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PROYECTO DE COLON:

Cristóbal Colón era un marino experimentado en navegaciones, es decir, muy


conocedor cuando fue a presentar su proyecto tanto al rey Juan de Portugal, como
a los Reyes Católicos. Había navegado desde los 14 años y para entonces, ya había
recorrido los siete mares, y más. Había surcado todo el Mediterráneo al servicio de
corsarios o de señores, como Renato de Anjou, tanto hostigando las costas
valencianas, como las islas griegas.
Después pasó al Atlántico y se estableció en Portugal, desde donde viajó a
Inglaterra, Islandia y Guinea, y más tarde se presentó en Andalucía. En este ínterin,
fue leyendo libros por su cuenta entre ellos Las Maravillas de Marco Polo y La
Imago Mundi del cardenal de Ailly, y estudiando astronomía, geometría y
cosmografía, además de aprender a manejar instrumentos de navegación y a
diseñar mapas. De todo lo anterior y más, sacó Colón la idea de llegar a las Indias
por el occidente".
Colón partía de una idea base: la tierra era redonda, y no plana como se había
expuesto hasta el momento
"Varios filósofos griegos hablan desde el siglo V a.de JC. De la redondez de la
tierra: Pitágoras, Parménides, Heródoto, Zenón, Hesíodo, Platón, Aristóteles y
Ptolomeo. El geógrafo Estrabón también lo menciona en sus escritos. Fue este
último el que observó el horizonte y enunció la teoría de la curvatura del mar. Esta
hipótesis se extendió, porque se constató, en la Edad Media por toda Europa, y en
la época de Colón no cabía duda sobre la esfericidad de la tierra".
Por otra parte, parece que Colón también conocía la carta de Paolo del Pozzo
Toscanelli. Toscanelli en su carta del mundo manifestaba: “Del muy breve camino
que hay entre de aquel a las Indias, a donde nace la especiería, por el camino del
mar más corto que aquel que vosotros hacéis para Guinea”.

Esta carta y los demás libros sirvieron a Colon para llegar a la conclusión de que
era mejor llegar al Oriente navegando hacia el Oeste, pasando por las islas
Canarias de donde según él había que navegar unos 4,500 o 5,000 kilómetros para
llegar a Japón. Según el geógrafo francés Juan Bautista D Anville. Ese fue el mayor
error que dio lugar al mayor descubrimiento”. En 1474 Colón le presenta el
proyecto al Rey de Portugal, pero fue rechazado. En 1485 recomendado por unos
monjes los reyes de España sometieron las ideas a dos consejos de expertos uno
en Córdoba y otro en Salamanca. Finalmente, después de largas conversaciones
gracias a la intervención de Luis de Santángel escribano de la corona, la reina
aceptó la condición de Colón. Tan pronto el Rey acepta se firmaron las
Capitulaciones de Santa Fe en abril de 1492.

Se establecía ese marco jurídico que reglamenta la primera etapa de la conquista y


colonización de América, En dichas capitulaciones se establecía que la empresa de
descubrimiento era de carácter privado, en el que Colón recibía solamente el título
de Almirante del Océano, Virrey y Gobernador General, sino también la décima
parte de las ganancias que obtuviese la reina, y la octava parte de las ganancias de
las mercancías embarcadas hacia esas tierras. Colón era la autoridad máxima de
esas tierras y tenía potestad de administrar justicia. Por encima de él solo La
Corona.

Nicolás de Ovando
Nuevos aportes a la biografía...
Nuevos aportes a la biografía del primer gobernador de las Indias el extremeño
Nicolás de Ovando

Escrito por Mira Caballos, Esteban (1999)

Un año más acudimos a estos ya históricos -nada menos que XXVIII- Coloquios Históricos de
Extremadura, y de nuevo también queremos traer a este foro la temática del Comendador
Mayor de la Orden de Alcántara y primer gobernador de las Indias, frey Nicolás de Ovando.

Un personaje clave para la historia colonial de América y que no sólo no se le ha reconocido


hasta ahora su puesto en la Historia sino que incluso todavía en nuestros días sufre los
avatares de la ya desfasada Leyenda Negra.

Me vais a permitir que antes de desarrollar mis aportes en torno a su biografía muestre mi
disconformidad con lo que recientemente se ha afirmado y representado sobre su figura. El
sábado 14 de agosto se representó en la histórica villa de Brozas la obra "la sombra de un
frey". El espectáculo mereció la pena. Una puesta en escena fabulosa, con varios escenarios
donde se representaron consecutivamente diversos pasajes de la vida del primer gobernador
indiano, el extremeño frey Nicolás de Ovando. Los actores, todos ellos lugareños, dieron todo
lo que llevaban dentro, y el público mostró un comportamiento ejemplar, siguiendo de forma
entusiasta las más de dos horas y media de representación.

Pese a todo, a nuestro juicio, el guion presentaba carencias graves de fundamento que
llevaron a una inevitable tergiversación de la trama histórica. Nicolás de Ovando fue
presentado como un paranoico traidor que disfrutó matando indígenas y asesinando a la bella
cacica Anacaona.

No nos sorprende en absoluto esta visión, pese a tratarse de una de las páginas más notables
de la historia de Extremadura y América. Una línea sesgada de interpretación que entronca
con aquella desgraciada frase, tantas veces repetida en Extremadura con motivo de la
Conmemoración del 92, que hablaba de la necesidad de "bajar del caballo al conquistador".
Nuevamente queremos insistir en que la conquista es un hecho histórico de gran envergadura
del que no debemos ni podemos arrepentirnos los españoles ni los extremeños de hoy.

Efectivamente Nicolás de Ovando se vio obligado a entrar en guerra con los indios. Pero no
olvidemos que estos -unos 80.000- estaban en pie de guerra contra poco menos de 700
españoles. No olvidemos que en los meses que siguieron a la llegada del gobernador
extremeño murieron varios centenares de españoles porque los aborígenes habían destruido
todos sus "conucos" o plantaciones, según decían, "por ver si morían todos". Asimismo, no
olvidemos que la cacica Anacaona no fue exactamente traicionada por el Comendador Mayor
-como se decía en la representación- sino que lo que realmente hizo éste fue adelantarse a
ella, al enterarse que urgía una trama para acabar con su vida. Y no olvidemos, por último, que
las matanzas llevadas a cabo directa o indirectamente por Ovando en Xaragua e Higüey
respondían a una necesidad de someter provincias insurrectas fundamentales para el
abastecimiento de Santo Domingo, sin las cuales los españoles hubieran tenido que abandonar
la isla.

Nada se dijo en Brozas de la gran obra del Comendador Mayor en la Española: de las
fundaciones de hospitales, de la creación de infraestructuras viarias, de la política de
poblamiento, de la fundación de ciudades, del desarrollo agropecuario, del desarrollo de la
economía minera y del comercio, del fomento de la institución eclesiástica, de la doctrina de
los indios, de las normas morales, de la convivencia social, etc.

Incluso, se ignoraron actitudes del viejo gobernador que muestran que, una vez acabada la
guerra, tuvo un trato mucho más comprensivo hacia los desdichados aborígenes. En primer
lugar, debemos decir que, como ya apuntó Carlos Nouel, Ovando fue el primero que fomentó
los matrimonios mixtos entre españoles e indios para lograr una más pronta conversión. En
segundo lugar, legalizó un sistema de encomiendas que, al menos en teoría, pretendía acabar
con los abusos que los españoles cometían con los indios que tenían en régimen de
repartimiento. Incluso, con gran pesar por su parte, se llegó a enfrentar con la Corona para
evitar que los absentistas y los cortesanos tuviesen indios de encomienda porque, según
afirmó, "sus mayordomos les hacían muy malos tratamientos". Y, en tercer y último lugar,
desarrolló una experiencia con ciertos indígenas para ver si eran capaces de vivir en libertad,
que fue pionera, ya que es el antecedente más remoto de lo que posteriormente serán las
reducciones indígenas. En definitiva, un acto que pretendía ser un homenaje con el que el
pueblo de Brozas agasajaba a un personaje muy vinculado a la localidad se convirtió en un
nuevo y tergiversado capítulo de la supuesta infamia cometida por España en la Conquista de
América.

Después de este preámbulo pasaremos directamente a hablar de algunos aspectos poco


conocidos de su vida y de su labor al frente del gobierno indiano.

1.-SUS ORÍGENES FAMILIARES

El apellido Ovando tiene una vieja ascendencia bajomedieval en Cáceres pues, como es de
sobra conocido, esta familia se asentó en esta localidad extremeña a mediados del siglo XIV, al
parecer procedentes de Galicia [3]. Según el Conde de Canilleros ya por aquel entonces estaban
vinculados a la Orden de Alcántara, aunque aún no ostentaban cargos de relevancia [4]. Sin
embargo, está claro que fue en estas tierras "de la Extremadura", donde la estirpe adquirió
reconocimiento social y desde luego carta de naturaleza.

El apellido pasó al padre de frey Nicolás, el Capitán Diego de Cáceres Ovando, y finalmente, a
los hijos de éste, quienes antepusieron el segundo apellido. Por tanto este patronímico lo
tomaron los hijos del capitán Diego de Cáceres de su abuela paterna, doña Leonor Alfón de
Ovando, continuando con él todos sus descendientes [5].
Aunque a principios del siglo XV los Ovando figuraban entre las familias nobles de Cáceres lo
cierto es que desde el punto de vista económico, jamás pertenecieron a las más poderosas de
Extremadura. Realmente su gran auge llegó ligado a don Diego de Cáceres Ovando,
incondicional defensor de la Reina Isabel en la guerra de Sucesión de Enrique IV. Se dice que la
Reina afirmó algunos años con cierto orgullo que teniendo a don Juan de Sande en Plasencia, a
don Diego de Cáceres en Cáceres y a don Luis de Chaves en Trujillo, tenía segura en sus manos
a toda Extremadura[6].

Al ganar la guerra de sucesión la Reina Isabel premió con prebendas a aquellos nobles que la
apoyaron. Queremos decir que aunque los privilegios otorgados al Capitán Diego de Cáceres
eran muy conocidos y citados, existían ciertas imprecisiones que se habían ido citando
erróneamente por la historiografía. Nosotros hemos revisado el manuscrito original,
custodiado en el Archivo General de Simancas, donde aparecen reflejados tales privilegios.
Como es bien sabido, se le otorgó el privilegio de construir la torre que luego se llamará de "las
cigüeñas" pese a una disposición que databa de 1477 que instaba a "mochar" todas las torres
señoriales de Cáceres[7]. Sin embargo no sólo obtuvo compensaciones políticas y honoríficas
sino también económicas, como pasamos a comentar en las líneas que vienen a continuación.
Exactamente, la Reina concedió por Real Provisión, otorgada en Medina del Campo el catorce
de marzo de 1482, 250.000 maravedís a perpetuidad "para él y sus sucesores" sobre las rentas
reales de la ciudad de Salamanca [8]. Sin embargo el capitán Diego de Cáceres debió pedir a la
Soberana que, para facilitar su cobro, se situasen sobre la entonces villa de Cáceres.
Efectivamente por Real Provisión del 26 de enero de 1487 se otorgó la misma cantidad pero,
en esta ocasión situada "en las rentas de las nuestras alcabalas, tercias y otras rentas y pechos
y derechos a nos pertenecientes de la dicha villa de Cáceres" [9]. Asimismo se establecía que la
cuantía la percibiría en tres partes, correspondientes a los tres tercios de cada año. Este
privilegio fue confirmado sucesivamente el 5 de junio de 1508 y el 23 de febrero de 1563 [10].

En cualquier caso lo que sí es cierto es que el capitán Diego de Cáceres jamás llegó a figurar
entre los grandes propietarios de Extremadura. En este sentido sabemos que el valor neto de
la fortuna de su primogénito, Diego de Ovando, en 1505, ascendía a la modesta cantidad de 5
millones de maravedís.

