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Pasando ahora de un concepto que tiene su desarrollo en la edad media, pasamos a dos
conceptos que tienen su debate en la contemporaneidad y sus inicios desde la
modernidad. La identidad, nos dice Bauman: “Efectivamente se trata de un
rompecabezas y de un desafío para la sociología, si se recuerda que sólo hace unas
décadas la “identidad” no ocupaba ni mucho menos un lugar destacado en nuestros
pensamientos, limitándose a ser objeto de meditación filosófica” [ CITATION Zyg051 \l
3082 ]. La identidad es un fenómeno que se convierte en un elemento importante en el
mundo contemporáneo.
La identidad pregunta por el ser de un individuo y el lugar que ocupa en el mundo, pero
Taylor complejiza la cuestión diciendo que la identidad es una construcción tanto
individual como colectiva. Taylor (1996) basando en Erik Erikson subraya que la
identidad es un concepto psicológico que refiere a la construcción de un individuo desde
su infancia hasta su madurez, siendo un proceso inacabado que se desenvuelve a lo
largo de la vida del ser humano. Por otra parte considera que la identidad está
estrechamente enlazada con la moral, en el sentido de lo que es bueno ser socialmente.
De allí parte algunos fundamentos morales de la teoría de Taylor, de los cuales llama la
atención la cuestión de la dignidad, haciendo alusión a la forma en que cada individuo
se piensa como merecedor de respeto ante los demás.
Se hace referencia entonces a unos horizontes de vida que es todo que: “aquello en
virtud de lo cual encontramos el sentido espiritual de nuestras vidas” [ CITATION Cha06 \l
3082 ]. Esto es importante porque marca la identidad como un elemento de especial
significado en la existencia tanto individual como social de los individuos. Por lo tanto,
no tener un marco referencial hace carecer la vida de sentido y no estarán presentes las
bases del pensar, el sentir y la facultad del juicio., impidiendo situar al individuo en el
mundo de la vida moral y social.
Luckmann y Berger, nos dicen, que “la identidad constituye un elemento clave de la
realidad subjetiva y en cuanto tal, se halla en una relación dialéctica con la sociedad”,
así mismo advierten que la realidad es un proceso social, que a su vez es mantenido por
una estructura social. Las sociedades tienen historias de las que emergen identidades
específicas, pero a su vez son hechas por individuos con identidades específicas, es
decir es un proceso que se forma social e individualmente. Bien nos dicen estos autores
que la identidad es un fenómeno que surge de la relación entre individuo y sociedad.
Este concepto se presenta como ambiguo y ambivalente por su amplitud; es por ello
que, para no caer en el error de construir una identidad desde un sentido meramente
psicológico o filosófico, es importante aclarar, que la identidad como unidad analítica
alude a dos realidades intrínsecas: por un lado, el individuo en la sociedad y por otro la
del agente social externo que lo observa. Partiendo de esta relación dialéctica se
discierne que es un proceso sociogenético, lo que conlleva a decir que la identidad de un
individuo que a su vez se constituye en una identidad colectiva, es un proceso que se
construye por medio del proceso de socialización del individuo, de acuerdo a la
sociedad en donde vive, donde adquiere valores, costumbres y tradiciones que permiten
configurar su identidad.
Para el observador que busca identificar elementos que den pista sobre los diferentes
momentos por los que un individuo construye identidad, es importante caracterizar,
cuáles individuos, instituciones, influyeron en el individuo o grupo a estudiar, en este
caso, de las bordadoras, es fundamental entender cómo llega una mujer a aprender las
diferentes formas del bordado y qué influye en que se reconozca como bordadora.
En este sentido se puede argüir que “la pertenencia a un grupo que constituye o refuerza
la identidad se construye por comparación y en oposición a otros grupos” tal como lo
expresa François Dubet. Por ello es de vital importancia reconocer que en el caso que
nos interesa los individuos a estudiar pertenecen al grupo de trabajadoras del bordado en
Cartago.
Teniendo en cuenta entonces, que la identidad tiene una configuración interna y otra
externa, es menester, hablar del reconocimiento, tal como lo menciona Charles Taylor
(2009) la identidad se moldea a partir del reconocimiento por parte de los otros o por la
falta de este reconocimiento o por un falso reconocimiento. El acto del reconocimiento
está estrechamente ligado con la identidad, formando parte sustancial en la construcción
de identidad.
Hipótesis
Metodología
Por otra parte entonces, hay que tener en cuenta la historia de los individuos, ya que
ellos a su vez construyen la identidad y los procesos sociales. En este sentido se hará
una exploración en las historias de vida de los individuos en relación a su trabajo
como bordadoras y cómo llegan a trabajar en ello. Para este fin se hará la historia de
vida de tres bordadoras, teniendo en cuenta el concepto de identidad narrativa que nos
dice que “Ni la definición de la persona en la perspectiva de la referencia identificante,
ni la del agente en el ámbito de la semántica de la acción, que, presuntamente, enriquece
la primera aproximación, han tenido en cuenta que la persona de la que se habla, que el
agente del cual depende la acción, tienen una historia, son su propia historia.” [ CITATION
Pau06 \l 3082 ].
Incluya modelo de las historias de vida y como las procesará, asi sea como anexo
Referencias
Ricoeur, P. (2006). Si mismo como otro. Ciudad de México: Siglo xxi editores .
Javier Gómez Ferri, A. G. (s.f.). Open Course Ware, Universidad de Valencia. Obtenido de
http://ocw.uv.es/ciencias-sociales-y-juridicas/tecnicas-cualitativas-de-investigacion-
social/tema_6_investigacion_documental.pdf.
Várguez Pasos, Luis A. (1999). Identidad, henequén y trabajo: los desfibradores de Yucatán/
México: El Colegio de México, Centro de Estudios Sociológicos, 1999.