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TEMA 1. INTRODUCCIÓN GENERAL A TODOS LOS MÓDULOS.

1.- Ubicación del Tema de los derechos del consumidor.

La necesidad humana de satisfactores.


Imposibilidad de producirlos todos de manera autónoma.
Desarrollo de habilidades en ciertos campos e inhabilidad en otros
diversos que sí tienen otros individuos o grupos.
Dominio del entorno y la presencia de excedentes y el ocio.
El fenómeno del comercio.
El lucro
El fenómeno del consumo.
La industrialización y la mercadología.
La fabricación de necesidades y de bienes o servicios “a la medida del
consumidor”.
La imagen liberalista del consumidor.
Abuso del consumidor- comprador por parte de los comerciantes y sus
apoyadores.
El concepto de consumidor es muy reciente y ajeno a nuestra tradición
jurídica continental- es más propio del mundo anglosajón y
particularmente de los E.U.A. en donde el industrialismo es más
autóctono.
En este sentido, una primera aproximación a los derechos del
consumidor nos permiten afirmar que estos derechos y las normas que
los tutelan, por lo pronto en nuestro país, están en confrontación y
conflicto con el derecho civil y mercantil y forman parte de la tendencia
publicizadora del Derecho (en particular de las relaciones entre
particulares y su autonomía de la voluntad), porque altera los principios
contractuales del derecho civil y mercantil.
Es una intromisión posiblemente urgente y justa, del derecho privado y
de los contratos entre particulares.
¿Es un derecho nuevo? ¿Es un derecho en formación? ¿Qué contiene de
otos derechos? ¿Cuál es su enfoque particular?
Considero que es un derecho en formación.
En principio, dada su naturaleza y la ubicación de sus normas, es un
campo dentro del derecho administrativo (derecho público) pero se
incrusta, a veces violenta y conflictivamente n el derecho civil y el
mercantil (probablemente en lo civil desde el punto de vista del
consumidor y mercantil desde el ángulo del proveedor).
Ejemplos de la intromisión son: la regulación de los contratos por
adhesión, el plazo de reflexión, efectos de nulidad por ilicitud que afecta
a los contratos y obligaciones con los consumidores, efectos inclusive
procesales al otorgar excepciones procedimentales a los consumidores,
por ejemplo en materia de intereses, cláusulas abusivas, efectos del
pago en la rescisión, etc.
2.- Antecedentes:

Internacionales: En general los derechos del consumidor surgen en


Europa de manera original

Roma.- Dolos bonus y dolos malus.

El Industrialismo.

Movimientos a favor del consumidor a partir de principios del siglo


XX.
Los derechos del consumidor surgen dentro de la inercia
publicizadora del derecho privado y con el embate de movimientos
reivindicadores de los débiles (derecho del trabajo, agrario, de la
mujer, de los minusválidos, raciales, etc.), junto con la tendencia de
los ciudadanos y organismos no gubernamentales de reclamar y
defender diversos derechos: hoy se pueden ver en la materia
profesional con la responsabilidad de los médicos, abogados,
ingenieros, etc. y la intención de tramitar y resolver los conflictos
fuera de juicios complicados, por medio de instancias administrativas
que prometen y a veces son más rápidas y efectivas, así como el uso
de modernos medios como la conciliación y el arbitraje (PROFECO,
CONAMED, Procuraduría Social, del Trabajo, etc.)

Suecia:
El Defensor de los gobernados.- Particularmente Suecia distingue por
su voluntad de proteger al consumidor, en este país se observan
movimientos importantes que dan origen al vocablo y figura del
ombudsman (que es entendido como el defensor del pueblo); y cuyo
término se extendió a otros campos afines como el de los derechos
humanos generales, el trabajo, la materia agraria, etc.

Es probable que inclusive se observe esta tendencia protectora en la


industria automotriz con la marca Volvo, que es un modelo de
seguridad en todo el mundo.

Estos movimientos dan por resultado la creación y difusión de los


llamados Siete Postulados.-
En estos principios se funden los derechos del consumidor y fueron
adoptados y reconocidos por consenso mundial y finalmente por
fueron reconocidos por la ONU en su Asamblea General el 16 de abril
de 1985 como “Directrices para la Protección de los consumidores”.
Este organismo internacional establece estos postulados como
vigentes para todos sus miembros conforme a la resolución 39/248.

Los estados se obligaron con base en esta resolución, a tutelar estos


derechos dentro de sus derechos internos.
Con esta base, México, desde 1975 inició esta tutela por medio de la
Ley Federal de Protección al Consumidor y la Procuraduría Federal del
Consumidor.
En la LFPC de 1975, se confió esta protección también al Instituto
Nacional del Consumidor, actualmente desaparecido y asimilado a las
funciones de la PROFECO a partir de 1992.

Estos principios se recogen el artículo 1º de la Ley Federal de


Protección al Consumidor de 1992 y su antecedente de 1975 y son
los siguientes:

1.- Protección y asistencia (salud y seguridad, inclusive económica)


2.- Protección contra productos peligrosos.
3.- Protección de los intereses económicos de los consumidores.
4.- Acceso a la información.
5.- Educación en materia de consumo.
6.- Resarcimiento de daños.
7.- Derecho de asociación, representación u consulta.