Al reconocimiento obtenido por parte de la Reina en agradecimiento a sus servicios se unió el


hecho de su matrimonio con doña Isabel Flores que pertenecía a una señera familia de la
cercana villa de Brozas y que honoríficamente llegó a desempeñar el cargo de camarera mayor
de la Reina Isabel[11].

2.-SU NACIMIENTO EN CÁCERES

En relación al lugar y fecha de nacimiento de frey Nicolás de Ovando debemos advertir que,
tras la publicación hace pocos años de un estudio sobre la Casa de Ovando, se han aportado
pruebas bastante fundadas sobre sus orígenes que refutan las hipótesis tradicionales. Así, pese
a que Eugenio Escobar afirmó a principios de siglo, de acuerdo con el discurso pronunciado en
1892 por Cándido Ruiz Martínez, que constaba su cuna brocense [12] lo cierto es que jamás han
existido tales pruebas fehacientes.

El único razonamiento que justificaba su naturaleza brocense se basaba en la suposición de


que debió nacer en torno a 1451 cuando su padre, se tiene la certeza que residía junto a su
esposa en dicha localidad. Sin embargo, como tendremos ocasión de analizar en las líneas que
vienen a continuación, esta hipótesis presenta bastantes interrogantes de difícil respuesta.

Empezaremos diciendo, de acuerdo con José Miguel de Mayoralgo y Lodo, que frey Nicolás de
Ovando fue el segundo de los cinco hijos del capitán Diego de Cáceres y no el menor como se
había sostenido hasta hace poco[13]. No en vano en todos los documentos oficiales que
conocemos se cita siempre a frey Nicolás en segundo lugar tras su hermano Diego, y tras él, a
Fernando, a Rodrigo y a María. En este orden figuran por ejemplo en el testamento y
fundación de mayorazgo del capitán Diego de Cáceres, fechado en Monleón el 2 de febrero de
1487. En este manuscrito se legaba el mayorazgo al primogénito Diego mientras que en
relación a los cuatro hermanos restantes se decía lo siguiente:
"Dejo por mis legítimos herederos al Comendador de Lares, y a Fernando de Ovando y a
Rodrigo de Ovando y a doña María de Ovando, mis hijos, para que hayan y hereden todos mis
bienes, así dineros como raíces…"[14]

Aunque el documento fue dado a conocer por el Conde de Canilleros lo cierto es que no prestó
atención al orden en que figuraban los hermanos. Pero la disposición parece concluyente si
tenemos en cuenta la importancia que se le otorgaba en estas fechas a la precedencia en el
orden de nacimiento. En cualquier caso, la única duda que albergamos es que, habida cuenta
que las mujeres siempre figuraban detrás de los hombres, su hermana María fuese mayor, y
frey Nicolás fuese el tercero de los hermanos y no el segundo.

En otros instrumentos, procedentes del Archivo de Protocolos de Cáceres y dados a conocer


por José Miguel de Mayoralgo, aparecía el mismo orden citado anteriormente, dejando pocas
dudas al respecto[15]. Además no debemos olvidar que lo lógico era que el primogénito Diego
heredase el mayorazgo y que el segundo hijo varón se introdujese en las altas jerarquías de la
Orden de Alcántara donde ya el propio capitán Diego de Cáceres había desempeñado el cargo
de alcalde. Por tanto podemos afirmar con toda la solidez que el respaldo documental otorga
que frey Nicolás de Ovando no debió ser el hijo menor del Capitán Diego de Cáceres sino el
segundo de los hijos varones.

Más controvertida aún es su fecha de nacimiento, pues, mientras que Eugenio Escobar
defendía la fecha de 1448 [16], el Conde de Canilleros y, siguiendo a este último, Úrsula Lamb,
sostuvieron la de 1451[17]. Finalmente José Miguel de Mayoralgo y Lodo sitúa el matrimonio del
capitán Diego de Cáceres y la brocense Isabel Flores más tardíamente, retrasando su
nacimiento a 1460 o a 1461. Por tanto tenemos ya tres o cuatro fechas posibles que van desde
1448 a 1461, mediando pues entre ambos extremos nada menos que trece años. No obstante
y pese a que las pruebas en esta caso no son totalmente concluyentes me inclino a pensar,
dada la documentación que manejó Mayoralgo y Lodo y las cartas protocolizadas por frey
Nicolás de Ovando, que efectivamente debió nacer en torno a 1460.

En cuanto a su lugar de nacimiento ya hemos mencionado que la tesis tradicional señalaba con
injustificada rotundidad su cuna brocense. Concretamente, el primer gran biógrafo del
Comendador Mayor, Eugenio Escobar Prieto llegó a decir que "consta que fue Brozas su
cuna"[18]

No obstante, aunque seguimos sin tener una fuente primaria que aclare su origen, todos los
indicios apuntan a su naturaleza cacereña. En este sentido empezaremos citando a Gonzalo
Fernández de Oviedo, que no olvidemos que conoció personalmente al Comendador Mayor
cuando era preceptor del Príncipe don Juan, y que afirmó que "fue natural de la ciudad (sic) de
Cáceres en Extremadura y de allí era solariego caballero hijosdalgo..." [19]. Además, en un
manuscrito de 1798, recientemente publicado se citaba entre los hijos ilustres de la villa de
Cáceres a "Don Nicolás de Ovando, Comendador Mayor de Alcántara, Capitán General y
Gobernador de la isla Española"[20]. Por otro lado, no cabe duda de los vínculos de frey Nicolás
de Ovando con Cáceres, donde protocolizó varios instrumentos notariales y donde se
enterraron todos sus hermanos.

A pesar de su más que probable cuna cacereña, sus vínculos con Brozas fueron también
notables no sólo por ser la tierra de su familia materna sino porque en esa localidad se situaba,
como ya hemos dicho, la sede de la Encomienda Mayor de la Orden de Alcántara. Además tuvo
grandes amigos brocenses a quienes prestó todo su apoyo y confianza durante su gobernación
en la Española. Entre ellos Francisco de Lizaur un hidalgo indiano, nacido en 1477, que fue
secretario y estrecho colaborador del Comendador Mayor hasta su muerte. Lo acompañó a su
regreso de las Indias, en 1509 para retornar, tras su fallecimiento, como contador de la isla de
San Juan[21].

3.-SU VERTIGINOSA ASCENSIÓN EN LA ORDEN DE ALCÁNTARA

El estudio de la Orden de Alcántara presenta el problema de que la mayor parte de su archivo


se perdió durante las guerras napoleónicas. Por este motivo gran parte de su historia debe
reconstruirse a través de crónicas, o bien, de fuentes primarias indirectas en las que se alude a
la citada institución.

En cualquier caso es bien sabido que fue fundada en el año 1175 bajo el nombre de San Julián
del Pereiro. No obstante transcurrieron treinta años hasta que la Orden consiguió su primera
posesión en Extremadura, es decir, la aldea de Cadalso en el término de Coria. Entre los siglos
XIII y XV se convirtió en una de las más importantes instituciones territoriales de Extremadura.

Frey Nicolás de Ovando entró a formar parte de la jerarquía de la Orden en 1478, cuando
debía contar tan sólo con unos 17 o 18 años. Efectivamente en ese año fue nombrado
Comendador de Lares de la Orden de Alcántara, sucediendo a Raudona, aunque con la
obligación de entregarle mientras viviese la mitad de las rentas [22]. Este cargo lo ocupó hasta
1503 fecha en la que los Reyes Católicos -erigidos en máximos dignatarios de las Ordenes
Militares- lo designaron para ocupar la Comendadoría Mayor de la Orden que había quedado
vacante.

4.-NOMBRAMIENTO COMO PRECEPTOR DEL PRÍNCIPE D. JUAN

En 1487, año en que falleció su padre el capitán Diego de Cáceres Ovando poseía ya un
considerable reconocimiento en Extremadura como gestor eficaz de la Orden de Alcántara. Por
ese motivo los Reyes se fijaron en él para que, junto a otros nueve "gentiles hombres,
experimentados y virtuosos y de buena sangre", ejerciesen de preceptores del Príncipe don
Juan[23]. Entre los elegidos figuraban personas de gran talla intelectual en la época como don
Sancho de Castilla, don Pedro Núñez de Guzmán, Juan de Calatayud o Juan Velázquez de
Cuéllar "señor de Villaraquerín y después contador mayor de Castilla".

Realmente, como tantos otros períodos de la vida del Comendador Ovando, es muy poco lo
que sabemos de esta década en la que se dedicó a la formación del malogrado hijo de los
Soberanos Católicos. Parece ser que a este cometido se dedicó de cuerpo y alma hasta poco
antes de la desdichada muerte del Príncipe ocurrida, como es de sobra conocido, en
Salamanca, el 4 de octubre de 1497[24].

Asimismo desconocemos hasta qué punto fue decisiva en su fulminante ascensión política su
labor como educador del heredero de los Reyes Católicos. En cualquier caso está claro que
esos años no fueron en balde ya que le sirvieron para demostrar su valía, su rectitud y su
prudencia, valores que sin duda debió tener muy en cuenta la Reina Isabel a la hora de
entregarle el poder absoluto de las Indias.

5.-SU VIDA EN LOS AÑOS PREVIOS A SU MARCHA A LAS INDIAS

Desde 1496 había vuelto a dedicarse a las tareas de su Orden, en la que desempeñaba el
cargo, como ya hemos afirmado, de Comendador de Lares. En ese año le encomendaron los
Reyes Católicos una importante misión para que la desarrollase junto a fray Juan Méndez. Más
concretamente los Soberanos estaban preparando la anexión a la Corona de la Orden de
Alcántara -que ocurrió finalmente en 1501- para lo cual les encomendó una doble tarea: por
un lado que recopilasen todos los privilegios y bulas otorgados a la Orden. Y por el otro, que
visitasen todos los inmuebles de su jurisdicción, informando detalladamente de su estado. Se
trataba de una tarea delicada que podía chocar con los recelos de las altas jerarquías de la
institución militar y que la Reina Isabel quiso depositar en una persona de su total confianza
como era el hijo de su fiel valedor el Capitán Diego de Cáceres Ovando.
El trabajo encomendado lo debió realizar con total solvencia aunque nuevamente debemos
reconocer que desconocemos todos los detalles sobre la vida y actividad del Comendador
Mayor en estos años.

Por lo demás la historiografía ha sostenido históricamente que participó directamente en


conquista de Granada afirmación que nunca ha sido probada suficientemente. Y lo cierto es
que aunque no existen fuentes directas sí que hay documentos históricos en los que se hace
referencia. Concretamente en una probanza de hidalguía realizada en 1629 por Pedro Mexía
de Ovando se mencionaba entre los méritos alegados la participación de su bisabuelo, frey
Nicolás de Ovando, en la guerra de Granada. Aunque sea un documento bastante tardío
demuestra que se trata de una hipótesis antigua, sostenida al menos desde el siglo XVII.

Nuestra opinión al respecto es que efectivamente debió participar como se ha afirmado


tradicionalmente aunque no personalmente. Es evidente que la labor del Comendador Mayor
en esta guerra se debió limitar, como era normal en la época, al envío de ciertas lanzas, de
acuerdo con las obligaciones de los Comendadores de las Ordenes Militares.

6.-SU NOMBRAMIENTO COMO GOBERNADOR

Ya hemos comentado que la situación en la Española en 1501 era desastrosa debido


fundamentalmente al fracaso de la factoría colombina regida por una familia Colón que mostró
una escasa visión política. Pero no era ésta la única crispación ya que el primer intento de la
Corona por tomar el control de la Española y encauzar su colonización había fracasado.
Efectivamente el pesquisidor Francisco de Bobadilla se mostró incapaz tanto de resolver las
complejas relaciones sociales de la isla como de establecer, según llevaba ordenado, una
economía del oro próspera. La isla, pues, se encontraba "toda alzada, y perdida y sin ningún
provecho", casi al borde de la inanición, utilizando una expresión del padre Las Casas.

