
Diana Buenrostro Mercado y Luciana Ramos Lira

Conclusiones

Con respecto a los resultados de la aplicación en línea y al analizar los


datos sociodemográficos de los participantes se encontró que el nivel
escolar de los participantes fue mayoritariamente de nivel superior,
seguido por el nivel medio superior y educación básica, lo cual con-
cuerda con los datos que presenta el INEGI (2016) y la Asociación de
Internet MX (2019) respecto al uso de internet en la población mexica-
na; estos datos señalan que existió un sesgo poblacional de la muestra
por lo que lo que los resultados no pueden ser generalizados. De esto se
deriva la consideración del acceso restringido a este tipo de encuestas a
ciertos sectores de la población de acuerdo con la infraestructura de las
localidades, nivel socioeconómico, edad y el nivel de escolaridad; ade-
más la distribución de uso de internet no es uniforme geográficamente
(Begoña, et al., 2005; Streiner, et al., 2015).
Empero el uso de Internet como medio de aplicación; aumenta la
rapidez con la que los instrumentos pueden ser enviados, las bases de
datos pueden ser generadas de forma automática, reduce los costos,
se puede acceder a personas de distintas poblaciones sin necesidad de
desplazamientos, el formato de la batería puede ser “más agradable”
e incluir figuras o tablas que ayuden al participante a responder los
reactivos. Además, la aplicación de las escalas en línea evita el sesgo por
las características del entrevistador, puede proporcionar información
demográfica básica (como edad, estado civil, educación, entre otras); se
reduce el número de reactivos omitidos; se evita la confusión o el error
cuando en la escala se emplean “patrones de salto”, permite flexibilidad
en la presentación de los reactivos; y en ciertos programas existe la
posibilidad de detectar si el participante está teniendo alguna dificultad
para responder (Noyes y Garland, 2008; Determann, et. al., 2017).
Si bien los resultados obtenidos y su posterior análisis, apuntan
a que existen un bajo prejuicio hacia la migración en tránsito por
México en la población de la ZMVM, estas aseveraciones no pueden
generalizarse sin tomar en cuenta consideraciones tales como la loca-
lización geográfica y la actividad económica de la ciudad, y por tanto
el contexto migratorio que esta ciudad ha vivido, pues si bien es una
de las ciudades con mayor recepción de migración interna debido a su

116 Andamios
Percepción de amenaza

actividad económica, la localización la ha mantenido, en cierto sentido


ajena a los fragores continuos de los flujos migrantes trasnacionales.
Por ello, lo que se puede esperar es que existan diferencias entre este
tipo de ciudades y las ciudades que mantienen un contacto directo y
constante con este tipo de poblaciones, tales como las ciudades fron-
terizas tanto del norte como del sur. Resalta asimismo la diferencia de
contacto entre las ciudades del sur y del norte, pues la porosidad de
estas fronteras es diferente, lo cual tendrá injerencia en el tiempo que
pasan los migrantes en estas ciudades antes de continuar con su trayecto
a EU, asimismo se esperaría que una presencia continua de los migran-
tes en las ciudades modificará también el tipo y el nivel de amenaza que
los ciudadanos perciben en referencia a los migrantes indocumentados.
Una de las limitaciones que se deben considerar en el presen-
te estudio, se refiere a la posible deseabilidad social al responder el
instrumento, pues si bien la aplicación en línea trató de eliminar este
tipo de contaminación en los datos, no existe un medio o estrategia
totalmente eficaz para eliminar este sesgo. Es decir, bajo los preceptos
de lo políticamente correcto y la deseabilidad social, los participantes
pueden tratar de responder de acuerdo no solo con lo que se considera
es bueno, sino a que los otros vean al individuo como una persona
tolerante y comprensiva, especialmente en tópicos que pueden causar
polémicas por las posturas a favor o en contra. Esto especialmente pue-
de pensarse, debido a que quienes participaron en la encuesta fueron
en una importante proporción personas con escolaridades altas, que
podrían también efectivamente tener una postura menos prejuiciosa
a los migrantes, o expresar menormente su verdadera percepción por
razones de corrección política.

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Andamios 119
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Fecha de recepción: 13 de agosto de 2020


Fecha de aceptación: 14 de diciembre de 2020

120 Andamios Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 97-120
Centros de detención: racismo y lucha migrante en
Estados Unidos
Carolina Aguilar Román*

Resumen. Estados Unidos de América tiene el sistema de de-


tención para migrantes más grande del mundo. Este artículo
argumenta que esos centros son instituciones racistas. Usando
un marco analítico novedoso que integra los estudios de encar-
celamiento y las luchas migrante, se creó un modelo. El cual,
identifica cuatro factores que posibilitan el racismo sistemático
en los centros de detención para migrantes: 1) sistema de encar-
celamiento masivo; 2) criminalización hacia personas migrantes;
3) racialización; y 4) género. Se completa el análisis con la
conclusión de que las luchas migrantes, desafían, rechazan y
resisten el racismo. Y algunas veces lo derrotan, ese es el caso
de la estrategia de desobediencia civil de infiltrarse en centros
de detención.

Palabras clave. Racismo, migración, centros de detención, lucha


migrante, crimigración.

Detention centers: racism and migrant struggle in the


United States

Abstract. The United States of America has the highest number


of detained immigrants in the world. This article argues that
detention centers are racist institutions. Hence an analytical
framework was used to integrated studies of mass incarceration
and migrant struggles; therefore, it was created a model. Which

* Doctorante en Ciencias Sociales en el Colegio de la Frontera Norte, México. Correo


electrónico: carolina.aguilar.roman@gmail.com

Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 121-146 Andamios 121
Carolina Aguilar Román

identifies four factors that make racism possible at immigrant


detention centers: 1) mass incarceration system; 2) criminaliza-
tion of immigrants; 3) racialization; and 4) gender. The analysis
is completed with the conclusion of migrant struggle, which
challenge, reject and resist racism. Sometimes they defeat it,
that is the case of the civil disobedience strategies of infiltrating
detention centers.

Key words. Racism, immigration, detention centers, migrant


struggles, crimmigration.

Introducción

Estados Unidos de América tiene el mayor número de personas encar-


celadas en todo el mundo, de acuerdo con Michelle Alexander (2011,
p. 6) en Estados Unidos 750 personas están encarceladas por cada
100,000 habitantes. Eso incluye a quienes están en centros de detención
para migrantes. Con la intención de abonar a las discusiones en torno
a la relación entre los estudios migratorios y el racismo, se analizará los
centros de detención como instituciones racistas. Rebasando las ideas
que abordan la xenofobia hacia las personas migrantes, argumento que
los centros de detención son instituciones sistemáticamente racistas y
generizadas. En ellos se encuentran en su mayoría hombres negros y
latinos, privados de su libertad bajo los mismos protocolos que en las
prisiones. Esto se debe a que los centros de detención forman parte del
sistema de encarcelamiento masivo de Estados Unidos (Davis, 2017).
Este artículo explora el contexto racista en Estados Unidos de los
centros de detención para migrantes. El argumento central es que esos
centros son parte del sistema de encarcelamiento masivo, que a su vez
es parte de lo que Angela Davis (1998, 2017) llama complejo industrial
carcelario. El cual, ella reconoce como una institución racista. A partir
de un modelo analítico, que busca incluir como línea de investigación
el racismo en los estudios migratorios, se creó un modelo que integra
los estudios de encarcelamiento masivo y las luchas migrantes. Con ese

122 Andamios
Centros de detención

modelo se identificaron cuatro factores que posibilitan el racismo en


los centros de detención para migrantes: 1) sistema de encarcelamiento
masivo; 2) criminalización hacia personas migrantes; 3) racialización;
y 4) género. Por otra parte, haciendo uso de las luchas migrantes como
marco de análisis, se resalta la capacidad de agencia de las personas
migrantes. Concretamente, se presenta una estrategia de desobediencia
civil que desafió, rechazó y resistió el sistema racista y generizado de
detención de migrantes.

Encarcelamiento masivo

Los centros de detención son una rama del complejo industrial carce-
lario (Davis, 1998b; 2017) que a su vez es parte del sistema de encar-
celamiento masivo de Estados Unidos. Vamos por partes, el complejo
industrial carcelario, de manera general es un conjunto de disposicio-
nes e intereses políticos, económicos y burocráticos que corporativizan
el castigo (Davis, 1998b). Donde el sistema penal y en particular el
castigo público se caracteriza por la rentabilidad. Pues existe una per-
sistencia de la prisión como principal forma de castigo (Davis, 2017).
A pesar de que fue en la década de 1980 cuando se consolidaron los
lazos corporativos con el sistema carcelario, a lo largo de la historia,
este sistema ha tenido como fuente de ganancias a las y los prisioneros
(Davis, 2017, p. 104).
Lo anterior nos lleva a preguntar ¿qué es el encarcelamiento masivo?
De acuerdo con Michelle Alexander (2011) va más allá del sistema de
justicia penal. Es un sistema de interconexión de leyes, políticas e ins-
tituciones que encierra personas “para garantizar estados subordinados
de un grupo, definido en gran medida por la raza” (Alexander, 2011, p.
13). Tiene dos características importantes: 1) Es un sistema de control
social racializado y generizado (Alexander, 2011; Davis, 2017; Golash,
2016). 2) Exclusión, deja una etiqueta, un estigma que va más allá de
la prisión (Alexander, 2011).
Es importante tener presente que el encarcelamiento masivo es un
sistema, integrado por leyes, políticas e instituciones diversas. Dentro
de esas instituciones, se encuentran aquellas en las que literalmente se

Andamios 123
Carolina Aguilar Román

encierra a las personas: prisiones estatales, cárceles locales, prisiones y


cárceles federales, juveniles, prisiones territoriales, centros de detención,
instalaciones psiquiátricas e instalaciones correccionales indias (Sawyer
2020). No obstante, el encarcelamiento masivo es más que el sistema
judicial, va más allá de las cárceles, prisiones y centros de detención.
Una de sus características es que se utiliza como un sistema de
control social, racializado y generizado (Alexander, 2011; Davis, 2017;
Golash, 2016). El cual, tiene sus antecedentes en otras instituciones de
control social: la esclavitud, Black Codes (Códigos Negros) y las leyes
de segregación Jim Crow.1 La existencia del encarcelamiento masivo
es posible porque hubo precedentes de sistemas que controlaban los
cuerpos negros. Recuperar esa historia, es una guía para explicar el
hecho de que en la actualidad la mayoría de quienes son encarcelados
masivamente son hombres de color. Otra característica importante del
encarcelamiento masivo es que se “basa en la etiqueta de la prisión y no
en el tiempo de prisión” (Alexander, 2011,p. 14). Lo que significa que
una vez liberadas, las personas siguen etiquetadas como “criminales”.
Debido a que el encarcelamiento masivo es un sistema de control so-
cial racializado y generizado, es de aquí que se desprende el argumento
de que es un sistema racista. Se estima que uno de cada tres hombres
afroamericanos jóvenes estará encarcelados o bajo vigilancia de la jus-
ticia penal (Alexander, 2011; Davis, 1998b). De acuerdo con Michelle
Alexander (2011) el encarcelamiento masivo es un sistema que busca
disciplinar y controlar a las comunidades de color. A tal grado que “los
departamentos de policía de las grandes áreas urbanas han admitido
la existencia de procedimientos formales diseñados para maximizar el
número de afroamericanos y latinos arrestados (incluso en ausencia de
causa probable)” (Davis, 2017, p. 35).

1 Al abolirse la esclavitud se crearon leyes estatales, conocidas como Black Codes o
Códigos Negros, que criminalizaban la vagancia, violación de contratos de trabajo,
ausentarse del trabajo, posesión de armas, hasta gestos, por los cuales solamente
personas negras podían ser convictas (Davis, 1998a). El arrendamiento se basaba en
que el estado rentaba cuadrillas de convictos a empresas y se les hacía trabajar literal
hasta la muerte (Davis, 2017, p. 37). Las leyes Jim Crow fueron leyes estatales (1876
a 1965) que segregaban a la población afroestadounidense. Se daba en escuelas y es-
pacios públicos (transporte, baños, restaurantes), residencial y restricciones para votar
(derivadas de impuestos y pruebas de alfabetización).

124 Andamios
Centros de detención

Históricamente las comunidades negras en Estados Unidos han sido


criminalizadas, pues “la negritud está ideológicamente vinculada a la
criminalidad” (Davis, 1998a, p. 75). De hecho, los orígenes del encarce-
lamiento masivo y del complejo industrial carcelario se pueden rastrear
en la esclavitud, los Black Codes (Códigos Negros)-/arrendamiento de
convictos y leyes de segregación Jim Crow (Alexander, 2011; Davis,
1998a; 2005; 2017). Existen diferencias en cada uno de esos momen-
tos, sin embargo, todos, al igual que el encarcelamiento masivo, se
convirtieron en sistemas de control racializado (Alexander, 2011). Todo
ello basado en la idea de que se puede controlar los cuerpos negros a
partir de la creación ideológica2 y práctica (leyes) de la criminalización.
Un elemento fundamental en la criminalización de la negritud es la
variable del racismo. La idea de raza surge en la época colonial, cuando
Europa despliega por el mundo su proyecto imperialista de despojo.
En ese momento crearon un medio para clasificar y controlar a la po-
blación mundial, entonces, se inventaron la raza (antes no existía). En
ese sentido, la raza es un invento colonial, una ficción, para el control
y dominación de las personas blancas sobre las personas de color. Fue
así como “se introduce una clasificación social universal y básica de la
población del planeta en términos de raza” (Lugones, 2008, p. 79). Si
bien la raza no existe, los procesos de racialización y el racismo son
muy reales, como el sistema de encarcelamiento masivo.
La exclusión como parte del encarcelamiento masivo, refiere a que
aun estando en libertad, quede la etiqueta de “criminal”. Una vez cum-
plida la sentencia, es posible enfrentar una perdida de derechos o depor-
tación. Algunas veces se despoja de derechos políticos y sociales de por
vida, como la perdida permanente al voto (Travis, 2002). En palabras de
Alexander se les relega a una ciudadanía de segunda clase (2011, p. 12).
Por otra parte, la exclusión más evidente es la deportación.
Aplica a personas migrantes indocumentadas (por faltas civiles y
cargos criminales), y a residentes permanentes y naturalizados (por
cargos criminales). De manera general, existen dos tipos de personas
deportables; 1) Quienes son detenidos en la frontera justo al cruzar y 2)

2  Unejemplo es el mito del violador negro que ha sido uno de los artificios más formi-
dables inventados por el racismo (Davis, 2005, p. 176).

Andamios 125
Carolina Aguilar Román

Quienes ya viven en Estados Unidos y por faltas civiles o criminales son


puestos en proceso de deportación.
Mientras las autoridades deciden el momento de la deportación, se
envía a estas personas migrantes a centros de detención. La diversidad
de gente en esos centros es amplia, conviven personas migrantes indo-
cumentadas que llevaban décadas viviendo en Estados Unidos y que no
tenían cargos criminales, quienes cumplieron una condena por delitos
menores y graves (a veces son residentes legales y ciudadanos que per-
dieron sus derechos), con solicitantes de asilo, y con detenidos en la
frontera. Se trata de niñas, niños, adolescentes, hombres y mujeres, que
no están cumpliendo una condena penal y, sin embargo, están detenidos.
Un factor, que ayuda a entender el fenómeno de detención masiva
es la criminalización hacia personas migrantes, que tiene dimensiones
racistas. Pues se detiene y encierra a partir de un perfil racial, siendo
los hombres negros y morenos la población más grande en el complejo
industrial carcelario.

Criminalización hacia personas migrantes

Estados Unidos tiene la tasa más alta de encarcelamiento en el todo


el mundo, superando a países con regímenes represivos como Rusia y
China (Alexander, 2011, p. 6). También tiene el sistema de detención
de migrantes más grande del mundo, que tiene confinadas a más de
52,000 personas migrantes (Kassie, 2019). Estas detenciones son civiles,
a diferencia de todo el sistema de encarcelamiento masivo que recluye a
personas por faltas penales. Sin embargo, los centros de detención para
personas migrantes operan con el modelo del sistema penal. Por lo que
son como cualquier otra instalación correccional, incluso hacen uso de
prácticas como el aislamiento solitario (Patler, et al., 2018).
En la historia de Estados Unidos se pueden identificar tres momen-
tos clave de los centros de detención. El primero es la década de 1940,
durante la Segunda Guerra Mundial. El Segundo en la década de 1980
con el éxodo cubano y haitiano. Es en este periodo que lo migratorio
se ancla en la narrativa del encarcelamiento masivo. Tercero, es finales
de la década de 1990 hasta la fecha. En el cual, se consolida la crimi-

126 Andamios
Centros de detención

nalización hacia las personas migrantes. Al mismo tiempo que integra


los centros de detención como parte del complejo industrial carcelario
(que incluye además de su masividad, su privatización).
Empero, un punto fundamental para entender la relación entre
criminalización y migración es el enfoque conocido en inglés como
crimmigration3 (Abrego, et al., 2017; García Hernández, 2018; Menjívar,
et al., 2018; Stumpf, 2006). El término fue acuñado por Juliet Stumpf
(2006) y refiere a la convergencia entre las leyes migratorias y penales.
De hecho, para el caso de Estados Unidos “las leyes migratorias tienen
demasiados atributos del derecho penal, que la línea entre ambas se
ha vuelto borrosa” (Stumpf, 2006, p. 376). Una de las muchas formas
en las que se han cruzado el derecho penal y derecho migratorio fue la
inclusión de delitos menores como causante de deportación obligatoria
(Stumpf, 2006).
Al hablar de leyes migratorios y leyes penales, es preciso mencionar
que las primeras son parte del derecho civil, pero se han fusionado con
el derecho penal (Menjívar, et al., 2018). Antes de 1986 las violaciones
a las leyes migratorias se consideraban delitos civiles, posteriormente,
se han tratado como delitos criminales (Menjívar, et al., 2018). De
acuerdo con Stumpf (2006) la criimmigration se ha producido por tres
factores; 1) Superposición de la ley migratorio y penal, 2) Transfor-
mación de violaciones migratorias en delitos penales, y 3) Enfoque de
migración como tema de seguridad nacional, asociado a terrorismo.
La crimigración empieza a forjarse a finales de 1980 y durante 1990,
sin embargo, la tendencia hacia la criminalización de la migración se
elevó a nuevos niveles en 1996. Año en que con se aprobaron la Ley
de Migración y Ley Antiterrorista y Efectiva de Pena de Muerte (AEDPA
por sus siglas en inglés) (Menjívar, et al., 2018, p. 5). Dando como
resultado, que distintos tipos de actos relacionados con la migración,
ahora tienen consecuencias penales (Stumpf, 2006).
De manera general, la crimigración se moldeó a partir de cinco
leyes. La primera fue en 1986, con la Ley de Reforma y Control de la
Inmigración (IRCA por sus siglas en inglés), en la cual se criminalizó la

El término crimmigration (crimigración) a pesar de estar en inglés, ha sido amplia-


3 

mente usado sin traducir en la literatura en castellano.

Andamios 127
Carolina Aguilar Román

contratación de trabajadores indocumentados. En 1988, Ley Contra el


Abuso de Drogas (ADAA por sus siglas en inglés) se creó el delito agra-
vado, para “facilitar la deportación de los capos de la droga, personas
con cargos de asesinato, tráfico de drogas y armas” (Abrego, et al., 2017,
p. 697). Para 1990 se aprueba la Ley de Migración, en la que se amplia
la lista de delitos agravados causantes de deportación. Se incluyó como
delitos agravado, cualquier delito de violencia por el cual la sentencia
era de al menos cinco años (Stumpf, 2006).
En 1996, el entonces presidente Bill Clinton firmó la Ley Antiterro-
rista y Pena de Muerte (AEDPA por sus siglas en inglés), así como la Ley
de Reforma de la Inmigración Ilegal y Responsabilidad del Inmigrante
(IIRIRA, por sus siglas en inglés) con las cuales el proceso de criminali-
zación terminó de formarse. A partir de ambas leyes la criminalización
hacia las personas migrantes se elevó de manera considerable, pues
“alteraron significativamente la definición de delito agravado” (Abrego,
et al., 2017, p. 697). Con la AEDPA se volvió a ampliar la lista de delitos
definidos como agravados, que provocan la detención obligatoria (Wa-
llace y Zepeda, 2020) y también la deportación.
Sin embargo, con IIRIRA continúo aumentando el número de delitos
considerados agravados, generando que más “personas migrantes indo-
cumentadas fueran reclasificadas como deportables y/o inadmisibles”
(Abrego, et al., 2017, p. 697). Por lo tanto, IIRIRA es la culminación de
la criminalización hacia la población migrante (crimigración).
En dicho contexto, también podemos ubicar tres momentos claves en
la historia de los centros de detención en Estados Unidos. El primero es
en 1942, cuando el Servicio de Inmigración y Naturalización (INS por
sus siglas en inglés)4 “organizaba y operaba campos de internamiento
e instalaciones de detención”5 (USCIS, 2012, p. 8). En ellos se recluyó
a personas de origen japonés, alemanas e italianas. El encarcelamiento
continuó desde marzo de 1942 hasta marzo de 1946 y se implementa-
ron diez campamentos de reubicación en áreas aisladas de California,
Arizona, Colorado, Idaho, Wyoming y Arkansas (Silverman, 2010, p. 7).

4  Esel antecesor de la oficina de Inmigración y Control de Adunas, ICE por sus siglas
en inglés.
5  Son los predecesores de los centros de detención actuales.

128 Andamios
Centros de detención

Un segundo momento fue a inicios de 1980, con el éxodo del Ma-


riel y el encarcelamiento masivo. El INS estableció centros de detención
para procesar a las y los solicitantes que buscaban ingresar al país. Al
mismo tiempo que se buscaba desalentar la migración, utilizando como
método la detención obligatoria (Silverman, 2010).
Se llama el éxodo del Mariel a la llegada a Estados Unidos de
“125,000 cubanos en un periodo corto, desde la primavera de 1979
hasta el otoño de 1980” (Silverman, 2010, p. 9). En ese mismo periodo
se suma el arribo de “25,000 personas de origen haitiano y un millón
procedentes de El Salvador, Guatemala y Nicaragua que huían de las
guerras civiles, crisis política y la violencia” (Silverman, 2010, p. 9).
Es en esté contexto que se establecieron nuevos centros de detención
para procesar las solicitudes de ingreso y desalentar la migración (Sil-
verman, 2010).
En un intento por frenar y desalentar los flujos de personas mi-
grantes principalmente, en 1982 el presidente Ronald Reagan “ordenó
la detención obligatoria de todas las personas migrantes de origen hai-
tiano” (Silverman, 2010, p. 10). Aunado a los flujos del Mariel y a las
detenciones de las y los haitianos que fueron encarcelados por el INS,
comenzaron a expandirse las instalaciones de centros de detención
para migrantes (Silverman, 2010).
Posteriormente en 1986 con la Ley de Reforma y Control de la
Inmigración (IRCA), se otorgó amnistía a millones de personas indo-
cumentadas, sin embargo, también incluía el robustecimiento del INS.
Por ejemplo, se abrieron nuevas oficinas de control de inmigración
(Silverman, 2010). De manera general, IRCA significó el inicio de un
enfoque de endurecimiento en las políticas migratorias y de securitiza-
ción de las fronteras. Se dio una “escalada generalizada de las estaciones
de inspección fronteriza, así como los controles internos de regulación
de la migración” (Silverman, 2010, p. 11). Así como la criminalización
de quienes emplearan a personas con estatus migratorio irregular.
Otro factor que condujo a la consolidación del sistema de encar-
celamiento masivo fue la declaración de Guerra contra las Drogas en
la década de 1980. En 1982, el entonces presidente Ronald Reagan
anunció que las drogas ilícitas eran una amenaza a la seguridad nacio-
nal y les declaró la guerra. De acuerdo con Alexander (2011) esa guerra

Andamios 129
Carolina Aguilar Román

comenzó en un momento en que el consumo ilegal de drogas estaba


en declive. Sería años después que la cocaína y el crack comenzaran
a extenderse por Estados Unidos, por lo que “es falso que la Guerra
contra las Drogas fue lanzada como respuesta a esas dos sustancias”
(Alexander, 2011, p. 5).
Durante el inicio de la Guerra contra las Drogas a pesar de que el
uso de esas sustancia estaba en declive, aumentaron los arrestos y con-
denas por delitos de drogas, entre personas de color (Alexander, 2011,
p. 6). Lo cual, fue posible debido a “múltiples iniciativas legislativas y
de aplicación de la ley […] que crearon un sistema de encarcelamiento
masivo” (Ebert, et al., 2019, p. 2).
La aplicación de esas leyes produjo disparidades raciales en las tasas
de encarcelamiento, pues desproporcionalmente se encarceló a hombres
negros y latinos (Ebert, et al., 2019, p. 2). Por ejemplo, se sabe que “el
consumo de marihuana es igual entre personas negras y blancas, sin em-
bargo, los negros tienen 3.7 veces más probabilidades de ser arrestados
que los blancos por posesión de marihuana” (Morgan, et al., 2016, p.
15). No es que las personas de color sea más propensas a ser culpables
de delitos (Alexander, 2011, p. 17), sino que el sistema de justicia penal
es racista. Así, al encarcelar masivamente hombres de color, las cárceles
se convierten también en instituciones racistas (Davis, 2017, p. 29).
Pero ¿cuál es la relación entre la Guerra contra las Drogas y la encar-
celación de personas migrantes? En 1988 como parte de esa guerra se
creó la Ley Contra el Abuso de Drogas (ADAA), en la cual, se incluyó el
concepto de delito agravado (aggravated felony). Los tres delitos específi-
cos de esa esa ley son: asesinato, tráfico de drogas y tráfico de armas de
fuego y artefactos destructivos. La relación entre Guerra contra las Dro-
gas y personas migrantes, aparece con ADAA, pues esos delitos agravados
se incorporaron al estatuto de migración (Abrego, et al., 2017; Stumpf,
2006; Transactional Records Access Clearinghouse (TRAC), 2006).
El estatuto de migración enumera varios tipos de actividades que
pueden hacer que una persona sea deportable (TRAC, 2006). Es así
como las personas migrantes con antecedes penales, una vez que cum-
plen su sentencia, empiezan un proceso de deportación y son enviados
a centros de detención. La Guerra contra las Drogas siguió tejiendo
en entramado de la crimigración. El cual, entra dentro del sistema de

130 Andamios
Centros de detención

encarcelamiento masivo actual (Ebert, et al., 2019) que también abarca


los centros de detención.
La detención de miles de migrantes por año es un fenómeno que
tiene lugar en el contexto de encarcelamiento masivo. Afecta despro-
porcionalmente a las comunidades de color (Morgan, et al., 2016,
p. 24) y concretamente a hombres caribeños y latinos. Siguiendo
los argumentos de Ebert (et al., 2019, p. 3) existen dos factores que
han facilitado la expansión del encarcelamiento masivo para incluir
el control migratorio (centros de detención). Uno es que las agencias
gubernamentales se han vuelto más dependientes del sector privado.
Dos, la criminalización de las personas migrantes y de la migración en
general. También argumenta que en la últimas décadas, la privatización
de control migratorio se ha institucionalizado (Ebert, et al., 2019).
El tercer momento clave de los centros de detención, es la crimina-
lización sistemática de las personas migrantes y el complejo industrial
carcelario (privatización). Por un lado, la criminalización hacia las
personas migrantes se consolidó con el concepto de delito agravado
que hace a las personas deportables. Sin embargo, se torno exponencial
en 1996 con la Sección 287 (g) de la Ley de Reforma de Inmigración
Ilegal y Responsabilidad de Inmigrantes (IIRIRA). Con la 287 (g) se
autorizó a las policías estatales y locales realizar la aplicación de la ley
de migración. Se dio autorización a agentes policiales de ejecutar fun-
ciones migratorias, facultándoles poder preguntar el estado migratorio
y proceder con detenciones.
Transferir los poderes de arresto y detención de personas migrantes
a oficiales locales ocasionó un aumento6 en las detenciones y deporta-
ciones (Golash, 2016). La aplicación de la Sección 287 (g) tiene como
objetivo arrestar y deportar de forma masiva. No obstante, de acuerdo
con Abrego (et al., 2017) lo relevante de la 287 (g) va más allá de la par-
ticipación de las policías locales como agentes migratorios, lo principal
es que criminaliza a las personas migrantes al llevar a la deportación de
personas por una amplia variedad de delitos menores y por motivos de
inmigración civil, y no por motivos penales graves (2017, p. 703).

6 Antes de 1996, Estados Unidos deportó a menos de 50,000 personas, para 2012 se
deportó a más de 400,000.

Andamios 131
Carolina Aguilar Román

Las paradas de tráfico rutinarias, conducir sin licencia, tener un faro


del auto roto (Ebert, et al., 2019; Muñoz y Young, 2017), puso a las
personas indocumentadas “especialmente a los hombres latinos, en un
riesgo desproporcionado de citación y arresto, que los puede llevar a
la deportación” (Ebert, et al., 2019, p.3). Fue así como la detención
de migrantes se volvió la pieza central de la 287 (g). El papel de las
policías locales realizando labores de agentes migratorios, hizo que se
criminalizará a está población simplemente por su estatus migratorio.
Otro factor en la IIRIRA que hizo aumentar las detenciones de perso-
nas migrantes fue que se amplió la lista de delitos por los que se requería
detención obligatoria. Además, en 1996 también se aprobó la Ley Anti-
terrorista y Efectiva de Pena de Muerte (AEDPA por sus siglas en inglés)
con la cual se exigió la detención obligatoria de personas migrantes
condenadas por delitos. Se incluyeron delitos menores relacionados con
las drogas. Esas dos leyes endurecieron las políticas migratorias, resul-
tando en la última fase de criminalización hacia las personas migrantes
(Muñoz y Young, 2017, p. 115).
Se les criminaliza en dos sentidos. Uno es que las policías locales
tengan la facultad para detener personas migrantes indocumentadas,
basado en un perfil racial (origen latinoamericano). Dos, incluir delitos
menores como causa de deportación es otra manera de criminalizar a
esta población.
Resulta pertinente mencionar que el incluir delitos agravados y
menores como causa de deportación, provocó que muchas cárceles
y prisiones participaran del “Programa de Extranjeros Criminales”
(CAP por sus siglas en inglés). El cual tiene como objetivo, “identificar,
arrestar y deportar a personas que están encarceladas en prisiones y
cárceles estatales y locales” (Morgan, et al., 2016, p. 17). Resultando
en que la criminalización hacia las personas migrantes se da a razón
de: 1) Condición indocumentada, siendo “culpables de nada más que
su estado no autorizado” (De Genova, 2017, p. 167), y 2) Por haber
cometido delitos.
El momento que amalgama la criminalización y la detención masiva
de personas migrantes en los centros de detención fue la creación del De-
partamento de Seguridad Nacional (DHS por sus siglas en inglés). El cual
fue creado después de los ataques del 9/11 con la intención de proteger

132 Andamios
Centros de detención

la seguridad nacional y la seguridad pública. El DHS básicamente se


encarga de todos los temas relacionados a migración y vigilar la frontera,
desde un enfoque de seguridad nacional. En ese tenor, se desmanteló el
INS y se transfirieron agencias federales y empleados al nuevo DHS.
Más tarde, en 2003, el DHS crea las tres oficinas que lo integran:
Inmigración y Control de Aduanas (ICE por sus siglas en inglés), Ser-
vicios de Ciudadanía e Inmigración (USCIS por sus siglas en inglés),
Aduanas y Protección Fronteriza (CBP por sus siglas en inglés). Por su
parte, a ICE se le otorgó una “combinación única de autoridades civiles
y criminales para proteger mejor la seguridad nacional y la seguridad
pública” (ICE, 2020). Su misión es la “aplicación penal y civil de las
leyes federales que rigen el control de fronteras, aduanas, comercio e
inmigración” (ICE, 2020).
Con la creación del DHS se comenzó a destinar mayores recursos
económicos para la aplicación de la leyes migratorias (Golash, 2016,
p. 486). Además, abiertamente el gobierno federal de Estados Unidos
usa un enfoque de seguridad nacional para abordar cualquier tema
migratorio. Bajo esa premisa se han creado y manejado actualmente los
centros de detención. En un reporte elaborado por ICE se señala que
sus centros se construyeron y son operados “como cárceles y prisio-
nes para confinar delincuentes previos al juicio” (Schriro, 2009, p. 2).
Además, reconocen que se basan en estándares de “encarcelamiento co-
rreccional diseñado para delincuentes” (Schriro, 2009, p. 2). A pesar de
que las leyes de migración son del ámbito civil y no penal, sus centros
de detención son “entornos carcelarios legalmente punitivos” (Patler, et
al., 2018, p. 457).
De acuerdo con Ebert et al. (2019) los centros de detención para
migrantes forman parte integral del complejo industrial carcelario.
Pero ¿qué es ese complejo industrial? Es el aumento de la población
encarcelada, derivado de instituciones (sistema penal racista), grupos
de interés privados y público, empresas que ofrecen bienes y servicios.
Se trata de la “transformación de cuerpos encarcelados (en su mayoría,
cuerpos de color) en fuentes de ganancias que consumen y también a
menudo producen todo tipo de mercancías que devoran fondos públi-
cos” (Davis, 2017, p. 104).

Andamios 133
Carolina Aguilar Román

Siguiendo las hipótesis de trabajo de Angela Davis (2017) el aumento


de los niveles criminales no es la causa del crecimiento de la población
carcelaria. En la década de 1970 los cambios en la economía política
condujeron a excedentes de capital financiero, mano de obra y capacidad
estatal, permitiendo el aumento de cárceles (Gilmore, 2007 citada en
Golash, 2016). La idea de un complejo industrial carcelario se alimenta
por modelos de privatización e insiste en enfocarse en un castigo (encar-
celamiento) (Davis, 2017). Se trata de múltiples empresas que producen
todo tipo de bienes y proveen todo tipo de servicios. Los cuales son
adquiridos tanto por las prisiones públicas como por las privadas.
En las instalaciones correccionales que le pertenecen y son admi-
nistrados por el Estado, tienen contratos con empresas privadas para
comprar servicios (comida, jabón, servicios médicos). También existen
empresas que administran prisiones con fines de lucro como GEO
Group y Civic Core. De acuerdo con Davis (2017) aunque se prohibieran
las prisiones privadas, el complejo industrial carcelario seguiría intacto.
Porque la privatización pasa en gran parte por los servicios, se trata
de empresas que venden sus productos y servicios en las instalaciones
correccionales (Davis, 2017, p. 117).
En el caso de los centros de detención, muchas instalaciones per-
tenecen y son administradas por corporaciones privadas como GEO
Group y Civic Core (Muñoz y Young, 2017, p. 101). No se sabe de
manera certera cuántas instalaciones tiene ICE para la detención de
personas migrantes. El dato más recurrente menciona más de 200 cen-
tros (Global Detention Project, 2016; Gruberg, 2015), la página web de
ICE muestra 135 (ICE, 2020a), mientras que Patler (et al. 2018) ubica
637. Es complejo establecer un número preciso porque ICE utiliza
diferentes tipos de instalaciones para la detención. No solo se trata de
instalaciones carcelarias públicas y privadas, pasa por cárceles estatales
y federales, centros para menores (aunque también los albergan en
moteles y hoteles), centros para familias, instalaciones médicas, oficinas
del alguacil (TRAC, 2009).

134 Andamios
Centros de detención

Racialización y generización

Tanto los centros de detención que son privados como los públicos
se benefician del complejo industrial carcelario (Ebert, et al., 2019).
Al igual que el encarcelamiento de la población general, la “detención
de migrantes representa una forma de racismo estructural en la me-
dida en que ataca desproporcionalmente a hombres negros y latinos”
(Ebert, et al., 2019, p. 2).
Los centros de detención tiene un componente de racismo estruc-
tural y generización (Ebert, et al., 2019; Golash, 2016; Morgan, et al.,
2016; Silverman, 2010). ¿Por qué racismo? Porque la mayoría de las
personas que se encuentran encarceladas son hombres latinos (mexica-
nos y centroamericanos) y negros (Golash, 2016; Morgan, et al., 2016).
Las políticas migratorias en Estados Unidos criminalizan, y lo hacen so-
bre todo a hombres de color. Desde la academia se ha argumentado que
el “control de la migración es un caso de racismo estructural porque
sus instituciones y prácticas institucionales han generado la detención
y deportación desproporcionada de migrantes de ascendencia africana
y latinoamericana” (Ebert, et al., 2019, p. 2).
De toda la población migrante son los hombres negros, al igual que
los afroamericanos quienes sufren tasas desproporcionadamente altas
de arrestos y encarcelamientos (Morgan, et al., 2016). Los hombres ne-
gros7 migrantes tienen más probabilidades de ser detenidos por delitos
que la población migrante en general, además, son más propensos a ser
deportados a causa de una condena penal (Morgan, et al., 2016, p. 5). A
partir del enfoque del gobierno de centrarse en personas migrantes con
antecedentes penales, han sido los hombres negros los más impactados.
Esa población tiene más probabilidades que personas de otras regiones
a tener condenas penales.
¿Por qué los hombres negros migrantes tienen más probabilidades
de tener condenas penales? Porque el sistema de encarcelamiento
masivo detiene, enjuicia y encarcela bajo una lógica racializada y ge-
nerizada. Es más probable que un hombre negro sea detenido porque

7 De acuerdo con Morgan “más de uno de cada cinco no ciudadanos que enfrentan
deportación por motivos penales ante inmigración es negro” (et al., 2016, p. 5).

Andamios 135
Carolina Aguilar Román

las policías tienen prácticas de perfil racial8 y por el sistema penal. Por
eso, son “más propensos que cualquier otra población migrante a ser
arrestados, condenados y encarcelados” (Morgan, et al., 2016, p. 13).
Lo cual ocurre sin que exista evidencia de una mayor participación en
actividades criminales de hombres negros en comparación con cual-
quier otro grupo racial (Morgan, et al., 2016).
Debido a la criminalización hacia los hombres migrantes negros, son
ellos de manera desproporcional, quienes enfrentan deportación por
motivos penales (Morgan, et al., 2016). Particularmente, los hombres
migrantes caribeños tienen el doble de probabilidades de ser detenidos
por una condena penal que por una falta administrativa relacionada
con temas de migración (Morgan, et al., 2016). No obstante, de manera
general, el encarcelamiento y la deportación masivos se ha dirigido
desproporcionalmente a hombres negros y latinos.
Es importante resaltar que las personas migrantes son encarceladas
en centros de detención por ser solicitantes de asilo, a causa de infrac-
ciones migratorias y/o haber enfrentado condenas penales. Significa que
hablamos de niñas, niños, adolescentes, mujeres y hombres que pueden
ser: solicitantes de asilo, personas migrantes indocumentadas (quienes
llevan gran parte de su vida en Estados Unidos y quienes acaban de
cruzar y son detenidos en la frontera), pero también de residentes per-
manentes legales. Estos últimos, porque cumplieron una condena penal,
lo que les llevó a perder sus derechos de residencia por lo que enfrentan
un proceso de deportación. Siendo los hombres dominicanos y jamai-
canos los grupos con mayor posibilidad de ser deportados por haber
enfrentado cargos criminales (Golash, 2016, p. 488).
Por todo ello es que argumento que los centros de detención son
racistas, porque existe una práctica sistemática para detener personas
negras y latinas, todo esto bajo un enfoque de seguridad nacional.
Durante la administración de Obama la narrativa era que se deporta-

8  El perfil racial es una práctica sistemática en instituciones gubernamentales que, a


partir del color de piel, en particular hacia personas negras y morenas; los servidores
públicos (jueces, trabajadores sociales, oficiales de migración) y en específico la policía
tienen un trato racista y discriminatorio hacia ciertas personas por su color de piel,
negra o morena.

136 Andamios
Centros de detención

ría únicamente a migrantes con antecedentes “criminales”, pero desde


tiempo atrás, con la aplicación de la Ley 287 (g)9 se estaba deteniendo
personas por perfil racial o manejar sin licencia para conducir (una
falta administrativa que no es delito penal). Por lo tanto, los hombres
negros tienen desproporcionalmente más posibilidades de enfrentar
cargos criminales, mientras que los hombres latinos son detenidos por
la 287 (g). Ambas situaciones bajo perfil racial.
Por otra parte, argumento que los centros de detención se en-
cuentran generizados porque en su mayoría encarcelan hombres. En
general, como menciona Davis (2017) las discusiones públicas sobre
encarcelamiento han excluido a las mujeres. Y esto se debe a que ellas
constituyen un porcentaje menor en comparación con los hombres, sin
embargo, es el sector de más rápido crecimiento de la población car-
celaria (Davis, 2017). El complejo industrial carcelario, ha hecho que
“las prisiones de mujeres se han comenzado a parecer las masculinas”
(Davis, 2017, p. 85). No obstante, las mujeres encarceladas, incluyendo
aquellas que se encuentran en centros de detención, enfrentan formas
específicas de violencia. Como el abuso sexual, que se ha convertido en
un componente institucionalizado del castigo detrás de los muros de la
prisión (Davis, 2017, p. 92).

Lucha migrante y desobediencia: resistencias ante los centros de


detención

¿Qué es la lucha migrante? Es la organización y resistencias de personas


migrantes (incluye colectivos), desarrollada a partir de la subjetividad
migrante (Mezzadra, 2012). Reconoce a las personas migrantes (con
y sin papeles) y solicitantes de asilo, como sujetos políticos, que desa-
rrollan agencia política y que tienen como aliada/os a ciudadanos con
plenos derechos civiles y políticos reconocidos (Varela-Huerta, 2015).
De acuerdo con Casas-Cortes (et al., 2015) es un concepto que tiene

9  La sección 287 (g) de la Ley de Reforma de Inmigración Ilegal y Responsabilidad de


Inmigrantes (IIRIRA, por sus siglas en inglés) creada en 1996, simplificó los procedi-
mientos de deportación, pues le transfería el poder de arresto y detención a las polícias
locales (antes de a IIRRA, unicamente agente migratorios tenían esa facultad).

Andamios 137
Carolina Aguilar Román

dos dimensiones: 1) Lucha organizada, y 2) Estrategias de lo cotidiano.


De manera general, se trata de personas migrantes que se organizan y
resisten para hacer frente a políticas migratorias y a la vida cotidiana,
políticas, leyes y discursos que ilegalizan y criminalizan.
La primera dimensión, “indica más o menos luchas organizadas,
en las cuales los migrantes abiertamente desafían, derrotan, escapan o
perturban las políticas dominantes de movilidad” (Casas-Cortes, et al.,
2015, p. 80). Incluye el control fronterizo, la detención y deportación.
Refieren a las acciones de desafiar y derrotar (en el mejor de los casos)
políticas de movilidad. La segunda dimensión se refiere a las, estra-
tegias de lo cotidiano, implica “rechazos y resistencias a través de las
cuales los migrantes representan sus presencias (impugnada), incluso si
no se expresan o manifiestan como batallas “políticas” que exigen algo
en particular” (Casas-Cortes, et al., 2015, p. 80).
Las luchas migrantes, además de desafiar, derrotar, rechazar y
resistir, a leyes y procesos de ilegalización-criminalización, son una
respuesta “para sobrevivir al racismo institucional y a la xenofobia” (Va-
rela-Huerta, 2015, p. 146). Sus demandas van desde el libre tránsito, la
ampliación del refugio y el reconocimiento de existencia jurídica (Va-
rela-Huerta, 2015). Pasando por una búsqueda del reconocimiento del
derecho de asilo, derecho a elegir donde permanecer y residir. Además,
También incluyen el rechazo al control de la migración que ilegaliza y
criminaliza, por ello exigen el cierre de los centros de detención, alto a
las deportaciones y a la separación de familias.
El repertorio de protesta, las formas de denunciar y resistir de las
luchas migrantes son “manifestaciones y campañas, protestas, piquetes,
huelgas, encierros, santuarios, toma de edificios públicos” (Varela-Huer-
ta, 2015, p. 152). En particular, el repertorio que han usado para desafiar,
rechazar y resistir el encarcelamiento masivo en los centros de detención
ha sido la desobediencia civil, huelgas de hambre y sed, pararse frente
a las llantas de las camionetas de ICE y no dejarlas pasar para detener
la inminente deportación,10 hacer campañas ciudadanas para generar
un alto flujo de llamadas de teléfono y mandar correos electrónicos a
funcionarios de ICE y políticos para detener deportaciones, campañas
en redes sociales y firma de peticiones.

10  Para más detalles de dicha estrategia véase Valdes (2017).

138 Andamios
Centros de detención

Me centraré en una forma particular y novedosa de desobediencia


civil, infiltrarse en centros de detención. Jóvenes indocumentados orga-
nizados se habían dado cuenta que al reconocerse públicamente como
personas indocumentadas agrietaban el estigma y el miedo a la crimi-
nalización. Entonces decidieron salir de las sombras, y se reconocieron
como personas indocumentadas y sin miedo. Con el paso del tiempo, se
dieron cuenta que al ser públicamente personas indocumentadas tenían
control en sus vidas, pero seguía presente el miedo a la deportación.
Como estrategia para desafiar, rechazar y resistir la posibilidad de
deportación, miembros de Alianza Nacional de Jóvenes Inmigrantes
(NIYA por sus siglas en inglés) decidieron infiltrarse en centros de
detención. Las acciones ocurrieron en diferentes partes de Estados
Unidos, durante 2011 a 2013 (Muñoz y Young, 2017).
Eran mujeres y hombres jóvenes indocumentados que optaron por
una estrategia de resistencia radical. Ser enviada/os a un centro de de-
tención para “darle la vuelta a la narrativa11 activista” (Muñoz y Young,
2017, p. 106). Con su acción desafiaban el control de las políticas mi-
gratorias de detención y deportación, porque serían las y los activistas
quienes decidirían cuándo y cómo entrarían a un centro de detención.
Lograron entrar, organizar desde dentro y salieron de ahí.
Infiltrarse en los centros de detención no fue tan fácil, por ejemplo,
en la segunda infiltración, en Florida, tuvieron que intentarlo dos ve-
ces, porque los agentes de la patrulla fronteriza, no les querían arrestar
a pesar de que la y el activista habían mencionado su estatus migratorio
irregular. Se dieron cuenta, que, para ser arrestados y enviados al centro
de detención, tenían que cambiar su narrativa, inventaron una historia.
Ambos dijeron que llegaron a Estados Unidos siendo menores, pero
que no habían estudiado, solamente trabajado y hablaron en español
(Muñoz y Young, 2017). El hecho de la edad y no haber estudiado
en Estados Unidos fue importante, porque en 2012 se aproba DACA
(un mandato presidencial que otorga permisos de trabajo y protección
contra deportaciones a jóvenes que llegaron siendo menores y que

11  Lanarrativa activista en ese momento de la lucha migrante en Estados Unidos se ha-
bía basado en prácticas tradicionales como protestas, cabildeos, campañas telefónicas y
en internet. Las y los jóvenes se cobijaban baja una narrativa de meritocracia.

Andamios 139
Carolina Aguilar Román

hubieran concluído la preparatorio), pues si hubieran usado sus verda-


deras experiencias de vida, no habrían sido detenidos. Además de las
personas que pusieron sus cuerpos en detención, la estrategia contaba
con otro tipo de particiantes, un grupo de 5 personas que desde afuera
estaban monitoreando y haciendo pública la acción. Una vez que lo
hicieron público, presionaron para que fueran liberados. Gracias a la
organización del grupo que estaba afuera lograr salir.
Buscaban detener las deportaciones desde dentro del sistema de
encarcelamiento masivo. También tenían como objetivo cambiar la na-
rrativa de las y los salvadores/aliados blancos (Muñoz y Young, 2017),
no querían depender de aliada/os que les protegieran en los procesos
políticos y legales. Entonces, haciendo uso de su agencia y de recono-
cerse como sujetos políticos, decidieron entrar en sus propios términos
a los centros de detención.
Las y los miembros de NIYA invirtieron el poder al decidir cuándo
y cómo serían detenidos en centros de detención. La acción consistía
en buscar ser enviada/os a un centro, y una vez dentro, ayudar a la
mayor cantidad posible de personas detenidas a salir de ahí, llevar su
caso en libertad y detener deportaciones. Desde afuera había una red
de activistas que daban seguimiento a los casos y empezaban campañas
para liberar a las y los detenidos. Llevaron a cabo tres infiltraciones, en
2011, 2012 y 2013, todas concluyeron cuando las autoridades de los
centros se dieron cuenta que había activistas infiltrados organizando y
los sacaron para frenar su estrategia (Muñoz y Young, 2017).
La primera vez, con la que exploraron las posibilidades de la ac-
ción, dos jóvenes indocumentados de la alianza se presentaron en las
oficinas de la Border Patrol (Patrulla Fronteriza) en Alabama. Sucedió
en noviembre de 2011. De acuerdo con Claudia Muñoz y Michael
Young (2017), uno de los chicos entró solo y empezó a cuestionar las
funciones de esa oficina, y de manera intencional mencionó su estatus
indocumentado. Posteriormente ingresó el segundo joven y ambos fue-
ron enviados al Basil Detention Center, en Luisiana. En esa ocasión no
lograron detener la deportación de ninguno de los detenidos en dicho
centro, pero se dieron cuenta que era posible decidir cuándo entrar a
un centro de detención y lograr salir.

140 Andamios
Centros de detención

De acuerdo con Muñoz y Young (2017), la siguiente infiltración fue


realizada por, una mujer y un hombre, ambos jóvenes indocumentados.
Ocurrió en julio de 2012 en Florida. De manera individual y bajo el
pretexto de buscar a un familiar detenido, se presentaron en el centro de
detención privado Broward Transitional Center, en Florida. Intencional-
mente mencionaron su estatus migratorio como indocumentados y, como
consecuencia, fueron detenidos y recluidos en el mismo centro. Una vez
dentro, lograron potencializar la organización, porque en realidad las y
los detenidos estaban ya organizados (Muñoz y Young, 2017, p. 112).
La organización en los centros de detención es tal, que han sido
documentadas algunas huelgas de hambre en distintos centros de
detención (Montagne, Muñoz, Ordaz 2019). Además de potenciar la
organización, denunciaron las condiciones del centro, y lograron de-
tener 40 deportaciones (Muñoz y Young, 2017, p. 111). No obstante,
dos semanas después, las autoridades los expulsaron sin previo aviso,
porque se dieron cuenta que eran activistas y que estaban contribuyen-
do a la organización entre las personas migrantes detenidas.
La tercera acción de infiltración fue en noviembre de 2013, participó
solamente una persona. Se infiltró en El Paso Processing Center, en Texas.
En esa ocasión NIYA involuntariamente entró en contacto con refugiados
y solicitantes de asilo, y posteriormente realizaron resistencias contra la
detención de niñas, niños y sus madres en un centro de detención admi-
nistrado por GEO en Texas (Muñoz y Young, 2017, p. 115).
Es interesante que cada acción fuera en distintos centros y realizada
por diferentes perfiles de personas, en dos de las tres infiltraciones,
participaron jóvenes que se identifican como queer, específicamente,
undocuqueer (indocumentados-queer). Que las disidencias sexuales
formaran parte de las infiltraciones, manifiesta de manera explicita que
las personas migrantes indocumentadas son diversas y quienes están al
frente de la lucha son las mujeres y las disidencias sexuales.
Las infiltraciones son una novedosa y arriesgada estrategia es un ejem-
plo de que las luchas migrantes están dispuestas a desafiar el dispositivo
de control migratorio. Pues están dispuesta/os a poner sus cuerpos en
detención para protestar contra las políticas migratorias que sistemática-
mente y de manera racista encierran personas migrantes en centros de
detención que son un tipo particular del complejo industrial carcelario.

Andamios 141
Carolina Aguilar Román

Consideraciones finales

A partir de las infiltraciones como actos de desobediencia civil, las per-


sonas “migrantes indocumentadas pueden controlar su propio destino
a través de acciones directas” (Muñoz y Young, 2017, p. 106). En esa
determinación por controlar sus destinos, se configuran como sujetos
políticos, que tienen agencia. Al plantearse la idea de la acción colectiva
organizada y desobediencia civil, las personas migrantes “pueden desa-
fiar directamente desde el interior el sistema de detención” (Muñoz y
Young, 2017, p. 102).
En general, los actos de infiltración demuestran que las personas in-
documentadas pueden desafiar, rechazar e invertir el poder del sistema
de detención y deportación. Pues utilizaron una acción que además de
poner sus cuerpos, utilizaron una estrategia mediática para llamar la
atención acerca de sus casos. Lo importante fue la organización y coor-
dinación que tuvieron quienes se infiltraron y el grupo de activistas que
estaban afuera.
Infiltrarse en un centro de detención es, en sus propios términos,
una forma de resistencia, la cual, en su forma más poderosa “proviene
de la agencia autónoma de los oprimidos que atacan el corazón mismo
de la injusticia” (Muñoz y Young, 2017, p. 102). La estrategia de lucha
migrante de infiltrarse es un ejemplo de que el sistema de detención
de migrantes, además de ser desafiado y rechazado constantemente,
puede ser agrietada. En la medida en que jóvenes de color migrantes
indocumentados usan una versión radical y novedosa de desobediencia
civil muestra que es posible la resistencia y derrota a un sistema estatal
de control racializado y generizado como los centros de detención.
Sin embargo, este tipo de acciones son difíciles de ser replicadas varias
veces, porque el factor sorpresa de tener activistas infiltrados, deja de
ser sorpresa para el complejo industrial carcelario.
Además, las políticas migratorias se endurecen progresivamente y
se perpetúa la criminalización de las personas migrantes. Si bien leyes
como IIRIRA y la Sección 287 (g) consolidaron la criminalización bajo
un perfil racial. Los centros de detención tienen una historia anclada
en el racismo sistemático de Estados Unidos. Al ser parte del encarcela-
miento masivo, que tiene sus antecedentes en la esclavitud, los Códigos

142 Andamios
Centros de detención

Negros y las leyes de segregación, los centros de detención también


son un sistema de control racializado y generizado. Por ello, propongo
como conclusión la urgencia de que los estudios migratorios, tienen
que nutrirse de marcos teóricos como la crítica al encarcelamiento ma-
sivo, e integrar análisis con una dimensión antirracista.
En ese sentido, espero que el marco analítico usado abone a las
discusiones acerca de migración y racismo. Siempre teniendo presente
que el racismo atraviesa a todas las personas de una sociedad, pero
tienen mayor impacto en las comunidades negras y morenas. Por lo
tanto, es importante centrarnos en sus voces y experiencias en la lucha
antirracista (Morgan, et al., 2016).

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Fecha de recepción: 17 de agosto de 2020


Fecha de aceptación: 14 de diciembre de 2020

146 Andamios Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 121-146
La discriminación desapercibida: miradas sobre la
discriminación en Estados Unidos de retornados
guatemaltecos*
Hugo Fauzi Alfaro Andonie**

Resumen. Este trabajo aborda la percepción de retornados


guatemaltecos sobre la discriminación en Estados Unidos. Una
encuesta realizada por la Organización Internacional para las
Migraciones (2016) mostró que alrededor de un 80% de los re-
tornados guatemaltecos dijo no haber sido discriminado. Las en-
trevistas que realicé en Ciudad de Guatemala en 2019 también
apuntaron a lo mismo. Esta investigación busca ahondar por
qué no se percibe la discriminación cuando las desigualdades
socioeconómicas entre hispanos y blancos muestran claramente
la existencia de la discriminación. En este artículo destaco dos
aspectos: la discriminación por parte de los mismos hispanos y
las experiencias que atenúan la percepción de la discriminación.
Este trabajo se basa en la metodología de la historia oral.

Palabras clave. Discriminación, retornados guatemaltecos, per-


cepción, historia oral.

Discrimination missing: insights on discrimination in


the United States of returned guatemals
Abstract. This article addresses the view of Guatemalan retur-
nees over discrimination in the United States. A survey carried

* Esteartículo se basa en la investigación para mi tesis de maestría que fue posible por
el apoyo del Conacyt.
** Maestro en Sociología Política por el Instituto Mora. Correo electrónico:

hugo_fauzi@hotmail.com

Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 147-171 Andamios 147
Hugo Fauzi Alfaro Andonie

out by the International Organization for Migration (2016)


showed that around 80% of Guatemalan returnees said they had
not experienced any kind of discrimination. The interviews I
conducted in Guatemala City in 2019 also pointed to the same
results. This research seeks to help answer why discrimination is
not perceived if socioeconomic inequalities between Hispanics
and whites clearly show the existence of discrimination. In this
article, I highlight two aspects: discrimination between Latinos,
and experiences that mitigate the perception of discrimination.
This work is based on the oral history methodology.

Key words. Discrimination, guatemalan returnees, perception,


oral history.

En Estados Unidos las diferencias socioeconómicas entre los grupos ét-


nicos minoritarios y los grupos considerados “blancos” están presentes
en casi todos los aspectos del bienestar social. Diferencias en el salario
promedio percibido, en los niveles educativos, en las condiciones de
vivienda, en los servicios de salud, en su representación en los puestos
políticos, jurídicos y empresariales. En todos estos aspectos, y otros
tantos más, la población blanca es, en promedio, la que siempre mues-
tra mayores niveles.
¿A qué se debe? Las respuestas a esta pregunta son múltiples y com-
plejas, pero ha recibido respuestas sencillas y, por lo tanto, reduccionis-
tas. Después del Movimiento por los Derechos Civiles, y la aplicación
de acciones afirmativas en algunos espacios, se anunciaba que Estados
Unidos se había convertido en una sociedad indiferente al color, co-
lor-blinded, y así se pronunciaba la supuesta desaparición del racismo.
Por lo tanto, una vez atajado el problema de la discriminación racial, la
persistencia de desigualdades socioeconómicas, se argüía, sólo podía
deberse a las capacidades de los individuos, su ausencia de talento.
Sin embargo, a pesar de que se niegue su continuación, la discrimina-
ción étnica-racial sigue siendo una de las causantes de la desigualdad. El
racismo se alimenta y crece a la sombra de la negación de su existencia,
que invisibiliza sus causas, sus prácticas y sus efectos. En una sociedad que
asume la desaparición del racismo, éste puede existir más plenamente.

148 Andamios
La discriminación desapercibida

En las redes sociales, en los medios de comunicación, en la acade-


mia, la discriminación racial es un tema constante, y Estados Unidos
es uno de los países referentes en torno a esta problemática. Por lo
tanto, se podría creer que la discriminación forma parte de la expe-
riencia cotidiana de los grupos minoritarios y vulnerables de aquel
país norteamericano y, entre estos, los migrantes latinos. Pero no es
siempre el caso. En febrero de 2017 la Organización Internacional para
las Migraciones (OIM) publicó la Encuesta sobre migración internacional
de personas guatemaltecas y remesas 2016. De las preguntas de la en-
cuesta algunas se centraron en la percepción de la discriminación y
arrojaron los siguientes resultados: un 80.9% dijo no haber sufrido
discriminación; un 9.8% dijo que sufrió discriminación debido a ser
latino, mientras que un 6.2% contestó que se debió a no poder hablar
el idioma. El 3.3% restante señaló que la discriminación se debió al
color de su piel, a su acento al hablar, a ser indígena o a otra razón no
especificada (OIM, p. 142).1
Cuatro de cada cinco contestaron no haber experimentado discri-
minación, un porcentaje relativamente alto al que cabría esperar en
una nación donde el racismo está tan presente. ¿Por qué esta aparente
discrepancia? ¿A qué se debe a que tantos guatemaltecos que han mi-
grado dicen no haber sido discriminados cuando parece que es un
elemento que lo cubre todo? Y de aquí se desprenden necesariamente
otras preguntas: ¿cuándo es percibida la discriminación por las per-
sonas contra quienes va dirigida? ¿y por qué en tantos casos no es
percibida a pesar de las claras desigualdades?
La forma en que busco profundizar en esta aparente contradicción
es a través de las historias de vida de retornados guatemaltecos, que tras
vivir varios años en Estados Unidos, fueron deportados para enfrentarse
nuevamente a las realidades conflictivas de su país.2 Las entrevistas

1  La encuesta citada incluyó a retornados de otros países, sin embargo, son un porcen-
taje minoritario en comparación con los encuestados provenientes de Estados Unidos.
2  Para contactar a los entrevistados recibí el apoyo indispensable de la Asociación de

Retornados Guatemaltecos (ARG). En este trabajo se utilizan pseudónimos para los


entrevistados. Cabe mencionar que el trabajo de tesis del que se deriva este artículo
estudia la discriminación en Guatemala, sin embargo en este artículo me centro exclu-
sivamente en la discriminación en Estados Unidos.

Andamios 149
Hugo Fauzi Alfaro Andonie

semiestructuradas se realizaron en junio y julio de 2019 en Ciudad de


Guatemala. Se realizaron en total 17 entrevistas con retornados guate-
maltecos, 12 hombres y 5 mujeres.3 Todos los entrevistados son ladinos,
la mayoría (14) habitan en la capital, Ciudad de Guatemala, y sus edades
están en un rango de entre 30 y 60 años. Los retornados, con excepción
de un caso, regresaron a su país por medio de la deportación, y vivieron
en Estados Unidos, el que menos dos años y el que más cuarenta.
Las entrevistas fueron grabadas exclusivamente en audio, con el pre-
vio consentimiento de los entrevistados, y posteriormente transcritas.
Las categorías de análisis iniciales fueron tomadas de estudios previos
sobre el retorno guatemalteco, aunque estos estudios se enfocaban en
la población indígena (Falla, 2008; Falla y Yojcom, 2013) o de retornos
en los departamentos (Barrientos, 2018). Asimismo, partí del estudio
de Elias y Scotson (2016), Establecidos y marginados que explora la crea-
ción y reproducción de las dinámicas de desigualdad al interior de una
comunidad. Así, se establecieron “espacios” donde la discriminación
opera creando desigualdades y en donde, creía, podía ser percibida:
trabajo, vecindario, escuela.
Si bien el objetivo era ahondar en las experiencias de discriminación
y su percepción las preguntas no fueron formuladas exclusivamente so-
bre la temática a investigar. Las entrevistas buscaban conocer las vidas
de las personas, su infancia, las razones de su viaje, su vida en Estados
Unidos, escuela, trabajo, vecindario. Así, a través de las entrevistas bus-
caba conocer a la persona entrevistada, las experiencias que lo confor-
maban y que dejaban entrever a partir de qué elementos de su propia
vida interpretaba y comprendía sus experiencias. Si en el transcurso
de esa narración se expresaba momentos de racismo o discriminación
entonces sí buscaba ahondar en el tema con más preguntas. Sólo en el
último apartado de la entrevista es que realicé preguntas más directas
sobre el tema a estudiar.

3 Realicé, además, cuatro entrevistas más con personas no migrantes que fungieron
como grupo de control para evaluar la variable migratoria en torno a la percepción
de la discriminación Las entrevistas del grupo de control se centraron en las visiones
sobre la discriminación en Guatemala. Cabe mencionar que dos de las entrevistas
con mujeres fueron de una duración breve y más parcas en contenido. Esto se debió,
probablemente, al poco tiempo de habernos conocido y a la diferencia de género entre
entrevistador y entrevistada.

150 Andamios
La discriminación desapercibida

En este trabajo me centro en dos aspectos sobre la experiencia


discriminatoria en Estados Unidos contada por los retornados guate-
maltecos. En primer lugar, la discriminación entre los propios hispanos
y, como segundo aspecto, las posibles causas de una menor percepción
del racismo de la que cabría esperar por los efectos que la discrimina-
ción racial tiene en todos los ámbitos de la vida socioeconómica.
El presente artículo se divide en tres apartados. En el primero
presento los elementos que constituyen la discriminación racial para
aportar una definición que guíe este trabajo. Asimismo, abordo tres
aspectos presentes en el estudio de Elias y Scotson que fueron un
marco referente para comprender las dinámicas de la discriminación
en la experiencia de los retornados. En el segundo, y con el que entro
de lleno a las entrevistas, abordo la discriminación entre los mismos
latinos. En este sentido, los entrevistados señalaron que, en sus expe-
riencias, la discriminación casi nunca provino por parte del gabacho,
sino de parte de otros hispanos, sus “iguales”. Finalmente, en la última
parte, presento las experiencias que pueden arrojar luz sobre por qué
una mayoría de los retornados guatemaltecos señalan jamás haber sido
discriminados. Aquí será importante tomar en cuenta el lugar desde el
cual se evoca, Ciudad de Guatemala, y el momento, cuando la vida en
Estados Unidos era un recuerdo de una vida pasada que se había roto
abruptamente con la deportación.

Definir la discriminación racial

La discriminación racial es una forma de crear, reproducir y justificar


desigualdades. Pero para desentrañar sus elementos hay que empezar
por la definición de discriminación, para lo cual tomo la propuesta
del filósofo político Jesús Rodríguez Zepeda: “la discriminación es una
conducta, culturalmente fundada, y sistemática y socialmente extendi-
da, de desprecio contra una persona o grupo de personas sobre la base
de un prejuicio negativo o un estigma relacionado con una desventaja
inmerecida, y que tiene por efecto (intencional o no) dañar sus dere-
chos y libertades fundamentales” (2006, p. 26).
Esta definición identifica algunos elementos que constituyen la dis-
criminación. En primer lugar, está el rasgo estructural, puesto que la

Andamios 151
Hugo Fauzi Alfaro Andonie

discriminación se basa en un andamiaje institucional y estatal y por lo


cual la discriminación no puede reducirse a un mero acto individual.
Lo estructural sólo puede enraizar con el tiempo, por lo tanto, toda
discriminación tiene un proceso de constitución histórica. Un segun-
do aspecto son los estigmas y prejuicios que se ciernen sobre ciertos
grupos y los cubre con una visión negativa. El prejuicio es atribuir
características perniciosas a un individuo a partir de su pertenencia a
un grupo social o a partir de cierto rasgo físico o social. Los indios
perezosos, los negros criminales, las mujeres superficiales, son burdos
ejemplos de los prejuicios que operan en nuestra sociedad.
El último aspecto en esa definición señala que la discriminación
se vuelve tangible en la desigualdad en el acceso a los derechos que
tienen distintos grupos. La discriminación toma forma en la restricción
al acceso a la salud, a una educación de calidad, al acceso a las universi-
dades, a menores probabilidades de acceder a un trabajo digno. De esta
forma la discriminación pasa de ser ideológica (considerar a uno como
inferior) a materializarse y tener efectos sobre la vida de las personas.
Entre los tipos de discriminación está el racismo que parte de la
supuestas diferencias intrínsecas y jerárquicas entre las razas. La idea
de la existencia de razas humanas ha sido desacreditada por las ciencias
genómicas que indican que las diferencias entre grupos humanos no
son suficientes para hablar de distintas razas; y más aún, las diferencias
genómicas pueden ser mayores entre dos individuos considerados so-
cialmente de una misma raza que entre dos de razas distintas (Navarre-
te, 2016, p. 44). Sin embargo, “raza” continúa siendo un concepto social
de importancia, puesto que los individuos en la sociedad actúan como
si las razas humanas tuvieran realmente una realidad biológica y lo cual
tiene consecuencias reales sobre la sociedad (Gall, 2004, p. 228).
La idea de la existencia de razas humanas distintas no ha desapa-
recido porque la cotidianidad social nos presenta, a través de muchos
medios, las desigualdades existentes y donde lo más visible, lo más
fácil de aprehender, son los rasgos físicos que luego son interpretados
erróneamente como origen de las diferencias. Sin embargo, las causas
reales se esconden bajo lo aparente, en la historia del colonialismo, en
la perpetuación de las desigualdades, en la complejidad de las relacio-
nes sociales. El sentido común que nace de la cotidianidad es el pilar

152 Andamios
La discriminación desapercibida

principal que hace pervivir la idea de la existencia de razas humanas y


también uno de los sostenes del racismo.
Después de la Segunda Guerra Mundial el término de “raza” entró
en descrédito, pero su función sólo se mimetizó con los tiempos que
le sobrevinieron. “Etnicidad” surgió como el término correcto que
pretendía desplazar a la desacreditada “raza”, el sustituto tenía una
connotación más cultural que biológica, sonaba menos determinista,
parecía un término más aceptable. Sin embargo, sobre el término de
“etnicidad” han recaído de nuevo factores físicos, aspectos naturales
que esencializan la etnia y vuelven difusa o nula su distinción con el
antaño concepto de “raza” (Wieviorka, 1992, p. 91). La función siguió
siendo la misma aún si cambió el vocablo, el uso del concepto de etnia
en vez de raza, es decir, pretender cambiar el aspecto biológico por el
cultural, no implicó el fin del racismo (Fregoso y Domínguez, 2018,
p. 19). El concepto de etnia tiene su valor para hacer referencia a la
diversidad cultural, sin embargo ha sido pervertido por el concepto de
raza, el término de etnia ha sido racializado.

Dinámicas sociales que constituyen la discriminación

Establecidos y marginados. Una investigación sociológica sobre problemas


comunitarios, es un estudio realizado por Elias y Scotson en Leicester,
Inglaterra, a finales de la década de 1950. El trabajo explora las diná-
micas sociales que producen y reproducen la marginación al interior de
una comunidad por parte de un grupo (los aldeanos) hacia otro (los de
la urbanización) y entre los cuales sólo existe una diferencia: el tiempo
de residencia en la comunidad. A partir de este estudio identifiqué tres
aspectos que permite la creación y reproducción de la discriminación:

a. Poder y cohesión social. La cohesión social entre un grupo se


traduce en protección y apoyo mutuo, pero también en ca-
pacidad de marginar y excluir a otros. Los espacios físicos de
recreación y convivencia, las organizaciones sociales, escolares
o religiosas son elementos que posibilitan la creación de lazos
entre los miembros de una comunidad. En cambio, su ausencia

Andamios 153
Hugo Fauzi Alfaro Andonie

genera distanciamiento, al no haber espacios de encuentro, y el


desconocimiento del otro genera desconfianza y se refuerza la
noción de que cada quien se vale por sí mismo. Elias y Scotson
apuntan a que la existencia de organizaciones y espacios socia-
les en la “aldea” y su inexistencia en la “urbanización”, es un
factor que ayuda a explicar la diferencia en la cohesión social.
y de ahí el poder de un grupo para marginar a otro (2016, pp.
138, 151, 190, 195).
b. Los imaginarios de la discriminación. Al interior de las comuni-
dades se generan también prejuicios y estigmas contra aquellos
a quienes se les identifica como externos o que no se conforman
con las reglas implícitas de la comunidad. Prejuicios y estigmas
tienen el efecto de dificultar la creación de relaciones sociales
entre los miembros del grupo contra los cuales va dirigido. Los
“marginados” hacen suyas las ideas que los estigmatizan y esto
impide la cohesión al interior de un grupo, lo que conlleva a
que merme el potencial de contestación ante la marginación. Las
creencias compartidas se vuelven un componente importante
de la discriminación y su transmisión a través de generaciones
la perpetúa (Elias y Scotson, 2016, pp. 177-178).
c. Identidad colectiva. En Establecidos y marginados los autores
señalan que la asimilación se da de manera más directa si los in-
migrantes (los recién llegados) se conforman con una jerarquía
de estatus inferior. Las comunidades de arribo esperan que los
recién llegados adapten sus normas y creencias, se sometan a
sus controles y busquen encajar (2016, p. 92). El mismo deseo
de asimilación dificulta la cohesión social por parte de grupos
inmigrantes, pues se debaten entre identificarse entre el grupo
marginado y la posibilidad de ser aceptado entre los “estable-
cidos”. Una condición para ser admitido dentro de los “esta-
blecidos” es precisamente reproducir la discriminación contra
los marginados. En este sentido es que Elias y Scotson señalan
que “la mecánica de la estigmatización no se puede entender
fácilmente sin una mirada cercana al papel que desempeña la
imagen que una persona tiene de la posición de su grupo en
relación con los otros y, por lo tanto, de su propia posición

154 Andamios
La discriminación desapercibida

como miembro de ese grupo” (2016, p. 37). Así, con frecuencia


se ve que la discriminación puede presentarse de manera más
directa por parte de ciudadanos estadounidenses de origen
hispano contra inmigrantes latinos indocumentados, pues los
primeros buscan con frecuencia afirmar su pertenencia a lo “es-
tadounidense” a través de la discriminación de las poblaciones
indocumentadas. Una especie de prueba de lealtad y de acto
simbólico de pertenencia al “nosotros” estadounidense. De esto
toca hablar ahora.

La discriminación por parte del hispano

Alrededor de la mitad de los entrevistados dijeron no haber vivido


discriminación en Estados Unidos o desestimaron su importancia. Lo
arrojado por la entrevista concuerda con la encuesta citada de la OIM.
Sin embargo, cuando se mencionó la discriminación, la más de los ca-
sos, esta fue por parte de un latino, es decir, una persona que entendía
la lengua del retornado, que compartía su origen y que probablemente
conocía qué era ser un migrante o descendiente de migrantes.
Lorena González vivió en el condado de Brevard, Florida, junto con
su familia. Llegó en el 2003, y desde entonces su vida fue, en su mayor
parte, trabajo. Laboró en un hotel de una zona vacacional cercana, arre-
glando los cuartos, haciendo limpieza y poco a poco subió de posición.
Su interacción con los demás vecinos era mínima, así lo buscaba ella
misma –confesó– para evitarse problemas. Pero, además, resultaba evi-
dente, que no le quedaba mucho tiempo libre para la socialización. Su
casa y su trabajo eran los polos de su vida.
Un día, cuando se dirigía al hotel como cada mañana, fue detenida
junto con sus compañeras. De ahí empezó el proceso de deportación,
que ella señala, estuvo lleno de irregularidades. González recordó espe-
cialmente de aquel proceso el trato que recibió por parte de un oficial,
antes de su deportación:

incluso cuando yo estaba allá viajando para que me llevaran


al aeropuerto, uno de los…un puertorriqueño me gritó de que
aunque yo no haya firmado eso, la deportación, cargada me iban

Andamios 155
Hugo Fauzi Alfaro Andonie

a subir al avión. Yo le dije que eso no me importaba que si yo


sabía muy bien que estaban violando mis derechos pero no sabía
como hacer nada, una denuncia, pues, es algo que no se puede,
es algo que ya se está procesando ahí, y me retó, me acuerdo
que él se puso así y se empezó a reír, más bien le daba risa de
lo que yo le estaba diciendo, porque ahí nadamás te procesan y
se burlan de ti. (Entrevista con Lorena González, 19 de junio de
2019, entrevista Hugo Alfaro, Ciudad de Guatemala).

La entrevistada no dice que esperaba un mejor trato de aquel oficial


por el hecho de ser de origen hispano. Pero esta persona destacó en
los recuerdos de González, entre todos los demás, por la insistencia
del oficial de demostrar su autoridad y poder que tenía sobre ella, al
afirmar que lograría su deportación aun en contra de la voluntad de
la detenida. Quizá, entre los demás agentes migratorios había quienes
compartían la actitud prepotente, pero la entrevistada señaló al inicio
que aquel era un puertorriqueño, es decir, latino al igual que ella, y
fueron estos elementos que lo destacó entre los demás.
Al caso anterior se suma la experiencia de Carlos Martínez que
contó que fue detenido por un oficial de migración, también de origen
hispano. A diferencia de González, el entrevistado sí esperaba del oficial
cierta empatía y apoyo por compartir el mismo origen. Bajo frustración
y enojo, Martínez empezó a cuestionar al oficial de migración qué es
lo que haría sino fuera él, sino un familiar, quien se encontrara en su
lugar, y él le contestó:

—Si es mi papá, mi mamá quien sea. Mis papás fueron emigran-


tes, yo nací aquí. Ellos vinieron ilegalmente de México, pero si
yo los agarro, yo los mando para México. Sí, aunque hayan sido
mis papás. Yo soy ciudadano y si tú no tienes papeles yo te voy
a deportar. (Entrevista con Carlos Martínez 18 de julio de 2019,
entrevista Hugo Alfaro, Ciudad de Guatemala)

Desde la creación de la patrulla fronteriza de Estados Unidos en 1924


los oficiales que la integraban eran símbolo también del país que se
deseaba tener: blancos, anglosajones y protestantes (Cortez, 2017, pp.

156 Andamios
La discriminación desapercibida

69-70). Pero hacia los años setenta una transformación ocurrió entre
sus filas, a ésta empezaron a ingresar más y más personas que compar-
tían el perfil étnico de los individuos que se tenía la labor de detener,
expulsar, evitar su entrada al país. Los latinos, al sumarse a las fuerzas
de inmigración, fueron persecutores y perseguidos.
Actualmente, tanto la patrulla fronteriza como el U.S. Immigration
and Customs Enforcement (ICE), creado en el 2003, tienen una so-
brerrepresentación de trabajadores latinos entre sus filas. ¿Será que la
identidad como latinos no juega un papel importante en la vida de
quienes se unen a las fuerzas de migración? ¿La identidad de esta-
dounidense, ser oficial de migración, y las normas que deben seguir
anula la identidad latina? David Cortez (2017), a través de un trabajo
etnográfico que se enfoca en los oficiales hispanos que trabajan en el
ICE —el departamento encargado de la deportación al interior del
país— apunta a una explicación distinta.
El investigador señala dos aspectos que llevaron a hispanos a in-
tegrarse a las filas de los oficiales de inmigración. Primero, estaba la
necesidad de la patrulla fronteriza de tener a personas hispanas para
poder desempeñar sus labores, por los conocimientos culturales y
lingüísticos que poseían. Las patrullas fronterizas necesitaban de tra-
bajadores de origen latino, personas que conocieran la frontera, que
hablaran español y que pudieran pasearse por entre las comunidades
hispanas y pasar desapercibidos (Cortez, 2017, p. 88). El segundo as-
pecto se centra en las razones de los oficiales de origen hispano para
aceptar un trabajo en el ICE. Cortez indica que fue un elemento simple:
la población hispana, en promedio, vive en condiciones de adversidad
económica, y ser agentes del ICE ofrece un empleo estable, con buenas
prestaciones y con buenos ingresos. Aceptar un puesto gubernamental
implica tener una estabilidad económica y social que no siempre es
posible (2017, pp. 95-98).
Entre los entrevistados por Cortez, un 75% señaló que se unieron al
ICE por razones económicas laborales, y no por una convicción chovi-
nista de combatir a la inmigración ilegal, ni algún motivo nacionalista
de defensa contra “el invasor”. El autor señaló que sus entrevistados
dijeron haberse reconocido como latinos, elemento que forma parte
de su identidad, sin embargo, nos recuerda Cortez, que las identida-

Andamios 157
Hugo Fauzi Alfaro Andonie

des son fluidas, múltiples, situacionales y también, muchas veces,


contradictorias. El 67% de sus entrevistados también afirmó conocer
la experiencia migratoria —ya sea en carne propia, ya a través de la
narración de sus padres— y, por lo tanto, descarta la falta de empatía y
la ignorancia de la situación que impulsa a los migrantes a salir de su
país. Más aún, más de la mitad (56%) también señaló estar a favor de
políticas migratorias menos restrictivas frente a un 44% que desean su
endurecimiento (Cortez, 2017, pp. 105-106, 121).
Sin embargo, si es principalmente el interés económico el que mue-
ve a los hispanos a incorporarse a las filas del ICE y como oficiales de
inmigración. ¿Por qué el ensañamiento que mostraron los oficiales en
los dos testimonios anteriores? ¿Son estos casos las excepciones? ¿O
será que, durante las labores, los oficiales de origen latino adoptan una
actitud más dura acorde a lo que creen se espera de ellos? ¿Por qué en
el testimonio de Carlos Martínez el oficial busca hacer evidente que,
sin importar la circunstancia, nunca dejaría de cumplir con su trabajo,
aunque este se dirigiera contra su padre y madre? ¿Por qué, si sólo es el
interés económico, el puertorriqueño sobre el que cuenta Lorena López
le insiste que, sin importar cómo, será deportada?
El solo interés económico, el deseo de la estabilidad, la universal
búsqueda del bienestar y la seguridad no explican tampoco los casos en
que agentes de inmigración han hecho uso de fuerza innecesaria, inclu-
so letal, contra inmigrantes hispanos.4 Tal vez estos casos de violencia
son las excepciones según lo que cabe esperar por los resultados de la
investigación de David Cortez. Pero también es cierto que estos sucesos
son los que atraen la atención, los que tienen el potencial de volverse
mediáticos, los que con mayor facilidad se establecen en nuestra memo-
ria, los eventos en que un estadounidense hispano violenta y denigra al
migrante que, bajo el imaginario social estadounidense, tanto el oficial
como la víctima son parte del mismo grupo: el de latinos.

4  Uno de los casos más sonados del uso de la fuerza letal por parte de la patrulla fron-
teriza fue el asesinato de Sergio Adrián Hernández Güerca, quien recibió un disparo
por parte de un agente fronterizo estadounidense, Jesús Mesa Jr., a pesar de hallarse
en el lado mexicano de la frontera (Lagner, 2020; Villalpando, 2017). Ver también
(Macaraeg, 2018).

158 Andamios
La discriminación desapercibida

Los estigmas que el agente de migración hispano dirige contra el


migrante, podrían ser los mismos que otros miembros de la sociedad
dirigen o dirigieron contra él, prejuicios que estigmatizaron a sus pa-
dres o abuelos cuando, tiempo atrás, ellos llegaron como migrantes al
país. Tal vez ser oficial de migración es —al menos para una minoría—
una forma de crearse o reafirmar la identidad de americano, a sí mismos
y frente a la sociedad, a pesar de ser inmigrante o hijo de inmigrantes.
Esa identidad se afirma frente a los otros hispanos, y especialmente
frente al indocumentado, un actuar que la víctima esperaría tal vez de
un gabacho —con los rasgos estereotípicos de blanco, güero, de ojo
azul— pero no de alguien que se le asemeja y comparte su historia. Los
lazos que unían entre sí a las viejas comunidades latinas que llegaron
a Estados Unidos, y que los protegían como grupo, son borradas con
el afán de afirmar la pertenencia a otra comunidad: la del estadouni-
dense americano. La identidad de la persona permanece en un limbo,
no renuncia a la identificación con el latino, según indica Cortez, pero
su identificación con el grupo americano, el ser ciudadano, justifica su
actuar en contra de la población migrante. Cohesión, identidad y poder
social se despliegan en esos momentos.
Cuando los entrevistados dijeron haber sido discriminados, no fue
frente al gabacho o gringo sino por los mismos miembros de la comuni-
dad a la que ellos pertenecían. Así, a la pregunta si cree que hay racismo
o discriminación en Estados Unidos, Ángela López contestó: “No to-
dos, yo creo que discriminan más los propios latinos que un americano,
porque sí conocí muchas personas latinas, por ejemplo, [que] sólo por
el hecho de que ya eran residentes ya te hacían menos” (entrevista con
Ángela López, 28 de junio de 2019, Ciudad de Guatemala). A partir de
esta mirada, pareciera que entre los hispanos se buscan las diferencias
para remarcarlas y distinguirse de los otros. El tiempo de residencia,
la posesión de ciudadanía, el lugar de nacimiento, son elementos que
son utilizados para crear jerarquías, incluso dentro de un mismo grupo
subalterno, y que fácilmente conduce a la discriminación.
Manuel Fernández, que llegó a mediados de los ochenta a Los Án-
geles, California, a la edad de 20 años, coincidió también en ese punto:
son la gente de origen latino los que muestran más discriminación
hacia los mismos hispanos.

Andamios 159
Hugo Fauzi Alfaro Andonie

El racismo lo viví, sí, con propias personas latinas, con latinos,


no con gabachos. Porque había propios latinos también que eran
ciudadanos y sí te decían algo, como burlándose y haciéndote
sentirte menos y eran latinos, latinos, eran latinos. Yo lo viví
también eso viéndolo y oyéndolo. Entonces me daba cuenta. Y
lo viví también con los oficiales, tanto de la prisión, como de
migración eran latinos y también eran racistas. ¿Me entendés?
Entonces cuando me dicen que los gabachos…Sí vi, pero en la
televisión, eran racistas con unos que estaban en otros estados,
no en el estado de California, porque ahí no había racismo, yo
pues, mi forma de ver (entrevista con Manuel Fernández, 20 de
junio de 2019, Ciudad de Guatemala).

El racismo se hacía presente en la vida de Fernández, pero como una


realidad distante, algo que pasaba en otros estados, alejada de su vida
cotidiana, un racismo que se hacía explícito en las figuras televisivas
que repetían los supuestos peligros de la inmigración para el país (Ve-
lasco, 2007). En el día a día, el racismo o discriminación desaparecían,
o provenía confusamente por parte de los mismos hispanos. ¿Cuáles
son los aspectos que hace de la discriminación y el racismo algo menos
evidente a pesar de las profundas desigualdades que genera?

El bienestar que opaca la discriminación

Los medios de comunicación presentan reflejos del racismo y la discri-


minación de una sociedad, pero éstos se expresan bajo formas eviden-
tes, en imágenes y comentarios denigrantes, a través del despliegue de
prejuicios y en caracterizaciones burlescas y exageradas. Sin embargo,
la televisión y las redes sociales no son una traducción directa de la
experiencia cotidiana de las personas, en sus vidas la discriminación
está presente, pero no siempre bajo las formas claras y definidas que
suelen presentar los medios televisivos.
El bienestar socioeconómico que adquieren los migrantes —al me-
nos en relación con el que contaban en sus países de origen— matiza
las desigualdades a las que se enfrentan en la sociedad estadounidense.

160 Andamios
La discriminación desapercibida

Las experiencias de la mayoría de los entrevistados parecen indicar


que la luz de las oportunidades opaca los aspectos negativos que las
acompaña. Es posible que este efecto sea aún mayor al provenir de la
memoria de retornados, que desterrados por la fuerza de aquella vida
pueden sentir un anhelo o nostalgia por el pasado.5 En este apartado
presento algunos aspectos positivos de la vida en Estados Unidos, vi-
vencias que difícilmente hubieran sido posibles en Guatemala y que,
de una forma u otra, pueden opacar los aspectos menos positivos de la
vida en el país norteamericano.
La posición económica de los hispanos en Estados Unidos los coloca
como uno de los grupos entre los estratos más bajos, pero en un nivel
considerablemente más alto si se compara con los estándares de Guate-
mala. Para comprender la mirada de los retornados hay que poner las
realidades divergentes de ambos países —económica, política y social—
una frente a la otra: la de Guatemala frente a la de Estados Unidos.
¿Y si se tiene un salario en Estados Unidos que está en los puestos
más bajos de las estadísticas nacionales? Incluso así, es mejor que no
tener trabajo en Guatemala. Si los años escolares que en su barrio ame-
ricano alcanzan los jóvenes es mucho menor que el promedio en el país
norteamericano, incluso así en Estados Unidos no se exige un diploma
para poder acceder al más simple de los empleos;6 y qué si se vive lejos
de los extremos del glamour que alcanzan algunos en la sociedad ameri-
cana, por lo menos es mucho más que el hambre que ronda a miles en
Guatemala. ¿Qué es la discriminación vivida en un país ajeno cuando
incluso en una condición de relativa marginalidad se tiene acceso a
más derechos y a una vida más digna que en el país de origen? Son
estas experiencias las que permiten comprender la diferencia entre la
percepción y la realidad para aquellos que llegaron a Estados Unidos
desde Guatemala.7

5  En este trabajo sólo se trabajó con población retornada en Guatemala por lo cual no
es posible contrastar con las visiones de inmigrantes en Estados Unidos.
6  En las entrevistas, al hablar sobre su situación actual, los retornados señalaban la

dificultad de hallar empleo debido a su edad y al no poseer el papeleo que se exige,


incluido los diplomas escolares, que son demandados hasta para el más simple de los
empleos.
7  En este sentido, ¿será que los guatemaltecos nacidos en Estados Unidos percibirán

Andamios 161
Hugo Fauzi Alfaro Andonie

Manuel Fernández dio una imagen de lo dicho, cuando recordó


aquel día en que en su mente se superpusieron su vida en California y
su vida pasada en Guatemala. Vale la pena la cita en extenso.

Entonces cuando, yo ya trabajaba […] para una compañía que


se llamaba Candy Vending Machine, se trataba de yo andar mane-
jando un camión todos los días. Y en ese camión llevaba yo todo
producto de comestible, desde el dulce hasta la comida de meter-
la en un microwave. Entonces yo llevaba sodas, aguas, Gatorade,
Redbulls, tenía chicles, dulces, cheese de toda marca, chocolates,
helados, o sea icecream, nieve como le llaman, y comida congela-
da. [...] ¿Hambre? Cuando yo entré a esa compañía me dijeron:
–Todo lo que está en el camión es tuyo, podés comer de lo que
querrás, no te preocupés.
¡Todo! Mirá, yo tenía agua, soda ¡todo! Yo no me moría de
hambre […] La cosa es que, te digo mirá pues, al trabajar
yo en Candy Vending Machine, hubo un recuerdo, mi me-
moria de aquí de Guatemala, y esa vez lloré, yo solito en ese
camión lloré. Porque la memoria que vino fue muy fuerte.
Yo estaba un día llenando mi troka para el siguiente día.
[…] Entonces, cuando me senté por un momento, para sabo-
rear un chocolate, fue cuando mi memoria me vino, a la colonia
Kennedy, zona 18, cuando yo era un patojito de siete, ocho años,
y me empecé a recordar que yo una vez quise un chocolate, y
en una tienda estaba el chocolate pero yo no tenía dinero para
comprar, de eso empezó mi memoria a recordar más.
–Uta, aquel helado que no me pude comer…Aquel dulce que no
pude comprar…Aquel pedazo de pastel que no pude comprar…
Y me salieron las lágrimas, no por recordar eso, me salieron las
lágrimas porque miré mi camión y miré todo lo que tenía y me

una mayor discriminación contra ellos en contraste con aquellos que llegaron de Gua-
temala? Aquellos que nacieron en la sociedad estadounidense y que no conocieron
las dificultades de la pobreza en Centroamérica, tal vez les haga percibir con mayor
facilidad la discriminación o la desigualdad que opera contra ellos. Es la cuestión de la
pobreza relativa que no es posible probar en esta investigación, pero es una pregunta
que queda abierta.

162 Andamios
La discriminación desapercibida

acordé de un dicho que a veces la gente lo dice: “Dios tarda,


pero nunca olvida.” Y entonces yo me acordé que en ese entonces
nunca tuve para comprar todo eso, y ahora a mi edad yo tenía
todo en el camión (entrevista con Manuel Fernández, 29 de ju-
nio de 2019, Ciudad de Guatemala).

Por un lado, un presente de abundancia, y por el otro el recuerdo de


una infancia de escasez. No es que se viviera en la riqueza, en absoluto
era el caso, pero se tenía al alcance de la mano lo que, cuando de niño,
sólo se podía anhelar desde la vitrina.8 Aquel era un momento signifi-
cativo, aun si los dulces y bebidas no son un capital, estos momentos
operan a favor de una imagen positiva de Estados Unidos. En este juego
de contrastes la discriminación generalizada en el país no es el foco de
la experiencia, lo son en cambio las visiones del antes y el después.
Incluso en las aparentes desfortunas, Manuel Fernández encontró
provecho de ellas. El entrevistado pasó casi cinco años en prisión antes
de regresar a Guatemala. En un entrecruzamiento de eventos durante su
tiempo de encierro, aunado al azar, los médicos le detectaron un tumor
que había crecido en su oído y que amenazaba —si no era operado—
con deformarle completamente la cara. Por esta razón fue trasladado a
una determinada prisión para que de ahí hiciera sus viajes semanales
al médico especialista en un trayecto de horas hasta San Diego. Así,
después de cuantiosas idas y venidas, Manuel Fernández fue operado
con éxito. Tras la recuperación y las visitas de revisión, en la que sería
una de sus últimas idas al médico, Fernández tuvo una conversación
con el doctor:

Y me dijo ya en la última sesión:


–Te voy a dar un aparato, y ése te va a ayudar a oír todo, especial.
Antes de irme yo le dije:
–Le quiero hacer una pregunta doctor. ¿Cuánto cuesta esta ope-
ración que me acaba de hacer?
¡Y se rio!
–¿De veras quieres saber?

8  Para ver una experiencia similar ver (Bar, 2008, p. 39).

Andamios 163
Hugo Fauzi Alfaro Andonie

–Sí.
–Bueno, te voy a decir y luego te voy a decir otra cosa. Esta ope-
ración, fuera, si tú hubieras ido y la pagas, te hubiera costado 95
mil dólares.
–¡Uta madre! ¿De veras doctor?
–En serio, Manuel. Eso es lo que cuesta. Ahora te voy a decir yo
lo que te quería decir.
–¿Qué?
–Te felicito.
–¿Por qué?
–Aprovechaste estar en la prisión, te hiciste esto, 95 mil dólares.
¿Crees tú que los hubieras pagado?
–No.
–Te felicito. Y ahora falta que te dé tu aparatito, todo esto es gratis.
Me voy pues yo contento (entrevista con Manuel Fernández, 29
de junio de 2019, Ciudad de Guatemala).

Dentro del grupo de los países desarrollados Estados Unidos tiene uno
de los peores sistemas sanitarios. Sin embargo, a los ojos de los retorna-
dos —según mostró en su investigación Claudia Barrientos (2018)— la
atención médica, sistema de salud, hospitales les parece a los retorna-
dos, tal vez en contraste con su experiencia en Guatemala, uno de los
mejores del mundo.
El azar es un factor que es difícil dimensionar. El devenir de una
vida, ¿qué tanto se debe al azar y qué tanto a las propias decisiones?
Quizá sólo fue la fortuna de Fernández que su paso por la prisión y la
detección del tumor coincidieran; quizá de haber empezado a sentir las
consecuencias del tumor creciente fuera de prisión, el alto costo de la
operación hubiera desvelado para él las carencias del sistema sanitario
estadounidense. Tal vez entonces otra hubiera sido su mirada, pero no
fue esto lo que sucedió. Fortuna o diosidad9 la experiencia influye sobre
la visión que el entrevistado tiene sobre Estados Unidos y el valor que
le da a lo que vivió allá.

9  Para usar el término que usó Manuel Fernández: “yo como te digo pongo esto como
diosidad, no casualidad, para mí es Dios el que trabaja cuando uno quiere hacer las
cosas”.

164 Andamios
La discriminación desapercibida

Una de las experiencias más claras al respecto fue la de Carlos Martí-


nez, quien se describió a sí mismo como un profesional en la hojalatería
y pintura automovilística. Desde inicios de los años noventa, cuando
llegó a Estados Unidos, vivió y laboró en Houston, Texas. Martínez
contó sobre un patrón que tuvo, y el sobrino de éste, cuando laboró con
ellos y que fue, en su opinión, el mejor empleo que ha tenido. Su jefe
venía de Virginia “un estado racista” —señaló el entrevistado— sobre el
brazo tenía tatuada la bandera confederada y “toda persona que trae esa
bandera son racistas”.10 Ambos —el patrón y su sobrino— se referían
con frecuencia a sus empleados —todos de origen hispano— con los
motes despectivos de nigger y wetback. El racismo, a través del lenguaje,
era evidente, pero esto sólo podía ser de broma —contó Martínez—
porque de haber sido sinceros sus insultos todos los trabajadores “nos
hubiéramos ido”.
Más aún, mientras aquel patrón parecía insultarlos con sus palabras,
sus actos parecían mostrar consideración a sus trabajadores porque en
el pago los honraba y pagaba justamente, “porque el pago era excelente
[…] había semanas que yo ganaban 1500, 1600 dólares. Es uno de los
mejores que he tenido.” ¿Cómo podía haber racismo —pensó quizá
Martínez— si los beneficiaba con tan buenos sueldos?11 Cuando pre-
gunté al entrevistado sobre el racismo y la discriminación en Estados
Unidos inmediatamente volvió a la experiencia que había tenido con
aquél patrón: “Nos decía cosas así como, así como tipo racista pero no
lo decía en serio porque si lo decía en serio pues íbamos a renunciar
los trabajadores.” (Entrevista con Carlos Martínez, 18 de julio de 2019,
Ciudad de Guatemala).
Su patrón —continuó Carlos Martínez— no sólo mostraba su odio
o desprecio contra los hispanos, también lo hacía contra los afroame-
ricanos, “los morenos”. ¿Cuál era la razón —pregunté a Martínez— de
ese declarado odio contra los negros y su actitud abiertamente racista? Y

10  La Confederación fue el bando separatista de los estados del sur durante la Guerra
Civil en los Estados Unidos (1861-1865) y que buscaba mantener la esclavitud. La
bandera confederada se asocia actualmente con el supremacismo blanco.
11  También comentó Carlos Martínez* “[El patrón era] una persona tan, tan derecha

o sea realmente, pero sí a veces nos decía, así como una palabra que nos decía nigger,
nigger esa palabra se le acostumbra decirle a los negros

Andamios 165
Hugo Fauzi Alfaro Andonie

respondió: “Eso lo traen en la sangre, es un resentimiento que traen, es


como un rencor que traen” (Entrevista con Carlos Martínez, 18 de julio
de 2019, Ciudad de Guatemala). La situación del racismo en Estados
Unidos se percibe como algo propio de aquel país, y más aún de quie-
nes provienen de Virginia, un modo propio de los estadounidenses. La
discriminación expresada en el lenguaje no se manifiesta, sin embargo,
en el ámbito laboral. Sus ingresos nunca fueron tan altos. El racismo, y
sus manifestaciones parecieran que son algo que se tiene que aceptar de
la vida americana cuando se decide vivir en aquel país. Pero en cambio,
parece señalar el entrevistado, hay oportunidades de una mejor vida.
No hay que limitar las percepciones a la mejora económica y a los
servicios de seguridad social, hay otros ámbitos en que los migrantes
pueden sentir una mejora en su vida y que puede matizar la expe-
riencia de la discriminación. Lorena González compartió el caso de
una compañera de trabajo, en el hotel en Florida en que laboraba, que
sufría violencia por parte de su marido. Aunque la vivencia no fue en
carne propia la entrevistada fue testigo y acompañante de lo que vivió
su amiga, también ella de origen guatemalteco.

El esposo llegaba borracho a pegarle, le quitaba su bill de trabajo,


su cheque…todo se lo quitaba, la amenazaba. Dora se llama ella,
y yo le decía:
—Ay, Dora, cómo aguanta usted eso.
Ella llegó de aquí de Guatemala y sufría mucho, miraba yo que
sufría mucho. [Su marido] enrollaba su mano en su pelo y le
pegaba. [Dora] llegaba morada y le decía yo:
—¿Dora, cómo aguanta eso?
Y me decía:
—Es que yo por mis hijos.
—Es que no, por los hijos no puede aguantar eso. Si usted traba-
ja. ¿Acaso aquel le está dando de comer?
—No, es cierto. […]
Al fin perdió el miedo y se fue a vivir a otro estado con su her-
mana, decidió dejarlo y perdió el miedo porque sus hijos estaban
aquí, en Guatemala […] Y al fin decidió dejarlo, se fue a otro es-
tado, ahora tiene sus hijos allá, los mandó a traer (Entrevista con

166 Andamios
La discriminación desapercibida

Lorena González, 19 de junio de 2019, entrevista Hugo Alfaro,


Ciudad de Guatemala).

González cuenta que el miedo paralizaba a su compañera, y aquella


inmovilidad se rompió finalmente cuando Dora asumió que ella no
tenía por qué soportar aquellos abusos, que tenía la capacidad de
cambiarlo. Mudarse era factible, ¿finalmente no había migrado ya a
otro país totalmente distinto? Otro viaje sería sólo un paso más. La
resignación con la que soportaba su situación podía ser rota con el
poder que le confería su trabajo, la independencia económica que ya
poseía. Así, sólo faltaba la decisión que finalmente fue posible con el
apoyo emocional de una compañera.
Esta experiencia muestra que frente a la violencia de género —pre-
sente tanto en Estados Unidos como en Guatemala— se percibe que
hay mayores posibilidades para escapar de ésta en el país norteamerica-
no. En gran medida la oportunidad se debe a la condición laboral que
tiene la mujer y con ello su independencia económica, una seguridad
que la mujer obtiene por sí misma y para sus hijos. Así, gracias a una
cultura más liberal, a mayores posibilidades de movilización, a un siste-
ma de justicia relativamente más eficaz, y a una mejor e independiente
situación económica la mujer tiene mayores posibilidades de acceder al
derecho a una vida sin violencia familiar y de género.
En cambio, en Guatemala, pero también en muchos de los países
que expulsan migrantes a Estados Unidos, como lo hace México, las
mujeres se encuentran más limitadas en sus oportunidades de actuar
frente a la violencia de género: con menos posibilidades de trabajo,
con una justicia ineficaz y cómplice y bajo una fuerte cultura machista
que las delega a papeles secundarios y servirles. La violencia de gé-
nero es, junto a la violencia generalizada, uno de los instigadores de
la migración en Centroamérica, una violencia que viven en sus países
de origen, en el tránsito por México y, también, en Estados Unidos
(Varela-Huerta, 2017, pp. 7-9).
Las oportunidades socioeconómicas que hallan en el destino abren
caminos para escapar de la violencia de género. Así, las barreras de la
discriminación estructural que actúa en contra de los inmigrantes his-
panos pierden importancia en la percepción de quienes han encontrado

Andamios 167
Hugo Fauzi Alfaro Andonie

más oportunidades tanto económicas como sociales. Estas experiencias


no deben ensombrecer los casos de racismo y discriminación que
efectivamente viven muchos migrantes de manera directa en Estados
Unidos, pero ayuda a comprender por qué, un alto porcentaje de los
retornados guatemaltecos señalan, desde su propia percepción, que no
vivieron discriminación alguna.

