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El himen.

Para la sociedad árabe en general el himen sigue siendo la parte más importante y que más hay
que cuidar del cuerpo de una chica, es más valioso que un ojo, un brazo o una pierna. Toda niña
árabe debe poseer esa fina membrana llamada himen, que además debe sangrar profusamente en
la noche de bodas y marchar las sábanas que el recién casado mostrará con orgullo al resto de
familiares. Todavía muchos árabes están firmemente convencidos de que Dios ha dotado a las
mujeres de un himen para que éstas puedan probar su virginidad. En realidad la constitución
biológica de un ser humano no tiene nada que ver con los valores morales sino con el
cumplimiento de funciones fisiológicas. Pero el himen ni siquiera tiene funciones fisiológicas que
cumplir, es comparable al apéndice. Sólo el 41% de las niñas nace con un himen normal, en la
mayoría de los casos su elasticidad o su grosor impide que se rompa, en otras ocasiones la
membrana excesivamente frágil se rompe con un mal gesto.Aquí es importante hablar de la daya,
mujer muy solicitada en las noche de boda que se encarga de desgarrar el himen de las recién
casadas en caso de no sangrar tras el acto sexual. Se encarga de introducir su uña larga en la
vagina de la chica hasta que sangra. En algunas ocasiones esa sangre no es del himen sino de
desgarros internos, las dayas no tienen estudios médicos y en muchas ocasiones ni siquiera
trabajan con unas mínimas condiciones higiénicas. Otras veces, para lograr la mancha en las
sábanas también se sirven de sangre de gallina o bien de haber acordado la fecha de la boda en
día de menstruación.El honor de un hombre en la sociedad árabe estará a salvo si los miembros
femeninos de la familia tienen sus hímenes intactos.
La ablación.
La ablación es la extirpación o corte de parte o partes de los genitales externos de las mujeres. Es
por tanto una agresión a la integridad física de las mujeres. Constituye o forma parte del ritual de
iniciación que se realiza a las niñas originarias de algunos países africanos. Entre sus consecuencias
están: pérdida del deseo y el placer sexual, dolor en el coito, infecciones pélvicas con esterilidad,
mortalidad materno-fetal por dificultad en los partos y muerte por hemorragia al hacer la ablación
sin medidas sanitarias.La ablación se practica en algunos países africanos, bastantes de ellos de
mayoría musulmana, como Egipto, Sudán, Somalia, Senegal, Gambia, Mali... Sin embargo la gran
mayoría de pueblos musulmanes del mundo no la practican y en los países en que se realiza
también la practican minorías no musulmanas (animistas, judías, cristianas coptas). Esto y otras
razones hace suponer que es una costumbre preislámica que tras la islamización adquiere una
nueva justificación.La razón principal por la que se sigue practicando la escisión es la importancia
que en estas sociedades se sigue concediendo a la virginidad y a la conservación del himen intacto.
Amputando los órganos genitales externos de las niñas, disminuirá su deseo sexual. La edad a la
que se realiza esta práctica son los siete u ocho años.La escisión de la mujer, el cinturón de
castidad y otras prácticas salvajes aplicadas a las mujeres son el resultado de los intereses
económicos que dominan la sociedad. El que estas prácticas existan todavía en la sociedad actual
significa que estos intereses económicos aun son operativos. Los cientos de dayas, enfermeras,
personal paramédico y doctores, ganan bastante dinero con la escisión de la mujer, se resisten a
cambiar estos valores y prácticas que constituyen para ellos una fuente de beneficios. En Sudán
existe un verdadero ejército de dayas que se gana la vida operando a las mujeres.

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