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En nuestro país, dentro del valor del PIB agrícola, el sector que contribuye
mayoritariamente es el de frutas y hortalizas, el cual representa el 40% del valor de la
producción, si bien la superficie cosechada es del 8.6% en 1999 y de 8.37% en 2006
(Cuadro 1). Esto es significativo si lo comparamos con los cereales, que tienen una
participación del 20% en el valor del PIB-agrícola, los forrajes cerca del 20%, los
productos industriales entre 13 y14%, en tanto otros productos alrededor del 10%
(Miramontes, 2006). En México la producción de frutas y hortalizas es amplia y
diversificada (Cuadro 1). Es un sector que tiene más rentabilidad, aún para los pequeños
productores.
El otro sector importante en las ENT es la producción florícola, que también
presenta una gran diversidad, si bien su superficie y volumen de producción es mucho
menor que el de las frutas y hortalizas. En todos los casos, la exportación no es el único
destino, pues una porción considerable se dedica al mercado interno y hay productos
más especializados en la exportación, como el mencionado caso del jitomate.
CUADRO 1
Producción de frutas y hortalizas en México
2006
1
La marca registrada de la semilla es Carisem y así es conocida popularmente la empresa
2
Una anécdota curiosa es que el nombre proviene de María y Adolfo, los nombres de os investigadores
que la obtuvieron
También destaca que comienzan intentos interesantes de creación de una industria
de semilla local, como lo ejemplifica el surgimiento de la empresa veracruzana
“Mandujano. Variedades mexicanas de Maradol”, propiedad de un investigador de la
Universidad Veracruzana. La propia AgroMod tiene entre sus objetivos comercializar
su propia marca de semilla próximamente.
Cuadro 2
Producción de papaya en México
1999-2004
Los rendimientos en el país van desde 40 hasta 170 o 200 Ton /ha, con una clara
diferenciación entre grandes productores, que siembran desde 70 hasta 300 ha,
frecuentemente con riego, tanto convencional como ferti-irrigación, y los pequeños, que
siembran 3 o 4 hectáreas (o menos), mayoritariamente en condiciones de temporal. El
70% tiene entre media y 2 hectáreas (Entrevista: Rodríguez, 2005; Plan Rector Sistema
Nacional Papaya, 2006). El mayor productor es el estado de Veracruz, donde el Grupo
Sociedad y Biotecnología, de la Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco
8del cual soy colaboradora) realizó varias salidas de trabajo de campo entre 2005 y
2007. También hicimos trabajo de campo en los estados de Colima y Chiapas, que son
productores importantes. De las entrevistas realizadas en Veracruz obtuvimos la
siguiente información referente al proceso productivo:
El rendimiento promedio en el estado es de 40 toneladas por hectárea, debido tanto a
la presencia de un número importante de pequeños productores como a la presencia de
virosis, estas últimas ocasionan pérdidas de hasta el 40%. Se tienen cuatro tipos de
virus: El primero, el más generalizado, es el PRSV (virus de la mancha anular). El
segundo virus detectado por investigadores de la región es el PapMV (virus mosaico de
la papaya). El tercer virus está presente en cantidades pequeñas, el virus mosaico del
tabaco. El cuarto es el ratovirus. Una de las repercusiones importantes de los virus es
que ahora se tiene que replantar el árbol cada ciclo de 10 o 12 meses, con seis meses de
cosecha. Antes de las virosis, era posible que el árbol produjera durante varios años 3 .
Los productores venden mayoritariamente al mercado nacional, sólo unos cuantos de
los más fuertes y tecnificados exportan a Estados Unidos. El costo de producción es de
$45,000 a $65,000 M.N. por hectárea, pero sólo los grandes productores pueden invertir
esto (en otros estados se llegan a realizar mayores inversiones), mientras que entre los
pequeños agricultores encontramos productores que invierten sólo $10,000, con muchos
problemas de plagas y bajos rendimiento (Cuadro 4). En algunas ocasiones estos
productores, a través de apoyos o adquiriendo préstamos, logran invertir mayores
cantidades.
3
Uno de los investigadores entrevistados expresó la opinión de que los virus fueron introducidos con las
variedades cubanas de Maradol, puesto que antes no estaban presentes en México, sin embargo hasta el
momento no hemos obtenido evidencia que confirme esto.
