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La inflamación se identifica con frecuencia por la presencia de eritema, hinchazón, dolor físico o calor
excesivo en una parte del cuerpo. Se trata de una respuesta del sistema inmunitario para proteger el
organismo de infección y lesiones. Y la lesión celular es una alteración del equilibrio o la homeostasis
celular producida por diversos mecanismos nocivos o dañinos.
La inflamación es una respuesta del sistema inmunitario para proteger el organismo de infección y
lesiones. Su finalidad es localizar y eliminar el tejido dañado para que el cuerpo pueda empezar a
recuperarse.
El tipo de exudado que se forme depende del tejido afectado y la naturaleza del irritante y así se
reconoce, en general:
• Exudado fibrinoso: predomina la fibrina sobre elementos celulares y líquido. Ejemplo:
pericarditis fibrinosa, que se observa en la fiebre reumática.
• Exudado seroso: predominio de líquido sobre células y fibrina. Ejemplo: peritonitis.
• Exudado purulento o supurativo: predominio de células (PMNN, especialmente) sobre líquido y
fibrina. Esto es lo que se conoce como pus, que tiene considerable número de PMNN, tejido
muerto el cual se licua por las enzimas proteolíticas liberadas de las PMNN que están con
evidentes signos de degeneración y se les llama “piocitos” y constituirá, cuando este pus está
bien circunscrito, un absceso en que la necrosis es liquefacción.
Las células principales que participan en esta son basófilos, mastocitos, eosinófilos y polimorfonucleares
(PMN).