Conclusiones

En nuestra sociedad la discriminación se invisibiliza al cubrirlo todo,


inmersos en ella es difícil notar su existencia, se ha vuelto un elemento
presente en todo momento que es difícil pensar una realidad distinta
sin su presencia. ¿Por qué entonces buscar en las miradas y vidas de las
personas aquello de lo que —al parecer— es difícil darse cuenta?
La existencia de la discriminación es patente en las desigualdades
entre poblaciones, las cuales se han demostrado a través del uso de
la estadística, herramienta que aprehende lo que el ojo humano, en
su limitada mirada como individuo, no puede ver. Lo que aquí me
interesó señalar es precisamente esa visión parcial. Es a partir de sus
percepciones como las personas evalúan su vida, sus experiencias y a
partir de las cuales actúan, no a través del ojo artificial de la estadística.
Resulta relevante que los entrevistados hayan señalado que cuando
fueron testigos del racismo o lo experimentaron, éste no provino del
gabacho, sino en su mayoría de otros hispanos. Así, dentro de un mismo
grupo subalterno se busca crear diferencias a través del estatus de resi-
dencia, ciudadanía, tiempo, lugar de nacimiento para distinguirse de los
otros. Estos aspectos hacen eco de la investigación que, décadas atrás,
realizaron Elias y Scotson en una comunidad en la cual sus habitantes
compartían las mismas características de clase, nacionalidad y raza. En
aquel espacio se crearon diferencias secundarias que se emplearon para
justificar la marginación de un grupo. En el caso de los migrantes his-
panos en Estados Unidos, si el desdén y la marginación más evidente,
según señalaron los entrevistados, proviene de parte de aquellos a quie-
nes se les considera como parte del mismo grupo étnico ¿esto influye en
que otras formas de discriminación sean menos percibidas?

168 Andamios
La discriminación desapercibida

La mejora del bienestar socioeconómico durante la estadía en Es-


tados Unidos —en relación con la situación en Guatemala— también
juega un importante papel. La superposición del recuerdo del antes y
después abona a que los aspectos negativos de la vida en el lugar de
destino se maticen gracias a los aspectos que mejoraron, desde la esta-
bilidad económica a la seguridad social y el bienestar en general. Las
barreras de la discriminación se empequeñecen a los ojos de quienes
ven y experimentan también más oportunidades. El imaginario social
que los estigmatiza tiene menos peso que el de las posibilidades que se
abren y les permiten experimentar una mejora socioeconómica.
Haría falta estudiar la percepción del racismo por parte los mi-
grantes guatemaltecos que aún permanecen en Estados Unidos, así
como también la de los estadounidenses de origen guatemalteco. ¿Su
percepción variará con respecto a la de los retornados? Y si así sucede,
¿a qué se deberán esos cambios? No basta afirmar la existencia de la
discriminación e investigar las causas y consecuencias concretas, es
necesario también comprender cómo ésta es percibida –o no– por las
personas contra la cual va dirigida.

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170 Andamios
La discriminación desapercibida

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Fecha de recepción: 14 de agosto de 2020


Fecha de aceptación: 10 de diciembre de 2020

Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 147-171 Andamios 171
Imaginación y memorias de lo translocal de niñas y
niños migrantes centroamericanos en tránsito por
México
Dulce Rocio Reyes Gutiérrez*

Resumen. En este artículo se analiza cómo las niñas y niños mi-


grantes centroamericanos construyen lo translocal en su realidad,
haciendo uso de la imaginación y la memoria, en un contexto
transnacional y contingente como el que experimentan en su
proceso de movilidad. Se delinea un argumento que privilegia la
voz de las infancias, sus memorias y proyecciones, y examina los
medios comunicativos, las redes sociales y familiares, a través
de las cuales se va configurando su imaginación. Finalmente,
se realiza una aproximación analítica que ve a esas construccio-
nes subjetivas-objetivas como una forma de resistencia ante las
condiciones de vulnerabilidad y violencia que enfrentan en el
tránsito.

Palabras clave. Imaginación, memorias, translocal, agencia,


niñas y niños migrantes.

Imagination and memories of the translocal of


Central American migrant girls and boys in transit
through Mexico

Abstract. This paper analyzes how Central American migrant


girls and boys construct the translocal in their reality, making
use of imagination and memory, in a transnational and contin-
gent context such as the one they experience in their mobility

*Doctorante en Ciencias Sociales en la Universidad Autónoma del Estado de México.


Correo electrónico: cay_123@hotmail.com

Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 173-194 Andamios 173
Dulce Rocio Reyes Gutiérrez

process. An argument is outlined that privileges the voice of


childhoods, their memories and projections, and examines the
communication media, social and family networks, through
which their imaginations are configured. Finally, an analytical
approach is made that sees these subjective-objective construc-
tions as a form of resistance to the conditions of vulnerability
and violence they face in transit.

Key words. Imagination, memories, translocal, agency, migrant


girls and boys.

Introducción

El mundo actual, supone interacciones de un nuevo orden e intensidad


(Appadurai, 2001), pues las divisiones geográficas, ecológicas, cultu-
rales y de interacciones, han cambiado. Ya no solo son las guerras a
gran escala ni las religiones, las que permiten el intercambio cultural,
se ha incluido el dinero, el comercio y las migraciones como formas
modernas de nexos, no sólo entre naciones, sino entre culturas.
La imaginación en la construcción de la vida social ha cobrado re-
novada relevancia en momentos en que las imágenes y su difusión, a
través de diversos medios de comunicación, influyen en los procesos
culturales globales. La imaginación como práctica social es un eje cen-
tral en el nuevo orden global y en las prácticas transformadoras.
Los procesos migratorios, que son complejos y cambiantes, se han
convertido en activos espacios trasnacionales (Appadurai, 2001). En la
actualidad, ya no se puede presumir de hacer acercamientos sociales y
antropológicos puros de lo local o de lo global, pues las perspectivas
individuales y colectivas de la vida cotidiana han ampliado su escala
y dimensiones a lo transnacional y desterritorializado. Con esto no se
pretende afirmar que no exista lo local, sino que ya no está solo, sino
en constante intercambio con lo global y se transforman mutuamente.
La vida imaginada está relacionada a diversos realismos que van
más allá de lo local o de lo cotidiano, que pasan por construcciones

174 Andamios
Imaginación y memorias de lo translocal

mentales y sociales varias, a través de las cuales se van construyendo las


percepciones, acciones, relaciones, deseos, motivaciones y memorias.
En ese sentido, este artículo realiza una aproximación sociocultural
a la imaginación y las memorias como constructoras de la realidad de
lo translocal de niñas y niños migrantes centroamericanos en tránsito, es
decir, sobre la conexión que hay entre sus experiencias y espacios en lo
local y sus construcciones subjetivas sobre lo global.
La propuesta teórica de la antropología culturalista de Arjun Appa-
durai, que pasa por la imaginación, la representación, lo simbólico y la
construcción de lo real, guiará este texto. Esto nos permitirá ampliar la
comprensión de la construcción de lo local y lo global entre los grupos
sociales que están en contacto con diversas informaciones que hacen
referencia a otras latitudes del mundo, así como a otras culturas.
La pregunta que dirige estas líneas es: ¿Cuáles son las ideas de lo
translocal, que niñas y niños migrantes centroamericanos en tránsito,
construyen a través de su imaginación y sus memorias? Para poder
contestar a ella, se delinea un argumento que, con base en entrevistas
realizadas a niñas y niños1 migrantes centroamericanos que transitan
por México y con diversos encuentros con ellos, ellas y sus familias,
apoyan la comprensión de cómo su imaginación permite conformar
esas construcciones subjetivas-objetivas y cómo ese proceso puede ser
una forma de resistencia ante las condiciones de vulnerabilidad a las
que se enfrentan.
Dichas entrevistas se realizaron entre enero y febrero de 2020, en la
ciudad de Tapachula, Chiapas, en el Centro de Atención a Niñas, Niños
y Jóvenes Migrantes del DIF estatal, también llamado “Centro de día”,
como parte de la investigación doctoral denominada “Subjetividades
de la violencia de niñas y niños migrantes de la región centroameri-
cana en tránsito por México”. Fueron 9 entrevistas semiestructuradas
a niños y niñas menores de 18 años solicitantes de refugio en México,
provenientes de Honduras, El Salvador y Nicaragua, con el objetivo de
lograr una aproximación a sus vivencias, tanto de su lugar de origen
como del tránsito.

1  En
este artículo se consideran niños y niñas, desde el nacimiento hasta los 18 años,
como lo establece la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño.

Andamios 175
Dulce Rocio Reyes Gutiérrez

Dichos encuentros se realizaron en varios días con cada uno de los


entrevistados por las dificultades metodológicas, pues se buscó hacer
un acercamiento preciso a sus experiencias con una entrevista a pro-
fundidad, por ello, la guía era extensa y los niños y niñas se cansaban
de contestar las preguntas, o bien, tenían actividades por realizar en el
centro de atención, como jugar, estudiar, comer o compartir. Dichas
entrevistas se grabaron en audio y se transcribieron para trabajarlas
analíticamente. Los nombres han sido cambiados para resguardar la
identidad y seguridad de las y los informantes.
Se solicitó autorización tanto del DIF estatal, como de los padres
acompañantes, quienes firmaron un consentimiento informado
que contenía la explicación básica de la investigación, y con el cual,
autorizaron el uso de la información obtenida en las entrevistas. En
dicho documento también se incluye la rúbrica del niño o niña, quien
autoriza la entrevista, pues es él o ella quien brinda la información, y
aunque su firma no tiene validez para efectos legales, sí tiene un amplio
significado simbólico y de investigación social.

Imaginación y memoria en la construcción de lo translocal

En 2019 tuve la oportunidad de beber un jugo frío con la poetisa Chary


Gumeta en su cálida tierra, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, como parte de
mi proceso de investigación sobre infancias migrantes en tránsito por
México. Me contó varias historias de menores de edad: dificultades en
el cruce por el Río Suchiate, la vulnerabilidad de ellos y ellas al viajar
solos y toparse con adultos explotadores, hasta algunas vivencias en La
Bestia, en albergues y parques. Una de las historias que recuerdo muy
bien y que forman parte de su libro de poesía Despatriados (2018),
permite ejemplificar cómo las personas en movilidad van construyendo
sus presentes y futuros a partir de lo que imaginan.

Llevo tu nombre tatuado en el brazo


del que me sostengo en esta travesía.

Atrás quedaron aquellos días


en que juntos decidíamos la vida.

176 Andamios
Imaginación y memorias de lo translocal

Comíamos comida americana


en McDonald´s
Burger King
y Kentuchy Fried Chicken
para acostumbrarnos
en ese futuro que vislumbrábamos juntos.

Pasamos horas imaginando


qué compraríamos con los primeros dólares;
todo se quedó atrás,
la ropa de segunda mano que compré
en la “paca”
pensando que ya no la necesitaré
porque allá todo será nuevo,
hasta mis pensamientos.

… Elegí viajar sin vos


y sin tu cariño
porque vos sos lo bueno.

Sólo me acompaña la muerte.

Es la historia de una pareja centroamericana joven que planeó e imagi-


nó su vida en Estados Unidos. Lo que hacían en su país de origen iba
construyendo su realidad. Sus actos, provenientes de deseos e ilusiones,
los acercaban a la vida que buscaban tener en el futuro. Su idea de lo
transnacional, fue conformando también su vida en lo local. Al final, la
travesía ya no la comenzaron juntos, pues él, al escuchar en los medios
de comunicación tradicionales, las redes sociales y por comentarios de
conocidos, sobre los riesgos que viven las mujeres al cruzar México,
imaginó un escenario terrible para ella y decidió viajar solo. Fue una
decisión que tomó por lo que pudo suponer que sucedería en el camino,
y a la vez, construyó su realidad. Viajó solo, ella se quedó en su país de
origen y desde entonces su amor se dividió y quedó en sus memorias.
El trabajo de la imaginación es un elemento constitutivo de la subje-
tividad moderna, que se encuentra en disputa y negociación simbólica

Andamios 177
Dulce Rocio Reyes Gutiérrez

constante y a partir de la cual los individuos van agregando lo global a


sus prácticas de lo moderno. Con los cambios tecnológicos del último
siglo, pasó a ser un hecho social y colectivo (Appadurai, 2001).
La imaginación, que siempre ha sido parte de los repertorios de las
sociedades, puede ser expresada en sueños, canciones, fantasías, mitos
e historias. En un mundo globalizado, saturado de vidas trasnacionales,
las posibilidades de vida se amplían, se diversifican e hibridan. “Así, la
fantasía se ha convertido en una práctica social, que está implicada, de
muchas maneras, en la fabricación de vidas sociales para mucha gente
de muchos países” (Appadurai, 2001, p. 68).
Appadurai habla con gran vehemencia de la imaginación, que per-
mite comprender que es un elemento primordial en la construcción de
cualquier sociedad y cultura. En el caso de los niños y niñas, pasa lo
mismo, la imaginación no es un obstáculo para comprender y construir
su realidad, sino un paso para la creación de sus vidas y entornos.
Hacer referencia a la imaginación nos hace pensar a la fantasía como
un sinónimo, sin embargo, de acuerdo a la propuesta de Appadurai
(2001), la fantasía es un pensamiento individualista alejado de los actos
y proyectos futuros que se puede disipar, al contrario de la imagina-
ción, que tiene un sentido proyectivo y colectivo, que es el combustible
para la acción.
La memoria también tiene un sentido colectivo, pues aunque se
puede distinguir entre memoria individual y memoria colectiva, ambas
son una construcción que conjuga lo objetivo y lo subjetivo, el pasado,
presente y futuro y los espacios. La memoria se construye desde la
experiencia, en cualquiera de sus dos tipos: experiencia vivida o expe-
riencia percibida. La primera hace referencia a la aprehensión de vivir
la vida, lo que provoca reacciones mentales y emociones, y la segunda,
comprende los conocimientos formalizados y reproducidos histórica,
social y culturalmente (Betancourt, 2004).
La memoria no sólo trae el pasado al presente, sino que reconstruye
el presente y proyecta el futuro. La memoria es un pasado vivido, a
través del cual el sujeto entra en contacto con un pasado más o menos
lejano, que se puede entender como un marco en el que están prendi-
dos los recuerdos personales (Halbwachs, 1995).

178 Andamios
Imaginación y memorias de lo translocal

Es así como la memoria se convierte en una compleja conjunción


de elementos que incluyen las evocaciones, acuerdos, alusiones, narra-
ciones (Ramos, 2013), percepciones, olvidos y reflexiones en constante
cambio, cargados de significados, que a su vez, dotan de sentido al
mundo objetivo.
Las niñas y niños centroamericanos huyen de sus contextos, ya sea
por los grupos armados del narcotráfico, las pandillas, persecuciones
políticas, reunificación familiar o la violencia doméstica (CIDH, 2014)
y al compartir en el tránsito sus memorias o experiencias en sus lugares
de origen, permiten identificar que las construcciones de lo que viven
están permeadas de lo globalizado, pero no pierden la esencia de lo que
han vivido en sus países, más bien, se convierten en una construcción
subjetiva-objetiva translocal. Sus memorias o narraciones, muestran
elementos de la nación de origen, que se mezclan con alguna de las
naciones de destino o imágenes proyectadas hacia lo global, lo que
permite construir sus memorias imaginativas.
Mucho de lo local evoca lo global y viceversa, por las experiencias
que otros tienen sobre lo que supera las fronteras dibujadas por los
Estados-nación. Hay un mundo más allá del país en el que se nace y
esos espacios transnacionales se van construyendo subjetivamente, se
transmiten con el lenguaje y se comparten socialmente. Hay un nexo
entre lo que se imagina local y globalmente, lo que se construye a partir
de ello y el sujeto mediador entre ambos.
En el mundo actual, la construcción de lo local no puede estar tan
alejado de lo global, pues ambos son productos históricos que se inter-
conectan y se afectan mutuamente, por lo cual, Appadurai afirma que
lo totalmente nacional probablemente ha llegado a su fin.
Los estudios sobre globalización, transnacionalismo y migración, en
la actualidad, no pueden estar alejados de la idea de articulación entre
grupos culturales nacionales, regionales o internacionales, incluso en
los primeros trabajos antropológicos que abordan lo local y lo global,
como el de Eric Wolf (1982), se privilegiaba el estudio de las fronteras
bien delimitadas, lo local continuaba atado a un espacio determinado, y
lo global, desprendido del espacio (Ayora, 2007).
Con relación a la construcción de lo translocal, se puede entender
que es diversa y “… producto de condiciones distintas de relación entre

Andamios 179
Dulce Rocio Reyes Gutiérrez

distintas formas de lo local-local y lo local-global” (Ayora, 2007, p.


141), superando la idea y postura esencialista de lo local o de lo global
como dos entes que tienen sus espacios y condiciones específicas, abor-
dándolo como una relación culturalmente interdependiente.
El concepto de translocalidad, busca trascender la dicotomía lo-
cal-global, y aborda los procesos de movilidad e intercambio cultural,
el intercambio y negociación de significados, las relaciones desiguales
de poder y a los sujetos sociales o agentes que median esas transforma-
ciones en los significados de prácticas, discursos y valores culturales
(Ayora, 2017).
Dania, una chica hondureña de 17 años, solicitante de refugio en
México, que tuvo una hija con un joven que se autoadscribió como
“pandillero” del Barrio 18, relaciona los problemas de Honduras con los
de Estados Unidos y a México lo considera un lugar de oportunidades
y donde la gente es buena. Esto lo ha hecho a partir de la relación con
su novio, quien escapó de Honduras hacia el norte, lo que le permitió
elaborar una historia sobre esos sitios, aunque no los conoce. Cuando
se le cuestionó si su objetivo era llegar a Estados Unidos, dijo:

No, porque la vida allá es igual. Todo mundo dice Estados Uni-
dos, Estados Unidos, pero es lo mismo, la misma delincuencia,
la misma gente, hay mucha gente mañosa [como en Honduras].
Entonces no, voy a hacer vida acá [en México], si ya algún día me
sale alguna oportunidad de ir a Estados Unidos, tal vez de visita,
pero hacer vida allá no, porque también la vida allá es súper aje-
treada, mejor acá lo voy a intentar (Dania, hondureña, 17 años).

A pesar de que varios de los niños y niñas hablan de Estados Unidos


como un lugar para estar en un futuro, por la expansión de la cultura es-
tadounidense, hay otras latitudes, como varios estados de México y Cen-
troamérica que están en su imaginación y su vocabulario, pues muchas
de sus redes familiares y sociales ya les hablan de esos nuevos espacios
para quedarse a residir, o bien, porque visualizan un futuro en ellos.
Así como Dania, otros y otras niñas migrantes, a pesar de no co-
nocer más allá de su espacio local, saben de la existencia de otros
países y manifestaciones culturales, los imaginan y comparten, por lo

180 Andamios
Imaginación y memorias de lo translocal

que escuchan o experimentan en su núcleo social, como en el caso de


Mary, Memo y Kenia.

Nosotros conocimos a los licenciados, a la madre que manda el


albergue y a las amigas de ella, pero las amigas de ella ya están
más arriba (Mary, hondureña, 10 años).

Yo quiero continuar el camino hacia donde están mis dos herma-


nos mayores…. En Estados Unidos, Wisconsin (Memo, nicara-
güense, 12 años).

El hermano que le digo que quedó en Honduras, no sé nada


de él. Uno está en Ciudad Juárez, con mi hermana, las demás
hermanas mías también, están pequeñas. Ellos están allá, pero
del otro hermano no sé nada (Kenia, hondureña, 17 años).

El “están más arriba” de Mary, hace referencia a otro estado de México, al


cual, las amigas de la madre que organiza el albergue en el que estuvie-
ron hospedadas ella y su mamá, se han ido a otro sitio de México. Cla-
ramente se ubica que al hablar de arriba, es estar más cerca de Estados
Unidos, a donde ella desea llegar.
En el caso de Memo, él construye lo translocal a partir de lo que sus
padres, hermanos y él mismo, han experimentado al vivir en Estados
Unidos. Deportaron al papá quien no tiene documentos migratorios
en regla, entonces, toda la familia tuvo que regresar a Nicaragua, y
por causas de persecución política,2 decidieron volver como familia a

2  Desde 2006 el marco institucional en Nicaragua se ha debilitado, dejando a los di-


ferentes poderes del Estado en manos del partido Frente Sandinista de Liberación Na-
cional. En 2018, en el mandato de José Daniel Ortega, la crisis política se agudizó con
la ola de protestas consecuencia de agravios con profundas raíces, como denuncias por
corrupción, fraude electoral, impunidad y censura a medios de comunicación. Pero fue
en abril de 2018 cuando estallaron las protestas de jubilados y estudiantes en diferentes
partes de Nicaragua, como respuesta social a las reformas al Instituto Nicaragüense de
Seguridad Social (INSS), las cuales incorporaban tasas mayores de contribución tanto
para empleados como para empleadores y reducían en 5% las pensiones. El gobierno
optó por la represión, usando “fuerzas de choque” o “turbas” y a la policía antidis-

Andamios 181
Dulce Rocio Reyes Gutiérrez

Wisconsin, el lugar donde los dos hijos mayores ya se encuentran, pues


tienen la nacionalidad estadounidense.
Con lo que respecta a Kenia, sus memorias e imaginación de lo
translocal pasa por una conexión entre su país de origen y el sitio donde
se encuentra su hermano, así como un lugar desconocido donde se
localiza su otro hermano, que puede ser cualquier lugar de Honduras
o del mundo.
Además, los niños y niñas migrantes, generan una relación con lo
que van viviendo y conectan sus memorias imaginativas de lo translo-
cal, ya sea a través de la comida, el lenguaje, el tiempo, los espacios de
vida o las relaciones con los otros migrantes y nacionales. Esa re-cons-
trucción se da a través de un “ayer” que se reinterpreta en el “hoy”, para
abrir posibilidades diversas a las construcciones del “mañana” (Ramos,
2013), como son los casos de Memo y Ángel.

Aquí en Tapachula no hay de esa especie de limones, otra, que


lo cortan chiquito, así, y allá, el limón que nosotros tenemos es
ácido… ácido, y era como un fresco de limonada, la hacíamos
allá, le echábamos su hielito (Memo, nicaragüense, 12 años).

- El recorrido lo que me gustó es que vi un río así grande, enor-


me y ya después vi como una caimán, un cocodrilo… ya después
abrió bum, abrió las patas, ya después se lo comió y lo vi que
grande era, hasta la cola le vi que era así, como de aquí a aquí
[señala una distancia].
- ¿Y en dónde fue eso?

turbios, quienes golpearon a manifestantes y periodistas (OACNUDH, 2018). Desde


entonces, la crisis política en Nicaragua ha dejado más de 325 personas muertas, 2000
heridos, 700 personas detenidas o enjuiciadas, 300 profesionales de la salud despedi-
dos, 144 estudiantes expulsados de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua
y a por lo menos 70 periodistas y trabajadores de medios, exiliados (CIDH, 2019).
Además, se registran 100 mil personas desplazadas, con una media de 4 mil personas
al mes y se estima que seguirá aumentando (ACNUR, 2020), incluso, esa cifra podría
ser mayor. Más de 55 mil personas han migrado hacia Costa Rica y en menor medida a
Estados Unidos y México. La gente que se siente vulnerada y perseguida en Nicaragua
ha optado por una estrategia exílica, para poder proteger su vida y su libertad.

182 Andamios
Imaginación y memorias de lo translocal

- En Monterrey…
- ¿En dónde?
- No, no [se ríe], yo pensaba que estábamos arriba [reímos].
Mmmm, ¿cómo es que se llama?… Guatemala. (Ángel, nicara-
güense, 8 años).

Los estudios culturalistas, como un área de análisis desde la antropo-


logía o las ciencias sociales, pueden abordar la relación entre la co-
municación, las migraciones masivas y la globalización, pues “cada vez
parece que más gente imagina la posibilidad de que, en un futuro, ellos
y sus hijos vayan a vivir o a trabajar a otros lugares, lejos de donde na-
cieron” (Appadurai, 2001, p. 21). Por ello, resulta esencial que se abra
al diálogo y al análisis, el papel de la imaginación en las migraciones
modernas y las nuevas estrategias de movilidad.

Medios y redes de información en la construcción de la imaginación

Arjun Appadurai hace mención de un marco elemental para explorar las


diferentes dimensiones de los flujos culturales globales, que denomina
“paisajes”: paisaje étnico, paisaje mediático, paisaje tecnológico, paisaje
financiero y paisaje ideológico. Para acercarnos a una comprensión más
amplia de la imaginación en la construcción de las memorias de lo trans-
local, se retomarán dos de estas dimensiones: la étnica y la mediática.
El pasaje étnico hace referencia a las “[…] personas que construyen
el cambiante mundo en el que vivimos; los turistas, los inmigrantes,
los refugiados, los exiliados, los trabajadores invitados, así como otros
grupos e individuos en movimiento que hoy constituyen una cualidad
esencial del mundo […]” (Appadurai, 2001, p. 47) y que usan la ima-
ginación para poder moverse, al ritmo de los cambios de los Estados
nación, de las políticas internacionales y de las necesidades culturales.
El paisaje mediático se refiere a la “[…] distribución de equipamiento
electrónico necesario para la producción y diseminación de información
(periódicos, revistas, estaciones de televisión, estudios de cine, etcétera)
[…] que proveen un gigantesco y complejo repertorio de imágenes,
narraciones y paisajes étnicos a espectadores de todo el mundo” (Appa-

Andamios 183
Dulce Rocio Reyes Gutiérrez

durai, 2001, p. 49). De esta manera, es difícil que se pueda diferenciar el


mundo real del imaginado y lo local de lo global, pues el repertorio de
información que llega es general y mercantilizada para públicos diversos.
Cuando las personas migran se reagrupan en nuevos lugares, con
nuevas personas y construyen sus propias historias y proyectos étnicos.
Pero estos no sólo son individuales sino colectivos y trascienden tam-
bién las fronteras, gracias a las modernas formas de comunicación. Se
comparten esas ideas y forman parte de ese paisaje étnico.
Los países del norte de Centroamérica —Guatemala, El Salvador
y Honduras­­— tienen una larga historia de migración internacional,
principalmente hacia Estados Unidos y Europa. A causa de las guerras
civiles de la segunda mitad del siglo XX y la pacificación formal cen-
troamericana en los años noventa del mismo siglo, con la cual se abrió
la puerta a la esperanza de poner fin de la violencia y trabajar en favor
del desarrollo económico, social y político (Armijo y Toussaint, 2015),
grupos de migrantes huyeron hacia otras latitudes de forma permanen-
te. Con el tiempo se fueron generando redes familiares, comunitarias
y sociales que han conformado ese paisaje étnico como elemento es-
tructurador de la imaginación de niños y niñas en movilidad. Esto es,
sus redes familiares y societales proveen de información que permite ir
desarrollando una idea de lo que puede ser lo no local, lo no conocido,
lo que se puede esperar, como lo ilustra el poema de Chary Gumeta y
la voz de Ángel.

Mis dos hermanos primero se fueron, mis dos hermanos mayo-


res que ya están en Estados Unidos y nosotros desde Nicaragua
fuimos a Honduras, yo creo… o a El Salvador, uno de los dos.
Después de Honduras o El Salvador a Guatemala, después de
Guatemala… (Ángel, nicaragüense, 8 años).

La conformación de paisajes étnicos o la inclusión en alguno de ellos,


por decisión o por azares del destino, también permiten desarrollar esa
conexión imaginativa entre lo local y lo global. El lenguaje es una de
esas formas en las que se puede expresar la relación que se va haciendo
de las vivencias y saberes en lo local y las que se obtienen en el tránsito
migratorio, como una forma de obtención de información sobre lo

184 Andamios
Imaginación y memorias de lo translocal

global. Traspasar las fronteras físicas y ampliar nuestros aprendizajes,


también apoyan en la construcción social de lo translocal. El caso de
Salvador de 13 años, nos permite mostrar que lo que se aprende en el
camino va dando espacios a la imaginación y relaciones sociales.

- Oye, algunas palabras que recuerdes que use la gente en tu país


que acá no se usen.
- Mmmmm, aquí dicen chido y allá dicen “chio”, allá “cipotes” le
dicen a los niños.
- ¿Y a qué se refieren?
- A los niños. Aquí le dicen chamaco y allá le dicen cipote. Así
les dicen y “cipote, vení para acá y ya viene uno”. Aquí porque no
me he acoplado bien… (Salvador, salvadoreño, 13 años).

Asimismo, lo que encontramos en su círculo de relaciones, en lo local,


también da pautas a imaginar y pensar en lo global. Conocer a personas
migrantes en la nación de origen conforma ese paisaje étnico que sensi-
biliza la imaginación de lo translocal y que va construyendo las relacio-
nes sociales con quienes son de fuera. El caso de Salvador es importante
de mencionar, pues su entorno social le abrió las puertas a saber de lo
transnacional, no sólo para el momento que él pudiera migrar, sino para
acoger y convivir con quienes lo han hecho a su entorno local.

- ¿Cómo es [tu amigo]?


- Es chele, y además es de las dos, filipino y salvadoreño.
- ¿Por qué?
- Porque su papá es filipino.
- ¿Su mamá salvadoreña?
- Sí, y es bien grandote (Salvador, salvadoreño, 13 años).

Por otro lado, el paisaje que también desarrolla la imaginación, es el


mediático, pues los medios de comunicación digitales influyen amplia-
mente en las construcciones mentales y sociales de la realidad y la cul-
tura, incluso en otros espacios como el político. “La transformación de
las subjetividades cotidianas por obra de la mediación electrónica y el
trabajo de la imaginación no sólo es un hecho cultural. Está profunda
e íntimamente conectada con lo político…” (Appadurai, 2001, p. 26).

Andamios 185
Dulce Rocio Reyes Gutiérrez

Las modernas formas de conexión digital, como las redes sociales


virtuales, la televisión, la radio o los instrumentos de comunicación
como la computadora o el teléfono celular, acercan imágenes e ideas de
lo global cuando se está en el país de origen, y de lo local, cuando se
ha salido de él. Permite imaginar sitios no visitados y recordar lugares
o momentos ya experimentados, como es el caso de Dania, quien salió
de Honduras huyendo de amenazas de pandillas, pero que continúa en
contacto con su padre quien acababa de salir de la cárcel cuando ella
comenzó su movilidad y él ahora se encuentra en Honduras, con quien
está en comunicación:

A veces por medio de mi hermano, le hace videollamadas pero


a la niña [su hija]. Pero de yo hablar con él, no… A veces yo
escucho, y sólo la dejo hablar unos 5 o 10 minutos con él…
(Dania, hondureña, 17 años).

Para Dania no es grato hablar con su padre, pues intentó matar a su ma-
dre y es la razón por la que su mamá también migró a México. Entonces,
cuando habla por videollamada con él, Dania recuerda los espacios, los
lugares y las personas que la amenazaron y la violentaron en repetidas
ocasiones, por eso no quiere volver a Honduras jamás. Al saber de su
padre, su memoria evoca imágenes no gratas, pues la imaginación no
siempre es amable, pero sí, despierta prácticas transformadoras. En el
caso de Dania la expectativa que evoca es no volver a Honduras y co-
menzar una vida en México desde cero, que le brinde seguridad y más
oportunidades de trabajo y estudio. Como sucede también con Salvador
quien no quiere volver a su país ni recordarlo, pues también huye de la
persecución y amenazas de muerte a su familia, sin embargo, él, como
muchos niños y niñas, quiere ir a Estados Unidos, un país que imagina
más próspero y menos inseguro.

- Que ya no me quiero ni regresar ni quedarme aquí.


- ¿A dónde te gustaría ir?
- A Estados Unidos (Salvador, salvadoreño, 13 años).

186 Andamios
Imaginación y memorias de lo translocal

El uso de aparatos electrónicos de comunicación son esenciales para


desarrollar la imaginación de lo translocal, pues no sólo emiten imá-
genes de lo que sucede más allá del país de origen, sino lo que sucede
en lo local, en la comunidad de donde ellas y ellos son originarios. La
televisión, la radio, brindan información que va ampliando la imagi-
nación del entorno cercano, por ejemplo, de las problemáticas que se
viven y que son consecuencias de las migraciones, o bien, desarrolla las
memorias de lo local.

Les dije: ya no nos vamos a volver a ver porque me voy para Es-
tados Unidos, porque aquí ya le digo como estás. ¿Ya supiste las
noticias?, le digo. No, me dicen. ¿Ni te dice tu papa lo del agua?
No, y él se pone así como así, que es mentira, y a mi hermano le
habla a Oscar, el niño, y le dice mi hermano “Yo también no te
voy a volver a ver Jacinto”, y luego le dice a Oscar, “yo también
no te voy a volver a ver Óscar, porque ya nos vamos para allá”. Y
esa fue mi despedida (Ángel, nicaragüense, 8 años).

Ella me dejó una memoria [usb], me dejó dos memorias y ella


me dejó, la cual tenía mucha música, muchas canciones de Nica-
ragua (Memo, nicaragüense, 12 años).

Así, Ángel, a través de escuchar y ver las noticias sobre los problemas
sociales y políticos en su entorno cercano en Nicaragua, se ha creado
una idea y necesidad de salir de ahí, por lo cual se despide de sus ami-
gos. En el caso de Memo, también de Nicaragua, el uso de su memoria
usb con música le evoca los recuerdos con su hermana que actualmente
está en Estados Unidos y a quien no ha podido ver durante un año,
además esas canciones de Nicaragua, lo llevan directamente a hacer
esa conexión translocal, pues evocan a la vez a su país y a sus vivencias
con su hermana, y por otro lado, a Wisconsin donde ella se encuentra
y donde él desea estar.
Estos testimonios permiten acercarnos a conocer los procesos de
movilidad de los migrantes menores de edad, no sólo identificar las
causas, sino cómo se enfrentan subjetivamente a esas realidades por las
que van transitando, que muchas veces son marginales y violentas, si-

Andamios 187
Dulce Rocio Reyes Gutiérrez

milares a las que huyen. Los niños y niñas entienden lo que pasa tanto
en sus países de origen como en los de tránsito y llegada, y a partir de
ellos, construyen sus propios escenarios ideales y reales.
Ellos y ellas son parte de esos procesos de movilidad poblacional y
las construcciones que van realizando individual y socialmente, tienen
un valor tan importante como las de los adultos, y además, son abs-
tracciones subjetivas del mundo objetivo, proclives a ser investigadas y
analizadas. La imaginación y la memoria son dos categorías que ellos y
ellas usan para seguir caminando o resistiendo ante los embates no sólo
económicos, sino sociales, ambientales y culturales.

Lo translocal y la agencia, para superar las violencias

Niñas y niños centroamericanos que transitan por México, ya sea acom-


pañados o no acompañados, con objetivo de quedarse en este país o
llegar a Estados Unidos, provienen de contextos terriblemente desigua-
les y violentos. Además, son vulnerados en el camino, pues se enfrentan
a diversas dificultades y violencias estructurales, culturales y directas,
entre todas ellas, a la violación de sus derechos fundamentales.
De acuerdo a un Informe de la Mesa Transfronteriza Migraciones y
Género (2018), las principales violaciones y peligros son: tener priva-
ciones alimentarias, no contar con condiciones dignas de alojamiento
e higiene, enfermarse y no contar con servicios de salud, sufrir un
accidente y no ser atendidos, morir, quedarse lisiados/incapacitados,
ser violentados física, sexual y psicológicamente con los consecuentes
daños a su salud física y mental y la exposición a otros riesgos (ETS,
VIH-Sida, embarazos), ser engañados, ser víctima de asaltos/robos,
ser secuestrados, ser traficados, ser víctimas de trata, ser detenidos y
deportados, la negación del debido proceso judicial, la negación a la
justicia, ser víctimas de violación de derechos humanos, la no repa-
ración de los daños, la separación de los hijos u otros familiares y no
recibir educación.
Ante este escenario, las estrategias de resistencia que ellas y ellos
desarrollan son diversas, como la búsqueda de empleos para poder
sobrevivir, oportunidades de educación libre y gratuita, relaciones de
amistad y compañerismo para sostenerse y formas de autoseguridad.

188 Andamios
Imaginación y memorias de lo translocal

La imaginación y la reconstrucción de sus memorias, también son


formas de resistir a las condiciones de adversidad y dificultad a las
que se enfrentan. Recordar a las personas más importantes que deja-
ron en su país de origen, sus amistades, sus relaciones escolares, sus
experiencias divertidas y felices, así como la promesa de mejorar sus
condiciones económicas, de bienestar y seguridad en el futuro, con su
arribo a una nación que les permita lograrlo, es una interconexión que
se convierte en fortaleza de vida.
Esto se puede explicar a partir de la agencia de niños y niñas, que
de acuerdo con el sociólogo inglés, Anthony Giddens, un agente es un
ser capaz de desplegar diversos poderes causales, incluido el poder
de influir sobre lo desplegado por otros en la vida diaria. “Una acción
nace de la aptitud del individuo para producir una diferencia en un es-
tado de cosas o curso de sucesos preexistentes. Un agente deja ser tal
si pierde la aptitud de producir una diferencia, o sea, de ejercer alguna
clase de poder” (Giddens, 1998, p. 51).
Desde esta propuesta conceptual, se reconoce que los menores de
edad son también sujetos de acción y de poder, con lo cual transforman
sus realidades en algo deseado, a pesar de que las condiciones estructu-
rales les propongan otro camino y los obliguen a transitarlo. Este poder
surge de la necesidad de cambio, de la reflexividad y la capacidad de
pensar en resultados deseados (aunque no siempre conscientes), lo
que también podría denominarse agencia política, entendida como la
capacidad de los sujetos de transformarse de víctimas en actores con
autodeterminación.
Así, a través de imaginar un pasado y futuro prometedor, que se
construye por diversos elementos, como los étnicos y mediáticos, a
los cuales hicimos referencia en el apartado anterior, esto se convierte
en una estrategia de resistencia, como diría Appadurai, “Existe una
evidencia creciente de que el consumo de los medios masivos de comu-
nicación a lo largo y ancho del mundo casi siempre provoca resistencia,
ironía, selectividad, es decir, produce formas de respuesta y reacción
que suponen una agencia” (2001, p. 22). Es decir, los medios no son
solo estructuras dominantes, sino pautas de transformación, acción y
poder de los sujetos.

Andamios 189
Dulce Rocio Reyes Gutiérrez

Ante esos contextos de adversidad a los que ellas y ellos se en-


frentan, la imaginación es una forma de ejercicio de la agencia, que
permite la sobreviviencia, pues “… las desigualdades más duras y
crueles actualmente están abiertas al juego de la imaginación… Es en
este sentido que digo que las biografías de la gente común y corriente,
son construcciones (o fabricaciones) en las que la imaginación juega un
papel fundamental” (Appadurai, 2001, p. 69).
El caso de Dania, una chica hondureña de 17 años, proveniente
de un contexto altamente violento, que desde pequeña ha convivido
con la guerra de pandillas, que presenció el asesinato de dos de sus
primos, vivió con un joven pandillero con quien procreó una niña y es
hija de un narcotraficante, según ella ha narrado, migró a México para
solicitar refugio y poder vivir dignamente y con seguridad para ella y
su pequeña hija.

Acá es súper tranquilo, pues nadie se mete con nadie. Aquí yo


me siento como libre, como que vengo saliendo de la cárcel, no
sé, porque allá yo, como prácticamente como que no tenía vida,
porque no podía andar en la calle, porque me daba temor… Sí,
acá voy a hacer vida [en México], mejor, porque si regreso igual
me van a matar. Y no, no tengo nada qué ir a hacer, gracias acá
tengo a mi mamá y a mi hija, que son las únicas dos personas
que me importan (Dania, 17 años).

A partir de cómo imagina México, Dania ha creado un plan de vida a


futuro, pues quiere estudiar la licenciatura en Derecho porque ha visto
cómo se violan los derechos humanos de las personas y los conflictos
que la gente tiene en su vida diaria, por lo que le gustaría apoyarlas.
Además, desea encontrar un trabajo de mesera que le pueda permitir
estudiar, criar a su hija y sentirse libre.
Con Salvador sucede algo similar, pues aunque no conoce todavía
Monterrey —el lugar al que les dieron traslado como refugiados—, salir
de El Salvador ha sido reconfortante, pues su familia siempre estuvo en
constante peligro, por las extorsiones y amenazas de los delincuentes, ya
que siempre ha tenido pequeños negocios para sobrellevar su economía
y vivían en acoso constante por los pandilleros. Estar en México ha sido

190 Andamios
Imaginación y memorias de lo translocal

una buena aventura, ya que le gusta conocer nuevos lugares y sentirse


tranquilo. Salvador bien puede representar esa capacidad de imaginar y
construir una nueva realidad, transformada, mejorada. Así que, seguir
el recorrido hacia el norte le ha hecho muy bien a toda su familia y lo
muestra en la emoción con que habla de Monterrey, el lugar al que irán
a trabajar y a buscar un lugar nuevo para vivir (Diario de campo, 2020).

Es que como… si conozco Monterrey, uno se va a sentir cómo


son las cosas y vamos a ir a visitar partes de Monterrey, con mi
papá y mi mamá, y cómo siempre me gusta ir a visitar (Salvador,
salvadoreño, 13 años).

Salvador tienen muchas expectativas de un futuro mejor, pero también,


sus memorias están permeadas de ideas sobre la inseguridad que en
su comunidad existe y que él pudo presenciar directamente, ya que
convivía con pandilleros en su colonia. Por eso, al identificar un posible
peligro, actúa para protegerse. Lo que vivió en lo local le interpela en su
nueva realidad translocal.

- ¿Has sentido miedo o temor al estar aquí en Tapachula?


- Poquito.
- A ver cuéntame, en qué momento.
- Es que cuando veo a alguien que tiene un short más grande y
colgadito, ya piensa uno que es pandillero y da miedo (Salvador,
salvadoreño, 13 años).

Los casos que aquí se presentan, realizan una clara relación entre las
memorias imaginativas de lo local y las construcciones subjetivas-ob-
jetivas de lo global. Las niñas y niños centroamericanos arrastran su
cultura, sus vivencias y memorias hacia su lugar de destino, y en el
tránsito, van construyendo nuevas imágenes en su mente sobre esa
relación comparativa entre su vida en lo local y sus ideas y expectativas
en el mundo que se ha abierto para ellos. Resisten a las adversidades
porque su imaginación les permite construir escenarios más armónicos
y abiertos para ellas, ellos y sus familias. Sus memorias y la imaginación
con las que las evocan los sostienen de los elementos de su pasado

Andamios 191
Dulce Rocio Reyes Gutiérrez

local y los suben al tren de su presente y futuro promisorio. Imaginar es


actuar, resistir y transformar.

Consideraciones finales

Esta aproximación a la construcción de lo translocal a través de las


memorias, las subjetividades y la imaginación de los niños y niñas en
movilidad, nos permite pensar el mundo actual y sus manifestaciones
culturales, como fracturado, es decir, carente de regularidades y es-
tructuras, como lo concibe Appadurai, y analizar los flujos culturales
trasnacionales.
También, esta perspectiva teórica antropológica, ayuda a superar las
dicotomías conceptuales de lo local y lo transnacional, pues es evidente
su conexión histórica, social, económica, política y cultural, que va
configurando las sociedades actuales.
Queda también en la reflexión, la importancia de la imaginación
como constructora de realidades. En el caso específico de las niñas y
niños, que son analizados ampliamente por la psicología y la peda-
gogía, es importante no mirar sus construcciones subjetivas como un
obstáculo en la comprensión de su realidad, sino al contrario, como
un elemento completamente válido en la construcción de sus vidas
y recuerdos, sobre todo cuando abordamos el tema de la movilidad
humana, que complejiza esas conexiones mentales y sociales, entre lo
local y lo global.
Esas realidades no pueden estar fuera de la conexión temporal entre
el pasado, presente y futuro y sus múltiples evocaciones e interpreta-
ciones, que se dan a través de la memoria, y a su vez, nos permiten
realizar una conexión entre las diversas experiencias de los niños y
niñas migrantes, haciendo uso del lenguaje.
Sus historias imaginadas son parte también de un presente histórico,
que puede ser abordado desde la transdisciplinariedad, y las ciencias
sociales y humanas son un campo que podría ampliar la comprensión
de las memorias y la imaginación de las infancias en la vida globalizada
y desterritorializada. Y claro, privilegiando siempre la voz y lenguaje de
las infancias.

192 Andamios
Imaginación y memorias de lo translocal

Fuentes consultadas

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tras dos años de crisis política y social. Recuperado de https://
www.acnur.org/noticias/briefing/2020/3/5e67b6564/mas-de-
100000-personas-forzadas-a-huir-de-nicaragua-tras-dos-anos-
de-crisis.html
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Andamios 193
Dulce Rocio Reyes Gutiérrez

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Wolf, E. (1982). Europe and the People Without History. Berkeley: Uni-
versity of California Press.

Entrevistas realizadas en Tapachula, Chiapas

Dania, 17 años, hondureña solicitante de refugio en México (Entrevista


realizada el 5 de febrero de 2020).
Mary, 10 años, hondureña solicitante de refugio en México (Entrevista
realizada el 24 y 27 de enero de 2020).
Ángel, 8 años, nicaragüense solicitante de refugio en México (Entrevis-
ta realizada el 3 y 4 de febrero de 2020).
Salvador, 13 años, salvadoreño solicitante de refugio en México (Entre-
vista realizada el 16 y 17 de enero de 2020).
Memo, 12 años, nicaragüense, solicitante de asilo en México (Entrevista
realizada del 30 de enero al 4 de febrero de 2020).
Kenia, 17 años, hondureña, solicitante de asilo en México (Entrevista
realizada el 29 de enero de 2020).

Fecha de recepción: 14 de agosto de 2020


Fecha de aceptación: 14 de diciembre de 2020

194 Andamios Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 173-194
Forasteros, prójimos y víctimas.
Figuras discursivas de la solidaridad y migración
centroamericana en México
Rodrigo Parrini Roses*
Luisa Alquisiras Terrones**
Emilio Nocedal Rojas***

Resumen. Se identifican tres figuras discursivas que emergen


en las prácticas solidarias que realizan diversos actores con el
colectivo de migrantes centroamericanos/as que transitan por
México: forastero, prójimo y víctima. Ellas condensan un proceso
institucional, pero también discursivo, en el que la solidaridad
con los migrantes se desplaza hacia el campo de lo que Didier
Fassin denomina razón humanitaria. El análisis crítico de ese
desplazamiento permite comprender cómo se constituyeron re-
des de atención a lo largo del país, pero también la heterogenei-
dad práctica y discursiva de las formas de solidaridad vigentes
hoy en las rutas migratorias. Partimos de los materiales de una
investigación multisituada de corte etnográfico –más de cien
entrevistas y sesiones de observación participante– para indagar
en la forma en que son significados los sujetos migrantes.

Palabras clave. Discurso, humanitarismo, México, migración,


solidaridad.

* Profesor-investigador del Departamento de Educación y Comunicación de la


Universidad Autónoma Metropolitana, Xochimilco, México. Correo electrónico:
rodparrini@gmail.com
** Doctorante en Sociología en el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso

Vélez Pliego” de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México. Correo


electrónico: luisa.alte@gmail.com
*** Doctorante en Humanidades por la Universidad Autónoma Metropolitana unidad

Xochimilco, México. Correo electrónico: emiloncdl@gmail.com

Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 195-221 Andamios 195
Rodrigo Parrini, Luisa Alquisiras y Emilio Nocedal

Outsiders, neighbors and victims. Discursive figures of


solidarity and Central American migration in Mexico

Abstract. This article identifies three discursive figures emer-


ging in the supportive practices carried out by different actors
with Central American migrants who transit through Mexico:
outsider, neighbor and victim. They condense an institutional
process, but also discursive, in which solidarity with migrants
moves towards the field of what Didier Fassin calls humanitarian
reason. The critical analysis of this displacement allows us to
understand how care networks were established throughout the
country, but also the practical and discursive heterogeneity of
the forms of solidarity in force today in the routes of Central
American migrants. We start with the materials of a multi-sited
ethnographic research -one hundred interviews were conducted
and participant observation sessions- to inquire into the way in
which the migrant subjects are signified.

Key words. Discourse, humanitarianism, Mexico, migration,


solidarity.

Introducción

México constituye un escenario donde convergen diversas manifes-


taciones de las dinámicas de movilidad humana. Cada año, miles de
migrantes provenientes de países centroamericanos, especialmente El
Salvador, Guatemala y Honduras entran al país de forma indocumen-
tada e intentan cruzarlo para llegar a los Estados Unidos. Aunque es
imposible conocer la magnitud exacta de este desplazamiento dada
la intención de los migrantes de pasar desapercibidos, así como la
multiplicidad de rutas y métodos de tránsito utilizados, solamente en
el 2019 fueron detenidas y presentadas ante la autoridad migratoria
mexicana 161 647 personas centroamericanas en condición de irregu-
laridad migratoria (Secretaría de Gobernación, 2019). Por otra parte,

196 Andamios
Forasteros, prójimos y víctimas

las solicitudes de refugio han crecido de forma exponencial en los


últimos años, cerrando con un máximo histórico en el 2018 de 17 116,
de las cuales 12 381 provienen de América Central (Unidad de Política
Migratoria y Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados, 2018). La
suma precariedad de los espacios de tránsito y la violencia a la cual
se ven enfrentadas estas personas han sido denunciadas ampliamente
por diversas organizaciones y activistas a favor de los migrantes (Red
de Documentación de las Organizaciones Defensoras de Migrantes,
2015). Secuestros masivos, extorsiones, accidentes, robos, etc., son solo
algunas de las posibilidades que han marcado la experiencia migratoria
de este colectivo.
A la par, durante la última década se extendió y consolidó una red
densa y compleja de organizaciones de distinto tipo que ofrece servi-
cios y protege a los migrantes centroamericanos indocumentados en su
viaje por México (Lí, 2020). Esfuerzos coordinados y acciones disper-
sas o desconectadas entre sí produjeron una cartografía paralela a los
mapas oficiales, que se despliega por casi todo el territorio mexicano y
representa una de las redes solidarias más importantes del país (Olayo,
2014; Olayo, Haymes y Vidal, 2014; Solano, 2017; Squire, 2013).
Este conjunto plural de lugares y organizaciones, de posturas re-
ligiosas y políticas, de formas de atención y defensa de los migrantes
constituye un actor central en la regulación de los flujos migratorios,
en su gestión humanitaria y en su configuración política y mediática.
De acuerdo a la revisión histórica realizada por Olayo (2014), su cre-
cimiento paulatino estuvo íntimamente vinculado a las modificaciones
en las dinámicas migratorias. En un primer momento, se localizaron
fundamentalmente en la frontera norte de México. Posteriormente
proliferaron en la frontera sur y, finalmente, se extendieron a lo largo
del corredor migratorio abarcando también el centro del país. Para el
2013, el autor registraba 63 organizaciones religiosas y no religiosas y
seis centros de derechos humanos. En el directorio elaborado por la
Organización Internacional para las Migraciones (2018) se contabilizan
ya: 113, lo que representa un aumento de 79% en 5 años.
Un elemento relevante para aprehender el universo cultural de
las prácticas solidarias es la producción de identidades que tienen el
potencial de posibilitar o inhibir la acción. Desde esta perspectiva, el

Andamios 197
Rodrigo Parrini, Luisa Alquisiras y Emilio Nocedal

dar de comer o alojar, brindar atención médica, asesoría legal o es-


piritual a los migrantes centroamericanos son hechos que sintetizan
relaciones plenas de significaciones entre quienes dan y quienes re-
ciben. En esta investigación nos enfocamos en un terreno de disputa
no solo conceptual, sino también práctico, en cuyo centro se delinea
la figura del migrante: ¿quiénes son estas personas? ¿cuáles son sus
historias y/o peticiones? Las respuestas proporcionadas por los pro-
pios actores solidarios a dichas interrogantes nos permiten identificar
modos de subjetivación particulares, los cuales serán entendidos como
figuras discursivas que adquieren suficiente consistencia por un efecto
de generalización en las narrativas de los sujetos involucrados en las
prácticas solidarias.

Perspectiva teórico-analítica

Una perspectiva histórica sobre la solidaridad confronta necesariamente


lo que Liisa Malkki (1996) llamó la deshistorización de los refugiados y
migrantes que, bajo el amparo de un discurso humanitario universalis-
ta, borra los procesos históricos que marcan los flujos migratorios (en
sus diversas manifestaciones) y también les resta agencia y capacidad
políticas (McNevin, 2013).
En el contexto mexicano, el proceso de consolidación de una densa
red de solidaridad que asiste a las personas migrantes, desde nuestra
perspectiva, forma parte de la expansión del humanitarismo a escala
global, tal como lo describe Michael Barnett, el cual experimenta un
auge significativo a partir de los años ochenta del siglo xx (2005, p.
723). Si, como sostiene Barnett, en las últimas décadas el humanitaris-
mo se ha politizado e institucionalizado, en el caso que investigamos
sus expresiones institucionales y discursivas han experimentado proce-
sos diversos e incluso disímiles.
Parte de las organizaciones recurren a un discurso de derechos
humanos, que hoy es el más importante y poderoso dentro del cam-
po de la migración, en consonancia con organismos internacionales,
instituciones académicas y redes de activismo; dichas organizaciones
hablan en nombre de una ética universal (Calhoun, 2008, p. 74). Otro

198 Andamios
Forasteros, prójimos y víctimas

segmento, sustenta su acción en un discurso religioso, que enfatiza las


prácticas solidarias como modos de transformación espiritual de las
relaciones sociales injustas y de los individuos involucrados en ellas.
Sin embargo, también existe un conjunto de prácticas y formas de
significar la solidaridad localizada en espacios cotidianos, no institu-
cionalizados, sustentada por personas que se encuentran diariamente
con los migrantes en las localidades por donde ellos transitan (Parrini
y Alquisiras, 2019). Si bien dichas prácticas son las menos visibles en
términos políticos y mediáticos, son las más antiguas y han sido autó-
nomas, en muchos sentidos, de las institucionalizadas.
Las articulaciones institucionales, prácticas y discursivas de la
solidaridad con el colectivo de migrantes centroamericanos, antes
mencionadas, dan origen a figuras discursivas que tratan de conden-
sar los sentidos políticos, religiosos y comunitarios que se elaboran
en torno a ellos. En este artículo distinguimos tres: el migrante como
forastero, prójimo o víctima. En la primera figura, la persona migrante
es considerada como una forastera, sin atributos políticos o sociales
particulares. Priman los procesos de identificación y vinculación afecti-
va entre los sujetos que permiten encontrar puntos de reconocimiento
mutuo. El grado de abstracción de esta figura es menor que en el resto
y sus rasgos son singulares, dado que emergen en la interacción perso-
nal, cara a cara. En la figura del prójimo se condensan significaciones
provenientes del ámbito religioso. Es el discurso que predomina en
las prácticas solidarias de albergues y casas del migrante operadas por
la Iglesia católica en México. Sus prácticas solidarias son concebidas
como una misión pastoral y la persona migrante es significada como
sujeto de asistencia que representa la imagen de Cristo. Por su parte,
la figura de la víctima se elabora, fundamentalmente, a partir de los
discursos humanitarios y de derechos humanos. Las acciones solidarias
cumplen una función reparadora y estratégica, inscrita en un horizonte
de demandas políticas y sociales referido al estatus de los(as) migrantes
en México y sus países de origen. La experiencia de la migración es
descrita a través de lenguajes especializados y técnicos, como los de la
psicología o el derecho.
Aunque cada figura corresponde a un espacio social singular, en su
conjunto permiten avizorar cómo la razón humanitaria (Fassin, 2016)

Andamios 199
Rodrigo Parrini, Luisa Alquisiras y Emilio Nocedal

logró una hegemonía discursiva en el campo de la migración centroa-


mericana en México. Dicha razón orienta las iniciativas para gestionar
poblaciones o individuos frente a condiciones de inequidad, contextos
de violencia y experiencias de sufrimiento. Entendido así, el humanita-
rismo interviene en momentos en que la vida no puede ser garantizada
y se encuentra a merced de aquellos que tienen poder sobre ella; por
lo tanto, sus esfuerzos constituyen una política de la vida precaria.
En este mismo sentido, abarca todo un conjunto de procedimientos
establecidos y acciones realizadas para administrar, regular y apoyar
la existencia de los seres humanos, lo cual incluye la participación del
Estado pero también la rebasa (Ticktin, 2011).
En este trabajo apuntamos a la necesidad de contextualizar las
prácticas de humanización, así nombradas por Vicki Squire (2015),
con miras a comprender cómo ellas se encuentran incorporadas, en
diferentes grados, a otras prácticas consuetudinarias de ayuda. La
razón humanitaria no es la única que opera en el campo que investi-
gamos, aunque tenga un claro dominio, y los análisis que proponemos
permiten distinguir diversas manifestaciones de compasión, caridad,
solidaridad, que representan una inversión de las relaciones proble-
máticas de desigualdad en determinados momentos o contextos. Los
contornos de estas formas de interpretar y representar a los migrantes
son también los modos en que se produce una comprensión colectiva,
tanto política como mediática, del fenómeno migratorio.

Apuntes metodológicos

Presentamos parte de los resultados de una investigación cualitativa1,


de corte etnográfico, que exploró las prácticas solidarias con el colecti-
vo de personas migrantes desde la perspectiva de quienes las realizaban
y de quienes eran sus beneficiarios. A lo largo de 15 meses, entre los

1  “¿Un tren subterráneo? Prácticas y redes informales de solidaridad en el viaje de


migrantes centroamericanos hacia los Estados Unidos. Estudio binacional México y
El Salvador”, realizada en conjunto por la Universidad Metropolitana, Xochimilco y la
Universidad Centroamericana de El Salvador “José Simeón Cañas” y financiada por la
Fundación Ford.

200 Andamios
Forasteros, prójimos y víctimas

años 2015 y 2016, investigamos las prácticas solidarias a través de


observaciones participantes y entrevistas a profundidad con diversos
actores involucrados, en espacios institucionales o formales, albergues,
parroquias, comedores; así como en el contexto de acciones de buena
voluntad de familias y/o comunidades que, de forma informal y espon-
tánea, se han dedicado a ayudar al colectivo migrante. En 9 estados de
México registramos un total de 116 entrevistas: 58 a migrantes, 10 a
habitantes de localidades que realizan acciones solidarias, 10 con acto-
res clave, como funcionarios y activistas vinculados al tema, y 38 con
voluntarios de las organizaciones de la Iglesia Católica y sociedad civil
que atienden a migrantes.
Del material generado, en este artículo trabajamos con las entrevistas
y observaciones participantes realizadas entre los actores solidarios, en
suma: 58 entrevistas. Este corte analítico nos permitirá asir solo un frag-
mento del universo de sentidos y actos que se despliegan en las acciones
solidarias.2 Articulamos el análisis con la reconstrucción de tres casos
que hemos considerado paradigmáticos, ya que en cada uno vemos con
mayor nitidez una u otra figura discursiva referida al sujeto migrante.
Dada la movilidad propia del fenómeno estudiado y su ubicación
en espacios diversos y heterogéneos, utilizamos una perspectiva mul-
ti-local que implicó atender la “circulación de significados objetos e
identidades en un espacio social difuso” (Marcus, 2001, p. 111). Dicha
estrategia metodológica expande las posibilidades de comprensión in
situ de la etnografía tradicional -caracterizada por ser intensiva y estar
delimitada a un territorio específico- al reconocer la complejidad de la
realidad contemporánea: móvil, cambiante y globalizada. Esto significó
un desplazamiento de la investigación en términos geográficos, dentro
y fuera de los espacios solidarios institucionales en varios puntos estra-
tégicos de la ruta migratoria, para explorar la forma en que habilitan y
dan sostén a quienes viajan. Acorde a los principios de la descripción
etnográfica señalados por Clifford Geertz (1987) partimos del análisis
de microprácticas para dar cuenta de hechos sociales más amplios, re-
conociendo las tramas densas de significación —sus lazos y alcances—
que subyacen en el discurso social.

2  Enotro artículo que se encuentra en preparación se analizan las prácticas solidarias


desde la perspectiva del pedir ayuda, es decir, de las personas migrantes.

Andamios 201
Rodrigo Parrini, Luisa Alquisiras y Emilio Nocedal

El migrante “forastero”

Asentada en San José Guerrero, Puebla, una pequeña comunidad de 592


habitantes, la familia Carreño no dispone de habitaciones o instalaciones
específicas para albergar a los viajeros y los recibe en el patio de su casa,
donde es común verlos descansar sobre el pasto. Madre e hija brindan
comida y alojamiento a los migrantes centroamericanos que pasan por
su hogar, ubicado a un costado de las vías del tren. Los alimentos que
les proveen se reparten sin distinciones y se sirven en el comedor del
hogar. Las anécdotas sobre su labor solidaria aparecen mezcladas con
sus propias circunstancias de vida, no hay distinción aparente entre la
vida personal y las prácticas de ayuda:

(Lo primero que quisiera que me platicaran es cuándo empeza-


ron su labor) ¡Qué nos vamos a acordar!, ya tiene rato. Mi mamá
tiene un promedio de 77 años, entonces ella comenzó a radicar
aquí. Ella se casó con un hombre de San Antonio Soledad. Allá
se sufre de pastura y por eso ella se vino a vivir aquí al paso
del tren (Luz, sujeto solidario, comunidad de San José Guerrero,
estado de Puebla; noviembre de 2015).

Si bien en estos casos, las prácticas solidarias dependen de la ubicación


geográfica, no pueden explicarse sólo por la localización; muchas per-
sonas que viven cerca de las rutas de los migrantes centroamericanos no
son solidarias. Los procesos migratorios transformaron algunos hogares
en un punto de sus rutas; el tren cambió de función y los antiguos pa-
sajeros se transformaron en otros que viajan colgados de los vagones.
Dar de comer es una práctica social consuetudinaria, migrar quizás
también; pero usar trenes que transportan mercancías como medio de
transporte es relativamente reciente. Asentadas en tradiciones culturales
de hospitalidad, estas mujeres reciben a los migrantes como podrían
acoger otro tipo de viajeros. Así, una disposición a ayudar al extraño
se intercepta con las transformaciones, de corto y mediano plazo, de
los flujos de migrantes centroamericanos por México. Ante la pregunta
sobre los motivos de sus acciones solidarias ellas explican:

202 Andamios
Forasteros, prójimos y víctimas

…algunos dicen que por compromiso o por lástima. No. Aquí


no, aquí lo hacemos porque sentimos el corazón noble para in-
vitarle, sea hondureño o sea del pueblo: “ven, vamos a hacernos
un taquito de lo que Dios nos socorra”. Ya es costumbre que
tenemos. (Juana, sujeto solidario, comunidad de San José Gue-
rrero, estado de Puebla; noviembre de 2015).

La imagen que tienen de los(as) migrantes se delinea a partir de la inte-


racción singular con cada persona que toca a su puerta, que alimentan
o resguardan. En este contexto, el migrante no es una figura abstracta
o distante, sino un sujeto inserto en una anécdota particular. Por otra
parte, la apertura y confianza en el vínculo con el otro es un elemento
que caracteriza la relación con el forastero3. El sujeto forastero no es
necesariamente un sujeto atemorizante, inferior o peligroso, sino una
figura que será definida en la misma experiencia del vínculo:

Nosotras no hemos sido desconfiadas. Nosotras les dejamos así


abierto (refiriéndose a la puerta de su casa). Es la voluntad del
Señor. Hasta ahora no ha pasado nada. Aquí los discriminan.
Dicen: “Ayyy, el día que les pase algo”, o sea que nos roben o algo,
pero esperamos en Dios que no. ¡Ya tantos años! (Juana, sujeto
solidario, comunidad de San José, Guerrero, estado de Puebla).

Si bien estas mujeres no elaboran un discurso político sobre las injus-


ticias cometidas hacia los(as) migrantes, asumen que una característica
general de sus experiencias es la exposición a diferentes situaciones que
ponen en riesgo su integridad física o moral. Muchas de las personas
les han relatado anécdotas sobre asaltos y extorsiones o llegan con un
evidente deterioro corporal y anímico. Los juicios que ellas elaboran se
basan en principios morales básicos, a partir de los cuales reconocen el
daño hecho.

3  Aunque el término forastero no surge del discurso de los actores solidarios, nos ayuda
a caracterizar el proceso de subjetivación propio de las prácticas solidarias informales.
Por su parte, los términos de prójimo y víctima, son mencionados de forma recurrente
en las entrevistas a los actores en el contexto institucional y/o formal.

Andamios 203
Rodrigo Parrini, Luisa Alquisiras y Emilio Nocedal

Cuando la familia Carreño invita a los y las migrantes comparte sus


propios alimentos, les ofrece lo que tiene en igualdad de condiciones.
Las prácticas solidarias no están motivadas por el estatus migratorio o
legal del sujeto forastero, sino por las necesidades que experimentan
durante su viaje: sed, hambre, frío o dolor:

Ellos no me van a dejar mentir, por medio de la plática que les


estoy dando a usted, no me van a dejar mentir “que yo como
una cosa y ellos otra”, no, nosotros comemos todos parejos. La
necesidad nos hace comer a todos iguales. (Luz, sujeto solidario,
comunidad de San José Guerrero, estado de Puebla).

Los procesos identificatorios son centrales en estas prácticas solidarias


porque permiten encontrar elementos en común con el otro que se
socorre y que, la mayoría de las veces, es un completo desconocido; al
identificarse con el otro también logran conocerlo. La identificación,
escribe Philippe Descola, corresponde a un mecanismo elemental: “por
el cual establezco diferencias y semejanzas entre mí mismo y los exis-
tentes infiriendo analogías de apariencia, comportamiento y propieda-
des entre eso que pienso que soy y eso que pienso que son los otros”
(Descola, 2012, p. 86). En este sentido, la identificación es una forma
de producir un mapa de coordenadas comprensibles y compartibles
entre quienes acogen y quienes llegan, entre quienes dan y quienes
piden. El don es una práctica social muy compleja que organiza una
gramática para los vínculos sociales (Abduca, 2007; Godelier, 1998;
Mauss, 2012; Testart, 2013); la identificación es un lenguaje que ayuda
a que sujetos desconocidos se entiendan o se relacionen.
Al explorar con mayor profundidad las motivaciones de los actos
solidarios encontramos que el proceso identificatorio no ocurre solo en
sentido unilateral, sino que puede desplazarse hacia un tercero. Estas
mujeres no solo comparten su humanidad con los viajeros, también
identifican similitudes entre ellos y otros sujetos, a veces ausentes, con
los que sostienen vínculos afectivos. Para Juana, el recuerdo de sus
hijas e hijos en Estados Unidos es el principal motivo para ayudar a los
centroamericanos:

204 Andamios
Forasteros, prójimos y víctimas

Les damos a los que pasan lo que tenemos. Yo, gracias a Dios,
aunque sea frijolitos no me faltan, pero sabrá Dios mis hijas. Por-
que allá como ganan, sufren (Juana, sujeto solidario, comunidad
de San José Guerrero, estado de Puebla; noviembre de 2015).

Sentir hambre, sed o dolor, son experiencias de las cuales nadie puede
considerarse exento. En este sentido, ellas se identifican con lo que vive
el migrante, no con lo que es. De igual manera, imaginan una situación
de gran precariedad, donde ni siquiera el alimento puede ser asegurado,
que pondría en una posición parecida a los migrantes y sus parientes que
se encuentran en el “otro lado”.4 Por su parte, Luz, la única hija soltera
que ha permanecido al cuidado de su madre, encuentra una explicación
para no haber tenido hijos a través de la presencia de los y las migrantes
que recibe y cuida. El trato entre ella y los forasteros es maternal, les da
de comer, un lugar cálido para pasar la noche, les da consejos.
En su breve texto sobre la hospitalidad, Jaques Derrida (2008) apunta
la imposibilidad de establecer con precisión o rigurosidad los umbrales
o fronteras de esta práctica social. Tratar como igual lo diferente, invi-
tar a pasar a quienes son ajenos a la familia, la comunidad o el orden
político, tal como lo hacen las Carreño, no conlleva la suspensión total
de la diferencia: las personas no dejan de ser migrantes al momento de
sentarse a la mesa, tampoco se materializan como los hijos deseados
o ausentes. Para Derrida es importante la distinción entre aquel que
puede ser admitido en una comunidad, o una familia, bajo ciertas con-
diciones y un otro radicalmente diferente que no puede serlo, “que se
relega a un afuera absoluto y salvaje, bárbaro, precultural y prejurídico,
por fuera y más allá de la familia, de la comunidad, de la ciudad, de la
nación o del Estado” (Derrida, 2008, p. 75), ya que le permite al autor
diferenciar entre una hospitalidad incondicional, absoluta e irrestricta y
otra regulada por el derecho o el deber. La hospitalidad absoluta, dice
el filósofo, “exige que yo abra mi casa y que dé no solo al extranjero
sino al otro absoluto, desconocido, anónimo, y que le dé lugar, lo deje
venir, lo deje llegar” (Derrida, 2008, p. 31). Esa hospitalidad no solicita
reciprocidad y tampoco pide un nombre; en esa medida, no supone “la
entrada en un pacto”.

4  En México, esta es una forma cotidiana de referirse a los Estados Unidos.

Andamios 205
Rodrigo Parrini, Luisa Alquisiras y Emilio Nocedal

En la interacción cotidiana de los sujetos, en contraste con la hos-


pitalidad incondicional, las normas y los límites requieren un pacto de
reciprocidad que permita concretar y hacer factible, en un espacio y
tiempo social determinado, el acto hospitalario: dar lo que tengo, dar
a quien lo necesita, dar sin sacrificar mi posibilidad de supervivencia,
dar algo que puede ser aprovechado o apreciado. Sin embargo, lo que
Derrida denomina “las leyes condicionales de la hospitalidad”, dejarían
de ser tales “si no estuvieran guiadas, inspiradas, aspiradas, e incluso
requeridas, por la ley de la hospitalidad incondicional” (2008, p. 83).
En el contexto donde la familia Carreño realiza sus prácticas solidarias
los rasgos de la hospitalidad irrestricta están representados en la inten-
ción de tratar al diferente como un igual, invitarle —“sea del pueblo
o sea hondureño”— un taquito o lo que “Dios socorra”, sin embargo,
este vínculo está condicionado por los procesos de identificación que
sitúan y restringen la figura del forastero. La figura que se delinea no
es el otro “absoluto, desconocido, anónimo”, sino un otro que comparte
experiencias, lenguajes y formas de vinculación.
Las prácticas solidarias de la familia Carreño se limitan al ámbito
comunitario y se sostienen con los recursos que movilizan entre fami-
liares y vecinos. Se da lo que se tiene y, en esa medida, las necesidades
de las personas migrantes son moldeadas por las prácticas. No reciben
más que el alimento y el cobijo que ellas pueden darles, pero tampo-
co menos. El alivio que les proveen es inmediato y provisional; solo
en ocasiones excepcionales han canalizado a los migrantes con otros
actores locales —Cruz Roja y el centro de salud local— que pueden
brindarles ayuda especializada. La reciprocidad que se espera en estas
prácticas no es material sino moral. En este sentido, el agradecimiento
corresponde a una forma de devolver lo que se ha ofrecido:

Todos son agradecidos, sí, se van contentos y hasta nos dicen


que llegando allá nos van a enviar dinero. Solo uno lo hizo, que
envió para la fiesta del pueblo, otro anotó la dirección mal y no
nos llegó nada. Pero sí nos dejan unas palabras, nos dicen “que
Dios la bendiga madre”, y esa es nuestra recompensa. (Juana,
sujeto solidario, comunidad de San José Guerrero, estado de
Puebla; noviembre de 2015)

206 Andamios
Forasteros, prójimos y víctimas

Si bien en un principio la gratuidad y desinterés fueron rasgos desta-


cados para caracterizar las prácticas solidarias, más adelante se reco-
nocieron otras formas de relación con las personas migrantes. En esta
comunidad poblana, como en muchas otras, son contratados para rea-
lizar diversas actividades por las que reciben un pago, a veces también
comida y alojamiento, pero encontramos que la omisión de este tipo
de información es frecuente en las narrativas de las acciones solidarias,
tanto las informales como en las institucionalizadas.

El migrante “prójimo”

Se ha denominado corredor de hospitalidad al conjunto de iniciativas,


inspiradas en la fe cristiana, que atiende a los migrantes en las diversas
etapas de la migración: origen, tránsito, destino y retorno (Olayo, Ha-
ymes, y Vidal, 2014).5 La mayoría de ellas se realizan bajo el cobijo de
la Iglesia católica, en parroquias, comedores o albergues, pero también
pueden realizarlas sujetos con fuertes convicciones religiosas, incluso,
dentro de organizaciones de la sociedad civil.
El informe de actividades de la Dimensión Pastoral de Movilidad Hu-
mana, para el periodo comprendido entre los años 2006 y 2012, conta-
bilizaba 50 refugios, 10 comedores populares y tres centros de atención
a migrantes6 (Dimensión Pastoral de la Movilidad Humana, 2012).
Ejemplo de las obras pastorales es el Hogar del Migrante de San
Luis Potosí. La inauguración oficial de este lugar, el 17 de noviembre de
2012, permitió a los migrantes acceder a un espacio creado ex profeso
para su atención, que incluye: atención médica, jurídica, psicológica,
alimentación, alojamiento y vinculación laboral, entre otros servicios.
Ubicado a las orillas del tren en una colonia céntrica de la capital
del estado, tiene una capacidad de hasta 250 personas, aunque con
frecuencia se ve rebasada. Bajo la encomienda de realizar acciones de
caridad, los trabajadores otorgan a la figura del migrante cualidades
abstractas que no se presentan en el caso analizado anteriormente:

5  Losautores hablan de prácticas hospitalarias en México, Estados Unidos y los países


centroamericanos.
6  No hay un informe más reciente, pero se puede afirmar que este número no ha

variado de forma significativa a la fecha.


Andamios 207
Rodrigo Parrini, Luisa Alquisiras y Emilio Nocedal

Nosotros somos católicos. La iglesia, en este caso, es católica.


Nosotros vemos al migrante como si fuera Cristo. En realidad al
que le estamos dando de comer, al que le estamos dando, a lo
mejor; que se bañe, que le estamos dando atención médica es a
Cristo-migrante. (Octavio, responsable del Hogar del Migrante de
San Luis Potosí, estado de San Luis Potosí; agosto de 2015).

Las cualidades singulares del sujeto migrante son sintetizadas en la


imagen de Cristo, lo que también marca un distanciamiento en los
procesos identificatorios que analizamos antes. Si para Luz, miembro
de la familia Carreño, los migrantes eran sus hijos, en el caso de estos
actores el migrante es la manifestación de Jesucristo. Bajo esta forma de
identificación, las experiencias de las personas migrantes se concretan
en un molde que las recoge, posibilitando así que la acción de asisten-
cia se pueda llevar a cabo.
Para la mayoría de los trabajadores entrevistados en San Luis Potosí,
la práctica cotidiana es lo que les ha permitido vincularse de forma
más cercana con estos sujetos y configurar una imagen más detallada y
compleja de sus características, así como de las reacciones sociales en
torno a ellos:

Son personas maravillosas, el hecho de que a lo mejor no tengan


estudios o que vengan de un lugar diferente al de nosotros no
quiere decir que sean personas malas. Te voy a ser honesto, yo
he conocido personas maravillosas, en ocasiones que he estado
triste me han ayudado. En México hay gente buena y gente mala
y en Centroamérica también, hay gente buena y mala. A veces
lamentablemente la gente mala pone en mal a la gente buena.
Entonces, por eso les han negado servicios y la gente se crea
en su mente “que los hondureños son asaltantes o quién sabe
qué” (Octavio,7 responsable del Hogar del Migrante de San Luis
Potosí, estado de San Luis Potosí; agosto de 2015).

7  Miembro del equipo de trabajo del padre Rubén. Trabaja en el lugar desde su funda-
ción y antes, en Cáritas.

208 Andamios
Forasteros, prójimos y víctimas

En el fragmento anterior se traza un orden moral que se traspone a las


nacionalidades. La distinción entre buenos y malos migrantes es central
en la configuración de las identidades y los vínculos en los distintos es-
pacios y actores que investigamos. Octavio distingue una categoría de la
otra y aprecia una homogeneización en las narrativas que los describen
a partir solo de los comportamientos negativos (el robo, por ejemplo).
Hablar del migrante como Cristo lo dota de las características positivas
de esta figura y, en alguna medida, lo protege mediante una sacraliza-
ción de su estatus precario. En la vida cotidiana, las personas migrantes
adquieren rasgos singulares que se confrontan con las generalizaciones
prejuiciosas. Pero, de todos modos, es necesario localizarlos del lado
del bien, ya sea como Cristo o como buen migrante.
Los retos diarios de atención al colectivo migrante, especialmente en
aquellos lugares que tienen una infraestructura más sofisticada, como
es el caso de San Luis Potosí, implican una serie de tensiones entre los
rasgos atribuidos al prójimo y las conductas cotidianas de las personas
migrantes que podrían contradecirlos. Esa tensión se resuelve mediante
una exclusión discursiva de los conflictivos y una reivindicación de los
buenos migrantes.

En realidad trabajo pesado o difícil no es. Porque en realidad


los muchachos son buenas personas, verdad, como en todas
partes de todo hay, pero la mayoría te digo, llegan bien cansados,
llegan doloridos, entonces llegan bien tranquilos. De repente no
falta alguien que brinque, que trate de exigir, pero es parte de la
misma presión que traen. Lo mismo que les afloran de repente,
traen muchos problemas reprimidos y entonces cuando tienen la
oportunidad de soltar pues lo sueltan. Pero es muy raro, es muy
raro que haya ese tipo de reacción de los muchachos.” (Joaquín,8
voluntario del Hogar del Migrante de San Luis Potosí, estado de
San Luis Potosí; agosto de 2015).

8  Miembro del equipo de trabajo del padre Rubén. 12 años trabajando en Cáritas. En
el hogar es el encargado de la caseta telefónica y el área de cómputo.

Andamios 209
Rodrigo Parrini, Luisa Alquisiras y Emilio Nocedal

La ingratitud interrumpe la reciprocidad que organiza estas relaciones y


que se exhibe mediante formas de agradecimiento. La ingratitud se ex-
presa en las malas conductas que las personas migrantes pueden tener
dentro del albergue o en una postura de “exigencia” frente a la ayuda
recibida. Exigir asistencia pareciera una acción culturalmente sanciona-
da, que cuestiona la diferencia jerárquica entre quien da y quien recibe.
Se espera que el donatario de la acción caritativa muestre amabilidad,
agradecimiento y permanezca pasivo ante lo que se le ofrece. A pesar
de las posibles muestras de ingratitud, la bondad que caracteriza la
figura del migrante prójimo las explicaría como manifestaciones o con-
secuencias del sufrimiento experimentado. Sin embargo, el tiempo y la
disminución de la fragilidad percibida transforma a las personas que
reciben asistencia: adquieren mayor seguridad o se tornan más exigen-
tes. Joaquín, voluntario de la casa de San Luis, lee ese desplazamiento
como una develación de la persona que se muestra tal cual es. En al-
guna medida, este voluntario reconoce las actuaciones que requiere la
acción solidaria y las lee como fingimiento o como apariencias.

La mayoría es gente noble. Además, vienen sufriendo un chorro…


A lo mejor, cuando ellos ya se sienten más seguros, más firmes,
es cuando empiezan a cambiar un poco, a como realmente son
las personas. En este caso es a lo mejor un poco de fingimiento,
tratar de aparentar, de dar una imagen que no tiene uno… así
muchas veces pasa con ellos, y pasa con uno porque somos seres
humanos, somos cambiantes, previendo las circunstancias cambia
uno sus actitudes, dependiendo de dónde estás, con quién estás
dependiendo de la situación y de las necesidades que tiene uno
(Joaquín, voluntario del Hogar del Migrante de San Luis Potosí,
estado de San Luis Potosí, agosto de 2015).

La identificación básica que se establece con una referencia a la hu-


manidad posibilita el establecimiento de vínculos singulares, que salen
del campo abstracto para situarse de acuerdo a la “situación y a las
necesidades”. La gratitud, en este contexto, sería más una estrategia de
interacción que una cualidad moral intrínseca de los sujetos.

210 Andamios
Forasteros, prójimos y víctimas

En lo que respecta a la forma de vinculación con la figura del mi-


grante prójimo, el acompañamiento espiritual a través de la escucha
prevalece como parte fundamental de sus acciones; sin embargo, se
observa una preocupación respecto del propio sujeto solidario, quien
debe mantener una “sana distancia”. En este sentido, algunos discursos
provenientes de campos especializados como la psicología, la medicina
o los derechos humanos son integrados en el proceso de significación de
las prácticas asistenciales. En ciertos casos, esta intervención ha produ-
cido un desplazamiento en las figuras discursivas, es decir, en la forma
de representar al sujeto migrante por parte de los actores solidarios. La
psicología provee de herramientas prácticas y narrativas para producir
una distancia afectiva con respecto a las experiencias de sufrimiento de
las personas migrantes que, si bien no discute su estatuto como prójimos
vulnerables, permite trazar fronteras subjetivas y emocionales entre los
actores solidarios y los sujetos de caridad. La diferencia jerárquica entre
el donador y el donatario, que no se enuncia, pero implica patrones
específicos de interacción, se complementa con este límite emocional
entre quienes sufren y quienes ayudan. El donatario es quien sufre y
recibe; el donador es quien otorga, pero no experimenta el mismo pade-
cimiento. Esa distancia sería, en este contexto, la condición misma de la
acción solidaria. Si comparamos esta organización de la solidaridad con
la que expusimos en el apartado anterior, vemos que la identificación
que se promueve en este caso requiere una diferencia radical con el otro
(migrante); la solidaridad empieza justamente en el punto donde diver-
gen las subjetividades y las experiencias.
Dado el incremento de la violencia que experimentan las personas
migrantes en tránsito por México y la intensificación de sus vulnera-
bilidades, la Pastoral de Movilidad Humana consideró que las labores
de asistencia realizadas por la Iglesia católica son insuficientes (Di-
mensión Pastoral de la Movilidad Humana, 2012). Esto motivó una
transformación del perfil de las acciones que se extendieron al campo
de los derechos humanos y la denuncia de delitos. Desde entonces, el
personal de los albergues y las casas de migrantes recibe capacitación
en estos temas por parte de organizaciones de la sociedad civil y no
gubernamentales; incluso, algunas organizaciones como Médicos sin
Fronteras han establecido representaciones en esos lugares. Debido a

Andamios 211
Rodrigo Parrini, Luisa Alquisiras y Emilio Nocedal

que conglomeran tanto actores laicos como religiosos, en estos espacios


emergen diversas narrativas y formas de representar al sujeto migrante.

El migrante “víctima”

Actualmente, parte fundamental de la atención brindada por la obra


pastoral de atención al migrante es el registro de información relativa a
cualquier tipo de delito cometido contra la población migrante. Otros
albergues y casas del migrante participan en la Red de Documentación
de Organizaciones Defensoras de Migrantes (en adelante REDODEM),
que se constituyó formalmente en el año 2013, con un trabajo previo
de 4 años de organización y sistematización de información. La pu-
blicación de los informes anuales provee un panorama del perfil del
colectivo de migrantes que transitan por el “corredor de hospitalidad”
mexicano, además de sus experiencias de violencia ya sea como testigos
o como víctimas. Luego de que una persona migrante es recibido en
uno de estos albergues se realiza una entrevista:

Una cosa muy importante que les preguntamos es que si su-


frieron, que si fueron víctimas o testigos de algún delito en su
camino. Porque siempre pasa: “no, que me golpearon, me agre-
dieron” incluso los mismos policías, federales incluso. Se vienen
quejando acá que los robaron, que esto o que el otro, no falta.”
(Alejandro, voluntario del Hogar del Migrante de San Luis Potosí,
estado de San Luis Potosí; agosto de 2015).

La figura de víctima, en esta primera aproximación, es reconocida en el


orden jurídico en la medida que esta persona es objeto de actos que se
consideran “delitos” (abuso sexual, extorsión, feminicidio, homicidio,
intimidación, lesiones, privación ilegal de la libertad, secuestro, sobor-
no, violación sexual).
Aunque el marco jurídico y el lenguaje del derecho sea uno de los
esquemas de significación más recurridos para visibilizar la figura de
víctima, no es el único y el lenguaje médico y psicológico juega también
un papel relevante. El sufrimiento como experiencia definitoria de la

212 Andamios
Forasteros, prójimos y víctimas

víctima (Fassin, 2016) puede proceder de diversas fuentes y traducirse,


a su vez, en una multiplicidad de daños a las personas. Para que la
figura de víctima sea reconocida en este contexto, es necesario un cierto
saber sobre las circunstancias de vida de los y las migrantes provenien-
tes de Centroamérica, sobre las injusticias cometidas contra ellos y
ellas, sobre sus derechos, además de un sentido de justicia que habilite
acciones enfocadas en la reparación del daño.
El albergue ubicado en Ciudad Ixtepec, Oaxaca, “Hermanos en el
camino” es el tercer caso que analizaremos. Creado en 2007, evolucionó
de una choza, en la que su fundador atendía a las personas migrantes,
a un complejo de atención en el que se brinda desde hospedaje hasta
asistencia legal, además de comida, ropa, servicio de internet, consulta
médica y talleres de información sobre derechos humanos. Se localiza
a las afueras del centro de la ciudad, sobre las vías del tren. Tiene capa-
cidad para 100 personas, aunque con frecuencia atiende a un número
mayor. Su red de colaboración está conformada por actores nacionales
e internacionales y, en menor medida, por la comunidad local.
Durante el trabajo de campo, tres religiosas de la congregación Ángel
de la Guarda estaban a cargo de las labores operativas y administrativas
del lugar. Respecto a las experiencias de estas personas, una de ellas
señala:

Yo siento que va ahí mucho. Y es como la vida me ha negado lo


básico: la alimentación, el cariño. Y encima, el paso es parquísi-
mo. Porque tienen una cantidad de dificultades y cada vez más.
Pero no creo que sean malos. Ellos tienen que ir curándose de
mucho, mucho dolor. (Monja, voluntaria del Albergue Hermanos
en el Camino, Ciudad Ixtepec, estado de Oaxaca; marzo 2015).

En su particular lectura del migrante, la experiencia vital está marcada


fundamentalmente por el sufrimiento, lo que se convierte en el sostén
moral y discursivo de la práctica solidaria. El sufrimiento o dolor,
como señala Didier Fassin (2016), no es reconocido meramente como
una experiencia individual e íntima de los sujetos, sino que establece
una relación con el entorno social en la medida que se sabe que éste,
como síntoma psíquico, es producido por una condición social.

Andamios 213
Rodrigo Parrini, Luisa Alquisiras y Emilio Nocedal

En el caso de la migración centroamericana en tránsito por México,


las causas del sufrimiento no se localizan exclusivamente en los delitos
cometidos en contra de ellos, sino en estructuras sociales complejas.
Los migrantes son víctimas de un orden social que es injusto, ya que
han sido ubicados en una posición desventajosa. En muchas ocasiones
las personas migrantes son víctimas del trato que le dan las institu-
ciones del Estado en su viaje por México, y también lo serán de las
condiciones de explotación en las que, potencialmente, trabajarían en
los Estados Unidos. El migrante es víctima con antelación al proceso
migratorio mismo, en tanto sujeto pobre o excluido, pero además lo
es como consecuencia del viaje. Como podemos apreciar, esta figura
tiende a totalizar las identidades y experiencias migratorias.
Tal como lo comparten en su página oficial, el albergue Hermanos
en el Camino, así como otros espacios en el ámbito formal, se nutren
del trabajo de personas voluntarias que “ofrecen su tiempo para ayudar
a otras personas sin esperar nada a cambio, personas que vienen desde
todos los continentes del planeta” (Albergue de migrantes “Hermanos
en el Camino”, s.f.). Uno de los voluntarios entrevistados refiere que los
albergues reciben a personas que han visto potenciadas sus vulnerabili-
dades y disminuido sus recursos para afrontarlas:

Ahora, los migrantes, muchas veces el viaje lo hacen a pie, lo


que conlleva, ya de por sí, vulnerabilidades que tienen que ver
con el cansancio, con enfermedades, con exposiciones climáticas
mucho mayores que estando en el tren. Sobre todo, vienen muy
dañados en los pies, de horas y horas andando, pero además eso
implica que tengan que venir por grupos pequeños. El hecho de
venir por grupos pequeños, pues, dificulta la defensa, dificulta
el hecho de que se puedan juntar y defenderse, entonces están
expuestos a que el crimen organizado, o las propias autorida-
des, que hay que decirlo, también, muchas veces, son las que
extorsionan a las personas migrantes, pues, les pueden convertir
en víctimas de esos delitos (Ernesto, voluntario del Albergue Her-
manos en el Camino, Ciudad Ixtepec, estado de Oaxaca, marzo
de 2015).

214 Andamios
Forasteros, prójimos y víctimas

En los fragmentos anteriores, el sufrimiento y el dolor de la figura de


la víctima parece abarcar casi por completo la experiencia del tránsito
migratorio. El sufrimiento, como una experiencia excepcional que
marca la trayectoria de vida de una persona, se generaliza, se vuelve
lo común y repetido en los testimonios del viaje de migrantes. Lo ex-
cepcional, en este contexto, sería un migrante no víctima, alguien que
no haya experimentado sufrimiento. La expansión de la víctima en el
campo de la migración muestra, a nuestro entender y siguiendo las
reflexiones de Didier Fassin (2016); “una economía moral del huma-
nitarismo”, es decir, una matriz moral que se concreta en dispositivos,
oficios y saberes asociados y ampliamente transnacionalizados —de
igual forma que el discurso de los derechos humanos— y que operan
sobre el sufrimiento y dolor universal.
Dadas sus características, la figura de la víctima es un campo de
acción privilegiado para la acción especializada: médica, jurídica, psi-
cológica, etc., y son esos lenguajes los que configuran las características
particulares de la experiencia o identidad del sujeto migrante. Bajo estos
dispositivos y saberes, la práctica solidaria se produce como una relación
entre sujetos que tiende a la estandarización. Las experiencias singulares
de las personas migrantes son traducidas a lenguajes técnicos diversos
que orientan quién realizará una intervención y bajo qué circunstancias.
En los albergues y casas del migrante que investigamos, los volun-
tarios son quienes administran los bienes y asumen las incontables
responsabilidades de operación. Ángel, psicólogo voluntario de la
organización Médicos sin Fronteras, ubica diferentes niveles de com-
prensión sobre las problemáticas que viven las personas migrantes:

Si tú los estudias como sobrevivientes de violencia van a tener


síntomas, consecuencias, que son muy visibles y que los puedes
tratar desde lo médico, desde lo legal, desde la salud mental,
bla-bla-bla. Pero si los analizas como individuos. Como sociedad
hondureña, por ejemplo, te tendrías que meter allá, al contexto
de cómo están siendo exportados y te vas a dar cuenta de muchas
deficiencias que son producto de esto, pues (Ángel, voluntario
del Albergue Hermanos en el Camino, Ciudad Ixtepec, estado de
Oaxaca; junio de 2015).

Andamios 215
Rodrigo Parrini, Luisa Alquisiras y Emilio Nocedal

Los albergues se vuelven espacios donde la labor humanitaria se pro-


fesionaliza y en los que la experiencia migratoria es leída desde sus
consecuencias políticas, físicas y emocionales. Ser solidario desde los
albergues implica ofrecer un servicio a favor de un colectivo desprote-
gido y violentado, lo que difiere con las acciones solidarias concebidas
como una misión pastoral. Frente a un diagnóstico estructural, la acción
solidaria de Hermanos en el Camino y, en menor medida, del Hogar
del Migrante Monseñor Luis Morales Reyes, busca la visibilización de
sus experiencias en el ámbito público y político e intentan mostrar las
razones económicas, sociales y políticas que motivan la migración de
miles de personas desde los países de Centroamérica o que amparan la
impunidad de la violencia que pueden experimentar en México.
En la figura de víctima, el sufrimiento y las injusticias experimen-
tadas producirían una incapacidad para expresar gratitud o tener un
buen comportamiento. Antes que inhibir la acción solidaria, estas
conductas son interpretadas como manifestaciones del daño hecho a
la víctima, lo que amerita quizá aún más la ayuda. Antonio, otro de los
voluntarios, señala:

hay gente que es muy agresiva para pedir, pues es, como ver
de dónde sale ¿no? Yo no quiero justificar nada: provienen de
lugares súper violentos, entonces, pues muchas veces tienen la
misma tónica en su diario vivir, o sea, como bien, “qué onda,
sí, dame”, “me estoy muriendo de sed” ¡Sí! Tienen razón. Y otra
de las cosas, sabes que, yo también veo que esas actitudes son
porque ellos nunca estuvieron acostumbrados a pedir nada. (An-
tonio, voluntario del Albergue Hermanos en el Camino, Ciudad
Ixtepec, estado de Oaxaca; marzo de 2015).

Si el prójimo amerita ayuda, también devuelve gratitud, pero a la vícti-


ma no se le puede demandar esa retribución. La solidaridad se explica,
ante todo, por el sufrimiento y el daño padecido por el migrante y,
en esa medida, correspondería a un paliativo al que tiene derecho. El
prójimo es una figura en una relación apostólica y evangélica; la víctima
en una jurídica y política. Esa diferencia es central, pues la contrapar-
te del prójimo es un feligrés convertido por la acción solidaria y en el

216 Andamios
Forasteros, prójimos y víctimas

caso de la víctima, un sujeto de derecho. Es una doctrina religiosa, el


catolicismo, la que significa al migrante como prójimo; en cambio, son
un discurso jurídico y un proyecto político emancipatorio los que lo
entienden como víctima.
¿Los voluntarios se podrían identificar con los migrantes leídos
como víctimas? En este caso, la solidaridad se organiza a partir de una
alteridad aún más radical que la del prójimo; figura que permite proce-
sos identificatorios en la medida en que se comparte un estatus común
como hijos de Dios. En una entrevista realizada a Alejandro Solalinde,
fundador del albergue Hermanos en el Camino, sacerdote y activista
en favor del colectivo migrante, señala cómo la imposibilidad de iden-
tificación produce juicios negativos. La distancia abierta entre quien
ayuda y quien recibe, cuando no hay experiencias compartidas, puede
estrecharse a través de un ejercicio de “entendimiento” desprovisto de
una valoración moral:

Tampoco soy ingenuo, sé que ellos vienen cargando muchas


cosas, trato de explicarme por qué son ellos así. Un día me dijo
uno: “es que son maleducados, es que son no sé cuánto y no sé
qué” Y yo le dije: “oye, ellos no vienen de colegio particular…
Ellos no han estado en el Hilton viviendo, ¡no friegues! ¡Ve cómo
están! Antes di que no son más dañados” ¿No? Entonces yo en-
tiendo sus mundos, entiendo todo eso y yo no voy a juzgarlos,
yo no vine aquí a juzgarlos, vine aquí para ayudarlos y ya (A.
Solalinde, sacerdote y fundador del Albergue Hermanos en el
Camino, Ciudad Ixtepec, estado de Oaxaca; marzo de 2015).

La víctima es una figura estructural de las injusticias y los sufrimientos


que experimentan ciertos sujetos y colectivos. La solidaridad obliga a
entender su situación, pero no requiere identificarse con ella; por eso,
estas prácticas pueden adquirir tonos más técnicos y también políticos.
Técnicos en la medida en que intentan resolver o paliar algunos de
los efectos de esa localización estructural y políticos porque elaboran
explicaciones y reclaman soluciones.
En un horizonte de justicia social y bienestar colectivo, la víctima
podría desaparecer si sus condiciones de existencia (vulnerabilidad,

Andamios 217
Rodrigo Parrini, Luisa Alquisiras y Emilio Nocedal

explotación, impunidad, miseria) se transformaran. No así el prójimo,


que es una figura de identificación en un sistema de creencias reli-
giosas y no la condensación histórica de condiciones estructurales de
injusticia e inequidad. En el catolicismo, el prójimo es la figura de una
cercanía trascendental entre los sujetos. La víctima, en una perspectiva
humanitaria, es el resultado de un desajuste entre los derechos huma-
nos y su realización.

Consideraciones finales

Los hallazgos de esta investigación muestran que las formas materiales


y simbólicas en las que se concretan las prácticas solidarias son com-
plejas y diversas. Dichas prácticas se constituyen a partir de encuen-
tros microsociales y coincidencias espacio-temporales que vinculan
a ciertos sujetos, pero también sobre superficies socio-históricas y
socio-políticas que posibilitan su emergencia.
Desde la perspectiva del actor solidario resulta fundamental la in-
terrogación sobre el sujeto destinatario de la acción: ¿qué cualidades
son atribuidas al sujeto migrante? Las formulaciones respecto a esta
pregunta aparecieron con mayor o menor nitidez en las narraciones
de los actores solidarios; otras veces, fue la acción manifiesta la que
posibilitó entrever sus contornos y posición, ya sea en el plano político,
espiritual o cotidiano.
De acuerdo al material empírico distinguimos tres modos en los que
el sujeto migrante es significado por los diversos actores que realizan
las prácticas solidarias: forastero, prójimo y víctima. En cada una se jue-
gan formas de identificación y posibilidades de reciprocidad singulares
que permitieron su caracterización y una exploración de sus límites.
Las prácticas que describimos son primordiales para los migrantes
centroamericanos que viajan de forma irregular por México. Al recibir
los bienes las personas migrantes son integradas a dinámicas, tanto
implícitas como explícitas, que establecen qué se puede ofrecer y qué
se debe hacer para recibir, por tanto, constituyen también una forma de
gestión social de la sobrevivencia y de los sujetos que la experimentan.
El seguimiento de las prácticas solidarias por tiempos más pro-
longados durante el trabajo de campo posibilitó la emergencia de un

218 Andamios
Forasteros, prójimos y víctimas

discurso heterogéneo, lleno de ambigüedades, a diferencia del discurso


inicial cuyos rasgos se presentaron más uniformes y generales. Aunque
en este ejercicio de análisis se vinculan algunos actores solidarios con
ciertas figuras discursivas, eso no implica que no existan tonalidades y
matices en su manera de concebir al sujeto migrante.
Algunos factores, como el proceso de formalización o instituciona-
lización de las prácticas solidarias, han producido un desplazamiento
entre las diferentes figuras, debido a su influencia sobre las prácticas
solidarias informales y locales. Estas últimas, generalmente, son incluidas
en el discurso humanitario como ejemplos morales de la defensa de los
derechos de las personas migrantes a nivel político y mediático (Parrini
y Alquisiras, 2019). Esto implica tanto la modificación de sus prácticas
-que requieren la vinculación con el otro a través de saberes técnicos
y profesionales, es decir, su estandarización-, como una transformación
de los procesos de subjetivación que, en los términos de este artículo,
apuntalan a la víctima como sujeto de derecho y asistencia, opacando
otras posibilidades de comprensión y relación que acontecen a nivel mi-
crosocial, por ejemplo, entre actores solidarios y “forasteros” o “prójimos.