La ley Venezolana es, según Becerra Caletti, la primera en América.

No obstante lo anterior, parece haber un abismo entre los principios


teóricos y la práctica, tanto de la elaboración y aplicación de la ley
mexicana como del ejercicio de las funciones de la PROFECO.

Nacionales:

El derecho azteca: los tres jueces del Mercado de Tlatelolco.

La ley mexicana de 1975. Es una ley proteccionista del


consumidor y recarga una gran cantidad de obligaciones a los
proveedores.

3.- Ley vigente promulgada en 1992.

Ambiente general sociopolítico y económico en que se crea y establece la


norma.

Análisis jurídico de esta norma:

Es liberalista y elimina en algunos casos las cargas que tenía el proveedor (dar
garantía, registrar obligatoriamente todos los contratos, la injerencia de la ley
y la PROFECO en materia de arrendamiento) es más pragmática, pero en
algunos casos mantuvo errores de la ley anterior y creó nuevos que hasta la
fecha no han podido subsanarse debidamente (el concepto de consumidor
final, de proveedor, facultades aparentemente jurisdiccionales o “justicieras”
de la ley).
Las reformas del 2004 tienen también diversas características que se
estudiarán en el desarrollo del articulado.

Adolece hasta la fecha del mismo defecto de la anterior: crea la sensación de


tener facultades que podríamos llamar pseudojurisdiccionales.

a) Ámbitos de validez de la norma:

Temporal.- Rige a partir del 24 de diciembre de 1992 con


importantes reformas publicadas en el diario oficial del 4 de
febrero de 2004. Deroga la de 1975 así como su reglamento y
estatuto orgánico.
Material.- Es una norma de derecho público, administrativo con
importantes efectos sustantivos y procesales en materia civil y
mercantil. Artículo 1º de la Ley Federal de Protección al
Consumidor (LFPC).
Espacial.- Rige en el ámbito federal en toda la república. Afecta.
Con posibles cuestionamientos constitucionales, la materia civil y
mercantil. Artículo 1º de la LFPC.
Personal.- Va dirigida principalmente a: la población general
consumidora (consumidores), comerciantes (proveedores), los
tres niveles de gobierno y la SECO. Artículos 2 y 3 de la LFPC.
Material.- Es una norma que regula las relaciones entre
proveedores y consumidores. Genera responsabilidad
administrativa auque crea diversos derechos sustantivos e
inclusive adjetivos en materia civil y mercantil. Artículo 9 de a
LFPC.

Descripción de la Ley Federal de Protección al Consumidor:

I.- Parte sustantiva. Aspectos orgánicos, facultades INCO y PROFECO, normas


oficiales mexicanas, derechos del consumidor, obligaciones del proveedor,
prescripción, plazos para el ejercicio de derechos sustantivos, efectos en
materia civil y mercantil. Temas especiales o de relevancia: ventas a plazos,
autofinanciamiento, operaciones con inmuebles, tiempo compartido, contratos
por adhesión, intereses, garantías, servicios, etc.
II.- Parte Adjetiva o de procedimientos. Procedimiento conciliatorio, arbitraje,
procedimiento por infracciones a la LFPC.

Análisis de artículos en particular (selección ad hoc).

Capítulo I.- Disposiciones generales.- Artículos 1 al 18.

Artículo 1º.- Naturaleza de orden público de la LFPC.


Establece los ámbitos espacial, material y personal y
Los postulados fundamentales de los derechos del consumidor

Artículo 2º.- Determina los sujetos de la ley.


Hay que hacer especial énfasis al concepto de consumidor como
destinatario final de los bienes o servicios, en la norma anterior a la
modificación de 2004, se dieron dificultades diversas en la aplicación de este
concepto, que con las reformas se tratan de resolver sin mucho efecto- parece
complicar mas este problema.
En cuanto al Proveedor, parece buscar resolver la dificultad de los
conceptos de comerciante y acto de comercio. Sin mucha eficacia. Complica
con las reformas de 2004 todavía más el problema.

Artículo 5.- Servicios exceptuados. Con la reforma de 2004 se pretende


hacer más específica y ordenada esta clasificación.

Artículo 14.- Vigencia de los derechos y la prescripción.

Capítulo II.- Facultades de la Autoridad: Organización, estructura y


facultades de la PROFECO. Artículos 19 al 31

Artículo 19.- Facultad de la SECO para expedir en el ámbito de sus


atribuciones Normas oficiales mexicanas (NOM), con base en la Ley Federal de
Metrología y Normalización (artículo 40).
Se determinan por medio de estas normas la información comercial,
sanitaria, ecológica, de calidad, seguridad, higiene, etc. que deben existir en
los envases, etiquetas, publicidad, los productos, métodos o procesos de
bienes o servicio al consumidor y en su caso establecen la exigencia de
elaborar, registrar y utilizar determinados contratos (por adhesión) con
cláusulas específicas y obligatorias en cada caso.

