Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Filósofos de La Antigüedad
Filósofos de La Antigüedad
)
Los primeros filósofos trataron de entender el origen del mundo en el que vivían.
Se interesaron por la infinidad de la cosmología, la perfección de la geometría y
por la composición de la naturaleza. Para aproximarse a la reflexión sobre el
origen del Universo plantearon el concepto arché (arjé), que hacía referencia a ese
elemento desconocido que era la base de todas las cosas y componía en última
instancia todo el Universo. El arché era la sustancia primigenia, el elemento
esencial del que estaba compuesto el mundo físico. Los filósofos griegos
propusieron distintas respuestas ante la pregunta de qué era el arché. Además de
esta búsqueda infructuosa, también abordaron otros temas como la naturaleza
(physis) -especialmente los presocráticos-, o la política y la antropología.
En su Metafísica, Aristóteles (384 a.C.- 322 a.C.) escribe que Tales de Mileto fue
el primer filósofo. Nacido en la polis de Mileto, en la costa de la actual Turquía,
Tales viajó por Egipto y aprendió geometría. Entre sus aportes matemáticos más
importantes está el famoso Teorema de Tales. En cuanto a su obra filosófica, pese
a no conservarse ningún texto suyo, se sabe -por otros autores que escribieron
sobre él- que Tales consideró el agua como el elemento primigenio del mundo y
del Universo. Para Tales el arché era el agua, porque era algo a partir de lo que se
podía formar todo lo demás, era esencial para la vida, capaz de provocar
movimiento y transformación. Por su búsqueda de la verdad a través de la razón,
superando las historias o mitos que se contaban en la época, se considera a Tales
de Mileto el primer filósofo. Como curiosidad, se dice que midió la altura de la
Pirámide de Keops.
Uno de los pluralistas fue Empédocles, que señaló al agua, la tierra, el aire y el
fuego como los cuatro elementos esenciales que componían todas las cosas.
El arché pasaba de ser una única sustancia (monismo) a poder estar formado por
varias (pluralismo). Los cuatro elementos que identificó Empédocles como
sustanciales estaban en constante movimiento y mezclándose. Además,
Empédocles habló de el Amor y la Discordia como fuerzas motoras del ser,
fuerzas de atracción y repulsión.
Otro pluralista fue Anaxágoras, que habló de una serie de semillas que formaban
el mundo físico. Trataba así de explicar la pluralidad de formas en el mundo, ya
que estas semillas de las que hablaba eran partículas elementales de muy
diferente naturaleza. Además de esta explicación, Anaxágoras introdujo el
concepto de nous, con el que intentó dar forma a la inteligencia, que según él era
un fluido que se filtraba en el interior de la materia y la dotaba de movimiento.
Diógenes (412 a.C. – 323 a.C.)
Famoso por vivir como un vagabundo, Diógenes consideraba que la pobreza era
una virtud, ya que la verdadera virtud es la supresión de necesidades. Algo sólo al
alcance de los más sabios. Él sin duda era muy sabio: vivía únicamente con un
manto, un zurrón y un báculo. Llevó una vida natural e independiente de los
«falsos bienes» de los que gozaba la sociedad convencional. Diógenes pensaba
que los dioses habían dado al hombre una vida fácil, pero que este se encargaba
de complicarla. La filosofía de Diógenes era denunciar lo convencional, liberarse
de los deseos y reducir al mínimo las necesidades. En la actualidad hay un
síndrome psiquiátrico que lleva el nombre de Diógenes, y que hace referencia a
personas que sufren aislamiento social (voluntario), abandono personal y
acumulación de basura.
Con Cicerón llegamos al primer gran filósofo romano. Como vemos en el gráfico
G1042018, la decadencia de las polis griegas y el crecimiento de Roma hizo virar
el centro político, cultural y social desde Atenas hacia la Península itálica. Los
años dorados de los pensadores griegos habían terminado. Cicerón filosofó sobre
temas sociales como la amistad, la felicidad, la vejez o la sabiduría, sobre temas
políticos como la autoridad o la dictadura, sobre oratoria y retórica, y también
sobre justicia. Fue uno de los abogados más reconocidos de Roma, y ha pasado a
la historia como un gran escritor, maestro del estilo epistolar, y por haber
introducido el conocimiento de las escuelas de pensamiento helenas en la filosofía
romana.
Séneca (4 a.C. – 65 d.C.)
Pese a ser uno de los Emperadores romanos más famosos y queridos, Marco
Aurelio dejó además una importante obra filosófica. Como buen romano era
estoico, y siguió las enseñanzas de Séneca. Escribió las famosas Meditaciones,
una compilación de reflexiones en doce tomos distintos en las que habla sobre la
condición humana, el universo, la moralidad, los valores… Toda la obra está
cargada de melancolía e impotencia por no poder cambiar la irracionalidad con la
que actúan los hombres.
