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República de Colombia

Corte Suprema de Justicia


CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
SALA DE CASACIÓN PENAL

FERNANDO ALBERTO CASTRO CABALLERO


Magistrado Ponente

AP288-2016
Radicación n° 47189
(Aprobado Acta No.019)

Bogotá, D.C., veintisiete (27) de enero de dos mil


dieciséis (2016).

VISTOS

Examina la Sala los requisitos de admisibilidad de


la demanda de casación formulada por el defensor del

procesado RIGOBERTO PANTOJA RODRÍGUEZ contra la


sentencia proferida por la Sala Penal del Tribunal

Superior de Pasto, por cuyo medio confirmó en su


integridad la dictada por el Juzgado Tercero Penal del

Circuito de Conocimiento de la misma ciudad que lo


condenó como autor del delito de tráfico, fabricación o

porte de estupefacientes.
HECHOS
Radicado n° 47189
RIGOBERTO PANTOJA RODRÍGUEZ

Fueron sintetizados por el sentenciador de segundo


grado de la siguiente manera:

En horas de la tarde del día 20 de julio de 2014, funcionarios de


la Policía Nacional adscritos a la Dirección de Tránsito y
Transporte, en el kilómetro 36 de la vía Pasto–Mojarras,
realizaron una requisa al vehículo de placas BKP–576 y a su
conductor el señor Rigoberto Pantoja Rodríguez, encontrando en
poder de este último un alijo que en su interior contenía una
sustancia que fue identificada en forma empírica como
clorhidrato de cocaína, caracterización que luego fuera
confirmada con la prueba preliminar homologada respectiva,
misma que también determinó que su peso neto era de 85
gramos.

Cabe anotar que dicho hallazgo motivó la captura del


supranombrado.

ACTUACIÓN PROCESAL

1. Por los anteriores hechos, el 21 de julio de 2014,


ante el Juzgado Quinto Penal Municipal con Funciones de
Control de Garantías de Pasto, fue legalizada la captura de
RIGOBERTO PANTOJA RODRÍGUEZ; asimismo, la Fiscalía le
formuló imputación como autor del delito de tráfico,
fabricación o porte de estupefacientes, en la modalidad de
llevar consigo, previsto en el inciso 2º del artículo 376 del
Código Penal; cargo al cual se allanó.

Conviene destacar que la delegada del ente acusador


se abstuvo de solicitar la imposición de medida de
aseguramiento en contra del supranombrado, por lo cual
recobró su libertad.

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Radicado n° 47189
RIGOBERTO PANTOJA RODRÍGUEZ

2. Habiéndole correspondido el asunto al Juzgado


Tercero Penal del Circuito de Conocimiento de Pasto, el 15
de abril de 2015 se cumplió la audiencia de
individualización de pena y en la misma fecha se dictó
sentencia en la que se condenó al procesado RIGOBERTO
PANTOJA RODRÍGUEZ a las penas principales de 56 meses de
prisión y 1.8 SMLMV de multa, así como a la accesoria de
inhabilitación para el ejercicio de derechos y funciones
públicas por el mismo término de la sanción privativa de la
libertad, como autor de la conducta punible por la que se
allanó.

De igual forma, le fue negado el subrogado de la


suspensión condicional de la ejecución de la pena y el
mecanismo sustitutivo de la prisión domiciliaria,
disponiendo librar orden de captura en su contra para el
cumplimiento de la sanción.

3. Apelado el fallo por el defensor del incriminado, en


sentencia adiada el 10 de junio de 2015, el Tribunal
Superior de Pasto lo confirmó en su integridad.

4. Contra la anterior decisión, el defensor del acusado


PANTOJA RODRÍGUEZ interpuso recurso de casación, cuya
admisibilidad es el objeto del presente pronunciamiento.

