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sexualidad-y-roles-de-genero

Género
Los y las cientistas sociales utilizan dos términos distintos para referirse a las diferencias biológicas y
aquellas construidas socialmente, estos son sexo y género. Aun cuando ambos se relacionan con las
diferencias entre hombres y mujeres, las nociones de género y sexo tienen connotaciones distintas. El
sexo se refiere a las diferencias y características biológicas, anatómicas, fisiológicas y cromosómicas de
los seres humanos que los definen como hombres o mujeres; son características con las que se nace, y
son universales, es decir, comunes a todas las sociedades y culturas y son inmodificables. El género es el
conjunto de ideas, creencias y atribuciones sociales, que se construyen en cada cultura y momento
histórico con base en la diferencia sexual. Y sus rasgos se han ido moldeando a lo largo de la historia de
las relaciones sociales. El enfoque o perspectiva de género considera las diferentes oportunidades que
tienen hombres y mujeres, las interrelaciones existente entre ellos y los distintos roles que socialmente se
les asignan. Las relaciones de género determinan diversas formas de acceder a los servicios de salud, y
en especial de salud sexual y reproductiva, por ejemplo.(1,2)
Como categoría de análisis, el concepto de “genero” es utilizado por primera vez en las ciencias sociales
en 1955 cuando el antropólogo John Money propone el termino gender role, “rol de genero” para
describir los comportamientos asignados socialmente a los hombres y a las mujeres. En 1968, el
psicólogo Robert Stoller definió que  gender identity, la “identidad de género”, que no es determinada
por el sexo biológico, sino por el hecho de haber vivido desde el nacimiento las experiencias, ritos y
costumbres atribuidos a cada género. (2)
En los años 70 el feminismo anglosajón impulsó el uso de este concepto para enfatizar las desigualdades
entre hombres y mujeres y que éstas son socialmente construidas y no biológicas. Por lo tanto, distinguir
la diferenciación sexual -determinada por el sexo cromosómico, gonadal, hormonal, anatómico y
fisiológico de las personas- y de las interpretaciones que cada sociedad hace de ella, permite una mejor
comprensión de la realidad social. Permite demostrar además que las características humanas
consideradas femeninas son adquiridas por las mujeres mediante un complejo proceso individual y
social. (2)
En los años 80, el género comenzó a ser utilizado por diversas disciplinas de las ciencias sociales porque
demostró ser una categoría útil para delimitar con mayor precisión: Como la diferencia (biológica) se
convierte en desigualdad (económica, social y política) entre mujeres y hombres, colocando en el terreno
simbólico, cultural e histórico los determinantes de la desigualdad entre los sexos. (2)
Desde la antropología, el género ha sido definido como la interpretación cultural e histórica que cada
sociedad elabora en torno a la diferenciación sexual. Esta interpretación da lugar a un conjunto de
representaciones sociales, prácticas, discursos, normas, valores y relaciones que dan significado a la
conducta de las personas en función de su sexo. (2)
Desde la psicología, el género es definido como el proceso mediante el cual individuos biológicamente
diferentes se convierten en mujeres y hombres, mediante la adquisición de atributos que cada sociedad
define como propios de la feminidad y la masculinidad. En este sentido, el género es la construcción
psíco-social de lo femenino y lo masculino.
Desde la perspectiva psicológica, el género es una categoría en la que se articulan tres elementos
básicos:
 La asignación de género: se realiza en el momento de nacimiento de la persona, a partir de la
apariencia externa de sus genitales.
 La identidad de género: es el esquema ideo-afectivo más primario, consciente e inconsciente, de
la pertenencia a un sexo y no al otro. Se establece más o menos a la misma edad en que se
adquiere el lenguaje (entre los dos y tres años) y es anterior a su conocimiento de la diferencia
anatómica entre los sexos.
 El rol de género: es el conjunto de deberes, aprobaciones, prohibiciones y expectativas acerca de
los comportamientos sociales apropiados para las personas que poseen un sexo determinado.
(1,2)

Por otra parte el género ha sido conceptualizado como elemento estructurador de un conjunto de
relaciones sociales -las relaciones de género- que determinan las interacciones de los seres humanos en
tanto personas sexuadas. Las relaciones de género son socialmente construidas y, por lo tanto, son
transformables; no proceden de la biología ni son necesariamente armoniosas, al contrario, pueden ser de
oposición y conflicto.