Artículo 20.- y 21.- La creación y naturaleza jurídica de la Procuraduría


Federal del Consumidor (PROFECO) así como sus facultades.

Artículo 25.- Medidas de apremio. Diversas pero que no requieren la


misma fundamentación ni motivación que las sanciones previstas por
infracciones a la ley, que se detallan en la parte final de la LFPC.

Artículo 26.- Acciones de Grupo.- Semejantes a la Class Action del


derecho norteamericano: en este último caso, un grupo de accionantes hacen
valer sus pretensiones ante un juez y en caso de obtener sentencia favorable,
los demás gobernados que se encuentren en la misma situación jurídica tienen
derecho de integrarse a los beneficios de la sentencia ganada, sin necesidad de
iniciar juicios en cada uno de los casos.- Ejemplos: el agente naranja, las
acciones que generaron sentencias en contra de las tabacaleras, posiblemente
en contra las derivadas de las empresas de comida rápida.

En este caso se trata de una institución del derecho consuetudinario


(Common Law) que encontró serias dificultades en su inclusión en nuestro
sistema jurídico y que ahora es refinada, con las reformas del 2004 para que
tenga efectos prácticos en nuestra realidad.

Los siguientes capítulos de la parte sustantiva se refieren a diversos


aspectos relevantes de las relaciones de consumo:

Capítulo III.- Referente a la Publicidad e información.- Artículos 32 al


45.
Artículo 32.- Definiciones:
Información: la que se hace en el producto.
Publicidad: La que se hace en medios de información

Leyes relacionadas: Ley Federal de Radio y Televisión.


Ley de la industria cinematográfica.
Ley de Salud.

Requisitos de información y publicidad: veracidad, que sea


comprobable y que sea precisa.

Artículo 33.- Debe indicar el origen del producto y


Artículo 34.- Deben estar en castellano, en moneda nacional y en
sistema métrico decimal, en caracteres legibles y comprensibles. Se
puede usar además otro idioma.
Puede haber NOM relacionada con este tema.
Artículo 35.- PROFECO puede ordenar la suspensión, corrección o
sancionar la publicidad lesiva que viole estas normas
Artículo 36.- Da derecho a los consumidores y obliga a los
proveedores a evitar los cobros nominativos o por medios masivos de
información.

Artículo 37.- Las violaciones a este articulado crean


responsabilidad sobre el infractor (proveedor): lo obligan a cumplir lo
prometido u ofrecido, el reembolso de gastos erogados
(comprobables) al consumidor afectado o el pago de daños y perjuicios
(parece una reiteración innecesaria el sancionar con el reembolso de
gastos, que son daños y el pago de daños y perjuicios).

Artículo 38.-
Artículo 39.-
Artículo 40.-
Artículo 41.-
Artículo 42.-
Artículo 43.-
Artículo 44.-
Artículo 45.-
Capítulo IV.- Referente a las normas reguladoras de las promociones y
ofertas. Artículos 46 al 50.

Capítulo V.- Regula la ventas a domicilio.- Artículos 51 al 56.

Capítulo VI.- Norma los Servicios. Artículos 57 al 65.

Capítulo VII.- Establece normas respecto de las operaciones a Crédito.


Artículos 66 al 72.

Capítulo VIII.- Referente a las normas para regular las operaciones


con inmuebles. Artículos 73 al 76.

Capítulo IX.- Se refiere alas normas aplicables a las garantías.


Artículos 77 al 84.

Capítulo X.- Contratos por Adhesión.- Artículos 85 al 90.

Capítulo XI.- Referente al Incumplimiento.- Artículos 91 al 95.

Capítulo XII.- De la Vigilancia y Verificación.- Artículos 96 al 98.

Capítulo XIII.- Aspectos Adjetivos.-

Sección Primera.- Procedimiento administrativo. Artículos 99 al


110.
Sección Segunda.- Procedimiento Conciliatorio. Artículos 111 al
116.
Sección Tercera.- Procedimiento arbitral. Artículos 117 al 122.
Sección Cuarta.- Procedimiento por infracciones a la ley. Artículos
123 y 124.

Capítulo XIV.- De las Sanciones.- Artículos 125 al 134.

Capítulo XV.- Recursos administrativos.- Artículos 135 a 143:


Derogados.
4.- Materia contractual.- Contratos por Adhesión.-

El tema debe ser encuadrado dentro de la teoría del derecho; no se ciñe


a los derechos del consumidor: los abarca y los supera en otros campos como
el administrativo (de servicios públicos como agua, luz, teléfono, limpia,
seguridad, transporte), bancario, seguros, fianzas, en otros servicios
financieros, el comercio internacional público y privado, así como el electrónico
en el que se ve con especial relevancia el mercado en internet.

En realidad, el género es el de contratos por adhesión y una de sus


especies es la de los contratos por adhesión que son regulados por la LFPC,
como también existen las especies reguladas por la legislación financiera, de
seguros, fianzas, de comercio internacional, administrativa, etc.

