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Leyendas, Costumbres y Tradiciones

De Ipiales:
Durante los últimos años de la década de los 70’s e inicios de los 80’s, los edificios existentes en
Ipiales, en su mayoría, aun conservaban rasgos coloniales, evidenciados especialmente en iglesias,
parques y hospitales.
Siendo asi que, el antiguo Hospital Civil de Ipiales, comprendía, entonces, las construcciones que van
desde el actual Palacio de Justicia hasta la Iglesia de la Medalla Milagrosa; abarcando asi, lo que más
tarde pasaría a ser un cruce vial, parqueaderos y edificios residenciales cercanos al Parque Santander.
Dicho sanatorio caracterizaba por el blanco de sus paredes, sus tejas acanaladas y por el particular
hecho de comprender un único piso, a pesar de englobar más de una cuadra.
Asimismo, los 2 parques restantes: Parque 20 de Julio y Parque San Felipe, compartían el estar
conformados por arboles cercados y por ubicarse en torno a entidades gubernamentales y eclesiásticas,
a saber: Iglesia San Felipe e Iglesia San Pedro Mártir, respectivamente. Distinguían, también, las calles
que conducían al parque 20 de julio por estar adoquinadas y el actual Puente del Champagnat puesto
que, entonces, solo era un paso de tierra y arena.
Los actuales Barrio Totoral y Bario El Lago, eran en aquel tiempo basureros y trayectos inseguros por
los cuales pasar.
En aquella época, era común dirigirse a comprar el pan de maíz tras haber salido los domingos de la
misa de las 7 am. (Practica aún vigente); igualmente, era habitual en el decir de la gente, la creencia de
que durante el Viernes Santo, en la calle que conduce al Cementerio Central, en lo que hoy es el Barrio
Palermo, transitaba a media noche, una procesión de almas camino al Camposanto.
Igualmente, “sabían decir que…” en cierto punto del Parque San Felipe, durante “la mala hora”, las
personas “no podían salir de ahí… no se acordaban como, en resumen se entundaba”.
En cuanto a la fundación de Ipiales se refiere, se cree que el primer barrio fue constituido en lo que hoy
correspondería al Barrio Puenes. La llegada de la Familia Ipial, fundadora de Ipiales, se conmemora el
5 de Enero, como parte del denominado Carnaval Multicolor de la Frontera.
De Chavisnan, municipio de Cuaspud Carlosama:
Conformado desde sus inicios como un caserío, ubicado entre Cumbal y Carlosama, carecía de luz
eléctrica, a mediados de la década de los 70’s. De ahí, que fuese necesario el uso de lámparas
petromax (o en su defecto, de una lata de sardinas que contuviese aceite de cocina o petróleo, y que se
encendiese a través de una mecha o pedazo de trapo improvisado) y de la cocina basada en leña, para
alumbrar en las noches y preparar las comidas.
En este último aspecto, es importante resaltar que los horarios establecidos para comer distinguían por
realizarse a prematuras horas del dia, siendo asi que las mujeres se levantaban a las 5 de la mañana,
para tibiar el café con tortillas para los hombres que salían a trabajar la tierra. A las 11:30 am,
nuevamente iban las mujeres a dejar la comida (en viandas) a quienes trabajaban cogiendo y
sembrando: café, papas, trigo y cebada.
Este último cereal, era cultivado para luego ser transportado en bultos a Ipiales (en el techo de los buses
escalera) y asi ser vendidos a la planta de procesamiento de Bavaria, (empresa productora de malta y
cerveza, que mantenía, en aquel momento, acuerdos con plantaciones a lo largo del departamento de
Nariño).
Asimismo, la cena se servía alrededor de las 6-6:30 de la tarde, tras finalizar la jornada laboral de los
peones. Era común, entonces, el poseer animales domésticos tales como: perros, gallinas, vacas y
ovejas; siendo estos últimos útiles en la medida en que los huevos, la leche, y la lana producto de los
mismos, se vendían en Ipiales, en bruto o se procesaban para el propio consumo, (emplear la lana
manera de ruanas, folleras o cobijas, por ejemplo). La tenencia de caballos, por el contrario, más que
ser habitual, era un singular caso de ostentación; de ahí que la mayoría de personas caminar para ir de
un lugar a otro.
En lo que se refiere a las costumbres de la época, distinguen varios aspectos:
 Ir de paseo a Chiles o a Ricaurte, “llevando avío o cocinando allá”.
 Tratar a los abuelos, en términos de: Mamita Sra. y Papito Sr. Y pedirles la bendición, tras su
llegada asi: despojándose de la ruana y tendiéndola en el piso, para luego arrodillarse y poner
las manos (juntarlas) para “pedir el Bendito”.
 Saludar bien, es decir, saludar con ánimos y a cualquier persona que se encontrara a lo largo
del dia, sea ésta conocida o desconocida.
 Asistir a misa, con la mejor ropa con la que se contase, de la misma forma con la que se iría a
una fiesta. Y ya en la iglesia propiamente dicha, no se podía hacer ningún tipo de ruido o
moviente distinto a los estipulados para tal celebración. En este sentido, cabe resaltar, que el
sacerdote quien oficiara la misa era invitado recurrente a la casa para almorzar, requiriendo asi,
el respeto de los hospederos y de sus hijos, (en general, en términos de no atosigarlo o acercarse
a él).
 En Semana Santa, ir a la casa de los abuelitos, para cocinar y comer juntos los doce platos
(doce tipos de alimentos: chocolate, pan con queso, sardinas, camotes, entre otros). Durante esta
misma semana, quedaba prohibido realizar todo tipo de actividades que atentaran con Jesús,
tales como: golpear, jugar, pelear, reírse, bañarse, rajar leña, sacar agua, etc. Por considerarse
una ofensa directa a él o a la solemnidad de su muerte.
Asimismo, mientras la mujeres “arreglaban la cocina, el abuelito conversaba historias a los nietos,
sobre duendes, mujeres lloronas o entudamientos”.
Entre las que se encontraba, por ejemplo, cierto relato según el cual, una mujer de inigualable belleza
seducía y conducía a los hombres (en estado de ebriedad o que deambulaban a la media noche), hasta el
rio Guáitara, deteniéndose en la orilla o encima de una gran piedra.
En otra historia, el protagonista era un “niño auca”, que lloraba en las cercanías de la escuela por haber
sido enterrado allí, tras su muerte prematura en un aborto de su madre. Siendo las noches, la hora en la
que tales lamentos salían a flote de la tierra.
De igual forma, se solía decir que como parte de la construcción de una casa, era necesario “sacar el
duende”, mediante fogatas y ceremonias.
Era característico de la época lavar la ropa en el rio y dejarla secar en piedras o en la orilla del mismo.
Con la mirada constante de sus propietarios, ante posibles hurtos de ajenos o la intromisión oculta de
culebras.
Igualmente, el uso de términos tales como: carisina (no saber hacer las cosas), culeca (referente a una
gallina dispuesta a empollar), chimbas (trenzas), entre otros.

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