Sexualidad
La sexualidad es principalmente la construcción social de un impulso biológico, que es además,
multidimensional y dinámica, es decir, la experiencia que una persona tenga de la sexualidad está
mediada por la biología, los roles de género y las relaciones de poder, como también por factores tales
como la edad y la condición social y económica. Sin embargo, la influencia social más profunda sobre la
sexualidad de una persona proviene de los roles de género prescritos, las normas y valores sociales que
determinan el poder relativo, las responsabilidades y las conductas de hombres y mujeres por lo tanto, la
experiencia individual de la sexualidad no es más que la expresión de ese desequilibrio. (3,4)
Estos roles imponen un marco de referencia que, deja a las mujeres y a los hombres mal preparados para
tener relaciones íntimas mutuamente satisfactorias. Ya que el rol prescrito a menudo para las  mujeres es
ser pasivas en las relaciones sexuales. No se alienta ni apoya a las mujeres para que tomen decisiones
con respecto a la elección de sus parejas sexuales, para que negocien con sus compañeros el momento y
la naturaleza de la actividad sexual, para que se protejan del embarazo no deseado y las infecciones de
transmisión sexual, y menos aún para que reconozcan su propio deseo sexual.
Para los hombres el rol prescrito es la conquista sexual, como una forma de probar su propia
masculinidad. Se estimula a los hombres a pensar en primer lugar en su desempeño sexual, por lo que el
placer sexual de las mujeres se valora como una prueba del desempeño masculino.(3,4)
Los roles socialmente prescritos que demandan un macho sexualmente dominante hacen que los
hombres también enfrenten riesgos si no actúan como “hombres”; sino pueden ser identificados como
“homosexuales”. La homofobia es parte integral de la construcción social de la sexualidad masculina, y
conduce a patrones de conducta tales como el inicio sexual temprano y muchas veces riesgoso, o la
actividad sexual coercitiva y abusiva.  Desde esta perspectiva la homofobia es destructiva para hombres
y mujeres, ya sean homosexuales o heterosexuales.
Los roles de género de hombres y mujeres, que se refuerzan mutuamente, tienen consecuencias
especialmente negativas para las prácticas sexuales y la salud reproductiva. Ellos ponen en riesgo la
salud de una mujer cuando la conducen a tener embarazos no deseados y abortos en condiciones de
riesgo. La someten al riesgo de  enfermedad por descuidar su salud,(control prenatal tardío en
adolescentes, por ejemplo), por el abuso y la violencia de género, por prácticas dañinas como la
violación y otras formas de relaciones sexuales obligadas, (perder la pareja si no accede a tener relación
sexual) y por las infecciones trasmitidas sexualmente, ITS, incluyendo VIH y SIDA.(3,4,5)
Los hombres también corren riesgos de contraer ITS, VIH y  SIDA, aunque en menor medida que las
mujeres,  por la presión social a que son sometidos a iniciar la vida sexual tempranamente, y la
aprobación social que reciben por tener múltiples parejas.
El énfasis en el rol reproductivo de las mujeres, excluyendo a los hombres, a menudo significa que los
varones no tienen acceso a servicios de salud reproductiva y no pueden participar en la toma de
decisiones reproductivas responsables.
Es muy importante enfatizar que siendo la sexualidad una construcción social, se puede influir y
modificar. El hablar, el encontrar un lenguaje para lo que no ha sido expresado, es una vía fundamental
para que las personas modifiquen sus percepciones de sí mismas y para que lleguen a comprender la
relación entre su comportamiento individual y el contexto social y cultural en que viven. (5,6,7)