Se ha afirmado que el nombramiento de Ovando como gobernador en detrimento del propio


Almirante Cristóbal Colón se debió a la intención de la Reina de evitar venganzas y
resentimientos entre éste y los españoles que lo habían enviado encadenado a la Península.
No obstante es obvio que había motivos de mucho más peso pues la Corona trataba de hacer
cumplir la sentencia a los pleitos colombinos, expedida el 28 de diciembre de 1501, en la que
se le devolvieron a la familia Colón sus derechos económicos pero no los jurisdiccionales. La
Reina Católica necesitaba una persona de su total confianza a quien otorgar estos
excepcionales poderes en una coyuntura política realmente difícil. Nadie mejor que un vástago
del Capitán Diego de Cáceres que tan fielmente le había servido en los momentos más difíciles
de su reinado.

Así las cosas, los Reyes Católicos expidieron su nombramiento como gobernador de las Indias,
estando en la ciudad de Granada el 3 de septiembre de 1501 [25]. La designación de Ovando
debió estar auspiciada por la propia Reina Isabel que, no obstante, debió consultar tal decisión
con el gestor de los asuntos indianos, es decir, con el todopoderoso obispo de Badajoz Juan
Rodríguez de Fonseca.
El cometido del entonces Comendador de Lares no era otro que el de crear un "nuevo
poblamiento" bajo el estricto control de las autoridades reales. Precisamente fue la delicada
situación de la isla la que determinó la concesión de tan amplios poderes, pensados, sin duda,
para solventar una situación excepcional. El propio Fernando el Católico escribió en una Real
Cédula a Diego Colón lo siguiente:

"...Que lo enviamos por gobernador de esa isla, a causa del mal recaudo que vuestro padre se
dio en ese cargo que vos ahora tenéis, estaba toda alzada y perdida y sin ningún provecho, y
por esto fue necesario darle al Comendador Mayor el cargo absoluto para remediarla porque
no había otro remedio ninguno ni había vaso para que pudiese dar ningún orden ni concierto
desde acá para las causas susodichas, y también porque no tenía yo noticia ni información
ninguna de las cosas de esa isla para poderlas proveer..." [26].

Esta declaración sobre su supuesto poder absoluto queda corroborada con las opiniones de
algunos cronistas como Fernández de Oviedo quien afirmó que se le otorgó por dos causas, a
saber: primero, por el desconocimiento que la Corona tenía de las Indias y que le impedía
tomar decisiones desde Castilla. Y segundo, por la agitada situación política que se vivía en la
colonia en los meses previos a su llegada [27]. Por todo ello no nos extraña que el siempre agudo
cronista Girolamo Benzoní afirmase que Ovando fue a las Indias "con la autoridad de virrey" [28],
es decir, con el cargo de gobernador pero con un poder similar al que unas décadas después
tendrán en las Indias los propios virreyes.

A todos estos poderes había que unir el privilegio expreso que se le otorgó -según úrsula
Lamb- para que pudiese obedecer las disposiciones reales pero no ejecutarlas si las
circunstancias lo desaconsejaban [29]. Desconocemos cuando recibió esa prerrogativa ya que no
hemos localizado ningún documento en el que se afirme tal circunstancia, sin embargo el
hecho de que lo practicase sin ningún tipo de oposición indica que efectivamente la poseyó.
También es cierto que en ocasiones su afán por controlarlo todo de forma absoluta le llevó a
exceder sus facultades legales, reteniendo injustamente las cartas que los vecinos de la isla
enviaban con destino a las autoridades Peninsulares.

En cualquier caso lo que es evidente es que en esos momentos fue un acierto la decisión de
dotar de plenos poderes al gobernador porque evitó eficazmente el desfase que provocaba,
primero, la lentitud burocrática, y segundo, el ya mencionado desconocimiento que en la
Península se tenía de la realidad americana. No en vano un problema que aquejó a las colonias
durante muchas décadas fue que las disposiciones regias sufrían tal retraso que cuando
llegaban a las Indias habían desaparecido las circunstancias que hacían recomendable su
aplicación.

El documento de nombramiento es muy explícito tanto en los poderes que se le confieren -la
gobernación y la justicia- como en la demarcación -las Indias salvo lo concedido previamente a
Hojeda y Pinzón- . Asimismo queda perfectamente especificada la duración de su mandato que
sería "por todo el tiempo que nuestra merced fuere". A la luz de este documento quedan bien
aclarados algunos aspectos que hasta la fecha se habían prestado a controversia.

En primer lugar, aunaba dos poderes fácticos, a saber: el de la gobernación y el de la justicia.


Efectivamente, como han afirmado grandes estudiosos como Armas Medina y García Gallo,
frey Nicolás de Ovando ejerció durante sus siete años de mandato el cargo de juez de
apelación[30]. En este sentido, sabemos que en la Española durante su gobierno hubo dos
alcaldes mayores, bajo su estricto control y nombramiento, uno que juzgaba en toda la
jurisdicción de Santo Domingo, y otro, que se encargaba conjuntamente de los partidos de
Concepción de la Vega, Santiago, San Juan de la Maguana y Puerto Plata. Será frey Nicolás de
Ovando el único gobernador que aune estos dos poderes, pues, como es bien sabido, su
sucesor en la gobernación, Diego Colón, perdió el poder de la justicia en favor de los tres
jueces de apelación que fueron designados: Diego de Villalobos, Juan Ortiz de Matienzo y
Lucas Vázquez de Ayllón. Desde entonces la Corona mantendrá un intencionado contrapeso
entre los gobernadores y las audiencias que en definitiva sirvieron para frenar los excesos de
ambas instituciones.

Sin embargo, sabemos que la sentencia del gobernador en materia judicial no era definitiva y
podía ser apelada en última instancia a los órganos pertinentes de la Península. No en vano en
1508 fue el propio frey Nicolás de Ovando quien solicitó un juez de apelación para la isla
porque los procesos se apelaban a Castilla, con gran daño para los vecinos. La petición fue
denegada por la Corona que, no obstante, tardó pocos años en cambiar de opinión y nombrar
a los tres jueces de apelación.

En segundo lugar la demarcación se extendía no sólo a la isla Española sino a toda la América
conocida hasta entonces con la única excepción de los territorios concedidos a Alonso de
Hojeda y a Vicente Yáñez Pinzón. Pese a que a Ovando se le concedió jurisdicción sobre las
"islas y tierra firme", algunos historiadores han afirmado que el término de Tierra Firme tan
sólo aludía a la isla Cuba, aspecto con el que no estamos totalmente de acuerdo. Para nosotros
la expresión "Tierra Firme" había sido ya utilizada con anterioridad para designar a todos
aquellos territorios continentales, independientemente de que se dudase de la insularidad de
Cuba y se incluyese dentro de la Tierra Firme. De hecho una de las primeras cosas que hizo a su
llegada a la Española fue mandar a Fernand Pérez Mateos, como maestre de la carabela
denominada "la Antigua", a la costa de Veragua de donde regreso con 450 quintales de palo
brasil. Igualmente envió a la misma zona y con el mismo cometido a Juan Grande, como
maestre de otra carabela, misión que cumplió con prontitud pues el veintiséis de septiembre
de 1502 partió rumbo a la Península con el brasil conseguido.

Pero no acaban aquí los ejemplos, pues, años después no dudo en enviar expediciones de
descubrimiento y conquista no sólo a Cuba sino también a Puerto Rico. Asimismo, y para
garantizar la exclusividad de su poder, prohibió las armadas esclavistas tanto a las islas Lucayas
como a Tierra Firme. Así, pues, creemos que es evidente que la jurisdicción otorgada a Ovando
abarcaba todos los territorios conocidos de las Indias, salvo los ya otorgados. Pero, cabría
plantearse ¿por qué la Corona entregó los territorios conocidos hasta entonces en tres
personas diferentes?. Pues, bien, la respuesta es sencilla la Corona pretendía evitar la
concentración de todo el poder en una sola persona que de por si llevaba unas amplísimas
garantías. De esta forma consiguió además desvincular definitivamente la conquista y
colonización de la Tierra Firme de la isla Española.

Y en tercer lugar, quedaba claro que la duración del cargo se circunscribía a la voluntad real sin
más especificación. Por tanto no es cierta la afirmación del padre Las Casas -que han seguido
muchos historiadores contemporáneos- que decía que fue nombrado exclusivamente por un
período de dos años. Que el 23 de diciembre de 1504 se le expidiese en Toro un traslado de la
provisión de 1501[31] no se debía a la prescripción de la primera provisión sino más bien a la
confirmación de su continuidad tras la muerte de la Reina Isabel. Y fue precisamente en
Castilla donde se insistió en que Ovando continuase en el cargo pese a que éste mismo había
pedido su sustitución tras conocer la muerte de la Reina Isabel. Con muy buen criterio se le
mantuvo en el cargo, evitando de esta forma las Indias sufrieran ese anormal período histórico
que supuso la paralización del sistema administrativo español con el advenimiento al trono de
la Reina Juana.
Retomando el hilo de nuestra historia, diremos que lo primero que debía hacer a su llegada
era residenciar al pesquisidor don Francisco de Bobadilla en un breve plazo máximo de treinta
días y enviarlo junto a la documentación en la misma flota. Y así lo cumplió, pues en el mismo
año de 1502 partió la flota, con Bobadilla a bordo, rumbo a Castilla, punto que jamás
alcanzaría porque se hundió en un temporal. Debemos destacar que se trata del primer juicio
de residencia que se celebró en las Indias y que jamás llegó a Castilla pues se hundió junto al
pesquisidor en la flota de 1502. La pérdida de este juicio así como del que se le tomó al propio
Ovando al final de su gobierno nos ha privado de una parte notable de información para el
análisis de los orígenes de la Colonización.

Por lo demás, las instrucciones de gobierno que se le otorgaron eran sumamente vagas lo cual
vuelve a incidir en el ya mencionado desconocimiento que se tenía en Castilla de la realidad
americana. No obstante sí que estaban bien especificados los tres objetivos fundamentales de
su gobierno: primero, el afianzamiento de la autoridad real, segundo, el saneamiento
económico de la isla, y el tercero y último, la evangelización de los indígenas. Los dos primeros
preceptos los cumplió con creces hasta el punto que en 1505 ya estaba la isla completamente
pacificada, el poblamiento afianzado y la economía del oro en pleno auge. Por contra, no fue
capaz de evangelizar a los indios, aunque ya veremos como se trataba de un objetivo
imposible, considerando los escasos medios de los que dispuso. Concretamente en su flota de
1502 viajaron apenas un puñado de frailes de la Orden de San Francisco bajo las ordenes de
fray Alonso de Espinar, arribando en los años sucesivos algunos más.
El nuevo gobernador consiguió imponer una paz política inédita hasta entonces. No debemos
olvidar que junto al poder político absoluto del que gozó al menos hasta 1507 poseía asimismo
un notable dominio sobre los recursos al ser el repartidor de indios. Para controlar a los
españoles decían los cronistas que premiaba a los que se portaban bien con indios y castigaba
a los demás sin ellos.

De esta forma consiguió un objetivo fundamental que era sosegar el estado de ánimo de los
españoles que estaban polarizados desde los tiempos de la factoría colombina. La paz social
duró precisamente hasta 1507, fecha en la que comenzaron a surgir ligeras disputas
auspiciadas desde Castilla por Fonseca y Conchillos. Sin embargo, será tras su marcha en 1509
cuando comience un nuevo período de luchas políticas entre el grupo oficial y el colombinista
que mantuvo su virulencia hasta bien avanzada la segunda década del siglo XVI.