SÍNTESIS DE LA DEMANDA

Omitiendo referirse al fin o fines que persigue con el


recurso extraordinario, el demandante formula un reproche
contra la sentencia del Tribunal al amparo de la causal

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RIGOBERTO PANTOJA RODRÍGUEZ

prevista en el numeral 2º del canon 181 de la Ley 906 de


2004, que se sintetiza de la siguiente manera:

Manifiesta que el fallo opugnado se profirió en un


juicio viciado de nulidad por afectación sustancial de la
estructura del debido proceso y de las garantías debidas a
su prohijado, originada en «la falta de presencia del
imputado a la audiencia que el juzgado denominó como
“audiencia de verificación de allanamiento, individualización
de la pena y lectura de sentencia”», cuya finalidad, dice, no
es otra que, previo a emitir el respectivo fallo, constatar
directamente con el imputado que la aceptación unilateral
de cargos adolezca de vicios del consentimiento o de la
voluntad.

En esa medida, agrega el censor, de conformidad con


el principio de legalidad – art. 6º de la Ley 906 de 2004 –, era
imprescindible que el juez de conocimiento verificara «si
efectivamente el allanamiento a cargos realizado por
Rigoberto Pantoja Rodríguez se hizo de manera libre,
consciente y voluntaria, con el debido asesoramiento de su
defensor de confianza o [de uno] nombrado por el Estado»,
por lo que si el mencionado no compareció a la audiencia
programada para tal efecto, se pregunta el recurrente, «con
quién se iba a realizar esa verificación?», y en apoyo de esa
tesis cita el contenido del artículo 293 de la Ley 906 de
2004 y jurisprudencia de la Sala sobre el alcance del
mentado precepto (CSJ SP, 13 feb. 2013, rad. 39707).

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Agrega que aun cuando la aceptación unilateral de


cargos se cumplió ante el juez de control de garantías en la
correspondiente audiencia preliminar, la norma y el criterio
de autoridad citados ut supra, establecen que el juez de
conocimiento debe hacer un control formal y material al
acto de allanamiento con el objeto de verificar el respeto por
los derechos fundamentales del procesado, pues este último
funcionario no es un simple fedatario de la labor cumplida
por su homólogo.

En consecuencia, el libelista solicita a la Corte casar la


sentencia impugnada para, en su lugar, declarar la nulidad
de la actuación desde la audiencia de «verificación de
allanamiento», con el propósito de que el juez de
conocimiento constate directamente con el imputado la
legalidad del acto de aceptación unilateral de cargos.

CONSIDERACIONES DE LA CORTE

1. De acuerdo con lo normado en el artículo 181 de la


Ley 906 de 2004, el recurso de casación se concibe con el
doble propósito de servir de control constitucional y legal de
las sentencias proferidas en segunda instancia en procesos
adelantados por delitos, cuando afecten derechos o
garantías procesales.

Claramente se advierte que la citada codificación no


establece que el delito de que se trate tenga previsto un
mínimo de pena legal, como exigencia para acceder a la

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RIGOBERTO PANTOJA RODRÍGUEZ

impugnación extraordinaria, ni señala unos requisitos


formales que deba cumplir el libelo.

Sin embargo, según lo tiene decantado la


jurisprudencia de la Sala, la demanda no puede elaborarse
utilizando un discurso de libre composición, ni la casación
penal puede entenderse como una instancia adicional para
debatir aspectos que ya fueron materia de controversia, o
como facultad ilimitada para revisar el proceso.

Por el contrario, de acuerdo con el artículo 184 de la


Ley 906 de 2004, para que el libelo sea admitido se
requiere que el recurrente (i) cuente con interés para
impugnar; (ii) indique la causal conforme a la cual se
estructura el reproche de las contempladas en el artículo
181 ibídem; (iii) postule y desarrolle el cargo siguiendo los
requisitos de lógica y adecuada fundamentación que
contemple el motivo casacional escogido; (iv) acredite a
través de la censura formulada la vulneración de derechos
fundamentales; y, finalmente (v) demuestre la necesidad de
la intervención de la Corte en orden a alcanzar alguno de
los fines señalados en el artículo 180 ibídem, valga decir, la
efectividad del derecho material, el respeto de las garantías
de los intervinientes, la reparación de los agravios inferidos
a éstos y la unificación de la jurisprudencia.

Además, en la postulación y desarrollo de los cargos


la demanda debe observar los principios que gobiernan la

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RIGOBERTO PANTOJA RODRÍGUEZ

impugnación extraordinaria, en especial los de coherencia,


claridad y precisión, prioridad, autonomía, no
contradicción, sustentación suficiente y crítica vinculante,
por lo cual, en orden a demostrar los errores in iudicando o
in procedendo en que haya podido incurrir el fallador, no es
viable argumentar a la manera de un alegato de instancia,
sino de acuerdo con la dialéctica propia del recurso de
casación, evidenciando su trascendencia.

Ahora, sin perjuicio de lo dicho, la ley otorga a la Sala


de Casación Penal de la Corte la facultad de superar los
defectos de la demanda para decidir de fondo en aquellos
eventos en que los fines de la casación, su fundamentación,
posición del impugnante dentro del proceso e índole de la
controversia planteada, así lo ameriten.

Significa lo anterior, que dada la preponderancia de


los fines del recurso extraordinario en la sistemática de la
Ley 906 de 2004, aun cuando la demanda de casación no
reúna las exigencias formales y sustanciales, la Corte puede
superar sus defectos y decidir de fondo el asunto si lo
advierte necesario para garantizarlos; y de igual forma, no
obstante cumplir el libelo los requisitos de lógica y debida
fundamentación, procede su inadmisión si de acuerdo con
dichos fines no se precisa de un fallo de mérito.

2. Una primera objeción que surge frente al libelo, es


la omisión del impugnante de exponer cuál es el fin o fines
que persigue con el recurso extraordinario, valga decir, por
qué la Corte debe intervenir en orden a realizar alguno de

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los propósitos consagrados en el artículo 180 de la Ley 906


de 2004, esto es, la efectividad del derecho material, el
respeto de las garantías de los intervinientes, la reparación
de los agravios inferidos a éstos o la unificación de la
jurisprudencia.

Tal falencia resulta relevante en la medida en que al


incumplir el casacionista con la carga de argumentar por
qué esta Corporación debe realizar el control constitucional
y legal de la sentencia recurrida, exigencia que no se
satisface con la simple referencia al contenido de la norma
en cita, sino que es necesario exponer, con claridad y
precisión, las razones en que se sustenta el objeto
perseguido con el recurso extraordinario, motivos que a su
vez deben armonizar con el desarrollo de los cargos
postulados, al punto de revelar la afectación o perjuicio de
los derechos y garantías fundamentales de la parte, deja a
la Corte sin posibilidad de comprender cuál es la razón que
hace ineludible su intervención en orden a restablecerlos o
repararlos, o realizar alguno de los otros propósitos
señalados en la norma.

Además, los motivos que persigue el demandante con


el recurso de casación, tampoco se logran identificar en el
desarrollo del único reparo propuesto que, valga destacar,
no acredita la supuesta violación de la estructura del
debido proceso ni de las garantías del acusado, o de qué

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RIGOBERTO PANTOJA RODRÍGUEZ

manera ello produjo consecuencias adversas a la situación


jurídica de éste; falencia que por sí sola es suficiente para
inadmitir el libelo, según la jurisprudencia de esta Sala 1.

3. Al margen de lo anterior, los evidentes desatinos de


lógica y debida fundamentación en el desarrollo del único
reparo propuesto por el censor, imposibilitan a la
Corporación para pronunciarse de fondo en relación con la
demanda.

En efecto, sostiene el defensor que el vicio que


denuncia, frente al cual cabe anotar que no identifica si es
de estructura o garantía, pues se refiere indistintamente a
uno y otro motivo invalidante, como si se tratara de
conceptos semejantes, se origina en que el juez a quo
realizó la «audiencia de verificación de allanamiento,
individualización de la pena y lectura de sentencia» sin
contar con la presencia del acusado RIGOBERTO PANTOJA
RODRÍGUEZ, quien, valga destacar, se encontraba en libertad
y fue debidamente citado a dicha diligencia, lo que en su
opinión impidió que el funcionario judicial constatara
directamente con el imputado que la aceptación unilateral
de cargos hecha en la audiencia preliminar respectiva,
adoleciera de vicios del consentimiento o de la voluntad,
tesis que apoya en jurisprudencia de esta Sala 2.

1
CSJ AP, 10 dic. 2014, rad. 45065; CSJ AP, 3 dic. 2014, rad. 42787; CSJ AP, 30 abr. 2014, rad.
43428; CSJ AP, 18 abr. 2012, rad. 38678; entre otros.
2
CSJ SP, 13 feb. 2013, rad. 39707.

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Previo a estudiar el reproche propuesto, conviene


recordar que si bien esta Corporación ha dicho que la
nulidad es menos exigente en su demostración que las otras
causales de casación, lo cierto es que impone al recurrente
proceder con precisión y claridad a identificar la clase de
irregularidad sustancial que determina la invalidación;
señalar si se trata de un vicio de estructura o garantía;
plantear sus fundamentos fácticos; indicar los preceptos
que considera conculcados; expresar la razón de su
quebranto; y, especificar el momento de la actuación a
partir de la cual se produjo el vicio.

Asimismo, compete al libelista informar la cobertura


de la invalidez, evidenciar que procesalmente no existe
manera diversa de restablecer el derecho afectado y, lo más
importante, comprobar que la anomalía denunciada tuvo
injerencia perjudicial y decisiva en la declaración de justicia
contenida en el fallo impugnado –principio de
trascendencia–, dado que el recurso extraordinario no
puede fundarse en especulaciones, conjeturas, afirmaciones
carentes de demostración o en situaciones ausentes de
quebranto.

Además, exige tener en cuenta los principios que rigen


esa materia, por lo cual debe quedar claro que: i) se trate de
uno de los motivos expresamente contemplados en la ley –
taxatividad–; ii) afecte de manera real y cierta las garantías

fundamentales o altere las bases esenciales de la actuación


–trascendencia–; iii) el acto tachado de irregular no haya
cumplido su propósito –instrumentalidad–; vi) quien la solicite

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no haya dado lugar al motivo de invalidación – protección–; v)


la irregularidad no haya sido convalidada expresa o
tácitamente por el perjudicado, siempre que no vulnere sus
garantías fundamentales –convalidación–; y, vi) no haya otra
manera de enmendar el agravio –residualidad–.

Descendiendo al asunto de la especie, la Sala no


advierte acreditado el supuesto fáctico sobre el cual se
fundamenta la irregularidad sustancial denunciada por el
impugnante como motivo invalidante de la actuación, valga
decir, que la circunstancia de que el procesado PANTOJA
RODRÍGUEZ no hubiera estado presente en la audiencia de
individualización de pena y sentencia prevista en el artículo
293 del Código Penal, impidió que el juez a quo
comprobara, mediante interrogatorio directo al
supranombrado, que «el allanamiento a cargos… se hizo de
manera libre, consciente y voluntaria, con el debido
asesoramiento de su defensor de confianza».

En efecto, soslaya el casacionista que en audiencia


preliminar celebrada el 21 de julio de 2014, ante el Juzgado
Quinto Penal Municipal con Funciones de Control de
Garantías de Pasto, una vez la Fiscalía formuló imputación
al incriminado como autor del delito de tráfico, fabricación o
porte de estupefacientes –art. 376, inc. 2º, C.P. –, la cual éste
expresó haber comprendido a cabalidad 3, PANTOJA
RODRÍGUEZ fue informado por el Juez de Control de
Garantías acerca de los derechos que le asistían en calidad
de imputado –art. 8 de la Ley 906 de 2004–, así como de la

3
Audiencia de formulación de imputación, registro No. 520014088003-2, minuto 00:22.

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posibilidad de allanarse al cargo en mención, pero también


de las consecuencias jurídicas y de los beneficios punitivos
de una determinación de tal naturaleza 4, luego de lo cual,
previo asesoramiento de su defensor de confianza 5,
manifestó aceptar el cargo, decisión que reconoció, al ser
interrogado por la funcionaria judicial, era libre, consciente,
voluntaria y debidamente informada6.

Siendo ello así, es decir, habiéndose cumplido en la


audiencia de formulación de imputación por parte del
respectivo funcionario, la labor relativa a constatar el
respeto de los derechos y garantías fundamentales del
imputado, la cual se concretó en indagar a PANTOJA
RODRÍGUEZ sobre su comprensión respecto del cargo
endilgado, desde el punto de vista tanto fáctico como
jurídico, poner en su conocimiento los derechos que a partir
de tal acto de comunicación adquiría, así como enterarlo de
la posibilidad de allanarse al mismo, pero también de
informarle las consecuencias jurídicas de tal determinación
y el beneficio punitivo que le comportaría, y después de
abrir el espacio para que el defensor de confianza le
brindara al implicado la correspondiente asesoría sobre
dicha determinación, verificar que la manifestación de
aceptación del cargo formulado por la Fiscalía estuviera
exenta de vicios del consentimiento y no se vulneraran
derechos fundamentales; no puede ahora pretender el
defensor del procesado que el referido control judicial fuera
replicado por el juez de conocimiento en la audiencia de

4
Ídem, minuto 1:10.
5
Ídem, minuto 4:58.
6
Ídem, minuto 5:24.

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individualización de pena y sentencia, a través del


interrogatorio al citado, como si la actividad cumplida por
su homólogo de garantías no tuviera ningún efecto jurídico.

Ahora, si bien el demandante en apoyo de su tesis cita


jurisprudencia de esta Corporación –CSJ SP, 13 feb. 2013, rad.
39707– donde se afirma que «la función del juez de
conocimiento, en lo relativo al acta de aceptación de cargos o
a los acuerdos suscritos con la Fiscalía, no se reduce a la de
un de simple fedatario de lo realizado ante el juez de control
de garantías, sino que le compete ejercer una verificación
formal y material de dichos actos», de tal aserto no es
posible concluir que corresponde a dicho funcionario
constatar nuevamente, mediante interrogatorio al
imputado, que la aceptación unilateral de cargos en la
audiencia de imputación se realizó de manera libre,
consciente, voluntaria y debidamente informada, asesorada
por la defensa y sin violación de garantías fundamentales;
sino que ese deber se entiende cumplido al verificarse la
legalidad de tal acto, para lo cual basta acudir a los
registros de audio de la audiencia preliminar respectiva,
puesto que ya dicha labor fue ejercida por el Juez de
Control de Garantías, de conformidad con lo dispuesto en
los artículos 131 y 293 de la Ley 906 de 2004.

Tal ha sido el criterio expresado por la Corte en


plurales decisiones a propósito del cambio de
jurisprudencia en torno a la posibilidad que en un principio
se admitió, de retractarse de manera pura y simple de la
aceptación unilateral de cargos manifestada en la audiencia

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de imputación, hasta el momento en que el juez de


conocimiento procediera a verificar la legalidad de tal
expresión de voluntad del implicado 7, pero que luego se
modificó para proscribir la facultad de desdecirse de lo
aceptado cuando ello obedece al mero arbitrio del imputado.

Sobre el tema en cuestión, en CSJ SP, 13 feb. 2013,


rad. 40053, dijo la Corte:

[E]stima la Sala que esa posibilidad [de retractarse], por lo


demás ajena a lo que el texto estricto de la ley diseña, resta
seriedad al instituto de allanamiento a cargos, en tanto, si ya un
funcionario judicial ha verificado que la aceptación de cargos
emergió voluntaria, libre y plenamente informada, no existe
razón para facultar el desdecirse de un compromiso que en
atención a su naturaleza comporta plenos efectos jurídicos,
tornando en mero ejercicio insustancial lo realizado ante el juez
de control de garantías. (…)

Ya en ocasión anterior a la decisión jurisprudencial examinada,


la Sala había establecido su concepto sobre el tema 8, señalando:

“Ello conduce a que el juez de control de garantías únicamente


interviene, en esa verificación, cuando se trata de allanamientos
y ocurren en la audiencia de formulación de imputación. En este
caso, sobra anotar, el juez de conocimiento no tiene que
interrogar a la persona acerca de esos elementos de voluntad y
conocimiento, pues, ya la tarea fue adelantada por el funcionario
de control de garantías. Tampoco, debe precisarse, se hace
necesaria la presencia del imputado en la diligencia de
verificación de legalidad y contenido de lo aceptado.

