Las temperaturas óptimas de cultivo son de 30°C para el día y la siembra en semillero, seguida de
la germinación; posteriormente la formación de tres a cuatro hojas verdaderas y finalmente el
trasplante a campo, con una duración aproximada de 30-35 días. Posteriormente se produce la fase reproductiva que incluye las etapas de floración (que se inicia a los 25-28 días después del trasplante), de formación del fruto y de llenado de fruto, hasta la madurez para su cosecha, la cual se inicia en el primer racimo entre los 85-90 días después del trasplante. La etapa reproductiva tiene una duración de 180 días, aproximadamente. El ciclo total del cultivo es de aproximadamente siete meses (CORPOICA, 2006). La temperatura es el factor que más puede afectar el desarrollo del cultivo. Para conseguir un desarrollo óptimo, el tomate necesita una determinada alternancia de temperaturas, siendo de especial interés el valor alcanzado por la temperatura nocturna, sobre todo durante la fructificación. Es un cultivo que se ve bastante afectado por el frío y 12 temperaturas inferiores a 0°C destruyen totalmente la planta (Maroto, 2002). Temperaturas excesivamente altas, coincidiendo con regímenes hidrométricos demasiado bajos, pueden provocar la caída de flores y frutos recién cuajados. La incidencia de temperaturas bajas puede producir asimismo la abscisión floral (Maroto, 2002). El aumento de la temperatura, deficiencias de fíto asimilados o un aumento excesivo de la respiración interactúan conjuntamente y afectan el desarrollo de las flores. Las altas temperaturas nocturnas influyen en la translocación de los carbohidratos, limitan la producción de frutos. Las condiciones de temperaturas extremadamente altas o bajas reducen la viabilidad del grano de polen, promueven la formación de estigmas más alargados que las anteras, disminuyen el crecimiento del tubo polínico y generan los granos de polen, resultando en un bajo cuajado de frutos (Menezes, 1992). Así, por ejemplo, un exceso de temperatura (más de 30°C) o una temperatura demasiado baja (menos de 10°C) pueden redundar en la formación de polen estéril. Los límites térmicos para que se produzca una normal fructificación en el tomate es de 30-35°C en su tope máximo, y de 10-13°C en su valor mínimo (Maroto, 2002). El tomate es un cultivo de temporada calurosa y son propensos a daños por heladas en cualquier fase de desarrollo. Al exponer las plantas a temperaturas inferiores a 10°C, sufren de una germinación retrasada de sus semillas y desarrollo inicial muy lento. El Frio también reduce la cantidad de frutos cuajados y retrasa la maduración. En manera similar, temperaturas extremas superiores a los 35°C, reducirán el cuajado y restringirán la coloración. Si las temperaturas altas coinciden con estrés hídrico, las plantas producirán frutos blandos (YARA, 2017).