Finalmente, tan sólo queremos manifestar nuestro deseo de que estas pocas páginas
contribuyan a ubicar a Nicolás de Ovando en el lugar que se merece dentro de la Historia. 
LOS TAÍNOS:
Los taínos son un pueblo indígena perteneciente al grupo de los Arahuacos y
provenientes del norte de Sudamérica, concretamente de la desembocadura del río
Orinoco, en la actual Venezuela, y de la Guayana. Fueron los primeros habitantes del
Caribe, llegando sobre el año 800 a.C. El término “taíno” significa “bueno” o “noble”.
Fueron los primeros nativos americanos con que se encontró Colón al llegar a las
Bahamas y posteriormente también en Cuba (Juana), Quisqueya (La Española) y
Boriquen (San Juan Bautista). Recibieron a los españoles como si fueran seres venidos
del cielo y les trataron con gran hospitalidad y amabilidad ofreciéndoles todo lo que
tenían. Llegaron a acuerdos políticos con los castellanos, llamados guariaos, en los que
ambas partes se prometían alianzas y ayudas recíprocas para combatir enemigos
comunes (los caribes en el caso taíno). En este momento los taínos se encontraban en
una etapa neolítica: sus actividades principales eran la agricultura, la cerámica y los
trabajos con materiales líticos. Plantaban sobre todo la yautía, el tabaco, el ñame, el
maní, el maíz, el mapuey y la yuca. También pescaban utilizando rudimentarias
técnicas de pesca. Socialmente se dividían en Nitaínos y Naborías, los primeros era los
nobles, guerreros y artesanos, y los segundos eran los siervos y trabajadores de la
tierra. Los caciques eran cargos hereditarios y procedían, evidentemente, de los nitaí-
nos. Concretamente La Española estaba dividida en cinco cacicazgos taínos, en cada
uno de ellos tenía el poder absoluto un cacique.
A la llegada de los españoles los taínos sufrían las incursiones de los Caribes, etnia
asentada en las Antillas Menores, que era antropófagos y esclavistas. Vivían en dos
tipos de habitáculos: el bohío, de forma circular, y el caney, de planta rectangular
donde habitaba el cacique con su familia. En el ámbito religioso creían en dos seres
sobrenaturales conocidos como cemíes: Yocajú, el gran padre, y Atabex, la gran madre
creadora. Eran politeístas y celebraban sofisticados ritos y ceremonias para halagar y
aplacar la ira de estos dioses, que controlaban la naturaleza y al mundo. Dentro de
estas celebraciones se encontraban los areitos y la cojoba (inhalación de polvos
alucinógenos), comprendían gran cantidad de cantos, danzas colectivas, música y
variedad de adornos que llevaban por todo el cuerpo: collares, pulseras, colgantes, etc.
Disponían también de variados entretenimientos como el baile, la música y el juego de
la pelota, este último conocido como el batú que era jugado en un espacio llamado
batey. Este juego llamó la atención de los visitantes ya que lo jugaban con una pelota
hecha de goma, hoja y resinas, y que, evidentemente, rebotaba al chocar con algo y
este hecho no era conocido en Europa. El asunto consistía en mantener la pelota en lo
alto tocándola con cualquier parte del cuerpo excepto con las manos.
En la actualidad hay muy pocos restos de esta cultura en el ámbito material, si bien en
el cultural los esclavos negros traídos de África asimilaron algunos aspectos taínos
incorporándolos a sus costumbres.

Historia y su importancia.
Vivimos en el presente pero parece que lo único que realmente nos preocupa es el
futuro. Siendo así, ¿qué sentido tiene molestarnos en estudiar nuestro pasado?
Entendemos por historia a aquella ciencia cuyo objeto de estudio es el pasado de las
sociedades humanas. La historia es considerada como una de las ciencias humanísticas
que más utilidad le ha dado al ser humano no sólo para conocer el acervo cultural de
las diferentes civilizaciones que han pasado por la historia sino también para permitirle
construir su propia identidad, buscando y tomando datos de tiempos pasados que le
faciliten más la elaboración de su propia idiosincrasia.

Para muchos, la historia tiene un rol fundamental como conjunto de conocimientos,


legados, realidades históricas compleja del ser humano a lo largo del tiempo y a través
de las regiones. Conocer no sólo la historia propia si no la historia de otras
civilizaciones, culturas y sociedades (por más lejanas que puedan ser) contribuye a
nuestro crecimiento como personas capaces de conocer, de comprender, de
racionalizar la información y de tomar esos datos para seguir construyendo día a día
una nueva realidad.
Los historiadores no descubren la cura de enfermedades mortales, ni mejoran el
diseño de las ciudades, o arrestan criminales. En nuestra sociedad la gente espera que
la educación tenga un propósito útil como sucede con la medicina o la ingeniería, no
así con la historia cuyas funciones son aparentemente más difíciles de definir, ya que
los resultados que presenta son poco tangibles y a veces menos inmediatos que
aquellos que se derivan de otras disciplinas.

Entonces, ¿por qué estudiar historia?

Para llevar a cabo cualquier estudio histórico es necesario realizar investigaciones o


análisis de diferentes tipos de material: documentos escritos, trabajos ya publicados
sobre diversos temas, fotos o imágenes, obras de arte, canciones o cuentos populares,
etc. Todos estos elementos nos permiten construir diversos aspectos históricos de una
sociedad como por ejemplo la vida cotidiana, el tipo de vestimenta, la alimentación, las
tradiciones, las actividades económicas, el legado cultural de esa sociedad, los eventos
históricos que sucedieron en una época determinada y el resultado que los mismos
tuvieron en la conformación de esa sociedad, etc.
La historia debe ser estudiada por ser esencial para los individuos y para la sociedad.
Hay muchos caminos para discutir las funciones de este campo de estudio, pues puede
ser interpretada en diversas maneras, la utilidad de la historia, sin embargo, se basa en
dos hechos fundamentales:

1. Ayuda a entender a las personas y a la sociedad

Todos los seres humanos somos historias vivas. Por mencionar algunos ejemplos que
pueden parecer obvios: utilizamos tecnologías que no inventamos nosotros mismos y
hablamos lenguas que son heredadas del pasado; vivimos en sociedades con culturas
complejas, tradiciones y religiones que no han sido creadas en el momento.

El estudio del pasado es esencial para ubicar a las personas en el tiempo; necesitamos
saber de dónde venimos, para saber a dónde vamos. Conocer la historia es esencial
para comprender la condición del ser humano, esto le permite construir, avanzar y si
es necesario cambiar. Ninguna de estas opciones se puede emprender sin entender el
contexto y puntos de partida. Vivimos en el aquí y en el ahora pero hay una larga
historia detrás que se desarrolló para ser lo que somos HOY.

2. La historia nos ayuda a entender el mundo en el que vivimos

Una mirada a lo que ocurrió en el pasado, nos da un panorama completo de por qué el
mundo es como es, no solo nuestra en realidad si no en el contexto global, incluyendo
otras culturas y desde luego, la naturaleza. Aprender sobre las causas y efectos de los
eventos en la historia de la humanidad, nos brinda mejores herramientas para tratar
los conflictos entre las naciones y los individuos. Estudiar la historia de los cambios
ambientales nos da la oportunidad de mejorar nuestro estilo de vida y prevenir la
extinción de plantas y animales que pueden alterar nuestros ecosistemas.

Va más allá de “cuándo” y “dónde”


Además de ubicar los hechos en un momento y en un lugar específico, esta disciplina
nos enseña a pensar. Contemplar las experiencias que sucedieron antes de nosotros
nos invita a reflexionar POR QUÉ ocurrieron, permite a la humanidad mirar su propio
reflejo, bueno o malo, y aprender de él. Esta perspectiva nos da la posibilidad de
sobrevivir a lo largo del tiempo. Entender las causa y efecto de ciertas acciones nos
ayuda a aprender de los errores de nuestros ancestros y de nosotros mismos con la
finalidad de transformar el mundo en un mejor lugar para vivir.

Hay diferentes formas de crear o de analizar la historia y eso dependerá obviamente


de la ideología, la postura o el conocimiento que el historiador en cuestión tenga de
manera previa. De cualquier manera, sea cual sea esa postura, toda forma de historia
contribuirá para seguir construyendo el pasado y nuestra visión sobre el mismo de mil
maneras diferentes pero igual de útiles e interesantes.
El comportamiento humano puede ser impredecible en ocasiones, pero una mejor
comprensión, a través del estudio de la historia puede proporcionar información de
gran valor para las futuras generaciones. El análisis de nuestro pasado nos deja
lecciones muy valiosas que sirven para predecir de algún modo, las consecuencias de
nuestras acciones en el futuro, sin tener que pagar un precio muy alto por ello.

La Casa de Contratación de Sevilla:

A partir de 1503 comenzó a funcionar esta instancia, establecida por la Corona


española a fin de controlar las actividades mercantiles entre España y las Indias, y
poner bajo su monopolio toda la producción de sus colonias. En cada puerto de las
tierras conquistadas se encontraban funcionarios encargados de supervisar la
producción, cobrar los impuestos, llevar los libros de la Hacienda Real y dar permisos
para navegar y comerciar. Las mercancías debían ser exportadas e importadas
exclusivamente a y desde Sevilla (de modo excepcional a Sanlúcar y Cádiz); la política
de monopolio proscribía el comercio con extranjeros. Dado que muchos productos no
eran de fabricación española, por lo que debían ser importados a España antes de su
envío a las Indias, el valor con que se vendían en La Española podía ser incluso seis
veces superior a su precio original.

Inversionistas europeos que no querían quedarse fuera del negocio buscaron


insertarse en la vida económica de Sevilla y, de esta suerte, mediante agentes,
inversión en compañías y préstamos a comerciantes, lograron influenciar
decisivamente la asociación de mercaderes del lugar para 1543. La inmensa mayoría
del oro, la plata y los demás productos americanos que a mediados del siglo XVI
llegaban a Sevilla iba a parar a manos de capitalistas y firmas extranjeras.

Enfrentamiento de las potencias europeas. La Reforma protestante, las intenciones


imperiales de Carlos V, la dependencia económica de España respecto a Inglaterra,
Francia y Holanda y la lucha por el dominio del Atlántico, hicieron que estos países se
alinearan en su contra desde 1550. Aprovecharon el escaso desarrollo económico e
industrial de España y la atacaron por su flanco más débil al fomentar el comercio
ilegal, el contrabando y el corso, tanto en la península como en sus posesiones de
ultramar.

Corso. El corso se remonta a fechas tan tempranas como los años veinte del siglo XVI.
Se tiene conocimiento de que en 1522 un barco procedente de Santo Domingo con
destino a Sevilla fue atacado por un corsario francés llamado Jean Florin, el cual se
apropió de todo su cargamento de azúcar. En 1537, otro corsario francés atacó los
poblados de Azua y Ocoa, quemando ingenios y casas y saqueando todo lo que pudo;
mientras que en 1540 un barco que recién había zarpado del puerto de Santo Domingo
fue asaltado por corsarios ingleses.
El sistema de flotas. A partir de la década de 1540, el pillaje de los corsarios se
intensifica. En respuesta, las autoridades españolas deciden amurallar las ciudades de
sus colonias y disponen que los navíos que operaban entre Sevilla y las Indias
naveguen en flotas o grupos de barcos debidamente protegidos para así resguardarse
de los posibles ataques. Este sistema de flotas establecía dos fechas anuales de salida
desde España, y fijaba unos puntos precisos de partida y llegada: los puertos de Sevilla,
Veracruz (México), La Habana (Cuba) y Nombre de Dios (Istmo de Panamá), por lo que
el barco que viniera a La Española debía separarse de la flota al llegar al Caribe o a La
Habana y recorrer solo el peligroso camino hacia el puerto de Santo Domingo.

Sir Francis Drake. El recrudecimiento de las tensiones entre España e Inglaterra,


debido sobre todo a las medidas españolas para intentar impedir el comercio ilegal
entre sus colonias y buques ingleses y holandeses, así como a la lucha por ciertos
territorios americanos (la teoría del mare clausum contra la de ocupación efectiva ),
movió a la Corona inglesa a dar apoyo financiero y político para saquear las indias
españolas al navegante Francis Drake (1585).