Naturaleza y definición doctrinal.-

La mayor parte de los autores doctrinarios hacen una descripción y


ofrecen definiciones del género contratos por adhesión, sin embargo su
“novedad” y las diversas legislaciones que los toman en cuenta hacen que
existan diversas denominaciones y definiciones, así:

1.- Ovalle Favela en sus Comentarios a la LFPC los describe como:


contratos predispuestos, guiones administrativos, contratos de y por adhesión,
reglamentarios, de “machote”, adhesivos, masivos, etc.

Según este autor, la primera vez que se usó el término fue por el jurista
francés Raymond Saleilles en su obra “De la déclaration de volonté”, publicado
en París en el año de 1901 y el sentido de su expresión tiene un contenido
semejante al de hoy en día.

El término se aplica a diferentes negocios jurídicos tanto de derecho


público como del privado.

Su definición y naturaleza son motivo de controversias desde entonces y


han dado lugar a posturas muy variadas, según la corriente y cosmovisión de
los diversos autores que los tratan.

2.- Lozano Noriega en su libro de Contratos lo define como “un contrato,


es decir, un acuerdo de voluntades para crear o transferir derechos y
obligaciones (género próximo) cuya diferencia específica consiste en que su
elaboración queda ceñida a una sola de las partes contratantes.

La otra u otras partes solo se pliegan o adhieren al contrato, es decir


solo pueden manifestar su conformidad general con el clausulado y el sentido
del contrato.
El “adherente” recibe la “policitación” del otro y manifiesta si se
conforma o no con sus cláusulas.

La denominación común (y que induce a confusiones) de “contratos de


machote o esqueletos o formularios” pueden describir y en algunos casos
evocar la incapacidad de una de las partes para discutir el contenido clausular
de estos negocios jurídicos.

3.- Según Planiol, los contratos por adhesión son:

1º Aquellos que se presentan inicialmente como una policitación.

2º Si se acepta la policitación, el otro contratante se adhiere al


contenido clausular y

3º El contrato se perfecciona en los términos planteados por el


oferente.

4º La oferta se hace en términos fijos (aunque modernamente se le


ofrecen cada vez más alternativas al “cliente) y “el contratante débil”
puede o no aceptarlos (tiene libertad para contratar, que
inclusive puede también estar limitada o anulada) pero no
puede discutir el clausulado (libertad contractual).

No se trata de contratos entre “iguales”, sino entre desiguales en el


que la fuerza la tiene el contratante que impone el clausulado
unilateralmente, ej: contrato de transporte de personas.

Considero que en cada caso se deberá determinar la magnitud de la


libertad del contratante débil para establecer normas protectoras ya
que hay distintas posibilidades de elegir y muchas oportunidades de
“abusos”.
5º Por lo general, el solicitante tiene especial y superior condición
técnica y económica e inclusive política, jurídica y estratégica que los
aleja de la dogmática civil de los contratos, como se observa en casos
como Telmex, CFE, PEMEX, etc.

6º Los contratos por adhesión encubren en muchos casos servicios


públicos que también alejan a este tipo de contratos del ámbito de lo
privado, pero inclusive los que siguen en el ámbito privado son
fuertemente normados por disposiciones de carácter público que
buscan equilibrar la falta de fuerza de los contratantes débiles,
generalmente “consumidores”. Vemos que los contratos por adhesión
cada vez mas son usados por grandes “corporaciones” privadas ya que
implican una masificación de los contratos (casas, autos, etc.).

En general podemos decir que los contratos por adhesión actualmente


se refieren a “servicios masivos” de índole pública o privada.
7º Aparentemente algunas de las limitaciones a la libertad del
consumidor ya no se dan en todos los casos, pues actualmente se
busca en muchos campos, darle un contrato “a la medida” al
consumidor por medio de la oferta de variadas posibilidades fijas de
contratación: internet, telefonía celular, viajes, cablevisión, etc.). El
tema del “servicio al cliente” es cada vez más importante factor de
competencia entre los proveedores.

8º En estos términos se puede presentar, a favor del contratante débil


cierta forma de libertad contractual (para determinar el contenido del
clausulado). La idea de “servicio al cliente” tiende dar una cierta
individualización y posibilidad limitada y estructurada de “regateo”
como en las ventas por medios electrónicos o por internet.

Sin embargo, las complicaciones en la estructura de los contratos por


adhesión (que no “de adhesión), el fuerte ataque a la autonomía de la
voluntad, aunadas a las normas de naturaleza pública que cada vez más
regulan estos contratos han provocado una verdadera “crisis” técnico-jurídica
acerca de la existencia de los contratos en los tiempos modernos.

Esta crisis ha dividido a los tratadistas en dos grandes facciones que


buscan cada uno de ellos describir la esencia de los contratos por adhesión.
Estas controversias son ya muy conocidas en la doctrina y únicamente me
concretaré a enunciarlas y dar algunas opiniones al respecto, a guisa de
solución de la contradicción.

Una de las corrientes es la de los llamados “publicistas”. Estos autores


básicamente niegan el carácter contractual de los contratos por adhesión.