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220 Andamios
Forasteros, prójimos y víctimas

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gob.gob.mx/work/models/PoliticaMigratoria/CEM/Estadisticas/
BoletinesCOMAR/2018/COMAR_2018.pdf

Fecha de recepción: 7 de septiembre de 2020


Fecha de aceptación: 14 de diciembre de 2020

Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 195-221 Andamios 221
#LadyFrijoles: señalamiento, discriminación y estigma
de migrantes centroamericanos a través de redes
sociales en México
Marisol Pérez Díaz*
Mirza Aguilar Pérez**

Resumen. Atribuir connotaciones negativas a un grupo social


desde los medios de comunicación y las redes sociales produce
narrativas constructoras de identidades marginadas con una
fuerte carga estigmatizante. La presente investigación se centra en
las narrativas discriminatorias que realizan en las redes sociales
sobre los migrantes centroamericanos y contribuye a los estudios
que han puesto énfasis al respecto. El objeto de estudio es anali-
zar las representaciones y las narrativas que surgieron a partir del
caso conocido como “Lady Frijoles”, para pensar las lógicas de
racismo y discriminación en redes sociales. Trabajamos a partir
de un análisis cualitativo, buscando comentarios y representacio-
nes compartidas vía Facebook y Twitter tras la aparición del video
que un medio de comunicación compartió como un reportaje.
Además, utilizamos el software AGEI para realizar un mapeo de
las palabras más recurrentes de ese caso y crear una base de datos
sobre los tweets. Los resultados apuntan a la necesidad de anali-
zar las expresiones vertidas en las redes sociales para visibilizar
la discriminación cotidiana sobre un fenómeno específico, que
en este caso es la migración irregular de origen centroamericano
en tránsito por México. Estas expresiones se dan bajo algunas
condiciones que las permiten como el anonimato, lo instantáneo
del mensaje y la facilidad de reproducción.
* Profesora investigadora de tiempo completo en la Licenciatura de Relaciones
Internacionales de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México. Correo
electrónico: marisol.perezd@correo.buap.mx
** Profesora Investigadora adscrita a la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales

de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México. Correo electrónico:


mirza.aguilar@correo.buap.mx

Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 223-243 Andamios 223
Marisol Pérez Díaz y Mirza Aguilar Pérez

Palabras clave. Discriminación; migración en tránsito; redes


sociales; estigma y estereotipos.

#Ladyfrijoles: targeting, discrimination and stigma of


Central American migrants through social media in
Mexico

Abstract. Attributing negative connotations to a social group


from which it produces narratives that construct marginali-
zed identities with a robust stigmatizing charge. Few studies
focus on the discriminatory narratives in social networks that
Mexicans carry out about Central American migrants. So this
research contributes to reflect on this. The object of study is to
analyze the representations and narratives that emerged from
the case known as “Lady Frijoles”, to think about the logic of
racism and discrimination in social networks. We work from
qualitative analysis, looking for comments and representations
shared via Facebook and Twitter after the appearance of the
video that a media outlet shared as a report. Besides, we use
AGEI software to map the most recurring words in that case
and create a database of tweets. The results point to the need to
analyze the expressions spilt on social networks to make visible
the daily discrimination on a specific phenomenon, which in
this case is the irregular migration of Central American origin
in transit through Mexico. These expressions are given under
some conditions that allow them such as anonymity, the instan-
taneousness of the message and the ease of reproduction.

Key words. Discrimination; migration in transit; social networks;


stigma, stereotypes

224 Andamios
#Ladyfrijoles

Introducción: situando la investigación

En particular nos interesa observar las representaciones que los mexi-


canos han hecho de los migrantes centroamericanos en su tránsito por
México a través de los medios de comunicación y redes sociales, de
manera particular a través de Facebook y Twitter. La presente investi-
gación se centra en las narrativas discriminatorias que realizan en las
redes sociales sobre los migrantes centroamericanos y contribuye a
los estudios que han puesto énfasis al respecto (Aguayo, 2013; Frías y
Arcila, 2019; Zarate, 2020; Olmos, 2018).
El objeto de estudio es analizar las representaciones y las narra-
tivas sobre el caso de una mujer hondureña, para pensar las lógicas
del racismo y la discriminación en redes sociales. Esta investigación es
descriptiva-interpretativa. A partir de un análisis de contenido, anali-
zamos las narrativas en forma de comentarios generados en Facebook y
Twitter, sobre el video publicado por el medio Deutsche Welle (DW) en
español, referente a la cobertura de la primera caravana migrante -16
de noviembre de 2018-, donde se entrevista a Miriam Celaya, mujer
migrante de origen hondureño a quien se le escucha hacer un comen-
tario sobre la comida que se les estaba ofreciendo. El comentario fue
considerado una queja sobre la alimentación y el caso empezó a ser
llamado de manera peyorativa en México como “Lady Frijoles”.1
La búsqueda de los comentarios se dio a través de tres estrategias,
la primera, revisando directamente el Twitter de DW en español. La
segunda, examinando comentarios sobre el caso de forma manual en
Facebook.2 La tercera, trabajando en las plataformas y los servicios de

1  En México hacerse del nombramiento “Lady” o “Lord” se ha convertido en despres-


tigio y burla para señalar a alguien de manera pública a través de las redes sociales.
Comenzó en 2011 cuando, en tan sólo unas horas, miles de retuits convirtieron a dos
mujeres en las “ladies de Polanco”. El video original, en el que se observa a las dos
mujeres agrediendo a la policía en avenida Mazaryk, de la Ciudad de México tiene mi-
llones de reproducciones. Este mote es símbolo de escarnio por las ofensas proferidas
a un tercero.
2  Agradecemos a la asistente de investigación Zaira Aketzally Alvarado Flores, estu-

diante de la Licenciatura en Relaciones Internacionales de la Benemérita Universidad


Autónoma de Puebla, por apoyar en la recolección manual de los mensajes vertidos a
través de la red social facebook sobre el caso analizado.

Andamios 225
Marisol Pérez Díaz y Mirza Aguilar Pérez

información geoespacial Web —Autómata Geointeligente en Internet


(AGEI)—,3 la cual es una plataforma dinámica de recolección de datos
georreferenciados que realiza un mapeo de las palabras más recurrentes
sobre el caso seleccionado en Twitter.
El artículo está dividido en cuatro secciones, en el primer apartado
presentamos el contexto de salida de las caravanas de migrantes pro-
venientes de Centroamérica y su tránsito por México. En el segundo
apartado mostramos un marco analítico de donde partimos para expli-
car la importancia conceptual del análisis de redes sociales. La tercera
sección, concentra el análisis derivado de los comentarios en las redes
sociales sobre el caso seleccionado y de la construcción de la base de
datos a partir de lo encontrado con el AGEI. Finalmente, en el último
apartado, presentamos los hallazgos de la investigación.

Migración irregular, caravanas y discriminación: contexto histórico

Las recientes migraciones de origen centroamericano que transitan por


México hacia Estados Unidos tienen larga data histórica y su origen está
relacionado, entre otros, con la dependencia, la pobreza, la violencia, e
incluso, los desastres naturales.
El panorama migratorio centroamericano inició desde mediados del
siglo XIX con los desplazamientos internos e intrarregionales consecuen-
cia del asentamiento de las compañías bananera, azucarera y cafetalera,
principalmente de origen estadounidense, en la región (Pastor, 2011).
Esto permitió la notable injerencia de Estados Unidos en la política y
la economía locales, lo que produjo importantes movimientos sociales.
Si bien, las manifestaciones sociales, en contra de la injerencia del ve-
cino del norte y de los gobiernos autoritarios impuestos en la región,
iniciaron desde las primeras décadas del siglo XX, fue entre finales de

3  ElAGEI es un proyecto del CONACYT y el CentroGeo, coordinado por el Dr. Mario


Gonzalo Chirinos Colunga y el Dr. Oscar Gerardo Sánchez Siordia. El objetivo del
AGEI comprende el diseño, desarrollo, implementación y comercialización de un siste-
ma avanzado de información geográfica para el descubrimiento de nuevo conocimiento
y su aplicación en investigaciones científicas y procesos de toma de decisión, mediante
la extracción, transmisión, almacenamiento, análisis y visualización de información
pública transmitida en internet.

226 Andamios
#Ladyfrijoles

los años 70 y principio de los 80, que estas se visibillizaron, lo que a su


vez provocó que la migración hacia el exterior se impusiera en la vida de
muchas personas y hogares centroamericanos (Pérez-Díaz, 2019).
Estados Unidos se convirtió en destino obligado para los centroame-
ricanos, tanto por la dependencia económico-político que había cons-
truido desde un siglo antes, como por los mecanismos legales (estatus
de protección y estancia temporal) (Castillo, 2010, p. 176). Aunque
en un inicio los flujos hacia Estados Unidos eran predominantemente
masculinos, a partir de la puesta en marcha de las amnistías se observó
el ingreso de un grupo numeroso de mujeres hondureñas y menores.
Tras el fin de los conflictos armados en la región y la firma de los
acuerdos de paz, muchos de los migrantes que años antes habían ob-
tenido algún tipo de estatus de protección en Estados Unidos se vieron
obligados a regresar a sus lugares de origen. A través de políticas de
deportación se regresaron a aquellos centroamericanos que, según las
políticas estadounidenses, habían sido condenados por un delito o por
pertenecer a alguna pandilla. Lo anterior, produjo principalmente en
El Salvador, Guatemala, y Honduras, la conformación de pandillas
transnacionales que emergieron con fuerza a mediados de la década de
los años 90 (París, 2017, p. 67). Desde entonces, la criminalidad y el
aumento de la violencia desencadenaría más flujos migratorios hacia el
exterior, ahora ya no solamente conformados por hombres y mujeres,
sino incluso por familias completas.
A finales de la década de los noventa, los daños provocados por el
huracán Mitch (1998) aceleraron el aumento de la migración interna-
cional de origen centroamericano, principalmente de Honduras, hacia
Estados Unidos, que en un primer momento buscó ingresar al territorio
de ese país a través de la solicitud del TPS (París, 2017). Los problemas
económicos desencadenados tras Mitch, aunados a la ya de por sí en-
deble situación económica y el aumento de las pandillas en la región,
incrementaron la desigualdad, el desempleo, la violencia y la margina-
ción, por lo que, a partir de los primeros años del siglo XXI, se registró
un nuevo aumento en la migración de centroamericana hacia el exterior.
A la par del aumento de estos desplazamientos, en Estados Unidos
se registró un hecho que reconfiguraría las ideas de migración y segu-
ridad en todo el mundo, los atentados terroristas del 11 de septiembre

Andamios 227
Marisol Pérez Díaz y Mirza Aguilar Pérez

de 2001. Tras el 9/11, mediante un beligerante discurso de seguridad


nacional, los flujos de migrantes, principalmente los irregularizados,
fueron percibidos como amenazas a la seguridad y la cultura de los
países receptores (Pérez-Díaz, 2019). Estados Unidos creó una serie de
iniciativas más estrictas en materia migratoria, las que no solamente se
implementarían en territorio estadounidense. Es así como el territorio
mexicano se vuelve el espacio ideal para contener todo aquello que
despertara sospecha de amenazas en Estados Unidos.
Pese a la puesta en marcha de dispositivos migratorios más severos
y violentos, la migración centroamericana hacia Estados Unidos no ha
cesado. Golpes de Estado, como el sucedido en 2009 en Honduras,
así como, crisis política-sociales en la región han provocado el creci-
miento de los flujos migratorios originarios de Centroamérica. En los
últimos años se han visibilizado en los medios, los desplazamientos de
familias completas, menores no acompañados y, en últimas fechas, de
las llamadas “caravanas”.
Dichas caravanas, principalmente conformadas por personas de ori-
gen hondureño, han ingresado y atravesado territorio mexicano desde
octubre de 2018 con el objetivo de llegar a la frontera norte y solicitar
asilo en Estados Unidos (Varela-Huerta y McLean, 2019). Hasta el mo-
mento, tres caravanas se han hecho más visibles. La caravana que inició
el 18 de octubre de 2018, con un contingente de personas reunido en
la terminal de autobuses de San Pedro Sula; la caravana que salió desde
Esquipulas, Guatemala, el 21 de octubre de ese mismo año (Arroyo,
et.al., 2019) y la caravana que inició el 15 de enero de 2020 en San
Pedro Sula y que el 19 de enero fue frenada por la Guardia Nacional
en Ciudad Hidalgo, México. No han sido las únicas “caravanas” que
han transitado por México, en años anteriores se había denominado
con el mismo apelativo a los contingentes conformados por madres
de migrantes desaparecidos y a contingentes que realizan el viacrucis
migratorio (Varela-Huerta y McLean, 2019).
El monitoreo de las caravanas por parte de la sociedad civil, los
medios de comunicación —tanto nacionales como internacionales—,
los medios sociales —Facebook y Twitter— y los organismos de dere-
chos humanos generó una amplia visibilización. Si bien se observaron
gestos de ayuda humanitaria en diferentes lugares de la ruta, también se

228 Andamios
#Ladyfrijoles

percibieron muestras de rechazo y descontento por parte de personas


locales. Uno de los hechos más sonados fue el que tuvo lugar el 14 de
noviembre de 2018 en Playas de Tijuana, en Tijuana, Baja California,
cuando un grupo de residentes de ese fraccionamiento convocaron a
una marcha para manifestar su descontento ante el arribo de los mi-
grantes a esa zona (COLEF, 2018). Tras esto, se suscitaron agresiones
hacia los migrantes, quienes tuvieron que ser desalojados. Al respecto,
tanto en medios de comunicación, como en redes sociales se empezó a
hablar sobre las caravanas desde dos perspectivas, a favor o en contra.

Narrativas sobre discriminación: estigma, racismo y aporofobia

El sujeto migrante ha sido representado de múltiples formas, una de


estas lo sitúa en las narrativas anti derechos, como un otro, como un
sujeto “ilegal”. Atribuir connotaciones negativas a un grupo social
desde los medios de comunicación produce narrativas constructoras
de identidades marginadas con una fuerte carga estigmatizante, Según
Irving Goffman (1989),

La imagen pública de un individuo [estigmatizado] parecería


estar constituida por una reducida selección de acontecimientos
verdaderos que se inflan hasta adquirir una apariencia dramática
y llamativa, y que se utilizan entonces como descripción comple-
ta de su persona (Goffman, 1989, p. 89).

Los medios de comunicación ofrecen representaciones de los sujetos,


en el caso de los sujetos migrantes, desde una narrativa conservadora,
son representados como peligrosos y en ocasiones son vistos única-
mente a través de estereotipos étnicos o nacionales.
El concepto estereotipo, lo entendemos, como “práctica significan-
te”, como lo teoriza Stuart Hall (2010). El problema del estereotipo no
es que sea falso, sino que “esencializa, naturaliza y fija la diferencia”,
además de que tiene una “práctica de ‘cerradura’ y exclusión. Simbó-
licamente fija límites y excluye todo lo que no pertenece”, así pues, el
estereotipo “tiende a ocurrir donde existen grandes desigualdades de

Andamios 229
Marisol Pérez Díaz y Mirza Aguilar Pérez

poder” y “clasifica a gente según una norma y construye al excluido


como ‘otro’. Interesantemente es también lo que Gramsci habría llama-
do un aspecto de la lucha por la hegemonía” (Hall, 2010, pp. 429-431).
Es así que la aparición de estereotipos nos permite ver en la práctica
la conexión entre “representación, diferencia y poder” y permite ubicar
diferentes “regímenes de representación”. Coincidimos con Hall cuan-
do explica que,

El punto importante es que los estereotipos se refieren tanto a lo


que se imagina en la fantasía como a lo que se percibe como “real”.
Y lo que se produce visualmente, por medio de las prácticas de
representación, es sólo la mitad de la historia. La otra mitad —el
significado más profundo— reside en lo que no se dice, pero está
siendo fantaseado, lo que se infiere pero no se puede mostrar
(Hall, 2010, p. 435).

Además, los estereotipos relacionados con los migrantes, como práctica


significante nos permiten guiar la discusión sobre cómo se forman
ciertas representaciones de la migración y cómo su discusión en las
redes sociales apelan continuamente a un estereotipo de un sujeto que
se traslada sin documentos en un territorio extranjero.
Martini y Luchessi (2004) mencionan cómo los medios de comu-
nicación construyen discursos sobre la actualidad y reproducen los
sentidos primordiales de una ‘identidad básica’ como un presupues-
to absolutamente concreto, distinguible o pétrea. En este sentido los
medios se encargan de hacer ver como cierta la idea o imagen sobre
las percepciones que ellos muestran sobre los migrantes, otorgándole
una imagen negativa y provocando que el público estigmatice a ciertos
grupos de la población.
En algunos estudios migratorios como el de María Emilia Tijoux
(2007) se ha vislumbrado el racismo como un factor estructural de
dominación y exclusión de los migrantes laborales. Tijoux analiza
el racismo cotidiano que experimentan las trabajadoras peruanas en
Santiago de Chile,

230 Andamios
#Ladyfrijoles

Estamos frente a la cotidianeidad de un racismo que hay que


observar principalmente en los gestos, en las palabras, en pe-
queños actos imperceptibles, pero eficaces cuando se trata de la
construcción de un estigma (...) Se trata de actos que se pro-
ducen en todo momento y en diversas situaciones, repetitivos
e imprevistos, que forman parte de micro-eventos entendidos
como sin importancia. Hablamos de rechazos, de exclusiones, de
humillaciones fundadas en características fenotípicas o cultura-
les (Tijoux, 2007, p. 5).

En esta línea, este estudio se pregunta por la experiencia migratoria de


la población centroamericana en México, por sus representaciones so-
bre el racismo y por los marcos específicos de exclusión/inclusión que
la sociedad mexicana expresa en las redes sociales. La reproducción de
estas expresiones de discriminación son notorias en las redes sociales
virtuales (RSV) como menciona Antonia Olmos Alcaraz,

La inmediatez en la comunicación y la gran capacidad de pro-


pagación de la información que propician las RSV, imprimen es-
pecificidad al análisis de los discursos-prácticas diferenciadoras
y racistas, porque las posibilidades de llegar a más personas se
multiplican exponencialmente con respecto a las interacciones
producidas cara a cara o con respecto a los medios de comunica-
ción tradicionales (2018, p. 43).

En ese sentido, el análisis de las expresiones de discriminación en estos


medios de comunicación es necesario para entender cuál es el eco de
estas prácticas cotidianas y significativas sobre el racismo, la xenofobia
y la discriminación hacia los migrantes.
Otro concepto que completa el marco analítico es el de aporofo-
bia, concepto acuñado por Adela Cortina a mediados de la década de
los noventa, este término significa la animadversión hacia el sujeto
empobrecido a decir de Cortina, consiste en el “odio, repugnancia u
hostilidad ante el pobre, el sin recursos, el desamparado” (2017, p. 24).
Este concepto sienta sus bases específicamente en la situación socioeco-
nómica del extranjero, Cortina menciona,

Andamios 231
Marisol Pérez Díaz y Mirza Aguilar Pérez

Lo que produce rechazo y aversión no es que vengan de fuera, que


sean de otra raza o etnia, no molesta el extranjero por el hecho
de serlo. Molesta, eso sí que sean pobres que vengan a complicar
la vida a los que, mal que bien, nos vamos defendiendo, que no
traigan al parecer recursos, sino problemas (2017, p. 14).

En el caso de los migrantes centroamericanos, como pudimos observar


en la sección anterior, es que el contexto de salida marcado por la falta
de oportunidades laborales, los desequilibrios económicos, los desas-
tres naturales y la violencia, hace que los migrantes sufran una suerte
de expulsión sin capital social, cultural ni económico suficiente para
que su tránsito por México sea menos hostil ante el escenario violento
del propio país de tránsito.

Metodología: noticias, redes sociales y autómatas digitales

La investigación que presentamos es de tipo descriptiva-interpretativa,


partiendo de los comentarios generados en Facebook y Twitter sobre el
video publicado en el Twitter del medio Deutsche Welle (DW) en espa-
ñol, el 16 de noviembre de 2018, analizamos las representaciones y las
narrativas sobre racismo y discriminación producidas en redes sociales
hacia los migrantes centroamericanos en México.
Para esto se revisó el video colgado en el Twitter de DW en español,
que tiene como comentario:

Los primeros grupos de #migrantes fueron ubicados en la Ciudad


Deportiva, sin los víveres necesarios. Autoridades locales afirman
que, sin la ayuda del gobierno federal, que estiman en 4 millones
de dólares, atender a los centroamericanos no es posible (DW en
español, 2018).

Posteriormente, la búsqueda de los comentarios se realizó por medio


de tres estrategias, en primer lugar, se revisaron de manera directa los
comentarios que el video generó en el Twitter de DW en español. El
video, desde el momento de su publicación hasta las 23.00 h. de ese día,

232 Andamios
#Ladyfrijoles

recibió 61 retweets, 68 me gusta, 38 tweets citados con distintos hashtags


como: #AChingarASuMadreLosHndureños y con comentarios tales como:

Que se vayan del país... Pinches limosneros y con garrote ya debe-


rían echarlos con el ejército mejor ayuden a las personas de México
que necesitan tanto y no estos mal agradecidos (Twitter, 2018).

En un segundo momento, se realizó una búsqueda rápida de publica-


ciones relacionadas con el caso desde una cuenta ordinaria de Facebook.
Durante esa búsqueda rápida se encontraron 20 publicaciones directas
tras escribir en el buscador la frase peyorativa “Lady frijoles”. Además,
se encontró una cantidad parecida de publicaciones de sucesos poste-
riores al video, relacionados con Miriam (entrevista en Estados Unidos,
detención en Texas, regreso a Honduras, estrellato en medios locales).
En tercero, se realizó una búsqueda a través de las plataformas y
servicios de información geoespacial –Autómata Geointeligente en
Internet (AGEI)–, la cual es una plataforma dinámica de recolección
de datos georreferenciados que realiza un mapeo de las palabras más
recurrentes sobre el caso de análisis en la red social Twitter. Al respecto,
realizamos las siguientes etapas:

Integramos una base de datos sobre los Hashtags relacionados a


#LadyFrijoles, dicha base integra textos, imágenes y memes de
contenido similar
Exploramos el análisis automático de la información extraída:
observamos el patrón negativo de los comentarios, así como las
palabras asociadas al hashtag.
Analizamos la información extraída: nube de palabras, galería de
imágenes e histograma

A continuación, se realizó el análisis del contenido obtenido y se


identificaron los principales tópicos, relacionados con las narrativas de
discriminación, que se desprenden de los comentarios.
Es importante mencionar algunas consideraciones éticas de la reco-
gida de datos en este trabajo: no se recolectaron datos privados de los
perfiles, ni información sobre los avatares; únicamente se recolectaron

Andamios 233
Marisol Pérez Díaz y Mirza Aguilar Pérez

comentarios en publicaciones en medios públicos. Adicionalmente,


no se recogieron datos de identificación de usuarios para garantizar el
anonimato de la fuente.

Análisis de la discriminación en redes sociales: “Pobresita […] pero no


es responsabilidad de México velar por ellos”

Si bien no es la primera vez que en redes sociales los mexicanos


manifiestan su desaprobación por el tránsito de personas migrantes
en situación irregular,4 el caso de #LadyFrijoles resaltó sobre otros, al
cuestionar el sentido de solidaridad que por años había caracterizado a
las y los mexicanos, mientras mostraba marcadas manifestaciones de ra-
cismo, xenobia, aporafobia e intolerancia, cobijadas en el anonimato que
proveen redes sociales como Facebook y Twitter. Al respecto, el análisis
de la investigación lo dividimos en dos apartados. Primero, revisamos
el reportaje que realizó la agencia DW en español sobre la llegada de la
primera caravana a la ciudad de Tijuana, en el que se muestra la entre-
vista a Miriam, que desató los comentarios discriminatorios contra la
migración irregular de origen centroamericano.
En segundo lugar, se revisaron las publicaciones a modos de co-
mentarios que aparecieron, tanto en el Twitter de DW en español, como
en las redes sociales. Además, con el apoyo de AGEI, rastreamos las
reacciones que de manera particular se generaron a través de Twitter, a
lo largo de la duración de la noticia.

El polémico video sobre el reportaje

En México se denomina fenómenos “lady” o “lord” a todos aquellos actos


de prepotencia que, por medio de burlas, se hacen públicos a través
de medios sociales hasta volverse virales. En un primer momento, los
fenómenos “lady” y “lord” surgieron como burlas para señalar de manera

4  A finales de 2016, tras la llegada de migrantes originarios de Haití a México, se


avivaron en redes sociales comentarios racistas. En Facebook, principalmente, algunos
grupos, entre estos el autodenominado Frente Nacionalista de México, subió comenta-
rios peyorativos y discriminatorios sobre la migración irregularizada (Sánchez, 2016).

234 Andamios
#Ladyfrijoles

pública a sujetos que, por pertenecer a una clase social privilegiada,


reproducen actos de superioridad. Sin embargo, en los últimos años,
estas expresiones se ocupan de manera indistinta.
El caso de “LadyFrijoles”, como peyorativamente se le conoce en Mé-
xico, se enmarca en el contexto de la entrada y recorrido de la primera
caravana de migrantes a finales de 2018. Aunque al inicio del camino
por México los integrantes de la caravana viajaban juntos, tras arribar
a la Ciudad de México empezaron a dispersarse y a viajar en grupos
de decenas y centenares de personas. Si bien las rutas eran variadas,
el objetivo era llegar a la ciudad fronteriza de Tijuana, en el Estado de
Baja California (COLEF, 2018). Lo anterior, porque varios miembros de
la caravana tenían la certeza de que desde ahí podrían solicitar asilo
en Estados Unidos. Sin embargo, la llegada a Tijuana de más de 6 mil
migrantes de origen centroamericano a lo largo del mes de noviembre
de ese mismo año, desencadenó una serie de eventos que configura-
ron en una condición que El Colegio de la Frontera Norte denominó
“emergencia humanitaria para los migrantes y situación de crisis para la
ciudad” (COLEF, 2018: 1).
Tras la llegada de más y más migrantes, el 14 de noviembre el munici-
pio abrió un albergue temporal en la Unidad Deportiva Benito Juárez. Ahí
llegó Miriam y ahí fue donde un reportero de la cadena DW en español
la entrevistaría y, tras la publicación del video, su imagen se volvería viral.
El video colgado en el Twitter de DW en español, el 16 de noviembre
de 2018 a las 15:20 h., dura tres minutos y cuarenta y nueve segundos.
De inicio se observa a Miriam y a sus dos hijas menores sentadas sobre
lo que parece ser una colchoneta tendida en el suelo de Ciudad Depor-
tiva, que en ese momento sirvió como refugio. Alrededor, también se
observa a otros migrantes tendidos, así como varias mochilas y enseres
personales. A la par de la imagen, se escucha la voz de la reportera
quien relata que Miriam y sus hijas han deambulado día y medio por
Tijuana, puntualizando que ya se encuentran más cerca de su objetivo
que es cruzar hacia Estados Unidos, pues al igual que la mayoría de los
migrantes no desean quedarse en México. Mientras una voz femenina
menciona que “las autoridades les pueden ofrecer poco”, aludiendo
a los víveres, entra a cuadro la imagen de Miriam. Con el micrófono
frente a ella, se le escucha decir:

Andamios 235
Marisol Pérez Díaz y Mirza Aguilar Pérez

yo sé que no es fuerza que le den de comer a uno […] y la ver-


dad la comida que le están dando a uno aquí es fatal, mire, mire
lo que están dado (se observa un cambio de postura y Miriam
muestra el desechable con frijoles refritos y tortillas), mire puros
frijoles molidos […] como si le estuvieran dando de comer a los
chanchos y la verdad, ni modo, hay que comerse esa comida sino
nos morimos del hambre (DW en español, 2018).

Ahí termina la entrevista a Miriam, pero no el video. En los más de


tres minutos restantes se escucha el testimonio de otro migrante; las
entrevistas al responsable del albergue provisional y al Quinto Visitador
de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, así como, los relatos de
cuatro personas locales quienes afirman sentirse molestos por la llegada
de la caravana. Finalmente, el video termina con la imagen del reporte-
ro, Aitor Sáez, en medio del albergue provisional.

Reacciones en redes sociales

De esa publicación se desprende varios comentarios5 como el que se


encuentra a continuación:

He visto mexicanos que pasan por una mala racha y se ponen a


barrer calles con tal de comer aunque sea frijoles, trabajadores
hasta el cansancio y doblando turno para llevar algo a sus familias.
Es a mexicanos que deberíamos ayudar (18 noviembre 2018).

En otro comentario se lee lo siguiente:

Sin invitación, México NO está obligado a solucionar las necesi-


dades de personas hostiles que han invadido territorio nacional,
violando nuestra soberanía. Si quieren ayuda humanitaria acu-
dan a Organismos Internacionales que promueven y financian la
migración sin fronteras (18 noviembre 2018).

5 Los comentarios de las redes sociales se transcribieron tal como aparecen en las
publicaciones originales.

236 Andamios
#Ladyfrijoles

Además de los comentarios que se pueden encontrar directamente en el


Twitter, en la búsqueda rápida de Facebook encontramos lo siguiente, en
la página “Videos de todo un poko” se colgó un video titulado “Meme
para la lady no como frijoles hondureña … (emoticon de carita son-
riente)” que inicia con la entrevista de Miriam para después continuar
con una edición en la que con un tono violento y haciendo uso de un
lenguaje soez, se le advierte que se vaya de México. El video termina con
la foto de ella pegada a una pieza de pollo frito que baila. El video tiene
4.3 mil comentarios y 64 mil veces fue compartido (Facebook, 2018).

Algunos de los mensajes son muy violentos:

Allá en honduras haz de tragar caviar xxxx mal agradecida,


antes di no te están dejando morir de hambre (20 de noviembre
de 2018).

En otro se puede leer:

Pues que regrese a su país seguramente aya come mejor si no a


que xxxx vienen. Bola de xxxx mantenidos. Cuando hay hambre
cualquier pan es bueno. Mal agradecida!! (23 noviembre 2018).

Los siguientes comentarios se desprenden de la publicación de otro


video que compartió en su Facebook la periodista Pia Castro (2018),
también de DW en español, en el que se entrevista a Miriam, esta vez
sola. En el encabezado que puso la reportera se lee lo siguiente:

“Estoy muy angustiada, quiero pedir perdón al pueblo mexicano”


Ella es Miriam, la hondureña integrante de la caravana de mi-
grantes que se hizo tristemente famosa en las redes por criticar la
comida mexicana que le daban.
El comentario desató el enojo de un país entero.
Acá sus disculpas.

Y su desesperación por poder lograr que operen a su hija sordo-


muda que la acompaña (20 de noviembre de 2018).

Andamios 237
Marisol Pérez Díaz y Mirza Aguilar Pérez

Esta publicación obtuvo 62 mil comentarios y fue 111 veces comparti-


do. Entre los comentarios se lee:

Sorry doñita, ya le hicimos un xxxx de memes y vídeos. No se


puede desmemizar. Pa’la próxima piense bien antes de hablar
(23 de noviembre de 2018).

Otro menciona:

Puro chantaje, que se larguen del país bola de criminales vivi-


dores. Pobresita su cria enferma pero no es responsabilidad
de México velar por ellos. Nayarit, Oaxaca, Chiapas y muchas
comunidades indígenas necesitan de la ayuda desperdiciada en
estas personas y están abandonados. Se quejan de los frijoles
bueno, muchos en nuestro pueblo desearían esa ayuda (23 de
noviembre de 2018).

Sumado a los comentarios de las publicaciones en las redes sociales,


encontramos que el sistema del AGEI rastreó reacciones sobre la no-
ticia, que siguió la trayectoria de la mujer hondureña y procedimos a
la creación de una nube de palabras (ver figura). Su paso por México,
sus declaraciones sobre la comida y el trato, su deportación por un
presunto delito y su incorporación a un programa de televisión. Así
pues, en esta nube de palabras destacan las siguientes, referentes a su
detención y deportación:

a. El lugar donde fue detenida: Dallas, Texas y asociada a ella la


palabra cárcel.
b. El lugar a donde regresará y palabras asociadas a su nacionali-
dad: Honduras, hondureña.
c. Palabras peyorativas y de burlas sobre el caso: risas, fuchi, des-
precio, etc.
d. Los diferentes medios que reportaron la noticia: Julio Astillero,
Vax Tamaulipas, etc.
e. El paso de la mujer hondureña por la televisión: Farándula

238 Andamios
#Ladyfrijoles

Nube de palabras #LadyFrijoles, fuente: AGEI, agosto 2020

Además, como palabra principal al centro de la nube, nos encontramos


con la palabra Frijoles, haciendo referencia al caso por el que fue cono-
cido en México. Otras palabras que se asociaron posteriormente: eran
aquellas que tenían que ver con las inconformidades por la entrega de
despensas actuales; como el #LadyZote. Este caso se da en la coyuntura
de la pandemia. Además, otras palabras que surgieron en relación con
Centroamérica fueron los nombres de los presidentes y expresidentes
de varios países como Nayib y Zelaya. Todas estas palabras destacadas
se relacionan con la base de datos construida tanto manualmente como
la obtenida por el AGEI y revelan una reproducción constante de este-
reotipos, de la deshumanización incesante del sujeto migrante y de su
reducción a un “otro” consumido para el espectáculo.

Andamios 239
Marisol Pérez Díaz y Mirza Aguilar Pérez

Conclusiones

El caso de Miriam es emblemático para pensar cómo las palabras pueden


ser distorsionadas y usarse como un gancho mediático. Es importante
mencionar que el mismo autor de la nota, posteriormente se reencontró
con ella y mencionó que sus palabras sobre la comida en albergue se
sacaron de contexto, así pues, declara en un video posterior “Disculpa,
estoy muy agradecida con México. Mi familia, somos humildes. He
recibido bullying por esas palabras. Sólo quiero pagar tratamiento para
mi hija sordomuda” (DW en español, 2018). La trayectoria migratoria
de Miriam, se conoció por un hecho que fue sacado de contexto y la
expuso a un señalamiento que agravó su situación.
El análisis de las representaciones y narrativas en redes sociales
sirve para visibilizar la discriminación cotidiana. Mucho se habla de la
hospitalidad en México basada en la política exterior solidaria que por
muchas décadas fue un referente internacional, sin embargo, en el día
a día podemos observar una serie de problemas sociales asociadas al
racismo, la xenofobia y la estigmatización hacia migrantes en tránsito
en condiciones vulnerables.
El señalamiento estigmatizante hacia migrantes por parte de la ciu-
dadanía en México no es un evento aislado, por ejemplo, encontramos
en la coyuntura de la migración haitiana en Tijuana, se presentaron
representaciones y narrativas de discriminación en redes sociales, sobre
todo en Facebook y Twitter. Actualmente otras redes han sido usadas para
expresar sentimientos negativos hacia estas migraciones irregulares.
El caso que peyorativamente en México se conoció como #LadyFri-
joles es una muestra de las crecientes manifestaciones de odio hacia
la migración irregular centroamericana que, dentro del imaginario en
México, se asoció a un reclamo contra la hospitalidad y solidaridad,6
pero en realidad se convirtió en un insulto particular a una mujer, sin

6 Los frijoles forman parte sustancial de los platillos de la gastronomía mexicana y es


usual mencionar frases alusivas a ellos cuando se ofrece comida a más gente en una
casa. “Échale más agua a los frijoles” o “por lo menos, siempre habrá un plato de frijoles
en la mesa” son expresiones populares que aluden a la solidaridad y a la empatía con
aquellos que lo necesitan en México.

240 Andamios
#Ladyfrijoles

embargo tuvo un escalamiento, que sobrepasó el señalamiento indivi-


dual para convertirse en una violenta irrupción a la migración irregular
de los centroamericanos en México.
El análisis de contenido, sobre noticias, redes y la construcción
de bases de datos de las diferentes imágenes, histogramas y nube de
palabras, permite observar las expresiones sociales sobre un fenómeno
específico. Estas expresiones se dan bajo algunas condiciones que las
potencian como el anonimato, lo instantáneo del mensaje, la facilidad
de reproducción y la viralización.

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CIDOB d’Afers Internacionals. Núm. 122. septiembre de 2019.
pp. 163-185. DOI: doi.org/10.24241/rcai.2019.122.2.163
Zárate, J. (2020). Informar/representar la migración centroamericana:
el papel del periodista en Caravana, de Alberto Padilla. En
Amerika. publicado el 1 de octubre de 2020, disponible en:
http://journals.openedition.org/amerika/11436

Fecha de recepción: 17 de agosto de 2020


Fecha de aceptación: 14 de diciembre de 2020

Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 223-243 Andamios 243
Traducción
Sobre los silencios:
refugiados salvadoreños ayer y hoy*
Leisy J. Abrego**
Traducción del inglés:
Ethel Odriozola Monzón

Resumen. La intervención económica y militar de Estados Uni-


dos en El Salvador estableció las condiciones para la migración
masiva desde la década de 1980. Tanto entonces como ahora,
a pesar de las violaciones de derechos humanos ampliamente
documentadas, el gobierno de Estados Unidos se niega a reco-
nocer a personas salvadoreñas como refugiados. Entrelazando
lo personal y lo político, este ensayo analiza los paralelismos de
la violencia contra los refugiados en la década de 1980 y en el
presente. Asimismo, estudia los silencios generados a partir de
la negación del terrorismo de Estado y las consecuencias políti-
cas y colectivas de esos silencios para las personas salvadoreñas
en Estados Unidos.

Palabras clave. El Salvador; Centroamérica; género; terrorismo


de Estado; personas refugiadas; migración.

* Agradecemos a Latino Studies la cesión de derechos que generosamente hicieron para


que la versión en castellano de este trabajo aparezca ahora en Andamios. La referencia
hemerográfica de la versión en inglés es: Abrego, L. (2017). On Silences: Salvadoran
Refugees Then and Now. En Latino Studies. Vol. 15. Núm. 1. pp. 73-85. DOI: https://
doi.org/10.1057/s41276-017-0044-4
** Es profesora y directora del programa Estudios Chicana/o y Centroamericanos en

la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA). Huyó junto a su familia desde


El Salvador a Los Ángeles a principios de la década de 1980. Sus intereses de investi-
gación y enseñanza —inspirados en gran parte por la experiencia de su familia— se
centran en la inmigración centroamericana, las familias latinas y las desigualdades
derivadas del género y las políticas de inmigración de Estados Unidos. Es autora de
Sacrificando familias: Navegando leyes, trabajo y amor a través de las fronteras. (Traducido
por la Universidad Evangélica de El Salvador 2017).

Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 247-269 Andamios 247
Leisy J. Abrego

En una conversación reciente durante una visita a casa de mi abuela,


mi madre comentó que una de sus amigas de Facebook que vive en
San Martín, nuestra ciudad natal en El Salvador, había publicado una
información inquietante la noche anterior. Su amiga, Amanda, actuali-
zó su estado de Facebook para informar sobre dos pandillas rivales que
mantenían un tiroteo muy cerca de donde se encontraba ella. El drama
se fue desarrollando en Facebook ya que Amanda iba publicando en
ese hilo, pidiéndole a la gente que rezara y describiendo cómo se escon-
día con sus hijos debajo de la cama esperando que cesaran los disparos.
Como muchas personas que huyeron de la guerra en épocas anterio-
res, mi mamá casi nunca nos contó historias del terrorismo de Estado
del que fue testigo. Los mensajes de Facebook de su amiga, sin embargo,
le hicieron recordar en voz alta que ella había vivido una situación muy
parecida, hacía más de treinta años. Al escuchar cómo caían las bombas
cerca, igual que Amanda, se escondió en su cuarto con sus hijas: mi
hermana recién nacida y yo, con casi cinco años. Todavía estaba recu-
perándose de haber dado a luz tan solo unos días antes y cuando se
puso de pie, nos contó que sintió cómo se deslizaban por su pierna
pegotes de sangre caliente. Le castañeaban los dientes sin que pudiera
controlarlos y, en medio de las explosiones que ocurrían a su alrededor,
hizo un esfuerzo por calmarse lo suficiente como para hacernos sentir
que estábamos a salvo.
Al abrir la puerta a estos recuerdos, la mente la llevó a una serie
de detalles que siguió narrando, eran detalles que yo escuchaba por
primera vez. Desbordada por el miedo, decidió no salir de casa durante
días. Solo comimos huevos. A medida que fue pasando el tiempo y los
bombardeos disminuyeron, logró armarse de valor para salir a comprar
más comida al mercado, pero tan solo encontró una vendedora, una
mujer anciana, que había desafiado al miedo para estar allí. Vendía solo
tomates. Tras atravesar un montón de cuerpos sin vida, mutilados, en la
calle, mi madre regresó a casa con una bolsa de tomates y la firme de-
cisión de salir de allí cuanto antes. En cuestión de semanas estábamos
atravesando tres fronteras internacionales.
No he crecido escuchando estas historias. A pesar de lo desgarrado-
ras y dolorosas que fueron esas vivencias para ella que las vivió, y para
mí cuando las escucho, atesoro esos momentos en los que mi madre se

248 Andamios
Refugiados salvadoreños ayer y hoy

desliza del silencio. Como muchos de mis hermanos centroamericanos,


la historia de mi familia está indisolublemente entretejida con una his-
toria nacional y regional de múltiples niveles de violencia de Estado y
de género que cualquier persona preferiría olvidar. Es comprensible
que sobrevivientes y testigos quieran proteger a sus seres queridos
de los recuerdos atormentadores de aquella experiencia brutalmente
trágica. Por ello, mi necesidad de conocer nuestra historia era menos
urgente que la de los sobrevivientes de suprimirla.
Hasta que no llegué a la universidad y asistí a una clase sobre políti-
ca en Centroamérica no me enteré de más cosas. Leí acerca de las arrai-
gadas desigualdades económicas que históricamente mantuvieron a la
mayoría de la población centroamericana en una pobreza paralizante;
sobre los múltiples intentos organizados de revolución cuyo objetivo
era redistribuir la riqueza concentrada injustamente en unos pocos;
y sobre las muchas veces que intervino Estados Unidos reprimiendo
levantamientos populares para proteger sus intereses económicos (Al-
meida, 2008; Barry, 1987; Dalton, 2000).
En las décadas de 1970 y 1980, el apoyo de Estados Unidos al
ejército y las élites de El Salvador estableció las condiciones para las
consecuencias tremendamente devastadoras de la guerra civil. Empe-
ñado en evitar una victoria “comunista” en la región, que pudiera obs-
taculizar los beneficios de las empresas estadounidenses allí situadas,
como parte de sus operaciones de la Guerra Fría, el gobierno de Ronald
Reagan armó y entrenó al ejército y a los líderes paramilitares de los
escuadrones de la muerte con el objetivo de eliminar toda oposición
(LaFeber, 1993). Tras perder ante los sandinistas en Nicaragua, Reagan
y su gobierno redoblaron esfuerzos para formar a militares en territorio
hondureño y evitar triunfos de la izquierda en Guatemala y El Salvador.
En la Escuela de las Américas formaron a los líderes militares centroa-
mericanos en métodos despiadados de tortura y técnicas de asesinato
con el objetivo añadido de instalar el miedo en el resto de la población
—igual que habían hecho las dictaduras en toda América Latina— y
así desterrar cualquier intento de una redistribución más igualitaria de
la riqueza (Martín-Baró, 1983). El ejército quemó pueblos enteros de
forma indiscriminada (Viterna, 2006; Weitzhandler, 1993). Cuando
finalizó la guerra de doce años en El Salvador, unas 75.000 personas

Andamios 249
Leisy J. Abrego

habían sido asesinadas. (Menjívar, 2000).1 Además de las cientos de


miles que fueron torturadas y desaparecidas.
Estas condiciones hicieron que la población se involucrara en el con-
flicto, ya fuera por reclutamiento forzado, porque conscientemente de-
cidían luchar, o porque la violencia se hizo inevitable. La gente se unió
abiertamente a la guerra, la apoyó de forma clandestina, o simplemente
trató de sobrevivir siguiendo las reglas tácitas del silencio. El silencio
durante la guerra implicaba no decir la verdad de lo que se había vivido
o sufrido. Era el tipo de silencio que provocaba que familias enteras
salieran corriendo de un restaurante, presas del pánico, si sonaba una
canción de Los Guaraguao, el popular grupo venezolano de música de
protesta; el mismo silencio que inspiró a que algunos se construyeran
cuidadosamente escondites bajo una mesa, en la parte de atrás de la
casa, donde recluirse a leer un libro censurado sobre justicia social; un
silencio que hacía resonar los susurros de los vecinos y despertaba la
incógnita de quién estaba vigilando y quién era de veras de fiar.
La violencia brutal y el silencio ensordecedor empujaron a cientos
de miles de salvadoreños a salir del país. Huyendo para salvar sus
propias vidas iniciaron en la década de 1980 lo que eventualmente se
convertiría en un flujo migratorio a largo plazo hacia Estados Unidos.
A pesar de que contaban con abundante documentación para demos-
trar que cumplían las condiciones establecidas por la Convención de
las Naciones Unidas de 1951 y la Ley de Refugiados de Estados Uni-
dos de 1980 para tener derecho a la protección internacional, Estados
Unidos no les reconoció como refugiados (Weitzhandler, 1993). El
enfoque de las ‘‘políticas de protección’’ que ‘‘visibiliza las políticas que
están en marcha en el sistema de protección de refugiados existente’’
(Casas-Cortes, et al., 2014, p.70), revela que mientras el Alto Comi-
sionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) afirma
que su gestión de los refugiados es apolítica, en la práctica, esto resulta
imposible cuando los Estados nación determinan quién cualifica como
refugiado y quién no; cuando establecen condiciones que clasifican a
las personas refugiadas o en su lugar, las etiquetan como inmigrantes

1  En el país vecino de Guatemala, al finalizar la guerra genocida que duró treinta y seis
años, por lo menos 200.000 personas habían sido asesinadas. (Jonas y Rodríguez, 2015)

250 Andamios
Refugiados salvadoreños ayer y hoy

‘‘económicos’’ o ‘‘ilegales”, (Hayden, 2006), como si las personas en


estas últimas categorías tuvieran menos derecho a la protección de los
derechos humanos.
En el caso de los salvadoreños que llegaron a Estados Unidos, el
estatuto de refugiado o el asilo hubiera supuesto una entrada mucho
más acogedora y estabilizadora,2 que hubiera facilitado sus posibilida-
des de prosperar (Coutin, 2000). Los servicios sociales, económicos y
educativos disponibles para los refugiados podían haber protegido a
los centroamericanos en un momento en el que necesitaban estabilidad
para sanar las cicatrices emocionales producidas por el terrorismo de
Estado (Martín-Baró, 1983).3 Sin embargo, la política general de Esta-
dos Unidos hacia los salvadoreños —y guatemaltecos— fue justamente
lo contrario: obstaculizarlos. Debido al apoyo económico y político
del gobierno estadounidense a la guerra, se negaron a reconocer a los
salvadoreños en las décadas de 1980 y 1990 como refugiados (Coutin,
1998). En cierto sentido, el gobierno de Estados Unidos decidió ocultar
con su silencio el importante papel que desempeñó en la violación de
los derechos humanos. Lo que significó que los salvadoreños, al igual
que los guatemaltecos, estaban condenados a ser inmigrantes ilegales,
o posteriormente habitantes de este país en un estado de legalidad
liminal, sin posibilidad de planear un futuro estable (Menjívar, 2006).
Décadas más tarde, este contexto de acogida notablemente hostil si-
gue marcando la imposibilidad de muchos salvadoreños de lograr un

2  Los refugiados solicitan admisión desde fuera del país de destino. Los solicitantes de
asilo solicitan la legalización desde dentro del país en el que desean quedarse.
3  Los exiliados cubanos, por ejemplo, recibieron el estatus de refugiados, lo que les

ayudó a sacar partido de sus diversas formas de capital en su nuevo hogar en Estados
Unidos (Portes y Bach, 1985). Pero, evidentemente, el estatus de refugiado, no lo so-
luciona todo. Los camboyanos, laosianos y hmong que huyeron de un terrorismo de
Estado similar al de los salvadoreños y guatemaltecos en sus países natales, recibieron
el estatus de refugiados y toda la asistencia económica y de otro tipo asociada al mismo.
Sin embargo, la condición de refugiados no les ha proporcionado suficiente alivio para
lograr contrarrestar completamente las repercusiones del trauma (Sack, et al., 1999). Y
a medida que han ido reduciéndose los recursos destinados a los refugiados, el apoyo
insuficiente ha sido evidente en el caso de los refugiados iraquíes, birmanos y butane-
ses (Mirza, et al., 2014). El gobierno de Trump, además, dedicó sus primeras semanas
en el poder a tratar de bloquear la entrada de refugiados de múltiples países.

Andamios 251
Leisy J. Abrego

estatus legal estable (Menjívar y Abrego, 2012 ) a la vez que niega su


historia de forma oficial.
La denegación de servicios y protecciones, no solo perjudicó gra-
vemente el día a día de las vidas y la estabilidad a largo plazo de los
salvadoreños en Estados Unidos (Menjívar, 2000), sino que también
hizo evidentes otras formas de rechazo menos obvias pero igualmente
trascendentales. El silencio sobre el papel de Estados Unidos en la
guerra sirvió para denegar que la generación de mis padres es de sobre-
vivientes y refugiados. El trauma que habían sufrido —los recuerdos
que les seguían despertando algunas noches empapados en sudor y
ansiedad— no fue reconocido oficialmente. La versión oficial de por
qué los salvadoreños se encontraban en Estados Unidos negaba su
experiencia como refugiados, no reconocía el terrorismo de Estado
que les llevó a este nuevo lugar, y les privaba de la justificación de su
necesidad de recuperarse.
Esa negación se tradujo a su vez en una serie de silencios. El silencio
que constituye el enorme vacío para generaciones de hijas e hijos de
inmigrantes salvadoreños que crecen en Estados Unidos, cuyo acceso
a sus propias historias está denegado (Hijos de la Diáspora, 2013).
El silencio que rellenan otros que no sabían cómo comprendernos y
emplearon estereotipos e impusieron sus propias vivencias para enten-
der quienes somos. Y seguimos reproduciendo los silencios cuando
no sabemos, no podemos situar, no nos han contado nunca nada del
origen económico, político estructural de nuestro dolor colectivo, ni de
nuestra resiliencia colectiva.
Llenamos esos vacíos como buenamente podemos, guiados por las
expectativas sociales que nunca nadie pretendió que estuvieran al al-
cance de los más vulnerables de nosotros. Los imaginarios de género
juegan aquí un papel fundamental (Abrego, 2014). En un contexto
heteropatriarcal, los ideales de género que gobiernan nuestras vidas se
cuelan en nuestra comprensión de nosotros mismos y de nuestro lugar
en el mundo, exhortando a las mujeres que deben ser madres amorosas,
que protejan y ofrezcan estabilidad a sus hijos a través de un trabajo
diario de atención y cuidados. Mientras que a los hombres, unas fuerzas
sociales y estructurales similares les exigen ser los proveedores econó-
micos de las familias y aportar dinero suficiente para cubrir todas sus

252 Andamios
Refugiados salvadoreños ayer y hoy

necesidades materiales. En un contexto de desigualdad profundamente


arraigada —exactamente la misma que se estableció y mantuvo a través
de la intervención económica y militar estadounidense— estos ideales
están fuera del alcance de la mayoría de las mujeres y hombres salvado-
reños, tanto en El Salvador como en Estados Unidos. En esa búsqueda
de una vida digna, los salvadoreños —víctimas de múltiples formas de
violencia (Walsh y Menjívar, 2016)— deben encontrar los modos de dar
sentido a la vida más allá de sus expectativas incumplidas.
En El Salvador, tras la devastación de la guerra, las políticas neo-
liberales impuestas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco
Mundial ignoraron la necesidad de invertir en educación y únicamente
promovieron la creación de empleos que pagaban ‘‘sueldos de hambre’’,
es decir, tan bajos que solo proporcionan hambre a los trabajadores y
a sus familias (Almeida, 2008; Moodie, 2010). Los niños que habían
sido reclutados a la fuerza para luchar en la guerra todavía disponían
de acceso a las armas, sin embargo las oportunidades de escolarización
eran escasas (Villacorta et al., 2011). Su reintegración a la vida civil
se estructuró de modo que no solo se les bloqueó la posibilidad de
un ascenso social, sino también la apremiante necesidad de sanarse
emocional y psicológicamente.
Durante ese periodo, en Estados Unidos, la juventud salvadoreña se
había instalado en barrios pobres, expuestos a otras formas de violencia
y exclusión (Coutin, 2013; Ertll, 2009; Zilberg, 2004). Mientras sus
madres y padres estaban pluriempleados o lidiaban con el trauma que
les había dejado la guerra de formas poco sanas (Jenkins, 1991), los
jóvenes —especialmente los varones— se unieron a bandas buscando
pertenencia y protección (Vázquez, et al., 2003; Zilberg, 2004). Como
resultado, muchos acabaron en la cárcel. En la década de 1990, tras la
firma de los Acuerdos de Paz, el gobierno estadounidense deportó a
miembros de bandas a El Salvador y Guatemala, donde las limitadas
oportunidades educativas y laborales les impidieron alcanzar las expec-
tativas de género. Privados de la posibilidad de lograr una vida digna de
una forma convencional, los deportados y otros jóvenes empobrecidos
buscaron el poder y la supervivencia en las pandillas.
A día de hoy, la constante y profunda ausencia de oportunidades

Andamios 253
Leisy J. Abrego

para una vida digna, la pobreza profunda, la corrupción y una guerra


desenfrenada contra las drogas patrocinada por Estados Unidos (Me-
soamerican Working Group, 2013), continúan alimentando la prolife-
ración de pandillas que fuerzan a más personas a migrar. Es cierto que
los niños centroamericanos llevan migrando solos o con sus familias
desde por lo menos la década de 1980 (Jonas y Rodríguez, 2015), pero
los medios masivos de información han subrayado el aumento dramá-
tico de ‘‘menores no acompañados’’ centroamericanos y madres jóvenes
con niños llegando a las fronteras de Estados Unidos. Los informes
revelan que los migrantes más recientes casi siempre citan la violencia
entre pandillas como la causa principal de su petición de refugio en
Estados Unidos (ACNUR, 2014, 2015). En resumen, la violencia es-
tructural se dispara cuando las consecuencias de traumas no resueltos
de terrorismo de Estado se materializan en una aterradora violencia
interpersonal que genera a su vez nuevos refugiados.
Los paralelismos entre los refugiados de la década de 1980 y los de la
de 2010 son dignos de mención. En la década de 2010, las pandillas se
convierten en la representación más común de los salvadoreños y otros
centroamericanos en los medios estadounidenses, del mismo modo
que los paramilitares y las guerrillas representaban a los refugiados de
la década de 1980. Programas de televisión, películas y documentales
populares muestran personajes centroamericanos unidimensionales
(Padilla, 2012). Tanto en la década de 1980 como en la actualidad, los
espectadores, que no disponen de un análisis político, económico y so-
cial mínimo para poder contextualizar la proliferación de la violencia, y
en ausencia de representaciones más equilibradas, malinterpretan a los
centroamericanos como inherentemente violentos y peligrosos.4 Pero,
seré clara: las maras son un legado del terrorismo de Estado financiado
por Estados Unidos. Si las analizamos desde una perspectiva de género,
que visibilice los ideales heteropatriarcales implícitos, observamos que
son el resultado de las profundas desigualdades alimentadas por la
violencia masiva que ha generado un trauma social en la región desde
hace generaciones (Godoy, 2002 ). Las pandillas —que ofrecen acceso

4  Elpresidente Trump también contribuye a esa tergiversación (véase http://time.com/


time-person-of-the- year-2016-donald-trump/).

254 Andamios
Refugiados salvadoreños ayer y hoy

a recursos sociales y económicos a estos varones a quienes se les ha


denegado categóricamente las oportunidades y que emiten violencia de
género hacia las mujeres (Martínez, 2016)— permiten que los hombres
logren una forma alternativa de masculinidad y poder.5
La violencia contra las mujeres también representa un claro para-
lelismo entre los dos momentos históricos del éxodo salvadoreño. En
2015, ACNUR publicó un informe titulado ‘‘Mujeres en fuga’’, sobre las
condiciones de las mujeres que huyen de El Salvador y países vecinos
(ACNUR, 2015). La violencia doméstica, sexual y otras formas de vio-
lencia de género fuerzan a estas mujeres —muchas de ellas con hijos
pequeños— a embarcarse en una travesía peligrosa y prohibida hacia
el norte. Cabe destacar que casi todas estas mujeres son veinteañeras y
treintañeras, es decir, nacieron en lo más álgido de la guerra civil y por
lo tanto, sus vidas han estado marcadas por múltiples formas de vio-
lencia. Hoy, las mujeres describen hechos desgarradores de violencia
de género que sufren a manos de sus parejas, miembros de pandillas
y otros.6 Sus historias recuerdan de forma espeluznante a aquellas que
cuentan las refugiadas que huyeron de El Salvador durante la década de
1980, cuando las condiciones represivas las establecían grupos milita-
res y paramilitares.
Tal como muestra el artículo de 1991 publicado en la revista Wo-
men’s Studies International Forum, titulado ‘‘The Gender-Specific Terror
of El Salvador and Guatemala: Post-Traumatic Stress Disorder in Cen-
tral American Refugee Women’’ [El terrorismo de género en El Salvador
y Guatemala: trastorno por estrés postraumático en mujeres refugiadas
centroamericanas] (Aron, et al., 1991), los paralelismos son inquie-
tantemente evidentes. Las autoras comienzan describiendo el tipo de
poder de género que ejercían los militares hacia sus víctimas:

las acusaciones de implicación en la guerrilla proporcionaban

5  La violencia contra las minorías sexuales, también puede ser clasificada como violen-
cia de género (véase, por ejemplo, Wilets, 1996).
6  La documentalista Jennifer Cárcamo refleja las historias de mujeres refugiadas, niños

y personas LGBTQI en su documental Los Eternos Indocumentados que está disponible


en: https://www.eternosindocumentados.com/

Andamios 255
Leisy J. Abrego

una justificación para el asesinato, en caso de que alguien preten-


diera hacerle responsable a un soldado de sus actos; pero no hacía
falta ningún tipo de sospecha para colocar en el disparadero a
una mujer. Si no estaba implicada políticamente pero era deseada
como objeto sexual por un militar, bastaba con acusarla de estar
implicada en la guerrilla, con la certeza de que la palabra de él
prevalecería sobre la de ella (Aron, et al., 1991, p. 39).

Las autoras explican más adelante que las mujeres víctimas de los
soldados “no pueden pedir ayuda, ni denunciar, ni exigir justicia, no
pueden encontrar refugio, pues cualquier acto de resistencia se convier-
te en una amenaza a su propia existencia’’ (Aron, et al., 1991, p. 41).
En otras palabras, para las mujeres, solo el silencio es aceptable. En
un contexto tan opresivo, algunas mujeres acababan ‘‘voluntariamente’’
convirtiéndose en la “propiedad sexual privada” de soldados individua-
les “para así evitar ser propiedad común de todo un batallón” (Aron,
et al., 1991, p. 40). Los cuerpos de las mujeres, se convirtieron pues,
en ‘‘una mercancía, en un mercado controlado por los oficiales de las
Fuerzas Armadas, que los canjeaban y mercadeaban según les conve-
nía; y mientras los hombres podían negociar con cigarros o prestigio
masculino para lograr favores, las mujeres debían recurrir casi siempre
a la cotización de su cuerpo’’ (Aron, et al., 1991, p. 40).
Muchas mujeres, conscientes de que no lograrían ningún tipo de
justicia en su país, tuvieron que arriesgar la vida para escapar. Si tenían
suerte y lograban llegar a Estados Unidos, podrían tratar de solicitar
asilo político. Este proceso, sin embargo, frecuentemente llevaba a la
re-traumatización:

cuando una refugiada solicita asilo político, el proceso requiere


que vuelva a narrar su dolorosa historia, y, como en los juicios
por violación, no ofrece ninguna garantía de que su testimonio
se respete o crea. Si alude al abuso sexual como prueba de haber
sufrido persecución, puede que no se reconozca el carácter ins-
titucional del delito, descalificando así el abuso como razón para
solicitar asilo político. Lo más probable es que sea deportada y
se enfrente a represalias (frecuentemente la muerte) en su país de
origen (Aron, et al., 1991, p. 43).

256 Andamios
Refugiados salvadoreños ayer y hoy

Del mismo modo que en aquel periodo de la guerra civil cuando los
militares aterrorizaban a la población, hoy en día las pandillas —aque-
llos niños de la guerra y del trauma— son los más directos y visibles
victimarios de la población del norte de América Central (Martínez,
2016).7 Sirva de ejemplo un artículo del 29 de abril de 2016 en un
periódico salvadoreño.8 Los periodistas describen una tendencia actual:
la aparición de cadáveres, en muchos casos mutilados, con las manos
y los pies atados a la espalda, metidos en bolsas de plástico o cubiertos
con sábanas, arrojados al borde de la carretera en zonas rurales. Uno
de los “expertos” entrevistados para el artículo declara que mientras
que los hombres son asesinados por asuntos estrictamente ligados a
las pandillas, ‘‘en las mujeres es muy frecuente, que todo se deba a in-
fidelidad de pareja, por lo general contra un sujeto que guarda prisión
a quien ha dejado de ir a ver en los últimos meses. En algunos casos,
estas mujeres han cambiado de pareja y de ahí el enojo de la anterior.’’
A los hombres, por lo tanto, se les ataca sobre todo por sus actos en
contra de la pandilla. A las mujeres, sin embargo, se les asesina por no
cumplir los deseos de los hombres, cuando dejan de comportarse como
si fueran propiedad de ellos. Estas descripciones minimizan y justifican
estos asesinatos, y explican también por qué tan solo durante los pri-
meros cuarenta días de 2016 se habían registrado ya 954 homicidios.9
En su huida de las múltiples formas de violencia de género en El
Salvador y en toda la región (Walsh y Menjívar, 2016), las mujeres
corren el riesgo de volver a ser víctimas de violencia en el largo tra-
yecto al norte rumbo a Estados Unidos. Además del riesgo de perder
sus miembros y vida subiéndose de forma clandestina al tren de la
muerte que atraviesa gran parte del territorio mexicano, las migrantes

7  El norte de Centroamérica también es rehén de las políticas económicas neoliberales


y la lucha contra las drogas que producen formas estructurales de violencia que, si bien
son menos reconocibles como fuentes de violencia (Torres-Rivas, 1998), causan sin
embargo un enorme daño.
8  El periódico es: El Salvador.com. https://historico.elsalvador.com/historico/183355/

en-cuatro-meses-han-dejado-20-cuerpos-embolsados.html.
9  Estas cifras son especialmente inquietantes habida cuenta de El Salvador tiene una

extensión territorial de 21km², menos de dos veces la superficie del condado de Los
Ángeles (12 km²) y aproximadamente igual que el estado de Massachusetts.

Andamios 257
Leisy J. Abrego

son también extremadamente vulnerables a la violación y las redes de


tráfico sexual dirigidas por pandillas y cárteles de droga. (Izcara, 2016;
Martínez, 2010; 2016). Dada la frecuencia y la persistente gravedad de
la violencia perpetrada contra las mujeres migrantes que realizan este
trayecto, ACNUR pide que se proteja a las mujeres centroamericanas
que solicitan asilo fuera de sus países.
A pesar de que Estados Unidos es signatario de la Convención de
Refugiados de 1951,10 un tratado internacional de derechos de los re-
fugiados, el gobierno de Barack Obama no protegió a las solicitantes
de asilo centroamericanas y el de Trump da órdenes ejecutivas para
demostrar su empeño en seguir violando sus derechos humanos. En su
comunicado de prensa de mayo de 2015, el Servicio de Control de In-
migración y Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés)
declara ‘‘nuestras fronteras no están abiertas a la migración ilegal, y las
personas detenidas que cruzan la frontera ilegalmente son una priori-
dad del Departamento.’’11 Al negarse a reconocerles como refugiados,
ICE condena a estas mujeres y niños a ser migrantes “ilegales” que no
precisan protección alguna. En el capítulo de la historia estadounidense
que se vive después del 11 de Septiembre, se vuelve a vivir una res-
puesta negativa hacia los migrantes centroamericanos que huyen de las
consecuencias de la política estadounidense en su región. Pero ahora
no solo se les deniega a estos su condición de refugiados, sino que
además se les etiqueta de “migrantes ilegales” cuya presencia plantea
un peligro para la nación. Durante el gobierno de Obama, esta última
afirmación sirvió como justificación para que el gobierno detuviera de
forma indefinida a decenas de mujeres y niños para disuadir a futuros
migrantes de esa región.12

10  https://www.acnur.org/es-es/la-convencion-de-1951.html
11  https://www.ice.gov/news/releases/ice-announces-enhanced-oversight-family-resi-
dential-centers
12  Véase la declaración del 14 de agosto de 2014 de Philip T. Miller, Subdirector de

Operaciones de Campo de la Oficina de Detención y Deportación del Servicio de In-


migración y Control de Aduanas de Estados Unidos, https://immigrantjustice.org/sites/
immigrantjustice.org/files/Government%20No%20Bond%20Declarations.pdf. Esto, a
su vez, preparó el terreno para aumentar su puesta en práctica bajo el gobierno de
Trump.

258 Andamios
Refugiados salvadoreños ayer y hoy

En la década de 1980, el gobierno estadounidense denegó la condi-


ción de refugiados a los salvadoreños para evitar reconocer su propio
papel en innumerables violaciones de derechos humanos en El Salva-
dor y proteger sus intereses económicos en la región. En la actualidad,
la denegación del estatus de refugiado prioriza el beneficio de una
nueva serie de empresas: el negocio de las prisiones. Como explica el
migrantólogo David Hernández, el actual éxodo de refugiados centroa-
mericanos se está empleando como excusa para extender enormemente
la práctica de la detención de familias: en 2014, solo existía un centro
de detención en el condado de Berks, Pensilvania, que contaba con 100
camas. Tras la cobertura en los medios de las terribles condiciones de
detención de los niños en la frontera en el verano de 2014, el gobierno
añadió otras 1100 camas en:

un centro público temporal en Artesia, Nuevo México y en un


centro de detención de gestión privada y con ánimo de lucro en
el condado de Karnes, Texas. En diciembre de 2014, se inaugu-
ró en Dilley, Texas, otro centro de detención con ánimo de lucro
con capacidad para 480 personas, mientras se construye al lado
uno de mayor capacidad (2400 camas). También en diciembre,
el centro de Artesia trasladó a sus últimos detenidos, al mismo
tiempo que el Centro Residencial Familiar del Condado de Kar-
nes (con ánimo de lucro) acordó ampliar su capacidad con 626
nuevas camas, para compensar el cierre del de Nuevo México.
En conjunto, la capacidad de centros de detención para familias
se multiplicó por treinta y cinco en menos de seis meses. (Her-
nández, 2015, p. 14)

ICE no solo emplea categorías jurídicas incorrectas con los centroameri-


canos que deberían ser considerados refugiados, sino que además utiliza
el lenguaje de forma engañosa para disimular sus prácticas de almace-
namiento de humanos. A pesar del hecho de que todos los detenidos
se refieren a la detención como prisión o cárcel (Lovato, 2016), cuando
mujeres e hijos son apilados, ICE llama a estos centros eufemísticamente
‘‘centros residenciales familiares’’. Estos centros residenciales familiares
son antiguas prisiones mínimamente disfrazadas que han provocado

Andamios 259
Leisy J. Abrego

intentos de suicidio tanto por parte de mujeres como de niños. Las


personas detenidas enferman a causa de la comida putrefacta, tienen
problemas para dormir y se deprimen al verse encarcelados por haber
huido de la violencia. A medida que han salido a la luz estas historias de
sufrimiento y victimización, ha aumentado la presión social, tal como
muestran las grandes manifestaciones, las críticas en la prensa nacio-
nal y las múltiples peticiones de diversas organizaciones, así como de
cargos electos. Como reacción al llamamiento masivo a acabar con las
detenciones de familias, ICE ha logrado ahora obtener un permiso en el
estado de Texas para clasificar estos centros oficialmente como ‘‘centros
de atención a la infancia’’ (Preston, 2016).
Cientos de familias solicitantes de asilo han pasado por el centro de
detención de familias de Karnes City. A por lo menos veinte de ellas, a
pesar de aprobar sus entrevistas de temor creíble, se les denegó la fianza
y se les mantuvo detenidas durante diez o más meses porque constaba
en su historial una “deportación previa”. ICE ha apelado a cuestiones
de seguridad nacional para eludir el derecho internacional, y en gran
medida, esto ha sido posible precisamente porque no clasifican a estos
migrantes como refugiados, que es lo que verdaderamente son.13
En el momento histórico actual, la poca disposición para reconocer a
los refugiados centroamericanos como refugiados crea nuevos silencios
que tendrán repercusiones duraderas para los que lleguen ahora y para
las generaciones futuras. Cuando nos negamos a llamarles refugiados,
a nombrar el trauma y localizar el origen de la violencia en el Estado y
sus diversas estructuras sociales, creamos un vacío que luego se llena,
en mi opinión, de modos que pueden ser erróneos y perjudiciales. Esto
es lo que he presenciado en varios lugares en Los Ángeles, a pesar del
fuerte movimiento de migrantes de la ciudad y su importante población
de salvadoreños que llegaron en épocas anteriores.

13 https://immigrantjustice.org/sites/immigrantjustice.org/files/Government%20
No%20Bond%20 Declarations.pdf. En el momento de escritura de este artículo, el
gobierno de Trump, a través de una orden ejecutiva, ha bloqueado la admisión de
refugiados e inmigrantes de Siria y otros países de mayoría musulmana (https://www.
whitehouse.gov/the-press-office/2017/01/27/executive-order-protecting-nation-fo-
reign-terrorist-entry-united-states), a la vez que ha paralizado el programa de Menores
Centroamericanos (https://www.theguardian.com/us-news/2017/feb/02/central-ameri-
ca-young-refugees-cam-trump-travel-ban).

260 Andamios
Refugiados salvadoreños ayer y hoy

En Los Ángeles, los silencios y las denominaciones incorrectas de


las generaciones anteriores han creado vacíos que se llenan demasia-
do fácilmente con estereotipos y desinformación. En la práctica, esto
significa que, entre el público general, sin conocimiento de las particu-
laridades de la migración salvadoreña, los refugiados se agrupan en un
mismo paquete, una categoría única, deshumanizada y desautorizada.
Por mi experiencia, sin representaciones complejas y equilibradas de
los salvadoreños o centroamericanos en ningún mediomasivo de in-
formación o institución social (ya sea en inglés o en español), incluso
los observadores bienintencionados y con buena formación no cuentan
con un marco adecuado para comprender qué es exactamente lo que
sucede. Para llenar estos silencios, recurren a la actual retórica frecuen-
temente vacía de la ‘‘reforma integral de la inmigración’’ que supuesta-
mente resolverá los problemas de cualquiera que no tenga un estatus
legal estable (González, 2013).14 Sin un vocabulario que reconozca
el inmenso grado de implicación de Estados Unidos en la migración
forzada, o sin las palabras para comprender la naturaleza forzada de
sus desplazamientos, incluso las personas que simpatizan con la causa
quieren ‘‘integrar’’ a estos recién llegados y rodearles de mensajes de ‘‘Sí
se puede’’, que son demasiado simplistas e incluso problemáticos para
las circunstancias actuales.
En círculos de activistas por los derechos de los migrantes en
Los Ángeles, he visto como beneficiarios de DACA15 —jóvenes que
anteriormente se autodenominaban ‘‘DREAMers’’ (Negrón-Gonzales,

14  Propuestas de ley de reforma integral de la inmigración en Estados Unidos no han


tenido éxito en varias décadas. Generalmente, estas se enfocan en establecer legalidad
permanente para personas que han vivido por varios años en Estados Unidos—un
requisito que el nuevo éxodo centroamericano no cubre.
15  El programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia o DACA es una ac-

ción ejecutiva que otorga a un subconjunto de jóvenes indocumentados el acceso a una


tarjeta de identificación nacional y a un permiso de trabajo, y especifica que no forman
parte de una categoría prioritaria para la deportación. Desde el 2010, la subjetividad
de DREAMers se ha comenzado a cuestionar abiertamente dentro del movimiento
pro-migrante porque aunque es políticamente expediente y logró el apoyo general del
público estadounidense, a la vez estableció una categoría de migrante merecedora de
derechos humanos (mientras que implícitamente, excluía a demás migrantes de esos
mismos derechos).

Andamios 261
Leisy J. Abrego

2014)— responden con gran compasión a la difícil situación de estos


jóvenes recién llegados. Haciendo lo que saben hacer muy bien, se
organizaron rápidamente para protestar contra las muestras de odio,
movilizar recursos y ofrecer a los niños una serie de servicios sociales.
En estos espacios comunitarios y educativos, tratan de motivar a los re-
cién llegados con sus historias personales de éxito, las mismas historias
que habían funcionado de maravilla para inspirar al público general de
Estados Unidos a apoyar políticamente a los DREAMers (Gomberg-Mu-
ñoz, 2015). Los jóvenes centroamericanos, sin embargo, escuchaban
impasibles. La narrativa del éxito meritocrático parece inalcanzable,
incluso hasta quijotesco, en un momento en el que están recuperán-
dose aún del trauma social y de la violencia masiva que ha marcado su
huida. Entre ellos, las chicas parecen especialmente indiferentes.
En el informe de ACNUR y en innumerables relatos periodísticos
leemos de violencia indescriptible contra niñas y mujeres en sus paí-
ses de origen y en todo el camino de tránsito hasta Estados Unidos.
Seis de cada diez, quizá incluso hasta ocho de cada diez, son violadas.
Más recientemente, hemos escuchado relatos de abuso sexual en los
centros de detención de Estados Unidos también. En el lenguaje del
‘‘sí se puede’’ y de la ‘‘reforma integral de la inmigración’’ no cabe el
planteamiento de su trauma. Incluso entre aliados, no contamos ni con
el vocabulario ni con la mirada adecuada para entender cómo debemos
abordarles como refugiados. Los silencios han dado ocasión a que utili-
cemos relatos muy dispersos, incluso cuando no corresponden.
Crecer entre estos silencios, sin embargo, también despertó la
curiosidad de muchos de nosotros, empujándonos a buscar nuestras
voces para contrarrestar las narrativas dominantes y aspirar a la jus-
ticia social. Incluso frente a un trauma tan arraigado históricamente y
multidimensional, las mujeres centroamericanas nunca han dejado de
organizarse y confrontar estas violencias. Han huido en generaciones
previas y siguen huyendo hoy, cuando sus vidas están en peligro. A
pesar de enfrentar múltiples formas de opresión, incluso las mujeres
detenidas, quizá entre las más vulnerables, han logrado organizarse
para atraer atención nacional e internacional a su difícil situación. En
marzo de 2015, durante la Semana Santa, cerca de cuarenta mujeres
en el Centro Residencial del Condado de Karnes —la mayoría centroa-

262 Andamios
Refugiados salvadoreños ayer y hoy

mericanas— se pusieron en huelga de hambre (Bogado, 2015). Setenta


y ocho madres del mismo también firmaron una carta exigiendo su
liberación. Más adelante, en octubre de ese mismo año, otro grupo de
mujeres detenidas, esta vez en el centro de detención de T. Don Hutto
en Taylor, Texas,16 iniciaron otra campaña de envío de cartas. Veintisie-
te mujeres se pusieron en huelga de hambre para hacer públicos sus
agravios, desvelando situaciones de falta de higiene adecuada, comida
que les hacía enfermar y abusos físicos, psicológicos y sexuales durante
su detención. Denunciaron que se les trataba de forma infrahumana,
se les perseguía a todas partes y se les condenaba a aislamiento si se
quejaban. Más recientemente, en agosto de 2016, veintidós mujeres
en el centro de detención del condado de Berks en Pensilvania tam-
bién publicaron una carta abierta y se pusieron en huelga de hambre
para denunciar las condiciones inhumanas y exigir su liberación.17 A
través de estas acciones colectivas, las mujeres centroamericanas una
vez más están poniendo sus cuerpos en primera línea, arriesgando su
salud y sus vidas para exigir un tratamiento humano. Han superado
los silencios para hacer una demanda clara y consistente: la liberación
inmediata de todos.
Mientras las consecuencias atroces del neoliberalismo y la guerra
contra las drogas continúan, y más gente huye de El Salvador y del
resto de Centroamérica, Estados Unidos permanece prácticamente en
silencio acerca de su apoyo al Tratado de Libre Comercio entre Estados
Unidos y Centroamérica (CAFTA por sus siglas en inglés), la guerra
contra las drogas y la Iniciativa Regional de Seguridad para América
Central (CARSI por sus siglas en inglés), es decir: las políticas que
han establecido las condiciones para la violencia actual. Muchas de
nosotras, sin embargo, llevamos generaciones observando. Nos hemos
estado moviendo entre silencios, aprendiendo y preparando. Las que
hemos sufrido directa o indirectamente las consecuencias de la vio-
lencia del pasado, las hijas de los refugiados a quienes nunca se les

16  http://grassrootsleadership.org/blog/2015/10/breaking-least-27-women-hun-
ger-strike-hutto-detention-center-hutto27
17  http://www.humanrightsfirst.org/sites/default/files/LettertoSecJohnson-Berkshun-

gerstrike.pdf.

Andamios 263
Leisy J. Abrego

reconoció como tales, ahora estamos dispuestas a romper el silencio,


a llenar los vacíos, a corregir las versiones oficiales de nuestra historia.
Mientras coaliciones de diversos activistas por la justicia social se unen
para exigir justicia para los recién llegados, algunas de las activistas más
aguerridas son precisamente mujeres centroamericanas, entre las que
se encuentran refugiadas o hijas de refugiadas no reconocidas.
Esther Portillo, Nancy Zuniga, Suyapa Portillo, Adalila Zelaya,
Oriel Siu, Mónica Novoa, Jennifer Cárcamo, Kryssia Campos, Lizette
Hernández, Cecilia Menjívar, Cristina Echeverría, Morelia Rivas, Alicia
Ivonne Estrada, Ester Hernández, Cristina Gonzales, Fanny García,
Karina Alma, Arely Zimmerman, Maricela López Samayoa, Ana Patricia
Rodríguez, Martha Arévalo, Rocío Véliz, Jacqueline Munguía, Cinthia
Flores, Yajaira Padilla, Rossana Perez, Sara Aguilar, Siris Barrios, Flori-
dalma Boj López, Dora Olivia Magaña, Carla Guerrero, Maya Chinchi-
lla, Ester Trujillo: estas mujeres centroamericanas han roto el silencio,
han empleado su conciencia de género y su conocimiento de la historia
silenciada de la región para forzar estas conversaciones en distintos
espacios; para exigir justicia para las personas refugiadas transgénero;
para organizar a las mujeres que se encuentran detenidas; para ampli-
ficar las voces de las madres refugiadas que buscan justicia para sus
propios casos y también en general, para todas aquellas personas que
huyen de la violencia. Estas activistas han sido capaces de reconocer
la humanidad de los centroamericanos porque no han dependido del
vocabulario político vinculado a otras luchas y a otros pueblos. En su
lugar, han puesto a los refugiados en el centro, fijando la atención en
sus casos concretos y cuando correspondía, en su condición de so-
brevivientes de violencia de género. Como activista e hija de personas
refugiadas, añado mi nombre a esta lista y pido a quienes lean este texto
que, por nuestra liberación, superen también ese lenguaje limitado y
limitante y cesen de ignorar los silencios que cercan actualmente a los
refugiados centroamericanos.

Agradecimientos: Este ensayo nace como una presentación en la


Conferencia Keywords in Migration Studies en UC Santa Cruz en 2016.
Quiero agradecer a las organizadoras por animarme a explorar nuevos
enfoques para el trabajo intelectual y por haber reunido a un grupo

264 Andamios
Refugiados salvadoreños ayer y hoy

de académicos tan maravilloso. Estoy muy agradecida a los poderosos


organizadores comunitarios de Human Rights Alliance for Child Refu-
gees and Families [Alianza por los Derechos Humanos para Niños Re-
fugiados y Familias] por su visión revolucionaria y amor hacia nuestra
comunidad. Con su generosidad de siempre, Cecilia Menjívar tuvo la
amabilidad de leer un borrador de este texto. Quiero agradecer a Carlos
Colorado su apoyo en este ensayo.

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Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 247-269 Andamios 269
Entrevista
Somos más que testimonios, somos historiadoras
encarnadas de la política interseccional e
internacionalista:
Entrevista con Suyapa Portillo Villeda
Amarela Varela-Huerta*
Leisy J. Abrego**

Estados Unidos es lugar de destino para migrantes centroamericanes


desde antes de la década de los 80, pero por razones legales y estructu-
rales, la gran mayoría sigue en los márgenes de esa sociedad. Entre les
pocos que han logrado entrar en la academia, Suyapa Portillo Villeda
es una intelectual orgánica hondureña, catedrática y organizadora queer
feminista afincada en Estados Unidos. Con amplia experiencia y ex-
perticia como historiadora, organizadora e intelectual internacionalista,
Suyapa lidera y acompaña movimientos sociales interseccionales dentro
y fuera de la academia.
En esta entrevista, teje varios hilos desde lo autobiográfico y entre-
laza las luchas internacionales de la clase trabajadora, feminista, queer
y migrante. Su narrativa comienza con la pulsión de vida que la llevó a
atravesar su primera migración, del campo a la ciudad, luego el refugio,
el exilio político, la infancia migrante, al mismo tiempo que el arraigo a
un mundo indígena y mestizo. En este ejercicio de diálogo, conocemos
sobre la experiencia de destierro y separación familiar – todos temas
que siguen repitiéndose entre les que se incorporan al éxodo de Hon-
duras y de Centroamérica hoy en día. Finalmente, Portillo nos com-
parte lecciones que ha ido aprendiendo en los movimientos sindicales,
migrantes, LGBTQ y LGBTTI, en Los Ángeles, Chiapas, San Pedro Sula
y Tegucigalpa, Honduras. Esperamos que disfruten de esta entrevista
tanto como nosotras aprendimos al hacerla y editarla.
* Profesora investigadora en la academia de Comunicación y Cultura de la
Universidad Autónoma de la Ciudad de México, México. Correo electrónico:
amarela.varela@uacm.edu.mx
** Es profesora y directora del programa Estudios Chicana/o y Centroamericanos en la

Universidad de California en Los Ángeles (UCLA).

Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 273-305 Andamios 273
Amarela Varela-Huerta y Leisy J. Abrego

Genealogía familiar: En el principio fue la lucha, la palabra y el


tabaco

Suyapa–Yo soy de Copán, el occidente de Honduras, crecí hasta los 8


años allí. Vengo de una familia de por sí fronteriza, mi pueblo es border-
lands (ríe), o sea hay dos fronteras, con Guatemala y El Salvador. Para
Semana Santa íbamos a Santa Ana, El Salvador o a Chiquimula, Guate-
mala. Además, mis abuelos cultivaban el cafe, jornaleros/as venían de
otras partes de Honduras y de Guatemala a trabajar las fincas. Por eso,
el café y la dictadura son dos constantes en nuestra genealogía, también
la lucha por la democracia de nuestro país. Mi abuelo y mi padre, a sus
tiempos y formas cada uno fueron defensores del sufragio democrático
y se opusieron cada uno a los dictadores, civiles o militares de turno;
nosotros venimos de esa tradición.
Ya desde 1950 mi papá, de joven, empezó a trabajar con el primer
gobierno democrático en Honduras que fue el gobierno de Ramón
Villeda Morales, a quien se derrocó por orden de EEUU con un golpe
de Estado en 1963, paralelamente a la Guatemala de Árbenz. Es impor-
tante para mí partir del pasado, de historizar los procesos, por algo soy
profesora de historia.
La historia del exilio de mi familia, es consecuencia del posicio-
namiento político frente a ese “accidente”. Como simpatizantes de
“Pajarito”, como llamaban al presidente Villeda Morales antes de su
derrocamiento por el golpe, mi padre que trabajaba en la aduana de la
administración pública de Pajarito fue apresado en la frontera por los
militares golpistas que instauraron la dictadura desde 1963 hasta 1980.
Lo encarcelaron en la prisión que está cerca del pueblo de mis abuelos
y ahí es donde conoce a mi mamá.
Con su trayectoria política cancelada, se dedica a ser profesor y
campesino en el pueblo donde nací: Florida, en el departamento de
Copán. Mi padre era profesor de día y cultivador de tabaco por la tarde.
Era un tiempo histórico atravesado por la Guerra Fría. Los gringos usa-
ron nuestro territorio para el cultivo intensivo de tabaco para proveer al
mercado estadounidense tras bloquear el tabaco de la Cuba insurrecta.
Llevaron la semilla de tabaco cubano, pero no se dio. De ahí el auge
de tabaco nativo, el hondureño es muy rico. Por eso mi papá trabajaba

274 Andamios
Entrevista con Suyapa Portillo Villeda

el tabaco. Como era maestro con los sueños políticos confinados, se


ayudó de jornaleros de mi pueblo. La Florida es un pueblo indigena y
mestizo, pero sí habían comunidades indígenas Maya Chortí, con fuerte
arraigo en la cosmovisión maya y sus propios sistemas normativos. El
pueblo era una mezcla de cultura mestiza e indigena, aunque la cul-
tura y practicas de los indigenas maya predominaba en mi casa, estas
practicas estaban muy presentes en mi casa por la ayuda de jornaleros y
jornaleras campesinos para cosechar el tabaco con mi mamá y mi papá.
La historia del tabaco en Honduras es centenaria, junto con la
cultura cafetalera, su cultivo afianzó un sistema de encomiendas y
explotación que subsiste hasta hoy. Los indígenas de mi pueblo eran
muy discriminados. Mis abuelos en los cafetales —creo que esto lo atri-
buimos a mi papá, pero eran mis abuelos que hacían esto­— ya mi papá
fue normalista y daba clases en la escuela local, intentaba transformar
mínimamente ese panorama enseñándonos a todos, a sus hijos y a los
jornaleros y sus familias a leer y escribir. Todas nosotras aprendimos a
leer y escribir y la única razón de que hablo el español como lo hablo
es porque mi papá nos llevaba a la escuela desde los tres años como
oyentes, en su aula de escuela rural. Recuerdo que jugábamos con los
niños campesinos de la clase, pero a las 10 de la mañana ellos se iban
a trabajar al campo con sus familias. Por eso crecí muy consciente de
esta clase trabajadora. Y bueno, mi papá estaba muy involucrado en
cooperativas y todo tipo de luchas, nos llevaba a reuniones. Ahí me
nació la conciencia, vengo también de esa experiencia.

Primera experiencia migrante. De Florida a la ciudad

Suyapa–En un punto de mi primera infancia, mi madre se separa de


mi papá y nos lleva con ella a mi abuela y a mí desde Florida hasta San
Pedro Sula. Mi familia estaba muy involucrada en las luchas contra la
dictadura, aunque sé poco porque, como en muchas otras familias, los
activismos se cubrían de un halo de “secretismo”. El activismo de mi
padre y de mi hermano mayor, para entonces un activista estudiantil
muy reconocido, pero también las diferencias matrimoniales de mis
padres, nos obligaron a migrar.

Andamios 275
Amarela Varela-Huerta y Leisy J. Abrego

Mi hermano estuvo muy involucrado en luchas estudiantiles en


contra de la dictadura. Antes de salir de Florida, nos enteramos de que
era buscado por la policía por ese activismo. Mi padre tenía acceso a los
diarios de la capital, y en una de las ediciones se reportaba el nombre
de mi hermano –aún conservamos ese ejemplar– como el orador prin-
cipal de un mitin estudiantil. Era como su sentencia de muerte.
Mi papá nos montó en un bus a la capital. El trayecto de mi pueblo
a la capital duró 8 horas, pero cuando llegamos, ya estaba tomada
la universidad, o sea ya los estudiantes estaban adentro y los milita-
res alrededor. Me acuerdo de todo con claridad, pues a pesar de ser
pequeña, mis padres me llevaban a todas partes, incluso vi la toma
militar de la universidad, con mi hermano adentro. Ese suceso me
marcó profundamente.
La trayectoria de mi padre nos ayudó a liberar a mi hermano y con
sus contactos de cuando fue alto funcionario del gobierno de “Pajarito”,
nos ayudaron a exiliar a mi hermano mayor a México durante el perio-
do más duro de la represión.
Mi hermano, llegó a la Ciudad de México. En esa época, en el imagi-
nario colectivo de los centroamericanos, refugiarse en México era habitar
un territorio de insurrección. Recuerdo a mi mamá angustiada. La his-
toria de cómo salió de Honduras se la dejo a mi hermano que la cuente
porque es su historia. Sí puedo decir que mi hermano cuando estuvo en
México se volvio mas amplio y se reencontro con asuntos de género y
diversidades y otros organizadores, porque a México llegaban todos los
revolucionarios del continente. Dejo ahí la historia de mi hermano.
Volviendo a eso de migrar del campo a la ciudad, mi mamá contaba
que esa decisión era por la persecución contra mi hermano y también
por las diferencias con mi papá, pero yo pienso que también ella quería
otra vida. Mi mamá estudió hasta el sexto grado (la primaria), pero
entonces, como ahora, era tan precaria la educación en Honduras que
su certificado de primaria equivalía a los estudios de grado completos,
como ahora acabar el high school, la preparatoria. Además de que en-
tonces una joven que estudiaba era realmente excepcional. Las mujeres
pocas veces completaban nada más que la primaria antes del siglo XXI.
Por eso, a los 16 años mi mamá ya daba clases de tercer grado de prima-
ria. Así pues, vengo de padre profesor normalista y madre educadora.

276 Andamios
Entrevista con Suyapa Portillo Villeda

Ella y yo llegamos a San Pedro Sula donde ella quería estudiar, pero
no pudo permitirse ir a la universidad, así que se inscribió en un taller
de taquimecanografía en la noche y, durante el día trabajaba para el
Diario La Tribuna en el departamento de publicidad. Mi tío era fotógra-
fo del Diario El Tiempo que competía con el diario donde trabajaba mi
mamá, pero él la entrenaba y trabajaron juntos en algunos reportajes a
pesar de la competencia entre periódicos. Haciendo ese trabajo con mi
tío es que mi mamá conoce a un coyote, no sé cómo decirle, a un señor.
Mi mamá era y sigue siendo muy bonita. Cuando trabajaba en el diario
estaba en sus 33 años.
Era una época dura, mi mamá fue la tercera mujer que se divorció en
mi familia, la primera fue una hermana de mi abuela, mi abuela fue ape-
nas la segunda. Por eso las tres nos mudamos a San Pedro Sula. Tiempo
después, mi mamá se propuso intentar irse con ese coyote para el norte.
El coyote le compartió que se llevaría a su familia a los Estados Unidos
y, para sumarnos pero protegidas, mi mamá enganchó a un primo suyo,
no sé si lo enganchó o se lo mencionó y ya el primo se vino. Partimos.

El viaje al Norte, migrar transnacionalmente

Suyapa–Con pasaportes vigentes salimos los tres, mi mamá, su primo


y yo, con el coyote y su familia. Salimos de noche en un bus Congolón
igual que ahora1.
Así cruzamos Guatemala. Años después, cuando estudié la historia
de Guatemala en la universidad me di cuenta de lo peligroso que debe
haber sido atravesar ese país en plena guerra civil. En ese entonces
hubieron masacres, asesinatos y no pocos sucedían en la carretera Pa-
namericana por la que atravesamos hasta llegar a México. Me acuerdo
que dormí bastante en el Congolón. Así atravesamos el Quiché, donde
fueron las mayores masacres de esa época, dormida. Recuerdo que
algunos tramos los hicimos en carro, no en autobús, mi mamá me ins-
truyó para pasar en absoluto silencio.

1  ElCongolón es una compañía de buses que transporta a migrantes pobres que salen
de Honduras desde San Pedro Sula hasta Tapachula. Véase: https://www.facebook.com/
transportescongolon/

Andamios 277
Amarela Varela-Huerta y Leisy J. Abrego

A la mañana siguiente cruzamos a México y luego llegamos a un


lugar que no recuerdo. Íbamos a Ciudad Hidalgo donde nos quedamos
en un hotelucho de esos de mala muerte; mi mamá estaba muy nerviosa
porque había un montón de hombres jugando naipes y emborrachán-
dose; las mujeres estaban en un cuarto y los hombres en otro, pero no
había como echarle llave. Yo he encontrado eso en hoteluchos también
en mis viajes de investigación ahora que investigo Honduras y a sus mi-
grantes, a veces no tienen puertas ni llaves. Recuerdo que mi mamá pasó
la noche en guardia, con una silla empotrada a la puerta sin cerrojo. Yo
sentí peligro ahí. Poco después llegamos a la Ciudad de México.
Días después de habitar la gran metrópoli que desde chiquita mi
mamá consumía como “la ciudad de los palacios”, fuimos a Guadalajara.
Estábamos impresionadas, nunca habíamos visto ciudades tan grandes.
Ahí empieza lo más difícil. Lo recuerdo mejor porque tenía que estar
más alerta. Llegamos a Tijuana. Mi mamá y mi primo habían hecho
el trato con un coyote para cruzar. Recuerdo que pudimos pasar por
debajo de un cerco de alambre, no había muro aún. Pasamos divididos,
las mujeres y niños de un lado y los hombres por otro. Considero que
los coyotes nos usaron de señuelo para la migra, porque los hombres
cruzaron bien, pero la migra nos interceptó a nosotras. Nos detuvieron
pero no nos deportaron. Los varones pasaron, nunca lograron regula-
rizar su estatus migratorio por eso, porque cruzaron indocumentados,
pero estuvieron bien. De alguna manera lo habían asumido así. Por
eso mi madre le entregó nuestras cosas de valor a mi primo que se fue
con los varones y nosotras cruzamos con lo puesto. Todavía tengo una
camisita con la que cruzamos, era de Palestina porque en Honduras
hay muchos palestinos y una de las amigas de mi mamá se casó con un
palestino en su pueblo natal, que ya desapareció por el sionismo, y de
ese viaje llevó como recuerdo mi camisita.

El cruce de una de las muchas fronteras que hoy me atraviesan

Suyapa–Voy a describir con detalle el cruce de Tijuana, porque define


mi historia. Era de noche, pasamos guiadas por tres personas. Nos
hacían escondernos en arbustos que no dan cobertura. Luego pasamos

278 Andamios
Entrevista con Suyapa Portillo Villeda

a un cuerpo de agua. Ni mi mamá ni yo sabíamos nadar, así que mi


mamá metió sus cosas en una bolsa y me chineó (cargó), atravesó el río
de puntillas. El agua le llegaba hasta más arriba de la cintura. No era
el río Grande o el Tijuana, era un río menos caudaloso. Era noviembre
y estaba haciendo mucho frío. Cuando una viene de Centroamérica
no entiende el frío de acá porque te agarra los huesos. Mi pobre ma-
dre salió del río totalmente mojada, yo solo me mojé los pantalones.
Minutos después, ya en la otra orilla del río, vimos alumbrarnos inten-
samente, era un helicóptero con la luz de esa de estadio. Nos dijeron en
un español pocho, luego entendí que eran agentes de origen mexicano:
“hínquense, no se muevan”. Llegaron “las perreras” (furgonetas de mi-
gración). Los agentes comenzaron a gritarle a mi mamá, a interrogarla a
gritos. Le arrancaron la bolsa con la cartera, vaciaron todo. Para mí fue
muy indignante ver la falta de respeto a mi madre.2
Los coyotes la habían instruido para que respondiera siempre
que veníamos de México, que éramos de Guadalajara, pero nosotros
tenemos un acento muy distinto. Mi mamá decía “soy de Guadalajara,
soy de Guadalajara”, pero la migra ya conocía esa táctica. El hombre
le decía “eres de Nicaragua, eres de Nicaragua”. Creo que si mi mamá
hubiera dicho que era de Nicaragua tal vez nos hubieran dado asilo sú-
per rápido, pero como ella miraba lo que estaba pasando allá. Nosotros
venimos de una situación donde todo lo izquierdista era penalizado. Mi
mamá, me imagino pensó, “hay una revolución ahí y si yo digo que soy
de Nicaragua me va a ir peor”.
Nos interrogaron al agarrarnos, luego nos llevaron a unas celdas
cerca de la frontera que eran muy frías, como las hieleras.3 De ahí nos
trasladaron a un centro de detención que todavía existe. Nos agarraron
como a la una o dos de la mañana y nos tuvieron ahí como hasta las seis
de la mañana, en interrogación. Estábamos en una oficinita de un oficial
de migración latino que hablaba muy mal el español. Tenía un mapa

2  No podemos dejar de notar que la historia de Suyapa es paralela a las miles de


historias que aún se viven en la frontera. Véase: https://www.milenio.com/virales/histo-
ria-foto-viral-nina-llorando-frontera-mexico-eu
3  Las hieleras es como les migrantes y las organizaciones que trabajan por los derechos

humanos de éstos llaman a las celdas de primera detención que son enfriadas con aire
acondicionado hasta temperaturas mínimas.

Andamios 279
Amarela Varela-Huerta y Leisy J. Abrego

en la pared y estaba tratando de identificar de dónde era mi madre. Yo


observaba desde una esquina, sentada en un pupitre. Pienso que le di
pena y me fue a traer una coca cola en lata bien fría. Yo no sabía ni cómo
abrirla, pues nunca había visto una coca cola en lata. Eran las dos de la
mañana, la soda estaba helada y pensé: “este hombre está loco, ¿por qué
me da esto helado?”, pero él me la abrió.
Estuvimos hasta las seis de la mañana en una celda muy fría. No
sabíamos dónde estaban las otras compañeras del grupo de mujeres con
quienes cruzamos. A nosotras nos llevaron después hasta Chula Vista, a
un centro de detención. Era enorme, había muchas camas. Conocimos a
una mujer mexicana que había sido violada mientras cruzaba las mon-
tañas. Me acuerdo perfectamente, le contó a mi mamá, pero yo escuché
todo, que fue capturada por un agente de la migra en el momento que la
estaban violando, que el border patrol la “salvó”, porque era una violación
tumultuaria, una pandilla la estaba atacando a ella y a su novio.
Nos asignaron una cama, nos tuvimos que bañar frente a un ofi-
cial de migración. Cuando yo estaba en high school leí bastante sobre
el holocausto y como asesinaban a los judíos en cámaras de gas, con
pipas para la regadera y me recordaba de esas duchas en el centro de
detención. El agua salía helada, te dan el champú anti piojos, te revisan
el pelo. La última vez que me habían chequeado para piojos era en la
escuela de mi pueblo, pero aquí fue súper humillante, no era como tu
profesora o la enfermera. Mi mamá hizo todo lo posible por bañarme
rápido. Ella trataba de protegerme y ya cuando estábamos limpias
guardaron nuestra ropa sucia, como en la cárcel y la pusieron en una
bolsita. Nos dieron ropa limpia, nos metimos a la cama, mi mamá y yo
en una camita al lado de la muchacha, que era la única que estaba ahí.
Creo que nos recluyeron allí, a la muchacha por que fue violada y a
nosotras porque yo era una niña aún.
Recuerdo perfectamente esa noche, hasta puedo sentir la textura
de una colcha que nos dieron para cubrirnos, era una frazada estilo
militar. Pero a mí me parecía que algo me cubría de la intemperie.
Recuerdo la conversación de mi madre con la muchacha víctima de la
brutal violación, en el trance que ambas estaban y mi escucha activa.
Su narración me impactó mucho.

