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Reseña de Fenomenlogía de la Percepción. Parte I, Cap.

4 y
Cap 5
Martín Buenahora Bonilla

Lo que han mostrado los análisis hechos hasta ahora es que el espacio debe ser entendido
con relación a los cuerpos, basándose en las cosas existentes que encontramos en nuestra
experiencia. Pero, más aún, el cuerpo es el que nos debe ayudar a entender al espacio, pues como
muestran ciertos casos clínicos la espacialidad corporal toma prioridad sobe la objetiva.
Así, la consideración del cuerpo implica cosas para la consideración del espacio en general.
Debemos afirmar que la experiencia del cuerpo se da como una totalidad ordenada, en la que cada
parte implica algo para las demás y para el todo, en vez de una mera conjunción de distintas
percepciones. Esto se puede ver en casos como los de los niños pequeños, los cuales se fijan en las
cosas con las que interactúan, en vez de en su cuerpo mismo. Esto lleva a Merleau-Ponty a afirmar
que nuestra experiencia del cuerpo debe ser entendida como la de una obra de arte: esta no es algo
abstracto y ajeno a la materialidad, sino que la idea que plasma está caracterizada por ciertos tonos,
matices, aromas, con ciertas implicaciones, etc, que se reflejan en las pinturas o palabras usadas,
cada cual tendría su propio significado. Del mismo modo, en el cuerpo se dan una pluralidad de
significaciones, las cuales no se aíslan del todo las unas de las otras, sino que entre sí configuran a
todo el cuerpo.
La habitud también nos puede ayudar a entender al cuerpo y a la percepción del espacio,
pues siempre es motriz y perceptiva, ya que se da en la percepción y los movimientos realizados.
Esto se puede ver en el caso del ciego que mueve su bastón, con el cual puede percibir varios
objetos. No decimos que en su hábito se haya acostumbrado a sentir las presiones del bastón en su
mano, sino que se ha adquirido el hábito de ver moviendo el bastón. Del mismo modo, el habituarse
a distinguir el rojo del azul implica distintas formas de relacionarnos con los objetos, de modo que
se nos presentan con nuevas significaciones, en una relación más rica que antes.
Ya se ha visto un poco el papel que juega el mundo en la concepción del espacio, en parte
siendo como el comercio mismo entre la mente y los objetos. Para terminar de entender esto hace
falta preguntarnos cómo se da la relación afectiva del sujeto con el mundo.
La afectividad suele ser vista como algo que debe entenderse como algo compuesto de
representaciones y de placer o dolor. Así, todo defecto en la afectividad debe ser entendido como
una carencia o disminución de estos factores. Pero de nuevo, como en el caso de la percepción,
vemos que en la afectividad, particularmente el deseo sexual, se dan casos como el de Schneider, el
cual parece tener representaciones y sensaciones de placer típicas, pero que aún así no tiene una
sexualidad de este tipo. Parece que es incapaz de relacionarse con las demás personas en lo
referente a su corporalidad, por lo que esta no despierta en él un deseo significativo. Esto no
imposibilita que ejerza su sexualidad, pero sí limita en gran medida su experiencia de la misma,
pues no puede vivirla realmente. En este caso sucede como pasaba antes con su motricidad, en la
cual no puede proyectarse a futuro ni ponerse en situaciones hipotéticas, por lo que le resulta difícil
coordinar sus actos hacia la satisfacción sexual. Esto mismo se refleja en sus demás deseos, en los
que se ve limitado por cuenta de que su cuerpo no los relaciona con ellos de forma típica.
El psicoanálisis puede ayudarnos a entender mejor la relación y relevancia de la sexualidad
en el sujeto. Los psicoanalistas consideraron correctamente que esta no puede ser vista como algo al
margen del sujeto como un todo, de su consciencia del mundo. Así, la sexualidad deja de ser algo
puramente relacionado con los genitales sus los impulsos, sino con la relación del sujeto con el