4.- Para León Duguit, el contrato por adhesión no es un contrato sino de


una simple oferta en la que una de las partes (el oferente) está emitiendo una
“voluntad reglamentaria” de manera pública y general.

El otro contratante no puede discutir los términos del contrato (carece


de libertad contractual).

En estos negocios jurídicos hay una voluntad predominante (la del


contratante fuerte) y una voluntad inferior que es la del contratante débil.

Según este autor, no existe la libertad contractual porque no hay


conocimiento en el contratante débil ya que se trata de clausulados complejos,
técnicamente excluyentes de los particulares comunes, difíciles de leer a
simple vista y más de entender en todos sus alcances.

Me parece que, tal como también asume Alfonso Lozano Noriega y a


pesar de estas dificultades, debemos conceder que los contratantes débiles
(podría tratarse de los consumidores) sí tienen un conocimiento del negocio a
realizar (saben y quieren algo del otro contratante) pero ese conocimiento es
solo elemental: se conoce y se quiere algo, de manera generalísima: quizá del
fin u objetivo, pero no se conocen los detalles y alcances precisos de la
contratación (por ejemplo los contratos financieros con consumidores
particulares, los contratos de software, etc.).

En algunos otros casos el consumidor es repelente al contenido detallado


del contrato, ni siquiera quiere conocer sus alcances y solo quiere el fin
deseado, quiere “firmar cuanto antes” y no quiere “molestarse en ver el
clausulado” y este fenómeno no siempre es atribuíble al contratante fuerte o
proveedor.

Creo que no se puede afirmar la falta de libertad de contratar, pero esta


es pobre o se quiere dejar en estado de pobreza por el propio contratante
débil.

Coincido con León Duguit en que hay voluntad pero con un conocimiento
elemental del negocio jurídico.

Aquí vale la pena dejar ver que muchos juristas (entre ellos el citado
Lozano Noriega) desconocen o no aplican al este tema la clásica división de
inteligencia y voluntad relacionada con el acto humano libre y responsable.
Este tema puede arrojar mucha luz acerca de la responsabilidad humana y
dentro de ella la jurídica, de los contratantes en un contrato por adhesión, ya
que como expuse antes, la magnitud de la libertad de contratar y contractual
debe darnos la medida de la responsabilidad que deben asumir las partes en
las obligaciones derivadas del contrato por adhesión.

Más adelante, Lozano Noriega explica como León Duguit afirma que la
fuente de los contratos por adhesión es extracontractual.

Considero que si esto es cierto: la causa de estos contratos no es


jurídica sino económica, cultural o técnica. Con esta tesis coincide Arturo Díaz
Bravo al afirmar que la causa de estos contratos es socioeconómica, mismo
término que más adelante cambia por el de libertad económica o falta de ella.

En la otra punta del problema está la postura de los llamados


“privatistas” quienes afirman que en los contratos por adhesión sí hay
verdadero contrato.

Ellos aceptan la prefabricación del clausulado por una de las partes pero
distinguen dos hipótesis:

a) El contratante débil si conoce el clausulado y lo acepta: hay pleno


contrato.
b) La otra parte no conoce el clausulado y acepta: habrá contrato por con
vicios del consentimiento.
Lozano Noriega no resuelve el problema ni toma posición al respecto,
únicamente sostiene la aplicación de un “interés práctico” que es predominante
en la formación de este tipo de negocios jurídicos.
Alude al artículo 1857 del Código Civil Federal y el del D.F. acerca de la
interpretación de los contratos y de las facultades del juez para resolver
conflictos en este tema (reducir las cargas en caso de falta de conocimiento de
la parte afectada).

Sin embargo, no resuelve el problema del contrato cuya claridad y


factura son correctas y la parte débil no conoció o no quiso conocer el
contenido del contrato.

Según estas cuestiones, el problema del contrato por adhesión no es de


interpretación sino de libertad, necesidad y poder.

Sánchez Medal en su libro de contratos civiles sí entra al análisis del


problema de la autonomía de la voluntad. En las primeras páginas de su obra
atinadamente señala que tanto en el individualismo como en el colectivismo
(estatismo) se han generado exageraciones que falsean la realidad.

Por nuestra cuenta y al igual que el Cardenal Newman, debemos afirmar


que las herejías son ciertas en lo que afirman y falsas en lo que niegan y esta
expresión es plenamente aplicable a los dos exagerados juicios que hacen cada
una de estas corrientes respecto del tema.

El individualismo solo quiere ver la libertad e igualdad de las personas y


asume que todos los contratos son esencialmente justos y dan medida a los
pacto entre las partes que son también esencialmente iguales; lo afirmado es
cierto, pero lo que se niega: las presiones, la desigualdad accidental, la
cultura, la necesidad o la enajenación provocada por los medios de
comunicación y la mercadotecnia si alteran la libertad de las personas al
contratar.

El colectivismo (estatismo) pondera estas últimas desigualdades y


proclama la muerte de la autonomía de la voluntad para dar paso al “dirigismo
estatista”, pero desconoce la libertad humana como factor en el contrato.

