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Capítulo 2 ............................................................................. 9
Capítulo 3 ........................................................................... 15
Capítulo 4 ........................................................................... 19
Capítulo 5 ........................................................................... 23
Capítulo 6 ........................................................................... 27
Capítulo 7 ........................................................................... 32
Capítulo 8 ........................................................................... 36
Epílogo 1 ............................................................................. 40
Epílogo 2 ............................................................................. 46
Próximamente ..................................................................... 49
Amber
Entonces llega Carver, el policía duro con el corazón blando. Me rescata de las
celdas y de mi casucha de estudiante.
¿Pero los planes de mi celosa compañera de casa harán que mi cuento de hadas
se derrumbe?
Carver
Carver es un romance corto, dulce y apasionado con un macho alfa mayor y una joven
curvilínea. Cada libro de la serie es independiente. No hay un final abierto. Libro uno de
la serie Alpha Cop. Si te gusta el amor instantáneo, el calor y la felicidad para siempre,
¡esta serie es para ti!
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Hago una mueca por el ruido que viene de las celdas mientras llevo
a dos mujeres a la estación. Levanto las cejas ante el sargento de
guardia.
Asiento con escepticismo. —Bueno, aquí hay otro par para ti—.
Señaló a las dos mujeres que están de pie enfurruñadas a mi lado. —
Perturbando la paz.
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Termina de fichar a las dos mujeres y las llevo a las celdas. Cuando
doblo por la esquina, tengo que parar un momento. Las celdas de las
mujeres son un caos.
—No van a entrar aquí, ¿verdad, oficial?— alguien grita. —No hay
lugar.
—Gracias—, murmura.
—Está lleno ahí atrás, Serge. Necesitará ser una salida de una en
una —, le digo.
Me giro para irme, y la chica del pelo cobrizo, Amber, está sentada
en una de las sillas de plástico.
—¿A dónde?
—Te creo.
—Se escapó.
—No.
El alivio me inunda.
Me mira.
Tan pronto como lo toco, siento esa chispa de calor otra vez. Me
toma de la mano mientras subimos las escaleras, y me pregunto si él
también lo siente. Sólo cuando tengo que sacar la llave de mi bolso
me suelta la mano.
—Somos cinco.
Hay música que viene del pasillo, y cuando abre la puerta, el humo
del cigarrillo se cuela hacia fuera.
—Seguro.
Mis puños se aprietan, y doy un paso hacia él. —Será mejor que
tengas cuidado con lo que dices.
—Gracias por eso—, dice ella, con los ojos brillantes. —Ha estado
mirándome lascivamente desde que me mudé.
Ella pone su mano en mi brazo. —¿Por qué harías eso por mí?
Camino por el pasillo mientras ella sube a empacar sus cosas. Hay
una pila de correo acumulando polvo en una mesa lateral. Es mi
instinto de policía de ser entrometido, y reviso las cartas. Hay un
crujido en las escaleras, y agarro uno de los sobres y lo meto en el
bolsillo justo cuando Amber baja arrastrando una maleta.
—Viajo ligero.
Sólo puse la mitad de mis cosas en esa maleta, porque sé que tendré
que volver. Cierro el agua con un gran suspiro.
—¿No es peligroso?
Siento un rubor que me sube por el cuello otra vez. Pero él se ríe y
yo también, y pronto me cuenta una historia sobre un robo al que
asistió y en el que el autor quedó atrapado a mitad de camino por la
ventana de un baño.
Me miro las manos. —Pero no tengo ningún otro sitio al que ir.
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—Buenas noches.
voltear panqueques.
—Oh sí—. Dejé que el jarabe pegajoso corriera por los panqueques
y luego yo corté un gran bocado. —Mmm, esto es realmente bueno—
, digo. Y lo es. Podría acostumbrarme a esto para el desayuno.
—Sí.
Ella arquea sus cejas hacia mí. —No pensé que pudieras pagar otro
lugar.
—Me quedaré con un amigo por unos días hasta que lo resuelva.
—¿Te acusaron?
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—No.
—Tienes un novio.
—Adiós, Jess.
—Sé que es pronto. Pero desde el momento en que te vi, supe que
eras la chica para mí.— Me mete un mechón de pelo detrás de la oreja.
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Mi boca se abre.
—¿Fuiste?
Abro la boca para hablar, pero cómo puedo decirle que volví al piso
cuando me lo prohibió esta mañana. Se mire como se mire, le he
defraudado. Las lágrimas me pican los ojos y miro hacia abajo,
incapaz de hablar.
Tal vez esté diciendo la verdad. Tal vez la hierba no es suya. Dejo
que la idea dé vueltas en mi cabeza, examinándola como una prueba.
Mis ojos se abren de par en par con sorpresa. Le hice prometer que
no volvería allí. Entonces recuerdo la conversación de esta mañana.
Ella no lo prometió realmente.
—No quería que vieras que sólo tenía bolsas de basura para poner
el resto de mis cosas. Estaba avergonzada.
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—Espera.
—Estoy enfadado porque volviste a ese lugar sin mí, pero entiendo
por qué lo hiciste.
Las últimas dos semanas han sido las mejores de mi vida. Hemos
pasado todas las noches juntos, cocinando por turnos, hablando
durante la cena, y dando paseos por las noches. Hemos hablado de
nuestras películas y música favoritas, nuestra infancia, familias,
esperanzas y miedos.
Sus labios están sobre mí, firmes y urgentes. De cerca huele a sudor
y vinilo de su saco de boxeo. Es un olor tan masculino que casi me
abruma.
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Me río mientras una naranja sale del mostrador y aterriza con una
salpicadura en el suelo. Mi risa queda atrapa en mi garganta mientras
sus labios, ardientes como el fuego, bajan hasta la suave piel de mi
cuello.
—No cuando me has estado volviendo loco cada vez que te veo en
la cocina. Casi te salto encima esta mañana cuando estabas en pijama.
Ella apaga la estufa y se presiona contra mí. Beso sus suaves labios,
y mientras paso mis manos por su cuerpo, pienso que debo ser el
hombre más afortunado de tener a esta mujer en mis brazos.