No es objeto de controversia, que en los casos de allanamiento


resulta imposible la retractación por voluntad del imputado –
desde luego, huelga anotar que aquí ninguna intervención tiene
la Fiscalía-, en tanto, de un lado, la verificación de los aspectos

7
CSJ SP, 30 may. 2012, rad. 37668.
8
«Auto del 21 de marzo de 2012, radicado 38500».

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dispuestos en el artículo 131 arriba reseñado, emerge


automática a la manifestación de aceptación de los cargos,
durante la audiencia respectiva y a cargo del juez que la
adelanta; y del otro, el inciso segundo del artículo 293 de la Ley
906 de 2004, únicamente autoriza la retractación para los casos
de preacuerdo.” (…)

Al efecto, en primer lugar, es necesario relevar que el artículo 293


de la Ley 906 de 2004, de ninguna manera habilita reiterar la
práctica ya realizada por el Juez de Control de Garantías cuando
se trata de un allanamiento operado en sede de la audiencia de
formulación de imputación, pues, su contenido se dirige
exclusivamente a los asuntos gobernados por ese acto bilateral
que deriva en un preacuerdo sometido en todos sus extremos a
control del juez de conocimiento. (…)

Pero, sucede que en tratándose del allanamiento a cargos


operado en la audiencia de formulación de imputación, la
verificación fue efectuada por el juez de control de garantías, en
seguimiento de lo que sobre ello contempla el artículo 131 de la
Ley 906 de 2004, resultando cuando menos paradójico que se
trate, en momento posterior, de realizar una diligencia ya
agotada e incluso de darle efectos jurídicos trascendentes, con lo
cual se termina vulnerando el principio antecedente-consecuente
o de compartimientos estancos que gobierna el proceso penal y,
en general, cualquier procedimiento judicial. (…)

La razón de establecer diferencias entre juez de control de


garantías y de conocimiento, para la verificación de que se trata
de una aceptación libre, consciente, voluntaria y debidamente
informada, estriba en que la intervención de uno u otro depende
del momento en que esa renuncia a guardar silencio y al juicio
oral ocurra, pues, sobra recordar que para la aceptación
unilateral, pura y simple de cargos, existen tres espacios
procesales claramente delimitados: (i) La audiencia de
formulación de imputación; (ii) La audiencia preparatoria y; (iii) Al
inicio de la audiencia de juzgamiento.

Está claro que esa verificación y el cumplimiento de la obligación


de interrogar directamente al imputado (en el primer caso) o

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procesado (en los dos restantes), se halla a cargo del funcionario


ante quien de manera directa se hace la manifestación de
renuncia y porque ella necesariamente opera en audiencia y no
fuera de la misma –espacio reservado a esa negociación de parte
que comporta el preacuerdo-.

Entonces… cuando el juez de control de garantías verifica (en el


escenario de la audiencia de formulación de imputación) que el
allanamiento es libre, voluntario, consciente y completamente
informado, lo único que cabe, procesalmente hablando, es acudir
ante el juez fallador para que individualice la pena y profiera la
correspondiente sentencia (…).

Debe examinarse, conforme el contexto descrito, que el artículo


131 involucra a los jueces de garantías o de conocimiento en la
verificación de que la aceptación es libre voluntaria, consciente y
completamente informada, cuando se trata de allanamiento a
cargos, al tanto que la sistemática del artículo 293, conforme lo
plasmado en su segundo inciso, específicamente se dirige a los
asuntos que derivan de la transacción bilateral generadora del
preacuerdo sometido a conocimiento del juez.

Es en seguimiento de lo anotado que ese inciso segundo


exclusivamente atribuye la función verificadora al juez de
conocimiento y de forma expresa remite al “acuerdo”, pues, sobra
recalcar, este tipo de actos de parte se realizan siempre por fuera
del proceso formalizado, sin intervención del juez, y deben ser
presentados siempre al funcionario de conocimiento quien, por
obvias razones, ha de verificar lo que hasta entonces ningún
funcionario judicial ha examinado, luego de lo cual debe
individualizar la pena y emitir el consecuente fallo condenatorio.
(…)

Asumir lo contrario, esto es, que el juez de conocimiento debe


realizar de nuevo lo que ya con plena competencia y legitimidad
verificó el de control de garantías, en los casos de allanamiento a
cargos durante la audiencia de formulación de imputación,
implica, ni más ni menos, vaciar de contenido el artículo 131 de
la Ley 906 de 2004, tornando inane lo que por ley debe realizar
el juez de control de garantías.

