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Como bien es sabido los recursos ambientales han sido y serán utilizados por el hombre con
el fin de satisfacer sus necesidades, pero a estos no han sido valorados en el mercado, como
el caso hipotético del valor de una manzana que es asignado conforme a su oferta y
demanda. Lo anterior, resalta que la inexistencia de precio no implica inexistencia de valor.
La mayoría de los activos ambientales están sufriendo una agresión importante que esta
provocando su paulatina degradación, es decir, que a pesar de que los activos ambientales
producen una serie de servicios importantes para la sociedad, como el mercado no capta
estos servicios, la sociedad no llega a definir su verdadero valor. (Aznar & Estruch, 2012)
El problema para definir la valoración del medio ambiente es determinar quién tendrá el
derecho de valorar el mismo, el propietario, los ciudadanos que viven en la zona, las
personas cuyo bienestar se ve afectado; una vez resuelto lo anterior surge la duda sí estos
tienen en cuenta la importancia de los demás seres vivos que habitan el ecosistema.
Es de aclarar que el valor que se habla no corresponde al valor en el mercado, debido a que
los recursos naturales no van a ser objeto de transacciones económicas, sí no un indicador
que será vital para el gobierno, puesto que le permite justificar y priorizar las decisiones
administrativas sobre el uso de estos recursos, determinar su importancia, generar
sensibilidad en la sociedad y replantear una nueva legislación ambiental.
Lo cual conlleva a que todos debemos ser conscientes de la realidad en la cual nos hallamos
inmersos, además de la urgente necesidad de tomar posturas críticas e incidir en la toma de
decisiones; ahora bien, este componente educativo, dada su complejidad implica la
identificación de las problemáticas y potencialidades propias de cada localidad, región y
país, en virtud de propiciar espacios en los cuales se puedan fomentar valores como el
sentido de pertenencia, responsabilidad, tolerancia, además de actitudes positivas hacia la
conservación del ambiente (Ramos y Tilbury, 2006).
Ahora bien, para hallar el valor en la actualidad las NIIF establecen lo siguiente: “La
medición del valor es la estimación del precio más probable que se pagará por un bien o
servicio que esté disponible para su compra”. (NIIF 13, p 4). Por otra parte, se tiene la
percepción del valor de Uso Directo, el cual hace referencia a los bienes y a los servicios
del ecosistema que son utilizados de manera directa por los seres humanos, tales como: la
producción de alimentos, la producción de madera para utilizar como combustible y como
insumo para la construcción, los productos medicinales derivados de sustancias naturales,
la caza de animales, etc. Por otro lado, a diferencia de lo que acontece en los ejemplos
anteriores, se pueden identificar ciertos servicios ambientales cuyo consumo no implica una
disminución en el stock o flujo total de los mismos. Tal es el caso del disfrute de
actividades culturales y de recreación que no se asocian con la generación de productos.
(Cristeche & Penna, 2008)
Es por ello que este ensayo se enfocará en exponer los problemas ambientales que surgen a partir de
las fallas que se presentan en el mercado, donde este no funciona como asignador óptimo de
recursos debido a la ausencia presente de la valoración de los bienes y servicios ambientales,
teniendo en cuenta que este es una cuestión a nivel global que parte de la necesidad de ejercer
control con el fin de tomar decisiones eficientes a la hora de preservar y salvaguardar el medio
ambiente.