Este atacó primero el puerto de Vigo, en España, y luego se dirigió a La Española, a


cuyas costas arribó el 11 de enero 1586. Al día siguiente tomó la ciudad de Santo
Domingo y allí se quedó, alojado en la Catedral, por todo un mes. Drake y sus hombres
se dedicaron a destruir y a tomar todo lo de valor que encontraron a su paso: azúcar,
cañafístola, jengibre, cueros, oro y plata, la artillería de la fortaleza, las campanas de
las iglesias. Únicamente dejó la ciudad cuando recibió como compensación la suma de
25,000 ducados.

Contrabando. A pesar de los denodados esfuerzos de España, desde muy temprano


fue evidente que le era imposible monopolizar el comercio de todas sus tierras
americanas. En el caso de la isla de Santo Domingo, los altos costos y escasa variedad
de productos provenientes de España, su ya precaria vida económica y su creciente
marginalización respecto de otras colonias más favorecidas, en virtud de sus riquezas,
por el gobierno español, ocasionaron que sus habitantes procuraran activamente el
intercambio mercantil con europeos extranjeros. De ahí que el contrabando
constituyera una de las bases de su economía. Portugueses, franceses, ingleses y
holandeses mantuvieron contacto comercial con La Española a todo lo largo del siglo
XVI, no obstante las medidas coercitivas que aplicó la Corona.

Esclavos, jabones, vinos, harinas, telas, perfumes, clavos, zapatos, medicinas, papel,
frutas secas, hierro, acero, cuchillos, etcétera, eran comprados por los vecinos de La
Española a cambio de azúcar, cueros, cañafístola, jengibre y tabaco. A finales del siglo
XVI, los holandeses dedicaban anualmente veinte barcos de 200 toneladas al comercio
exclusivo con Cuba y La Española.
ANTECEDENTES DEL DECUBRIMIENTO DE AMÉRICA:

Al llegar a sus fines el Siglo XV, Europa entraba en los albores de la época Moderna.
Finalizaba la Edad Media, el feudalismo entraba en su ocaso al comenzar a delinearse
los grandes reinos. Un hecho se considera el hito que marca el fin de la Edad Media: la
caída de la ciudad de Constantinopla en manos de los turcos islámicos, en 1453.

Después de la caída del Imperio Romano de Occidente, Europa entró en un milenio de


gran descomposición política. El feudalismo fue la modalidad con que las poblaciones
lograron subsistir, resistiendo los embates de los bárbaros invasores. Pero la ciudad
oriental de Constantinopla, subsistía como capital del Imperio Romano de Oriente;
siendo una civilización cristiana. A lo largo de los siglos, el comercio había logrado
establecerse entre Europa y el Oriente, a través de la ruta de Constantinopla;
aportando al continente europeo muchos productos como principalmente las
especies, las sedas y los perfumes del Oriente.

Las especias eran productos vegetales procedentes sobre todo de ciertas zonas del
Oriente, especialmente la actual Indonesia y de la costa de la India, que se usaban
como medio de condimentar y hasta hacer comestibles los alimentos a menudo mal
conservados de que se disponía. Éstos eran principalmente el jenjibre, la menta, la
nuez noscada, el clavo de olor, el azafrán y, sobre todo, la pimienta, que se consumía
en grandes cantidades. La ruta de su importación a Europa - incluso las que hacían un
trayecto parcialmente marítimo por el Océano Índico - confluían en el Mediterráneo
oriental, especialmente en Alejandría y Constantinopla.

En posesión de Constantinopla a partir de 1453 y poco después de Alejandría, los


“infieles“ turcos, seguidores de la religión de Mahoma, se convirtieron en quienes
sacaban la mayor parte de las ganancias de ese comercio, que desde los tiempos de
Marco Polo había sido lucrativo para diversas ciudades italianas, como Venecia,
Génova, Pisa, Florencia, Nápoles y Sicilia, algunas de las cuales llegaron a tener
importantes flotas comerciales.

Las Cruzadas del Siglo XII, habían llevado a muchos aventureros europeos, tras el
objetivo central de recuperar de manos de los turcos infieles los Santos Lugares de
Jerusalén. El impulso religioso de la cristiandad se había aliado con los objetivos
políticos de los Reyes Católicos, que habían ido unificando, aunque fuera parcialmente,
los territorios de la Península ibérica; y había robustecido la lucha para expulsar a los
árabes de los territorios que habían llegado a ocupar, especialmente en el sur, en el
Reino de Granada, la actual comarca de Andalucía.

La navegación había adquirido un nuevo desarrollo. Algunos nuevos elementos


habían permitido que los navegantes con espíritu aventurero se animaran a salir del
cerrado ámbito del Mar Mediterráneo, y a alejarse cada vez más de las cercanías de las
costas oceánicas. La brújula permitía conocer el rumbo con certeza, y el astrolabio
junto con las cartas estelares, permitía determinar bastante bien la posición de los
buques, aún totalmente alejados de las costas familiares.

El aliciente para obtener una ruta entre Europa y el Lejano Oriente, libre de las
interferencias de los turcos y de otros numerosos riesgos que amenazaban el comercio
y diezmaban las caravanas, era enorme. La posibilidad de sustituir las extensas y
costosísimas rutas terrestres por una ruta marítima, que podría emplear los nuevos
buques - las rápidas carabelas - significaba aumentar enormemente los volúmenes de
mercaderías y disminuir en igual forma los costos. Quien lograra ese objetivo, pasaría
sin duda a ser muy rico y poderoso.

El mundo de la navegación representaba, sin duda, representaba en esa época una


actividad fascinante para todos los que tuvieran espíritu aventurero y ambicionaran
fortuna. Al desarrollo de la navegación en el Mediterráneo, se unían la aparición -
especialmente gracias a la incorporación del timón - de nuevos tipos de barcos que
para su tiempo eran grandes, bien maniobrables, y de gran velocidad.

El desarrollo de la navegación a vela - que sustituyó progresivamente a los grandes


barcos de remo - produjo principalmente la carabela, aparecida hacia 1440; un barco
de madera, de alrededor de 25 a 30 metros de largo (en términos navales, eslora) por
alrededor de un tercio de ancho (en términos navales, manga). Estaba provista de 3 o
4 mástiles y en su cubierta se elevaban a proa y a popa sendos “castillos” que servían
de alojamiento a sus oficiales. Cargaban entre 60 y 100 toneladas, y eran operadas por
una tripulación de entre 15 y 30 hombres. Resultaron ser barcos muy marineros,
capaces de sortear con buenos resultados las condiciones de navegación más difíciles
de la navegación en alta mar.

La navegación exploratoria del océano Atlántico tuvo un gran empuje a principios del
Siglo XV, por otra de Enrique el Navegante, hijo del Rey de Portugal que empleó
abundantes recursos económicos para desarrollar una ruta marítima hacia las Indias -
como se llamaba al Oriente - bordeando el continente africano. En 1438 Enrique el
Navegante fundó un centro naval en Sagres, un saliente cercano al Cabo de San
Vicente, donde constituyó una escuela de navegación reuniendo a navegantes
experimentados, con diversos especialidades en cuestiones vinculadas a la navegación.

Las expediciones marítimas impulsadas por Enrique el Navegante y tras su muerte por
su sobrino el Rey Juan II de Portugal, llevaron a los portugueses a ir descubriendo y
asentándose progresivamente en las costas de África hacia el sur, hasta que en 1487
Bartolomé Días descubrió el Cabo de Buena Esperanza, lo que abría la ruta oriental
hacia las Indias.
Empeñados con todas sus posibilidades en expulsar a los moros de la Península ibérica,
los Reyes Católicos, Isabel reina de Castilla y Fernando rey de Aragón, habían unido sus
reinados por su matrimonio. Pero los persistentes progresos que sus vecinos del Reino
del Portugal Algarve hacían navegando por “la mar océano“hacia el sur, y al parecer
acercándose cada vez a establecer la ruta marítima hacia el Oriente, no podían
pasarles inadvertidos. Paradojalmente, el éxito de su objetivo de expulsar a los árabes
dejó abiertas las puertas entre el Mediterráneo y el océano, el estrecho de Gibraltar,
permitiendo la libre circulación de los barcos entre ambos mares.

La iniciativa naval portuguesa les permitió ocupar sin contratiempos las islas Azores y
Madeira; pero rapidamente entraron en conflicto con los Reyes Católicos sus
aspiraciones sobre las Islas Canarias.

Cristóforo Columbus, Cristóbal Colón, en lengua castellana, se estima que había


nacido entre finales de agosto y de octubre de 1451. Generalmente se le considera de
origen genovés, hijo de Doménico Colombo, tejedor de oficio, y comerciante; y de su
esposa Susana Fontanarrossa. Probablemente Colón conoció la vida de a bordo junto a
su padre, cuya actividad comercial lo vinculaba a los navegantes del Mediterráneo.

Dentro de lo incierto de todo lo que se sabe acerca de la juventud de Colón,


generalmente se admite que se inició muy joven como marinero en buques genoveses,
habiendo atravesado el escalafón desde grumete, marinero, oficial y capitán;
recorriendo en los barcos mercantes de los armadores genoveses, las principales rutas
del Mediterráneo desde la península ibérica en el oeste hasta las islas griegas en el
este. También fue marino de guerra, y al parecer participó como tal en las luchas
suscitadas por las sucesión al trono del Reino de Nápoles; y también navegó como
corsario.

Al parecer, esas actividades lo llevaron a las costas atlánticas de Portugal, donde hubo
de refugiarse luego de un naufragio del cual salvó su vida a nado, en agosto de 1476.
De tal manera, pasó una década desempeñándose en las actividades navales de los
portugueses; lo que lo llevó a navegar en el océano, en las zonas de las islas Azores,
Canarias y Madeira, y en las extensas rutas marítimas de altura, desde Islandia hasta la
Nueva Guinea; adquiriendo una valiosa experiencia como navegante.

Colón buscó perfeccionar permanentemente sus conocimientos de navegación,


dedicándose asiduamente a estudiar cartas marinas, mapas, y toda clase de relatos de
navegantes acerca de viajes a lugares no frecuentados. Su matrimonio realizado hacia
1480 con la portuguesa Felipa Moniz, le facilitó enormemente su relación con los
portugueses. Fijada su casa en la isla de Madeira, tuvo de ese matrimonio a su hijo
Diego.

Existen diversas teorías según las cuales Colón había obtenido información muy
especial - que mantuvo en secreto - acerca de la existencia de tierras al oeste de las
rutas que frecuentaba sobre la costa europea del Atlántico. Esa información pudo
haberla obtenido de náufragos, de indígenas antillanos, o de los relatos de los viejos
viajes de los vikingos que según parece habían llegado durante la Edad Media a la zona
de la península del Labrador bordeando Islandia y Groenlandia.

De todas maneras, es sabido que Colón concibió su proyecto de navegar hacia las
Indias en dirección del occidente, en base al análisis de algunos documentos que
estudió minuciosamente; así como realizó cálculos cuidadosos de las distancias a
recorrer.

El concepto de que la Tierra tenía forma esférica ya era admitido con bastante
amplitud en su época; pero no existían modos para conocer adecuadamente sus
dimensiones. Además de algunos documentos que aludían a tierras míticas hacia el
occidente del océano; Colón analizó especialmente un documento del florentino Paolo
del Pozzo Toscanelli, que intentaba hacer un mapa y trazar la distancia de las Indias
por el lado occidental de Europa, siguiendo los datos de Marco Polo.

Basado en su experiencia de navegante, Colón consideraba que las dimensiones del


globo terráqueo eran menores a las que indicaba Toscanelli; y, aunque se quedó un
poco corto, en realidad estuvo más acertado que aquel, que lo consideraba de un
tamaño doble al real. De todos modos, éste fue el motivo por el cual, considerando
que Colón estaba equivocado en sus cálculos, las autoridades portuguesas - orientadas
a buscar la ruta por el sur del continente africano - no aceptaron su plan.

Ante ello, Colón dejó Portugal, y hacia 1485 se radicó en el Reino de Castilla, pasando a
residir con su hijo Diego en el Convento de los padres franciscanos de La Rábida. El 20
de enero de 1486 Colón compareció por primera vez a explicar su proyecto a los Reyes
Católicos; pero el comité de especialistas que ellos designaron para analizarlo, no lo
consideró viable.