Normas Sociales y Culturales en los


Comportamientos Sexuales de Hombres y
Mujeres
A lo largo de su niñez los niños y niñas reciben diferentes mensajes acerca de los comportamientos que
se esperan de ellos y ellas (mensajes de los padres, de la sociedad, los y las compañeras de colegio, el
sistema educativo, la iglesia,  los medios de comunicación) se les dice por ejemplo que algunos
comportamientos son aceptables en los varones y no en las niñas, y viceversa. Por lo tanto los y las
profesionales de la salud deben ser sensibles a la forma en que las normas de género influyen en la toma
de decisiones de los y las adolescentes/jóvenes respecto al comportamiento en la salud sexual y
reproductiva y a la forma en que esas normas influyen en el acceso a los servicios de salud. La salud
debe ser vista no sólo en función de los servicios sino también en función de las actitudes y la calidad de
la atención.
Todavía en muchas sociedades se valora más a los varones que a las mujeres. En varios países de África
del Sur, por ejemplo, se expulsa temporalmente o permanentemente del colegio a las estudiantes que
quedan embarazadas, pero no se adoptan sanciones contra los estudiantes que se hacen padres. En Chile
aunque no está permitido legalmente expulsar a una adolescente embarazada, el medio escolar se le hace
más difícil y percibe el rechazo, especialmente de otros padres y apoderados.
Las normas de género pueden poner en riesgo de violencia sexual, incluida la violación y la violencia
doméstica a las niñas y adolescentes. Un estudio en Egipto indicó que el 86% de mas de 2.300 mujeres
entrevistadas creían que ser golpeadas por sus esposos se justificaba en algunas circunstancia tales como
si la mujer se niega a tener relaciones sexuales o “le contesta al esposo”. El 31% de ellas fueron
golpeadas durante el embarazo. El porcentaje de las que creían que se justificaba ser golpeadas fue más
elevado entre las mujeres de 15 a 19 años. Para no pocas adolescentes la actividad sexual no es una
opción. Estudios realizados en Perú, Colombia, Botswana, Kenia, Malawi muestran que entre el 50 a
60% de las mujeres adolescentes habían tenido su primera relación sexual por la fuerza o coerción. (7,8).
Un estudio realizado por el Alan Guttmacher Institute observó que el 60% de las adolescentes
estadounidenses que habían tenido relaciones sexuales antes de los 15 años de edad, lo habían hecho
involuntariamente. Por otro lado los varones también pueden ser víctimas de relaciones sexuales por la
fuerza o coerción, especialmente entre los niños en situación de calle. (9).
La circuncisión femenina es otra práctica cultural que se basa en el género y que puede poner en peligro
la salud reproductiva. Según la Organización Mundial de la Salud cada año, alrededor de 2.000.000
niñas son sometidas a este procedimiento, que consiste en la amputación total o parcial del clítoris y, en
algunos casos, la extirpación de los labios menores. En algunas formas de circuncisión, el clítoris y los
labios menores se extirpan, los labios mayores se cortan y luego se cosen de modo que cubran la uretra y
la entrada a la vagina. Los riesgos inmediatos para la salud son infección, dolor intenso y sangrado que
pueden llegar a causar shock y a veces la muerte. Las complicaciones a largo plazo son la obstrucción
durante el parto y la prolongación del trabajo de parto. (7,10).

Violencia Basada en el Género


La violencia contra las mujeres sigue siendo el más perverso y menos reconocido abuso de los derechos
humanos en el mundo. Alrededor del mundo, una de cada tres mujeres ha sido golpeada, coercionada en
actos sexuales o otra forma de abuso, frecuentemente por alguien cercano a ella, marido u otro miembro
masculino de la familia. Una de cada cuatro mujeres embarazadas es golpeada por su pareja durante el
embarazo. La Conferencia sobre Derechos Humanos en Viena y la Cuarta Conferencia Mundial sobre  la
Mujer dieron prioridad a este tema ya que destruye las vidas, cuerpos, integridad psicológica y libertad.
La violencia puede tener profundos efectos en la salud reproductiva de las mujeres, entre ellos
embarazos no deseados, acceso restringido a información sobre planificación familiar y a métodos
anticonceptivos. Abortos inseguros o lesiones ocurridas durante un aborto legal después de un embarazo
no deseado.
La violencia basada en el género también sirve para perpetuar, ya sea por intención o consecuencia, el
poder y control del hombre sobre la mujer,

Diversas organizaciones mundiales reconocen que la violencia contra las mujeres está basada en las
desigualdades de género. Cuando se espera que las mujeres y las niñas sean sumisas, su comportamiento
relacionado con el cuidado de su salud, incluyendo la salud reproductiva, es afectado negativamente en
todas las etapas del ciclo de vida.   