La ciudad de Alejandría era en esos años el mayor centro intelectual del mundo.
Allí estudió Plotino antes de trasladarse a Roma, llevando consigo una nueva
corriente: el neoplatonismo, una variante de la doctrina de Platón. Plotino creía en
la reencarnación del alma, y también que ésta era inmortal. Si Anaxágoras habló
del nous o Platón de las Ideas, Plotino señaló al Uno como fuente indefinible de
todas las cosas. Ese Uno se situaba en la parte superior de todo, estaba por
encima de todo, y era una sola cosa. No es difícil imaginar por qué el pensamiento
de Plotino fue muy importante en el desarrollo y afianzamiento del cristianismo,
religión que en esos momentos se estaba arraigando en la sociedad del Imperio
Romano.
En el año 313 los cristianos pudieron salir de las catacumbas y de sus escondites
y practicar su religión sin miedo, pues el Emperador Constantino I proclamó la
libertad religiosa en el Imperio. Desde esa histórica fecha, el cristianismo no hizo
sino crecer. Se convirtió en una doctrina atractiva para la gente y ganó
rápidamente muchos adeptos, también entre las clases gobernantes. En el año
529 se ordena el cierre de la Academia fundada ochocientos años antes por
Platón, por ser un centro de difusión del paganismo. El edicto de ese año
promovido por Justiniano prohibía además la enseñanza de la filosofía griega.
Durante los primeros mil años de cristianismo no encontramos tantos filósofos
como en la Antigüedad, de hecho hay un vacío entre San Agustín y San Anselmo
de 600 años en el que no hay avances en filosofía ni filósofos destacados. Fueron
largos años de oscuridad durante la Alta Edad Media en los que los monjes, en
sus monasterios, trataban de integrar la antigua filosofía griega con la doctrina
cristiana. La escolástica fue la orientación filosófica que predominó, sin
pretender dar respuesta a preguntas como «¿Existe Dios?» o «¿tiene el hombre
un alma inmortal?», sino buscando explicaciones que justificaran el creer en Dios
y en el alma inmortal.
Tuvieron que pasar nada más y nada menos que seiscientos años para que el
cristianismo diera otro gran filósofo. Anselmo de Canterbury (canonizado como
San Anselmo en el año 1494) se empeñó en demostrar la existencia de Dios de
manera argumentada. Planteó una ingeniosa manera de conseguirlo. Sólo hace
falta aceptar dos premisas (fácilmente aceptables): que Dios, de existir, es un ser
superior a todos los demás, que no hay nada más grande; la otra premisa es que
la existencia es superior a la no existencia, es decir, aquello que existe es más
importante que lo que no existe. Con estas dos ideas se plantea el argumento
ontológico de San Anselmo, que se puede representar de la siguiente manera:
El argumento fue aceptado por destacados filósofos como Descartes o Spinoza,
pero también hubo quienes lo encontraron absurdo, como Santo Tomás de Aquino
o Immanuel Kant. Fue de hecho Kant quien, en 1781, bautizó este planteamiento
de San Anselmo como «Argumento ontológico». Además, Anselmo de Canterbury
es considerado el padre de la escolástica.
Averroes (1126-1198)
Influenciado por las ideas de Erasmo y Lutero, Calvino fue radical a la hora de
asegurar que algunas personas estaban predestinadas a la salvación, y otras
predestinadas a la condenación. Desde su punto de vista, el individuo podía tratar
de demostrar que era un elegido de Dios con los éxitos que alcanzara en vida. Las
ideas de Calvino fomentaban el espíritu de empresa burgués. No fue
especialmente tolerante, como muestra la implacable condena al científico Miguel
Servet, a quien Calvino acusó de herejía. Servet fue quemado vivo junto a sus
obras. Calvino es el padre del calvinismo, una corriente dentro del protestantismo.
Un ejemplo de que los tiempos estaban cambiando con respecto a la oscura Edad
Media es la figura de Bartolomé de las Casas. Este fraile español se preocupó por
la dignidad y derechos de los indígenas, que sufrían el racismo y la violencia de
los colonizadores en la recién descubierta América. Su defensa fue tal que se
ganó el apodo de Apóstol de los Indios. Se le considera, junto a Francisco de
Vitoria, fundador del derecho internacional moderno, y también precursor de los
derechos humanos.