Cuadro 4
Costos de producción por hectárea de papaya
Municipio de Cotaxtla, Veracruz, 2006
El caso de la papaya
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El CGIAR es el sistema internacional de investigación agrícola, cofinanciado con fondos públicos y
privados en diversos países, entre cuyos donadores se encuentran la Fundación Rockefeller y el Banco
Mundial. Uno de los centros de investigación de este sistema es el CIMMyT (Centro internacional de
mejoramiento del maíz y el trigo), con sede en México, cuyo origen se remonta a los inicios de la
Revolución Verde en los años cuarenta
5
Se conoce como Revolución Verde a un proyecto de modernización agrícola mundial que se originó en
México en los años cuarenta y a su vez generó la creación del sistema CGIAR de centros de investigación
agrícola. Se planteaba aumentar los rendimientos de cultivos básicos a través de un paquete tecnológico
consistente en semillas híbridas mejoradas, las cuales para rendir todo su potencial requerían de
maquinaria, riego, superficies planas y agroquímicos. En México se aplicó principalmente a maíz y trigo,
siendo más exitoso este último
aclarar que lo realmente polémico de la biotecnología agrícola es la aparición de los
cultivos transgénicos, por tratarse de la liberación al ambiente de nuevas plantas que no
tienen precedente, con diversos escenarios de riesgo de los que hablaré más adelante.
Existen otras biotecnologías agrícolas que no implican manipulación genética, como el
cultivo de tejidos vegetales, los biofertilizantes y los bioinsecticidas, que no son
riesgosas y no han sido impugnadas.
Un aspecto de la polémica en ciencias sociales respecto a la agro-biotecnolgía
parte de la comparación con la RV. Inclusive autores como Torres (1990) plantearon
que la biotecnología representó una 2ª fase de modernización de la agricultura
mexicana, después de la RV. Ya entrados en el S. XXI, la biotecnología agrícola, y
específicamente la ingeniería genética, dista mucho de modernizar a la agricultura
mexicana con el alcance que logró la RV.
El otro ángulo del debate comprende la cuestión de si la agrobiotecnología
constituye una verdadera revolución científico-tecnológica. La ya clásica definición de
Kuhn (1962) con respecto a las revoluciones científicas, entiende a éstas como el
surgimiento de un nuevo paradigma que rompe con lo que anteriormente se aceptaba
como ciencia “normal”, debido a que un nuevo descubrimiento pone en tela de juicio
conocimientos que antes se daban por ciertos sin duda alguna. En este sentido, la nueva
biotecnología, específicamente la ingeniería genética, cumplió plenamente con las
características de revolución científica, al ser descubierta y secuenciada la cadena de
ADN en los años cincuenta por Watson y Crick.
Otro asunto es la difusión de esta tecnología en las economías y que llegue a
consolidar un nuevo “paradigma tecno-económico” (Pérez 1986, 2004), que se
convierta en el nuevo “corazón” económico y determine la nueva forma de producir, es
decir, evolucione de revolución científica a revolución tecnológica. Es en este aspecto
donde surgen las dudas y el debate sobre el carácter revolucionario de la
agrobiotecnología moderna y la ingeniería genética que, a la fecha, después de veinte
años de que aparecieron los primeros cultivos transgénicos 6 , no ha consolidado un
nuevo paradigma de producción agrícola.
Pérez nos define a una revolución tecnológica como “un poderoso y visible conjunto
de tecnologías, productos e industrias nuevas y dinámicas, capaces de sacudir los
cimientos de la economía y de impulsar una ola de desarrollo de largo plazo” (2004:32).
6
La solicitud de siembra del primer cultivo transgénico, el jitomate de larga vida de anaquel, se da en
México y en los EUA en 1988
La autora plantea que aquí aparece una constelación de innovaciones técnicas
estrechamente relacionadas, la cual suele incluir un insumo de bajo costo y uso
generalizado (una fuente de energía o un material crucial), además de nueva
infraestructura, productos y procesos. En este sentido, ubica a la biotecnología como
parte de la presente revolución tecnológica sólo en su relación con la informática y
microelectrónica, que son el eje de esta constelación de innovaciones. En esto último,
Pérez coincide con Castells (1996), en cuanto a considerar el surgimiento de una nueva
sociedad de información.
Al respecto, Freeman (1995) plantea que una revolución tecnológica en muchos
sectores de la economía lleva, por un lado, a inversiones de gran escala en nuevos tipos
de instalaciones y equipos y por el otro a cambios en las habilidades de la fuerza de
trabajo, además de que sucede relativamente rápido, en cuestión de décadas. Esto se
cumple plenamente en el caso de la microelectrónica, eje fundamental del actual
paradigma tecno-económico, mientras que para la biotecnología agrícola su
consolidación no es tan clara. En este último caso asistimos, en los países
industrializados, a la diferenciación de políticas en torno a los cultivos transgénicos
entre América del Norte y la Unión Europea, donde esta última ha sido mucho más
cauta en cuanto a permitir que estos nuevos cultivos se liberen en su medio ambiente
(Antal y Massieu, 2006).
