Está en la página 1de 3

Diez aprendizajes que ha dejado el COVID-19 a los sistemas educativos de la

región

Esta frase es hoy más oportuna que nunca. Los sistemas educativos de
América Latina y el Caribe (ALC) han respondido a la crisis en la medida de
sus posibilidades, enfrentando serios desafíos para alcanzar a las poblaciones
más vulnerables. En la medida en que se interioricen los aprendizajes que ha
dejado hasta ahora, se podrá aprovechar la crisis para superarlos. Sobre esto
se conversó recientemente con Ana Patricia Andrade (Ministerio de Educación
de Perú), Vicky Colbert (Fundación Escuela Nueva), Carlos Fritzen (Federación
Fe y Alegría) y Claudia Uribe (UNESCO/OREALC). A continuación, algunas de
las ideas que surgieron a partir de dicho diálogo.
1. Lavarse las manos es más importante de lo que se creía. La primera
línea de defensa contra el COVID-19 es el agua y el jabón. Los sistemas
educativos tenían una gran deuda con sus estudiantes y docentes, pues una
proporción significativa de escuelas no contaba aún con acceso regular a agua
potable. En este sentido, la pandemia ofrece una gran oportunidad para
atender esta deuda pendiente e invertir en algo tan fundamental.
2. El mundo está realmente interconectado. ALC es hoy el epicentro de la
crisis sanitaria mundial a solo seis meses de los primeros casos al otro lado del
mundo. ¿Por qué no interconectarnos más en otras áreas? ¿Por qué no
compartir más recursos educativos entre nuestros países? La universalidad de
Plaza Sésamo, e iniciativas como Escuelas+ y Adela nos permiten vislumbrar
que es mucho más lo que nos une, que lo que nos separa.
3. Primero lo primero: competencias básicas en lectura y escritura. Previo
al COVID-19, los sistemas educativos enfrentaban una “crisis de aprendizajes”
generalizada, con tres de cada cuatro (72%) jóvenes vulnerables sin
competencias mínimas de comprensión lectora. Esto limita su capacidad de
aprendizaje en general y más aún en forma remota. Se deberán establecer
estrategias de remediación al regreso a clases y utilizar metodologías probadas
para enseñar a leer y escribir, incluyendo en idiomas originarios, e impedir que
las brechas existentes se sigan ampliando.
4. Integrar más efectivamente la tecnología en la educación. Tal como
indica el estudio “Del papel a la nube” es indispensable contar con sistemas de
información y gestión educativa (SIGED) robustos, que permitan fortalecer el
vínculo con los estudiantes, planificar y asignar recursos eficientemente.
Además de plataformas de aprendizaje, necesitamos volver a invertir en
programas educativos de radio y televisión, y formar a los docentes en su uso.
Estos han sido altamente efectivos para atender a los estudiantes más
vulnerables. Estos recursos deben convertirse en apoyos permanentes para
docentes, estudiantes y sus familias, una vez superada la crisis.
5. No olvidar el papel. El texto escolar y los recursos impresos han sido
grandes aliados durante la pandemia. Países como Chile, El Salvador y México
han colocado versiones digitales en sus plataformas e impreso materiales para
los estudiantes sin conectividad. Los padres de familia ya hacen grandes
esfuerzos por imprimir dichos recursos. En un futuro inmediato, el texto escolar
puede ser la base de una estrategia multicanal integrada para desarrollar otros
recursos: digitales, radiales y televisivos, entre otros.
6. El currículo puede ser más efectivo. Los sistemas educativos han
priorizado sus contenidos curriculares durante la crisis. ¿Por qué no continuar
con esto después de la crisis? En muchos países de ALC, la carga curricular
resulta abrumadora, con hasta 12 asignaturas en la primaria. Esto, sin tomar en
cuenta que muchos sistemas no proveen textos y materiales para todas las
áreas, que los padres no pueden adquirirlos y que los docentes pueden no
estar en capacidad de impartirlas (i.e. maestros que no hablan inglés imparten
inglés). El adagio “menos es más” no podía ser más apropiado.
7. Superar la dictadura de las cuatro paredes. La crisis ha demostrado que
se puede aprender en otros entornos (virtuales, televisivos y radiofónicos) y
espacios (hogares). Las restricciones de bioseguridad y distanciamiento físico
invitan a repensar en modelos por alternancia y comprender mejor cómo y en
qué ambientes aprenden mejor los estudiantes, como propone Rosan Bosch.
También podemos explorar el pasado cercano, las “Escuelas al aire libre”,
utilizadas en su época por razones de salud. En ocasiones, para seguir
avanzando, uno debe mirar hacia atrás y evaluar el pasado.
8. Las alianzas con padres de familia y otros actores son fundamentales.
Aunque suene trillado, la educación es responsabilidad de todos. En una
encuesta reciente de Perú, dos terceras partes de los padres de familia
solicitaron más apoyo para mejorar el aprendizaje en casa, incluyendo
orientación y apoyo socioemocional, recursos y materiales. Diversas
organizaciones privadas han apoyado desinteresadamente a los ministerios de
educación a superar la crisis. Esto nos hace repensar las relaciones con las
familias y los tipos de partenariados que podemos lograr. Aprovechar este
potencial será fundamental para retomar el camino una vez superemos la
crisis.
9. La educación privada en ALC está en cuidados intensivos. Una buena
proporción de los estudiantes de la región asisten a centros privados,
particularmente en preescolar, el segundo ciclo de la secundaria y la terciaria.
La crisis ha provocado el cierre temporal y quizá definitivo de muchas
instituciones y los ministerios están siendo llamados a intervenir. Muy
probablemente deberán absorber buena parte de su matrícula. Muchas
instituciones privadas prestan servicios de altísima calidad a la población más
vulnerable y se han convertido en verdaderos centros de innovación, tales
como Alianza Educativa, Fe y Alegría y aeioTü. La crisis nos ofrece una
oportunidad para repensar la relación con los prestadores privados y establecer
reglas de juego claras para aprovechar su potencial.
10. Los sistemas de alimentación escolar serán fundamentales para paliar la
crisis y para retener a los estudiantes. Más que una crisis sanitaria, COVID-19
se perfila como una de las mayores crisis económicas en tiempos modernos.
Un reciente informe de FAO nos pone en alerta sobre su impacto en la
seguridad alimentaria en la región. Países como Guatemala y Haití han
desplegado esfuerzos que están logrando llegar a los más vulnerables, a los
estudiantes en la escuela, basados en la participación comunitaria y las
compras locales. Esta es una gran oportunidad para repensar el modelo de
gestión de tan importante servicio.
Aunque se añore la escuela pre COVID-19, no se debe regresar a ésta. Se
debe sacar provecho a la crisis, construir sistemas más equitativos, que
prioricen la atención a las poblaciones más vulnerables. La crisis, realmente,
ofrece la oportunidad de hacerlo.

También podría gustarte