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Esta actividad tiene por objetivo que los estudiantes apliquen el análisis situado a una argumentación del ámbito
público, considerando los factores contextuales que pueden incidir en la construcción del discurso y en las
formas de legitimar la postura presentada.
Actitudes
Pensar con autorreflexión y autonomía para gestionar el propio aprendizaje, identificando capacidades,
fortalezas y aspectos por mejorar.
Desarrollo de la actividad
El docente introduce el propósito de la actividad, señalando que se explorará en el análisis de argumentaciones
del ámbito público, añadiendo una nueva perspectiva a la pregunta que han discutido a lo largo de la unidad:
¿Por qué los contextos influyen en las formas de argumentar? Luego, explica que el análisis se llevará a cabo en
dos momentos. En el primero harán un análisis de algunos elementos de la situación de enunciación: contexto,
enunciador y controversia; el segundo análisis será para reconocer la posición del enunciador y sus argumentos.
El docente promueve una lectura por turnos, individual o compartida, de un texto argumentativo que circule en
algún medio de comunicación masiva. Una vez que se ha asegurado la comprensión del texto general del texto,
se exploran las condiciones comunicativas en que se inscribe el discurso, para lo cual los estudiantes se reúnen
en parejas y completan una tabla para analizar los siguientes aspectos de análisis.
COLUMNA DE OPINIÓN
¿Quiénes serán los llamados y las llamadas a pensar el Chile de las próximas décadas?
¿Seguirán siendo preminentemente hombres? ¿Acaso serán los mismos que se asombraron el
año pasado por una realidad que venía mutando hace un buen rato frente a sus narices y que
fueron incapaces de leer? ¿Seguirán siendo quizás los economistas, que no sólo se limitaron
en las últimas cuatro décadas a aplicar medidas de austeridad fiscal que terminaron por
destruir la educación y salud pública, sino que también – en sus versiones más egóticas – se
imaginaron literatos, escribiendo novelas de baja estofa en un intento patético de economizar
hasta las letras, como lo han hecho Andrés Velasco, Sebastián Edwards y Oscar Landerretche?
La crisis social que vive Chile es el reflejo de la crisis de un proyecto de país que ha sido
pensado con una visión de sociedad que deifica a la economía como perspectiva hegemónica
para entender la realidad.
Las siguientes líneas invitan a (re)pensar un viejo problema que hemos vivido en América
Latina desde tiempos atávicos: ¿quienes tienen el derecho de pensar nuestras sociedades?
Pareciera que desde hace un tiempo – golpes de estado y dictadura de por medio – las
transformaciones estructurales del espacio público generaron las condiciones ideales para el
desarrollo de un proyecto economicista de sociedad que sedujo a ambos lados de aquel Chile
binominal. La crisis estructural que viene viviendo nuestro país hace rato, pero que se hizo
visible para todos desde octubre pasado, también debiera significar repensar el rol de la
prensa y los medios en la esfera pública nacional.
PERIODISMO Y COLUMNISTAS
La Ciudad Letrada de Ángel Rama, obra póstuma publicada en 1984, se ha convertido con el
tiempo en uno de los textos más influyentes en los estudios latinoamericanos, y piedra
angular para explicar las continuidades entre el período colonial y lo que vendría después de
las independencias de las diferentes naciones de la región desde la perspectiva de la elite
letrada. En ese texto, Rama mapea el desarrollo y mecánica de la escena pública
latinoamericana, analizando los sujetos, espacios e instituciones que conforman la vida
cultural de una nación. Y para eso se centra en el rol protagónico que han jugado los llamados
letrados: escribanos, cronistas, escritores de prensa, mundo universitario, por nombrar
algunos ejemplos.
Rama nos da un marco de análisis para repensar la importancia de este mundo letrado en una
sociedad, y para el caso particular de Chile, juzgar el aporte de nuestra elite intelectual –en su
sentido más amplio– en el cumplimiento de una tarea que podríamos definir como el
desarrollo de un proyecto-país que se haga cargo de nuestra realidad, y que nos proyecte
hacia un estadio que permita mejores condiciones de vida para la mayoría de los ciudadanos y
ciudadanas.