El debate acerca de la biotecnología planteó posiciones divergentes durante las
décadas de los años ochenta y noventa, algunas apegadas a criterios económicos,
políticos, científicos y tecnológicos, y otras a la visión social de rescate de los países en
desarrollo. Ello generó posiciones polarizadas, que siguen existiendo y se han
agudizado en el tiempo presente, con la aparición de los alimentos y cultivos
transgénicos desde los noventas, entre partidarios y críticos de esta nueva tecnología. La
crítica obedece tanto a su impacto socio-económico, a los riesgos para la salud y el
medio ambiente, como a los efectos desiguales que provoca en distintos grupos sociales.
También están presentes planteamientos éticos. Los argumentos a favor plantean
grandes potencialidades en aumento de rendimientos y en tecnologías más benévolas
hacia el medio ambiente, que a la fecha no es claro que se hayan concretado. Es
importante situar esta a la agrobiotecnología como parte de la crítica a la agricultura
industrial capitalista, crecientemente monopolizada y de altos costos ecológicos. Se
considera altamente riesgoso que la alimentación mundial se encuentre en manos de un
puñado de corporaciones (que son las principales productoras de cultivos transgénicos
en el mundo). Ello atenta contra la agricultura campesina y la biodiversidad agrícola en
todo el mundo. Ante la reciente situación de alza de los precios de los alimentos a nivel
mundial, los argumentos de esta crítica cobran vigencia.
Es importante aclarar que la ingeniería genética no ha sido igualmente
impugnada en el campo de la medicina, donde el uso de estos nuevos seres vivos,
principalmente microorganismos, es de uso corriente. Después de expuestas estas
consideraciones respecto al debate biotecnológico, expongo brevemente algunas
conclusiones respecto al caso de la papaya
Conclusiones
Los elementos brevemente expuestos nos aclaran que, como ilustra el caso de la
papaya, los cambios en el consumo en los países centrales inducen cambios
importantes en las agriculturas de países de menor desarrollo. En el caso de la
papaya, la predominancia de la variedad Maradol obedece a tendencias de los
consumidores e induce cambios importantes, relacionados con la diversidad genética
y la resistencia a plagas.
Ante la presente crisis energética y financiera, queda pendiente la pregunta sobre
el futuro de las ETN, que suponen el transporte por largas distancias de productos
perecederos, como es el caso de la papaya trasnsgénica hawaiana hacia
Norteamérica.
Respecto a la diversidad genética, destaca que ésta es un bien desperdiciado en el
mejoramiento de la producción en la papaya, pues esta producción se ha
homogeneizado genéticamente por razones comerciales y no son suficientes los
esfuerzos científico-tecnológicos para potencializar la diversidad de la fruta en el
centro de origen. Asimismo, quedan pendientes las cuestiones de bioseguridad en el
eventual caso de que se generaran variedades transgénicas útiles para los problemas
productivos. ¿Se desperdicia DG?, no se aprovecha todo su potencial: carencias en
ID, ¿es la papaya transgén. La única solución?, importancia de vinculación
investigadores-.productores, especialmente los pequeños
Referencias bibliográficas:
-Alvídrez-Morales, Alicia; González-Martínez, Blanca Edelia y Jiménez-Salas,
Zacarías, (2002) “Tendencias en la producción de alimentos: alimentos funcionales”,
Revista de la Facultad de Salud Pública y Nutrición, Vol. 3, No.3, Universidad
Autónoma de Nuevo Léon, julio-septiembre
-Pérez, Carlota (1986), “La nuevas tecnologías: una visión de conjunto”, en:
Ominami, Carlos, (Editor), La tercera revolución industrial, Impactos internacionales
del actual viraje tecnológico, Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires
--(2004) Revoluciones tecnológicas y capital financiero. La dinámica de las
grandes burbujas financieras y las épocas de bonanza, Siglo XXI Editores, México
-Plan Rector Sistema Nacional Papaya (2006), SAGARPA, México
Entrevistas:
Sitios web:
www.siap.gob.mx
www.infoaliment.com/notasprensa/6/61020_6.htm
www.nysaes.cornell.edu/fst/faculty/hrazdina/projects/PreSoftApple.html