Considero que en la base del problema existen causas filosóficas,


sociológicas y económicas que tienen que tomarse en cuenta para un buen
análisis y solución del problema, tal como lo mencioné anteriormente respecto
del tema del Acto Humano Libre y Responsable.

Sánchez Medal acepta la existencia histórica de abusos y la necesidad de


la intervención estatal para “socializar” y mitigar estos excesos en las
relaciones entre particulares, por medio de normas jurídicas con las de la LFPC,
inversión extranjera, comisiones como la bancaria, de seguros y fianzas,
CONDUCEF, CONAMED, Ley de desarrollo urbano, de metrología, de propiedad
intelectual e industrial, etc. Tendencia protectora que se observa ya
abiertamente en los códigos civiles para evitar los excesos individualistas
(lesión, forma, nulidad por vicios del consentimiento, abuso del derecho, daño
moral y patrimonial, etc.).

Cabe señalar que este autor hace una pobre disquisición sobre la justicia
en los contratos que es parte de la referencia que hice anteriormente y que
merece ser mejorada para analizar debidamente este tema.

Una de las conclusiones valederas de este autor es la siguiente:

Aun con los diversos ataques a la autonomía de la voluntad, por ejemplo


en el tema de los contratos por adhesión, ésta no ha desaparecido, quizá hoy
en día es más moderada pero más realista.

Arturo Día Bravo analiza el tema de los contratos por adhesión en su


obra de Contratos Mercantiles.

Este autor firma que estos contratos constituyen un número creciente de


actos (¿o negocios?) jurídicos en los que el consumidor se ve siempre en
estado de necesidad (esto es de dudarse porque hay servicios como Internet o
cablevisión en los que no hay esta necesidad de contratar) o “alto grado de
conveniencia” que lo obligan a contratar (luz, agua, teléfono, tarjetas de
crédito, transporte, servicios hospitalarios o educativos, etc.).

En algunos casos –afirma este autor- los servicios o bienes son tan
necesarios que no puede haber elección para el contratante débil
(generalmente este es el consumidor). En algunos casos el contenido de las
cláusulas, particularmente el precio del bien o servicio es fijado por el gobierno
o en general por la autoridad administrativa, o el “proveedor” particular (pero
en ambos casos el contenido lo fija una parte notoriamente más fuerte e
incluso con imperio jurídico sobre el consumidor que a veces es también
gobernado).

Estas afirmaciones muestran la fuerte asimetría entre el poder del


contratante fuerte que elabora e “impone el clausulado” y su contraparte, el
contratante débil que solo puede aceptar las condiciones impuestas, la
imposición y desigualdad se dan tanto por la fuerza del contrario como por el
estado de necesidad del consumidor.

En estas condiciones es claro que la autonomía de la voluntad, como


teóricamente la conocemos, no está presente en este tipo de actos o negocios
jurídicos y por ello mismo, Díaz Bravo al citar a Néstor de Buen en su obra
doctoral “la decadencia del contrato”, afirman que no es posible seguir
considerando a estos actos como verdaderos contratos.

Dentro de estas consideraciones, Día Bravo introduce una característica


nueva de estas realidades jurídicas: la sanción y autorización de estos
“contratos” por parte de la autoridad (servicios bancarios, seguros, servicios
públicos y los regulados por la LFPC).

Esta sanción viene a encajar perfectamente en las consideraciones


anteriores porque de esta manera se asegura que la desigualdad existente en
estos contratos y la superioridad del contratante fuerte no lesione al
consumidor (más bien a las grandes porciones de la población consumidora en
uno o hasta varios países o en los casos de monopolios).

Sin embargo, ¿Qué sucede cuando el proveedor es la propia autoridad?


y peor aún, cuando esta autoridad tiene el monopolio del servicio o el bien
objeto de contrato por adhesión. Es obvio que el control del contenido,
cumplimiento y respeto de los derechos del consumidor se ven –aunque
formalmente no se quiera aceptar- en serios riesgos.

Ejemplos de estas realidades hay muchos: servicios bancarios, de


fianzas, de seguridad social, de Internet, los juicios contra Microsoft, el
problema de actualización constante de programas o la obligatoriedad a que
queda sujeto el consumidor en los casos de impresoras de inyección de tinta,
los problemas con Telmex y las proveedoras de electricidad, agua y limpia,
transporte público, etc.).

De vuelta al análisis de la naturaleza de estos contratos, Díaz Bravo dice


que Gutiérrez y González, para distinguirlos de los “verdaderos contratos” los
denomina “guiones administrativos”

Para nuestro autor, el Código Civil del D.F. (y actualmente el federal), en


su artículo 1792, determina que estos negocios sí son contratos ya que no son
otra cosa que simples “acuerdos de voluntades”. En este sentido no se toma en
cuenta en la definición ni el estado de necesidad (el autor le llama libertad
económica) ni la posibilidad de discusión del clausulado (libertad contractual).