Si durante el período colonial fueron los llamados letrados los que tuvieron una relación
privilegiada con el poder de imaginar y describir la realidad; en la actualidad, y teniendo clara
conciencia de que la industria opera bajo sus lógicas sectoriales, la prensa ocupa un rol
privilegiado, de elite, de construcción de narrativas explicativas de la realidad. Hace no
mucho tiempo atrás los noticieros centrales eran de lo más visto en la televisión local, y si
bien el desarrollo de contenidos informativos en plataformas de internet cambió los hábitos
de la población para hacerse de esos contenidos, los comunicadores de esa información han
seguido siendo periodistas y columnistas.
Un análisis de quienes escriben en los principales medios del país nos revela que el
periodismo (y aquí me permito generalizar, consciente de que hay excepciones) lleva varios
lustros lejos de lo que alguna vez les valió la chapa de cuarto poder: esa capacidad y
obligación de fiscalizar a los poderosos.[1] Esas críticas recibe, por ejemplo, Matías del Río
como conductor del noticiario de medianoche del canal estatal (estatal en la medida de lo
posible).
En una segunda capa, podemos encontrar a los columnistas de fin de semana. Estos, en su
inmensa mayoría hombres, son los llamados a complementar el análisis del pulso diario que
ofrecen los medios, aportando, en teoría, miradas más focalizadas que buscan explicar lo que
ha ocurrido esa semana y/o construir la agenda, y en el mejor de los casos, instalando temas.
Ascanio Cavallo, co-autor de La Historia Oculta del Régimen Militar, hoy no esconde su
conservadurismo, y hace gala de su buena pluma para no decir nada que atente contra la
jerarquía social que le entrego el sitial de poder que ahora ostenta. Otros como Héctor Soto,
disfrazan su defensa del status quo con análisis fílmicos y/o culturales, pero al igual que
Cavallo, falla en disimular su agrado con el actual estado de las cosas. Una tercera pata la
completan los columnistas del mundo académico que, salvo excepciones, tienen una
presencia intermitente en los medios de comunicación.[3]
Lamentablemente los más estables vienen fallando en el diagnóstico desde hace un buen
rato: la actual situación de nuestro país no responde solamente a la modernización
capitalista, ni a un tema generacional. Es bastante más complejo que esa visión sobre-
simplificada de la realidad chilena. Carlos Peña tiene razón cuando argumenta que el
desarrollo del capitalismo es parte esencial de la ecuación, pero debemos entenderlo
históricamente, y no como una escenificación más de las problemáticas ontológicas perennes
de la filosofía occidental.
En mi opinión, lo que vivimos en Chile hoy debiera ser explicado tomando prestado los tres
niveles de análisis temporal que planteó Fernand Braudel: la larga duración, la coyuntura, y el
acontecimiento.[4] La larga duración corresponde al nivel de las estructuras, donde los
cambios son casi imperceptibles. El segundo nivel, es el de la duración media, el de las
coyunturas, en las que los cambios son perceptibles. Y en tercer lugar, la historia
événementielle, o la de los acontecimientos.
Ahí se pierde el periodismo: tratando de construir un puente entre ese Chile pre-moderno
con una posmodernidad eurocéntrica que aún le es esquiva a la mayoría de la población del
territorio nacional. Ahí aparecen las notas sobre el lugar de Chile en los rankings X, los
infomerciales sobre vacaciones idílicas caribeñas disfrazadas de notas periodísticas en los
noticiarios centrales, y un largo y triste etcétera.
No querer ver eso, es no entender la naturaleza del problema que enfrenta Chile hoy. Lo que
estamos viviendo, en términos de coyuntura, es la transformación de la economía moral
chilena después de casi 50 años de hegemonía del individualismo.
Por último, lo que Braudel denomina la historia del acontecimiento es la preferida del
periodismo porque es la más fácil de ver. Aquí entran las elecciones, los terremotos, los
huracanes, los accidentes, y también las pandemias. La gran ventaja de este tipo de historia,
si es que se hace de forma correcta, es que estos “eventos” permiten a los historiadores e
historiadoras entender cómo funcionan las sociedades, revelando las estructuras sociales que
afirman la arquitectura económica de una sociedad.