280 Andamios
Entrevista con Suyapa Portillo Villeda

La muchacha nos hizo prometer que si ella moría, porque estaba


muy lastimada, mi mamá iba a ir al pueblo, San Juan de Los Lagos, a
decirle a su mamá que había llegado y lo que le había pasado, para que
supiera donde había quedado su hija. No sé si la muchacha sobrevivió.
En estos centros de detención se cuenta la vida con urgencia pero luego
los detenidos se pierden el rastro porque son trasladadas a otros centros
o a cárceles o deportadas.
Nosotras estuvimos unos días ahí y luego nos trasladaron a un centro
de detención que se llamaba “Hotel Cortés”, en pleno centro de San
Diego, una especie de centro para familias con niños y ancianos4. Estaba
dividido, los hombres por un lado y las mujeres por otro. Ahí estuvimos
casi un mes. Compartíamos habitación con una mujer de El Salvador
que tejía crochét todo el día. Parecía un hotel, pero estábamos detenidas.
No se podía salir del predio, solo a las áreas comunes: el área central, el
comedor. Había un teléfono público que nos comunicaba con el mundo.
Nos daban de comer tres veces al día excepto los domingos, cuando no
había cena, me imagino porque no había personal. Por eso mi mamá an-
daba colectando comida que dejaban otras personas, lo que fueran, un
sándwich, una fruta, para que yo tuviera algo que cenar los domingos.
Mi mamá fue muy ingeniosa. Ahí la gente se ayuda entre sí, igual
que en los centros de detención de ahora. Y buscó la manera de salir
rápido de ahí. Mi recuerdo sobre ese tiempo no es traumático, bueno
si es traumático, pero lo viví como niña y mediado por mi mamá —no
sé como decir eso, como niña jugaba con otros niños pero hasta esta
edad siento que me afecto profundamente— no podíamos salir pero sí
recibir visitas. Por ejemplo, vino mi primo el que sí consiguió cruzar.
Nos trajo la maleta con las cosas importantes de mamá; recuperamos el
álbum de fotos que aún conservamos. Para salir de ahí mi mamá se puso
en contacto con una notaria de la que alguien le habló en ese centro
de detención. En esa época los notarios te podían sacar de detención
con una fianza. Llegaron a un acuerdo por teléfono, sin conocerse. La
notaria le cobró $2000 para sacarnos. Pero, ya no teníamos dinero, mi

4 Estas prácticas continúan hoy en día. Véase: https://www.jornada.com.mx/ultimas/


mundo/2020/07/27/eu-no-expulsara-a-ninos-migrantes-detenidos-en-un-hotel-8206.
html

Andamios 281
Amarela Varela-Huerta y Leisy J. Abrego

mamá lo había invertido todo en el viaje y el coyote. Ideó una manera


de juntar ese dinero, otra vez, con un acuerdo entre ella y la notaria.
Por cada caso que mi madre le refiriera y lo aceptara como cliente, la
notaria le acreditaría a mi madre 25 dólares. Mi mamá se levantaba
todos los días a las cinco de la mañana o en la noche cuando venían
los buses llenos de detenidas para hablarles de la notaria y ponerlas en
contacto. La gente se iba a diario cuando las liberaban porque tenían
familiares, pero nosotras no teníamos familiares con papeles o con
dinero para la fianza. Así que por eso, todos los días mi mamá salía
a recibir los buses y hablar con las detenidas, apuntaba los nombres
de las personas y les explicaba cómo podían salir de allí. Es decir, mi
mamá se convirtió, por la urgencia, en una especie de organizadora en
cautiverio, porque asesoraba a las familias que recién llegaban al hotel.
Y de 20 en 25 dólares, cuando llegó a los 1500, la notaria, una tejana
que se llamaba Esperanza, y con quien tenía el acuerdo le consiguió,
finalmente, una abogada. La abogada era gringa y no hablaba mucho
español. Era del movimiento santuario de entonces. Esperanza hizo las
diligencias y la abogada nos llevó a la corte en donde el juez concluyó
que podíamos irnos. La abogada nos llevó a la casa de Esperanza, que
nos dio posada una noche. Al día siguiente nos fuimos a vivir a casa de
Marinita, una mujer de la diáspora salvadoreña que fue nuestro primer
y efímero refugio en Elysian Park, Los Ángeles.
Esperanza, la notaria pública, contrató a mi mamá para ser su asis-
tente, porque descubrió que mi mamá era muy inteligente y además
así contaba con una intérprete para sus clientes que solo hablaban
castellano. Comenzó “contestando teléfonos” por 100 dólares a la
semana que mi mamá, sin papeles y sin cuenta de banco, fue ateso-
rando literalmente bajo su colchón. Al poco tiempo nos mudamos a
nuestro propio cuarto con una cama y colchón prestado. La mujer que
lo alquilaba se divorció del marido y el tipo vino, recogió su cama,
donde mi mamá guardaba su salario, ¡habían como mil dólares ahí
guardados! Varias veces sufrimos por dinero, por administrarlo como
en el pueblo del que veníamos, pero con mucho esfuerzo, y después
de mucho trabajo, mi mamá pudo pagar los dos mil dólares que una
mujer de su pueblo le había prestado para el viaje y el coyote. Y, poco
a poco, fuimos estableciéndonos.

282 Andamios
Entrevista con Suyapa Portillo Villeda

Mi mamá fue conociendo muchos centroamericanos y entre ella y


Esperanza ayudaron a muchas de ellas. Al despacho llegaban salva-
doreños, hondureños, nicaragüenses, guatemaltecos y otros latinoa-
mericanos y mi mamá les hacía sus papeles, algo así como lo que
hacen los estudiantes de DACA con las ventanillas de apoyo mutuo.5
Era como una guía para su comunidad. Pero, para no idealizar, sur-
gieron diferencias con Esperanza, y mi mamá no estaba de acuerdo
con cosas concretas de la gestión de su despacho, así que cambió de
trabajo. Conoció a una hondureña que trabajaba en un hotel viejo en
el downtown de Los Ángeles.
Comenzó entonces a trabajar en el hotel con otros centroamerica-
nos, como ama de llaves. Al poco tiempo, la Universidad del Sur del
California (USC) compró el hotel para convertirlo en residencia para
estudiantes de postgrado. Allí, como nueva miembro del sindicato, mi
mamá comenzó a luchar como sindicalista. Después de todo lo que
había vivido, aprendió a sindicalizarse ella y, otra vez, con sus dotes,
promovió entre sus compañeras que se unieran a la lucha por mejorar
sus condiciones de trabajo.
Fueron años duros. Nos mudamos varias veces. Mi mamá trabajó
duro, y yo pasé mucho tiempo sola en casa. En ese tiempo también
otro de mis hermanos vino desde Honduras. A él también lo detuvo
la migra pero gracias a la mediación de los padres de un amigo suyo,
americanos, pudo salir del centro de detención y llegar a Los Ángeles.
Para 1986, y después de este susto, comenzamos el proceso de so-
licitud por los papeles. Nunca fuimos elegibles para asilo político ni
estatus de refugiadas en este país por ser hondureñas. Pero mi mamá
se había casado con mi padrastro quien era ciudadano. Era un hombre
bueno quien me trató con ternura, y a quien yo quise. Ya murió. Cuan-
do se casaron, nos mudamos a otro barrio.
Me recuerdo que durante ese procedimiento regresamos a Hon-
duras por primera vez en 1989. ¡Fue muy emocionante! Estaba feliz.

5  En el 2012 cuando se logra que el presidente Obama firme DACA, son los bene-
ficiarios mismos quienes se organizaban para dar talleres y ayudarse mutuamente a
completar los formularios. Véase Wong, Tom y Carolina Valdivia. 2014. “In Their Own
Words: A Nationwide Survey of Undocumented

Andamios 283
Amarela Varela-Huerta y Leisy J. Abrego

Ir a Honduras en esa época era carísimo porque no había aeropuerto


grande para recibir aviones comerciales, se volaba a El Salvador y luego
cambiaba uno de avioncito, uno chiquito de muerte que daba miedo,
para llegar hasta San Pedro Sula. Y además del viaje, había que llegar
con regalos para la familia. Mi mamá, que con toda la lucha sindical
ganaba el salario mínimo (me acuerdo perfecto), compró regalos para
todos. Fue emocionante.
Después, con los papeles aprobados en la embajada, volvimos a Los
Ángeles. El nuevo barrio y la escuela significaron una inmersión com-
pleta al inglés como lengua y cosmovisión. No aprendí mucho en la
escuela pero ese tiempo marcó un parteaguas en mi historia intelectual,
empecé a definir mis intereses y la forma de abordarlos.

Leisy–Suyapa cómo describir tus raíces en estas experiencias y en lo que haces


en tu trabajo ahora, como organizadora y como académica, ¿cómo influye?
Suyapa–Fijáte que antes de llegar a la universidad, yo sentía que vivía
en dos mundos porque nos han enseñado que lo que uno vive no se
cuenta en la escuela, especialmente cuando somos indocumentadas.
Cuando entré a la universidad, de 1992-1996 en Pitzer College, estudié
Psicología y Literatura latinoamericana. En clases de estudios Chicanos/
Latinos o de estudios latinoamericanos empecé a conocer toda esta his-
toria nuestra, que no era secreto, lo estábamos hablando en la clase. En
esa época también tuve una clase de estudios laborales y me invitaron
a hacer prácticas en sindicatos y centros de trabajo en Los Ángeles. Y
es así como mis mundos se van conectando. Fundamos un comité de
solidaridad con Chiapas en 1994, cuando el alzamiento en armas de
los Zapatistas. Para entonces ya tenía residencia y podía viajar, todo eso
va conectando mis mundos.

Los intensos años de hacer sindicalismo como zapatista y viceversa

Suyapa–Después de graduarme comencé a trabajar como organizadora


comunitaria y después como organizadora sindical en Los Ángeles. En

284 Andamios
Entrevista con Suyapa Portillo Villeda

el Centro de Trabajadores coreanos6 organizaba a trabajadoras de la


costura, la mayoría centroamericana que habían cruzado indocumen-
tadas. En esa época una le decía a las trabajadoras, “no importa si eres
indocumentada, tienes derechos, puedes protestar, la policía no te va a
intimidar”, ahora ya no se puede porque a veces hay cooperación entre
la policía y la migra.
Me reclutaron desde muy joven, recién salida de la universidad. Con
mis compañeras no teníamos salarios dignos y nuestro trabajo era sobre
todo organizar en castellano con mexicanos y centroamericanas, trabaja-
doras de talleres de sudor en la ciudad y jornaleros, limpiadoras como mi
mamá, quien también fue parte del sindicato de hoteles y restaurantes.
Yo trabajé en diferentes sindicatos y campañas. Mi trabajo era como
organizadora sindical pero también como intérprete. En esa intensa
época además, los latinos tomamos las direcciones sindicales. Por ejem-
plo, mi mamá fue parte de esa primera mesa directiva del sindicato que
tradujó el contrato al castellano y lo ganó la primera presidenta latina
María Elena Durazo. Ella aprendió muchísimo, negoció contratos y sin
hablar mucho inglés.
De ella y con ella aprendí a hacer huelgas, a defender los derechos
de las trabajadoras. Por sus luchas conoció a César Chávez y a Dolores
Huerta, ésta es un personaje muy controversial ahora, pero en su mo-
mento sí fue un movimiento positivo para las mujeres que trabajaban
en la limpieza porque aprendieron a negociar, a movilizarse. Hacían
protestas muy creativas, aún siendo indocumentadas. Yo aprendí de
todo eso. Por eso, cuando trabajé en los sindicatos puse mi corazón y
saber en ellos. Yo había sido entrenada en la comunidad y me gustaba
mucho el trabajo, heredé todo el saber de la gente de izquierda, cen-
troamericanos y mexicanos que nos entrenaron. Trabajé mucho para
la comunidad.
También hice mucho trabajo de solidaridad con Chiapas. En esa
época viajaba más a México que a mi propio país. Me sentía más co-
nectada con esa lucha en México. Fue en la época de George Bush,
después de los ataques del 9/11, que vino el parón, porque en ese

6  KIWA (Korean Immigrant Workers Advocates), por sus siglas en inglés en ese enton-
ces. Después cambiaron su nombre: https://kiwa.org/

Andamios 285
Amarela Varela-Huerta y Leisy J. Abrego

mismo entorno de lucha que crecí, de pronto hubo espionaje y marcaje


por parte del FBI a las organizaciones. Empezaron a quebrar todo tipo
de derechos civiles y empezamos a vivir el ataque frontal contra las
comunidades migrantes que solo se agudizó con los años.
Al mismo tiempo, yo atravesaba una suma de decepciones. Em-
pezaba a formarme como feminista. En ese mundo del organizar por
derechos migrantes y laborales en Los Ángeles, mis compañeras y yo
dejamos en bloque la organización (primera organización en la que tra-
bajé KIWA) por el acoso sexual, la homofobia y el rechazo que estaban
normalizados entre los hombres, incluyendo abogados y las mujeres
organizadoras. La lucha no tenía prácticas interseccionales, no habían
estructuras básicas de equidad en las organizaciones, esto pasaba en los
sindicatos también. Por eso un sector de organizadoras jóvenes de color
–quiero escribir algún día sobre esto– nos fuimos del sindicalismo y de
las organizaciones en Los Ángeles, porque éramos inteligentes y nos
trataban como pendejas en el movimiento. Como mujeres de color te-
níamos habilidades y estábamos tejiendo luchas trasnacionales, además
que trabajábamos más que los hombres, haciendo los peores trabajos a
veces. Pero, nuestros jefes eran varones muy machos o mujeres no femi-
nistas, sin esa visión. Por eso las más jóvenes negras, asiáticas, latinas,
nos fuimos del sindicalismo y de algunos centros de trabajo.
Desde mi perspectiva, el sindicalismo de ese tiempo explica en parte
el movimiento de migrantes del 2006,7 también del internacionalismo
que nos ofreció el zapatismo. Por ejemplo, siempre que organizaba una
reunión sindical para una campaña concreta, llevaba mi boletín sobre
Chiapas, sin que se diera cuenta mi jefe de campaña. El zapatismo fue
crucial para mi generación.

7 En la primavera del 2006 hubieron marchas masivas en todo Estados Unidos en
contra de la propuesta de ley federal, H.R. 4437 del congresista conservador, James
Sensenbrenner. Esta propuesta de ley buscaba criminalizar a personas que proveen
ayuda a migrantes indocumentades, incluyendo familiares. En las marchas participa-
ron personas de todos los grupos raciales y étnicos, pero el momento fue significativo
especialmente para migrantes latines. Para más análisis, véase Gonzáles, Alfonso. 2013.
Reform Without Justice: Latino Migrant Politics and the Homeland Security State.
Oxford University Press.

286 Andamios
Entrevista con Suyapa Portillo Villeda

Amarela–Nos puedes platicar sobre las comunidades Zapatistas, ¿en qué


sentido te ofreció un tipo de feminismo diferente?
Suyapa–Marta González en su nuevo libro habla de lo que hicimos aquí
en California.8 Fue una quimera, mucho aprendizaje, viajamos muchas
veces a las comunidades Zapatistas en solidaridad y acompañamiento.
Para mí además fue identificarme como latina, también me sirvió para
mirar con más complejidad a los chicanos, quienes tenían varias expe-
riencias de clase trabajadora en Estado Unidos. Para mí, ir a Chiapas fue
como regresar a casa. En las comunidades no había agua corriente ni luz
eléctrica. Eso era regular en mi infancia, por eso sentí una conexión muy
grande con Chiapas, aunque yo no viví esa gran pobreza de los indíge-
nas Zapatistas, tampoco la incertidumbre de la amenaza militar directa
en zonas tan aisladas, además de difícil acceso. Ahora ya hay carreteras,
pero en esa época no había y nos tocó caminar horas en las montañas,
con todo y la comida que llevábamos para el campamento al que íbamos
a hacer como observadores de paz. Yo era atleta en esa época, pero subir
las cuestas con las mochilas llenas de comida era demasiado, me dolía
todo, ¡mientras que los “compas” recorrían el camino como si nada!
Ya llegados al campamento, nos tocó dormir en el suelo. Me acuerdo
que no nos podíamos bañar porque los militares se habían tomado
la fuente de agua, el pozo. Entonces las mujeres tenían miedo de ir
ahí, como de por sí había sucedido en las décadas pasadas o seguía
sucediendo en todo América Central. Yo tenía miedo, andaba con el
pasaporte bien escondido, pero fuimos a confrontar a los soldados.
Eran comunidades fronterizas con Guatemala. Como campamentistas
trabajamos con los niños y logré entrevistar a unas jóvenes. Toda la
militarización de Chiapas había afectado profundamente la vida diaria
de los niños, de las mujeres, de los hombres y sigue haciéndolo, supe
que hace pocas semanas hubo otra masacre.
La primera vez que fui a Chiapas con compañeras de la universi-
dad me conmovió mucho, mis compañeras chicanas estaban aún más
afectadas que yo. A pesar de ser chicanas de clase trabajadora, nunca
habían usado una letrina en un área rural, o dormido en el suelo de tie-

8  González, Marta. 2020. Chican@ Artivistas: Music, Community, and Transborder Tactics
in East Los Angeles. University of Texas Press.

Andamios 287
Amarela Varela-Huerta y Leisy J. Abrego

rra. Todo les afectó profundamente, la “precariedad” del campo. Y a mi


me ayudó a entender mejor a mis hermanas chicanas. Íbamos guiadas
por el centro de derechos humanos Fray Bartolomé de las Casas. Des-
pués regresé muchísimas veces. El zapatismo me cautivó políticamente
y ahí aprendí que se podía hacer política de formas diferentes a las del
sindicalismo del que me auto-exilié.
En los muchos viajes conocí gente de acá igual entrañable, como
a Rudy, que tocaba en un grupo que se llamaba Aztlán Underground.
Conocí a gente de mi barrio, de Highland Park (al noroeste de Los
Ángeles), a profesores norteamericanos que habían estado en Centro-
américa cuando “los contras”. De ellos aprendí cómo moverme por las
comunidades militarizadas también.
Conocí la Realidad, la Garrucha, Guadalupe Trinitaria, Oventic, estu-
ve por todos estos lugares revolucionarios. Aprendí mucho. Me acuerdo
por ejemplo que en Oventic nos pedían el pasaporte para entrar porque
era territorio liberado. Fue muy emocionante ver a los norteamericanos
tener que mostrar sus pasaportes para entrar en territorio zapatista.
Para mí, conocer la autonomía zapatista fue definitorio.
Acuérdate que muchas de las experiencias de Centroamérica venían
de la tradición marxista leninista, y aquí en Los Ángeles esos migran-
tes que eran centroamericanos se organizaban de esa forma. Es una
influencia importante, aunque la gente no lo quiera aceptar. Esos sal-
vadoreños y guatemaltecos que se organizaron en sus países, desarro-
llaron nuevas prácticas aquí, informados por su ideología. Algunas de
esas prácticas clandestinas se traducen en Los Ángeles en forma como
de, no vanguardia revolucionaria, pero si viciada. Por ejemplo, un co-
mité organizador toma decisiones y luego las presenta como acuerdo
de asamblea. La asamblea no implica diálogo ni transparencia, eso es
muy típico de los centroamericanos de “la vieja guardia” y que viven
en Estados Unidos; por eso, ir a Chiapas y ver cómo los Zapatistas
llevaban reuniones transparentes y ver las formas como se organizaba
todo ahí, habían secretos militares claro, pero las comunidades tejían
su autonomía de forma transparente, lo cual resultaba muy interesante
para mí. Me llamó mucho la atención, lo sentía muy saludable. Llegar
ahí fue lo más cercano a entender Centroamérica para mí, fue como un
paso para empezar a ver mí país y también el resto de Centroamérica.

288 Andamios
Entrevista con Suyapa Portillo Villeda

En Los Ángeles fuí parte de lo que se llamaba el Big Frente Zapatista.


Es muy fuerte para mi emocionalmente aún, porque considero que no
logramos nuestro objetivo, a lo que nos desafiaron los Zapatistas varias
veces, (el subcomandante) Marcos decía siempre “Ustedes tienen que
organizar en donde viven. Pueden llevar los ideales Zapatistas, irse a
Los Ángeles y organizar ahí. No queremos que vengan acá a organizar
con nosotros, nosotros ya estamos organizados”. Por eso, la idea del
Big Frente era poder proveer solidaridad para organizarnos nosotros y
poder apoyar las luchas de nuestros barrios. La otra cosa que atesoro de
los Zapatistas es que fueron novedosas sus formas de luchar, el Internet
por ejemplo fue muy importante. Fue por el zapatismo que yo le entré
al uso de lo virtual como herramienta de lucha, para estar al tanto de
los comunicados Zapatistas. Los Zapatistas fueron los que nos vinieron
a revolucionar el Internet también.
Y, finalmente, para mí lo más fundamental de todo esto, era ser
mujer en Los Ángeles, en un lugar donde lo que domina a la hora de
organizarnos es la cuestión de la raza y etnia, lo que las organizaciones
sindicales y comunitarias en las que había crecido siempre ponían al
centro, pero del género no se quería hablar. Todo era conquistar terrenos
para los latinos, para los asiáticos, pero no se hablaba de género y me
recuerda mucho cuando estudio Centroamérica, ya como historiadora,
de esas luchas revolucionarias donde la apuesta era cómo conquistar
espacios de lo político, pero no se pensaba en el género. El género era
sinónimo de sexualidad. Además, en ese momento yo estaba saliendo
del clóset en EEUU, asumiéndome lesbiana a los 24 años. Por eso, todo
junto me hizo crecer políticamente hasta que, definitivamente, me asu-
mí como una feminista comprometida. Pero en los movimientos en que
yo crecí no había espacio para personas como yo. Muchas de nosotras
nos fuimos del movimiento sindical, y las organizaciones comunitarias
fueron incapaces de reconocernos y valorarnos.
Es una pena porque éramos organizadoras muy buenas con au-
dacia, valor y creatividad. Yo amaba mi trabajo como organizadora
comunitaria y sindical, tenía arte, tengo arte para convocar a la mo-
vilización, pero resultaba imposible seguir bajo el mando vertical de
estos hombres chicanos, latinos, asiáticos agridulces. Aunque mi vida
como organizadora pagada fue truncada por el machismo, creo que ser

Andamios 289
Amarela Varela-Huerta y Leisy J. Abrego

organizadora es para toda la vida y sigo organizando. Tengo una deuda


con mis hermanas feministas para teorizar sobre esta época para las
nuevas generaciones.

Migrar la pulsión y la imaginación: volviéndome profesora


investigadora

Suyapa–En medio de este cambio de piel, de mis desilusiones y aprendi-


zajes, llegó la era Bush. Tenía que decidir hacía donde poner mi esfuerzo.
Trabajé como profesora sustituta mientras hablaba con mis profesores
de Estudios Latinoamericanos para orientarme. Solicité como a doce
programas para posgrado, unos sobre literatura, otros en historia. Tam-
bién me motivaba estudiar historia centroamericana sobre la migración.
Ingresé segura de mi misma, iba como bien sazonada, me sentía
como una activista política, ya sabiendo más o menos quién era yo.
Y me dieron una beca además, no pagué nada. Acuérdate que tengo
educación pero, tengo la clase pegada a los huesos. Soy pobre, porque
mi mamá me pagó la licenciatura limpiando pisos. De joven, a veces los
veranos me tocaba ayudarle. Durante la carrera trabajé muchísimo para
pagar todas mis deudas de la universidad, así que traducía, tenía varios
trabajos siempre.
Para reclutarme al programa de posgrado me dijeron “te vamos a
entrenar como historiadora”, eso fue lo que me convenció, aunque la
universidad que elegí, Cornell University, era bastante conservadora.
Pero lo tomé como una estrategia. Estaba por cumplir 30 años, como la
edad que tenía mi madre cuando pasamos la frontera.
Me mudé entonces al norte de Nueva York. Cuando llegué allí sentí
que estaba en el clóset, otra vez, aunque mi pareja vivía conmigo. Era
el tiempo de la invasión en Irak. Hicimos una protesta y apenas lle-
garon unas diez personas. Estratégicamente, tomé ese tiempo-espacio
para volverme historiadora, aposté por ello. Y fue ahí, paradójicamente,
desde donde pude regresar a Centroamérica.
Originalmente, en mi proyecto de doctorado iba a ir a estudiar la
migración centroamericana, desde la perspectiva histórica, pero estu-
diarla en mi programa resultaba complejo. Así que cambié de directora

290 Andamios
Entrevista con Suyapa Portillo Villeda

y de tema de tesis, viré otra vez hacia los Estudios Latinoamericanos


inspirada por mis asesoras/es. Fue una experiencia durísima. Efectiva-
mente me entrenaron como historiadora.
Lo que no entendía era que yo estaba teniendo ya “reacciones”, es-
taba volviendo a vivir mi propia experiencia migratoria al aprender y
comprender la historia contemporánea de Honduras. Ni mi mamá ni
yo fuimos a un psicólogo luego de migrar, pero todo lo que vivimos
en el tránsito y para acomodarnos acá, todas las historias que me atra-
vesaron, y para las que no hay espacio en este texto para contarlas, se
revelaban en mí.
Cuando yo estaba construyéndome como feminista, como activista
política ya estaban surgiendo “esas cosas”, pero no tenía herramientas
para sentipensarlas, para expresarlas, por eso estudiar historia en Cornell
fue importante. Fueron años de mucho estudio, pude leer mucho,
escribir hasta hartarme y, en realidad, diseñar el proyecto que acabo de
publicar como libro9 sobre la huelga general de 1954 en Honduras.
Ahí fue donde descubrí la herida que nos configura, seguido surgía
entre mi comunidad política, afectiva o de estudio el estigma de Hondu-
ras. Todo el mundo decía “Ah, pero vos sos de Honduras y ahí estaban
los contras que mataban salvadoreños y nicaragüenses”. Es decir, lo que
mis entornos me devolvían sobre mi país de origen es que carecíamos de
una historia propia en clave de rebeldía, parecía que no había existido
una izquierda de verdad, algo que me sonaba absurdo, pues como co-
mencé esta entrevista fue narrando el exilio de mi familia por defender
la democracia, por oponernos a la dictadura y a golpes militares.
Honduras sí tuvo movimientos guerrilleros y tuvo y tiene una
izquierda pensante, vibrante, hondureñas que practicaron el interna-
cionalismo cuando lucharon con el Frente Farabundo Martí para la
Liberación Nacional (FMLN, en El Salvador) y con el Frente Sandinista
de Liberación Nacional (FSLN, en Nicaragua), que dieron su vida por
esas apuestas. Pero esas historias no se contaban. Además de esas his-
torias no contadas, estaba también escarbando en historias nuestras, de
mi familia también.

9  Rootsof Resistance: A Story of Gender, Race, and Labor on the North Coast of Hon-
duras. (University of Texas Press, 2021)

Andamios 291
Amarela Varela-Huerta y Leisy J. Abrego

El apoyo de mis co-directores de tesis, la profesora Mary Roldan,


que estudia la violencia en Colombia, y Ray Craib quien estudia Mé-
xico y Chile, fue decisivo. Me garantizaron plena libertad para hacer
mi trabajo doctoral. Tenía dinero, visa, preguntas de investigación y
directores generosos. Me fui a Honduras en 2004, a descubrir la difi-
cultad de acceder a los archivos. La historia que yo rastreaba no estaba
en el Archivo General de la Nación. Yo buscaba la pista de la rebelión
de 1954. La tuve que buscar por otras partes.
Esa rebelión es una huelga de trabajadores jornaleros, un parteaguas
porque se produce en el periodo de democracia previa a una de las va-
rias dictaduras que ha anochecido a mi pueblo. Parecía que Honduras
estaba “regresando a la democracia”, paralelamente a Guatemala. Es un
periodo donde los trabajadores paralizan las bananeras, paralizan el
país, se produce una huelga general. De ese proceso de lucha nacen un
montón de reformas, sobre todo en el ámbito de lo laboral, se crea el
código del trabajo, se crea el derecho a la sindicalización. En 1957 las
mujeres hondureñas logran el voto. Pero lo más importante es que se
genera un proceso de radicalización y rebeldía en el país.
Iba rastreando ambos procesos, en qué sentido cambiaron Hondu-
ras, pero llegué allí en 2004 y reconozco que debo habitar mi tierra,
era muy importante para mí. Así que me empeñé e hice funcionar esa
estancia de investigación. Es algo que siempre les explico ahora a mis
estudiantes, les advierto que no van a ir a un país centroamericano
y van a tener un archivo precioso con aire acondicionado. Que las
“fuentes” no van a estar esperándoles, que estamos hablando de un país
seriamente militarizado, que ha atravesado múltiples golpes de estado
y gobiernos autoritarios. Los archivos han sido destruidos, olvidados o
reinventados. Por eso, para mí la historia oral permite rescatar la histo-
ria, además que nos da oportunidades de contar historias de mujeres y
comunidades marginadas.
Por eso me parece importante el trabajo de Leisy (Ábrego), porque
insiste en la memoria histórica que hemos de rescatar de las familias
migrantes hoy encerradas en jaulas10 o hieleras. Porque en Centroamé-

10  Lanoción de “jaulas”, ya normalizado en la jerga de comunidades migrantes y estu-


diosos y defensoras de migrantes, hace referencia a celdas (donde se separan a los niños

292 Andamios
Entrevista con Suyapa Portillo Villeda

rica no ha habido procesos de memoria histórica, es decir, no es como


Argentina que tiene un proceso histórico, incluyendo a Guatemala, no,
ni en El Salvador ni en Honduras ha habido Comisión de la Verdad con
transparencia, seriedad, que lleve ante la justicia todas esas muertes y
abusos a los derechos humanos. Han habido reportes muy extensos y
fuertes pero no justicia.
Hoy tenemos 11 años del golpe de estado en Honduras11 y ningún
caso de violación a los derechos humanos se ha presentado en la Corte
Internacional. Hay pruebas de la violencia de estado pero es tan cons-
tante que parece que el golpe de estado es continuo. Alteran o destruyen
las fuentes documentales, asesinan a la memoria viva de las luchas, las
desaparecen. Son estados sumidos en la total corrupción, sostenidos del
autoritarismo militar y el neoliberalismo, entonces, no hay archivos o
gente que te cuente su historia. Por eso todos tardamos tanto, porque hay
gente que te quiere hablar, hay gente que no te quiere hablar, hay archi-
vos que existen, otros que existieron y ya nadie sabe dónde quedaron.
Es muy distinto a los procederes del investigador blanco nortea-
mericano que investiga en archivos, pulcros, organizados. Además, en
nuestros países (incluido México) los académicos norteamericanos son
bienvenidos. Cuántos norteamericanos no conocí en Chiapas que aho-
ra han publicado sus libros sobre los Zapatistas, pero los hondureños,
los Zapatistas y los guatemaltecos no han publicado sus libros, aunque
han vivido cosas extraordinarias. Regresar a Honduras en el 2004 para
trabajar los archivos y las fuentes orales no fue fácil. Sentí rechazo al
regresar a mi país. Como no era gringa, me invisibilizaban como mujer.
Pero, poco a poco, abrí las puertas para poder contar las historias mar-
ginadas de ese movimiento.

de sus madres o parientes) de ICE, la migra, la policía migratoria.


11  En junio de 2009, el entonces presidente constitucional Manuel Zelaya fue derro-

cado de su cargo por una rebelión militar, que, 10 años después se mantienen en el
poder, bajo la presidencia, espuria y fraudulenta (según han documentado diversos
organismos internacionales) de Juan Orlando Hernández, de ahí que los caravaneros
de los Éxodos de desplazados que este dossier analiza, desde 2018 y hasta el presente
hagan de su caminar también, y sobre todo, una marcha que repudia la dictadura en
Honduras. El así conocido grito de “FueraJOH”

Andamios 293
Amarela Varela-Huerta y Leisy J. Abrego

Volví con los hallazgos a Nueva York. Trabajé imaginando vías para
seguir el trabajo de campo y convencí a mi comité tutoral de que efecti-
vamente podía desarrollar esta tesis. Regresé a Honduras en 2006.
Son dos hitos para mí en mi trabajo, el zapatismo de los 90’s y las
dos visitas y el trabajo de campo en Honduras para mi tesis doctoral.
Estos dos hitos me legitimaron para contar la historia contemporánea del
país donde nací. ¿Cómo lo conseguí? Trabajando con la gente, es lo que
yo hago, trabajo con trabajadores, toco las puertas de sus casas, de sus
centros de trabajo para entrevistarlos. Eso sí, fue un trabajo de mucha
soledad, porque el trabajo es solitario y estaba regresando a mi país pero
no estaba regresando a lo que perdí cuando migramos. Regresé a una
Honduras que no era lo que yo tenía en mi mente, ni las relaciones que
yo había tenido la pérdida de mi pasado, pérdida que me afectó profun-
damente, habitar una tierra que mi memoria había reificado y habitar
una Honduras que iba descubriendo como historiadora, como intelec-
tual bilingüe, de color. Después, en 2009 se produjo el golpe de estado.
El golpe de estado fue durísimo para mí—para todos los hondureños.
Había actualizado y complejizado mi perspectiva, ya como historia-
dora, sobre la Honduras contemporánea, al mismo tiempo que se reac-
tivó la memoria histórica que explica el éxodo de mi familia. En nuestra
familia se había hablado de los golpes de estado, que los nacionalistas
son ladrones, vendidos, narcos. El golpe de estado de 2009 significó
para mí una bisagra, una herida, integró las dos dimensiones de las que
hablo. Para comprender dicho golpe yo misma y para poder explicarlo
con densidad a mis colegas, mis compañeras de lucha y al gran público
en los medios, tuve que integrar la narrativa de mi familia, de todo lo
que habíamos vivido con la lectura geopolítica ya como historiadora de
América Central.
Fue muy duro justificar, primero, que aquello había sido un golpe
de estado, ser capaces de agrietar las narrativas hegemónicas que lo
negaban, poner en el centro los antecedentes históricos que daban se-
dimento a la intervención de Estados Unidos en la política de América
Central. Mi rol era explicarle a los norteamericanos Honduras, que era
como explicar ese viejo mundo de la guerra fría a los norteamerica-
nos. Fueron meses muy duros porque debí transitar de identidades,
como organizadora, como activista, a intérprete, a traductora para una

294 Andamios
Entrevista con Suyapa Portillo Villeda

izquierda gringa que solo hace de espectadora pero no mete las manos.
En un contexto además muy patriarcal y blanco.
Explicar el golpe de estado en Honduras y sus consecuencias
geopolíticas en el 2009, me recordó también los años de otras luchas
en las que me involucré antes. En esas luchas atestigüe dinámicas que
me atraviesan y duelen, en Chiapas, Guatemala, El Salvador, Honduras,
Nicaragua, hay norteamericanos progresistas que intervienen en las lu-
chas de solidaridad que se tejen en torno a esos pueblos e imponen sus
formas de hacer y sus maneras de ver. Yo lo interpreto como una forma
de imperialismo aunque dentro del movimiento solidario. La interven-
ción de los norteamericanos queriendo llevar la batuta de movimientos
de solidaridad.
Esa forma de priorizar la voz de intelectuales o activistas blancos
por sobre de las comunidades que resisten me parece una forma de
imperialismo de raza. Por ejemplo, ahora siempre hay norteamericanas
que hablan sobre Honduras, sobre las respuestas de Donald Trump a las
caravanas o con las luchas por el TPS.12 Mientras tanto –nosotras que
estamos conectadas con los movimientos de nuestras comunidades, que
construimos también esos movimientos– no se nos otorga ese mismo
espacio en la prensa. No se nos respeta como expertas, pasa con mucha
frecuencia, sino que nos otorgan nomás el lugar del sujeto que provee
testimonio. Eso me pasó a mí muchas veces. Me invitaban a hablar en
paneles sobre Honduras para explicar el golpe, pero mi análisis fungía
como “el testimonio”, mientras que otro profesor, norteamericano blan-
co, más viejo que yo y de clase media, tenía el reconocimiento como
“el historiador” de Centroamérica. En esa mesa, y en la academia en
Estados Unidos, el profesor es el experto y yo soy el sujeto de estudio.
Es decir, a pesar de todo, hoy nosotras seguimos siendo sujetos para las
narrativas hegemónicas. Y eso pasa a pesar de que nosotras entendemos

12  Estatus Temporario Protectivo (TPS por sus siglas en inglés) es un estatus que se
le otorga a grupos de personas indocumentadas en Estados Unidos cuya nación vive
por una crisis política, militar o natural. Aunque no lleva a la legalización permanente,
incluye un permiso de trabajo que se debe renovar cada 18 meses. Aproximadamente
195,000 salvadoreños, 57,000 hondureños y 2,550 nicaragüenses se han beneficiado
de esta designación legal, pero bajo la administración de Trump, el programa estaba
por ser cancelado y estas personas hubieran pasado a ser indocumentadas.

Andamios 295
Amarela Varela-Huerta y Leisy J. Abrego

las dinámicas de las zonas que nos vieron nacer, o donde nacieron nues-
tras comunidades, mucho más profundamente, precisamente porque
somos de esos países, hemos pasado mucho tiempo estudiándolos,
entrevistando a nuestra gente y escribiendo nuestras historias.
A pesar de todo eso, se nos representa como “no objetivas”, y eso
sucede también en las luchas de solidaridad con la izquierda blanca. Por
eso, ahora estoy enfocada en defender y sostener el rol de las comuni-
dades marginadas en contar sus historias, que se les reconozca como las
expertas. Esto es otra forma de luchar por la dignidad de nuestras co-
munidades. Veo mi rol de historiadora como importante en ese esfuerzo.

Amarela–Y esto, compañeras, es lo que acá llamamos activismo epistemológico.


Suyapa–Si, eso, por eso estoy concentrada en contar nuestras historias
profundamente como catedrática y proveer solidaridad desde la uni-
versidad. Eso es lo que aprendí de ser organizadora. En el 2008 fui
cofundadora del movimiento May Day Queer Trans Contingent.13 Nos
unimos eventualmente con 32 organizaciones LGBT de Los Ángeles y lo
hicimos con mucho éxito inclusive en momentos en que el movimiento
migrante no lograba unirse. Después de 10 años decidí que debía per-
mitir la transición de liderazgos, apoyar a otres jóvenes a liderar este
movimiento. De esa plataforma salen muchos liderazgos importantes:
Bamby Salcedo, una mujer trans mexicana indocumentada que forma
parte del liderazgo en pro de migrantes, pudo hacer crecer la Coali-
ción TransLatin@. También se fortalece Familia Trans Queer Liberation
Movement, uno de los organizadores de ese grupo nos dijo que él fue a
la marcha que habíamos organizado y allí entendió que ellos también
podían fundar algo así. Con todo eso veo que sembré una semilla que
debe florecer a la manera que quiera y pueda.14

13  Para conocer más detalles sobre este grupo, véase, “The ‘Good,’ the ‘Bad,’ and the
Queer Invisible: The Los Angeles May Day Queer Contingent” por Suyapa Portillo,
Eileen Ma, Stacy Macías y Carmen Varela publicado en 2015, volumen 18, número 2,
páginas 21-32, en la revista, Diálogo.
14  Sobre esta compleja interseccionalidad de luchas véase la reflexión de la propia

Suyapa Portillo en: “Pensando ‘Queer:’ Intersecciones Entre/Desde El Márgen De Es-


tados Unidos y América Latina,” in Santiago Castellanos, Diego Falconi Travez, María
Amelia Viteri, eds., Resentir Lo Queer En América Latina: Diálogos Desde/Con El Sur,

296 Andamios
Entrevista con Suyapa Portillo Villeda

Historiadora de las luchas de ‘queer people of color’ en los Estados


Unidos contemporáneos

Leisy–Regresando al 2008, ¿nos podés contar en relación a la proposición 8


en California,15 cuando con Eileen Ma y otras compañeras demandaron al
Estado, cuando construyeron esa expresión del movimiento queer?
Suyapa–Sí, es complicado explicarlo. No queríamos casarnos porque
nos parecía pequeñoburgués, pero, durante la época de (George)
Bush, existía una legislación que reconocía el estatus de unión libre
para parejas del mismo sexo, “parejas domésticas” le decían en Ca-
lifornia. Y una de sus traducciones concretas es que podías tributar
como pareja en el estado. La proposición 8, junto con otro paquete
de medidas homófobas, nos despojaban de esa posibilidad de tributar
como pareja, pero además nos anulaba una serie de derechos básicos
—era un ataque a 1,200 derechos básicos. No podíamos ser dueñas
de casa, propiedades—, en común, no podíamos tomar decisiones por
la pareja en el hospital, tenían criterios diferentes para las parejas gay
ante una serie de derechos ya reconocidos a personas heterosexuales
casadas. Era todo un rollo, por ejemplo, con el tema de las adopciones.
Por eso, con mi pareja, en esa época, que también era organizadora
comunitaria, decidimos entrar de lleno en la lucha contra este paquete
de normas de odio.
Es complejo, porque además, siempre volviendo a mi ombligo,
esos eran los años intensos de los ires y venires a Honduras, como es
ya de por sí desde entonces hasta ahora, voy y vengo de Honduras a
California y viceversa. El tema es que cuando comencé en 2004 a ir
a Honduras yo estaba fuera del clóset y saliendo poco a poco de él.
Cuando llegué a Honduras, ¡el clóset me enclaustraba de nuevo! Y es
que, era complicado el tema de mi identidad sexoafectiva para allá. Al
llegar, busqué una organización LGBT en San Pedro Sula. Me conecté
con las luchas LGBT hondureñas. Fue ahí donde realmente me declaré
lo que soy: queer fem. Conocí a un grupo que se llamaba Comunidad

Barcelona, Spain: Egales, 2014. Pág. 241-266


15  La proposición 8 es una propuesta de ley que aprobaron los votantes de California

en el año 2008 para cancelar beneficios del matrimonio para parejas del mismo sexo.

Andamios 297
Amarela Varela-Huerta y Leisy J. Abrego

Gay San Pedrana Para la Salud Integral, y bajo ese grupo un comité
que se llamaba Mujer sin límite. Fue con ellas que se declaró el contin-
gente lésbico por primera vez en la marcha del Orgullo gay del 2006
en Honduras. Con fondos que enviaron amigues del movimiento en
EU, imprimimos una manta para identificarnos “somos el movimiento
lésbico San Pedrano”. A pesar de que era la sexta marcha de orgullo gay
en general en San Pedro Sula, esa era la primera vez que se había hecho
una marcha específicamente lésbica allí. El colectivo era de mujeres de
clase trabajadora. Habían incluso compañeras deportadas, ya habían
tenido experiencias en organizaciones de Los Ángeles y de Nueva York,
que habían tomado parte del Pride (marcha del orgullo gay) en esas
ciudades. Eran mujeres trabajadoras de las maquilas y sus madres y
padres eran campeños/as (trabajaban en las bananeras). El colectivo se
desintegró después, pero para mi fue muy importante, todas estas mu-
jeres, incluyendo a hombres trans asumiendo su identidad de género y
su sexualidad. Esa experiencia me revolucionó.
La primera marcha del orgullo gay en Honduras fue, creo, en 1999,
la organizaron varios compañeros gay y lesbianas en San Pedro Sula.
Una de las lesbianas feministas debió exiliarse después de ello porque
los militares le destruyeron su casa, violentaron a su familia, se tuvo
que venir exiliada a EEUU. Además, estaba emergiendo el movimiento
trans en Honduras, con sus propias complejidades. Estas pioneras me
interpelaban a traer cosas, formas de organización, conceptos desde
Estados Unidos a las organizaciones hondureñas. Pero, compartí pocas
cosas porque tenía miedo, no quería insertar conceptos norteamerica-
nos cuando ellas estaban generando sus propias identificaciones. Pero,
fijáte, las lesbianas de clase trabajadora en San Pedro Sula no eran muy
apegadas al feminismo. Le tenían cierto pavor a las feministas porque
veían al movimiento feminista en Honduras como un movimiento de
clase media, para universitarias, en esa época pues. Para ellas era un
feminismo de élite, y con ese estereotipo que tenían las compañeras,
se sentían humilladas con las universitarias. Me acuerdo que tuvimos
varios debates sobre esto. Yo vi que esto también pasaba en Chiapas.
Me acuerdo que en un encuentro zapatista se reunieron las muje-
res en México con las Zapatistas, tuve el privilegio de verlo. Durante
el encuentro, las Zapatistas no hablaron, sólo las mujeres ladinas, las

298 Andamios
Entrevista con Suyapa Portillo Villeda

mestizas. De repente, a media jornada, las compañeras Zapatistas se


levantaron y se fueron. ¿Por qué se van? Dijeron las ladinas, “porque
están teniendo una conversación y la verdad, no quieren saber nada de
nosotras. Cuando estén listas, regresamos”.
Por eso, las compañeras del movimiento lésbico, mujeres trabajado-
ras, en Honduras eran reactivas al feminismo que conocían. Yo les decía,
“hay múltiples feminismos”, como de los que yo venía en California,
pero eran “tenaces”, eran antifeministas en San Pedro en esa época. No
tuvimos la oportunidad de ver el proceso terminado ya que la organi-
zación se disolvió. Pero, en Tegucigalpa habían lesbianas que tramaban
con feministas más populares, y por lo tanto ellas sí se consideraban
feministas, como las compañeras de la Red Lésbica Cattrachas.16
Hago esta postal para responder a tu pregunta Leisy, sobre lo de la
proposición 8, porque cuando regreso de Honduras, de haber tejido
movimiento con hijas de jornaleras, con deportadas, con trabajadoras
de las maquilas, con hijas de campeños y bananeras, vuelvo a Califor-
nia donde la clase trabajadora del movimiento LGBT o el movimiento
de Queer people of color, las migrantes no están representadas, como en
el movimiento migrante no había, en ese tiempo, una narrativa LGBT
reconocida como prioridad.
Ya desde 2007, cuando colaboraba con grupos sindicalistas había-
mos hecho el esfuerzo de incluir subjetividades y discursos trans en
las marchas laborales en California. Igualmente me encuentro con un
grupo de Lesbianas Chicanas que organizaban en Los Ángeles y Mé-
xico, porque en esa época, algunas compañeras chicanas con quienes
trabajaban fueron a la Ciudad de México a una marcha lésbica y lo
que les impactó ahí fue que las trans no estaban incluidas. De allí ema-
nó el compromiso de invitar una delegación del movimiento lésbico
mexicano a California. Hicimos un congreso que se llamaba Tongue to
Tongue, porque ya existía una revista de Queer Women of Color que se
llamaba Tongues Magazine, y me uní a ellas, la mayoría chicanas. Entre
pocas organizadoras hicimos un trabajo de campo bárbaro, llegaron
300 mujeres queer y trans al congreso que organizamos. Así es como
nació el comité que después se conformaría en contingente May Day
Queer Trans para las marchas del movimiento migrante en California.

16  https://cattrachas.org/index.php/es/

Andamios 299
Amarela Varela-Huerta y Leisy J. Abrego

Durante una marcha del 1º de mayo de 2008 se nos convocó a


formar una gran marcha uniendo grupos en cada esquina. Con otras
organizaciones comenzamos a trazar una marcha diferente, empe-
zamos en el sur de la ciudad, cada esquina tenía una temática, por
ejemplo los jornaleros en una esquina, las trabajadoras del hogar en
otra. Logramos por medio de un movimiento de jóvenes queer llamado
QTeam, formar una esquina dentro de esa marcha a la que llamamos
“queer corner”, así le pusimos. Este fue un primer logro.
Seguimos organizando, y ahí conecté con Roland Palencia, Bamby
Salcedo, Doreena Wong, Ari Gutiérrez, Jorge Gutiérrez, Eileen Ma y
otra gente que son líderes reconocidos en Los Ángeles. Así fue que
nació la primer marcha. Usando los saberes aprendidos como orga-
nizadora comunitaria y sindical me lancé con otras a tejer la red, a
hacer asambleas de barrio, por centros de trabajo y así fue como nació
la primera contingente Queer migrante. Una trama de organización,
una conspiración, inspirada en las enseñanzas y los saberes que nos
heredaron tanto los organizadores del pasado, como los organizadores
de la diáspora salvadoreña y guatemalteca.
Cuando yo empecé a organizar en los sindicatos me entrenaron para
pensar que el sindicato es la única medida para la liberación de los tra-
bajadores, pero las chicanas/os me ayudaron a pensar “afuera” de esto.
Fuimos a Chiapas, donde aprendí la práctica política de transparencia
y el valor del diálogo. Los salvadoreños solidarios me ayudaron después
también a pensar “afuera” del imperio. Por eso, cuando se da el golpe
de estado en Honduras en 2009, fueron los compañeros salvadoreños
de los comités de base del FMLN los que respondieron, gente como
María Guardado que pertenecía como a 20 comités, Norma Potter, Ber-
ny Motto, mi hermano y muchos mas que tenían trabajo de servicios,
algunos eran sindicalistas, algunos se trabajaban de 8 a 5 y en la noche
se iban a las protestas, toda esta gente fue muy importante para mí. Estos
compañeros me enseñaron a estar al tanto de las luchas internacionales,
que Palestina, que Centroamérica… Cuando ocurre el golpe de estado,
los comités de base del FMLN ya estaban planeando una marcha de
protesta, ya estaban listos porque ellos entendían lo que significaba ese
momento en Honduras. Si no fuera por ellos yo nunca hubiera podido
realizar todo ese trabajo, o tener la confianza que me dieron de organizar

300 Andamios
Entrevista con Suyapa Portillo Villeda

una respuesta articulada y colectiva contra del golpe de estado, desde


acá digo. Fijáte que igual ibas a cualquier protesta y la prensa decía ¿us-
ted es de Honduras? “Ahora soy de Honduras”, decían y explicaban, “soy
salvadoreña pero ahora soy hondureña”. Ese internacionalismo ha sido
muy importante para mí.
Todos esos maestros, les queer, les centroamericanes, me formaron
políticamente y yo apliqué todo lo aprendido a construir una lucha
trans, lésbica, feminista, gay, queer. Puse el espíritu internacionalista
heredado de todas esas luchas en la apuesta por la lucha sobre mi iden-
tidad política y feminista.
Con todo esto, nos metimos de lleno a luchar contra la proposición
8. Éramos cuatro parejas, dos parejas latinas, bueno mixtas, porque
mi compañera era de origen chino, las otras dos parejas eran blancas.
Perdimos el caso, pero ganamos visibilidad y aprendizajes en la lucha.
Por eso, cuando se lanza la lucha contra DOMA17 el caso fue funda-
mental para articular la lucha. Cuando se derrota DOMA, con Obama,
nos invitan al estrado del escenario de celebración, en la marcha del
orgullo gay en West Hollywood, una ciudad icónica especialmente para
la comunidad blanca LGBT de clase media. Nosotros nos sentíamos
raras, tengo que reconocerlo, tal vez porque somos migrantes, pero creo
que también porque la narrativa del pride (orgullo) es muy blanca, muy
gringa, además, la narrativa de los matrimonios a mi no me seduce.
Pero igual trabajamos mucho, usando nuestras herramientas de orga-
nizadoras, desplegamos esfuerzos, apenas como ejemplo, en los bares,
íbamos a donde se divierte la comunidad queer, a organizar entre
pisteada y pisteada, llevábamos volantes con el mensaje y condones
también, aprendimos mucho.
De todas formas, yo no me casé, porque es una cuestión ideológica,
pero la lucha era importante para mí, pelear contra la lógica de ese pa-
quete de normas que nos categorizaban como ciudadanos de segunda
clase. Además, era estratégica la lucha también como migrantes, porque

17  El Acta de Defensa del Matrimonio (DOMA por sus siglas en inglés) se hizo ley
federal en 1996 bajo la presidencia de Bill Clinton para prevenir que se reconocieran
los derechos de matrimonio de parejas del mismo sexo a nivel federal. En el 2013, la
Corte Suprema invalidó el DOMA.

Andamios 301
Amarela Varela-Huerta y Leisy J. Abrego

si se hubiera aprobado la proposición 8, los migrantes queer no hubieran


podido nacionalizarse a través del matrimonio con una persona ciuda-
dana. Fijáte, en ese tiempo, descubrimos trabajando en la campaña, la
mayoría de las parejas y familias queer en California eran latinas. Perdi-
mos el caso, pero ganamos muchas cosas. Ser reconocidas como lo que
somos, queer queer women of color o queer people of color latinas, pero
también como organizadoras políticas, fue importante, porque pienso
que también conseguimos agrietar la narrativa gringa, blanca, de clase
media, en torno al matrimonio, base del sueño americano.

Construir cambio social

Leisy–Suyapa, has compartido tantos elementos, nos has hablado de muchas


luchas, de muchas dimensiones: Honduras, luchas sindicales, internacionalis-
mos, luchas feministas, luchas migrantes, luchas por la identidad de género,
la sexualidad como identidad política, las luchas en la universidad porque se
reconozca nuestra episteme. ¿Cómo aprender de todo eso, cómo traer todos
esos hilos para seguir organizándonos, cuáles son las lecciones que heredarías
a personas que ahora se están organizando, cómo pensar desde todas estas
perspectivas un movimiento que no sea solo queer, o migrante o feminista,
sino que sea interseccional, que integre todas esas partes?
Suyapa–Creo que hay que partir de reconocer que lo personal es muy
importante, es una manera de hacer, situar nuestra manera de habitar
y comprender el mundo, a través de la memoria de nuestras biografías.
Ser radicales, y caminar preguntando como dicen las Zapatistas, hay
que hacerse preguntas todo el tiempo. La más importante, desde mi
perspectiva es tomar una decisión, si vas a poner el esfuerzo en cons-
truir instituciones o vas a apostar por construir cambio social. Ahora
que estoy clara, que soy académica que estoy escribiendo sobre estas
luchas en Honduras o en Los Ángeles, también comprometida con lu-
chas concretas, sé que yo no quiero construir instituciones. Si hay que
elegir entre si construyes instituciones o construyes cambio social, yo
decido construir cambio social. Estoy convencida de que lo que quiero
es ser parte de un cambio social profundo y que no soy la única, hay un
montón de gente, un montón de esfuerzos.

302 Andamios
Entrevista con Suyapa Portillo Villeda

Amarela–Suyapa y desde esta perspectiva tan insurgente, mi perspectiva es


que justamente a los estudios sobre la migración le falta la politización, se
han tecnificado, se han tecnocratizado, incluso las narrativas de los mismos
compañeros de las luchas migrantes a veces están ancladas en esa fantasía
neoliberal del gobierno de “migraciones ordenadas, seguras y regulares”.
Suyapa–Yo creo que es porque parten del Estado, se apuesta todo al
Estado…

Amarela–En ese sentido, ¿qué proyectos, qué propuestas, qué ideales nor-
mativos, qué desafíos le lanzarías a les chaves, a los jóvenes menos domesti-
cados, cómo ser activista y académica en el mundo de las migraciones para
provocar cambio social?
Suyapa–Todo lo transformador, y creo que Leisy acaba de escribir sobre
eso en el libro We are not dreamers18, sobre las luchas en torno a DACA19,
todo lo que se apostó con ello, y de cómo lo transformador que esta lu-
cha produjo vino de la gente, del esfuerzo de los estudiantes al tomar las
oficinas gubernamentales, de arriesgar, de poner su cuerpo en arrestos.
Creo que en torno al movimiento por DACA hay muchos aprendizajes,
hubo y hay mucha gente con el valor de decir “eso lo podemos hacer
nosotros desde la base”. Creo que el movimiento migrante acá en Esta-
dos Unidos ahora mismo ha perdido esa confianza, la que se desplegó
desde la gente en las marchas de 2006. Por ejemplo, para la gran mar-
cha del 2006, yo estaba en Honduras. Pagué mi boleto para venir a esa
marcha porque me considero como una luchadora, además de que se
trataba de mí, de las miles de personas que cruzamos en los ochentas y
noventas, por eso para mí el movimiento de 2006 fue increíble, en ese
momento había muchas posibilidades. Después empezaron a deportar
gente y despedir ilegalmente a la gente de sus trabajos. Eso provocó un
repliegue de nuestra parte, los movimientos se cerraron y empezaron a
negociar. Esto lo abordan con densidad Chris Zepeda-Millán y Alfonso

18  Abrego, Leisy & Genevieve Negrón-Gonzales. (Eds.). 2020. We Are Not Dreamers: Undocu-

mented Scholars Theorize Undocumented Life in the United States. Duke University Press.
19  Acción Diferida para personas que migraron durante la niñez (DACA por sus siglas

en inglés) es un acción ejecutiva firmada por Obama en el 2012 que otorga permiso
de trabajo y acceso a tarjeta de identidad estatal a jóvenes indocumentades en EEUU.

Andamios 303
Amarela Varela-Huerta y Leisy J. Abrego

Gonzales,20 que hubo represalias que llevaron a las organizaciones a


negociar y cabildear, ya sea con los demócratas o con otros partidos,
en contra de la forma en que la gente puso el cuerpo, y contra lo que
demandaba esa gente que marchó y se organizó. Desde mi perspectiva,
los movimientos de migrantes de ahora están alejados de la base, ya no
están centrados en la experiencia de los migrantes, la voz, la agenda, las
formas las deciden las organizaciones, los abogados, los congresistas.
Esto ha sido un problema muy grande en Estados Unidos. Revela el
límite del movimiento migrante. Su giro hacia lo caritativo. Este es todo
un tema ahora en la frontera, las organizaciones están respondiendo a
las caravanas con caridad, no con perspectiva política.
Esa es la crítica que ahora despliego, con otras compañeras, por
medio de nuestros escritos y organización: al odio institucional contra
nuestras comunidades necesitamos responder políticamente, a Trump
y ahora a Biden y toda esta gente, para crear un espacio de protesta so-
cial, como lo ves ahora con el movimiento de Black Lives Matter. Eso es
una respuesta política a la situación. Es difícil politizar las respuestas en
torno a nuestras comunidades migrantes, porque se ven grados de vio-
lencia extrema, como la que se cierne sobre los niños migrantes, pero,
precisamente porque son niños, siento que la respuesta de solidaridad
se produce en clave de caridad. Y pienso que se necesita la caridad para
proteger a nuestros niños al mismo tiempo que necesitamos articular
una respuesta política a esta violencia estructural. Por eso digo, antes
de construir instituciones, por ejemplo de caridad, hay que apostar por
el cambio social, que solo va a venir de la gente más afectada. Son
las luchas, las formas, las demandas de más afectados. Regresando al
concepto de interseccionales, cómo centra, a los más afectados para
que diseñen sus respuestas políticas elles mismos. En los márgenes
hay mucha más posibilidad. Y lo importante es saber dar solidaridad y
refuerzo a esas propuestas.

20  Zepeda-Millán,Chris. 2017. Latino Mass Mobilization: Immigration, Racialization, and


Activism. Cambridge University Press. Para más análisis, véase Gonzáles, Alfonso. 2013.
Reform Without Justice: Latino Migrant Politics and the Homeland Security State. Oxford
University Press.

304 Andamios
Entrevista con Suyapa Portillo Villeda

Lo digo porque veo el movimiento en Georgia, en Florida, en Chica-


go, afuera de Los Ángeles, hay mucha más fuerza política ahí. Todo lo
que se desarrolla ahorita en Arizona, es muy interesante; Los Ángeles,
que debió ser el epicentro de esa lucha, se volvió una especie de esca-
parate de organizaciones, pero estas organizaciones no fueron capaces
de construir unidad política, de desplegar una visión política radical y
nacional unida. Estas organizaciones angelinas se plegaron a los com-
promisos con los demócratas, que en realidad son desilusionantes. Y lo
siento, ahora por ejemplo, en esta coyuntura de las elecciones de 2020,
yo sé que tenemos que sacar a Trump, pero hay que tener claro que
estamos votando a la camarilla demócrata por eso. No hay que enga-
ñarnos a nosotras y a las comunidades a las que nos debemos de que
los demócratas harán justicia. Creo que si Biden gana las elecciones, lo
interesante, lo vital, será mirar cómo se resiste al gobierno demócrata.
Y eso es lo que hemos de imaginar como diáspora y tenerlo bien claro.
Las elecciones forman parte de una negociación, después tiene que
emerger un movimiento, como el que vimos y vivimos en 2006.
Después de las elecciones viene lo bueno, cómo construir luchas
ahora si interseccionales, como lo que intentamos con el contingente
Queer y Trans en el movimiento de 2006. Cómo construir liderazgos
entre las nuevas generaciones de feministas queer para que no sean
expulsados del movimiento, como pasó con muchas de nosotras con el
sindicalismo, que nos expulsaron sus formas, porque éramos feminis-
tas y no aguantamos el machismo, el liderazgo machista y jerárquico,
porque fuimos entrenadas, crecimos políticamente en las apuestas de
luchas internacionalistas, transversales, interseccionales, mientras que,
por lo menos en Los Ángeles, se petrificó en liderazgos institucionales.
Lo importante por eso es ceder el liderazgo a los jóvenes, los que se
formaron en las luchas como undocumented, los estudiantes indocu-
mentados y queer feminist, muchos de elles centroamericanas.
En el plano de lo académico, creo que hay que trabajar la historia de
Honduras, imprimirle una apuesta política por el futuro, llenar los silen-
cios, tejer las narrativas. A mí me interesa la historia y las luchas de la
clase trabajadora, entonces creo que hay que apostar por escribir todo lo
que tenga que ver con la clase trabajadora, la migración y hacerlo como
queers y people of color que somos. Luchando compañeras, luchando.

Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 273-305 Andamios 305
Bibliografía sobre:
Pensar los éxodos, nuevos
desplazamientos forzados,
discriminación y representaciones
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340 Andamios Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 309-340
Articulos
En las fronteras de lo político: Carlos Pereyra y la
cuestión democrática en el México de los setenta y
ochenta
Israel Covarrubias*
Cristhian Gallegos Cruz**

Resumen. El artículo discute las aportaciones teóricas hechas por


el filósofo político Carlos Pereyra en torno a la cuestión demo-
crática. A partir de la reconstrucción del contexto político-inte-
lectual de los años setenta y ochenta del siglo pasado en México,
se problematiza la obra de este autor con el objetivo de dilucidar
el lugar que ocupa su trabajo teórico en un momento histórico
de incipiente preocupación por el cambio político. En específico,
se analiza la aportación de su pensamiento en la construcción
del sentido que adopta la lógica social de la democracia en un
espacio de dinamismo cultural y militante. Finalmente, se sos-
tiene que la recuperación de las ideas políticas de aquella época
permite una mejor comprensión de algunas de las principales
direcciones en las que se movieron los debates sobre el régimen
político, el Estado y los actores políticos y sociales, en los lustros
que cubrieron el proceso de la democratización mexicana.

Palabras clave. Ideas políticas, democracia, hegemonía cultural,


marxismo crítico, pensamiento político mexicano.

* Profesorinvestigador de tiempo completo en la Facultad de Derecho de la Universidad


Autónoma de Querétaro. Forma parte del Sistema Nacional de Investigadores (nivel 2).
Correo electrónico: icovarrubias76@hotmail.com
** Maestro en Sociología Política por el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis

Mora. Es investigador social independiente. Correo electrónico: cris-549@hotmail.com

Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 343-371 Andamios 343
Israel Covarrubias y Cristhian Gallegos Cruz

On the frontiers of the political: Carlos Pereyra and


the democratic question in the Mexico of the seventy-
eighty

Abstract. The article discusses the theoretical contributions


made by the political philosopher Carlos Pereyra on the demo-
cratic question. From the reconstruction of the political-inte-
llectual context of the seventies and eighties of the last century
in Mexico, the work of this author is problematized with the aim
of elucidating the place that his theoretical work occupies in a
particular historical moment of incipient concern for political
change. Specifically, we analyze the contribution of his thought
in the construction of the meaning adopted by the social logic
of democracy in a space of cultural and militant dynamism.
Finally, it is argued that the recovery of the political ideas of
that time allows a most better understanding of some of the
main directions in which the debates on the political regime, the
State and political and social actors moved in the decades that
covered the process of Mexican democratization.

Key words. Political Ideas, democracy, cultural hegemony, criti-


cal marxism, mexican political thought.

Introducción

Para los observadores interesados en el desarrollo de la teoría política y,


en general, en la historia de los conceptos políticos, el estudio de las co-
yunturas y los procesos próximos a la situación histórica presente poco
tendría que ver con el trabajo “analítico” sobre las categorías, ya que
este se interpreta como un campo multidisciplinario que trabaja sobre
las maneras en cómo se forman los conceptos en una época específica,
vistas desde un marco general de comprensión pero con independencia

344 Andamios
En las fronteras de lo político

de las condiciones específicas del país o región en donde esa formación


conceptual se ha desarrollado. Sin embargo, algunos estudios recientes
muestran la pertinencia desde el punto de vista histórico, sociológico
y filosófico, de vincular precisamente el uso analítico de los conceptos
con el desarrollo político de México en las últimas décadas. En parti-
cular, en un intento por descifrar la especificidad que marca tanto las
diferencias como las transformaciones ideológicas y culturales que se
nutren con el pasaje de una condición histórica autoritaria hacia una
nueva condición democrática (Illades, 2018 y 2011).
En nuestro país, ese léxico tiene su punto de convergencia en la
semántica de la democracia que cobra forma a partir del movimiento
estudiantil de 1968 en adelante. Y quizá sólo sean los conceptos de “na-
ción” y “nacionalismo” los que han tenido una difusión tan amplia como
el sintagma “democracia” en el interés académico contemporánea de los
historiadores mexicanos, así como en el de los filósofos, sociólogos y
politólogos. Para Loaeza (1988), el concepto de “nación” y específica-
mente el de “nacionalismo” son ideas políticas que han llamado mucho
la atención de las ciencias sociales locales, y preceden la discusión sobre
la democracia en México, pero al mismo tiempo la anudan y frenan.
Son, en resumidas cuentas, las dos ficciones identitarias y conceptuales
esenciales en la historia política de nuestro país. “Mientras el naciona-
lismo [dice Loaeza] es un núcleo de integración que se alimenta de leal-
tades generales y duraderas hacia símbolos comunes, la democracia es
una lealtad política particular, que tiene un universo simbólico propio.
Puede ser pasajera, en la medida en que es resultado de una preferencia
y de una opción, no así la nacionalidad” (Loaeza, 1988, pp. 107-108).1
Esta tensión constitutiva es la que caracteriza a las formas de lo político
en la discusión sobre la cuestión democrática en México.
El artículo problematiza las acepciones e ideas en torno a la cuestión
democrática contenidos en la obra del filósofo político Carlos Pereyra
(1940-1988), en una serie de textos fechados entre los años setenta y
ochenta del siglo XX, recopilados póstumamente en 1990 con el título
Sobre la democracia (Pereyra, 2012). Este esfuerzo nos llevará a discutir

1  De la extensa literatura que se ha escrito sobre estos dos temas, siguen siendo intere-
santes los estudios clásicos de Brading (1980) y Villoro (1996).

Andamios 345
Israel Covarrubias y Cristhian Gallegos Cruz

algunas “coyunturas críticas” en la historia política contemporánea


mexicana, capturadas a través —aunque no sólo— de la mirada de los
textos de Pereyra. La consideración de la obra de Pereyra en relación
con los procesos de transformación política de los últimos decenios
en México no es la única dirección de indagación de este trabajo.
Además, se discute un rasgo poco atendido de su obra, que a saber
es el interés académico del autor por producir una teoría política de
“alcance medio”.2 Este punto es importante ya que sus trabajos no son
meramente descriptivos (denotativos), sino que tienen una fuerte pre-
tensión connotativa al esforzarse en la producción de una serie de ideas
y conocimientos generales en torno a la cuestión democrática.
Por consiguiente, para comprender una parte de ese desarrollo hay
que seguir el rastro de la “lógica de sentido” intrínseca a los procesos
históricos que dotan de un significado específico a los conceptos, ya
que estos terminan por constituirse como los vectores sobre los que
gravitan tanto las polémicas como los debates que definen los rasgos
particulares de aquel momento histórico. En este sentido, es importan-
te advertir que la noción de lo político sobre la que se discurre a lo
largo del texto, es recuperada de la teoría política de Claude Lefort,
presente en sus obras clásicas y más conocidas en el medio académi-
co mexicano como son Ensayos sobre lo político (1991) o La invención
democrática (1990), pero también evidentes en libros como La compli-

2  Al respecto, sigue siendo esclarecedor el texto de Merton (2002, pp. 56-91) donde
se plantea que la teoría de alcance intermedio o local se compone de las siguientes
características: 1) se utiliza para guiar la investigación empírica; 2) ayudan a que las
hipótesis puedan someterse a la prueba de la verificación empírica; 3) se aplican a un
número reducido de problemas o casos. Es decir, es una teoría local situada espacial
y temporalmente, cuyo aporte a la generación del conocimiento, nuevo y específico,
de un fenómeno, situación o acontecimiento, es nomológicamente posible, aunque
no necesariamente alcanzable, ya que la realización de esa pretensión de validación
científica es clásica de las teorías generales, en este caso, de una teoría general de la
política o de la sociedad, y que parten de una ambiciosa posibilidad de explicación de
ella a través de una óptica de uniformización sobre el conjunto de conductas, modos de
organización y cambios sociales en los que cualquier sociedad se expresa. Así, termina
por ser comprendida menos por sus especificidades y más por sus principios generales
de funcionamiento, con lo que su grado de verificabilidad empírico puede perder en
precisión, no obstante que gane en extensión cognitiva.

346 Andamios
En las fronteras de lo político

cación. Retorno sobre el comunismo (2013) o Merleau-Ponty y lo político


(2012), hasta llegar a su última obra Le temps présent. Écrits 1945-2005
(2007). Para el filósofo francés, la dimensión de lo político concierne
fundamentalmente al ámbito simbólico, indeterminado y conflictivo de
la producción del sentido social en la dinámica democrática –aunque
también este proceso está presente en la dinámica comunista–. Para él,
la democracia no es sólo un procedimiento para designar gobernantes,
un proceso de identificación de ésta con un lugar determinado como
el parlamento o el Estado, y que es propia de una concepción conven-
cional en torno a la política. Al contrario, la democracia es una forma
de sociedad expresable mediante una serie de dispositivos y prácticas
simbólicas, cuyo significado es el de desplazarse de manera constante
a través del tiempo como resultado de la contingencia histórica y la
disputa por los proyectos políticos entre ideologías, actores y sectores
políticos rivales, produciendo un campo específico de historicidad en
los puntos de ruptura que esas contingencias ofrecen para la vida en
común de la sociedad contemporánea.
Por las condiciones específicas e históricas del autoritarismo mexi-
cano, la cuestión democrática mexicana pasa por una reflexión que
necesariamente debe contribuir al cuestionamiento de las ideas acep-
tadas y recurrentes sobre el orden político contemporáneo en el campo
cultural, al tiempo de observar y analizar el conjunto de nuevos valores
y acciones que influyen en la construcción intelectual y académica de
las nociones de la democracia que devendrán una constante en su his-
toria conceptual y en la vida pública mexicana a partir de inicios de los
setenta. En este sentido, no hay que perder de vista que los escritos y
los conceptos no pueden ser escindidos de las experiencias políticas en
las que el autor está situado, como sucede con Carlos Pereyra.

Breve itinerario sobre una idea en latencia

Los debates en torno a la cuestión democrática no tienen una larga


trayectoria en la historia de las ideas políticas mexicanas, aunque hay
atisbos en obras clásicas en la historia de su pensamiento político. Ya en
los inicios del siglo XX, tenemos algunos ejemplos: Francisco I. Madero

Andamios 347
Israel Covarrubias y Cristhian Gallegos Cruz

(1873-1913), La sucesión presidencial de 1910 publicado en 1908 (Ma-


dero, 2010), que abre una rica veta de reflexión centrada en el estudio
de lo que en nuestros días se llamaría la dimensión procedimental de
la organización política. También está la obra de Emilio Rabasa (1856-
1930), publicada en 1912, La constitución y la dictadura (Rabasa, 1990).
Por otro lado, aparecen los trabajos de los integrantes de la “Generación
de 1915”, entre los que destacan los de Daniel Cosío Villegas (1898-
1976), que ya en su ensayo de 1947, La crisis de México, coloca a la
democracia y la distribución del poder como problemas no resueltos
por la Revolución mexicana. En ese artículo, sostiene que:

Por supuesto que crear en México una democracia con ciertos


visos de autenticidad es una tarea que haría desmayar a cual-
quier hombre sensitivo. La tarea es tan compleja, tan ardua y tan
lenta, que debería concebírsela como consecuencia o término
de muchas otras transformaciones, y no como una obra en sí,
susceptible de ser atacada, diríamos, de frente. Un país cuya
escasa población está pulverizada en infinidad de pequeñísimos
poblados en los cuales la vida moderna es por ahora imposible
—poblados que viven, desde luego, aislados unos de otros, fuera
del amparo del saber y de la fortuna—, no puede crear de súbito
un ambiente propicio para la vida cívica consciente, responsable
(Cosío Villegas, 2002, pp. 34-35).

Asimismo, de este mismo autor están sus reflexiones sobre el sistema


político mexicano, donde pone en evidencia la exigencia de democracia
en modo mucho más claro en la trilogía que publica a lo largo de la pri-
mera mitad de los años setenta (Cosío Villegas, 1974a, 1974b, 1975).
Por lo demás, algunos puntos de interés están contenidos en el ensayo
de José Revueltas (1914-1976), México: Democracia bárbara de 1958
(Revueltas, 1977). Sin embargo, el libro pionero es el de Pablo Gonzá-
lez Casanova, La democracia en México de 1965, que coloca en el centro
de su estudio la cuestión democrática a través del triple problema del
capitalismo-autoritarismo-colonialismo, con un enfoque que combina
el análisis sociológico, político y económico, a la par de que inaugura
una forma novedosa de reflexión sobre el sistema político mexicano,

348 Andamios
En las fronteras de lo político

más inclinado hacia la sociología política europea que va del estudio


de la historia al análisis estructural, donde se privilegia el lugar que
ocupan los actores sociales, y menos interés se pone en las operaciones
funcionales, tanto sociales como políticas, que proponía la escuela
funcionalista norteamericana en ese momento (González, 1965, Torres,
2017, pp. 46-56; y Hernández, 2014, pp. 52-54).
La cuestión democrática como forma histórica y como idea política
irrumpe con fuerza en el contexto del “reformismo político” de la década
de los setenta (Loaeza, 1988, p. 107). Por un lado, en ese tiempo crece
el debate “militante” en sus diversas decantaciones socialistas y comu-
nistas, espacio donde justo se coloca la obra de Pereyra. Lo interesante
de este debate es que está acompañado por la fundación de diversas
revistas igualmente militantes como Punto crítico que inicia su circula-
ción en 1972, dirigida por Adolfo Sánchez Rebolledo (1942-2016), hijo
del filósofo Adolfo Sánchez Vázquez (1915-2011), y en la que nuclea a
una parte de los activistas destacados de la generación del 68: Roberto
Escudero (1943-2016), Raúl Álvarez Garín (1941-2014), Gilberto Gue-
vara Niebla, Félix Hernández Gamundi y Salvador Martínez della Roca
(Directorio, 1972, p. 1). Otra revista relevante es Cuadernos políticos, pu-
blicada a partir de 1974 por Ediciones ERA, en la que Pereyra fue con-
sejero editorial —y colaborador constante— junto a Rolando Cordera,
Arnaldo Córdova, Adolfo Sánchez Rebolledo, Bolívar Echeverría y Neus
Espresate (Consejo Editorial, 1974, p. 1; Vadillo, 2016, pp. 105-109).
También aparecen en su etapa mexicana los proyectos de Cuadernos
de Pasado y Presente y la Biblioteca de Pensamiento Socialista, ambos di-
rigidos por José Aricó, publicadas por Siglo XXI Editores, que conectan
al mundo militante y académico mexicano con algunas de las mejores
formulaciones de la teoría política marxista y sobre todo crítica que
se produce en América Latina y también en otras latitudes, particular-
mente Italia, Francia e Inglaterra, con quienes después se establecen un
diálogo profundo que va más allá de los marxismos. En este sentido, de
esta labor destaca la introducción de Antonio Gramsci en Latinoaméri-
ca. Si bien la aparición de Gramsci en el debate público mexicano está
marcada por las ediciones que llegan de Argentina en los sesenta, y por
la presencia de algunas obras provenientes de Italia, es en el inicio de
los años setenta con los catálogos de Siglo XXI Editores y ERA, que se

Andamios 349
Israel Covarrubias y Cristhian Gallegos Cruz

forma un corpus bibliográfico de utilidad para la izquierda mexicana, lo


que le permite desarrollar una reflexión menos arraigada en la cuestión
económica, al tiempo que coloca en su horizonte el debate sobre el
concepto de hegemonía (Córdova, 1991, pp. 160-163).3
También en los setenta nacen las revistas Plural, Vuelta y Nexos, que
se inclinan por abrir un debate centrado en la literatura y la cultura, así
como el pensamiento continental y norteamericano, ofrecido a través
de la generación de pensamiento propio junto a la traducción de textos
de gran valor intelectual, visibles con mucho mayor claridad en los dos
proyectos fundados por Paz (King, 2011; Flores, 2016). Sin embargo,
las tres revistas siguen con mucha atención la evolución de las vicisi-
tudes políticas del país. Cuando inician Vuelta (1976) y Nexos (1978),
la democracia es un tema incipiente dentro de sus páginas, pero su
desarrollo se dinamita con fuerza a partir de los años ochenta; hacia
la mitad de esta década, la democracia se vuelve un vocablo poderoso,
casi central, en la discusión política y académica de México, sobre todo
porque el año de 1985 marca una coyuntura que abre una rendija para
debatir sobre la muerte o renovación del Partido Revolucionario Institu-
cional (PRI) (Pereyra, Bartra, Loaeza y Carreño, 1985, pp. 15-20; Zaid,
1985, pp. 13-21). La razón es simple: en la elección legislativa de ese
año aparece la idea de que por fin las elecciones serán limpias, y que
no habrá injerencia gubernamental para manipular los resultados, lo
cual tiene como efecto una votación mayoritaria en favor de la oposi-
ción y una disminución de la representación del PRI en la Cámara de
Diputados. En esa elección, la oposición obtuvo 111 escaños, y si bien
el PRI no desapareció, el hecho marca un precedente fundamental que
se traduce tiempo después cuando crece la convicción de que la demo-
cratización, por medio de una alternancia política, pasa necesariamente
por “sacar al PRI de Los Pinos” (Reyna, 2009, p. 47-89).
Junto a la reflexión militante, política y cultural que ofrecieron
las revistas apenas citadas, desde el ámbito periodístico también se
desarrollaron contribuciones significativas para la vida intelectual y la
discusión sobre la cuestión democrática. Desde los sesenta, hay algunos

3  Unitinerario puntual de la recepción de Antonio Gramsci en México es Álvarez Solís


(2015, pp. 221-235).

350 Andamios
En las fronteras de lo político

episodios interesantes como la revista quincenal Política, dirigida por


Manuel Marcué Pardiñas, entre 1960 y 1967, que aglutina un grupo
heteróclito de autores y corrientes ideológicas como el nacionalismo
revolucionario, el cardenismo o el comunismo, y donde se dan cita
figuras como Narciso Bassols, Carlos Fuentes, David Alfaro Siqueiros,
Enrique González Pedrero, Fernando Benítez, entre otros. Por su parte,
Benítez tendrá un papel relevante desde finales de los años cuarenta,
cuando se ocupa de la edición del célebre suplemento México en la
cultura, del periódico Novedades, entre 1949 y 1961, y luego cuando se
vuelve editor del suplemento La cultura en México, entre 1962 y 1973,
de la revista Siempre!, dirigida por José Pagés Llergo (Urías, 2019, pp.
1205-1252; Rodríguez, 2002, p. 87).
En un momento donde se asistía a un incremento paulatino de la
libertad de prensa, pero que no puede ser pensado como sinónimo
de libertad de información, el periódico Excélsior, dirigido por Julio
Scherer García entre 1968 y 1976, desempeña un papel central en la
promoción de la crítica sobre la clase política priista y las decisiones
gubernamentales, especialmente las vinculadas con la economía y el
uso de la violencia hacia determinados sectores sociales (Trejo, 1998).
Esto llevó a vivir episodios de confrontación, probablemente el más
representativo fue la intervención del gobierno de Luis Echeverría en
1976, con el que se obligó a la salida de Scherer y de los principa-
les colaboradores de Excélsior, entre los que figuraban Miguel Ángel
Granados Chapa, Vicente Leñero, Octavio Paz, Manuel Becerra Acosta,
Enrique Maza, Hero Rodríguez Toro, Abel Quezada y Gastón García
Cantú (Leñero, 1991). Quien sustituye a Scherer en la dirección de
Excélsior es Regino Díaz Redondo, quien a su vez se rodea de un grupo
de colaboradores (escritores, periodistas y funcionarios) vinculados
con el priismo, como el poeta Jaime Labastida, el jurista Sergio García
Ramírez, el incipiente escritor Francisco Martín Moreno, o el ex Se-
cretario de Gobernación de la administración de Echeverría Álvarez,
Mario Moya Palencia (Reed, 1995, p. 358).
Paradójicamente, un acto de censura como el llamado “Golpe a Ex-
célsior” derivó en la diversificación de la oferta informativa y cultural,
pues de ahí surgieron el semanario Proceso en 1976, encabezado por
Julio Scherer García, la revista Vuelta dirigida por Octavio Paz y el pe-
riódico Unomásuno en 1977 dirigido por Manuel Becerra Acosta.

Andamios 351
Israel Covarrubias y Cristhian Gallegos Cruz

Si bien no es objeto de este artículo ahondar sobre la vida de estas


publicaciones, es importante mencionar brevemente que con la direc-
ción de Scherer García, en Proceso se fomenta el periodismo de inves-
tigación, crece el interés por denunciar los abusos del poder político,
y la corrupción como parte constitutiva del gobierno; la resistencia de
los miembros del PRI para aceptar la democracia como una posibilidad
de cambio del régimen político (Trejo, 1998). Por su parte, Manuel
Becerra Acosta hace del diario Unomásuno un espacio para la reflexión
y promoción de la reforma política impulsada durante el gobierno de
López Portillo. Además, se distingue por la promoción del fotoperio-
dismo y del artículo de opinión de académicos y jóvenes escritores
sobre las cuestiones políticas y culturales del país (Comité Editorial,
2014). De la experiencia y escisión de un grupo de colaboradores de
Unomásuno, nace La Jornada en 1984. El periódico dirigido por Carlos
Payán asume como parte de sus encomiendas distanciarse del poder
político y empresarial, abrir espacios para la pluralidad de expresiones
de la sociedad civil, denunciar los problemas derivados de las políticas
neoliberales y la cultura antidemocrática del PRI –visualizadas en los
recurrentes fraudes electorales– (Comité Editorial, 1984).
El examen de la actividad política a través del periodismo no sólo
contribuye a una mayor libertad de expresión, sino que permite a los
ciudadanos tener distintas representaciones y opciones de información
sobre el actuar del gobierno, la clase política, los movimientos sociales
y las implicaciones alrededor de la democracia.

La herencia política del 68

¿Por qué es la década de los setenta cuando la cuestión democrática


aparece como idea central en el debate intelectual y académico mexi-
cano? En términos generales, por la influencia política y cultural inme-
diata que ejerció el movimiento estudiantil de 1968. En el movimiento
del 68 se observa aquello que Lefort (1991) define como los “signos de
lo político”, esto es, los momentos de cambio repentino intrínsecos a
la lógica de sentido en el seno del movimiento, pero sobre todo en su
efecto expansivo, en este caso observable en el reformismo de la década

352 Andamios
En las fronteras de lo político

sucesiva. Esos síntomas están representados en las formas de lo político


que se vuelven un efecto de las rupturas que produjeron los estudiantes
en el ámbito social, en el universitario y en aquel simbólico que sobre-
vino a lo largo de los setenta, particularmente con la introducción de la
cuestión democrática. Para Loaeza:

el movimiento estudiantil fue el primer paso hacia la implan-


tación del modelo pluralista y el desplazamiento del corporati-
vismo, dado que su tema central fue la defensa de las garantías
individuales consagradas en la Constitución […] Tan profundo
fue el efecto de la crisis de 1968, que puede pensarse que preci-
pitó, en particular a través del reformismo de los años siguientes,
un cambio de sistema político que es la base del cambio de
régimen que está ocurriendo actualmente [la autora alude a las
elecciones de 1988] (1989, p. 68).

El movimiento estudiantil es la ruptura con el régimen de historici-


dad que se había desarrollado a través del proceso de modernización
política vivido en México desde finales de los años cuarenta. Es una
manifestación del rol esencial que juega el proceso de modernización
en la dinámica del cambio político, por lo menos con relación a los
procesos de urbanización, alfabetización, nacimiento y consolidación
de nuevas clases sociales; y que junto a la expansión de nuevas fuen-
tes de riqueza y reconocimiento social, terminan relacionadas con el
ascenso y capacidad de acceso de los nuevos grupos sociales a esas
fuentes (Hansen, 1981). Por lo tanto, el 68 es una reacción original en
contra de la ausencia de canales de participación política, que después
permite un incremento significativo de la movilización social y de la
protesta no controlada “desde arriba” (Loaeza, 1989, p. 70).
Al ser “la primera gran derrota del autoritarismo posrevolucionario”
(Loaeza, 1989, p. 69), el movimiento socavó una parte relevante de las
estructuras autoritarias del Estado mexicano, como las que ejercían el
control de la participación a través del PRI y de los canales corporativos
(sindicatos y confederaciones). Su efecto es que cambia la relación en-
tre Estado y sociedad, ya que se observa una “reversión de los términos
de la relación entre el poder y la sociedad, pues a partir de entonces el

Andamios 353
Israel Covarrubias y Cristhian Gallegos Cruz

régimen que antes había sido causa de la sociedad, pasaría a ser efecto
de esa sociedad que había construido y a cuyos desequilibrios quedaría
entonces expuesto” (Loaeza, 1989, p. 75).
La inflexión ayuda a la comprensión de los usos del concepto de
“democracia” en la literatura que aparece a lo largo de los setenta, sobre
todo en sus declinaciones “movimentistas” que aluden a la dimensión
social, participativa, incluso comunal de la democracia. El corolario es
que se reconoce la presencia de diversos grupos y actores de izquierda,
que bajo la bandera de la “democratización” socializan y participan
directamente en las luchas por la democratización a nivel sindical,
barrial o universitario. Por ejemplo, en esta década nacen los primeros
sindicatos universitarios autónomos; crece de modo significativo el mo-
vimiento urbano popular y su agenda de reivindicaciones por vivienda,
servicios básicos (agua, luz, pavimento) y trabajo; tienen lugar además
nuevas formas de autogestión de los jóvenes en las periferias urbanas y
de las poblaciones excluidas.
Una de las respuestas gubernamentales a la situación nueva de
reclamo social ocurre al comienzo del gobierno de Luis Echeverría
(1970-1976), con la “apertura democrática”. En ella se reconoce un
espacio para la participación de la oposición, tanto institucionalizada
(cambiar al régimen “desde dentro”) como semi-institucionalizada.
Algunos “signos” son elocuentes: la apertura sindical que tiene lugar
en las universidades públicas y la extensión del gasto público en las
mismas (Zaid, 2010, pp. 18-19). Se funda en 1974 la Universidad
Autónoma Metropolitana en la Ciudad de México, donde su primera
generación de profesores abrevan de los jóvenes que protagonizaron el
68, y a quienes se les unen una parte significativa del exilio académico
sudamericano (comunicólogos, semiólogos, psicoanalistas, sociólogos,
etcétera), causado, por su parte, por el ascenso de las diversas dictadu-
ras en el Cono Sur.
También nacen diversos partidos de izquierda. Si bien es cierto que
Echeverría da un viraje con relación a su antecesor, Gustavo Díaz Ordaz
(1964-1970), no se encamina hacia un cambio profundo, sino que va
“del control por la represión al control por los incentivos” (Zaid, 1987,
p. 19). La apertura democrática pretende apaciguar los aires de des-
contento que se manifestaban por doquier en el país, aunque su ánimo

354 Andamios
En las fronteras de lo político

inicial se va desdibujando al punto de terminar institucionalizando un


estilo abiertamente populista de organización y negociación política.
En este contexto de incremento de la participación no-institucional,
y en muchos casos radicalizada cuando adopta la forma de la lucha
armada por medio de la guerrilla, el presidente que sucede a Echeve-
rría, José López Portillo (1976-1982), promulga el 28 de septiembre
de 1978 la Ley de Amnistía, “que beneficiaría a los integrantes de los
grupos armados” (Torres, 2008, p. 115). Un año antes, había creado
la Nueva Ley de Organizaciones Políticas y Procedimientos Electorales
(LFOPPE), en un intento por “pluralizar” el sistema político mexica-
no (Rodríguez, 1979). Un rasgo particular en esa década es el modo
específico en que el Estado se dirige hacia la izquierda, pero que es
constitutivo del autoritarismo en México: construye su éxito y larga
persistencia a partir de la implementación de un sistema de “restric-
ciones políticas selectivas”, pues nunca ejerce una exclusión sistemática
(Centeno, 1998, p. 29).
De aquí, pues, que se comprenda por qué el uso de la coerción fue
únicamente dirigido a líderes de la oposición, profesores, estudiantes,
disidencia no organizada. El desenlace es conocido. Estos procesos
permitieron el desarrollo de organizaciones de la izquierda institucio-
nalizada que tendrá en los ochenta una participación destacada en la
apertura democrática del régimen priista. Es de particular relevancia
señalar que el incremento cualitativo de la izquierda, y con mayor fuer-
za a partir de 1988, la llevó a su consolidación institucional mucho
tiempo antes de que el Estado le reconociera sus victorias electorales y,
al mismo tiempo, está estrechamente vinculado con el incremento sus-
tancial de la competitividad de las elecciones locales, que ya presionaba
al cambio de la dinámica autoritaria (Domínguez, 2002, p. 15).

¿En dónde colocar la obra y la figura de Carlos Pereyra?

En este contexto, ¿por qué y desde dónde se podría leer a Carlos Pereyra?
Es decir, ¿cuál es su singularidad intelectual en la condición mexicana
de los años setenta y ochenta apenas descrita a grandes trazos, al grado
de ser un autor que produce una obra, sin duda exigua, pero necesaria

Andamios 355
Israel Covarrubias y Cristhian Gallegos Cruz

para la cabal comprensión de las ideas más sugerentes sobre la cuestión


democrática en nuestro país?, ¿su obra está en grado de permitir una
aproximación sobre el campo de lo político en ese momento particular,
los años setenta y ochenta, que se vuelven claves desde el punto de
vista intelectual para la democratización del país? Colocando estas tres
preguntas en un ángulo interpretativo de la teoría política, ¿qué papel
juegan las ideas políticas en la configuración de los rasgos definitorios
de una época que sólo revela sus filiaciones una vez que sus conjuncio-
nes y disyunciones culturales e intelectuales han logrado el desarrollo
de un grado de maduración que las vuelven significativas académica-
mente en aquel momento y también hoy?
Estas preguntas deben ser pensadas como una dirección que pudiera
aproximar una lectura original acerca del significado y de los significan-
tes atribuibles a la noción de democracia en la historia intelectual con-
temporánea de México. Es decir, contribuyen al trabajo de identificación
y problematización de los códigos de desciframiento que permiten el
acceso a esos significantes, pero cuestionando el para qué sirve ese ac-
ceso.4 Un “para qué” que evoca precisamente un libro colectivo donde
Pereyra participó, y que ha hecho “escuela” en México, pues es usado
como libro de texto en la educación media superior y en los primeros
años de universidad, en particular en las licenciaturas de ciencias socia-
les y humanidades. El título es llano: Historia, ¿para qué? (A. V., 1980).5
En su intervención, titulada Historia, ¿para qué?, Pereyra esboza su
posición metodológica que sostuvo a lo largo de su carrera, y coloca de
inmediato el ámbito de comprensión de su personalidad académica:

4  La cuestión metodológica de “desciframiento” es un tema permanente en el campo de


la teoría política, sobre todo cuando la lectura de la obra de un autor puede terminar
encajonada en los “falsos parentescos” que siempre están contenidos en su lectura.
Parentescos con todo lo que resulta más familiar al observador que estudia esa obra (y
más si ese observador de algún modo fue o se siente cercano al autor estudiado), no
al contexto y a la época en la cual se inscribe esta última. Sobre el problema de la falsa
familiaridad, véase Bourdieu (2005, pp. 458-469).
5  En la obra, además de Pereyra, participan Luis Villoro (1922-2014), Luis González

(1925-2003), José Joaquín Blanco (1951-), Enrique Florescano (1937-), Arnaldo Cór-
dova, Héctor Aguilar Camín, Carlos Monsiváis (1938-2010), Adolfo Gilly (1928-), y
Guillermo Bonfil Batalla (1935-1991).

356 Andamios
En las fronteras de lo político

El academicismo cree encontrar en la doctrina de la neutralidad


ideológica un refugio para preservar el saber contra los conflictos
y vicisitudes del momento y, en rigor, solo consigue mutilar la
reflexión arrancándole sus vasos comunicantes con la principal
fuente de estímulo intelectual: termina, a fin de cuentas, por
asumir de manera vergonzante las formas ideológicas más chatas
y reblandecidas (Pereyra, 1980, pp. 16-17).

Contexto y compromiso aparecen de manera clara en su particular estilo


de pensamiento y análisis del tiempo presente. Se puede decir que Pe-
reyra fue un académico, “un poco reservado y lacónico” (Pereda, 1999,
p. 89), que por fuera de la universidad participa con apasionamiento en
las reuniones del partido político al que está afiliado (el Partido Socialista
Unificado de México que sucede al Partido Comunista Mexicano), toma
parte de un debate sindical; escribe en periódicos y revistas semanales
y mensuales, alrededor de “las vicisitudes del momento”, pero dentro
de sus muros y aulas es un profesor que anima ricas discusiones de ese
entonces en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, donde trabajó
como profesor de tiempo completo hasta su muerte (Pereda, 1999; Illa-
des, 2018, pp. 35-36, 179-180). Influenciado por las teorías de Louis
Althusser, Niklas Poulantzas, así como el marxismo italiano, evidente-
mente el de Gramsci, pero también por la teoría política de Norberto
Bobbio, Pereyra (2010) abre la puerta a una producción teórica original,
en efecto marxista, pero no dogmática ni sectaria, que expande el campo
de inteligibilidad para la filosofía y la teoría políticas de alcance medio
en nuestra lengua. Es muy probable que junto a Arnaldo Córdova y
Roger Bartra, sea el tercer gran pensador político mexicano de esa gene-
ración de universitarios nacida alrededor de 1940.
A pesar del localismo temático (pero no teórico) de Pereyra, centra-
do principalmente en México, sus textos mantienen vigente su altura
conceptual, lo que permite que no sucumban al paso del tiempo. Es
obvio que no dicen lo que hoy propone un texto de teoría política
sobre la democracia o sobre algunos de sus fenómenos internos rele-
vantes como el populismo. En cambio, anuncian la necesidad de con-
ceptualizar los fenómenos, no sólo describirlos o posicionarse frente
a ellos, es decir, en su obra existe un empuje metodológico y teórico

Andamios 357
Israel Covarrubias y Cristhian Gallegos Cruz

por la elaboración de una semántica precisa que permita expresar las


experiencias del pasado, contrastarlas con las del presente y dotarlas de
sentido histórico, tanto en uno como en otro tiempo. Esto se verifica en
su obra Sobre la democracia, así como algunos otras aportaciones que
hace al debate sobre este tópico.
Ahora bien, un punto por subrayar es que su obra es fragmentaria,
interrumpida por su temprana muerte que acaeció cuando tenía 48
años. En este sentido, siempre queda la “inquietud weberiana” de saber
qué hubiera pasado con la reformulación, incluso con la reescritura de
los artículos que dejó diseminados por aquí y por allá, pues con toda
seguridad hay indicios de que su pensamiento se estaba modulando
en el acto mismo de escribir la obra.6 Lo anterior lleva a interrogar
la posible pertinencia de un trabajo que se queda, en el mejor de los
casos, como un working in progress.
De cualquier modo, es posible sostener que su trayectoria intelectual
puede permitir observar con precisión el desplazamiento de las temá-
ticas y las obsesiones que el marxismo mexicano tuvo en su horizonte
durante los años setenta y ochenta, así como entender un estilo aún
presente en aquellos que han sido sus compañeros de debate (Illades,
2017, pp. 266-300).7

Democracia, ¿para qué?

Se estima que Carlos Pereyra publicó entre 1968 y 1988 cerca de 850

6  Esta idea la trabaja Claude Lefort, tanto para su propio pensamiento como para el
estudio de aquellos autores que lo acompañaron en su travesía intelectual, in primis
Maquiavelo, pero también Alexis de Tocqueville, Jules Michelet, Edgar Quinet, entre
otros, y que pone en acto la operación, dice Lefort, de “develar lo que es y crear, hacer
surgir por el ejercicio de un derecho vertiginoso de pensamiento, de palabra, la obra en
la que el sentido ocurre” (1985, p. 22).
7  Asimismo, permite subrayar la contribución del marxismo mexicano al tener pensa-

dores relevantes en el contexto de la democratización mexicana. A pesar de que para


algunos sectores culturales vinculados con una cierta tradición liberal nacional resulta
un tanto alérgica su aproximación, no deja de ser una corriente tanto ideológica como
política que ha producido un corpus intelectual de gran peso en la historia de las ideas
políticas mexicanas a lo largo del siglo XX (Illades, 2018, pp. 179-180).

358 Andamios
En las fronteras de lo político

artículos en las revistas Punto crítico, Solidaridad, Cuadernos políticos,


Nexos, Diánoia, Thesis, Así es, Zona Abierta, Proceso, el suplemento La
cultura en México, y los periódicos Novedades, Excélsior, Unomásuno, La
Jornada (Magaña, 2006). Si bien este conjunto de artículos constituyen
el núcleo de sus reflexiones políticas y filosóficas, es en su libro Sobre la
democracia, donde se recogen algunos trabajos significativos acerca del
cambio político. En las siguientes páginas se analiza esta obra, ya que sus
reflexiones sirvieron para reorientar una parte el debate de la cuestión
democrática (Woldenberg, 2009, pp. 3-7; Niszt, 2012, pp. 168-190).
El eje principal de Sobre la democracia es la discusión de las formas
autoritarias que ha desarrollado el Estado mexicano durante el siglo
XX, así como sus probables salidas. La obra está compuesta por treinta
artículos divididos en tres secciones: Teoría política y democracia, Hege-
monía y democracia en México: sociedad civil y Estado y Crisis y democracia
en México. Una lectura conceptual de su obra involucraría por lo menos
seis direcciones de discusión.
La primera dirección aborda las dinámicas del poder en México, la
estatalización de la sociedad a la socialización del Estado a través del
papel que juega el PRI y el sindicalismo oficialista, y como corolario
la debilidad de la sociedad civil. La segunda, es el reformismo priista,
“cambiar desde adentro”, que ya fue aludido en las secciones pasadas.
La tercera, la problematización de un doble desafío que tiene México
conforme va acercándose a los años ochenta: garantizar la ampliación
de la base de igualdad en el país (México crece y con ello crecen sus
pobres), y la oferta de nuevas maneras de acceso y distribución del po-
der, donde aparece un discurso conciso sobre las libertades. La cuarta
se relaciona con el debate sobre lo político por medio de la obra de
Althusser y su materialismo aleatorio, pero después con la de Gramsci,
en un intento por introducir el carácter contingente de lo político bajo
la forma de las “batallas culturales”. La quinta es la cuestión de los suje-
tos políticos que es central en Pereyra, y no solo en Sobre la democracia,
ya que previamente había dedicado un libro al asunto titulado El sujeto
de la historia (Pereyra, 2010, pp. 247-326). La sexta es la renovación
del apoyo popular al Estado a través de otro proyecto de nación que
permita una suerte de “socialismo democrático”, donde la impronta de
Bobbio es evidente.

Andamios 359
Israel Covarrubias y Cristhian Gallegos Cruz

En el contexto de la “apertura democrática”, Pereyra escribe en 1974


Los límites del reformismo,8 donde reflexiona sobre las causas de la crisis
política que habían orillado a esa decisión y las rutas que seguía el cam-
bio impulsado desde el interior del aparato estatal. En su diagnóstico
figuran el crecimiento de la pobreza y la concentración de la riqueza,
las falencias del aparato económico-productivo, las relaciones entre el
Estado y las corporaciones, y la pérdida del apoyo popular por parte del
Estado (Pereyra, 2012, pp. 127-159). Para él, la “apertura democrática”
es un intento por mantener la hegemonía, cuyo objetivo consiste en
“la recuperación del estilo populista y la reivindicación de los princi-
pios nacionalistas […] encaminado[s] a rescatar y fortalecer la base de
apoyo del Estado, rehabilitar el prestigio y la autoridad presidenciales”
(Pereyra, 2012, p. 146).
La apertura fue un cambio gradual controlado “desde arriba” que
incorpora a cierta oposición a la política institucionalizada. No se cam-
biaron los pilares del corporativismo, tampoco disminuyó la presencia
gubernamental en el control de las elecciones. Hacia finales de la dé-
cada, en 1979, Pereyra escribe en Estado y sociedad, que en un intento
por mantener la legitimidad del régimen político, las clases dominantes
abren la puerta de la participación política vía el reformismo de los
setenta, aspecto que sin embargo para las clases dominadas se vuelve
una oportunidad irreversible de disputa por la hegemonía (Pereyra,
2012, pp. 217-238).
En términos históricos, Pereyra discute en un texto probablemente
de 1983, El problema de la hegemonía, los desafíos de establecer un
proyecto nacional como parte de la disputa por ella. Identifica que el
proyecto nacional promovido entre 1920 y 1940, que derivó en la con-
formación de un Estado fuerte con amplia legitimidad, es una herra-
mienta de dominación que se modifica de acuerdo a las circunstancias
políticas y objetivos que persigue la clase dominante. Si en el periodo
mencionado el “contrato social” funciona como una herramienta del
partido de Estado para incorporar a los sectores obrero, popular y cam-
pesino, esto cambia a partir de 1940, ya que:

8 Salvo indicación explícita, todos los textos citados en este apartado pertenecen a la
compilación Sobre la democracia.

360 Andamios
En las fronteras de lo político

si cada vez era más difícil para el Estado legitimarse por su fide-
lidad al programa original de la revolución, en cambio halló una
fuente sustituta de legitimidad en los beneficios, desigualmente
compartidos, del desarrollo capitalista. De 1940 a 1970, la socie-
dad mexicana experimenta acelerados procesos de urbanización
e industrialización basados en un esquema económico que pro-
pició intensa formación de capital (Pereyra, 2012, p. 348).