No obstante la simpleza de esta realidad contractual, el autor en cita


afirma que a pesar de la aparente libertad contractual, el Código Civil establece
una serie de reglas que deben cumplirse (denominada en la doctrina como
cláusulas naturales y de orden público). Estos límites evocan claramente la
necesidad de ver la diferencia abismal de poder entre ambas partes
contratantes así como la de equilibrar la disparidad por medio del apoyo a la
parte débil de la relación jurídica.

Resulta claro entonces ver la creciente cantidad de normas


(principalmente de derecho público pero también en materia de derecho
privado) como la LFPC, de inversión extranjera, las que regulan los servicios
financieros, transferencia de tecnología, de competencia económica, de
normalización y metrología, que junto con los Códigos civiles, buscan proteger
contra el verdadero estado de indefensión de los contratantes débiles en
relación con los fuertes que elaboran, diseñan e imponen sus contratos por
adhesión.
Díaz Bravo afirma atinadamente que existen grados de imposición (y
limitaciones a la libertad del contratante débil) que abren distintas
posibilidades de afectación que deben ser tomadas en cuenta por el legislador
y el juzgador al momento de analizar estos contratos.

La conclusión de Díaz Bravo, a la sazón abogado en materia mercantil,


es que los contratos por adhesión si son contratos, sobre todo con base en las
disposiciones del Código Civil del D.F. y el federal en sus artículos 1791 y 1792
pues son simplemente acuerdos de voluntades.
Cabe señalar que también avala a Sánchez Medal en sus
consideraciones.

Esta conclusión también aparece, muy a su pesar en la Decadencia del


contrato de Néstor de Buen Lozano y en Gutiérrez y González.

Por último, Díaz Bravo cita a Gutiérrez y González respecto de algunas


características de los contratos por adhesión:

1. El consentimiento no se expresa como en los demás contratos.


2. No les es aplicable la teoría de los vicios de la voluntad ni
3. La teoría de las nulidades ni
4. Se les puede interpretar como a los demás contratos.

Estas tres últimas características son opuestas a las consideraciones de


Lozano Noriega.

Dadas las características, riesgos y tendencias actuales, son cada vez


más comunes estos contratos; por ello se hace necesario:

1. Un análisis sistemático de todos sus elementos y características


2. Conocer las reglamentaciones aplicables.
3. La necesidad de establecer directrices a la luz de la teoría del
derecho aplicables a todos los contratos por adhesión en todas
sus variedades.
4. El avance del capitalismo en su versión globalizada hacen ver que
estos contratos serán más numerosos, abarcarán a más personas
y serán cada vez más importantes como forma de contratación.
5. La desigualdad y peligros implícitos en ella crean la necesidad de
implementar sistemas e instituciones de derecho que protejan y al
mismo tiempo hagan eficientes estos contratos ya que por un lado
son criticados pero por el otro cada vez son vistos como
necesarios en nuestra realidad.
6. Estas realidades abarcan los campos antes señalados: el
financiero, el comercial, el cibernético, etc. que hacen urgente la
implementación de normas especializadas en cada parcela para
proteger a las partes débiles de la contratación.
7. En general y a reserva del análisis de diversas características de
la autonomía de la voluntad y de la libertad en este tipo de
negocios jurídicos (esta es ya una conclusión en sí misma),
podemos afirmar que en ellos existe, por lo menos una mínima
libertad de contratar y muy poca o nula libertad contractual, que
sí son contratos pero con características propias y que deben ser
analizados de manera particular y acorde a sus propias
condiciones y naturaleza.
8. Una de las normas más avanzadas en este campo y que quizá es
la materia sede del tema, es la de los contratos por adhesión
entre particulares regulados por la LFPC.
9. La aclaración anterior es procedente si tomamos en consideración
que muchos otros contratos por adhesión quedan exceptuados de
la vigencia de esta ley con base en el artículo 2 y 5 de la LFPC.
10. No obstante de tratarse de particulares contratantes, la ley
en cita es federal, al igual que la materia del comercio.
11. Sin embargo, esta ley es de derecho público administrativo.

En particular en este tema hay que mencionar lo siguiente:

Se regula en la LFPC de 1992, reformada en diversos artículos de acuerdo con


el diario oficial publicado el 4 de febrero de 2004 que es la vigente.

En la materia del consumidor, queda establecido este tema en los artículos 1


fracciones II y VII, 13, 19 fracción VII, 24 fracción XV, 63 párrafo final, 65 en
relación con la NOM-029-SCFI-2010, 73, 73 ter, 75 y 85 al 90, 127
(relacionado con las sanciones).
Registro público de contratos de adhesión.
Naturaleza Jurídica.
Un contrato de adhesión “es un documento” elaborado unilateralmente por el
proveedor en el que establece los términos y condiciones aplicables a la
adquisición de un producto o la prestación de un servicio.