El ejemplo de lo que ocurre en Chile hoy con el COVID-19 es claro. La actual crisis sanitaria
desnudó la segregación urbana de ciudades como Santiago, y nuevamente revela al mundo lo
desigual de la distribución del ingreso en nuestro país, la cual no es un subproducto del
capitalismo neoliberal chileno, si no piedra angular de nuestro modelo de desarrollo.[6]
Lo que vivimos hoy en Chile sin duda tiene relación con un evento mundial, pero también es
el resultado de una sociedad que ha basado su desarrollo en la exaltación del individualismo
como ethos del modelo económico de los últimos 50 años, y a su vez el resultado de una
estructura socio-cultural colonial que se niega a desaparecer.[7]
Espero que una mirada histórica que combine estos tres niveles de análisis temporales
permita explicar de mejor manera los procesos históricos que operan actualmente en nuestro
país. Pienso que la historia debiese encontrar un lugar en los medios de comunicación, pero
no por una defensa gremial per se, sino por la profunda convicción que la composición social
y de género de nuestra Ciudad Letrada no ha variado mucho desde la época colonial hasta
nuestros días, y eso debe cambiar. La reciente incorporación de Paula Escobar, como
columnista de La Tercera, ha demostrado ser un gran aporte estas últimas semanas, pero
faltan muchas otras voces.
La reciente discusión sobre paridad en el próximo plebiscito constituyente no hace más que
ratificar mi hipótesis. La pulsión natural de nuestra Ciudad Letrada tradicional fue cerrar filas
a cualquier tipo de apertura, pero afortunadamente las transformaciones tecnológicas que
han acompañado los cambios económicos de las últimas décadas hacen cada día más difícil
defender el statu quo desde las columnas dominicales solamente. La presión ejercida por la
sociedad vía redes sociales hizo que la paridad de género se instalara como un sentido común
de una nueva economía moral que está en gestación. De ahí que la incorporación de nuevos
actores sociales en nuestra Ciudad Letrada nos permitirá tener mejores herramientas análisis
y por tanto, tomar mejores decisiones como sociedad.
NOTAS Y REFERENCIAS
[1] Como el trabajo de Claudia Lagos y Antoine Faure, o el texto de Francisca Márquez.
[3] CIPER sin duda ha marcado tendencia en esto con la sección CIPER académico.
[4] Su artículo “La larga duración”, es un apartado del libro La historia y las ciencias sociales de Alianza
Editorial.
[5] Edward Palmer Thompson desarrolló la idea de economía moral en su texto La formación de la
clase obrera en Inglaterra, 1963.
[6] Para más información sobre esta dimensión del neoliberalismo hay un excelente artículo de
Francisco Vergara y Carlos Aguirre: Vivienda a precios demenciales 2: por qué es necesario que el
Estado regule los precios
[7] Sobre la persistencia de ese Chile, ver: “El capitalismo jerárquico de Chile difícilmente puede ser
defendido por los partidarios del libre mercado”
https://www.ciperchile.cl/2020/04/22/quienes-tienen-derecho-a-pensar-en-nuestra-sociedad-critica-a-la-prensa-
de-opinion/
Tabla para sistematizar el análisis
Criterio Anotaciones
Sobre el enunciador
¿Quién escribió el texto? ¿Qué caracteriza a Fue escrito por Cristian Castro,
este sujeto?
Sobre la controversia
• ¿Qué tipos de evidencias utiliza el enunciador para apoyar su postura? ¿Cómo se relacionan estos recursos
con la situación de enunciación?
• ¿Piensan que esta argumentación sería igual a la leída si el enunciador estuviera conversando con un grupo
de amigos en su casa? ¿Qué características podrían cambiar y cuáles no?
Para finalizar la etapa de análisis, se realiza un plenario, completando en conjunto un esquema en la pizarra
que recoja los pasos llevados a cabo durante el análisis.
Características del
enunciador
Medio
Controversia
Escala de metacognición
Nivel 1: Estoy partiendo. Necesito ayuda, porque logro trabajar solo algunos aspectos superficiales del texto y
no logro establecer relaciones entre este y los elementos contextuales.
Nivel 2: Casi llego. Necesito algo más de práctica, porque hay algunos aspectos más complejos que no logro
identificar independientemente. Hago algunas relaciones entre el contexto, pero no alcanzo de notar las
relaciones entre la cultura del enunciador y su discurso.
Nivel 3: Domino muy bien y puedo ayudar a mis compañeros a resolver dudas. Entiendo cómo funcionan las
relaciones entre el contexto, los conocimientos del enunciador y las formas en que se concretan en los
discursos. Cometo errores, pero me doy cuenta de ellos independientemente.
Observaciones
Aspectos por mejorar:
Estrategias que me sirvieron para trabajar y que puedo usar más adelante: