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HIGIENE GENERAL DEL PIE.

Las múltiples funciones de la piel, hacen de esta, un órgano que es


importante asegurar y conservar el funcionamiento normal.
Las secreciones de las glándulas sudoríparas y sebáceas y los
desechos producidos por la descamación de la epidermis, forman sobre la piel
una especie de capa grasa sobre la cual se fija el polvo. El conglomerado así
formado, obstruye y entorpece las funciones vitales de la piel.
En los pliegues cutáneos, especialmente en los espacios interdigitales
de los dedos, en donde las secreciones sebáceas son muy intensas, y en
donde la aireación es defectuosa, se produce una rápida e importante
acumulación de desechos. A consecuencia del calor que reina habitualmente
en estos sitios, se forma un medio particularmente favorable al desarrollo de
microorganismos. De todo esto, resulta un peligro de infección, mucho más real
porque la piel tiende fácilmente a agrietarse.
Los cuidados de limpieza general de la piel son de una importancia
primordial, sobre lo que es importante insistir al cuidado de los pies y se debe
dedicar una mayor atención.
Después de un día de trabajo, el pie que ha estado encerrado por
muchas horas en un calzado que no corresponde a su forma y hecho de un
cuero no muy poroso, ésta piel está recubierta de una capa de desechos que
provienen del sudor, del polvo, de partículas que provienen de la descamación
de la epidermis y restos de medias o calcetines.
Los espacios interdigitales son especialmente asientos de una
acumulación de desechos que interesa hacer desaparecer para que no se
formen costras mal olientes y no aparezcan inflamaciones, residuos e incluso
afecciones cutáneas más o menos graves.
Por consiguiente es necesario lavar los pies muy bien por lo menos una
vez por día. El simple lavado diario con agua y jabón aclarándolo con agua fría
es mejor que el baño propiamente dicho.
En el caso de preferir el baño, el agua deberá ser fría o templada, hay
que evitar el agua muy caliente que ablanda la piel haciéndola más sensible a
las presiones y rozaduras del calzado. Esto es especialmente cierto para los
individuos que tienen la piel delicada, pacientes geriátricos o que tengan que
andar mucho.
El baño no se prolonga por más de 5 minutos, si se considera
indispensable y es de mayor utilidad sumergir los pies inmediatamente después
en agua fría, esto constituye una verdadera ducha escocesa que fortalece los
tejidos.
Después del baño una aplicación de alcohol o agua de colonia supone
un gran beneficio, ésta práctica aumenta la vitalidad de la piel y a disminuir la
hiperhidrosis.
Cuando la piernas y pies están muy fatigados. Como por ejemplo
después de una marcha, muy prolongada nada proporciona un alivio mayor
que un baño alternante, éste baño consiste en la inmersión sucesiva de los
pies en agua caliente (35-40º) y en agua fría (5-20º) según la susceptibilidad
del sujeto. Se comienza por sumergir los pies en agua caliente cuya
temperatura se conserva por adición sucesiva de agua caliente. Se dejan
durante 4 a 5 minutos hasta que estén enrojecidos e inmediatamente después
de sumergir en agua fría durante 10 minutos, tan pronto como se hayan
enfriado se vuelven a colocar agua caliente y se repite la operación 4 o 5 veces
terminando siempre por el baño frío. Este baño activa intensamente la
circulación, produce un gran descanso y esta particularmente indicado para
combatir los pies fríos.
Si los espacios interdigitales tienden a agrietarse hay que procurar
mantenerlos perfectamente secos. Si la piel del pie está considerablemente
reseca se humectará con lanolina, aceite emulsionado e incluso vaselina
sólida, tanto en la zona plantar como dorsal, pero teniendo la precaución de no
aplicar en zona interdigitales ya que una zona con calor, humedad y oscuridad
es ideal para el crecimiento de agentes patógenos como lo es la micosis.
Los pies están aprisionados desde la mañana a la noche, por lo que
necesitan aire y luz tanto como otras partes del cuerpo, esto se consigue
fácilmente andando por el interior de la casa o en el jardín con los pies
descalzos o con zapatillas ligeras.
Cuando se van a emprender marchas prolongadas, no se pueden
emplear zapatos nuevos o de cuero muy rígido.
Los calcetines o calcetas y las medias groseramente zurcidas, pueden
dar lugar a la aparición de ampollas, helomas o hiperqueratosis y lo mismo
puede ocurrir con las verrugas plantares.
Un cambio frecuente de calcetines o medias y el empleo de calzado
suave y poroso de manera que permita la mejor ventilación posible son normas
de higiene, así como también, en lo que se refiere a la horma del calzado a
ejercicios apropiados para la musculatura de los pies y piernas, así como el
cuidado minucioso de las uñas de los pies.
En cuanto al cuidado del pie del niño, merecen mayor atención y su
porvenir depende de los cuidados proporcionados en su etapa de formación, no
hay que estimularlo a ponerse de pie demasiado pronto, cuando la bóveda
plantar aún no es demasiado resistente. Cuando sea bastante fuerte,
generalmente hacia el primer año de vida, ya se las arreglará por sí sólo.
La elección del calzado es particularmente importante durante el período
de crecimiento, ya que un calzado estrecho y que no corresponda a la forma
del pie, provocará deformidades, incluso los calcetines deben ser lo bastante
amplios para no comprimirlos.
Hay que insistir acerca de lo necesario de asegurar un perfecto
desarrollo de los pies del niño suprimiendo radicalmente los zapatos de suela
dura, que ojala tengan cordones, obviamente de cuero y de suela delgada y es
muy recordable que puedan andar descalzos en terreno irregular cuando el
tiempo lo permita o dentro de la casa, ya que esto proveerá un excelente
ejercicio para desarrollar la musculatura de la bóveda plantar.
Nos daremos cuenta de la importancia que juega el calzado moderno
como causa de las deformaciones del pie. Por consiguiente, es útil examinar
brevemente las cualidades que debe reunir un buen zapato. A través del
tiempo, sabemos que desde hace siglos los hombres han usado un calzado
irracional y únicamente son los pueblos primitivos quienes no tienen sus pies
deformados ya que para ellos el calzado era desconocido. Así puede
comprobarse que en muchas estatuas antiguas, aquellos hombres no llevaban
zapatos cerrados sobre el dorso del pie, haciendo uso de sandalias fijadas con
correas. La forma del calzado evoluciona con el tiempo y en el año 1600
apareció la suela y el tacón.
En el curso del siglo XVIII, la altura de éste último, empezó a aumentar.
La influencia de los zapatos de tacón alto y suela dura pasa desapercibida a
los médicos de la época. Algunas mejoras se fueron introduciendo a pesar de
todo en la construcción del calzado pues hubo un tiempo no tan lejano, en que
los zapatos eran absolutamente puntiagudos, exactamente simétricos y por
consiguiente intercambiables.
Los trabajos del anatomista alemán Von Mayer, que trabajó bastantes
años en suiza, consiguieron imponer una nueva forma del calzado mucho más
racional.
Este calzado consistía en que según “la línea de Von Meyer” en que
une el punto medio del tacón con el eje del primer dedo, por lo tanto es
asimétrico, suprime el saliente puntiagudo anterior y le da al borde interno una
dirección rectilínea, sin embargo el lado de estas ventajas innegables tiene el
inconveniente de exagerar la abducción del pie. La forma del calzado tuvo un
gran éxito y se expandió en Inglaterra y América en donde nos ha vuelto pero
ahora con el nombre de horma americana.
Actualmente se hacen estudios en diversos países a fin de encontrar un
calzado absolutamente racional, desgraciadamente la industrialización
creciente de la fabricación del calzado es un obstáculo serio a todo cambio
radical de la formas actuales. Lo ideal sería no calzarse, sin embargo, el pie
debe estar protegido contra el frío, humedad, irregularidades del suelo. El
calzado es mal necesario ya que contribuye a su debilitamiento progresivo y al
mal funcionamiento del pie.