Discriminación de género a lo largo de la vida de la mujer. '>(11,15)

Etapa Tipo de discriminación

Selección o preferencia del sexo masculino sobre el femenino, maltrato


Prenatal
durante el embarazo, embarazo forzado (por ejemplo, en una guerra)

Infanticidio femenino, abusos físicos y emocionales, acceso diferenciado


Infancia
en la alimentación y atención de salud

Circuncisión femenina, abuso sexual e incesto, acceso diferencial a la


Niñez alimentación y cuidado de la salud, acceso diferencial a la educación,
explotación sexual infantil

Adolescenci Violencia en el pololeo, actividad sexual coercionada económicamente,


a abuso sexual en lugares laborales, violación, prostitución forzada

Abuso de las mujeres por sus parejas, violación marital, femicidio, abusos
Reproductiv
psicológicos, abuso sexual en lugares laborales, descalificaciones
a
sexuales, violación, abuso de las mujeres discapacitadas

Tercera edad Abuso de las viudas, otros tipos de abuso por ser mujeres de mayor edad

Incorporación de la Perspectiva de Género a los


Programas de Salud Sexual y reproductiva
 Al incorporar la perspectiva de género a los programas de salud se deben considerar las siguientes
interrogantes:
¿Hay alguna diferencia entre el trato que se da a las mujeres y el que se da a los varones en el programa
de salud?
¿Qué limitaciones hay respecto al horario de atención que se les puede ofrecer a los varones que puedan
impedirles solicitar servicios de salud? Esto debido a que pueden tener mayor dificultad para obtener
permisos en sus lugares de trabajo para asistir a los centros de salud.
¿El programa pone la responsabilidad de la salud en manos de las mujeres solamente, o se hace
participar a los varones también?
¿Qué repercusiones tiene el programa en las relaciones entre hombres y las mujeres?
Cuando se planifiquen programas de salud en reproducción para varones adolescentes y jóvenes, estos
deben incluir:

 Ofrecer información acerca de la salud masculina, incluido el riesgo de ITS


 Información acerca del cuerpo femenino y las inquietudes que tienen las mujeres en  
  relación a la salud sexual y reproductiva
 Acceso a anticonceptivos y servicios de ITS (o de referencia)
 Educación para ayudar a los adolescentes a mejorar sus aptitudes de comunicación
 Puede ofrecer servicios en una sala aparte o en horas distintas de las se ofrecen a las  mujeres ya
que estos espacios son percibidos por ellos solo para mujeres. (16,18)

Conclusiones
Adolescentes y jóvenes tienen derecho a obtener información básica y acceso a los recursos que les
permita vivir una vida sexual y reproductiva satisfactoria. Reconocer que los varones tienen
responsabilidades que deben atenderse. Entender que en las decisiones de las adolescentes y jóvenes
acerca de temas de salud sexual y reproductiva influyen directamente sus padres, sus parejas y deben
abordar la necesidad de empoderar a las mujeres para que tomen decisiones informadas.
Entender las prácticas sexuales y las diferencias de género puede aumentar la eficacia de los programas
de intervención diseñados para reducir embarazo no deseado, ofrecer servicios integrales para la
interrupción segura del embarazo en aquellas situaciones en que la adolescente no desea seguir adelante
con su embarazo, en especial cuando éste es producto de violencia sexual e infecciones de transmisión
sexual en adolescentes y jóvenes de ambos sexos. (16,17).
Al respecto, se discute en el Congreso chileno un proyecto de Ley que despenaliza la interrupción del
embarazo en tres causales 1) Peligro de vida de la mujer embarazada 2) Inviabilidad fetal y 3)
Violación,  siendo esta ultima causal la más controversial.
Se deben concebir programas para adolescentes y jóvenes activos sexualmente, pero no unidos en pareja
todavía, y que aspiran a impedir embarazos y reducir su exposición a la transmisión de infecciones de
transmisión sexual. Estos programas deberían combinar la educación, sensibilización, consejería, pues
probablemente encontrarán resistencia en las fuerzas socioculturales imperantes actualmente, y
ofrecimiento de medios de regulación de la fecundidad. Los esfuerzos  de los programas y de las
intervenciones deberían estar focalizados en los grupos más vulnerables de la población, porque es allí
donde los y las adolescentes y jóvenes suelen carecer de opciones vitales y oportunidades alternativas a
los comportamientos reproductivos tempranos.
Los factores socioculturales y la perspectiva de género que influyen en las opiniones de los y las
adolescentes y jóvenes acerca de la sexualidad, su acceso a la información y a los servicios de salud
influyen en la salud sexual y reproductiva y en su bienestar, incluida su capacidad para protegerse de un
embarazo no planificado o adquisición de infecciones de transmisión sexual. (18,21).

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