Sin embargo, Colón contó con el apoyo de diversos personajes influyentes antes los
Reyes; sobre todo algunos frailes a los que se sospecha que pudo haberles revelado
sus conocimientos ocultos acerca de la existencia de tierras al occidente, bajo secreto
de confesión.

Finalmente, en el año 1492 las fuerzas cristianas tomaron la ciudad de Granada y con
ello pusieron fin a la Guerra de Reconquista, contra los moros. Casi de inmediato, al
parecer por intercesión del frayle franciscano Juan Pérez - uno de los conventuales de
La Rábida más allegados a Colón - los Reyes Católicos decidieron financiar la
expedición de Colón.

Las Capitulaciones de Santa Fé que expidieron a Colón los Reyes Católicos, le


reconocen diversos privilegios y recompensas en cambio de la adquisición por la
Corona de las tierras que se proponía descubrir:

• Se le otorgó el título de Almirante de la Mar Océano en forma vitalicia y


hereditaria.

• Se le nombró Virrey y Gobernador de todos los territorios que descubra.


• Se le reconoció la décima parte de todas las riquezas y ganancias que se
obtengan.

• Se le admitió el derecho a participar en la octava parte de los costos y


ganancias de cualquier futura expedición a las tierras descubiertas.

Colón realizó cuatro viajes al continente americano, luego del que en 1492 lo
condujera a su descubrimiento. Del último de ellos regresó a Castilla en el año 1504.
Dos años después, el 20 de mayo de 1506, falleció en la ciudad de Valladolid. Sus
restos descansan en un gran mausoleo situado en el interior de la Catedral de Sevilla.

Rebelión de Enriquillo y Rebelión de Roldán:

Enriquillo era el apodo de un cacique de loa Taínos de La Española, que se rebeló


contra los españoles; este era conocido por los indígenas como Guarocuya o
Huarocuya, mientras que su nombre español era Enrique Bejo. Nació a orillas del lago
Jaragua (hoy lago Enriquillo) y era parte de la familia real del cacicazgo de Jaragua, su
tía Anacaona fue reina de Jaragua y su padre Maniocatex fue príncipe heredero del
Bahoruco.

Su padre murió en una redada española contra una protesta pacífica de indígenas en
Jaragua y el huérfano fue criado en un monasterio en Santo Domingo. Uno de sus
mentores fue Bartolomé de Las Casas; fue encomendado a don Francisco de
Valenzuela, pasando a el hijo de este, Andrés de Valenzuela, tras su fallecimiento. Su
rebelión o guerrilla cubrió un período comprendido entre 1519 y 1533.

Identidad de Enriquillo

La mayoría de los historiadores concuerdan en que Enriquillo y el cacique Guarocuya


eran la misma persona (ver Sued Badillo) En tal caso, Enriquillo pertenecía a la alta
aristocracia del cacicazgo de Jaragua. Guarocuya era sobrino de Anacaona, hermana
del cacique de Jaragua Bohechío y su eventual sucesora cuando Bohechío fue muerto.
Anacaona estaba casada con Caonabo quien era el cacique del reino vecino de
Maguana. Una minoría de historiadores difieren alegando que Guarocuya fue
capturado y ahorcado, mientras que Enriquillo triunfó en su alzamiento. La mayoría de
los historiadores creen que ambos rebeldes fueron la misma persona, y que los
reportes de la muerte de Guarocuya son idénticos a las versiones más verificables
sobre la muerte de Anacaona. Esto brinda la posibilidad de que las historias hayan sido
confundidas. También ha sido documentado que Enriquillo estaba casado con la
mestiza Mencía, nieta de Anacaona.

Enriquillo y los españoles

Las buenas relaciones entre Cristóbal Colón y los taínos nativos de La Española no
duraron mucho, y muy pronto una parte de los indígenas se enfrentaron a la llegada
cada vez mayor de españoles a sus tierras.. En la primera mitad del siglo XVI ocurrieron
varias revueltas, la más famosa de éstas en 1522.
Rebelión de Enriquillo

A pesar de estar bajo el sistema de encomiendas, en el cual los naborías taínos estaban
sujetos a la autoridad de un patrón español, Enriquillo tuvo un buen trato por parte de
su encomendero Don Francisco Pérez de Valenzuela, este fue un trato de como un
Noble Español trata a otro Noble Nativo.

Según la leyenda, Enriquillo poseía un corcel y sabía leer y escribir el castellano. Era
conocedor de sus autos, fueros o derechos como súbdito de la colonia y aún era
reconocido como cacique o nitaíno por los otros indígenas. Por ello, servía de capataz
para el encomendero y por este tiempo los taínos ya eran denominados "mansos" por
los españoles pues ya no había rebeliones.

Sin embargo, cuando falleció el viejo encomendero, su hijo trataba a Enriquillo como
una mera posesión. Trató de amedrentarlo burlándose de él, trató a Doña Mencía, su
esposa, de forma violenta y le desposeyeron de su corcel, el cual era reconocimiento
de su nobleza taína.

Al tratar de recurrir a los tribunales locales y no recibir justicia, fue azotado frente a
todos los otros taínos para dejar claro quién era el amo y quién era el esclavo. Al tratar
una vez más de recurrir a otro tribunal de más alto nivel, sus solicitudes fueron
denegadas y hasta se le amenazó de muerte.

Según la leyenda, Enriquillo se quitó la camisa, que representaba su vida en el mundo


de los españoles y llevándose a su esposa Mencía y a otros, huyó a las sierras que le
habían servido de tierra de recreo.

Enriquillo comenzó su alzamiento con un gran grupo de taínos en la Sierra de Bahoruco


y los taínos pudieron continuar con la rebelión gracias a su conocimiento de la región.
Derrotaban a todas las expediciones enviadas a subyugarlos al contar los españoles
con muy pocas fuerzas. Los españoles confiaban que acabarían con los taínos tal como
lo habían hecho antes.

Estas buenas nuevas no tardaron en circular por todas partes y muchos taínos se les
unieron en la Sierra de Bahoruco. Les favorecía que la isla ya no era un punto clave de
la colonización, pues los españoles estaban enfocados en la conquista de los pueblos
Azteca e Inca.

Ya que los españoles no podían controlar la rebelión, y la colonia era presa del pánico,
se firmó un tratado dando a los taínos, entre otras concesiones, el derecho a la libertad
y propiedad. Sin embargo, esto trajo pocas consecuencias inmediatas, ya que para esta
fecha, la población pura taína estaba declinando rápidamente a causa de las
enfermedades europeas. El propio Enriquillo sucumbió trágicamente a la tuberculosis
años más tarde

Los pocos Indios que quedaban en 1520 eran todavía utilizados en las minas, los
nuevos trapiches e ingenios, así como en los hatos ganaderos. Luego de que su
liberación de las encomiendas resultara imposible de lograr por los frailes Jerónimos,
surgieron varias rebeliones indígenas entre las que se destaca la de un descendiente
de cacique de Aragua llamado Enriquillo, quien encabezo un alzamiento en las sierras
de Bahoruco que resulto imposible de dominar por los españoles durante un periodo
de 13 a 16 años, hasta la firma de un acuerdo de paz por los españoles por el
emperador Carlos I en 1533.

Enriquillo fue educado en un convento franciscano por lo que contando con buen
conocimiento de la cultura española y una admirable capacidad de mando, logro dirigir
la primera guerra de guerrillas, utilizando armas y técnicas militares españolas y
aprovechando las abruptas montañas del Bahoruco para impedir los ataques del
enemigo y organizar diversas guaridas y cultivos de conucos, con lo que siempre
aseguraron su aprovisionamiento.

El hábil cacique se mantenía constantemente informado de los planes de los españoles


a través de una red de espías diseminados entre las encomiendas. Sus hombres se
multiplicaban día a día y al igual que otros alzados conocidos como el “Ciguayo” y
“Tamayo”, se dedicaron a atacar viajeros y villas del interior con lo que obtenían mayor
cantidad de armas y provisiones.

Una de las mejores tácticas de Enriquillo fue la de cambiar constantemente el lugar de


encuentro con sus hombres, de manera que, “ni ellos sabían puntualmente donde
habían de hallarlo; esto se hacía porque si los españoles los prendiesen, ninguno de
ellos pudiese ir a avisar y a tormentos descubriesen donde quedaba”.5

Como tantos españoles habían emigrado, el gobierno colonial se vio corto en recursos
humanos y monetarios para continuar haciendo el tipo de incursiones armadas que
tan buen resultado habían dejado en la época de Ovando. La mayoría de españoles
que le fueron a combatir eran casi obligados por la Real Audiencia, institución que
llego a perder de 80 a 100,000 castellanos de la caja del Rey en estas desventajosas
incursiones.

Francisco Roldán Fue el primer español que se levantó en América contra los poderes
de sus superiores.

Se sabe que fue criado de Cristóbal Colón, con quien pasó a la española en el segundo
viaje del Almirante, y que era oriundo de Torredonjimeno.

Trabajó en su servicio doméstico durante muchos años, y poco a poco gracias a su


astucia y dedicación fue ocupando distintos cargos, siempre bajo el paraguas protector
del almirante, hasta llegar al tercer cargo más importante entre los españoles de la
isla: alcalde mayor de la española. El Almirante lo nombró alcalde mayor de la Isabela,
lo que no impidió que encabezara el descontento de los pobladores de esa ciudad
debido al hambre que reinaba en ella. Así, pues, Roldán propició una campaña de
murmuraciones contra los tres Colón, afirmando que ponían a trabajar a todos en
provecho propio y que maltrataban a los indios, y terminó por alzarse contra ellos al
frente de unos 80 hombres. Entre los principales moradores de la ciudad que lo
apoyaron estuvieron Diego de Escobar, Pedro de Valdivieso y Adrián de Múxica.

Bartolomé Colón trató de alcanzar un acuerdo con los rebeldes: Pero no lo logró, y
luego, a fin de atraerse a los más humildes, les ofreció esclavos indios, pero esa oferta
no hizo mella en ellos. Roldán tenía el propósito de matar al Adelantado, pero la suerte
le favoreció a este cuando dos carabelas procedentes de España arribaron a la Isabela.
Al frente de ellas venía Pedro Hernández Coronel, alguacil mayor de la isla, quien
portaba una carta real en la que se confirmaba el título de Adelantado a Bartolomé
conferido por su hermano Cristóbal. Ese nombramiento impresionó a los roldanistas,
ya que a partir de ese momento ya no se trataba de luchar contra un particular
cualquiera, sino contra el más alto funcionario de la corona en ausencia del Almirante,
por lo cual se retiraron a Jaragua.

Cuando Cristóbal Colón llegó a la isla en su tercer viaje, se encontró con que Roldán,
cómodamente instalado en Jaragua, había establecido una gobernación independiente
de la de su hermano Bartolomé. La promesa de Roldán de proteger a los nativos de
dicho cacicazgo no mejoró la situación de estos. Antes bien, autorizó a sus seguidores a
que los utilizaran a su antojo, incluyendo a las mujeres jóvenes.

Vencer a Roldán mediante la fuerza era una tarea prácticamente imposible, ya que
muchos de los españoles que habían llegado a la isla con Colón en 1498 se pasaron a
su bando. Por tanto, Colón envió a Miguel Ballester, alcalde de Bonao, a negociar con
él, en vista de lo cual este le recomendó que concediera a los rebeldes autorización
para regresar a España. Colón aceptó la sugerencia y pregonó esa gracia el 12 de
septiembre. Esa noticia hizo flaquear a muchos insurrectos, que fueron a Bonao a
entrevistarse con Ballester, pero Roldán declinó la oferta.