CONDICIONES QUE DEBE REUNIR UN CALZADO.

Para disminuir considerablemente los efectos nefastos en el pie, el


calzado debe estar hecho de un cuero elástico y muy poroso.
Para protegerlo contra las irregularidades del suelo, debe tener una
suela gruesa, pero sin embargo debe ser lo suficientemente elástica como para
permitir su desenvolvimiento. El borde interno debe ser absolutamente
rectilíneo para no forzar el primer dedo hacia fuera, la extremidad anterior no
debe ser ni simétrica ni puntiaguda, debe tener forma redondeada que
corresponda a la curvatura formada por la extremidad de los dedos y una
porción levemente hacia delante que es a la altura del 2º dedo que es por
donde pasa la línea media del pie.
El ancho de la parte anterior debe ser la adecuada como para permitir
que los dedos tengan suficiente sitio sin tener que montarse o comprimirse
unos sobre otros.
La altura de este punto debe ser tal que los dedos puedan ejecutar
movimientos de extensión y flexión en una cierta medida.
Sin embargo la altura del empeine no debe ser uniforme en toda su
anchura, debiendo estar situado su punto más elevado correspondiendo con la
primera articulación metatarsofalángica y disminuir progresivamente hacia el
quinto dedo.
El tacón que en su origen se hizo necesario por el empleo de suelas
duras con el fin de ayudar al desenvolvimiento del pie, ha perdido esta
significación y se ha convertido simplemente en una cuestión de moda.
Cuanto más alto es el taco, más corto se hace el paso, mayor es la
sobrecarga del pie y más manifiesto se hace la hiperextensión de los dedos.
El tacón demasiado alto determina deformaciones que no se limita
solamente a los pies sino que alcanzan a las rodillas que quedan flexionadas
durante la marcha, la columna vertebral en la que se marca un acoplamiento
exagerado, etc,

Columna normal
DISTRIBUCION DEL PESO DEL CUERPO SEGÚN ALTURA DEL TACO.

ANTEPIE CALCANEO

Descalzo 43% 57%

Taco de 2 cms 50% 50%

Taco de 4 cms. 57% 43%

Taco de 6 cms. 75% 25%

Taco de 10cms. 90-100% 10-0%

De los estudios que se han hecho se deduce que la altura del tacón
debe ser de 3 cms. pero no sólo la altura del tacón es lo que importa sino
también su base que debe ser ancha con el fin de evitar la torsión del tobillo.
El largo del calzado se debe determinar teniendo en cuenta el largo del
pie medido en estado de carga y no en descarga, ya que se sabe que el pie en
estado de carga aumenta su longitud y si no se tiene en cuenta este aumento
el zapato resultará demasiado corto.
Todos los cuidados que se den a los pies no proporcionaran ningún
resultado completo y duradero si los pacientes no se deciden a llevar unos
zapatos que se acerquen lo más posible a la forma anatómica del pie dejando a
los dedos en libertad de movimientos.

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