Francis Bacon es el iniciador del empirismo británico, una corriente que se basa
en la idea de que todo conocimiento ha de proceder de la experiencia y los
sentidos. A esta postura se sumarán célebres filósofos después de Bacon como
Hobbes, Locke o Hume, en contraposición al racionalismo que defenderán
Descartes, Spinoza o Leibniz. Es una lucha filosófica muy importante, y que tiene
su base más profunda en el debate sobre si el ser humano posee o no ideas
innatas. Bacon, Hobbes, Locke y Hume creen que no hay nada en la mente que
no haya estado antes en los sentidos («Nihil est in intellectu quod non prius fuerit
in sensu»), y que la experimentación práctica es la única manera de llegar a
conocer la verdad del mundo. Así promovieron la búsqueda de leyes naturales, la
formulación de teorías, el planteamiento de hipótesis… y bajo esa filosofía hicieron
sus progresos Copérnico (astronomía), Vesalio (anatomía), Pascal (matemáticas)
o Newton (física).
Uno de los grandes filósofos que vinieron después de Descartes fue Spinoza, que
se posicionó a favor del pensamiento cartesiano y realizó profundas reflexiones
sobre el concepto de sustancia. Siguiendo las enseñanzas de Aristóteles, Spinoza
otorgó a todos los objetos del mundo dos cualidades: un cuerpo y una mente,
tanto a los hombres, como a los árboles, los pájaros o las rocas. En el
pensamiento de Spinoza, Dios o la Naturaleza son las únicas sustancias que se
definen a sí mismas, y todas las demás están definidas por éstas dos.
Thomas Hobbes (1588-1679)
La batalla del empirismo vs. racionalismo siguió con Leibniz, que atacó duramente
a John Locke por haber dudado de la existencia de las ideas innatas en el ser
humano. Contestando directamente a Locke, Leibniz publicó Nuevos ensayos
sobre el entendimiento humano (1704), donde refutaba capítulo por capítulo
el Ensayo sobre el entendimiento humano de Locke. Leibniz introdujo algo
interesante para el debate empirismo vs. racionalismo, ya que si bien defendía que
la razón permitía acceder a todo el conocimiento, añadió un importante «en
principio». Este añadido deja la afirmación en un: «En principio, la razón permite
acceder a todo el conocimiento». Leibniz creía que las facultades racionales del
hombre eran limitadas, por eso no todo el conocimiento podía abarcarse mediante
la razón. Leibniz es considerado inventor del cálculo infinitesimal, si bien durante
su vida tuvo que defenderse de las acusaciones de plagio que relacionaban su
obra matemática con la de su contemporáneo Isaac Newton.
Montesquieu (1689-1755)
El primer gran nombre de estos «Filósofos de la Revolución» es Montesquieu,
famoso por haber propuesto la separación de poderes en Legislativo, Ejecutivo y
Judicial. Un modelo que fue incorporado en la Constitución de los Estados Unidos
de América en 1776 y que influyó enormemente sobre las naciones europeas.
Publicando El espíritu de las leyes en 1748, Montesquieu pretendió argumentar
que la monarquía constitucional era el mejor sistema político para luchar contra el
despotismo. Se dejó influenciar por las propuestas que John Locke planteó
en Segundo Tratado sobre el gobierno civil, publicado en 1690.
Voltaire (1694-1778)
Georg Hegel (1770-1831)
Hegel fue el primer gran filósofo del siglo XIX. Muy influenciado por Kant, fue un
idealista que defendió que la realidad no es material, sino espiritual. Es importante
por plantear muchas reflexiones, pero especialmente por introducir el concepto
de dialéctica. La dialéctica hegeliana asegura que «toda noción -o tesis– contiene
en sí misma una contradicción –antítesis-, que únicamente se supera con el surgir
de una nueva noción, más rica, llamada síntesis, a partir de la noción original».
Nietzsche (1844-1900)
Aunque murió justo en el año 1900, se considera a
Nietzsche un filósofo del mundo moderno. Quiso superar la tradición filosófica
platónica de la existencia de dos mundos, uno físico y otro que sólo se podía
conocer mediante el intelecto. Para ello proclamó su famosa frase: «¡Dios ha
muerto!», tratando de significar que la creencia en valores superiores había sido
superada. Con su concepto del superhombre, Nietzsche se refiere a un hombre
nuevo en la historia, libre de miedos y temores, que genera su propio sistema de
valores, ajeno al marco ético de la Iglesia, de la tradición, la familia o el Estado. El
superhombre es aquel capaz de controlar y al mismo tiempo disfrutar de sus
instintos, un hombre que sólo cree en lo que puede ver, y que por tanto reniega de
la religión. Nietzsche defiende, con la idea de que no existen dos mundos y con la
idea del superhombre, que los individuos han de encontrarle el sentido a la vida
terrenal, a la vida presente, a la vida real, y disfrutar cada momento, porque no
hay un Más Allá (cristianismo) o un Mundo de las Ideas (platonismo) que nos
aguarde tras nuestra muerte. El mundo era uno, la vida una sola vez, y había que
aprovecharla. La obra más importante de Nietzsche es Así habló
Zaratustra (1885). El superhombre de Nietzche fue apropiado por Hitler para dar
apoyo filosófico al nazismo.