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Surge patente entonces, que la jurisprudencia de esta


Corporación en manera alguna respalda la tesis del
recurrente según la cual, es imperativo para el juez de
conocimiento repetir el control de legalidad a la
manifestación de allanamiento realizada por el imputado en
la respectiva audiencia preliminar, puesto que según quedó
visto, lo que el evocado criterio de autoridad expresa es
precisamente todo lo contrario, valga decir, que no es
necesario que el citado funcionario cumpla nuevamente la
labor que ya realizó el Juez de Control de Garantías con
plena competencia y por disposición legal – art. 131 Ley 906 de
2004–, concretándose su función a constatar que en dicho

acto se respetaron las garantías fundamentales del


incriminado y que no se vulnera el postulado de la
presunción de inocencia, luego de lo cual lo procedente es
individualizar la sanción y proferir la correspondiente
condena, tal como atinadamente lo consideró el Tribunal al
desatar el recurso de apelación interpuesto contra la
sentencia de primer grado.

Por otra parte, el libelista se queda corto al desarrollar


el reproche de nulidad, por cuanto no indica qué efecto
nocivo produjo a las garantías fundamentales de su
representado la supuesta irregularidad consistente en que
se llevara a cabo la audiencia de individualización de pena y
sentencia sin la presencia de éste último, dejando in albis a
la Corte sobre la trascendencia de la anotada circunstancia
que, itera la Sala, no se advierte ilegal, amen que la defensa
del procesado PANTOJA RODRÍGUEZ no planteó en dicha

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oportunidad ante el juez de conocimiento la existencia de


vicio alguno en la decisión del mencionado de aceptar el
cargo formulado por la Fiscalía, limitándose a reclamar la
presencia de éste en la pluricitada audiencia con el
propósito de que se verificara la legalidad del allanamiento,
petición que le fue negada.

Así las cosas, las protuberantes falencias de lógica y


adecuada fundamentación advertidas en la demanda,
aunado a la falta de demostración de la censura propuesta,
conducen a su inadmisión.

4. Resta señalar que no se observa que con ocasión del


fallo impugnado o dentro de la actuación se violaran
derechos o garantías de los intervinientes, como para que
tal circunstancia imponga superar los defectos del libelo en
orden a decidir de fondo, según lo dispone el inciso 3° del
artículo 184 de la Ley 906 de 2004.

Contra esta decisión procede el mecanismo de


insistencia, en los términos establecidos por la Sala en CSJ
AP, 12 dic. 2005, rad. 24322.

En mérito de lo expuesto, la CORTE SUPREMA DE


JUSTICIA, SALA DE CASACIÓN PENAL,

RESUELVE

INADMITIR la demanda de casación presentada por el


defensor de RIGOBERTO PANTOJA RODRÍGUEZ.

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Radicado n° 47189
RIGOBERTO PANTOJA RODRÍGUEZ

De conformidad con lo dispuesto en el artículo 184 de


la Ley 906 de 2004, es viable la interposición del
mecanismo de insistencia en los términos precisados por la
Sala.

Cópiese, notifíquese y cúmplase.

JOSÉ LUIS BARCELÓ CAMACHO

JOSÉ LEONIDAS BUSTOS MARTÍNEZ

FERNANDO ALBERTO CASTRO CABALLERO

EUGENIO FERNÁNDEZ CARLIER

GUSTAVO ENRIQUE MALO FERNÁNDEZ

EYDER PATIÑO CABRERA

PATRICIA SALAZAR CUÉLLAR

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RIGOBERTO PANTOJA RODRÍGUEZ

LUIS GUILLERMO SALAZAR OTERO

NUBIA YOLANDA NOVA GARCÍA


Secretaria

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