Para que sea válido, sus cláusulas deben ser legibles a simple vista y estar
redactadas en idioma español.
La Secretaría de Economía, mediante las Normas Oficiales Mexicanas (NOM),
puede sujetar los contratos de adhesión a registro previo ante Profeco, la cual
verifica que no contengan cláusulas abusivas o lesivas a los intereses de los
consumidores.
Cualquier tipo de contrato puede registrarse en forma voluntaria, si bien las
siguientes legislaciones obligan al proveedor a hacerlo en ciertos casos:
Ley Federal de Protección al Consumidor.
Artículo 24. La Procuraduría tiene las siguientes atribuciones:
 XV. Registrar los contratos de adhesión que lo requieran, cuando
cumplan la normatividad aplicable, y organizar y llevar el Registro
Público de contratos de adhesión;
Reglamento de la Procuraduría Federal del Consumidor
Artículo 12. Son atribuciones del Subprocurador Jurídico:
 VII. Coordinar el funcionamiento del Registro Público de Contratos de
Adhesión;
Artículo 16.
Al frente de cada una de las Delegaciones habrá un Delegado, quien será
nombrado y removido por el Procurador, y el cual será auxiliado para el
despacho de los asuntos de su competencia por los servidores públicos que
determine el Procurador. Las Delegaciones no tendrán limitaciones respecto a
la competencia por cuantía o por territorio de los asuntos que conozcan. Son
atribuciones de los Delegados:
 XIX. Recibir y tramitar los contratos de adhesión que le sean
presentados por proveedores, notificar a los interesados las
modificaciones que deberán realizar al modelo de contrato presentado,
así como en su caso, la inscripción del mismo en el Registro Público de
Contratos de Adhesión, y vigilar su cumplimiento;
Estatuto Orgánico de la Procuraduría Federal del Consumidor
Artículo 12.
Dirección General Jurídica Consultiva. Son atribuciones de esta Dirección
General:
 VI.- Analizar y, en su caso, aprobar los proyectos de contratos de
adhesión que presenten los proveedores, e inscribirlos en el Registro
Público de Contratos de Adhesión.
Contratos de Adhesión de Registro Obligatorio ante Profeco.
 Tiempo Compartido - (NOM-029-SCFI-2010).
 Autofinanciamiento - (NOM-143-SCFI-2000)
 Eventos Sociales - (NOM-111-SCFI-1995)
 Tintorería, Planchaduría, Lavandería y Similares (NOM-067-SCFI-1994)
 Formación para el Trabajo y Capacitación Técnica sin Reconocimiento de
Validez Oficial - (NOM-137-SCFI-1999)
 Autotransporte de Carga (NOM-125-SCFI-1998)
 Remozamiento y Mantenimiento de Inmuebles y Muebles que se
Encuentran en los Mismos - (NOM-130-SCFI-1998)
 Paquetes de Graduación - (NOM-136-SCFI-1999)
 Servicios Funerarios - (NOM-036-SCFI-2000)
 Reparación y/o Mantenimiento de Automóviles - (NOM-068-SCFI-2000)
 Compraventa y Consignación de Vehículos Usados - (NOM-122-SCFI-
1997)
 Arrendamiento de Vehículos - (NOM-124-SCFI-1997)
 Servicios Fotográficos - (NOM-126-SCFI-1998)
 Compraventa de Materiales para la Construcción - (NOM-135-SCFI-
1999)
 Venta de Muebles de Línea y Sobre Medida - (NOM-117-SCFI-1995)
 Reparación y Mantenimiento de Aparatos Electrodomésticos o a Base de
Gas.- (NOM-085-SCFI-2001)
 Servicios de Atención Médica por Cobro Directo (NOM-071-SCFI-2001)
 Comercialización de Animales de Compañía o de Servicio, y para la
Prestación de Servicios para su Cuidado y/o Adiestramiento. (NOM-148-
SCFI-2001)
Artículo 85.- Definición: Tiene diversos errores que se introdujeron en la
ley vigente de 1992 y permanecen aún con las reformas de 2004.

En la ley de 1975, que es su antecedente inmediato y fue la primera en


nuestro país, se definía este tipo de negocio jurídico de mejor manera.

La definición actual parece ser mas fenomenológica que de esencia


jurídica, ya que define a los contratos por adhesión por sus características
tangibles y externas. Es criticable en varios sentidos este artículo; la
primera aproximación crítica va en torno a la denominación de “contrato
de adhesión” porque la expresión correcta es “contrato por adhesión”.

Ovalle Favela critica la definición, sobre todo porque estos contratos son
acuerdos de voluntades en los que una de las partes propone e impone a
la otra el clausulado, mientras que la parte contraria solo puede adherirse
a ese contenido contractual.

En este sentido no todo contrato es contrato por adhesión.

Los contratos de machote no son necesariamente contratos por adhesión.

Artículo 86.- Registro Obligatorio y previo sujeto a NOM.


Artículo 86 bis.-
Artículo 86 ter.-
Artículo 86 quater.-
Artículo 87.- Procedimiento de registro y modificación y afirmativa ficta en
caso únicamente (según Ovalle Favela) de registro obligatorio y previo.
Artículo 87 bis.-
Artículo 86 ter.-
Artículo 88.- Registro voluntario.
Artículo 90.- Efectos de la inclusión de cláusulas ilícitas: nulidad.
Artículo 90 bis.-

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