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El Panteón de Roma (118-126 d.C.).

Este edificio, obra del emperador Adriano, fue pensado para sustituir un
edificio que mandó construir Agrippa en el campo Marcio. Sin embargo,
Adriano cambió totalmente su concepción aunque dejó el nombre de su
fundador sobre el frontón de la puerta. Es una fusión entre el templo
circular o tholos y el tradicional templo rectangular romano, aunque como
defienden algunos autores, es probable que la construcción de la cúpula
en sí se inspirase más en cámara de vapor de un establecimiento termal
que en un templo circular.

El Panteón es también el primer edificio de la antigüedad mediterránea


cuyo interior es más importante que el exterior y finalmente es un edificio
concebido de modo en que se conjugan perfectamente dos ejes: el
horizontal, desde la entrada hasta el ábside del lado opuesto, y el vertical,
que se constituye mediante el óculo de la cúpula. El edificio parte de un
pórtico convencional cuyo frontón reposa en cuatro hileras de ocho
columnas; este carácter tradicional favorece la sorpresa que supone el
gran espacio interior con cúpula. El cilindro tiene de 43,25 de diámetro y
aproximadamente la misma altura y se ilumina en la cúpula por un óculo
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cenital de 9 metros de diámetro. En el interior de la cúpula se haya


dispuesto un artesonado en cinco filas de veintiocho casetones que en su
origen era probablemente dorado.

En cuanto a la solución técnica de la cúpula es el resultado de la utilización


de arcos de descarga embebidos que trasladan el peso de la bóveda sobre
ocho machones, a la vez que un aligeramiento del material de la cúpula
que en su parte inferior es de piedra y en la parte superior va perdiendo
densidad a base de ladrillo y de toba o piedra volcánica.

El panteón, como indica su nombre, estaba dedicado a todos los dioses, o


más exactamente a las siete divinidades celestes. En ese sentido el
significado simbólico de la cúpula es perfectamente apropiado.

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