Sobre este tema volverá en 1987, en una entrevista con Cuadernos polí-
ticos, que lleva el título El viraje hacia la democracia I, en la que sostiene
que la hegemonía no pasa por la abolición de la propiedad privada
y la toma del poder a través de la revolución,9 sino por “el respeto a
los derechos políticos y a las libertades individuales, la autonomía
de las organizaciones sociales, el libre debate de ideas, el acceso a la
información y el juego plural en elecciones periódicas, es decir, pasa
por la democracia política” (Pereyra, 2012, pp. 81-82). El hecho de
que Pereyra reconozca la importancia de las instituciones y los procedi-
mientos, así como la necesidad del pluralismo (Salazar, 2012, p. XVI),
no supone que deje de preocuparse por la centralidad del Estado en la
organización de la vida en sociedad y por objetar la versión despoliti-
zada de la democracia, la cual se fundamenta en la administración de
las demandas, al tiempo que restringe los espacios de participación y
confrontación política.
De hecho, esta idea tiene que ser comprendida con relación a los dos
intentos de redefinición del régimen priista, el de la apertura de Echeve-
rría, y el de la reforma política de López Portillo. Sobre esta última, en
1978 escribe El desgaste de 49 años obliga a reformar el PRI, en el que ob-
serva que “se trata de una iniciativa gubernamental para salir al paso del
deterioro del sistema político y para institucionalizar los conflictos que

9  Son conocidas las objeciones de Pereyra a la revolución como forma de cambio po-
lítico. Por ejemplo, en el mismo año donde tuvo lugar la entrevista citada, publica el
artículo Democracia y revolución, donde sostiene que “En nuestro país es difícil concebir
la ruptura revolucionaria como algo que ocurrirá un día cero, como resultado del asalto
al poder ejecutado por una vanguardia decidida. En nuestro país, es más probable
que el proceso de transformación se desenvuelva con altibajos, periodos de convulsión
social y situaciones de restablecimiento del orden, en función de la lucha por reformas”
(Pereyra, 2012, p. 72).

Andamios 361
Israel Covarrubias y Cristhian Gallegos Cruz

tienden a desbordar los raquíticos canales existentes” (Pereyra, 2012, p.


195). Advierte la relevancia que juegan los partidos políticos en medio
de la crisis que se está abriendo en el régimen político hacia finales de
los setenta, no obstante que algunos actores como el Partido Comunista
Mexicano, el Partido Mexicano de los Trabajadores o el Partido Revo-
lucionario de los Trabajadores, duden de las virtudes de la reforma de
1977. En 1985, en su artículo Efectos políticos de la crisis, apunta que una
“reforma [la del 1977] pensada para fortalecer el sistema de gobierno
y confinar a la oposición en el rango de minoría perpetua, tenía, no
obstante, la virtud de regularizar la confrontación política y, sobre todo,
de colocar a los partidos de cara a la sociedad y, a la vez, poner frente a
esta una diversidad de opciones” (Pereyra, 2012, p. 364).
Pereyra visualiza nuevas oportunidades en esta reforma política res-
tringida, ya que piensa en la posibilidad real de que es el juego de los
partidos políticos el que permita un cambio de dirección en el proceso
democrático. En este sentido, para él los partidos políticos cumplen las
siguientes funciones: hacen visibles los antagonismos sociales, organi-
zan las demandas e intereses de las clases sociales, reflejan la pluralidad
ideológica y son el conducto para disputar la hegemonía estatal. Esto
lo lleva a la discusión de los sujetos sociales, por lo que habría que
preguntar: ¿cuál es la importancia que para él tienen los sujetos sociales
y cómo se conectan con los partidos políticos?
En una intervención de 1983, La construcción del sujeto político, dice
que los sujetos políticos no son entes constituidos a priori, no se deter-
minan por la ideología de las clases sociales (proletarios vs burgueses),
sino por los antagonismos que nacen en el interior de la sociedad. Esos
antagonismos generados por las condiciones materiales y subjetivas de
los individuos, pueden darse en y entre las mismas clases, son los que
impulsan a la acción política (Pereyra, 2012, pp. 47-54). Así, cobra
mayor importancia el dinamismo que dan los partidos a los antagonis-
mos sociales, pues son espacios de transformación de la subjetividad
política. En la entrevista de 1987, el autor advierte un cambio con-
ceptual interesante: la clase obrera es sustituida por los sujetos libres,
con derechos y pertenecientes a otras clases sociales, en una suerte de
“formas complementarias” de ciudadanía, que responden a sus intere-
ses particulares y actúan desde ese campo de disputa situado ideológica
y políticamente (Pereyra, 2012, p. 85).

362 Andamios
En las fronteras de lo político

Por ello, los sujetos políticos son quienes responden a la apuesta


por las reformas democráticas. Su efecto es un Estado donde el poder
tiende a la dispersión a causa del juego de los partidos, por lo que la
dinámica de la “socialización” del poder deviene más democrática que
en un Estado donde se ejerce el control centralizado de las formas de
organización de la vida en común.10 Con este panorama cobra sentido
la conceptualización que Pereyra comienza a elaborar a inicios de los
ochenta, por ejemplo en su artículo de 1982, Sobre la democracia en so-
ciedades capitalistas y poscapitalistas, donde su íncipit sentencia que “El
concepto democracia no se refiere a una ideología específica diferencia-
ble de otras, sino a formas y mecanismos reguladores del ejercicio del
poder político” (Pereyra, 2012, p. 27).
En efecto, su conceptualización se aleja de las visiones convencio-
nales de la izquierda —por ejemplo, véase el texto citado Democracia
política y transformación social—, en las que la democracia aparece
como un instrumento de la clase burguesa para dar continuidad a su
dominación, o bien como la etapa por la que todas las sociedades ca-
pitalistas van transitar o en la contraposición de democracia burguesa
y democracia socialista (Bruna, 1979, pp. 23-39). Por consiguiente, la
democracia no es asunto de una clase, tampoco es una cuestión deri-
vada del desarrollo económico, mucho menos una concesión guberna-
mental, sino una construcción social que necesita de sujetos políticos
que la doten de sentido.
Este aspecto va cobrando relevancia conforme se acerca el cambio
de gobierno de 1982, en el que se espera que los espacios ganados con
y contra la reforma política de 1977 den resultados importantes para la
oposición. A pesar de que se ganan espacios de representación política
en la Cámara de Diputados, el PRI continuará gobernando.
Los discursos sobre la descentralización y la democratización del
sistema político fueron vocablos recurrentes en el gobierno de Miguel
de la Madrid (1982-1988). La democratización se orientó a objetivos
puntuales, que en palabras del nuevo presidente, tenían que ver con el

10  Eltema de la socialización del poder en relación con la democracia es abordado en


un texto de 1988 titulado Democracia política y transformación social (Pereyra, 2012, pp.
107-123).

Andamios 363
Israel Covarrubias y Cristhian Gallegos Cruz

fortalecimiento de la división de poderes, el federalismo, el municipio


libre y las elecciones (de la Madrid Hurtado, 1987, pp. 225-232). Este
viraje político fue provocado por los problemas económicos (devalua-
ción, déficit fiscal, caída de los precios del petróleo) y políticos (deman-
da de mayor participación y reconocimiento político a la oposición,
corrupción endémica) que el país arrastraba de los años setenta, por
lo que los esfuerzos del nuevo presidente pretendían resolver un doble
desafío: modernización económica y transformación política (Cordera,
2003, pp. 171-203).
Es precisamente en el inicio de su presidencia, cuando Enrique
Krauze publica en noviembre de 1983 su famoso artículo Por una demo-
cracia sin adjetivos, donde dice que: “El gobierno tiene un as en la manga
olvidado desde la presidencia de Madero: la democracia. Ha sido un
ideal revolucionario relegado para otros fines igualmente válidos pero
distintos: el bienestar económico, la justicia social, la afirmación nacio-
nal, la paz y la estabilidad” (Krauze, 1986, p. 45). Ahora bien, siguiendo
la línea interpretativa que Pereyra hace sobre las reformas políticas de
los setenta, la democracia, en el sentido de Krauze, es una concesión
más por parte del gobierno a los inconformes. En el ensayo de Krauze
no hay una definición concreta de lo que entiende por democracia, solo
está el supuesto de que el voto es su principio fundamental, y es acom-
pañado por la división de poderes, la libertad política y de opinión, las
elecciones periódicas, el sufragio efectivo y la política partidaria.
Por su parte, en esa momento Pereyra sigue interesado en el debate
sobre socialismo y democracia. Al respecto, en 1984 escribe en la re-
vista Nexos, La democracia suspendida, en el que discute la ausencia de
democracia en el contexto del socialismo real. Intenta desarticular los
supuestos falsos, y que tuvieron un eco enorme en México en los años
ochenta y noventa, que vinculan al socialismo con el autoritarismo y al
capitalismo con la democracia (Niszt, 2012).
Como se comentó, en su análisis establece que el socialismo no sólo
corresponde a la desaparición de la propiedad privada y a la distri-
bución de la riqueza, sino que está acompañado precisamente por “la
socialización del poder” (Pereyra, 2012, p. 57). Si el socialismo real
devino un Estado antidemocrático es porque fundamenta su base
ideológica en el combate de un enemigo exterior, monopoliza la repre-

364 Andamios
En las fronteras de lo político

sentación del partido e inhibe la presencia de la sociedad civil. Pero su


reflexión avanza en la dirección de que el capitalismo tampoco man-
tiene lazos naturales con la democracia: “Las clases dominantes solo
exhiben preocupaciones democráticas cuando está en juego su sistema
de dominación, pero es insensato responder con el mismo rasero y ali-
mentar demandas democráticas nada más donde prevalece el régimen
de propiedad privada” (Pereyra, 2012, p. 60).
En todo caso, agrega, el vínculo de la democracia con el socialismo
sólo puede ser producto de la socialización del poder, de donde ob-
tienen su centralidad los partidos políticos y los sujetos políticos: “El
futuro del movimiento social depende, sin embargo, de su capacidad
de no disociar el esfuerzo de transformar la sociedad en una direc-
ción tendencialmente socialista y la preocupación por una verdadera
consolidación de la democracia” (Pereyra, 2012, p. 60). Finalmente, en
Democracia y revolución, insiste que el menosprecio de la democracia
a favor de algunos objetivos socialistas representa un error en ciertos
sectores de la izquierda nacional (Pereyra, 2012, pp. 63-73).
De este modo, democracia y socialismo son un binomio central en
las preocupaciones intelectuales del pensamiento de Pereyra. Cuando
aplica ambas categorías para estudiar el caso mexicano, por ejemplo en
La perspectiva socialista en México de 1985, propone la reconfiguración
del modelo ejidal y de su lugar en el sistema de producción capitalista;
otra dimensión pasa por la democratización del Estado y la sociedad.
No se trata de “más sociedad y menos Estado”, sino que el socialismo
mexicano debe impulsar un proyecto nacional con un Estado fuerte y
con una amplia composición popular que le permita reestructurar el
aparato productivo, al igual que las relaciones entre sociedad y Estado
(Pereyra, 2012, pp. 297-315).
Sobre la democracia pone en el centro del cambio político la disputa
por la hegemonía en un sentido que resulta útil para la formulación
de una hipótesis de “lectura” acerca de la democracia mexicana en los
últimos lustros: la instauración de su régimen democrático funda un
nuevo contrato social que refuerza y profundiza la exclusión de las
clases menos favorecidas. Esto cobra significatividad si pensamos que
Pereyra no tuvo la oportunidad de observar el cisma de las elecciones
de 1988, murió en junio de ese mismo año.

Andamios 365
Israel Covarrubias y Cristhian Gallegos Cruz

El hecho deja abierta varias interrogantes: ¿qué lectura haría, en


términos de disputa democrática, sobre la continuidad del PRI en la
presidencia de México durante el periodo de 1988 a 2000, y luego de
2012 a 2018?, ¿cuáles serían sus planteamientos sobre la hegemonía y
el proyecto nacional, en un contexto donde el Partido Acción Nacional
logra por primera vez asumir la presidencia de México en el periodo
2000-2012?, ¿qué pensaría sobre el papel que jugó en 1994 el binomio
violencia y política en la dinamización del cambio político mexicano,
atendiendo al título de su primer libro?, ¿qué diría hoy sobre el gobier-
no del Movimiento de Regeneración Nacional?

Conclusiones

La historia de la democracia en México como materia de reflexión


teórica y empírica supone el estudio de los diversos significantes tanto
latentes como explícitos, presentes en los textos y las semánticas que
académicos e intelectuales han utilizado para dar cuenta de los cambios
políticos en la vida pública de nuestro país. Difícilmente se comprende
el esfuerzo intelectual de Pereyra sin tener en cuenta las bases teóricas
que utiliza y las coyunturas a las que se enfrenta desde su compromiso
político (Salazar, 1989, pp. 69-70).
Sobre la democracia es una obra relevante en tres sentidos. Para la
historia de las ideas políticas en México ayuda a la comprensión del
papel que desempeña el marxismo heterodoxo y el diálogo que sos-
tiene con otras tradiciones de pensamiento en la tarea de posicionar
a la democracia como parte de la agenda de debate entre los setenta y
ochenta. Para la historia conceptual, permite el análisis del impacto que
tienen los contextos en los usos semánticos del vocablo “democracia”
y de un vocabulario que condensa experiencias políticas históricas, lo
que abre un diálogo “conceptual” entre el pasado reciente y el presente.
Para la teoría política, aproxima una interpretación sobre el campo de
lo político, es decir, las posibilidades de instauración de la democracia
con relación a la disputa por la hegemonía: la fundación de un nuevo
proyecto nacional, el reconocimiento de la pluralidad ideológica, el
antagonismo de los sujetos políticos, la democratización del Estado y la
sociedad, que para él no son lo mismo.

366 Andamios
En las fronteras de lo político

Carlos Pereyra fue un polemista interesado en la discusión de los


problemas políticos nacionales e internacionales haciendo uso de la
teoría política, por lo que se molestaba ante los análisis simplistas.
Su crítica era directa, lo mismo escribía para cuestionar o contestar
las acciones de la clase política o de la clase intelectual. En el mes de
julio de 1988, la revista Nexos prepara una antología de los textos que
publicó en diez años de colaboración, acompañada de una nota donde
destaca que “fue uno de esos raros colaboradores que tanto ayudan al
desarrollo de las publicaciones que buscan ser críticas, independientes,
y plurales” (Editorial, 1988, p. 7). Ahora bien, estos tres atributos que
identifican con la figura de Pereyra, la revista los pierde rápidamente en
los años siguientes.
La obra de este filósofo mexicano, puede ser considerada como
clásica contemporánea en el campo de las Ciencias Sociales y las Hu-
manidades en México. Carlos Pereyra fue un autor que elaboró un pen-
samiento político original, además de que fue un miembro destacado
de la izquierda mexicana, por lo que necesita ser comprendido en una
perspectiva histórica y conceptual más amplia de aquella más usual
desde de la militancia o desde la historia “objetiva” que tanto aborrecía.

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Fecha de recepción: 12 de agosto de 2020


Fecha de aceptación: 14 de diciembre de 2020

Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 343-371 Andamios 371
Hans Blumenberg, una concepción retórica de la
política
Juan Cristóbal Cruz Revueltas*

Resumen. A pesar de constituir una de las cimas de la filosofía


de la segunda parte del siglo XX, la obra de Hans Blumenberg
sigue siendo poco conocida en México y en América latina. En el
presente trabajo buscaremos demostrar que, si bien Blumenberg
no es un filósofo político en sentido estricto, ello no impide iden-
tificar –a partir de nociones clave como distanciación, mito, po-
liteísmo y retórica– un pensamiento político sólido y coherente
con el conjunto de su obra. Por lo demás, la obra de Blumenberg
constituye una clave y una vía de acceso para la comprensión de
las tensiones intelectuales que vivió la cultura de la República
Federal Alemana durante la segunda parte del siglo XX.

Palabras clave. Hans Blumenberg, filosofía política, retórica,


mito, democracia.

Hans blumenberg, a rhetorical conception of politics

Abstract. Despite being one of the pinnacles of philosophy in the


second part of the 20th century, the work of Hans Blumenberg
is still little known in Mexico and Latin America. In the present
work, we will seek to demonstrate that, although Blumenberg
is not, in the strict sense, a political philosopher, this does not
prevent identifying –from key notions such as distancing, myth,
polytheism and rhetoric– a strong political thought coherent

* Profesor investigador del Departamento de Filosofía de la Universidad Autónoma


del Estado de Morelos. Forma parte del Sistema Nacional de Investigadores. Correo
electrónico: jccruzr@me.com

Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 373-392 Andamios 373
Juan Cristóbal Cruz Revueltas

with the whole of his work. For the rest, Blumenberg’s work
constitutes a key and an access route for understanding the
intellectual tensions experienced by the culture of the German
Federal Republic during the second part of the 20th century.

Key words. Hans Blumenberg, myth, political philosophy, rhe-


toric, myth, democracy.

Hans Blumenberg, una concepción retórica de la política en la


Alemania Federal de la posguerra

La historia de la recepción de la filosofía y del pensamiento social en


América Latina debe preguntarse por qué, en el último medio siglo, el
debate se ha centrado en un canon muy restringido a costa de ignorar,
muy ostensiblemente, a autores indudablemente mayores.1 Entre estas
grandes obras relegadas se encuentra, sin duda, la de filósofo alemán
Hans Blumenberg, pues más allá de su muy importante contribución al
debate sobre la Modernidad, la recepción de su obra en Latinoamérica
–e, incluso, en el mundo en general– ha producido relativamente pocos
trabajos. Con el fin de subsanar esta laguna cultural, nos interesaremos
aquí, pasados los cien años de su nacimiento, a algunos de los aspectos
políticos de su pensamiento.2 Acometer esta cima intelectual es, sin

1  El número de referencias por autor de la base de Dialnet ofrece un buen indicador


del estado de las humanidades y de las ciencias sociales en lengua hispana: Michel
Foucault cuenta con 4.659 documentos, Martin Heidegger cuenta con 3914, en tanto
que un Pierre Bourdieu suma 2300. Nótese que éste último es mucho más citado que
uno de los grandes clásicos de la sociología como Max Weber con sólo 1000 referen-
cias, en tanto que el gran rival de Bourdieu, Raymond Boudon, sólo cuenta con 184.
Por su parte, Hans Blumenberg cuenta con 254 y un Mario Bunge no suma sino 191
menciones. Un premio de economia como Jean Tirol sólo alcanza 20 documentos.
Valga notar el claro predominio de los pensadores irracionalistas y posmodernos sobre
autores que se mantiene en la línea científica de su disciplina.
2  No abordaremos aquí el gran debate sobre la legitimidad de la Modernidad acome-

tido por Blumenberg puesto que ya le hemos dedicado específicamente un trabajo en


otro lugar (aún en imprenta).

374 Andamios
Hans blumenberg

duda, una tarea ardua. Sobre todo, es una labor exigente puesto que
su obra conforma un corpus que, por su naturaleza, descomunalmente
erudita y vasta, tiende al comentario y a una suerte de escritura pa-
limpséstica, al grado que, cuando lo leemos, no sabemos, dice Paolo
Caloni Paolo citado por Belloni: “en dónde termina, el pensamiento de
Blumenberg y en dónde comienza aquel del autor comentado” (2020).
Efectivamente, Blumenberg es un novelista y un “arqueólogo” de la filo-
sofía que lo mismo penetra los diferentes sedimentos culturales, desde
los más antiguos a los más recientes, como recorre los rincones menos
sospechados de la historia de la cultura occidental. Sin embargo, la tarea
que significa ocuparse de la muy extensa bibliografía blumengeriana no
impide correr el riesgo de aventurarse por un camino intelectual tan
fecundo como poco transitado.
Ciertamente Blumenberg no es un pensador político en senti-
do estricto, pero ello no implica necesariamente, como lo sostiene
Jean-Claude Monod (Monod, 2007, p. 205), uno de los principales
estudiosos de su obra, que lo político no constituya un tema central en
su pensamiento. Inmediatamente, casi en cualquiera de sus textos, salta
a la vista que conllevan constantemente observaciones y reflexiones
sobre temas que abordan y tocan directamente a lo político. Así, en un
ejemplo entre otros, dos de los cinco capítulos del libro Trabajo sobre
el mito (2003) los dedica a la confrontación entre la figura de Goethe y
aquella de Napoleón, al grado que une su reflexión con la de Nietzsche
“No fueron las guerras de liberación ni la Revolución francesa, “el acon-
tecimiento que le hizo repensar su Fausto, e incluso todo el problema
sobre qué es el “hombre”, fue la aparición de Napoleón” (Blumenberg,
2003). Como queremos mostrar aquí, el hecho de ocuparse muy meti-
culosamente del encuentro entre Napoleón y ‘Goethe no es meramente
anecdótico, puesto que se trata del reflejo del marco general de interés
de nuestro autor sobre el poder, la tolerancia, el mito político y el po-
liteísmo cultural (temas que, por lo demás, serán prolongados, a su
manera, por autores relevantes como Odo Marquard o Richard Rorty).
Según Goethe, si “la política es destino” (Blumenberg, 2003, p. 5), el
interés por el fenómeno del poder es aún más comprensible si tomamos
en cuenta que la generación de Blumenberg no podía ser indiferente al
contexto político que le tocó vivir: los convulsos tiempos de la Repú-

Andamios 375
Juan Cristóbal Cruz Revueltas

blica de Weimar, los terribles años del periodo nazi y la tensa Guerra
Fría. Recuérdese que, si bien Blumenberg había sido educado bajo la
religión católica, por los orígenes de su familia materna y en virtud de
las Leyes de Núremberg de 1935, nuestro autor fue considerado un
“mitad judío” (“Halbjude”) (Monod, 2007, p. 9). Por ello fue discrimi-
nado en la escuela, perdió oportunidades escolares, tuvo que escapar
del campo de trabajo de la “Organización Todt” y luego se vio obligado
a esconderse durante la guerra (Monod, 2016, pág. 133). Las figuras
más notorias que se habían opuesto al nazismo –T. Adorno, M. Hor-
kheimer y E. Cassirer– emigraron y publicaron desde el exilio, mientras
que Cassirer muere el 13 de abril de 1945 y Adorno y Horkheimer no
regresan a Alemania sino hasta 1949. En aquellos días, el joven filósofo
Blumenberg se topó con el hecho, frecuente en la Alemania Federal de
la época, que la mayoría de sus colegas y de las personalidades eminen-
tes en su campo de investigación habían pertenecido al Partido (como
se le llamaba coloquialmente al partido nazi) y no sólo en los casos bien
conocidos de Carl Schmitt y Martin Heidegger, también los hubo entre
los integrantes de la misma generación de Blumenberg e incluso entre
los miembros del grupo de Poética y Hermenéutica. Éste célebre grupo
de investigación fue fundando, entre otros, por el mismo Blumenberg y
en él participaron personalidades como Jacob Taubes, Odo Marquard,
Reinhart Koselleck, Dieter Henrich y Robert Jauss. Entre ellos, merece
al menos mención especial éste último cuyo caso nos da un buen ejem-
plo del clima cultural con el que debió lidiar, a lo largo de su carrera
académica, Blumenberg. El “caso Jauss” recuerda aquel del también
crítico de la literatura de origen belga, Paul de Man, quien escondió
durante 35 años su pasado colaboracionista y antisemita. En efecto, no
es sino a mediados de los 90s que estalla en Alemania el escándalo del
“caso Jauss” por la otrora pertenencia de Jauss a la SS (recuérdese que
Blumenberg muere en 1996). Se ha dicho que Jauss adoptó la teoría
literaria como una prolongación de su antigua lucha (Ottmar, 2016), lo
cual abre el debate sobre cómo entender su relación con Blumenberg,
tema que, desafortunadamente, no dará tiempo de abordar aquí. Algu-
nos sugieren que este complejo contexto habría llevado a Blumenberg
a escribir, al menos durante un tiempo, entre líneas (esta es la tesis de
Angus Nicholls (Nicholls, 2015). Por nuestra parte, no abordaremos

376 Andamios
Hans blumenberg

este debate salvo de una manera tangencial, puesto que lo que nos in-
teresa aquí es propiamente lo que puede significar la “filosofía política”
inherente a la obra del profesor de Münster.

Antropología

La mejor manera para inferir una “filosofía política” de la obra de Blu-


menberg es partiendo de la pregunta que para Immanuel Kant resumía
el objeto de su investigación filosófica, a saber: “¿qué es el hombre?”
(Carta a Stäudlin del 4 de mayo de 1793 (Philonenko, 2003, p. 144)).
Como es bien conocido. en su respuesta el autor de la Crítica de la razón
pura (1781) no ignoraba la influencia de las inclinaciones ni de las sen-
saciones, pero, a pesar de ello, seguía viendo en la razón la facultad que
marca una superioridad ontológica de nuestra ‘especie’: “en sus textos
morales esenciales, nos dice ese especialista del filósofo de Königs-
berg que fue Alexis Philonenko, Kant habla del ser razonable y no del
hombre” (Philonenko, 2003, p. 25).3 Es cierto que, si examinamos a la
Antigüedad, al menos en su pensador más emblemático a este respecto,
en Aristóteles existe la noción de una cierta superioridad del hombre,
pero está presente de manera muy limitada, sólo en el marco del axioma
según el cual ‘la naturaleza no hace nada en vano’. De ninguna manera
hay en Aristóteles un privilegio del hombre desde el punto de vista del
cosmos entero (Blumenberg, 2003, p. 207). Pero esta visión del ser hu-
mano, nos dice Blumenberg, comienza a cambiar con los estoicos y se
acentúa con el cristianismo que le confieren al hombre una cierta “fun-
ción central en el cosmos” (Blumenberg, 2003, p. 207). Esta concepción
no sólo se prolongará de Pico della Mirandola a la concepción de Kant
de la Crítica de la Razón Pura (1781) y de la Razón Práctica (1788), sino
que también es perceptible en autores de principios del siglo XX, por
ejemplo, en el Edmund Husserl de La crisis de las ciencias europeas y
la fenomenología trascendental que ve al hombre como fundamento de
toda forma de razón (Schaeffer, 2009, pág. 22), o en la concepción del

3  Sinembargo, como lo veremos con Blumenberg y la teoría del símbolo o de la metá-


fora, Kant parece escapa, a nuestro parecer, a esa concepción en La Crítica del Juicio,
publicada en 1790.

Andamios 377
Juan Cristóbal Cruz Revueltas

“Dasein” de Martin Heidegger en Ser y Tiempo, en donde, a pesar de


pretender sobrepasar todo antropocentrismo, se sigue otorgando un pri-
vilegio al “Dasein” (término que sustituye, en el lenguaje del filósofo de
Friburgo, aquel de ser humano): el Dasein es el ser que tiene un acceso
privilegiado a la pregunta sobre el sentido del Ser.4
La preferencia por el enfoque antropológico por parte de Blumen-
berg podría parecer paradójica puesto que la entiende como una crítica
del antropocentrismo. En efecto, en este punto coincide con Nietzsche
quien ya en el siglo XIX afirmaba que: “el hombre no representa pro-
greso alguno respecto al animal…” (Blumenberg, 2003, p. 651). Más
aún, antes que poseedor de una ilusoria supremacía, el ser humano se
caracteriza por ser un animal “pobre” (Blumenberg, 1999, p. 116) y
particularmente desprovisto, al grado que, tal y como le gustaba enfa-
tizar nuestro autor, no es evidente que pueda existir. Su oposición a la
tradición dominante recurre a dos vías: la primera, como un regreso a
Protágoras y al mito puesto en su boca por Platón según el cual, cuando
los dioses forjaron a los seres mortales, recayó sobre el hermano de Pro-
meteo, Epimeteo, el distribuir las capacidades; así, Epimeteo las distri-
buyó entre los animales, pero cuando llegó al hombre ya había repartido
todas. El hombre queda entonces “desnudo y descalzo y sin coberturas
ni armas” (Platon, Protágoras, 321d). Nótese que este mito se opone en
todo a la visión aristotélica del hombre como un ser “por naturaleza”
político puesto que, en la narración de Protágoras, no encontramos ante
un ser indigente que no sólo no cuenta con capacidades especiales, sino
que tampoco posee un “sitio” que le sea propio. Sólo un deus ex machina,
en este caso Prometeo, el portador del fuego, podrá salvarlo.
La segunda vía que nos propone Blumenberg se apoya también en la
antropología contemporánea que ve al hombre como un ser que dejó su
biotopo original para no volver a fijarse, nunca más, en un determinado
ambiento o nicho biológico. Valga subrayar que este ser desprovisto, a
merced de peligros que pueden aparecer en cualquier parte y para los
que no está instintivamente preparado, es un ser marcado por el miedo

4 Así lo indica la célebre distinción que hace Heidegger entre piedra, animal, ser hu-
mano: “1) la piedra (lo material) es sin mundo, 2) el animal es pobre de mundo; 3) el
ser humano configura mundo»(weltbildend) (Heidegger, 1992, pág. 267).

378 Andamios
Hans blumenberg

(Blumenberg, 2011, p. 421). ¿Cómo puede sobrevivir entonces un ser


tan radicalmente desprovisto? Cercano en este punto a las tesis defen-
didas por autores como Max Scheller, Ernst Cassirer, Helmuth Plessner
y Arnold Gehlen, Blumberg encuentra la respuesta en lo que se puede
describir como un proceso de compensación: la “indigencia” biológica
dio pie a una flexibilidad adaptativa. Un ser con poca especialización,
pero con amplias disposiciones para afrontar las muy diversas situacio-
nes. Una suerte de “poliadaptabilidad” misma que se expresa en su ca-
pacidad a confeccionar y usar ropas, armas, toda clase de instrumentos,
y, sobre todo, en su poder de echar mano del lenguaje y de la narrativa.
En otras palabras, compensa su falta de instintos desarrollando una
segunda naturaleza: la cultura (Blumenberg, 2011, p. 412).

Distanciación

Por principio, la sobrevivencia, lo que hace posible al ser humano, es


la distanciación (recuérdese que su trabajo de habilitación versó sobre
“Die ontologische Distanz” [La distancia ontológica, 1950]). Este es el
principio que subyace a la multiplicidad de actividades del ser humano
(Blumenberg, 2011, p. 426) ya que la relación que un ser tan radical-
mente desprovisto puede tener con la realidad sólo puede fundarse en
su capacidad de desactivar y neutralizar fuerzas y amenazas. Y esto,
precisamente, se logra interponiendo distancia. En efecto, para evitar
la confrontación directa con aquello que lo amenaza -a fin de cuentas,
la aplastante y sofocante realidad misma- el ser humano interpone un
espacio de maniobra por medio de instrumentos, como pueden serlo la
flecha o la lanza: “el hombre surgió, nos dice nuestro autor, de un golpe
o, mejor dicho, de un lanzamiento” (Blumenberg, 2011, p. 434). Mas,
como veremos, esto no se limita al ámbito corporal o de la acción. Ya
en 1944 Cassirer había sostenido que el hombre no tiene una relación
directa con la realidad puesto que ella está mediada simbólicamente
(Cassirer, 1960, p. 39), pero lo que interesa a nuestro autor es el hecho
que está distanciación simbólica (a diferencia de Cassirer, Blumenberg
dirá “metafórica”) es decisiva dado que ella abre nuestra posibilidades
tal y como lo hace el concepto de “trampa”: “esto es la realización del

Andamios 379
Juan Cristóbal Cruz Revueltas

pensamiento en un sentido compacto: un dispositivo cuya aplicación,


arreglo, suspensión y recuperación permite a alguien ausente hacer algo
ausente su presa” (Blumenberg, 2018, p. 44).
Empero, también la distanciación es un proceso que permite sobre-
pasar la angustia indeterminada provocada por el “absolutismo de la
realidad” (otra de las nociones clave o “concepto límite” de nuestro autor
(Blumenberg, 2003, p. 12). En efecto, el “absolutismo de la realidad”, la
realidad desnuda, con su abrumadora y desmesurada escala frente a la
nuestra y su innumerable cantidad de estímulos, nos lleva a presentir la
posibilidad de perder control de las condiciones de nuestra propia exis-
tencia. Prolongando la analítica del Dasein de Heidegger, Blumenberg
entiende el absolutismo de la realidad como aquello que nos produce
angustia y nos pone en un estado de conciencia sin objeto. Todo ello
es, para nuestro autor, resultado, recordemos, de nuestra inadaptación
biológica radical (Blumenberg, 2003, p. 11), pues para hacer frente a
la realidad y sobreponernos al riesgo de parálisis necesitamos entonces
‘racionalizar” (Blumenberg, 2003, p. 11) y convertir la angustia en mie-
do por medio metáforas que nos permitan transformar lo desconocido
en algo familiar, lo inexplicable en algo explicable, lo innombrable
en algo nombrable. Gracias a la nominación, es decir, gracias a una
serie de “artimañas” (Blumenberg, 2003, p. 13), se sustituye entonces
la cosa por una imagen, se transforma la angustia indeterminada en
miedos específicos y se puede llegar a un acuerdo con las fuerzas que
nos acechan (si se les puede nombrar, se puede “negociar”): “la función
del rito y del mito radica, justamente, en crear una distancia, elabo-
rándola intuitivamente, respecto a aquella originaria tensión emocional
de ‘terror salvaje’, por ejemplo, haciendo que, en el ritual, el objeto
numinoso sea mostrado, expuesto, tocado” (Blumenberg, 2003, p. 73).
La realidad es así organizada como expresión de fuerzas, luego en un
conjunto de historias, narraciones o en forma de “mitología en su fun-
ción de despontencialización de lo que angustia” (Blumenberg, 2003,
p. 33). Se puede pensar en un paralelismo de la visión de Blumenberg
con aquella de Hobbes: el terror originario corresponde al estado de
naturaleza; en tanto que la construcción de formas simbólicas, aquella
que nos permiten escapar de la miserable situación inicial, es decir, la
cultura, corresponde al contrato social.

380 Andamios
Hans blumenberg

Es claro que Blumenberg retoma la identificación que hacía ya Giam-


battista Vico en 1744 (Vico, 1975) entre el gran proceso de nominación
que acompaña el nacimiento del lenguaje humano y la naturaleza poé-
tico-creadora de las mitologías (Blumenberg, 2004, p. 17). En efecto, de
la violenta castración sufrida por Urano, nace la bella Afrodita; el terror
originario es transformado en “proceso fabuloso de otorgar nombres”
(Blumenberg, 2004, p. 17), es decir, en creativa capacidad poética. El
mito es el medio crucial en el que encontramos significado. Pero, ade-
más, si reducimos el terror y la angustia y los transformamos en simple
miedos por medio de las palabras, de las metáforas y del mito, esto se
logra porque el trabajo simbólico establece divisiones entre poderes.
Cada nombre, cada metáfora, distingue a un poder de los demás. Pode-
res que se contienen mutuamente y fuerzas que se neutraliza entre sí.
De aquí la fascinación de Blumenberg por el apotegma de Goethe:
Nemo contra Deum nisi Deus ipse (“Solo dios contra dios”). Frase que,
contra Carl Schmitt, Blumenberg traduce en clave politeísta: “Un dios
sólo puede ser contrapesado, a su vez, por un dios” (Blumenberg,
2003, p. 561). Este énfasis se explica porque, para Blumenberg, el mito
es por naturaleza politeísta no sólo porque el motor de toda narrativa
reside en la coexistencia conflictiva de una pluralidad de poderes (Blu-
menberg, 2003, p. 285), sino también porque esa misma pluralidad es
un dispositivo que, como ya se dicho, los limita (Blumenberg, 2005,
p. 92). El mito es entonces contrario a toda ortodoxia, rigor, literalidad
y dogmatismo puesto que vive y se nutre de metamorfosis y de trans-
formaciones. La tradición es importante, pero menos como origen que
como proceso de añejamiento, como un largo proceso de selección en
el tiempo, compatible con la permanencia del núcleo del mito que per-
manece reconocible, a pesar de estar sujeto a constantes innovaciones y
a pesar de estar conformado a manera de constelación de narraciones.
Las categorías del mito se oponen a aquella del rigor de la creencia y
del miedo propias de la teología, el mito no tiene como centro al hom-
bre y menos una relación exclusiva con un dios omnipotente. Más aún,
el mito sólo es posible bajo la negación del atributo de omnipotencia.
Esto explica que, de la mitología griega al mito de la horda primitiva,
el pluralismo del mito aparezca como la superación del absolutismo de
la figura del padre (Blumenberg, 2005, p. 93). Se sigue que el Mito y la

Andamios 381
Juan Cristóbal Cruz Revueltas

teología son dos imaginarios que no puede presentarse simultáneamen-


te puesto que se excluyen entre sí.
Como ya se ha visto –así como Zeus hace frente a un Crónos o
Prometeo hace frente al propio Zeus– el mito es un proceso que neu-
traliza –por medio de pesos y contrapesos– los poderes. Además, por
sus pluralidad, prodigalidad y apertura, el mito tiene los atributos que
favorece la tolerancia. No extraña que Blumenberg anote: “Voltaire
apunta que es más fácil comportarse virtuosamente si no se poseen
demasiadas opiniones firmes o convicciones dogmáticas” (Blumenberg
H., 2003, p. 258). En otras palabras, lejos de la teología que prohíbe
pronunciar el nombre de Dios en vano (Éxodo 20, 7), en el ámbito del
mito el hombre no está sometido absolutamente ni a poderes reales ni a
poderes imaginarios. De aquí su gran atractivo: “las libertades del poli-
teísmo se convierten así en el secreto anhelo de todos los renacimientos
y romanticismo” (Blumenberg, 2004, p. 20). Si bien nuestro autor es
un “ilustrado desencantado” (FragI, p. 143). que ha dejado atrás la idea
de un progreso victorioso, todo permite pensar que la visión política
de Blumenberg es, al fin y al cabo, no sólo de tipo liberal (contrapesos
entre poderes y una sociedad cuyas instituciones no se fundan en res-
puestas últimas), sino que se inclina con la visión del hombre moderno
como sujeto capaz de autoafirmarse. Pero, como veremos, también se
trata de deconstruir la fascinación prusiana por el Estado y todas aque-
llas nociones que en el mundo moderno han producido una “política
del poder” tales como la soberanía, la violencia y la primacía absoluta
del Estado propia de la Realpolitik (Monod, 2012).

Retórica

Los aspectos son aún más claros cuando se toma en cuenta su prefe-
rencia política por la retórica. En la vieja oposición entre Platón y los
sofistas, entre verdad y retórica, Blumenberg toma partido a favor de los
seguidores de Protágoras y de Georgias. La preeminencia de la retórica
se entiende, por principio, tomando en cuenta, por un lado, la crítica
de la verdad –o. digamos, del platonismo que defiende la preeminencia
de la idea sobre aquello que “sólo es fenómeno”– y, por el otro lado, el

382 Andamios
Hans blumenberg

proceso a través del cual interpretamos nuestra experiencia. Respecto


al primer punto, hoy en día la política no puede someterse a la verdad
como los proponía Platón puesto que, a pesar del gran desarrollo de la
ciencia de las últimas centurias, no la poseemos. En nuestros días este
déficit de verdad encuentra su explicación en el hecho que la ciencia
moderna no se ha convertido, al menos así lo entiende Blumenberg (en
clara continuidad con la visión de Thomas Kuhn), en un instrumento
que provea conocimiento, sino en un proceso de auto negación infinito.5
Y en las épocas en que la premisa de verdad se ha vuelto problemá-
tica, se vuelve necesario recurrir a la retórica y al mito (Blumenberg,
2016, p 128); así lo anunciaba ya Nietzsche a finales del siglo XIX
cuando apunta: “la mentira está permitida en los casos en que es impo-
sible conocer la verdad” (Blumenberg, 2004, p. 45). Se entiende que,
a falta de otro asidero, el mito nos permite satisfacer las interrogantes
que, si bien escapan a una respuesta teórica, no podemos evitar (Blu-
menberg, 2003, p. 44-45).
En cuanto al segundo punto, nuestras limitaciones derivan no sólo
del déficit de verdad en cuanto tal, sino que también proceden del
perspectivismo de nuestros intereses y de nuestras idiosincráticas tal
y como lo formula el “principio de significación” (principio que Blu-
menberg retoma de Rothacker (Blumenberg, 2003, p. 77)). Este parte
del hecho que, a diferencia de los animales, nosotros tenemos la capa-
cidad para tomar distancia frente a las cosas y transformarlas en objetos
mentales con diferentes niveles de significación: “La significación surge
tanto a base de elevar como también de despontencializar. Al elevar,

5  Al déficit de verdad se podría añadir el desafío que introduce el principio de inde-


terminación de la física cuántica como efectivamente llega a mencionarlo Blumenberg,
pero probablemente esto sería confundirlo con la idea de incertitud. En efecto, el
principio de indeterminación refiere al hecho que nuestros conceptos clásicos no sirven
para los “objetos” de la física cuántica (cuyo comportamiento es una suerte de mezcla
entre corpuscular u ondulatorio), pero esta afirmación se suele malinterpretar como
una incertitud y como un límite a nuestro poder de conocimiento (cuando en realidad,
valga enfatizarlo, la confusión viene del hecho de que se trata des objetos ontológi-
camente diferentes a los de la física clásica). A este respecto, ver las afirmaciones de
Etienne Klein, Director del Laboratorio de investigación sobre las ciencias de la materia,
Francia (Klein, s.f.)

Andamios 383
Juan Cristóbal Cruz Revueltas

aplica un suplemento con que se enriquecen y no sólo retóricamente,


determinados hechos desnudos; al despontencializar, mitiga lo inso-
portable, convirtiendo lo estremecedor en algo estimulador e incitante”
(Blumenberg, 2003, p. 87).
“Interpretar” la realidad implica, por nuestra finitud, interesarnos
en ciertos aspectos y marginar otros, conformando grados y escalas de
valores. Y cada uno de nosotros, diría Blumenberg, lo hacemos dentro
de contextos históricos y culturales de significaciones idiosincráticas que
confieren estabilidad a nuestra experiencia. Como ya se ha señalado, en
contraposición a la verdad de la ciencia y al dogmatismo de la teología,
el mito es el medio privilegiado de significación. Nótese que, en nuestros
días, el espacio del mito como alternativa al sentido que la verdad no nos
puede ofrecer, está ocupado preeminentemente, como lo hace pensar el
abundante material que le dedica Blumenberg, por la literatura y su bús-
queda de sentido (o de sin sentido): “la verdadera realidad, decía Kafka,
nunca es realista” (Blumenberg, 2004, p. 60). En otras palabras, frente
a la ausencia de verdad dogmática, la novela es entonces, como dijera
Georg Lukács, “la epopeya de un mundo sin dioses” (2010, p. 84).
Ahora bien, respecto a la retórica en cuanto tal, Blumenberg en-
cuentra en ella dos virtudes políticas. La primera viene de su capacidad
para reemplazar la violencia física. El hecho que los griegos, según
el testimonio de Isócrates (Blumenberg, 1999, p. 121), encontraban
conveniente el uso de la fuerza en su relación con los bárbaros, pero
privilegiaban el uso de la persuasión entre griegos, muestra que la
palabra y la retórica permiten, al menos cuando se posee un horizonte
cultural común, sustituir la violencia física por la mediación simbólica.
De aquí la importancia de la obra de Maquiavelo para Blumenberg,
ya que ella representa la ruptura con Platón al reintroducir medios
retóricos, como el artificio y la apariencia, como instrumentos para
contornar la violencia. El segundo atributo de la retórica consiste en
su papel como medio de cohesión social. Si bien nuestro autor admite
que las palabras pueden favorecer la propaganda y la demagogia, eso
no le impide abogar por la retórica en política puesto que el lenguaje
no es tanto un instrumento para la comunicación de conocimientos o
de verdades, sino que es un medio para generar entendimiento común,

384 Andamios
Hans blumenberg

asentimiento o tolerancia.6 Por lo demás, el valor social de la retórica es


más claro si se le contrapone con la racionalidad.
En efecto, si la racionalidad acelera la acción, la retórica tiene la
cualidad de ser un modo dilatorio que facilita el intervalo necesario
para reducir la violencia y alcanzar los acuerdos que hacen posible
obrar. Dada esta defensa de la prioridad de la retórica frente a los ac-
tos, es comprensible que Blumenberg invierta el sentido del título del
conocido libro de J. L. Austin, para proponer como programa un “how
to do nothing with word” (cómo hace nada con palabras). Este interés de
Blumenberg por sustituir la acción por la palabra, por desactivar la vio-
lencia del Estado, es más comprensible cuando sabemos que la elabora
en el contexto de la Guerra Fría, en particular de la crisis de misiles de
Cuba que lindó con el desencadenamiento de la conflagración nuclear.
Aunque no podía saberlo (puesto que falleció, como hemos dicho,
en 1996), Blumenberg describió bien el diferimiento de la acción y
el procedimiento retórico que salvó a la humanidad en aquellos días
de octubre de 1962. En efecto, fue sólo en 2002 cuando se supo que,
durante la crisis, los submarinos que escoltaban a los barcos soviéticos
enviados a Cuba eran portadores de torpedos con carga nuclear y por lo
tanto menos se sabía que los comandantes contaban con autoridad para
usarlos en caso “de extrema urgencia”. Durante la cuarentena impuesta
por el presidente Kennedy, uno de esos submarinos fue descubierto por
la armada americana. Mientras su nave era sometida a cargas de pro-
fundidad, el capitán soviético consideró que había llegado la situación
de “extrema urgencia” que lo autorizaba a disparar los torpedos nuclea-
res. Pero la decisión fue diferida debido a que, además del capitán, se
requerían dos firmas más, aquellas de los otros dos mandos superiores
del submarino. El capitán dio su firma para proceder al ataque, también
lo hizo el segundo de los mandos, pero el tercero mando consideró que
convenía esperar la orden directa de Moscú y negó su firma. Gracias a
los procesos retóricos (en este caso, el protocolo) para diferir la acción
y asegurar el convencimiento, el tercer mando del submarino soviético

6  En un tesis cercana, recientemente Hugo Mercier y Dan Sperber han sostenido que
la razón responde ante a problemas de interacción social que al pensamiento solitario
(Sperber, 2017, pp. 182-183).

Andamios 385
Juan Cristóbal Cruz Revueltas

logró desactivar la acción. Ese marino desconocido, de actitud blumen-


geriana, es, sin duda, uno de los grandes benefactores de la humanidad
(jfklibrary.org, 8).
No obstante, hay otro aspecto del pensamiento de Blumenberg que
debe ser considerado. Xander Kirke, uno de los pocos autores que han
estudiado específicamente su pensamiento político, observa que en la
crítica de la lectura que Hannna Arendt hace del caso del criminal nazi
Adolf Eichmann, la posición de Blumenberg se hace más compleja. En
otras palabras, nuestro autor deja la posición descriptiva para pasar a
sostener una concepción normativa. Este giro se puede entender por
la importancia simbólica del juicio de Adolf Eichmann (Kirke, 2019).
Como se recordará durante el periodo nazi, Eichmann participó como
colaborador de Reinhard Heydric en la Conferencia de Wannsee, en-
cuentro en el que se elaboró la organización de la “solución final”. A
Heydric le correspondió organizar la logística de los campos de ex-
terminación y tuvo una participación mayor en la organización de la
exterminación de los judíos.
En su debate con Arendt, Blumenberg sostiene que, en momentos
de excepción, el mito es necesario como medio de resistencia y autoa-
firmación de una comunidad. Precisamente este enfoque era el adop-
tado por el proyecto del primer ministro israelí, David Ben-Gurión, en
los días del proceso Eichmann: el “juicio tendría una función otra que
la judicial: aquella de un monumento al acto fundador, la legitimidad
fundadora de Israel” (Blumenberg, 2018, p. 15). En contraposición,
Hannah Arendt no ve en Eichmann un monstruo, sino un simple buró-
crata que sólo buscaba ascender en la jerarquía, un mero clown. Todo
indica que, en este punto, Arendt había sido sensible a la influencia de
Karl Jaspers quien, en su intercambio epistolar con Arendt, le enfatiza-
ba que “…. una culpa que va más allá de toda culpa inevitablemente
cobra relieve de ´grandeza´,. de grandeza satánica…” (Berstein, 2006, p.
54). Más tarde, el mismo Jaspers se felicitaría por el subtitulo del libro
de Arendt: “la banalidad del mal” (Berstein, 2006, p. 55). El deseo de
evitar una visión mitológica es explícito.
No extraña que, visto por Blumenberg, esta lectura “rigorista” de
Arendt no podía ser sino una suerte de error político y esto en un mo-
mento crucial ya que el análisis “puede diluir la función misa del mito”

386 Andamios
Hans blumenberg

(Kirke, 2019, p. 88), sin embargo, al pasar así de la mera descripción


de la función del mito a defender su valor político, Blumenberg corre
el riesgo de acercar su posición a aquellas de Georg Sorel y de Carl
Schmitt. En efecto, comentando a Sorel, Blumenberg parece adoptar el
argumento del “dios oscuro” (según el cual la comunidad requiere un
motivo de movilización profundo que exceda la razón (Gellner, 1992))
cuando apunta que la revolución francesa “no hubiera podido vencer
sin imágenes…” (Blumenberg, 2003, p. 245). Ahora bien, tomados
así, el mito y las imágenes no parecen ser las mejores expresiones del
imaginario democrático

Democracia y Mito

Desde su origen ha sido recurrente juzgar a la democracia moderna


como poco apta para suscitar apego emocional a favor de sus institucio-
nes. Ya en La Democracia en América Tocqueville constataba el carácter
iconoclasta y frío de la democracia y su poca proclividad al mito:

nada repugna tanto al espíritu en tiempos de igualdad como la


idea de someterse a formas determinadas. Los hombres que viven
entonces soportan con impaciencia las imágenes; los símbolos
les parecen artificios pueriles que se utilizan para velar o disfra-
zar verdades que sería más natural mostrarles desnudas y a plena
luz; las ceremonias les dejan fríos y propenden naturalmente a
no conceder sino una importancia secundaria a los detalles de la
liturgia (Tocqueville, 1961, p. 43).

En 1943, bajo la ocupación alemana, aflora de nuevo este rasgo de la


democracia, pero ahora bajo el juicio crítico de Robert Brasillach, un
ideólogo francés de extrema derecha. “La calamidad de la democracia,
escribe Brasillach, es la de haber privado a la nación de imágenes, imá-
genes para amar, para respetar, para adorar…” (Lacoue-Labarthe y Nan-
cy, 1996, p. 11). Esta es también la línea de lectura de un Georg Sorel
quién creía que los movimientos sociales requieren del uso político de la
violencia y del mito, es decir, del uso de imágenes que movilice política-

Andamios 387
Juan Cristóbal Cruz Revueltas

mente: “los hombres que participan en los grandes movimientos socia-


les imaginan su más inmediata actuación bajo la forma de imágenes de
batallas que aseguran el triunfo. Yo propuse denominar mythes (mitos)
a esas concepciones…la huelga general de los sindicatos y la revolución
catastrófica de Marx, son mitos” (Sorel, 1910, p. 29). Y en la conclusión
añade “no vacilo en declarar que el socialismo no podría substituir sin
una apología de la violencia. Es en las huelgas donde el proletariado
afirma su existencia…las huelgas son un fenómeno de guerra…” (Sorel,
1910, p. 297) Sorel termina en su última frase, dos páginas más abajo,
asegurando que de todo (la guerra y la violencia) sólo quedará “la epo-
peya” (Sorel, 1910, p. 299). Nótese que este tipo de motivos reaparecen
hoy en día en pensadores populistas de izquierda “postmarxista”, como
Chantal Mouffe y Ernesto Laclau, quienes defienden, precisamente,
el uso de la palabra “pueblo” como útil político porque refiere a un
significado vacío que tiene poder ideológico, ya que permite articular
demandas (en torno al mero símbolo de dichas demandas) y crear una
identidad compartida. La política es entendida entonces bajo una visión
plenamente constructivista, a saber, aquella de la creación, por medio de
la retórica, de la ficción o, mejor, del mito “pueblo”.
¿Cuál es entonces la posición de nuestro autor frente a la visión del
mito del tipo de Sorel? En una carta dirigida a Götz Müller del 22 de
agosto de 1981 (Blumenberg, 2016, p. 58-59), se pregunta también si
la gran novela de Robert Musil (traducida al español bajo el nombre
de El Hombre sin atributos) no entró en crisis cuando el autor debió
reconocer, en los años 1920, que “la política y el mito han llevado a
cabo una unión funesta” (Blumenberg, 2016, p. 59). Se puede pensar,
sin embargo, que el mito político moderno es distinto al mito clásico
defendido por Blumenberg. El primero no sería sino un abusivo uso
consciente del segundo: el mito político del nazismo y del populismo
son artificiales. No son el producto del lento proceso selectivo a lo largo
de la historia, impersonal y relativamente autónomo, que conforma el
verdadero mito para Blumenberg (Blumenberg, 2003, p. 185).
Si, por lo demás, seguimos a Jean-Claude Monod, Blumenberg no
pudo haber ido demasiado lejos con una visión decisionista del tipo
defendido por Carl Schmitt, puesto que la crítica de esa noción consti-
tuye una de sus armas de debate contra el autor de Teología política. Por

388 Andamios
Hans blumenberg

una parte, debido al hecho que el decisionismo requiere un soberano,


una persona infalible que decida en última instancia; en otras palabras,
se trata de reintroducir -a la manera del príncipe descrita por Maquia-
velo- la religión por medios retóricos para engañar al pueblo.
De aquí la importancia de la lectura de la Modernidad realizada por
nuestro autor (de la cual nos hemos ocupado en otra parte): contra lo
que pretende Schmitt, la Modernidad y sus formas políticas poseen le-
gitimidad propia, no son máscaras de motivos religiosos. Por otra parte,
la coincidencia con Schmitt tampoco puede ir muy lejos debido a que
su defensa de la retórica y su alegato a favor de la desabsolutización de
lo político, fueron elaborados, precisamente, contra el insoportable ab-
solutismo político manifestado en el siglo XX cuyo mejor representante
fue, precisamente, el propio Schmitt (Monod J.-C. , 2007, p. 209).
Sólo así se puede entender la admiración de nuestro autor por el
mito entre los griegos: “La fascinación que ejercía el mito se debía pre-
cisamente a que era mera representación, sólo necesitaba ser ´creído
momentáneamente, pero nunca devino norma o credo” (Blumenberg,
2004, p. 23). Su obra, el contexto histórico y su larga confrontación
con el pensamiento de Carl Schmitt permiten defender que limitar el
poder y evitar pensarlo como una entidad substancial son las claves del
pensamiento político de Blumenberg.
Sin embargo, vale la pena buscar otra perspectiva y regresar por un
momento al juicio de Eichmann, para contar con mejores parámetros de
evaluación que permitan arrojar luz, aunque sea externa o indirecta, al
debate sobre el mito. Nos referimos al testimonio de otro lucido obser-
vador de estos eventos, Ernest Gellner. En un pequeño texto dedicado
a Hannah Arendt, Gellner sostiene que la imagen de Eichmann como
un hombre mediocre y la tesis de la banalidad del Mal son, en el fondo,
el resultado de la fascinación de la misma Arendt por el Romanticismo.
En efecto, en un principio Arendt habría querido ver en el totalitaris-
mo nazi una obra de Wagner (Gellner, 1993). En otras palabras, Arendt
interpreta los eventos a partir de su fascinación por el Romanticismo.
Pero, al momento de confrontarse personalmente con el criminal nazi,
Arendt no pudo sino decepcionarse frente al aire banal del personaje
(en realidad, su decepción la habría llevado a equivocarse mucho res-
pecto a Eichmann quien, de acuerdo con trabajos recientes (Stangneth,

Andamios 389
Juan Cristóbal Cruz Revueltas

2015), fue algo más que un mero burócrata oportunista). Ahora bien,
la lectura de Gellner abre la pregunta sobre la cercanía entre Arendt y
Blumenberg, dos personalidades marcadas por su doble origen alemán
y judío, así como por su doble origen intelectual moderno y romántico.
Se entiende que Gellner, que duda del alcance del movimiento fenome-
nológico (al estar “desconectado de los conceptos explicativos y de las
cuestiones de validez, prueba y origen” (Gellner, 1993, p. 100) sugiera
que los trabajos emanados de esa corriente de pensamiento son menos
marcos explicativos adecuados de los fenómenos sociales que estudian,
que síntomas de esos mismos fenómenos.
Sin ir necesariamente tan lejos como Gellner, podría decirse que este
cruce y tensión entre tradiciones y pertenencias es el sello de la obra de
Blumenberg: el filósofo politeísta de origen judío que defiende el mito
nacional judío y por un momento se acerca a los motivos intelectuales
de su gran oponente y, en su momento, “personificación misma del
intelectual nazi” (según la expresión de Marcuse (1934, pág. 54)), Carl
Schmitt. Salta a la vista que la trayectoria de Blumenberg se inscribe
en la línea de pensadores judíos que, como la misma Hannah Arendt,
Hans Jonas, Emmanuel Levinas, Jacques Derrida o Ernst Tugendhat,
se forman bajo la sombra de Martin Heidegger, un filósofo muy cerca-
no al nazismo. En el caso de Blumenberg, no sólo se nutre de la obra
del filósofo de la Selva Negra, también se apoya abundantemente en
los trabajos de Arnold Gehlen, un antiguo miembro de partido nazi.
Asimismo, como mencionamos en un inicio, es colega muy cercano
de Hans- Robert Jauss, en otro tiempo oficial de la Waffen-SS (División
Carlomagno). A este respecto y en defensa de Blumenberg, podemos
pensar que su obra es un trabajo de subversión, en clave antropológica
y desde el interior, de los temas heideggerianos de Ser y tiempo. De
alguna manera, probablemente por el clima intelectual en que estuvo
inmerso, Blumenberg hace eco al Heidegger de los tristemente célebres
“Cuadernos negros” (cuya primera trascripción es de 2014) cuando
juzga a los judíos como “carentes de suelo” (prolongando el viejo este-
reotipo del judío como un ser “nómada”, “errante” … (Kellerer, 2016,
pp. 479-496). Efectivamente, en su tesis de habilitación, Blumenberg
parte de la “ausencia de suelo” (Müller, 2010, p. 48) como aquello que
define… al ser humano en general.

390 Andamios
Hans blumenberg

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Fecha de recepción: 9 de agosto de 2020


Fecha de aceptación: 14 de diciembre de 2020

392 Andamios Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 373-392
Políticas de la materia. La producción material en el
pensamiento de Postone
Facundo Nahuel Martín*

Resumen. Intentaré reconstruir cómo Moishe Postone estudia


los aspectos materiales y concretos de la sociedad capitalista.
Este autor es leído habitualmente como un teórico de la forma
social, lo que lleva a descuidar sus planteos sobre la producción
material. Este análisis es filosóficamente relevante en cuanto
incluye teorías sobre la neutralidad de la tecnología y los modos
de universalidad social. Postone analiza la producción industrial,
el trabajo concreto y el tiempo histórico como formas de pro-
ducción material cualitativamente relevantes para la teoría social
crítica, en las que se debaten las contradicciones entre formas
opresivas y potencialidades liberadoras de la sociedad capitalista.

Palabras clave. Teoría crítica, modernidad, capitalismo, produc-


ción material, universalidad social

Policies of the matter. material production in


Postone’s thought

Abstract. I will try to reconstruct how Moishe Postone studies


the material and concrete aspects of capitalist society. This au-
thor is usually read as a theorist of the social form, which leads
to neglecting his ideas about material production. This analysis
is philosophically relevant insofar as it includes theories on the
neutrality of technology and the modes of social universality.

* Docente de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (Argentina) y becario postdoc-


toral en CONICET. Correo electrónico: facunahuel@gmail.com

Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 393-413 Andamios 393
Facundo Nahuel Martín

Postone analyzes industrial production, concrete labor and


historical time as forms of material production qualitatively
relevant to critical social theory, in which the contradictions
between oppressive forms and emancipatory potentialities of
capitalist society are confronted.

Key words. Critical theory, modernity, capitalism, material pro-


duction, social universality

Introducción

En este trabajo me propongo analizar las dimensiones sociales e histó-


ricas de la producción material en el pensamiento de Moishe Postone.
Su trabajo reconstruye la teoría del Marx maduro como una crítica del
trabajo en el capitalismo. Según esta teoría, en la modernidad del capital
el trabajo deviene el elemento socialmente mediador. Esto significa que
las relaciones sociales ya no aparecen como tales, sino que el propio
trabajo asume por sí la mediación social, estructurada ahora por un
conjunto de compulsiones sociales anónimas, impersonales y abs-
tractas. El trabajo se automedia en el capitalismo, dándose a sí mismo
carácter social y organizando el proceso de conjunto con prescindencia
de los particulares.
La crítica del trabajo de Postone se dirige tanto a la forma social capi-
talista como a la materialidad de la producción. Sin embargo, el autor es
leído usualmente como un teórico de la forma social capitalista, esto es,
del modo como existen las relaciones sociales en el capitalismo, lo que lleva
a descuidar sus análisis sobre la producción material. Postone produce
efectivamente una crítica de la forma impersonal, anónima y abstracta
que se dan las relaciones sociales en el capitalismo. Sin embargo, tam-
bién formula una potente teoría sobre las determinaciones sociales e
históricas de la producción material. En la forma de producción dominante
en el capitalismo se objetivan las formas de mediación características de
esta sociedad. La crítica de la forma de trabajo en el capitalismo abarca
tanto las dimensiones ligadas a la mediación social como el trabajo
concreto. Esto significa que la producción industrial moderna no es

394 Andamios
Políticas de la materia

políticamente neutra, sino que es materialmente adecuada al capitalismo.


Su teoría refleja una “política de la materia” determinada, en cuanto la
forma de dominación social dinámica y contradictoria del capitalismo
se plasma en la esfera de la producción. El trabajo concreto tal y como
existe en esta sociedad es una actividad instrumental, empobrecida y
unilateral que está a la base de una serie de deformaciones del poten-
cial de racionalidad de las personas. Asimismo, el tiempo estructurado
socialmente por el capital no es solo abstracto sino también concreto:
existe una temporalidad histórica capitalista constituida por la produc-
ción de riqueza material. De modo general, Postone estudia la sociedad
capitalista como una totalidad sustantiva y no solo abstracta, con lo que
su teoría se refiere tanto a los aspectos formales como los materiales de
la vida social, incluyendo la forma industrial de producción, el trabajo
concreto y el tiempo histórico.
En particular, resulta significativo estudiar la categoría social de ri-
queza material en su contradicción dinámica con el valor. Si la esfera de
la producción es constituida como materialmente adecuada a la forma
social del capital, sin embargo también se anuncian en ella las potencia-
lidades emancipatorias gestadas en el seno del capitalismo, pero capaces
de trascenderlo. Se anuncia allí una crítica inmanente de la producción:
el trabajo concreto, la técnica moderna y las formas de vínculo con el
valor de uso construidas en el capitalismo encarnan dinámicas alienadas
y anuncian, a la vez, la posibilidad de un más allá del capital.
El análisis que propongo es importante en cuanto la mayoría de las
lecturas o análisis producidos sobre Postone discuten su crítica del tra-
bajo desde el punto de vista de la lucha de clases, ponen en cuestión el
carácter presuntamente objetivo de las formas sociales del capital, o se
centran en la legitimidad de su reconstrucción de la lógica del capital
en relación con la historia. Martin Jay (1993), a pesar de su empatía
general hacia Time, Labor and Social Domination, cuestionó temprana-
mente la posibilidad circunscribir al capitalismo el dominio “abstracto”.
Jay sugiere que la religión podría ser un ejemplo de “dominio abstracto”
característico de sociedades no-capitalistas. Aproximaciones similares se
evidencian en varias contribuciones del volumen dedicado a Postone
por la revista Historical Materialism. Fracchia (2004), en consonancia,
discute las pretensiones de Postone de producir una crítica del capital

Andamios 395
Facundo Nahuel Martín

históricamente determinada, sin apelar a ninguna categoría transhistóri-


ca. Sin embargo, no se detienen en su análisis de la producción material.
Por otro lado, la concepción del capital como sujeto autonomizado
del proceso social ha sido objetada por Albriton (2004) y, de manera
particularmente incisiva, por Bonefeld (2004). Para estos autores Posto-
ne fracasaría en su intento por articular estructura y acción, al dejar de
lado la lucha de clases y absolutizar la aparición del capital como sujeto
de la totalidad (Bonefeld 2004, p. 103). McNally (2004) también objeta
la identificación del trabajo abstracto con una actividad auto-mediado-
ra desde una perspectiva hegeliano-marxista tradicional.
La recepción en castellano de Postone se concentra, por su parte, en
algunas pocas publicaciones, la mayoría de las cuales podrían encua-
drarse, a pesar de algunos matices, en continuidad con las críticas de
Bonefeld o Albriton (véase Stoeltzer, 2010; Fuentes, 2010; García Vela,
2011). Estos lectores, entusiastas con varias dimensiones de su obra,
objetan en términos generales que la noción de totalidad de Postone
sería demasiado tupida y por lo tanto impenetrable por la acción, obtu-
rando la construcción de una perspectiva crítica superadora.
En síntesis, la bibliografía secundaria en torno a Postone cuestiona
su lectura de la lucha de clases, discute su teoría de las abstracciones
sociales capitalistas u objeta su construcción del vínculo entre lógica
e historia. Sin embargo, no he encontrado estudios consistentes sobre
la producción material, el valor de uso y los modos de universalidad
desplegados en relación con la riqueza material en su pensamiento.
Un análisis detallado sobre la producción material en el pensamien-
to de Postone es tanto más importante en cuanto, recientemente, se ha
producido cierto giro en algunas lecturas vinculadas al marxismo que
intentan analizar a la vez las dimensiones materiales y formales de la
sociedad capitalista. Como sostiene Kohei Saito, “el método del mate-
rialismo práctico y crítico de Marx efectivamente va más allá de este
tipo de análisis «formal» y se ocupa de la interrelación entre las formas
económicas y el mundo material concreto” (2017, p. 14). Según Saito, la
lectura de Marx permanece trunca si no contempla las dimensiones
tanto formales como materiales de la sociedad capitalista, dando cuenta
a la vez de las formas económicas abstractas e impersonales como de
las técnicas de producción, la relación entre la industria y la naturaleza
y las preocupaciones ecológicas que surgen de todo ello.

396 Andamios
Políticas de la materia

De modo análogo, Srnicek y Williams, en un libro ampliamente dis-


cutido, han enfatizado la importancia de las dimensiones tecnológicas y
materiales para la reformulación de un proyecto de izquierdas solvente
para nuestro tiempo. Los autores afirman que la tecnología “no es ni
buena ni mala, ni tampoco es neutral” (2015, p. 152). Desde su punto
de vista, los objetos técnicos llevan en sí una política, que a su vez es
parcialmente flexible, susceptible de reapropiaciones y reutilizaciones
que exceden su contexto de producción original. “Las potencialidades
de una tecnología no se pueden determinar a priori” (Srnicek y Wi-
lliams, 2015, p. 152). Las tecnologías son ambiguas: la tecnología que
incrementa el control sobre el trabajo en los talleres podría también
habilitar la reducción de la jornada laboral, etc.
Los estudios de Saito, así como las propuestas de Srnicek y Williams,
no relacionadas directamente con el pensamiento de Postone, señalan
sin embargo la importancia de analizar la producción material desde el
punto de vista de las transformaciones dinámicas de la forma social. En
resumen: mientras que la bibliografía secundaria dedicada a Postone ha
tendido a descuidar sus planteos sobre la producción material, otros
aportes recientes que son importantes para la relectura de Marx en-
fatizan especialmente esta dimensión de la totalidad social capitalista.
Esto justifica un trabajo detallado sobre los aspectos materiales de la
vida social en el capitalismo, vinculados con la producción industrial
moderna, el trabajo como actividad instrumental, el tiempo histórico y
la contradicción entre riqueza y valor.

El capital como totalidad sustantiva

En este apartado analizaré la gran industria como forma de existencia ma-


terial adecuada a la mediación social capitalista. Las relaciones sociales
capitalistas están mediadas por el trabajo como categoría auto-mediado-
ra. El trabajo opera socialmente como su propio fundamento, por lo que
configura una totalidad. El concepto de totalidad tiene una densidad
filosófica y conceptual: no se refiere a la sumatoria de elementos dados,
sino a la lógica de su articulación. Esa articulación tiene carácter “espe-
culativo”: el principio mediador de la totalidad, el trabajo, se funda a

Andamios 397
Facundo Nahuel Martín

sí mismo y gobierna todos los elementos de lo social como momentos


suyos, que tienden a verse atravesados por la dinámica autonomizada
del sujeto global al modo del espíritu de la filosofía hegeliana. “El
Geist (…) constituye la realidad externa por medio de un proceso de
externalización y auto-objetivación y, en el proceso, se constituye a sí
mismo reflexivamente” (Postone, 1993, p. 72). El trabajo, principio au-
tomediador de lo social, compone una totalidad porque se gobierna a sí
mismo y conduce globalmente a la sociedad según sus leyes autonomi-
zadas, independientes de los particulares. La totalidad se construye en
términos de dominación, con lo que la intencionalidad emancipatoria
apunta a su superación histórica a favor de formas de vínculo social no
totalizadas en torno a un sujeto global. “La totalidad se ha convertido en
el objeto de la crítica (…) La totalidad social, en el análisis de Marx, es
una característica esencial de la formación capitalista y una expresión de
la alienación” (Postone, 1993, p. 79, cursivas originales).
Las relaciones sociales constituidas por el trabajo en el capitalismo
configuran una dominación social abstracta, impersonal y anónima,
que no aparece como social y no se estructura desde vínculos de poder
inmediatos entre las personas. “La dominación social en el capitalismo
no consiste, en este nivel fundamental, en la dominación de la gente por
otra gente sino en la dominación de la gente por estructuras sociales
abstractas que la misma gente constituye” (Postone, 1993, p. 30). Bajo
esa nueva forma de mediación social, las personas pierden capacidad
para controlar o modificar conscientemente sus vidas, su trabajo y su
producción: “las personas en última instancia no controlan su actividad
productiva sino que son dominadas por los resultados de esa activi-
dad” (Postone, 1993, p. 30). El trabajo constituye una serie de formas
sociales mediadoras que no aparecen abiertamente como sociales, que
despliegan una dinámica inmanente automática, incontrolable para las
personas, que garantiza como tal la dominación social.
En síntesis, la forma de trabajo en el capitalismo, dividido en con-
creto y abstracto, lo convierte en el elemento mediador de la sociedad
capitalista. El trabajo concreto remite a la mediación entre los humanos
y la naturaleza. En cambio, el trabajo abstracto se refiere a la función
social del trabajo en el capitalismo, esto es, al rol del trabajo como ca-
tegoría mediadora que organiza esta sociedad. Sobre la base del carácter

398 Andamios
Políticas de la materia

mediador del trabajo en el capitalismo se monta la dominación social


abstracta que caracteriza a esta sociedad.
Ahora bien, lo anterior no significa que el trabajo concreto perma-
nezca como una categoría neutral. Cualquier sociedad presupone algún
tipo de trabajo concreto como mediación entre los seres humanos y
la naturaleza. “Alguna forma de trabajo concreto, como quiera que sea
determinada, es necesaria para mediar las interacciones materiales de
los humanos y la naturaleza” (Postone, 1993, p. 380). Sin embargo, la
forma concreta de producción en el capitalismo no es neutral ni refleja sim-
plemente necesidades transhistóricas ligadas a la mediación entre sociedad y
naturaleza. Postone formula una crítica de la producción industrial moder-
na (1993, p. 7) que alcanza también a la forma concreta de trabajo en
esta sociedad. La crítica del trabajo en el capitalismo se dirige tanto a
su carácter mediador (el trabajo abstracto como fundamento de la forma
social) como a su organización y naturaleza materiales históricamente
determinadas (el trabajo concreto tal y como es llevado a cabo en el
capitalismo). “El análisis de Marx conlleva una noción de la superación
del capitalismo que no implica afirmar acríticamente la producción
industrial como la condición del progreso humano, ni rechazar román-
ticamente el progreso tecnológico per se” (Postone, 1993, p. 36).
Siguiendo de cerca a Marx en El capital y los Grundrisse, Postone
estudia la gran industria como la instancia en que la producción capi-
talista llega a sí misma, es decir, como la instancia en que a producción
se vuelve materialmente adecuada a la lógica del capital. Marx “estudia
este modo de producción como la materialización adecuada del pro-
ceso de valorización” (Postone, 1993, p. 336). La gran industria se ca-
racteriza por la asunción de la mayor parte de la actividad productiva
por máquinas y la automatización del proceso productivo. Se trata del
“reemplazo de la fuerza humana por las fuerzas naturales” (Postone,
1993, p. 338). Las máquinas modernas tienden a independizarse del
“trabajo humano directo”, aprovechando las fuerzas naturales y los
descubrimientos científicos como factores fundamentales de la pro-
ducción, que se vuelve cada vez menos dependiente del gasto directo
de trabajo humano, y se basa cada vez más en el conocimiento social
general plasmado tecnológicamente.

Andamios 399
Facundo Nahuel Martín

En la gran industria, el sistema automático de maquinaria se con-


vierte en sujeto de la producción material. “[Marx] se refiere a la fábrica
como un autómata mecánico que es un sujeto, compuesto por varios
órganos conscientes (los trabajadores) y órganos inconscientes (los
medios de producción), todos los cuales están subordinados a su fuerza
motriz central” (Postone, 1993, p. 345). Al asumir el carácter se sujeto
de la producción material, la trama de máquinas moderna plasma en la
materialidad del trabajo concreto la lógica del capital, que es precisa-
mente el sujeto de la totalidad social.
Andrew Feenberg ha señalado que la primacía de algunos cambios
tecnológicos por sobre otros nunca se funda en consideraciones técnicas
neutrales, sino en la adecuación de los artefactos construidos con el con-
texto social. “La elección entre alternativas no depende en última instan-
cia de la eficiencia técnica ni económica, sino en la «adecuación» entre
los dispositivos y los intereses y creencias de los varios grupos sociales
que influyen en el diseño” (1999, p. 79). Postone hace consideraciones
similares, solo que enfatizando el carácter ciego y alienado de la dinámi-
ca del capital en lugar de las decisiones conscientes. En cualquier caso,
ambos autores coinciden en que los adelantos técnicos en la producción
moderna no son meros resultados de avances valorativamente neutrales,
sino que plasman las necesidades impuestas por el contexto social. El
análisis categorial de Postone, en suma, no se limita a la forma social,
sino que abarca sus condiciones materiales incluso en sentido tecnoló-
gico. Esto supone pasar de la totalidad abstracta a la totalidad sustantiva
capitalista, abarcando conceptualmente el carácter social e histórico de
las formas concretas de trabajo y de la tecnología asociada a ellas.

El trabajo concreto como actividad instrumental

Pasaré ahora al estudio del trabajo concreto tal y como es configurado


en el capitalismo. La actividad de trabajar es estructurada de manera
específica en esta sociedad, según sus patrones social-formales his-
tóricamente determinados. El trabajo se separa de otras actividades
vitales como los ritos, la política, etc. Se convierte en una actividad
autonomizada, regida por criterios de cálculos medios-fines separados

400 Andamios
Políticas de la materia

de otras consideraciones vitales o sociales (Jappe 2015). Trabajar no


es practicar cultos, dirimir los asuntos políticos, jugar o amar. Se trata
de una esfera autonomizada y secularizada constituida como un puro
ámbito instrumental o de meros medios. El trabajo concreto, que no
es puramente actividad instrumental en otras sociedades, se constituye
como una esfera de medios despojados de sentido intrínseco. Al mismo
tiempo, en virtud del carácter recursivo o autotélico del trabajo en el
esta sociedad (se trata de una actividad auto-mediadora), esta esfera
de puros medios acaba por levantarse como fin en sí mismo. Luego, el
trabajo es simultáneamente una actividad despojada de todo sentido
(puramente instrumental, etc.) y erigida como fin en sí, impuesto de
modo ciego y automático sobre la vida social.
El trabajo productor de mercancías aparece como una actividad
“secularizada” que produce objetos meramente materiales. En las socie-
dades no capitalistas, que no están mediadas por el trabajo, éste no es
una actividad completamente secular ni una pura esfera de medios. En
cambio, participa de la matriz de relaciones sociales tradicional y recibe
de ella un sentido característico. “En las sociedades tradicionales, las
actividades laborales y sus productos son mediados por, y enmarcados
en, relaciones sociales abiertas” de modo que “la actividad productiva
no aparece como puros medios, ni las herramientas y productos apare-
cen como meros objetos”. En cambio, trabajo, herramientas y productos
están “empapados de significados y significaciones –sean manifiesta-
mente sociales o cuasi-sagradas” (Postone, 1993, p. 171). La matriz
de relaciones tradicional otorga al trabajo significados sociales. En ese
marco, el trabajo no mediatiza la vida social, sino que aparece como
una actividad mediada, que se enmarca en la propia matriz y recibe
de ella su significado. Paradójicamente, cuando el trabajo se convierte
en actividad social mediadora, en el capitalismo, al mismo tiempo se
despoja de sentidos y se vuelve una esfera de puros medios: “La «se-
cularización» del trabajo y sus productos es un momento del proceso
histórico de disolución y trasformación de los lazos sociales tradiciona-
les por una mediación social con un carácter dual –concreto-material
y abstracto-social” (Postone, 1993, p. 173). Luego, el trabajo deviene
actividad instrumental únicamente en el capitalismo. “El trabajo social

Andamios 401
Facundo Nahuel Martín

como tal no es acción instrumental, el trabajo en el capitalismo, sin


embargo, es acción instrumental” (Postone, 1993, p. 180).
Por último, el trabajo vuelto acción puramente instrumental en el
capitalismo se convierte a su vez en un fin en sí mismo. Una actividad
ahora puramente instrumental, separada de todo significado, se con-
vierte en la finalidad autonomizada de la vida social. Esto conduce a la
inversión de los medios y los fines característica de las patologías de la
razón instrumental estudiadas por la teoría crítica desde Dialéctica de
la Ilustración. “El fin de la producción en el capitalismo no son ni los
bienes materiales producidos ni los efectos reflexivos de la actividad
productiva en el productor, sino el valor” (Postone, 1993, p. 181). La
actividad constituida como mero medio (el trabajo) se torna un fin
autonomizado: se trabaja para producir valor o se trabaja para trabajar.
“La emergencia de un fin de la producción social que es efectivamente
un medio subyace a la creciente dominación de los medios por sobre
los fines, notada por Horkheimer” (Postone, 1993, p. 181).
En resumen, el trabajo concreto en el capitalismo está vinculado a las
formas de inversión de los medios y los fines en la sociedad moderna,
donde el incremento del dominio técnico sobre el mundo exterior se
asocia a la pérdida de sentido de la vida y la autonomización de la esfera
de medios que se constituyen en fines en sí mismos. Esto deforma las
capacidades racionales de las personas, constituyendo un mundo de
actividades puramente instrumentales escindidas de todo sentido y a
la vez impostadas como fines en sí. Frente a esta deformación de las
potencialidades de racionalidad social, Postone propone “«liberar» al
trabajo secularizado de su rol como mediador social” de cara a “supe-
rar la compulsión social no consciente en una sociedad emancipada”
(1993, p. 174). En otras palabras, romper con el trabajo como forma de
mediación social haría posible trascender las formas de instrumentaliza-
ción de la racionalidad propias de la sociedad moderna. Esta ruptura es
imaginable gracias a la contradicción entre riqueza y valor, que desgarra a
la sociedad capitalista y anuncia su eventual superación. Explicar la con-
tradicción entre riqueza y valor requiere, sin embargo, un análisis previo
de la interacción dinámica entre tiempo abstracto y tiempo histórico.

402 Andamios
Políticas de la materia

Tiempo abstracto y tiempo histórico

La tercera dimensión en la que Postone analiza la materialidad de la


producción es la interacción entre el tiempo histórico y el tiempo abstracto.
Nuevamente, acá se revela que el capital no es solo una forma social
abstracta sino que posee también dimensiones concretas, plasmadas en
la materialidad de la producción. Hay una interacción dinámica entre la
forma social gobernada por las abstracciones del valor y el trabajo, por
un lado, y la producción de riqueza material, por el otro. Esta interac-
ción dinámica entre los aspectos abstractos y concretos del capitalismo se
articula con las formas socialmente constituidas de la temporalidad.
El capital posee una dialéctica temporal de transformación y resti-
tución del tiempo de trabajo. Por un lado, incrementa constantemente
la productividad. La “hora de trabajo social” se vuelve cada vez más
“densa” en términos de la cantidad de mercancías producidas. A la
vez, esas transformaciones no llevan a incrementos permanentes en el
valor total creado. El valor, al fin y al cabo, depende del tiempo de
trabajo empleado y no de su productividad: “aunque un incremento
en la productividad genera más riqueza material, el nuevo nivel de
productividad, una vez generalizado, produce la misma cantidad de
valor por unidad de tiempo” (Postone, 1993, p. 288). La dinámica del
capital incrementa la productividad del trabajo pero no la creación de
valor, haciendo que el volumen total de bienes producidos aumente
continuamente, sin verse acompañado de un incremento del valor total
creado. La tendencia a aumentar la productividad del trabajo pero, a
largo plazo, mantener estable la creación de valor, fundamenta la di-
námica inmanente del capital en virtud de la cual “la productividad in-
crementada (que Marx considera como un atributo de la dimensión de
valor de uso del trabajo) incrementa el número de productos y, por lo
tanto, la cantidad de riqueza material, no cambia la magnitud de valor
total cedida dentro de una unidad de tiempo dada” (Postone, 1993, p.
287). La interacción entre valor y valor de uso provoca entonces un
“efecto de molino” donde la productividad crece todo el tiempo, pero el
valor es repuesto una y otra vez como medida del valor.
Sobre la base anterior se funda la interacción entre tiempo abstracto y
tiempo histórico en el capitalismo. El tiempo abstracto remite a la medi-

Andamios 403
Facundo Nahuel Martín

da del valor, que se repone a sí misma una y otra vez como estática a lo
largo de las variaciones en la producción de riqueza material en el capi-
talismo. “El tiempo abstracto no expresa el movimiento del tiempo, sino
que constituye un marco aparentemente absoluto para el movimiento;
su ecuánime «flujo» constante es de hecho estático” (Postone, 1993,
p. 294). Sin embargo, junto con la perpetua restitución del tiempo
abstracto como medida formal del valor y “marco” estático invariante,
existe también un aspecto concreto y material de la temporalidad que
se acelera continuamente. El tiempo histórico en el capitalismo es “una
forma de tiempo concreto que es socialmente constituido y expresa una
constante transformación cualitativa del trabajo y la producción, de la
vida social más en general, y de las formas de conciencia, los valores, y
necesidades” (Postone, 1993, p. 294). En el capitalismo coexisten dos
formas de temporalidad, una concreta que se acelera permanentemente
y una abstracta que se restituye como marco formal. Ambas son históri-
camente determinadas e interactúan. La dinámica del capital, en suma,
no es puramente abstracta sino que tiene dimensiones temporales
materiales y concretas.
La dialéctica de transformación y restitución de la hora de trabajo,
ineluctable conforme el funcionamiento social del valor, vuelve al capi-
talismo tendencialmente anacrónico con respecto a sí mismo. El trabajo
directo se torna cada vez menos relevante en la producción. En cambio,
los poderes socialmente generales de la ciencia y la técnica adquieren
primacía. El capitalismo “no solo eleva enormemente la productividad
del trabajo, sino que lo hace hasta el punto de tornar la producción de
riqueza material en esencialmente independiente del gasto inmediato
de tiempo de trabajo humano” (Postone, 1993, p. 339). La generación
de riqueza y la de valor entran en contradicción. La producción capita-
lista, “como proceso de creación de riqueza material, deja de depender
necesariamente del trabajo humano directo; empero, como proceso de
valorización, permanece necesariamente basada en tal trabajo” (Posto-
ne, 1993, p. 342). Esta contradicción creciente da al capitalismo su
dinámica histórica característica, en cuyo marco el desarrollo del capi-
tal entra en una discrepancia creciente con sus propias bases sociales,
históricas y lógicas. Si el trabajo es el fundamento tanto del valor como
de la forma de mediación social en el capitalismo, la dinámica temporal

404 Andamios
Políticas de la materia

desplegada por esta sociedad tiende a reducir la necesidad de trabajo e


incrementar la masa de riqueza con independencia del valor producido.

Contradicción entre riqueza y valor: dimensiones normativas

Para Postone, la teoría crítica de la sociedad debe permanecer adecuada


a su objeto. No parte de una normatividad formal sino de un “«deber
ser» [ought] que emerge como posibilidad histórica inmanente al «es»”
(Postone, 1993, p. 89). La “adecuada crítica negativa” se fundamenta en
lo que podría llegar a ser “como un potencial inmanente a lo que es”
(Postone, 1993, p. 90). El despliegue de la riqueza material podría abrir
posibilidades emancipadoras contenidas, pero bloqueadas, en la socie-
dad capitalista. Esas potencialidades trascendentes son comprendidas,
siguiendo a Marx, en términos del “individuo social”. Con el análisis de
la contradicción entre riqueza y valor es posible retomar el proyecto de
la teoría crítica como crítica social inmanente de la modernidad, que
analiza la contradicción entre las formas de dominación existentes y las
posibilidades liberadoras gestadas en el interior de esas mismas formas.
La teoría, así, es adecuada a su objeto, la sociedad existente, en tanto ésta
es a la vez opresiva (estructurada en condiciones de dominación) y gene-
rativa (pone las condiciones de posibilidad de su eventual superación).
La contradicción entre riqueza y valor no se refiere solamente a la
cantidad de bienes producidos por unidad de tiempo. En cambio, posee
implicancias para las formas de mediación social, que apuntalan sus
horizontes emancipatorios en términos normativos. La riqueza material
no implica meramente incremento del cúmulo de bienes creados, sino
que apunta a una mutación en la forma en que éstos son producidos.
La tendencia social capitalista se mueve hacia el incremento del capital
constante por sobre el variable, esto es, a que crezca la importancia de
las innovaciones técnicas y el aprovechamiento del conocimiento social-
mente generado en la producción. El empleo socialmente regulado de la
ciencia y la técnica permitiría minimizar el trabajo unilateral o tortuoso
y difundir una producción fundada en las capacidades gestadas por
el conocimiento humano universal. “Marx veía la negación del núcleo
estructural del capitalismo en términos de apropiación por parte de la

Andamios 405
Facundo Nahuel Martín

gente de los poderes y conocimientos que habían sido históricamente


constituidos de manera alienada” (Postone, 1993, pp. 31-32).
El concepto de individuo social se refiere una persona cuyas capacida-
des y necesidades fueron gestadas por el conocimiento universal de la
humanidad aplicado a la producción. La propia tecnificación capitalista
del proceso productivo implica que el conocimiento social pasa a ser,
cada vez más, el factor determinante de la producción de riqueza, en
detrimento del trabajo humano directo. El individuo social como ideal
emancipador para una sociedad postcapitalista apunta a la apropiación
colectiva y democrática del conocimiento social y las nuevas técnicas
productivas. Sobre esa base, las capacidades productivas de las personas
pasarían a ser inmediatamente sociales, en cuanto determinadas por el
conocimiento universal de la humanidad. Las posibilidades sociales de
las personas serían entonces creadas por un proceso global y universal
de intercambio e interacción.
La idea de individuo social supone una producción no dirigida al valor,
sino a la satisfacción de las necesidades humanas como objetivo económico
directo. Esto implica también una nueva forma de interdependencia,
donde las personas pudieran apropiarse de los logros sociales y téc-
nicos de la modernidad, hacia “la superación de las formas de domi-
nación abiertamente sociales, personales, así como las estructuras de
dominación abstracta” (Postone, 1993, p. 127). La contradicción entre
riqueza y valor remite a la posibilidad de superar el trabajo creador valor
como núcleo de la mediación social moderna, rompiendo las constricciones
estructurales cuasi-objetivas y anónimas que éste impone. Esta transfor-
mación, sin embargo, no puede significar una vuelta a las formas de
dominación precapitalistas, basadas en relaciones sociales abiertas.
Se trata en cambio de que las personas puedan apropiarse colectiva y
democráticamente de las posibilidades técnicas y sociales gestadas por
el capitalismo, en el horizonte de una producción de riqueza material
basada en los poderes “socialmente generales” de la ciencia y la técnica.
Esta transformación supondría también una modificación de la forma
de producción, donde las capacidades técnicas desarrolladas en forma
alienada por el capitalismo, fueran apropiadas y re-organizadas para
la reducción del tiempo de trabajo y el alivio o la minimización de las
tareas repetitivas y unilaterales.

406 Andamios
Políticas de la materia

Según Postone, el desarrollo de la maquinaria y la gran industria,


que en su forma actual empobrece y fragmenta el trabajo, sin embargo hace
técnicamente posible un modo de producción donde la creación de riqueza
material dependa lo menos posible del gasto de trabajo humano directo.
En ese contexto, la producción maquinizada sería reapropiable en un
esquema de ahorro de tiempo de trabajo. El capitalismo, como forma-
ción social basada en la mediación fetichizada y cuasi-objetiva del tra-
bajo, genera potencialidades históricas cuya realización lo trascendería
como tal. Realizar esas potencialidades no supone restituir una esencia
humana previa, sino gestar la apropiación colectiva de posibilidades
creadas por el capital.
La idea de un más allá del capitalismo de carácter emancipador,
para Postone, se basa en la “posibilidad histórica de que la gente
pudiera controlar lo que han constituido socialmente en forma alie-
nada” (Postone, 1993, p. 162). En un principio, esta perspectiva de
reapropiación emancipatoria de las capacidades sociales creadas bajo el
capitalismo resulta más clara desde el punto de vista de la producción
material y sus bases tecnológicas. La dinámica de molino del capital,
en la que interactúan elementos social-formales y social-materiales,
crea una discrepancia creciente entre riqueza y valor. “La producción
de riqueza material se torna crecientemente independiente del gasto
directo de tiempo de trabajo humano” lo que “apunta a la posibilidad
de una organización diferente del trabajo” (Postone, 1993, p. 339).
Evidentemente, esta posibilidad “no está realizada en la gran industria”
(Postone, 1993, p. 339) tal y como existe actualmente, sino que se trata
de una potencialidad cuya realización supondría no solo la abolición
del capitalismo como forma social basada en el valor y el trabajo, sino
también la superación de la forma concreta de trabajo en el capitalismo. La
contradicción entre potencialidades liberadoras y formas opresivas en
el capitalismo concierne tanto a la forma social como a la materialidad
de la producción: en el modo de trabajo concreto, la base tecnológica y
la temporalidad histórica del capitalismo se encarnan formas de domi-
nación, que a su vez generan posibilidades técnicas susceptibles de ser
apropiadas creativa y críticamente por las personas para producir tanto
una nueva lógica social no alienada como una nueva forma de pro-
ducción en sentido material. La contradicción entre riqueza y valor no

Andamios 407
Facundo Nahuel Martín

anuncia un colapso final del capitalismo, sino que pone de manifiesto


los fundamentos normativos de la teoría crítica. Esta teoría es históri-
camente autorreflexiva en cuanto puede dar cuenta de la génesis de su
propia perspectiva normativa en términos históricos ligados a la lógica
de la sociedad capitalista como tal. Se trata de una teoría de la tensión
entre las potencialidades liberadoras y las formas de dominación que
atraviesan a la sociedad del capital en cuanto forma social y en cuanto
materialidad de relaciones sociales.
La contradicción entre riqueza y valor supone que las condiciones
técnicas y sociales generadas por la modernidad del capital también ence-
rrarían la posibilidad de romper con su dinámica de dominación. El trabajo
capitalista aparece como una forma de mediación social y como un tipo
de actividad instrumental, unilateralizado en torno al cálculo medios-fi-
nes pero conducido en condiciones heterónomas, que socavan las ca-
pacidades del sujeto para la reflexión y la autodeterminación. Al mismo
tiempo, la movilización de la riqueza social genera las condiciones para
interrumpir todo el proceso y superar la mediación social objetivada y
abstracta. Conforme se desarrolla el capitalismo, la creación de rique-
za material se independiza crecientemente de la producción de valor,
pues aquélla pasa a depender más y más de las potencias socialmente
generales de la técnica, la ciencia y el conocimiento y menos del trabajo
directo. Eso permite pensar una sociedad ya no mediada por el trabajo
ni dirigida universalmente a la creación de valor. En ese contexto, las
potencialidades generadas por el capital podrían ser reapropiadas más
allá del trabajo empobrecido moderno y de la inversión de los medios
por los fines que éste conlleva. Mediante tal reapropiación consciente
de posibilidades generadas en forma alienada por el proceso del capital,
es posible repensar las potencialidades liberadoras de la modernidad,
en un contexto donde no se imponga socialmente la producción para
el valor y las personas vean ampliadas sus posibilidades de auto-deter-
minación colectiva.

Conclusión

A lo largo de este trabajo analicé las diferentes instancias en las que


Postone se ocupa del valor de uso, el trabajo concreto y la producción

408 Andamios
Políticas de la materia

material. Traté de mostrar que no es solo un teórico de la forma social


capitalista, sino que aporta claves significativas para pensar la materia-
lidad de la producción. En su pensamiento, la base material de la socie-
dad capitalista no es políticamente neutral sino que está constituida de
modo histórica y socialmente relevante. El trabajo concreto como acti-
vidad instrumental, la gran industria y el tiempo histórico organizado
en torno al incremento de la productividad son formas materiales de la
actividad humana en las que se plasma la lógica capitalista. Asimismo,
en los últimos dos apartados sostuve que las contradicciones dinámi-
cas del capitalismo, que anuncian su disolución posible, se articulan
también en la esfera de la producción material. La riqueza material
no es solamente el conjunto de bienes producidos, sino que encierra
dimensiones cualitativas y social-normativas: en ella se plasma la forma
histórica y social bajo la cual las cosas son producidas. La riqueza ma-
terial posee entonces dimensiones sociales cualitativas y normativas (y
por ende encierra políticas de la materia) que son relevantes para pensar
formas de universalidad alternativas a las del valor y el trabajo, prefigu-
rando una sociedad más allá del capital.
La totalidad capitalista no es simplemente abstracta. No se trata
únicamente de una forma social que se superimpodría a una mate-
rialidad de la producción que le sería indiferente. Por el contrario, la
vida material llega a ser estructurada por el propio capital. La totalidad
social se revela como sustantiva, como una totalidad que reúne momen-
tos formales y materiales. La producción industrial moderna (como se
plasma en la gran industria) es la forma material adecuada a la lógica
del capital. Hay una relación de analogía entre la gran industria y la
dinámica capitalista: el capital es sujeto de la vida social como valor que
pone valor o categoría social que se auto-media, estructurándose como
el resultado de su propio desarrollo. De modo análogo, la máquina
se pone a sí misma como sujeto del proceso de producción material
automatizado. El capital asume entonces el mando de la producción
material (en detrimento del trabajo), en un movimiento de adecuación
recíproca de forma y materia sociales. Esto implica una ruptura con
cualquier concepción de neutralidad de la tecnología: las formas de
producción plasmadas en máquinas y dispositivos gestadas bajo el
capital son portadoras de su lógica social.

Andamios 409
Facundo Nahuel Martín

Lo anterior se pone de manifiesto también en la constitución del


trabajo concreto capitalista. El capitalismo seculariza el trabajo, crean-
do una esfera de meros medios o una esfera puramente instrumental
donde se suspenden otras consideraciones sociales como las religiosas,
lúdicas, etc. En sociedades no capitalistas no existe un ámbito del tra-
bajo secularizado y autonomizado del resto de la vida. Por el contrario,
el trabajo adquiere allí significado social de la matriz de relaciones
tradicional en que se inserta, que lo “carga” con sentidos. Solo en el ca-
pitalismo, con la ruptura de la matriz de relaciones sociales, el trabajo
se “independiza” y compone una esfera de medios, separada del resto
de la vida y estructurada instrumentalmente. Así, el trabajo concreto
también es constituido en forma capitalista en condiciones sociales
peculiares. Nuevamente, no se trata de una actividad políticamente
neutral ni una que pueda constituir por sí misma el punto de vista de la
teoría crítica: el trabajo concreto es constituido en forma capitalista, por
lo que no tiene sentido tomarlo como base para cuestionar la mediación
social o el trabajo abstracto.
Finalmente, también existe una construcción del tiempo concreto
en el capitalismo: el tiempo histórico. La temporalidad del capital no
es puramente abstracta sino que es constituida por la interacción de
dimensiones abstractas y concretas, dadas por la dinámica de transfor-
mación y restitución de la hora de trabajo social. El tiempo abstracto
es restituido cada vez como medida del valor al tiempo que la hora de
trabajo social se vuelve crecientemente densa en términos de riqueza
material. El capital se caracteriza por la dinámica de molino que incre-
menta aceleradamente la productividad del trabajo y restituye cada vez
la hora de trabajo como medida del valor, en un contexto de interacción
entre lo abstracto y lo concreto.
La dialéctica de transformación y restitución de la hora de traba-
jo conduce a una consideración de las dimensiones normativas de
la riqueza material: se trata de un tipo de riqueza producida por las
capacidades socialmente generales de la ciencia y la técnica. No es la
mera acumulación de bienes, sino su constitución cualitativa, cargada
normativamente, lo que está en juego. Este proceso lleva al surgimiento
(en forma alienada, bajo el poder del capital) del individuo social como
un individuo cuyas necesidades y capacidades son producidas social-

410 Andamios
Políticas de la materia

mente de un modo nuevo, a partir de la interacción global de métodos


de producción y el intercambio generalizado.
Postone, en síntesis, se ocupa de la producción material en varias
instancias. En todos los casos busca sustraerse tanto a las críticas racio-
nalistas abstractas como a las críticas románticas del capital. Considera
que las formas materiales de la materialidad social moderna (la gran
industria, el trabajo concreto, la temporalidad histórica) son adecuadas
al concepto del capital. Lejos de constituir una base técnica neutral, son
las materializaciones de un sujeto social autonomizado que estructura
una forma de dominación. Sin embargo, tampoco es preciso recha-
zarlas sin más: en las formas materiales de producción puestas por el
capital se anuncian en germen las potencialidades de su superación
posible. Esta superación implicaría la apropiación por las personas de
resultados históricos constituidos de modo alienado, en un movimiento
que abriría las potencialidades de la riqueza y el individuo sociales a
un desarrollo más allá del valor y el capital. Postone, cuando analiza
la producción material y cuando analiza la forma social, produce una
teoría sobre las potencialidades emancipatorias de la modernidad, crea-
das bajo la dominación social del capital pero capaces de superarlo.
Esas potencialidades se gestan, y podrían desatarse, en la interacción
dinámica entre lo concreto y lo abstracto, atravesando no solo la forma
social sino también la materialidad de la producción.

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412 Andamios
Políticas de la materia

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a World without Work. Londres: Verso.

Fecha de recepción: 8 de febrero de 2019


Fecha de aceptación: 3 de agosto de 2020

Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 393-413 Andamios 413
Algunas consideraciones sobre la disciplina del caso
fortuito en el ordenamiento indiano*
Loris De Nardi**

Resumen. Desde las fuentes romanas, recibidas en el Corpus Iuris


Civilis, hasta llegar a las codificaciones decimonónicas, el caso
fortuito resultó central tanto en el derecho público que en el
privado. El estudio de las recopilaciones castellanas e indiana y
del Capítulo XIX de los Comentarios a las ordenanzas de minas,
publicados por Francisco Xavier de Gamboa, en 1761, permitirá
subrayar como en el ordenamiento indiano, aún en las últimas
décadas del siglo XVIII, se recurriera exclusivamente a las Siete
Partidas para disciplinar esta importante categoría jurídica.

Palabras clave. Caso fortuito, siete partidas, derecho indiano,


siglo XVIII, derecho minero.

Some considerations on the discipline of case in the


indian order

Abstract. From the Roman sources, in the Corpus Iuris Civilis,


until the Nineteenth-Century codifications, the fortuitous event
was central both in Public Law and in Private Law. The study of
the Castilian and Indian Laws Compilations and of Chapter XIX
of Comentarios a las ordenanzas de minas, published by Francisco

* La presente investigación fue realizada en el marco del Proyecto Postdoctoral ANID,


FONDECYT N. 3170402, patrocinado por la Pontificia Universidad Católica de Valpa-
raíso, y llevado a cabo por el autor desde el 2017 hasta el 2020.
** Investigador Asociado del Centro de Estudios Históricos de la Universidad Bernardo

O’Higgins, Chile. Doctor en Historia. Código ORCID: 0000-0003-3862-3193. Correo


electrónico: lorisdenardi@gmail.com

Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 415-433 Andamios 415
Loris De Nardi

Xavier de Gamboa in 1761, will allow to emphasize how in the


Indian Order recourse was made exclusively to the Siete Partidas
to discipline this important legal category, even in the last deca-
des of the XVIII Century.

Key words. Fortuitous case, siete partidas, indian law, 18th cen-
tury, mining law.

Introducción

El caso fortuito es la categoría jurídica que, desde las fuentes roma-


nas, recibidas en el Corpus Iuris Civilis, hasta llegar a las codificaciones
decimonónicas, resultó central para tratar, describir y prescribir, entre
otras cosas, sobre los efectos de los desastres relacionados con ame-
nazas de origen natural. Por otro lado, estos acontecimientos siempre
condicionaron la historia del hombre y de la sociedad: tanto en el pa-
sado como hoy, un terremoto, una inundación, una erupción volcánica,
por mencionar algunas de las manifestaciones más impactantes de la
naturaleza, no interrumpía únicamente el flujo normal de la vida, su
cotidianeidad, sino que extendía sus efectos a las más básicas prácticas
sociales, económicas, jurídicas e institucionales.1
Por esta razón el derecho siempre consideró la ocurrencia y los
efectos de los desastres un caso, es decir un objeto ordinario de estudio
(D’Ors, 2013, p. 13), relevante tanto por el derecho público tanto por
aquello privado. En el primero el caso fortuito se revela fundamental,
por ejemplo, para analizar el contrato de concesión de obra pública, es
decir el prototipo por excelencia “de relación público-privada orienta-
da hacia el cumplimiento de una cuestión de interés público” (D’Ors,
2013, p. 13). Mientras que al referirse al segundo la centralidad de esta
categoría es evidente con referencia al derecho privado, por el cual se
configura como “una excusa al incumplimiento de una obligación, con-

1  Como demostrado, entre otros, por Onetto Pavez, 2017; Palacio Roa, 2015; Walker,
2012; García Acosta, 2001; Boyer, 1975.

416 Andamios
Ordenamiento indiano

tractual o extracontractual. Una causal de justificación que pertenece,


en términos generales, al deudor de una obligación, y que le permite
eximirse del pago de la misma” (Tapia Rodríguez, 2013, p. 2).
El estudio de las recopilaciones castellanas e indiana y del Capí-
tulo XIX de los Comentarios a las ordenanzas de minas, publicado por
Francisco Xavier de Gamboa en 1761, permitirá subrayar como en el
ordenamiento indiano, aún en las últimas décadas del siglo XVIII, se
recurriera exclusivamente a las Siete Partidas para disciplinar el caso
fortuito. Claramente, el texto que se acaba de mencionar representa
solo un ejemplo entre los muchos que se pudieran elegir, dado que
el recurso a las Siete Partidas para disciplinar el caso fortuito puede
considerarse una constante en toda la producción jurídica castellana e
indiana, publicada hasta la codificación decimonónica.2
Sin embargo, esto no significa que la elección de la obra fue a lazar:
el fuerte espirito reformador que la caracterizó (Contreras, 1995-1996,
p. 40 y Torales Pacheco, 2001, p. 227) la convierte en un ejemplo muy
funcional a subrayar como en ámbito hispánico, por casi setecientos
años, aún al momento de innovar, se recorría a las Siete Partidas para
disciplinar el caso fortuito.3 Por otro lado, no habría podido ser diferen-
te. La disciplina del caso fortuito registrada por las Partidas sacralizaba
el paradigma cultural que atribuía un origen divino a las manifesta-
ciones más aterradoras de la naturaleza: un paradigma que, por ser
profesado y defendido por la Iglesia, y por conformarse plenamente
con las creencias y cultura del tiempo, aún en pleno siglo XVIII, tenía
gran relevancia en el proceso de creación o reforma del derecho.4

2  Por ejemplo, lo mismo se puede fácilmente comprobar en las siguientes obras:


Mercado, 1569; De Hevia, 1609; Domínguez, 1736-1739; Febrero, 1772; De Tapia,
1828-31; Escriche, 1831 y 1840; Álvarez, 1834; Sala, 1844 y 1852.
3  Es decir, un cuerpo legal que puede considerarse una suma del derecho medieval con

un sustento teológico muy fuerte, tanto que algunos autores no dudaron en definir una
“suma” de “teología medieval”, ya que “muchas de las cuestiones tratadas en él nos lle-
van al mundo de la primera Escolástica y a sus obras representativas”, y, paralelamente,
“un texto representativo del derecho romano bajo la forma que éste había adquirido en
manos de los juristas italianos hacia la época de su composición. Al respecto confronta
Vázquez (1992, p. 91) y Guzmán Brito (1992, p. 84).
4  De hecho, es importante subrayar que al Dios cristiano se le asignó el control de

los elementos naturales y, por lo tanto, la capacidad de originar los desastres: un atri-
buto de las antiguas deidades paganas. “Los que redactaron las Sagradas Escrituras

Andamios 417
Loris De Nardi

Una premisa necesaria: el caso fortuito del Corpus Iuris Civilis a las
Siete Partidas

La primera definición del caso fortuito se encuentra en el Corpus Iuris


Civilis. En el Código se afirma que los casos fortuitos son acontecimientos
que no pueden preverse (Código, 4. 24. 6), mientras que en el Digesto se
añade que para considerarse fortuitos los mismos no pueden resistirse
por la fuerza del hombre y no deben ser causados por su culpa.5

incorporaron entonces en estos textos la cosmovisión propia del mundo antiguo. Los
acontecimientos climáticos y naturales, en aquel tiempo inexplicables, se atribuyeron
a la voluntad del Dios que estos textos se proponían celebrar y glorificar. Por otro lado,
no habría podido ser diferente pues en la cosmología cristiana todo pasa por voluntad
de Dios, que actúa a través de la Divina Providencia, así que nada puede considerarse
casual. Esta visión providencialista de la historia condicionó desde el principio la visión
cristiana, en tanto San Agustín fue su principal teórico” (De Nardi, 2020, p. 344). Por
el Santo de Hipona “el mundo es una creación de Dios, y que el acontecer del mundo
está regido por la Divina Providencia que planifica, conduce y gobierna el devenir de
la humanidad” (De Nardi, 2020, p. 344). Por esta razón, todos los sucesos tienen que
considerarse obra de Dios y deben reputarse finalizados únicamente al cumplimento
del Plan Divino, y lo que se está diciendo vale también para la naturaleza, claramente
(Roldán, 1997, p. 39). Más tarde, como es notorio, el providencialismo de San Agustín
será sistematizado por San Tomás, y bajo los preceptos de la escolástica influirá en la
visión del mundo occidental, por lo menos hasta el siglo XVIII.
5  Así lo afirma por ejemplo el Digesto: “Si pereciese la cosa que me debías dar después

de no habérmela entregado cuando debías, consta que ha de perecer para ti; pero
cuando se duda si pareció por culpa tuya se deberá mirar no solamente si la cosa estuvo
ó no en tu potestad, o dejo de estar por dolo, o haya estado ó no, sino también si hay
alguna causa justa, por la cual debieses entender que tú debías entregarla” (Digesto, 12,
1, 5). Gayo reafirma esta regla general en dos pronunciamientos. El primero relativo
al préstamo: “El que recibe alguna cosa para usar de ella, si la perdiese por algún caso
fortuito que no puede resistir la fuerza del hombre, como el incendio, ruina o naufra-
gio, queda libre; pero está obligado a guardarla con el mayor cuidado, y no obsta el que
tiene con sus propias cosas, si otro lo pudiese tener mayor. También se obliga por los
casos fortuitos, si sucedieron por su culpa: v.g. si convidó a algunos amigos a cenar, y la
plata que se le dio para servirse de ella en la cena, teniendo que hacer un viaje largo, se
la llevase consigo, y la perdiese por naufragio, o se la robasen los ladrones” (Digesto, 44.
7. 1. 4). El segundo relativo al comodato: “El que recibe algunas cosas en comodato,
se obliga a cuidarlas del mismo modo que cuida las suyas el diligentísimo padre de
familia, de modo, que solo no será responsable a los casos que él no pueda resistir: v.g.
la muerte de los siervos que acontezca sin dolo ni culpa suya, invasión de ladrones, de
enemigos, insidia de piratas, naufragio, incendio, fuga de los siervos que no se suelen

418 Andamios
Ordenamiento indiano

Así que, por ejemplo, la ocurrencia de un caso fortuito que destruye


la propiedad arrendada (terremoto, inundación, etc.), cuando el contra-
to no establezca diversamente, libera el arrendatario de pagar la renta
al arrendador, siempre y cuando el acontecimiento haya sido imprevisi-
ble, irresistible y no imputable a su culpa. Igualmente, el prestatario no
tiene que resarcir el prestador si la cosa prestada se destruyó o murió
por caso fortuito, a menos que él hizo de la misma un mal uso o un
utilizo distinto a lo acordado. En fin, el encargado de la custodia no
está obligado a resarcir el dueño si el objeto depositado si perdiera por
un caso irresistible e imprevisible, siempre que no resulte negligente en
protegerla o moroso en entregarla.6
El caso fortuito se define entonces en la disciplina romana como el
hecho irresistible, impredecible y en el cual el agente no tuvo ninguna
culpa. Su existencia se puede determinar evaluando en que medida
el agente actuó diligente y cuidadosamente para prevenir o resistir al
evento, y por lo tanto para cumplir con su obligación (Tapia, 2013, p.
21). Como subraya Mauricio Tapia Rodríguez:

El estándar más elevado de cuidado es el que corresponde al pa-


trón de “culpa levísima”, definida como aquella esmerada diligen-
cia que un hombre juicioso emplea en la administración de sus
negocios importantes. El estándar menos exigente corresponde al
de la “culpa grave” o “culpa lata”, que equivale a no manejar los
negocios ajenos con el cuidado que aun las personas negligentes

tener en custodia: más lo que decimos de ladrones, piratas y naufragio, lo debemos


entender en el caso que la cosa se diese en comodato a uno para que la lleve consigo a
parte muy remota; pues no siendo así, si diese en comodato alguna plata, porque dice
que tiene convidados a cenar algunos amigos, y este la llevase muy distante, sin duda
alguna debe ser responsable en el caso de que se la roben los piratas o ladrones, o que
padezca naufragio: esto se entiende si la cosa se dio en comodato solo por causa del que
la recibe; pero si por causa de uno y otro, v.g. si convidásemos a comer a algún amigo
de los dos, y tú te encargases de ello, y te diese yo en comodato la plata, ciertamente
encuentro que han escrito algunos, que solo debe ser responsable al dolo; pero se ha
de ver si también obliga la culpa, del mismo modo que en las cosas dadas en prendas,
y en dote” (Digesto, 13. 6. 18). Al respecto véase también Tapia Rodríguez, 2013, p. 2.
6  Entre otros, Serrano-Vicente, 2006; Tamayo Carmona, 2002; De Robertis, 1983 y

1994; Luzzatto, 1938; De Mello, 1908, pp.157-158.

Andamios 419
Loris De Nardi

y de poca prudencia suelen emplear en sus negocios propios. El


estándar medio es el de la “culpa leve”, que es la falta de diligencia
que los hombres emplean ordinariamente en sus negocios pro-
pios. Este último estándar (culpa leve) corresponde al “cuidado
ordinario”, a la “diligencia ordinaria”, aplicable por regla general a
toda relación jurídica y equivale al comportamiento de un “buen
padre de familia” o de un “hombre razonable” (2013, pp. 21-22).

La valuación de la menor o mayor diligencia puesta por el agente en


el cumplimiento de la obligación determina la existencia / ausencia /
gravedad de la culpa; y sólo cuando su conducta habrá sido la de un
buen padre de familia se declarará el acontecimiento fortuito,7 que por
ser ajeno de la culpa o dolo llevará consigo la exención de cualquier
responsabilidad.8
Después de la caída del imperio, la disciplina romana del caso for-
tuito fue sacada a la luz por los glosadores boloñeses (Maffei, 1957) y
encontró nueva sistematización en las Siete Partidas.9 De hecho, en la

7  Es decir, cuando su conducta será asimilable al “estándar normal, que debe cumplir
cualquier persona en toda relación jurídica interpersonal (contractual o extracontrac-
tual), salvo que algunas disposiciones especial exija un estándar superior (culpa levísi-
ma) o rebaje el nivel de cuidado a uno inferior (culpa grave o lata)” (Tapia, 2013, p. 23).
8  Este principio general por supuesto tiene excepciones. Por ejemplo, la gestión de los

bienes del ausente obliga al dolo y á la culpa, y alguna vez el caso fortuito: “si tú fueses
gestor del ausente, e hicieses en su nombre algún negocio nuevo no acostumbrado
por él, como comprar siervos no acostumbrados á servir, ó mezclándote en alguna
otra negociación; porque si de esto hubiese resultado alguna pérdida, será de cuenta
tuya, y el beneficio será para el ausente; y si en unas cosas hubiese ganancia, y en otras
pérdidas, el ausente debe compensar el beneficio con el daño” (Digesto, 3.5.11.).
9  Se encuentran referencia al caso fortuito en treinta y seis normas, relativas a catorce

distintos títulos, situados en cuatros de las siete partidas. Es decir, en la Partida III se
hace una clara referencia al caso fortuito en el Título IV (De los jueces, e de las cosas que
deven fazer, e guardar), ley 34; Título VII (De los emplazamientos), ley 11; Título XXIII
(De las alcadas que fazen las partes, quando se tienen por agraviadas de los juyzos que
dan contra ellos), ley 12; Título XXVIII (De las cosas en que ome puede aver señorio, e
como lo puede ganar), leyes 26-32; Título XXX (En quantas maneras puede ome ganas
possession e tenencia de las cosas), ley 14; Título XXXII (De las labores nuevas, como
se pueden embargar que se non faga, e de las viejas que se quebren caen, como se han
de fazer, e de todas otras labores), ley 10; Título XXXII (De las labores nuevas, como se

420 Andamios
Ordenamiento indiano

obra cumbre de la producción alfonsina los casos fortuitos se configu-


ran y tratan en conformidad a lo establecido por el derecho romano:
como una excusa contractual, por ser el resultado de acontecimien-
tos imprevisibles, irresistibles y ajenos a la culpa o dolo del agente.
Lo demuestra la definición del caso fortuito contenida en la séptima
partida, que, retomando la clasificación de la culpa proporcionada por
los glosadores, especifica que los casos fortuitos son lo que ocurren en
ausencia de dolo y culpa.
Identifica claramente los casos fortuitos con los sucesos que no se
pueden prever, resistir y resultan ajenos a la responsabilidad directa del
hombre.10 Como, por ejemplo, todos los fenómenos relacionados con la
naturaleza (terremotos, inundaciones, sequias, tempestades, etc.), que

pueden embargar que se non faga, e de las viejas que se quebren caen, como se han de
fazer, e de todas otras labores), leyes 14 y 21. En la Partida V se registra lo mismo en
el Título I (Que fabla de los emprestidos), ley 10; Título II (Del préstamo, a que dizen
en latin commodatum), leyes 2 y 3; Título III (De los condessijos, a que dizen en latin
depositum), ley 4; Título V (De las vendidas e de las compras), ley 23; Título VIII (De
los logueros, e de los arrendamientos), leyes 8, 22, 23, 25, 26, 28; Título IX (De los
navios e del pecio dellos), leyes 3-7. En la Partida VI esto pasa en el Título IX (De las
mandas que los omes fazen en sus testamentos), leyes 22 y 41. En la Partida VII, en
fin, cabe mencionar el Título XV (De los daños, que los omes, o las bestias, fazen en
las cosas de otro, de qual natura, quier que sean), leyes 10, 12 y 14; y en título XXXIII
(Del significamiento de las palabras, e de las cosas dubdosas) la ley 11 define el caso
fortuito y lo pone en relación a la culpa y al dolo, tomando como referencia principales
las obras de los glosadores. Al respecto vease Lopéz, 1843-1844.
10  Así relata el pasaje: “Dolus en latin, tanto quiere decir en romance, como engaño: e

desde fablamos en su titulo complidamente. E Lata culpa tanto quiere decir, como grande, e
manifesta culpa; assi como si algún ome non entendiesse todo lo que los otros omes entendie-
sen, o la mayor partida dellos. E tal culpa como esta es como necesidad, que es semejanza de
engaño. E esto seria, como si algund ome toviesse en guarda alguna cosa de otro, e la dexasse
en la carrera, de noche, o a la puerta de su casa, non cuyando que la tomaría otro ome. Ca
si se perdiesse, seria porende en gran culpa, de que non se podría escusar. Esso mesmo seria,
quando alguno cuydasse fazer contra el mandamiento del señor sin pena, o si faziesse otros ye-
rros semejantes de alguno destos. Otrosi dezimos, que y ha otra culpa, a que dizen Levis, que
es como pereza, o como negligencia. E otra y ha, a que dizen Levissima, que tanto quiere decir,
como non aver ome aquella femencia en aliñar, e guardar la cosa, que otro ome de buen seso
avria, si la tuviesse. Otrosi dezimos, que Casus fortuitus tanto quiere decir en romance, como
ocasión que acaesce por ventura, de que non se puede ante ver. E son estos: derribamiento de
casas, fuego que se enciende a so ora, e quebrantamiento de navio, fuerza de ladrones, o de
enemigos”. (Partida 7, 33, 11).

Andamios 421
Loris De Nardi

por la cultura de la época se atribuyan a la voluntad divina y que por


ende se reputaban imposibles de prever y resistir.11 Y, análogamente a
lo establecido por el derecho romano, todos los negocios reglamenta-
dos por las Siete Partidas están influidos por la disciplina jurídica pro-
pia del caso fortuito, siempre y cuando al momento de la estipulación
del contrato no se haya establecido diversamente o no se verifiquen
determinadas condiciones (mal uso de la prenda, utilizo distinto de lo
acordado, retraso el entregarla, etc.).

La autoridad de las Siete Partidas en el ordenamiento ibérico con


referencia a la disciplina del caso fortuito

Las Siete Partidas tuvieron un papel imprescindible en el desarrollo


del derecho castellano e indiano, ya que como demostró Bernardino
Bravo Lira, este cuerpo jurídico “fue el que tuvo más larga y más amplia
vigencia en América hispana: se introdujo con el derecho castellano y
rigió hasta la época de la codificación” (1985, p. 43). De hecho, en los
territorios americanos el derecho castellano tenía un:

campo de aplicación amplísimo, ya que el del derecho especi-


fico de Indias era comparativamente reducido, aunque de gran
significación, dado que recaía sobre las situaciones propias de
América española, que no se daban o que eran diferentes a las de
Castilla (Bravo, 1985, pp. 45-46).12

Y propio la larga vigencia en Castilla y Indias de las Siete Partidas, y


la autoridad incuestionable de esta recopilación en la regulación de
los negocios jurídicos, hizo que el legislador no sintió la necesidad de
reformar o integrar la disciplina alfonsina del caso fortuito por toda la

11  Por ejemplo, considerase García Acosta, (2017, pp. 46-82) y Campos Goenaga
(2008).
12  “Tales son, por ejemplo, las relaciones entre europeos e indígenas, dentro de la

sociedad mestiza que nace de la conquista, las instituciones de gobierno establecidas


para estos pueblos, el tráfico de personas y de mercaderías entre España y América
española” (Bravo, 1985, pp. 45-46).

422 Andamios
Ordenamiento indiano

época moderna, como demuestra un detenido examen de las recopila-


ciones castellanas e indianas, de los Comentarios a las ordenanzas de
minas (1761) y su recepción por las Reales ordenanzas para la dirección
rejimen y gobierno del importante cuerpo de la Mineria de Nueva-España y
de su Real Tribunal de orden de Su Majestad (1783).

El caso fortuito en las recopilaciones castellanas e indianas

En la Recopilación de las leyes destos Reynos (1581) las pocas normas que
tratan del caso fortuito definen las condiciones del arrendamiento de
las rentas reales, estableciendo la imposibilidad por los arrendatarios de
pedir un descuento, aun por caso fortuito. Por ejemplo, en el Libro IX,
Título IX (De las condiciones generales con que se arriendan las rentas
reales), la Ley 2 establece que “no se pueda poner desquento por ningún
caso fortuito, aunque no sea pensado ni jamas acaescido, y aunque ven-
ga por causa o hecho de los reyes” (Recopilación, 1581, pp. 252-253).13
Arrendamiento de las rentas reales deberá por tanto correr a ries-
go de los arrendatarios, aunque su valor resultara disminuido por
“guerras, pestilencias, o hambres, o terremotos y aguaduchos, y otros
casos fortuitos, que no pudieron ser pensados, ni jamas fueron vistos
ni oydos ni acaessidos” (Recopilación, 1581, pp. 252-253). Lo que
se acaba de registrar por el conjunto de leyes de 1587 vale también
por la Recopilación de leyes de los reinos de las Indias (1681). De hecho,
además de algunas normas relativas a posibles incidentes náuticos de
los navíos conformantes las flotas, en ella el caso fortuito se disciplina
únicamente por dos leyes del Libro IV. La Ley XXV del Título VII (De
la población de las Ciudades, Villas y Pueblos) establece una prorroga
a quien no puede acabar el poblamiento dentro del término fijado por

13 Específicamente, en la norma se manda que todos los arrendadores de las rentas


reales “las cojan y recauden a toda su aventura, poco o mucho lo que hubiere, sin poner
en ellas ni en alguna parte dellas desquento alguno, aunque daño o perdida o mengua
venga en las tales rentas, por fuego, o por robo, o por agua, o por guerra, o piedrao
nublado, o por otro caso fortuito, o por otra causa o razón qualquier que sea o ser
pueda, mayor o menor, o ygual destas, pensada o no pensada, quier las dichas guerras
sean dentro destos reynos, quier fuera dellos, quier sean por mar, quier por tierra, y
aunque se muevan y comiencen por nuestra parte” (Recopilación, 1581, pp. 252-253).

Andamios 423
Loris De Nardi

caso fortuito. La Ley IX del Título VIII (De las Ciudades, y Villas, y
sus preeminencias), promulgada por Felipe III, el 14 de diciembre del
1619, tiene como objetivo prevenir los incendios en las ciudades, y fue
promulgada en respuesta a las trágicas noticias llegadas del Virreinato
de la Nueva España, donde el año anterior la ciudad de Veracruz había
sido devorada por las llamas. La norma establece tres principios:

Primero, los “incendios por presunción legal, aunque algunas


veces sean fortuitos, generalmente se hacen y causan por culpa,
negligencia, y omisión de los habitadores”, y, por lo tanto, ya que
no se pueden considerar culpa lata, “por no tener cuidado en
lo que tanto conviene, que le haya”, será necesario ordenar que
“quien dio principio el daño quede obligado al que sucediere”.
Segundo. Que se encargara alguna persona, o grupo de perso-
nas, de vigilar durante la noche que ninguna casa se incendiara,
“como se usa en muchas provincias y reinos”.
Tercero, “que las casas reales nunca han de estar continuas con
otros edificios, sino separadas con notable distancia”, para evitar
que “el daño de los terceros no redunde en nuestras casas reales,
y esto se observe en las demás ciudades donde concurran las
mismas razones” (Recopilación, 1681, vol. II, f. 93).

El caso fortuito en los Comentarios a las ordenanzas de minas (1761)

El examen de las dos recopilaciones demuestra como por toda la edad


moderna no se sintió la necesidad de promulgar nuevas leyes para dis-
ciplinar el caso fortuito. Por otro lado, su disciplina corría por las Siete
Partidas, como muy bien evidencian los Comentarios a las ordenanzas de
minas, publicados por Francisco Xavier de Gamboa, en 1761. Es decir,
una de las principales fuentes de las Reales ordenanzas para la dirección
rejimen y gobierno del importante cuerpo de la Mineria de Nueva-España y
de su Real Tribunal: la recopilación promulgada por la Corona, en 1783,
para reformar el sector minero, y “que, además de integrar las reformas
anteriores, trató de resolver algunos puntos críticos que afectaban a la pro-
ducción minera” (Contreras, 1995-1996, p. 40 y Torales, 2001, p. 227).

424 Andamios
Ordenamiento indiano

Hasta entonces, en el virreinato mexicano, el importante sector es-


tuvo regido por las leyes dictadas por Felipe II (Contreras, 1995-1996,
p. 40): las Ordenanzas de 1559,14 la Pragmática de Madrid de 156315
y las Ordenanzas del Nuevo Cuaderno de 1584.16 Y propio esto último
conjunto de leyes, conformado por 84 ordenanzas, “de las cuales las
primeras 73 son una copia casi exacta de las incluidas en la Pragmática
de Madrid”, fue el comentado por Francisco Xavier Gamboa (Contreras,
1995-1996, p. 40).
En Capítulo XIX de los Comentarios el autor trata “de los daños que
deben satisfacer los dueños de las minas altas, cuyas aguas inundan a
las más bajas” (Gamboa, 1761, p. 347). Un asunto que por entonces
estaba reglamentado por la Ordenanza XL, promulgada en 1584, que
establecía:

Podría acaecer que algunas Minas, de las aguas que corren de


la Minas vecinas, y comarcanas, que no están tan hondas como
ellas, se aguassen, de cuya causa la labor, y beneficio de las tales
Minas mas hondas paresse, y los dueños dellas por esta razón re-
cibiesen daño: Mandamos al nuestro Administrador General, y al
del Partido, y a cada uno, y qualquier dellos, que tengan especial
cuidado de visitar las dichas Minas, y de dar orden como todas
anden limpias, y desagudas, y se labren, y beneficien; y si alguna
Mina recibiere daño de las aguas de otra, o de otras, el dicho
nuestro Administrador General, o el del Partido, pidiéndolo la
Parte, lo vea, y haga que dos personas nombradas por las Partes, y
juramentadas en su presencia, y con su paracer, véan, y averiguen

14  Conocidas también como “antiguas ordenanzas”, en contraposición a las del Nuevo
Cuaderno de 1584, fueron promulgadas en Valladolid en enero de 1559 por la reina
doña Juana de Portugal, regente en ausencia de Felipe II. (Molina, 1998, p. 1017).
15  Como subraya Miguel Molina Martínez: “Publicada apenas cuatro años después de

las Ordenanzas de Valladolid, esta Pragmática, ordenada en 78 capítulos, vino antes


a completar o modificar algunos aspectos de aquéllas, que a cambiar profundamente
el régimen ya establecido. Se la denominó Ordenanzas nuevas de las minas, pero las
alusiones que hace a las de 1559 son continuas” (1998, p. 1018).
16  De hecho, las modificas aportadas a las mismas en 1642 fueron de verdad muy

marginales. (Contreras, 1995-1996, p. 40)

Andamios 425
Loris De Nardi

el daño, y la costa que la tal mina terna de limpiarse, y desaguar-


se: y lo que se averiguare, la Justicia de Minas lo mande pagar: de
manera, que el daño cesse para se poder labrar, y beneficiar, y se
desagravie a la persona que lo recibió (Gamboa, 1761, p. 347).

Por Francisco Xavier Gamboa la norma tiene que modificarse, por


dictar que “se tasse y pague el desague de la inundación causada en la
mina más honda, por las aguas, que corren de las minas vecina, que
no están tan hondas como ella, perpetua servidumbre de los predios
inferiores recibir las aguas, que corren naturalmente de los superiores,
obligarse a nadie a rembolsar lo daños cuando la caída de las aguas
pase por causas naturales, ya que esto se justificaría únicamente en
caso de un accidente provocado por operación e industria del hombre”
(Gamboa, 1761, pp. 348-349).
Gamboa sugiere por lo tanto reformar la ordenanza según lo esta-
blecido por la ley 14 del Título 32 de la Partida III. Es decir, conside-
rando durante la redacción del nuevo texto que “maguer corra el agua
de la heredad, que está más alta en la que está mas baxa, o desciendan
piedras, o tierra por movimiento de las aguas, o en otra manera, que
no sea fecho maliciosamente por mano de omes, o fagan o daño, no es
culpado aquel cuya es la heredad, que está mas alta, nin tenudo de lo
pechar” (Gamboa, 1761, p. 349).
De hecho, continua el autor para justificar su razonamiento, la Orde-
nanza XL no refiriéndose explícitamente a “los desagües por máquinas”,
sino mencionando genéricas “aguas subterráneas” (Gamboa, 1761, p.
349), resulta en contrasto con la doctrina expresada por las Partidas,
que establecía no poderse obligar a nadie a pechar los daños causados
por la naturaleza.17 Un error de redacción, que, siempre según el autor
de los Comentarios, podía explicarse considerando que la Ordenanza
XL se había escrito a partir del De re metallica de Georgius Agricola,18

17  No es un caso que el autor afirma: “Los AA. que particularmente trataron de servi-
dumbres, assientan acordes ser Ley, y servidumbre natural, que el fundo más baxo reci-
ba las aguas de el mas alto, aunque necesariamente le dañen; sino es que por ministerio
de hombre causen el perjuicio, que en otra forma no causarían: pero si naturalmente
fluyen, y corren sin otra acción impelente, nada se le debe imputar al dueño; pues no
cometiendo culpa, no debe sujetarse a la pena” (Gamboa, 1761, p. 349).
18  Al respeto véase Sánchez Gomez, (1989, pp. 177-178).

426 Andamios
Ordenamiento indiano

que, ocupándose de la manutención de las minas, no hacía la necesaria


diferencia entre daños causados por caso fortuito y daños imputables a
culpa manifiesta (o negligencia).19
No refiriéndose explícitamente a las “aguas arrojadas por las má-
quinas, sino de las que corren por venas y canales subterráneas”, la
norma perdía toda su eficacia, ya que “no habiendo culpa en que las
aguas corran naturalmente de alto a baxo, tampoco puede aver pena
de perdimiento de mina, ni la de pagar el dasague, para que cesse el
daño, y se desagravie el que lo recibió, como manda nuestra ordenanza”
(Gamboa, 1761, p. 349).
En otras palabras, fundando su razonamiento en las Partidas,
Gamboa propone redactar nuevamente la Ordenanza XL, teniendo en
consideración que nunca el legislador, al momento de ordenar que los
dueños de las minas más alta rembolsaran los de las más bajas, quiso
referirse a los daños provocados por las aguas movidas por la natura-
leza, “de alto a baxo, ni menos de aquellas que, sin culpa del hombre,
vierten las nieves, los veneros, y lluvias; porque esto es inevitable”; ya
que las Partidas al respeto eran muy claras y por lo tanto no había nin-
guna duda que el legislador siempre y solo quiso referirse a “aquellas
aguas que se dexan pozar sin agotarlas, como es obligado el dueño”
(Gamboa, 1761, p. 349).
Y para el discurso que se está llevando a cabo, resulta muy intere-
sante observar que la reforma propuesta por Gamboa encontró total
aceptación en las Reales ordenanzas para la dirección rejimen y gobierno
del importante cuerpo de la Mineria de Nueva-España y de su Real Tribunal
de orden de Su Majestad (Reales ordenanzas, 1783), promulgadas por
la Corona en 1783. De hecho, el nuevo cuerpo de leyes, llamado a
reformar el sector clave de la minería novohispana, segundo los más
modernos estándares de la época, estableció que:

19  De hecho, Agricola en su tratato se limita a decir que “si por no sacarse el agua del
Pozo mas alto de alguna Mina, descendiere por Vereno, o Fibras al Pozo de otra Mina,
e impidiere su labor, ocurriendo los dueños a quexarse de el daño si los dos peritos
jurados halláren ser cierto, perdia la Mina el que lo causaba, aplicándose al que lo avia
sufrido: en otras partes se observaba dar parte de el costo, para reparo de el daño, si era
solo en dos pozos; y de no darlo, se perdia la Mina” (Gamboa, 1761, p. 350).

Andamios 427
Loris De Nardi

si el dueño de alguna mina cuya labores esten mas bajas que las de
sus vecinos, ya sea por su situación o por su mayor progreso, fue-
re gravado en los costos de su desague por no mantenerlo aquello,
o por no mantener todo el que demandan las minas superiores,
y comunicarse las aguas de unas a otras, ordeno y mando que
los dueños de las minas más altas mantengan todo el desague
que ellas necesitaren, o, en su defecto, paguen respectivamente
a los dueños de las minas mas bajas en plata o reales efectivo, el
perjuicio que les hicieren. (Reales ordenanzas, 1783, p. 58)

Conclusión

El estudio llevado a cabo demuestra muy claramente la imprescindible


importancia que las Siete Partidas tuvieron por toda la época moderna
en la disciplina del caso fortuito. De hecho, las recopilaciones caste-
llanas e indianas analizadas casi no se ocupan de reglamentar esta
categoría; los Comentarios de Gamboa se apelan a la autoridad de las
Siete Partidas al momento de disciplinar el caso fortuito; y, en total con-
formidad con lo establecido por el texto alfonsino, el Capítulo XIX de
las Nuevas Ordenanzas de minería, a diferencia de la antigua Ordenanza
XL de las Ordenanzas del Nuevo Cuaderno (1584), duramente contestada
por Gamboa, establece que los dueños de las minas más altas deberán
reembolsar a los de las más bajas únicamente los daños provocados por
falta de manutención, negligencia o culpa.
La nueva norma reafirma y restablece, entonces, la impostación
jurídica alfonsina, según la cual tienen que resarcirse solo los daños
causados por culpa o negligencia y no los que se originan por eventos
relacionados con acontecimientos naturales, que, es el caso de recor-
darlo, aún en el siglo XVIII se solían considerar fortuitos por ser atri-
buidos directamente a la voluntad divina, y, por lo tanto, imposibles
de prever y resistir.

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tores; útil para los Profesores de ambos Derechos y Fueros, Jueces,
Abogados, Escribanos, Procuradores, y otras personas. El segundo
tomo distribuido en tres libros, donde se trata de la Mercancia y
Contratación de Tierra y Mar; útil, y provechoso para Mercaderes,
Negociadores, Navegantes, y sus Consulados, Ministros de Juicios, y
Profesores de Jurisprudencia. Su Autor Juan De Hevia Bolaños, na-
tural de la Ciudad de Oviedo, en el Principado de Austrias. Nueva
Impresión en que de orden del supremo consejo de Castilla, y a costa
de a Real Compañía de Impresores y Libreros del Reyno, se han
enmendado las erratas y se han puntualizado las citas equivocadas
que contenían las Impresiones anteriores, por el Licenciado Don
Juan Martin de Villanueva, Abogado de los Reales Consejos, y del
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por orden alfabético de materias con la explicación de los términos
del derecho. Obra importante y utilísima en que todas las personas
di cualquiera estado y condición hallarán fácilmente la necesaria
instrucción sobre sus derechos y obligaciones y la solución de las
dudas que les ocurran en sus contratos, pleitos, asuntos mercantiles,
disposiciones entre vivos e testamentarios y demás actos de la vida
social, por Don Joaquín Escriche autor del Manual del avocado ame-
ricano y del compendio de los tratados de los legislación de Jeremy
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blas sinópticas comparativas, sobre la legislación española, antigua y
moderna, hasta su actual estado por Don Ignacio Sanponts y Barba,
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en este libro las leyes hechas hasta fin del año de mil y quinientos
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Fecha de recepción: 29 de agosto de 2019


Fecha de aceptación: 10 de diciembre de 2020

Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 415-433 Andamios 433
Una aproximación a los clientes de prostitución en
México
Ariagor Manuel Almanza Avendaño*
Anel Hortensia Gómez San Luis**

Resumen. El presente estudio, realiza una búsqueda documental


de los clientes de prostitución en México, primero en términos
socio-demográficos; después, en el terreno de la subjetividad,
a través de sus motivaciones para acudir a la prostitución,
considerando las tipologías desarrolladas por diversos autores.
Posteriormente, la aproximación se lleva a cabo mediante un
recorrido histórico de la prostitución en México, a través del
cual es posible rastrear la participación del cliente y su relación
con el Estado. Finalmente, se realiza una reflexión acerca de la
participación actual del cliente de prostitución, en un momento
marcado por la expansión de la trata con fines de explotación
sexual comercial.

Palabras clave. Clientes, prostitución, trata, explotación sexual,


masculinidades.

An approach to clients of prostitution in Mexico

Abstract. The present study makes a literature search of clients


for prostitution in Mexico, first in socio-demographic terms;
later, in the field of subjectivity, through their motivations to

* Profesor-Investigador de la Universidad Autónoma de Baja California, campus Mexi-


cali, México. Correo electrónico: almanzaa@uabc.edu.mx
** Profesora-Investigadora de la Universidad Autónoma de Baja California, campus

Mexicali, México. Correo electrónico: agomez82@uabc.edu.mx

Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 435-455 Andamios 435
Ariagor Manuel Almanza y Anel Hortensia Gómez

attend prostitution, considering the typologies developed by


various authors. Subsequently, the approximation is performed
by a historical tour of prostitution in Mexico, through which it
is possible to track client engagement and relationship with the
State. Finally, a reflection on client engagement in prostitution
takes place, at a time marked by the expansion of trafficking for
commercial sexual exploitation.

Key words. Clients, prostitution, trafficking, sexual exploitation,


masculinities.

Introducción

Iniciar la búsqueda del cliente de prostitución, implica la búsqueda


de un fantasma, una sombra, un varón invisible. Aunque está ahí,
inundando la cotidianidad, en los hogares, en los lugares de trabajo, en
las calles. Representa la otra parte del rompecabezas, la que determina
la demanda, y es una pieza que no ha sido estigmatizada como los
otros actores que participan en la prostitución: las llamadas “putas” y
los llamados “padrotes”. Ha recibido nombres neutros, como cliente o
comprador, aunque algunas autoras como Juliano (2002) han tratado
de que asuma su responsabilidad y lo han llamado “prostituyente”. En
complicidad con el poder, pero sobre todo, con la cultura, deambula
por los espacios de placer a comprar mercancías sexuales humanas:
niñas, niños, adolescentes, mujeres y varones.
El objetivo de este artículo es realizar un acercamiento a los clientes
de prostitución en México, primero en términos socio-demográficos y
posteriormente a partir de sus motivaciones, tipologías, y de la forma
en que se relacionan con la prostitución, centrándonos solo en la de
mujeres. Adicionalmente, realizaremos un breve recorrido a través de la
historia de la prostitución en México, a fin de identificar su participa-
ción y su relación con el Estado. Al término de este recorrido, haremos
una reflexión sobre el papel del cliente en la actualidad, un momento
histórico marcado por la presencia de trata de niñas, adolescentes y
mujeres adultas con fines de explotación sexual comercial.

436 Andamios
Prostitución en méxico

Ubicación de los clientes en el espacio socio-demográfico

Los clientes pertenecen a diversos grupos de edad, clase social, ocu-


pación, nivel educativo, estado civil, grupo étnico; es decir, cualquier
varón puede serlo y no se requiere la presencia de una “patología”,
“desviación” o “perversión”, sino que la mayor parte son varones “nor-
males” desde la mirada de una cultura patriarcal. Aunque a primera
vista parecieran ubicarse en todos lados sin concentrarse en un espacio
específico, aquí mencionaremos algunas investigaciones que han inten-
tado fijar su ubicación.
De acuerdo con Sánchez-Vallejo (2008), el perfil del cliente en Es-
paña ha ha cambiado desde 1998, donde predominaban los varones
casados, mayores de 40 años; empero desde 2005 han predominado los
jóvenes de 20 a 40 años. En Estados Unidos, en un estudio realizado
por Monto (2000) con clientes que habían sido arrestados al tratar de
contratar prostitutas en la calle, se encontró que pertenecían a diversos
grupos étnicos: el 58% eran blancos, el 20% hispanos, el 13% asiáticos
y el 5% afroamericanos. Alrededor del 35% había obtenido el grado
de bachillerato o universidad, y el 81% se encontraba trabajando de
tiempo completo. La mayoría eran casados (42%), el 35% eran solteros,
el 21% estaban divorciados o separados y el 2% eran viudos. La media
de edad era de 37 años (con un rango de 18 a 84 años), aunque la
mayoría de ellos se encontraba en el rango de 26 a 35 años (33%), y
36 a 45 años (31%). Respecto a la edad de su primera experiencia con
la prostitución, el 18% mencionó que inició entre los 9 y 17 años, el
33% entre los 18 y 21, el 21% entre los 22 y 25, mientras que el 20%
entre los 26 y 35 años. Este primer encuentro sexual fue arreglado por
sus amigos (24%), por el acercamiento de la prostituta (32%) o porque
acudió solo a solicitar servicios sexuales (29%). El 13% señaló que
había sido abusado sexualmente por un adulto en la niñez.
Sin embargo, en otro estudio también realizado en Estados Unidos,
al comparar a clientes de prostitución con la población general, Brewer,
Muth y Potterat (2008) encontraron que los clientes tendían a ser más
jóvenes (menores a 35 años), tenían menor nivel educativo, en mayor
medida eran solteros, hispanos o afroamericanos. Resulta notable la
diferencia con el perfil encontrado en el estudio de Monto (2000), pues

Andamios 437
Ariagor Manuel Almanza y Anel Hortensia Gómez

sólo parecen coincidir ligeramente en términos de edad. En este sen-


tido, aunque no se cuenta con suficientes elementos para explicar este
cambio en el perfil, se puede suponer la existencia de diversos patrones
socio-demográficos por cada región, pero además, que en cada región
pueden existir patrones centrales y patrones secundarios, diferenciados
en términos de edad, estado civil, nivel educativo o grupo étnico, y que
determinan la oferta en regiones específicas. Por otro lado, tampoco se
puede dejar de pensar en el estudio de Brewer, Muth y Potterat (2008),
la influencia ideológica de identificar al cliente con las minorías o con
miembros de la infraclase (“underclass”), que representa a un subes-
trato de residentes relacionados con conductas antisociales, desempleo
agudo y aislamiento social.
En Colombia, se encontró que la mayor parte eran solteros (53%),
también había casados (23%), quienes vivían en unión libre (12%)
y divorciados o viudos (11%). El 48% habían cursado bachillerato
completo o incompleto, mientras que el 31% había cursado o estaba
cursando algún grado universitario. El 24% estaba dentro de un rango
de edad de los 18 a 25 años, el 38% estaba en el rango de 26 a 35
años, el 26% en el rango de 36 a 45; y el 14% estaba en un rango de
46 a 68 años. Respecto al nivel de ingreso mensual, el 9% recibía un
ingreso inferior al salario mínimo, el 14% ganaba un salario mínimo, el
27% entre uno y dos; el 29% entre dos y cinco, y el 17% más de cinco
salarios mínimos (Tirado, 2010).
La mayoría señaló que contactaba a las mujeres en prostitución,
dirigiéndose directamente a los establecimientos, ya sea porque cono-
cían la ubicación (56%) o por las tarjetas que les repartían en lugares
públicos (20%). Un 22% llegaba por referencias de amigos, compañeros
o familiares, mientras que sólo un 2% lo hacía por contacto telefónico o
búsqueda a través de internet. Además, el 40% acudían solos en busca
de servicios sexuales, mientras que el 60% acudían en compañía de un
amigo o un familiar. Los clientes expresaron una preferencia por mujeres
entre los 18 y 25 años (46%), así como por mujeres entre 26 y 45 años
(32%), mientras que sólo el 5% prefería mujeres mayores a 46 años. Un
4% tenía preferencia por menores de edad, y el 13% no contestó la pre-
gunta. El servicio más solicitado fue el contacto sexual (77.3%), aunque
también solicitaban el acompañamiento en menor medida (13%).

438 Andamios
Prostitución en méxico

En México, Chanquia French (2006) realizó un estudio con clientes


en La Merced. La mayoría eran casados, con una edad promedio de 40
años, contaban con estudios básicos y tenían ocupaciones tales como
chofer de taxi, empleado de oficina, vendedor ambulante y bolero. En
este grupo era frecuente haber iniciado su vida sexual con una prostituta.
En contraste, mediante observación de campo realizada para esta
investigación, en diversos antros de la zona sur de la Ciudad de Mé-
xico, se encontraron varones pertenecientes a sectores populares, me-
dios y altos (cada empresa sexual se enfocaba a un sector específico),
principalmente dentro de un rango de edad entre los 18 y 40 años, y
que acudían en su mayoría, acompañados por otros varones. Desde
luego, el acudir acompañados es quizás una estrategia para garantizar
la seguridad de los clientes, al reducir el peligro de ser asaltados; pero
también es posible gracias a la permisividad social de la que gozan los
varones, que avala e incluso impulsa a utilizar la prostitución femenina
como ritual de iniciación de sexual y de confirmación de su hombría;
perpetuando relaciones inequitativas de poder en las que éste perma-
nece en figuras masculinas.
También se encuentra el estudio de Gayet, Magis, Sacknoff y Guli
(2007), que si bien no se concentra en el cliente, permite acercarse a él
a partir de la mirada de trabajadoras sexuales de Acapulco y Monterrey,
específicamente acerca de su percepción del último cliente. De acuerdo
con la perspectiva de estas mujeres, la mayoría eran nuevos (60.8%),
pero también los asiduos eran numerosos (39.2%). Un gran número
eran del mismo estado (82%), aunque también había de otros estados
(16.7%) o de otros países (1.3%). El 96.7% de las participantes men-
cionó que lucían limpios. Respecto a la clase social, la mayor parte eran
de clase media (81%), seguidos de “pobres” (12.1%) y “ricos” (6.9%).
En cuanto a la edad, el 39.2% eran jóvenes, el 46.5% de “mediana
edad” y el 14.3% eran “viejos”. El 1.5% creyó que su cliente tenía una
infección de transmisión sexual (its) y el 22.6% mencionó que estaba
borracho o drogado.
Tras revisar los anteriores estudios pertenecientes a distintos con-
textos socioculturales, a primera vista se puede coincidir con la idea
de que no existe un perfil concreto de los clientes. Sin embargo, es
necesario mencionar que los estudios difieren en términos del tamaño

Andamios 439
Ariagor Manuel Almanza y Anel Hortensia Gómez

de las muestras y que se requiere que no se concentren solo en clases


medias o populares, pero sobre todo, se requiere ingresar al terreno de
la subjetividad, específicamente en la exploración de los motivos para
recurrir a la prostitución.

Los motivos de los clientes

Si en el ámbito socio-demográfico resulta difícil hacer una diferencia-


ción de los clientes, es en el espacio simbólico donde se encuentran las
primeras diferencias, sobre todo en cuanto a los motivos por los que
acuden a la prostitución, así como las razones y los afectos que enun-
cian para justificar su posición como compradores, territorio donde se
puede comenzar a trazar diferencias, especialmente en las formas en
que manifiestan su masculinidad, en que se relacionan con las mujeres
que se encuentran en la prostitución y sobre todo, en términos de una
postura ante la trata de mujeres con fines de explotación sexual, tanto
de mujeres adultas como de menores de edad.
Los clientes expresan que acuden a la prostitución porque es una
forma fácil y rápida de conseguir sexo (Monto, 2000) o porque per-
mite un simple desahogo sexual en ausencia de una pareja (Chanquía,
2006). Tambien para satisfacer intensas necesidades sexuales (Volno-
vich, s.f.; Monto, 2000), por la necesidad de tener sexo inmediatamen-
te después de que se excitan (Monto, 2000) o por el deseo de tener
relaciones sexuales con un número mayor de parejas (Monto, 2000;
Chanquía, 2006; Kelly, 2008).
No se trata únicamente de una necesidad sexual, sino que la se-
xualidad masculina parece formarse en torno a significados que la
asocian con un deseo intenso que desborda, con una urgencia que se
vuelve difícil de contener y que no puede llenarse con una sola pareja
sexual. Al mismo tiempo, podría pensarse de acuerdo con Figueroa
(s.f.), cómo la noción de una sexualidad desbordante se conjuga con
una demanda compulsiva de tener prácticas sexuales como forma de
comprobar su identidad de género ante sí mismos y la audiencia real
e imaginaria de varones y mujeres con las que se relacionan. Aunque
resulta necesario no permanecer en la metáfora del cuerpo como una

440 Andamios
Prostitución en méxico

simple máquina sexual o que los clientes sólo recurren a la prostitu-


ción para satisfacer este deseo, sino que sus cuerpos también requieren
contacto, cercanía, compañía, atención; de un encuentro afectivo aún
cuando se tenga que pagar por ello.
Por ejemplo, hay quienes acuden por dificultades en las relaciones
con sus parejas sexuales. Una situación común es que desean expe-
rimentar actos sexuales que no pueden recibir de sus parejas o que
no se atreven a solicitar (Monto, 2000; Chanquía, 2006; Kelly, 2008;
Ortiz, 2008; Volnovich, s.f.), por ejemplo, el sexo anal, el sexo oral, el
sexo “duro”, etcétera. En este sentido, “la prostitución es un medio de
reproducción y transmisión de creencias y valores sobre la sexualidad
hegemónica, puesto que a través de ésta se puede llegar a un “ser y
hacerse hombre”, con la pérdida de la inocencia al tener la primera
experiencia sexual” (Rosas, 2012, p. 55).
Los clientes también manifiestan la necesidad de acudir con pros-
titutas cuando se sienten insatisfechos en las relaciones sexuales con
sus parejas, o en periodos específicos, como cuando su esposa está
embarazada o cuando la relación sexual se ha hecho un hábito y se
sienten aburridos. También acude el varón que no puede tener rela-
ciones sexuales con su novia, percibe límites en la experiencia sexual o
han perdido el atractivo con el paso del tiempo en términos del peso, la
piel, los hábitos. Otro de los motivos es que los jóvenes no desean que
la relación sexual con mujeres de su medio se convierta en motivo de
matrimonio o problemas familiares (Ortiz, 2008).
Además existen clientes que pagan por tener relaciones sexuales
debido al interés por mantener una relación sexual con limitado invo-
lucramiento emocional o compromiso (Monto, 2000; Chanquía, 2006;
Kelly, 2008; Volnovich, s.f.). Esta situación puede leerse de distintas
maneras. Por un lado, como consecuencia de un modelo de sociali-
zación que obliga al varón a distanciarse afectivamente de las mujeres
para impedir el establecimiento de una relación estable, al encontrarse
en un proceso de reafirmación de su identidad de género en el ámbito
de la sexualidad (Figueroa, s.f.). Por otro lado, también puede ser con-
cebida como una protesta del varón a asumir nuevos roles o posiciones
en las relaciones con las mujeres, quienes pueden expresar deseos o ex-
pectativas que quizá no se sienten capaces de cumplir, en un contexto

Andamios 441
Ariagor Manuel Almanza y Anel Hortensia Gómez

social donde se han transformado las relaciones de género en términos


de poder, producción, cuidado o sexualidad.
Hay clientes que dicen recurrir a la prostitución por el deseo de
compañía, intimidad y amor (Monto, 2000), o porque buscan conver-
sar y ser reconfortados (Kelly, 2008; Ortiz, 2008). Parecería tratarse de
un cliente inofensivo, sujeto a una romantización de su práctica, pero
hace falta indagar sobre su decisión de buscar esta compañía y amor
en la prostitución en lugar de buscarla en una relación “gratuita”, pero
además, podría dudarse de que la compañía y el amor sean las únicas
motivaciones para acudir a la prostitución, y más allá de tratarse de una
masculinidad marginal o en resistencia a la masculinidad hegemónica,
podría entenderse como una masculinidad cómplice de un sistema
patriarcal (Connell, 2003) que permite que los varones renten mujeres
para tener relaciones sexuales.
Existen clientes que pagan por sexo debido a que se sienten inca-
paces para establecer una relación convencional, por aspectos como la
timidez o no sentirse atractivo físicamente (Monto, 2000; Volnovich,
s.f.). Incluso pueden recurrir a estos servicios para evitar el riesgo de
rechazo (Monto, 2000). También se encuentra el hecho de que pueden
pagar por mantener una relación sexual de acuerdo a sus preferencias
personales. Por ejemplo, algunos mencionan que acuden debido a la
atracción por características físicas específicas (Monto, 2000; Ortiz,
2008) o que pertenezcan a ciertos grupos étnicos (por las fantasías y
mitologías eróticas construidas alrededor de lo exótico y lo coloniza-
do), mientras que otros son motivados por el deseo de estar en control
al tener relaciones sexuales (Monto, 2000).
La exploración de los diversos motivos por los que los clientes acu-
den a la prostitución permite confirmar la idea de que no se trata de
un actor monolítico, y la situación es más compleja al recordar que
los motivos por los que acuden no son mutuamente excluyentes y por
ende se pueden presentar diversas configuraciones. A continuación se
revisarán algunas de estas configuraciones, a partir de las tipologías
derivadas de diversos estudios.

442 Andamios
Prostitución en méxico

Las tipologías de los clientes

En un estudio de Boumama (Volnovich, s.f.) realizado en Francia, se


identificaron cinco tipos de clientes. El primero es el que acude por la
abstinencia sexual y la soledad afectiva, y se caracteriza por la dificultad
para relacionarse con las mujeres en la cotidianidad, ya sea por timidez u
otro tipo de inhibiciones. El segundo es el considerado “misógino”, pues
las mujeres le inspiran temor, desconfianza u odio. El tercer tipo es deno-
minado “consumidor de mercancías”, que acuden ante las urgencias del
deseo que no pueden satisfacer en sus relaciones de pareja. El cuarto es el
que acude para satisfacer sus necesidades sexuales sin tener que asumir
un compromiso emocional, mientras que el quinto tipo corresponde a
los “adictos al sexo”, que buscan encuentros fáciles e inmediatos.
Por su parte, Mansson (2003) encontró en Suecia categorías simi-
lares a las del estudio de Boumana. Por ejemplo, está el cliente que no
tiene relaciones con otras mujeres y tiene dificultades para entablarlas;
así como el “consumidor de sexo”, que tiene una perspectiva mercanti-
lista de la sexualidad. También existe el que busca “otro tipo de sexo”,
y el que acude por la fantasía de la “puta sucia”, experta en el arte de
la seducción y capaz de cumplir sus fantasías sexuales. Finalmente, se
encuentran los que buscan “otro tipo de mujer”, con un sentimiento
de nostalgia por la pérdida de la supremacía masculina y que solicitan
mujeres extranjeras de diversos grupos étnicos que se perciben más
tradicionales, sumisas y accesibles a sus deseos.
En España, Gómez Suárez y Pérez Freire (2010) construyeron tipo-
logías análogas, como el cliente “misógino”, que reduce a las prostitutas
a objetos sexuales, y el “mercantilista”, que percibe a la prostitución
como un negocio que se ajusta a la ley de la oferta y la demanda. Pero
aportan dos nuevos tipos: el “samaritano”, que separa a las prostitutas
en “perversas” y “decentes”, y es capaz de ser empático y respetuoso con
las que se identifica; y el “crítico”, que dice cuestionar la cultura sexual
dominante y reconoce las injusticias del patriarcado y el capitalismo.
En Holanda, (Tirado, 2010) se identificaron tres grupos de clientes.
El primero es el “hombre de negocios” que sólo quiere sexo, acepta usar
condón y ve como normales sus visitas a las prostitutas. El segundo, es
el “aventurero”, quien tiene una visión negativa acerca de sus propios

Andamios 443
Ariagor Manuel Almanza y Anel Hortensia Gómez

deseos y de la prostitución en sí, no asume el uso del condón y se au-


todenomina como un adicto al sexo. El tercero es el “romántico”, quien
quiere olvidar que debe pagar por sexo y usa condón, tiende a ser un
cliente regular y quiere más que un servicio estándar, pues considera
que lo merece porque respeta a las mujeres.
En diferentes países de Asia se han encontrado tipologías relaciona-
das con diversos tipos de prostitución (Tirado, 2010). En Singapur, se
encontraron tres tipos de clientes de servicios de escort, desde la pers-
pectiva de las mujeres en prostitución: al que no le gusta que alguien lo
vea, sólo va por sexo y no le interesa otro tipo de actividades; con el que
se puede caminar, tomar una cena y disfrutar de una conversación; y el
que se enamora, aquél que busca en ellas una especie de novia y suele
dar regalos (aunque después de un tiempo cree que ya no tienen que
pagar por estar nuevamente con ellas). En cambio, en Tailandia se iden-
tificaron tres categorías de clientes de turismo sexual: los “macho leds”
que son aquellos que viajan acompañados con propósitos específicos
de diversión alrededor del sexo y el juego; los “Mr. Average”, que se
reconocen por ser hombres viejos, casados o divorciados, que buscan
un paquete de aventuras románticas; y por último, se encuentran los
“cosmopolitan men”, quienes viajan por razones de negocios o estudio,
y sólo toman los servicios sexuales si éstos se acomodan a su agenda.
Una tipología interesante fue desarrollada por Zaitch (Tirado, 2010),
con el propósito de conocer la percepción de los clientes frente a la
trata con fines de explotación sexual de mujeres. El primer tipo es el
“consumidor inconsciente”, que desconoce que hay una diferencia entre
la prostitución voluntaria y la forzada. El segundo tipo es aquel que
“reconoce el problema, pero sostiene que son las mujeres y las circuns-
tancias sociales las causas”. En general sienten culpa pero la neutralizan
mediante dos formas de negación: la primera es la imposibilidad para
distinguir en la práctica entre las prostitutas que lo hacen por voluntad y
aquellas que lo hacen por coerción; la segunda es que ellos niegan tener
sexo con prostitutas bajo coerción. El tercer tipo es el “defensor moral”,
aquel que reconoce el problema de la trata de mujeres y adquiere su
responsabilidad individual, y por lo tanto, tiene estrategias para iden-
tificar a mujeres que trabajan bajo coacción; unos simplemente hacen
una selección de los establecimientos que suponen no recurren a la trata

444 Andamios
Prostitución en méxico

de mujeres, pero otros pueden tratar de ayudar o salvar a la mujer, con


dinero, refugio, o notificando a la policía sobre los proxenetas o novios.
Tras revisar las diversas tipologías, se puede encontrar en los clientes
una tendencia a aproximarse a modelos hegemónicos de masculinidad
en un momento histórico de transformación de las relaciones de géne-
ro. Por ejemplo, el “misógino” simboliza una protesta contra la pérdida
de poder en las relaciones con las mujeres, mientras el que “busca otro
tipo de mujer” representa el anhelo y la nostalgia de relacionarse con
mujeres socializadas de acuerdo a modelos tradicionales. Respecto al
“que no puede relacionarse con otras mujeres”, puede decirse que no
sale victorioso en la competencia por reafirmar la masculinidad, pero
en lugar de construir nuevas formas de masculinidad, recurre a la
prostitución como una forma de comprobar su identidad de género.
Mientras que las figuras románticas o bondadosas del “samaritano” o
el “crítico”, por el simple uso de la prostitución en una forma peculiar
de separar el discurso de la práctica, se convierten en cómplices del
modelo hegemónico de masculinidad.
Si bien no se cuenta con suficientes estudios acerca de las caracte-
rísticas socio-demográficas de los clientes en México, que exploren sus
motivaciones o intenten elaborar una tipología local, existen estudios
sobre la prostitución en México durante diversos periodos históricos,
que no sólo permiten observar cómo ha cambiado la mirada hacia
la prostitución a través del tiempo, sino su relación con el Estado y
con los clientes. A través de un recorrido histórico, expondremos las
condiciones actuales para el cliente de prostitución, que posibilitan la
demanda de mujeres adultas, adolescentes y niñas para la trata con
fines de explotación sexual.

Los clientes a través de la historia

En el México prehispánico, no existía un término para lo que en este


momento histórico se denomina “cliente”. Tampoco existía el término
“prostituta” para las mujeres que intercambiaban sexo por dinero en el
“tianguis” sexual. Sin embargo, a estas mujeres se les llamaba “alegrado-
ras” y podían servir a los nobles, a los varones comunes, a los jóvenes

Andamios 445
Ariagor Manuel Almanza y Anel Hortensia Gómez

e incluso danzar con los guerreros en las ceremonias religiosas (Muriel,


1974; Novo, 1979). En este periodo parecen existir nociones distintas
sobre la sexualidad en comparación con el periodo colonial, también
fundadas en la desigualdad de género (las mujeres nobles no podían ser
“alegradoras”, por lo que los varones buscaban sexo principalmente con
mujeres de clases sociales menores), pero no se construye alrededor de
la “alegradora” un estigma de tal magnitud como en el periodo colonial
e incluso en el México Independiente. Llama la atención que la mujer
involucrada en el “tianguis” sexual recibe un nombre, mientras que el
varón no es nombrado (en forma positiva, neutra o negativa).
En el periodo colonial, el proceso de evangelización introdujo las
ideas cristianas sobre la sexualidad y el matrimonio. La sexualidad se
empezó a construir alrededor de la noción del “pecado”, en particular
cuando ocurría fuera del matrimonio y no tenía fines procreativos
(Trueba, 2008). Tras esta drástica transformación cultural, la mujer
que intercambiaba sexo por dinero empezó a ser vista en términos
despectivos y negativos, y si bien en la época prehispánica a la mujer
pobre se le destinaba a esta actividad, en la época colonial se establece
la situación perversa de seguir destinándola al intercambio sexual por
dinero y condenarla por ello. La noción del “pecado” también alcanza
al varón (“el que paga por pecar”, de acuerdo a un famoso verso de
Sor Juana Inés de la Cruz), aunque él sigue gozando del privilegio
de “pecar”, mientras no se sepa, ni provoque rupturas matrimoniales.
Parecería que en este momento histórico se empieza a construir un
estigma sobre el que hoy se denomina “cliente”, quien tiene que hacer
invisible su práctica para no perder su honor y gozar de la tolerancia
cultural encubierta hacia dicha práctica.
La prostitución es considerada como un “mal necesario” para la so-
ciedad novohispana, una forma de canalizar la sexualidad violenta del
varón, capaz de provocar violaciones, estupros o adulterios; y por otro
lado, se convierte en una forma de promover e idealizar la imagen de
una sexualidad femenina “decente”. Pero a diferencia del periodo prehis-
pánico, en la colonia emerge el Estado para regular el funcionamiento de
las “casas públicas de mancebía”, a fin de evitar escándalos y cuidar su
ubicación dentro de las ciudades. También empieza a beneficiarse en tér-
minos econñomicos de ellas, primera aparición del “Estado lenón”, que

446 Andamios
Prostitución en méxico

recurre a agentes públicos y privados (alcahuetes) para la organización y


control de dichas casas. Los varones que pagaban por sexo pertenecían
a los sectores medios y altos, y no sólo se buscaban favores sexuales,
sino también afecto, cuidados domésticos e incluso tener relaciones
más íntimas como en el caso del amancebamiento. Cabe señalar que los
favores sexuales no sólo se buscaban con “mujeres públicas”, sino que
era una práctica común que los patrones tuvieran relaciones sexuales
(o abusaran sexualmente) con la servidumbre doméstica (Atondo, s.f.).
La desigualdad social en la colonia y la segregación racial jugaban
un papel fundamental en el mercado sexual dentro de este periodo
histórico. El varón español o descendiente de españoles, tenía un
mayor poder político, económico y social para recurrir al intercambio
de sexo por dinero. No obstante, no puede asumirse que era el único
cliente. Incluso puede pensarse en la emergencia de mercados locales
de “prostitución” para diversas clases sociales y grupos étnicos, y que
otros grupos de varones además del español fueron teniendo un lugar
más preponderante como “clientes” al ascender socialmente y obtener
mayor reconocimiento dentro de la sociedad novohispana.
Antes de pasar al siglo XIX, es preciso señalar que desde el periodo
colonial el Estado tenía dificultades para detener la proliferación de
espacios de prostitución y regularlos. Desde entonces existían empresas
sexuales clandestinas y también desde ese momento, existen evidencias
de que el Estado perseguía y penalizaba a las “mujeres públicas”, y
mantenía un silencio cómplice sobre su socio (el alcahuete) y sobre el
que generaba la demanda (el cliente).
En el México independiente, aún persiste la influencia de la moral
cristiana sobre la sexualidad y el matrimonio. Sin embargo, se ponen en
juego otros dispositivos discursivos influenciados por las ideas france-
sas sobre la prostitución. Se instaura entonces el periodo reglamentaris-
ta, que retoma el discurso médico bajo el cual la prostituta es percibida
como propagadora de enfermedades de transmisión sexual, así como el
discurso legal que la concibe como delincuente cuando no se ajusta a
las regulaciones del Estado y realiza su actividad en la clandestinidad.
En contraste, los cuerpos de los “clientes” (que en ese tiempo seguían
sin tener nombre) no son controlados ni vigilados. Y como ocurrió en el
periodo colonial, la demanda siguió creciendo, posiblemente debido a

Andamios 447
Ariagor Manuel Almanza y Anel Hortensia Gómez

los procesos de modernización e industrialización del país, que reque-


rían la migración de varones del campo a las ciudades, y de la provincia
a la capital y a otros centros económicos importantes, diversificándose
entonces los espacios de prostitución, desde los grandes burdeles hasta
las accesorias y vecindades. El aumento de la demanda promovió que
en los burdeles se diversificara la oferta, trayendo mujeres de provincia
a la capital, y de la capital hacia provincia, especialmente en periodos
de fiestas y celebraciones (Núñez, 2002).
El régimen reglamentarista continúa hasta el periodo revolucionario,
donde surge la epidemia de sífilis, que no sólo afectaba a las prostitutas
y a los clientes, sino a las familias de éstos (Sánchez, 2010). Ante esta
situación se pone en riesgo la invisibilidad del cliente, frente a la cual
surge el secreto profesional del médico (prerrogativa con la que no
gozaban las mujeres en prostitución).
Al término de la revolución, se genera una fase de transición hacia
un régimen abolicionista, que implica derogar el impuesto a las prosti-
tutas, suprimir el régimen reglamentarista y terminar con el lenocinio.
Sin embargo, incluso en este periodo existen indicios de que se reclu-
taba a menores de edad en casas clandestinas de prostitución, a pesar
de que esto se prohibía en el Reglamento para ejercer la Prostitución
(Sánchez, 2002).
Hasta 1940 se abole la prostitución, lo cual implica que una mujer
puede dedicarse a la prostitución sin que un tercero se beneficie de
su actividad (ya sea un lenón o el Estado). Si bien el Estado tenía la
intención de que la mujer no fuera explotada por los lenones, no se
establecieron las condiciones para que las mujeres pudieran convertirse
en trabajadoras sexuales, lograran sindicalizarse y acceder a sistemas de
protección social. Con la postura abolicionista se trata de eliminar al
lenón, pero se deja sola a la prostituta en una cultura que a través de la
historia la ha estigmatizado; y no repara en la figura del cliente, que a
pesar del abolicionismo siguió demandando servicios sexuales.

Los clientes en tiempos de la trata

En el momento histórico actual nos enfrentamos a la violencia de género


(como en el caso de los feminicidios y la trata con fines de explotación

448 Andamios
Prostitución en méxico

sexual), la persistencia de la homofobia y el machismo, el silencio en


las escuelas respecto a la educación sexual, la falta de reconocimiento a
los derechos sexuales y reproductivos de los y las jóvenes, la presencia
de la doble moral y los lentos avances en el control de la epidemia
de vih. La demanda de prostitución se ha ampliado y diversificado, y
sigue estando determinada principalmente por varones, en un contexto
social que mientras más parece cambiar, más permanece invariante.
Así que retornando esta búsqueda del cliente, es necesario emplear
otras categorías: clientes que acuden a la prostitución de calle, a la que
encuentra en antros, bares y cantinas, a la que se ofrece en servicios
de acompañamiento, al turismo sexual, a la prostitución en estéticas,
baños y salas de masaje (por supuesto que hay tomar en cuenta a quie-
nes pueden deambular entre los diversos espacios, cuando cuentan con
recursos económicos para ello). Posiblemente los clientes que acuden
a estos diferentes espacios no sólo se distingan por su ubicación so-
cio-demográfica, sino también en términos de dos aspectos que se han
dejado de lado en los estudios acerca de los clientes: la percepción del
riesgo y la relación con la ilegalidad.
Por ejemplo, existe un tipo de cliente que acude sólo en busca de
prostitución, en una zona con altos niveles de delincuencia, a altas
horas de la noche, dispuesto a pagar menos dinero y sin preocuparse
por contraer una infección de transmisión sexual. En contraste, estará
el que prefiere acudir a un bar o antro, en una zona que percibe más
segura, dispuesto a pagar mucho más por servicios sexuales y que acu-
de en compañía de sus compañeros de trabajo o amigos. Obviamente
se muestran dos tipos extremos para facilitar la comparación, pero lo
que se pretende señalar es que los clientes también asumen distintos
niveles de riesgo en la búsqueda de servicios sexuales, que tienen que
ver con la zona en que se encuentran los servicios, la percepción de
riesgo de contraer una its, o la decisión de acudir solos o acompaña-
dos. Además, el riesgo puede estar relacionado con la percepción de
que la actividad que se realiza como cliente es parte de un acto ilegal.
Asumir estos diversos niveles no sólo se vincula con factores como la
escolaridad, el nivel de ingreso o la sociabilidad, sino con la relación
que existe entre la vivencia del riesgo y la construcción de una mas-
culinidad donde se valora la hombría, la valentía, el no rajarse o no

Andamios 449
Ariagor Manuel Almanza y Anel Hortensia Gómez

temer las consecuencias de los actos (en términos de salud, moralidad,


economía, vínculos sociales, etcétera).
Si bien teóricamente en todos los espacios de prostitución es po-
sible la existencia de la ilegalidad, en este caso se hace referencia a la
ilegalidad que se manifiesta a través de la trata de niñas, adolescentes
y mujeres con fines de explotación sexual. Un caso son los clientes
que solicitan niñas o adolescentes, lo cual está prohibido por la ley, y
pueden ser conscientes de haber cruzado las fronteras de la ilegalidad
(aún cuando pertenezcan a un grupo que está en contra de dicha ley).
Otro caso más común sería el de aquellos que si bien no solicitan niñas
o adolescentes, solicitan mujeres adultas, pero no pueden detectar sig-
nos de haber sido tratadas, ya sea por la dificultad de esta tarea en una
industria que vive de la simulación, por la ilusión de que se encuentran
ahí en forma voluntaria o por considerar que no requieren cuestionarse
al estar pagando por un “servicio”. Aunque este caso sea distinto al del
cliente que cruza abiertamente las fronteras de la ilegalidad, no se debe
exonerarlos por el desconocimiento o la falta de interés, tampoco al
Estado por no poder frenar este tipo de ilícitos.
Las redes de trata pueden proveer mujeres en múltiples espacios
de explotación sexual, dichos espacios son percibidos por el cliente de
acuerdo a distintos niveles de riesgo (alto, medio, bajo). Sin embargo, no
podría establecerse necesariamente una relación directa entre espacios
de alto riesgo y la presencia de mujeres que han sido tratadas con fines
de explotación sexual (aunque existe la posibilidad de que los varones
con mayor capacidad económica también puedan acudir a sitios que
ofrezcan una mayor seguridad). Esta relación aún tiene que explorarse
analizando el grado de riesgo de los espacios de prostitución donde
se ha detectado la participación de redes de trata, pero un indicador
que puede emplearse para ampliar el conocimiento del cliente es su
relación con la ilegalidad, como parte de una ética del consumidor.
Además de la relación del cliente con la ilegalidad, es necesario
analizar su relación con quien está siendo tratada. Aunque los perfiles
de las víctimas varían por región, los patrones hablan de adolescentes
y mujeres jóvenes, de clases bajas, provenientes de centros urbanos o
comunidades rurales, con baja escolaridad, solteras y con ocupaciones
como estudiantes, empleadas domésticas u obreras. En este sentido, se

450 Andamios
Prostitución en méxico

observa la reproducción de una relación de poder donde se domina


a la otra en términos de género, edad, clase social, lugar de origen o
grupo étnico. Por ello se puede decir que la relación entre el cliente y la
mujer que está siendo explotada, es una relación de poder y domina-
ción que podría pensarse, permite compensar las transformaciones en
las relaciones de género, mantener el control sobre la sujeto convertida
en objeto-mercancía, a fin de que satisfaga las necesidades que lo han
llevado a la búsqueda de servicios sexuales (con el límite impuesto por
el dinero y las reglas de las redes de trata).
Otro aspecto que es necesario mencionar es la complicidad de la
cultura con la figura del cliente. Además de su exoneración que se ma-
nifiesta en la ausencia de términos estigmatizantes en comparación con
las mujeres en prostitución, y su invisibilización (ser cliente parece una
prerrogativa exclusiva de los varones otorgada por la ideología patriar-
cal), que puede emplearse en la medida en que se evitan los escándalos
y las manifestaciones públicas. Pero también, a través del recorrido
histórico, es curioso como esta figura no se ha vinculado la perversión,
sino que la legitimación estatal y cultural de sus prácticas, bajo ciertos
límites que tienen que ver con la visibilidad de la transgresión de las
normas sexuales en las instituciones del noviazgo y el matrimonio, ha
permitido la normalización del cliente en la sociedad.
Y si bien en los últimos tiempos la figura del perverso recae en el
pedófilo, existe una ambigüedad respecto a la sanción de las relacio-
nes de los varones adultos con adolescentes (como se observa por la
cifra negra y la falta de denuncia del delito de estupro, así como las
diferencias entre la concepción de adolescencia y la aceptación de las
relaciones sexuales entre adolescentes, a través de las clases sociales o
las comunidades) que se convierte en una condición de vulnerabilidad
para la existencia de la trata de adolescentes. En cambio, la figura del
perverso parece esclarecerse en la medida en que tiene relaciones con
niñas y niños muy pequeños, como si la monstruosidad apareciera
conforme se desciende en términos de edad, con grupos etarios donde
la sexualidad está en proceso de desarrollo y existe el consenso de que
se debe proteger a las niñas de la sexualidad con los adultos. Quizá éste
sea el cliente que puede ser percibido como perverso, y a la vez es el

Andamios 451
Ariagor Manuel Almanza y Anel Hortensia Gómez

que se mantiene en la clandestinidad, el más difícil de ubicar y uno de


los principales demandantes de la trata de niñas y adolescentes.
Por último, puede señalarse la necesidad de construir nuevos térmi-
nos para el cliente de prostitución, especialmente en tiempos de trata.
“Cliente” parece un término neutral, pero permite oscurecer el hecho
de que, en particular, en casos de explotación sexual, las mujeres están
siendo captadas y convertidas en mercancías utilizadas para el enrique-
cimiento de delincuentes. Si bien el Estado no se define por un sistema
legal claro y consistente (parece abolicionista al penalizar el lenocinio,
prohibicionista al perseguir la prostitución en calle, reglamentarista al
permitir la prostitución encubierta y beneficiarse de ello, y finalmente
fragmenta el sistema a través de la corrupción), es necesario dar una
mayor visibilidad al cliente y reconocer su papel como prostituyente o
victimizante, al generar una demanda de servicios sexuales cuya oferta
es abastecida por redes de trata con fines de explotación sexual.
Se suele decir “al cliente lo que pida”, pero se podría completar,
“mientras no provenga de la trata”. Y para ello será fundamental el
desarrollo de procesos reflexivos para generar una ética como consu-
midor de servicios sexuales, donde se evite acudir a lugares donde se
explotan a niñas, adolescentes y mujeres. Pero el Estado también tendrá
que estar presente para perseguir a las redes de trata y penalizar a los
terceros que se benefician de la explotación sexual de las mujeres, pues
la demanda no podría ser satisfecha sin la presencia de vínculos de
corrupción entre las redes de trata y el Estado.

Una reflexión final

A lo largo del presente texto se ha emprendido la búsqueda de los


clientes de prostitución en México. Se ha recurrido a diversas pistas,
provenientes principalmente de otros contextos socioculturales, que
incluyen datos sobre su ubicación socio-demográfica, sus motivaciones
y las tipologías que se han elaborado acerca de ellos. Sin embargo, re-
sulta fácil perderse en la diversidad y es importante superar el silencio
sobre este sujeto y promover el desarrollo de estudios por localidades
específicas y tipos de prostitución.

452 Andamios
Prostitución en méxico

Se intuye que el cliente de la prostitución en México acude para


satisfacer un deseo sexual construido como natural, poderoso e irre-
frenable; para mantener su identidad masculina; para socializar con
otros varones; para satisfacer su necesidad de compañía e intimidad;
para escapar de los problemas matrimoniales o establecer una rela-
ción sexual sin demasiados compromisos. Puede haberlos empáticos
con las mujeres en prostitución, misóginos, mercantilistas, cariñosos,
nostálgicos, solitarios; los que buscan aproximarse a una masculinidad
hegemónica, que son cómplices de ella o que incluso la cuestionan. De
nuevo la diversidad, en el territorio de la subjetividad.
También se le intentó buscar a través de la historia. No se encontra-
ron términos concretos, sino que podía pasar desapercibido protegido
por la ideología patriarcal e incluso por la moral cristiana, siempre y
cuando no se expusiera, no alardeara, mantuviera en secreto su prácti-
ca. Se observó que el Estado ha tratado de reglamentar la industria de
la prostitución, para evitar que sea visto, que contraiga alguna enfer-
medad e impedir que caiga en el adulterio, el estupro o la violación, es
decir, que su sexualidad “irrefrenable” cause estragos en el orden social.
Se encontró que el cliente puede ser visibilizado por el Estado en
tiempos de epidemias y de reconocimiento de delitos como la trata de
personas. Además se ha hallado que tanto en sistemas reglamentaristas
como abolicionistas, la demanda de mujeres se ha mantenido y amplia-
do, y han emergido las organizaciones criminales para satisfacer esta
demanda sin que el cliente repare en su contribución a que las mujeres
sean sometidas a explotación sexual en la clandestinidad.
Y al buscar pistas del cliente en los tiempos actuales, los tiempos
de la trata, se observa a un Estado que no ha adoptado claramente un
sistema legal acerca de la prostitución, una sociedad donde se mantiene
la desigualdad de género, edad, clase social y grupo étnico, y donde el
cliente reproduce estas relaciones de dominación en los encuentros con
las niñas, adolescentes y mujeres en situación de explotación sexual.
Un personaje del que no sólo hay que indagar sus características so-
cio-demográficas, motivos o espacios de prostitución a los que acude,
sino la percepción del riesgo en la búsqueda de servicios sexuales, su
relación con la ilegalidad, así como explorar los vínculos entre los con-
textos de prostitución de riesgo e ilegalidad. Un cliente que requiere un

Andamios 453
Ariagor Manuel Almanza y Anel Hortensia Gómez

nuevo nombre, donde se reconozca su participación en los procesos de


trata con fines de explotación sexual.

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Fecha de recepción: 23 de abril de 2015


Fecha de aceptación: 10 de diciembre de 2020

Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 435-455 Andamios 455
Esclareciendo el concepto de lógica deóntica
Hugo José Francisco Velázquez*

Resumen. El presente artículo intenta responder algunos de los


más importantes interrogantes sobre la lógica deóntica, puesto
que ha habido profundos malentendidos con respecto a su natu-
raleza y a la forma en que se diferencia de otros tipos de lógica.
Algunos de los problemas que se han abordado en este trabajo
son: ¿qué entendemos cuando hablamos de lógica deóntica?
¿Cuál es su objeto de estudio? ¿Es lo mismo que la lógica jurí-
dica? ¿Es más deseable definir tal disciplina simplemente como
lógica del deber ser? ¿Existe alguna diferencia entre normas y
proposiciones normativas? Las respuestas a estos interrogantes
permitirán arribar una noción más nítida de lógica deóntica y
esclarecerán su peculiar jurisdicción conceptual.

Palabras clave. lógica deóntica, lógica jurídica, objeto de la lógi-


ca deóntica, lógica no clásica, proposiciones normativas.

Clarifying the concept of deontic logic

Abstract. The following paper intends to answer some of the


most fundamental questions that relate to deontic logic, due
to deep misunderstandings regarding its nature and the way it
differentiates itself from other types of logic. Some of the issues
that have been addressed to in this work are: what do we un-
derstand when we talk about deontic logic? Which is its object
of study? Is it the same as legal logic? Is it more accurate to de-

* Profesor Auxiliar de Filosofía del Derecho en la Facultad de Derecho y Ciencias Socia-


les. Becario doctoral CONICET/Instituto de Epistemología de la Universidad Nacional
de Tucumán, Argentina. Correo electrónico: hugovelazq@hotmail.com

Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 457-485 Andamios 457
Hugo José Francisco Velázquez

fine such discipline simply as duty logic? Is there any difference


between norms and normative propositions? The answers to
these questions will allow to arrive at a clearer notion of deontic
logic and clarify its specific conceptual jurisdiction.

Key words. deontic logic, legal logic, deontic logic’s object,


non-classical logic, normatives propositions.

Introducción

Como se sabe, la lógica experimentó un fuerte cambio paradigmático


con las investigaciones iniciadas por Frege a finales del siglo XIX, las
cuales fueron desarrolladas y consolidadas por Russell y Whitehead
en los Principia Mathematica a comienzos del siglo XX (lógica clásica).
Durante más de veinte siglos la lógica estuvo exclusivamente reducida
a la silogística nacida casi enteramente de la cabeza de Aristóteles, sin
perjuicio de los aportes de otros pensadores antiguos y medievales
(lógica tradicional). En efecto, tal revolución implicó la creación de un
cálculo formal y extensional similar al de las matemáticas que permitió
garantizar la validez de las inferencias, sustituyendo la lógica aristotéli-
ca de estructura gramatical (S es P), que empleaba el lenguaje natural
y que, por tal causa, generaba ciertas ambigüedades que encubrían las
verdaderas estructuras lógicas de los enunciados y razonamientos. En
este sentido, cabe decir que, a lo largo de todo el siglo XX, el desarrollo
y la proliferación de las investigaciones y aplicaciones lógicas en los
distintos campos del saber fueron vertiginosamente acelerados.
Recién a partir de la década del 50, a raíz de la revisión de las
limitaciones propias de la lógica clásica respecto a la representación
y sistematización de otras argumentaciones basadas en expresiones
lingüísticas naturales, o bien en expresiones no veritativas, como es
el caso de las normas, las preguntas, las preferencias, etc. (Zavadivker,
2003, pp. 4-6), se despertó el interés de los lógicos hacia las relaciones
inferenciales referidas a conceptos vinculados a la conducta humana,
entre los que se hallan principalmente los conceptos normativos tales

458 Andamios
Concepto de lógica deóntica

como el permiso, la obligación y la prohibición. La lógica deóntica, o


también llamada lógica normativa –pues se trata de aquella que indaga
acerca de las inferencias y relaciones entre formulaciones normativas y
sus modalidades–, tiene su fecha de nacimiento en 1951 con la publi-
cación del célebre artículo Deontic logic de Georg Henrik von Wright en
la Revista Mind. Si bien hubo importantes antecedentes, desde el pro-
pio Aristóteles hasta Leibniz o Bentham, es recién con el paper de von
Wright que tiene comienzo su estudio en forma sistemática (González
Lagier, 1994, p. 461). Desde allí hasta el presente han proliferado los
textos en esta rama de la lógica –a pesar de los diversos obstáculos con
los que se ha visto enfrentada en numerosas ocasiones–, muchos de
los cuales siguen generando intensas polémicas entre juristas, lógicos y
filósofos del derecho.
Tanto el Sistema Clásico –nacido con el artículo de von Wright en
1951– como los sistemas estándar de lógica deóntica se fundan en una
serie de analogías existentes entre los conceptos deónticos (permitido,
prohibido, obligatorio) y, principalmente,1 los conceptos modales alé-
ticos (posible, imposible, necesario). Si bien los conceptos deónticos
remiten al carácter normativo de ciertas categorías de acciones o situa-
ciones a las que modalizan mientras que los conceptos aléticos afectan
a las proposiciones en cuanto a su verdad, ambos tipos de nociones
modales presentan comportamientos estructurales análogos (Veláz-
quez, 2019a). Así como cabe definir lo imposible (I) y lo necesario (N)
a partir de lo posible (M), así también se puede definir lo prohibido (V)
y lo obligatorio (O) a partir de lo permitido (P), en ambos casos con el
auxilio de la negación (~). Naturalmente, es factible tomar como primi-
tiva cualquiera de estas nociones modales y definir las demás en base a
ella (Bulygin, 1995). El siguiente esquema muestra el comportamiento
análogo de estos dos grupos de conceptos:

1  Digo “principalmente” porque ya en su Ensayo de Lógica Modal, también de 1951, von


Wright examina las diferencias y semejanzas entre las principales categorías modales, a
saber: aléticas, epistémicas, existenciales y deónticas. Entre las semejanzas puede seña-
larse que tales categorías poseen modelos estructurales de interrelación y distribución
análogos. Un bosquejo de ello puede verse, también, al comienzo del mentado artículo
Deontic Logic (Velázquez, 2019a).

Andamios 459
Hugo José Francisco Velázquez

I ≡ ~M V ≡ ~P
N ≡ I~ ≡ ~M~ O ≡ V~ ≡ ~P~

A partir de estas analogías resultó posible formular las leyes de interde-


finibilidad de operadores deónticos, uno de los cimientos más impor-
tantes de todo sistema estándar de lógica deóntica, las cuales, pueden
representarse esquemáticamente como sigue (Echave, et al. 2008):

P ≡ ~V ≡ ~O~
~P ≡ V ≡ O~
P~ ≡ ~V~ ≡ ~O
~P~ ≡ V~ ≡ O

Ahora bien, las modalidades deónticas y aléticas también se asemejan


en que, así como nada puede ser imposible y necesario a la vez, análo-
gamente nada puede estar prohibido y ser obligatorio simultáneamen-
te. Además, cabría señalar que ambas categorías modales siguen los
mismos patrones de distribución, pues, los modalizadores deónticos
de permisión, prohibición y obligación se distribuyen respecto de
la conjunción y disyunción de manera análoga a cómo lo hacen los
modalizadores aléticos de posibilidad, imposibilidad y necesidad. No
obstante, lo que hace interesante al estudio de la lógica deóntica son,
precisamente, sus diferencias específicas. La más significativa que cabe
destacar es que mientras los conceptos modales aléticos guardan una
conexión lógica con los hechos y, por ende, con los valores de verdad,
las nociones deónticas carecen de esta conexión. Esto es así, puesto que
en la lógica modal alética si una proposición es verdadera entonces es
posible y si una proposición es necesaria entonces es verdadera, mien-
tras que en la lógica deóntica ninguna calificación normativa puede
desprenderse del acaecimiento o no de un hecho o, mejor dicho, de
la realización o no realización de una acción (Velázquez, 2019a). En
términos más sencillos, nos dice Bulygin que “del hecho de que algo sea
(verdad) no se sigue que esté permitido y no todas las obligaciones se
cumplen de hecho” (1995, p. 130).
Relacionado con esto último, cabe señalar que uno de los problemas
centrales en esta rama peculiar de la lógica es el Dilema de Jørgensen,

460 Andamios
Concepto de lógica deóntica

el cual, pone precisamente en duda la posibilidad misma de una lógica


deóntica. Tal dilema fue planteado por Jørgen Jørgensen en su céle-
bre trabajo Imperatives and logic, publicado en la Revista Erkentnnis en
1938. A grandes rasgos dicho dilema plantea, por un lado, que –de
hecho– en el lenguaje natural se dan inferencias entre normas (piénsese
en la labor judicial al momento de dictar una sentencia) pero, por otro
lado, y esto es lo que justamente convierte a la posición en dilemática,
plantea que tradicionalmente la lógica se ocupa de enunciados apofán-
ticos, solamente respecto de los cuales puede haber relaciones lógicas
inferenciales, pues, son los únicos susceptibles de ser verdaderos o
falsos y, por tanto, no puede hablarse de una lógica de normas, pues,
éstas no constituyen enunciados apofánticos (Alarcón, 1999).
En suma, el presente trabajo pretende efectuar, como su título lo
anticipa, un análisis en torno al concepto de lógica deóntica a fin de
esclarecerlo, pues, dicha noción ha carecido de la exactitud necesaria
dando lugar numerosos equívocos, incluso, dentro de la literatura es-
pecializada (McNamara, 2010). Para ello, será menester –en un primer
momento– introducir algunas precisiones etimológicas respecto del
concepto de lógica deóntica, para luego establecer ciertas distincio-
nes respecto a su objeto. Acto seguido, se buscará diferenciar lógica
deóntica de lógica jurídica, dado que, ambas expresiones se toman por
sinónimas generando graves malentendidos terminológicos. Luego, se
intentará determinar el singular grupo al que pertenece la lógica deón-
tica dentro del amplio espectro de la lógica. Finalmente, se incorpora
y examina la distinción entre normas y proposiciones normativas, que
permite arribar a un concepto de lógica deóntica más nítido.

Lógica deóntica: etimología y objeto

El primer paso que consideramos ineludible para clarificar el concepto


de lógica deóntica lo constituye el análisis etimológico, ya que, permite
dejar de lado un posicionamiento bastante arraigado en algunos secto-
res iusfilosóficos como, por ejemplo, la Escuela Egológica del Derecho,
los partidarios de la lógica de lo razonable y los de la lógica material del
Derecho. Por lo general, dichos sectores sostienen que la expresión “ló-

Andamios 461
Hugo José Francisco Velázquez

gica deóntica” resulta inadecuada por su escaso grado de connotación


respecto del ámbito normativo, pues, la misma –se argumenta– deriva
del término “deontología” acuñado por Bentham para aludir a la ciencia
de lo útil o conveniente, la cual, basándose en el principio de mayor
felicidad prescinde completamente de la apelación al deber ser, carac-
terística por excelencia del ámbito normativo (Cossio, 1972; Legaz y
Lacambra, 1975; Recaséns, 1956).
Ahora bien, el punto de vista etimológico mostrará que dicha in-
terpretación resulta forzada y, por tanto, equivocada. Como se sabe,
etimológicamente, la expresión “lógica” procede de la voz griega
λογική (logiké) que proviene, a su vez, del término λόγος (lógos) que
significa, entre otras cosas, discurso, razón y palabra (Garrido, 2001, p.
23). Así, genéricamente hablando podríamos decir que la lógica entra-
ña el estudio de los productos del razonar (logos-razón), es decir, de
los razonamientos (Zeballos, 2003, pp. 3-4; Blanché, 1963, p. 20). Por
su parte, el término “deóntico” proviene de la voz griega δέον (déon),
la cual, alude a “lo debido” o al “deber”, que claramente nos remite al
terreno de lo normativo (Echave, Urquijo y Guibourg, 2008, p. 120).
De este modo, el origen etimológico muestra de manera patente que
la expresión “lógica deóntica” alude al estudio de razonamientos per-
tenecientes al ámbito normativo y, por tal motivo, debe rechazarse la
interpretación arbitraria que la vincula con la deontología utilitarista.2
Con todo, el análisis etimológico no resulta suficiente para esclarecer
el concepto de lógica deóntica, dado que el mismo sigue siendo dema-
siado general e inexacto. Será necesario, entonces, complementarlo con
los aportes de la concepción moderna de la lógica, es decir, la lógica
simbólica o matemática, que estudia al razonamiento desde un punto
de vista formal (logos-cálculo), esto es, haciendo abstracción tanto del
contenido empírico como del significado lógico de los símbolos –el
cual se halla sujeto a cierta interpretación–, a fin de ocuparse de sus

2  En un sentido semejante, Alarcón Cabrera (2003) –tomando a Mazzarese– distingue


entre una acepción pragmática (“deóntico” obra como sinónimo de “normativo”, “pres-
criptivo”, oponiéndose a “descriptivo”, “informativo”, etc.) y una acepción semántica
(“deóntico” significa todo lo perteneciente al ámbito del deber ser), la cuales coinciden
con el significado etimológico.

462 Andamios
Concepto de lógica deóntica

combinaciones, sustituciones y transformaciones (Blanché, 1963, p.


20). Por su parte, aclara von Wright que “una ‘lógica’ ha de ocuparse de
las relaciones de implicación (consecuencia lógica) o de compatibilidad
e incompatibilidad entre las entidades que estudia” (2010, p. 23). En
consecuencia, como la lógica estudia las relaciones de implicación des-
de un punto de vista estrictamente formal, la lógica deóntica deviene
en el examen de las relaciones formales inferenciales existentes entre las
normas o proposiciones normativas.
Deaño expresa al respecto: “La lógica deóntica –a la que es razo-
nable considerar como un rama o desarrollo peculiar de la lógica mo-
dal– se ocuparía de las relaciones de inferencia entre normas, es decir,
entre proposiciones prescriptivas” (1981, p. 319). Igualmente, señala
Kalinowski que “la lógica deóntica estudia las relaciones constantes
formales que existen entre las proposiciones normativas, cualesquiera
sean las normas significadas por esas proposiciones” (1973, p. 67).
Respecto a lo que se desarrolló precedentemente será menester
introducir algunas precisiones para no cometer equívocos. Si bien el
término “deóntico” alude a todo el ámbito del deber ser y, quizás, la
lógica deóntica podría definirse como “la ciencia de los principios del
análisis puramente formal del deber ser y del deber hacer” (Pradilla,
2015, p. 77),3 debemos aclarar que la lógica deóntica solo se refiere a
las normas o proposiciones normativas dejando de lado los imperativos
y las valoraciones, que muchos iusfilósofos incluyen en el ámbito del
deber ser (Kalinowski, 2015, pp. 9-10). En efecto, las normas –y, conse-
cuentemente, las proposiciones que dan cuenta de ellas– se distinguen

3  Huelga agregar que esta definición recepta la distinción alemana de larga data entre
Sein-Sollen y Tun-Sollen –entre debe ser el caso y se debe hacer, respectivamente– que
es considera por von Wright en “Deontic logic revisited” publicado en 1973 en la revista
alemana Rechtstheorie. Esta distinción permite diferenciar entre una Lógica Deóntica
que trata de normas al efecto de que algo pueda, o deba o no deba ser el caso, y una
Lógica Deóntica que trata de normas al efecto de que –tal o cual agente o todos– se
deba o se pueda o no se deba hacer alguna cosa. Incluso, el mismo von Wright se
declara un instrumentalista del Sein-Sollen, en el sentido de que aquello que debe ser el
caso, a su vez, responde a un estado de cosas que funciona como fin de ese deber. Así,
en razón de tal fin se puede verificar si es verdad que tal estado debe ser (von Wright,
1979a, pp. 66-67).

Andamios 463
Hugo José Francisco Velázquez

de los imperativos y de los juicios de valor. Respecto de los primeros se


distinguen en que éstos son una interpelación directa dirigida por un
individuo a otro o a sí mismo, por tanto, siempre estarán enunciados
en modo imperativo y nunca en indicativo. Además, los imperativos
pueden obligar o prohibir mas no permitir.
Por su parte, las estimaciones importan la atribución de un valor
positivo (bondad en sentido lato y todo otro valor que se defina en
base a ella), o bien, de un valor negativo (carencia de bondad). Por el
contrario, las normas implican reglas de comportamiento que pueden
establecer obligaciones, prohibiciones o permisiones, de comisión o
de omisión. Estos elementos son los que las hacen diferentes de otras
expresiones de carácter práctico, como los imperativos o las valoracio-
nes, con los que generalmente se las confunde. Finalmente, es menester
agregar que el enunciado que significa una norma se denomina propo-
sición normativa, el que significa un imperativo, proposición imperati-
va, mientras que el que alude a una valoración, proposición estimativa
(Kalinowski, 1973, p. 81).

Lógica deóntica y lógica jurídica

Tradicionalmente se ha empleado las expresiones “lógica deóntica” y


“lógica jurídica” de manera indistinta, pero resulta necesario plantear
si existe alguna razón de peso técnico para tratarlas como sinónimas
e intercambiables, o bien, por el contrario, es menester introducir una
diferenciación a fin de evitar posibles confusiones.
Son de esta opinión numerosos iusfilósofos y juristas de la talla de
Carlos Cossio (1972), Urlich Klug (1998), Francisco Miró Quesada
(1956), Ricardo Guarinoni (2006), Carlos Alarcón Cabrera (2000),
entre otros. En efecto, ellos afirman que tales expresiones –y otras
semejantes como lógica normativa, lógica del deber ser, etc.– son equi-
valentes en cuanto se refieren al mismo objeto, esto es, a las inferencias
normativas. En este sentido, Cossio argumenta:

Son sinónimas en cuanto a que aluden a la misma cosa y en la


medida en que las tres por igual sustituyen la copulación pro-

464 Andamios
Concepto de lógica deóntica

posicional del verbo ser por la copulación del verbo deber ser
(sollen en alemán, must en inglés), radicando en ello un peculiar
y exclusivo punto de partida como base de un desarrollo lógico
definidamente autónomo (1972, p. 448).

Ahora bien, pienso que este posicionamiento respecto a la denominación


de la lógica jurídica constituye un desacierto, pues, el mantenimiento
de la indistinción entre ambas formulaciones (lógica jurídica y lógica
deóntica) favorece a la vaguedad y a la equivocidad de las mismas. En
este sentido, cabe observar cómo autores que adhieren a dicha tesitura,
a pesar de usar como sinónimos ambas denominaciones, cada uno de
ellos refiere a cosas distintas. Por ejemplo, Klug (1998) y Miro Quesada
(1956) aluden con tales expresiones a la aplicación de los principios
de la lógica formal al ámbito de las inferencias que tienen lugar en el
derecho, mientras que Alarcón Cabrera (2000) hace un uso más amplio
de los términos incluyendo la argumentación jurídica. Por su parte, el
mismo Cossio empleó dichos vocablos para aludir unas veces a la teoría
pura del derecho de Kelsen y otras a una lógica laxa de lo razonable
semejante a la postulada por Recaséns Siches y Legaz Lacambra (Ver-
nengo, 1987, pp. 305-306; Legaz y Lacambra, 1987, pp. 24-30).
Asimismo, tal equivalencia terminológica atenta contra la precisión
técnica propia de toda disciplina que digne llamarse “lógica”. Como se
sabe, la rigurosidad, la precisión y la especificidad son características
propias de toda disciplina científica, a fortiori, de la lógica, por lo que
dicha sinonimia conspira contra ellas. Por último, una confusión se-
mejante provoca graves malentendidos entre lógicos y juristas, lo cual
impide fecundos encuentros entre ambos campos disciplinares. No en
vano pregona Perelman: “Un mejor conocimiento de la lógica formal
por parte de los juristas y de la lógica jurídica por los lógicos, favore-
cerá a una comprensión mutua y facilitará una colaboración fructífera
entre estas dos disciplinas” (Perelman, 1973, p. 10).
Ante tan insatisfactorio panorama, es necesario ofrecer una posible
solución al problema, más aún, teniendo en cuenta que los especialistas
todavía no se han puesto de acuerdo de forma explícita. Así, nuestra
propuesta toma como punto de partida una definición más amplia y
flexible del concepto de lógica, entendiendo por tal el estudio de los

Andamios 465
Hugo José Francisco Velázquez

razonamientos en general. Acto seguido, se emplea la distinción aris-


totélica retomada por Perelman entre razonamientos analíticos, que
aluden a la teoría de la demostración, y razonamientos dialécticos, que
refieren a la teoría de la argumentación, a fin de señalar dentro del
ámbito de la lógica dos regiones o ramas bien delimitadas, a saber:
la de la lógica formal (que supone el estudio del razonamiento desde
un punto de vista formal a fin de garantizar una inferencia válida) y la
de la lógica informal (que supone el estudio de los razonamientos no
formales, incompletos o no deductivos interesándose, principalmente,
por su capacidad persuasiva), (Perelman, 1997, pp. 19-27).
Siguiendo este orden de ideas, es posible aplicar tal esquema, muta-
tis mutandi, para solucionar la confusión entre “lógica jurídica” y “lógica
deóntica” con el fin de adquirir mayor precisión técnica y evitar even-
tuales malentendidos, pues, así como la lógica puede entenderse como
aquella disciplina que estudia los razonamientos en general y dividirse
en dos ramas, a saber: la lógica formal deductiva y la lógica informal
argumentativa, análogamente es posible entender a la lógica jurídica
como aquella lógica aplicada que estudia el razonamiento jurídico en
general y dividirla en dos regiones, a saber: la lógica deóntica (que se
interesa por las inferencias deductivo-formales entre normas o propo-
siciones normativas) y la argumentación jurídica (que se interesa por
los razonamientos jurídicos no formales, no deductivos o incompletos).
De este modo, se resolvería la problemática confusión entre ambas
nociones, ya que, si se me permite decirlo, entre ellas media una cierta
relación de genero a especie, donde la lógica deóntica podría verse
como la rama de la lógica jurídica a la que le incumbe el estudio de las
inferencias deductivo-normativas desde un punto de vista formal. Es
en este sentido que podría verse en la lógica deóntica una especie par-
ticular de lógica jurídica, siendo esta última más amplia que la primera
(Velázquez, 2018, pp. 65-66).
Ahora bien, alguien podría objetar que la lógica deóntica no puede
constituir una rama de la lógica jurídica debido a la mayor amplitud
de su objeto. En efecto, como la lógica deóntica versa no solo sobre las
normas jurídicas, sino también sobre otros tipos de normas como, por
ejemplo, las morales, las técnicas, etc., no puede ser una especie de la
lógica jurídica, puesto que, de suyo la lógica deóntica es más amplia,

466 Andamios
Concepto de lógica deóntica

general o abarcativa. No obstante, pensamos que dicha objeción pue-


de salvarse afirmando que la lógica deóntica versa sobre las normas
o expresiones normativas en general no haciendo distinción entre sus
diversos tipos y, por tanto, será trabajo de cada lógica específica (jurí-
dica, moral, etc.) hacer las aplicaciones y salvedades particulares que
corresponda según el tipo de norma al que se refiera.4
De este modo, todos los principios de la lógica deóntica comunes al
funcionamiento del ámbito normativo podrán ser considerados como
parte de la lógica jurídica formal junto con los principios peculiares
que surjan del carácter específico de las normas jurídicas. Otra forma
similar de zanjar la cuestión, sería plantear que aquello que constituye
la rama formal de la lógica jurídica es únicamente la parte de la lógica
deóntica aplicable a las normas jurídicas (Velázquez, 2018, 67). Así,
tomando cualquiera de estas vías consideramos que la objeción esgri-
mida se torna aparente.

La lógica deóntica como lógica no clásica

Otra cuestión que resulta apropiado advertir respecto a la lógica deón-


tica es que dicha lógica forma parte de lo que la literatura especializada
denomina lógicas no clásicas. A primera vista, cabe apreciar que el con-
cepto de lógica no clásica se delimita negativamente, pues, se define
en razón de su apartamiento respecto de lo que se entiende por lógica

4  Además, cabe agregar que si bien tradicionalmente se definió a las normas jurídicas
como juicios hipotéticos de deber ser que prevén una sanción ante un supuesto de
hecho (Kelsen, 1997), lo cierto es que se ha dejado de concebir a las mismas en virtud
de su contenido o estructura y de forma aislada (Nino, 2015). Desde las investigaciones
realizadas por Alchourrón y Bulygin (2012), una norma es jurídica en tanto pertenece
a un sistema jurídico y, como bien destacan Atienza y Ruiz Manero (2016), los sistemas
jurídicos modernos están conformados por normas de todo tipo como, por ejemplo, los
principios stricto sensu, los cuales, suponen normas regulativas categóricas de acción
que, justamente, son el prototipo de normas morales, o bien, normas constitutivas
que suponen reglas anankásticas donde podrían incluirse las normas técnicas. De este
modo, la lógica deóntica no vendría a ser más amplia que la lógica jurídica, puesto
que las normas jurídicas, al estar definidas por su pertenencia a un sistema jurídico,
incluirían –y de hecho incluyen– los otros tipos de normas. Ni siquiera haría falta hacer
salvedades particulares, pues, podría aplicarse directamente.

Andamios 467
Hugo José Francisco Velázquez

clásica. Es menester entonces precisar qué entendemos por lógica clá-


sica antes verificar cómo y en qué medida la lógica deóntica integra el
llamado grupo de las lógicas no clásicas.
Cuando hablamos de lógica clásica nos referimos a la moderna lógica
simbólica o, también llamada, lógica matemática, es decir, aquella que
fue construida de manera algebraica durante el siglo XIX por Boole,
Peirce y Schröder y a la que Gottlob Frege confirió forma axiomática
en 1879; la misma que, como se dijo ut supra, halla su consolidación
definitiva a través de la publicación de los Principia Mathematica de
Russell y Whitehead. Ahora bien, de ninguna manera tal lógica debe
ser confundida con la lógica tradicional, es decir, con aquella desarrolla-
da por Aristóteles que, empleando el lenguaje natural y considerando
a los juicios según su forma gramatical (sujeto/predicado), prioriza la
estructura silogística en los razonamientos. Por el contrario, la lógica
clásica moderna es eminentemente formal y simbólica, lo único que le
interesa de los enunciados son sus valores de verdad y los predicados se
conciben en términos de funciones y argumentos. A este respecto, Dea-
ño precisa que la lógica clásica –que engloba tanto al cálculo sentencial
como al cuantificacional de primer orden– presenta los siguientes ras-
gos no formales constitutivos, a saber:

a. Apofántica: solamente trabaja con enunciados descriptivos que


pueden ser verdaderos o falsos.
b. Asertórica: no admite ningún tipo de modalización ni gradación
respecto a los valores de satisfacción, en este caso el valor de
verdad verdadero y el valor de verdad falso.
c. Bivalente: solo admite dos valores de satisfacción, en este caso
veritativos: verdadero y falso.
d. Extensional: solamente considera la extensión de los enuncia-
dos y sus conexiones (definibles únicamente en términos ve-
ritativos-funcionales) dejando de lado su intensión (contenido
significativo). Así el valor de verdad de todos sus enunciados
compuestos depende del valor de verdad de sus enunciados
componentes. Por su parte, los términos (nombres y predica-
dos) también son considerados según su extensión, por ende,
de los nombres interesan únicamente los individuos a los que

468 Andamios
Concepto de lógica deóntica

refieren, mientras que de los predicados las clases a las que


remiten (1980, pp. 299-300).

A partir de tal caracterización, podrá advertirse que el grupo de las


lógicas no clásicas está constituido por todas aquellas lógicas que no
participan de, al menos, uno de los caracteres propios de la lógica
clásica (Deaño, 1981).
Ahora bien, teniendo en cuenta todo lo precedente cabe notar que
la lógica deóntica se trataría de una lógica excéntrica (no clásica) que
incumple con, al menos, uno de los supuestos bajo los que opera la
lógica clásica. A primera vista, podemos señalar que la lógica deóntica
no cumple con el supuesto de apofanticidad dado que, considerando
el mentado dilema de Jørgensen, pareciera ser que las normas –con las
que trabaja la lógica deóntica– no son susceptibles de ser verdaderas
o falsas. Esta apreciación resulta razonable, pero es un tanto inexacta
(Velázquez, 2019b) debido a que existen numerosos sistemas de lógica
deóntica que imputan valores veritativos a las normas como, por ejem-
plo, el de von Wright en sus dos primeros trabajos –An Essay in Modal
Logic y Deontic Logic–, o bien los primeros sistemas de Castañeda, Prior,
Anderson y Lemmon, incluso los esbozados por el propio Kalinowski
en su Teoría de las proposiciones normativas y en El problema de la verdad
en la moral y el derecho; también asignan valores de verdad a las normas
los pensadores de la tradición iusnaturalistas y los que suscriben a
éticas de tipo objetivistas (Kalinowski, 1973; Vernengo, 1987; Legaz y
Lacambra, 1975; Bulygin, 1995). A su vez, como veremos más adelan-
te, empleando la distinción entre normas y proposiciones normativas,
puede tener lugar una lógica deóntica que verse sobre enunciados
normativos, los cuales son susceptibles de ser verdaderos o falsos, cum-
pliéndose con el supuesto de apofanticidad.
Por otra parte, Alfredo Deaño (1981, pp. 318-319) señala que la
lógica deóntica se trata de una lógica modal en virtud de incumplir
con el supuesto asertoricidad, ya que la misma presenta operadores
deónticos modales (permitido, prohibido y obligatorio) que, en cierto
punto, afectan los valores de satisfacción (veritativos u otros). En efecto,
la lógica deóntica nació como una lógica modal puesto que modalizaba
las categorías de acciones que, a su vez, tenían un valor de ejecución

Andamios 469
Hugo José Francisco Velázquez

que resultada afectado por los operadores según el caso (von Wright,
1951, p. 2). Sin embargo, esta afirmación, si bien resulta acertada en
gran medida, no es absolutamente exacta, debido a que existen siste-
mas deónticos que no son modales. En este sentido afirma Kalinowski:

Desde el punto de vista de las relaciones entre la lógica deóntica


y la lógica modal, se podían distinguir entonces cuatro tipos de
lógica deóntica actualmente existentes: lógica deóntica indepen-
diente de la lógica modal, lógica deóntica análoga a la lógica mo-
dal, lógica deóntica parte de la lógica modal y la lógica deóntica
modificación o extensión de la lógica modal. (1973, p. 69)

Un claro ejemplo de lógica deóntica no modal (independiente) es el


sistema deóntico del mexicano Eduardo García Máynez expuesto en
su obra Los principios de la ontología formal del derecho y su expresión
simbólica de 1953, cuyas formulaciones más primitivas pueden remon-
tarse a Libertad como derecho y como poder de 1939. Esta lógica deóntica
estudia las relaciones inferenciales entre normas a través de los víncu-
los que se establecen entre las clases de conductas que constituyen el
objeto de las normas. Así, divide las conductas regladas por el derecho
(J) en la clase de las conductas lícitas (L) e ilícitas (I) y subdivide la
primera clase en obligatorias (L2) o permitidas (L2). En este sentido, la
de García Máynez constituye una lógica deóntica diagramada como ló-
gica de clases y no como una lógica modal tradicional (García Maynez,
1953; Kalinowski, 1973).
En suma, estamos de acuerdo en conceder que la lógica deóntica
sea una lógica no clásica, lo cual resulta obvio por las consideraciones
expuestas. Sin embargo, a pesar de la plausibilidad de sostener que se
trata de una lógica no apofántica, modal y, por tanto, no asertórica,
señalar en qué medida exacta o en razón de qué aspectos específicos se
trata de una lógica excéntrica es algo que dependerá de las característi-
cas peculiares del sistema que se analice.
No obstante, a fin de lograr una ubicuidad dentro de las lógicas no
clásicas, podría, aplicándose el criterio de divergencia lógica planteado
por Haack (1977), tomarse como punto de referencia los Sistemas
Estándar de Lógica Deóntica (SDL). La elección de los SDL como pie-

470 Andamios
Concepto de lógica deóntica

dra de toque responde a que, por un lado, son los sistemas que mejor
se ajustan a nuestras intuiciones respecto del comportamiento de los
conceptos normativos y, por otro lado, porque son los sistemas más
simples, difundidos y prácticos que sirven de peldaños imprescindibles
para todos los desarrollos investigativos en la materia. Asimismo, cabe
advertir que, con respecto a los SDL, es posible distinguir, al menos,
tres sistemas que pueden reclamar el epíteto de “estándar”, a saber (von
Wright, 2003, pp. 32-33):

a. El sistema esbozado por von Wright en 1951, también llama-


do Sistema Clásico de Lógica Deóntica5 (Rodríguez, 2016), en
donde hay solamente dos operadores, “P” (primitivo) para la
permisión y “O” para la obligatoriedad, las variables son inter-
pretadas como acciones genéricas y se aplican las conectivas de
la lógica proposicional a fin de formar expresiones complejas.
Sin embargo, no admite la iteración de operadores ni las expre-
siones mixtas.
b. El segundo sistema es similar al primero, pero interpreta las
variables como representaciones esquemáticas de proposiciones
que describen estados de cosas, lo cual, permite la iteración de
operadores.
c. El tercer sistema también es semejante al primero solo que inter-
preta las variables como estados de cosas genéricos y no permite
la iteración de operadores. Resulta preciso señalar que todos los
SDL se erigen apoyándose fuertemente en la lógica clásica, es
decir, emplean su nomenclatura, sus reglas de inferencia y sus
principios.

Ahora bien, el criterio planteado por Haack (1977) permite distinguir


claramente dos tipos de lógicas no clásicas, a saber:

A. Las lógicas complementarias, extendidas o suplementarias, es decir,

5 Si se desea profundizar en el análisis del Sistema Clásico de Lógica Deóntica véase
Velázquez, H. Sistema Clásico de Lógica Deóntica: una mirada crítica. En Revista de la
Facultad de Derecho. Núm. 47. pp. 1-35. Montevideo.

Andamios 471
Hugo José Francisco Velázquez

aquellas que, si bien consideran a la lógica clásica inadecuada en


razón de su incapacidad para dar cuenta de inferencias conside-
radas válidas dentro otros contextos lingüísticos como, por ejem-
plo, el normativo, suponen sistemas que buscan complementar o
extender, desde luego con algunas novedades, la misma a fin de
suplir tales deficiencias. Desde un punto de vista sintáctico, un
sistema lógico es complementario de otro (lógica clásica), cuan-
do tanto el conjunto de fórmulas bien formadas (fbf) como el
conjunto de teoremas e inferencias válidas del primero (sistema
complementario) incluyen propiamente al conjunto de fbf y al
conjunto de teoremas e inferencias válidas del segundo. Asimis-
mo, los teoremas e inferencias válidas adicionales del primero
contienen un vocabulario específico, mientras que los que no
lo tengan serán los mismos que los del segundo sistema (lógica
clásica). En tal sentido, Palau expresa que “un sistema lógico es
complementario de la lógica clásica cuando es una extensión
conservadora de la misma” (1986, p. 319).
B. Las lógicas rivales o divergentes son aquellas que buscan susti-
tuir a la lógica clásica por considerar que la misma incluye
afirmaciones falsas. En términos sintácticos, un sistema lógico
es divergente respecto de otro (lógica clásica) en dos casos: 1.
Cuando, si bien los conjuntos de fbf son coincidentes en ambos
sistemas, los conjuntos de teoremas e inferencias válidas difieren
en los mismos. 2. Cuando, si bien el conjunto de fbf del primero
(sistema rival) incluye propiamente el conjunto de fbf del segun-
do (lógica clásica), el conjunto de teoremas e inferencias válidas
del primero difiere del segundo no solo respecto del vocabulario
adicional sino, también, respecto del vocabulario compartido,
es decir, el sistema divergente tendrá no solo un conjunto de
teoremas adicionales en virtud de su vocabulario específico, sino
también en virtud del vocabulario común a ambos sistemas.

Partiendo de estas consideraciones, resulta posible ubicar a la lógica


deóntica –habiendo tomado como referencia a los SDL– dentro del
grupo de las lógicas no clásicas extendidas o complementarias. La razón
de ello estriba en que los SDL tienen como presupuesto fundamental

472 Andamios
Concepto de lógica deóntica

al cálculo proposicional clásico, puesto que tanto las variables como las
conectivas cumplen análogas funciones a las de la lógica proposicional.
Asimismo, todas las fbf de la lógica clásica proposicional se encuentran
incluidas de modo propio en la clase de las fbf de los SDL. Esto puede
observarse, por ejemplo, en las respectivas lógicas de la acción que sus-
tentan los sistemas deónticos, las cuales, constituyen cálculos análogos
salvo por su correspondiente interpretación en términos de actos. Por
último, todos los teoremas e inferencias válidas de la lógica proposicio-
nal importan teoremas e inferencias válidas en la lógica deóntica, con
el simple recaudo de traducir las variables proposicionales al lenguaje
deóntico a través de los operadores (Echave, et al., 2008, pp. 125-127).
Como resulta obvio, esto no obsta a la existencia de fbf, teoremas e
inferencias válidas adicionales con lenguaje deóntico específico como,
por ejemplo, las leyes sobre el compromiso, la interdefinibilidad y la
distribución (von Wright, 1951, pp. 13-14).

Normas y proposiciones normativas

Ahora bien, huelga comentar que hasta aquí se habló indistintamente


tanto de normas como de proposiciones normativas al referirnos al ob-
jeto de examen de la lógica deóntica. En otros términos, hemos dicho
que las relaciones inferenciales que la lógica deóntica estudia –desde
un punto de vista formal– son aquellas que tienen lugar entre normas,
o bien, entre proposiciones normativas, tomando ambas expresiones
como sinónimas. En tal sentido, es menester introducir una distinción
a este respecto, distinción que, por otra parte, ha cobrado fundamental
importancia en la literatura especializada de los últimos años. La misma
consiste en diferenciar las normas de las proposiciones normativas,
desprendiéndose, a su vez, dos tipos de lógicas, una que versa sobre las
normas y otra que versa sobre las proposiciones normativas.
Esta distinción aparece ya en 1960 con Kelsen, quien diferencia
entre las Rechtsnormen (normas jurídicas o normas de derecho) y las
Rechtssätza (reglas jurídicas o reglas de derecho). Las primeras hacen
referencia a las normas que dictan los órganos creadores de derecho,
destinadas a regular comportamientos conforme a la voluntad de la

Andamios 473
Hugo José Francisco Velázquez

autoridad emisora, mientras que las segundas aluden a los enunciados


o expresiones que los teóricos del derecho emplean para intentar dar
cuenta de las normas jurídicas. Mediante esta distinción Kelsen admite
que las leyes lógicas pueden aplicarse a las normas jurídicas de manera
indirecta en cuanto son aplicables directamente a las reglas jurídicas
que describen tales normas.
Esto es así, ya que las reglas de derecho pueden ser verdaderas
o falsas en tanto que constituyen juicios hipotéticos que describen
normas jurídicas (objeto de la ciencia jurídica), mientras que estas
últimas son prescripciones que no pretenden describir sino ordenar
una conducta determinada y, por tanto, no son ni verdaderas ni falsas
(Kelsen, 1997, pp. 45-48). De este modo, entre normas jurídicas y
reglas de derecho (proposiciones acerca de normas) hay una diferencia
ontológica puesto que, si bien ambas son entidades ideales o significa-
tivas, dependen de actos distintos. Mientras que las normas implican
un acto volitivo de la autoridad, las reglas de derecho implican un acto
cognoscitivo del teórico del derecho al intentar describir las normas
(Vernengo, 1987, pp. 313-314).
Poco tiempo después von Wright formuló tal distinción en Norm
and action6 en 1963. El lógico finés distinguió entre normas, formula-
ciones normativas y proposiciones normativas. Las normas son órdenes
o permisos emanados de una autoridad para regular la conducta de los
sujetos (von Wright, 1979b, pp. 26-27).7 La formulación normativa es
el signo lingüístico, el ropaje material usado para enunciar la norma,
el cual hace a la existencia misma de ésta, dado que solo a través del
lenguaje puede establecerse el vínculo entre la autoridad y el destina-
tario (von Wright, 1979b, pp. 109-110). Por último, la proposición
normativa constituye un enunciado existencial (descriptivo) acerca de
una norma prescriptiva, por lo que es susceptible de ser verdadero o

6  Sise desea profundizar en el análisis del sistema de lógica deóntica esbozado por von
Wright en esta obra véase Velázquez, H. (2020). “La lógica deóntica de von Wright en
Norm and Action: estructura y problemas conceptuales”. En Nuevo Pensamiento. Vol.
10. Núm. 15. pp. 1-49.
7  Aquí se toma como referencia las normas en tanto que prescripciones dejando de

lado, por el momento, otros tipos de normas como las reglas y las normas técnicas.

474 Andamios
Concepto de lógica deóntica

falso según exista o no la norma a la que hace referencia el enunciado


(von Wright, 1979b, pp. 119-121). En efecto, el lógico finés nos dice:

Las formulaciones normativas tienen una “ambigüedad” carac-


terística: unas mismas palabras pueden ser usadas prescripti-
vamente para enunciar (enunciate) una norma o una regla de
conducta, y descriptivamente para afirmar (stating) que existe
una norma o una regla. Paralelamente, distinguí también entre
una interpretación prescriptiva y una interpretación descriptiva
de las construcciones formales correspondientes a las formula-
ciones normativas que se pueden componer por medio de los
operadores deónticos O y P y las constantes y variables pertene-
cientes a una lógica de la acción, del cambio o proposicional.En
la interpretación descriptiva, las fórmulas deónticas expresan
proposiciones según las cuales una u otra determinada norma
existe. Estas proposiciones son verdaderas o falsas y siguen
las leyes de la lógica “ordinaria”. Si además siguen principios
especiales de carácter lógicamente necesario, ello se deberá a
las peculiaridades conceptuales conectadas con la noción de
existencia de una norma. No necesitamos poner en duda que
haya tales peculiaridades […] En la interpretación prescripti-
va, las fórmulas deónticas tienen un “significado prescriptivo”
y no expresan proposiciones verdaderas o falsas. No tiene
sentido hablar de relaciones de contradicción o implicación
entre las fórmulas si se interpretan así […] Pero la actividad
nomothética (norm-giving activity), y también las normas en sí
mismas, pueden ser juzgadas desde varios aspectos y criterios
de racionalidad. Además, algunos de esos aspectos pueden estar
asociados a consideraciones de carácter estrictamente lógico,
y en los modelos lógicos que surgen de tales consideraciones
podemos reconocer las estructuras que los lógicos deónticos (en
el sentido tradicional del término) han estudiado y tratado de
sistematizar (von Wright, 2010, pp. 25-26).

Andamios 475
Hugo José Francisco Velázquez

En suma, von Wright distingue entre una interpretación descriptiva y


una interpretación prescriptiva de las formulaciones normativas8 y re-
conoce que respecto de la primera interpretación pueden aplicarse las
leyes lógicas clásicas dado que tales formulaciones así interpretadas son
veritativas; en cambio, respecto de la interpretación prescriptiva, si bien
las formulaciones normativas no son susceptibles de valores veritativos,
les corresponde una lógica basada en criterios de racionalidad extraídos
de la actividad de generar normas, en relación a la que es posible vislum-
brar las estructuras que examinan los lógicos deónticos tradicionales.
De este modo, von Wright (2003), Alchourrón (1991), Bulygin
(1995) y otros han llamado “lógica deóntica genuina” a aquella lógica
que examina las relaciones inferenciales entre normas (o formulaciones
normativas interpretadas prescriptivamente), mientras que han deno-
minado “lógica normativa” a aquella que examina las relaciones infe-
renciales entre proposiciones normativas (o formulaciones normativas
interpretadas descriptivamente). Sin embargo, no existe acuerdo en la
literatura especializada sobre tales denominaciones. Por ejemplo, Tecla
Mazzaresse (2012) señala que algunos autores ven a la lógica deóntica
como el cálculo que examina el comportamiento lógico de las normas
a través del comportamiento lógico de las proposiciones normativas
descriptivas de normas válidas, mientras que consideran que la lógica
normativa es aquella que examina el comportamiento de los enuncia-
dos que expresan normas o, en términos de von Wright, expresiones
normativas prescriptivamente interpretadas.
A renglón seguido, rechaza dicha distinción y agrega que “concebir
a la lógica deóntica como una lógica de normas es desviante” (Mazza-
resse, 2012, p. 11). Al parecer, la profesora italiana impugna ambas
distinciones y una de las razones estriba en el hecho de que ninguno
de esos tipos de cálculos puede dar cuenta de las relaciones lógicas que
tienen lugar entre las diferentes especies de normas (Mazzaresse, 2012).
Por su parte, Georges Kalinowski (2015) señala que el término “lógica
deóntica” hace referencia a los cálculos que examinan las relaciones

8  Como bien aclara Vernengo (1987), aquí la diferencia es pragmática y no ontológica


como en el caso de Kelsen, ya que se trata del empleo diferente de un mismo objeto
lingüístico en dos contextos ilocucionarios diferentes.

476 Andamios
Concepto de lógica deóntica

lógicas entre enunciados descriptivos sobre normas, mientras que “ló-


gica normativa” refiere a los cálculos que indagan sobre las inferencias
lógicas entre normas.
Para resolver esta cuestión sobre las denominaciones terminológicas
proponemos tomar, al igual que González Lagier (1994, p. 462), un
uso más amplio de la expresión “lógica deóntica”, es decir, como rama
que examina las relaciones formales inferenciales entre expresiones o
formulaciones normativas, abarcando tanto a normas como a proposi-
ciones normativas.
A su vez, proponemos subdividir a la lógica deóntica en lógica nor-
mativa (LN), parte de la lógica deóntica que estudiará específicamente
las relaciones inferenciales entre normas (o formulaciones normativas
interpretadas prescriptivamente), y en lógica de proposiciones normati-
vas (LPN), parte de la lógica deóntica que examinará exclusivamente la
aplicación de leyes y principios lógicos a las proposiciones normativas
(formulaciones normativas interpretadas descriptivamente), respecto
de las cuales no hay dudas de su aptitud para ser verdaderas o falsas.
Dejando al margen tales cuestiones terminológicas, huelga agregar
que la importancia de la distinción entre normas y proposiciones
normativas –o bien entre formulaciones normativas interpretadas
prescriptivamente y formulaciones normativas interpretadas descrip-
tivamente– y, por tanto, entre una lógica de normas y una lógica de
proposiciones normativas, radica, como bien lo hace notar Alchourrón
(1991), en el hecho de que la misma posibilita:

a. Dar cuenta de algunas ambigüedades respecto a los términos


deónticos de obligación y permisión empleados tanto en el
lenguaje jurídico como en el lenguaje corriente, las cuales, no
aparecen en una lógica de normas.
b. Dar cuenta de algunas propiedades relevantes de los sistemas nor-
mativos como la completitud y la coherencia, propiedades que
no pueden representarse correctamente en la lógica de normas.
c. Como corolario de la anterior, la lógica de proposiciones nor-
mativas, al ser relativa siempre a sistemas normativos concretos,
es apropiada para tratar el problema de las lagunas del derecho.

Andamios 477
Hugo José Francisco Velázquez

d. Una mejor (menos confusa) consideración de la iteración de


operadores, la cual resulta alarmantemente problemática en la
lógica de normas.

Cabe aclarar que hay autores como, por ejemplo, Lorenzo Peña (2017)
que consideran irrelevante la mentada distinción. En efecto, dicho autor
sostiene que la diferenciación entre normas y proposiciones normativas,
a pesar del gran esfuerzo interpretativo de Alchourrón y Bulygin (2012),
es cuestionable, estéril y, por lo tanto, innecesaria. Cuestionable porque,
según Peña (2017), tal distinción presupone que las normas, en tanto
que prescripciones del legislador, carecen de valor veritativo, lo cual –ad-
vierte– resulta falso porque lo prescriptivo es reductible a lo descriptivo.
Así, explica que cuando el legislador sanciona una norma, crea un
hecho o situación fáctica a partir de las especificaciones que la misma
norma establece sobre las cosas por su mera prolación de acuerdo a
ciertos procedimientos convencionales (promulgación). Asimismo, ar-
guye que dicha distinción deviene estéril porque no produce dos lógi-
cas distintas y separadas, pues, entre los sistemas lógicos derivados de
tal distinción no hay diferencias sustanciales, sostiene que, en realidad,
se trata de una mera duplicación de sistemas de lógica idénticos que se
reproducen mutuamente. A su vez, esta reproducción de sistemas idén-
ticos –continúa Peña– complica las cosas innecesariamente, por lo que
se puede prescindir de ella aplicando un principio de simplificación
metodológica, únicamente, quedándonos con la lógica de normas, al
menos en cuanto a los sistemas estándar.9
A mi juicio, lo señalado por Peña resulta, cuanto menos, falso. En
primer lugar, porque parece bastante cuestionable, desde un punto de
vista lógico, la reducción de lo prescriptivo a lo descriptivo o viceversa,
ya que se estaría operando un salto lógico injustificado del deber ser al

9  Cabe advertir que la lógica nomológica que desarrolla Peña (2017) implica un siste-
ma de lógica deóntica de inspiración neo-leibniziana fundado en la naturaleza misma
de las relaciones sociales a las que se aplica (situaciones jurídicas) y que, por tanto,
busca dar cuenta de la gradualidad y de las contradicciones presentes en el derecho. En
suma, se trata de una lógica que estudia las relaciones de implicación entre situaciones
jurídico-fácticas a partir de las cuales se extraen los axiomas y teoremas válidos para el
derecho como tal.

478 Andamios
Concepto de lógica deóntica

ser o viceversa, falacia conocida como Guillotina de Hume (Velázquez,


2019c). En segundo lugar, resulta falso porque las lógicas o sistemas
lógicos a los que la distinción entre normas y proposiciones normativas
da lugar no son idénticos. Existen, al menos, cinco diferencias aprecia-
bles entre la lógica de normas y la lógica de proposiciones normativas,
a saber (Bulygin, 1995):

1. La lógica de proposiciones normativas siempre es relativa a un


sistema normativo en particular, lo cual, hace necesario incluir
elementos de la lógica de clases y una notación adicional para
los tales sistemas (α). En este sentido, las proposiciones nor-
mativas son siempre afirmaciones sobre un sistema normativo
determinado, más específicamente, sobre la pertenencia o no de
cierta norma a un cierto sistema (metalenguaje normativo). Por
su parte, la lógica de normas versa sobre conceptos absolutos
(lenguaje objeto).
2. En la lógica de proposiciones normativas se distingue entre la
permisión positiva (en sentido fuerte: P+) y la permisión negativa
(en sentido débil: P-), mientras que en la lógica de normas existe
un solo concepto de permisión (“P”).
3. En la lógica de normas los operadores “P”, “O” y “V” son inter-
definibles (P ≡ ~V ≡ ~O~; V ≡ ~P ≡ O~; O ≡ V~ ≡ P~), mientras
que, en la lógica de proposiciones normativas, al existir dos
tipos de operadores permisivos, solo la permisión negativa (P-)
es interdefinible.
4. La lógica de proposiciones normativas presupone la lógica de
normas, pues, los operadores deónticos descriptivos suponen
ya la existencia de relaciones lógicas entre normas.
5. En la lógica de proposiciones normativas existen dos tipos de
negación, a saber: a. Negación externa: niega la pertenencia
de la norma al sistema; b. Negación interna: niega a la norma
misma afirmando su norma-negación.

De hecho, es en virtud de tales diferencias que Bulygin (1995) rechaza la


propuesta de von Wright (1979b) en Norm and Action. Como es sabido,
en dicha obra von Wright desarrolla una lógica de expresiones deónticas

Andamios 479
Hugo José Francisco Velázquez

interpretadas descriptivamente, esto es, una lógica de proposiciones


normativas, pero con la particularidad de que en ella se reflejan las
propiedades lógicas de las normas mismas a las que tales proposiciones
(expresiones normativas interpretadas descriptivamente) se refieren.
Atento a ello, von Wright propuso un único simbolismo lógico
que fuera susceptible de una doble interpretación (una interpretación
descriptiva y otra prescriptiva), lo cual, a juicio de Bulygin (1995),
constituye un grave error, pues, genera la creencia entre los lógicos,
filósofos y juristas de que únicamente se trataría de un mero problema
interpretativo concibiendo, en consecuencia, a los sistemas de lógica
deóntica desde la perspectiva de la lógica de proposiciones normativas.
Justamente, Peña comete este error, pero, si se quiere, de modo inver-
so, pues, al considerar que la distinción entre normas y proposiciones
normativas es aparente e innecesaria, termina concibiendo a todo siste-
ma de lógica deóntica (estándar) como una lógica de normas sin más.
Sus críticas, si es que algún asidero tienen a este respecto, sólo podrían
afectar al sistema propuesto por von Wright en Norm and Action.
Por último, es preciso señalar que la diferencia entre los conceptos
normativos –propios de la lógica de proposiciones normativas– y los
conceptos deónticos –propios de la lógica de normas– y, por tanto,
los cálculos a los que cada uno de ellos da lugar, son confundidos
frecuentemente por los autores debido a que bajo los supuestos de
completitud y coherencia ambos (cálculos) son isomorfos (Alchou-
rrón, 1991, p. 26), quizás esto haya sido lo que llevó a Peña a pensar
que la distinción es innecesaria.

Consideración final

De todo lo expuesto, es posible admitir que una definición aceptable del


concepto de lógica deóntica implicó, en un primer momento, realizar
una serie de precisiones etimológicas y, especialmente, sobre el objeto
de la misma (normas y proposiciones normativas), diferenciándolo de
los imperativos y de los juicios de valor que, no en pocas ocasiones, han
sido confundidos por los juristas, lógicos y filósofos del derecho. A su
vez, dichas precisiones condujeron a distinguirla de la noción de lógica

480 Andamios
Concepto de lógica deóntica

jurídica que tantos equívocos ha generado en la literatura especializada.


En efecto, se arribó a la conclusión de que entre ambas nociones media
una cierta relación de género a especie dada por la peculiaridad del
objeto de la lógica deóntica.
Por otra parte, a fin de establecer sus principales características y de
ubicarla dentro del espectro de la lógica general, se procedió a exami-
nar el concepto de lógica deóntica en tanto lógica excéntrica, es decir,
en contraste con los presupuestos fundamentales de la lógica clásica
(apofanticidad, asertoricidad, bivalencia y extensionalidad). A partir de
ese examen, se observó que, en general, la lógica deóntica no cumple
con los supuestos de apofanticidad y de asertoricidad, sin embargo, de-
terminar de forma exacta los aspectos específicos en que se trata de una
lógica excéntrica es algo que dependerá de las características peculiares
del sistema analizado. No obstante, tomando como referencia los SDL
y empleando el criterio de divergencia propuesto por Haack (1997),
resulta posible determinar con mayor precisión el tipo de lógica no
clásica donde puede ubicarse la lógica deóntica.
De este modo, concluimos que la lógica deóntica constituye una ló-
gica extendida que, tomando como base a la lógica proposicional, pero
sin olvidar sus limitaciones, busca complementar la lógica clásica dada
su inadecuación para representar las argumentaciones normativas, em-
pleando un lenguaje y un conjunto de teoremas adicionales.
Finalmente, para lograr aún mayor exactitud conceptual, se tomó
en consideración la célebre distinción entre normas y proposiciones
normativas –nacida con Kelsen (1997), reformulada por von Wright
(1979b) en Norm and Action y desarrolla con algunas diferencias apre-
ciables por Alchourrón y Bulygin (2012) en Normative Systems–, la cual
muestra que la lógica deóntica abarcaría no sólo el estudio formal de
las inferencias entre normas sino, también, entre proposiciones norma-
tivas, dando lugar –como ya dijimos ut supra– a dos ramas diferentes
dentro de ella, a saber: la lógica normativa (LN) y la lógica de proposi-
ciones normativas (LPN).
Siguiendo este orden de ideas, estimo que podría definirse a la
lógica deóntica como la disciplina que estudia las relaciones lógico-in-
ferenciales entre formulaciones normativas (normas y proposicio-
nes normativas) desde un punto de vista formal, y que bien podría

Andamios 481
Hugo José Francisco Velázquez

constituir una rama de la lógica jurídica, subdividible en dos regiones


específicas según verse sobre normas (lógica normativa), o bien, sobre
proposiciones normativas (lógica de proposiciones normativas).
En suma, espero que estas breves reflexiones hayan arrojado algo
de luz al interrogante sobre qué debemos entender por la expresión
“lógica deóntica” evitando malentendidos y fomentando encuentros
cada vez más fructíferos entre lógicos, filósofos y juristas.

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Fecha de aceptación: 2 de noviembre de 2020

Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 457-485 Andamios 485
Programas de formación universitaria en centros
penitenciarios*
Laura Ponce de León Romero**
Gina López Armijos***
Rocío Camacho Rojas****

Resumen. Las estrategias de carácter punitivo de los distintos


Estados evidencian la privación de libertad como eje central
para la seguridad ciudadana. De manera subsidiaria se ha
ido incorporando el concepto rehabilitador para favorecer la
inclusión social. Los programas universitarios podrían ser una
herramienta para conseguirla. Este artículo revisa las experien-
cias en enseñanza superior en centros penitenciarios de España,
Ecuador y México. La metodología está basada en un estudio
comparativo junto con el análisis de fuentes secundarias y la
consulta de bases de datos especializadas. Las conclusiones
indican escasez de recursos para estos programas; mejoría de es-
tudiantes en autoestima, seguridad, comunicación, habilidades
sociales y ciudadanía responsable; disminución de reincidencia;
y la necesidad de acciones para la incorporación laboral.

* Este trabajo ha estado financiado por un Convenio de Cooperación Interinstitucional


del Gobierno de Ecuador con la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, para la
regulación del Proyecto de Educación Superior para las Personas Privadas de Libertad
en los Centros Penitenciarios (No. 20150040 del 24 de abril de 2015); por una licencia
de estudios entre el profesorado de la Universidad Nacional de Educación a Distancia y
la Coordinación de la Universidad Abierta y Educación a Distancia, perteneciente a la
UNAM; y por una beca posdoctoral en el Instituto de Investigaciones sobre la Universidad
y la Educación, de la UNAM, otorgada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.
** Profesora Titular de Trabajo Social y Servicios Sociales. Facultad de Derecho Uni-

versidad Nacional de Educación a Distancia. Correo electrónico: lponce@der.uned.es


*** Profesora de Economía Social. Facultad de Ciencias Económicas y

Administrativas. Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, Ecuador. Correo


electrónico: gina.lopez@cu.ucsg.edu.ec
**** Becaria posdoctoral en el Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la

Educación de la UNAM. Correo electrónico: rcr7110@yahoo.com.mx

Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 487-509 Andamios 487
Laura Ponce de León, Gina López y Rocío Camacho

Palabras clave. Centros penitenciarios, personas privadas de


libertad, educación universitaria, inclusión social, reincidencia.

Higher education programs in prisons

Abstract. Punitive strategies of various States show deprivation


of liberty as a central axia for citizen security. In a complemen-
tary way to enhance social inclusión Higher Education could be
a key tool. This article reviews experiences in prisons in Spain,
Ecuador and Mexico. The methodology is based on a compara-
tive study together with analysis of secondary sources and con-
sultation of specialized databases. Outcomes show a deficiency
of resources for these programs; improvement of students in
self-esteem, safety, communication, social skills and responsible
citizenship; decrease in recidivism; and the requirement for
actions for labor incorporation.

Key words. prison, persons deprived of liberty, higher educa-


tion, social inclusion, recidivism rate.

Introducción

El ingreso en centros penitenciarios ha sido la opción más utilizada por


los Estados para garantizar la seguridad. En los últimos años algunos
países han incorporado en sus normativas el concepto rehabilitador,
que tiene como objetivo facilitar la inclusión social.
La tendencia mundial en el aumento de Personas Privadas de Liber-
tad (PPL) según el informe de Worl Prison Brief (2018), la estabilización
en la tasa de homicidios (Naciones Unidas, 2019) y las elevadas tasas de
reincidencia (Jiménez- Bautista y Jiménez-Aguilar, 2013; García-García,
Ortega-Campos y Fuente-Sánchez, Larrota 2010; Larrota, Gaviria y Are-
nas, 2018; y Redondo, Luque, Navarro y Martínez, 2005) cuestionan la

488 Andamios
Formación universitaria en centros penitenciarios

efectividad de los sistemas punitivos penitenciarios y evidencian la falta


de recursos para poder cumplir con sus expectativas rehabilitadoras.
El estudio realizado por Marcuello y García-Martínez (2011) ha
establecido algunas características comunes que presentan las personas
privadas de libertad: la procedencia de ámbitos de exclusión social
donde la subcultura de la pobreza se hereda de una generación a otra,
la acumulación de fracasos (afectivos, escolares, laborales, familiares,
formativos y socializadores), y la inequidad en cuanto al acceso de
oportunidades educativas y laborales. Desde un enfoque preventivo
los centros penitenciarios intentan trabajar sobre estas características
orientando sus acciones hacia la educación y la intervención familiar
(Brunton-Smith y McCarthy, 2016), pero el hacinamiento y la falta
de recursos en la mayoría de los centros penitenciarios hace que esta
hazaña devenga en utopía.
La reincidencia penitenciara es uno de los indicadores más impor-
tantes para conocer la efectividad de los centros penitenciarios, y para
analizar el efecto de la pena privativa de libertad sobre el proceso de
socialización. La reincidencia criminal es la consecuencia de la inefec-
tividad de las medidas públicas implantadas, además es un fenómeno
multicausal, que exige una intervención social compleja basada, según
el modelo de Andrews y Bonta (2003), en variables como historia de
conducta, patrón de personalidad y cognición antisociales, el ámbito
familiar con bajo nivel de satisfacción, las dificultades en la escuela y el
trabajo, los vínculos o redes antisociales, el manejo del ocio y tiempo
libre, y el consumo de drogas.
La situación de hacinamiento que presentan la mayoría de los cen-
tros penitenciarios tampoco es de gran ayuda para garantizar el buen
desarrollo de los programas formativos, pues no permite un seguimien-
to pormenorizado de cada persona. En España la tasa de ocupación de
los centros penitenciarios es del 80 %, en Ecuador del 133,22 % y en
México del 90,1 % (World Prison Brief, 2018). Esta sobrepoblación
sería un indicador de que el sistema se orienta más hacia la política
criminal y la contención, y menos hacia la inclusión social.
Para conseguir este objetivo los centros penitenciarios tendrían que
facilitar herramientas de cambio existencial. De nada sirve cumplir la
pena si después de ella no se dispone de otras opciones para enfocar o

Andamios 489
Laura Ponce de León, Gina López y Rocío Camacho

ganarse la vida. En este sentido aprender un oficio con una formación


profesional o estudiar una carrera universitaria podrían ser una opción
para generar nuevas oportunidades de cambio. Matizar que en el se-
gundo caso cuando se estudia una carrera universitaria las personas
no solamente mejoran sus opciones profesionales sino que además se
produce un desarrollo intelectual, que les permite analizar su contexto
familiar y social viéndolo de otra manera distinta, se modifica la forma
de percibir el mundo, y se adquiere pensamiento crítico y capacidad de
análisis a lo largo de su experiencia vital (Gray, Ward y Fogerty, 2019).
Siguiendo este planteamiento algunos centros penitenciarios han
incorporado programas universitarios para implementar las acciones
formativas, ofreciendo la posibilidad de estudiar carreras universitarias
para facilitar un cambio en el proyecto existencial aportando otras op-
ciones para el futuro de las PPL y de sus familias.
Los principales motivos por los cuales las PPL participan en estos
programas suelen ser (Aygül, Fiensoy y Celik, 2019): hacer más lleva-
dera la vida en el centro penitenciario, ponerse al día con la vida, poder
optar a una segunda oportunidad, aumentar las expectativas de empleo,
utilizar de forma eficiente su tiempo y saldar las deudas pendientes con
la sociedad y con la familia.
Existe controversia en cuanto a los efectos de la enseñanza uni-
versitaria sobre la tasa de reincidencia en las PPL. Algunos estudios
comentan que no se alteran sus ratios (Nelson,1995), y otros sin em-
bargo sí añaden una reducción (Chase y Dickover, 1983, Winterfield,
Coggeshall, Burke-Storer, Correa y Tidd, 2007).
Los beneficios que reportan las PPL mientras cursan estos estudios
están relacionados con su estancia en el centro y serían: mayores po-
sibilidades de alcanzar la libertad, se reduce la rutina y el tiempo de
encierro, menor hacinamiento y se evitan traslados de unos centros a
otros (Iturralde, 2019).
En general los beneficios de los programas universitarios son per-
sonales y sociales pues se mejora la autoestima, la autocompasión, las
habilidades sociales, la comunicación y la conciencia de comunidad
(Baranger, Rousseau, Mastrorilli y Matesanz, 2018). Otros beneficios
estarían vinculados con la promoción de un diálogo democrático, la
generación de oportunidades y un aprendizaje transformador que per-
mitiría formar mejores ciudadanos (Grady y Hamilton, 2019).

490 Andamios
Formación universitaria en centros penitenciarios

Los cambios esperados por los programas universitarios estarían


vinculados a las actitudes, las formas de pensar y los estilos de vida.
Con ellos se intenta modificar el comportamiento, reducir la violencia
pero también abandonar la vida delictiva, volver la mirada hacia ho-
rizontes normativos tras la liberación y constituirse como ciudadanos
productivos (Ohayon, 2016).
Los docentes que han participado en estos programas valoran la
experiencia como enriquecedora y factible, pero manifiestan como
principales dificultades la carencia de recursos para lograr sus obje-
tivos pedagógicos y la sensación de inseguridad dentro de las aulas,
abogan también por la necesidad de consolidar propuestas didácticas
acordes con las necesidades de los centros y con los distintos perfiles
de estudiantes (Sumba, Cueva y López, 2019). Las condiciones en los
que se desarrollan los programas son peculiares debido a las normas de
seguridad, siendo las modalidades on line o semipresencial imprescin-
dibles, ya que en la mayoría de los centros no hay acceso a internet ni
dispositivos electrónicos, y los recursos académicos son insuficientes
(salas de estudio, profesores, manuales, etc.).
En los siguientes epígrafes se describirán las experiencias de los
programas universitarios llevados a cabo en centros penitenciarios de
España, Ecuador y México.

Metodología

La metodología empleada ha sido el análisis comparativo de programas


universitarios (España, Ecuador y México) teniendo en cuenta los si-
guientes elementos: entidades colaboradoras, convenios, universidades
participantes, metodología, número de matrículas, carreras cursadas,
personas tituladas, rendimiento académico, recursos y retos. Para ex-
traer los datos se han consultado fuentes secundarias: servidores esta-
dísticos, portales de instituciones oficiales y de universidades, páginas
web, prensa, boletines y bases de datos especializadas (Web of Science,
Dialnet, Internacional Political Science Abstracts, E-journal, Pubmed,
Scielo, Google Scholar, Psycchological and Behavioral Science, Research
Gate, ERIC, MLA, EBSCO, MEDLINE, psicodoc, APAPsyinfo, Academic
Search Ultimate).

Andamios 491
Laura Ponce de León, Gina López y Rocío Camacho

Programas universitarios en centros penitenciarios. España

La Ley Orgánica General Penitenciaria (LO1/1979) obliga a establecer


y estimular sistemas de participación de los internos en actividades o
responsabilidades de orden educativo y cultural (art. 24). La Adminis-
tración penitenciaria debería fomentar el interés de los internos por
el estudio y dar las máximas facilidades para ello. Dichas enseñanzas
comprenden desde la educación básica a la formación superior, dupli-
cándose en los diez últimos años el número de estudiantes universita-
rios (Gutiérrez, Viedma y Callejo, 2010).
En España, la Universidad Nacional de Educación a Distancia
(UNED) es el principal referente de actividad universitaria en centros
penitenciarios. Desde su inicio, a finales de los años setenta en la
prisión de Carabanchel en Madrid, su actividad ha sido incesante en
todo el territorio español gracias a la dependencia directa de la UNED
de la Administración central del Estado, la flexibilidad de su modelo
metodológico, la variada oferta de estudios y la legitimación social del
modelo de la UNED (Viedma, 2003).
La experiencia universitaria en Centros Penitenciarios desarrollada
por la UNED en los últimos 36 años supone la puesta en práctica del
Programa de Estudios Universitarios en Centros Penitenciarios (PEU-
CP), como resultado de varios Convenios firmados con la Secretaría
General de Universidades (Ministerio de Ciencia, Innovación y Uni-
versidades), la Secretaria de Instituciones Penitenciarias (Ministerio del
Interior) y la UNED; con el objetivo de incrementar el nivel formativo y
cultural de las personas privadas de libertad, posibilitando su acceso a
estudios universitarios. Con esta finalidad la UNED pone a disposición
de los centros penitenciarios un sistema de orientación, información y
matriculación; tutorías semanales en las aulas para la preparación de
las pruebas de acceso a la Universidad, apoyo a los formadores de los
centros para el uso de la plataforma de e-Learning (ALF), y la asistencia
de los Centros Asociados de la UNED más próximos para aquellos es-
tudiantes en régimen abierto y en libertad condicional.
Los estudiantes del PEUCP pueden cursar al Acceso Directo a la
universidad para Mayores de 25 años, el Curso de Acceso Directo para
Mayores de 45 años, así como las titulaciones de Grado, excepto Cien-

492 Andamios
Formación universitaria en centros penitenciarios

cias Ambientales, Química, Física y todas las ingenierías sin excepción,


ni las asignaturas optativas con prácticas externas obligatorias de ADE,
Economía y Turismo. Se podrían cursar 19 Grados de los 28 ofertados.
La metodología de la UNED permite al estudiante poder cursar sus
estudios a distancia, sin la obligatoriedad de un dispositivo electrónico
o internet, lo que facilita que las PPL puedan estudiar básicamente a
través de los libros y las guías de curso, para superar las pruebas pre-
senciales, que diseñan los equipos docentes.
En cada Centro Penitenciario la información general, el contacto
con los equipos docentes y la gestión administrativa del PEUCP se lleva
a cabo a través de los Gestores de Formación e Inserción Laboral.
La UNED organiza las pruebas presenciales para los Centros Peni-
tenciarios, estableciendo un calendario de exámenes anual (febrero, ju-
nio y septiembre) para las titulaciones universitarias, así como junio y
septiembre para las pruebas de acceso y los cursos de idiomas. Algunos
de los profesores universitarios de los Equipos Docentes de la UNED
conforman tribunales, que se desplazan en esas fechas a los centros
penitenciarios para examinar a los estudiantes.
El PEUCP cuenta con beneficios económicos para el estudio, sien-
do los requisitos para poder optar a ellos: acreditar falta de solvencia
económica, los estudiantes del PEUCP deben superar un rendimiento
académico del 70 % en los créditos matriculados y no tener título uni-
versitario previo (Gutiérrez, Viedma y Callejo, 2010).
Desde el curso 93/94 el número de centros y de estudiantes no ha
dejado de crecer, en ese año fueron 499 estudiantes (Viedma, 2003),
en el año 2003 se matricularon 389 estudiantes y en 2020 la UNED
cuenta con cuarenta y tres centros penitenciarios con estudiantes en
el PEUCP, siendo el número total de 884 y las carreras más estudiadas
serían por este orden: Acceso a la Universidad de 25 a 45 años, Dere-
cho, Psicología, Administración y Dirección de empresas, Educación y
Trabajo Social (Portal estadístico UNED, 2020).
Desde el año 2002 el número de matrículas ha ido en aumento, al-
canzando las cifras más altas en los años 2010 y 2011 respectivamente.
El perfil del estudiante de la UNED se caracteriza por la ausencia de
menores de 25 años, la franja de edad que predomina se sitúa entre los
30-45 años, son de nacionalidad española y provenientes de América

Andamios 493
Laura Ponce de León, Gina López y Rocío Camacho

Latina, han realizado una actividad laboral como empleado o autóno-


ma fuera de prisión, tienen preparación académica previa y los motivos
por los cuales se matriculan estarían relacionados con la ocupación del
tiempo libre, mejores condiciones de vida en la prisión, la posibilidad
de un futuro social y profesional mejor, la mejora de la adaptabilidad
social de su entorno y la realización de un esfuerzo personal individual
(Viedma, 2003).
En cuanto al rendimiento académico de los estudiantes, teniendo
de referencia el curso 2005/2006, la media total de aprobados sobre
los presentados es del 35 %, y la media de alumnos que se presentan
al examen es del 50 % (Gutiérrez, Viedma y Callejo, 2010). Según este
estudio el 57,9 % valoraba positivamente la experiencia de haber estu-
diado en la UNED, muy positiva el 22,7 % y negativa el 19,4 %.
Según los datos facilitados por el portal estadístico de la UNED, des-
de el 2002 hasta la actualidad se han matriculado 14.444 estudiantes,
de los que solamente 203 han terminado sus titulaciones, es decir el
1,4% de los matriculados obtiene un título universitario, siendo de los
titulados 188 hombres y 15 mujeres. Desde el año 2002 se ha produ-
cido un aumento de titulados en Centros Penitenciarios, siendo el pico
más alto en 2011 con treinta. El número mayor de titulados corres-
ponde a las carreras de Derecho, Psicología, Trabajo Social, Educación
social, Sociología y Ciencias Políticas. La franja de edad donde nos
encontramos más personas tituladas se sitúa desde los 36 años hasta
los 50, siendo la franja de edad más copiosa de los 41 a los 45 años
(Portal estadístico de la UNED, 2020).
Existen grandes diferencias en cuanto a los centros, no solo en el
número de estudiantes, algunos con más de cien y otros solamente
con tres, sino también en cuanto a los medios para cursar las titulacio-
nes: salas de estudios, bibliotecas, salas de exámenes, apoyo tutorial,
equipos de formación, etc. En el estudio llevado a cabo por Gutiérrez,
Viedma y Callejo (2010) el 73,3 % de las PPL consideraba insuficiente
los medios, siendo los recursos que más se agradecen: salas de estudio,
tutores, uso de ordenador y el acceso a internet.
La situación actual de la educación superior en prisiones españolas
es cada vez mejor, especialmente por el incremento del número de estu-
diantes y de la oferta educativa. Suponen para las PPL una herramienta

494 Andamios
Formación universitaria en centros penitenciarios

para superar su estancia en el centro, para su reingreso en la sociedad y


su incorporación en el mercado laboral. Entre las carencias detectadas
en estos años destacarían: la escasez de recursos en los centros durante
el curso académico, la falta de apoyo para la continuidad de los estu-
dios universitarios finalizada la condena, y la escasa reinserción laboral
universitaria concluidos los estudios.

Programas universitarios en centros penitenciarios. Ecuador

En Ecuador, la Constitución reconoce a la educación como un dere-


cho fundamental, y la educación de calidad para todos se cristaliza
en los objetivos de desarrollo del Plan Nacional para el Buen Vivir
(Iturralde, 2018).
La Secretaría Nacional de Educación Superior, Ciencia, Tecnología
e Innovación (SENESCYT), es la entidad rectora del sistema de educa-
ción superior en Ecuador, e incursiona al interior de los Centros de Pri-
vación de Libertad en el país, a través de un Convenio de Cooperación
Interinstitucional entre el ex Ministerio de Justicia, Derechos Humanos
y Cultos y la SENESCYT desde el año 2015. Esta Secretaría lleva a cabo
los procesos de educación superior de acuerdo al Modelo de Gestión
Penitenciaria. La Ley Orgánica de Educación Superior (LOES) en su
Art.74 dispone que las instituciones de Educación Superior instrumen-
tarán de manera obligatoria políticas de cuotas del ingreso al sistema de
educación superior de grupos históricamente excluidos o discrimina-
dos, siendo la SENESCYT quien establece las políticas de cuotas.
El Plan de Desarrollo 2013-2021 manifiesta la necesidad de vincu-
lar carreras de educación superior a personas privadas de libertad, y
responde al compromiso de la sociedad igualitaria que busca garantizar
la enseñanza inclusiva que elimina toda forma de discriminación, cons-
truyendo el derecho a la educación superior como un proceso histórico
para este grupo de atención prioritaria. Para conseguir una vida digna
para todos es necesario mantener un enfoque de derechos que pro-
muevan procesos formativos y de capacitación (Secretaría Nacional de
Planificación y Desarrollo, SENPLADES, 2017).
El Sistema Penitenciario tiene convenios con el Ministerio de Edu-
cación para alfabetizar, dar clases de Educación Básica y Bachillerato, y

Andamios 495
Laura Ponce de León, Gina López y Rocío Camacho

con la SENESCYT para establecer Convenios con Universidades para la


formación en Educación Superior.
En 2015 se emprendió un proyecto piloto en el que se otorgaron
437 becas a estudiantes en centros penitenciarios (Iturralde, 2019). Al
inicio se otorgaban becas desde universidades públicas como la Central
de Quito, Técnica del Norte, de Manabí y la Estatal de Milagro, pero
se sumaron instituciones privadas como la Universidad Católica de
Guayaquil, la Politécnica Salesiana, el Instituto Tecnológico Superior
Simón Bolívar, Vicente León, San Pablo de Atenas, la Universidad Téc-
nica Particular de Loja, entre otras. Esta última entregó 360 becas solo
en 2019. Para acceder a las becas que ofrece el sistema de educación
superior, las PPL deben someterse a un riguroso proceso de selección
igual al que siguen los alumnos regulares que desean obtener un cupo
para el ingreso a las universidades del país.
En la actualidad la SENESCYT ofrece becas a universidades públicas
y privadas, y educación superior con diferentes universidades del país:
Politécnica Salesiana, Católica Santiago de Guayaquil, Central del Ecua-
dor, Escuela Politécnicas del Ejército, Técnica de Manabí, Técnica del
Norte, Estatal de Milagro, Técnica Particular de Loja, entre otras; en las
modalidades presencial, semipresencial y en línea. Participan también
Institutos Tecnológicos de Educación Superior: Vicente León, Carlos
Cisneros, San Pablo de Atenas, Guayaquil, entre otros, en coordinación
con la entidad a cargo del Sistema de Rehabilitación Social.
Las Instituciones de Educación Superior analizarán las carreras que
podrán ser impartidas, las cuales deben cumplir con la condición de
vigentes y aprobadas por el Consejo de Educación Superior CES. Las
carreras de educación superior se imparten en diversas modalidades:
Presencial, Semipresencial, Distancia y en Línea. Sin embargo, de
acuerdo a las condiciones de los estudiantes, la modalidad recomen-
dada debería ser a distancia, en línea o virtual, ya que la experiencia
demuestra que muchos estudiantes recuperan su libertad y se cambian
de ciudad de residencia, por lo que pueden seguir estudiando donde se
encuentren, reduciendo de esta forma el nivel de abandono. Un aspecto
clave en la labor del profesor tutor es el acompañamiento continuo
dentro de su proceso formativo, ya que crea un ambiente socio emocio-
nal positivo en el estudiante.

496 Andamios
Formación universitaria en centros penitenciarios

La SENESCYT acorde a sus atribuciones y competencias revisa con-


tinuamente estrategias que incentiven la ampliación gradual de la oferta
académica para las personas privadas de libertad, según las condiciones
físicas de los Centros de Privación de Libertad, para lo cual la Dirección
Técnica de Régimen Cerrado (SNAI) y la SENESCYT coordinan con
Universidades, Institutos y Escuelas Politécnicas.
Según la Dirección Técnica de Régimen Cerrado el número total
de PPL que cursan estudios universitarios actualmente es de 461 (en
universidades privadas 307, en públicas 105, en institutos 45 y pos-
grado 4), siendo las carreras más cursadas Administración, Economía,
Derecho, Trabajo Social, Informática, Psicología y Turismo.

Programas universitarios en centros penitenciarios. México

En la capital mexicana, el 18 de abril del 2005, comenzó a operar el


Programa de Educación Superior para los Centros de Readaptación Social
del Distrito Federal, ahora Ciudad de México (PESCER), siendo así la
primera entidad en el país, en contar con un programa de educación
superior para personas privadas de su libertad. Fue el 13 de diciembre
2004, que se firmó el “Convenio de colaboración interinstitucional
para la ejecución de programas de educación superior, investigación,
difusión de la cultura y extensión universitaria entre la Universidad
Autónoma de la Ciudad de México y la Secretaría de Gobierno” el en-
tonces Distrito Federal (Universidad Autónoma de la Ciudad de México
[UACM], s/f-a), a través del Licenciado Antonio Hazael Ruiz Ortega,
Director General de Prevención y Readaptación Social de la Secretaría
de Gobierno del Distrito Federal. Se ofertaron cuatro licenciaturas: De-
recho, Ciencias Políticas y Administración Urbana; así como Creación
literaria. El Proyecto fue identificado como una innovadora contribu-
ción a la atención penitenciaria en el ámbito de la educación superior
en los Centros de Readaptación Social de la ahora Ciudad de México
(CDMX). Este convenio es uno de los mecanismos entre el Gobierno de
la entidad y el sistema penitenciario para fortalecer los mecanismos de
reinserción social.
A través de la elaboración del “Diagnóstico y proyección” a marzo
2017, la Coordinación Académica del Programa de Educación Superior

Andamios 497
Laura Ponce de León, Gina López y Rocío Camacho

para Centros de Reinserción Social de la CDMX, nos proporciona una


serie de datos que permiten generar un panorama sobre el impacto del
PESCER en la población recluida. A esta fecha, se opera en 7 centros de
reclusión de la Ciudad: Centro Femenil de Reinserción Social de Santa
Martha Acatitla, Centro Femenil de Reinserción Social de Tepepan,
Penitenciaría de la Ciudad de México, Centro Varonil de Reinserción
Social (CEVARESO), Reclusorio Preventivo Varonil, Reclusorio Preven-
tivo Varonil Sur y Reclusorio Preventivo Varonil Norte.
Con la fecha de corte referida, se contaba con 829 matriculaciones
desde el inicio de su operación, de las cuales 761 son en la licenciatura
de Derecho, siendo el 98,3 % de las matrículas y la licenciatura que se
imparte en todos los centros donde opera el PESCER. La licenciatura
de Ciencias Políticas y Administración Urbana (CP y AU), se coloca en
segundo término con 50 matriculaciones, siendo el 1,2 %. Se imparte
en el CEVARESO y en los reclusorios Oriente Sur y Norte. Finalmente,
se cuenta con 18 matriculaciones en la licenciatura de Creación Lite-
raria (CL), con el 0.04 %; la cual es impartida en el Centro Femenil de
Reinserción Social de Santa Martha Acatitla, en la Penitenciaría y en los
reclusorios Oriente y Norte.
De manera específica, en el ciclo escolar en marzo 2017, se contaba
con un total de 293 matriculados y reinscritos activos, 386 considera-
dos activos no inscritos, 16 titulados, 52 estudiantes con certificado de
estudios concluido, 66 estudiantes han liberado su servicio social y 24
de los activos cuentan ya con éste.
De los estudiantes que han obtenido su libertad, 242 han gestiona-
do su ingreso a los planteles de la Universidad Autónoma de Ciudad
de México (UACM) para continuar sus estudios. 166 en la licenciatura
en Derecho (88 en el plantel Centro Histórico, 62 en Cuautepec y 16
en el de San Lorenzo Tezonco). De la licenciatura en Ciencias Políticas
y Administración Urbana, 6 continúan sus estudios en el Plantel Casa
Libertad y 11 en el Plantel Del Valle. Cabe señalar que, de los 16 estu-
diantes de Derecho titulados, 13 son internos y 3 lograron su titulación
ya siendo externados, 11 de éstos, con Mención Honorífica.
Alejandra Díaz (RompevientoTV, 2013), de la Dirección Académica
del PESCER, refirió que fue en la Penitenciaría del Distrito Federal y
en el Centro Femenil de Reinserción Social de Santa Martha Acatit-

498 Andamios
Formación universitaria en centros penitenciarios

la, en donde el programa se puso en marcha, con 35 estudiantes y 7


profesores, iniciando con un ciclo de integración con duración de un
semestre. Esta iniciativa consiste en un Programa de atención inicial de
la UACM para sus estudiantes de nuevo ingreso, por un semestre, con
el fin de que inicien su formación universitaria con bases sólidas. Entre
sus talleres están el de Expresión Oral y Escrita, de Matemáticas, de
Identidad, Conocimiento y Aprendizaje, e incluso uno de introducción
al campo de conocimiento de la licenciatura que el estudiante eligió al
inscribirse (UACM, s/f-b).
Las carencias y retos del programa se pueden identificar en cuatro as-
pectos, de acuerdo al Diagnóstico y proyección 2017, elaborado por la Coor-
dinación Académica del PESCER (Universidad Autónoma de la Ciudad de
México, 2017): a) Infraestructura: más espacios físicos en algunos centros
de reclusión, mobiliario suficiente, más recursos bibliográficos y equipos
de cómputo y software acordes a lo requerido en las clases. Así mismo,
que no haya discordancia en el personal en tanto su nivel profesional y las
funciones que realiza. b) Académico: que el PESCER cuente con su propia
plantilla docente, en función de que ésta es de la UACM, con diferentes
tipos de contrataciones, que las academias que participen de las distintas
licenciaturas lo hagan de manera equitativa. Que se cuente con una polí-
tica de vinculación a la investigación de la Universidad hacia el PESCER
y se difundan los resultados obtenidos; y favorecer el crecimiento de la
matrícula de estudiantes a las licenciaturas CPyAU y Creación Literaria.
c) Estudiantes: reducir la deserción, por falta de atención oportuna. D)
Administrativo: Desconocimiento del PESCER por parte de otras áreas
de la UACM, falta de personal en todos los centros escolares y para hacer
investigación, riesgo de trabajo en lo físico y emocional, y la fluctuación
de profesores que se contratan por asignatura.
Entre las fortalezas, y lo que hay que evidenciar además de lo seña-
lado con respecto a la matrícula de estudiante, logros de titulaciones y
el número ascendente de quienes terminan sus créditos y obtienen su
certificado de estudios terminados, así como su servicio social; está el
de que a los docentes que participan en el programa se les reconoce por
su alto grado de compromiso, responsabilidad al cumplimiento de las
normas para acceder a los centros de reclusión al impartir sus cátedras
y su profesionalismo.

Andamios 499
Laura Ponce de León, Gina López y Rocío Camacho

Entre los retos, se hace urgente realizar investigación educativa y


visibilizar lo que se hace y cómo se llevan a cabo las distintas acciones
educativas de formación universitaria, de difusión cultural y de exten-
sión universitaria. Vale enfatizar, que el PESCER es un programa único
en su género y está otorgando la posibilidad que las personas privadas
de su libertad puedan acceder a este tipo de formación y que, al salir
de la cárcel, cuente con otras herramientas que faciliten su reinserción
social, familiar y laboral. A decir de una de las estudiantes, al ser en-
trevistada ya concluido su tiempo de compurga en el Centro Femenil
de Reinserción Social de Santa Martha Acatitla, el estudiar dentro del
penal se tienen ganancias secundarias de gran relevancia: “no te sientes
sola, me lleva a mis raíces, te abre al mundo, y se cuenta con una for-
mación que ayuda a no ser estigmatizada por salir de la cárcel, y sobre
todo, refiere, la universidad te impulsa a identificar tus capacidades”.
(RompevientoTV, 2013).

Discusión

Las políticas de inclusión social en las prisiones se quedarían en una


mera intención si se tienen en cuenta las tasas de reincidencia. En al-
gunos países como Colombia nos encontramos en 2017 con el 24,38%
de reincidencia (Larrota, Gaviria y Arenas, 2018). Cifras parecidas
aparecen en los estudios realizados en España: en población juvenil el
23,19 % (García-García, Ortega-Campos and Fuente-Sánchez, 2010);
con mujeres el 29 % (Jiménez- Bautista y Jiménez-Aguilar, 2013); en
agresores sexuales son 32,2 % (Redondo, Luque, Navarro y Martínez,
2005); y en otro estudio realizado en varias cárceles españolas la reinci-
dencia fue del 49 % e incluso en algunos centros del 63,8 % (Marcuello
y García-Martínez, 2011). En este último estudio la reincidencia varía
según la duración de la pena, siendo los delitos con penas cortas los
que más reincidencia presentaban (70,1 %) y los de penas más largas
los que menos (24,4, %), además el 57,7 % de las PPL que han reinci-
dido lo han hecho en un plazo de menos de dos años desde el último
ingreso, y el 31,4 % lo hace en menos de 6 meses.
El acceso a los datos de reincidencia en las fuentes oficiales no re-
sulta fácil, en España por ejemplo este dato no figura en las fuentes

500 Andamios
Formación universitaria en centros penitenciarios

oficiales, y los estudios disponibles son más bien localistas atendiendo


a los centros que deciden participar. Existen aún menos estudios que
vinculen la reincidencia con programas de formación universitaria
en centros penitenciarios. Algunos alegan que cursarlos reduce la re-
incidencia (Chase and Dickover, 1983). Winterfield y colaboradores
(2007) se encontraron reincidencias del 2,44% en Indiana, del 15,76%
en Masachussetts y del 39,38% en Nuevo México. Kim y Clark (2013)
concluyeron que las personas que no habían participado en estudios
académicos mostraron una reincidencia cuatro veces mayor.
Sería conveniente que en un futuro se pudieran realizar más estu-
dios de este tipo para aclarar la efectividad de los programas universita-
rios en cuanto a la reducción de la reincidencia, pues algunos estudios
manifiestan que no existen diferencias en centros penitenciarios entre
las personas que cursan estudios universitarios y las que no lo hacen
(Hasayasi, Weisbord, Zamir, Elisha, Haviv, y Shoham, 2014).
Aparte de la reducción de reincidencia existen otros beneficios. En
un estudio realizado por Nottingham Trent University, (UK), las PPL
manifestaron haber aumentado su sensación de empoderamiento, de
capacidad y autonomía tras cursar los programas universitarios (Grady
and Hamilton, 2019). En otros programas los estudiantes manifestaron
percibir una transformación individual que se propagaba a su vez en las
redes sociales de la persona (familias, amigos), un sentimiento de perte-
nencia y participación en la comunidad, así como una nueva identidad
al disponer del rol de estudiante universitario (Gray, Ward y Fogerty
2019). Otros estudios realizados reportan beneficios en la noción de
ciudadanía, cultura, identidad, participación política, consecución de
cambios y en la superación de estereotipos (Grady y Hamilton, 2019).
Un estudio cualitativo en un centro penitenciario portugués añadió
algunos inconvenientes en el desarrollo de estos programas como son
la falta de instalaciones, medios, recursos pedagógicos, tecnología y de
apoyo a los profesores, siendo a su vez necesario mejorar las condicio-
nes de asistencia a distancia en las cárceles (Morerira, Reis y Machado,
2017). Scarfó (2006) destaca que para el aseguramiento de una educa-
ción de calidad dentro de las cárceles sería necesario el cumplimiento
de cuatro características elementales: accesibilidad, asequibilidad,
adaptabilidad y aceptabilidad.

Andamios 501
Laura Ponce de León, Gina López y Rocío Camacho

Con todos estos resultados se podría afirmar que la educación


universitaria en los centros penitenciarios es un elemento potencial de
transformación social, económica y cultural para las PPL, con resultados
positivos para la construcción de ciudadanos integrados, capacitados y
autónomos. Pero no en todos los centros penitenciarios se contempla la
posibilidad de cursarlos. Los primeros programas universitarios fueron
desarrollados en prisiones de Reino Unido hace cuarenta años y en
la década de los noventa aparecen en Estados Unidos, posteriormente
están siendo incorporados en otros países como por ejemplo (Nichols,
Young y Behan, 2019): Making the Connection Project (Australia), Book
Clubs for Inmates (Canadá), India Vision Foundation (India), Africa
Prisons Project (East Africa), entre otros. En Europa es más frecuente
encontrar este tipo de programas, pero en Latinoamérica por ejemplo
pocos países los ponen en marcha, entre ellos destacarían Ecuador,
México y Argentina.
Si bien el derecho a la educación en los centros de reclusión está
constitucionalmente respaldado, en México y en otros países de Améri-
ca Latina; la atención en educación superior está en ciernes. En Ecua-
dor se comenzó en 2015, y en el caso mexicano, como se documenta
en este artículo, la formación universitaria solo se da en los centros
de reclusión de la Ciudad de México y es de manera presencial. En el
2020, el PESCER de la UACM, cumplieron 15 años colaborando juntos
en los reclusorios mexicanos. Desde entonces el número de estudiantes
ha ido en aumento.
En este sentido, vale señalar que uno de los países de América La-
tina, pionero al generar diversas acciones educativas y de formación
universitaria, ha sido Argentina, que ha seguido la normativa nacional
e internacional de respeto a los derechos humanos, a través del Pro-
grama de Educación en Contexto de Encierro (PECE), de la Secretaría de
Asuntos Académicos de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de
la Universidad de La Plata (UNLP), que ha alcanzado alrededor de 20
unidades penitenciarias de las 54 provincias de Buenos Aires y que en
el año 2017 disponía de 865 estudiantes (Castro y Scarfó, 2018, p. 49).
Es importante no dejar de lado, para acompañarnos en el segui-
miento de las distintas actividades del PECE, al Grupo de Estudios sobre
Educación en Cárceles (GESEC), que, desde el 4 de octubre del 2002,

502 Andamios
Formación universitaria en centros penitenciarios

“ha centrado su militancia en promover el ejercicio efectivo del derecho


a la educación de calidad de las Personas Privadas de Libertad ambula-
toria” (GESEC, 2017) a través de asesorías académicas, participación y
organización de congresos y seminarios.
La inclusión social facilitados por los programas universitarios en
centros penitenciarios no acabaría con la obtención del título, pues los
participantes se encuentran con dificultades para acceder al mercado
laboral. En un estudio realizado en los centros de Ecuador, las PPL
manifestaron que sus mayores preocupaciones eran cómo afrontar la
discriminación laboral por sus antecedentes penales y el deterioro de
su carrera laboral tras años de inactividad (Iturralde, 2019). Es por este
motivo que estos programas universitarios deberían implementarse con
un seguimiento de los casos y con medidas que faciliten la incorpora-
ción laboral una vez se consiga el título académico, como es el caso de
la Estrategia de Educación y Empleo publicada recientemente en Reino
Unido (Ministry Of Justice, 2018), que presenta una nueva era en las
cárceles proporcionando vías de acceso al empleo, lo que a su vez re-
quiere la existencia de relaciones sólidas con los posibles empleadores.

Conclusiones

De este estudio comparativo descriptivo se derivan las siguientes con-


clusiones:

1. Existen estudios que han demostrado una reducción en la tasa


de reincidencia en PPL que han iniciado y terminado sus es-
tudios universitarios en las prisiones. Es decir, la persona que
estudia una carrera universitaria en prisión no regresa al centro.
Entendemos por ello que la formación universitaria puede ser
un elemento clave que hay que fomentar para reducir la rein-
cidencia y facilitar la inclusión social. Dada la carencia de es-
tudios existentes en el seguimiento de los egresados en centros
penitenciarios sería interesante desarrollar investigaciones que
analizaran las tasas de reincidencia, la incorporación laboral y
la situación familiar.

Andamios 503
Laura Ponce de León, Gina López y Rocío Camacho

2. Los programas universitarios de aprendizaje pueden ser la clave


para facilitar la inserción social reorientando las actitudes y
las conductas, guiando a las personas hacia modelos actitudi-
nales integrados, modificando la forma de analizar su entorno
y generando alternativas de cambio. El proceso pedagógico y
terapéutico que ofrecen los programas universitarios debe ir
acompañado de la movilización de recursos económicos y
sociales que ofrezcan soluciones efectivas para construir nue-
vos itinerarios existenciales, que faciliten la salida del entorno
penitenciario y también del contexto de vulnerabilidad social
en el que han vivido, en este sentido la reinserción laboral y la
intervención familiar fuera de la cárcel, pueden ser elementos
decisivos para evitar la repetición de la conducta delictiva.

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Fecha de recepción: 25 de agosto de 2020


Fecha de aceptación: 14 de diciembre de 2020

Nuestro agradecimiento a los investigadores Francisco Cervantes Pérez


y Concepción Barrón Tirado por apoyar la iniciativa en el desarrollo
de programas universitarios en centros penitenciarios en la Ciudad
de México y por su implicación en esta investigación; al Instituto de

508 Andamios
Formación universitaria en centros penitenciarios

Investigaciones sobre la Universidad y la Educación por respaldar el


proyecto posdoctoral sobre educación penitenciaria; a Mauro Toscani-
ni, Rector de la UCSG, por gestionar y apoyar la creación de Proyecto
UCSG-PPL; a Víctor Jácome, Director Técnico de Régimen Cerrado,
del Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Adultas Privadas
de la Libertad y Adolescentes Infractores, por aportar la información y
estadísticas para la investigación.

Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 487-509 Andamios 509
La política de la ciencia en el pensamiento de Auguste
Comte
Obed Frausto Gatica*

Resumen. Este artículo analiza la obra de Augusto Comte desde


la política de la ciencia; se identifica que el proyecto comteano
es político de la ciencia en dos sentidos. Primero, Comte con-
cibe una ciencia tecnocrática y no hace una distinción entre la
política y la ciencia. Esta noción refiere a un pensamiento híbri-
do entre lo humano y la máquina en donde se puede resolver
los desafíos del proceso sociocultural de la industrialización.
Segundo, Comte manifiesta la necesidad de la toma del poder
por parte de los expertos; así, desde el poder, los científicos
utilizarían sus métodos para distender las controversias políticas
y podrían poner en práctica nociones como orden y progreso para
la pacificación del mundo.

Palabras clave. Política y ciencia, positivismo, ciencia y tecnolo-


gía, sociología positiva.

Politics of Science in Auguste Comte’s thought

Abstract. This article analyzes the work of Augusto Comte


from the politics of science. The Comtean project is identified
as a politics of science in two ways. First, Comte conceives a
technocratic science and does not make a distinction between

* Profesor en Ball State University, Estados Unidos. Correo electrónico:


obedfrausto@gmail.com

Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 511-533 Andamios 511
Obed Frausto Gatica

politics and science. This notion refers to a hybrid thought


between the human and the machine where the challenges of
the sociocultural process of industrialization can be solved.
Second, Comte expresses the need for taking power by experts;
Thus, from power, scientists would use their methods to dispel
political controversies and could put into practice notions such
as order and progress for the pacification of the world.

Key words. Politics and science, positivism, science and techno-


logy, positivist sociology.

Introducción

Auguste Comte es conocido como el padre de la sociología (Barnes y Bec-


ker, 1945), pero ha sido una figura de segundo orden para la disciplina;
a diferencia de Durkheim, Marx o Weber, Comte ni siquiera es estimado
como un clásico. Hasta la década de los sesenta, fue incluido en lo que
Robert Nisbet llama la tradición sociológica (Nisbet, 2001; Picó, 2003) y,
a partir de ese momento, el pensamiento de Comte ha sido considerado
como exclusivamente sociológico. (Aron, 2004; Giner, 2008).
No obstante, en las últimas décadas, Juliette Grange (2000) ha estu-
diado el pensamiento de Augusto Comte desde una perspectiva distinta
y considera que los malentendidos y los errores de interpretación alre-
dedor de la obra de Comte se deben, en gran medida, a que el mundo
anglosajón, en vez de revisar directamente sus escritos, tomó como
referencia el trabajo de John Stuart Mill: Auguste Comte and positivism.1
Grange vuelve a la obra comtiana y, al analizarla desde la política de la
ciencia, elabora tres planteamientos fundamentales.
Primero. Para, Grange, Comte no concebía un tipo de política cientí-
fica cuyo propósito fuera apropiarse del Estado, sino la separación entre
el poder y la ciencia. Grange considera que el positivismo comtiano,

1  RobertScharff (1995) muestra cómo Mill sólo se basó en las dos primeras lecciones
de los Cours de philosophie positive y en el Discours sur l’esprit positif.

512 Andamios
La política de la ciencia en el pensamiento de auguste comte

lejos de ser meramente cientificista, asume un compromiso con la cul-


tura humanista; así, la política de Comte se acercaría al republicanismo,
ya que tiene como ejes la mediación, la prudencia y la conciliación en
aras de lograr estabilidad en la organización política. De ahí que el ideal
político comtiano no se fundamente en la comunidad tradicional ni en
el contrato social moderno, sino en la idea de la colectividad organizada
en torno a una intersubjetividad fundada en la moral pública. Para
Grange, esta idea se basa en el modelo del Royal Society, en donde a
Comte le interesa entender a los individuos, no a partir de sus facul-
tades innatas, sino desde su espacio social compartido con diferentes
puntos de vista. En este sentido, la política es la mediación y la mode-
ración que permiten vincular y hacer coincidir diferentes perspectivas
hacia el bien común.
Segundo. La lectura de Stuart Mill coloca a Comte como un herede-
ro de la tradición empirista (Bacon, Hume y Bentham) y, para Grange,
la epistemología comtiana se acerca mucho más al nominalismo y al
convencionalismo no arbitrario. Respecto a las referencias contempo-
ráneas, Grange cuestiona la lectura de Robert Scharff que concibe a
Comte como un filósofo de corte pragmatista, y enfatiza que Comte no
proponía una noción de utilidad en su teoría de la ciencia, tenía más
bien una intención gnoseológica, es decir, pretendía crear una teoría
del conocimiento de orden científico con pretensiones meramente
relativistas. Así, Grange ve en Comte a un pensador que intenta lidiar
con la relatividad de las disciplinas científicas y, al mismo tiempo, con
la historia de lo humano, por eso elabora, sin pretensión universalista,
un modelo histórico para entender el desarrollo progresivo de la hu-
manidad. Desde una interpretación relativista, Grange, explica que la
epistemología comtiana es, en realidad, un convencionalismo no arbi-
trario, dado que propone no uno, sino múltiples métodos para explicar
la diversidad de fenómenos sociales.
Tercero. Para Comte, al no existir una relación directa entre cien-
cia y política, la sociología ocuparía una posición de mediación entre
ambas dimensiones, y su función consistiría en explicitar los valores
regulatorios que son extraídos del núcleo normativo de la sociedad
moderna. Según Grange, Comte considera que en la sociedad existen
muchos puntos de vista que se contraponen, y la ciencia construye su

Andamios 513
Obed Frausto Gatica

posición a través de un proceso prudente y cuidadoso, resultado de una


decisión colectiva que, por un lado, asimila la curiosidad y el deseo por
el conocimiento de la comunidad científica y, por el otro, comprende
las necesidades sociales de los más desfavorecidos.
Sin embargo, considero pertinente cuestionar los planteamientos
que Grange elabora sobre el pensamiento comtiano. Respecto al prime-
ro, sostengo que Comte sí tiene una concepción política cuyo objetivo
es apropiarse del Estado. Esto puede identificarse en las discusiones y
en las ideas generadas dentro del grupo de los saint-simonianos, del
cual Comte fue un participante muy activo. Comte es continuador del
proyecto saint-simoniano que promueve los valores de la sociedad in-
dustrial y el modelo epistémico, tecnológico y jerárquico que sobrepone
a las ciencias exactas sobre la tradición hermenéutica y humanista. En
esta línea, la sociología es considerada como un mecanismo fisiológico
que permite acceder a un tipo de conocimiento que transforma de ma-
nera eficaz a la sociedad en términos técnicos y tecnológicos.
En referencia al segundo planteamiento, considero que Grange no
reconoce que la epistemología comtiana es, en realidad, un constructi-
vismo autoritario, dado que desde la política se coordinan y organizan
los hechos y los fenómenos en el ámbito científico y, al ser una política
técnica, impersonal, administrada y especializada, son los científicos
quienes pueden entender estos fenómenos y quienes tienen la capaci-
dad para organizar mejor a la sociedad.
De ahí que, en el tercer planteamiento, Grange no observe el énfa-
sis que Comte hace en la relación entre ciencia, tecnología y política.
Comte inspira a sus discípulos a ganar posiciones políticas para llevar a
cabo el proyecto científico en la política. Así, la política va adquiriendo
los valores de la ciencia y la tecnología, tales como la eficacia y la efi-
ciencia de los medios sobre los fines. El proyecto comtiano es político
porque empodera a los científicos para que sean ellos los dirigentes
de la sociedad, y el gobierno utilizaría la ciencia y la tecnología para
desarrollar mejores instrumentos que, a través de un Estado fuerte y del
saber de los expertos, permitan un mayor dominio sobre la sociedad.
Mi lectura de Comte, en comparación con la revisión de Grange,
es más histórica, se ubica desde una perspectiva de la historia de las
ideas, pero más situada y localizada en la vida cotidiana. En este punto

514 Andamios
La política de la ciencia en el pensamiento de auguste comte

retomo el texto The Practice of Conceptual History: Timing History, Spacing


Concepts, donde Reinhart Koselleck señala que la categoría de histo-
ria tiene que ver con que la experiencia y la expectativa vienen con
significaciones éticas y políticas, pues no puede existir la historia sin
las experiencias vividas y las expectativas de los hombres que viven y
sufren en la vida cotidiana.2 Por eso considero que el pensamiento se
vivifica en la biografía de los autores y, en este artículo, se revisará a
Comte desde una perspectiva de la historia de la filosofía política de la
ciencia. En la primera parte, se señalará que lo político está implícito
en su teoría social-científica; se observará que Comte continúa con
el proyecto político de los Saint-Simonianos cuyo origen viene de los
salones de la École Polytecnique. En la segunda parte, se examinará el
constructivismo epistémico-político de la teoría comtiana, en particu-
lar, en los modelos teóricos de los tres estadios y de la clasificación de
las ciencias. Y, en la tercera y última parte, se revisará lo explícito de
los efectos políticos que el pensador francés proyecta con su política
científica, especialmente con la noción de un poder de los sabios.

L’École Polythechnique y los saint-simonianos

Contrario a lo que señala Grange, en la obra de Auguste Comte lo


político y lo científico no son excluyentes ni están diferenciados. La
política en el pensamiento de Comte no está separada ni diferenciada
de su filosofía; él mismo comenta que su concepción política no ten-
dría que verse opuesta a su filosofía, de hecho, la política puede ser la
base de su filosofía “Mi política, lejos de estar totalmente opuesta a mi

2  Koselleck habla de tres estructuras fundamentales de la experiencia histórica. Prime-


ro, cada historia está condicionada temporalmente por un periodo entre el nacimiento
y la muerte; esto hace que la vida individual sea única y singular y que comparta expe-
riencias con una generación que no comparte con otra. Segundo, la historia no puede
escapar de la política diferencia entre los que están adentro y los que están afuera,
en la lógica de amigo/enemigo que Carl Schmitt (1991, p. 53) dibuja en su concepto
de lo político; esto justamente remarca el tiempo del espacio controversial. Y, tercero,
Koselleck considera que hay una relación entre los de arriba y los de abajo; el individuo
y los grupos tienen experiencias históricas únicas y espacios de experiencia común, el
espacio se articula y se va ensamblando con las situaciones de conflicto político.

Andamios 515
Obed Frausto Gatica

pensamiento, está constituida de manera natural entre ésta y aquella”


(Comte, 1970, p. 198).3
Considero que la idea de política de Auguste Comte puede rastrearse
en la concepción de los saint-simonianos, quienes proclamaban que era
necesaria la aplicación del conocimiento científico en los diferentes ám-
bitos de la vida humana. El proyecto filosófico de los saint-simonianos
comenzó a conformarse alrededor de la figura de Saint-Simon, la ma-
yoría de sus integrantes se habían formado en la École Polytechnique y
algunos otros en la École de Médicine. Los personajes más importantes
del grupo fueron Marie-François-Xavier Bichat y Pierre-Jean-Georges
Cabanis, y los jóvenes Auguste Comte, Prosper Enfantin y Olinde
Rodrigues. El principal objetivo de los saint-simonianos era utilizar
la física, la ingeniería y la medicina para comprender a la sociedad y
lograr transformarla con más eficacia. Uno de sus símbolos fundamen-
tales eran las máquinas; solían decir que el tren era el más importante
símbolo de la asociación universal por la posibilidad de comunicar e
integrar diferentes comunidades (Chevalier, 1832, p. 36).
Además, reflexionaban y especulaban sobre las diversas emociones
humanas y su relación con el interés práctico, la eficiencia técnica y el
incremento de la fuerza productiva. Los saint-simonianos pensaban que
las máquinas eran mediaciones entre el espíritu humano y el mundo;
concebían un pensamiento panteísta pues estaban obsesionados con
encontrar una manera de liberar las fuerzas ocultas de la naturaleza
transformándolas en sentimientos humanos. Se trataba de una especie
de mezcla o de categorías híbridas entre la estética romántica y la in-
geniería científica que esgrimía un nuevo tipo de mito que apuntaba a
develar el sentido de la práctica de la industrialización.4

3  (Traducción del autor) “Ma politique, loin d’être aucunement opposée à ma philoso-
phie, en constitue tellement la suite naturelle que celle-ci fut directement instituée pour
servir de base à celle-là, […]”
4  Los saint-simonianos incorporaron la subjetividad humana en las máquinas. Fue en

ese periodo que comienza haber una fusión entre organismos biológicos y los artefac-
tos. John Tresch (2012) explica que en la Francia de la primera mitad del siglo XIX hay
un novedoso paradigma que integra conceptos híbridos, algo que él llama la “máquina
romántica”.

516 Andamios
La política de la ciencia en el pensamiento de auguste comte

Auguste Comte entró a la École Polytechnique en 1815, estaba su-


mamente entusiasmado y consideraba que su estancia en aquel lugar
era como estar en el “paraíso” (Comte, 1973, p. 6). La disciplina de la
École Polytechnique fomentaba la solidaridad a través de una serie de
rituales seculares, y esos valores aprendidos en sus años de estudiante
fueron parte de la base que sostuvo todo su pensamiento (Belhoste,
2003, p. 73). Además, Comte veía en los valores enseñados en la École,
principios fundamentales para el desarrollo mismo de la inteligencia
humana y para fomentar la lealtad y la solidaridad en el ámbito de
la sociedad por medio de la amistad, la unidad y la fuerza. Comte
consideraba que era el perfecto “prototipo para un poder espiritual”
(Pickering, 2009, p. 469).
La École Polytechnique fue fundada en 1794 como una Escuela
Central con el objetivo de formar ingenieros especializados en asuntos
militares. Un año después, en 1795, fue establecida en el Quartier La-
tin.5 Sus fundadores fueron Gaspard Monge y Lazare Carnot, que eran
científicos, ingenieros y militares. La disciplina en dicha institución
era muy similar a la formación militar; incluso, Carnot solía decir que
“un ejército que obedezca la razón podrá derrotar a otro ejército, pues
el ejército victorioso actúa como una máquina, por eso es mejor un
soldado libre que un esclavo” (Carnot, 1984, p. 155). Carnot y Monge
tuvieron que lidiar con una agitación republicana en el interior de sus
aulas durante la Restauración. En 1816, La École estuvo cerrada como
consecuencia de la protesta de los estudiantes liderados por Auguste
Comte en contra de un profesor realista (Pilbeam,1995). Comte fue
expulsado de la École por su participación en la protesta y, después de
su expulsión, decidió acercarse a Saint-Simon, quien lo empleó como
su secretario particular contribuyendo en la edición de L’industrie y Le
producteur, textos fundamentales de Saint-Simon. En 1820, Comte ya
tenía muchas ideas fundamentales que desarrollaría en un futuro, y

5  Definitivamente era una institución total, desde sus exámenes de selección hasta sus
lecciones diarias de matemáticas y de ingeniería militar. Se buscaba inculcar disciplina
entre sus estudiantes y también un espíritu despierto para la resolución de problemas.
Había un horario bastante rigoroso y muy estricto que todos los alumnos tenían que
seguir al pie de la letra (Shinn, 1980; Weiss, 1982).

Andamios 517
Obed Frausto Gatica

las compartió con los saint-simonianos y con su maestro como el plan


del trabajo intelectual que se necesitaba para la reorganización de la
sociedad en su conjunto. Sin embargo, Saint-Simon no le dio el crédito
que deseaba y, poco a poco, Comte se separó de su maestro, hasta que,
finalmente, Comte rompió relación con Saint-Simon diciendo que el
maestro le había robado sus ideas.6 Además de las diferencias persona-
les entre estos dos pensadores, también estaban en desacuerdo respecto
hacia quienes tendrían que ir dirigidas esas ideas. Saint-Simon pensaba
que era más importante que las grandes élites intelectuales revisaran
su trabajo y, Comte, en cambio, trataba de simplificar sus ideas para
facilitar su difusión entre los sectores populares.
Siguiendo la idea de un progreso continuo de la civilización, idea
defendida con frecuencia dentro del grupo de los saint-simonianos,
Comte logró concebir, al final de su aprendizaje con Saint-Simon,
los ejes fundamentales de su propio pensamiento: la ley de los tres
estadios y la jerarquía de la ciencia. Posteriormente, compartió su des-
cubrimiento en sus lecciones de 1826, realizadas en su departamento
personal de la calle de Faubourg Saint-Antoine donde asistieron los
más ilustres científicos parisinos, entre los que se encontraban Joseph
Fourier, François Arago, Alexandre von Humboldt, Claude-Louis Na-
vier, Hippolyte Carnot y muchos otros politécnicos y saint-simonianos
de las ciencias de la vida.
La mayoría de los asistentes pertenecían a la École Polytechnique y
a la Académie des sciences. Las lecciones fueron exitosas, pero pronto
Comte sufrió un ataque de locura que lo incapacitó para seguir traba-
jando en sus clases y en sus escritos. Comte también intentó suicidarse,
pero no concretó el acto, y con el tratamiento de Esquirol se recuperó
de manera favorable. Comte pensaba que su locura era una especie
de secuela de un estadio anterior del conocimiento al que llamó un

6  Saint-Simon y Comte tenían ideas diferentes de cómo hacer el trabajo; mientras que
Comte preparaba profundamente cada escrito y cada idea antes de presentarla al públi-
co, Saint-Simon era menos disciplinado y constantemente presentaba textos inacabados
a la opinión pública. El punto de la separación fue que Saint-Simon usó, sin citar, el
texto del Plan des travaux scientifiques nécessaire pour réorganiser la société (2001) para
una serie de textos presentados en el Cáthesisme des industriels en 1824 (Tresch, 2012,
p. 258).

518 Andamios
La política de la ciencia en el pensamiento de auguste comte

panteísmo vago, y al regresar a la normalidad, él lo interpretó como una


especie de ascenso saludable al positivismo.
Sin embargo, es en el trabajo de 1822 Plan des travaux scientifiques
nécesaires pour réorganiser la société (2001) donde Comte explica su
proyecto social y político. Define a la sociedad como una actividad
unitaria orgánica que está orientada hacia un objetivo compartido
(Comte, 2001, p. 57). Al igual que Saint-Simon, Comte tenía el objetivo
de crear un nuevo poder espiritual; una institución que, en medio de la
crisis, tuviera la autoridad para guiar el camino de la sociedad (Pettit,
1989). En la Edad Media esa figura era representada por la Iglesia que
tenía cierta armonía con los poderes temporales y, debido a la pérdida
de autoridad de la Iglesia católica, la sociedad tuvo que lidiar por sí
misma contra la conquista y la acción violenta. Luego, la industria y la
producción se concibieron como los nuevos mecanismos sociales que
propiciaron otro orden de la sociedad.
Sin embargo, para asegurar que la decisión humana se pueda realizar
de manera ordenada y progresiva se requiere que la autoridad moral e
intelectual recaiga en los científicos. Una nueva ciencia de la sociedad
proveería los puntos cardinales y la estrategia a seguir para lograr una
mejor sociedad. Es necesario saber para prevenir y poder realizar trans-
formaciones benéficas para la sociedad, por eso Comte concibe que la
sociedad tiene que estar articulada en el principio de una libertad de
consciencia restringida, debido a los peligros que implica la idea de
soberanía popular, que deja los temas más importantes de la sociedad
en las manos de los menos sabios y en los incultos.
La organización política es abstracta, administrativa y racional; se
requiere entender y saber las leyes que se desenvuelven en la socie-
dad para comprender su desenvolvimiento hacia sus finalidades. Para
descifrar esas leyes, los científicos tendrían que crear una doctrina or-
gánica, es decir, estudios que, bajo los principios positivos, codifiquen
al espíritu de la humanidad en caracteres precisos como la geometría.
Comte lo explica en Essais de philosophie mathématique en 1821 “Al
darle así a la materia de geometría todas las formas que el espíritu
humano pueda concebir netamente con caracteres precisos” (Comte,

Andamios 519
Obed Frausto Gatica

1970, p. 249).7 Las leyes de la sociedad deben ser descubiertas de


la misma manera que aquellas leyes que determinan el accionar del
cuerpo humano. Los métodos de la nueva ciencia, comenta Comte,
tendrían que ser los de la biología; conceptos como sistema, órgano,
organismo colectivo, cuerpo social, son categorías prestadas de la bio-
logía. Así, a través de esta nueva formación, los científicos tendrían
más elementos para administrar a la sociedad.

Construcción política del conocimiento: tres estadios y jerarquía de


las ciencias

John Stuart Mill (1972) considera a Comte como heredero de la tra-


dición empírica y Charles Hale reconoce una carga teórica del conoci-
miento en Comte al decir:

El rechazo de Comte a la metafísica y su defensa del empirismo


no implicaban hostilidad al papel de la teoría en la ciencia social.
Al contrario, Comte pregonaba que la era moderna era teórica.
La reorganización intelectual debía remplazar a la anarquía inte-
lectual. Lo que hace especial a la filosofía positiva en oposición
a los modos de pensamiento anteriores consiste en considerar
que las teorías, independientemente del reino de las ideas del
que formen parte, tienen por objetivo la coordinación de hechos
observados (Hale, 2002, p. 58).

Larry Laudan (1971), por su parte, señala una construcción social


del conocimiento cuando dice que, para Comte, lo positivo son las
cualidades de la realidad que se localizan en la certeza y precisión de
categorías que son orgánicas o sociales en un ámbito relativo y no abso-
luto. Por otra parte, Juliette Grange (1996), considera que Comte puede
ser concebido como un nominalista. Yo, en cambio, considero que se
puede encontrar en Comte una construcción política del conocimiento

7  (Traducción del autor) “En donnant ainsi pour matière à la géométrie toutes les
formes que l’esprit humaine peut concevoir nettement d’après des caractères précis.”

520 Andamios
La política de la ciencia en el pensamiento de auguste comte

ya que es fundamental la reorganización de la sociedad a partir de una


política que incluye al conocimiento.
En su Plan des travaux scientifiques nécesaires pour réorganiser la socié-
té, Comte habla de un plan para organizar a la sociedad cuyo propósito
sea, primero, establecer un principio que ayude a coordinar las rela-
ciones sociales y, luego, determinar cómo se debe repartir el poder y el
conjunto de las instituciones administrativas (Comte, 1942, p. 90). En
este sentido, para Comte, el espíritu de la política positiva es, primero,
preponderar la observación sobre la imaginación y, segundo, anunciar
una relación entre la organización social y el estado de la civilización,
en donde, por una parte, la organización social determina a la civili-
zación y, por la otra, la civilización está sujeta a una ley invariable que
está fundada en la naturaleza (Comte, 1942, p. 118). Según Comte, la
instrumentación y la elaboración del conocimiento se hace a partir de
la política, y la política consiste en:

coordinar todos los hechos particulares relativos a la marcha de


la civilización, en reducirlos al número más pequeño posible de
hechos generales en los que el encadenamiento debe poner en
evidencia la ley natural de esta marcha, apreciando a continua-
ción la influencia de las diversas causas que pueden modificar de
ella la velocidad (Comte, 1942, p. 130).

En esta línea, Comte considera que el conocimiento es progresivo, que


se acumula con el paso del tiempo. Además, en este proceso, el sujeto
del conocimiento se va diferenciando y, con ello, va perdiendo su po-
sición trascendental en la construcción del conocimiento. No es que el
sujeto aislado pueda por sí mismo elaborar categorías y que, a través de
un método sistemático, sea capaz de construir un conocimiento válido,
más bien, el sujeto del conocimiento es colectivo. De modo que las
categorías del conocimiento científico son producto de la colectividad
sociohistórica; el sujeto es social y sus condiciones están determinadas
por el momento histórico y social en el que se desenvuelve.8

8  Comte envía una carta a su amigo Valat en septiembre de 1819 donde le explica que
considera imposible el estudio del espíritu y del alma, que toda pretensión de querer di-

Andamios 521
Obed Frausto Gatica

Comte consideraba que el conocimiento se lograba por medio de


deducción lógica y no por la inducción; así, el conocimiento no se
justifica estrictamente con categorías que emergen de lo sensible o lo
material.

El empirismo absoluto es imposible que es lo que ya se ha dicho.


El hombre es incapaz por su naturaleza no sólo de combinar
los hechos y de deducirles algunas consecuencias, sino que sólo
es posible observarlos con atención y retenerlos con seguridad
si es que no les relaciona inmediatamente a alguna explicación.
(Comte, 1975, p. 141).9

Comte considera que hay una carga teórica del conocimiento; la formula-
ción de hipótesis son un criterio fundacional para el conocimiento y para,
en un segundo momento, pasar a la observación y a la experimentación
de los hechos. Comte aprendió esta forma de construcción del conoci-
miento en la práctica de los salones de la École Polytechnique, pues había
un entrenamiento teórico previo a la práctica.10 Si bien Comte intentó

lucidarlo llevaría irremediablemente a errores, ilusiones, quimeras, sueños y absurdos.


Es imposible observar el espíritu del hombre por lo que sería imposible proporcionar
certezas sobre ese problema en cuestión. Ni siquiera será posible la introspección, pues
es sólo la exterioridad de la observación la que nos puede dar seguridad de corroborar
la información que se sostiene. Su propuesta es hacer una equivalencia que posibilite
abrirse por nuevos caminos del descubrimiento: la equivalencia entre el espíritu, el
cerebro y lo social (Pettit, 2002).
9  (Traducción del autor)  “L’empirisme absolu est impossible quoi qu’on ait dit. L’hom-

me est incapable par sa nature non seulement de combiner des faits et d’en déduire
quelques conséquences, mais simplement même de les observer avec attention et de
retenir avec sûreté s’il ne les rattache immédiatement à quelque explication”.
10  Laplace cuestionaba justamente eso cuando reorganizó el plan de estudios de la

École Polytechnique. Laplace favoreció la finesa teórica y la investigación de recompensas


dentro de un marco de la teoría de las funciones. Regularmente su aproximación a los
problemas se hacía a partir de una mecánica analítica donde se privilegiaba la estática y
los sistemas reversibles sobre los procesos dinámicos. Muchos de los estudiantes apren-
dían a realizar mapas de situaciones específicas a través de una transformación variada
de situaciones. Muchos de los ejercicios eran el desarmar y armar figuras y el dibujo de
diagramas para la lograr comprender las relaciones de los diferentes elementos. Monge,
el director de la École solía decir que el conocimiento teórico dependía de la actividad y

522 Andamios
La política de la ciencia en el pensamiento de auguste comte

mediar la teoría con la práctica, se dio cuenta que una observación sin
teoría no podría llevar a ningún tipo de conocimiento práctico.
Es vital para la política positiva reconocer que “la marcha de la
civilización no se lleva a cabo siguiendo una línea recta,” sino que la
civilización se compone de oscilaciones progresivas que se extienden
a diferentes espacios y en ritmos más lentos o más rápidos según sea
el caso. La política tiene la capacidad de dar los tiempos y los ritmos
a esas oscilaciones de la civilización (Comte, 1942, p. 133). Siguiendo
esa línea, Comte elaboró una teoría de la historia, una visión general de
la marcha progresiva de la humanidad en la que consideraba que había
una ley de tres estadios,11 donde cada rama del conocimiento de la
humanidad pasaba sucesivamente por tres diferentes estados teóricos.
En este sentido, el hombre es un animal que posee una trayectoria
histórica (Macherey, 1989, p. 14). El primer estadio sería el teológico
o ficticio, el segundo sería el metafísico y abstracto y, finalmente, el
tercero sería el científico o positivo. Según Comte, el estadio teológico
se caracteriza por la alucinación y el fetichismo; además, es una fase
que se define como una especie de politeísmo y una diversificación de
creencias. La sociedad, entonces, recorre una línea histórica que va de
la pluralidad a la unidad, hasta llegar a la edad positiva, que es la fase
donde la razón es el fundamento del conocimiento y, a partir de ella, se
vislumbran sus propios límites (Comte, 1975).12
Comte sugiere olvidar las preguntas orientadas al por qué de las
cosas que implican crear nociones absolutas, ocultas e indescifrables;

la experiencia directa. Las ciencias serían valiosas cuando ellas puedan adaptarse al uso
práctico que las condiciones específicas demandan (Gillespie, 2004).
11  Heilbron muestra que Comte toma su noción de los tres estadios de Turgot de Sur

histoire universale. Comte llegó a esa idea porque leyó a Condercet, quien había hecho
un esquema de las ideas Turgot en Esquisse d’une tableau historique des progrès de l’esprit
humain. Turgot explica que la conciencia humana se desarrolla en tres fases. La primera
es cuando la gente no puede hacer conexiones causales de las cosas imaginado seres
abstractos e invencibles. El segundo momento es cuando comienza a criticar esas ex-
plicaciones, pero no tiene suficientes elementos para explicar cada cosa. Finalmente,
el tercer momento es cuando las matemáticas llegan a explicar las causas reales de los
fenómenos (Heilbron, 1990).
12  Una explicación histórica de la noción de la historia en Comte, contrastada con

diferentes teóricos, se puede encontrar en (Armenteros, 2011).

Andamios 523
Obed Frausto Gatica

el conocimiento debería conformarse con explicar las circunstancias


que hacen posible la presencia de un fenómeno bajo preguntas que
refieran al cómo de las cosas, y así develar las leyes o las relaciones
necesarias que hay entre los diferentes elementos que componen el
todo.13 El aspecto político que está implícito en el trazo histórico lineal
de la sociedad es que los primeros dos estadios se caracterizan por la
guerra y el conflicto entre Estados nacionales, “Todas las ciudades eran
rivales entre ellas en la era militar” (Comte, 1975, p. 57)14 y, al contra-
rio, el estadio positivo se caracteriza por la conformación de un Estado
industrial que se basa en principios racionales, en un tipo de poder
que Comte llama “sociocratie”; un poder estatal universal donde los
científicos organizan a la sociedad a través del poder impersonalizado,
el trabajo y la eficiencia en la consecución de los fines. Este nuevo esta-
dio provocaría paz en la sociedad, de ahí que Comte considerara que la
ciencia produciría irremediablemente en la sociedad orden y progreso.
La política positiva, según Comte, ayudaría a comprender y explicar
las razones por las que las ciencias deben estar organizadas jerárquica-
mente; eso permite darle también una posición de ciencia a la política
y situarla en la misma jerarquía. Los Cours de philosophie positive (1975)
de Comte son una profunda reflexión de la ciencia (Heilbron, 1995).
Sus cursos tienen básicamente dos propósitos: el primero, contribuir
para fundar una ciencia social en los términos de una ciencia positiva
y, el segundo, completar una teoría de su sistema como una totalidad.
Conformar una teoría general de la ciencia era importante principal-
mente por los peligros encarnados y provocados por la división social
del trabajo que había llevado a la especialización científica.
En Francia, desde finales del siglo XVIII, se estableció el modelo de
las Académies que había provocado una diferenciación creciente de gru-
pos y publicaciones. Comte creía necesario elaborar una teoría general

13  Comte no es nada novedoso con esta idea, pues en Newton ya podemos ver cómo ya
hay una orientación hacia preguntas que tratan de develar en coordenadas geométricas
y matemáticas cuando habla de preguntas hipotéticas en vez de aquellas sobre causas
primeras y finales. Esa actitud se aceptó en la Academie des sciences française y en co-
mienzos del siglo XIX hay ya un discurso contra la metafísica (Hann, 1971).
14  (Traducción del autor) “Toutes les cités se trouvaient naturellement rivales dans l’âge

militaire”. 

524 Andamios
La política de la ciencia en el pensamiento de auguste comte

de la ciencia sin que esto representara la disolución de las diferencias


entre las disciplinas, e intentó clasificar a las diferentes disciplinas de
acuerdo con su grado de complejidad y a partir de diferentes métodos y
teorías para una conformación más diversa de la ciencia. Como muestra
su segunda ley, la jerarquía de las ciencias es fundamental para enten-
der la totalidad de los conocimientos científicos, pero cada una de las
disciplinas tiene objetos, conceptos y métodos distintos. Además, cada
disciplina tenía su propio tiempo asumiendo que existía un proceso
progresivo bastante heterogéneo; no obstante, en el marco general, a
cada disciplina con su objeto, método e historia le correspondía un lugar
preciso en la jerarquía, que iba desde las matemáticas pasando por la
astronomía, la física, la química y la biología hasta llegar a la ciencia que
Comte llamaba sociología.15 Entonces, cada ciencia representada en la
jerarquía se desarrollaba y se complejizaba hasta llegar a ser positiva.
Desde la perspectiva de Comte, cada ciencia poseía conceptos y
métodos distintos y autónomos, y esto era un claro rompimiento con
la tradición de la filosofía natural que había subsumido a todos los
dominios de la naturaleza bajo una simple estructura de leyes y causas
(Schaffer, 1980). La astronomía es la primera ciencia positiva, las otras
se fueron adhiriendo con el tiempo en respuesta a las experiencias con-
cretas y estableciendo regularidades para combatir, de alguna manera,
lo inesperado de la vida (Canguilhem, 1968, p. 83). De esta manera,
Comte considera que es posible acumular dominios ontológicos de
forma creciente, en donde la ontología de un dominio contiene al otro
y así sucesivamente hasta llegar al punto más elevado. Los objetos de la
sociología son sistemas biológicos que, al mismo tiempo, contienen sis-
temas químicos, hasta llegar al dominio más simple que, en este caso,
estaría constituido por un sistema físico. En cada una de las ciencias,
el lenguaje metafísico es remplazado por un lenguaje más relativo y
adecuado a las necesidades de cada una de las disciplinas.

15 Comte usa el término “física social” hasta 1839, cuando finalmente lo remplazó
por la sociología. El término fue usado por Quetelet para su aplicación de métodos
cuantitativos y estadísticos para el estudio de los fenómenos sociales, un movimiento
que Comte rechazaba.

Andamios 525
Obed Frausto Gatica

A diferencia de Grange, que piensa que Comte es un impulsor de las


humanidades, sostengo que describe un claro criterio de demarcación
entre la ciencia y la filosofía, y esto hace de Comte más un promotor
de las ciencias y la tecnología que de las humanidades. Para Comte, la
filosofía tiende a ser una ciencia general y cada ciencia especializada es
un tipo de filosofía particular. Por ello hay una relación entre la filosofía
y la ciencia, pero, al mismo tiempo, hay ciertos límites. El pensamiento
de Comte mezcla el razonamiento con hipótesis y su verificación por
medio de observaciones y experimentos. El método más apropiado
para encontrar las verdades consecuentes viene de la sistematización
científica y no de la religión o de la metafísica. Sin embargo, según
Comte, todavía había algunos elementos metafísicos en las ciencias; por
ejemplo, en la física se utilizaba esa noción fantástica del fluido o del
éter, y en las ciencias humanas aún existía la noción del alma.
Comte requiere de nuevas categorías teóricas y fácticas para su sis-
tema de la ciencia y las retoma de los estudios biológicos de las series
y las escalas de animales por Lamarck y Blainville (Gillispie, 2004, p.
159). Estos biólogos clasificaron a los animales según su grado de com-
plejidad, modificabilidad, generalidad y proximidad a los humanos, y
su jerarquización de la ciencia va de lo más general a lo más complejo
(Comte, 1975, p. 54). La astronomía explica los fenómenos más ge-
nerales que afectan a todas las entidades de la tierra, pero está alejada
completamente de la injerencia humana. Las disciplinas posteriores
en la jerarquía científica cada vez más se acercan a la intervención
humana, hasta que la sociología refiere a fenómenos específicos que
conciernen solamente a lo humano. Comte cree que ahí se encuentran
los fenómenos más complejos, pues ciertamente hay leyes universales
que caracterizan a lo humano y, al mismo tiempo, existe la decisión
humana que afecta las tendencias de las leyes que la determinan; esas
desviaciones, de acuerdo con Comte, son anormales en el desarrollo
humano. (Comte, 1912, p. 111).
Este esquema progresivo reconoce la creciente especialización de
las ciencias que, de algún modo, ha roto esa unidad y completitud
que caracterizaba a la filosofía natural, y Comte analiza ese desarrollo
con la ley de la dinámica y de la estática, conceptos que toma de la
anatomía. Así, la composición final de las ciencias se logra con la crea-

526 Andamios
La política de la ciencia en el pensamiento de auguste comte

ción de la sociología; su formación revela un terreno histórico y una


especie de autoconciencia de una tendencia histórica y teleológica de
los grados de conocimiento. Considerando un orden temporal especí-
fico para cada una de las ciencias, la sociología, a través de la política,
como sociocracia, se vuelve fundamental para coordinar el progreso
de las otras ciencias.

Política de la ciencia

Considero que Comte propone empoderar a los científicos para que


ellos sean los que tomen posiciones de poder en el Estado; concibe
a la política como una ciencia positivista, es decir, que tendría que ir
más allá de los deseos y de las opiniones de la mayoría. La política,
al convertirse en ciencia, es administrada y organizada a partir de los
criterios racionales de los especialistas. “cuando la política devenga en
ciencia positiva, el público deberá concedérsela a los publicistas, del
mismo modo que se concede la confianza a los astrónomos cuando se
refiere a la astronomía o a la medicina” (Comte, 1967, p. 25).16
El rol de las ciencias no sólo es reunir los hechos para inducir leyes
universales, ni se reduce a un saber que construye un específico tipo
de realidad; Comte se sitúa en el borde de ambas posiciones, pues la
actividad de las ciencias se caracteriza por la diversidad y la pluralidad
de los métodos que son empleados en cada una de las disciplinas.17

16  (Traducción del autor)  : “ […] quand la politique sera devenue une science po-
sitiviste, le public devra accorder aux publicistes, et leur accordera nécessairement,
la même confiance pour la politique qu’il accorde actuellement aux astronomes pour
l’astronomie, aux la médicine, […]”
17  Según Grange, Comte no debería ser considerado como un precursor del Círculo

de Viena, pues sus protagonistas no conocieron su obra. Las ciencias para Comte cons-
tituyen un modo indirecto de adaptación, de un ser vivo que es la humanidad, para
vivir en el mundo. El rigor y la relatividad del conocimiento científico produce una
restricción que hacen de sus diferentes campos. Esos campos no están integrados del
todo con ninguna lógica o lenguaje común, para Grange, ellos están diferenciados. En
ellos no hay un fundamento único ni último. “Al enterrar a Dios, la humanidad, incluso
y sobre todo en su amor por el saber, tiene un destino espiritual mismo que con hu-
mildad debe admitir la relatividad del conocimiento y de los valores.” (Traducción del
autor) “mettre Dieu sur terre : l’Humanité, y compris et surtout dans son amour pour

Andamios 527
Obed Frausto Gatica

Cada campo científico establece un compromiso por explicar un tipo


específico de realidad. La capacidad humana de conocimiento es múl-
tiple y diversa, y está condicionada por la diferenciación propia de las
sociedades industriales.
Los análisis positivos de la sociedad entrecruzan lo biológico y lo
social. El organismo colectivo está compuesto por familias y comuni-
dades, y no por individuos, estos serían como sus “véritables organes”
(Comte, 1967, p. 292). De acuerdo con Comte, el orden político
contiene un valor colectivo fundamental: la cooperación; al contrario
del individualismo que promueve la anarquía como ocurrió en la Re-
volución francesa. “Cuando los sentimientos y las ideas se correspon-
den suficientemente en una situación habitual, la existencia humana
desarrolla directamente su principal característica, vivir para el otro”
(Comte, 1967, p. 295).18
La política no es un poder de individuos que llegan a acuerdos y a
objetivos comunes, sino que la política, como cualquier otra ciencia, es
relacional. La realidad social se reconstruye a través de una pluralidad
ontológica distinta y la política, a través de un mecanismo anónimo e
impersonalizado que administra de forma eficiente, conduce los múlti-
ples niveles de la sociedad con el propósito de lograr la paz, el orden y
el progreso social, así, el Estado industrial converge y sincroniza todos
los niveles de la sociedad de una manera armónica. “La sistematización
del trabajo exige a la vez lo ascendente de costumbres pacíficas, solo
susceptibles de la universalidad que ella suponga, y la preponderancia
del espíritu positivo, base única de la coordinación industrial” (Comte,
1967, p. 323).19
Comte, para la ciencia como para la política, establece un método
a posteriori que es general por las condiciones sociales en las que se

le savoir, a un destin spirituel, même si avec humilité elle doit admettre la relativité des
connaissances et des valeurs” (Grange, 2000, p. 45).
18  (Traducción del autor) “Quand les sentiments et les idées correspondent assez à

un telle situation habituelle, l’existence humaine développe directement son principal


caractère, vivre pour autrui”.
19  (Traducción del autor) “La systematisation du travail exigeait à la fois l’ascendant des

mœurs pacifiques, seules susceptibles de l’universalité qu’elle suppose, et la prépondé-


rance de l’esprit positif, unique base de la coordination industrielle”.

528 Andamios
La política de la ciencia en el pensamiento de auguste comte

encontraba la ciencia, por su especialización y su interés en desarrollar


temáticas más particulares. Aunque en su forma general existe una
transición histórica que determina, en una manera simultánea, el de-
venir de los tiempos de la humanidad (Grange, 2000, p. 60). Comte
consideraba que su tiempo era la concreción de las ciencias en todo el
mundo; que la ciencia se volvería hegemónica y afectaría indirectamen-
te a las otras formas de conocimiento. La ciencia se universalizaría para
desplazar a las otras tradiciones del saber; al contrario de la religión
o de la metafísica, la ciencia mira universalmente, pero en estrictos
términos relativos. Del mismo modo, la política científica haría que se
conformara lo que Comte llama la “dictadure republicaine”, que no es
otra cosa que una república de los sabios. Para el francés, la burguesía
industrial no representa los intereses de la comunidad, si bien ha des-
plazado a la casta aristocrática, un gobierno sostenido por la burguesía
promovería los valores del individualismo, el egoísmo y el amor por las
riquezas. Para Comte, entonces, la clave se encuentra en la educación
social y en la conformación de comités en donde los sabios se reúnan a
discutir los asuntos de la nación.

Conclusiones

En este artículo he revisado el pensamiento de Auguste Comte desde


una mirada de la política de la ciencia. Lo político de su pensamiento
se refiere a la idea de que la política positiva coordina y organiza a
la sociedad bajo la dirección de los científicos sociales. Los estudios
científicos permiten a los científicos explicar los fenómenos físicos,
biológicos y sociales, y ese saber los posiciona en un lugar de superio-
ridad epistémica frente a otro tipo de conocimiento, con el propósito de
una mejor toma de decisiones de interés colectivo. Además, en Comte
se observa algo que se ha definido como la construcción política del
conocimiento, es decir, la política científica señala las formas en la que
se elabora el conocimiento.
Las lecturas sociológicas del pensamiento de Comte no habían hecho
énfasis en este sentido, pero sí se ha realizado revisiones al respecto en
los trabajos Juliette Grange. He retomado la propuesta de Grange para

Andamios 529
Obed Frausto Gatica

dar este vuelco desde la filosofía política de la ciencia en la lectura de


Comte, pero no comparto su lectura republicana y mediadora sobre
Comte. En cambio, a partir de una revisión histórica, he identificado un
momento en la vida de Comte, que tiene que ver con su vínculo con los
saint-simonianos y con la École Polytechnique, donde Comte imagina una
concepción genérica de un animal tecnológico que supone la integra-
ción de lo humano con la máquina, y esto conformaría una tecnología
humana que devendría en una nueva era que produciría otros símbolos
político-científicos para que la humanidad se unifique armónicamente
bajo la consigna de orden y progreso. Por tanto, considero que el proyec-
to filosófico de Comte es un proyecto político desde el principio, pues
impulsa a los científicos a tomar el poder y, desde ahí, hacer una trans-
formación tecnológica y científica en todos los ámbitos de la sociedad.
Asimismo, su concepción política se articula con varias disciplinas
científicas como son la física, biología, la ciencia social, tecnología
para transformar a la sociedad. La sociología es un saber político que
permite tener un mayor esclarecimiento de las múltiples y complejas
relaciones que hay dentro de la sociedad. La sociología instrumentada
por lo político elabora una potente reflexión sobre la observación, la
experimentación, la clasificación, la comparación y el método histórico.
La historia humana ofrecía un espectáculo sucesivo de combinacio-
nes políticas y de la emergencia progresiva de cada ciencia de acuerdo
con la estructura biológica que va de lo simple a lo complejo. Como
resultado, la historia le da pistas a la humanidad de su medio, de sus
variables y de sus particulares tramos que hacen posible la intervención
y la modificación de todos esos elementos. En el Course de la Philosophie
Positive se establecen diferentes escalas a través de las cuales los hu-
manos interactúan y modifican su medio. La historia de la humanidad
no solo era una narrativa racional de formas e ideas sociales, más bien
recuenta los medios por los cuales el organismo colectivo averigua sus
alrededores aprendiendo a actuar con las fuerzas crecientes sobre ese
medio. La política es, entonces, la instrumentación y la organización
de esos cambios a través del establecimiento de comités científicos que,
desde el Estado, coordinan los múltiples elementos de una manera
impersonal y administran las acciones colectivas a través de una orga-
nización más sistemática de la información. Esos instrumentos concep-

530 Andamios
La política de la ciencia en el pensamiento de auguste comte

tuales son la ley de los tres estadios, la carga teórica del conocimiento,
la organización jerárquica de las disciplinas científicas y, por último, las
leyes de la estática y la dinámica.

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Fecha de recepción: 2 de octubre de 2020


Fecha de aceptación: 10 de diciembre de 2020

Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 511-533 Andamios 533
Hacia una tipología de la Interculturalidad en salud:
alcances, disputas y retos
Ana Rita Castro*

Resumen. Con el objetivo de ofrecer insumos teóricos-con-


ceptuales se analiza el término de interculturalidad a un nivel
general y de forma amplia, siguiendo de cerca la propuesta de
las perspectivas que plantea la autora Catherine Walsh. A partir
de este análisis y de la revisión bibliográfica disponible sobre
salud intercultural en la región de América Latina se construyen
tres enfoques sobre la interculturalidad en salud y se precisa por
cada uno, sus alcances y limitaciones. Por último, se concluye
que es la interculturalidad crítica en salud, la postura más espe-
ranzadora, que plantea una superación entre interculturalidad
y desigualdad social y que permite transitar hacia horizontes
de acción y transformación en las condiciones de vida de los
pueblos y comunidades indígenas.

Palabras clave. Interculturalidad, salud, desigualdad, inequidad,


indígenas.

Towards a typology of Interculturality in health:


scope, disputes and challenges

Abstract. With the goal to provide theoretical and conceptual


inputs the term “interculturality” is analyzed on a general level
and in broad manner, closely following the proposed perspec-

*
Profesora y responsable del Centro Universitario de Enfermería Comunitaria en la
Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia, de la UNAM. Doctora en Ciencias en
Salud Colectiva por la UAM-Xochimilco. Correo electrónico: castroanarita@gmail.com

Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 535-552 Andamios 535
Ana Rita Castro

tives of the author Catherine Walsh. Parting from this analysis


and the bibliographic revision of different intercultural health
experiences in the region of Latinamerica, three approaches on
interculturality in health are constructed, specifying for each
one of them it’s scope and limitations. Lastly, concepts like po-
verty, inequality and exclusion are applied and it is noted that
there must be a relationship between interculturality and social
inequality in the health field, which will allow the transition
to the possibilities of action and transformation of the living
conditions of indiginous people and communities.

Key words. Interculturality, health, inequality, indigenous people.

El análisis de la interculturalidad y sus repercusiones en el área de la


salud pública aún está lejos de agotar su debate. Dentro del complejo
campo de la salud1 es una tarea que con frecuencia suele convocar a
quienes trabajan diferentes fenómenos de salud y enfermedad en terri-
torios con presencia de pueblos y comunidades indígenas.
El discurso y prácticas en torno a la interculturalidad en salud o más
bien cómo suele llamársele “salud intercultural” no surge espontánea-
mente o de forma fortuita. Parece existir un consenso en este sentido,
que forma parte del modelo neoliberal, que desde las últimas 5 décadas
se emplazó en algunos países de América Latina.
No obstante, justamente para repensar el concepto de interculturali-
dad en salud es importante analizar desde la propia realidad, mirar las
experiencias que se reconocen como tal (Ramírez, 2011). Desde este
marco las acciones y programas que se han desarrollado bajo esta pers-
pectiva, resulta urgente analizar qué tanto se ha avanzado en términos
de salud para estos pueblos y comunidades indígenas, que suelen tener
los peores índices de morbilidad y mortalidad (Menéndez, 2011). Ade-

1  Para este trabajo ‘campo de la salud’ será el espacio e interrelación de fuerzas sociales,
institucionales y políticas, en el que convergen los diversos actores en relación a los
procesos de salud-enfermedad-atención-cuidado, en un sentido amplio.

536 Andamios
Hacia una tipología de la Interculturalidad en salud

más, es importante identificar si estos han sido procesos acompañados


desde y con los propios pueblos y comunidades indígenas.
Es por ello, que resulta una imperiosa necesidad reflexionar sobre lo
que se ha denominado “salud intercultural”, un concepto tan de moda y
que no puede faltar en los planes y programas que se desarrollan desde
diferentes instancias, ya sean gubernamentales o de otro tipo. Existen
muchas imprecisiones al respecto, por ello una primera tarea es revisar
algunas perspectivas en cuanto a la interculturalidad, de manera general.
Con la bandera de la interculturalidad, se ha solapado la ineficacia
de los actuales sistemas públicos de salud en los países de América
Latina. La exigencia a estos sistemas con respecto a su accesibilidad y
prestación de una atención digna pareciera haber desaparecido y estar
enfocada en la salud intercultural (Ramírez, 2011) que apunta más bien
a una esencialización de la cultura y creer que unos cuantos carteles en
idioma indígena resolverían el problema.
El llamado interculturalismo global ha impuesto una agenda a los
estados nacionales, para incorporar la diferencia y el acomodo de las
mismas dentro de tales estados, sin reconocer la compleja situación y
las relaciones desiguales que históricamente han sido construidas entre
los pueblos indígenas y el Estado.
Este trabajo parte de una mirada crítica en torno al concepto de
interculturalidad. Una invitación a repensar el concepto desde lo em-
pírico, pues no es un concepto neutro, cómo se asume y se construye
teórica y en la práctica implica siempre un posicionamiento político.
Por lo tanto, es importante identificar de qué tipo de interculturalidad
estamos hablando, pues las consecuencias también serán significativa-
mente diferentes desde una postura u otra.
Para fines prácticos, este artículo se dividió en dos partes. Una pri-
mera que trata sobre la interculturalidad en general y las perspectivas
que propone Walsh (2010) acerca de la misma. La segunda parte dis-
cute propiamente la interculturalidad en salud, a partir de la tipología
anterior traza a su vez, tres enfoques, precisando sus alcances y limita-
ciones. Una última parte, a manera de cierre, señalando la intercultura-
lidad crítica en salud, como la más importante en cuanto a la reducción
de las desigualdades sociales y en salud de estos pueblos.

Andamios 537
Ana Rita Castro

Perspectivas de la Interculturalidad, según Walsh

La interculturalidad como ya he expresado anteriormente, no es un


concepto neutro. Su definición e implementación implica siempre un
posicionamiento de tipo político. De allí también se deriva posturas
en cuanto a lo social y cultural. Este trabajo parte de considerar la
interculturalidad desde una visión crítica, como parte de un proyecto
sociopolítico, que en toda sociedad y en procesos de refundación del
Estado se debería apuntar a construir, especialmente donde las socieda-
des son diversas culturalmente, con idiomas propios y cosmovisiones y
con grandes brechas de desigualdades.
Es por ello, que la interculturalidad como proyecto político implica
necesariamente una distribución del poder político, lo que hoy pode-
mos llamar interculturalidad asimétrica, que se da entre los distintos
grupos étnicos y sociales y colectividades que existen dentro de los Es-
tados, pero carentes de respetar sus diferencias, y apenas considerados
iguales ante la ley. Esto significa que la interculturalidad es una forma
de organizar políticamente la diversidad real y a través de ella avanzar
hacia una transformación profunda de las estructuras de desigualdad y
dominación de las sociedades.
Para ahondar más en la interculturalidad, considero pertinente re-
visar las perspectivas que plantea Walsh (2010) en torno de la misma.

Interculturalidad relacional

La primera de estas perspectivas es la relacional, la más básica. Ésta


asume que la interculturalidad es algo que siempre ha existido, pues
supone el contacto e intercambio entre personas y grupos de distintas
culturas. Como su nombre lo indica, se refiere a la relación entre cul-
turas, haciendo énfasis más a nivel individual, pero sin cuestionar el
contexto histórico-social en el cual se produce esa aproximación.
Por otro lado, tampoco se cuestiona las condiciones de desigualdad
en la que se desarrolla o se da esa proximidad entre culturas. No hay
mención ni cuestionamiento a las relaciones de poder, que son casi
siempre de dominación, en términos de hegemonía y subalternidad.2

2  Menéndez, en varias de sus obras recorre análisis con esta idea.

538 Andamios
Hacia una tipología de la Interculturalidad en salud

Interculturalidad funcional

La funcional vendría a constituir la segunda perspectiva, que plantea


Walsh. En ésta, “la perspectiva de interculturalidad se enraíza en el
reconocimiento de la diversidad y diferencias culturales, con miras a
la inclusión de la misma al interior de la estructura social establecida”
(Walsh, 2010, p. 77). Desde este planteamiento, se busca que la inter-
culturalidad sea funcional al sistema y orden dominante, sin cuestionar
las relaciones de poder tremendamente asimétricas y las desigualdades
sociales y económicas.
Este tipo de perspectiva postula una postura conservadora al sis-
tema, que se queda en el reconocimiento de la diversidad cultural,
planteando el respeto hacia el otro, a través del diálogo y la tolerancia,
para buscar esa inclusión del otro. Sin embargo, tal inclusión significa-
ría asimilar a los pueblos indígenas al sistema, ya sea el político, social y
económico. Pero, de igual manera, que la primera de estas perspectivas,
no reconoce el contexto de conflictividad, en el cual se inscriben estas
relaciones.
Esta perspectiva de interculturalidad funcional, es en gran medida la
que se ha impulsado en las últimas décadas en varios de los países de
América Latina, tras el reconocimiento constitucional de los derechos
de los pueblos indígenas. Este reconocimiento es necesario, pero sigue
siendo insuficiente. En el campo de la salud, es este tipo de intercultu-
ralidad la que ha predominado, acentuando discursos y prácticas en las
diferencias culturales, y poco en las desigualdades sociales.

Interculturalidad crítica

La tercera y última perspectiva es la que se ha denominado inter-


culturalidad crítica. El punto de partida de ésta es el problema estruc-
tural-colonial-racial y no el problema de la diversidad cultural en sí
(Walsh, 2010, p. 78). Aquí se expresa que el reconocimiento de la
diferencia se sigue haciendo desde y dentro de una estructura colonial
de poder, racializado y jerarquizado, es decir, “con los blancos y ‘blan-
queados’ en la cima y los pueblos indígenas y afrodescendientes en los
peldaños inferiores” (Walsh, 2010. p. 78).

Andamios 539
Ana Rita Castro

Este tipo de interculturalidad apunta a la transformación de las


estructuras, a la modificación de las relaciones asimétricas y desigual-
dades entre pueblos indígenas y el resto de la sociedad. Viene siendo
un proyecto y proceso, pues está en permanente construcción desde los
propios pueblos y colectividades.
Walsh la concibe como un “proyecto político, social, ético y episté-
mico –de saberes y conocimientos–, que afirma la necesidad de cam-
biar no sólo las relaciones, sino también las estructuras, condiciones y
dispositivos de poder que mantienen la desigualdad, inferiorización,
racialización y discriminación” (Walsh, 2010, p. 79).
Bajo esta perspectiva no se trata sólo de reconocer e incorporar lo
diferente al quehacer público. Más bien, desde la diferencia partir como
una plataforma, que permita desde allí realizar planteamientos y cauces
distintos a las estructuras y modos de pensar que están casi siempre
desde la cultura dominante.
Es por ello, según esta perspectiva Rivera propone que el “foco
problemático de la interculturalidad no reside solamente en las po-
blaciones indígenas y afrodescendientes, sino en todos los sectores de
la sociedad, con inclusión de los blancos-mestizos occidentalizados”
(Walsh, 2010, p. 79). Es una manera distinta de mirar al otro, apartan-
do la visión folklórica y exótica que desde los blancos se tiene de los
pueblos indígenas.
La postura de esta perspectiva de interculturalidad puede resultar
más que radical, utópica, pues supone la superación del actual sistema
de producción, que engendra relaciones de desigualdad.
Las relaciones sociales de negociación y de ir construyendo el
proyecto de una sociedad distinta debe ir modificándose en términos
–ahora sí– de respeto, equidad e igualdad. Y esto en el campo de la sa-
lud, puede constituirse en una piedra angular, que signifique garantizar
el derecho a la salud de estos pueblos y comunidades. Para ello, se re-
quiere una maniobra alerta y constante en cada instancia de la sociedad
y del Estado y la articulación entre una y otra, cuando sea necesario.
Esta revisión sucinta de las diferentes perspectivas de la intercultu-
ralidad y las posturas que se desprenden de cada una, en cuanto a los
procesos societales y estatales que generan, permite marcos de análisis
de identificar si la interculturalidad será sólo de nombre, una moda, o

540 Andamios
Hacia una tipología de la Interculturalidad en salud

más de lo mismo. En reconocer la diversidad cultural, con unas cuantas


acciones afirmativas, o por el contrario, apuntalar a la construcción
constante de un propuesta política emancipadora de la sociedad en
general y de la salud en particular.

Interculturalidad en Salud: enfoques, alcances y limitaciones

Entre los cuestionamientos que este trabajo persigue, es plantear que


el tema de la interculturalidad en el área sanitaria no se resuelve con
unas cuantas medidas creativas de colorido en los hospitales, sino que
implica una necesidad de repensar el concepto desde la práctica y con
una real participación de los propios pueblos y comunidades y demás
actores en la definición e implementación de las políticas y programas
de salud en sus territorios.

Vertientes y enfoques de interculturalidad en salud

Del mismo modo, que la interculturalidad en un sentido general y amplio


del término, se entiende bajo distintas perspectivas que generan a su vez
diferentes posturas, y que influyen en el campo del diseño e implementa-
ción de las políticas públicas, ocurre de manera similar a la interculturali-
dad aplicada al campo de la salud. En este campo, las perspectivas hacen
énfasis más bien en una reducción a las diferencias culturales.
Hace falta un debate crítico acerca de la interculturalidad aplicada
a la salud y sus posibilidades de implementación. Lo primero que se
observa es que no hay en este campo definiciones unívocas. Es por
ello, que a partir de la revisión de la bibliografía disponible (Fernández,
2004)3 se ha sintetizado en tres enfoques, producto de las tendencias o
vertientes que existen en cuanto a la interculturalidad en salud.
Por otra parte, también se considera que en las definiciones sobre
interculturalidad en salud es frecuente que se deje por fuera las rela-

3  Jambi Huasi en Otavalo, Ecuador; Willaqkuna Un programa de salud intercultural en


Bolivia; Promotores rurales de salud en el Oriente de Guatemala; Hospital Maquehue
en el sur chileno; Proyecto hamacas en el hospital de Hecel-chakán en Campeche,
México.

Andamios 541
Ana Rita Castro

ciones de poder desiguales y asimétricas, en un espectro más amplio,


restringiéndolas a la relación médico-paciente, como una mera cuestión
de sujetos provenientes de diferentes culturas. Estos sujetos necesitan
comunicarse de manera respetuosa, para lograr un entendimiento en
ambas direcciones. Sin duda que esto es necesario, pero no puede con-
vertirse en lo más importante.
A grandes rasgos, se podría señalar que el debate en la región ha
estado orientado por tres vertientes. Una primera que tiende a favore-
cer definiciones que se acerquen más a una cuestión del equilibrio y
diálogo entre sujetos que provienen de culturas diferentes, en las cuales
existen sus propios sistemas médicos con sus respectivos agentes.
Una segunda vertiente coloca el énfasis en la equidad, entendiendo
la interculturalidad en salud como un “ámbito que debe favorecer la
desaparición de inequidades en los accesos a los servicios de salud en
todo el Estado” (Fernández, 2009). Las inequidades se refieren a las di-
ferencias que son injustas y evitables y que unos grupos poseen más en
relación a otros grupos, en este caso los pueblos indígenas con el resto
de la sociedad nacional. Por ello, en este sentido se habla de reducción
de brechas de desigualdades.
Una tercera y última vertiente, quizá la menos común, es la que
pone el énfasis en las desigualdades sociales, en las condiciones so-
ciohistóricas que acompañan a los pueblos y comunidades indígenas,
reconociendo el aumento de los procesos estructurales de riesgo (po-
breza, reducción de empleo formal, entre otros) por lo que cuestiona
el concepto de ‘salud intercultural’, ya que sirve para enmascarar ciertas
deficiencias y no repercute en mejoras de la salud de estos pueblos.
Estas vertientes guardan relación con la propuesta de las perspectivas
de interculturalidad elaboradas por Walsh (2010), que ya fueron desa-
rrolladas en la primera parte de este trabajo. Con base a las mismas, se
plantea a continuación tres enfoques sobre interculturalidad en salud.

Interculturalidad en salud como equilibrio

En este enfoque, predomina lo que comúnmente se entiende por


interculturalidad en salud, basado en la bipolaridad entre el sistema

542 Andamios
Hacia una tipología de la Interculturalidad en salud

biomédico y el sistema médico tradicional. Se asumen como antagóni-


cos y lo que se busca es el “equilibrio” entre los mismos. Entonces, la
interculturalidad en este sentido buscaría armonizar las tensiones entre
ambos sistemas médicos, a través de lograr un equilibrio entre ambos
sistemas con sus saberes y prácticas.
En este enfoque podemos ubicar la perspectiva de la interculturali-
dad relacional, pues apunta al simple encuentro entre sujetos que per-
tenecen a diferentes culturas, buscando que el mismo sea armonioso.
La interculturalidad más allá que se estudie o se le califique como una
forma técnica, existe en la realidad social, es cualquier relación entre
personas o grupos sociales de diversa cultura (Menéndez citado por
Fernández, 2006; Albó citado por Fernández, 2004).
Albó señala que, por extensión, se pueden llamar también intercul-
turales a las actitudes de personas y grupos de una cultura en referencia
a los elementos de otra cultura (Fernández, 2004). Es decir, la intercul-
turalidad como proceso ha existido siempre, lo relacional es inherente
al propio término. Este autor hace una distinción entre interculturali-
dad positiva e interculturalidad negativa. Aunque la visión de Albó, en
este sentido, queda un poco reducida, creo que esta primera distinción
aporta elementos para el análisis de las formas de cómo ha operado la
interculturalidad en la realidad.
En este sentido, distingue como actitudes negativas aquellas que
llevan a la destrucción del que es culturalmente distinto, a través de un
proceso de asimilación e integración. Sin embargo, también las relacio-
nes interculturales pueden ser actitudes positivas si al aceptar al que es
culturalmente distinto, hay un enriquecimiento mutuo (Albó citado por
Fernández, 2004, p. 65).
Básicamente esta noción considera la interculturalidad en términos
culturales. Asumiendo que, en esa interrelación, hay sujetos cultu-
ralmente distintos, con códigos, representaciones y prácticas que,
de alguna manera, imposibilitan una relación complementaria entre
las partes. Las diferencias se asumen contrapuestas, y se resuelven
creando una mejor comunicación entre las partes. Aquí se parte de
una interculturalidad negativa que según la teoría se corregiría con
mayor información y educación, para mejorar la comunicación entre
los sujetos culturalmente distintos.

Andamios 543
Ana Rita Castro

Se asume que, a través de la información a la población, y espe-


cialmente al personal de salud, se pueden modificar sus concepciones
y así favorecer la interacción y la eficacia médica. Este tipo de acti-
vidades pueden resultar de gran utilidad, adecuándose a contextos
específicos, con referentes prácticos y sobre todo siendo continuas en
las políticas de salud, por nombrar un campo (Menéndez citado por
Fernández 2006, p. 58).
No obstante, el informar/educar no basta para resolver las relaciones
interculturales personal de salud-persona usuaria. El proceso de sensi-
bilización (a través del informar/educar) constituye un paso importan-
te, pero debe estar acompañado de otro conjunto de acciones y sobre
todo ser sostenible en el tiempo. De lo contrario, incide muy poco en
el comportamiento del personal de salud y mucho menos en el de las
instituciones.
Una de las definiciones que se emplea muy frecuentemente dentro
de esta vertiente, es la que entiende a la interculturalidad en salud
como “la capacidad de moverse equilibradamente entre conocimientos,
creencias y prácticas culturales diferentes respecto a la salud y la en-
fermedad, la vida y la muerte, el cuerpo biológico, social y relacional”
(Oyarce, citado por Campos, 2004, p. 129).
Asimismo, encontramos la definición por el mismo orden, de
medicina intercultural, propuesta por Campos como: “la práctica y el
proceso relacional que se establecen entre el personal de salud y los
enfermos, donde ambos pertenecen a culturas diferentes, y donde se
requiere de un recíproco entendimiento para que los resultados del
contacto (consulta, intervención, consejería) sean satisfactorios para las
dos partes” (Campos, citado en Fernández, 2004, p. 129).
En síntesis, la interculturalidad en salud como una búsqueda de
equilibrio entre creencias, conocimientos y saberes en el intercambio
de la relación entre personal de salud-persona usuaria es importante,
pero no puede ser ese equilibrio la búsqueda en sí, obviando otros
procesos que están influyendo en una relación tan poco horizontal y
de tanta subordinación (y en casos hasta de discriminación) por parte
del personal de salud hacia la persona que está siendo atendida en su
problema de salud.

544 Andamios
Hacia una tipología de la Interculturalidad en salud

Interculturalidad en salud y equidad

Está interrelación entre interculturalidad e inequidad quizá se deba en


parte también, a que ambos conceptos, adquieren fuerza en los años
90. La interculturalidad viene a equipararse al concepto de equidad,
pues precisamente han sido los pueblos indígenas (y en muchos casos,
sigue sucediendo) sujetos de las diferencias más injustas e inaceptables
en términos de acceso y atención en salud.
La desigualdad es diferente a la inequidad. Aunque ambos concep-
tos se refieren a la comparación entre grupos humanos. “La inequidad
es un concepto ético e implica una valoración de la desigualdad, desde
algún valor o sistema de valores” (Hernández, 2011, p. 169). Por lo
tanto, lo que para una sociedad es justo puede no serlo para otra, es
producto de una construcción sociohistórica que los grupos humanos
dentro de ésta realizan.
La preocupación por la inequidad en el sector salud, “se restrin-
ge a medir patrones de distribución de indicadores y a plantear la
reducción de brechas en aquellas diferencias consideradas injustas y
evitables, tanto para los daños como para la atención” (López, s/f, p. 6).
Es decir, puede ser inequidad en los resultados (indicadores de daño,
de discapacidad, de vida saludable, etc.), o inequidad de la atención
médico-sanitaria (indicadores de coberturas, disponibilidad, de acceso,
de calidad) (López, s/f, p. 6).
No obstante, en el caso de los pueblos indígenas, se mira el pro-
blema en términos de igualdad de saberes, que se han desfasado al
paso de los años por ciertos procesos históricos de desigualdad social
y asociados al desarrollo científico y los recursos con que ha contado
la medicina occidental. Es decir, remite nuevamente al equilibrio de
saberes, creencias y conocimientos entre personal de salud y la persona
usuaria, aunque se mencione la desigualdad social.
Bajo este enfoque, referirse a que una determinada política pública
en salud es intercultural, está expresando principalmente que el acceso
a los servicios de salud públicos se ha logrado por parte de los grupos
menos favorecidos, como en este caso son las comunidades indígenas y
también los indígenas considerados individualmente.

Andamios 545
Ana Rita Castro

Asimismo, en este enfoque, otra preocupación sería la formación del


personal de salud, basada únicamente en contenidos biomédicos (tanto
en pregrado como en postgrado). En este aspecto, se debería focalizar
una buena parte de los esfuerzos. Examinar con detenimiento esos
contenidos biomédicos y encontrar los puntos donde se pueden tender
puentes para un reconocimiento de la diversidad y aceptación de otros
saberes y prácticas curativas.
Ahora bien, es un abordaje que no cuestiona el orden social domi-
nante, y por ello se habla de “reducir brechas” en cuanto a la inequidad
existente en salud. Este concepto de inequidad, tiene un impacto más
sectorial, más restringido, puede justificar ciertas acciones, muy nece-
sarias, pero que guardaría más relación con la perspectiva de intercultu-
ralidad funcional, ya descrita.
El horizonte debe ser erradicar con las desigualdades (CEPAL,
2005) sociales en salud, más que el de equidad, que ha sido utilizado
como un criterio que se refiere principalmente al logro del acceso de
la población a los servicios públicos de salud. Quizá falta en que se
profundice más en los mecanismos que producen tal inequidad. Des-
igualdad social y económica implica un pronunciamiento político más
fuerte de denuncia y de acción, de dejar sentado que las desigualdades
no son naturales y que pueden ser técnica y financieramente reversibles
y sobre todo para apuntalar a una justicia social y sanitaria.

Interculturalidad en salud y desigualdad social

En el campo de la salud con pueblos y comunidades indígenas, tal


como expone Albó, “el principal bloqueo de fondo es la misma estruc-
tura de la sociedad, que refuerza las desigualdades de su composición
socio económica con la persistencia de discriminaciones culturales.
Seguimos siendo neocoloniales en lo económico, político, social y
cultural” (Fernández, 2004, p. 71). Por ello, la categoría central para
discutir la interculturalidad en salud es la de desigualdad.
Como ya se ha mencionado, la desigualdad es diferente a la inequi-
dad, lo cual resulta importante para las políticas públicas, porque a
veces se evidencia que no existe mucha claridad a nivel conceptual y las
consecuencias suelen ser diferentes en adoptar una u otra.

546 Andamios
Hacia una tipología de la Interculturalidad en salud

Para este trabajo, las causas estructurales de la desigualdad social y


económica son producto de la organización social y de la distribución
inequitativa de la riqueza, aunado a la apropiación de la misma por
parte de un pequeño grupo, para su acumulación económica, política y
hasta cultural. Por lo tanto, “la diferencia es injusta, es inaceptable y se
requiere transformar las causas que están en el origen de la desigualdad
y garantizar derechos universales” (López, s/f, p. 5).
Hay otra noción o línea que reconoce la interculturalidad también
en la dimensión simbólica, pero necesariamente articulada con la di-
mensión económico/política, de tal manera que la situación de pobreza
y desigualdad social constituyen parte central de las relaciones inter-
culturales. Esta línea, como la denomina Menéndez, no sólo reconoce
la diversidad y el pluralismo cultural, sino también conflictos de poder
entre los grupos (Fernández, 2006, p. 60).
Es por ello, que el campo de la salud en general y en particular
con pueblos y comunidades indígenas no puede desvincularse de estos
supuestos. Estos debieran ser sus anclajes. Por ejemplo, las políticas
públicas de salud, través de la implementación de programas específi-
cos, como sería el caso de reducir la mortalidad infantil, supone más
bien una distribución sectorial de recursos, y sí la misma no tomara en
cuenta los determinantes estructurales, condiciones de vida, condicio-
nes de trabajo (López, s/f, p. 8), entonces su impacto sería limitado e
igual que su horizonte de acción y transformación.
Llamar la atención sobre el problema de las desigualdades sociales
y económicas en salud, no puede limitarse a un problema distributivo.
No se trata sólo de “repartir recursos” ni que la relación personal de sa-
lud-persona usuaria sea en respeto, horizontal, en equilibrio e igualdad.
Se trata que estos programas puntuales puedan articularse con otros
que formen parte de políticas sociales amplias, con horizontes políticos
de mayor margen de acción, y que sean instancias de participación de
los propios sujetos y colectividades, estos considerados como sujeto de
derechos y no como simples receptores de beneficencias del Estado.
Desde este enfoque se postula que la biomedicina directa o indi-
rectamente ha favorecido procesos de hegemonía/subalternidad en sus
interacciones con los diferentes grupos sociales (Menéndez citado por
Fernández, 2006, p. 60).

Andamios 547
Ana Rita Castro

La biomedicina es el paradigma dominante de la visión sanitaria


pública y según esta la salud, o más bien la ausencia de ésta, es un
problema exclusivamente médico, que se basa en causalidad y cuando
analiza factores sociales, los despoja de su dimensión de procesos so-
ciohistóricos o imbricados en estos.
En este trabajo, “el desarrollo de la salud es un problema político que
se materializa en la condición de los cuerpos biológicos y de la capaci-
dad del entorno material para seguir participando en la vida humana”
(López, et al, 2011, p. 21). Es por ello, coherente preferir y asumir la
categoría de las desigualdades sociales y económicas y como éstas a su
vez generan las desigualdades en salud. Siguiendo de cerca esta idea, la
inequidad vendría a ser una expresión observable de esas desigualdades.
Mucho de lo que apuntan las políticas de salud a través de sus
diferentes programas es hacia una reducción de la interculturalidad
en términos, casi exclusivamente, de sus aspectos culturales. De esta
forma, se tiende a excluir los procesos socioeconómicos que influyen
de gran manera en las relaciones interculturales que se dan en salud en
los distintos ámbitos y actores.
No obstante, si se contextualizan algunas de las acciones y progra-
mas en salud que apuntan a una interculturalidad principalmente en
términos culturales, en sí mismo representaría un “avance” con relación
a los pueblos y comunidades indígenas, puesto que antes prácticamente
tenían muy poca accesibilidad a los servicios de salud, por mencionar
sólo un ejemplo. Resultan necesarias, pero aún son insuficientes.
La cuestión nuevamente aquí es mirar que el logro no está tanto en
la pertinencia cultural en la atención, sino más bien en la consecución
de la accesibilidad a los servicios públicos de salud con una atención de
calidad, que comprenda un personal de salud bien formado, atento y
que preste servicio con profundo respeto por el otro y partiendo de sus
condiciones de vida, para el diagnóstico y cuidado.
Es por ello, que un componente o dimensión fundamental es la par-
ticipación de las propias comunidades indígenas y las organizaciones
indígenas, tratando de revertir la contrastante asimetría en las relacio-
nes de poder, y que ya no sean los llamados “expertos”, los que dirijan
las acciones y programas en salud en las comunidades. Este enfoque
apuntaría a la perspectiva de interculturalidad crítica ya expuesta.

548 Andamios
Hacia una tipología de la Interculturalidad en salud

A manera de cierre

Este trabajo asume como definición de interculturalidad en salud “las


distintas percepciones y prácticas del proceso salud-enfermedad-aten-
ción4 que operan, se ponen en juego, se articulan y se sintetizan, no sin
contradicciones, en las estrategias de cuidado, las acciones de preven-
ción y cuidado a la enfermedad, al accidente y a la muerte en contextos
pluriétnicos” (Lerín, 2010 citado por Haro).
A esta definición, se le puede agregar que es toda estrategia y proce-
so conjuntamente con los pueblos y comunidades indígenas y también
los otros actores que hagan vida en el territorio, que toma en cuenta la
importancia de los procesos sociales y económicos en la producción de
la salud, de la enfermedad y la muerte. Toda interculturalidad en salud
deberá incidir en aumentar los niveles de esperanza de vida de estos
pueblos, así como su calidad de vida, que permita la reproducción
social de estos grupos en las mejores condiciones objetivas y subjetivas
de vida, con la mayor dignidad posible.
En este sentido, la perspectiva de la interculturalidad crítica de
Walsh5 sería la más coherente, que promueve una salud de pueblos y
comunidades indígenas como sujeto de derechos. Bajo una perspectiva
ética que privilegie la reducción de las desigualdades y garantice el goce
de derechos, no sólo el de la atención a la salud como sería el derecho a
la protección de la salud, sino el de la salud, que es mucho más amplio
y comprende a otros derechos. Por lo tanto, una interculturalidad en
salud crítica, no debe encubrir los conflictos generados a partir de estos
procesos, en favor de ciertas compensaciones “culturales”.6

4  Por proceso salud-enfermedad se entiende “el modo específico como en el grupo


se da el proceso biológico de desgaste y reproducción, destacando como momentos
particulares la presencia de un funcionamiento biológico diferenciable con consecuen-
cias para el desarrollo regular de las actividades cotidianas, esto es, la enfermedad”
(Lau-rell, 1982).
5  Se incluye el diagrama 1 donde se esquematiza la propuesta de Walsh.
6  Esta investigación entiende cultura como un sistema (relativamente) integrado

y de interrelación entre costumbres, instituciones, valores y creencias, con el cual


los grupos sociales interpretan y significan la realidad. http://es.slideshare.net/
JESUSARMANDOHARO/interculturalidad-en-salud.

Andamios 549
Ana Rita Castro

Diagrama 1 La interculturalidad crítica en salud

Fuente: elaboración propia.

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550 Andamios
Hacia una tipología de la Interculturalidad en salud

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Fernández, J. (coord.). (2004). Salud e Interculturalidad en América
Latina Perspectivas Antropológicas. Quito, Ecuador: Ediciones
Abya-Yala, Agencia BOLHISPANA y Universidad de Castilla-La
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Concepciones sobre la salud, la enfermedad y el cuerpo durante
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(coord.). La salud en México. Pensar el futuro de México. pp. 51-90.
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Menéndez, E. (2006). Interculturalidad, ‘diferencias’ y Antropología “at
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Andamios 551
Ana Rita Castro

Tapia, L. (2006). La invención del núcleo común. La Paz, Bolivia: Editorial


La muela del diablo.
Walsh, C. (2010). Interculturalidad crítica y educación intercultural.
En Viaña, J. et al. Construyendo Interculturalidad Crítica. pp.75-
96. La Paz, Bolivia: Instituto Internacional de Integración del
Convenio Andrés Bello.

Fecha de recepción: 10 de diciembre de 2019


Fecha de aceptación: 1 de septiembre de 2020

552 Andamios Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 535-552
Reseñas
“Caravaneros” Diálogos entre la academia y los
actores de la transmigración contemporánea
Héctor Parra García*
Oviedo, D. (2020). Caravaneros. México: Festina.

En los últimos veinte años hemos sido testigos de una transmigración


sin precedentes en la historia de la humanidad. Afectaciones climáti-
cas, desastres naturales, despojos territoriales y violencias por grupos
criminales dan origen a movilizaciones masivas nunca antes vistas en
“tiempos de paz”. Como respuesta a esta “crisis migratoria global” el te-
rror y la violencia se han consolidado como los principales mecanismos
de gubernamentalidad de los flujos migratorios.
Países del norte global encomiendan a sus vecinos del sur que con-
tengan a los migrantes por medio de la gestión necropolítica de sus
territorios. Para ello disponen de todo tipo de recursos: infraestruc-
turas de detención, tecnologías de vigilancia, armamento, autoridades
migratorias corruptas, contuvernio con grupos criminales, etc. Quizás
la herramienta contenciosa más eficaz es la contrucción por parte de
los medios de comunicación de la idea del sujeto migrante como el
“otro” salvaje y violento, basurizando la humanidad de los migrantes.
Surge la necesidad de crear nuevas narrativas que devuelvan la voz y la
dignidad de los sujetos que protagonizan los éxodos del siglo XXI.
En esta coyuntura surge el libro “Caravaneros” de Douglas Oviedo
como un fuerte llamado a la humanización de los sujetos que ejercen
su derecho a no morir. Escrito en forma de novela, el libro narra -desde
la perspectiva de sus actores- las experiencias de solidaridad y cuidados
que ocurrieron en la caravana centroamericana que comenzó en San
Pedro Sula, Honduras y que transitó por México en octubre de 2018.
Muestra como las redes de cuidados colectivos que ensayaron las ca-
ravanas, interpelaron la realidad distópica del tránsito migratorio por
territorio mexicano. Las narrativas que conforman el libro de Carava-
neros representan fuentes primarias imperdibles para comprender el

* Becario posdoctoral en el Centro de Estudios Latinoamericanos, Facultad de Ciencias


Políticas y Sociales de la UNAM. Correo electrónico: hparra_garcia@hotmail.com

Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 555-558 Andamios 555
Héctor Parra García

trasfondo histórico que motivaron los proyectos de partida, así como los
múltiples actores que hicieron posible estas transmigraciones colectivas.
Douglas Oviedo es el autor del libro y a la vez es El Pastor, uno
de los personajes más emblemáticos del relato. Coincido con Adam
Elfers y Kei Kurimoto en ver en Douglas “un puente” (p.7) ya que su
liderazgo, fraternidad y amor por el prójimo significaron una fuerza
de unidad para los migrantes que padecieron de hambre, hostilidades,
desconfianza y violencia, durante las caravanas y al toparse con el muro
fronterizo en Tijuana.
Otros protagonistas de este relato son Paquito, joven hondureño de
15 años hostigado por una banda en su localidad; Gloria una mujer
abandonada por su pareja que emprende el viaje con sus dos hijos y
Chuy, un oficinista despedido por no apoyar al Partido, que caravanea
para mantener a su familia. A lo largo de las travesías de estos caravane-
ros, se pone énfasis en las cotidianidades e imaginarios colectivos que
sostienen sus proyectos migratorios, así como el potencial que dichas
tramas tiene para descentrar la violencia que padecen.
La hermandad y solidaridad que surge con quien se pone “en nues-
tros zapatos” se replica en diversos diálogos entre los migrantes: “Pues
ya somos familia” (p. 49) le replica Paquito a Gloria cuando le sugiere
que se hagan compañia en cuanto se conocen, caminando juntos du-
rante toda la caravana; “Hermano, yo no te voy a dejar botado, tú has
sido mi compañía y mi ayuda (…) si yo paso, tú tambien pasas” (p.
143) le contesta Manuel a Chuy para que registre su solicitud de asilo.
La estrategia más elemental, pero la que quizás mejor engloba toda
la potencia subversiva de las caravanas, fue la de sostener la vida colec-
tiva. A lo largo de diversos diálogos se recoge la importancia que tuvo
la deliberación constante de las estrategias de movilidad y de descanso,
considerando siempre la vulnerabilidad de la retaguardia de la caravana
–conformada principalmente por niños, mujeres y ancianos-, y sobre
todo a raíz de las primeras redadas del Instituto Nacional de Migración
(INM) en Chiapas. “Todos o nada, déjenos pasar” (p. 75) “ahora la cara-
vana va a proteger a los más vulnerables” (p. 102) fueron las constantes
consignas en cada uno de los movimientos de la caravana.
La dimensión de género fue crucial en la construcción de estos au-
tocuidados colectivos. Sin el compromiso que supuso cuidar la vida de

556 Andamios
Caravaneros

todos –sobre todo por las mujeres jefas de familia- la adhesión de los
grupos más vulnerables a la caravana no hubiese sido posible y con ello,
quizás, no se hubiera tenido tanta visibilidad mediática. El compromiso
de Paquito, Chuy y Manuel de apoyar en todo momento a Gloria y sus
hijos, reflejan la politicidad de cuidados que se ensayó en estas caravanas.
A nivel político, diversos relatos del libro nos muestran cómo las
caravanas fueron tambien una estrategia de denuncia colectiva a las res-
posabilidades de los gobiernos centroamericanos por las condiciones de
desigualdad económica y violencia estructural que padece la mayoría de
sus ciudadanos. Al incorporar la manifestación política, las narrativas de
los migrantes adquirieron otra forma de pertencia identitaria, sobre todo
desde un ejercicio de ciudadanía en exilio, con la cual los migrantes
luchan por su derecho a residir en México. A nivel orgánico la dirección
política de la caravana parece descansar en la legitimación de facto que
tuvieron desde el comienzo algunos miembros de la caravana como
El Pastor apodado “el Moisés del éxodo centroamericano” (p. 105). La
convergencia de diversos grupos étnicos y sociales generaron un punto
de partida de una nueva identidad migrante: el caravanero que migra
colectivizando una diversidad de recursos sociales (contactos, informa-
ción, conocimientos, capacidades de movilidad, etc.): “Aquí en México
ustedes dejaron de ser salvadoreños, nosotros dejamos de ser hondu-
reños, guatemaltecos o nicaragüenses para ser migrantes, que no se te
olvide, eso somos: migrantes” (p.115) advierte El Pastor a un portavoz
de un grupo de salvadoreños que decidieron no unirse a la caravana.
Una atmósfera espiritual-devocional atravesó a las caravanas, y más
aún en los momentos donde el principio de esperanza se ve menguada.
La metáfora del exilio del pueblo judío en las sagradas escrituras con-
forma una narratva muy poderosa de El Pastor al equiparar la huida
de la esclavitud de los hijos de Israel con la huida de la miseria, la
violencia y la corrupción por parte de los pueblos centroamericanos
(p.68); así como mostrar la vigencia de la persecusión de los faraones
egipcios con los dispositivos de persecusión de los estados modernos.
El libro termina con el arribo y los primeros intentos de organización
de la caravana para solicitar asilo en Tijuana. Numerosas experiencias
de organización y lucha por la visibilidad del derecho a migrar han
sucedido después, sobre todo con la participación creativa y activa de

Andamios 557
Héctor Parra García

Douglas Oviedo en distintas formas de organización y lucha política de


los migrantes en las ciudades fronterizas.
El libro muestra la importancia de las caravanas, las cuales fueron una
innovadora estrategia de autocuidado migrante pero, sobre todo, devela-
ron una nueva forma de agencia política: los caravaneros que, migrando,
ejercen su derecho inalienable a sostener sus vidas, defendiéndose de la
violencia y ejerciendo de manera autonóma su ciudadanía más radical.
Además de un valioso ensayo de divulgación para todo tipo de pú-
blico, los relatos que recogió Douglas en las caravanas muestran una
oportunidad de diálogo indispensable para la academia contemporá-
nea, ya que vuelven a dar sentido epistémico al entendimiento sustativo
e integral del auge migratorio contemporáneo. Partir nuevamente de
los relatos testimoniales, significa rehacer las narrativas de la migra-
ción, recuperando junto con la historia de los propios protagonistas,
sus voces, sus sensaciones y contradicciones, poniendo limites espa-
cio-temporales de sus experiencias, pero tambien poniendo límites a
las represetaciones construidas por otros de estos actores.
De la misma manera, supone hacer un ejercicio de memoria des-
de la historia oral, reclamando y dando un lugar a ese relato que se
construye colectivamente, que no da cuenta de todo el fenómeno, que
nunca es completo, que tiene sus fisuras y sus contradicciones, pero
que permite la recuperación de sentidos de las experiencias vividas que
en numerosas ocasiones quedan soterradas en el campo de la escritura
y de la representación mediática.
Los relatos y las narrativas testimoniales no se rescatan como una
acción unilateral del testigo, sino como un proceso de co-creación. En
ese sentido, celebro este ejercicio de restitución de la memoria colectiva
hecha libro para la lucha de/para/por los migrantes.

558 Andamios Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 555-558
Cruzar el puente. De la investigación al aula
Areli Flores Martínez*

Barriga, R. (2018). De babel a pentecostés. Políticas lingüísticas y lenguas


indígenas, entre historias, discursos, paradojas y testimonios.
México: SEP-CGEIB.

En el campo de la lingüística mexicana son pocas las investigaciones


que se dediquen, de manera sistemática, a la estrecha y nada arbitra-
ria relación entre lengua y educación. El trabajo de Rebeca Barriga
Villanueva representa, desde hace algunas décadas, un parteaguas en
los estudios de políticas lingüísticas que abordan temas tan relevantes
como la enseñanza del español a hablantes de alguna de las 68 lenguas
originarias mexicanas. Tal empresa es del todo necesaria en un país que
ostenta un mosaico multicultural con políticas lingüísticas oscilatorias,
paradójicas, turbias e inconsistentes.
De babel a pentecostés. Políticas lingüísticas y lenguas indígenas, entre
historias, discursos, paradojas y testimonios, reúne nueve trabajos que a lo
largo de dos décadas (1994-2005), Barriga ha realizado entretejiendo
la urdimbre de las políticas con tres hilos conductores: la interculturali-
dad, el bilingüismo y la lengua escrita.
El título alude a dos metáforas bíblicas sobre el lenguaje: el castigo y
el don. En Babel se expresa el plurilingüismo como el castigo que Jehová
dio a los hombres que hablaban una sola lengua por querer edificar una
ciudad y una torre que llegase hasta el cielo. En Pentecostés se aparece
el don de la comprensión de las lenguas que hablaban quienes estaban
reunidos con los apóstoles, de manera que pueden escuchar su palabra.
De esta forma se sintetiza la intención de la autora de mostrar cómo las
políticas lingüísticas oscilan entre una visión que abarca la pluralidad de
lenguas como un castigo o que se puede apreciar como un don.
El libro se encuentra dividido en tres secciones, cuya lógica no es la
de la cronología de la escritura de los textos sino que se organiza por ejes

*Estudiante del doctorado en Ciencias Sociales por la UAM-Xochimilco, México.


Correo electrónico: areliflo2009@gmail.com

Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 559-564 Andamios 559
Areli Flores Martínez

temáticos. La primera sección, intitulada Asomos a una historia sin fin,


consta de dos artículos reelaborados para la presente edición, dedicados
a la historia de las políticas lingüísticas desde el México prehispánico,
el México independente, el México revolucionario y el cardenismo –“El
movimiento pendular: rasgos distintivos de la historia de las políticas
lingüísticas mexicanas”– y de los años 1992 a 2011 en el artículo “Políti-
cas lingüísticas en la transición de dos siglos y el Acuerdo 592”.
Al terminar de leer esta sección, los lectores conocerán una de las
facetas más interesantes de la historia de las políticas educativas en
un país colonizado: la pugna por el poder entre el clero secular y las
órdenes religiosas, quienes no veían necesariamente el multilingüismo
como un problema y trataban de evangelizar en las lenguas locales.
La huella de Pentecostés –para seguir con la metáfora de la autora–
se borraría definitivamente en el siglo XIX, cuando la conformación
del Estado-nación mexicano reclama la unidad lingüística y cultural
que afianza al español como lengua oficial de facto. La naturalización
del monolingüismo instaurada por la racionalidad de los Estados na-
cionales vendría a ser cuestionada a nivel internacional hasta los años
noventa del siglo pasado.
Influido por esta nueva ola internacional que reconoce el mul-
tilingüismo, el Estado mexicano reconfigura sus políticas hacia el re-
conocimiento de la diversidad. Este periodo clave se inaugura con la
modificación al artículo 2° constitucional en el que se declara la com-
posición pluricultural de la nación mexicana y el respaldo institucional
del desarrollo de las lenguas, culturas, usos, costumbres y formas espe-
cíficas de organización social de los pueblos indígenas, lo que da paso
a la creación de leyes, instituciones y decretos que derivan en la política
educativa de la Educación Intercultural Bilingüe (en adelante, EIB),
cuyo análisis se desarrolla en la sección dos del libro que nos concierne.
La sección “De la promisoria interculturalidad” consta de cinco
artículos en los que la autora analiza diferentes aspectos de la EIB,
ofreciendo un panóptico interesante, pues es un análisis de las políticas
desde el punto de vista de sus actores. Sólo en el capítulo “Un camino
tortuoso: de la oralidad a la escritura” predomina el análisis teórico,
pero presenta evidencias empíricas. Los otros cuatro capítulos se cen-

560 Andamios
Cruzar el puente. De la investigación al aula

tran en presentar testimonios y observaciones etnográficas de aula de


los actores centrales de la EIB: maestros, niños y padres de familia.
En los capítulos “la interculturalidad y el bilingüismo entre res-
puestas” y “Leer y escribir en dos mundos, Rebeca Barriga ofrece tes-
timonios que fueron obtenidos mediante entrevistas con dos grupos
de profesores bilingües, en su mayoría hablantes de diversas lenguas
indomexicanas. El primero se conforma por doce estudiantes de la
maestría en lingüística indoamericana del CIESAS, y el segundo, de la
licenciatura en educación indígena de la UPN. Las respuestas de estos
profesores arrojan luz sobre sus problemas en la práctica.
Los temas principales que se exponen en estas entrevistas abordan
desde la noción de interculturalidad –en unos casos normativa y otros
bastante crítica– que tiene este profesorado, pasando por la descripción
de la operatividad con el bilingüismo en el aula cuando es posible,
puesto que también se documentan casos de profesores con una lengua
indígena que son enviados a escuelas, a las que acuden niños que ha-
blan otra lengua.
Los dos artículos restantes de esta sección constituyen, a mi parecer,
el elemento más revelador y el aporte más original del libro. Evidente-
mente, mi apreciación está cruzada por mi propia formación e intereses,
pero en los capítulos Miradas a la interculturalidad y De la controvertida
interculturalidad se presentan las hipótesis más inquietantes del trabajo de
Rebeca Barriga al observar las clases de dos escuelas urbanas de la Ciu-
dad de México que atienden a niños indígenas migrantes; una ubicada
en Culhuacán de la alcaldía Iztapalapa, y la otra ubicada en Coyoacán.
Destaca en ambas el reconocimiento –o la ausencia de éste– hacia la
realidad multilingüe y multicultural del país, las actitudes lingüísticas
del personal docente y directivo de las escuelas y, lo más relevante des-
de mi parecer: el aprendizaje de la lectoescritura en casos focalizados
de niños indígenas. La hipótesis subyacente o explícita de la autora
tiene que ver con los mecanismos psicolingüísticos y lingüísticos de
aprendizaje del español como segunda lengua:

Es un hecho que la primera lengua es crucial en la adquisición


del lenguaje puesto que en ella se organiza el pensamiento, se
da estructura a la realidad circundante y se adquieren y fijan

Andamios 561
Areli Flores Martínez

los patrones fonológicos del sistema lingüístico que la contiene.


Es lógico que en los primeros contactos con el español, como
segunda lengua, muchos de los procesos y mecanismos de la
lengua materna interfieran y hagan más difícil la comprensión
de éste (p. 115).

Pienso que hacen falta más trabajos de corte experimental con esta
población migrante en la ciudad, donde se tomen en cuenta las varia-
bles que la autora menciona, aunadas a las que tienen que ver con la
escolarización. Esto es: ¿cómo trabajar con esta hipótesis en circuns-
tancias donde los niños acuden poco a la escuela, son los primeros
alfabetizados en su familia, por lo que tienen un nulo contacto con la
lengua escrita, y no sabemos el grado exacto de su bilingüismo? A mi
parecer, esto es el reto que Rebeca Barriga propone sortear en futuros
trabajos de su línea de investigación.
La tercera sección: Las consecuencias de una historia sin fin, aborda en
un par de capítulos, el desplazamiento de las lenguas indígenas por el
español. En Lenguas en contacto: el caso de una familia mazahua, la in-
vestigadora de El Colegio de México da cuenta de un estudio realizado
en tres generaciones de una familia mazahua. En él explora, a través
de entrevistas y la elicitación de narrativas, el español hablado por seis
integrantes de una familia con diferentes grados de bilingüismo.
Las hablantes de primera generación entrevistadas, además de tener
como lengua materna el mazateco son analfabetas. De los entrevistados
de segunda generación, dos tienen como lengua materna el mazahua y
una el español. Finalmente, el pequeño de cinco años de tercera gene-
ración tiene como lengua materna el español y acude al preescolar. Del
análisis realizado se desprende que el español con más construcciones
problemáticas –desviadas del español estándar– es el de las mujeres de
primera generación. Pero entre los dos hermanos entrevistados de segun-
da generación hay notables diferencias. El español de uno de ellos, que
cuenta con estudios de posgrado, es prácticamente normativo, lo que im-
plica que la escolaridad tiene más peso que la interferencia de la lengua.
Una de las entrevistadas responde que ni sus nietos ni sus nueras
hablan la lengua indígena: “No quieren prender [aprender] mazahua,
le da susto” (p. 223). Esta frase es el pórtico del tema del último capí-

562 Andamios
Cruzar el puente. De la investigación al aula

tulo del libro: “Miedo a la palabra”. En una especie de síntesis de esta


antología, la autora describe las políticas lingüísticas como la historia
del miedo a la palabra. Una de las preguntas más sugerentes de todo el
libro aparece al inicio de este capítulo: “El lenguaje es crucial en la vida
del hombre. Lo constituye, lo hace ser, sentir, pensar, comunicarse,
estructurar su mundo circundante. ¿Qué sucede cuando esa capacidad
innata se fractura por el miedo a expresarse?” (p. 231).
En este capítulo se expone algo de lo que ocurre en las escuelas a las
que acuden los niños indígenas: en un afán por no repetir una historia
de vejaciones y la condena a la pobreza, los padres envían a la escuela
a sus hijos para que aprendan español. Los profesores están conscientes
de este mandato, no sólo de los padres, sino del Estado, presente en
su propia formación. Rebeca Barriga ofrece desgarradores testimonios
de cómo los niños que acuden a estas escuelas reciben castigos físicos
cuando hablan su lengua. Lo difícil, en este contexto, sería no tener
miedo. Y aún así, ocurre.
Finaliza la autora, con un llamado a mirar los procesos de resisten-
cia. La lingüista y activista mixe Yásnaya Aguilar, refiere: “Cada vez que
hablas una lengua indígena, resistes. Hablar una lengua indígena, en las
circunstancias presentes, es habitar un territorio cognitivo que todavía
no ha sido conquistado, al menos no del todo” (2019, p. 42).
En el campo de las políticas lingüísticas y la enseñanza del español
(tanto como lengua materna como segunda a hablantes de lenguas
indígenas), el trabajo de Rebeca Barriga merece un especial recono-
cimiento, ya que representa un oasis en el trabajo interdisciplinar que
conforma la educación lingüística. Este puente entre la enseñanza y la
investigación quizá ha sido difícil de cruzar tanto para quienes están
del lado de aulas con 50 niñas y niños con necesidades de aprendizaje
particulares, como para quienes se dedican a la investigación.
Como investigadora educativa veo cada vez más necesario cruzar
este puente. Al escuchar a maestras y maestros de educación básica, he
pensado que hay todavía muchas preguntas generadas legítimamente
en el aula y que quienes investigamos todavía no nos hemos atrevido a
contestar. La lectura del libro de Rebeca Barriga me ha generado nuevas
preguntas que tendríamos que devolver al aula, algunas de las cuales he
plasmado en la presente reseña.

Andamios 563
Areli Flores Martínez

Con la compilación que se nos ofrece en esta antología, celebro la


trayectoria de una investigadora que se ha atrevido a caminar por ese
puente, y que en su andar nos ha devuelto preguntas de investigación.
Con el paso del tiempo, una va encontrando más fascinación en las
preguntas sugerentes, que en las respuestas. Y plantear buenas pregun-
tas es virtud de los grandes maestros y maestras. El trabajo de Rebeca
Barriga me abrió las puertas de la investigación hace 18 años; hoy en
día la sigo leyendo con un inmenso respeto por haber inaugurado un
campo de estudio desde la lingüística hacia la educación.
Celebro que en toda su trayectoria haya contribuido a formar in-
vestigadores e investigadoras que se han atrevido a cruzar el umbral
de los estudios de especialización lingüística para transitar hacia la
comprensión de los procesos de aprendizaje que el público más difícil
de complacer agradecerá, al verse reflejado en sus aciertos y contra-
dicciones que se explican por una indignante historia. Me refiero al
magisterio mexicano, que también resiste al hablar su lengua.

Fuentes consultadas

Aguilar, Y., Bautista, R., y Anzaldúa, G. (2019). Lo lingüístico es político.


Valencia-Chiapas: Ona ediciones.

564 Andamios Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 559-564
De cómo el filósofo se levantó de su butaca para tomar
la pista de carreras
Mario Alfredo Hernández*

Galán, F. (coord.). (2019). La fascinación del deporte. Cuerpo, práctica,


juego y espectáculo. México: Navarra.

En el Fedón, el personaje que da título a la obra relata a Equécrates las


últimas horas de vida de Sócrates en prisión, después de haber sido sen-
tenciado y teniendo que esperar la aplicación de la cicuta al paso de una
festividad religiosa. Entonces los amigos van a su encuentro, esperando
hallarlo maldiciendo a los dioses por su destino injusto; pero, en vez de
esto, Sócrates está en paz, tranquilo y liberado de los grilletes pues ha
declarado su intención de no escapar de la ciudad. Cuando los discípu-
los preguntan la razón, Sócrates responde que no hay nada mejor para
el filósofo que morir, que de hecho la filosofía es un permanente ejercicio
de preparación para la muerte y que quienes la practican tienen de hecho
ya el color del cuerpo sin vida. Con esta afirmación, Platón habría excluido
como objeto de interés para la filosofía al cuerpo, sus actividades lúdicas
y, en general, cualquier preocupación por escudriñar la manera en que
éste habita el mundo con otras personas también con corporalidades
que sienten, sufren y experimentan placer. Más aún, de su república
ideal, de aquella forma de gobierno que encabeza el rey filósofo, están
excluidos los poetas, los músicos y los comediantes porque con su arte,
dirigido a complacer los sentidos y la imaginación, presuponen y afian-
zan la relación entre el cuerpo y el mundo, cuando la filosofía es un
ejercicio precisamente en la dirección contraria.
Entre otras razones, la caracterización de la filosofía como ensayo
para la muerte y la conversión de la desconfianza respecto de los senti-
dos en metodología de investigación, fue una de las razones para el tar-
dío reconocimiento de la estética como disciplina filosófica legítima. En
efecto, fue hasta el siglo XVIII cuando ocurrió la reivindicación de la es-

* Profesor en la Universidad Autónoma de Tlaxcala, México. Correo electrónico:


fumador1717@yahoo.com

Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 565-572 Andamios 565
Mario Alfredo Hernández

tética como una disciplina que explora los contornos de la subjetividad,


y más particularmente del entendimiento, en relación con objetos que
se localizan espacial y temporalmente por medio de los sentidos, tales
como el arte, la emoción y el espectáculo, que permiten al ser humano
atisbar la posibilidad de realizar su propia naturaleza en un mundo cuyo
orden sería producto de la percepción y no de la intelección. Así, por
ejemplo, para Immanuel Kant, el contacto con objetos de la naturaleza
que emocionan al ser humano sin que haya una razón de utilidad en
ello, permite al entendimiento levantarse por encima de los límites de
los sentidos y suponer la unidad armónica entre el observador, el mun-
do observado y los ideales de belleza y regularidad. Cierto es que, como
han señalado filósofos con un sentido del arte más pronunciado desde
Hegel hasta Danto, Kant no era un filósofo particularmente interesado
en la creación o el espectáculo, pero también es verdad que su impronta
en la estética permitió poner entre paréntesis la presunción platónica en
el sentido de que la filosofía es un ensayo para la muerte.
Precisamente, el libro colectivo La fascinación del deporte. Cuerpo,
práctica, juego y espectáculo, coordinado por Francisco Galán Vélez,
surge en este suelo fértil de la reflexión filosófica sobre el cuerpo, los
sentidos y la emoción estética como elementos definitorios de la otra
gran actividad además del arte, es decir, la práctica del deporte, que
también carece de utilidad en sentido convencional. Por una parte,
Galán Vélez y los autores convocados utilizan de manera creativa una
literatura más bien diseminada en muchas áreas de interés filosófico
y en la que destacan los trabajos de Norbert Elias, Johan Huizinga,
Roger Caillois, Georges Vigarello o Simon Critchley, para construir
sus objetos de estudio, que van desde el deporte como práctica social,
dinámica de integración, ceremonia lúdica y despliegue de posiciones
de poder previamente constituidas hasta las experiencias místicas y
sublimes relacionadas con el redescubrimiento de la subjetividad vin-
culada a un cuerpo que piensa y transpira en contextos particulares,
aunque no siempre favorables a lo lúdico. Por otra parte, Galán Velez
expone en la Introducción a la obra colectiva lo que se adivina como
una provocación para las y los autores convocados, y que funciona
como metodología ordenadora, a saber, las intuiciones de John Har-
greaves sobre las dimensiones del deporte como objeto de indagación

566 Andamios
De cómo el filósofo se levantó de su butaca

filosófica. En este sentido, el deporte es, de manera simultánea, juego,


actividad normada, motivo de emoción en vista de lo incierto de sus
resultados, ámbito de coincidencia en vista de su dramatismo social,
horizonte simbólico y ritual y exaltación del cuerpo. En lo que sigue,
propongo una clasificación de los textos colectados en este libro a partir
de este esquema propuesto por Hargreaves.
Primero, el deporte como juego. Aquí lo que se destaca es el poten-
cial subversivo del deporte respecto de la evolución de la racionalidad
occidental que la ha identificado con la razón instrumental y que ha
considerado como secundarias todas las actividades que no producen
plusvalía y no refuerzan el resultante sistema de privilegios y asime-
trías. Paradójicamente es este orden social el que nos ha acostumbrado
a observar al espacio de los derechos y las oportunidades como una
cancha de juego que, en principio, no excluye a nadie. Nos implicamos
en el juego, efectivamente, porque queremos ganar y porque queremos
demostrar que aún siendo adultos podemos recuperar la suspensión de
la incredulidad que caracteriza a los niños; pero también nos involucra-
mos en el juego porque sabemos que los fingimientos y las teatralidades
que llevan a los chicos a fusilar a otros en el paredón, a tomar el papel
de los millonarios que deciden tratos que incrementarán su fortuna o a
pensarse ellos mismos en profesiones que podrían ser o no las defini-
tivas, constituyen todas ellas dinámicas que les permiten experimentar
con la subjetividad y las tecnologías del yo. Como escribió Cortázar,
jugar es una actividad muy grave que requiere retomar la original ligereza
del espíritu; y se podría añadir a la luz de las aportaciones de este libro,
jugar es una actividad muy grave que requiere experimentar con nuestros
cuerpos y subjetividades como si de hecho fuéramos libres. Así, en este eje
se podrían ubicar estos trabajos: Correr en círculos. Las carreras de larga
distancia y el origen de la filosofía, de Javier Martínez; Juego o deporte, de
Fernando Auciello; y Profesionalización, medios de comunicación y victoria
en el futbol profesional actual, de Eduardo de la Paz.
En segundo lugar, está el deporte como actividad normada. Desde
este punto de vista se pone de manifiesto que, para jugar, se necesitan
reglas que delimiten un espacio de interacción, roles de participación,
así como posibilidades y penalidades en el desarrollo de la actividad lú-
dica. De hecho, no es casual que las teorías de la justicia de inspiración

Andamios 567
Mario Alfredo Hernández

rawlsiana tomen como premisa la idea de juego limpio, juego justo o juego
imparcial. Esto como el ethos social que sería resultado de observar a las
instituciones como árbitros que asignan porciones de los bienes que
todos queremos y, de manera complementaria, a los acuerdos justos de
cooperación como producto de la puesta en juego de las excelencias
perfomativas de ciudadanos que aceptan los principios de justicia que
benefician a todos. Quizá, como se afirma en el libro, decidir reglas
entre iguales cuando somos pequeños nos prepara para seleccionar
las reglas de cooperación entre adultos que suponemos con la misma
racionalidad y capacidad deliberativa, pero que están lastrados por
profundas desigualdades históricamente acumuladas. Más aún, la expe-
riencia de las instituciones como restricción de la voluntad empieza a
prefigurarse en la infancia a través de los castigos a quienes rompen las
reglas del juego y se actualiza en los espacios lúdicos que, para poder
existir, reclaman penalizaciones a quienes se piensan a sí mismos como
portadores de la prerrogativa de desconocer las normas comunes. De
alguna manera, la idea del juego y el espacio normativo que define éste,
permiten escenificar en lo cotidiano aquella caracterización kantiana
del mal radical como la tentación a pensarse uno mismo a partir de la
excepción a la regla que debería valer para todos los demás. En este eje
se sitúan los ensayos de Óscar Mendiola, Artes marciales y sus códigos
de valores; de Daniela Pérez Michel y María Covadonga Soto, Género y
deporte; de Mauricio Nakash, Panóptico Field; y de José Luis Barrios, El
deporte: paradojas de su representación.
Luego, está la idea del deporte como emoción. Habría que señalar
que, si la estética constituyó a la conmoción y al placer como rasgos
distintivos de las experiencias que se relacionan con la dimensión no
utilitaria del mundo, esto derivó en una reflexión sobre el juicio de
gusto. En este sentido es que se pudieron formular preguntas como
ésta: ¿qué es lo que permite vincular a la emoción que nos provocan
motivos tan distintos como las pinturas rupestres de Altamira, los cua-
dro negros de Goya o la música electrónica de Karftwerk? Una primera
respuesta indica que lo que vincula a todas estas experiencias es la
subjetividad que se emociona con dichos objetos y busca fundamentar
ese gusto de una forma tal que su opinión pudiera concitar el consenso
amplio, más allá del tiempo y espacio que condicionan las experiencias

568 Andamios
De cómo el filósofo se levantó de su butaca

estéticas más profundas y placenteras. No obstante, enjuiciar al arte


implica una cierta dosis de autoritarismo imposible de soslayar desde
la individuación que el placer estético promueve. Pero es en el cam-
po del juego donde, desde la perspectiva de este libro, se mantiene el
margen para la indeterminación y el azar que amenazan con sabotear
los juicios estéticos. Nos emocionamos porque ganamos una partida
de dominó no sólo porque esto demuestra nuestra habilidad con las
fichas, sino porque reconocemos la buena fortuna para que nos tocarán
las combinaciones adecuadas. Precisamente, es esa emoción que tiene
un componente azaroso la que desafía la integración de los juicios esté-
ticos como ejercicio de la razón que busca traspasar los propios límites
de su capacidad normativa. Y hay que recordar que jugar a traspasar
los límites que nos constriñen –jugar a volar, a nadar entre tiburones
sin riesgo o a poder viajar en el tiempo– es un rasgo profundamente
humano del entendimiento, aunque revele su propia falibilidad. De
esto se ocupan los textos Azar y juego, de Francisco Castro; Al final sólo
queda la frialdad de los números: el béisbol, la actualidad y la posibilidad de
lo real, de Francisco Galán; y En la tierra de los ciegos al dolor: descifrando
el deporte del rugby, de Paula Arizmendi.
Otro eje es el que destaca al juego como tópico de la vida pública.
Frecuentemente el gremio de filósofos se dividen entre quienes afirman
públicamente y con orgullo no ser espectadores de ningún deporte y
quienes, por otra parte, desconfían de quienes nunca han llorado por
el equipo derrotado o la puntuación casi perfecta en unos Juegos Olím-
picos. Pero luego se establece una nueva frontera: ahora la que separa
a quienes apoyan a un equipo de futbol incluso si no ha ganado en los
últimos años y quienes, en el otro extremo, están cerca de los clubes
siempre victoriosos que acaparan patrocinios. El deporte nos une y se-
para de la multitud, para después volver a seccionarnos en grupos que
parecen incapaces de transformar sus conflictos a muerte en la cancha
en conflictos relativos a resolverse en la arena democrática. Se trata del
deporte como motivo de armonía o disonancia en la vida pública, que
anticipa la experiencia del conflicto heroico o trágico según encontre-
mos las maneras o no de procesarlo en democracia; pero, también, la
arena deportiva evoca en nuestros paisajes políticos muy lejanos del
ilustrado siglo XVIII la posibilidad de la acción conjunta y la rebelión

Andamios 569
Mario Alfredo Hernández

guiada por pasiones más reales y encarnizadas que aquél pretendido


patriotismo de la Constitución anhelado por Habermas. Alrededor de este
eje de reflexión es que se pueden localizar los ensayos Reflexiones acerca
del fútbol, lo político y la revolución, de Dante Ariel Aragón; ¿La atracción
restringida por la ética? Cómo los eventos atléticos atraen a sus espectadores,
de Hans Ulrich Gumbrecht; y Más allá de la velocidad. El mundo de la
Fórmula 1, de Luis Guerrero Martínez.
Un quinto eje de este volumen coloca al juego como mundo simbóli-
co. Esto implica observar a las actividades deportivas como depositarias
y reproductoras de diversos universos de sentido que van articulando
sus practicantes, espectadores e intérpretes. Si Max Weber afirmó que
la modernidad era, en buena medida, un proceso que implicaba des-
encantar el mundo e instalar a la ciencia como modelos de explicación
socialmente legitimados, la práctica deportiva va a contracorriente dado
que exalta la imaginación colectiva respecto de mejores formas de inte-
gración social que las que la modernidad tardía ha decantado a partir
de los imperativos del capital y del mercado. Además, un mundo reen-
cantado por el deporte permite observar a las fronteras y los enclaves
excluyentes como lo que realmente son, es decir, como construcciones
históricas que pueden ser desmontadas y reformuladas en un sentido
más inclusivo e igualitario. No es posible pensar en el deporte como
expresión política sin recordar, por ejemplo, el campeonato nacional de
Rugby que, en 1995, inspiró la unidad sudafricana bajo el gobierno de
Nelson Mandela, las sucesivas incursiones en los mundiales de fútbol
de la selección croata en las postrimerías de la Guerra de los Balcanes
o en el cabezazo de Zinedine Zidane por insultos racista en la cancha.
En este sentido, habitar el mundo simbólico del deporte es también
reconocer que existen una serie de rituales y procesos de adscripción
grupal que nos permiten reconocernos a nosotros mismos en la interac-
ción con los otros y en un campo potencialmente tan fraterno como el
del juego y la imaginación. De esto tratan los textos de Adrián Gómez
Farías, Alpinismo y mística, de Diana Plaza Martín, De bailarinas a acró-
batas. Ética, estética y política en la gimnasia artística femenina; y El dolor
de los ciclistas profesionales durante el Tour de France: un vistazo desde la
estética, de Priscila Requiao Lessa, André Mendes y Marcelo Moraes.

570 Andamios
De cómo el filósofo se levantó de su butaca

Finalmente, está el eje que identifica al juego con la exaltación del


cuerpo. Observar un deporte y practicarlo no son la misma cosa. De
hecho, el cuerpo de actores y espectadores del ejercicio suele ser ra-
dicalmente distinto y, por ello mismo, es inevitable que la localización
del deporte como materia filosófica derive en una reflexión sobre la
corporalidad. La fascinación colectiva por el deporte tiene que ver, por
una parte, con observar que la excelencia del cuerpo es posible si se le
educa, disciplina y alimenta de manera adecuada. En este caso, el de-
porte no sólo se convierte en el espectáculo de la destreza sobrehumana
sino, también, en un recordatorio de que dicho esplendor es pasajero.
Mucho se ha dicho que la fascinación de la afición por futbolistas como
Diego Armando Maradona, Cuauhtémoc Blanco o Eric Cantona tiene
que ver con la constatación de que los cuerpo promedio, muy lejanos
de los parámetros de fortaleza que se requieren para asistir por ejem-
plo a los Juegos Olímpicos, también pueden ser objeto de admiración
deportiva. También hay otro tipo de fascinación por cuerpos como los
de Michael Phelps, Caster Semenya o Pau Gasol, que percibimos han
sido diseñados exclusivamente para las competencias de más alto nivel
y que parecerían difícil de habitar en el mundo común. En cualquier
caso, el deporte se convierte en un nuevo ámbito de iteración para la
milenaria fascinación, en su vertiente de aceptación o rechazo, de la
filosofía por el cuerpo. En esta línea de reflexión ubicamos los ensayos
de Gibrán Larrauri, Aproximaciones al caminar de Freud; de Fernando
Aurelio López, El yoga: de la espiritualidad al fitness, y el de Genevieve
Galán, Consideraciones históricas en torno al ejercicio físico y su vínculo con
el desarrollo corporal, mental y moral.
Para finalizar quisiera señalar una utilidad de este libro en torno a
la complejidad del deporte como objeto de estudio filosófico y que es
de interés para los derechos humanos. Como señalaba Kant, cuando se
produce una disonancia entre los problemas que plantea la realidad y la
teoría que utilizamos para comprenderlos, no debe renunciarse a ésta
última sino, al contrario, hacer uso de más teoría. Una de las funciones
de la filosofía, en el contexto de sociedades democráticas con institu-
ciones de bajo rendimiento social como la nuestra, es crear condiciones
discursivas para los consensos sociales y políticos. La tarea de observar
y localizar conceptualmente un objeto de estudio nos permite, en este

Andamios 571
Mario Alfredo Hernández

sentido, delimitar sus contornos, establecer las condiciones discursivas


para su emergencia y, en consecuencia, pronunciarnos críticamente
en torno a las expectativas que se han depositado en dicho objeto. De
la lectura en conjunto de los ensayos que integran La fascinación del
deporte se obtiene una visión muy compleja sobre este fenómeno, los
actores que involucra, el tejido social necesario para hacerlo posible y
la manera en que debería ser un elemento central de los proyectos de
vida individuales y colectivos. Me parece que no es exagerado señalar
que estas reflexiones necesariamente nos conducen al planteamiento
de la importancia de un derecho al deporte, la recreación y la cultura
como elementos fundamentales de las sociedades democráticas. El
acceso a un derecho como éste se ha enfrentado en los últimos años
con una precarización de los espacios públicos, a una disminución de
la oferta cultural al alcance de la ciudadanía y con una reducción de
la recreación y el deporte a servicios disponibles para quiénes puedan
pagarlos. Pensar seriamente al deporte desde la filosofía y la reflexi-
vidad sobre el espacio social donde ocurre, también implica desafiar
la visión entronizada acerca de que lo que nos vuelve humanos es la
capacidad de ser productivos. Al contrario, el descanso, la recreación,
el libre juego del cuerpo y la imaginación deberían hacernos pensar
en todas las cargas laborales y sociales que aceptamos y que nos han
arrebatado la posibilidad de desplegar nuestra subjetividad a través del
deporte. Si, como señaló Hannah Arendt, la experiencia de enjuiciar
libremente el arte y la belleza puede anticipar una cierta noción de la
libertad política, también podríamos afirmar junto con las y los autores
de este libro, que la experiencia de desplegarse libre y lúdicamente las
subjetividades y corporalidades en el espacio deportivo podría prefi-
gurar, por fin, un mundo donde la racionalidad no sea exclusivamente
racionalidad instrumental.

572 Andamios Volumen 18, Número 45, enero-abril, 2021, pp. 565-572
Arbitraje

1. El Comité Editorial remitirá al autor acuse de recibo de su trabajo en


un plazo no mayor de un mes, y en el plazo de un año (que podría
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final sobre el mismo.
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sometido a una fase de selección y a un proceso de dictamen. En
la primera fase, el Comité Editorial seleccionará los artículos que
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3. Las contribuciones serán sometidas al dictamen de dos especialistas
en la materia correspondiente. Cuando el autor pertenezca a la uacm,
su trabajo necesariamente será dictaminado por árbitros externos a
esta institución. En caso contrario los árbitros podrán ser internos o
externos a la uacm. Si existe contradicción entre ambos dictámenes,
se procederá a una tercera evaluación que se considerará definitiva.
El proceso de dictaminación será secreto y no se dará información
nominal respecto a éste. Una vez emitidas las evaluaciones de los
árbitros consultados, se enviará a los autores el acta de dictamen, y
éstos tendrán un plazo no mayor de tres semanas para entregar la
versión final del artículo con las correcciones pertinentes. El Comité
Editorial de la revista verificará la versión final con base en los dic-
támenes e informará a los autores en qué número de la revista será
publicado su trabajo. Las colaboraciones aceptadas se someterán a
corrección de estilo y su publicación estará sujeta a la disponibilidad
de espacio en cada número. En los casos en los cuales el número de
colaboraciones dictaminadas favorablemente para la sección Dossier
exceda el espacio destinado al mismo, el Comité Editorial se reserva
el derecho de determinar cuáles de ellas se ajustan más a los linea-
mientos establecidos en la convocatoria. En ambas fases la decisión
será inapelable.
4. El envío de cualquier colaboración a la revista implica no sólo la acepta-
ción de lo establecido en estas normas editoriales, sino la auto­rización
al Comité Editorial de Andamios, Revista de Investigación Social para

Andamios 573
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a difundir los temas, problemas y discusiones en cualquier área de
las humanidades y las ciencias sociales. Esta sección se encuentra
permanentemente abierta, pero en caso de que el artículo se consi-
dere publicable se enlistará entre los que han sido considerados de
la misma forma con anterioridad, por lo que se indicará a su debido
tiempo el número en el que aparecerá impreso el texto.
3. Reseñas. Comentarios críticos de alguna novedad bibliográfica sig-
nificativa para el mundo de las humanidades y las ciencias sociales,
sea nacional o extranjera.

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español y otro en inglés que no supere, cada uno, las 120 palabras
y que destaque las principales aportaciones y conclusiones del ar­
tículo, así como la originalidad y el valor (aportación y relevancia)
del escrito; y b) Un listado de cinco palabras clave en español e
inglés que identifiquen el contenido del texto.
6. Las reseñas deberán ser de libros académicos actuales (publicados
como máximo el año inmediato anterior) o de nuevas ediciones

576 Andamios
Normas para la recepción de originales

de clásicos que vale la pena revisar a la luz de las problemáticas


vigentes.
7. Cada párrafo, a partir del 2º, deberá comenzar con sangría.
8. El aparato crítico se presentará de acuerdo con el formato utilizado
por la American Psychological Association (apa). Puede consultarse
en la dirección electrónica: http://normasapa.net/2017-edicion-6/
9. Si el artículo contiene citas textuales menores de cinco líneas, éstas
deberán ir en el cuerpo del texto, entre comillas. Si la extensión es
mayor, deberán escribirse en párrafo aparte, con sangría en todo el
párrafo, sin comillas, en el mismo tamaño de letra (Arial 12) y en
espacio sencillo. Cuando la cita contenga agregados y omisiones del
autor, éstos deberán encerrarse entre corchetes.
10.Para las obras a las que se haga referencia dentro del cuerpo del tex-
to se usará el sistema autor-año, con las páginas citadas cuando sea
el caso. Entre paréntesis se incluirá el apellido del autor [coma] el
año en que se publicó la obra [coma] p. Y páginas citadas. Ejemplo:
Con respecto a la relación entre el azar y el conocimiento, “la
cantidad de azar presente en el universo, o la cantidad de él que
interviene en los procesos naturales, no tiene más límite que el de
avance del conocimiento” (Wagensberg, 1985, p. 22).
11. Cuando se haga referencia en términos generales a una obra par-
ticular de un autor, se deberá indicar entre paréntesis el año de
publicación de la misma. Cuando varias obras del mismo autor se
hayan publicado el mismo año, se distinguirán añadiendo una letra
al año. Ejemplo:

La teoría de la acción Parsons (1974a) parte de la consideración


del acto unidad.
Parsons (1974b) considera que el sistema social tiene como
función primaria la integración.

12. El autor deberá asegurarse de que las citas incluidas en el texto coin-
cidan con todos los datos aportados en la bibliografía.
13. Cuando se mencione la obra de un autor, el título de la misma debe-
rá ponerse en cursivas.

Andamios 577
Normas para la recepción de originales

14. Las notas explicativas se situarán a pie de página, a espacio sencillo,


con letra Arial 12 puntos.
15. Al final del texto deberá figurar un listado completo de la bibliogra-
fía empleada (en orden alfabético) con los siguientes formatos y con
sangría francesa:

Libro:
Apellido, A. A. (Año). Título. Ciudad, País: Editorial

Libro con editor:


Apellido, A. A. (Ed.). (Año). Título. Ciudad, País: Editorial.

Libro electrónico:
Apellido, A. A. (Año). Título. Recuperado de http://www…

Libro electrónico con doi:


Apellido, A. A. (Año). Título. doi: xx

Capítulo de libro:
Únicamente en os casos de libros compilatorios y antologías donde cada
capítulo tenga un autor diferente y un compilador o editor: Apellido,
A. A., y Apellido, B. B. (Año). Título del capítulo o la entrada. En A. A.
Apellido. (Ed.), Título del libro (pp. xx-xx). Ciudad, País: Editorial.

Publicaciones periódicas formato impreso:


Apellido, A. A., Apellido, B. B, y Apellido, C. C. (Fecha). Título del
artículo. Nombre de la revista, volumen(número), pp-pp.

Publicaciones periódicas con doi:


Apellido, A. A., Apellido, B. B. y Apellido, C. C. (Fecha). Título del
artículo. Nombre de la revista, volumen(número), pp-pp. doi: xx

Publicaciones periódicas online:


Apellido, A. A. (Año). Título del artículo. Nombre de la revista, volumen
(número), pp-pp. Recuperado de http:/ /www…

578 Andamios
Normas para la recepción de originales

Artículo de periódico impreso:


Apellido A. A. (Fecha). Título del artículo. Nombre del periódico, pp-pp.
O la versión sin autor: Título del artículo. (Fecha). Nombre del periódico,
pp-pp.

Artículo de periódico online:


Apellido, A. A. (Fecha). Título del artículo. Nombre del periódico. Recu-
perado de http:/ /www…

Tesis de grado:
Autor, A. (Año). Título de la tesis (Tesis de pregrado, maestría o docto-
ral). Nombre de la institución, Lugar.

Tesis de grado online:


Autor, A. y Autor, A. (Año). Título de la tesis (Tesis de pregrado, maestría
o doctoral). Recuperado de http://www…

Referencia a páginas webs:


Apellido, A. A. (Fecha). Título de la página. Lugar de publicación: Casa
publicadora. Recuperado de http://www…

Fuentes en CDs:
Apellido, A. (Año de publicación). Título de la obra (edición) [CD-
ROM]. Lugar de publicación: Casa publicadora.

Películas:
Apellido del productor, A. (productor) y Apellido del director, A.
(director). (Año). Nombre de la película [cinta cinematográfica]. País:
productora.

Serie de televisión:
Apellido del productor, A. (productor). (Año). Nombre de la serie [serie
de televisión]. Lugar: Productora.

Andamios 579
Normas para la recepción de originales

Video:
Apellido del productor, A. (Productor). (Año). Nombre de la serie [Fuen-
te]. Lugar.

Podcast:
Apellido, A. (Productor). (Fecha). Título del podcast [Audio podcast].
Recuperado de htpp://www…

Foros en internet, lista de direcciones


electrónicas y otras comunidades en línea:
Autor, (Día, Mes, Año) Título del mensaje [Descripción de la forma]
Recuperado de htpp://www…

16.Se recomienda evitar el uso de palabras en idioma distinto al español


y de neologismos innecesarios. Si es inevitable emplear un término
en lengua extranjera (por no existir una traducción apropiada),
deberá incluirse entre paréntesis o como nota de pie de página, la
traducción al español o una breve explicación del término.
17.En caso de que el artículo tenga citas en idioma distinto al español,
éstas deberán traducirse a esta lengua.
18.La primera vez que se utilicen siglas o acrónimos deberán escribirse
entre paréntesis e ir antecedidos del nombre completo.

Para más especificaciones sobre la citación, puede remitirse a la página


del APA en la siguiente dirección: http://normasapa.net/2017-edi-
cion-6/

Envío de colaboraciones

Toda contribución deberá enviarse como archivo adjunto vía electróni-


ca al correo: andamios@uacm.edu.mx

580 Andamios
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Contacto

Universidad Autónoma de la Ciudad de México, Calle Prolongación


San Isidro Nº 151, Cubículo E-102, Col. San Lorenzo Tezonco,
Deleg. Iztapalapa, C.P. 09790, Ciudad de México. Correo electrónico:
andamios@uacm.edu.mx

Página electrónica:
http://www.uacm.edu.mx/andamios
y en ojs:
https://andamios.uacm.edu.mx/index.php/andamios/index

Andamios 581
Andamios, Revista de Investigación Social
del Colegio de Humanidades y Ciencias Sociales
fue impresa el 17 enero de 2021
en el taller de impresión de la Universidad
Autónoma de la Ciudad de México, San Lorenzo 290,
Col. Del Valle, Delegación Benito Juárez
con un tiraje de 500 ejemplares.

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