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1896 - 1897

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LA VOZ DE
LA MUJER Editorial del primer número
de La Voz de la Mujer, periódico
ANARQUISTA comunista anárquico.

Nuestros propósitos cielos, ¿sabéis lo que encontramos? Lascivia y


brutal impureza, corrupción y cieno y una nueva
Compañeros y compañeras, ¡salud! ocasión de vender nuestros flacos y macilentos
Y bien: hastiadas ya de tanto y tanto llanto y cuerpos. Volvimos atrás nuestros ojos, ¡secos sí,
miseria; hastiadas del eterno y desconsolador muy secos ya!, y allá, a lo lejos, en lontananza,
cuadro que nos ofrecen nuestros desgraciados casi vimos a nuestros hijos, pálidos, débiles y
hijos, los tiernos pedazos de nuestro corazón; enfermizos… y la brisa, caliginosa ya, nos traía
hastiadas de pedir y suplicar, de ser el juguete, la eterna melodía del pan. ¡Mamá, pan por Dios!
el objeto de los placeres de nuestros infames Y entonces comprendimos por qué se cae… por
explotadores o de viles esposos, hemos decidi- qué se mata y por qué se roba (léase expropia).
do levantar nuestra voz en el concierto social y Y fue entonces también, que desconocimos
exigir, exigir decimos, nuestra parte de place- a ese Dios y comprendimos cuán falsa es su
res en el banquete de la vida. existencia; en suma, que no existe.
Largas veladas de trabajo y padecimientos, Fue entonces que compadecimos a nuestras
negros y horrorosos días sin pan han pesado caídas y desgraciadas compañeras. Entonces
sobre nosotras, y ha sido necesario que sintié- quisimos romper con todas las preocupaciones
semos el grito seco y desgarrante de nuestros y absurdas trabas, con esta cadena impía cuyos
hambrientos hijos, para que hastiadas ya de eslabones son más gruesos que nuestros cuer-
tanta miseria y padecimiento, nos decidiése- pos. Comprendimos que teníamos un enemigo
mos a dejar oír nuestra voz, no ya en forma de poderoso en la sociedad actual y fue entonces
lamento ni suplicante querella, sino en vibran- también que, mirando a nuestro alrededor, vi-
te y enérgica demanda. Todo es de todos. mos muchos de nuestros compañeros luchando
Hasta ayer hemos suplicado a un Dios, a una contra la tal sociedad; y como comprendimos
virgen u otro santo no menos imaginario el uno que ese era también nuestro enemigo, decidi-
que el otro, y cuando llenas de confianza hemos mos ir con ellos en contra del común enemigo,
acudido a pedir un mendrugo para nuestros hi- mas como no queríamos depender de nadie,
jos, ¿sabéis lo que hemos hallado? La mirada alzamos nosotras también un jirón del rojo es-
lasciva y lujuriosa del que, anhelando cambiar tandarte; salimos a la lucha… sin Dios y sin jefe.
de continuo el objeto de sus impuros place- He aquí, queridas compañeras, el porqué
res, nos ofrecía con insinuante y artera voz un de nuestro periódico, no nuestro, sino de to-
cambio, un negocio, un billete de banco con que dos, y he aquí, también, por qué nos declara-
tapar la desnudez de nuestro cuerpo, sin más mos comunistas anárquicas proclamando el
obligación que la de prestarles el mismo. derecho a la vida, o sea, igualdad y libertad.
Marchamos más adelante, siempre confia-
das y con la esperanza puesta en Dios y en los La Redacción
cielos, y después de haber tropezado y caído
por no mirar por donde caminábamos mien- Fuente: La Voz de la Mujer (1896-1897), edición facsimi-
tras fijábamos nuestra anhelante mirada en los lar, Bernal, Universidad Nacional de Quilmes, 2002.

MANIFIESTOS POLÍTICOS ARGENTINOS

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