Está en la página 1de 3

En este período de Adviento, ya tan próximo a Navidad es importante que reflexionemos en esta

realidad crucial y fundamental de Jesús: su nacimiento entre los pobres. Así lo dispuso Dios. Hay
en ello toda una pedagogía que tenemos que entender.

No basta con repetir que Jesús nació en un pesebre. Debemos esforzarnos en vivenciar esta
realidad y hacerla reconocer y vivir a los niños y jóvenes. No hay vergüenza en ello, sino todo lo
contrario. Dios eligió para Su Hijo esta situación.

Seamos francos, según nuestros criterios, ¿no parece disparatada esta decisión de Dios? Claro, la
aceptamos, porque si Dios en su Infinita Sabiduría escogió eso, Él tendrá sus razones. ¿Basta con
eso? ¿No tendríamos que preguntarnos qué consecuencias podría tener esto para nuestras vidas?

Entre los nacidos de mujer no hay ninguno mayor que Juan; sin embargo el más pequeño en el
Reino de Dios es mayor que él.

Nosotros nos reconocemos como cristianos. Pero ¿qué es ser cristiano? ¿No se trata de seguir a
Jesús y esforzarnos en ser como Él? Cierto, nosotros no podemos escoger dónde nacemos, ni
quienes serán nuestros padres, como Dios Padre hizo con Jesucristo.

Pero cuando tenemos uso de razón si podemos escoger dónde y cómo vamos a vivir, del mismo
modo que la clase de vida y educación que vamos a dar a nuestros hijos. ¿Cuáles son los criterios
que priman en nosotros para tomar estas decisiones?

¿Tenemos en cuenta el mensaje que el Señor nos da con su nacimiento y vida entre los pobres?
¿No? ¿Por qué? ¿Es que nos parece legítimo aspirar a riquezas, lujos y comodidades? ¿Estas deben
configurar los grandes propósitos de nuestras vidas?

Entre los nacidos de mujer no hay ninguno mayor que Juan; sin embargo el más pequeño en el
Reino de Dios es mayor que él.

El sistema, la sociedad, el entorno o lo que sea nos impone unos ciertos estilos de vida ¿no es
verdad? Y, ¿no es cierto también que hacemos lo imposible por alcanzarlos? ¿Es mala la riqueza?
¿Es mala la posición social y económica?
¿Es malo tener dos casas, una en la ciudad y otra en el campo o en la playa? ¿Es malo que cada
quién tenga su carro en la casa o que por lo menos a eso aspiremos todos? ¿Es malo viajar,
conocer, tomarse una vacaciones, salir en un crucero? ¿Qué hay de malo en todo ello?.

Tal vez debiéramos preguntarnos ¿Jesucristo lo hubiera hecho? ¿Sí? ¿Entonces por qué nació en
un establo? ¿Por qué nación en el seno de una familia pobre y humilde en vez de nacer en un
palacio, rodeado de servidumbre?

Entre los nacidos de mujer no hay ninguno mayor que Juan; sin embargo el más pequeño en el
Reino de Dios es mayor que él.

¿Qué hay tras esta decisión? ¿Fue tan solo un capricho? ¿Fue algo circunstancial? ¿En el hipotético
caso que volviera a nacer hoy, lo haría en una acomodada casa de clase media próspera o lo haría
más bien en un barrio marginal y paupérrimo?

¿Aquella decisión tomada por Dios hace 2 mil años, tendría que determinar de algún modo mi
estilo de vida hoy? ¿Fue tan solo un mensaje para los judíos de aquel tiempo? ¿No será que nos
hemos adaptado demasiado a este mundo?

Y, al adaptarnos ¿no estamos avalando este estilo de vida? ¿Es que es esencialmente distinto a lo
que fue en tiempos de Jesús? ¿Es que ahora –como solía decirnos un amigo- no se adaptaría la
prédica de Jesús? Él –“muy razonablemente”-, empezaba por desmontar lo del Reino.

Entre los nacidos de mujer no hay ninguno mayor que Juan; sin embargo el más pequeño en el
Reino de Dios es mayor que él.

Honestamente pensamos que nos hemos dejado seducir por los atractivos de este mundo. No hay
nada de malo en ellos por sí. Lo malo está en que nos impulsan a llevar un estilo de vida en el que
poco a poco Dios deja el centro y es remplazado por cualquier cosa.

La comida, la bebida, la literatura, los viajes, el buen vino, los deportes, la filatelia, los caballos, el
sexo, la juventud, el cine, la pornografía, la marihuana, los doctorados, la caza, el juego, pokemon,
las propiedades, el capital, el prestigio, la admiración, los monumentos históricos, los toros…
Lo mismo que Juan el Bautista, Jesucristo nació, vivió y murió pobre. ¿Es que no podía llegar a ser
rico o es que no quiso serlo, porque quiso enseñarnos una lección con ello? ¿Es que no se aplica a
nosotros? ¿O es que su aplicación es relativa? ¿Somos realmente cristianos? Es momento de
pensarlo.

Entre los nacidos de mujer no hay ninguno mayor que Juan; sin embargo el más pequeño en el
Reino de Dios es mayor que él.

También podría gustarte