El 25 de octubre, el Almirante escribió a Roldán una carta complaciente y obsequiosa


en la que le hacía varias concesiones, pero sus secuaces le impidieron llegar a un
acuerdo. Mientras, continuaban pasándose a los rebeldes más españoles, todos ellos
de origen humilde. Colón tomó entonces dos decisiones: otorgó a los alzados una
amnistía general y dio un salvoconducto a Roldán para que fuese a negociar con él.
Este se apersonó en Santo Domingo, pero no pudieron entenderse. Cuando se retiraba
a su feudo de Jaragua, Colón le envió un emisario para que se devolviese.

Condiciones exigidas por el caudillo: Aun cuando las condiciones exigidas por el
caudillo rebelde eran exorbitantes, Colón las aceptó y firmó cuatro días después de
haberlo hecho Roldán. Entre ellas figuraban el nombramiento del jefe rebelde como
alcalde mayor de la isla, el pago de los sueldos a todos los sublevados y el retorno a
España de los que lo deseasen con sus esclavos y mujeres indias. Otra condición que
Colón se apresuró a cumplir fue el reparto de tierras a quienes optasen por
avecindarse en la isla, para lo que estaba facultado en virtud de la carta patente que
los Reyes Católicos le habían dado el 22 de julio de 1497.
Factoría Colombina:

Los pobladores eran gentes amistosas y les dieron la bienvenida a los exploradores. A
pesar de ello, no toleraban el abuso ni el maltrato de los recién llegados, respondiendo
violentamente a estos para defender sus tierras y sus vidas.

Primer período de la factoría colombina: En un principio los españoles ofrecían a los


taínos artefactos y objetos europeos y los intercambiaban por oro.

Esto duró mientras los indígenas estuvieron dispuestos a realizar el trueque y les
divertía obtener objetos que para ellos eran exóticos y desconocidos. Además, el oro
no tenía para los aborígenes ningún valor especial.

Enseguida comenzaron a llevar a los aborígenes a Europa engañados y se lucraban con


su venta como esclavos en Europa.

Todo esto ocurrió durante el primer año después de la llegada a las nuevas tierras,
entre los años 1493 y 1494.Sojuzgamiento de taínos

Cuando el intercambio ya no funcionó, la manera que encontraron los españoles para


conseguir oro fue sojuzgar a la población indígena.

Tuvieron que obligar a la población originaria a rendir tributo. Las existencias de oro
eran pequeñas y no les resultaban suficientes a los invasores.

Por eso, para lograr que los indígenas pagaran tributo con el metal tuvieron que
organizar una estructura militar que contribuyera al objetivo.

Creación de la estructura militar: Entre los años 1496 y 1497 Bartolomé, el hermano
de Colón, quedó a cargo de la empresa colonizadora.
Con el objetivo de conseguir más recursos, se construyeron fortalezas en el interior de
la isla con los fuertes Santo Tomás, Magdalena, Esperanza, Bonao y Concepción.

Cuando cada uno de estos fuertes se fundaba, comenzaba inmediatamente a someter


a la población taína. Segundo período de la factoría colombina

Obligaban a todo indio mayor de 14 años a otorgar un cascabel lleno de oro o una
arroba de algodón.

Fue la primera forma de esclavitud impuesta a los aborígenes. Fue un instrumento que
destruyó la integridad física y moral de los habitantes originarios porque nunca hubo la
cantidad de oro que los españoles creían.

Causas del fracaso: Las labores forzadas, los abusos, los maltratos y las enfermedades
traídas de Europa, hicieron que el número de taínos disminuyera de varios cientos de
miles en el año 1492, a tan solo quinientas personas para 1548.

Además, debido a los abusos ocurrieron suicidios individuales y masivos,


insurrecciones, huida a las montañas y resistencia a trabajar para alimentar a los
españoles.

Por estos motivos los colonizadores establecieron otros sistemas de recaudación de


impuestos, como el repartimiento y la encomienda.

- Antecedentes de la Industria Azucarera: Desde el descubrimiento de la Isla de


Santo Domingo en 1492 hasta el año 1516 la base fundamental de la economía de la
isla dependía del oro encontrado en las múltiples minas existentes para aquella época.

La mano de obra utilizada para extraer el preciado mineral dependía de los aborígenes
los cuales eran bien maltratados. “Estos conquistadores españoles, que llegaron de
España con lo puesto, buscaban oro y lo buscaban tanto, como si les sirviere de
alimento”.

Dice Pablo Neruda refiriéndose a la forma, en gran manera codiciosa en que los
españoles buscaban el oro.

El maltrato que recibieron los indígenas causó que en pocos años la población
decreciera a un ritmo alarmante. Para cuando el oro empezó a escasear, esto es en
1514 se planteó la necesidad de buscar otro recurso que no fuera la minería. La caña
de azúcar surgió como el producto ideal para impulsar una nueva economía.
Aunque la caña de azúcar había sido traída por Cristóbal Colón en su segundo viaje, los
españoles para aquel entonces no prestaron atención a este rubro como objeto de
comercio porque su sed de oro era mayor y proveía de mejores ingresos.

1.3- Antecedentes de la esclavitud negra:

Antes del descubrimiento de América por parte de Colón, ya los portugueses habían
llegado hasta las costas africanas. Sabemos pues que había esclavitud negra en el
continente europeo desde antes del descubrimiento.

Para el año 1499 llegaban negros procedentes de España de los llamados ladinos o
cristianizados. Estos llegaron como sirvientes de algunos españoles y hasta el propio
Nicolás de Ovando trajo unos cuantos[3].

Para el año 1503 el gobernador de la isla, Nicolás de Ovando pidió a los Reyes Católicos
que prohibiera la traída de negros porque éstos eran muy dados a huir hacia las
montañas y esa acción podía ser imitada por los aborígenes. A medida que transcurría
el tiempo la mano de obra indígena escaseaba cada vez más por lo que en el 1505
Ovando tuvo que rectificar su actitud debido a la falta de mano de obra y pedir al Rey
Fernando que autorizara la importación de negros, a los que éste accedió, quedando
ese año establecido de manera oficial la importación de negros hacia la Española.

En el 1506 se prohibió la importación de negros hasta que en el 1510 se dispuso el


envío de doscientos cincuenta esclavos para que laboraran en las minas (cabe decir
que la minería establecida por Ovando era todavía el factor económico principal de la
isla). La importación, empero no se efectuó.

2.- Inicio de la industria azucarera:

Como ya se había dicho en la parte introductoria, la industria azucarera surge a


consecuencia del agotamiento del oro. La industria minera decrecía a un ritmo
acelerado y se precisaba de un nuevo producto que pudiera salvar la economía de la
isla.

Un factor determinante en la implantación del azúcar como producto principal en vez


de la producción minera fue el gobierno de los padres Jerónimos, pues fueron ellos
quienes realmente impulsaron el nuevo modelo que sustituyó al de las encomiendas.

La isla de Santo Domingo estaba gobernada por Diego Colon hijo hasta 1515, debido a
presiones políticas deja su puesto, marcha a España y el gobierno queda a manos de la
Real Audiencia. La muerte del Rey Fernando en 1516 hace que queden como
gobernantes provisionales de España el embajador Adriano y el Cardenal Francisco
Jiménez Cisneros pues el sucesor, Carlos I[4], era menor de edad. El Padre Bartolomé
de las Casas, expone al cardenal sus críticas acerca del modo en que son tratados los
indios, de este modo son designados los padres Jerónimos para tomar posesión de
Santo Domingo y se les asignó la tarea de realizar un gobierno tendente a conservar
hasta donde pudieran, los pocos indígenas que aún quedaban. Asimismo, tenían la
obligación de impulsar un nuevo modelo que diera a la Corona tantos o más beneficios
que los recibidos con la minería desde que Ovando la puso en práctica.

Los Padres Jerónimos llegaron a Santo Domingo el 20 de diciembre de 1516 y de


inmediato se pusieron en contacto con todos los sectores, escuchando sus opiniones,
al mismo tiempo que inspeccionaban la ciudad. Sin embargo, confrontaron
inconvenientes desde el inicio mismo de su gobierno. Uno de los puntos principales
era conservar los indígenas, por lo que fue necesario encontrar una solución al
problema de la mano de obra. Las presiones en contra de esos religiosos provenían de
todas partes, ya que otros colonos demandaban la importación de negros esclavos
para que laboraran en el nuevo modelo económico.

Desarrollar la industria azucarera requería de dos elementos importantes: dinero y


mano de obra. La Corona española facilitó ambas cosas.

1.- El dinero: Se estableció que a cada vecino que fuese a instalar un ingenio se le
prestaran 500 pesos oro. Los ingenios requerían inversiones importantes en negros,
especialistas, máquinas, tierras, ganados, etc. por lo que la inversión inicial debía
sobrepasar ampliamente los 500 pesos acordados en préstamos. Para la formación de
la industria azucarera hubo una interacción de las fortunas que permanecieron en la
isla con la ayuda y estímulo del Estado, factor de despegue de las actividades [6de
mano de Obra: Debido a la práctica desaparición de los aborígenes, por una parte, y al
hecho de que éstos no tenían la fortaleza requerida para trabajos rudos como era el de
la caña de azúcar, los Jerónimos pidieron al Rey Carlos I que autorizara la importación
de negros esclavos. Carlos I tenía deudas con grupos de comerciantes a los cuales
debía favorecer, por tanto, dio todas las facilidades posibles para la entrada de los
negros a la Isla Española y otros territorios americanos.

La primera licencia importante para la importación de esclavos la dio el Rey a uno de


sus cortesanos, el flamenco Lorenzo de Gramenot, Barón de Montinay, Gobernador de
Bresa, para en ocho años negociar 4,000 negros que debían ser cristianos, en el
mercado de Santo Domingo con los propietarios de ingenios. El Gobernador
Gramenot, vendió sus derechos por la suma de 25,000 ducados a la Casa Centurión, la
cual llevó a cabo tan diligentemente su cometido que mucho antes de cumplirse el
citado plazo ya había casi completado el cupo asignado. Otras concesiones para la
trata de negros fueron otorgadas, oscilando en cantidades de doce a 400 esclavos, a
un precio medio de 120 pesos, cuyo elevado valor contribuía a que los negros fuesen
mejor tratados que los indígenas, unas veces por humanidad, y otras en defensa de la
inversión efectuada[7].

La epidemia de viruela que afectó la isla en 1517[8], provocó que una considerable
cantidad de indígenas murieran a causa de la misma, razón por lo cual los Jerónimos se
unieron a los encomenderos en el reclamo de que se permitiese importar negros
esclavos de los denominados Bozales y un año después, el 18 de agosto de 1518
llegaron cuatrocientos negros de una primera partida de cuatro mil procedentes de
Africa Occidental para ser empleados en la industria azucarera que ya tenía más de dos
años de estar desarrollándose en la isla.

La gran mayoría de los 4,000 negros autorizados por licencia al Gobernador de Bresa
debieron entrar a la isla en los inicios de la segunda década; en 1523 entraron 1,500
negros más; en los años siguientes se concedieron numerosas licencias particulares
para 100 negros cada una; además entraron muchos de contrabando, varios miles,
pues las fuentes de la época señalan el fenómeno como corriente; en 1527 o 1528
entraron otros 4,000 negros; en los años posteriores entrarían muchos pero no se sabe
cuántos, pues en las licencias no se dan detalles de los lugares; posteriormente
continuó la entrada ilegal de negros, incluida la efectuada por los corsarios.

Las Casas dice que el primer español que hizo azúcar fue Aguilon, de la Vega, en 1506,
pero que su calidad era muy baja pues usó instrumentos primitivos. Posteriormente el
Br. Velosa en 1516. Para Oviedo el primero fue Velosa y da la noticia que antes que él
varios plantaron caña y hacían mieles.

La implantación de la industria azucarera en esta isla estuvo a cargo de los sectores


más importantes, que se iniciaron con los trapiches, o sea, un rudimentario y pequeño
ingenio movido por una mula o un buey, en principios y luego por negros esclavos.

El desarrollo de esta actividad permitió luego unos ingenios más grandes, que
utilizaban una rueda hidráulica, o un molino de viento por lo que la producción de
azúcar fue en aumento.