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mundo. El problema de esto es que la sexualidad se vuelve en algo ambiguo, ya que se separa de su
comprensión tradicional. Como primera aproximación a explicar esto, Merleau-Ponty dice que la
sexualidad es similar a la vista y al oído, pues nos da acceso a ciertas realidades y significados, y
que aunque de este modo se puede delimitar un poco, como los demás sentidos tiene relación con el
esto del individuo. Es por esto que en las neurosis y patologías similares los rimeros síntomas tienen
un carácter sexual. Pero para entender mejor esto se debe explicar mejor qué son el significado y la
expresión, y qué papel juegan en la relación de la consciencia con el mundo.
Continuando de la mano del psicoanálisis, se puede decir que las patologías y su relación
con la sexualidad en realidad nos muestran la relación del enfermo con el mundo. Así, una chica a la
que le da afonía porque le prohíben ver a un joven, y que le vuelve a dar en ciertos escenarios en los
que su futuro se ve afectado (como un terremoto), en parte nos puede decir cosas sobre la etapa oral
en la que se encuentra en su sexualidad, pero sobre todo nos indica un rechazo por la coexistencia,
por la relación con los demás. Este es un rechazo que en cierto sentido no es voluntario, pues
funciona como el olvido: cuando olvidamos algo lo ponemos al margen de nuestra consciencia,
pero no nos desvinculamos del todo de ello; puede que olvidemos las cosas referentes a una persona
cuando estamos molestos con esta. Por esto se muestra que las patologías tienen una cierta relación
con la significación, a la cual rechazan, pero como manteniéndola a la distancia. Por esto, cosas
como la afonía y la anorexia muestran es un rechazo a la vida social y al futuro que implica, y no
sólo al habla o a la vida.
El cuerpo, por ende, sería el medio por el cual podemos relacionarnos de esta manera con el
mundo. Puede que se dé como en los casos anteriores, pero también contiene todas las potencias
para que me relacione con el mundo, para volver acción mis ideas. Así, aunque me pueda cerrar a
relacionarme con el mundo cerrando los ojos, tapándome los oídos, pensando en mi respiración,
etc., siempre voy a encontrar esta potencia de relacionarme con este.
Esto muestra que hay una relación recíproca entre la corporalidad y la existencia, pues
ninguna de estas se puede concebir del todo al margen de la otra. La sexualidad parece encontrarse
en y entre ambas, y es imposible de reducir a una o a otra. Esto permite que la sexualidad le de
cierta forma a la existencia, desde el punto de vista de una relación con el otro partiendo de los
cuerpos: ya sea el cuerpo propio que causa deseo en el otro, o el cuerpo del otro que uno desea. Esto
no quiere decir que la sexualidad se reduzca sólo a ese tipo de existencia, sino que también se
vincula a la totalidad de la del cuerpo, y por lo tanto se torna ambigua y metafísica, pues es antes
que nada relación y apertura hacia un otro. La sexualidad termina por ser como una atmósfera que
se encuentra presente en todas nuestras vivencias, lo haga o no de forma manifiesta, lo cual hace
que tenga la misma extensión que la vida. Esto hace que sea imposible decir que algo es o no
sexual, lo que le da a la vida humana un principio de indeterminación, pues las cosas pasan de no
tener un sentido sexual a tenerlo, lo cual se vuelve la base de la trascendencia humana.
Por ser trascendencia, depende de aquello que se trasciende, y por ende no lo puede dejar.
Lo que plantea que hay cosas que no son contingentes en el hombre, por más que se lo pueda pensar
así. Aunque podamos creer que puede haber seres humanos sin un aparato sexual, esto sucede
porque los concebimos de forma abstracta, y no en su realidad concreta, la cual encontramos en la
experiencia y que reconocemos configura la realidad orgánica del mismo. Esto nos lleva a que la
sexualidad está vinculada con el resto de la estructura del ser humano, pues, como se vio con el caso
Schneider, todos sus elementos se relacionan los unos con los otros para formar un todo. Así, en el
hombre se juntan la necesidad (pues por ser racional también es erguido y tiene pulgares) y la
contingencia (pues es un ser eminentemente histórico). De este modo la sexualidad se nos muestra
como aquello en lo que se combinan existencia y cuerpo, de modo en el que se manifiesta nuestra
estructura y libertad.

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1.1. Preguntas
• ¿Hasta qué punto llega la comparación del bastón del ciego con los sentidos que funcionan
de forma típica? En un principio pensé plantear la diferencia en que el bastón puede ser
sentido (el ciego puede decidir concentrarse en el tacto del bastón), pero aquí podría llegar a
pasar lo que veíamos la sesión pasada de la sensación doble con respecto de la mano. Así, el
bastón serviría para sentir, pero también sería sentido.
• Siento que me volví un ocho con la cuestión de las patologías y la significación (cuando usa
el ejemplo de la chica afónica). No entiendo si el rechazo de la significación captada se da
en un ámbito pre-consciente, y cómo se relaciona con el cuerpo.
• ¿En qué sentido es metafísica la sexualidad?
• Cuando Merleau-Ponty está hablando del cuerpo en la sexualidad y de que puede ser objeto
o sujeto, ¿Por qué mi cuerpo sería para mí un sujeto? ¿Sería sujeto porque es yo?

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