El incremento de la población esclava se hizo necesario, ya que no sólo la industria


azucarera exigía mucha mano de obra, sino otras dos actividades que debían
desarrollarse simultáneamente como era la agricultura y la manufactura. La necesidad
de procurarse de alimentos agrícolas hizo que se dedicaran plantaciones cerca de los
centros azucareros, además de la fabricación de utensilios, tales como vasijas de
cobre, hornos y ollas para cristalizar el jugo. La demanda de mano de obra se hizo
perentoria, y no sólo la negra esclava, sino también la blanca, por lo que llegaron a la
isla gran cantidad de hombres especializados en distintos menesteres procedentes de
las Canarias.

No obstante, la población negra se mantendría desde su llegada a la isla, en pie de


lucha por obtener su libertad y desde principios del siglo XVI huían hacia los montes.
El primer grito de libertad de los negros se produjo en la española el 27 de diciembre
de 1522, precisamente en el ingenio perteneciente al gobernador de la isla donde se le
dio muerte a nueve colonos. La rebelión no progresó porque fueron alcanzados por
Don Melchor de Castro luego de cruzar el río Nizao en el cual perecieron luego de la
batalla desigual que libraron los esclavos en contra de sus amos los colonos. A este
hecho se le sumaron luego las llamadas “cimarronadas” que eran las huidas constantes
que hacían los negros hacia las escarpadas montañas de la isla desde donde luego
regresaban en grupos para hacer saqueos en los ingenios. El cimarronaje revestía
formas diversas, tales como el motín, el bandolerismo en caminos y poblados y el
establecimiento de comunidades negras de cimarrones al amparo de la selva o de
situaciones geográficas favorables, comunidades en constante pugna con las
autoridades y establecimientos coloniales. Cuando los negros huían de los ingenios se
les llamaban cimarrones y cuando se establecían en algún lugar entonces eran
llamados negros apalencados. Para 1537 las cimarronadas se convirtieron en
rebeliones con líderes como Diego Guzmán, Diego de Ocampo y Juan Vaquero.

De acuerdo a Oviedo en 1523 ya habían veinticuatro ingenios de diferentes tipos


ubicados principalmente en la parte sur, o sea, en las márgenes de los ríos Ozama,
Haina, Nizao, Nigua y Yaque del Sur.

Cabe resaltar además que el Rey Carlos I dictó leyes protectoras de la producción
azucarera y de los señores esclavistas. La más importante fue la Cédula de 1529, por
medio de la cual se determinaba que los ingenios eran bienes no embargables por
deudas o hipotecas, tanto sus instalaciones como los negros que laboraban en ellos.
Igualmente se favorecía el paso del ingenio a uno de los herederos, mediante
obligaciones respecto a los otros herederos para que las propiedades no tendieran a
dividirse, teniendo casi derechos semejantes al mayorazgo.

La política oficial de protección de la industria del azúcar fue muy importante desde su
propia fundación cuando los ingenios en proyecto recibieron préstamos en muy
buenas condiciones por parte de los diversos gobernadores de la época y cesiones de
grandes extensiones de tierra en forma gratuita, así como la exoneración de impuestos
para las maquinarias traídas de España y otros países, disposiciones todas que en la
medida de lo posible trataron de ser mantenidas por el Rey durante todo su reinado.
Las concesiones fueron tantas, y tan importantes se sentían aquellos dueños de
ingenios, que en 1538 llegaron a solicitar títulos de nobleza pero esta petición fue
denegada por el Rey.

La Española abandonó de esta manera, la economía minera que había prevalecido


desde la llegada de los españoles y se impulsaba por una economía manufacturera
industrial.

3.- Curso de la Industria durante el siglo XVI:

Ya en época del gobierno de Figueroa, hacia 1520, funcionaban tres ingenios de azúcar
y muchos otros se encontraban en construcción. En 1527 trabajaban plenamente 18
ingenios y 2 trapiches, encontrándose otros 12 en construcción. Hacia 1545 el cronista
Fernández de Oviedo informa de la existencia de 20 ingenios y 4 trapiches. De esas 24
explotaciones azucareras, más de la mitad pertenecían a altos funcionarios o a
descendientes de ellos. Los miembros de la aristocracia colonial tenían los ingenios
más grandes, como el del Lic. Alonso de Zuazo, de la Real Audiencia, cuya inversión se
acercaba a los 40,000 pesos según Oviedo.
La producción azucarera se mantuvo con cierta tendencia inestable de crecimiento
hasta los años 70, cuando empezó a decrecer por la reducción de la navegación
española, el contrabando, la transferencia de inversiones a la ganadería, la
competencia en términos de rentabilidad del jengibre y por la muerte de gran cantidad
de esclavos en los años 80, acompañada por la paralización en la misma época de la
trata negrera.

A fines de los años 80 sólo quedaban 17 ingenios y a raíz de las devastaciones de


Osorio apenas 12 al ser destruidos 5 en los lugares despoblados entre los cuales
estaban los más productivos.

HISTORIA DE LA INDUSTRIA AZUCARERA DOMINICANA:

Caña de azúcar es el nombre común de ciertas especies de herbáceas vivaces de un


género de la familia de las Gramíneas, es originaria de la India. Fue conocida en Europa
en el siglo VIII, y Colón la trajo a la isla en su segundo viaje, 1493. Su nombre científico
es Saccharun Officinarum.

La caña de azúcar se cultiva mucho en países tropicales y subtropicales de todo el


mundo por el azúcar que contiene en los tallos, formados por numerosos nudos. La
caña alcanza entre 3 y 6 m de altura y entre 2 y 5 cm. de diámetro. En regiones
tropicales, como Hawai o Cuba, el periodo de crecimiento de la caña dura entre 12 y
18 meses, y se recoge entre enero y agosto.

La azúcar es una sustancia formada por un hidrato de carbono, blanca, sólida,


cristalizable, muy dulce, que se encuentra en el jugo de muchas plantas; se extrae
especialmente de la caña de azúcar y de la remolacha. Su nombre científico es
Sacarosa. La azúcar se consume en todo el mundo, puesto que es una de las
principales fuentes de calorías en las dietas.

En nuestro país, la azúcar es una industria que tiene fundamento agrícola: el cultivo de
la caña, por lo que constituye un producto de gran significación.
La industria azucarera, en la República Dominicana, data desde la fundación de la
Colonia, específicamente, a partir del Gobierno de los Padres Jerónimos, a principios
del Siglo XVI, quienes apoyaron su desarrollo mediante el otorgamiento de préstamos
para la siembra y el procesamiento de la caña de azúcar, que había sido traída al país
por Cristóbal Colón, en su segundo viaje.

La historia de la industria azucarera dominicana se remonta de 1505 a 1506. Sin


embargo, se tiene constancia que el primer ingenio o trapiche se instaló en las
cercanías de La Concepción de la Vega, en 1504, y ahí se hicieron los primeros ensayos
para cristalizar azúcar. El primer ingenio que produjo azúcar en escala comercial se
instaló en Nigua, San Cristóbal; en el 1517 ya estaba produciendo azúcar para exportar
a la Madre Patria.

Para 1520, funcionaban 3 ingenios de azúcar y muchos otros se encontraban en


construcción. En 1527, trabajaban plenamente 18 ingenios y 2 trapiches,
encontrándose otros 12 en construcción. Hacia 1545 se conoce de la existencia de 20
ingenios y 4 trapiches. De esas 24 explotaciones azucareras, más de la mitad
pertenecían a altos funcionarios o descendientes de ellos.

La producción azucarera se mantuvo con cierta tendencia inestable de crecimiento


hasta los años 70, cuando empezó a decrecer por la reducción de la navegación
española, el contrabando, la transferencia de inversiones a la ganadería, la
competencia en términos de rentabilidad del jengibre, la paralización de la trata
negrera, entre otros.

Para la segunda mitad del siglo XVI, España se encontraba en conflicto con las demás
potencias europeas por lo que el Rey Felipe II prohibió que La Española y las demás
posesiones comercializaran con extranjeros. Esta disposición dejó a La Española sin su
principal mercado por lo que muchos colonos decidieron emigrar o dedicarse al hato
ganadero, provocando crisis en la industria azucarera.

En 1785, los esclavos escaseaban y por ello la producción de azúcar se veía limitada
para el consumo interno y de vez en cuando, para exportar algún excedente, bien
fuese a Puerto Rico o España, por lo que el Rey Carlos III, expidió su Real Cédula del 12
de abril de 1786, autorizando entre otras cosas, la importación de africanos sin
restricciones, época esclavista que vería su fin con la invasión de Toussaint Louverture
en 1801. Con la ocupación haitiana de 1822-1844 dejaron de existir varios ingenios
situados al este de Santo Domingo: Ingenios Frías, Mendoza, El Convento, Mojarra,
Yabacao, y otros. A partir de 1822 con la abolición de la esclavitud por Boyer, la
producción quedó limitada al melao, descontinuándose la fabricación de azúcar, hasta
mucho después de 1844.

El gran impulso modernizador de la industria azucarera no llega sino entre los años
1874-1880, cuando inmigrantes cubanos construyen el primer ingenio movido a vapor,
el cual se llamó La Esperanza y cuando, conjuntamente, se organizaron cerca de la
capital y en el Este, Sur y Norte del país, las grandes plantaciones de caña, con factorías
modernas para la época.

A principios del siglo XX, la comercialización del azúcar dominicana tenía una marcada
reorientación hacia el mercado norteamericano, instalándose en el país inversionistas
estadounidenses y europeos, quienes superaron en técnica y método de producción a
los cubanos.

La incursión de estos capitales en el ámbito azucarero dominicano se realiza vía la


intervención de la banca inglesa y alemana como fuente de financiamiento, así como
de los conglomerados azucareros internacionales. En este orden, podemos señalar la
West Indies Sugar Company, que se especializó en el financiamiento de cosechas y
estaba vinculada a los intereses de la National Sugar Refining Company y del National
City Bank.

Entrado en nuestro siglo, la destrucción de los campos de remolacha azucarera en


muchos países de Europa, hizo que este tipo de azúcar escaseara, estas reducciones
trajeron como consecuencia la elevación de los precios del dulce; así, el quintal de
azúcar subió de $5.50 en 1914 a $12.50 en 1918 y a $22.50 en 1920. De ésta bonanza
en los precios nació la llamada “Danza de los Millones”, cuyo ritmo mas acentuado se
hizo sentir en la región oriental del país, impulsando el desarrollo urbano y económico
de san Pedro de Macorís y La Romana.

En el año 1948 se da inicio al proceso monopolizador Trujillista del sector con la


construcción del Central Catarey, la instalación en 1952 del Central Río Haina y en 1956
del Central Esperanza. Adquiere además, mediante compra en 1952, el Ingenio Monte
Llano que pertenecía a E. Kilbourne, el Central Ozama a canadienses, el Central
Amistad a puertorriqueños, el Central Porvenir a los Kelly en 1953, el Ingenio Santa Fe
a la South Puerto Rico Sugar Company en 1954 y, por último, adquiere de la West
Indies en 1956 los Ingenios Barahona, Boca Chica, Quisqueya y Consuelo.

Las corporaciones azucareras propiedad de Trujillo arrojaron una masa de ganancia


bruta, ascendente a la suma de 73 millones de dólares.

A su muerte en 1961, el dictador Trujillo controlaba el 63% del capital total de la


industria azucarera nacional, la cual pasó a ser propiedad del Estado Dominicano,
mediante la Ley de Saneamiento No. 6106, del 14 de noviembre de 1962.

El 19 de agosto de 1966, mediante Ley No. 7, se crea el Consejo Estatal del Azúcar
(CEA) como organismo autónomo, cuyo objetivo es la coordinación y el
funcionamiento de los ingenios del Estado. Además de las unidades productoras de
azúcar controladas por el CEA, de propiedad estatal, existen otros tres ingenios de
propiedad privada, dos del Consorcio Vicini, de capital nacional y el Central Romana,
de capital extranjero.

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